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Herbología X - Los Cuatro Elementos


Nate Weasley
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Jessie Stabolito

Elvis F. Gryffindor

La luz solar matutina se colaba por las cortinas fenestradas que cubrían los grandes ventanales de la Biblioteca de Hogwarts pero no fue hasta varios minutos después del amanecer que los rayos adquirieron la intensidad suficiente como para que, al incidir sobre los párpados del francés, este se despertase exaltado y con el lomo del libro sobre el cual había estado dormitando marcado en la frente. Le tomó algo así como dos milésimas de segundos darse cuenta de la gravedad de la situación y, víctima del pánico, se levantó rápidamente y comenzó a guardar sus cosas de forma apresurada en su mochila mientras con un movimiento súbito de su varita hacía desaparecer la taza de café que horas atrás había expedido un suave vapor.

 

Sin siquiera animarse a echar un vistazo a su reloj pero a sabiendas de que estaba llegando tarde, se dirigió a paso rápido hacia la salida, sin animarse a correr debido a los rumores que oscilaban en torno a la intolerancia de la bibliotecaria del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Y hablando de roma...

 

- ¡Señor Merabet! ¿¡Pero qué se cree que está haciendo!? - chilló la bruja, apareciéndose detrás de un escritorio y acercándose furibunda hacia el francés - ¿Cómo se atreve a tomar un ejemplar de la biblioteca sin permiso? El señor Gryffindor y la señorita Gaunt me pidieron permiso para dejarle pasar la noche aquí, pero allá ellos si piensan que lo dejaré llevarse mis libros. - Quentin no tuvo tiempo de reaccionar dado que en se momento la bruja lo alcanzó y le quitó el libro de las manos, asestándole un golpe con este wen el hombro y marchándose por donde había venido.

 

Incrédulo, alzó las cejas y giró sobre sí para marcharse de la biblioteca suspirando. En ese momento le envió una plegaria de agradecimiento a sus padres, quienes lo miraban desde el cielo, dado que ellos habían insistido en mandarlo a Hogwarts de pequeño al desconfiar sobre la educación impartida en la Escuela de Magia Francesa 'Beauxbatons'. Gracias a ello y a su espíritu aventurero durante su adolescencia, conocía una serie de atajos que lo llevarían hacia los invernaderos de herbología en cuestión de segundos.

 

Dicho y hecho, a las ocho y cinco de la mañana entró en el segundo invernadero de herbología, a donde había citado a ambos alumnos para el comienzo de la clase. Se sintió horrorizado al ver que ambos se encontraban allí, esperándolo, ¿que pensarían de él?. Quentin odiaba la impuntualidad, aún más cuando era él quien la cometía, pero se alivianó un poco la carga pensando en que la mayor parte de la gente era un poco más tolerante con los horarios.

 

- Buenos días, alumnos. - dijo el francés, acercándose hasta su pupitre que encabezaba y miraba al de sus dos alumnos - Espero sepan disculpar la demora, en verdad no sé que me pasó. Señor Gryffindor, el Director, ¡ay, mi dios, qué vergüenza! Entre esto y la clase de Cuidado de Criaturas Mágicas que le di meses atrás, debe tener una mala impresión de mí. Disculpe, disculpe... generalmente no soy así. No sé que me pasa últimamente, todo está muy loco. - agregó, nervioso, mientras dejaba las cosas en su escritorio y se dirigía hacia su alumno, para luego mirar a su alumna - Señorita Potter Blue, es un placer tenerla por aquí. Tengo grandes cosas preparadas para ustedes, cosas sorprendentes, quizá no tanto como La Orden del Fénix mostrándose al mundo, o como una renuncia masiva de los miembros de la Logia Eligentium del Concilio de Mercaderes o que algunos de sus miembros sean mortífagos, pero creo que aún así se divertirán. Que sociedad más loca, ingleses... que se le va a hacer.

 

El francés miró a sus alumnos, sorprendiéndose ante su propio descaro.

 

- En fin, no importa. Mi nombre es Quentin. Con ello bastará. Ya los conozco a ustedes. Cuéntenme por qué tomaron esta clase, y que sea rápido, que hay mucho por hacer. - agregó, mientras comenzaba a retirar los contenidos de su mochila sobre el escritorio.

Editado por Elvis F. Gryffindor

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Ir a Hogwarts no era algo que le gusta mucho. La ultima vez que había estado ahí tuvo un encuentro no muy agradable con una persona a la que quería mucho y por la que daría la vida, pero no importaba en lo más mínimo porque él no confiaba en ella y ahora que sabía a ciencia cierta que quien creía su amigo era miembro de la Orden del Fénix entendía el porque del enojo del mago hacía su persona.

 

Bufo molesta y triste. Había cosas que la magia no podía solucionar y esa era una de esas cosas. Caminaba perdida en sus pensamientos por los terrenos del colegio de Magia y Hechicería, Hogwarts. Tendría una clase con un profesor que no conocía, había escuchado por ahí que era extranjero, cosa que aunque no le desagradaba porque ella también lo era, no lo encontraba muy cómodo que digamos.

 

Llegó al lugar donde la habían citado. Según la carta que llegara a la Mansión Black Lestrange dirigida a su persona, debía de presentarse en el invernadero 2 al punto de las ocho de la mañana. Al estar recibiendo la clase en uno de los invernaderos había optado por llevar ropa cómoda. Un pantalón holgado de tela de algodón en color negro. Unas balerinas del mismo color y una blusa suelta en color arena. Su cabello rojizo estaba trenzado de forma suelta sobre su espalda. Tomo asiento en una de las mesas de trabajo, ahí ya había alguien y para desgracia de ella lo reconoció de inmediato, era su jefe en la universidad y eso no era nada bueno.

 

- Hola señor Gryffindor, buenos días - saludo de forma educada dejando sobre la mesa de trabajo sus pergaminos y plumas, en espera de que llegara el profesor.

 

Confiaba en que no tardara demasiado, no le agradaba estar a sola con personas del sexo opuesto, a menos que fuera su familiar o en todo caso su novio pero si era alguien con quien no convivía mucho se sentía un tanto insegura e incluso temerosa. Aferraba su varita mágica bajo la mesa del trabajo, mientras pegaba un brinco cuando escucho la voz del profesor en el salón de buenas a primeras.

 

Lo escucho dar su discurso de inicio de clase, presentarse y sorprenderse por la presencia de Elvis y luego referirse a ella. Sonrió de lado al escuchar su anterior apellido, no le sorprendía que aun muchas personas la siguieran considerando una Potter Blue, pero ella ya no lo era más y se lo dejaría en claro al profesor.

 

- Creo que tiene mal sus listas, profesor Quentin. Mi nombre es Jessie Black Lestrange, o para fines prácticos como rige en mi acta es Jessie Stabolito y el porque tomé la clase... ayuda a complementar los conocimientos que ya tengo en mi curricula, así que es por eso.

 

Ademas que esperaba que el profesor que impartiera la clase fuera su amigo o ex amigo Nathan y no un completo extraño, pero se había llevado un gran fiasco.

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No se preocupe, señor Merabet. Si hubiera tenido una mala imagen suya, me encargaría yo mismo de que no de clases en nuestras aulas —le comenté con una sonrisa, asintiendo con la cabeza. Era extraño que el extranjero me pidiera permiso para dos cosas, primero para quedarse leyendo algunas cosas en la biblioteca y segundo, que usara como aula uno de los invernaderos. Teniendo una edificación tan magnífica como la Universidad, prefería otros sitios. No podía negarlo, Hogwarts tenía su propio encanto—. Aunque si continúa robándose los libros de la señora Kyvahock, ella será la responsable.

 

Le conté con otra sonrisa, para que no se pensara que realmente aquellas cosas de las que estaba ansioso y preocupado, me molestaban. De hecho estaba acostumbrado a llegar antes a los sitios por una costumbre de que era el director, pero sino claramente no estaría allí tan temprano. Desde que ocurrían algunas cosas dentro de la comunidad, no dormía tranquilo. Tampoco trabajaba. Pero siempre le ponía el pecho a las balas, llevaba sangre de los Leones, era el último en caer. Saludé en su momento a Jessie con la cabeza, parecía un poco más distante que la última vez. Pero esperé amablemente a que ella hablara primero.

 

Realmente considero el conocimiento como conocimiento que debo aprender. Hay magias que requieren de más sabiduría, asi que lo veo como un momento oportuno por especializarme por la Herbología. ¿O no todo se trata de mandrágoras y lazos del diablo, señor Merabet? —respondí a su pregunta, mientras me acomodaba un poco mejor en mi silla. Había nombrado a los miembros de la Orden del Fénix. Y lo que estaba sucediendo con el Concilio tampoco era algo mínimo. Por eso aprovechaba a hacerle unas preguntas. Siempre tenía dudas y buscaba las respuestas: — ¿Cuánto se relaciona la magia con la herbología? Los Uzza me enseñaron algunos poderes que los sé controlar muy bien. Pero no sé realmente cuánto importa que aprenda sobre los Pétalos de Pensamiento, para saber como perfeccionarlo.

 

Esperé a una respuesta.

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- Disculpe, disculpe. Señorita Black, me encargaré de enmendar ese error cuando le entregue el certificado de final de clase, por el momento Jessie bastará. - se disculpó el francés, tachando de la lista con ambos nombres los apellidos de la joven y corrigiéndolos para que quedasen correctamente asentados - Espero entonces que se lleve de aquí buenos conocimientos, he escuchado algunas cosas de usted en el Claustro, espero no me defraude.

 

Giró la mirada hacia el director, Elvis Gryffindor, cuya broma inicial ignoró por el simple hecho de que no sabía que contestarle. Quentin siempre había tenido grandes dificultades para relacionarse con la gente, ni hablar de sus alumnos, por lo que prefirió dejarla pasar y quedarse callado antes de quedar como un est****o. En ese momento, agitó su varita y en el pizarrón detrás de el aparecieron escritas cuatro palabras en caligrafía imprenta.

Agua

Aire

Fuego

Tierra

- Respondiendo a su pregunta, señor Gryffindor, la relación entre la herbología y la magia es aún un tema de discusión para aquellos que nos especializamos en la herbología como rama de conocimiento. Están algunos extremistas que opinan que la magia hace uso de la herbología y que ésta última es una rama independiente, pero hay ejemplos claros como las mandrágoras y el lazo del diablo que hacen cosas imposibles sin magia. Otros prefieren opinar que la herbología surgió a partir de jugar con magia y plantas, cruzando ambas cosas en un principio independientes para dar lo que hoy conocemos como las plantas mágicas.- contestó el francés, haciendo como si no se hubiese escrito nada en el pizarrón - En cuanto a mí, prefiero opinar que es una relación versátil y, cuanto menos, muy difusa. Hay puntos donde la botánica y la magia se han dado la mano en el pasado, resultando en lo que son hoy, pero hay otras plantas simplemente muggles que tienen usos mágicos y por eso son de relevancia herbológica, ¿contesta eso su pregunta?

 

No perdió más tiempo y se acercó hasta su mochila, sacando de ella una piedra con forma de plato bastante alto. En su borde lateral, el cual era tan grueso que adquiría una cara vertical, se observaban en los puntos cardinales cuatro símbolos distintos, uno en cada punto cardinal. El símbolo del fuego al norte, el agua al sur, el viento al oeste, y la tierra en el este. Se trataba de una reliquia preciosa que había conseguido en un viaje por Lituania y que tenía una leyenda muy interesante asociada.

 

- Mis queridos alumnos, hay una razón por la cual los cité aquí y no en la Universidad, y esa es que Hogwarts es uno de los lugares de Europa con mayor diversidad de especies herbológicas y por lo tanto constituye la oportunidad perfecta para que me ayuden con esto. - dijo señalando a la piedra - No perderemos tiempo hablando sobre fertilizantes y demás, voy a enseñarles cosas que vale la pena recordar.

 

Cuenta la leyenda que muchos años atrás, cuatro magos muy poderosos representantes de cuatro reinos mágicos hoy inexistentes, se juntaron para confeccionar esta piedra. Llegaría un día en el cual aquellos que fuesen suficientemente sabios sabrían identificar cuatro plantas que se correspondiesen, una cada una, con los cuatro elementos básicos. Esto quiere decir que, su tarea para hoy y su condición para aprobar esta clase, será encontrar una planta que represente el fuego, otra que represente la tierra, otra que representa el agua y una última que represente el aire... ¿alguna idea? >>

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Desde que no había entendido lo que le habia dicho sobre la encargada de la biblioteca, hasta que terminó de responder a mi pregunta con la magia y las plantas, lo observé detenidamente. Por un momento, pensé que hasta le molestaba que estuviéramos allí. Pero en cuanto empezó a explayarme me di cuenta que eran impresiones mías solamente. Asentí con la cabeza al entender a lo que se refería.

Inmediatamente empezó la clase. Y lo sabía porque fue inmediatamente hacia su mochila para sacar algo. Casi todos los profesores que impartíamos los conocimientos dentro del Claustro, siempre intentábamos encontrar algo práctico que resultara eficaz para con la clase. La teoría aburría, demasiado. Asi que teníamos que encontrar otra manera. Claramente que Merabet había logrado enfocar mi atención en él.

Eso es maravilloso... —murmuré casi sin pensarlo, en voz baja para que solamente lo pudiera escuchar yo. Aquella piedra parecía muy antigua, casi tan mágica que emitía un destello especial. ¿Plantas que se relacionaran con los elementos? Eso jamás lo había pensando, y tan solo de saber que eran cuatro, me hacía acordar a los fundadores de Hogwarts—. No tenía idea de éstos magos ni de las plantas. ¿Eso es posible aunque éstos reinos ya no estén? ¿Las plantas se mantienen aún hoy en día? No se me ocurre otra cosa que revisar la biblioteca. ¿Y tú, Jessie?

 

Le pregunté a mi compañera. Tal vez la idea de ir a la biblioteca era realmente aburrida como sonaba. Y sería perder tiempo. Estaba seguro que ahora la idea era inútil, ya que si el profesor hubiese querido que buscáramos información, lo hubiera anunciado de antemano. Me habría encantado tener aquella piedra para poder analizarlo. Saber y conocer todo el poder que contenía. Automáticamente tuve que pensar en lo que esperaba Merabet. ¿Que plantas representaban los elementos? Eran pocas las que podía relacionarlas con el agua y el fuego. Pero no se me ocurría nada para la tierra y el viento.

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Entecerro los ojos molesta, siempre le acortaban el apellido aunque el Black Lestrange fuera uno solo, no entendía porque siempre lo hacían pero ya se había cansado de corregir ese error, aún así alzó el rostro en dirección de su profesor y sonrio de forma indulgente, no podía hacer nada más porque ahí él era el que mandaba.

 

-​¿A escuchado sobre mi en el claustro? Eso en verdad no me lo esperaba, por lo regular intento pasar desapercibida. Por eso es que me sorprende - se encogió de hombros mientras volteaba a ver al director, esperaba que alguno de los dos respondiera sus dudas. No le gustaba que hablaran de ella.

 

Escucho la pregunta de Elvis, le llamo un poco la atención y aunque tenía su punto de vista prefería escuchar lo que el profesor decía, por eso alisto su pluma y comenzó a tomar nota en cuando el profesor comenzó a hablar. Unas pocas notas llegaron a su pergamino pero era lo fundamental para futuras referencias. Antes de que se diera cuenta la clase comenzó y ella seguía escribiendo, aun cuando el profesor llamaba su atención sobre una piedra, pero llevar hipótesis y tenerlas anotadas era algo que ella siempre hacía para poner a su cerebro a trabajar, porque nada mejor que un reto para tener la mente siempre despierta.

 

Cuando escucho que el director le hablaba levanto su rostro fijando sus grises ojos en Elvis, al cual sonrió con un poco de nerviosismo. Igual que Anne era su jefe y ella... bueno ella sabía respetar la autoridad aunque no estaba segura que podía confiar a ciencia cierta en aquel hombre más que nada por ser el padre de Thomas.

 

- Yo... sinceramente preferiría buscar en los lugares relacionados, es decir, agua, fuego, viento y tierra. Una planta acuatica no podría ser, pero si una resistente al fuego, de aire no se me ocurre que puede ser, tal vez debe estar en un lugar donde el oxigeno es más ligero y de difícil acceso para los humanos... pero no lo se señor... digo director... ¿Elvis? Perdón, no se como referirme a usted.

 

Hablaba y su pluma seguía moviéndose sobre el pergamino así como su mano, y aunque no veía lo que escribía sabía que estaba correctamente escrito porque no era la primera vez que hacía algo así.

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-En efecto, señor Gryffindor, las plantas aún persisten a pesar de que los reinos cayeron varios cientos de años atrás. Es más, algunas de ellas supieron convertirse en especies herbológicas de sumo interés para la comunidad mágica, a pesar de que varios magos han fracasado en encontrar una respuesta a este acertijo. Es más, su Departamento de Cooperación Mágica Internacional ha registrado en la lista de Bienes No Comerciables de Clase A a muchas de las especies que se creen originarias de estas sociedades, justamente por el poder mágico intrínseco que poseen.

 

Escuchó la propuesta de ambos alumnos, elevando levemente la comisura de sus labios al ver como la Black Lestrange tartamudeaba levemente para referirse a quien ahora era su compañero, pero la más de las veces era su jefe.

 

- Permítame, señor Gryffindor, disentir con usted e inclinarme hacia la propuesta de la señorita Black Lestrange. - dijo el francés, tomando la piedra y guardándola nuevamente en la mochila, la cual se colgó en sus hombros mientras comenzó a desfilar fuera del invernadero, junto a sus alumnos, en dirección a los terrenos - Es más, ayer por la tarde puse en práctica mi sirenio y concordé con las sirenas del lago un pequeño permiso para que nademos por las aguas del Lago Negro.. debe haber algo que podamos encontrar allí, ¿no les parece?

 

Pasaron unos cuantos minutos durante los cuales los tres magos avanzaron por los inmensos terrenos de Hogwarts que separaban los invernaderos de Herbología del muelle del Lago Negro, hasta que finalmente llegaron a sus pies y el francés comenzó a quitarse las zapatillas.

 

- No quiero que me malentiendan, allí abajo encontraremos millones de especies botánicas acuáticas, pero sólo una es lo suficientemente interesante o notoria como para ser la que buscamos. - comentó - Asumo que todos ustedes están familiarizados con el encantamiento Casco-Burbuja, dado que nos será esencial para poder respirar allí abajo.

 

Habiendo dicho esto, Quentin comenzó a caminar descalzo hacia el lago, no sin antes dejar su mochila escondida detrás de un tronco. Sus pies tocaron la superficie del agua cuando miró por encima de su hombro y vio a sus alumnos atónitos al ver lo que el profesor esperaba que hiciesen...

 

- ¿Y bien? Vamos... les toca a ustedes liderar la marcha.

 

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El profesor estaba de acuerdo con ella; no le sorprendía en lo absoluto ya que ella prefería mil veces el trabajo de campo a encerrarse en una biblioteca. Era verdad que amaba los libros y nunca desperdiciaba la oportunidad de poder leer en su recamara en una tarde lluviosa con una buena taza de chocolate caliente, pero de eso a pasar toda una tarde soleada encerrada en la biblioteca... aunque también lo haría, no era algo que se le antojara en aquel momento.

 

Ir al Lago Negro, por el contrario, no era algo que le apeteciera mucho. No le gustaba introducirse en el lago y menos cuando e trataba de una clase, pero con todo lo que ella les había echo a sus alumnos era obvio que también ella tendría que pasar por situaciones un tanto complicadas.

 

-¿En serio es muy necesario entrar en el Lago? Es decir, no podría estar, esta planta en particular en las inmediaciones del mismo. Podríamos recorrer un rato la orilla del lago solo para asegurarnos...

 

Mas sabía que sus intentos eran en vano, Jessie en más de una ocasión había tenido que bajar al lago y no específicamente a este lago, en ese momento no se percato de lo que veía, solo quería salir de aquel lugar infestado de Inferius para poder ir a aquella fiesta, la cual había sido magnifica pero eso no venía al caso.

 

-Casco Burbuja- murmuro sin mucho animo creando una burbuja de aire a si alrededor.

 

Bufó antes de caminar despacio hasta entrar en el lago, fue un trecho largo, con el agua helada perforando cada poro de su cuerpo. Poco a poco su cuerpo se fue compensando con la temperatura del agua, hasta el grado de que ya no la sentía fría. Comenzó a nadar con la varita sujeta firmemente en su mano izquierda. Por el rabillo del ojo vio una horda de Gryndilows entre las altas algas así que se alejó nadando de aquel lugar.

 

Vio varias plantas que le llamaron su atención las iba tomando y acomodándolas dentro de las bolsas de su túnica. Quería recoger las más que pudiera para compararlas con Elvis y ver que era lo que él había encontrado. Una particularmente le llamo la atención por su color y forma, de un azul traslucido que se perdida entre las aguas, de no ser por el movimiento que Jessie hiciera al pasar no la hubiera visto.

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¡Eso sonaba fantástico! La travesía que estaba proponiendo el profesor resultaba mucho más agradable de lo que pensaba. Rápidamente abandonamos las instalaciones de Hogwarts para dirigirnos rápidamente hacia el Lago Negro. Aunque era el director, aunque tenía pleno goce de disfrutar cada centímetro del sitio, jamás me había acercado siquiera a las orillas.

Si estaríamos en un ambiente húmedo, claramente que lo primero que nos enfocaríamos sería el agua. No se me ocurría ninguna planta que pudiera representar como correspondía aquella piedra, asi que mientras Merabet daba las indicaciones, me envolví la cabeza con un encantamiento casco-burbuja. Nuestros pies ya estaban sumergidos, cuando el titular de la clase nos indicó que nosotros debíamos empezar.

Está helada —llegué a comentar entre tiriteos, mientras los tres nos sumergíamos por completo. Mis ropas se empaparon y se volvieron mucho más pesadas. Gracias al casco que me protegía, tenía bastante claridad de lo que sucedía a mi alrededor, aunque debía admitir que el nombre del lago le quedaba muy bien, porque sus aguas eran negras. Aunque eran transparentes, a más de cinco metros solamente se veía oscuridad.

»¿Es por allí? ¿O ésa cueva parece un buen sitio para la planta?« preguntaba entre señas y gritos ahogados, señalando con la varita a mis dos compañeros que habían empezado a nadar a mi lado. Los tres buscábamos en todas direcciones aunque algo me decía que el profesor ya sabía donde se encontraba nuestro objetivo. Y el nuestro era encontrarlo sin pedirle ayuda.

Por eso recurría a mis encantamientos que solía usar como Auror. Muchos de éstos encontraban magia oculta o contra las artes oscuras, pero con algunos sencillos alcanzaría. No necesitaba modular, asi que cuando moví la varita, como queriendo espantar moscas, una masa acuosa gaseosa, tan azul como el cielo, se dispersó rápidamente. No se veí a simple vista, pero nos guiaría al menos.

¡Por allí! ¡Por allí! —hacía algunos largos minutos que estábamos nadando, por lo que mis brazos y piernas se habían vuelto pesadas. Pero me aliviaba ver como aquella especie de niebla se escabullia en dirección a dos sobresalientes, que al unirse, transformaban ése sitio en una cueva. Aún debajo del agua, se sentía la magia. ¿Que tanto poder tenía Merabet para que ninguna sirena se nos hubiera acercado aún? Al parecer eran seres respetuosos.

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Observó primero como ambos alumnos ejecutaban el encantamiento correspondiente antes de adentrarse cada vez más en las oscuras aguas del lago negro, haciéndolo él mismo unos segundos después de que ellos se hubiesen sumergido completamente. El frío lo rodeó completamente, de manera tan abrumadora que por unos segundos todos los músculos de su cuerpo ardieron a forma de queja, más en cuanto los mecanismos termorreguladores de su organismo tomaron el papel principal, comenzó a doler cada vez menos hasta que se convirtió simplemente en una sensación.

 

Respiró a través de la masa de aire contenida dentro de la burbuja que había convocado, observando todo a su alrededor y siguiendo a sus alumnos quienes afortunadamente habían aceptado el reto de tomar el protagonismo en esta clase. Para su sorpresa, el Gryffindor tomó la mayor iniciativa convocando una especie de masa gaseosa que siguieron por unos cuantos minutos, hasta que finalmente llegaron a donde el Merabet había querido llevarlos en un principio.

 

Se trataba de dos formaciones rocosas que se fundían en una especie de cueva. El francés decidió liderar la marcha esta vez, y tras conjurar una luz en la punta de su varita, se adentró en las penumbras de la cueva en búsqueda del famoso interruptor. Tanteó las paredes hasta que finalmente lo encontró, se trataba de una especie de perilla circular parecida a la de los hornos muggles, la cual giró inmediatamente para escuchar un click que anunció la puesta en marcha del mecanismo.

 

La entrada de la caverna se selló por una roca que ascendió desde el suelo y que se unió a los extremos de ambas vertientes en perfecta sincronía, y desde entonces el agua que quedaba en la cueva fue drenada lentamente hasta que simplemente quedó un medio ambiente aeróbico en el medio de un enorme lago.

 

- Bienvenidos, queridos alumnos, a la cueva de las mil gotas. - les dijo a sus alumnos, una vez se hubo quitado el casco - Lo felicito señor Gryffindor por esa impecable herramienta que conjuró, este es un lugar sagrado de cuya existencia muy pocos saben, pero que fue diseñado y ocultado por magos hace ya varios siglos. - agregó el francés, dándose la vuelta y mirando hacia lo más llamativo de la caverna - Eso, alumnos, es una Acquitas Maraguinis. - se trataba de una única planta con un bulbo único que salía de la tierra y del cual partían cuatro tallos, cada uno de los cuales era coronado por una inmensa flor con forma de cúpula de color violáceo.

 

- Existen muy pocos ejemplares de esta planta en el mundo, algunos piensan que menos de veinte, pero lo importante es que fue nombrado por el hechicero del agua, quien era un tanto egocéntrico dado que puso parte de su nombre en ella. Maraguin Kayser fue un renombrado herbólogo del cual muy pocos saben, así que confío que esta es la planta que buscamos. - dijo el francés - Debemos llevar esta planta hacia la superficie, ¿alguno hace los honores de tomar una masa de tierra, sin cortar sus raíces?

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