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Herbología XI y Cuidado de Criaturas Mágicas


Nate Weasley
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Traté de calmarme, me amangué las mangas para mostrarle las escamas blancas a mi profesora.

 

- ¿Esto es normal profesora? - Le pregunté preocupada mostrándole las escamas que todavía estaban presentes en mi manos y brazos - Cuando estaba en el traslador me sentí muy mareada y solté en el último momento y acabé en el medio del castillo. Me siento mal por haberlo hecho - Suspiré un poco - Estando ya adentro un dragón me sorprendió, la sensación que tuve con él fue muy extraña. Sentí como si yo fuera un dragón y el Colacuerno Húngaro me lanzó fuego... no tengo ninguna quemadura y solo afectó a mi ropa - Empecé a llorar - Estoy sorprendida, ¿como es posible que haya sobrevivido sin protección contra dragones? ¿Soy humana maga o soy otra cosa mágica? -

 

Recordé que en el castillo había muchas criaturas mágicas y plantas, había visto un montón de reojo pero solo había seguido corriendo sin importar lo que se interpusiera en mi camino.

 

- En cuanto a las demás criaturas, traté de evitarlas. Ni las miré ni siquiera, no quería tener problemas con ellos. Solo corri y corri sin parar para llegar hasta ti, no me voy a separarme de ti desde ahora. Me siento avergonzada por haberme separado Sherlyn -

 

Recordé la frase Primeros Auxilios, se me venía a la cabeza el típico botiquín pero conociendo el mundo mágico seguro se refería a plantas

 

- Nací en familia de muggles, en una ciudad. Escuché algo de Herbología y me encantaría aprender -

 

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- Me vendrá perfecto ese libro, últimamente paso bastante tiempo encerrada en mi cuarto básicamente haciendo nada.

 

Estábamos llegando ya a la Mansión, una edificación de corte sobrio. El césped del jardín, perfectamente cortado dejaba claro que al menos allí no se situaba la plaga ¿pero cómo esta podía haberse expandido en un sitio que parecía tan bien cuidado?

 

No intenté formar mayores conjeturas en mi cabeza, y solo esbocé una sonrisa al escucharlo hablar del departamento de Criaturas. En realidad aquella era información que conocía porque me había dedicado mucho los últimos meses a averiguar acerca de todo el personal con que había contado alguna vez el departamento. Mas no tuve oportunidad de comentar el asunto porque el Ministro se encontraba ya explicando acerca de las plagas a las que tendríamos hacer frente, para luego retirarse rápidamente ¿es que tendría asuntos mucho más urgentes que ese por resolver?

 

Como sea, emprendimos la marcha junto a Nathan en silencio, momento que aproveché para colocarme los guantes de piel de dragón y sacar la varita del morral. Y una vez alcanzamos el primer punto comprendí que la tarea que teníamos por delante no sería nada fácil.

 

- Esos gnomos, es una imagen tan tétrica, y tan desagradable

 

Era evidente que las plantas conocían muy bien como mantener allí a sus "Presas". Y aunque en general tenía una relación de amor/odio con los gnomos, especialmente con los de La Madriguera que se pasaban haciendo desastres en los terrenos aledaños a la vivienda, salvar a estos conforme lo indicaba Nathan era urgente. Así que levanté la varita y conjurando diffindo, una y otra vez comencé a liberarlos uno a uno hasta el último de ellos.

 

- Listo, a la de tres lanzamos el incendio ¿cierto?

 

Me animaba el hecho de que pese a todo aquel desastre conseguiría llevarme un botín sustancioso a casa. Me agaché a recoger unas cuantas raíces, que guardé con cuidado al interior del morral tras limpiarlos de la baba pegajosa y de mal olor que desprendían.

 

- Bien ¿que es lo siguiente que nos toca?

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El Weasley se quedó unos momentos en silencio, de brazos cruzados, con su varita asida fuertemente a través de sus guantes de piel de dragón, listo para intervenir de ser necesario. Sin embargo, tras unos segundos, rápidamente comprobó que eso no sería así al ver a su alumna manejarse alrededor de aquella plaga con suma destreza y puntería. De alguna manera y a pesar de los sendos encantamientos que envió contra aquella enredadera de bubotubérculo, su puntería fue perfecta y ninguno de los gnomos resultó lastimado. Ni siquiera fue necesario hacerse cargo de aquellas criaturas dado que salieron corriendo del lugar en cuento estuvieron libres... eso sería problema de Sherlyn. Ups.

 

Nathan asintió ante la pregunta de su alumna y apuntó con su varita a la planta. Su alumna contó hasta tres, momento en el cual ambos realizaron el mismo encantamiento que prendió fuego las raíces y núcleos de aquellas plantas, acabando definitivamente con la plaga. El fuego se extinguió unos segundos después, habiendo cumplido su cometido, y una vez su alumna hubo recolectado un par de raíces para su stock de ingredientes de pociones, el Weasley le hizo una seña para que la siguiese. Si el Ministro Mágico Irlandés estaba en lo cierto, tenían un espécimen de lo más particular por conocer.

 

- A continuación veremos una planta que probablemente no hayas visto en ningún libro y ciertamente no en Hogwarts. En su momento, el profesor Neville Longbottom me confesó que tenían una de estas guardadas en el Invernadero Ocho, pero ningún alumno ha visitado ese invernadero jamás... simplemente funciona como reserva. - le dijo el Weasley mientras atravesaban los terrenos externos de la mansión, bordeándola. - Probablemente y como miembro del Departamento de Criaturas... ¿de qué es que trabajas allí?... en fin, como miembro del Departamento conocerás que las Criaturas Mágicas están clasificadas acorde a su peligrosidad en una escala de una equis a cinco equis ¿no?.

 

Nathan hizo una pequeña pausa mientras, tras girar alrededor de un enorme sauce, quedaron viendo el paisaje de una colina frente a un enorme lago cuyas aguas negras reflejaban espectacularmente el cielo despejado.

 

- En fin, en Herbología eso nunca se ha hecho, principalmente porque nunca se ha constituido un criterio que las clasifique y también porque la mayor parte de las plantas carece de la posibilidad de moverse y mucho menos de atacar a un ser humano, así que simplemente se han distinguido las plantas peligrosas de las no peligrosas. No obstante, Bel, si por mi fuese... esta planta se llevaría todas las X.

 

Fue lo último que le dijo antes de levantar su varita y apuntar a la planta que de repente había aparecido en frente.

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La mención a Neville resultaba sorprendente. Recordaba también la mención a ese famoso invernadero 8, aunque nunca había podido ingresar a él en todos los años que llevaba en Hogwarts. Continué escuchando con atención.

- Pues soy la Directora del departamento- le dije mientras desviaba la cabeza en otra dirección- una directora ilegal a estas alturas y perseguida por la justicia, pero directora a fin de cuentas. Todos mis compañeros allí son como mi familia, así que la revelación en el Atrio no ha significado gran cosa, exceptuando el tener que ocultarme de los inquisidores.

Nos alejábamos más y más del hogar del ministro, y ahora frente a mí podía distinguirse cada vez con mayor precisión un enorme lago de aguas oscuras, que por un momento me hizo recordar al que existía en los límites de los terrenos del Castillo Evans McGonagall.

- Y que decirte Nathan, yo diría de que el "No atacar a humanos" es bastante relativo. Un sauce boxeador no estaría de acuerdo contigo.

 

Sin embargo toda chispa para seguir haciendo bromas se extinguió al ver a la planta, muy posiblemente, la segunda de las "plagas" que el ministro buscaba desaparecer. La planta , de más de cuatro metros de altitud (y con ello fuera de todo lo que hubiera alguna vez podido conocer), se erguía junto a un viejo árbol de roble.

 

Lamentablemente ya ella había notado su presencia. Vi a Nathan alzar su varita pero supe al instante que no podríamos hacer demasiado cuando extendiendo sus muchos tentáculos se lanzó a nuestro ataque.

 

- ¡Cuidado!- grité e instintivamente empujé a Nathan hacia un lado cayendo ambos sobre la hierba mientras veía como el tentáculo no nos alcanzaba por escasos diez centímetros- bonitos tentáculos, del tipo que no te asfixia, pero si te envenena.

 

Los tentáculos dejaron de intentar alcanzarnos. Ante la cercanía había sido capaz de notar los dientes que poseía cada tentáculo, tan afilados que podían penetrar sin mucho esfuerzo nuestra carne e inyectarnos el veneno que hacía particularmente famosa a la planta que teníamos delante.

 

- Estoy 90% segura de que se trata de una tentácula venenosa, pero no entiendo como puede medir más de cuatro metros, si ese es el tope que deben alcanzar- con un suave movimiento me coloqué boca abajo y todavía echada apenas alcé la cabeza para seguir contemplando aquel raro espécimen- y sus tentáculos no tendrían porqué tener ese tono violáceo.

 

Era como si aquella planta hubiera sufrido alguna clase de mutación. La cuestión era ¿de qué tipo? ¿habrían variado también sus características con ello?

 

- Si fuera como las demás plantas, podríamos distinguir en el tono más claro o más oscuro de sus tentáculos y atacar a los más claros que son los más débiles para así dejarla indefensa. Pero con ese color no hay modo de saber.

 

No tenía muy claro como podríamos proceder, pero al menos contábamos con los guantes de piel de dragón, una ventaja en medio de tanta incertidumbre.

 

- ¿Tu crees que si cortamos un tentáculo se pueda ver en su interior anillos capaces de decirnos cuantos años de vida tiene? Como los anillos de un tronco.

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— Déjame ver —pidió acercando el brazo de Emilia hacia ella para observar con determinación las escamas de las que hablaba.


Estaba desconcertada, no sólo por el hecho de que su alumna se presentara en esas condiciones sino porque no entendía cómo el translador había provocado que se desviara. Se aseguraría de ser más precavida en las próximas ocasiones, no quería que algo similar volviera a suceder; podría haber tenido un peor desenlace. No podía separar su mirada de ella, era necesario conocer cada uno de los detalles de lo sucedido.


Según lo relatado por Emilia, parecía ser un sitio donde el potencial de magia era superior al que había imaginado. Debían haber contado con los guantes de piel de dragón ya que podían encontrarse con objetos de magia oscura, criaturas y plantas de carácter hostil, o cualquier secreción tóxica por parte de estos últimos. La única esperanza que tenía era confiar en la lógica y la capacidad que tenía para superar esos obstácu.los. Lo lograrían, estaba segura.


— Perfecto, entonces prepárate para ver muchos tipos de plantas y criaturas —dijo la bruja, al escuchar el último comentario.


Luego de comprobar que Targaryen se encontrara mejor, se adelantó unos pasos en dirección a la entrada para comenzar con la aventura. Lo importante era que terminaran la jornada con mucho conocimiento para superar cualquier circunstancia que se le presentara en su vida. Ella también había nacido en el mundo muggle, por lo que la comprendía por completo; aunque los años en los que había permanecido en la comunidad mágica le ayudó para comprender más sobre ese nuevo universo. Aún faltaba mucho por aprender.


— ¿Estás lista? —indagó, y antes de escuchar su respuesta abrió la puerta para que pudieran salir.


Sentía un cosquilleo sobre sus manos, lo cual era provocado por los nervios que comenzaban a surgir dentro de ella. Aunque Emilia se había librado de un dragón. No quería que algo malo volviera a suceder a pesar de que en ese momento ella estaba presente. Debía asegurarse de mantenerse alerta. Sostuvo la mano de su compañera y la llevó con ella hacía el exterior. Tenía el propósito de buscar a Nathan, quien estaría con el Primer Ministro para que le indicara cual era el problema principal de la mansión.


Al observar el panorama que presentaba el exterior, se arrepintió de haberse comprometido a arreglar la situación de ese lugar. Parecía ser un problema complicado, pero tenía solución. Curvó sus labios en forma de nerviosismo mientras imaginaba miles de maneras de resolver el hecho de que las enredaderas estuvieran pegadas sobre las paredes de los pasillos y que los gnomos comenzaran a armar sus hogares en los huecos formados en las paredes. Desconocía si Targaryen había desgnomizado algún jardín en alguna ocasión, esperaba que sí, porque debían hacer algo antes de que éstos se treparan por las piernas.


— ¿Sabes lo que debes hacer? —indagó la bruja, esperando que la respuesta fuera afirmativa—. No lastimaremos a gnomos, sólo los mandaremos a los huecos que están en las paredes —de esa manera tendrían el camino libre para dirigirse al destino que había elegido.

 

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Los reflejos de su alumna lo tomaron completamente por sorpresa, pero sí que se los agradeció cuando notó que fueron ellos los que les salvaron la vida. Únicamente sintió a Bel darle un empujón, su cuerpo impactar secamente contra el suelo y ver, por el rabillo del ojo, un enorme tentáculo deslizarse por encima de sus cabezas, buscando alcanzarlos. Nathan suspiró del alivio y permaneció unos segundos inmóvil en el suelo, examinando la planta.

 

- Gracias por ello, Bel. Me has salvado. - dijo unos segundos después, para luego alejarse unos cuantos metros a rastras del suelo, fuera del alcance de la planta - Precisamente, el no atacar a humanos es sumamente relativo... es por eso que hay grandes debates ahora mismo entre los más grandes herbólogos, pero déjame que luego te cuente sobre ello. Ahora tenemos que encargarnos de esta planta... o lo que sea, por que estoy de acuerdo contigo en que no es normal.

 

En efecto la planta tenía la apariencia física de una tentácula venenosa, pero su descomunal tamaño y sus múltiples brazos con dientes afilados y una tonalidad violácea le indicaron algo que le erizó los vellos de la nuca. Pasó unos segundos en silencio, deliberando dentro de su mente y buscando otra explicación a la idea que se estaba formando dentro de su mente, pero su hipótesis parecía ser verdaderamente certera.

 

- Esto fue intencional. - soltó, y luego notó que su alumna lo miraba inquisitivamente - Estas plagas no llegaron aquí por mera naturaleza, fueron asentadas aquí... alguien quiere dañar al primer ministro, y esa es la razón por la cual apenas salgamos de aquí, iremos a decírselo.

 

Debía sonar como un loco, así que procedió a explicárselo.

 

- Verás, una planta de este tamaño ciertamente puede deberse a una variación natural normal, pero sus tentáculos de color violeta y esos dientes afilados te indican claramente que hay magia negra de por medio. Eso es malo, porque como nos inyecte ese veneno estaremos en grandes problemas, pero a la vez es bueno porque significa que podemos librarnos de esta planta fácilmente.

 

- Las plantas son bastante parecidas a los seres humanos, y cuando son embestidas por un hechizo como este, generalmente dejan una cicatriz en su corteza. Eso quiere decir que si encontramos esta cicatriz, encontraremos su punto débil, y un simple encantamiento será capaz de ayudarnos a que la planta muera definitivamente... Así que... manos a la obra, ¿ves algo en su corteza que pueda parecerse a una cicatriz?

 

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- Estoy lista, es muy predecible la tarea - Le respondí muy entusiasmada y corrí a buscar los gnomos, agarrarlos y ponerlos en los agujeros de las paredes.

 

Los gnomos eran pequeños y cabezones, de colores tierra de diferentes tonalidades, ojos pequeños rojo escarlata o verde esmeralda. No podía distinguir bien su género a lo cuál pensé que es muy común en esta criatura mágica.

Agarré uno pequeño, quién empezó a querer soltarse, sus manitas no paraban de moverse. Este gnomo quería que por ser resbaladizo lo soltara. No quería lastimarlo, lo traté de calmar acariciándolo por su cabeza mientras lo llevaba hacia uno de los agujeros de los huecos que dejaban los grandes muros de piedra gris.

 

Seguí teniendo picazón en las manos y sentí los dedos endurecer de forma muy extraña pero no me distraje de ello. Alcé mi vista al pasillo en donde me encontraba, contando los gnomos con la mirada deduje que eran veinticinco de ellos, una manada grande.

 

Empecé a agarrar de a dos con sumo cuidado mientras los gnomos se daban cuenta de mi presencia y empezaban a perseguirme. Toda esta situación me daba mucha adrenalina. Los gnomos se subieron a mis pies logrando ralentizar mi ritmo de trote.

 

- ¿No se suponían que eran seres tranquilos estos pequeñiles? - Me dije apretando los dientes, no quería sacudir mis pies para no lastimarlos.

 

Llegué a otro agujero y puse la pareja de gnomos en su lugar, en su nido.

 

Tenía cuatro gnomos pegados a mis piernas, miré mis manos...

 

- ¿Garras grises? ¿qué está pasando? - Pensé en mi mente mientras agarré otro dúo de gnomos.

 

Corrí hacia otro agujero y los coloqué ahí y así mismo con otro par.

 

A medida que sentía contacto con estos seres las escamas blancas seguían recorriendo mi cuerpo de a poco, como si sintiera la magia de cada criatura mágica que se cruzara conmigo...

 

Pasaron varios minutos hasta llegué hasta dejar en sus hogares a quince gnomos mientras veía en una esquina a mi profesora observando mi actuar.

 

Sabía que faltaban diez... escuché otro rugido de afuera, era del mismo dragón que vi antes y vi su sombra de nuevo... volando afuera tapando la luz del sol... Me sentí hipnotizada por su rugido, me paré en seco, en trace, mirando el umbral del pasillo.

 

Mi vista se volvió borrosa como si fuera a desmayar en unos minutos pero la cabeza de un gnomo que apareció en mi vista, me volvió a la realidad. Hice caso omiso al dragón para no caer en trance otra vez y continué con los gnomos.

 

Agarré dos gnomos más metiéndolos en sus nidos. Sentí alegría y entusiasmo haciendo esta tarea, me encantaba. Cuando agarré el último par sentí satisfacción por haber terminado la tarea.

 

- Esto fue más facil de lo que pensé - Le comenté a Sherlyn ni bien me acerqué a ella, me miré mi cuerpo estaba todo escamoso menos la cabeza - Esto de las escamas es más raro de lo que pensé... ¿Qué pasaría si llegara a ponerme llena de escamas? - Le pregunté mientras lanzaba rugidos leves intuitivamente

 

Quise esperar su respuesta.

 

- Espero que encontremos al ministro - Le enuncié y le tomé mis manos que empezaban arder.

 

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- Un atentado, tiene todo el sentido del mundo, tratándose de autoridades es la cosa más usual del mundo

 

Una planta mutada con magia convirtiéndola en un arma potencial y puesta al servicio de oscuros fines. Bien decían que la maldad podía apoderarse incluso de los seres más bellos y corromperlos, así que volví a alzar la cabeza para ver que la planta no hiciera algún otro movimiento fiero y a su vez traté de prestar atención a todo lo que Nathan decía.

 

Una cicatriz, era difícil en medio de evitar el alcance de los tentáculos, fijarse en una marca, pero tras unos minutos pude dar con una, ubicada bastante cerca del nacimiento de los tentáculos.

 

- ¡Allí, ese es el punto!- grité emocionada para luego gracias a un diffindo cortar un par de tentáculos dejando mucho más expuesta aquella cicatriz- ¡Ataquemos ahora!

 

La planta se había contraído tras el ataque, y teníamos que aprovechar ese momento de vulnerabilidad a como de lugar. Apunté con la varita esperando por la señal de Nathan.

 

- ¿No hay ninguna forma de salvarle la vida verdad? - era una amenaza grande pero no podía evitar pensar en ella como una víctima injusta en toda esa situación- siendo tan única me va doler tener que desaparecerla, pero si es lo que tenemos que hacer, pues adelante.

 

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Su alumna encontró la cicatriz con bastante rapidez, incluso mayor de la que había pensado, por lo cual en cuanto la mujer le señaló el punto donde el árbol había sido encantado con magia negra, no dudo en alzar su varita y comenzar poco a poco a acercarse hasta la planta, repartiendo uno o dos diffindos en el proceso que desmembraron a la planta, cuyos tentáculos ahora inertes cayeron al suelo y comenzaron a retorcerse lentamente.

 

- Lamentablemente no, Bel. Sabes tan bien como yo que las repercusiones de la magia negra son generalmente irreversibles. Eso aplica para las plantas también. Es una verdadera lástima. Cúbrete el rostro, por favor. - le dijo a su alumna, y en cuanto estuvo a dos metros del núcleo de la planta, apuntó a la cicatriz y bramó - ¡Incendio! ¡Reducto! - ambos hechizos salieron de su varita el uno seguido del otro, con tanta rapidez que fácilmente pudieran haber sido confundidos por uno.

 

Se cubrió el rostro y agachó levemente, dado que en ese momento el núcleo de la planta explotó en unos cuantos pedazos que sobrevolaron por encima de sus cabezas y por todas partes. Un olor fétido se asentó en el lugar cuando el veneno de la planta ardió, y tras comprobar que su alumna estaba bien, se llevó su dedo a sus labios y luego se tapó la nariz para indicarle a su alumna que contuviese la respiración. La tomó de la mano y rápidamente la escurrió por detrás de la planta mientras seguían bordeando la mansión, hasta que finalmente volvieron a la puerta principal, donde el ministro esperaba.

 

- Regla número uno para cuando trates con plantas venenosas: el fuego hace que su veneno cambie de fase líquida a gaseosa, por tanto no puedes respirar hasta estar bien lejos del lugar o el veneno aún así ingresará a tu cuerpo. - le comentó, mientras se sacudía la ropa y se acercaban poco a poco al ministro, quien estaba a apenas unos metros - Has estado fantástica, Bel. Puedes llevarte esa piedra a casa, y espero hayas disfrutado de la clase y hayas aprendido algo.. Si algún día tienes una duda, no dudes en consultar.

 

Finalmente llegaron con el Ministro, quien los miró inquisitivamente buscando un parte de la situación.

 

- Me complace decirle, señor Ministro, que la señorita y yo hemos acabado con las plagas que apestaban a su jardín. No obstante, debo pedirle que por favor llame a su Departamento de Plagas para que le reoxigenen en toda la zona detrás de su mansión, dado que hay veneno gaseoso rondando el lugar. Debo advertirle, Ministro, por ninguna circunstancia se acerque a ese lugar. - dijo el Weasley, para luego pasar a comentarle sobre su teoría del atentado.

 

Minutos después el Ministro los dejó ir y ambos magos se desaparecieron con un rápido movimiento, volviendo a aparecerse en el Aula de Herbología de la Universidad.

 

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La piel de los gnomos eran era de una textura suave y cálida, a Sherlyn le encantaba. Sin embargo, en esos instantes le tocaba estar en contra de ellos y debía actuar de tal manera que el pasillo quedara despejado de esas criaturas. Su rostro demostraba el disgusto que la bruja sentía, de hecho, jamás le había gustado degnomizar ya que podía causar daño.


— Perfecto —soltó la profesora al detenerse a mirar lo que Emilia estaba realizando.


Al cabo de unos extensos minutos el pasillo quedó limpio de esos seres los cuales no tardarían en salir e intentar trepar por su pierna, incluso podrían volver más agresivos de lo normal. Debían darse prisa. Observó su alrededor buscando una respuesta que pudiera resolver la situación y conocer el panorama. El pasillo estaba a oscuras, y ella suponía que debía ser a causa del atardecer que estaba avanzando a pasos agigantados.


— ¿Llena de escamas? —sus ojos se abrieron más de lo normal al oír el comentario, lo cual hizo que su pestañeo cesara por unos segundos.


Eso era imposible, claro estaba. Sin mirar a su acompañante lo único que pudo asegurar era que la bruja podría estar sufriendo una especie de alucinación por su encuentro con las diferentes especies peligrosas que habría en el lugar. Cuando oyó el leve rugido de ella supo que estaba enfrente de un caso más preocupante de lo que creía. Debía llevarla de forma urgente hacía San Mungo para que ellos pudieran diagnosticarla.


Confiaba que su alumna cuidaba bien la guía que le había obsequiado, por lo que sólo se dispuso a caminar hacía la oficina del Primer Ministro, allí estarían a salvo y libres de plagas. El temor a que los gnomos volvieran a salir provocó que los pasos de la bruja fueran más rápidos de lo normal. Debía asegurarse que su alumna estuviera a salvo y seguir en ese lugar no la ayudaría.


— Ya es tarde —dijo al percatarse que no le había comentado nada a su alumna—. Debemos regresar al aula —agregó, acercándose al translador para luego entregárselo. Lo ideal en esos casos era mantener la calma, por esa razón se limitó a mostrar preocupación por la situación que estaba pasando su alumna.


— Oh, no, mejor no —dijo, quitándole el translador—. Dame tu mano —no quería volver a cometer el mismo error una vez más.


— Targaryen, ¿verdad? —Preguntó Sherlyn, una vez en el aula—. Pronto te visitaré.


— Estás aprobada.

 

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