Libro del Equilibrio (4)

[Sagitas E. Potter Blue]

Seguía observando el libro del Equilibrio mientras intentaba seguir el ritmo del paso de Bastian y no tropezar con las ramas y pedruscos y el suelo poco firme del Bosque. Un auténtico equilibrio de circunstancias. Sólo por eso, debían aprobarme la clase y dejarme volver a casa. Bastian caminaba a un ritmo rápido y era difícil para mí coordinar tantas cosas; ¡quién me diera ahora una hamaca para leer tranquilamente el libro y no tener que sostenerlo entre las manos mientras caminaba!

 

Empezaba a cansarme y gruñí un poco:

 

-- Bastian, ¿podemos aligerar el peso? No sé porqué demonios llevo encima un carcaj, puesto que no sé usar el arco. Eledhwen, mi prima, sí que sabía manejar las flechas y los cuchillos. Ohhhhh, deberías haber visto ese número en el Circo. ¿Has estado alguna vez en el Circo, Bastian?

 

Por un momento, sentí miedo que él hubiera estado entre los culpables de los múltiples ataques que había sufrido mi negocio pero decidí no preguntar. No quería saberlo. El pasado era superable y el presente servía para pensar en el futuro que estaba por llegar y esperar que fuera mejor (estilo Orden del Fénix) y más fructífero (estilo mortio o, como mínimo, avariciosa comerciante). Iba a seguir hablando cuando un enorme rayo cruzó el cielo aún visible por la cima de los árboles y sentí un hechizo en mi mente; juro que era la voz de Lisa.

 

-- ¡Lo que me faltaba, esa metomentodo se ha metido en mi cabeza! -- murmuré entre dientes. Eso sí, busqué la definición de ese hechizo en el libro. -- ¡Gualaaaaa! Pero qué pasada de hechizo... Es terriblemente ofensivo. ¿Contra quién lo usaría Lisa? -- le pregunté al Warlock.

 

No sé para qué digo nada. A la vez que preguntaba, noté la presencia de pies que se arrastraban. Pero no pies humanos, que en cierta manera me hubiera gustado, aunque fuera para encontrar a alguien allá aunque la historia me dijera que era el bando mortio con Voldy a la cabeza. Pero no, repito, eran piernas arrastradas con un ritmo anómalo, acompañado de un olor putrefacto que me recordaron las clases de Nigromancia.

 

-- ¿Eso son...? ¿Son inferis? -- le pregunté, pues él se acababa de cargar a uno con el hechizo ese, el nuevo que acababa de aprender. Era mi turno, pero vamos, que no me apetecía ser una copia. ¿Qué podía usar ahora sin caer en la repetición? ¿Tal vez los pétalos...? ¿O tal vez las semillas de hielo...? Hum... -- Semillas de hielo -- pensé, sin saber si funcionaría. -- Bastian, ¿qué son...?

 

Reseguí la línea del libro donde explicaba el hechizo:

 

-- ¿... Criaturas de sombras u ofuscables? Es que no sé si los Inferi lo son, aquí dice que este hechizo no funciona con ellos. Por si acaso... ¿Corremos en otra dirección?

[Sophie Elizabeth Granger]

Ella no tenia los reparos que tenia su compañera a la hora de atacar a alguien para conseguir lo que necesitaba, pero no quería que su compañera se molestara y la dejara sola por lo que curo con el amuleto al chico que estaba bajo su poder para tranquilizarla. Apenas lo hizo y Cissy usaba su labor de convencimiento con el otro chico mientras ella permanecía parada a lado de su victima amenazándolo con su varita.

 

- El señor tenebroso se encuentra cerca del castillo, a nosotros nos enviaron a vigilar por un posible ataque por la retaguardia, si vemos movimiento sospechoso debemos llamar a los demás y reforzar esta área - le dijo el chico que llevaba su marca y por lo tanto no tenia opción mas que hablar - para llegar a Lord Voldemort tendrian que convencer a su circulo cercano de que son brujas poderosas y que están de su lado.

 

La rubia no quería llegar al señor tenebroso, solo quería estar mas cerca, el chico apunto hacia una dirección al fondo del bosque y la rubia le aplico un desmaius que lo iba a dejar fuera de combate por un tiempo, por supuesto antes de eso le ordeno no avisar a nadie que las había visto, cuando lograse despertar. Vio al mismo tiempo que la Macnair el hechizo de las flechas e invoco el carcaj que enseguida se acomodo en su espalda y también vio a los cadáveres putrefactos pululando por el bosque.

 

-Maldita sea, si los inferis encuentran a los chicos se los van a comer vivos - dijo mientras veía al joven al que había atacado tirado en el suelo - en el castigo se lleva la penitencia - murmura mientras levantaba al chico en vilo y lo subía con un poco de trabajo a uno de los arboles, normalmente no cargaba a sus victimas, las mordía, les robaba su preciada sangre y los dejaba votados, pero ahora se sentía un poco culpable por dejarlo a merced de esos engendros. Lo amarro firmemente al tronco y una vez que estuvo satisfecha dio un salto de regreso al suelo y espero a que Cissy estuviese lista para partir.

 

Mientras hacia aquello detecto un ruido como de pies arrastrándose por el pasto, el aroma era inconfundible, aun estaban un poco lejos pero si su olfato y oído no la engañaban, venían por varios lados por lo que les tocaría luchar contra ellos. Preparo su puntería, alargo la mano hacia el carcaj vació e invoco el hechizo - Flechas de fuego... - pudo sentir en sus manos un arco mágico y una serie de filamentos frente a ella saliendo de la mano de la cual si fuese un arco y una flecha convencional estaría en la punta de la flecha lista para ser lanzada. Miro a través de la oscuridad y entonces los vio, asquerosos engendros parecidos a los zombies humanos alargando sus asquerosas extremidades hacia donde estaba parada. Apunto hacia el grueso de Inferis, soltó la mano y pudo ver los filamentos salir volando hacia su objetivo, golpeando muchas veces en su enemigo que caía al suelo quemándose lentamente mientras sus compañeros con mas suerte huían de lo único que podía matarlos, el fuego.

 

- diantres, este hechizo es brillante y hermoso - dijo emocionada mientras se preparaba para lanzarlo otra vez

[Juliens]

—No he ido, pero algún día iré a ver el acto. He visitado circos muggles donde la gente pretende que hace magia

 

La luz eran la contraparte natural de un hechizo lleno de perversidad. Ni siquiera los nigromantes más corrompidos eran capaces de reanimar cadáveres para que caminaran como si contaran con vida. Era un nivel de magia repulsivo. Él había hecho cosas perversas en su pasado, había matado personas y torturado a otras. Pero en su extraña forma de moralidad los inferis estaban a un nivel impensable.

 

—Se refiere a cosas como las necrohands que pueden ser sólidas o no serlo. Pero si, deberíamos desviarnos un poco.

 

Pensó nuevamente en las flechas de fuego rematando la faena con el inferi al que él se enfrentaba. La criatura, si se le podía llamar criatura a algo de esa naturaleza, terminó de consumirse en fuego. La luz y el calor hicieron que la animación innatural de su cuerpo lo abandonara. Se desmoronó.

 

—Ten cuidado Sagitas. Creo que nos siguen..

 

¿Serian de la Orden del Fénix? ¿Mortífagos? Pero con el olor de la muerte cerniéndose con cada bocanada de aire era imposible saber si realmente los estaban siguiendo o era simplemente su precaución haciéndose cargo de la situación. No iba a arriesgarse, en absoluto.

 

—Si ves a algún mortífago tira a matar que ellos harán lo mismo, te lo aseguro...

 

Continuaron caminando, más despacio ya ante la insistencia de la bruja, desviando un poco el rumbo para evitar a los inferis que podían aparecer de la oscuridad en donde habían estado los primeros.

[Sagitas E. Potter Blue]

-- ¿Cómo que nos siguen? ¡Demonios desdentados! Espero que no sean más Inferis -- susurré, mirando a todos los lados del interior del bosque, como si tras cada árbol pudiera surgir una criatura diabólica como esas.

 

Pero Bastian fue más específico. Mortífagos...

 

-- ¿Mortios? Pero eso sería peor que los inferis. Al menos a un bicho putrefacto de esos no me daría miedo matarlo, pero a un ser vivo...

 

"Pamplinas", me dije. El consejo de Bastian era el mejor que podía darme. Los mortios no sentían piedad por nadie. Tal vez por eso, yo no debiera sentirla tampoco y matar antes de que nos mataran. Apreté la mandíbula con fuerza y conseguí mantenerme en silencio mientras mi cabeza pensaba. Sin darme cuenta, mis dedo pulgar giraba y giraba el "Anillo de escucha" de un libro anterior, esperando con el alma en vilo sentir las palabras de los que nos estuvieran vigilando.

 

No debiera haberlo hecho. O sí... No estoy segura... La cuestión es que sentí unas voces femeninas y, sin pensarlo, porque si lo pienso no lo hago sino que hubiera salido corriendo en el lado contrario, lancé un hechizo no verbal, tal vez porque lo acababa de leer en el maldito libro que pesaba una tonelada y era difícil de manejar, sobre todo abierto como lo tenía para consultarlo con velocidad.

 

-- Arena de Hechicero -- pensé con la varita dirigida hacia el lugar del que venían las voces. Si había algún mortio por allá, al menos no podría ser efectivo durante un ratito.

 

Aunque mira que si no eran los enemigos sino Lisa o las chicas... Por si acaso, me puse detrás de Bastian. Tiene las espaldas muy anchas...

[Cissy Macnair]

El chico comenzó a hablar, diciéndonos lo que queríamos saber. Sofía me miraba de vez en cuando, quizá preguntándose por qué no era más ruda con mi prisionero pero no quería confesarle lo poco que me gustaba atacar a la gente, sobre todo magos; era una pérdida de sangre mágica para nuestra sociedad. Una vez que el amigo, a quien Sofía tenía agarrado, soltó todo y el otro hizo lo mismo, señalándonos el lugar en donde podíamos encontrar al Señor Tenebroso, mi compañera lo desmayó, haciéndole olvidar todo primero.

 

-Corre, vete al castillo- le ordené-. Obliviate- apunté a su espalda mientras corría, enviándole la impronta con mi hechizo de que olvidara mi rostro y el de Sofía, pero que no olvidase llegar al castillo y ponerse a resguardo.

 

Cuando me giré, Sofía saltaba desde un árbol cercano, habiendo atado al muchacho insconciente a la par que un olor nauseabundo inundaba mis fosas nasales.

 

-Mi.erda- musité, estirando la mano hacia la espalda para tomar una de las flechas del carcaj que Lisa nos había dado-. Flechas de Fuego- dije, invocando el poder del libro mientras soltaba los filamento que se ensartaban en los cuerpos más cercanos y se prendían fuego, ya que allí no había sangre que pudiera manar de las heridas-. Esto no es suficiente, corramos- golpee con el codo a Sofía, quien en aquel momento emitía su admiración por el hechizo y ambas salimos disparadas bosque adentro, donde esperaba que nos encontráramos con los mortífagos.

 

Los inferi nos iban rodeando poco a poco. Parecía que ni siquiera las órdenes del Señor Tenebroso eran suficientes para dominarlos. Rodee unos árboles, seguida por Sofía. Las raíces se hacían más gruesas y pensé que habíamos perdido el rumbo, cuando escuché susurros cerca de nosotros. Tenía aún activo el hechizo de escucha.

 

-Ten cuidado, hay alguien ahí- dije, deteniéndome bruscamente mientras inspeccionaba alrededor, varita en mano. Señalé con el dedo-. Por allí- se acercaba una figura masculina, de cabello blanco o plateado, no podía distinguirlo con precisión y, detrás... Solté un suspiro, dejando que mis hombros se aligeraran-. Son Bastian y Sagitas... ¿hemos corrido en círculos?- solté, aunque era más una pregunta retórica.