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Historia de la Magia II


Anne Gaunt M.
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El primero en aparecer al otro lado del portal fue Hades, que cambió su ropa sin ni siquiera mirar a la Gaunt. Ésta puso los ojos en blanco y luego sonrió: muy propio de su hermano, por supuesto. Al menos, había estado atento a las prioridades del momento. Asintió con la cabeza en gesto afirmativo y estaba abriendo la boca para decir algo justo cuando el sonido del metal chocando entre sí se detuvo durante unos instantes. Anne estiró la espalda, como un animal que acaba de captar algo que le llama la atención, y luego se encogió lentamente como si estuviera alerta.

 

Vaya, parece que algo está pasando por allí. ¿Dónde están los chicos? He venido tan rápido que no estoy segura de si se entendieron todas las instrucciones —comentó, rascándose la cabeza con parsimonia—. ¿Dijeron algo sobre no venir, Hades? Espero que no... lo divertido es que vayamos en grupo. Aunque eso también lo hace llamativo, y eso no nos viene bien precisamente...

 

El entrechocar de las espadas regresó y Anne se relajó visiblemente. Al parecer, algo había llamado la atención de los guerreros griegos que se entrenaban a unos metros de donde estaban, y la Gaunt sólo esperaba que no fuera nada que tuviese que ver con ellos. No, probablemente había sido algo externo. Caminó algunos pasos y se agachó tras un arbusto, un poco más al descubierto que al principio. Alcanzó a ver a un grupo de soldados (de donde procedía el ruido que llevaba escuchando desde que llegó), y también un grupo que parecían haber terminado de entrenar y ahora caminaban... hacia donde estaban ellos.

 

Se sobresaltó y dio un paso atrás rápidamente, regresando a donde estaba Hades. Le empujó sin ninguna precaución hacia un árbol y ambos quedaron ocultos detrás.

 

Shhhh... —siseó Anne, con el dedo índice apoyado en los labios. Pero entonces sus ojos grises se posaron en algo que relucía misteriosamente... el portal. Palideció visiblemente, y luego lo apuntó con su varita sin salir de su escondite, haciendo que el brillo que emitía se volviese más tenue y se convirtiera en un ente mágico casi transparente, difícil de ver si no fijabas la vista en él. Internamente, la licántropa empezó a rezar para que Ashura y Antoni no aparecieran en ese momento y, si lo hacían, que les diera tiempo a ocultarse antes de que aparecieran los soldados griegos. ¿Qué harían si se topaban con varios desconocidos a un paso de su campamento y, más aún, tan cerca de la capital que había conquistado tan recientemente?

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Observé cuidadosamente cada uno de los movimientos que realizaba la Gaunt, ya que debía tener cuidado al tocar el portal, pues era la primera vez que haría uso de uno. El vampiro sin vasilar se empeñó en seguir la figura de la licántropa, aunque ya lo había percibido desde que comenzó la clase, había algo fuerte que unía a aquellos individuos, cosa que me hacía sentir un poco excluida de la situación, sobre todo, de parte del vampiro, pero no tenía la mayor importancia, tal vez era aquella la razón de que no simpatizaba con los vampiros, desde que tenía memoria nunca me agradaron, inclusive los extraños chupasangre protagonistas de libros tanto muggles como cuentos mágicos en mi vida habían logrado llamar mi atención y mi gusto por tratarlos y parecía que esta no iba a ser la excepción. Supuse dentro de mí que tal vez los demonios y los vampiros no congeniadab demasiado, pero para mí, estaba bien así.

 

 

Avancé directamente hacia el portal seguido de Hades, con un poco de nervios por aquella nueva experiencia, como los nervios que uno experimenta al probar algo nuevo al no estar completamente seguro de lo que pueda suceder. Del otro lado del portal ya se encontraban la Gaunt y el vampiro, puestos para comenzar a sacarle jugo a la asignatura. Mas que una sensación de miedo, sentía exaltación y emoción por comenzar de una vez. En ese momento algo había llamado la atención de la Gaunt, agudicé mi oído lo mas que pude, al darme cuenta de la situación, vi como la licántropa y el vampiro se habían ocultado tras un pequeño arbusto, cerca de mí, había un árbol de gran tamaño rodeado por arbustos pequeños, pero que igualmente funcionaban como escondite, hice el mismo movimiento que mis dos acompañantes, esperaba que pudiéramos pasar por aquel obstáculo de manera exitosa, aunque yo pertenecía dentro de mi escondite, esperaba que la Gaunt se hubiese percatado de mi presencia al atravesar el portal.

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Estaba muy emocionado al escuchar a la profesora Anne aprobar mi solicitud de agregarme a la clase, de inmediato tome asiento donde me indico. Fue cosa de unos minutos y después vi que tenía lista una puerta, el portal, ya listo para viajar a nuestro destino en el pasado.

 

No cabía en mi de ansiedad, me había agradado mucho la clase anterior, pero pude contenerme y esperar a que sus dos alumnos fuesen los primeros en cruzar el portal, yo deseaba aprender tanto y como admirador de la profesora Gaunt, esta vez tenía un firme propósito de ser sumamente cauteloso.

 

Me levante del asiento y de mi bolsillo saque un frasquito, era una pócima bastante especial, en la clase con la profesora Rosie, la había logrado realizar: poción permutadora sencilla. El propósito era cambiar el color de mi cabello, tome una dosis y mi cabello se volvió castaño, guarde el frasquito con un tanto más de poción, pues el efecto no era por mucho tiempo.

 

Saque mi varita, no sabía si el portal estaría en alguna zona como la vez pasada, cerca de un bosque con suficientes árboles para ocultarnos, mejor era evitar alguna sorpresa...mejor aplicarse a sí mismo un encantamiento desilusionador, si.

 

En cuanto estuvo listo, ahora si cruzo el portal, estado en aquel sitio, no note a los compañeros ni a la profesora así que seguramente estaban ocultos, unas voces se escuchaban acercando se, lentamente me moví hacía un gran árbol rodeado de pequeños arbustos, movimientos muy bruscos podían delatarme, aunque el encantamiento me hacia del color de las cosas a mi alrededor.

 

Me asaltó la curiosidad, ¿quienes serían aquellos que se acercaban? se quedo quieto, no faltaba mucho para que quedarán cerca de miángulo de vista.

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El cainita observaba todo lo que le rodeaba mientras escuchaba el golpear de metal contra metal. Podía escuchar los gritos y murmullos de aquella compañía de guerra que taba quizás entrenando cerca de ellos. El ruido obviamente era muy diferente al de una batalla. Entrecerró los ojos cuando Anne le hablo interrumpiendo sus cavilaciones sobre la antigua Grecia, Había recordado a su madre adoptiva la cual le había dado su permiso y su bendición para intentar aquel proceso que quizás el arrebataría la vida, el mismo de la leyenda de Aquiles. Quizás algún día haría aquello, aun existía esa posibilidad.

 

-No, no dijeron nada –comento el vampiro- y para ser sincero hubiera sido mejor tener esta aventura solos, en grupo o no da igual, creo que quiero divertirme y derramar un poco de sangre –comento observando los ojos de la castaña- tengo mi Katana, fácilmente puedo transformarla en una espada griega

 

Aquello le había parecido extraño, ¿Por qué después de todo aquel ruido se había hecho tanto silencio? ¿El ojo de la tormenta? Comenzó a pensar buscando en su memoria que de por si era lo suficientemente mala recuerdos de aquella época, de si había sucedido algo interesante, algún tipo de guerra en aquella región justo aquel día. Una vez que el ruido volvió todo pareció calmarse hasta que comenzaron a llegar Ashura y Antoni. Bufo por lo bajo.

 

-Vienen los casacas rojas, vienen los casacas rojas –comento el cainita antes de que fuera “lanzado” a aquel arbusto donde se tuvieron que esconder- vamos, déjame jugar con ellos, aunque supongo que si lo hago podría cambiar la historia –dijo- si no hay nadie importante históricamente hare de las mías –comento el Ragnarok a su hermana que lo había shiteado.

 

Observo lo que esta hacia y como prácticamente desaparecía aquel portal. De no saber que se encontraba allí quizás él lo hubiera perdido de vista. Podía escuchar los pasos de aquel grupo acercándose mas. Su instinto de supervivencia le decía que debía quedarse quiero y callado, pero su mente le decía claramente que debía salir y ver que podía averiguar de aquellos griegos que se acercaban.

 

Miro a Anne a los ojos quien seguramente ya había adivinado las intenciones el vampiro y negó con la cabeza. El Ragnarok le saco la lengua desafiante y puso los ojos en blanco. Aun así, no bajo la guardia en ningún momento. Si tenía que luchar lo haría, quien sabe, capaz apareciera en los libros de historia como algún bárbaro que elimino a un grupo de aquellos guerreros.

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Los segundos parecían años allí desde donde se encontraba. Sentía cómo el sudor le goteaba por la cara, proveniente de su frente. Tragó saliva y siguió con la vista clavada en el portal, que ahora brillaba muy tenuemente gracias a la magia de la Gaunt. Los pasos de los griegos cada vez sonaban más próximos, y Anne estaba a punto de desfallecer. ¿Qué le diría a Elvis y Agatha si perdía a un alumno? Sería una conversación de lo más entretenida... «Hola chicos, quería comentaros que hemos sufrido un percance en la clase de Historia... sí, he perdido a un alumno... ¿que dónde? Bueno... está en... en... Grecia... ajam, en Grecia. Pero es que no van a poder volver tan fácilmente... están en la Grecia del siglo IV a.C... ajam, allí le he dejado, entre los griegos y los persas». Casi podía ver la cara de espanto del Gryffindor si escuchaba semejante cosa...

 

Apartó aquellos funestos pensamientos de su mente en el momento en que alguien apareció por el portal y se ocultó hábilmente tras unos arbustos. Suspiró, aliviada por la agilidad de la joven Black Lestrange. Sin embargo... aún quedaba Antoni.

 

Shhhh, Hades, por favor, nos van a oír —le regañó a su hermano, que le pedía "permiso" para salir a "jugar" con los griegos. Y entonces, sucedió lo inevitable.

 

Antoni tardó tan solo unos segundos en aparecer tras Ashura, pero con el handicap de que ya todos estaban ocultos y él no se había enterado de lo que estaba sucediendo. Al verse allí, completamente solo frente al portal y escuchando pasos que llegaban, el Tonks se quedó quieto en el sitio. Anne se llevó una mano al pecho, como si estuviera a punto de darle un infarto. Señaló a Hades indicándole que debía permanecer oculto y luego, en un acto reflejo, salió corriendo de detrás de su escondite con los brazos en alto y fingiendo estar asustada y perdida. Por supuesto, todo esto alejándose de la localización del portal y sus alumnos para evitar que los griegos avanzasen hasta ese lugar y les descrubrieran. Había escondido su varita mágica en el pelo, usándola a modo de pincho de madera para sujetárselo

 

¡Socorro, socorro! ¡Han intentado robarme! —exclamó, en un griego bastante bueno, aunque con inevitable acento inglés. Los soldados se quedaron plantados en el sitio. Eran tres, armados con espadas y demás, musculosos, altos y de piel y cabellos oscuros. Realmente imponían más de lo que había esperado la Gaunt. Siguió caminando hacia ellos y, con toda la cara dura que pudo, se apoyó en uno de ellos como si fuera un total alivio haberles encontrado—. Eran dos tipos, llevaban espadas como vosotros... ¡quisieron hasta secuestrarme! Corrieron hacia allá... —y señaló el lado opuesto a donde estaban sus alumnos, para alejar a aquellos hombres de la zona. Sin embargo, la jugada no salió como ella había esperado porque comenzaron a realizar preguntas

 

¿Eran persas? ¿Sólo dos?

 

— S... si, sí, creo que sí. Y sólo dos —vaciló durante unos instantes, para luego asentir enérgicamente. Aquello se estaba complicando...

 

¿Quién eres? No recuerdo haberte visto antes, y aquí no abundan precisamente las mujeres... —comentó el segundo soldado, con una mirada desconfiada.

 

Soy... yo... no soy de la ciudad, pero vivía cerca de aquí. Y...

 

Acompáñanos, mujer, tendrás que contar lo que te ha pasado ante nuestro general para ver si podemos dar con ellos. Supuestamente estas tierras estaban ya limpias de esos salvajes. Y además, comprobaremos tu identidad para saber que no nos engañas. Si resultas ser una espía de los persas... bueno, ya verás qué pasará entonces —dictaminó el más alto de los tres. Anne palideció notablemente, pero procuró mantener el gesto impasible. ¿En qué lío acababa de meterse? Y no podía sacar la varita a no ser que fuera un caso de vida o muerte...

 

Mientras caminaba rodeada por los tres hombres, miró de soslayo hacia atrás en dirección al sitio donde había dejado a sus alumnos. Esperaba que no se metieran en líos. Al menos no de forma tan directa como lo había hecho ella. ¿Irían a buscarla? ¿O preferirían esperar a que ella se escapara?

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El vampiro puso los ojos en blanco cuando escucho las palabras de Anne. Ella jamás le dejaría divertirse como él quería, así jamás podría aprender bien como era aquella parte de la historia, ella era la culpable de que todo aquel viaje se volviera tan aburrido. Observo de reojo como Ashura aparecía por aquel portal y se escondía. Maldijo por lo bajo cuando Tonks se quedo allí parado como un tonto.

 

¿Pero qué demonios había sido aquello? Reacciono un segundo tarde. Vio como su hermana hacia aquella locura. Negó con la cabeza y apretó los puños fuertemente, ¿desde cuándo la Gaunt hacia aquellas cosas tan imprudentes?, no podía decir que lo había aprendido de él porque Anne solía estar tan ocupada en sus asuntos que casi no veía a su hermano, pero aquello era el colmo. Rezó para que el plan de ella funcionara pero no fue así. Unos segundos después de que había empezado aquel teatro se dio cuenta de que todo estaba perdido y aquello no saldría como ambos hubieran querido. Escupió en el lugar un poco de su ponzoña. Observo a la peli castaña ser llevada con aquellos guerreros. Se levanto y observo a Antoni.

 

-Todo esto es tu culpa –le dijo a Antoni- una vez que rescate a mi hermana me encargare de que sufras lenta y dolorosamente –dijo en tono serio saliendo el lugar intentando seguir el rastro de aquella gente que se llevo a su hermana.

 

Observo que no había nadie por aquel lugar, había dejado atrás a Ashura y a Antoni, así que se concentro. Observo aparecer una serpiente. Aquello le pareció raro, quizás estaba confundida o estaba buscando algún tipo de refugio del inmenso calor. El colmo era que no hablaba parsel por lo que no podía hablar con ella, aunque poseía el anillo de amistad con las bestias, pero una serpiente en si no podría ser llamada como tal ¿o sí? Maldijo, no estaba pensando claramente. Observo una roca de buen tamaño y supo lo que debía hacer ahora. Realizando un morphos creó un perro lo suficientemente común para no levantar sospechas entre aquellos guerreros. Una vez hecho aquello le dio la orden de buscar a Anne y regresar a donde él se encontrara fuera el lugar que fuera para guiarle.

 

Camino lentamente dejándose guiar por el instinto, esperando el momento de que aquel perro que había conjurado le llevara hasta donde estaba la Gaunt. Entrecerró los ojos mientras se escondía en la colina. Observo el campamento y la ropa que llevaban aquellos soldados, quizás se podía hacer pasar ro uno de ellos, pero sería difícil ya que nadie le había visto antes, podrían sospechar como sucedió con su hermana que era un espía. Sabía que no podía arriesgarse a sr capturado, aunque aquella podría ser la solución o quizás moriría allí mismo.

 

Suspiro sintiendo el peso de Garras de fuego en su espalda donde solía estar escondida.

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El murmullo lejano lo pude distinguir después de un momento, era el choque de armas metálicas, seguramente espadas, luego seso y ya no se escuchó otra cosa que las voces de varios sujetos que se iban acercando.

 

Yo estaba confiado en que el hechizo desilusionador me ocultaba, pero entonces vi como Anne salía de repente alzando los brazos y hablaba con aquellos hombres que venían hacia nosotros.

 

Me fue difícil contenerme, hubiese querido acercarme para escuchar lo que decía la profesora, luego lo que vi fue que se llevaban a la castaña, algo no fue bien, estaba confuso por lo ocurrido, luego se acercó el compañero y me culpo de lo ocurrido a ¿su hermana? ¡esto si que era malo! Me tome desesperadamente la barbilla…quizá era que ella no había visto alguna otra cosa que hacer…¿a caso lo que había hecho él no había sido efectivo? me repase mis acciones, tenía ahora el cabello castaño, había hecho en mi el encantamiento desilusionador, se suponía que me hacía del color de las cosas a mi alrededor…¿había fallado, cómo?

El joven se marchó bastante molesto, era una misión de rescate, tome mi varita y lo primero que hice fue cambiar mi ropa en algo parecido a lo que vi de aquellos que se llevaron a la profesora.

 

Ahora lamentaba no haber llevado un poco de poción multijugos, de tener un poco, habría podido hacerme “de un buen disfraz” pero no, tendría que usar las técnicas de sigilio que nos dieron en el curso en Hogwarts, al menos no me quedaría de brazos cruzados, así que marche a tratar de seguir a aquellos griegos guerreros.

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Pánico. Terror. Angustia. Si en un futuro me hubiesen preguntado acerca de cómo me sentí dentro de esta anécdota de mi pasado esas serían las palabras exactas que utilizaría para describir este momento. Aún estando en mi escondite, pude ver las acciones tan impulsivas de la Gaunt en aquel momento. Si alguna otra persona me hubiese contado la situación tan... simpática en la que me encontraba envuelta en esos momentos, ni yo misma me lo habría creído. Jamás en toda mi existencia habría creído que un catedrático pudiera reaccionar de una manera tan impulsiva e ilógica. No conocía muy bien a mis compañeros de clase, pero desde mi perspectiva Antoni solo estaba quedando como un tonto ante los ojos de Hades y míos. Respiré hondo, no podía permitir que se cometiera otra tontera y menos por mi culpa. Desde los arbustos pude escuchar como Hades culpaba a Antoni de las acciones de su hermana ¿O eso era? no estaba segura, pero por como se comportaban daban a entender que entre esos dos individuos existía un lazo fuerte que los unía, pero esa no era un detalle realmente importante para mi en realidad.

 

 

Respiré hondo y una vez mas vi como Hades se separaba del grupo para ir en búsqueda de su hermana, no es que no quisiera ir, pero para una bruja como yo que no era tan experimentada en el mundo mágico sería complicado sobrevivir a esa escena y mas tomando en cuenta que me encontraba en Grecia y seguramente a aquellos guerreros les llamaría sumamente la atención mi nacionalidad japonesa evidente, pero a la vez no quería ser recordada como una alumna cobarde durante el resto de su existencia. Aún no había perdido de vista a Hades y Antoni comenzaba a tomar camino, si de algo estaba segura, sería demasiado cautelosa para rescatar a la Gaunt y si de algo estaba segura era que no debía de separarme del grupo o al menos no perderles de vista, al igual que Antoni con un movimiento ligero de mi varita cambié mis ropas por unas adecuadas para aquella época, por lo que había visto, las mujeres casi no eran tan comunes por aquellas tierras, así que tendría que andarme con cuidado para no ser descubierta. Rápidamente seguí a Hades por los arbustos que iban cubriendo el camino, sin que él ni los guardias se dieran cuenta de mi presencia.

Editado por Ashura Lestrange
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No podía decir que el trato que le daban fuera desagradable, pero sí era bastante brusco. En un par de ocasiones, Anne redujo su caminar para mirar hacia atrás y ver si sus alumnos los seguían y lo único que había conseguido era ganarse un empujón que la había hecho tropezar hacia adelante. Tuvo que apretar los dientes en varias ocasiones para no sacar su varita y freírles allí mismo, así como recordarse a sí misma cuál era su responsabilidad como docente de la Universidad Mágica. En lugar de ello, plasmó en su rostro una falsa simpatía e inocencia con la que esperaba poder engañar a aquellos griegos y regresar con su grupo tan pronto como pudiera.

 

Avanzaron por aquel campo de entrenamiento repleto de soldados, algunos armados y otros ligeramente vestidos con la musculatura al aire. Todos detenían el entrechocar de sus aceros al paso de la pequeña comitiva y se quedaban mirando a la nigromante, que no podía evitar de vez en cuando erguirse con gesto orgulloso tal y como solía hacer cuando era más joven e impetuosa. Se dirigían a una de las tiendas centrales del lugar, la más grande de todas. Suponía que alli estaba el mandamás de aquel grupo de soldados... pero lo que no se esperaba era que el personaje que había en aquel lugar era...

 

Una figura de baja estatura y porte distinguido salió de entre las telas que conformaban la puerta de aquella especie de tienda de acampada. Tenía el pelo castaño claro, algo revuelto y sucio en aquel momento. Sus ojos, que extrañamente no eran del mismo color, la miraban fijamente con gesto frío. Anne tragó saliva inconscientemente: cuando había planeado aquel viaje, no había imaginado que terminaría parada ante el mismísimo Alejandro Magno.

 

El hombre habló tan rápido a sus soldados que la Gaunt no alcanzó a entender lo que había dicho, igual que no escuchó lo que le respondía uno de los soldados que la habían llevado hasta allí. Parpadeó, fingiendo inocencia, y luego sintió de nuevo la mirada del dirigente griego clavada en sus propios orbes grises.

 

¿Quién eres?

 

Sus palabras fueron secas, cortantes. Estaba claro que no había creído su historia inventada. Sabía que era extranjera... y en gran medida, probablemente, se debía a su diferencia física evidente con las gentes de aquellas tierras. Anne volvió a tragar saliva mientras en su mente comenzaba a fraguar una excusa para salir de aquella situación sin tener que recurrir a sus poderes.

 

Soy... vengo de lejanas tierras. Lamento haber engañado a sus hombres —respondió ella, con cautela. Miró de soslayo hacia atrás rezando para que sus alumnos no irrumpieran en el campamento de repente, lanzando hechizos a diestro y siniestro. Sería de lo más contraproducente para la situación, dadas las circunstancias—. Yo... no soy nadie, señor, me topé de casualidad con su campamento. Sólo estudiaba algunas plantas del entorno y...

 

Llevadla con el resto de prisioneros, no podemos perder tiempo con banalidades ahora.

 

La orden había sido directa y cortante, sin dejar lugar a respuesta. Anne se quedó muda, sin saber cómo reaccionar. No le preocupaba que la encerraran o ataran, podría liberarse con facilidad. Pero lo que sí la preocupaba seriamente era el hecho de tener a sus tres alumnos por allí solos. No porque no pudieran defenderse solos, por supuesto... si no porque no quería que cometieran ninguna locura, ni tampoco que les pasara nada malo. Al fin y al cabo, eran su responsabilidad.

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El Ragnarok observaba cada centímetro de aquel campamento buscando la manera de entrar, estudiando cada uno de aquellos detalles que pudieran ayudarle a sacar a su hermana de aquel lugar donde se había tenido que meter por causa de aquel chico que simplemente había estorbado en la clase. Apretó una piedra entre sus manos con rabia, luego iría por Tonks y lo mataría lenta y dolorosamente quizás hasta haciéndole perder la cordura.

 

El casinita sabía que no podía arriesgarse si quería ayudar a Anne. La verdad es que de ser por el hubiera entrado ya y se hubiera cargado a todos los presentes, aquello seria rápido y fácil, el problema era que si mataba a alguien importante podría cambiar completamente la historia y el rumbo de los acontecimientos. Maldijo por lo bajo, si su memoria era correcta en aquel sitio podría estar el mismísimo Carlo Magno.

 

Los minutos parecían horas para el cainita, por su cabeza habían pasado miles de planes, unos tal vez mas sin sentido que otros, pero él era un mago por lo que podría usar un poco de magia para ayudarse, por lo que aprovechando el descuido de uno de aquellos guardias movió la varita desmayándolo por unos segundos. Rio al ver que en verdad no era un guardia sino un alto mando de aquella fuerza. Lo escondió en una de aquellas tiendas y le quito algunos cabellos. Volvió a mover la varita haciendo aparecer una botella de poción multijugos que solía llevar siempre consigo en caso de emergencia, al menso hasta que lograra dominar la metamorfomagia. Coloco aquellos cabellos en el líquido y espero, unos segundos después se había convertido en aquel hombre por lo que pasaría desapercibido.

 

Camino por aquel campamento sin perder mucho tiempo, tenía aproximadamente una hora a menos que tomara otra dosis. Dejo que su mente comenzara a divagar sobre las razones por las que había hecho aquello y no comenzaba a matar a quien se le pasara por el frente. Maldijo por lo bajo al saber la respuesta, todo era culpa de Anne, ella era tan dulce y buena que ya se le estaban pegando esas cosas, además, él no quería que la fuerana despedir de la universidad a causa de que su hermano se cargo a todo el ejercito romano, al persa y a cualquiera que se le hubiera cruzado en el camino, pero aquello la Gaunt se lo pagaría después.

 

Siguió buscando a su hermana sin desesperarse, al menso esperaba que no al estuvieran torturando o algo, ya que, eso el tocaban solamente a él. Recorrió unos cuantos metros hasta que al fin la vio. Se acerco a donde estaban aquellos quizás prisioneros y pos sus ojos en la castaña. Los entrecerró y comenzó a dialogar con el guardia quien se negaba a permitir que el vampiro se llevara a la chica.

 

Aquello era el colmo, hubiera podido usar la varita y todo se hubiera arreglado, pero no, tenía que jugar al héroe sin saber en que terminaría aquello, claro estaba, siempre se metía en problemas aunque pensara bien las cosas o no. Movió los dedos y sintió un pequeño bulto en la cintura. Lentamente comenzó a buscar hasta que consiguió una pequeña bolsita de cuero donde había suficiente dinero para comprar secretamente la libertad e la mujer haciéndolo pasar como si fuera una esclava que iba a satisfacerle.

 

Dibujo una sonrisa tomando a Anne por el brazo para empujarla un poco, esperaba que la chica no se pudiera a estar lanzándole hechizos, si no lo había hecho antes esperaba que no lo hiciera ahora, cuando estuvieran a salvo él le diría quien era, por el momento lo mejor era que su hermana siguiera con aquel juego. Siguió empujándola mientras a la chica estaba atada, una vez que llegaron a la tienda de aquel hombre lo señalo.

 

-definitivamente no te puedo dejar sola ni un mísero segundo, mira que ponerte a hacer loqueras y tonterías –dijo el cainita despertando al hombre para luego confundirlo y por ultimo borrarle la memoria con un Obliviate. Sin embargo, aun tenía que salir de allí, al menos el hombre estaría lo suficientemente ido como para no recordar nada – larguémonos de aquí hermanita –con eso Anne debería saber en realidad que era él quien estaba jugando aquel juego tan peligroso por ella, esperando que nos saliera nada mal- apurémonos que en cualquier momento se acabara la poción multijugos

 

El cainita no espero mas, salió de la tienda con la Gaunt caminando cada vez más rápido, claro estaba, tenía que tratarla mal, al menos hasta que estuvieran en un lugar acorde o a salvo.

 

-Corre hermanita, si es que no quieres que usemos la varita para aturdir a mas de tus… “amiguitos” o para cargármelos, sabes perfectamente las ganas que tengo de derramar un poco de sangre –dijo con molestia- definitivamente, ni siquiera yo –se quejo el vampiro.

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