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Albus Renaldi Macnair

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Todo lo publicado por Albus Renaldi Macnair

  1. Me estaba dando detalles de su familia y sus relaciones con sus familiares, y aunque para cualquier otro resultaría en algo apresurado y espantoso para mi era cómo un "quiero más y te doy más". Resultaba satisfactorio después de la platica que habíamos tenido momentos antes y la cuál esperaba no volver a tener, aunque de ser necesario sería una conversación que podría tener cada día de mi vida con tal de tener a aquella mujer a mi lado. El cigarro... le molestaba que fumara en su presencia. Le dí una última calada y lo apagué en mi mano a falta de algún cenicero. Sentir la braza quemando mi piel me hacía sentir vivo de alguna manera. El factor de curación rápidamente cerro la herida y resultó cómo si nada hubiera pasado. Limpié la mancha negra del tabaco quemado y cómo de costumbre, deshice el filtro y el restante del cigarro con los dedos, los puse sobre la mesa y saqué mi varita para luego incendiarlos sin dejar algún tipo de ceniza o residuo. -Tengo familia, en Italia... Provengo de una larga línea de vampiros. La mayoría de mis antepasados sigue vivos, solo algunos han decidido no pertenecer a nuestra raza, y algunos otros han muerto en batalla, pero son pocos en realidad. En Ottery hay pocas personas que me importan, mi hermana Ariadna es una de ellas, Sybilla es otra y claro, tu...- Lo que acababa de decir me mostraba vulnerable ante ella, y era justamente lo que quería que viera, que no había ningún tipo de barrera entre nosotros. Estaba nervioso. Jugueteé con mis uñas en la mesa y trataba de observar su reacción. ¿Sería de emoción? No tenía idea de que esperar. Tomé un poco de aire, cómo si lo necesitara y traté de exhalar todas mis preocupaciones. Alargué mi mano tratando de tomar la suya. El contacto con ella me resultaba relajante y reconfortante. Esperaba poder tenerla por muchos años más. @
  2. Con toda la información que había recolectado y una buena aportación por parte de Ada me di cuenta que el primo de Maida era ni más ni menos el ministro de magia. Eso era del conocimiento público. También era un mortífago, el de más alto rango. Incluso Cissy estaba por debajo de él. Pero que más daba. 200 años vividos a placer y recorriendo el mundo. Si mi final llegaría por causa de una dama moriría feliz, más si fuera Maida aquella dama. -Ya veremos lo de mi paciencia, señorita Yaxley.- Le sonreí, mostrando mis colmillos. Sentí mis ojos volver a un violeta más suave. -No me molestaría ser su invitado aquí, siempre y cuándo su familia no tenga problema con eso. De igual forma si en el futuro usted desea quedarse en la mansión Macnair podrá hacerlo. Siempre se encuentra vacía y me vendría bien algo de compañía.- Eso implicaba un poco más de compromiso, explicaciones a la familia y definitivamente estaba dispuesto a darlas. Sentía un gusto especial por aquella bruja tan pequeña y tan linda, aunque ya me había demostrado que resultaba ser una bruja fuerte e independiente, tal vez eso era lo que me gustaba de ella, su carácter. Bebí de un trago el resto del desarmador que había pedido y decidí escuchar su corazón latir. Era una hermosa danza que quería bailar hasta el resto de sus días, o de los míos, lo que pasara primero.
  3. Sus manos tan pequeñas y delicadas se sentían tan bien al tacto. Dejé que me guiara hasta la mesa después de aquél tierno abrazo. ¿Era un si? No estaba del todo seguro. Supuse que no era un no, pero tenía que definir en mi mente si aceptaba mi propuesta. Jugo de naranja, al parecer le gustaba mucho tomar jugo. Debo admitir que también me gustaba, siempre que viniera acompañado de vodka. -Lo mismo, por favor, pero con un poco de vodka- Casi pude ver en su cara la satisfacción de confirmar algo que seguramente ya había pensado. Tomé lugar en la silla que se encontraba frente a ella y crucé las piernas para luego sacar un cigarrillo y encenderlo. No le había preguntado si podía hacerlo, sólo lo dí por hecho. Con la primer bocanada que salió disparada al aire sobre nosotros también se desvanecieron algunas dudas. Había visto la joya desaparecer antes mis ojos... Eso definitivamente era un si, con total seguridad. -No te preocupes, no nos casaremos mañana... Será en una semana.- No sabía si debía bromear con eso, pero ya lo había hecho. El vaso de jugo de naranja con vodka apareció delante de mi y extendiendo mi brazo lo alcancé para darle un pequeño trago. -No tengo prisa, sólo quiero asegurarme de que sepas que eres la indicada y que no pienso salir huyendo.- Lo que le decía era verdad, quería estar con ella todo el tiempo que fuera posible.
  4. Observé su rostro, sus facciones, cualquier gesto que pudiera delatar el porqué de lo que me decía. Si bien en mis primeros 100 años tuve algunos encuentros de uno noche estaba convencido de que no era lo mío, y era por eso que no estaba con nadie. Tampoco estaba convencido de estar con una pareja estable, hasta que llegó la bruja que ahora me proponía divertirme y luego irme De pronto todo el fuego se apagó, sentí mis ojos volverse de un color violeta a un morado más intenso. No me separé de ella. Quería que supiera que no me arrepentía de haber dicho aquellas palabras que a la mayoría de las personas asustaban, y que tampoco saldría corriendo por su propuesta de diversión... Aunque ciertamente si que quería divertirme con ella. Doblé un poco mis rodillas para quedar a su altura y viéndola fijamente a los ojos y con toda la cordura que pude trataba de ordenar mis ideas en un argumento coherente. -Claro que quiero divertirme, pero no me quiero ir. Entiendo que en el pasado hubo 2 personas que no supieron quedarse, pero me temo, querida, que cuándo algo me gusta soy todo lo contrario, yo no sé irme.- Mis ojos desbordaban la sinceridad de mis palabras y mi boca lo expresaba aún mejor. -Te propongo algo mejor que divertirnos e irme... No pienso dejarte ahora que te encontrado después de 200 años buscándote, por lo que me gustaría intentar, ver que sigue y cómo nos trata la vida estando juntos. ¿Te parece? Claro que tu respuesta puede ser un no y será respetada y aceptada.- Hace más de un siglo no tenía una conversación de ese tipo y no tenía idea si lo estaba haciendo bien... @
  5. El tierno roce de sus labios con los míos hacía que creciera el fuego en ni interior, llevando a niveles insospechados mi ansiedad. Quería tomarla entre mis brazos y clavar mis colmillos en su blanca piel, terminando de aquella manera con su vida y saciando mi sed. Me contenía con todas mis fuerzas, por lo que correspondía sus besos con la mayor ternura posible pero sin dejarme llevar. Mis manos la sujetaban fuertemente por la cintura, cómo si de un momento a otro ella fuera a escapar y yo me resistía a eso. Su aroma tan cerca de mi era cómo una dosis de heroína, cómo una línea de coca para un adicto, siempre quería más. Reí con la broma que hizo sobre ir a su cuarto. -Tal vez no por el momento, pero algún día... Cuándo estemos casados- ¿Que había sido eso? Mi cara cambió a una mueca de pena y si aún corriera sangre por mi cuerpo toda se habría juntado en las mejillas. Bajé la mirada y deslicé mi mano desde su cintura hasta su espalda para así poder atraerla hacía mi un poco más. -Porque eso es lo que quiero contigo, casarme. No ahora, pero si en un futuro no tan lejano, Maida.- No temblaba más, pero mi corazón amenazaba con volver a latir de golpe si seguía con aquellas emociones tan fuertes. -Me interesa saber que piensas de eso, Maida. Es claro que ambos nos gustamos pero me gustaría saber cuales son tus intenciones a largo plazo.-
  6. Su abrazo por la espalda me sorprendió pero curiosamente calmo todas mis ansias y dejé de temblar. De pronto mi ser se encontraba en calma y todas mis ansiedades se habían ido. Aunque me encontraba en una batalla interna entre mis instintos y el sentimiento que crecía en mi pecho por la pequeña Maida tenía, imperiosamente, que controlarme. No quería, al menos por ahora, que ella formara parte de mi raza. Deseaba que ella viviera su vida y tal vez en el futuro convertirla en una inmortal, pero no ahora. Cuándo quedó de nuevo frente a mi mis manos entregaron el estuche que ella había cerrado y mis brazos cayeron a mis costados, cómo 2 alfiles que esperaban para poder atacar a la reina. El contacto de su mano sobre mi cara hizo que cada parte de mi se encendiera en llamas. Algo tenía aquella mujer que cada vez me volvía más loco. Había prometido no pasar nunca más por eso y justo así me encontraba ahora, en un proceso de enamoramiento de aquella pequeña brujita. -Supongo que la suerte estuvo de mi lado el día de hoy, igual que el día que te conocí e igual que el día que te besé.- La vida podía resultar una burla pero por cosas cómo las que estaban pasando últimamente valía la pena vivir eternamente. Mis brazos subieron un poco y la tomé por la cintura, juntando un poco nuestros cuerpos pero sin llegar a tocarnos. -Me alegro de que no te hayas ido Maida. Si gustas puedo ayudarte a lo que se que estabas haciendo. Te ofrecería irme, pero es algo que no quiero. Me gustas de una manera extraña en que no me había gustado nadie antes y no quiero separarme de ti. Escuché la risa de Rita en mi cabeza y entendí que habló por mi. Aunque no dijo ninguna mentira me resultaba un tanto bochornoso que Maida supiera ese tipo de cosas tan de golpe. Pensé que podría asustarse, incluso salir corriendo de su propio hogar... Pero ya todo estaba dicho, solo quedaba esperar su respuesta. @
  7. El pequeño elfo que abrió las puertas y me introdujo al vestíbulo desapareció un momento para ir a buscar a su ama. Trataba de no husmear, así que clavé la mirada en el suelo y jugaba con la punta del pie haciendo círculos. Cuándo el pequeño ser reapareció me condujo hasta un jardín, muy lindo y verde, que se encontraba en la parte trasera de aquel castillo tan grande. Antes de que el elfo se retirara le di la mano y le agradecí sus atenciones. Me repuse y tomé mi postura habitual, con mis ojos analizando cada flor, cada retoño que había en aquél basto jardín y esperaba que la joven Maida llegara hasta dónde me encontraba. Mis manos permanecían en mi espalda, sujetando el estuche que guardaba el obsequio. Su voz casi hace que se me salga el corazón por la boca y provocó que girara tan rápido que mi cabello golpeó mi cara. Lo acomodé rápido y tratando de guardar la compostura me di cuenta de que me resultaba imposible. Verla ahí, tan linda incluso sin llevar un elegante vestido para una boda, verla cómo se encontraba a diario me hacía temblar y querer salir corriendo, pero mis modales y mi crianza me exigían portarme a la altura de la dama con la que me encontraba aquella tarde. Mi lengua se había anudado y parecía que buscaba esconderse dentro de mi garganta. No necesitaba aire pero resultaba incómodo tener la lengua enroscada para atrás. Las palabras, aunque en mi mente se estructuraban bien, al salir de mi boca era solo un continuo balbucear. -Yo... eh... disculpa... yo...- Obligué a mi cuerpo a calmarse. ¿Sería así cada vez que la viera? Los primeros minutos resultarían sumamente incómodos. -He venido a traerte un pequeño obsequio, para agradecerte la perfecta velada que pasamos en la boda.- Mostré ante ella el estuche y lo abrí para que pudiera ver el collar que le había llevado. -Son zafiros, por tus ojos azules, y amatistas, por mis ojos color violeta. Espero que te guste.- Todo en mi deseaba gritar pero me estaba comportando a la altura. Su olor no ayudaba, llenaba mis pulmones con su dulce aroma y hacían que Rita se pusiera cada vez más inquieta por probar aquella dulce y especial sangre. @
  8. Nuevamente me encontraba frente a aquella imponente edificación, según me habían contado perteneciente a una de las familias más importantes, y puristas además, del mundo mágico. Atravesé sin problema la reja principal y seguí caminando por el camino de piedra que llevaba hasta las grandes puertas de madera. Sentía que en cualquier momento alguna criatura saltaría desde los costados del camino para morderme o lastimarme. Crucé un pequeño puente, con miedo debo decir, y seguí caminando un poco más para poder llegar a las puertas de aquél gran castillo ¿Que manía tenían todos en ese lugar de poner las entradas exageradamente lejos de las calles? Si fuera una persona normal llegaría sin aliento a las puertas, o sudando a raudales. Una vez más agradecí mi naturaleza y pedí a los infiernos seguir así por mucho tiempo más. Al llegar a las grandes puertas de madera de aquel castillo pude notar cada uno de los detalles que existían en las grandes hojas de las puertas. Talladas de una sola y grande pieza de madera cada una, trabajada con una precisión y pericia que pareciera que en cualquier momento aquellas vetas podrían cobrar vida. Me quedé observando las puertas por un muy, muy largo rato hasta que decidí que era momento de tocar. Deseaba verla nuevamente, aunque no podría describir si era un deseo o una necesidad. Agudicé mi olfato y pude comprobar que ella se encontraba cerca. Ciertamente no me esperaba y no era mi intención dejarle saber que la visitaba hasta que me tuviera enfrente. Mis cabellos, cómo de costumbre, se encontraban atados en una cola con un vistoso listón azul que hacía juego con mi saco, pero aquél día llevaba puesta una camisa blanca simple, unos vaqueros y unas botas vaqueras, un poco más relajado que de costumbre. En una de mis manos, que se encontraba en mi espalda llevaba un pequeño estuche de color azul marino que contenía un obsequio para Maida; una collar de hechura delicada con algunas rocas incrustadas en el. Amatistas y zafiros... Un poco cursi pero mis ojos eran de un color violeta y sus ojos azules, pensé que sería lindo y divertido que lo tuviera. Toqué la puerta con los nudillos de mi mano libre y esperé algún tipo de respuesta. @
  9. ID: 89299 Nick actual: Albus Seeverus Potter Peverell Nick nuevo: Albus Renaldi Macnair Premio obtenido: Regalo de Ariadna Macnair Gryffindor
  10. Era cierto lo que mencionaba Maida, Cissy estaba realmente bella. Jamás la hubiera imaginado así, la imaginaba más... estirada, menos jovial, pero estaba siendo una novia de cuento. -Sigues estando más bella tu, pero no le digas a mi nueva madre.- Temía que el viento llevara mis palabras hasta oídos de Cissy y terminara por cortarme en cachitos frente a los invitados en su boda. La gente comenzaba a acercarse a dónde se llevaría acabo la ceremonia y yo no sabía bien que esperar ya que nunca había asistido a una boda en el mundo mágico, esperaba que por lo menos montaran dragones o comieran dragones o algo con dragones. Por mi parte tenía a la bruja más hermosa de Ottery sentada a mi lado, todo se volvía más bello de esa manera. Por un momento mi mente me jugó la treta de ponernos a nosotros en aquél lugar, para aquella ceremonia, con un atuendo similar y mi vida pareció escapar de mi rígido pecho. Nunca había pensado en contraer nupcias con una humana, con alguien que pudiera envejecer, pero ahora, por primera vez en mi vida me llegaba esa escena a la mente. Seguramente me estaba envenenando aquella pequeña bruja que tenía a mi derecha. Apreté su rodilla sólo un poco, para que se diera cuenta de que algo pasaba y me incliné un poco para susurrar en su oído -Te verías linda de blanco...- No atiné a decir nada más, concluí con eso y me limité a sonreír, dejando que fuera su mente la que volara ahora. Tal vez lo mejor sería esperar hasta que terminara la ceremonia para poder seguir hablando, bailar, beber un poco y probar de sus dulces labios nuevamente, pero sin escondernos cómo adolescentes. @
  11. Por si se le antojaba hacer lo de antes... al parecer la noche estaba resultando mejor de lo esperado. Con delicadeza le quité el cigarro de su mano y le di una última calada antes de sofocar aquella braza en la palma de mi mano para después deshacer el filtro y el restante de tabaco. Vieja costumbre de mis tiempos cómo espía en Italia y de los campos de batalla en América. Tomé sus manos juntas y las besé de una manera tierna y que incluso yo no reconocía cómo propia. La miré nuevamente a esa inmensidad que resultaban ser sus ojos y tomando solo una de sus manitas entrelacé los dedos con los de ella y comencé a caminar de vuelta a dónde se encontraba toda la gente. Ella tenía razón, la ceremonia estaba por empezar y no quería perderme ningún detalle. Volvimos a la vista de todos pero inmediatamente comencé a caminar entre las mesas que se encontraban acomodadas debajo de aquella carpa y elegí la más próxima al centro, de donde pudiera ver perfectamente todo lo que pasaba a mi alrededor... Otro viejo hábito. Al llegar a la mesa permití que Maida fuera quién se sentara primero para así acomodar su silla y después me senté a su lado izquierdo, cómo dictaban mis modales y fué hasta entonces que hablé después de un largo rato en silencio. -Entonces parece que tendré que ajustar mi agenda para poder pasar una semana en Escocia... y dejar de fumar cuándo esté contigo. Jugué con mis uñas en la mesa, provocando un incesante 'tic, tac' que esperaba no la sacara de nervios. Antes de que ella pudiera decir cualquier cosa busqué nuevamente su mano más próxima y la tomé con un poco más de fuerza. Quería asegurarme que ella estaba realmente ahí, que no era una ilusión o que no saldría corriendo de pronto. @
  12. Su balbuceo me resultaba un tanto divertido y más aún porque entendí desde el principio lo que trataba de decirme. Solté una carcajada leve y acomodé mi cabello que ahora se encontraba un poco revuelto. Jamás pensaría por mi mente algún mal pensamiento sobre aquella mujer tan linda y que me había robado un pedazo de mi ser desde las primeras palabras que intercambiamos. -Jamás pensaría algo malo de ti. Yo tampoco suelo ser así, estoy acostumbrado a la vieja usanza en la que debía invitarla a tomar el té 4 o 5 veces antes de besar a una dama, pero tenía que hacerlo. En mis 200 años he aprendido que la vida es hoy... puede ser que mañana no te encuentres aquí.- Sonaba pesaroso e incluso negativo, pero era la realidad. Me separé un poco de ella y rebusqué en la bolsa de mi saco mi cigarrera para sacar uno y encenderlo. Después de eso me acerqué nuevamente a ella y tomé su mano libre. -Me gustas mucho, Maida, y es necesario que lo sepas.- Cordura fue lo que escapaba en cada bocanada en lugar de humo al parecer. Me resultaba avasallador pronunciar aquellas palabras con el miedo al rechazo, aunque todo parecía indicar que el mismo sentimiento tenía cabida en su ser. Di una tirada del cigarrillo mientras esperaba su respuesta y exhalando fuertemente dejé caer mis hombros a los lados en señal de "bah" y cerré por un momento mis ojos, sintiendo solamente su cercanía y llenando mis pulmones con aquél humo espero que me ayudaba a distraerme del dulce olor que despedía su sangre. @
  13. El contacto de su mano en mi piel era cómo sentir un calor abrazador, cómo encontrarse con los rayos de sol del caliente desierto. Cada parte de mi cuerpo vibraba... Era cómo si en cualquier momento me fuera a desarmar y cada parte de mi fuera a correr en direcciones distintas. Tenía que controlarme y dar una buena imagen, no podía simplemente derretirme cada vez que ella me pusiera una mano encima. Dejé caer la copa al césped y puse mis manos en su cintura. Esperaba que su bolso no se clavase en sus costillas por lo que el agarre de esa mano no era tan firme cómo la del otro lado. Mis ojos cambiaban, podía sentirlo. Era algo extraño, pero pasaba cuándo me sentía en confianza y el resultado era un color rosa o lila un poco apagado. Sentí de inmediato algún tipo de inmersión, el sonido se apagó y solo estábamos ella y yo, escondidos en una boda de alguien a quién solo conocía por cartas y con bastantes personas por ahí. Al menos si me pegaba una cachetada por lo que estaba apunto de hacer la gente no escucharía. Me agaché un poco y antes de tocar sus labios me detuve a escasos centímetros de su cara. -Amor se llama el juego...- Mis labios se fundieron con los de ella por un momento y mis manos buscaban atraer su cuerpo hasta el mío pero sin que resultara incómodo para ella. Después de unos segundos nos separamos y la observé con una sonrisa en mis labios. -De esa manera influye, pequeña brujita coqueta.- No quería soltarla, y no iba a hacerlo. @
  14. La observé alejarse un poco y darme la espalda. La vida me había enseñado que quería decirme algo pero probablemente eso le generaría vergüenza o algún tipo de sentimiento que no quería mostrar. Al escuchar su palabra pude vislumbrar perfectamente lo que no quería mostrar aún... -Tengo un trabajo ya, en el ministerio francés. Es curioso que siendo italiano trabaje para el ministerio francés pero ya te explicaré en el futuro... porque quiero que exista un futuro.- Me acerqué a ella por su espalda y abrazando sus hombros desde detrás me acerqué peligrosamente a su cuello. Una mordida, ¿Que podría pasar?. -No pienso irme, menos ahora que te he encontrado a ti, pequeña brujita.- Le di un tierno beso desde atrás, alcanzando apenas su mejilla y recorriendo la distancia de su cuello a su cabeza con mi nariz perfilada. Tal vez estaba jugando un juego que no estaba dispuesto a continuar, pero no me importaba. -Sé que has sido de importancia en el mundo mágico... hice mi tarea. Me gusta estar con mujeres importantes, meramente por la admiración que me provoca el verlas y saber que influyen en su mundo de manera directa y activa. Estás influyendo justo ahora en mi, ¿lo sabes?- Retiré mi mano del abrazo y busqué su mano libre, sujetándola nuevamente y dando un ligero apretón. -Yo tampoco quiero que te vayas...- Alcancé a decir apenas en un susurro que me dejó helado. Al parecer alguien había llegado a mi vida y estaba abriendo las puertas a una nueva oportunidad. @
  15. -Siempre he pensado que las grandes fiestas, cómo las bodas son en las que más intimidad existe, ya que si te pierdes todos están muy ocupados para notarlo. En las reuniones pequeñas no hay intimidad.- El beso que dejó su aroma en mi piel casi provocaba que me volviera loco, o cómo mínimo que mis rodillas se doblaran y cayera al suelo delante de ella. Aguanté lo más que pude y sonreí ante su última pregunta. Tomé de sus manos el pequeño bolso que hacía juego con su vestido para que no le fuera más cómo tomar su copa y además porque quería que tuviera sus pequeñas manos desocupadas para poder llevarla de la mano. Acomodé de manera hábil el bolso y la copa en mi mano derecha y tomando su mano izquierda entrelacé mis dedos con los suyos y me pegué a su pequeño cuerpo, agachando mi cabeza un poco para poder hablar en su oído. -Cuándo me escondo normalmente me gusta elegir con quién lo hago, pero si no hay nadie más, vale, voy contigo. Me separé de ella con una gran sonrisa en el rostro, dejando ver que era una broma y comencé a caminar despacio, tomando delicadamente su pequeña manita pero guiando su caminar. Bordeamos la carpa que se había levantado y nos dirigíamos al lado dónde no se encontraba nadie aún. -Es una linda noche, ¿no crees? Aunque supongo que es porque estás aquí.- Nos detuvimos al llegar detrás de una mampara que evitaba que la gente nos observara. Me sentía cómo un adolescente, ¿dónde estaba mi coraje y mi desfachates? Sin duda algo me pasaba cuándo me encontraba en su compañía. -Y bien... aquí estamos, escondidos de todos...- No sabía que decir o que hacer y solo me quedé ahí parado, tomando su mano y viendo sus hermosos ojos azules. @
  16. -Y aunque todos estén elegantes eres la más hermosa de todas, pero no se lo digas a mi hermana.- Susurré en su oído y vi a Ariadna divertido. Sentir el toque de su mano en mi pecho y su cercanía hizo que casi salieran mis colmillos de los labios. ¿Maida pidiendo una bebida? ¿Será que solo tomaría jugo? No importaba, si ella quería una bebida la obtendría. -Nos veremos más adelante, permiso.- Hice un esbozo de reverencia para mi hermana y mi sobrina y vi cómo el lobo caminaba en dirección al bar. Ofrecí mi brazo para que ella lo tomara y así pudiera caminar junto a mi. Perfecta escolta llevaría aquella noche. -¿Que deseas tomar el día de hoy? Además de mi mano, claro.- Tenía que romper el hielo, aunque no tenía idea de cómo hacerlo. Al llegar al bar decidí pedir un tom collins, mezclado, no revuelto y antes de que Maida tuviera la oportunidad de hablar pedí para ella un Manhattan. Nos sirvieron las bebidas y le ofrecí la pequeña copa que contenía su bebida. -¿Quieres que nos quedemos aquí o nos sentamos en alguna mesa?- Aquella bruja me estaba sacando de mi centro pero no me importaba, me sentía bien en su compañía y esperaba que ella se sintiera de la misma manera. @ @ @@Danny Lestrange @ @
  17. Me había ensimismado un poco durante un rato aunque me encontraba en compañía de mi hermana y su hija, mientras aquél lobo seguía al rededor cómo si fuera yo algún tipo de presa. Debía tener cuidado, de otro modo podría terminar siendo la cena de alguien. El momento en que la vi fue algo especial. Mi rostro se iluminó con una bella sonrisa y mis ojos purpúreos recorrieron el ser de aquella pequeña brujita que se había vestido para la ocasión y se encontraba más que hermosa, sin duda más de lo que esperaba. Arreglé mis cabellos cómo pude y aventé mis hombros para atrás, pareciendo un poco más alto y rígido. Si aún pudiera sonrojarme en ese momento lo habría hecho. Se acercó hasta mi y saludó en general, aunque dejó ver que estaba conmigo. Tomé una de sus manos y la hice girar sobre sus talones, acercándola incluso más a mi. -Nada muy interesante, señorita. Cómo siempre, resulta un gusto y un placer verle.- Si en algún momento se iba a saber prefería que la gente se diera cuenta ahí, con mi hermana y mi sobrina a pocos pasos de distancia, y alguna otra gente que paseaba por ahí. -El día de hoy está particularmente bella, señorita Yaxley, si me permite el atrevimiento.- ¿Le molestaría que hiciera ese tipo de cosas en público? Esperaba que no, ya que teníamos toda la noche por delante y estaba dispuesto a dejar muy claro que iba a por todo. @ @ @ @@Danny Lestrange @@Ada Camille Dumbledore
  18. Recargué mi cuerpo sobre la barra poniendo todo mi peso sobre el codo y decidí acercarme un poco más a la pequeña bruja que se encontraba frente a mi. Casi podía sentir su aliento quemando mi pecho, que era a dónde llegaba su cara. -Lo más complicado de la inmortalidad cuándo uno no tiene compañero es la soledad. Si en algún momento te enamoras de un mortal o de alguna otra raza estás condenado a que mueran y te dejen atrás, siempre...- ¿Nostalgia? No recordaba a nadie que hubiera amado tanto para no superar su muerte, aunque siempre era difícil. -También el olvido es difícil... Nunca he dejado una tumba, una lápida dónde la gente pueda llorar por mi cuándo me voy de sus vidas y eso inevitablemente me condena a ser olvidado.- Mi cara reflejaba visiblemente la pesadumbre de las palabras que estaba diciendo, y por un momento perdí la noción de que me encontraba en compañía de aquél pequeño llavero. Decidí tratar de olvidar y antes de hacerle la pregunta correspondiente y que ella tomara su medio trago decidí tomar el vodka de un jalón y permitirme por un segundo disfrutar de mis nostalgia. Inmediatamente le indiqué al elfo con una gran sonrisa que me sirviera otro igual y me giré para ver a la brujita de nuevo de frente y sumamente cerca. -Creo que es mi turno, señorita Ollivander. ¿Hay algún señor Ollivander? Me refiero a alguien que la espere en casa, que espere que usted llegue de su trabajo y que le llene la vida de ilusiones. - Solté una carcajada callada pero que sin duda más de 3 escucharon y mientras mi cabello bañaba mi cara al ver para abajo a la dama que me acompañaba decidí que debería escuchar su respuesta atentamente. @
  19. -Lo sé Hannity... también eres linda. Normalmente me gustan las chicas altas de piernas largas, pero no me molestaría andar por ahí con un llavero cómo tu.- Nuevamente le dí una calada al casi consumido cigarrillo y arrojé 2 círculos perfectos directo a su cara. Inmediatamente después alargué mi brazo izquierdo y con la uña de mi dedo índice toqué ligeramente su nariz, en una extraña demostración de que me provocaba ternura. Giré un poco en el taburete, tomé lo que restaba del vodka de un golpe y volví la mirada a Hannity. -¿Otro más?- Rápidamente solicité 2 nuevos tragos de vodka que probablemente nublarían mi juicio y me llevarían a tomar algún tipo de mala decisión. Por alguna extraña razón Rita no había comentado nada en todo el rato que llevaba con la chica. ¿Estaría celosa? Normalmente con sus celos siempre hacía comentarios despectivos e hirientes pero ahora se encontraba en silencio. -Vamos a hacer lo siguiente, señorita Ollivander, Usted me va a hacer una pregunta, va a tomar medio trago, luego yo le haré una pregunta y tomaré medio trago, y así hasta que usted decida dejar de jugar, ¿le parece?.- El azul me encantaba, y el de sus ojos era especial. Apretujé la colilla del cigarro en el cenicero más cercano a mi y con la mano libre desaté el lazo que apretujaba mi pelo en una desmadejada cola, liberando así una lluvia de plata que me caía un poco más abajo de los hombros. Trataba de hacer que el amargo olor del tabaco y mi cabello cubrieran el dulce olor de su cabello, de su sangre, de su ser y así poder evitar algún tipo de escena en aquél lugar. @
  20. Vi la mirada del chico viajar de mi persona a Ariadna ¿Acaso leía los labios? o tal vez le gustaba ver los labios de la gente moverse y en Ottery ya nada me sorprendía. -Vamos Ariadna, me harás quedar mal frente a tu... ¿amigo? No soy un mendigo al que Cissy adoptó, soy un viejo amigo de la familia y me ofreció ser su protegido, solamente.- Saqué uno de mis guantes de dentro de mi saco y me lo puse. -Pues bien, ¿Que tienen pensado para hoy? Supongo que me será fácil trepar a algún árbol y ver a mi hermanita convertirse en lobo y hacer cosas de lobo. - Le lancé una mirada divertida a Ariadna esperando algún tipo de reprimenda y caí en cuenta de que el pequeño chico me invitaba a quedarme sin problema alguno. -Puede tutearme sin problema, señor. Espero podamos llevarnos bien para el futuro cercano.- Terminé por sacar el otro guante de mi saco y me lo puse. -Ustedes dirán...- Di un pequeño golpe con los tacones de mis botas a modo de saludo militar para hacerles saber que estaba listo para partir a dónde sea que fuésemos a ir. Mis grandes pupilas danzaban entre Ariadna y su amigo tratando de buscar alguna señal de lo que realmente eran o lo que buscaban. No tenía idea de que esperar esa noche. Si bien conocía a algunos transformistas y licantropos nunca había visto el proceso de transformación. Incluso había peleado con alguno en América pero siempre que los encontraba era en forma humana o totalmente transformados. Tenía claro que debía tomar mi distancia para poder evitar cualquier tipo de daño a mi persona, aunque tal vez se me antojaría jugar un poco... todo podía pasar. @ @@Danny Lestrange @ @
  21. Nick: Albus Seeverus Potter Peverell Link a la Bóveda: http://www.harrylatino.org/topic/114542-boveda-de-albus-renaldi-argenti-macnair/ Rol de Personaje: Espía / agente encubierto del servicio secreto mágico de Francia. Información Adicional:
  22. Me encantó escuchar aquellas palabras, aunque por el momento no había nada que me detuviera en Ottery después de prepararme sin duda las cosas podrían cambiar en muy poco tiempo. Aquella bruja tan pequeñita me inspiraba algo entre confianza, ternura y un deseo que no quería detener por probar su sangre. Bebí la mitad de mi shot de vodka al momento en que ella bebía el suyo y sentía cómo el alcohol comenzaba a hacer efecto en mi cuerpo ya que me sentía más liviano de ser eso posible y sin duda más contento. Di una corta tirada al cigarrillo y lancé unos aros de humo que se elevaron lentamente. Me di cuenta que no le había ofrecido un cigarrillo a la bruja, así que tomé la cigarrera y la puse justo en el centro del espacio que nos separaba, si quería tomarlos podía hacerlo sin mayor problema. Justo después de dejar los cigarros en la barra pasé mi mano muy cerca de su cara, llegando apenas a darle un pequeño toque con el dorso de mi mano para después acomodar su cabello detrás de su oreja. -Tu cabello enmarca tu cara y eso no está mal, pero me gustaría ver tu cara despejada.- Al mover su cabello un aroma llegó hasta a mi. Estaba de alguna manera provocando algo que deseaba que pasara, la única cuestión es hasta dónde desearía llegar la señorita Ollivander. @
  23. Algo tenían los ojos azules que siempre me habían llamado... Desde los 40's había tenido la espina clavada y estaba decidido a sacarla, pero por alguna u otra razón no se había presentado la oportunidad, y ahora ahí estaba, frente a aquella bruja con la cuál solo había convivido unos cuántos minutos con ella pero sentía que la conocía tal vez de otra vida. Tomé de un golpe el resto de mi trago de ginebra y me giré a la barra un momento. -Dos shots de vodka, por favor.- Giré nuevamente mi vista a la señorita y en realidad no sabía que responder a su pregunta... ¿Me quedaría a vivir? ¿Estaría de paso? Decidí manejar la misma versión que había dicho al conocer a personas anteriormente. -Pienso llevar acabo mi educación mágica, al finalizar supongo que volveré a Italia, o a Francia, pero aún es incierto. Me gusta la vida aquí, todo es más fácil. -Nuevamente debes tener cuidado, al parecer es demasiado buena y frágil.- Sonreí ampliamente y lancé una risa un poco fuerte. Sería difícil explicar la existencia de Rita, así que esperaba que mi acompañante no decidiera preguntar. -Espero que no te moleste que te haya pedido un trago un poco más fuerte.- Me giré levemente a la barra y le agradecí al elfo que nos traía los tragos. -¿Tienes mucho tiempo viviendo en Ottery?- Mi cigarrillo se había consumido así que decidí sacar otro y encenderlo mientras me perdía más y más en aquellos preciosos orbes... ¿Que me estaba pasando? @
  24. @ tienes razón, lo he revisado y conduce al registro de la familia Luxure, pero me he anotado en la familia Macnair, no estoy con otra familia. Una disculpa por la confusión, no sé cuál fue el error. Mil gracias por la rápida respuesta y si hay algo más que corregir estaré al pendiente. Saludos.
  25. Correspondí al instante el beso que me daba aquella vampireza sintiendo el fuego de sus labios, de sus manos en mi cuello y de algo que sentía en mi interior pero no sabía que era. Si bien conocía la lujuria de desangrar a una víctima o tener encontronazos con algunos seres de las sombras lo que estaba pasando resultaba algo nuevo para mi. Mis manos recorrieron sus hombros, bajaron lentamente por su espalda y llegaron hasta sus caderas, de dónde pude tomarla para apretarla contra mi cuerpo en un beso que nos fundía a los 2 y cada vez cobraba más fuerza. Parecía lejana la situación donde me dejó al borde de la muerte, un mal trago, algo del pasado. Nuestros labios se encontraban en una danza de calor y fricción en la que no se sabía que pasaría. Sentí nuestros dientes topar en una ocasión porque cada embate se volvía más pasional y violento. Ella apretaba cada vez más de mi cuello y yo jalaba de sus caderas. Sus cabellos de fuego caían sobre nosotros, volviendo el suelo de plata y llamas al mezclarse con los míos. ¿Debía aventurarme más? ¿Debía seguir cómo estaba hasta el momento? Si hacía algo y a la bruja no le gustaba me cortaría el cuello y se bañaría con la poca sangre que me quedaba en el cuerpo en esos momentos, así que decidí seguir besando sus labios con una pasión incontenible, cómo si llevara una bestia bajo la piel que luchaba por salir para tomarla de una y mil maneras... vaya instintos tan primitivos me habían surgido. Apenas pude separarme un momento tomé un poco de aire y antes de volver a besarle abrí los ojos y la vi nuevamente, tan bella y tan imponente... Algo tenían las mujeres imponentes que me atraían tanto. -Eres increíble, lo sabes ¿verdad?- Con una gran sonrisa volví a fundir mis labios con los suyos en un apasionado beso y comencé a acariciar su espalda muy despacio con mis uñas. Era complicado llevar ritmos diferentes entre los labios y las manos, pero me las estaba arreglando. @

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