Jump to content

Videncia


Sajag
 Compartir

Publicaciones recomendadas

¿Cómo que no está en los terrenos del Ateneo?

 

Oh, sí, verá…

 

Mr. Pippin era un hombre curioso por naturaleza, Mei ya lo sabía, y también sabía que él se encargaba de estar informado acerca de todo, a pesar que nadie se lo contara directamente. No por nada conocía varias historias que se encargaba de relatar cada vez que uno iba a inscribirse a alguna habilidad o libro.

 

… y así fue como el Arcano de Videncia salió del Ateneo.

 

Sólo escuchó la parte que le interesaba, lo que había dicho entre medio realmente no era algo que debiera saber, o por lo menos eso pensaba ella, sobre todo si se encontraba guiando a otra persona en la búsqueda de abrir su ojo interior.

 

Pero entonces, ¿qué hago? ¿Vengo más tarde? ―preguntó, aún indecisa de lo que debía hacer.

 

Oh, no, claro que no. Diríjase a los aposentos del Arcano, él encontrará la forma de contactarse con usted. Porque verá, el Arcano Sajag…

 

Volvió a retomar su perorata, a pesar de que Mei ya no lo escuchaba, pero su rostro y movimiento corporal en general simulaban oír atentamente. En cuanto el hombre hizo una pausa, probablemente para recuperar el aire y proseguir, ella aprovechó para escabullirse.

 

Hacía tiempo no se cruzaba con ese hombre, le última vez había sido cuando se inscribió para Oclumancia, hacía ya unos buenos meses atrás, por lo que había olvidado que debía evitar darle charla o quedaría atascada allí toda la mañana.

 

Aun pensando en eso y en lo divertido que a su vez resultaba ver cómo otras personas –sobre todo novatas- quedaban atrapadas por el sinfín de historias que el hombre aprovechaba a contar, se dirigió hasta donde Pippin le había indicado que se encontraba la casa donde el Arcano de Videncia vivía.

7ND4oqh.gif ~ c3cuSMA.gif


4uqeTef.png


sEAaDO5.gif


Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

El Arcano permaneció con el rostro bobalicón de quien anhela escuchar emociones, atento a las palabras de aquel autovidente proclamado. No perdió, sin embargo, ni una sola interpretación que hizo su pupilo (por fin admitía que le estaba evaluando) y asintió varias veces al hombre embaucador, como si afirmara sus palabras aunque, en realidad, asentía al muchacho.

 

- ¡Oh, oh! ¿Todo eso dice el Mago? ¿Entonces, la Torre no significa la muerte directa si te caes de ella? ¡Oh, mira, sobrino...! El Carro... Se avecinan buenas noticias. ¿Usted cree que cobraremos la herencia de la Tía Maude? Por favor, por favor, ¿eso nos lo puede asegurar, señor? Vuelva a tirar las cartas, por favor, por favor... ¡Pooor faaaa...vooooor!

 

El brillo en los ojos de aquel hombre haraposo se acentuó y volvió a barajar. Sajag alzó la mano y una carta voló del mazo y se posó encima del terciopelo ajado.

 

- ¡Oh, la Rueda de la Fortuna! Maravillosa carta, señor, ¿verdad qué sí? ¿Y está? El Mundooooo, ohhh, ¿significa que tendremos el mundo a nuestros pies, que seremos ricos? Y esta tercera es la Muerte... Uhhhh, ¿la muerte de la tía Maude tal vez? ¿Quiere decir que hemos hecho bien en asesinar a la tía y que podremos cobrar su fortuna, señor?

 

El hombre pareció ponerse nervioso. Tal vez fuera al ver que las cartas volaban por el aire y se iban poniendo, una encima de la otra, sobre la mesa, enseñando sus imágenes sin que nadie las moviera. O tal vez fuera por la confesión del crimen de aquellos dos clientes a quien pretendía timar hasta su última moneda. Sajag sonrió de forma afable y se dirigió hacia su acompañante.

 

- ¿Crees lo mismo, sobrino? ¿Las cartas estarán diciendo que vamos a ser ricos? Porque usted no conocía a la tía Maude; si la conociera... seguro que sabría que somos ricos con su ausencia. Era una mala bruja. Espere, se lo enseñaré...

 

Movió la mano y dejo los dedos hacia arriba, haciendo girar el índice hacia el horrible bicho disecado. Aleteó. El cadáver del cuervo graznó antes de soltarse del techo y bajar hasta el hombro del Arcano, donde quedó allá, con los ojos rojizos cual espectro oscuro que anunciaba algo al tramposo. Graznó de nuevo y el sonido resonó por toda la tienda, despertando ecos extraños. Si el hombre había intentado dar una sensación mística en aquel lugar para cazar a incautos, ahora parecía un lugar inundado de una atmósfera tétrica. Una neblina grisácea, como la de smug con la que solía amanecer la ciudad de Londres a la orilla del Tamesis, cubría ahora el interior y se filtraba por debajo de los muebles. Éstos empezaron a saltar solos, acompañados por los gritos asustados del hombre. Cada vez que la lengua de niebla encontraba alguna artimaña con la que el tramposo engañaba a los pobres ingenuos que atraía allá dentro, se volcaba y quedaba allá, patas arriba, mostrando las entrañas mecánicas con las que el hombre "predecía" el Futuro.

 

El rostro de Sajag se iba haciendo cada vez más oscuro e incierto, en las tinieblas de la tienda.

 

- La Rueda de la Fortuna - musitó - le indica que va a cambiar de oficio, la suerte está fuera de su control y no volverá a usar tretas para predecir nada.

 

Otro mueble dio media vuelta, esta vez la mesa en la que estaban las cartas. Debajo de ella, un cable enlazaba con otro mueble en el que descansaba la bola de Adivinación. El rostro del Arcano se vio reflejada en ella mientras levitaba en el aire y se acercaba, rodeaba por las cartas del tarot que la rodeaban como si fueran su anillo.

 

- El Mundo predice que necesita un cambio de aires. Urgente. Y la Muerte... Rece para que lo que pierda de valor no sea su vida. Señor. ¿Cómo se atreve a timar a los necesitados, timoratos que sólo desean algo de paz en sus palabras. Yo... ¡Le condeno!

 

Sajag chasqueó los dedos y se levantó, tan rápido, que el hombre sólo pudo chillar cuando sintió el ardor de sus dedos en la frente.

 

- Le condeno a Ver de verdad. Su Ojo Interior despertará y verá siempre, sin poder evitarlo, en la cola del pan, en el autobús, en el médico, en los parques, en las playas. A cualquier sitio que vaya, verá y no podrá sobrevivir al dolor que le cause saber lo que va a suceder, a sus amigos, a usted mismo, a la gente desconocida que roce por casualidad en el metro o en cualquier lugar. Sufrirá con lo que vea. Le condeno y le maldigo a tener Videncia incontrolada.

 

Separó los dedos de la frente del desdichado, quien gimió y gateó en el suelo, bajo la bola de cristal levitadora.

 

- Vagará por el mundo sin poder evitarla. Use esta maldición para Bien y ayude, con ella. Nada de dinero ni para usted ni para nadie que le rodee. No cobrará nunca, ni nadie cobrará por usted. Aunque sólo sea una humilde manzana, se pudrirá antes de que la coma. No sobrevivirá con este Don, tendrá que trabajar para poder comer. Y sólo de viejo, muy viejo, si ha acumulado suficientes hechos buenos con su Habilidad, podrá librarse de esta agonía que es la Videncia.

 

La ira del Arcano era tal que se volvió, iracundo, hacia su pupilo.

 

- ¿Entiende mi maldición, Sr. Hank? ¿Puede entender lo duro que ha sido mi castigo por abusar de la Habilidad?

 

Le costó recuperar el suficiente ánimo para no enfrentarse al muchacho quien, de momento, no había demostrado querer acabar como aquel desdichado que había tenido la desgracia de cruzarse con el Arcano. Contempló lo que le rodeaba, con una sensación de asco en la cara.

 

- Sr. Dayne, ya que estamos aquí... ¿Quiere probar suerte en la Bola de Adivinación? Deje que su mente fluya y vea... Si yo le digo una palabra, dígame que ve, interprete si es futuro, pasado, presente, si ocurrirá o sólo es una visión sin consecuencias.

 

El humo se arremolinó dentro de la bola de adivinación y, de repente, la imagen de una mujer de pelo castaño, largo, ojos de color marrón, delgada, de apenas metro cincuenta... Caminaba hacia una puerta y la golpeaba con una mano pequeña. El Arcano arqueó una ceja, sorprendido. Reconocía bien aquel edificio en el que estaba y sabía de quién se trataba.

 

- Vaya... No me esperaba esto... ¿La reconoce, Sr. Dayne? - El Arcano sonreía, por primera vez en todo el día. Sabía la respuesta. - ¿Qué ve en la bola sobre ella, muchacho? Creo que tendremos que abandonar el lugar. Empieza a oler a quemado...

 

Y a saber cómo había sucedido, el fuego empezaba a propagarse por las telas de la tienda. El dueño huía. Les tocaba salir a los dos ahora.

 

- Venga, busquemos un lugar donde leer los posos del té, me interesa saber lo que lee en ellos.

m1Q3ONE.png
Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Jank había presenciado situaciones extrañas durante su vida. Muchas incómodas, de esas que se preferían olvidar una vez terminadas. Otras, por el contrario, tan extraordinarias que hicieron mella en su personalidad. Sin embargo, la escena de la que fue testigo dentro de aquella carpa jamás la sabría definir. El papel que se había asignado a sí mismo el arcano lo estaba desempeñando de maravilla. Jank asentía a cada palabra que decía, tal y como él lo hizo cuando le susurraba la interpretación real de las cartas. Incluso, cuando el arcano añadió a la historia el punto sombrío que quebraría la actuación, quiso seguir el juego observando al embaucador sin parpadear. Le llamó la atención lo rápido que la viveza en sus orbes se transformó en desconcierto cuando Sajag mencionaba el asesinato ficticio; y es que por fin el tiro le salía por la culata.

 

Tuvo que agachar la cabeza para esquivar una silla diminuta que salió dispara por los aires. Jank la examinó cuando cayó al piso, destruida. Bajo la madera tenía al menos una docena de compartimientos repletos de cartas previamente alteradas, galletas de la fortuna trucadas, pergaminos hurtados e incluso información ilegal acerca de los clientes frecuentes. El mago respiró hondo y lo miró, impactado. La mayoría correspondían a madres solteras en busca de consuelo, o personas desahuciadas que ahorraban su pago mensual para gastárselo en tres consultas. Evitó pensar la cantidad de personas ilusionadas por falsas promesas. Gente que regresaba a su casa portando una sonrisa en el rostro con fecha de caducidad y los bolsillos vacíos. El Arcano estaba dándole una cucharada de su propia medicina.

 

Cuando las cartas formaron un anillo alrededor de la bola de cristal, Jank quedó asombrado. Y todavía más cuando Sajag decidió condenarlo. Podía percibir la severidad de sus palabras. Estaba irritado, ofendido, decepcionado, sentimientos que al combinarse desataban una tormenta como aquella. En el instante que el arcano tocó la frente del hombre, Dayne sintió una vibración en el aire, como si la atmósfera se corrompiera aún más. Se asemejó el sonido de una campara al ser abatida, pero al revés. Fue incómodo, turbio. Tuvo que cerrar los ojos.

 

Entonces vio a ese hombre en las calles, mendigando. También lo vio en las plazas, tratando de engañar a los niños para que le pagaran por adivinar los resultados de sus exámenes. Cuando lo lograba y compraba comida con esas monedas, se podría. Intentó comprar agua, pero se secaba. Después de que no pudiera sostener su mentira a los clientes anteriores, les devolvió el dinero a cada uno, creyendo que sería suficiente. No fue así. El estafador no encontró otro modo de ganarse la vida hasta pasados, a juzgar por la barba crecida y el cambio físico, varios años. El último trozo que pudo ver del tipo fue una escena dentro de una tienda de artículos muggles, bajo la constante vigilancia del dueño. Como los precios estaban enmarcados en los productos, jamás podría timar a otra persona de nuevo.

 

Salió del trance cuando escuchó una lámpara de cera caer. La neblina grisácea había levantado un mueble que, al girarse, desmanteló una mesa que la hizo estrellarse contra el suelo. Debido al sonido de los demás objetos y a que Sajag apenas iba terminando su dictamen, nadie se percató. Jank decidió ignorarlo. Estaba demasiado conmocionado por lo que acaba de ver. Una lágrima se le escapó de repente, eliminándola con la lengua cuando llegó hasta la mejilla. Había sido alucinante, literalmente.

 

Carraspeó para centrarse, acercándose hasta la bola de cristal que Sajag señalaba. Jank sonrió. No tuvo que mirarla dos veces para saber de quién se trataba.

 

- Sí, la conozco. Es Mei.

 

No quiso dar más detalles, como que su relación estaba estrictamente relacionada a la Orden y que era su líder. Tardó unos segundos para saber cuándo se presentaría esa acción. Esta vez supo controlarlo mejor, por lo que pudo ver sin cerrar sus ojos físicamente. Empezaba a acostumbrarse a la sensación.

 

- Estará allí dentro de unos minutos - dijo, mientras lo acompañaba afuera de la tienda. Jank volteó solo una vez y, usando su varita, envió una ráfaga helada que apagó las llamas. Varios niños se acercaron corriendo para jugar con la nieve que fue desapareciendo poco a poco debido al calor veraniego. El olor del antiguo fuego, al menos, disipó el hedor de pescado. A medida que avanzaban por las abrumadoras calles de Kensington and Chelsea Town, se dedicó a observar los distintos locales hasta dar con alguno que les proporcionara tazas de té. La práctica sonaba intrigante.

 

De repente, Jank tocó el hombro del arcano y señaló un modesto puesto de bebidas calientes, solo cubierto por un toldo azul que al moverse por la brisa daba la impresión de estar observando olas marinas. Al acercarse, no pudo contenerse y habló.

 

- Arcano, he de decirle que pude ver al estafador. Aprenderá su lección, aunque le costará varios años de tropiezo. Terminará siendo el empleado de una tienda de objetos no mágicos, guardándose el Don para sí. No creo que tenga intenciones de aprenderlo, o que esté entre sus capacidades. Pero me dejó aliviado que no habrán más personas manipuladas por sus mentiras - suspiró - creí que le gustaría saberlo. Oh, bueno, seguro ya lo habrá visto.

 

Jank pagó por su té y por el de Sajag. La señora, de cabello corto y blanco, les sonrió y entregó dos tazas: una blanca de bordes dorados y una negra con estrellas amarillas. Jank tomó la primera y la bebió hasta el final. Lo encontró delicioso, al natural, tal como le gustaba tomarlo. Una de las pocas cosas que adoraba de la cultura inglesa, sin duda. Tomaron asiento frente a unas mesas dispuestas para un local abandonado cercano a ellos. Respiró hondo, tratando de aislarse del bullicio que los rodeaba.

 

- Una isla. Una isla rodeada por agua dulce. Allí, un laberinto - empezó - resguarda a una pirámide. Después, adentro, una sala - giró la taza, tratando de describir con palabras lo que veía - también una serpiente que se está mordiendo la cola, como los ouroboros. Varias puertas. Seis. ¡No, siete! - la vuelve a girar - hay que abrir una. Tengo que abrirla. Me veo haciéndolo, pero supongo que he de averiguar lo que hay dentro.

 

Miró al cielo. El sol empezaba a ocultarse.

 

- Mei ya debe estar frente a la puerta. ¿Volvemos?

Editado por Jank Dayne

THIS ONE.jpg

blinkie.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

- No. No volvemos... -- contestó al final de toda aquella conversación que aún tendrían.

La mirada de Sajag estaba perdida bien lejos de aquel lugar, observando la vida de muchos de los que se habían cruzado con él en aquel viaje, incluido su pupilo. Su mente reseguía los sucesos que habían aún que devenir y que él había causado con aquel presente. Perseguía las consecuencias de lo sucedido hoy y veía el futuro de unos niños a los que, en algún momento, aquel desgraciado timador vería e influiría en su futuro y que, a su vez, provocaría una cadena de favores que haría que, dentro de unos cien años, llegara a Primer Ministro una mujer que aún no había nacido ahora ni, siquiera, gestado su propia madre. Esa mujer tendría un papel importante en la creación de una serie de Congresos para la aprobación como seres racionales a la raza que ahora se consideraba criaturas, a los...

- ¿Qué... ? Perdona... Estaba abstraído.

Aunque su voz sonó algo derrotada, sabía que había hecho lo correcto.

- Nuestras acciones siempre tienen un objeto y unas consecuencias. Muchas veces creemos en el libre albedrío cuando, en realidad, todo está parcialmente escrito y cuando no le hacemos caso, el Destino se encarga de enderezar nuestras torpezas... Y, sin embargo, tampoco es totalmente así...

El Arcano bajó la mirada hacia su taza y sonrió:

- Su alma vive dentro de una noche estrellada...

Acarició la sencillez de la loza y después contempló a su pupilo, quien le contaba lo que él había visto sobre el pobre hombre huido. Cuando acabó de hablar, guardó silencio, saboreando el olor que transportaba el aire, el movimiento de aquel toldo azul, los susurros en que se habían convertido las voces de los que caminaban por aquel lugar... Era agradable. Diferente al mundo en que se había movido durante tantos años en la Universidad mágica pero agradable al fin y al cabo.

- ¿Usted sería capaz de ver el futuro de algo más grande que la vida misma y sacrificarse para que funcionara? Le contaré una historia, la del mejor Vidente que he conocido jamás. Era un hombre sencillo que había aprendido desde niño a que el futuro no estaba escrito, que podía cambiarse. Creía en la libertad de acción de todos lo hombres y en que cada uno se creaba su propia historia. No creía en el Destino escrito sino en los libros de páginas en blanco. Enseñaba a sus pupilos a Ver e interpretar con sabiduría para que éstos ayudaran a abrir el ojo de otros. Soñaba en el día en que todos los seres vivos vieran con normalidad, desde pequeños, sin ninguna traba. Un día...

Sajag volvió la vista a su taza. El té se estaba enfriando. Sus ojos se perdieron en el líquido ambarino, viendo los posos moverse con pereza en el fondo.

- Un día mi Maestro vio un futuro en el que yo enseñaba a un pupilo a abrir su ojo interior de manera que se convirtió en un Vidente de referencia mundial. En su momento, él se convertiría en la ayuda de una gran líder y sus logros llegarían lejos en la lucha por la mejora de la sociedad en que vivían. Ese Vidente sería su mano derecha y conseguiría ayudarla de manera que llegaría a una gran victoria. Pero... - la voz del Arcano se volvió más floja y pensativa - vio mi muerte mucho antes de que llegara a ayudar al joven a darse cuenta del potencial que tenía. Una muerte desagradable, por cierto... Él vio el dónde, el cómo y el cuándo y... Estaba allá cuando debía suceder. Y sucedió aunque fue él quien falleció. Dígame, sr. Dayne... ¿Sería usted capaz de sacrificarse por el Bien Común de esa manera?

El Arcano dejó la taza sin beber sobre la mesa y se incorporó.

- Piense en ello porque deberá pasar por ello durante su prueba.

Negó con la cabeza.

- No. No volvemos. Volveré yo solo. Como ha adivinado con su lectura, creo que usted tiene una gran fuerza que le convertirá en el Gran Vidente que este pueblo necesita pero... no le será fácil. Y usted lo sabe. Lo ha visto. No sabe lo que hay allá dentro, de la séptima puerta... ¿Quiere saberlo? Pues sea sincero conmigo y con usted mismo: ¿está seguro que quiere pasar la terrible prueba que le espera y vincularse al Anillo de Videncia? Como ha podido comprobar con ese pobre infeliz, ser Vidente es un verdadero castigo del que usted puede librarse. Sencillamente diga no y váyase. No se preocupe, no iré tras usted ni le... tiraré un cuervo disecado a la cabeza. Váyase y no vuelva al Ateneo a buscarme. Sin embargo...

 

Sajag caminó un par de pasos para salir de aquel lugar, listo para desaparecer y volver a su casa. La añoraba. No se había dado cuenta de lo que la añoraba hasta ahora, que se notaba cansado.

 

- Sin embargo, si realmente quiere intentarlo, venga a verme. Dentro de dos días. En el lago del Ateneo, le enseñaré la isla, el laberinto, la pirámide, las puertas... Me odiará por eso, esté bien seguro... Es su decisión. Ahora he de despedirme, la señorita Mei me espera y usted sabe que no hay que hacer esperar a las damas.

m1Q3ONE.png
Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

A Jank se le erizó la piel a medida que la historia contada por Sajag iba desarrollándose. La brisa de la tarde acompañaba sus palabras. Al principio se negó a aceptar que tenía una papel en esa historia. Tal vez por su propio deseo de querer ser invisible, de desaparecer cuando la oscuridad dominara todo. Poco o nada quedaba de su reputación, y cuando ya lo estaba aceptando, cuando por fin creía haberse decidido en morir bajo la ignominia, el encuentro con Sajag cambió todo. Le hizo percatarse de la importancia de las cosas que le enseñaba el Ojo. Por eso, a partir de ahora podía verlo todo desde un panorama distinto. El que iba a pasar.

 

Aun así, le costó verse siendo tan útil para Mei. La admiraba por lo que era, como a la mayoría de los líderes, y le confiaría su vida si el bando dependiera de eso. Pero no estaba seguro que ella pensara lo mismo de él. Sin embargo, no se cerró a la posibilidad de un futuro de victorias. Eso alentaba a cualquiera. Solo esperaba vivir lo suficiente para formar parte de esa época.

 

Suspiró y decidió no responder, pues supuso que la pregunta debía responderla interiormente. Llevó la mira a la calle, justo cuando los mismos niños que se abalanzaron sobre la nieve volvían a sus casas, corriendo, empapados de agua fría. La sonrisa impresa en sus rostros era contagiosa, y ni siquiera Jank podía evitar sentirse pleno cuando ellos lo hacían. Estaba harto del sufrimiento, del llanto injustificado, de las vidas inocentes quebradas por las malas decisiones de sus antepasados. Anhelaba la paz, la completa armonía, pues era algo que nunca había probado, pero sabía que era lo mejor. Sí, se sacrificaría. Por las razones correctas.

 

Dejó la taza de té sobre la mesa. Susurró un hechizo simple para devolverla a su dueña, quien a la distancia agradeció el gesto. Soltó una carcajada corta cuando Sajag hizo mención del cuervo. La anécdota quedaría para la posteridad. Jank asintió.

 

- Sí, estoy seguro, arcano. Tengo que saber qué me depara esa puerta.

 

Observó al sabio marcharse. Jank se tomó el resto del día para visitar los puestos de comida y artilugios. Conoció a un grupo de aventureros brasileños que se habían perdido y vagaban por aquellas calles en busca de orientación. Jank les recomendó una agencia en Diagon, y hasta los llevó a las chimeneas que los transportaron directo al sitio. Le agradecieron con un abrazo y unas maracas. Si no se los hubiese encontrado, Jank había visto que perderían todo su dinero y pasarían diez meses sin volver a su país, lo que hubiese ocasionado que la esposa de uno de los hombres creyera que estaba engañándola en otro continente y se quitara la vida por melancolía. Por suerte, su futuro cambió cuando tomaron el camino correcto. Incluso le llegó a la mente la imagen de unos mellizos producto de esa relación.

 

Jank volvió al Castillo Evans solo para aguardar allí las cuarenta y ocho horas restantes, cuya mitad invirtió en numerosas siestas de cinco y seis horas, baños relajantes y noches de estudio. Al segundo día, fue al encuentro de Sajag en el lago del Ateneo.

THIS ONE.jpg

blinkie.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

A pesar de su encuentro con Mr. Pippin, el cual solía estresarla un poco, en aquella ocasión la había animado. Incluso se sentía bastante alegre y, para qué negarlo, curiosa.

 

Ciertamente era la primera vez que se cruzaría con aquel Arcano, el que era tan famoso por ser el Vidente actual más poderoso de todos, pero no era eso lo que la tenía emocionada, sino el hecho de que tal vez él podría responderle a las mil interrogantes que últimamente se habían planteado en su cabeza, aunque algunas de ellas más que aparecer, habían resurgido.

 

No era realmente aficionada a sentirse intrigada por saber lo que se aproximaría, o eso había pensado antes. O más bien no lo había pensado demasiado. Pero ahora le daba demasiadas vueltas a todo, sobre todo con su último viaje que la había mantenido alejada por tiempo y distancia como nunca antes desde que había arribado en la mansión Delacour, cerca de siete años atrás.

 

Fue entonces cuando comenzó a notar la forma de una casita a lo lejos. No lo pensó demasiado, aceleró el paso y comenzó a correr, dio un salto y, en el aire, se transformó en un gorrión que rápidamente alzó vuelo. Revoloteó alrededor de la casa, mirando todo por si Sajag había llegado ya, pero no vio nada en el exterior que llamara su atención.

 

Con cuidado descendió hasta posarse sobre el marco de la ventanita de la vivienda, pero no observó hacia adentro, pues era d mala educación. Dio un par de saltitos aquí y allá, hasta que creyó oír ruidos en las cercanías. Saltó, esta vez para bajar, y en cuanto tocó suelo, volvió a transformarse.

 

¿Hola? ¿Hay alguien?

7ND4oqh.gif ~ c3cuSMA.gif


4uqeTef.png


sEAaDO5.gif


Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

La habitación de Sajag era muy sencilla y la mujer que esperaba en la puerta pudo ver su interior en cuanto se abrió. Todo un anaquel de libros al fondo, que empezaba en el suelo y acababa en el techo de la misma. Un gran ventanal con unas cortinas oscuras corridas, por el que, en aquel momento, entraba un tímido rayo de luz que reflejaba una atmósfera mística y nebulosa en el humo tenue que salía de una tetera que hervía en un fuego mágico. Un par de tazas reposaban, boca abajo, sobre la única mesa que había en el lugar, si exceptuamos una casi inexistente mesa ratonera al lado del camastro, en un lateral junto a un sencillo banco de madera sobre el que descansaba un instrumento musical hindú muy antiguo. En el tapete rojo también descansaba una antigua baraja de tarot con figuras que denotaban un gusto pictórico de hacía siglos. Seguro que un anticuario disfrutaría con ellas si algún día el Arcano las pusiera a la venta.

 

A la derecha, junto a un muestrario de hierbas que colgaban en el aire, secándose, un par de sillas bajas que, seguro, serían incómodas para quien las usara. Encima de una de ellas, una bola de adivinación que giraba lentamente, casi con pereza. En aquel momento, la cara de una muchacha se reflejaba, demostrando una gran rabia y enarvolando una varita hacia alguien que debía estar frente a ella.

 

El Arcano carraspeó a la espalda de la mujer que acababa de transformarse para llamar a la puerta. Al estar delante, él no podía pasar. Sonrió. Sajag es un hombre bochachón al que pocos verían alguna vez exaltado y a los que muchos nunca quisieran ver enfadado.

 

- Señorita Black Delacour... Pensé que llegaría a tiempo pero veo que me ha adelantado el camino. Entre... Nos espera un té con menta que seguro que encontrará interesante. Al menos sus posos...

 

Sajag movió levemente la mano y la bola abandonó la silla para flotar hasta su mano. Contempló, pensativo, la Visión asesina y volvió la vista a su nueva pupila.

 

- Parece que alguien quiere asesinarla, señorita Black Delacour. Parece ser en el Ministerio, esas aguas son de la Fuente del Atrio... ¿Cree que la Videncia puede ayudarle para sobrevivir en este pueblo? - La sonrisa de Sajag se hizo un poco más aguda, como si cuestionara lo que veía de ella. - ¿Para qué usará esta Habilidad, suponiendo que consiga pasar la prueba para vincularse a ella?

m1Q3ONE.png
Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Se sobresaltó en cuanto oyó una voz proveniente detrás de ella en el momento en el que había quedado de frente a la puerta. Se volteó rápidamente, notando que allí se hallaba al hombre que buscaba. O eso suponía, a fin de cuentas no recordaba haberlo visto alguna vez.

 

Era bastante alto, más de la media normal –pues, por lo general, cualquiera era más alto que Mei-, y a pesar de que su cabello no transmitía señales de vejez, su rostro sí, e incluso su sobresaliente barriga.

 

No le sorprendió que el hombre supiera su nombre, de hecho le habría extrañado de no ser así. Su visión acerca de los Arcanos era que se trataba de ancianos todos, sabios y que sabían mucho más de lo que aparentaban, por eso que supiera su nombre sin siquiera haberse presentado no era algo de extrañar. Sobre todo viniendo del Arcano de la Videncia.

 

Ah… sí ―se limitó a decir, asintiendo con la cabeza y haciéndose a un lado para dejarlo pasar primero.

 

La habitación era pequeña, con apenas pocas cosas, las suficientes como para que una persona se sintiera cómodo, aunque no en exceso. Otra característica que podía agregar a los Arcanos, por lo menos a aquellos los cuales había logrado entrar al lugar donde habitaban. Dio un par de pasos por el interior, curioseando lo poco que había, siguiendo de cerca al hombre, el cual volvió a llamar su atención, revelándole algo que nuevamente la tomó desprevenida en un principio.

 

La verdad es que siempre habrá alguien que desee matarme ―admitió con un leve suspiro, a la vez que sonreía torcidamente para luego desviar la mirada. No era algo de lo cual poder bromear, más bien era un gesto de resignación―. Seré totalmente franca, ―volvió a decir, esta vez mirando fijamente a Sajag― no tengo idea si la Videncia podrá ayudarme a sobrevivir ante un ataque, porque simplemente no sé el principio básico de la habilidad: Si soy capaz de ver el futuro, ¿puedo ser capaz de cambiarlo? ¿O con el sólo hecho de intentarlo estoy creando el destino que vi?

 

»No soy alguien que desee conocer a fondo el futuro, ―siguió luego de hacer un breve silencio, en el cual aprovechó para sentarse en lo que era una silla bastante incómoda― siento que esta habilidad puede ser una bendición, como así también una maldición, por lo que si lograra superar la prueba y adquirir la habilidad, la utilizaría para momentos muy precisos si es algo que puede lograrse. En este momento no temo decir que la usaría para proteger a mi familia.

 

Se cruzó de piernas como pudo. Por un momento, su buen humor se vio opacado por la sombra de la preocupación. Aún no podía sacarse de encima aquel pensamiento de que algo iba a suceder, que en cualquier momento algo iba a irrumpir su felicidad y que podía afectar seriamente su familia. Ya el mismo Arcano se lo había vaticinado apenas entrar a la vivienda, ¿se trataba de eso aquello por lo que llevaba meses inquieta? ¿O era otra cosa también?

7ND4oqh.gif ~ c3cuSMA.gif


4uqeTef.png


sEAaDO5.gif


Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

El Arcano pareció sorprenderse ante la afirmación de la mujer sobre su desconocimiento del principio básico de la habilidad. Era la primera vez que alguien reconocía sus propias limitaciones ante la clase. Le gustaba. La humildad de conocerse ignorante es una habilidad por sí misma y ayuda mucho en la relación con quien quieres aprender a utilizarla. Así, sonrió levemente a la mujer y se adentró más en la habitación. En una situación en la que estuviera a solas, se hubiera quitado de encima aquellos ropajes y se hubiera puesto cómodo. Sin embargo, ya que tenía visitas, aguantaría aquellas sandalias y aquella túnica un poco más.

 

Le señaló el asiento al lado de la mesa y él mismo se sentó al lado. Las tazas vibraron un poco, como si estuvieran ansiosas por posarse en ella pero Sajag negó levemente. La bola se posó, con cuidado, entre ellos dos.

 

- El Futuro siempre cambia, constantemente, es lo más variable que existe. Así que... ¿Para qué cree que sirve la Videncia si el futuro es movible y cambia a cada paso? Que usted lo conozca le da poder sobre él pero... ¿seguro que ese poder existe en realidad? ¿Cree que saber que un edificio caerá un día y hora concreto por algún motivo es inexorable o podrá impedirlo para que no caiga sobre esa madre y ese carrito de bebé? Dígame, Srta. Black Delacour, ¿intentaría salvarlos impidiendo el derrumbe? ¿Lo dejaría pasar? ¿Sirve la Videncia para cambiar el Futuro? ¿En qué momento podría cambiarlo para garantizar que se produce el cambio?

 

Demasiada labia, al Arcano no le gustaba hablar y, sin embargo, siempre se excedía en presencia de los pupilos que se acercaban a su humilde habitación. Chasqueó los dedos y un libro se acercó, volando, literalmente con las dos tapas haciendo de alas, hacia sus manos. El Arcano lo dejó en la mesa, al lado de la bola, en dirección a la mujer, para que ella leyera.

 

-- Es un capítulo largo pero dígame, ¿qué opina usted sobre esta lectura?

 

 

4hVJSZz.jpg?1Una noche tuve una Visión sobre mí mismo. Mi mujer murió el 12 de agosto en un atraco a un banco, de una bala en la frente, y yo abandoné toda esperanza de seguir viviendo sin ella. Me di a la bebida y a las drogas y, al final, lo conseguí, doce años más tarde, muriendo de una enfermedad hepática autoinmune. Dejé atrás una familia que no me lloró por lo mal que se lo hice pasar en ese tiempo y mi cuerpo descansó en una fosa común para indigentes, alejado de mi dulce Teresa.

Cuando desperté, me propuse que ese futuro nunca se cumpliría. Traía dinero físico a casa para que no tuviera que entrar en ningún banco y su destino no se cumpliera. El 12 de agosto se acababa y mi mujer seguía viva. Salimos al balcón, agarrados de la mano, felices de contemplar las lluvias de estrellas de San Lorenzo. Una sonrisa surcaba mi rostro, feliz; había burlado el futuro, tendríamos hijos, seríamos felices... Su mano me soltó y la vi desplomarse en el suelo, como una muñeca de trapo, sin vida. La autopsia reveló que un meteorito le había alcanzado en el mismo lugar que le había dado la bala en mi Visión. Una posibilidad entre mil millones de que pasara...

Así que yo me pregunto si Ver sirve de algo. El Futuro se empeña en cumplir su objetivo aunque tú quieras evitarlo... Lo único que evité fue la forma de reaccionar y rehíce mi vida, muriendo sí, doce años más tarde pero rodeado de amigos y familiares que me demostraron su amor y su pena.

- Cuando acabe, quiero que mire la Bola de Adivinación e intente ver algo. Me interesa lo que usted interpreta que ve para saber si, realmente, es capaz de separar la emoción de sus Visiones. No se preocupe, el ambiente de este lugar hará que su Ojo Interior le hable, aunque usted crea que no puede ver nada.

m1Q3ONE.png
Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

El futuro cambia. Constantemente. Aquellas palabras calaron hondo en ella. En realidad no la aliviaban, en absoluto, le resultaba lo mismo que si le hubiese dicho que las visiones jamás cambiaban. Lo importante era que ahora sabía el principio fundamental de la Videncia, independientemente de si el mismo era bueno o malo.

 

Las preguntas siguientes dejaron a Delacour sin habla. Abrió y cerró varias veces la boca, intentando que su voz saliera, pero nada. En parte porque el Arcano no dejaba de formular preguntas. Y por otra parte, porque su propia respuesta era algo confusa. No, en realidad la sabía claramente, pero sabía también las consecuencias de su accionar.

 

Permaneció en silencio, mirando al piso y reflexionando, aunque no con intensión de responderle a Sajag. Supuso que por su nula contestación, el hombre le dio la primera tarea: sobre la mesa depositó un libro, abierto en una página en específico, a la cual le indicó que leyera.

 

Tomó el libro con cuidado y comenzó una rápida lectura silenciosa. Su entrecejo iba frunciéndose cada vez más, a pesar de no terminar de leer, intuía lo que encontraría. Y así fue, o por lo menos en parte. Terminó de leer, aspiró hondo y luego lanzó todo el aire en un largo suspiro, cerrando el libro de un solo golpe.

 

Supongo que la historia enseña que las visiones pueden cambiar, no en su totalidad tal vez, pero sí una parte de ellas ―reflexionó, a la vez que tomaba la bola de cristal y la acercaba a su asiento.

 

Cerró los ojos y volvió a aspirar hondo, pero esta vez para intentar relajarse. Hace unos cuantos meses atrás, tal vez un año ya –no lo recordaba con exactitud- había tomado Adivinación como conocimiento, por lo que estaba familiarizada con aquellos pasos a seguir que podían ayudar a la hora de ver el futuro, ya fuera a través de objetos, como no.

 

Intentaría salvar a esa madre y a ese bebé, ―habló, abriendo los ojos y centrándose en observar únicamente la niebla que rodeaba la bola de cristal― no sólo a ellos, sino a cualquier persona inocente. Lo que quiere decir que me obsesionaría con salvar a todos los que pudiera.

 

A pesar de hablar, su mente estaba concentrada en observar la bola de cristal y la niebla, la cual se arremolinaba cada vez más.

 

Siempre me ha sido posible prever varios pasos por delante lo que un mago hará durante un duelo, al principio pensé que era una lógica a base de cálculo de probabilidades; pero a día de hoy me pregunto si era sólo eso o algo más… Es por eso que en batallas reales me obsesionaba con prever lo más posible lo que los del otro lado harían, y así evitar la mayor cantidad de muertes posible hasta que fueran nulas ―hizo un breve silencio, a la vez que una mueca se dibujaba en su boca―. A veces funcionaba, pero otras veces no… y me culpaba por ello, por no prever y actuar en consecuencia.

 

»Es imposible garantizar que una visión cambiará si intentamos hacerlo, pues el solo hecho de querer cambiarla, ya produce un cambio que puede ser mínimo o total. Es difícil saber si una acción que llevemos a cabo resultará en aquello que queremos evitar, pero en mi caso lo intentaría, y lo haría hasta el agotamiento.

 

Guardó silencio al fin sin darse cuenta. Se enfocó en aquella silueta que vagamente iba tomando forma en cuanto la niebla se disipaba. Era una figura femenina, de cabello largo, aunque no alcanzaba a distinguir ninguna otra característica, pues era como si lo viera a través de un viejo televisor muggle en blanco y negro, y se encontraba de espaldas. De pronto se volteó, enarbolando la varita, apuntando a alguien, pero antes de poder ver algo más, la niebla se arremolinó ferozmente, disipando la visión.

 

Una mujer, parecía amenazar a alguien, pero… no he visto quién era. Ni por qué lo hacía, sólo vi su silueta de espaldas. ¿Es la misma que mencionó al principio? ¿Aquella que quiere matarme?

7ND4oqh.gif ~ c3cuSMA.gif


4uqeTef.png


sEAaDO5.gif


Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Unirse a la conversación

Puedes publicar ahora y registrarte más tarde. Si tienes una cuenta, conecta ahora para publicar con tu cuenta.

Guest
Responder a esta discusión...

×   Pegar como texto enriquecido.   Pegar como texto sin formato

  Sólo se permiten 75 emoji.

×   Tu enlace se ha incrustado automáticamente..   Mostrar como un enlace en su lugar

×   Se ha restaurado el contenido anterior.   Limpiar editor

×   No se pueden pegar imágenes directamente. Carga o inserta imágenes desde la URL.

Cargando...
 Compartir

Sobre nosotros:

Harrylatino.org es una comunidad de fans del mundo mágico creado por JK Rowling, amantes de la fantasía y del rol. Nuestros inicios se remontan al año 2001 y nuestros más de 40.000 usuarios pertenecen a todos los países de habla hispana.

Nos gustan los mundos de fantasía y somos apasionados del rol, por lo que, si alguna vez quisiste vivir y sentirte como un mago, éste es tu lugar.

¡Vive la Magia!

×
×
  • Crear nuevo...

Información importante

We have placed cookies on your device to help make this website better. You can adjust your cookie settings, otherwise we'll assume you're okay to continue. Al continuar navegando aceptas nuestros Términos de uso, Normas y Política de privacidad.