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Estudios Muggles y Transformaciones: La Guerra Potter Black


Sagitas E. Potter Blue
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-Ahh, entiendo a la perfección lo relacionado a la Animagia. Como bien usted lo dice, la habilidad como tal pasa por un tema netamente de “voluntad” hacia una transformación, pero cuando no la hay, pasa a ser considerada una transmutación común y no Animagia. Creo pensar que el mismo concepto debe regir ante la Metamorfomagia- expresó con un dejo de curiosidad, para después seguir escuchando atentamente las siguientes palabras que su maestro comenzó a pronunciar en aquella aula compartida. -Pero profesor Blackner; creo que usted solamente nombró cuatro de las cinco… primero la comida, luego el amor y el dinero, y finalmente el conocimiento… ¿Cuál sería la quinta excepción?- preguntó el mago con cierta intriga, pues deseaba saber con certeza de qué trataba la Ley de Gamp completa.

 

Todas aquellas interrogantes salieron de la mente del Gryffindor tras notar que Matt perdía su concentración de vez en cuando al estar mirando, cada cierto tiempo, la cátedra que la bruja Potter Blue le impartía a su alumno. Tanto fue el interés del docente, que Thomas de curioso también empezó a fisgonear en la misma dirección, logrando escuchar un enorme enunciado en relación a la Ley de Estatuto del Secreto de los Magos, lo que le pareció muy interesante de saber por si en alguna ocasión se enamoraba de una muggle. <<Transforma los objetos en una condena en Azkabán>> pensó ridículamente, debido a que su lógica de reflexión había mezclado ambos conocimientos en función de la última enseñanza que el Blackner le había formulado; instando en él que el gesto de refregarse los ojos surgiera rápidamente con tal de despabilarse y centralizarse en lo que debía… Transformaciones.

 

-¡Maravilloso!- exclamó al observar cómo su profesor transformaba el juguete con forma de pato en un conglomerado de plumas que envolvió a Sagitas, haciéndola ver como un ave o gallina cualquiera, a la espera de alzar la carrera. -Entiendo maestro… pero me deja una nueva duda en mi raciocinio. ¿Cómo es posible transformar un juguete en plumas? Me refiero a que… ¿No debería haberse transformado en una pluma? Intercambio equivalente, como la alquimia. Unidad por unidad. En este caso mutó una cosa en varias- comentó el extrovertido muchacho, sonriendo después de ver a Sagitas plumífera.

Editado por Thomas E. Gryffindor
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Mi alumno era bastante curioso, cosa qeu me gustaba. Era divertido ir viendo sus dudas y como las respondía. Además, mi madre seguía pensándose una forma de venganza. Seguro qeu nos llevaba a la zona muggle más poblada que pudiera encontrar para dificultar mi clase...

 

- Exacto. Cuando te transformas a ti mismo por voluntad propia en un animal, es Animagia. Si no lo diferenciáramos por esa voluntad, un muggle al que transformaras en animal sería considerado un animago. Aunque en la metamorfomagia es ligeramente distinto. - comenté. Era el primer alumno qeu hacía referencia a ambas especialidades en transformación humana. - Verás, para poder ser llamado animago debes estudiar esa transformación específica, qeu además es bastante complicada, pues la base de estos hechizos es tu concentración. Debes visualizar con total claridad lo qeu quieres transformar y su resultado final o los resultados pueden ser catastróficos. Tal vez cuando transformas un libro en ratón y el animalito sigue teniendo letras en su piel es gracioso pero...cuando un animago no sabe hacerlo bien créeme, no es tan gracioso si falla.

 

Uf, no, un fallo en la animagia no era muy agradable.

- Un animago debe estudiar y adquirir esa habilidad. Un metamorfomago, por el contrario, no necesita hacerlo. Para ellos esa habilidad de transformación es innata, es algo que llevan desde que nacen. No necesitan estudiarlo o adquirir una habilidad. Aunqeu los metamorfomagos pueden trasformar su aspecto, no se pueden transformar en animales.

 

Le habría quedado claro? en realidad, era bastante fácil, otra cosa era que yo me supiera explicar para que lo entendiese. Ahora me preguntaba acera de la nube de plumas que había creado a partir del patito. Me eché a reir.

- Esto no es alquimia. No todo debe ser exacto y medido...Además, sería aburrido si solo lo transformases en una pluma...dime, si fuera un piano de cola, sería una pluma gigante? - negué con la cabeza. - Con un objeto pequeño, tal vez una cerilla, si conseguirías una sola pluma. Pero transformas en objeto, y según su tamaño lograrás mayor o menor cantidad. Una vez se nos derrumbó una pared encima...y casi parecía qeu estaban nevando plumas.

 

Me acerqué a la caja qeu Harpo había traido. Le había pedido al elfo qeu la dejara sobre una silla porque si no, se nos iba a herniar. Tomé un libro y me acerqué hasta Thomas.

- mientras la señorita despierta - pinchándola de nuevo. - Te enseñaré el segundo nivel de transformación: objetos en seres vivos y viceversa. Aqui si que cuenta la cantidad: un objeto, un animal y al contrario. los hechizos específicos de esta clase son avifors para convertir una estatua de pájaro en el mismo animal qeu representa, con fera verto un animal se transformará en una copa de agua. El lapifors hace que los objetos pasen a ser conejos o el snufflifors que convierte los libros en ratones.

 

Dejé el libro en manos de Thomas y metí la mano en mi bolsillo. Saqué una figura de madera. Era un dragón de juguete qeu había hecho para Ithilion, y se parecía mucho a Drago, el dragón de la Potter Black. Lo puse ante mi alumno sobre la palma de mi mano izquierda y le apunté con la varita.

- Draconifors

 

Al instante, la figura cobró vida. Una pequeña versión de Drago movió la cabeza, y de no ser por su tamaño, podría pasar por un dragón de verdad. Sonreí satisfecho, al tiempo que el dargoncito alzaba el vuelo.

- Un truco para que una estatua de dragón cobre vida. Incluso escupe fuego. Además si se te va de las manos, estos hechizos pueden detenerse con un finite. - señalé el libro. - Primera tarea, quiero ver como ese libro cobra vida y después lo vuelves a transformar en un objeto diferente.

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Las explicaciones que su profesor le brindaba acerca de las dos habilidades que habían sido blancos de las consultas del Gryffindor, le parecían bastante claras y concisas; eran fáciles de entender si tomabas la suficiente atención a cada una de las palabras que Matt expresaba con absoluta determinación y saber bien fundado en sus capacidades como docente guía. Al mago inefable le parecían niveles de transformación humana excepcionales, que le gustaría poder estudiar más a fondo junto con los Arcanos de la Universidad; fue por eso que eligió a su maestro de Conocimientos como primera arista mágica, con tal de entender el principal trasfondo de una habilidad orientada a la voluntad, mientras que otra era innata. -Muy, pero muy entretenido… profesor. Su forma de enseñar las cosas es muy pedagógica. Me quedó clarísimo la diferencia entre estas dos grandes destrezas de alto plomo- comentó con cierta simpatía el muchacho, quedando nuevamente en silencio para oír las siguientes reseñas.

 

Thomas, posterior a escuchar pacientemente las definiciones del Blackner, emprendió el vuelo a su universo mental de deducciones hipotéticas; navegando en las posibilidades de transformar objetos de gran tamaño en plumas; tanto así que no logró controlar una escueta carcajada que afloró tras imaginar otra pluma gigante derivada de un tanque militar. -¡Una enorme y monstruosa pluma! ¡JaJaJaJa! ¡Qué chistoso! De todas maneras, profesor, es muy precisa su intervención. Ahora comprendo que el primer nivel de transformación va a tener dependencia del tamaño y, seguramente, del peso de la fuente principal- manifestó, viendo que el catedrático se acercaba hasta la caja que anteriormente portaba el elfo; extrayendo de ésta un libro que le ofreció al veinteañero en sus manos. <<¿Para qué será?>> se preguntó al analizarlo lentamente en sus pensamientos, mientras Matt daba paso al siguiente nivel.

 

<<¿Los libros en ratones? ¡Bingo!>> exclamó para sí, entendiendo el porqué del objeto de estudios que a muchos les fastidiaba leer. -¡Increíble!- exclamó asombrado al ver cómo su maestro transformaba una pequeña estatuilla de madera en una reliquia exacta de un dragón en miniatura; logrando comprender el cómo fabricaban esos mini escupe-fuegos para la prueba del Torneo de los Tres Magos en donde debían escoger, al azar, el dragón a quien enfrentarían para rescatar el huevo dorado; recordando aquel épico momento como si éste hubiese acontecido ayer. -¡Está bien! Hora de sacar mi varita- dijo el pelirrojo, al mismo tiempo que desenvainaba a “Lion” y la tomaba firmemente en su diestra; depositando el libro sobre el taburete que tenía enfrente de él. -Snufflifors- musitó sin complejidad en la pronunciación y realizando un delicado movimiento con su varita, logrando transformar el ejemplar de Newt Scamander en una rata de cola larga y bigotes apelmazados que lo miró fijamente a sus orbes esmeraldas con desconcierto. -¡Vaya! No es difícil- expresó aliviado.

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Matt se hacía el interesante, diciendo que había gente que no conocía las Leyes de Gamp. ¿Se refería a mí, sería una indirecta? Bufé y no le contesté, puesto que, en realidad no recordaba si era el constructor del Big Bang o si era un cocinero famoso de un restaurante de lujo. Esperé la respuesta de mi alumno cuando sentí un ruido de "PLOF" que me asustó un poco. Sólo un poquito, pues no me lo esperaba. Miré mis manos y noté que nevaba. Abrí los dedos, extrañada.

 

-- ¿Nieve en la clase?

 

Entonces me di cuenta que eran plumas diminutas y que Matt intentaba no reírse. Fruncí el morro y me sacudí las manos para librarme de los restos del patito que había sujetado instantes antes.

 

-- Algunos se creen graciosos porque tienen el saber de la Transformación con la varita, pero olvidan que algunos magos y hechiceras no necesitamos la misma para crear forúnculos en ciertas partes que imposibiliten el sentarse durante un buen tiempo.

 

No seguí con la amenaza, pues estaba segura que los dos alumnos se lo debían de estar pasando en grande con nuestro enfrentamiento, pero estaba segura que Matt y yo íbamos a tener unas cuantas palabritas en cuanto llegáramos a casa.

 

-- Con que estás listo para la carrera...

 

Me volví y le di la espalda, hablándole ahora a mi alumno.

 

-- @@Ernest Macnair Wilfred, vámonos, a ver si somos capaces de pasear por Londres sin que ningún mago haga el ridícul0 con sus actuaciones.

 

Menos mal que la puerta estaba abierta o la hubiera atravesado, del ímpetu con que la crucé, dejando a aquellos dos haciendo experimentos con ratoncitos y conejitos. Como me estropeara algún objeto muggle, se lo haría pagar.

 

Bajé las escaleras y esperé a mi alumno en la puerta de entrada de la Universidad.

 

-- Ven, dame la mano. Tengo un truquito para llegar a Londres antes que ellos. Y en un objeto muggle: las cometas. Son aparatos de diversión que, si no te ven, puedes usar para moverte por el aire y trasladarte de un sitio a otro. Ven, agárrate a este trozo de la cuerda y no te caigas. No quiero tener que pagar la cuenta del San Mungo si te caes desde lo alto... Nos vamos a King Cross, ya verás cuantos muggles hay en aquel lugar...

 

 

---...---

Pasado un tiempo me di cuenta que estaba sola en la estación de tren y que no podía esperar más tiempo. ¡Maldito Matt y no-maldito su alumno! (que conste, me meto con el profe, sus alumnos no tienen culpa que mi hijo sepa como sacarme el genio), habían ganado la carrera y ahora me estaría chinchado en cada desayuno dentro de la Potter Black. Tendría que tener cuidado durante unos días... O unos meses, que sabía de la tozudez de Matt...

 

Así que pataleé en medio de la estación:

 

-- ¡¡Agggg!! Tú habrás aprobado a tu alumno, Thomas E. Gryffindor, pero yo suspenderé al mío por no presentarse y hacerme perder la apuesta, a Ernest Macnair Wilfred .

 

Noté que era observada por varios guardias de seguridad y apresuré el paso para salir de la estación, antes de que me detuvieran por escándalo en lugares públicos. Estos muggles no tienen sentido del humor....

Editado por Sagitas E. Potter Blue

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