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Libro de La Sangre


Zack Ivashkov
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Los últimos rayos del sol ofrecían un espectáculo encantador desde aquél amplio claro en lo más profundo del bosque de los necrófagos. Por desgracia, el único que disfrutaba de la vista era Zack, quien apoyaba su fornida espalda en una gruesa raíz sobresaliente de un árbol que lucía mucho más fuerte. Su mirada perdida en el cielo hacía que todo su cuerpo entrara en armonía con el ambiente que lo rodeaba. El color naranja se reflejaba en sus grises orbes fijos en algún punto inexistente cercano a la copa de otro gran árbol.
Disfrutar de la paz que inundaba el escenario se estaba haciendo tan placentero que podría pasar lo poco que quedaba del día en esa misma posición. Lo lamentable del asunto, era que había elegido ese lugar para impartir los nuevos adiestramientos del libro de la sangre. Esta vez sería un nuevo grupo posiblemente tan enérgico como unos campistas universitarios. Y en base a ello, desarrolló la idea de pasar tiempo en el bosque impartiendo las clases de una manera más dinámica y liberal donde todos pudieran hacer lo que quisieran para entretenerse hasta que él o Jank les llamaran para la parte del conocimiento.
Jank… No tenía una buena relación con ese hombre. Desde que comenzó a ausentarse consecutivamente en las reuniones del concilio de mercaderes creció en él cierto rechazo hacia el fenixiano. ¡Y ese era otro tema! No solo el tipo se hacía odiar por su irresponsabilidad, sino que aparte levantaba amplias sospechas de ser un alto rango en el conocido bando “de la luz”. A pesar de todo eso, y otras tantas cosas más, Zack tenía que hacerlo todo a un lado y compartir el peso de la clase con su compañero. Pensar en ello lo sacó de su trance haciéndolo rodar los ojos.
—Espero que a esto sí venga — Murmuró mientras se levantaba. Como pudo, hizo el intento de sacudir su espalda con sus manos, limpiando su remera azul de una suciedad inexistente. Al terminar abrió la mano derecha apareciendo en la palma su varita de ébano. Sostuvo el arma con firmeza y comenzó a realizar florituras por todo el lugar. Lo primero que hizo fue colocar luces en los árboles que iluminaran el espacio para cuando el sol terminara de caer. A su derecha puso varios troncos en círculo encendiendo una fogata en el centro. El resto del espacio lo usó para levantar unas tiendas con su respectivo hechizo de ampliación.
Justo cuando terminaba la primera, percibió la llegada de alguien. Solo podría tratarse de Jank, hasta ahora era el único que conocía la ubicación donde se llevaría a cabo la clase. Zack miró sobre su hombro y bajó la varita mientras se giraba.
—Pensé que serías igual de irresponsable que con las reuniones del Concilio — Así de grato fue su saludo, excluyendo la mirada que, de ser material, le fuera atravesado ambos ojos como flechas directo al blanco. — Antes de que preguntes, sí. Dejé transladores dispersos en la universidad para que lleguen aquí, no deberían tardar — Finalizó mientras echaba un último vistazo a su trabajo. Estaba emocionado por la aventura que suponía estar en medio de un bosque que lucía encantador por un momento mientras que al siguiente, resultaba extremadamente peligroso.
Al caer la noche todos los presentes serían presa de los desafíos que el mismo bosque, gracias a sus elementos naturalmente mágicos, les impondría. La infinidad de criaturas extrañas que podrían acercarse al campamento probablemente no se apartarían hasta llevarse la cabeza o el cuerpo completo de alguno de ellos. Y eso sería solo una parte de lo que verían. Ahí había muertes terribles de gente que intentaba cruzarlo, pues al estar tan cerca la fortaleza oscura, bastión tenebroso de los Mortífagos, eran muchos los magos y brujas que osaban acercarse. En ocasiones él mismo se encontraba con cadáveres estrangulados por enredaderas o ramas que rodeaban con malevolencia las gargantas y los miembros de los que decidían aventurarse entre los encantadores árboles. Definitivamente todos tendrían una buena velada.
A los pocos segundos de que Jank llegara, el conteo de arribos fue aumentando con cada uno de los alumnos. Zack alcanzó a ver un par de caras conocidas, todas evaluaban su entorno con expresiones de intriga. Colocándose junto al Fenixiano, decidió saludarles al mismo tiempo que aparecía frente a todos una lista flotante de los campistas:
Lyra Katara Selwyn
Bastian Karkarov Malfoy
Niko Uzumaki
Ishaya
Axel Rexdemort
Thomas E. Gryffindor
@Stephanus
@Adryanie
—Bienvenidos al adiestramiento del libro de la sangre. Mi compañero y yo seremos los encargados de guiar el mismo en este escenario… peculiar — Comenzó barriendo con la mirada a los presentes, incluso a Jank. —Espero que todos estén cómodos con la ropa que visten porque sí, vamos a pasar la noche en este lugar — Afirmó mientras asentía levantando ambas cejas. — Y por cierto, para quienes no me conocen. Soy Zack, patriarca de la familia Ivashkov — Eso debía bastar, últimamente no necesitaba presentación al llegar a un lugar. Pero se vio obligado a hacerlo por cuestiones de educación.
Aún con el rostro inexpresivo, dirigió una mirada a su compañero profesor esperando que se presentara también y motivara a los alumnos a hacerlo. De esa forma todos podrían conocerse, la fogata la reservarían para cuando tocara comenzar con la parte teórica de la clase. Sin más, cubrió con la palma izquierda los nudillos de la mano contraria y las dejó reposar sobre la abultada cremallera de sus pantalones. Ansiaba ver la manera en que cada uno proyectaba la imagen de sí mismos en la presentación.
Editado por Zack Ivashkov

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Había llegado el día en que el joven mago acudiría a la Universidad para cursar su segundo Libro de Hechizos, esta vez titulado con el conocimiento erudito de la Sangre. No estaba para nada nervioso, pero sí muy expectante de la aventura que arrastraría el tener que estar preparado ante cualquier situación adversa que aflorara de la nada en medio de una clase que salía de los límites de la normalidad, pues los Guerreros Uzza se caracterizaban por no entregar su saber de una forma muy convencional ni docta que digamos. Se preparó durante todo el transcurso de la tarde luego de almorzar de manera liviana en las inmediaciones de la mansión de sus padres, leyendo y repasando cada palabra desconocida que aparecía en las páginas del nuevo ejemplar académico que había comprado en Magic Mall; llamándole profundamente la atención lo sanguinario de los hechizos, y que éstos se ligaban en gran parte al dolor y al sacrificio de quien los recibiera, como también de quien los convocaba.

 

Vestido con una polera azul rey, jeans algo desgastados por el tiempo, y un par de níveas deportivas que cubrían sus pies; Thomas osó en descender las escalas de la morada con bastante agilidad, disponiéndose a encaminar sus pies hacia la fachada de la estancia con el propósito de desaparecer rumbo a la Universidad. Tras revisar que todo lo necesario para una jornada como aquéllas estuviera descansando dentro de su cómoda bolsa con hechizo de expansión indetectable, y que su varita yaciera libre para ser desenvainada en cualquier momento; decidió por sumergirse en dicha desagradable sensación de vacío que lo inundó por completo y que segundos más tarde lo materializó de lleno en las dependencias de la casa de estudios mágica más reconocida de Gran Bretaña. Su andar se volvió liviano y sus ganas por comenzar pronto con la cátedra se percibían a lo lejos, tanto así que corrió sin vergüenza alguna por los pasillos del corredor central hasta arribar a una sala en donde permanecía inmóvil un muñeco de peluche alusivo a un basilisco con grandes orbes de tonalidad amarillenta que asustarían, indudablemente, a cualquier infante que lo viera.

 

Sin vacilaciones ni temores, el pelirrojo se acercó hasta el objeto y lo tocó con su diestra; hecho que lo transportó fugazmente a un entorno rodeado de árboles frondosos y con una apariencia muy tétrica ante una simple ojeada del hechicero una vez que bajó del traslador usando su amuleto volador, el cual le ayudó a no tener un aterrizaje muy forzoso. La luz del sol se escondía poco a poco en medio de la vegetación, un suave viento mecía sus revueltos cabellos rojizos de un lado hacia otro (desordenándolos aún más de lo habitual), una ola de frío traspasó su piel entumeciendo su cuerpo por completo, y el sonido de aves nocturnas se comenzó a hacer presente a medida de que su caminar se hizo constante en la búsqueda de su principal destino… la clase del Libro de la Sangre. Realmente no sabía dónde demonios estaba; jamás había pisado un lugar tan sombrío y lúgubre que le dieran ganas de volver a desaparecer de ahí hacia tierras seguras; era una impresión fuera de lo común en él, tanto así que no dudó ningún segundo en sacar su varita de pirul para apuntar al frente. -Vamos, vamos Elros… esto es solamente una prueba más- se alentaba en voz baja avanzando por lo que parecía ser un sendero delimitado previamente por alguien que había pasado por ahí.

 

Fue así que, luego de recorrer la zona un par de minutos, dio con el paradero final de su tenebroso trayecto siendo atraído por varias luces que posaban sobre los árboles con el afán de ayudar con la iluminación acabado el atardecer. Varias tiendas de campaña, pequeños trocos rodeando una pila de madera para una fogata, y la presencia de sus posibles maestros en las cercanías del perímetro delineado con magia; eran parte del grato ambiente que el muchacho reconoció con sus orbes esmeraldas pasmados de asombro tras pisar firmemente la tierra que afirmaba su organismo mortal de pie. <<¿Un campamento?>> pensó con una pizca de desconcierto luego de descifrar todo lo que le envolvía; escuchando atentamente la presentación de Zack Ivashkov, un tipo muy apuesto y que lucía esplendoroso a la hora de dar la bienvenida a sus nuevos alumnos. -Buenas tardes… ¿o noche? Bueno eso da igual. Mi nombre es Thomas Gryffindor Poulain. Actualmente trabajo como inefable dentro del Ministerio de Magia… y estoy aquí para aprender sobre el Libro de la Sangre… esperando que el conocimiento que se nos entregue, sirva ante cualquier adversidad- expresó el chico sin dejar de mirar directamente a Zack a los ojos, tratando de analizar su semblante… cosa que creyó bastante curiosa al percibir que el mago parecía no ser un humano común y corriente.

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- ¿Otro viaje? - Exclamé en voz alta mientras veía una bota vieja y rota frente a mi - Todo en el Ateneo son viajes y excursiones...

 

Amarré con fuerza mi bolso de viaje y tomé aquel objeto para dejarme llevar hasta nuestro destino, esperando que los profesores de aquella ocasión tuvieran un poco de iniciativa por la enseñanza del libro en vez de lanzarnos contra el azar y aprenderlo bajo nuestros propios métodos, si por algo estaba estipulado en los registros que era conocimiento que se aprendía y que no se podía compartir, no autoaprendizaje.

 

Aparecí en un bosque, ya en el crepúsculo del día, teniendo a un solo compañero a mi lado, Thomas, que había llegado antes que yo y alcé la mirada para encontrarme con mis dos profesores.

 

No, no de nuevo.

 

Últimamente me encontraba con Zack Ivashkov por todos lados, sin tener que buscarlo, como si cada acción que realizara me llevara inevitablemente a estar cerca de aquel mago. Eran simples coincidencias, o eso era lo que quería creer, que justamente esté entrenándome en mejorar mis poderes y resultara que él estaba con la confianza de los directores de aquel lugar para impartir las magias guerreras.

 

Sabía de antemano que tendría a varios amigos en dicho curso, en realidad no había nadie que no conociera antes, por lo que no resultaría nada decepcionante lo que surgiera de la parte del alumnado. Los profesores, Jank y Zack, esperaron a que todos los alumnos aparecieran apra comenzar a hablar.

 

- Ishaya Tonks, profeta, me da gusto verlos de nuevo.

 

Mi presentación había sido corta, por supuesto, ya que estaba más preocupado por el ligar donde andabamos que por seguir un protocolo con personas que ya me conocían. Hasta ese momento no le había prestado mucha atención, pero por algún extraño motivo me resultaba familiar aquel bosque, intentando descifrarlo más allá de nuestro campo de visión porque en ese preciso lugar solo veíamos unas cuantas lámapras en los árboles y nada sobresaliente.

 

Mi varita se encontraba segura en mi cinturón, el que sostenía mi enorme túnica verde bombacha, pero por el momento solo me preocupaba sentir los anillos que llevaba en mi mano y los amuletos que traía colgados en el cuello, ocultos entre mis ropajes; no quería verme emasiado cargado, con el bolso era más que suficiente. Aunque en esta ocasión lleva la daga del sacrificio, en mi cintura, del otro lado de mi varita, esperando a que se utilizara en esa ocasión.

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Me había acostumbrado a vestir bastante informal en las clases, por lo que llevaba un pants gris oscuro. Debajo de la sudadera del mismo color, que tenía también una gorra por hacia frío en la noche, llevaba una playera de mangas cortas color rosa pálido .

 

Esa vez no llevaba mi mochila de siempre, pero si mi monedero de piel de moke bien guardado en el bolsillo derecho de la sudadera, el cuál estaba protegido por un cierre. En la mano derecha llevaba mi varita y adornando mis manos, los diferentes anillos que logré utilizar al aprobar los cursos anteriores.

 

Los tennis eran bastantes cómodos también y por las dudas, en el monedero de piel de moke llevaba otro par igual que otra sudadera, nunca se era demasiado precavido en esos cursos. Me fije a mi alrededor Empezaba a hacerse costumbre estar en la Universidad a altas horas de la noche, aunque en ese momento empezaba a oscurecer .

 

Toque los amuletos que llevaba en la sudadera, el amuleto volador y el amuleto de la curación. Todavía no me acostumbraba a llevar tanto adorno en el cuerpo. Guardada en el monedero de piel de moke se encontraba también la daga de la sangre, el objeto que venía en el nuevo libro. Encontré por fin un trasladador, el cual tome y aparecí en el lugar de la clase.

 

Había luces en los árboles que estaban alrededor y una fogata en el centro, parecía algo agradable Vi que Jank y Zack serían los profesores, aunque no era algo de que alegrarme. Si bien a Jank nunca lo había tenido como profesor, a Zack si y la experiencia no fue bueno. Recordaba haber llorado mucho por su culpa.

 

-Caballeros, buenas noches.- Salude a los que ya se encontraban presentes. Conocía a los cuatros, profesores y quienes serían mis compañeros en el curso. Estos últimos eran conocidos aunque fuera de vista, gracias a sus constantes compras en el Mall.-Soy Lyra Katara Selwyn, jefa del Magic Mall.

 

Mire a mi alrededor una vez mas. El escenario era en verdad bastante peculiar, pero eso no significaba nada en realidad. Conociendo a ambos profesores, algo me decía que cosas terribles nos esperaban.

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—No puedes venir conmigo, sería peligroso —sentenció Bastian con firme rugido.

 

Como pocas veces, Harimau -su otra mitad- aceptó aquella orden/sugerencia sin rechistar. Se volteó y se perdió en el paisaje en tan solo un segundo. Aveces, el mago, se preguntaba el como es que un animal tan grande como su tigre podía desaparecer como si de un pequeño insecto se tratase. Era uno de los secretos de su amigo, quizá lo mejor fuese que continuara como un secreto.

 

En cuanto estuvo solo continuó caminando. Dio un par de pasos conservando su apariencia animal. Luego, fue su calzado -en lugar de sus desnudas patas- quien dejó una marca en el suelo. Era complicado encontrar un traslador cuando no se sabía exactamente que era lo que uno buscaba. Por ese motivo acudió con Harimau, dos animales dotados de inteligencia eran mejores buscadores que un mago la mayoría de las veces.

 

Un peine al que ya no le quedaban dientes fue lo más parecido a un traslador que encontraron. Por su puesto, si algo se parecía a un traslador posiblemente lo fuera. Tomó el objeto con la mano izquierda. No pasó nada. Podía o no ser un traslador, algunos se activaban al tacto y otros a una determinada hora. No quedaba más que esperar, la noche era larga. De su cuello, junto a las alas de plata, colgaba una bolsita pequeña encantada con un hechizo de ampliación indetectable. Dentro estaban todos los amuletos y demás joyería que había sido entregada junto al Libro de la Sangre.

 

La bolsita estaba, por su puesto, oculta por dentro de la camiseta blanca que separaba su piel de la larga túnica negro-rojo que lo cubría. Con los botones de la túnica abiertos en el pecho, sin embargo, se notaba un extraño bulto en el pecho por lo que optó por dejar la bolsa de amuletos y las alas de plata a la vista. Quizá hubiera sido más cómodo llevar los anillos en las manos, pero él prefería llevar sus antiguos guantes de piel de dragón que dejaban sus dedos descubiertos y le permitían un agarre más firme a la varita mágica.

 

Entonces el traslador se activó. Sintió el jalar de un gancho a la altura del ombligo, y en el mismo segundo se hubo materializado poco menos de un metro del suelo. Cayó suavemente utilizando la magia de las alas. Observó a toda la gente presente, habían rostros conocidos. Y por su puesto que el sitio era familiar. Observó a Zack, era seguro una de sus ideas.

 

¿Porqué la gente se presenta en una clase tan peligrosa revelando sus empleos? se preguntó. Un inefable, Bastian seguramente tendría que ir a hablar con Juve cuando se desocupara de la clases. ¿Desde cuando la gente iba por el mundo diciendo que trabajaba en el departamento que más secretos tenía? Hubiera sido tan fácil para un "terrorista" secuestrar al inefable para torturarlo por información. Esperar que la clase comenzara, un par de hechizos, unas explosiones y en el descontrol el inefable ya no estaba.

 

—Considerando que la gente ha hecho costumbre presentarse no solo con el nombre, sino con su ocupación. Mi nombre es Bastian Karkarov Malfoy, miembro del consejo de Warlocks —dijo sin darle mucha importancia al asunto. Sin embargo, mientras todos se presentaba y él mismo hablaba se acercó a Ishaya.

 

El flamente ex director de El Profeta y la reciente incorporación al equipo de reporteros de El Profeta. El diario no se cansaba de pregonar a los cuatro vientos sobre su independencia editorial. Lo que significaba, por su puesto, que tenían que rendir cuentas al Ministerio de Magia.

 

—Ishaya no te había visto. Cundo vi tu solicitud de empleo supe que tendríamos que hablar. Solo recuerda que a gran parte del consejo no le gusta tu línea editorial —susurró. Aquellas últimas palabras, una advertencia, o amenaza quizá, la dijo en una tonalidad casi imperceptible. Por su puesto, había activado por esos segundos el amuleto contra oídos indiscretos —. Quizá no sea el momento más adecuado para contarte la noticia, pero tenlo en cuenta.

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- ¡Un Warlock en el equipo de viaje! - Sonreí ante el comentario que me había hecho Bastián después de presentarse, al mimso timepo que notaba como uno de sus anillos brillaba de manera peculiar, el de salvaguarda.

 

Ya conocía de antemano la forma de trabajo del Ministerio de Magia, siempre con situaciones extrañas y con muchas verdades ocultas, por algo había luchado por llegar a ser el director de aquella publicación mágica, aunque mi propia personalidad me había quitado el puesto dos veces, una por renuncia y otra por abandono. Nada que pudiera utilizar a mi favor en contra del Warlock en esos momentos, sobre todo después de aquellas ácidas palabras.

 

Si bien tenía el conocimiento de dos miembros del consejo de Warlocks, siendo amigos míos, siempre me sorprendía el encontrarma uno de ellos en una situación tan terrenal como el aprendizaje de un libro de hechizos. Creía entender que ellos se manejaban diferente, pero realmente nunca me había puesto a investigar de ello.

 

- Siempre es un buen momento para charlar sobre esas cuestiones, - mencioné ya en un tono más bajo, casi llegando a un susurro, fue cuando ambos anillos de salvaguarda brillaron al mismo tiempo - sobre todo porque conozco cual línea es la que prefieren mandar, no se preocupe caballero, por algo he regresado.

 

Mi anillo se había apagado al igual que el de mi interlocutor, por lo que regresé a mi actitud inicial despreocupada, estirando los brazos en frente de mí.

 

- Cuando guste venga a la Hacienda, le invito un trago.

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Que horrible traslador. – Suspiró Axel sonriendo enfrente de una vieja bota rota mientras de cruzaba de brazos, se suponía que los trasladores debían que ser objetos que pasaran desapercibidos, pero un viejo zapato en un reluciente piso de mármol, no era algo que Axel considerada muy discreto. El mago solo mostro los dientes, ajusto su mochila de viaje, revisando que en la bolsa se encontraran todos sus anillos, amuletos, así como una nueva daga.

 

El nombre “Libro de la Sangre” acompañado de una daga no le daba un buen sabor de boca, pero no había remedio, había decidido experimentar esa clase, quien sabe podría resultar divertido, aunque el libro dijera que el conocimiento no era exotérico, Axel confiaba en sus propias habilidades.

 

- No me jo… - Suspiró una vez más, resoplando un poco, aquel bosque le parecía muy conocido, pero no sabía donde lo había visto, quizá un déjà vu, mirando sobre las copas de los fuertes árboles, y la inminente oscuridad que se acercaba al observar el cielo nocturno. Por un momento bajo su mirada sobre su brazo izquierdo, la remera sin mangas le permitía mirar su desnudo ante brazo, allí donde había ahora una cabeza de un Kraken, antes estaba aquella una serpiente y la calavera, un tatuaje muy diferente al resto que ahora tapizaba sus brazos, piernas e incluso cuello.

 

Pero porque Axel lo recordó en ese momento; sacudió la cabeza e intento pensar en algo más, ese boque le ponía los pelos de punta, y le revolvía sus recuerdos. – Til allersidst – Balbuceó alejándose de los árboles, si el traslador lo había llevado allí, los profesores y sus compañeros deberían estar cerca, dándose cuenta que ya estaban varios.

 

- Madrina.- Sonriendo una vez más al ver que Lyra era la única mujer de ese grupo de hombres, desviando la mirada para reconocer a Ishaya y a uno de los Warlocks, Axel levantó la ceja sorprendido, ver a sus “compañeros” Warlocks fuera siempre era tan raro, sobre todo porque el danés, no asistía mucho al consejo con ellos.

 

Axel, busco en sus jeans, su cajetilla de cigarros, un par de galeones y una paleta de caramelo, y llevó esta última a su boca, mientras escuchaba a los demás presentarse. Después girar su gorra de un equipo muggle de beisbol hacia atrás, la luz del sol estaba a punto de extinguirse

 

- Hej. – Levantó la mano, en señal de saludo, una vez que todos comenzaron a presentarse. – Soy Axel. - Observando a los ojos a los demás, y sonriendo ampliamente. – Mucho gusto para los que no conozco. –Terminó el hombre, comiendo su dulce, al parecer acamparían, y Axel había olvidado empacar malvaviscos.

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- ¿Y pasamos de la Fortaleza a la Sangre? Estos guerreros son bien raros, definitivamente no me agradan mucho. Creo que me gustaba más el nombre del libro anterior - Gruñó Niko, mientras sus elfos le ayudaban a organizar todo lo que tenía que llevar a su clase. Sabía que el curso para adquirir los conocimientos del siguiente libro estaba por comenzar y tendría que ir a la Universidad para conocer su próximo destino. Sus últimas clases lo habían llevado a Turquía, Egipto y Hawaii - ¿En dónde creen que sea la próxima clase? - Preguntó, pero sus elfos no respondieron, eran bastante callados y tampoco tenían mucha suerte adivinando.

 

- Espero que esta vez me digan desde el principio que es lo que debo hacer, el misterio del último libro no me gustó. Y al final creo que ni logramos completar la misión que nos dieron - El Tonks encogió los hombros, ya tenía todo lo necesario guardado desde sus pociones pasando por otras cosas menos interesantes. Los amuletos de los libros anteriores los tenía colgados en su cuello y los nuevos los había guardado en su bolsillo. El Libro de la Sangre en el Magic Mall venía acompañado de una daga que no le interesaba mucho, pero seguro era muy poderosa.

 

****

La Universidad estaba un poco sola, al parecer todas las clases se realizaban fuera y esta no era la excepción. Los profesores no habían enviado una carta así que no sabía muy bien qué hacer - Supongo que debo buscar basura... digo un traslador - Encogió los hombros en señal de aceptación, esperaba encontrar un traslador que no tuviera mal olor, era lo único que le molestaba de dichos objetos. Unos segundos después encontró un oso de peluche sin ojos y con todo su relleno por fuera - Seguro este es uno - Lo tocó pero no funcionó - Creo que he llegado muy temprano, debí comer algo antes de salir - Dado que no habían recibido mucha información sobre la clase, había decidido llegar temprano, no sabía que la clase sería nocturna.

 

Justo cuando se comenzaba a aburrir de tanto esperar, el traslador se activó pero no estaba preparado para caer. Por suerte, tenía su amuleto volador y pudo evitar caer sentado en el suelo - Por eso no me gustan estas cosas, no estaba preparado para cambiar de lugar. ¿A quién se le ocurre viajar sentado? - Evidentemente a él no se le había ocurrido hacerlo, pero no había podido evitarlo.

 

- Me gustaría creer que vamos a pasar una noche de campamento comiendo y esas cosas, pero sé que no será así. Mejor no me hago ilusiones - Pensó, las ideas de su mente eran muy organizadas. El lugar era muy bonito, las luces en los árboles, la fogata y las carpas, pero el nombre del libro era demasiado sangriento para algo tan bello y agradable - ¿Cuál será la sorpresa de esta clase? - Pensó, esperando que ninguno de sus compañeros pudiera leer su mente.

 

- Claro que estoy cómodo con mi ropa - Los pensamientos pasaban muy rápido por su mente, sin dejar de escuchar al profesor de la clase. Para dicha clase había decidido llevar una camiseta blanca, unos jeans y unos zapatos deportivos, sin pensarlo había tomado una buena decisión o bueno, sus elfos habían tomado una buena decisión.

 

- ¿Otra vez debo presentarme? - El Tonks odiaba las presentaciones y era lo único que pasaba por su mente, pero al parecer a todos sus compañeros sí les gustaba y se habían presentado sin ningún problema. Incluso habían dado a conocer sus trabajos - Niko Uzumaki, miembro de la Asamblea del Concilio - Sus hombros nuevamente se encogieron en señal de resignación, habría preferido no presentarse pero no quería ser odioso.

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Todos los pupilos fueron llegando uno por uno completando con su presencia lo más importante del escenario. Les saludó con una sonrisa una vez estuvieron reunidos frente a él, ya presentados y listos para iniciar con la travesía. Al repasar sus rostros por tercera o cuarta vez y relacionarlos con la lista que había memorizado, notó que todavía faltaban algunos. Pero como era de esperarse, no podría esperar por todos ellos.


—Chicos, atención, por favor — Exigió al ver que Bastian entablaba una conversación perfectamente protegida con Ishaya. Podrían escucharlo a él, pero el resto no a ellos. Y de ahora en adelante necesitaría que todos estuvieran más atentos a lo que sucedía en aquél lugar. Zack era responsable por las vidas de todos ellos, por más que varios supieran muy bien cómo defenderse de cualquier amenaza.


—Asumo que todos han leído el contenido del libro, por lo que ya deben venir con cierto nivel de preparación — Dijo elevando ambas cejas, esperando que nadie lo contrariara. —Vamos a comenzar con lo que considero es la parte más comprometedora, y estrictamente necesaria estando en este escenario — Al finalizar, en su mano derecha se materializó la daga del sacrificio. Al ver que todos seguían expectantes y en silencio, el hombre continuó.


—Vamos a comenzar con un juramento de sangre — Al recibir la noticia, comenzaron a intercambiar miradas entre sí —… Donde deberán prometer no alejarse más allá de los límites de bosque. Es decir, no llegar a donde podrían no salir con vida — No podía ser más claro con su mensaje. Hasta los momentos sólo Bastian captaría el propósito de aquél acto, pues solo él aparte de Zack era Mortífago. Éste último necesitaba asegurar a sus pupilos y no permitirles rozar con los límites del bastión tenebroso, pues aunque nunca lograrían verlo por no tener el tatuaje en sus cuerpos, ahí las protecciones se intensificaban a tal manera que las criaturas no tenían piedad con los intrusos.


Comenzando por la fémina, el castaño se acercó a Lyra con una sonrisa en el rostro. Aquello debería garantizar que todo estaría bien. Le pidió extender su mano y una vez lo hizo, le dejó un fino corte en la palma. No debería ser doloroso, aunque la hoja de la daga fuera extremadamente filosa, él estaba siendo cuidadoso de no dañar demasiado.


De la misma forma siguieron el resto de los presentes, a todos se fue acercando para cortarlos con aquella arma. Una vez llegó al penúltimo, se detuvo dejando a Bastian exento de aquél acto. Él no necesitaría ligarse a dicha promesa, de lo contrario sería un problema el resto de su vida cada vez que quisiera llegar al hogar de los magos oscuros. Tratando de ignorar por completo el hecho de que sólo faltó él, le dio la espalda dirigiéndose al resto de los pupilos.


—Repitan conmigo por favor — Teniendo todos un hilo de sangre corriendo por sus manos, estaban listos para terminar el acto sangriento —Prometo no adentrarme a las profundidades del bosque o ir más allá de los límites que la propia naturaleza me imponga — Una vez todos dijeran aquellas palabras, quedarían sujetos a dicho juramento que, de ser quebrantado, les abriría mágicamente un corte en sus piernas derechas, obligándolos a caer al suelo impidiéndoles el desplazamiento.


—Como ya deberían saber, el incumplimiento de este juramento tendrá severas consecuencias en todos ustedes. Alguien de ustedes que lo diga en voz alta por favor — Pidió sólo para comprobar quiénes de ellos tenían entero conocimiento de los conjuros del libro. —Adicional, me gustaría que todos, uno por uno, invoquen sus dagas y protejan al compañero de preferencia. — Habiendo garantizado la seguridad de todos con aquella promesa inicial, solo restaba comenzar a demostrar los más peligrosos poderes del libro.

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Poco a poco comenzaban a llegar quienes serían los compañeros de clase de Elros. En primer lugar un mago proveniente de las inmediaciones del periódico mágico “El Profeta” llamado Ishaya Tonks, a quien había conocido de vista en el simulacro del Libro de la Fortaleza en medio de la arteria principal de Londres cuando enormes olas azotaron los edificios y dificultaron los enfrentamientos de cada pareja de duelo. Luego se presentó la jefa del Magic Mall, Lyra Katara, a quien también conocía gracias a las amables atenciones que ésta le brindaba cada vez que el pelirrojo arribaba al instituto comercial con ganas de adquirir un nuevo preciado bien para su bóveda trastero en Gringotts. Cuando el señor Karkarov alzó la voz señalándose como un miembro del Consejo de Warlocks, su Anillo Detector de Enemigos emitió una leve vibración que, a ciencia cierta, solamente él pudo percibir en aquel instante; hecho que le llamó bastante la atención al sentir que algo no andaba del todo bien con aquel individuo; quizás sus intenciones ahí no eran muy buenas.

 

A continuación fue el turno de otro mago a quien no conocía, el cual se hizo llamar Axel, simplemente Axel, sin apellido alguno que comentar a los demás; pero lo más curioso era que no dejaba de incomodarle la vista el gesto que éste realizaba cada vez que se llevaba una paleta de caramelo a la boca; verdaderamente parecía un crío de diez años. Posterior a la presentación del chico que se giró su gorra hacia atrás; vino el saludo de su gran amigo Niko Uzumaki, así es… nuevamente tendría que vivir una experiencia descomunal al lado del Dumbledore, quien en considerables ocasiones le había salvado la vida. -Nos volvemos a encontrar eh- le susurró sin usar el Anillo de Salvaguarda contra oídos indiscretos, no sin antes acercarse a éste para quedar uno al lado del otro en pleno terreno sombrío justo en el momento en que el maestro Ivashkov pidió atención a todos los presentes. <<La parte más comprometedora y estrictamente necesaria estando en este escenario ¿Qué quiere decir este tipo? ¿Dónde nos ha traído?>> se preguntaba el Gryffindor expectante, no queriendo tirar por la borda el silencio que se formó tras materializarse la daga del sacrificio en la mano de Zack. -Juramento de sangre- musitó el pelirrojo, recordando haber leído sobre aquel poder.

 

Uno a uno los alumnos fueron teniendo frente a sus ojos al profesor del Libro de la Sangre en esta oportunidad, quien les pedía que extendieran su mano con el propósito de realizar un ínfimo corte en la palma con tal de vincularlos a todos en una única promesa. -¡Auch!- se quejó para sus adentros cuando le correspondió su turno; observando el fino correr de un hilo de sangre carmesí que fluyó lentamente por su diestra. -Prometo no adentrarme a las profundidades del bosque o ir más allá de los límites que la propia naturaleza me imponga- fue lo que repitió el mago inefable con voz alta y clara, quedando sujeto a dicho juramento que lo ligó a todos sus compañeros, o eso era lo que pensaba el Poulain. -¡Muy bien! Es hora de traerte conmigo y pagar el favor- expresó tras oír la última indicación de Zack; lo que le instó a invocar en el acto a su propia daga del sacrificio entre sus manos. -Immolo ad protegendum, Niko Uzumaki- dijo fuertemente el ojiverde, conectando su alma con la del miembro del Concilio de Mercaderes, con el objetivo de protegerle.

Editado por Thomas E. Gryffindor
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