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Libro del Caos


Bakari
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Genial. Uno lidiando con Peeves y el guerrero al parecer lo había alejado con tan solo una mirada. ¿Algún día podría hacer eso? Esperaba que si. De todas formas en el mundo mágico me había encontrado con mucha gente, si bien no eran poltergeist, gustaban de molestar a los demás y por más que querías alejarlos, ahi estaban.

 

-Claro que si me considero capaz, guerrero Bakari, podría volver a intentar con la rueda del caos sin temor a que saliera Peeves otra vez, en cuanto se vaya este primero.-- Comenté.

 

De repente, me encontraba en el suelo. Afortunademente logre detenr la caida con las manos, era como si me hubieran atacado con un zancadilla.

 

-Katara tonta, quieres aprender los hechizos del caos y ni siquiera sabes caminar sin tropezar.- Dijo burlonamente, soltandouna sonora carcajada.-Aprende a caminar primero, aunque ahora quedate ahi, en el suelo.

 

El odioso poltergeist se acercó a mi con intención de poner sus manos en mi espalda sin dejar que me levantara, pero me hice a un lado a tiempo y se encontró con el suelo, cosa que no le gusto. Me levanté, volviendolo a vigilar. Después de todo, me estaba acostumbrando a lidiar con él.

 

Presté atención a lo que estaba haciendo el guerrero Bakari y vi con naturalidad que abría un portal al inframundo. No era extraño para mi escuchar los lamentos que se escuchaban desde esa apertura, sintiendo una extraaa tranquilidad. Sin embargo de ese portal salió la criatura más extraña que había visto en mi vida y eso que en los viajes con mi padre él me enseño muchas criaturas.

 

-Correré el riesgo, maestro Bakari.- Contesté.

 

Me concentré para invocar las fuerzas del caos, en especial los de la rueda del poder, esas eran las fuerzas que quería. Imagine como una rueda de la fortuna giraba y giraba, deteniéndose de pronto. En lugar de aumentar mi magia, sentía como esta disminuía, era como si perdiera energía, me sentía más débil inclusive fisicamente..

 

El caos parecía querer ponerme a prueba, pero demostraría que era capaz de salir de esa. Dudaba que un hechizo neutral pudiera ayudar, aunque lo intentaría.

 

-Desmaius- Dije señando a la bestia, mi padre me había mostrado alguna vez, Ammyt. Definitivamente no iba a dejar que me juzgara en ese momento.

 

El desmaius como era predecible no sirvió de nada, pero todavía tenía poderes que no habían sido afectados por la rueda del poder. Estaba a punto de darme un zarpazo, pero sabia bien con que defenderme.

 

-Obsistents- Pensé.

 

A mi alrededor se creo un gran cerco de materia luminosa, color azul marino. Este me cubría por completo, siendo de la misma altura de Ammyt. Vi a la feroz bestia acercarse y dar el zarpazo final, pero se encontró con mi defensa, misma que la absorvió.

 

Me estremecí con los aullidos de la bestia, haciendo esfuezros inútiles por zafarse de ese cerco de materia luminosa, pero no lo logró, siendo absorvida por el cerco luminoso, el cual desapareció de inmediato.

 

Peeves por unos instantes se mantuvo apartado, mientras miraba triunfante al guerrero.

 

-Esa criatura fue interesante.- Comenté.

 

Era obvio que la suerte no me quería favorecer en esa clase, pero al menos ahi podía practicar los reveses de la fortuna que a veces temía. Al fin y al cabo, ¿no era eso lo que quería? ¿Demostrar que me podía enfrentar al caos?

 

-¿Qué probaremos ahora, guerrero Bakari?- Pregunté.

 

Deseaba más retos como ese.

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Y Anubis no lo hizo. A veces Bakari no entendía porque, pero a aquellos que tenía a su cargo y les veía cierto futuro como guerrero, Anubis se encargaba de hacerles el camino difícil, como si le estuviera diciendo que estaba siendo demasiado flexible al momento de escoger personas para transmitir sus conocimientos y encaminarlos a su prueba final. Por eso precisamente no le gustaba que lo pusieran en situaciones como esa, donde lo ponían a dudar de su propia cordura. Ni siquiera le gustaba compartir con los otros guerreros uzza.

 

Hizo una mueca de hastío que parecía una sonrisa torcida, casi perdiéndose por completo la forma en que Lyra se deshacía de Ammyt y de cómo Peeves seguía acosándola. Cualquier otra persona hubiera perdido la cordura en ese momento y Bakari consideraba muchísimo la paciencia que mucha gente poseía, pues él ya hubiera causado una destrucción total del campus universitario solo para deshacerse de Peeves.

 

Cruzó los brazos en cuanto la vio usando el Obsistents, con algo de tropiezos de por medio, pero mostrando mucha fuerza de voluntad, incluso cuando su poder mágico había sido minado. Lo calmaba que no solo estuviera usando la fuerza bruta sino que al menos analizara qué hacer a continuación. Por supuesto, se notaba algo de oscuridad en el interior de aquella mujer, pero estaba bien enfocado.

 

Interesante.

 

Murmuró. Decidió que no estaba tan decepcionado e iba a tomarle la palabra, de volverlo a intentar. Le daría todavía tiempo para que se familiarizara con los señores del caos.

 

Solo eres un viejo loco, que le enseña a locos— le dijo Peeves, dirigiéndose por primera vez a Bakari.

 

Éste lo vio de forma amenazante y lleno de furia apuntó con sus manos al suelo, haciendo uso por segunda vez de aquel poder que tanto tiempo le había costado dominar cuando recién se iniciaba en las artes guerreras. Abrió un portal muy parecido al anterior, tragándose al Poltergeist que lanzó varios improperios y sacó la lengua como su venganza final. Él no era el paciente en ese lugar.

 

Trae a otro señor. Más vale que no sea Peeves otra vez.

 

Pero eso no fue todo. Tenía que dificultar las cosas un poco. Utilizó la arena del hechicero, lanzándola al aire y cegando a Lyra durante un poco de tiempo. Realmente no necesitaba la visión para invocar, pero sí para saber a qué se enfrentaría esta vez. Un guerrero debía estar consciente de su alrededor, aunque no tuviera todos los sentidos disponibles.

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Era una lástima no haber podido mandar a Ammyt al inframundo, todo por no poder tener esa habilidad. Dudaba que el cerco luminoso se pudiera deshacer del poltergeist tan molesto que me estaba acosando, pero solo quedaba un turno más.

 

La paciencia no se me acababa, había aprendido mucho sobre ella, pero al parecer los chistes si se le estaban acabando a Peeves, cada vez eran peores, más que molestar empezaban a dar lástima. Sin embargo, antes de atacarme con un otro de sus chistes, se le ocurrió hacerle un chiste al guerrero, quien hizo uso de su portal, logrando que el poltergeist desapareciera.

 

-Imaginó que ese es solo un privilegio que tienen los guerreros, ¿no maestro Bakari? Desapareer a los señores del caos con el portal.- Pregunté.

 

Estaba segura también de que el cerco luminoso no serviría contra ellos, por lo que era mejor no desperdiciar una acción intentándolo. Asentí cuando me pidió que intentará traer otro señor del caos que no fuera Peeves, pero ¿que podía hacer? No controlaba el azar como para impedir que él volviera.

 

-De acuerdo, yo tampoco quiero volver a verlo. Si llega a salir otra vez, ¿puedo usar mi portal para que se vaya?- Pregunté, imaginando una negativa.

 

Me concentré nuevamente, cerrando los ojos. Era la única forma en que podía centrar mi atención sin distraerme con el movimiento de lo que nos rodeaba Por fin sentí como esa energía rodeaba mi cuerpo y de repente desapareció nuevamente, entendiendo que ya había sido elegido el señor del caos que nos visitaría esa vez.

 

Abrí los ojos pero la oscuridad seguia ahi, al menos en mi. No me espanté, sabía que solo era un hehizo. Por un momento quise usar el cantar de eleboro, pero imagine que si el guerrero me había provocado esa ceguera era para que demostrará que me podía defender aún sin tener todos mis sentidos completos.

 

No tenía tiempo para estar divagando con lo que quería el guerrero, pues escuché una voz gruesa, al parecer al troll no le había gustado que lo sacara de donde estuviera.

 

-¿Cómo te atreves a traerme aquí?- Preguntó. De alguna forma me mando un rayo, no lograba imaginarme un trol con varita ni mucho menos, alcancé a escuhar su ataque. -¡Mobiliarbus!

 

Escuché como un árbol era arrancado de raíz de su sitio, podía imaginarme que venía hacia mi, aunque no estaba segura en que parte de mi cuerpo se impactaría si no me defendía a tiempo.

 

-Salvaguardia Mágica- Pensé.

 

Me volvi intangible, de esa forma el árbol me atravesaría sin importar de donde viniera. Lo hice justo a tiempo por lo visto, ya que se escuchó el ruido del árbol estrellándose con otro árbol que aún se encontraba de pie.

 

Volví a ser tangible, agarrando mi varita con fuerza, lista para escuchar el siguiente ataque del trol. Comenzaba a comprender porque ese libro estaba relacionado con el caos.

 

-Al menos no fue Peeves, guerrero Bakari.- Comenté, todavía sin hacer ningún hechizo para quitarme la ceguera. Al menos asi no veía a ese desagradable ser.

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Un trol. De entre todos los señores del caos, de los cuáles podían aprender mucho, Anubis le enviaba a la muchacha un penoso trol. No entendía algunos de los designios del universo, Bakari en ese momento hubiera preferido estar solo en su carpa reflexionando sobre la existencia de la suerte, o del karma, que en ese momento no parecía estar del lado de Lyra. Era una criatura enorme y grotesca, que rompía con la tranquilidad del ambiente cerca del lago, donde estaban.

 

Vas de mal en peor, niña — comentó con desdén en cuanto la joven dijo que al menos ya no era Peeves.

 

Tenía razón, pero si habían señores del caos que hacían más daño que beneficio eran precisamente el poltergeist y el trol. Uno era más inofensivo que el otro, claro. Lyra lo aprendería más temprano que tarde. ¿Acaso estaba preparada? Bakari empezaba a dudar. Veía sus movimientos, ágiles como las de un verdadero felino, y a la vez muy minuciosos, como se necesitaba de los guerreros.

 

Oh, pero como dudaba de sí misma.

 

Efectivamente, solo los uzza.

 

Respondió. No se trataba de que los uzza fueran más fuertes, pero sí un poco más sabios y sacrificados. Todos en su pueblo intercambiaban conocimiento por conocimiento, una sociedad muy diferente al lugar donde lo habían llevado a dar clases. Allí eran patéticos en su mayoría, peleando por quien tenía la razón sobre temas sin importancia, buscando más poder solo para ganar en una guerra sin fin.

 

Vio como el trol volvía a lanzarle un árbol. Vaya criatura para tonta. Lyra tenía que seguir esquivándolo por un rato, igual que con Peeves. Esta vez no iba a desaparecerlo, era salvaje pero al menos su presencia no le molestaba como el otro señor del caos. Cerró los ojos manteniéndose firme en su lugar, al lado del lago. Pasó un minuto en silencio, casi olvidándose de la presencia de su estudiante.

 

 

Pronto serás desafiada— dijo, con una voz que más que enigmática parecía cansada mientras volvía a abrir los ojos —este es el momento para preguntar, sino, comenzaremos cuando yo quiera.

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La voz de Bakari me indicó que no le había agradado mi comentario, cosa que no me extrañaba. No tenía caso probar con otro señor del caos en ese momento, posiblemente me volvería a salir alguno de esos y tomar Felix Felicis sería ilegal en ese caso.

 

Escuché de nuevo que el troll mandaba de nuevo un mobiliarbus y utilice el mismo hechizo defensivo. Salvaguardia mágica[/ib] fue lo que pensé volviéndome intangible justo a tiempo, haciendo que el árbol me atravesará. Sentí odio por el trol, a mi no me hacia daño pero a la naturaleza si, los árboles no tenían la culpa de nada.

 

Al menos por ese instante me dejaría tranquila por un momento, hasta que decidiera realizar su último ataque. No tenía caso usar el obsintens para algo tan sencillo como el escapar de un árbol. En otras ocasiones a lo mejor se me hubieran ocurrido más visibles, pero estando con esa ceguera momentanea no estaba bien segura de que dirección venía el ataque para señalar al árbol directamente.

 

Sonreí cuando mencionó que sería desafiada. Eso era lo que quería, más retos en que pudiera practicar los hechizos del caos, bastante complejos, era cierto, pero estaba segura que podía enfrentarlos cualquiera que fuera mi suerte.

 

-Aunque no me vendría nada mal que mi suerte mejorara un poco.- Pensé, mientras añadia en voz alta.-Acepto el desafio, guerrero Bakari, cuando usted me indique estaré preparada. Aunque, más que pregunta, es una petición. ¿Podría mandarme por favor en los próximos turnos un par de hechizos para poder probar la rueda de la fortuna y la rueda del caos? Obviamente, usted decide, pero me gustaría ver en acción ambas ruedas o al menos alguna de esas.

 

Espere la respuesta del guerrero. Por el momento no tenía dudas, pero seguramente saldrían una vez que llegará a utilizar esos hechizos. Sonreí pensando que para mi próxima defensa del trol, ya habría recuperado la vista. Sería una lástima que terminará el turno del mismo y sin poder haber visto a semejante criatura.

 

Estaba consciente que además de las ruedas mencionadas anteriormente todavía faltaba una por probar, aunque quizás duerante el desafió pudiera hacerlo. Todo el asunto me llenaba de curiosidad, porque no podía saber si la suerte estaría conmigo en el mismo esta vez.

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La ansiedad lo embargó a tal punto que sus ojos destellaban de emoción. En su rostro se reflejaba el interés por aprender más de la magia que los Uzza ofrecían. En los últimos días sus pensamientos estuvieron enfocados en la aprobación de su solicitud de inscripción, tanto que, en cuanto la recibió casi saltaba de alegría. Había lamentado el hecho de haberse retrasado por poco en comparación con su prima. Pero ahora estaba listo para emprender la nueva aventura que le ofrecería Bakari, eso era lo único que conocía de su nuevo profesor, el nombre.


Caminó hacia su perchero tomando la camisa de mangas largas que más tarde cubrió su torso. A un costado su varita de ébano le esperaba. Los treinta centímetros de madera oscura descansaban a la espera de explorar nuevos conjuros, de ir más allá del conocimiento que el experimentado mago ya tenía. Junto a ella también estaba el libro, más oscuro que el arma, con su atractiva portada pidiendo a gritos abrirse y revelar todos los secretos de su interior. Zack tomó ambos objetos y pronto se perdieron en la amplitud del bolsillo mágico de su pantalón ajustado.


Sobre sus cómodos y elegantes zapatos italianos se desplazó hasta la ventana, donde le echó un vistazo al cielo para asegurarse de que había llegado el momento. Ningún reloj le indicaba su hora de salida, lo hacía guiándose por la inmensidad de lo infinito, y aquél día el clima lo favorecía. Saltó de su balcón envolviéndose en una estela negra segundos antes de impactar contra el suelo, dirigiéndose hacia su nuevo destino.


Al tocar tierra firme una ráfaga de viento desordenó su cabello castaño. Sus finos labios se curvaron en una sonrisa traviesa al observar a lo lejos dos personas conversando entre sí, guardando cierta distancia. Debía tratarse del guerrero a cargo junto a una pupila, alguien con quien guardó cercanía en el Concilio durante mucho tiempo. Todo le recordaba a su antiguo trabajo. Con paso firme avanzó hasta los dos individuos y les saludó con una ligera reverencia antes de proyectar su voz.


—Lyra… Señor — dijo mirando directamente a los ojos de sus interlocutores. Sin mucho más que decir, su aura delatora reveló lo extasiado que estaba por encontrarse ahí. Le esperaban buenas historias, dignas de contar en la fortaleza oscura. El libro del caos guardaba los hechizos más peligrosos.

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Se había tomado su tiempo hasta convencerse de que era buena idea desplazarse hacia la zona norte, donde sabía que habitaba el guerrero Uzza Bakari. Había oído algunas cosas sobre él, pero tras tratar con un par de arcanos y uno de los uzzas se había dado cuenta de que no podía dejarse llevar por las palabras ajenas: tenía que conocerlos ella misma. Asistir a aquella clase le supondría aprender un montón de cosas nuevas, así como adquirir los poderes del libro del Caos, el cual le llamaba mucho la atención.

 

Pero también la atemorizaba. ¿Hasta qué punto llegaban los poderes de aquellos hombres? Recordaba demasiado bien la clase con Badru, el del libro del Druida, y cómo había tenido que correr por el desierto... enfrentarse a ashwinders... y luego le había tocado enfrentarse a Leah. Recordaba especialmente aquel último detalle, pues sabía que la Ivashkov era una de las mejores duelistas del mundo mágico actual. Sentía verdadera admiración por su compañera de bando. Se había dirigido hacia el lugar caminando, no le pillaba tan lejos. Además, adoraba caminar. La edad parecía haberle dado algunas cosas que antaño le habían parecido nimiedades, aunque seguía teniendo aquel aire rebelde y las miras de superioridad en sus ojos grisáceos.

 

Alguien se apareció por delante de ella y, aunque le vio caminar sólo de espaldas, reconoció su figura inmediatamente. Al parecer, compartiría la clase con Zack, otro de los mortífagos más importantes de los tiempos actuales. Sonrió suavemente y luego continuó caminando sin llamar la atención hasta que escuchó cómo su compañero de bando, y ahora de clase, saludaba al guerrero y a la mujer que ya se encontraba en clase con él. Era Lyra. Anne la conocía desde hacía mucho tiempo.

 

Al parecer seremos dos nuevos... hola, Zack —saludó al Ivashkov, colocándose a su izquierda y dirigiéndole una inclinación de cabeza, aún con la sonrisa pintada en la comisura de los labios—. Maestro, Lyra —concluyó los saludos, con idéntico gesto hacia ellos al que le había hecho a Zack.

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Lyra y Bakari terminaron su duelo, conversaron un poco. Bakari era un guerrero que buscaba paz, pero que acarreaba muchos años de muerte, de batallas exitosas, de recuerdos que todavía lo atormentaban. Quería descansar, seguir en la búsqueda espiritual para olvidar las atrocidades que había cometido alguna vez, pero el destino parecía deparar algo diferente.

 

A lo lejos, vio como una figura se acercaba hasta él. La actitud del mago le era… conocida, podía verlo con la simple forma de caminar. Lleno de expectativas y, a la vez, autosuficiencia. Quizás también demostraba un poco de ese orgullo que buscaba que Lyra expresara desde el inicio, quizás, también esa pizca de ambición que todo aquel que osara presentarse ante Bakari debía tener; no por recibir sus conocimientos, sino para controlar los poderes del caos.

 

No pasó demasiado tiempo cuando la figura de una mujer se acercó a ellos también, haciéndole entender que se conocían entre ellos. Pero Bakari no los conocía; es más, nadie le había dicho que irían más personas a molestarlo. Aquello lo ponía de mal humor, llegaban de uno en uno y sin presentarse. Lyra podía irse en cualquier momento si así lo deseaba, después de todo su prueba había pasado.

 

¿Quiénes son ustedes? — preguntó, mirando directo a los ojos a sus interlocutores, ambos con aquel dejo de superioridad que no pretendía aceptar en caso de que no fueran aptos, según él.

 

Su voz, sin embargo, expresaba tranquilidad e incluso algo de espiritualidad, dándoles a entender que aquella no era una pregunta más, en la que solo les pedía que dijeran sus nombres, pues eso no le interesaba en lo más mínimo. Bakari realmente quería conocer quiénes eran de forma espiritual, a qué le temían, por qué querían estar ahí y, sobre todo, para qué utilizarían los saberes del Libro.

 

— dijo, ésta vez dirigiéndose sólo al hombre — ¿qué es lo que buscas aquí?

 

Esperó una respuesta. No creía que fuera a decirle nada que no hubiera escuchado antes, algo que de verdad le sorprendiera, que elevara sus expectativas desde el inicio. Para Bakari era importante saber… Miró luego a la mujer, cuya aura le recordaba la propia: sedienta de conocimiento, tranquila en apariencia.

 

Lo mismo te pregunto a ti.

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Al parecer la prueba había terminado y era libre de irme, sin embargo me sorprendió la llegada de Zack y Anne, porque los esperaba desde antes. Llegaban justo en el momento en que terminaba, lo que no era lindo. Sin embargo, era mejor no hacer reproches mientras estuviera el guerrero presente.

 

-Zack, Anne, gusto en verlos.- Saludé a ambos, aunque no era tiempo de platicar.

 

Después de que el profesor les hizo una pregunta, me acerqué a él en lo que los nuevos alumnos contestaban, quería quedarme un rato como observadora .

 

-Guerrero Bakari , ¿podría quedarme un rato más por favor? Al menos en lo que me autorizan entrar a la siguiente clase.- Le pedí.-Quisiera ver si ellos sacan un señor del caos diferente a los que me tocaron. Prometo que no interrumpiré la clase de ninguna forma.

 

Espere la respuesta del guerrero. La curiosidad era más fuerte que mis ganas de irme y obviamente no interrumpiría mientras Zack y Anne aprendían a invocar el caos, pensando un poco en el próximo libro que quería aprender y que sería el último del año. O mejor dicho, durante bastante tiempo hasta que juntara galeones para los próximos.

 

No importaba cuanto tiempo tuviera que quedarme para ver los señores del caos de los nuevos alumnos, no se sabia con planeaba el guerrero empezar esa clase.

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