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Pociones


Helike R V PB
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Luego de que los hechos demostraran la volatilidad que poseía el humor de Heliké, Rocío comprendió que guardar silencio iba a facilitarles a todos el desarrollo de la clase. Simplemente se daba cuenta que, sin abandonar su orgullo, la profesora no iba a poder dominar una clase escandalosa. Las cosas que sucedían desde que arrancó aquel día estaba excediendo a la figura líder y logrando que escupiera gritos a diestra y siniestra.

 

Con una mueca, conteniendo el disfrute que le generaba el enojo de la gente, caminó lentamente hacia su asiento. Se acomodó y dejó que el resto hablara, funcionando como un ente invisible. Se dio cuenta de la niebla y de como Lyra se retiraba sin más. Pensó en hacer lo mismo, allí alejada, pero temió perder aquella oportunidad de obtener el conocimiento; no iba a permitir pasar de nuevo por esas vivencias si recursaba la asignatura.

 

Escuchando a sus compañeros identificó exactamente de lo que hablaban. Allí había un ambiente extraño; secretismos, susurros, palabras vacías u oraciones incompletas. Las dos mujeres estaban cuidándose mutuamente, aunque una de ellas intentara disimular, y eso lo habían observado todos. Y Malfoy salvaría su propio pellejo si era necesario, importándole muy poco el resto de los desconocidos. Ninguno era compañero de filas por lo que ni siquiera estaba en la obligación de proteger a nadie.

 

Un frasquito le llegó flotando cuando Rambaldi les indicó beberlo para calmarse. La banshee observó con gracia aquel pequeño recipiente y sus dedos lo agarraron, interrumpiendo el trayecto. Sin siquiera pensar en detectar su aroma, lo apoyó sobre la mesa y lo dejó a un lado. Estaba claro que no ingeriría nada que no viniese de alguien de su confianza.

 

Sin más, empezó a imitar las acciones de la mujer para preparar la poción, haciendo un poco de malabares ante las sacudidas. Aguamenti, trocear los ingredientes y esperar sus indicaciones para proseguir. Dejó todo acomodado alrededor del caldero, que ahora contenía aquel líquido cristalino. En el interín, la mujer que los había abandonado regresó y volvió a irse al rato, alegando que se sentía mal.

 

Ya no entendía nada, solo esperaba que todo se diera rápido porque también se moría de ganas por salir de allí lo mas pronto posible. Lo que si nunca consiguió comprender es cómo su profesora, al ver la facilidad con la que iba y venía Lyra de aquel lugar, seguía obligándolos a permanecer en la clase. Se giró en su banco, buscando el foco del murmullo estudiantil, y les hizo seña a sus compañeros.

 

—Puede que les parezca una insoportable, lo he notado. Pero, por favor, me van a decir que nadie se pregunta cómo es que Katara ha salido tan campante y la profesora nos sigue manteniendo aquí como si no hubiera salida ¿Verdad? Es que, vamos, creo que todos hemos pasado ya el examen de aparición. —sus labios se movían modulando perfectamente cada palabra, para evitar tener que hablar en voz alta. Sus susurros, mezclados con los ruidos que de golpe se escuchaban, iban a quedar bastante amortiguados. Solo esperaba que aquellos le entendieran sin tener que repetirlos, puesto que iba a tener que decirlo esta vez a viva voz y hablarle directamente a la profesora, con su temperamento quebrantable, le parecía ya una peripecia innecesaria.

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Semper Fidelis http://i.imgur.com/z1Ac7.gif Mortífaga Banshee


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Sagitas cómo yo, estábamos preocupadas, realmente preocupadas por la situación. Mientras iba realizando mi propia poción. Si salíamos al exterior y nos atacaban era mejor tener algo para quemaduras. Si era lo que nos temíamos.

 

- Kassandra - dije en voz baja- disculpen chicos - me dirigí ahora al resto de la clase.

 

- Ésta niebla no es la primera vez que se nos presenta. Generalmente está unas horas y luego desaparece. Pero parece que actúa en momentos señalados. Cómo la festividad de halloween o en los equinoccios, momentos señalados en el calendario - los aromas de las pociones poco a poco iban ambientando la habitación en dónde estábamos.

 

<< No sabemos quién la produce, o qué es lo que quiere. Pero lo que sí podemos deducir es que es muy peligrosa. No sabemos qué es lo que se encuentra detrás de ella. Salir afuera con ese tiempo es un suicidio. Necesitaremos armas para luchar contra lo que sea que haya ahí fuera y cuántas más mejor.

 

Y por supuesto, Lyra regresó de nuevo y alcé una ceja.

 

- ¿Te han permitido regresar? Eso sí que es raro y estás ilesa. Quizá solamente esté preparando el momento adecuado para atacar. Lo más raro es que hayas usado la aparición sin problema -dije, gruñendo por lo bajo.

 

<< Claro que nos preocupa - estaba empezando a enfadarme- si quieres sal al exterior para que te ataquen - comenté con la voz, enojada.

 

- No necesitamos a los directores para ésto -gruñí. Era lo que me faltaba que viniesen a cuestionar mi trabajo - claro que estamos viendo pociones, pero si anda interrumpiendo la clase cada dos por tres, no es mi problema - solté ahora ya, enojada. Parecía que había pasado un siglo de que hubiese tomado la poción tranquilizadora - Echará los ingredientes tal y cómo he indicado. Mandrágora, dientes de león, ojos de sapo y alas de murciélago -comenté mirando, con los ojos entornados a Lyra.

 

No podía evitar escuchar la conversación que formó con Groter. Arqueé las dos cejas e intenté no alterarme más. Ya la situación no era lo mejor para perder los nervios o la cordura.

 

Los alumnos parecían cabreados.

 

- Me parece que de aquí, no se va nadie - no sabía dónde tenía la varita, pero palpando la noté detrás del pantalón- no sabemos los peligros que puede haber...

 

<< La poción tiene que estar lista a los diez minutos. Tiene que tener un color anaranjado oscuro. Ahora os pasaré el agua del río Lethe echaréis un par de gotas nada más y añadiréis el bezoar machacado con el mortero - indiqué- en los cajones tenéis botellitas para rellenarlas con el brebaje.

 

- A continuación haremos otra para hacer una explosión lo suficientemente potente para que pueda disipar ese tiempo climatológico. Si es normal lo hará sin problema. Si es mágica, lo sabremos enseguida - añadí los últimos ingredientes a la poción - hay que dejar reposarla durante cinco minuto y luego lo metéis en las botellitas.

 

Después del tiempo estipulado cogí el cazo y rellené con cuidado la botella de cristal, para taparla con el corcho. La situé cerca de mí.

 

Ahora, una voz potente se escuchó dentro del aula.

 

- Nadie saldrá de aquí. No intentéis la aparición porque os puede salir caro. Habéis profanado un lugar sagrado. Vestigio de los tiempos oscuros en dónde el poder era más que un símbolo, pagaréis con vuestra vida, si salís al exterior - y tras éstas palabras, otro bandazo más fuerte. Menos mal, que había hecho las paredes resistentes con un conjuro.

 

- ¡¡Pero si nosotros no tenemos la culpa!! - estallé yo, fastidiada a causa de la rabia.

 

- Bien, en cuánto terminéis vaciáis el caldero - hice un movimiento con mi propia varita pensando en un 'evanesco' - volveréis a rellenar la poción con aguamenti. Es cierto que dije, que no quería aireos de varitas mágicas, pero ésto es excepcional. No sabemos si tenemos agua pura para hacer los ungüentos así que, en éste caso os permitiré hacer ésta magia tan sencilla.

 

Fui al armario que tenía cerca y con cuidado saqué una vieja caja de madera. Ésta tenía varios trozos de cuernos de Erumpent. Lo había conseguido clandestinamente y teníamos suficiente para hacer la poción que había dicho anteriormente.

 

Con un aireo de mi varita de pino hice levitar los trozos a cada alumno que aún estaba ahí dentro, aguantando.

 

- Ahora tenéis que tener cuidado en usar ese trozo de cuerno de Erumpent. Sabéis que es muy peligroso así que, por favor, tratadlo con cuidado. Puede que sólo provoque pequeñas explosiones, pero es mejor que tener el original - sin poder evitarlo, mis ojos debieron de mostrar un brillo de malicia.

 

<< Rellenad el caldero con agua y echaremos tres cucharadas de hierbas comunes al caldero. Al cabo de cinco minutos, echaréis el trozo que os he dado con sumo cuidado. Éste tiene que deshacerse completamente para que surta efecto. Añadiréis agua del río Lethe. Tres gotas bastarán. Para la completa cocción es necesario esperar unos veinte minutos, a fuego lento. Así que, es mejor que bajéis la potencia de las llamas sino queremos que hierva - indiqué yo. Mientras lo decía iba añadiendo mis propios componentes al caldero. ¿Seríamos capaces de salir de ahí? Esperaba que sí, menudo halloween más horroroso. Teníamos que tener paciencia y rogar a quién fuese, que todo lo que estábamos haciendo, diese resultado.

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Groter Shulton Granpié

No me gustaban este tipo de espectáculos, si bien no estaba la tutora segura sobre el bienestar de la clase tampoco tendría que seguirle la corriente a su tía para hacer mas escandalo, lo suyo era pelear por pelear y era desagradable, tal vez los comentarios sobre ella había sido como malas bromas.

 

- ¿Murmullos? Se irían a los golpes si no hubiera público... - Le comenté como broma a Mia mientras seguía picando, lento pero seguro, no quería perder un dedo en el proceso. - Tal vez, pero me gustaría que la clase mejorara, le tenía muchas ganas a esta asignatura, odiaria que no fuera todo lo que esperaba... Y soy Groter, por cierto, mucho gusto... - Le dije con una sonrisa apartando el cuchillo porque ya había terminado de picar todo.

 

Tomé una pluma y anoté a dónde debía mandar la lechuza para quedar luego con Lyra, me había caído bien. - Tengo mala memoria, si no lo anoto lo olvidaré... - Le dije mientras miraba hacia el frente, había algo de la profesora que me intrigaba, no sabía qué era, pero me tenía inquieto, de todas maneras no era el lugar ni la hora. - ¿Pirmas? Genial. - Les dije mientras me recargaba en mi asiento esperando nuevas indicaciones. - Pero al menos no estamos discutiendo cosas que no controlamos... - Les dije mirándo hacia el frente.

 

- Si te soy sincero no creo que sea peligroso... - Le dije a Lyra pero pareció no importarle, desapareció del lugar sin dudarlo por un segundo, era sorprendente, pero yo no dejaría la clase, además seguía dudando que corrieramos peligro. Comencé a prestar atención en lo que le explicaba la tutora a mi madrina sobre la niebla.

 

- Creo que son dos pequeños secretos, primero ya no le temo a la muerte y si ya no le temo, tampoco a algo que pueda dañarme y segundo, no estoy convencido de que la niebla sea realmente peligrosa... - Le dije a mi madrina sonriendo, era en parte cierto, ya no me daba miedo morir y cualquier cosa que sucediera era menor que la muerte, así que suponía menos importancia, de la niebla no estaba seguro para nada.

 

Vacie las cosas que decía la profesora esperando el agua de la que hablaba, luego tomé los frascos de los que hablaba del cajón y ahora era cuestión de esperar los cinco minutos, no estaba seguro de si teníamos que vaciarla ya o esperar cinco minutos y luego vaciarla, así que mejor esperaría.

 

¿Y esa voz? No tenía sentido, nosotros no habíamos hecho nada, no nos merecíamos una amenaza, me molesté por lo que decía la voz, tal vez fuera simple magia o alguien intentando asustarnos, pero fuera lo que fuera no me hacía gracia, decidí sin embargo seguir poniendo atención con el ceño fruncido.

 

Suspiré vaciando la poción y usando la varita para conjurar un poco mas de agua para poder seguir con la siguiente poción, no sabí muy bien que hacían unas y otras, pero esto se trataba de aprender, así que eso haría. Tomé las hierbas y las puse en el caldero, ahora había que esperar cinco minutos para poner el trozo de cuerno, no sabía de dónde lo había sacado y eso no me daba buena espina, pero era un alumno y tenía que ocupar mi lugar como tal.

 

Bajé el fuego como había indicado y pasado el tiempo con cuidado puse el trozo que nos dio en el caldero y comencé a fijarme bien en su reacción, tenía que deshacerse, pero parecía que no era algo inmediato, poco a poco se iba deshaciendo, no dejé de mirar, quería sacar lo mas que pudiera de esta experiencia, la observación era la respuesta.

"Si no quieres entender que hibernando están las brujas, amarrate a una escoba y vuela lejos... "


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De todas las situaciones en las que pudo imaginarse que terminaría o transcurriría su clase de pociones, el estar perdidos en algún bosque en medio de la nada, con una niebla misteriosa que afirmaban era dañina, además de alguna cosa que golpeaba las paredes como queriendo derribarlas, no era una opción que se había planteado.

 

Mucho menos lo bizarro de la situación en sí, el estar en peligro pero aún así encontrarse en la mayor de las calmas preparando una poción. Eso no tenía lógica ni mucho menos.

 

La facilidad con la que Lyra había aparecido y desaparecido ya varias veces afirmaba de igual manera que no había una amenaza real. La niebla a lo mejor era un efecto natural normal por la humedad y la altitud del bosque o algo así. Aunque eso seguía sin explicar los golpes groseros en las paredes. Kassandra trataba de seguir los pasos de la elaboración de la poción, metiéndole concentración al asunto. Agregó los ingredientes al caldero en el orden indicado, eso era fácil. Esperó a que se cociera mientras machacaba el bezoar en el mortero y lo agregó junto con las gotas de agua del río Lethe. Su poción indicaba que estaba correcta, tenía un suave aroma y el color del brebaje era naranja como lo había mencionado Helike. Buscó las dichosas botellitas y vertió el contenido en las mismas, satisfecha consigo misma de su logro.

 

Groter había terminado también, sin complicaciones. Lo que le había dicho le había dejado pensando. Si no le temía a la muerte eso ya se lo esperaba, estaban expuestos a la muerte día tras día, eso era algo que tampoco le preocupaba. Pero él tampoco pensaba que la niebla fuera peligrosa. Lo que a ella le molestaba era el quilombo que se había armado al respecto. Ni maestra ni estudiantes, nadie parecía guardar la calma ni la compostura. Se estaba llevando una experiencia amarga de su primera clase de pociones.

 

Desafiando a Helike, Lyra se había ido de nuevo. Estaba en su derecho, supuso. Al menos con las cosas como estaban, inciertas. En lo que a la Weasley respectaba, el quedarse en el salón era absurdo estando en un sitio desconocido. Sin embargo al fin estaba aprendiendo a hacer brebajes, motivo por el cual no protestó. Luego una voz que salió de las paredes amenazándolos. Eso era el colmo.

 

Si no hay peligro no entiendo qué clase de broma pesada es esta... —Susurró observando a Groter empezar ya la segunda poción. La maestra no parecía calmada, cosa que no le causaba tranquilidad en absoluto.

 

Vació el caldero con una floritura y le echó agua nuevamente. Echó las hierbas y observó el cuerno con cuidado. No quería volar su escritorio.

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Observó como su prima se retiraba del salón de clases y no podía culparla,incluso ella deseaba imitar su acción cuanto antes. pero su orgullo y tacañeria no le iba a permitir abandonar la asignatura hasta que estuviese totalmente segura de que la aprobaría, por lo que se dispuso a intentar concentrarse en los que ocurría a su al rededor, o de lo contrarío en cuestión de segundos volvería a perder el hilo de las conversaciones e instrucciones que se desarrollaban a su alrededor.

 

—Todo esta bien Kass, puedes ir de visita a la casona cuando así lo desees, tiene poco que ha vuelto Little —respondió a la pregunta de la Weasley, intentando ser amable por la relación que había mantenido durante años su esposo y ella— ¿Y tu qué tal? aunque creo que no es el mejor momento de socializar.

 

Esbozando una media sonrisa negó lentamente, sabía que esas pequeñas conversaciones eran similares a las que mantenía Heliké con Sagitas, así que intentó recomponer la situación prestando atención al caldero que tenía delante, pero segundos después se distrajo ante las palabras de Groter, asintió con tranquilidad y le dio la razón, no creí que la clase realmente fuese algo peligroso, por lo que quizás había llegado el momento de comenzar a ponerse en marcha.

 

Las palabras de la profesora llegaron a sus oídos y permitió que explicará el origen de la niebla y la maldición o como le hubiese llamado al hecho de estar en tierra sagrada, lo que impedía que se realizara el famoso hechizo de aparición, ¿por qué divagaba tanto? se preguntó a la par que una punzada en la sien la hizo volver a la realidad. Estaba harta, por lo que se desconectó unos segundos más y prestó atención a lo que tenía delante.

 

Las instrucciones llegaron hasta sus oídos y se limito a seguirlas, ¿qué más podía realizar? nada. Mezclo los ingredientes que le indicó la Rambaldi y después, con toda la tranquilidad que podía tener aún en sus sistema, la colocó al fuego y espero unos minutos y al parecer tras colocar un par de ingredientes, la poción estaba lista. Al fin... después de varias horas perdidas, estaban realizando su primera poción.

 

—Supongo que a la profesora le pareció gracioso. —sentenció con tranquilidad, para después vaciar su caldero y comenzar con la segunda poción.

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*pufff, dos páginas. Perdón por ser tan tardona. Llevaba dos días sin poder contestar en el foro. Mis disculpas.*

 

 

Me arrepentí al instante de mencionar la Niebla. Yo había acudido a aquella clase de Pociones no tanto por aprender y conseguir un certificado de conocimientos como para meterme con mi sobrina, algo así como una venganza interna por haberme enterado de que se iba a casar con mi hijo y que iban a aprovechar que yo no estaba en el pueblo para que me encontrara la "sorpresa" cuando volviera. Había llegado a la clase con un espíritu combativo y, en cierta manera, vengativo. Pero en ningún momento me había planteado que pudiera haber una situación perniciosa que pondría en peligros a todos los presentes.

 

La Niebla...

 

Lancé un gritito y estiré la mano, como si quisiera retener a la persona que salía de la clase, algo "irritada" por lo que sucedía en el aula. En cierta manera, entendía que los alumnos pudieran estar malinterpretando las conversaciones casi particulares entre Heliké y mi persona pero quería dejar claro que yo no tenía nada que ver con lo que fuera que pasaba. No me sentía cómoda, pero tampoco estaba tan loca como para salir de allá con la libertad que la alumna lo había hecho. Por un momento, temí por su vida pero... Ya estaba hecho.

 

-- Deja de meterte conmigo, Heliké -- le susurré, como si yo no hubiera empezado haciendo lo mismo. -- En esto estamos todos unidos para luchar contra lo que sea.

 

Calma, la profa exigía calma, algo que yo no sentía y que, estaba segura, ella tampoco... Me había quedado muda y me había sentado en mi mesa, junto al caldero y el conjunto de ingredientes, pócimas, redomas y otros utensilios. Los miraba sin verlos, con la mente perdida. ¡Maldita sea el día que decidí venir a Pociones! Con lo fácil que hubiera sido "asustar" a mi nuera en el Circo junto a varios animalitos de los que me obedecían.

 

Pero como ya estaba dando órdenes de clase, decidí seguirla en todas sus indicaciones. Si no aprendía algo, al menos mi mente estaría dedicada a otros pensamientos no tan negros como los que cruzaban en aquel momento por ella.

 

-- Poción para quemaduras -- dije en voz baja. Mi vuela pluma empezó a escribir: -- Fuego, agua y caldero encima del fogón.

 

Un Incendio encendió el fuego que necesitaba, el Aguamenti rellenó el caldero y un Accio lo colocó encima. Después volví a seguir más indicaciones.

 

-- Mandrágora, diente de león, dos ojos de sapo y un par de alas de murciélago disecadas. ¡¡Puaaaaaj!!

 

Moví la varita, se me había olvidado el asco que me daba tocar ciertas partes de los animales. Con la varita saqué los ojos de sapo y las alas de murciélago, reflejando claramente en mi cara lo que opinaba de maltratar animalitos monos para hacer pociones. Soy muy amante de las criaturas. La mandrágora la piqué bien fina, soy muy buena en la cocina (aunque mi elfo Harpo no opine lo mismo) y me encanta trocear las hierbas de la sopa, así que quedó todo muy igualadito. Salté en el asiento al sentir un bandazo en la puerta, pero no miré. No quería, lo único que me importaba era acabar aquella poción, aprobar y salir corriendo de allá antes de que, fuera lo que fuera, lograra entrar.

 

-- Dos gotas de agua del río Lethe... -- Levanté la mano. -- Sobris, ¿por qué no sirve agua normal del grifo o un Aguamenti? ¿Tiene propiedades mágicas especiales?

 

Vamos, que no me importaba, si eran gotas del río Lethe, pues me compraba un garrafón y punto. Pero el resto de los alumnos murmuraban demasiado sobre la Niebla y me arrepentía de haber mencionado eso, así que prefería volver hacia la clase y dejar de lado la explicación que la misma Heliké daba sobre el tema. Preferí mantenerme al margen (como si pudiera) y no decir nada sobre lo que sabía de ella; al fin y al cabo, era algo muy íntimo que había pasado en mi familia y no quería airear intimidades de la Potter Black.

 

Noté que la alumna díscola había regresado ("volvió viva, menos mal", pensé. " Vaya follón si se muere por el camino...") pero enseguida volvió a irse. Bueno, allá ella, yo prefería seguir la clase y ya vería si era prudente salir o no; tal vez la Niebla hubiera pasado de largo.

 

-- ¿Diez minutos? Pues la mía parece... ¿ennegrecida? -- Tal vez hubiera puesto mucha mandrágora, o ... A saber, que no tenía la cabeza en lo que hacía, aunque como mi sobrina me suspendiera el conocimiento iba a tener algo más que un incidente en la clase del cual preocuparse. Mejor que vigilara sus espaldas, por si el Dragón de la Potter Black la devoraba si me ponía un cero patatero. -- ¿Es normal este colorcillo? No es muy naranja, bueno sí, de naranja quemada.

 

¡Miércoles! No había machacado el bezoar. Me puse con el mortero mientras mi sobrina ya hablaba de hacer otra. Torcí el morro, si aún no había acabado la primera. Machaqué con más fuerza, pensando que era su cabeza, mientras mi vuela pluma apuntaba las instrucciones de la siguiente poción:

 

-- Poción explosiva... ¡Pero mira que es bruta esta profa! -- sí, vale, no pude evitar decir eso. -- Aguamenti, llenar el caldero, cuerno de Erumpent... ¡DE ERUPENT!

 

Mi grito fue tal vez demasiado elevado pero era algo que no había conseguido comprar en el Magic Mall (bueno, lo había pedido, pero aún no me había llegado) y me moría de ganas de tener uno en mis manos. Dejé el mortero con el bezoar a un lado y tomé el trozo que me tocaba.

 

-- ¡Cuerno de Erumpent, guauuuuu! -- exclamé, emocionada. -- ¡Qué.... bonito....!

 

Seguí dictando a la pluma, mientras agarraba el trocito pequeño, demasiado pequeño para mi gusto, y lo acercaba al pecho:

 

-- Tres cucharadas de hierbas comunes; esperar cinco minutos, echar el cuerno, que se tiene que deshacer; tres gotas de agua del río Lethe y esperar unos veinte minutos, a fuego lento.

 

Chupada, esa poción iba a ser chupada. Me froté las manos y tiré el polvo de bezoar dentro del caldero. Un pequeño humo grisáceo empezó a salir de él, con un ruido sibilante.

 

-- ¡Glups! Esto... ¿Socorro?

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Rocío siguió al pie de la letra todo lo que su profesora decía. Ya había resignado su rebeldía a la calma, temiendo por su pellejo en todo aquel embrollo. Sabía que algo andaba mal, algo no estaba funcionando del todo en aquel recinto, pero ya no sería ella quien exteriorizara todas sus quejas porque quería aprobar el conocimiento.

 

Mandrágora, dientes de león, ojos de sapo y alas de murciélago. Repitió en su mente unas ochocientas veces la misma frase. Cortó lo que le faltaba y machacó en el mortero lo que debía ser machacado, dejándolo a un lado. De a uno y en orden fue metiendo aquellos ingredientes y revolvió, creando previamente el fuego que calentaría el caldero.

 

Al cabo de unos minutos, diez, el color anaranjado oscuro se formó en todo el líquido y suspiró satisfecha. Con suavidad, tomó el agua del rio Lethe que Heliké les había facilitado y echó unas gotas en el interior. Una especie de burbujas se formaron en la superficie de la poción y automáticamente lanzó en el interior el bezoar machacado.

 

Revolviendo, terminó milagrosamente aquel brebaje y lo fue colocando en los frasquitos mencionados. Casi que no daba a basto vertiendo el líquido cuando ya Rambaldi cambiaba de receta.

 

—Uf —con un suspiro de cansancio limpió todo y volvió a poner sus manos a trabajar, ahora en esta nueva creación. Ya estaba a punto de ir en orden y en tiempo con las indicaciones cuando aquella voz de ultratumba resonó en las paredes. Rocío miró hacia el techo por instinto, puesto que parecía provenir del cielo, y con el seño fruncido volvió a enfocar su atención en la poción explosiva que estaba preparando. Y allí estaba de nuevo, una nueva receta. Eso no acabaría nunca.

 

Terminó lo que estaba haciendo y repitió el mismo Evanesco que mencionaban todos, dejando limpio el caldero. Los cuernos de Erumpent era algo que le llamaban mucho la atención. Puesto que con un fragmento ínfimo podía volar toda la habitación, Malfoy agarró con cuidado el que le tocaba a ella y prosiguió a seguir las instrucciones. Aguamenti, listo. Hierbas comunes, listas. Bajó la intensidad del fuego mientras esperaba a que pasaran los cinco minutos y, con absoluto cuidado, añadió el trozo de cuerno. Aquel humito blancuzco le dio la señal de que iba bien, por lo que prosiguió con el agua del rio Lethe, tres gotitas. Y al fin esperó, viendo que para que pasaran aquellos eternos 20 minutos iba a tener que entretenerse.

 

Y para su suerte, la voz de auxilio la distrajo. El humo negro de Sagitas no se parecía en nada al que había salido de su caldero.

 

—Oh, caramba. ¿Has metido ya el cuerno? —la banshee se preocupó, puesto que si el cuerno de Erumpent estaba dentro, solo la profesora experta en pociones iba a saber si eso terminaría o no de explotar por todos lados— Apártate, Sagitas, no sea cosa que te reviente en la cara.

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Intenté recordar lo que había sucedido. Pero si había seguido al pie de la letra las indicaciones. Tomé la libreta y la vuela pluma revoloteó por mi oreja, haciéndome cosquillas, hasta que le di un manotazo.

 

-- A ver, si las instrucciones son claras...

 

Repasé todo pasando el dedo una por una en todas la anotaciones hasta que lo encontré.

 

-- ¡Gárgolas parlanchinas! ¡Demonios desdentados! Mezclé el bezoar de la primera poción en la poción explosiva. Esto...

 

Miré a los lados. Los alumnos estaban ocupados en sus propias mezclas. Apreté los dientes y busqué llamar la atención de Heliké. De acuerdo que no nos llevábamos bien pero ya todos parecían haberse dado cuenta de nuestra rivalidad, así que sería difícil justificar un accidente.

 

-- ¡Chis.... Chissss...! ¡Sobrinita queridaaaaaa!

 

Saltaba un poquito sobre mis pies, moviendo la mano para apartar el humo grisáceo que envolvía mi caldero. Tuve que elevar la voz porque el ruido se hacía cada vez más agudo.

 

-- Esto... -- Una de las compañeras de clase, Rocío Malfoy , me aconsejó alejarme del caldero. No es que sea prudente, pero era mejor seguir su consejo, por lo que me retiré un poco. -- ¿Tú crees que esto puede explotar? -- Me crucé de brazos. -- Pues vaya profesora, que no nos pone chalecos anti-bombazos para evitar problemas de seguridad. ¿Es que no se da cuenta que no todos los alumnos pueden ser aptos para su asignatura? Es que ponen como profes a cualquiera...

 

Di otro paso hacia atrás, aunque no tanto por una posible explosión del caldero como para evitar que Heliké me lanzara algo a la cabeza.

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*lo siento chicos, entre que el foro éstos días estaba cómo estaba... faltan 3 días para acabar ^-^*

 

On:

 

Parecía que los chicos poco a poco iban haciendo las pociones que yo les iba indicando. Mezclando los ingredientes y demás.

 

- El peligro puede estar patente Kassandra - le dije a la chica en un tono amable.

 

- La niebla, independientemente de que sea mágica o no, permite ocultar a los que intentan hacernos daño - chasqueé la lengua, fastidiada.

 

Poco a poco, los alumnos parecían que iban cogiéndole el truco a las pociones, después de empezar de una manera rara.

 

Escuché a Mía y fruncí el ceño.

 

- Jamás haría éste tipo de bromas Mía, nunca pondría en peligro a las personas que están a mi cargo en una clase - me encogí de hombros.

 

Y me pareció gracioso lo dicho por Sagitas, que a pesar de que se esmeraba en hacer los brebajes...

 

- ¿Agua del grifo? Bueno, no tendría los mismos efectos - respondí - para hacerlo, hacerlo bien - respondí con una sonrisa- claro que podíamos usar el aguamenti, pero en éste caso es sólo para rellenar el caldero con agua. No serviría - me encogí de hombros, nuevamente.

 

Me acerqué a su caldero y me fijé en lo que decía.

 

- Bueno, puede valer - asentí con la cabeza- aunque esté un poco quemada, no pasa nada. Ya se verá después si funciona o no - dije, alzando el pulgar para animarla.

 

Después de ver cómo hacía la segunda poción... Me tuve que echar para atrás por el grito que había lanzado. Sonreí.

 

- Sí, es algo común en una poción explosiva, cómo las que venden en el Magic Mall, ¿no lo sabías? - y sin poder evitarlo, lancé una sonrisa maliciosa.

 

Y parecía que las cosas no iban a ser tan sencillas. No, desde luego, y más si andaba Sagitas detrás.

 

- ¿Se puede saber qué hiciste? - pregunté entre curiosa y divertida. Aunque su caldero evidenciaba que había hecho algo de desastre.

 

- Creo que, de tanto memorizar has mezclado mal los ingredientes, o eso parece - dije, arqueando una ceja.

 

Rocío en cambio, le sugirió que se apartara del caldero, reí por lo bajo, no podía evitarlo. Mi familiar no era tan infalible y tal y cómo estaban las cosas entre las dos, no podía más que alegrarme... Eso le pasaba por meterse conmigo en clase.

 

Escuché una dulce voz diciendo " Sobrinita queridaaaaaa" y sin poder evitarlo, estallé a carcajada limpia. Sin cortarme un pelo.

 

Moví la cabeza, negando.

 

- ¿Ves? Si ya lo decía yo. No has limpiado antes de echar los ingredientes - seguía riéndome entre dientes, saqué mi varita de pino y susurré un 'evanesco' . Al menos ahora no corríamos peligro de explosiones.

 

- Aguamenti - volví a susurrar yo, para rellenarle el caldero de agua. Fui hasta la mesa y me fijé si aún había trozos de cuerno de erumpent, al parecer sí. Con un movimiento suave de Maat la dirigí hasta Sagitas.

 

- Presta atención la próxima vez - pedí yo, pero ésta vez más calmada. Y para nada estaba enfadada o molesta, errores cometíamos muchos y sobre todo al principio cuando estábamos aprendiendo el arte de hacer pociones.

 

Me acordé de algo...

 

- @ ¿no has mencionado algo de un castillo? ¿Podrías relatar su historia? Quizá los espíritus de ese lugar estén intentando darnos un aviso - me encogí de hombros- y lo del traslado de la clase, la verdad es que no tengo ni la menor idea. Quizá eso sea la explicación a todo ésto y a esa maldita niebla - comenté enfurruñada.

 

- Si alguien tiene problemas con algunas de las pociones, que me avise - indiqué - en breves comenzaremos con otra. En ésta ocasión, poción reabastecedora de sangre. Aunque la compremos en el Magic Mall siempre nos vendrá bien realizarla por si no la tenemos a mano y podemos reservarla. Si salimos al exterior y nos atacan, no quiero que nadie muera desangrado - al menos no era una neófita. Había luchado mucho tiempo atrás con el deseo de beber sangre humana. Esperaba al menos, que no se me hubiese olvidado restaurar mis propias botellas de líquido vital clonados. Costaban una fortuna.

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Groter Shulton Granpié

Me concentraba en la poción, no quería cometer algún error para que mi trabajo de clase no se echara a perder, así que dejé de escuchar hasta que algo en la poción me llamó la atención, tenía un aspecto extraño, tal vez era por la luz pero de alguna manera tenía un toque místico, algo brillante peor por lo que escuchaba peligroso.

 

Me giré para ver a la tutora mientras le preguntaba a Kass sobre lo que nos había estado contando sobre el jardín y el castillo del que nos había hablado y le comenté con una sonrisa pícara. - Anda, cuetanos... - La animé mientras seguía mirando una y otra vez al caldero pero sin perder atención de lo que iba a decir.

 

- Interesante... - Comenté sobre la siguiente poción de la que la tutora nos estaba contando, ya había escuchado sobre la poción cuando me puse a mirar lo que ofercía el MM, ayudaría ahora poder hacerla por mi propia cuenta, además con las nuevas habilidades que estaba aprendiendo podía ejercer mejor mi trabajo.

 

Ahora podría tener pociones en el trabajo, para las personas heridas, enfermas o muertas que lo necesitaran, además de usos de diversión o curiosidad, algo para hacer crecer las plantas, lo que fuera para poder seguir ocupando los conocimientos. Pero antes de todo eso teníamos que terminar esta clase.

"Si no quieres entender que hibernando están las brujas, amarrate a una escoba y vuela lejos... "


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