Historia de la Magia

[Joa Macnair Crowley]

No pudo evitar fruncir el ceño ante la respuesta de Keaton mientras mordía una manzana; lo entendía y lo sabía con anticipación, aun así, no pudo evitar decepcionarse. Aquello era parte del porqué nunca había sentido especial interés en la historia -fuese mágica o no- era tan inexacta, libre, tan distinta a la Aritmancia, Pociones, o cualquier rama de aquello que los muggles llamaban “ciencias exactas”, más acordes con el carácter controlador de la Macnair. Le gustaba la idea de seguir ciertos procedimientos y obtener resultados verificables, en cambio, con cosas como la Historia, gran parte dependía de la interpretación de cada quien, tal como mencionaba la proyección del profesor.

Le hubiese gustado poder decir algo más al respecto, o siquiera respaldar a su compañera recién llegada, más enojada que ella misma por la forma en la que habían sido arrastrados hasta el salón de clases, pero, antes que pudiese terminar de formar las ideas en su mente, un par de largos y pegajosos tentáculos se adherían a los lados de su frente, reproduciendo para ella una serie de imágenes, una en especial perdurando en sus pensamientos.

Podía comenzar a sentir el entusiasmo por viajar al pasado -aun sin saber cómo lo lograrían- casi saltaba a secundar la pregunta de su compañera, de quién desconocía el nombre pero parecía ser la hermana de Tauro, ¿podrían elegir? Porque de ser así ya tenía claro a dónde quería ir. Sin embargo, siendo como era, la idea de hacer algo bajo amenaza sin soltar al menos un mal comentario, era un imposible.

—Por mí pueden darles hasta mi dirección —sabía que en ocasiones se comportaba como una niña malcriada, le era imposible no hacerlo, mucho más en un momento como aquel donde se negaba a dejar creer que las amenazas realmente surtían efecto con ella. Cruzó los brazos, luego de dejar de lado los restos de manzana que había terminado sin notar—. Claro, tampoco me opongo a la idea de viajar al pasado, si es que resuelven como hacerlo. De hecho, me pido visitar al pintor.

Hasta ese momento había mostrado tanta calma que ella misma no se creería que estuviese en medio de semejante situación, solo bastó escuchar aquella voz masculina, ajena al profesor y a los extraños visitantes, para alterarla. Haber sido despertada y llevada hasta allí a tan tempranas horas de la mañana, aquellos pulpos extraterrestres, o el contacto de sus tentáculos, nada de eso podría provocar en ella tanto temor como aquel pelirrojo.

—¡Tú…! —Murmuró sorprendida mientras se ponía en pie y retrocedía hasta casi caer encima de la hermana de la líder mortífaga, suficiente para recordarle mantener la compostura—. Lo siento. Joana Macnair —terminó presentándose al par de compañeras desconocidas, sin lograr sacarse de la mente que el Gryffindor lograría que los matasen a todos.

[Leah Snegovik]

—¿Quién te ha dicho eso, Lyra? —preguntó a su cuñada, soltando una risita mientras le acariciaba el pellizco a Tau—. Suena a una de esas cosas que los estudiosos de muggles van por ahí diciendo.

 

Pero la pregunta de su novia al profesor hizo que captara un poco la atención de los seres esos y la mujer frunció el ceño al escuchar lo que tenían para decir. ¿De verdad? Tanto alboroto por siete objetos que, por lo que ella entendía, ellos mismos habían metido en la Tierra. Rodó los ojos con impaciencia y soltó un comentario que seguro le costaría un pomelo.

 

—Son asquerosos, ustedes dos.

 

No se molestó en arreglarlo con disculpas ante su rudeza o mostrando una expresión neutral. Tanto su nariz como sus cejas estaban crispadas en una mueca de disgusto y es que aquellos tentáculos daban la impresión de ser parte de un molusco mutante. Si la llegaban a tocar, seguro escupiría el pequeño trozo de fruta que había llegado a comerse, pero aún podía usar su magia sin varita si se ponían creativos y vaya que tenía cosas para usar. No obstante, guió las pupilas a Keaton y lo estudió un segundo antes de hacer la pregunta, mejor ir por la paz.

 

—¿Podemos ir en cuanto queramos o simplemente dedicarnos a seguir las órdenes de estas monstruosidades cósmicas? Me ha llamado la atención la pintura de Miguel Ángel, debo admitirlo. Pero supongo que ya nos dirás.

 

Recostó la barbilla en el hombro de su novia y miró con desprecio a Thomas.

 

—El descaro de los fenixianos cruza la frontera de la lógica —dijo sin importar que todos la escucharan. Sin embargo, para cuando acabó la oración tenía los ojos puestos en el perfil del rostro de la líder mortífaga.

[Tauro M.]

— Pero estoy segura de que si te aplicas el método a ti misma, el resultado es mucho mejor, porque esto podría seguir siendo un sueño, ¿sabes? —le contestó la demonio a Lyra, suavizando su expresión al dirigirse a ella.

 

Pronto se fueron sumando más estudiantes a la clase y el Keaton fue respondiendo una a una las dudas que le planteaban, excepto la de la Crouchs pues ni el mismo sabía por qué estaban allí reunidos o no poseía la información completa. ¿Qué estarían tramando? ¿Acaso una invasión? Tauro volteó a ver a su novia para hacerle saber que nada de lo que estaba ocurriendo allí le gustaba y que prefería ir a otro lado o bien enfrentarse con cada una de aquellas criaturas para darles una lección, pero la mirada que le devolvió decía que aquello no era una buena idea. Suspiró, al parecer no les quedaba más remedio que seguir al pie de la letras las órdenes de los horribles seres.

 

Pronto llegó el turno para que estos tomaran la palabra y explicaran de una buena vez lo que estaban tramando y nada de lo que escuchaba se lo había imaginado. Su misión, por decirle de algún modo, consistía en viajar a distintas épocas para recolectar ciertos objetos que los ayudarían a salvar su planeta, pero claro, siempre bajo la amenaza de exterminar el suyo sino les ayudaban. Al final esto terminó por entusiasmar a la gran mayoría, menos a Tauro que accedería a ir únicamente porque sí y porque también estaba obligada, no es como si tuviera otra opción.

 

— Ustedes deben ser seguro los menos poderosos entonces si han tenido que verse obligados a recurrir a nosotros, pero no se ofendan, es sólo para entender la magnitud de este problema y tener una idea acerca de lo que enfrentamos —empezó a decir — ¿El tomar estos objetos no alterará el presente tal cual lo conocemos? Me causa curiosidad si al final esta pequeña travesía va a resultar contraproducente para nosotros, ya que también debemos cuidar nuestra raza.

 

— Cuanto antes terminemos con esto, mejor —soltó exasperada —Estoy dispuesta a poner al servicio de todos cierta magia recién adquirida en los libros de hechizos, una que nos permitirá abrir portales hacia cualquier época, de ahí que decidiera tomar este conocimiento como lo señalé al inicio de la clase. Eso sí, no responderé por aquel que sufra accidentes, hasta ahora sólo lo hemos utilizado para transportarnos hacia otro lugar dentro de la misma época —aclaró mirando a Leah, quién también poseía dicha magia.

[Thomas E. Gryffindor]

Mientras Thomas esperaba las respuestas a sus interrogantes; su mente jovial vagaba en los sutiles recuerdos de la secuencia de imágenes que dichas criaturas extrañas con tentáculos le enseñaron psíquicamente a través de un ligero contacto con su sien; perpetuando en especial aquellos discos insólitos de metal, con grabado alrededor de todo su perímetro, que se vieron almacenados en las proximidades del palacio del joven faraón egipcio, Tutankamón. Aquella fase de la Historia de la Magia era la que más fascinaba al Gryffindor, a tal punto que pasó a convertirse en el motivo central de su anhelo de cursar dicha asignatura de postgrado en las dependencias de la Universidad Mágica. Si bien, formalmente, se define que aquel poderoso gobernante del Nilo perteneció a la dinastía XVIII de Egipto; se puede afirmar que éste fue el último faraón de sangre real de aquel linaje. Su reinado se caracterizó por un retorno a la normalidad en el plano socio-religioso después del interludio protagonizado por el monoteísmo; restaurando el culto en los templos, colocando en funciones a la casta sacerdotal y permitiendo la celebración de ciertos ritos pertinentes. El hallazgo de su tumba, casi intacta, por la sociedad contemporánea muggle, fue un aporte fundamental para la comprensión de la historia y cultura egipcia. Posibilitó sacar a la luz una cantidad de apreciables joyas, muebles, armas y variados utensilios; convirtiéndose la máscara funeraria del faraón en la imagen más popular de interés mundial, inclusive en la ciudadanía mágica. <<Se sabe que Tutankamón falleció debido a una enfermedad mortal en aquellos tiempos… ¿Malaria?>> pensó el mago de cabellos rojizos, al mismo tiempo que su varita de pirul realizó un ágil movimiento que le dio permiso a cambiarse repentinamente su pijama por una vestimenta más acorde a lo que parecía ser una jornada arqueológica de expedición desconocida.

 

<<¡Una guerra galáctica! ¡Genial!>> caviló entusiasmado el veinteañero, imaginándose en su pensamiento inmaduro de un extrovertido adolescente, toda la batahola épica que aquello implicaría al planeta que compartían con los muggles desde tiempos inmemoriales. -¡Hola Joa! Tanto tiempo que no nos vemos, querida… ¿Recuerdas lo que pasó en el Himalaya? ¿Shangri-La? Fue un paraíso del alpinismo… Espero que en esta oportunidad nos llevemos mejor… Quizá nos toque viajar juntos al Antiguo Egipto… aunque oí que te gusta más la idea de visitar un paisaje más artístico- comentó el legilimago a la muchacha Macnair, haciendo referencia al pintor y muralista Miguel Ángel. -¡Ah! Y para la otra… fíjate por donde caminas eh. Mira que casi te caes encima de Lyra por tu torpeza… Sé que te soy irresistible, pero aprende a tener un mayor grado de concentración cuando estés en una cátedra ¿Estamos?- añadió bromeando el mecánico mágico e inefable del Ministerio; plasmando en su cerebro todos aquellos instantes que vivió con aquella bruja en la embajada de Turquía cuando cursó Maldiciones. -Hey Leah… aquí adentro somos compañeros de clase… Deja a un lado los rencores… Parece que todo lo que pasó en el Atrio te dejó con una bala pasada con respecto a mi persona ¿No es así? Por lo menos yo afronto a rostro descubierto mis ideales… no como otros que los ocultan tras una máscara y trajes negros- masculló, sin querer darle mayor importancia a las palabras de la Ivashkov que le miraba con desprecio tras la apuesta figura de Taurogirl. -¡Me parece una perfecta idea! La señorita Crouchs debe estar al tanto de la magia del Libro del Druida. Será una excelente oportunidad de probar los poderes del portal- finalizó al percatarse de que la mujer estaba dispuesta a ayudar en la búsqueda de los siete artefactos que los alienígenas requerían con tal de reconstruir su hogar sideral.

Editado 10 de Junio del 2016 por Thomas E. Gryffindor

[Lyra Katara Selwyn]

Antes de que los extraterrestres o el profesor pudieran contestar las preguntas que teníamos, varias cosas pasaron muy pronto, además de la llegada de otros tres estudiantes. Una de ellas parevió sorprenderse ante la presencia del Gryffindor, que casi cae encima de mi.

 

-No hay prblema. Soy Lyra Katara Selwyn.- Me presente también, al mismo tiempo que intentaba tranquilizarla. -¿Estas bien?

 

Escuché la pregunta de Leah y no estaba segura si debía confesar bien mi gusto por los muggles, algunas cosas que tenían eran buenas, por lo que decidí mejor asentir con la cabeza.

 

-Gracias a mi padre estuve un tiempo viviendo con los muggles, además de tener el conocimiento en esa materia.- Confesé.-Asi que si, lo aprendí de ellos.

 

Esta vez escuché los comentarios de Tauro, un poco alarmada por la forma de hablarle a los extraterrestres de mi cuñada, aunque la observación de mi hermana era cierta. ¿Cómo nos afectaría esa búsqueda a nosotros? ¿Alteraría el presente? Esperaba que no, porque de esa forma no ayudaría.

 

-No hermanita, estoy segura que no sirve pellizcarse uno mismo y si sigue siendo un sueño sería mucho más fácil de aceptar esto, ¿no lo crees?- Contesté, sonriendo con mi negativa de pellizcarme.

 

Al parecer el Gryffindor no era muy del agrado de mi cuñada o de Joa, no comprendía las reacciones hacia él, aunque por lo visto, de alguna forma terminaba haciéndose odiar por los demás, a veces con solo llegar a un sitio.

 

Me encogí de hombros y por esta vez no le dije nada, ni de la forma en que nos llevarían esos seres al pasado. Estaba abierta a las opiniones de los demás. Era una lástima no tener el libro del druida habilitado todavía, pero esperaba poder tenerlo en un futuro no muy lejano.

 

Esperaba que Joana estuviera más tranquila, tendríamos que estarlo cuando hicieramos la misión que los extraterrestres nos darian.

[Thomas E. Gryffindor]

Tal parecía que Taurogirl no era la única que conocía los poderes secretos del Libro Uzza de los Druidas, ya que las constantes miradas que sostenía la bruja con Leah, le hacían pensar al Gryffindor que ambas guardaban muchos trucos bajo sus mangas. También estaba al tanto sobre las intenciones de Lyra y suyas propias en formar parte de los conocedores de tal magia, debido a que el pelirrojo recordaba que tanto la Selwyn como él habían estado bajo el yugo de Badru en las inmediaciones de un desolado desierto. Mientras el inefable optó por acomodarse bien su camisa azabache; sus pensamientos vagaban por los rinconces más conocidos de las míticas Guerras Cruzadas de la civilización muggle. Thomas desconocía si hubo o no participación de legiones de magos y brujas, pero estaba muy seguro de que el nombre de Saladino no era ajeno para nadie dentro de las campañas militares llevadas a cabo por gran parte de Europa latina-cristiana, con el objetivo de restablecer el control sobre Tierra Santa. Según todo lo que había leído en su período de estudiante en Hogwarts; las cruzadas fueron sostenidas principalmente contra los musulmanes, aunque también contra los esclavos paganos, judíos, cristianos ortodoxos griegos y rusos, mongoles, cátaros, husistas, valdenses, prusianos y versus enemigos políticos de los papas; tanto así fue la revolución y el compromiso de los guerreros que muchos de ellos tomaban votos y se les concedía indulgencia por los pecados del pasado. <<A tal punto llegó el fervor religioso de estos tipos>> pensaba el fenixiano, al mismo tiempo que recordaba el sitio exacto que los extraterrestres le enseñaron en aquella visión; un enfrentamiento épico entre dos colisiones de la Edad Media en las actuales fronteras de Turquía e Irán. Los minutos pasaban y aún nadie decía nada referente a la magia del "Haz de la Noche", por lo que el Granger decidió separase su resto del holograma de Keaton, y tomó por el brazo a Joa con delicadeza, llevándola hacia una de las esquinas del aula académica sin contradecirle.

-¡Hey Macnair! ¿Qué es lo que te atrae tanto de aquel pintor renacentista de cuarta categoría? Tengo entendido que también fue un reconocido escultor, arquitecto... y que en Italia lo idolatraban como a un dios del arte perfeccionista. Yo no soy muy adepto a sus obras y recorrido profesional, pero he de reconocer que lo que él hizo en la bóveda de la Capilla Sixtina fue maravilloso. ¿Quién sabe si no fue un mago? Nunca me he puesto a estudiar sobre la historia de las construcciones de nuestro mundo mágico... ¿Quién habrá realizado los planos de Gringotts y el Ministerio de Magia? ¿Los duendes? Vaya a saber uno la verdad de esas cosas- comentó el joven alquimista con sinceridad, para luego volver a sumergirse en el universo de sus pensamientos al perpetuar en su consciencia aquella vez que sus pies se posaron en la lujosa Basílica de San Pedro en Roma. Pese a que el último de los discos metálicos se hallaba en tierras budistas, el initié no quiso adentrarse más en dicho tema, y por el momento omitió comentario sobre sus bajas intenciones de acudir a la India por el rezagado objeto grabado. A la espera de las futuras indicaciones de su docente; Elros meditaba para sus adentros sobre el gozo que hubiese sentido al haber podido realizar el "Fulgura Nox", pero mientras Badru no lo reconociera como digno, no sacaba nada con intentar abrir un portal frente a sus compañeros; ya que las consecuencias de su gesto de osadía podían llegar a ser nefastas e incluso fatales si es que toda su valentía se terminaba traduciendo en tragedia.

Editado 11 de Junio del 2016 por Thomas E. Gryffindor

[Keaton Ravenclaw]

Una vez que los extraterrestres hicieron verles a todos el motivo por el cual los habían convocado, Keaton dejó de prestarles atención a sus estudiantes, pues la verdad era que ya solo estaban hablando de nimiedades, solo algunas palabras de los chicos llegaban a sus oídos, tales como que Tauro y Leah poseían ya los conocimientos necesarios del Libro del Druida, que ayudarían muchísimo en la misión, además de una pregunta hecha por la Crouchs sobre si al traer los cachivaches aquellos no alterarían el presente. Ahí fue cuando el Ravenclaw reaccionó pued sabía la respuesta a ello.

 

--No se alterará nada, señorita Crouchs, al menos no por causa de los objetos --Aclaró el Hawthorne --A decir verdad, los magos, brujas y muggles de esas épocas no se dieron cuenta de la presencia de aquellos objetos, pues se les describiría de alguna forma en los libros que hablan sobre el pasado --Añadió.

 

--Así es --Comenzó entonces a hablar una de las altas figuras ententaculadas --Nos encargamos que ninguno de los habitantes de esas épocas supieran de su existencia, ustedes podrán, entonces, al conocer ya su forma, hallarlos más fácimelnte, aunque claro, no sin sus debidas dificultades --Explicó.

 

Hubo un momento de silencio de parte de Keaton y los extraterrestres para poner atención a lad palabras de los estudiantes. Lyra y Mynerva, parecían bastante neutrales ante la situación, Joa se inclinaba a la neutralidad pero no dejaban de notárseles sus ideales. Sin embargo, Tauro, Leah y Thomas, estaban en un ardid de discusión por sus ideales. Uno de los extraterrestres entonces dejó escapar lo que aparentemente era una risa, pues sonó más al berrido de un animal.

 

--Ustedes son, por estas causas, seres inferiores a todos los que habitan en el resto del Universo --Dijo la criatura --Creen ser dueños y poseedores de la verdad, del poder, y la gran mayoría de ustedes son lo suficientemente estú.pidos como para pensar que solo por ostentar niveles más altos o poderes más allá de lo imaginable, son mejores que hasta sus mismos congéneres. A esto se deben sus ridículas guerras terrestres --Continuó --Señorita Crouchs, el pedirles ayuda no es precisamente un signo de debilidad, al contrario, implica que los consideramos aptos para una tarea que nosotros, por ir perdiendo en una guerra, no podemos realizar. Llevamos peleando siglos por nuestra lubertad, y aquellos que nos oprimen se han encargado de dejarnos indefensos e inútiles antes el destino, y si piensa que la tarea que les estamos encomendando es demasiado poco para ustedes, no la realice, su falta de entusiasmo solo refleja su falta de espíritu. Y lo mismo va para ustedes señorita Ivashkov y señor Gryffindor --Finalizó la criatura.

 

Keaton no supo bien qué hacer ni qué decir, pues desafortunadamente aquellos dos seres tenían razón. El Ravenclaw solo, para menguar la tención, carraspeó y se dispuso a dar las indicaciones para el siguiente paso de la clase. El vampiro no creía que Leah, Tauro o Thomas tuvieran falta de entusiasmo, sino más bien una mentalidad diferente a la del resto, pero eso era parte de su humanidad, porque ya fuera que adoptaron las diferentes razas, en algún punto de su historia algún gen humano había en ellos.

 

--Bien, antes de que se cree aquí una trifulca, vamos a dividir sus caminos en base a sus respuestas de un principio o como crea en sus capacidades --Explicó el pelinegro como si nada de lo anterior hubiera pasado -- Mynerva y Thomas, ustedes dos irán a al antiguo Egipto, al palacio de Tutankamón, Taurogirl, tú irás al Taller de Miguel Ángel, Lyra, tu irás al Hogwarts de hace mil años, Leah, tu irás a las Guerras Cruzadas y Joa tú te dirigirás al Templo Budista --Distribuyó el Ravenclaw -- Leah, tú debes tener más cuidado, te tocará recolectar dos de los siete objetos, si hubiera llegado Jank te habría acompañado, pero no lo hizo --Finalizó.

 

--Deben tener muchísimo cuidado, los objetos por si solos no afectarán nuestro presente al momento de extraerlos, sin embargo, las acciones que ustedes realicen, si lo pueden cambiar. Recuerden, no pueden matar, no pueden interferir, no pueden opinar, básicamente pasarán desapercibidos, y si por alguna razón llegasen a verse comprometidos, pueden emplear magia sólo para desligarse de ello. Deben adecuarse a las épocas, es decir, vestimentas e idioma, para ello... -Keaton agitó si incorpórea mano y seis amuletos en forma de nota musical aparecieron delante de cada uno de sus pupilos --... estos amuletos les permitirán hablar el idioma que se hable al lugar que lleguen. ¿Alguna duda? Si no la hay, señorita Crouchs, señorita Ivashkov, si nos hacen el honor de crear los portales, se los agradecería en demasía --Continuó e hizo la petición con amabilidad.

 

A partir de ese punto las cosas se pondrían más calientes. El vampiro no dejaría solos en ningún mimento a sus estudiantes, pues a penas traspasar los portales, se crearía un vínculo entre ellos y el profesor.

[Lyra Katara Selwyn]

Escuché las palabras del profesor, asintiendo a lo que decía. Al menos podía utilizar los anillos y amuletos, igual que mi varita, una vez estando en el pasado podría arreglarmelas para encontrar un uniforme de mi talla.

 

Era una lástima no poder hacer el portal todavía, pero pronto lo lograría, al menos eso esperaba. Tomé uno de los amuletos que nos daba el profesor, uno más no haría diferencia alguna.

 

-Supongo que para que nuestra ropa sea parecida a la de la época o igual, tendremos que cambiarla con magia, ¿verdad? Había pensado en colarme a una de las salas comunes y robarla de un dormitorio pero supongo que es más fácil usar la varita para transformarle.- Comenté, recordando el hechizo que realizó mi hermanita para cambiar su ropa cuando llego a la clase.-Veamos, creo que puedo hacer la transformación de una vez.

 

Realicé un movimiento con mi varita, recordando un libro de historia de Hogwarts que había hojeado antes de venir. El mismo tenía fotos de los uniformes y pude cambiar mi ropa sin problema, notando que el uniforme no variaba mucho entre cada época.

 

-Vaya, los directores de Hogwarts deberían cambiar el uniforme de vez en cuando.- Murmuré.

 

Estaba lista, solo era cuestión de esperar que alguna de las dos abriera un portal y pudiera pasar por él mismo para encontrar el objetivo indicado. Eso era una búsqueda de tesoro a gran escala, por llamarlo de cierta forma.

[Joa Macnair Crowley]

—Recuerdo perfectamente cómo casi logras enterrarnos debajo de miles toneladas de nieve, Gryffindor, con tu grandiosa idea de usar sonorus en zona de avalanchas. Y, por supuesto, cómo olvidar tu sugerencia de volar en hipogrifos cuando debíamos pasar desapercibidos, ¿qué propondrás ahora? ¿Motos voladoras? Preferiría enfrentar la amenaza de estos calamares gigantes a arriesgar mi vida viajando contigo—. Respondió amargamente al saludo de su ex compañero de Maldiciones, si bien, un mago experimentado en cuanto a los conocimientos que portaba, parecía estar decidido a ser recordado como el más torpe de la historia mágica. Quizás por ello había estaba tomando aquella clase, dispuesto a conocer la competencia que podría tener en el pasado—. Mientras más lejos esté de él, mejor estaré —aseguro a Lyra, amable a pesar de la abrupta presentación de la Macnair, quien, en la misma situación, se mostraría mucho menos tolerante—. No te he causado algún daño, ¿no?

Apenas pudo expresar su preocupación por la Selwyn cuando Thomas, delicada pero firmemente, le guió hasta una de las esquinas del aula, un tanto alejados del resto de sus compañeros: el trío de brujas, la proyección del profesor, flotando cerca de su cuerpo, y los extraterrestres tentaculados, todo para hacer una pregunta tan simple que la joven demonio solo pudo contestar con desconcierto.

—¿Por qué no me atraería? Claro, no sé trata específicamente de Miguel Ángel, sino de los artistas en general —comenzó un poco confundida—. Siempre he creído que el arte y la historia se entremezclan al punto en el que hay épocas en las que es imposible estudiarlos por separado. El arte le aporta belleza a la historia, y ésta significado al arte. Además, los antiguos artistas no eran solo personas que perdían el tiempo con pinceles y lienzos, o piedras y cinceles, algunos –en especial Da Vinci-, tenían mentes brillantes. No me molestaría, ya que no está entre las opciones el señor Leonardo, visitar al menos a Miguel Ángel —calló por un momento, considerando las interrogantes planteadas por el pelirrojo, no cuestionadas por ella misma con anterioridad—. ¿La verdad? No me extrañaría que algún mago -o duende- bastante habilidoso, los hechizara para que ellos mismos, o algún otro arquitecto reconocido, se encargase de la construcción. Tampoco sería extraño pensar que en realidad se tratasen de magos, de ser así, ya alguno de nosotros podrá decirlo con propiedad. Bueno, alguna de nosotras. Retirar los discos puede no alterar el presente, pero sabrá Merlín los desastres que causarían en semejante taller —<<O en cualquiera de los escenarios>>. Pensó con el temor regresando, de la misma manera en la que ella volvía a acercarse al pequeño grupo.

Una vez aclarado que realizarían los viajes gracias a la magia avanzada de la líder mortífaga y su prometida –quien tampoco parecía muy feliz por la presencia de Thomas o la situación en general-, no le quedó más a Keaton que asignar los lugares a visitar antes que los ánimos se alterasen aún más.

—¿Templo budista? —Repitió mientras tomaba el delicado colgante con clave de do, una especie de B extravagante—. ¿Debo vestir de naranja? ¿Y rapar mi cabello? —Su vos subió una octava de solo pensarlo, diciendo lo único que le venía a la mente. Todo aquello sería mucho más fácil si tuviese una poción multijugos, muy bien guardada en su habitación y que hubiese podido llevar consigo si no hubiese sido llevada a clase de forma tan abrupta.

[Mynerva de Weasley]

*
Sólo una de las alumnas respondió al saludo de Myne diciendo llamarse Joanna Macnair. No tenía ni idea de quién se trataba pero por lo menos su educación había llegado hasta presentarse ante una desconocida que saludaba. Se encogió de hombros ante el frío de las demás, mientras prestaba atención a lo que estaba sucediendo ya que algunas chicas estaban bastante disgustadas con los gigantescos seres con tentáculos que pretendían obligarlas a ayudarlos.

Una de ellas quiso saber si el hecho de recuperar esos tesoros escondidos no incidiría en el presente de nuestro propio planeta.

- Bien pensado, - razonó la Weasley sintiendo preocupación por los resultados que esa bendita clase tendría sobre toda la comunidad mágica y hasta la no mágica. Los extraterrestres no parecían dispuestos a responder o el uso del habla les era ajeno. La muchacha exasperada ofreció abrir portales hacia las distintas épocas cosa que sorprendió mucho a Mynerva ya que no sabía que esas habilidades podían adquirirse. ¿Sería allí mismo en la propia universidad? Estaba maravillada.

Un joven brujo se había unido a la clase y luego de recibir el mismo tratamiento que los demás, estuvo más que contento en emprender un viaje en el tiempo para ayudar a los extraños que lo requerían. Sólo le preocupaba el modo en que se haría ese viaje.

A Myne no le resultaba demasiado apetitosa la propuesta. Con tantos años de vida como tenía y tantas situaciones riesgosas en las que se había visto envuelta, no era de su agrado entrar en nuevas compulsas y menos sólo por asistir a una clase; le parecía desmesurado. Sin embargo, no parecía haber opciones.

Los mismos seres estrafalarios se encargaron de callar a las alumnas que habían protestado de viva voz y al joven que se les había unido, a su pesar, para mostrar su entusiasmo.

Por suerte, el profesor, o lo que de él quedaba, trató de suavizar los dichos de las criaturas, ensalzando las virtudes de las chicas Crouchs y Ivashkov y también del entusiasta Gryffindor. Con buen sentido aceptó las misiones impuestas y dividió la clase según los distintos destinos donde encontrarían las reliquias extraterrestres. No parecía haber escuchado la propuesta de cada alumno, salvo la de Thomas E. Gryffindor. A ella misma le tocaba acompañarlo perdiéndose la oportunidad de volver a ver Hogwarts.

Al recomendarles pasar desapercibidos, Keaton enfatizó la prohibición de matar, interferir u opinar donde sea que fueran. Y no usar Magia salvo que fueran atacados. Los proveyó con valiosos amuletos a cada uno que les permitiría hablar el idioma reinante en cada lugar visitado. Al tomar el objeto que le correspondía, Mynerva se dio cuenta que su coqueto piyama celeste no era el indicado para visitar las lejanas y antiguas tierras de Egipto, el palacio de Tutankamón. Un rápido movimiento de su varita lo transformó una larga túnica tubular de algodón en colores crudos y sin mangas, que le pareció no sería notada en el magnífico palacio.

El profesor Keaton solicitó a Tauro y Leah a que abrieran dos portales para ser usados por los alumnos. Con un ligero cosquilleo de su columna vertebral, la bruja buscó los ojos de su compañero Thomas con el que se adentraría en esta aventura.

- ¿En qué lugares buscaremos primero ese preciado disco, @@Thomas E. Gryffindor? - preguntó tratando de ponerse rápido de acuerdo con su compañero de viaje en el tiempo hacia aquella tierra tan llena de misterios y embrujos.