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Transformaciones V


Sherlyn Stark
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Era un honor poder impartir la clase de Transformaciones en el mes de septiembre, donde hojas comenzaban a desprenderse de sus ramas para formar parte pequeños relieves sobre el suelo. Hubiera sido una maravilla pasar esa jornada en alguno de los bosques de Londres, pero optó por conducirla dentro de las instalaciones del Ateneo, así no correría riesgos. Al ser un aula amplia tenía puertas camufladas y muchos misterios por descubrir, a pesar de que era la primera vez que la conocía. El tiempo para organizar la clase fue escaso y le fue imposible planificar algunas actividades. A pesar de la dificultad de la situación, estaría dispuesta a improvisar para que todo saliera lo mejor posible.
Echó un vistazo a las mesas que aguardaban a los alumnos, su cantidad era el doble que ellos, pero era mejor que sobrara y no al contrario. Dudaba que todos se designaran a asistir, muchos solían tener problemas imprevistos y, en esa ocasión, al haber demorado en comenzar con la apertura de la clase, pudieron haber creído que se había cancelado. Por su parte, deseaba que comprendieran las circunstancias y pudieran asistir sin ningún problema. Le desagradaba tener que tachar con rojo a alguno de sus alumnos.
Se acomodó sobre el asiento de su escritorio para luego revisar el reloj de la pared. Aún faltaban unos minutos para la hora acordada. El día anterior se había tomado el atrevimiento de enviarles una misiva a los participantes, en la que se les informaba que aquel día la clase de Transformaciones tendría lugar en el Ateneo a partir de las nueve de la mañana. Solía comenzarlas en mediodía y terminarlas a la tarde, pero imaginaba que de esa manera podrían ganar un poco más de tiempo para aprovechar del día. Examinó una vez más el pergamino donde estaban escritos los nombres de quienes serían sus alumnos:

Juv Malfoy Croft

Mia Black Lestrange
Allen Romain

Sam Claflin
Cye Lockhart

 

Muchos de ellos eran magos muy reconocidos dentro del mundo mágico, tenían mucha experiencia y posiblemente sabían bastante acerca las de Transformaciones. Le parecía estupenda la idea de intercambiar conocimientos pero a la vez se sentía nerviosa al no saber si ella sería capaz de superar con las expectativas que tenía cada uno de ellos. Trataría de que así lo fuera, por más que se veía complicado y aún las actividades no estaban tan ordenadas como hubiese deseado.

*****

— Bienvenidos a la clase de Transformaciones —saludó la bruja, al ver que la hora de apertura había iniciado y ya había alumnos presentes—. Mi nombre es Kirara Rosier y seré su profesora en esta oportunidad —se presentó, creyendo que esos detalles ya lo había aclarado en las cartas que les había hecho llegar—. El profesor Cillian Ryddleturn tuvo algunos inconvenientes que lo llevaron a tomar una leve licencia, lo que es muy triste —lamentó la bruja mientras se atrevía mirarlos a cada uno de ellos, imaginando que así se irían los nervios—. Aun así, es un placer estar a su disposición.
— Necesito que me digan cada uno de sus nombres para luego comenzar con la primera actividad.
— Antes de comenzar con las instrucciones es necesario que sepan acerca de algunos conceptos que ya podrían conocer, pero es necesario tenerlos en cuenta y repasarlos. Como sabemos, llamamos transformaciones a aquel proceso que mediante magia cambia su apariencia y logra alterar su estructura molecular. Existen tres tipos:
» • Transformación Transustancial:
- Interna: transforma la parte interna del individuo y la altera parcialmente.
- De medio cuerpo: transforma sólo la parte física.
Transformación Orgánica:
Posee la capacidad de convertir un organismo vivo en otro con esa característica: o bien, uno vivo en otro muerto o inerte.
Transformación Inorgánica:
Capaz de convertir un organismo inanimado en otro de esa naturaleza.
— Su deber en esta oportunidad será descifrar qué transformación es la que se está utilizando en los siguientes cuadros —informó, moviendo su varita para que cada uno de los artículos se posaran sobre la mesa de sus alumnos. Era una tarea muy simple y no tenía nada de diversión pero, qué sucedería si esos cuadros se trataban de transladores malignos, los cuales los llevarían a un bosque desconocido y misterioso. Después de todo, Kirara desconocía las herramientas que provenían de aquel aula y no había tenido tiempo para ponerlas a prueba. Eso lo sabremos en la próxima clase.
Editado por Kirara Rosier

 

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Había llegado el momento de volver a la Universidad, pero esta vez no lo haría como profesora, sino como una alumna deseosa de conocer un poco más sobre un conocimiento que siempre le había llamado la atención desde que era una niña; las transformaciones, por fin, tenía el tiempo necesario para aprenderlo. Además de la simple coincidencia de que el profesor de la clase era uno de sus más íntimos amigos, por lo que todo pintaba para ser una excelente clase.

Hasta que una mañana previa al inicio de la asignatura, una misiva llegó hasta sus manos. Cillian, no iba a impartir la clase por cuestionar personales, ¿qué demonios? eso no le podía estar pasando a ella, pero al parecer si le estaba ocurriendo, por lo que simplemente negó lentamente y prometió en silencio que el Ryddleturn le pagaría haberla abandonado.

***



Otro día comenzaba para la matriarca Black Lestrange, el día que la clase de Transformaciones comenzaba, por lo que sin siquiera dudarlo se colocó una sencilla túnica negra a juego con unas botas del mismo color y permitió que sus rizos el día de hoy permanecieran en una simple coleta a la altura de los hombros, de ese modo no le molestarían al momento de realizar las actividades que seguramente la profesora tendría en mente.

Pasados algunos segundos, reapareció a las afueras de la institución educativa y con pasos lentos pero constantes se introdujo al Ateneo de Conocimientos, mientras buscaba el aula designada para la clase. Ingresó a ella y se topó con la sorpresa de ser la primera, algo que le resultaba un tanto irónico, por lo que en su mirada apareció un pequeño dejo de diversión, mientras su rostro permanecía completamente inexpresivo. Saludó a la profesora con una cabezada, mientras tomaba entre sus manos uno de los cuadros que le indicó.

—Mia Black Lestrange —siseó su nombre, tras le presentación de Kirara y la llegada de algunos de sus compañeras, a pesar de que conocía a la mayoría de los presentes.

Visualizó con atención la imagen que tenía entre sus manos, era una pequeña fotografía de una persona que tenía una de sus manos diferente al resto de su cuerpo, y de acuerdo a los conceptos que según le habían mostrado recién era una transformación transustancial, porque el cuerpo de la persona en sí era normal, solamente la mano derecha tenía la forma de una garra de oso. Sin emitir ningún sonido, espero unos segundos más y alzó nuevamente la voz.

—Transformación transustancial de medio cuerpo. —quizás su voz sonaba más aburrida de lo que en realidad estaba, pero no iba a mostrar su interés a menos que la clase realmente fuese interesante.

Editado por Mia Black Lestrange
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Habían pasado ya algunos meses desde que había tomado una clase de conocimientos, aun recordaba aquella agradable experiencia con la que obtuvo su conocimiento en primeros auxilios, el profesor a cargo de la clase parecía amar aquella asignatura pues lo había hecho demasiado divertido así que esperaba que la clase de Transformaciones fuera igual de interesante que la anterior.

Aquella mañana que empezaba la clase se levantó temprano, y en lo que preparaba su ropa para la clase, dejo corriendo el agua en la bañera para que comenzara a llenarse. Termino de asearse y mientras se vestía con un vestido blanco de manta con algunos bordados especiales en la parte del escote pero completamente descubierto de la espalda, checo algunos detalles de su clase, su vida familiar y sobre todo dio instrucciones a la elfina que cuidaba de su hijo.

Al dar los últimos detalles sobre el cuidado de su pequeño ya se encontraba flotando a un metro del suelo sobre su escoba, cada que tenía la oportunidad usaba aquel medio de transporte, no quería admitir que después de no usar la aparición como medio para llegar a algún sitio la gran temporada que estuvo fuera del mundo mágico había olvidado lo que se tenía que hacer, por lo que prefería volar sobre Londres montada en su Saeta de Fuego.

Tras varios minutos en el aire comenzó a descender en los jardines de la Universidad, dejando su escoba suspendida en el aire con ayuda de un encantamiento, corrió lo más rápido que le dejaban sus zapatillas blancas que hacían juego con aquel vestido que hoy lucía en clase. Al entrar derrapando al aula se percató que la persona frente al aula no era otra que su compañera de Claustro encargada de la clase de CCM por lo que volvió a salirse del salón de clases para ver si no se había equivocado, pero al notar que no tomo asiento en las bancas del medio enfrente de la profesora.

Asintió ante cada palabra dicha, no se había fijado en las personas a su alrededor hasta que la voz de alguien familiar le hizo girar la cabeza, Mia se encontraba tomando la misma clase que ella, por lo que le dedico una sonrisa cuando esta termino de decir su nombre, aprovecho que nadie más se presentaba para hacerlo ella, se puso de pie y se presentó.

Elizabeth Malfoy. —dijo mirando a la profesora durante segundos y volver a tomar asiento donde se encontraba un cuadro que no había notado cuando llego y se sentó en aquella silla, tras la breve descripción de cada una de las transformaciones dadas por Kirara pudo ver que la imagen dentro de aquel objeto de madera no era otro que una Transformación Orgánica mal hecha ya que la copa de la imagen le salía una cola de rata.

Estaba lista para decir lo que era cando escucho la misma voz un segundo antes que ella, aunque aquello no era una clase para ver quién era más rápido, quizás si metían aquella variable la clase se hiciera más amena. Así que en cuanto tuvo oportunidad dijo lo que era.

Transformación orgánica, que por cierto fue mal ejecutada.

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-Transformación Inorgánica…-espetó altiva la Malfoy-Juv Malfoy…-agregó presentándose ante su profesora y compañeras de clase-Creo que ha sido mal usada en este caso…-esbozando una amplia sonrisa se adentro en el aula-No creo que sea la forma correcta de emplearla a mi parecer…-acomodando su dorada cabellera sobre su hombro izquierdo prosiguió con su sensual andar-A mi parecer la forma correcta de usarla es la siguiente, pero no deseo evitar que nuestra amable profesora nos enseñe como emplearlas tal y cual son…-cortando sus ansias por destilar inteligencia permitió que Kirara se hiciera cargo de la situación.

 

Acomodándose en una silla tras tocar la misma sintió como un núcleo de energía brotaba de esta-Curiosa sensación…-rodeando los ojos no se dejaría impresionar tan fácilmente. No era la clase de vampiros que caían incautos ante lo que parecían trucos de poca monta-Yo estoy interesada en saber solo una cosa, ¿Cómo ha podido errar en el tipo de transformaciones que desea enseñarnos?...-inquirió cruzando sus piernas con elegancia apoyando su codo sobre la mesa. Era una persona sumamente curiosa, deseosa de saber el origen de todo lo que le rodeaba, no sería la excepción que dentro de esa clase sacara a relucir tan peculiar cualidad.

 

Le interesaba el tema, le fascinaba la idea de meterse en uno que otro dilema y tener que sacar lo mejor de sus habilidades para librarse del mismo. Su interés por la clase de transformaciones era una cosquillita que tuvo desde que era pequeña, no era para menos que deseara calmar la misma e intentar sacarse esa espinita por aprender mucho más de tan interesante arte. El cambiar la forma de algo ya definido por otra cosa, no era más que un deseo que no podía dejar pasar a menos que algo se lo impidiera.

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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-Transformaciones- repitió la rubia con voz queda mientras su mano derechga jugueteaba con la misiva que acababa de recibir, al menos tendría la noche para preparar los asuntos urgentes del día siguiente sin tener que faltar a la clase, al menos eso pensaba en aquel preciso instante. Otra cosa le sorprendió gratamente, era el enterarse de que la docente era nada menos que Kirara, se espabilo y comenzó a organizarse.

 

•~•~••~✽~••~•~•

 

-¿Podría decirme donde se encuentra el aula de transformaciones?- pregunto la apresurada Lockhart pensando que otra maldita vez llegaba tarde a uno de los cursos que con tanto placer habia elegido. El estudiante a quien pregunto en el pasillo del Ateneo no era el más amable pero supo donde estaba que era lo más importante.

 

Así que con paso agitado haciendo resonar sus zapatillas de tacón sobre el piso, llego hasta el aula y se introdujo en ella, ya varios alumnos estaban presentas y Kirara saludaba, por lo que asumió que apenas empezaba la clase, su apariencia, ja quizás dejara mucho que desear si es que la veía alguno de sus antiguos alumnos o adorados Aethonans a quienes siempre les pedía que portarán su túnica de forma correcta así como sus insigneas. Hoy en cambio ella llegaba con la túnica celeste abierta, dejando al descubierto un corcet blanco con detalles del mismo color que la túnica y un pantalón pescador a juego, su cabello dorado como el sol estaba recogido en una coleta alta que iba de un lado para el otro al compás del andar de la chica y que como adorno añadido sostenía a Bélisama (la varita de Cye) mientras que el flequillo que cubría su frente se levantaba cada vez que resoplaba o se abanicaba el rostro tratando de que algo de aire la acariciara.

 

Con suma curiosidad una vez que tomo asiento en una de los lugares desocupados vio como un pequeño cuadro llegaba hasta su mesada, el marco mediría cuando mucho unos veinte centímetros, pero lo que estaba plasmado adentro era el objeto de estudio

 

-Cye, soy Cye Lockhart- dijo títubeando, pero no porque desconociera su nombre o no hubiera escuchado los comentarios y respuesta de sus compañeros que intervinieron antes que ella sino porque se movía en su mesada tratando de entender el cuadro que estaba cabeza abajo.

 

-¡Lo tengooo!- se escucho un sonoro plop, el cuadro habia girado de golpe y finalmente en vez de seguir paradop como si estuvier colgado habia caído en la superficie de la mesada aplastandole uno que otro dedo a la rubia.

 

-Es una simple transformación de tipo transustancial, auch y temperamental de paso- concluyo sobandose uno de los dedos machucados, lo que estaba pintado en e cuadro era curioso, una mariposa de varipintos colores en cuyo centro colgaba el péndulo de un reloj con sus circulo de horas ¿Donde esta el resto del reloj?-[/b] eso le dejaba en el aire como lo que faltaba del artefacto.

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La mañana estaba en su cenit, con el viento removiendo los ramajes de los árboles que envolvían los terrenos del castillo Gaunt. Era casi la hora sin sombra, y el joven licántropo apenas abría los párpados, sintiendo aún el escozor de los huesos tras una larga noche en modo salvaje. Chinasky recorrió las cortinas oscuras que mantenían la habitación de su amo en penumbras, haciendo ruidajo tal que el rumano, molesto, arrojó una almohada con perfecta puntería. Al escuchar el cuerpo de su ruidoso sirviente caer de bruces al suelo, el humor del Gaunt mejoró.
--- ¿Que hora...? --- no fue necesario terminar la pregunta al desviar los ojos hacia la ventana y no tener la necesidad de adaptar su visión a la luz temprana del astro rey.
Se levantó de inmediato hacia la ducha, dándose un baño rápido que le quitó toda la modorra de encima. Chinasky tenia la costumbre de no despertarlo en las mañanas consecuentes a la luna llena, sin importar lo que tuviese que hacer ese día. Pero daba la casualidad de que tenia clase de transformaciones en la universidad, y no podía darse el lujo de perderla.

Una sonrisa irónica desfiguró sus labios mientras se metía en los pantalones. Haber elegido transformaciones para parecía una burla cuando había demostrado ser experto en ello desde su primer lupinaje. Pero era necesario cursarla para acreditarse en la materia y obtener lo que tenia en mente; sus fines mantenían su motivación al tope. Buscó la misiva que le habían hecho llegar un día antes y volvió a asegurarse de que se dirigiría al lugar correcto de la clase, con la esperanza de que no se les ocurriese mudarla a otro lugar, como solían hacer en ocasiones.

 

 

*
Una oleada de añoranza le invadió al pisar los terrenos de la universidad, recordando sus días como estudiante; desde entonces el lugar había sido remodelado y se habían hecho grandes cambios en los métodos de enseñanza pero ahora lo que le preocupaba era ubicar el aula de Ateneo. No fue difícil al final, pero era claro que había llegado con demasiada demora. Al cruzar por el umbral de la puerta hizo un gesto con la cabeza en dirección de Kirara, quien fungiría como profesora, en seña de disculpa mientras buscaba un asiento libre al frente de una de las filas.
Notó que una de sus compañeras hablaba en voz alta haciendo una descripción de un pequeño cuadro que tenía en las manos y notó que él tenía uno propio la mesilla de su asiento; lo levantó y, comprendiendo que tenía que identificar el tipo de transformación que se veía en él lo observó detenidamente. El marco era de madera, sin detalles y muy común; la imagen parecía ser un recorte de la primera plana de El Profeta donde un muchacho con cabeza de tiburón emergía del agua con una chica bajo el brazo. Cuando la cabeza del mago volvió a la normalidad, Roman le reconoció.
--- Vaya... la famosa transformación mal ejecutada de Krum en el último torneo de los tres magos--- como ex alumno de Durmstrang había escuchado demasiado de ella ---En mi opinión se trata de una transformación orgánica, aunque tiene también características de transustancial. Ah si, soy Roman Allen Gaunt, por cierto...

http://i.imgur.com/ufNYcFm.gifFor The Greatest Goodhttp://i.imgur.com/QF8MI.png


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• Segunda clase.

La efectividad que tuvo Mía al distinguir la transformación que se trataba, produjo que asintiera para reflejar que estaba en lo cierto. No era una actividad complicada, por lo que todos harían un excelente trabajo a la hora de clasificarlos; a pesar de aquello, percibía que aquel tema o la tarea en sí, resultaba agobiante y aburrido. Estaba cerca de la mecánica de cómo se impartían las clases antiguamente. Se le hacía terrible romper el reglamento y, mucho más, poner esa imagen a la clase de Transformaciones que impartía su amigo Cillian.
— Es verdad, es una Transformación Orgánica mal elaborada —aseguró la castaña a Elizabeth, en el momento en que aparecía Juv, destacada por su labor en el Departamento de Misterios dentro del Ministerio de la Magia. Hizo caso omiso al comentario de la bruja mientras se dedicaba a observar lo que sus otros alumnos comentaban. No habría sabido responder a la indagación al no saber a lo que se estaba refiriendo; por lo que a continuación, explicaría acerca de las transformaciones que no funcionaban.
— Bien —sonrió a su amiga y al chico que acababa de llegar. — Como muchos de ustedes se estarán preguntando —se atrevió a observar a Juv, que tenía dudas acerca de ese tema, por lo que pudo deducir—, muchos de los hechizos de Transformaciones son errados porque el mago desconoce o no toma en cuenta los requisitos para efectuarla. Aquellos son los siguientes:
» Procedimientos básicos de las Transformaciones:
- Procedimiento Mental: deben tener un conocimiento perfecto y completo de la figura que transformarán. Tomar en cuenta los detalles y su contextura. Su mente sólo debe estar concentrada en ese objeto o criatura.
- Los patrones de movimiento: Como sabrán, los hechizos deben efectuarse mediante movimientos de las varitas, para que el efecto y la forma de la corriente de energía logre su propósito.
- Conjuro: la voz del mago debe ser clara y decidida. Es recomendable practicar las palabras muchas veces en voz alta para que no se produzca ningún accidente.
Al finalizaron con su discurso, examinó su escritorio en búsqueda, del cuadro de los tipos de transformaciones que sobraba. — Como verán —explicó la bruja, mientras sostenía el cuadro entre sus dedos y acariciaba sus bordes. Era desconcertante sentir un relieve sobre la parte de atrás del cuadro y su curiosidad no provocó más que instarle a tocarlo, sin tener prevención de lo que hacía.

*****




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..::: Laberinto de sorpresas.
Hizo su aparición dentro del centro de un laberinto circular y amplio. Desde esa perspectiva podía observar que las paredes eran gruesas y, una característica especial era su diversidad de tonos. El pánico comenzó a surgir en ella al imaginar que había dejado la clase para transportarse en ese lugar misterioso y sin salida. No tardó en escudriñar su alrededor en busca de algún botón o translador con el que podía regresar al aula, pero lo único que llamó su atención fue el pergamino que se encontraba intacto sobre el suelo.
Sobre él informaba que cada uno de sus alumnos aparecería en extremidades diferentes del laberinto, enfrentándose a diversas criaturas y obstáculos.
» Las instrucciones de la actividad:
- Su misión será llegar hasta el centro, donde se encuentra su profesora.
- Las criaturas deben ser acordes con los ambientes.
- Sólo podrán utilizar hechizos de Transformaciones.
» Los ambientes que tendrán son los siguientes:
- Zona de selva tropical.
- Zona de desierto árido.
- Zona acuática. El mago debe sumergirse.
- Zona de desierto helado y polar.
- Zona Montañosa.
- Bosque encantado.

 

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Aquella primera interacción en la clase de transformaciones, lejos de desanimar a la rubia le había despertado el gusanito de la curiosidad, así que estaba prestando especial atención a las palabras de la profesora Kirara quien explicaba con lujo de detalles los procedimientos básicos que debían seguirse para lograr transformaciones exitosas, ahora que lo escuchaba le parecía que nunca antes había considerado aquellos tres aspectos, sino que simplemente la mayoría lo hacía por instinto o costumbres después de varios intentos. Pero nunca más olvidaría que debía combinar la concentración mental, junto con los patrones de movimiento y la claridad del conjuro, así tal vez no le pasaría lo que le había sucedido al mago o bruja que hechizo los objetos pintados en aquellos cuadros que hoy servían para la enseñanza de aquel conocimiento.

 

Pero además de las palabras los ojos de Cye escudriñaban a su maestra y se percataban de sus movimientos, especialmente aquel que efectuaba con las manos siguiendo el contorno del cuadro que sostenía, estaba tan concentrada siguiéndole que en un pestañear de ojos la voz de Kirara ya no se escucho más, y las manos que observaba se convirtieron en un remolino confuso, cuando quiso levantar la vista para ver a su compañeros se dio cuenta que ella misma estaba inmersa en aquel remolino y que por alguna extraña razón sus pies no tocaban nada, ni sentía el apoyo del banco en el que había estado sentada, no pudo menos que sobresaltarse y entonces el desconcierto se hizo presente.

 

Un par de segundos después caía bruscamente, algo le arañaban la piel a medida que iba descendiendo sin control, hasta que al final algo la atajo, varias ramas de un enorme árbol frondoso evitaron que chocara contra el duro suelo a unos metros de distancia.

 

-¡Demonios!- chillo escupiendo un par de hojas que quien sabe como habían terminado atascadas en su boca y que tenían un feo sabor con todo el respeto que le merecía aquel magnifico ejemplar. ¿Dónde estaba? Se preguntaba cuando su corazón dejo galopar para tomar un ritmo menos loco. Sus orbes celeste miraron a su alrededor, desde esa altura podía ver una vereda curvilínea de arboles que se asemejaban a guardianes apostados cuidando el paso de un monarca, solo que la alfombra no era roja sino de un verde vibrante, estaba segura que había un rio o cascada porque podía escuchar el cascabeleo del agua al caer.

 

Cerro sus ojos y respiro profundo hasta que su mente y su cuerpo se centraron, la energía se estabilizo y la paz la inundo, ¿Qué había de temer en un ambiente así, siendo una sacerdotisa? Nada, la naturaleza era su amiga y cada criatura era un ser al que ella respetaba. Al estar en sintonía con la energía viva del lugar, recibió su primera sorpresa, el árbol sobre el cual estaba empezó a sacudir sus ramas, la estaba echando y no de muy buena manera, aunque siendo sincera, después de haber arrasado con parte de su follaje, roto algunas ramas y masticado algunas hojas ¿Quién querría sostenerla? Si fuera un sauce boxeador ya la habría noqueado.

 

Dio varios saltos y cayó al suelo, asegurándose que su varita siguiera en lo alto de la coleta que anudaba su cabellera. Unas risilla llegaron a ella, provenían de unas pequeñas criaturas con alas -¿Hadas?- se pregunto un tanto incrédula, se descalzo para sentir la hermosa grama y florecillas espaciadas por aquí y por allá de forma armónica, comenzó andar y entonces descubrió de donde provenía el agua, brotaba de la pared de espeso ramaje entre dos arbustos fornidos y caía a un pequeño pozo del cual un hermoso centauro bebía.

 

-¡Es un bosque encantado! - grito victoriosa al reconocer las características que la rodeaban y sus criaturas, aunque su distribución pareciera más un laberinto que otra cosa, lo cual significaba que no estaba allí para disfrutar sino para llegar a algún lugar y que pronto los problemas aparecerían. Su alborozamiento hizo que el centauro se cambiara de posición y en un abrir y cerrar de ojos un trió de flechas le daban la bienvenida. “Los Centauros siempre tan amables” - pensó la sacerdotisa y al instante extrajo a Belisama de su coleta, empuñándola con determinación y pronunciando claro y fuerte al tiempo que realizaba una floritura.

 

-Morphos- de inmediato las tres flechas se transformaron en hermosas rosas con tallos y sin espinas que dado los pétalos le restaron velocidad a su andar y cayeron a pocos pasos de la rubia. -Lamento irrumpir en tan bello espacio- se mordió el labio inferior antes de reconocer -Estoy en clase de transformaciones y aparecí aquí por arte de magia. Busco a mi maestra Kirara y a mis compañeros ¿los ha visto?-

 

-Humanos… molestos y predecibles- contesto la criatura mitad hombre mitad caballo -Sigue el camino, a menos que quieras tomar atajo- y una sonrisa maligna y retadora apareció en aquel rostro duro. -Pero cuidado, porque al otro lado no llegaras sin una trampilla pasar-

 

-¿Trampilla?- pregunto Cye humedeciéndose los labios, el centauro le dio una última mirada y se desapareció galopando en sentido contrario al que ella estaba intentando seguir. - Gracias por toooda la información- grito en tono sarcástico, sin sacarse la sensación de peligro que la invadía. Como fuera tenía que llegar a algún lugar, así que siguió su camino, eso sí con los sentidos totalmente alerta.

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La aparición de sus compañeros de clase fue paulatina, pero afortunadamente minutos después todos estaban listos para continuar con la clase, por lo que esperó a que Kirara diese las siguientes instrucciones, siendo de ese modo la manera más sencilla de no aburrirse con lo básica que le estaba pareciendo la clase. Hasta que de improvisto el aula comenzó a transformarse en una imagen desdibujada de color verde y algunas partes cafés.

¿Dónde estaba? fue la primer pregunta que acudió a su mente, hasta que al recordar que en numerosas ocasiones, había llevado a sus alumnos de la antigua Academia de Magia y Hechicería a probar sus habilidades en un laberinto, y ahora ella se encontraba en uno con el mismo fin. Aquella situación, le resultó bastante irónica, pero no por eso menos interesante, porque estaba segura que saldría bien librada; era momento de comenzar con el recorrido.

Al ver que no se encontraba nadie más a su lado, se adentró a la primer ramificación del laberinto, que para sus sorpresa no era lo que se estaba, porque en vez de ver dos pareces inmensas de color verde, se encontró con diversos árboles de tonalidades verdes rodeadas por troncos verdes y algunos pequeños caudales de ríos, quería creer... ¿era una selva? esperaba estar equivocándose porque de ser así, se encontraría con números animales, los cuales podrían resultar ser un pequeño problema.

Estaba tranquila a pesar de la maraña de sonidos animales que llegaban hasta sus odios, porque sí bien se encontraba sola y que su adorable atuendo no le favoreciera en su recorrido, había comenzado a caminar lentamente por un pequeño camino cercado por rocas de diversos tamaños y formas, así como por algunas plantas exóticas que no recordaba haber visto con anterioridad.

En su mente solamente estaba la determinación de terminar con ese innecesario recorrido a su parecer, hasta que la presencia de un jaguar se hizo presente delante de ella, comenzando a amenazarla con sus feroces gruñidos y garras, ¿qué hacía ese animal en su camino? por instinto pensó en matarlo, pero recordó que no podía hacer eso, por lo cual acudió a su mente la idea de un hechizo sencillo pero que podría llegar a serle de utilidad.

Incarcifors —apuntó con decisión a una roca que estaba cercana a la garra del jaguar, logrando de ese modo que la simple roca se transformara en una jaula de hierro sólido que de inmediato apresó en su interior al inquieto animal que había amenazado su vida al comenzar a acercarse peligrosamente hasta su posición.

Pensando en que otro tipo de encuentros podría llegar a tener que superar, en su rostro apareció una media sonrisa y un brillo de diversión en sus ojos, comenzaba a divertirse de verdad. Le apasionaba el peligro y más sentir la adrenalina correr por sus venas, incitándola a seguir y seguir hasta sentirse viva. Precisamente se había sido el motivo por el cual, por muchos años había matado a diestra y siniestra, el poder de decidir cuando moría alguien y cuando no, ese poder la hacía sentirse bien y lamentablemente lo extrañaba, pero no era momento para ese tipo de cavilaciones.

No cuando el calor intensó se hacía presente a cada pasó que avanzaba, si bien, podía ver una maraña de dos paredes verdes cerca de donde se encontraba, sabía que aún no podía cantar victoria de haber terminado el recorrido de manera exitosa, por lo que sin siquiera dudarlo y con una media sonrisa en los labios, continuó con su fluido andar, aprovechando la oportunidad de relajarse un poco con el paisaje, hasta que a sus pies apareció un escorpión.

Lapifors— salió de sus labios sin siquiera pensarlo, logrando que el escorpión se transformara en un hermoso conejo blanco. sabía que de haber permitido que el escorpión continuara su escalada hasta sus piernas y por mala suerte la hubiese picado, en cuestión de segundos habría estado quizás muerta si el antídoto de un bezoar no la salvaba.

Por lo que sin remordimiento de conciencia, continuó con su rápido andar, lamentándose cada vez más estar en un ambiente tan cálido y diferente al hermoso frío de Londres. El sudor comenzaba a aparecer por su cuello y eso la hacía ponerse un poco de malas, por lo que a pesar de que el brillo continuaba en sus ojos, la sonrisa se borró de sus labios y de ese modo fue hasta que logró traspasar el primer umbral de la pared de color verde que tenía delante de ella.

De ese modo, pudo cantar victoria; estaba en el centro del laberinto y allí estaba Kirara. Había conseguido su cometido, retirando la capucha de su túnica esbozó una media sonrisa burlona esperando a que sus demás compañeros llegasen hasta su posición. Porque afortunadamente para ella había sido la primera en llegar, así que podía relajarse durante algunos minutos.

— ¿Cuál es la siguiente consigna? —preguntó con un poco de expectación en la voz.
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Tercera clase.

El laberinto podía guardar centenares de misterios de las que no podía imaginar desconociendo la manera en la que se había formado. Confiaba en que sus alumnos cumplirían con su expectativa, después de todo, eran magos expertos y sabían que hacer en esas circunstancias. Sin embargo, aquel pensamiento no era suficiente para calmar su intranquilidad. Ya habían transcurrido varios minutos y ellos no llegaban. Debía ser paciente, después de todo, sabía bien la dificultad de esa clase de acertijos.
Al darse cuenta que ya no podía guardar más minutos y algunos de sus alumnos habían llegado a completar con la actividad, les sonrió elevándose de la gran roca que utilizaba de asiento. Era incomodo permanecer en medio de un circulo, pero de aquella manera podrían prestar más atención a la clase y a las nuevas consignas que se les encomendarían. Carraspeó mientras echaba un nuevo vistazo al pergamino encontrado sobre el suelo. En éste había instrucciones que podía utilizar a su favor y salir de aquel sitio tan extraño al que habían llegado espontáneamente.
—Excelente trabajo —felicitó la bruja—. Como se habrán dado cuenta se trata de un laberinto exótico y la único manera de salir es utilizando los pensaderos que están en el centro —los canales de grifos ubicados de forma circular en el centro se abrieron permitiendo divisar esculturas de piedra delicada a la espera de ser utilizadas. Sin embargo, aún faltaba explicar y aclarar acerca de la actividad, ya que no se trataba de un simple lugar. La magia los podía a lugares realmente inimaginables.
—Aguarden —Pidió para que guarden calma y se detuvieran a escuchar—. Es muy peligroso que vayan sin antes conocer cuáles son esos pensamientos profundos que deben recordar —explicó, mientras sacaba la pizarra, aunque no hacía fala ya que no tenían forma de tomar apuntes a menos que utilizaran un vuelapluma—. Es necesario conocer las Leyes de Gamp—era lamentable no estar en el aula, de aquella manera les podría mostrar el retrato de aquel mago tan reconocido—. Luego lo recordaremos un poco, lo importante es conocer bien las leyes que creó para el beneficio de la comunidad mágica.
» Leyes de Transformación Elemental de Gamp.
- Vida: No es posible regresar a la vida a alguien fallecido.
- Comida: La comida puede aumentarse, transformarse, transladarse, siempre y cuando conozcas su paradero, pero no es posible aparecerla de la nada.
- Amor: El amor es un sentimiento muy valioso que se lo gana mediante confianza, por lo que no puede ser creado de la nada.
- Riquezas: Pueden heredarlo o ganarlo con esfuerzo, pero no puede aparecerse como así. Caso contrario, resultaría injusto para quienes realizan su trabajo de forma debida.
- Conocimiento: Se puede modificar, aumentar, lo que está prohibido es crearla de la nada, sin ninguna fuente de donde sacarla.
— ¿Me olvido de alguna? Díganme ahora si desean hablar de un tema en específico cuando concluyamos —había estado muy distraída y no quería olvidarse de nada. Al finalizar Kirara se detuvo para tomar un poco de aire y continuar: —La actividad será la siguiente —comenzaría con lo básico por si alguien no sabía cómo utilizar el recipiente—. Deben cortar delicadamente un mechón de sus cabellos y sumergirlos sobre aquella sustancia —era muy viscosa en ocasiones, pero intentaría no alarmarlos—. Una vez allí, deben recordar alguna ocasión en la que han creído que es necesario utilizar una de estas leyes y no lo hicieron, de esa manera también pueden darse cuenta que todos puede solucionarse con dedicación y no de la manera fácil —aquello último se le ocurrió improvisando, después de todo, era una excelente idea.
—Sólo les daré una advertencia —Dijo, preocupada, esperando que aquello no les alarmada—. Una vez allí adentro no les será posible salir porque sucederá algo imprevisto que, por lo visto, será parte de la última actividad y después de este episodio, regresaremos al aula —concluyó volviéndose a sentar sobre la roca. Esperaba que al finalizar la clase esas actividades les hubiera servido para adquirir el conocimiento y que no se tardaran tanto allí, en sus interiores, porque mientras estaban poniendo en práctica lo aprendido, se aburría allí sola y a la vez, era preocupante. Por tal motivo, no descartaba la idea de comprar una esfera de cristal, si aquello resultaba efectivo para esas situaciones así.

 

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