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Libro del Caos


Bakari
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Bakari pareció conforme con las respuestas de ambas brujas o simplemente decidió pasar del tema, porque luego se puso de pie y sin decir nada más junto ambas manos en su pecho con la mirada fija y la concentración plasmada en su rostro mientras realizaba algún tipo de magia nueva que estaba a punto de enseñarles. No pasó demasiado tiempo para que una figura oscura y poderosa hiciera su aparición, todo en ella infundía terror, hasta la misma Tauro dio un paso atrás por la impresión y la cantidad de magia oscura que albergaba ese ser o lo que fuera; estaban ante el mismísimo Dios del Caos y eso no podía traer nada bueno. Ahora era su turno.

 

Leah fue la primera en seguir las indicaciones del Uzza, pese a no tener idea de lo que estaba sucediendo en su interior, podía intuir que se necesitaba una enorme cantidad de energía para crear algo semejante y quién sabe si también parte de su espíritu, pero pronto lo averiguaría. Ninguno de los señores del caos parecían querer un poco a sus invocadores, era como si ninguno quisiera estar ahí y no veían la hora de volverse en contra de ellos, fue entonces cuando recordó las palabras de Bakari en cuanto a Peeves y lo mucho que las otras entidades lo odiaban, quizás ese fue el motivo para que su suerte resultara ser favorable una vez se dispuso a realizar ella misma la invocación.

 

«Perfecto, es mi turno» juntó las manos en su pecho como si estuviera a punto de rezar, cerró sus ojos con fuerza durante ese breve momento y miles de pensamientos que la atormentaban llenaron su mente, recuerdos de eventos pasados que sólo la hacían sentir inquieta, ansiosa, inconforme. ¿Así era como se sentía invocarlos? Todo lo malo parecía juntarse y como producto de esa misma energía un ser oscuro se apareció delante de ella, llevándose gran parte de su energía. Tauro esperaba que se transformara en algo grande, algo único, tan temible como el de Leah, pero en su lugar obtuvo una ninfa. Si creía que era un ser insignificante estaba totalmente equivocada.

 

Pese a no tener ninguna herida física pudo sentir la vitalidad de la doncella envolver todo su cuerpo, como si una capa curativa protegiera cada parte de este y buscara curar así fuese la más mínima herida. Era realmente un poder extraordinario, con intenciones claras de proteger al invocador y de asegurarse de que este se mantuviera el más tiempo posible con vida mientras permaneciera invocada. Por un segundo se imaginó a la Hechicera en lugar de la Ninfa, pero lo que más le preocupaba era que esta intentara besarla una y otra vez con su novia allí al lado, porque fuese invocación o no seguramente no el haría ni la más mínima gracia ver a una hechicera seduciendo a su prometida. Una risa se dibujó en los labios de Tauro agradeciendo que nadie de allí pudiera leer sus pensamientos.

Editado por Taurogirl Crouchs

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Tratando de relajarse, a su mente volvieron nuevamente los pensamientos que estaba teniendo antes de comenzar las clases y cuando convocó al señor del caos, toda la adrenalina vivida cuando estuvo en batallas, las muertes que habían pasado a su alrededor tantas veces. A pesar de ser alguien muy espiritual, le resultaba complicado despejar su mente. Más en ese momento cuando las chicas intentaban con todas sus fuerzas realizar una invocación y traer a alguno de los siete entes, debían concentrarse lo suficiente y Anubis le respondería con un resultado.

La primera en intentarlo obtuvo el mismo resultado que Bakiri, un señor del caos intimidante y egocéntrico, justo igual al que de encontraba en el terreno. Ambos cruzaron miradas de odio entre ellos con ganas de demostrar cual de los dos era el más fuerte, era extraño ver a dos señores del caos al mismo tiempo, Anubis no solía responder de esa maneras a la energía de invocación, pero al parecer confiaba en que la chica contaba con potencial.

La segunda se vio un poco más asustada al dar un paso atrás cuando el señor del caos fue invocado e hizo su aparición. Sin embargo, se calmó un poco más al ver que su compañera podía hacerlo también, pero sin mucho control sobre él. Realizó el mismo procedimiento concentrando su energía mágica, acumulándola y juntando sus manos dándole forma a uno de los señores del caos. Una ninfa, bella y cautivadora, capaz de robar la mirada de cualquiera para contemplarla, tal vez la menos malvada de las siete. Su ápice de bondad podía curar todas las heridas sin obtener algo a cambio.

Las chicas recibieron una manotazo con el revés de la misma justo en el rostro, los entes estaban molesto por el simple hecho de que no las conocían, no necesitaban obedecerlas para. Ambos habían realizado exactamente lo que estaba en la descripción del hechizo dejado por Merlin, pero eso no quería decir que estaban complacidos de cumplirle a un par de niñas que ni siquiera conocían. Tanto la ninfa y el señor del caos desaparecieron. Eso había sido culpa de Bakari y se dio cuenta cuando el señor del caos que tenía frente a él le habló.


- Eres un idi***, viejo senil - Comentó negando con la cabeza
- Se me ha olvidado un pequeños detalle - Dijo, respondiendo a las acusaciones de su compañero - Para controlarlos por completos necesitarán firmar un pacto.

Concentró un poco de energía en toda sus manos y las colocó en contacto con el suelo para que en el medio de ambas apareciera un pergamino enorme en el cual estaba escrito un contrato en latín que permitía el uso de los señores del caos en batallas y duelos mágicos, además de poder mantenerlos por el tiempo necesario el cual se encontraba descrito dentro de la descripción del libro del caos.

Pensó en disculparse, pero no lo vio necesario, sabía que se le había olvidado algo sólo que no lo recordaba con exactitud y su intento de meditación llevo a su mente a otro lugar muy ajeno al presente. Ahora ellas necesitaba cortarse y hacer un pacto de sangre con el mismo Dios Anubis que tomaría un fragmento de su energía vital en cada invocación que estas realizarán, debilitandolas un poco.


- Haganse un corte con la daga de sacrificio - Empezó a decir con los ojos cerrados - y con la sangre deberán colocar su nombre y una marca de sangre con los cinco dedos de la mano donde sostienen la varita.

Le indico el sitio donde debían hacerlo cada una en el pergamino, justo en el espacio vacío reservado para ellas.

Lo último nunca lo entendió, ni siquiera con el pasar de los años no veía necesario una marca de sangre con la mano de la varita si no necesitaba varita para invocarlos, se encogió de hombros como siempre sin entender las verdaderas intenciones de Anubis, pero que podrían tener un secreto oculto detrás de todo ese protocolo est****o, la firma de todos los uzzas estaban ahí, pero pocos eran los que en realidad convocaban las fuerzas para ganar algún tipo de batalla.


- Luego de firmar, intentenlo de nuevo - Hablo pausadamente - con la misma intensidad Editado por Bakari
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—Vaya... —dijo con una sonrisita dibujada en los labios.

 

Su novia había conseguido una Ninfa, un bello ente que parecía protegerla de todo, esperando a que tuviera alguna herida para curarla de todas ellas en un pestañeo. Eso le gustaba. Normalmente entraba en crisis cuando entraba a una batalla con Tauro. Y no porque nadie la hiriera, porque todavía no había visto al primero que lograra combatir a su prometida sin perder la vida en el proceso, pero siempre cabía la posibilidad de heridas leves. Y eso, para ella, era suficiente como para no centrarse en batalla. Cabía la posibilidad de que no siempre le saliera lo mismo, pero había una de siete de que sí.

 

Miró a su Señor del Caos, que retaba desafiante al Señor del Caos de Bakari y se sorprendió cuando este desapareció. ¿Por qué? Sus manos ya no tenían el poder en sus palmas, en realidad parecían apagadas, pero ella no había cortado la conexión. Tenía suficiente tiempo siendo poderosa para saber cuándo lo había hecho y aquello no había sido culpa suya. Algo indignada, comprobó que Tauro tampoco estaba en posesión de su Ninfa y regresó las pupilas al Uzza, exigiendo una respuesta sin decir ninguna palabra, pero su Señor del Caos se ocupó de insultarlo en su lugar.

 

—Un pacto —repitió.

 

¿Un pacto de qué?

 

Lo peor no era que se le olvidaran cosas, siendo un guerrero, sino que hacía parecer como si era un detalle tonto. Rodó los ojos con impaciencia e invocó su Daga del Sacrificio. La hoja y el mango eran azabaches. El metal brillaba y el mango se notaba aún nuevo, sin mucho uso, porque pese a que había dado la clase no le tenía ningún aprecio al libro aunque fuera útil en ocasiones. Pero no le prestó mucha atención, simplemente hincó la punta de la daga en su antebrazo derecho y apartó la mirada, ignorando más el correr de su sangre que el dolor. Cuando acabó, un líquido muy rojo manchaba su piel nívea haciendo que viera todo triple.

 

Una vez más, fingió que estaba bien y tocó con los dedos de la mano izquierda los pequeños zurcos escarlata que goteaban en el codo. Manchó sus dedos bien y se aproximó al hombre, quien portaba el pergamino, colocando los cinco en una perfecta línea recta. La perfección tenía que guiar sus actos siempre, fuera cual fuera la situación. Se limpió los dedos con un pañuelo, invocó una pluma y la cargó con sangre, pensando en un Curación para cerrar la herida. Una vez empapada, escribió justo debajo de sus huellas dactilares manchadas de sangre sus nombres y apellidos.

 

—Vale —pasó el pañuelo por su antebrazo y se retiró, dejando que Tauro hiciera lo misma—. Veamos qué sale ahora.

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Una bofetada de insatisfacción fue lo que recibió la Crouchs departe de su ninfa, que pese a su aspecto bondadoso seguía siendo producto del dios del caos y eso le quitaba todo lo bueno. ¿Qué habían hecho mal? Ambas invocaciones desaparecieron dejando únicamente la de Bakari que tenía completo control sobre ella, pero también era culpa del guerrero que las otras dos no estuvieran dispuestas a obedecer a sus invocadoras. Tauro lo miró con resentimiento, no le gustaba cometer errores, solía recriminarse mucho cuando lo hacía, pero cuando era culpa de alguien más sólo la rabia hablaba por ella, sin embargo, esta vez se contuvo.

 

Sintió el mismo impulso por preguntar a qué se refería Bakari cuando hizo mención a lo del pacto, una duda que quedó respondida en cuanto el pergamino apareció delante de ella con un espacio en blanco al lado de otros donde debía escribir su nombre, pero claro, no se trataba de una firma cualquiera sino un pacto de sangre y para ello debía herirse con la daga.

 

«Daga del Sacrificio» las palabras atravesaron su mente haciendo a un lado sus demás pensamientos, segundos después, una hermosa daga apareció en su mano izquierda. Se obligó a mirar hacia otro lado cuando Leah cortó su antebrazo e imitándola hundió la filosa punta del artefacto en su piel, haciéndose un corte profundo en la mano contraria, de la cual brotó una gran cantidad de sangre. La daga desapareció y varias gotas del líquido rojo mancharon el pergamino, cosa que no le importó. Mojó su dedo con la sangre y con este escribió su nombre claramente, justo en el lugar que le correspondía, luego mojó cada yema de los dedos de su mano derecha y los pusod de igual manera sobre el papel.

 

— ¿Con esto es suficiente? —antes de que Leah mirara la gravedad de su herida, la cual debía reconocer había sido un poco exagerada, pensó en una «Curación» observando cómo esta se cerraba, pero eso sí, sin borrar los rastros de la sangre —No es nada —se apresuró a decir mientras pasaba la palma de su mano por la parte de atrás de su pantalón para que no la viera, sin importarle que este se manchara. Ahora no titubearía cuando le tocará nuevamente invocar al dios del caos, se sentía mucho más segura y confiada de sí misma, aunque en el fondo seguía almacenando cierto temor porque terminara por invocar a Peeves. Esperaba que no.

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—Ay, amor —se acercó a la Crouchs, viendo las manchas de sangre y le besó la frente—. ¿Segura estás bien?

 

Muy igual le daba lo que pensara el Uzza con respecto a sus demostraciones de amor, era una persona que no pensaba en los demás siempre y cuando quien le importara estuviera bien. Egoísta no era, al menos. Limpió con magia la ropa de su novia y volvió a asegurarse de que estaba bien antes de volver a centrarse. El tema de las auras o lo que fuera que estaban invocando, le gustaba de sobre manera, pero a la vez le provocaba cierta incomodidad. El azar no jugaba en favor del jugador en la mayoría de las ocasiones y tenía el leve presentimiento de que no sería tan bueno esta vez como con el Señor del Caos.

 

Se separó, por lo mismo, unos pasos de Tauro antes de proseguir e incluso se alejó de Bakari, esperando que este no resultara afectado por su invocación. La Daga del Sacrificio desapareció así como había aparecido en su mano, en un instante y ella se olvidó de la varita por segunda vez. Centró el poder en las palmas de las manos, la respiración y una intensa aglomeración de magia en sus extremidades. Ya no le costaba tanto como ants, ésta vez simplemente canalizó la energía en las manos y sintió de inmediato los hilos bajando desde su interior, hasta percibirlos reales en sus brazos.

 

La fuente de magia se ocupó de cubrir sus manos, formando una bola de pura bruma roja cargada de poder. Poco a poco, empezó a fruncir más el ceño y a plantar mejor los pies en la tierra, usando el soporte de las piernas para superar lo que tenía adentro. Y de pronto, con una explosión, la bola salió disparada hacia delante y formó una figura claramente perceptible. Pero, ¿cómo no? ¡Si aquello era enorme! La musculatura mal formada de la bestia se giró al instante, enfrentando a su dueña y supo que necesitaba hacer algo para quedar viva.

 

Detritus —soltó de inmediato, cubriendo su cuerpo y el de Tau, por si acaso, de los posibles ataques de la criatura—. Genial... un Trol.

 

El Trol, como era de esperarse según lo que había leído, empezó a atacar a la rubia de inmediato.

 

¡Mobilicorpus!

 

Con una fuerza que no esperaba, el hechizo dio contra la bruma rojiza que la Atkins había realizado para su protección y eso no pareció gustarle al Trol, que se preparó para otro ataque.

 

—Maldita sea —murmuró con desgano, mirando hacia su novia y abrió la boca en una perfecta "O"—. La suerte te sonríe hoy, parece. A mí me han salido dos malos ya, no creo que use mucho esto.

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— Lo estoy —la tranquilizó, dedicándole una sonrisa, a lo que luego agregó —Aquí vamos.

Tal como la primera vez, juntó ambas palmas de su mano en su pecho y miró fijamente a Bakari. El guerrero ya estaba viendo de lo que ambas brujas eran capaces y eso de alguna forma lo llevaba a exigirles más, como si estuviera por fuera de su alcance cualquier tipo de prueba que éste les pusiera con tal de verlas fracasar. El Uzza debía aprender un poco más de los magos a pesar del repudio que pudieran causarle y Tauro se había plantado como objetivo que al menos el concepto que tenía de ellos cambiara. ¿Cómo resultarían al final las cosas? Lo desconocía totalmente. Dejó de mirarlo y cerró los ojos con fuerza, nuevamente pensando en todo lo que la atormentaba, su pasado, su presente, el temor al futuro y las consecuencias de las decisiones que alguna vez tomó y que aun seguían pesándole en la conciencia. Todo este cúmulo de cosas se concentraron como energía en sus manos teniendo como resultado la presencia de un nuevo Dios del Caos.

La apariencia de este nuevo dios estaba muy alejada del invocado por Bakari y de todas las que anteriormente habían sido convocadas. La criatura mitológica de un sólo ojo en mitad de la frente se hizo presente al lado de Taurogirl, tal como si se tratara de otro más de su bando o un guerrero aliado que estaría allí para ayudarla. El cíclope tendría la independencia de lanzar sus propios hechizos hasta el rango de Mago Oscuro, siendo tan poderoso que la utilización de la varita no sería necesaria para que actuara por voluntad propia, pero manteniéndose obediente y fiel a su invocadora. La fascinación que sentía la bruja por todo lo relacionado con la mitología griega parecía estar cobrando vida en esos momentos.

— Sorprendente —dijo al recién llegado, a lo que respondió:

— A sus órdenes.

El pacto había funcionado.

Ahora que los dioses del caos estaban nuevamente junto con ellos y tras el pacto de sangre, no se irían a ningún lado hasta que el tiempo que duraba su invocación finalizara. Nada los podía herir o matar, era inmortales y aunque a veces podían jugar en contra del que realizara el hechizo, la suerte le seguía favoreciendo a la oji-azul, quién ahora tenía un nuevo ''amigo''. Volteó a mirar a Leah, quién no estaba contenta con el trol invocado que insistía en atacarla con cada oportunidad que podía. Quería intervenir, pero temió que el Uzza no se lo permitiera, aun así sintió la protectora capa del Detritus que confirmaba que su novia tenía todo bajo control.

 

— Todo depende del resultado posterior al señor del caos, pero las probabilidades son iguales a que de verdad te sirva, o te termine por jo.der por completo —respondió estando de acuerdo. Se lo permitiera o no Bakari, Tauro usaría a su cíclope para ayudar a su novia, lo que la llevó a hacer la siguiente pregunta...

 

— Bakari, ¿es posible usar a mi Cíclope para defender a Leah de los posibles ataques del Trol si así lo quisiera?

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Ambas realizaron el procedimiento explicado por Bakari correctamente, firmando con sangre y dejando sus huellas, con eso fue suficiente para que pudiesen controlar las invocaciones del Dios del Caos en cualquier momento. Si la suerte estaba de su lado y Anubis estaba de buen humor, les concedería un resultado favorable como un señor del Caos o un Cíclope, tal vez los más útiles en una batalla campal librada en ciertas partes de Londres.

Se concentraron nuevamente, controlando su poder mágico, acumulándolo en sus manos para juntarlas y realizar el acto de convocación, la primera en lograrlo no tuvo la suerte de antes pues había traído a este mundo a un Trol, grande y torpe, capaz de lastimarla gravemente con un golpe de su arma la cual era similar al grueso de su brazo. Para Bakari resultaría entretenido observar como respondía ante aquella situación, sonrió complacido con el resultado que le había deparado.

El trol comenzó a lanzar Mobilicorpus a su invocadora la cual se defendió muy bien con un hechizo obscuro del cual tenía algo de conocimiento, si estaba en lo correcto resultaba ser uno de los encantamientos creado por los mortífagos. Una neblina la cubría por completo, defendiéndola de todo ataque externo que podría afectarla. Fue una buena manera de defenderse de aquella bestia que no descansaría haya lograr lastimarla.

Un cíclope, grande e imponente, fue lo otorgado para la otra joven que ahora estaba preocupada por los ataques que recibía su compañera. Pregunto al Uzza si podía usarlo para defenderla y así evitar, incluso con el Detritus, que esta resultará lastimada y además ayudaba a deshacerse del est****o e inepto trol.


- Si, puedes tratar defenderla - Respondió por fin - Pueba con la rueda del caos para ver si logras desaparecerlo con algún encantamiento poderoso.

La rueda del caos le iba permitir aumentar o disminuir su poder conforme la voluntad del señor del caos, pero siempre necesitaban concentrar la mayor fuerza posible de magia. Era cuestión de realizar el mismo procedimiento que Bakari ya les había enseñado, si era inteligente podía descubrirlo ella sola e intentar vencer al trol gracias al cíclope. Esperaba entonces una batalla de dioses, como las que se mencionaban en la mitología griega más o menos.


- Deshaganse del trol - ordenó.
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