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Videncia


Sajag
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Alzó la mirada hacia Sajag cuando escuchó su segundo nombre, por primera vez en varios años, pero no hizo comentario alguno. Era difícil saber si le agradaba o no, porque nunca se había preguntado si en realidad importaba la manera en que la llamaran, pero un recuerdo vívido apareció en lo más profundo de su cabeza, cuando era joven e inocente, o al menos con rastros de inocencia. La sombra de una sonrisa apareció en la comisura de sus labios, recordando a su hermana, idéntica a ella en todos los aspectos, menos en la personalidad. De todas las personas que conocía, era la única que la conocía y la mangoneaba como nadie lo había hecho, solo por ser un par de minutos mayor.

 

Pero su concentración y su interés estaban centrados en la habilidad, las palabras del Arcano y, por supuesto, su enseñanza. La mención de admiración de su parte la hizo reaccionar por primera vez desde hacía varios minutos, alzando las cejas, a medida que un leve rubor se apoderaba de sus mejillas. Los Arcanos en general eran hombres y mujeres que poseían una magia inimaginable. Desde su llegada al mundo mágico, incluso antes de que la idea de dirigir la Universidad cobrara sentido en su mente o siquiera apareciera en su subconsciente, había pensado que le habría encantado recibir su guía. Porque le habría encantado parecerse a ellos. Y que un Arcano como Sajag le dijera aquello había sido el mayor cumplido que le habían dado en mucho tiempo.

 

—Opino lo mismo de usted, maestro —alcanzó a responder, en voz baja, antes de que la conversación se tornara más profunda.

 

Cierto era que, de tener una imaginación menos amplia, no habría visto una hoja de abeto sino una figura un poco distinta. Pero, siendo francos, nadie vería un triángulo en su taza. Sin embargo, se guardó el comentario puesto que era un momento serio que no quería arruinar.

 

—Creo que cualquier otra persona tendría una interpretación diferente. Me aventuro a decir que con este tipo de cosas lidiamos humanamente con la perspectiva. En mi caso, he visto una hoja de abeto y analizado mi futuro en base a lo que conozco de la interpretación de los posos, además de mi constante insistencia y positivismo a la hora de pensar en él —esbozó una sonrisa—. Si una persona hubiese visto un triángulo en mi taza, podría sugerir una mente más angular y por ende, una interpretación distinta y quizás más realista. Por supuesto, ésto no quita que mi interpretación sea más realista o no. Considero que cada persona posee una verdad y que por ende, ésta es relativa. En el caso de la Videncia hay un futuro y alguien que lo ve, es probable que no pueda interpretarlo con tanta libertad, solo entenderlo.

 

Ella también momentos reflexivos, era excesivamente autocrítica y había tenido muchos momentos en su vida donde se había visto en la obligación de pensar aquél tipo de cosas. Pero la parte más interesante de esa conversación estaba en cómo ella y el Arcano estaban entablando un entendimiento a través de palabras calmas, en medio del ambiente relajado de la habitación y el aroma del incienso, las esencias y el té que se había terminado apenas unos minutos atrás. Observó la reacción del Arcano, su rostro, la forma en que la miraba y las enlazó con el poder de sus palabras. Aquél era un hombre que adoraba su habilidad y vivía con ella en un modo de vida que escondía una sombra de dolor que marcaba a cualquiera.

 

¿Estaba segura?

 

Después de una pregunta silenciosa que realizó con la mirada y que, de la misma manera, recibió una respuesta positiva, se estiró para tomar ella misma el mazo de cartas y mirarlas de cerca. Antes había visto cartas como aquella, pero aquellas tenían algo distinto. No en algo tan superficial como la apariencia, sino en lo que significaría en adelante. Sin responder al Arcano todavía, se mantuvo en silencio unos instantes y finalmente, se dedicó a barajar el mazo. Sin mirarlas, sin poner atención en nada más que en la técnica, como había aprendido. Cuando terminó, ella misma lo puso en las manos del Arcano.

 

—Toda maldición tiene una vía de escape. Si usted me enseña a controlarlo, por más difícil que sea, le prometo que encontrará en mí una estudiante capaz de sobrellevarlo.

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Era agradable la sensación de sonrojo de aquella muchacha. Sabiendo lo que sabía de ella, algo que no podía ni mencionar en voz alta ni contar a nadie, ni entre sus compañeros Arcanos, era satisfactorio ver esa reacción en su rostro, tan alejada de la imagen que había visto y que, seguramente, la volvería a ver en sus pesadillas. No. No era agradable ser Vidente. Menos aún tener tanto control de la Habilidad como para conseguir el grado de Arcano. A veces, sin embargo, estos pequeños detalles eran una vida para él y su espíritu solitario.

 

- Bravo. Lo que ves está basado en tu propia experiencia. Tú ves una hoja, otro verá una forma geométrica, alguien puede ver una escena... Todo está en la mente. Lo que cuenta es la interpretación que le das a lo que ves. La Videncia es exacta, la interpretación depende de cada uno de los que la hacen. Las palabras son demasiado amplias. A veces... A veces sólo ves imágenes, sentimientos, incluso sólo colores o algún otro sentido exaltado, ves olores o percibes movimientos. La interpretación es lo que te hará ser una gran Vidente.

 

Era una afirmación. Sajag sabía que lo conseguiría. La dejó hacer con la baraja hasta que se la tendió. Sopesó el tocarla pero la tomó

 

- Las cartas son poderosas armas en las manos de un Vidente. Van más allá que las engañifas para muggles sobre amores perdidos o tesoros bajo una baldosa. Son valerosas piezas en un tablero de ajedrez que te adelanta las jugadas de tu enemigo, de un contrincante imaginario, de cualquiera que se asome a tu terreno. Saber. Conocer. Adelantarte... Bien usada, la Videncia en la diferencia entre ganar o perder una batalla.

 

El Arcano sabía que la muchacha podía perderse en un significado desviado de lo que decía y, aunque no le gustaba hablar, a veces es preferible explicar algo más que dejar lagunas en la mente de los iniciados.

 

- Usar bien la Videncia no implica usarla para el Bien. Ni para el Mal. ¿Existe eso? Es usarla conociendo lo que nos proporciona e interpretando de forma neutral. Nunca, Srta. Viktoria, introduzca los sentimientos en una interpretación o habrá perdido. Las cosas son como son. Intentar cambiarlas es posible pero... ¿Merece la pena afrontar los cambios que pueden producirse?

 

Mientras él barajaba las cartas e iba poniendo las cartas en semicírculos, boca abajo, una bola de adivinación a la derecha de la mesilla donde estaban sentados empezó a ponerse opaca. Pronto, una nube de movimientos rápidos dejaban paso a imágenes poco-menos-casi definidas. Al final, un hermoso lince caminaba por un suelo lleno de horajasca. Oía algo, se notaba con el movimiento continuo de las orejas en busca del sonido que captaba. Sajag ni la miró y siguió repartiendo las cartas en semicírculos concéntricos que se solapaban un poco, dejándolo como un ramo de naipes boca abajo.

 

- Tome tres cartas, de círculos diferentes. Dígame... ¿Cree que morirá ese animal? Sin mirar la bola, por favor. Las cartas se lo dirán. Algo me dice que ese tipo de animal es importante para usted. No se involucre, sólo interprete las cartas.

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-No, no creo que merezca la pena -respondió al instante, con la pregunta de si el bien y el mal existían aún rondando en su cabeza.

Alguna vez, años atrás, había usado ese argumento contra un miembro de la Orden del Fénix. Recordaba la tensión de las cuerdas que la ataban a una silla, la oscuridad y una llama eterna que le permitía ver, a escasos metros, a su interlocutor. El olor del pergamino quemado y la sangre fresca, su sangre, espercids por el suelo en pequeños charcos invisibles. Ella había dado batalla y habían podido con ella, sin más, no era sólo una víctima. Pero, ¿era la mala? Aún podía distinguir con los ojos abiertos la expresión de Jank, como si lo tuviera delante en ese preciso instante y no como si se lo estuviera imaginando.

"¿Existe alguna diferencia entre nosotros?"

Se lo había preguntado después de que, por enésima vez, intentará retirarle la máscara del rostro sin conseguirlo. El muchacho en aquel entonces la miró con burla, él no ocultaba su rostro, él exhalaba orgullo por su bando, tanto como la que estaba sentada en la silla. Sin embargo, cuando ella se rió en consecuencia, él pareció dudar por un instante si tenía razón. "Somos dos personas con dos idéales que consideran correctos, enfrentados, capaces de dar la vida por lo que creemos o, aunque les duela admitirlo, quitarla. Viéndolo así, ¿somos tan diferentes?" El recuerdo se volvió difuso cuando sus ojos, viendo ambas cosas, su memoria y la escena con Sajag, se fijaron en la bola de cristal.

A diferencia de lo que había sucedido con la bola de cristal de la profesora de Adivinación en su momento, la imagen que aparecía para Sajag era no sólo más nítida sino que había aparecido más rápido que otras que hubiese presenciado antes. Por un momento, pensó que se trataba de ella misma en su forma animal, pero descartó la suposición antes de que el Arcano exigiera su concentración y, a su vez, que se desligara de todo sentimiento con la criatura. El motivo era sencillo, su objetivo estaba por encima de sus sentimentalismos. Asintió.

-Está bien, maestro -dijo con calma, mirando las cartas. Sin voltearlas, no podía saber qué significaban, sin embargo, la carta que eligió de cada círculo parecía haberla llamado.

Las colocó boca arriba frente a ella, entre su posición y la del Arcano, por debajo de los círculos dispuestos por él. En la forma en que las colocó, daba la impresión de que era una V, siendo la central la más importante. Por lo tanto, las interpretó de izquierda a derecha, acabando con la de abajo.

-La Sacerdotisa clama paciencia, un silencio de resignación -acomodó la carta, que ya estaba bastante recta, y luego hizo lo mismo con la carta de la derecha-. El colgado, fuerza y sabiduría... La luna invertida, señal de enemigos invisibles, paranoia.

Alzó la vista para ver al Arcano, no había mirado la bola ni una vez desde que el hombre se lo había pedido.

-Es un lince adulto y solitario, fuerte y lleno de conocimientos pero que reconoce su soledad como debilidad, esperando con resignación un ataque que podría ser o no ser cierto, que podría únicamente estar en su cabeza -a medida que hablaba, la bola de cristal reflejaba que lo único que amenazaba al lince era, en realidad, un pajarito-. No creo que muera, pero si continúa en esa línea dejará de prestar atención a lo que es realmente importante y eso sí podría llevarlo a su muerte.

Asintió a una pregunta silenciosa que había surgido entre ambos, minutos atrás.

-Mi vinculación con la Animagia se representa en un lince -respondió, sin señales de preocupación por el animal de la bola de cristal o sin hacer ademán de mirar.

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El Arcano contempló el actuar de la pupila. Sabía que estaba haciendo un esfuerzo por no mirar la Bola de Adivinación y se concentraba en las cartas. No las miró, ya sabía lo que iba a salir. Contempló los ojos de la mujer y admiró su calma. Era algo muy importante en un Vidente, el control de las emociones.

 

- La Sacerdotisa le habla de su instinto, señorita Viktoria. Tiene una gran intuición y es un rasgo positivo de todo Vidente. El Colgado le indica un cambio que llegará y por el que tendrá que decidir si hacer o no un sacrificio, deberá pensarlo mucho antes de tomar la decisión. La Luna confirma sus dos cartas anteriores, le dice que hay un reto que deberá solucionar con calma y buen juicio. Sus peores enemigos, señorita, pueden ser los que se esconden en su cabeza. No los deje triunfar nunca y será una mujer excelente.

 

Ya lo era, por supuesto, y Sajag veía mucho más allá de la verborrea de felicitar a un pupilo por una interpretación certera. ÉL SABÍA el poder que guardaba la mujer en su interior.

 

- ¿En serio? - Una sonrisa floreció en los labios del Arcano, por su mentirijilla. - No lo hubiera adivinado nunca. Un lince... Mi animal fue una mariposa, un coleóptero algo grueso en estas circunstancias... Pero...

 

La sonrisa desapareció al recordar... Recordar... Algo que hacía mucho tiempo que no hacía... La muchacha de trenza negra corría entre los campos de azafrán y movía los brazos, huyendo de él con gritos y risitas. Parecía volar... como una mariposa...

 

- Busque en las cartas. Busque si pasará la prueba. - Un brillo picaresco lucía en los ojos del Arcano ahora. - Mientras, yo prepararé las velas y le enseñaré que compruebe cuán larga será su vida en este mundo terrenal.

 

Sajag se levantó y le dio la espalda. No le era necesario buscar las velas de forma manual pero no quería ver la cara de la muchacha mientras barajaba y decidía tres nuevas cartas y buscaba respuestas.

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Asintió con seriedad ante las últimas palabras del Arcano, porque era consciente de que estaba lidiando con algo que pronto tendría que enfrentar y que no podía permitir que sus enemigos, aunque fuesen reales, ganaran. No todos los enemigos tienen el nombre que uno podría llegar a imaginarse, algunos se presentan como enemigos cuando imponen un cambio, aunque no lo sean en absoluto. En su caso, sabía muy bien por lo que estaba apunto de pasar. Alejó sus pensamientos sin mucha dificultad, prestando atención una vez más a las cartas que había dispuesto en la mesa y mirando las otras con cierta curiosidad, ¿tendría que usarlas otra vez?

 

No era una mujer carente de humor, en realidad poseía un humor bastante peculiar, pero evitó sonreír ante la mención del grosor de la mariposa. Era respetuosa y Sajag en particular se estaba ganando el aprecio de su pupila, por lo que consideraba un poco inapropiado encontrar divertida la mención de sus kilos demás. Se dedicó pues, en soledad, a ver las cartas. Su pregunta acababa de ser respondida y, efectivamente, tenía que volver a leerlas. Su inconveniente entonces fue que directamente tenía que leer las cartas para sí, para su prueba y era, en sí, una prueba más.

 

Inhaló por la nariz, dejando que las esencias de la sala, que jamás se dispersaban, inundaran su ser. Tal vez si se concentraba en eso, despejaría su mente, se olvidaría por un minuto que se trataba de ella y se vería como una pieza más, sin sentimientos. Y, extrañamente, funcionó. Su silencio la llevó a formular la pregunta en su cabeza, hacia las cartas, que le respondieron como había sucedido antes con el lince. Solo sintió atracción por las cartas y una a una, tras barajear, las colocó en la misma pirámide invertida que había colocado antes, por debajo de la que ya había colocado. Juntas formulaban una interpretación más completa, de ella, de su futuro, pero con las instrucciones del Arcano prestó atención únicamente a las de abajo, a las nuevas.

 

—Siete de copas invertido, la voluntad de lograrlo —empezó, aunque el hombre estuviera de espaldas, sabía que la estaba escuchando—. El Juicio, buen juicio y discernimiento. As de espadas, conquista.

 

Si estaba siendo demasiado modesta, la traía un poco sin cuidado, el poder de interpretar su propio futuro podría no siempre ser positivo y en aquél momento, no estaba haciendo nada para influir en él. Las cartas habían sido elegidas al azar y las había leído, sin detenerse ningún momento, bajo la atenta presencia de su maestro.

 

—Puedo interpretar que mi voluntad y la elección correcta de mis batallas me llevará a pasar la prueba satisfactoriamente, maestro.

 

Alzó la mirada y le pareció que, por un segundo, la sala estaba ligeramente más iluminada. No le prestó atención, la luz se adentraba por los grandes ventanales y daba la impresión de estar en un terreno espiritual en todo momento, cosa que no dudaba que fuera cierta en realidad. Vio cómo el Arcano volvía con las velas, tomaba asiento y las plantaba a su gusto, observó cómo sus labios formulaban oraciones que no tuvo tiempo de responder, cómo el tiempo parecía moverse a un ritmo que no podía seguir y, finalmente, lo vio hacerle la pregunta. La ansiada pregunta. Pestañeó y se encontró con que Sajag seguía de espaldas, aún sin las velas, sin mirarla.

 

Se tensó ligeramente, puesto que no había luz excesiva en la sala y aunque ella parecía afectada directamente por lo que acababa de ver, Sajag no seguía en lo suyo. Desvió la mirada a las cartas y alternó, en silencio, entre ellas y el hombre, esperando que alguna de las dos respondiera a algo que ella sabía perfectamente qué era. Estaba siendo guiada por el Arcano en el arte de la Videncia, ¿qué podía pasar si no era una visión? Sajag volteó al fin y no pudo disimular a tiempo su sorpresa, por lo que no tuvo más remedio que mantener la expresión que se había plasmado en su rostro después de lo dicho.

 

—¿Es momento de que pregunte cómo puedo controlarlo? —se aclaró la garganta—. Ha sido solo un instante y puedo decirle que no es nada negativo, solo que... me ha tomado por sorpresa.

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El tiempo que pasó entre que se giró a buscar las velas y se giró hacia su pupila fue mínimo. Sin embargo, alzó un poco la barbilla, orgulloso, al notar que la mujer estaba "viendo". La sonrisa bonachona crecía en su rostro. Él vio lo mismo que ella había visto y sonrió. Se giró para verla allá, algo sorprendida por la nueva experiencia que había sufrido. Guardó silencio hasta llegar a su lado y sentarse en el lugar que había abandonado momentos antes. Soltó las velas y estas flotaron al lado del Arcano, prestas a encenderse en cuanto él las utilizara para su clase.

 

- ¿Sorprendida? El Ojo Interior es así, aparece, se va, vuelve... Es como un niño, juguetón, imprevisto, impredecible...

 

Bajó la mirada hacia las cartas que había volteado y meditó la respuesta de la mujer. Después levantó la mirada y cruzó sus ojos con los de ella. Asintió sin decir palabra. Había interpretado correctamente las cartas.

 

- Lo logrará.

 

No dijo nada más, ¿para qué añadir palabras vanos a lo que ya era obvio? Hizo un leve movimiento de manos y las cartas se movieron de la mesa, se juntaron de forma ordenada y el mazo se guardó dentro de la caja. Las velas, a su vez, aterrizaron encima de la mesa, aún sin encender, siete velas sobre un candelabro sencillo de madera.

 

- Las velas lloran, ¿sabe? Sus goterones de cera se llaman lágrimas y se leen desde tiempos muy antiguos. Una vela arde, no hay más emoción en este hecho. Sin embargo, sus lágrimas nos hablan. Sólo ha de saber entender su significado. Dejar que le llenen a sus oídos, a su Ojo interior... La cera corre, o se detiene, cae seguido o en regueros discontínuos, se juntan, se alejan, inclusos algunos se juntan con los regueros de la velas adyacentes. Es un mundo inimaginable ver caer una gotita y verla hablar para nosotros.

 

Había dicho "nosotros" pues ya consideraba a su pupila como una Vidente en ciernes.

 

- Has de practicar la paciencia porque hay que dejar que la vela se consuma para conseguir ver una inclinación de las lágrimas y de las llamas. ¿Quiere probar ahora? Ya ha visto como funciona... Lo ha... "visto"

 

Fue como una señal y las velas se encendieron todas a la vez.

 

- Cerrar los ojos... Susurrar la pregunta o sólo la piense, no hace falta que la diga en voz alta. Compruebe las lágrimas de las velas, como se desarrollan, dicen que siete es el número mágico porque es el conjunto de todas lo que tiene que valorar. Si sólo cae una lágrima hacia la derecha, su respuesta será positiva a lo que ha preguntado, puede significar fortuna en algo o que encuentre la solución a los conflictos. Si fuera a la izquierda, por lo contrario, la respuesta será negativa, con problemas en ciernes en varios campos de su vida, que tanto puede ser en el amor como en el trabajo o la amistad. Si caen varias lágrimas que se acaban juntando, compruebe también hacia que lado pero implica que superará todos y que se alternarán momentos de paz con otros menos tranquilos, habrá problemas que resolver. Si no se juntaran las lágrimas, suele traer un mensaje tranquilizador, tendrá momentos grandes de tranquilidad que le ayudarán a superar cualquier incertidumbre. Si alguna se para y hace que se amontonen el resto de lágrimas, sin llegar al suelo, la solución está a la vuelta de la esquina por lo que quedarán solucionados. Si cayera rauda hasta la mesa, se acercan noticias agradables que no esperaba...

El Arcano decidió que era el momento para contestar, por fin, la pregunta.

- ¿Cómo puede controlarlo? De ninguna manera. El Ojo Interior viene y va cuando quiere sin control. Puede engañarlo para que salga cuando usted quiera y no la pille de improvisto. Verá...

Las velas seguían ardiendo y las gotas empezaban a formar el dibujo que después tendría que interpretar. Había que tener paciencia para que las velas se acabaran. Aunque parecía que había algún embrujo que las ayudaba a consumirse mientras el Arcano hablaba.

- Algunos usan una imagen, otros una palabra, un olor, un sentimiento... Verá, señorita Viktoria. Si asocia una palabra, "mariposa" por ejemplo, a cada episodio de Visión, a la larga consigue que al mencionar esa palabra en alto o en su cabeza, el Ojo "busque". No sé si queda claro el concepto... Tuve una vez un alumno que usaba la comida para sus clases de Videncia. No llegó a vincularse pero montó un restaurante porque tenía muy buena intuición con las recetas para sus clientes.

Sonrió un poco como si hubiera contado un chiste.

- A veces es una imagen, una foto, un recuerdo, una sonrisa... A veces es un aroma...

La voz de Sajag se apagó un instante, recordando a aquella muchacha que retozaba en medio de un campo de azafrán, aquel olor picante y florido, aquel sentimiento de amor que... Parpadeó y volvió a sí mismo.

- Bueno, veamos... Pregunta... ¿Cuándo cree que le haré la pregunta para pasar la prueba para Vincularse y cuál será su respuesta? Pregúntele a las velas, a ver qué le dicen, aunque... Tal vez ya lo sepa de antemano. No haga trampas...

La sonrisa creció en el rostro del Arcano.

Editado por Sajag
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—No, no lo sabía —respondió con total sinceridad a la mención de las lágrimas de las velas, ladeando la cabeza en cuanto el candelabro quedó entre los dos, en lugar del mazo.

 

La explicación de las velas y sus gotas no era tan complicada como habría pensado o, en todo caso, como los pensamientos arremolinados con los que tenía que lidiar a la par. Por suerte, su entrenamiento como Oclumante y Legilimante permitían que separara su mente en distintas fracciones, donde podía procesar la nueva información, preocuparse por el Ojo Interior y a su vez, tratar de ser paciente. De todo lo dicho, lo que más se le complicaba era la paciencia. Carecía de ella, en todos los aspectos y agradeció profundamente cuando notó que las velas se estaban derritiendo con mayor rapidez de la esperada, puesto que no podría haberse lanzado más de cinco minutos mirándolas con fijeza.

 

Sin embargo, el mismo Arcano la trajo de vuelta cuando, al fin, respondió su pregunta. Su mente volvió a centrarse y su atención se basó en la mariposa, en cómo Sajag la había mencionado en dos ocasiones desde que estaban juntos. ¿Habría visto algo en su presencia sin que ella lo notara? En su caso había sido un instante, apenas perceptible, así que no dudaba que en el caso de un hombre experimentado como aquél fuese incluso invisible. Y, tratándose de Sajag, ¿cómo no? Por primera vez desde que había entrado a la habitación, dejó que una risa melódica escapara de sus labios ante el comentario del estudiante y la comida.

 

—Es una excelente anécdota para los estudiantes, he de decirle —respondió, negando con la cabeza—. Imagino que no hay problema con comentarle mi palabra, aunque tal vez luego decida si es más un olor. Sándalo —alzó las cejas, señalando allá donde éste ardía—, me traerá buenos recuerdos.

 

Esbozó una sonrisa cómplice cuando escuchó lo de las trampas y bajó la mirada a las velas, que seguían consumiéndose pero que llegaban ya a su fin. Hizo la pregunta en silencio, para sí, tal como había hecho con los distintos métodos que había probado el Arcano con ella. ¿El Arcano haría la pregunta? Las lágrimas de la vela iban a la derecha y, recordó, eso significaba una respuesta positiva. Volvió a preguntar, ésta vez, si ella aceptaría. Y aunque la cera indicaba que sí, no necesitaba verlo ahí para saber que aceptaría.

 

—Sí, a ambas cosas —le dijo.

 

Alzó la barbilla.

 

—Lo he visto, sí —admitió—. Y creo que, por lo que vi, será justo ahora que lo pregunte. Pero ahora, sabiendo mi respuesta con antelación, he de decirle que echaré de menos estas conversaciones, sea cual sea el resultado de mi prueba. Puedo asegurarle que no he visto el fin de esta.

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- El sándalo...

 

Al Arcano no se le escapaba el significado de esa palabra y todo lo que implicaba. Por supuesto, eso le hizo gracia y esbozó una sonrisa aún más amplia de las que ya tenía con regularidad con sus alumnos. Aquella mujer estaba siendo la mejor de las pupilas que había pasado por su humilde habitación, una gran compañía. Ahora que le tenía que hacer la pregunta, sabía que la añoraría.

 

¿Sería loable mantenerla un poco más sólo por el placer de su conversación?A ella también parecía gustarle que compartiera con ella las anécdotas de los años de enseñanza. Por un momento, llegó a pensar que podría incluso compartir experiencias. Ella era la directora de aquel lugar, seguro que sabría muchas con la que pasar una buena tarde. Aspiró y saboreó el aroma que invadía el lugar. Menta... Sándalo... Olor a cera...

 

Lo correcto era hacerle la pregunta y citarla de nuevo en la pirámide. No estaba bien abusar de los alumnos por un goce propio y muy particular que en nada ayudaría al desarrollo del conocimiento de la Videncia.

 

- Aún puedo enseñarle muchas mancias con las que puede "Ver" el futuro, el pasado, el presente de las personas o las cosas. Puedo mostrarle mil mancias diferentes con las que adivinar el futuro y tenerla aquí mil días más, a mi lado, disfrutando de su compañía. Leer las líneas de las manos, el movimiento de la agujas en el agua, la formas que se ven en las nubes, el canto de los gallos, la forma en que cae el polvo de harina en una mesa de madera, la sal derramada o las entrañas de un pavo... Hay mil mancias insospechadas que puedo enseñarles pero...

 

El Arcano alzó la vista, por fin, dejando de ver las ya velas apagadas.

 

- Sin embargo, sólo son técnicas en las que interviene una cosa que ya tiene usted, el "Ojo Interior". Debe entender que su Ojo se abrirá ante cualquiera de esas materias o incluso inventar usted misma una nueva porque el Ojo Es Suyo, la forma en que visualice depende de usted y sólo de usted. Así que... ¿Quiere Pasar la prueba de Vinculación con el Anillo? ¿Quiere quedarse conmigo un poco más y hablar del graznido del Augurey en los días de lluvia?

 

En realidad, siempre podía volver algún día a hablar con él cuando ya no estuviera en clases. ¿Por qué nadie de los Videntes había vuelto a visitarle? Era algo sobre lo que pensar. Tal vez creyeran que no era necesario seguir ampliando conocimientos sobre la Videncia, como si todo acabara con la Vinculación, como si no hubiera aún mil tiradas de cartas que compartir con una tisana al lado.

 

- Es su elección. Si decide vincularse, la prueba empezará mañana en los terrenos de la Universidad, junto al estanque. No me verá, al menos físicamente, puesto que estaré esperándola en la Pirámide. Estaremos unidos con nuestro "Ojo Interior" en todo momento. No la dejaré sola pero la dejaré que decida su libro albedrío en todo momento.

 

Se sintió triste. Sabía que era una despedida. Como con todos.

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Escuchó con atención las palabras del Arcano, aspirando lentamente el aroma de las esencias y sintiéndose parte de la sala, tal como si pudiese flotar como las volutas del incienso al quemarse. Tal vez, de todos los lugares que había frecuentado en el último año, era ese el único donde había sentido una verdadera paz. Sin preocupaciones, sin extenuaciones. Si el hombre que la enfrentaba, sentado frente aquella mesita cargada de experiencias recientes, tenía una mínima idea de lo que había disfrutado la clase, no lo sabía. Pero dentro de sí, sabía que había sido la mejor.

-Me encantaría quedarme un poco más a discutir sobre el graznido del Augurey -respondió, con una sonrisita grácil-. Y me encantaría tomar la prueba el día de mañana.

Alzó un dedo, indicándole al Arcano que se estuviera quieto un segundo y desvió los ojos a una vela que estaba apunto de apagarse. Ésta vez, decidió que sería prudente hacer la pregunta en voz baja.

-¿Volveré a esta habitación?

La vela se consumió y la cera, por supuesto, iba a la derecha.

-No podemos dejar de confiar en las lágrimas de las velas, maestro -envió las velas a su lugar con un movimiento de muñeca, despejando la mesa-. Sobre todo porque me temo que paso más tiempo en esta Universidad que en cualquier otro lado, así que podría contarme sobre el graznido del Augurey bajo la promesa de que le invite a un té ocasionalmente. Y mañana por la mañana lo encontraré en la pirámide, para convertirnos en colegas, si todo sale bien.

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  • 2 semanas más tarde...

Jank Dayne se la había ingeniado toda su vida para sobrevivir haciendo caso omiso al instinto. Pensaba que, al contrario de su padre y el resto de su familia, las modestas visiones y la predisposición empírica relacionadas a los eventos futuros solo servían para acelerar lo inevitable, por lo que siempre decidió desobedecerlas. El paso del tiempo le dio la razón, pues en menos de medio siglo después de que estos dones empezaran a traspasarse de generación en generación, era el último Dayne que podía jactarse de tener, al menos, sueños que vaticinaban mínimos sucesos dentro de su futuro inmediato. Mientras, el resto, queriendo cambiarlo todo a su favor, terminaron por toparse con un final inconcluso. Y dadas las circunstancias, no se arriesgaría a morir sin al menos aprender lo básico.

 

Trató, una vez aparecido frente a los terrenos de la Universidad, que su paso por el Ateneo fuera desapercibido. Ocultó su rostro tras una capucha negra, la cual cubrió su cabeza incluso cuando ya se encontraba a solas deambulando por los pasillos. Desde su enfrentamiento al Ministro durante la extraña situación acontecida en el Atrio, los diarios habían vuelto a convertirlo en protagonista de sus titulares, por lo que más de una vez tuvo que escabullirse cuando en los restaurantes o plazas empezaban a reconocerlo, murmurar entre sí y levantarse de repente sin disimulo. Y entre sus planes no estaba retrasar lo que tanto tiempo había querido ignorar sin éxito.

 

Cuando llegó al salón indicado se aseguró de tocar antes la puerta, pese a estar semi-abierta. Inmediatamente percibió una variedad de olores que, debido a su cantidad, le resultó imposible diferenciarlos. Aun así a su mente llegaron imágenes de su viaje a España, la botella de perfume que usaba una de sus hermanas y hasta los días de verano en Oslo, cuando los muggles le pagaban por barrer la nieve frente sus casas. Recordar su hogar siempre lo hacía sonreír, pero de cierto modo estaba harto de tener tan presente su "pasado predilecto", ese que elegía recordar por delante de aquellos momentos oscuros que terminaron por marcarlo casi tanto como los buenos. Quería saber más..

 

Vestía una camisa blanca, holgada, y unas bermudas que le quedaban grandes. No tenía idea de lo que le depararía y, por si acaso, sería mejor estar cómodo a la hora de enfrentar lo desconocido. Se bajó la capucha.

 

- Espero no interrumpirlo, arcano Sajag - dijo, mientras ejecutaba una reverencia típica de los ingleses más recatados. Le empezaron, de la nada, a sudar las manos. Mucho había oído del vidente, pero sabía que los rumores solo contaban una parte resumida de la misma verdad. Hasta se preguntó si el sabio había previsto su llegada - He venido para que me instruya en el arte de la Videncia. Lo he postergado durante más de una década y quisiera que usted me guiara.

Editado por Jank Dayne

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