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Transformaciones + Adivinación


Matt Blackner
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Había pensado poco acerca de la clase. Si bien ella tenía un objetivo perfectamente delineado para la misma, nunca esperó mucho de la misma, menos encontrarse con personas de su misma familia, que hacía años no veía.

 

Alzó las cejas y achinó un poco los ojos cuando se giró al escuchar aquel nombre: -¡Monica Malfoy Haugthon!- exclamó con sorpresa girándose hacia ella, que estaba detrás. Recordaba a todos a la perfección, atrás habían quedado los días en que a duras penas recordaba su propio nombre. Ella era su sangre y como si fuera poco, había vivido en la Mansión Haugthon por años, su tía había sido de las pocas brujas que le había dado asilo sin esperar ninguna explicación. Si tuviera que elegir cualquier persona en el mundo, sin dudas la elegiría a ella.

 

-¿Cómo estás querida? Que gusto encontrarte- le dijo como si fuera otra Avril, como si nada de los espantos ocurridos en su propia vida hubieran de hecho sucedido. Hacía tiempo que había encontrado la paz, con ella misma y con el resto de la comunidad mágica. – Veo que el fulgor de tus cabellos no cambia, no como los míos que ya son más grises que negros- bromeó. Sabía que Mónica era una mujer de una elegancia extrema, esas características de los Malfoy Avril no las había heredado. Al lado de ella parecía una pordiosera.

 

Entre tanto, el profesor las invitó a sentarse. La pelinegra señalo con asombro la silla. ¿En serio se podía aprender algo estando sentados en un pupitre? Pero claro, ella no era nadie para contradecirlo, aunque esperaba que pudieran vivir una aventura más movimentada en aquella clase.

 

-A mi me gustaría transformarme en dragón pero no sé si me da el peso- dijo un poco irónica, pero un poco sincera a la vez, ya que esa era su única preocupación de momento. El profesor comenzó preguntando acerca de las Leyes de Gamp.

 

-Emm…solo sé que no se puede “hacer” comida de la nada- dijo la antigua líder mortífaga mientras tomaba asiento y apoyaba sus pies sobre el bando que estaba junto al de ella, cruzándolos uno sobre otro. –Es decir, puedes hacer que se multiplique. Oí de un muggle que convirtió agua en vino y que multiplicó peces pero la gente le atribuía su poder a otra cosa. – Alzó las cejas otra vez y dibujó una sonrisa fanfarrona en su cara. Ese tipo era un mago muy bien encubierto y había logrado que todo el mundo esté hablando de él por milenios.

 

-Pero eso es todo lo que sé acerca de Gamp. Lo mismo con la vida, si ya está muerto no puedes producir vida de la nada. Este tipo también hizo un hechizo en cuanto a eso…- rascó la punta de su nariz con su varita aguardando a Mónica. Ella siempre había sido mejor estudiante que la morena.

 

 

•••

 

@@Matt Blackner

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Pensó por demás las palabras del hombre, parecían una especie de acertijo profético que no hicieron más que recordarle al zorro de cola pomposa. Y por tanto sopesar sobre aquello fue que casi le perdió pista, Jock le daba la espalda con unas cuantas cosas entre las manos y se dirigía hacia la orilla del río que colindaba con la zona donde los Arcanos descansaban. Apresuradamente miró el mesón, repasó lo que sobre éste había y tomó unos cuantos bezoar y branquialgas de un manotazo para apretar el paso y alcanzar a su Profesor sin perder el hilo de la "conversación", más bien monólogo, que estaba teniendo.

 

Lo segundo le atrajo más, no sabía si era porque se trataba del legendario Black Lestrange, padre de su medio hermana, o porque verdaderamente resultaba atrapante el hecho de interpretar hasta el más mínimo detalle del entorno, siendo vidente y dominando la adivinación, más allá de ser místico o no. Sonrió, lentamente la clase se tornaba interesante, pero como nada podía ser perfecto, en un abrir y cerrar de ojos el mago siguió sus pasos línea recta hacia el río.

 

—¿P-pero qué hace?— Las palabras escaparon de su boca sin que pudiera contenerlas, Jock volteó.

 

Ya lo tercero se tornó extraño, Macnair sostenía un bezoar en su mano izquierda y un puñado de branquialgas en la derecha pero las palabras del animago la marearon ¿O sería otra cosa? parpadeó, sentía los labios entumecidos, luego las mejillas. Los sonidos externos se volvieron lejanos, como si de repente tuviese un casco burbuja alrededor de su cabeza. Tragó en seco. Por algún motivo que desconocía seguía su voz, como aquel dibujo animado que sigue el dulce aroma de un pastel recién horneado y puesto en la ventana para enfriar.

 

Abrió sus manos, los objetos se perdieron en el fondo del río, asentía sin hablar, o quizás hablaba pero no era capaz de escucharse, solo decía que sí, que era lo que quería, dominar la adivinación, controlar sus visiones, interpretar los sueños. Pronto estuvo tendida en la superficie acuosa, sentía las manos de Jock bajo su espalda, volvió a parpadear más cuando contuvo la respiración cerró los ojos. El profesor la sumergió, como acto reflejo se removió, sus músculos no respondieron, se desesperó, abrió los ojos, lo veía borroso, su silueta se difuminaba pero curiosamente descubrió que no se asfixiaba, que no se ahogaba.

 

Se relajo, muy de a poco, intentó encontrar lo que se le pidió. Conectarse con aquella parte de sí que quería hablar, que quería comunicarse con ella. Desgraciadamente, y como cuando visitó a Sajag, fue capaz de oír una sola voz, o las tres que repetían al unísono una única frase.

 

—Morirán, todos morirán por ti.

 

¿Qué diablos tenía eso que ver con la adivinación? Quería que Jock la sacara de allí.

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Tanto @@Avril Malfoy como @@Monica Malfoy Haughton se saludaron. Parecían ser familia, algo muy común en Ottery, donde de alguna manera todos estaban emparentados y se conocían...menos yo, qeu supongo, era un poco raro.

 

Pero una vez se sentaron y parecieron centrarse un poco más en la materia, fue Avril quien expresó un cierto deseo. "Interesante" pensé, preguntándome a que se debería una afirmación asi. Todos en algún momento habíamos deseado convertirnos en dragón, si, no iba a negar eso. Pero al mismo tiempo sentía en ella cierto anhelo por lograrlo. Ladeé ligeramente la cabeza y sonreí.

 

- Efectivamente Avril, no podemos crear comida de la nada. O tal vez si... - Tomé la manzana, roja y brillante, que reposaba sobre la mesa a mi izquierda, y se la tendí. - A qué es bonita? huele bien, tiene el mismo tacto qeu una manzana...parece una manzana porque es una manzana. Pero si intentas morderla, lo único que encontrarás es un pedazo de piedra que encontré en el jardín de la Potter Black. - comenté. - Podemos recrear la comida, su aspecto, pero nunca crear comida real.

 

Ahora, busqué en mi bolsa, mientras seguía hablando con mis alumnas.

- Además, según el resto de leyes de Gamp, no podemos crear el conocimiento de la nada, sino qeu este debe adquirirse, igual que el dinero no puede crearse, como sucede con el dinero Leprechaun. Los muertos, es mejor dejarlos donde están, ya que si ellos no desean permanecer entre los vivos, no somos los indicados para obligarles. Por último, está el amor. No puede forzarse, ni crearse de la nada. Existen los filtros de amor, pero eso solo crea una sensación temporal e irreal. Para que se mantuviera en el tiempo deberíamos suministrar esa poción de forma constante permanentemente, pero nunca dejaría de ser un engaño a la otra persona, y a sus sentidos.

 

Al fin! Encontré lo que buscaba, dos rollos de pergamino qeu tendí tanto a Mónica como a Avril.

- Hay un hechizo básico de transformación, que nos sirve para transformar un objeto en otro, o para transformarlos en criaturas. Pero hay más. Existen tres niveles de transformación: el primero, más sencillo, para transformar unos objetos en otros. el segundo, algo más complicado, convierte los objetos en animales y viceversa. y por último, el que requiere mayor habilidad por su riesgo, el tercer nivel, donde transformamos a los propios humanos.

 

Esperé un momento, por si tenían alguna duda, antes de que supieran de que hechizos hablaba. Estaba seguro de que al menos uno de ellos despertaría el interés de Avril.

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Parecía que era momento de reencuentros, porque la mujer que había llegado algo antes que ella demostró por su reacción que la conocía perfectamente. De hecho, aunque se sorprendió a sí misma al recordar, Mónica también supo quien era inmediatamente después de escuchar su propio nombre salir de los labios de la otra, como tantas otras veces lo había escuchado cuando trabajaba en el ministerio.

 

- Vaya, creo que de todos los sitios del mundo, este hubiera sido en el que menos hubiera esperado encontrarte - dijo en modo de respuesta al saludo de Avril, a la cual había abrazado directamente sin esperar a que ella lo hiciera antes, lo que para los que la conocían podría resultar extraño. Avril no sólo era su familia y amiga, si no que había sido quien había marcado el camino que había recorrido su vida profesional y oculta.

 

Ambas empezaron una cháchara por la alegría del reencuentro, pero tuvieron que regresar cuando quien iba a dirigir la clase retomó la atención.

 

- Encantada entonces, Matt - le dijo cuando él aseguró que prefería que lo tutearan. A Mónica le daba igual llamarlo de una forma u otra, aunque también era cierto que en otro momento de su vida hubiera seguido insistiendo en mantener el protocolo y, por supuesto, las distancias.

 

Tomó asiento como el mago les había indicado y se mantuvo en silencio unos minutos, incluso tras las preguntas que lanzó. Primero dejó que respondiera Avril, no por ningún motivo en particular, si no porque la parte observadora de su personalidad era una de las pocas cosas que tras todo lo sucedido no había cambiado. Cuando la Malfoy más veterana mencionó la imposibilidad de crear transformar comida de la nada, fue cuando Mónica se animó a hablar.

 

- No se puede crear de la nada, aunque si se puede hacer aparecer si sabes donde se encuentra ¿no? - preguntó, aunque más que una duda había sido un pensamiento en voz alta, así que ella sola también se respondió-, pero claro eso no sería una transformación, si no una invocación se mordió el labio dubitativa y miró a sus acompañantes de hito en hito, sintiéndose ridícula por un momento.

 

- En realidad es que no estoy segura - confesó-, de hecho ya que lo has preguntado, Matt, si escogí esta clase es porque las transformaciones son uno de los tipos de magia que más dudas me genera. Dudas o curiosidad, puedes llamarlo como quieras.

 

Se quedó en silencio mientras Matt explicaba. Muy atrás quedaban aquellos años en los que Mónica había sido un alumna brillante en Hogwarts y, por tanto, algunos de sus conocimientos se habían quedado algo retrasados. De vez en cuando asentía de forma mecánica, como si así su cuerpo quisiera darle a entender a sus interlocutores que estaba comprendiendo la información que compartían en aquel momento. Lo que dijo sobre morder la piedra la hizo reflexionar.

 

- Entonces, ¿Podría utilizar un plátano para transformarlo en manzana? Digo, se vería como una manzana aunque al morderlo sabría a plátano al igual que ocurre con la piedra, ¿no? ¿O siendo el plátano un alimento no puede usarse en una transformación?

 

Aquella cuestión la lanzó a la vez que Matt repartió los pergaminos y explicaba los tres niveles de transformación. Repasó con la vista lo que ponía y se inclinó sobre el pupitre ubicado en un sitio realmente extraño-, para hablarle a su compañera de estudios.

 

- Parece que al final podrás convertirte en dragón - le susurró con una sonrisa divertida en el rostro, pues aquella idea se le antojaba algo graciosa. De hecho, le encantaría presenciar el momento si llegara a pasar, aunque realmente no estaba segura de si había entendido correctamente lo que Matt decía.

Editado por Monica Malfoy Haughton
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Asentía mientras el profesor les mostraba una manzana, diciendo que en realidad no era la famosa fruta de sabor exquisito sino una piedra. Avril la tomó es su mano y la giró, la acercó a su nariz para olfatearla. Parecía una manzana, pero no lo era. Era roca de ¿La Potter Black?- Ya…conozco las rocas de la Potter Black, algunas sabían bastante bien ¿Eh?- comentó con malicia alzando las cejas mientras miraba a Mónica, recordando las veces que juntas habían asaltado aquel lugar bajo sus máscaras, pintado las rocas que formaban sus paredes y vandalizado todo el vecindario.

 

-Bien, entonces “crear”, nada. Simplemente transformar una cosa en otra…- Eso le había quedado claro. Mientras explicaba las demás leyes de Gamp, encontró lo que había estado buscando en su bolsa. Les extendió un pergamino a cada una y aquí venía la parte que más le interesaba a la morena. Ávida, comenzó a leerlo.

 

-¿En el caso de que quisiera transformar un objeto en criatura…- comenzó a preguntar mientras señalaba un escrito en el papiro- …la criatura contaría con los movimientos propios o sería más bien un objeto con la forma de la criatura? – bajó los párpados asintiendo al susurro de Mónica. Si las leyes no le permitían disponer de dragones como lo hacía tiempo atrás, tenía que haber una manera de recrear uno.

 

Ellas, cuando pertenecían a la asociación ilícita más sangrienta de los últimos tiempos, usaban este tipo de hechizos en batallas: tenían varios trucos mágicos como el Morphos o Vitae, con el cual simulaban criaturas que no tenían las mismas características pero hacían algún tipo de movimiento y demás. Pero en realidad no conocía otro tipo de hechizo que hiciera el trabajo de esos dos, que ya de por sí eran copias malísimas de criaturas.

 

Sacó un pergamino propio para tomar anotaciones, aunque realmente esperaba que la clase fuera más de lo que venía siendo hasta ahora. Esperaba ir de aventura, transformar cosas y poder comprender de primera mano los efectos secundarios que de estas transformaciones derivaban, pero comprendía que no todo en la comunidad podía ser aparecerse y desaparecerse, correr o trepar, tirarse al suelo y rodar…olvidaba que en ese lugar lo burocrático tenía un lugar muy importante.

 

-Entonces…tres niveles- apuntó con su pluma luego de haber citado brevemente las cinco leyes de Gamp- Lo que me preocupa es, mejor dicho, lo que quisiera saber es cuanto de real tienen los objetos o criaturas o incluso personas, que vamos a transformar- dijo impaciente. Ella quería saber más- Es decir, peso exacto, o nivel de masa en que podemos transformar una cosa en otra ¿Estaría al nivel de la animagia la transformación de humanos? ¿Que podrían hacer y que , no?- Miles eran los cuestionamientos que la morocha tenia en su cabeza y millones, los que esperaba resolver - Lo escucho, profesor.- miró de soslayo su varita esperando el momento de finalmente usarla y atendió al experto en Transformaciones, aguardando que revelara el conocimiento que habían ido a adquirir.

 

 

•••

 

@@Monica Malfoy Haughton

@@Matt Blackner

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Parpadeó ¿Por qué no se estaba asfixiando? tocó su rostro, estaba completamente empapada por la lluvia. No recordaba que estuviera lloviendo en el sitio abierto donde Jock decidió dictar clases, ni mucho menos que se encontrase en un lugar rodeada por ¿nieve? se frotó los ojos ¿qué demonios estaba sucediendo allí? aun podía oír en sus cabeza las palabras del mago, incluso juraría que en su espalda sentía la sensación que provocaba la palma de sus manos pero allí no había nadie, estaba completamente sola. Se puso de pie, miró hacia la izquierda y la derecha, se topó con un bosque incendiado y una torre desmoronada de rocas oscuras, y en medio de la nada, un cuerpo tendido en el suelo.

 

Reconocía la escena, casi era como regresar años en el tiempo. Aziid acababa de aparecer en los terrenos del castillo Targaryen, estaba herido de muerte, antaño había muerto en sus brazos pero quizás ahora llegase a tiempo para salvarlo. Todo cambiaría, su vida sería distinta. Corrió, el vaho le nublaba la vista cuando respiraba con la boca abierta, hacía demasiado frío, la brisa le resquebrajaba la piel de los labios, le secaba las lágrimas que se congelaban en sus mejillas sonrojadas. Pero no avanzaba, ni siquiera un paso, corría en el mismo lugar, con el mismo paisaje. Y luego, caía.

 

Nuevamente sintió que se ahogaba, como cuando Black Lestrange la sumergió por primera vez. Abrió los ojos que por inercia cerró, por miedo a lo desconocido, por no entender qué le sucedía a su cabeza. Volvía a sucumbir a los métodos educativos del mago, volvía a estar en aquel río, desprotegida. Se cuestionaba si realmente la adivinación era necesaria, si con la videncia le bastaba, pero no, se removió negando para sí y no para zafarse del agarre, intentó concentrarse una vez más, seguir las voces que le hablaban bajo el agua.

 

—¿Qué más quieren de mi?— Preguntó, no podía gritar pero aun así oyó su tono retumbar en la cabeza.

 

No le hablaba a nadie en específico pero se sentía observada, cuestionada. La estaban poniendo a prueba. Fuerzas mucho más poderosas que ellas y que el mago que la introducía al mundo de la adivinación. Macnair oyó, oyó con claridad cuando le respondieron, querían que viera, solo eso, que viera... ¿pero qué debía ver? nuevamente le dieron ganas de vomitar ¿era posible estar mareada sumergida en el agua? cerró los ojos, lo opuesto a ver, los apretó con fuerza hasta que dejó de sentir el frío del agua y fue abrazada por los cálidos rayos de rol.

 

Se encontraba en un claro, alguien la llamaba ¿tía? buscaba al dueño de la infantil voz. Dio con él a pocos metros, era Kalevi, el pequeño hijo de su hermana ahora desaparecida. La ternura que brotaba de su cuerpo casi la hizo temblar pero sus movimientos, precisos, certeros, demostraron todo lo contrario. Siempre había querido forjar lazos con el niño pero lo que hizo no fue más que poner fin a su corta vida. Un corte limpio y cayó al suelo con sus enormes ojos fijos en ella ¿Qué había hecho? ¿Cómo podía traicionar a la sangra de esa manera?

 

Las manchas de sangre en el pecho de su camisa le recordaron a las que dejó el café que derramó en la mañana, luego de soñar con el zorro. ¿Sería todo cuestión de interpretar? estaba perturbada. Entonces, y finalmente, sacó al cabeza del agua, verdaderamente ahogada, dando manotazos como si llevase un océano dentro de los pulmones, tosiendo y escupiendo, recuperando completo uso de sus extremidades, apartándose de Jock, intentando a toda costa recostarse en la orilla.

 

—¿Q-qué... qué fue eso?

 

Preguntó sin aire.

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