Astronomia + Runas Antiguas

[Ragnar Bjorn Lodbrok BL]

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Alumnos:

Bea Haughton G. (Astronomía)

Reviguelle (Runas Antiguas)

Era una noche oscura, tranquila y con una resplandeciente luna llena que iluminaba el sendero; el lugar parecía tétrico sin embargo era uno de los mejores ambientes para poder relacionar las materias. Era un bosque o al menos lo que quedaba de él, todos los árboles se encontraban sin hojas, solo se visualizaban las ramas e incluso a muchos de ellos se les veía las raíces.

 

EL bosque era como conocido como El bosque hambriento, muchas personas habían perdido su cordura en este sitio incluso unos cuantos hasta la vida decidian quitársela en el sitio, tenias que ser valiente en alma y mente para poder salir bien librado.

 

En el centro del bosque una figura encapuchada se encontraba, el centro era un espacio demasiado abierto desde donde podrías contemplar una casa a lo lejos, incluso esta casa parecía demasiado antigua, que no estaría en condiciones de ser habitada sin embargo se veían las luces prendidas.

 

Aquel mago portaba una capa totalmente oscura que le cubría todo el cuerpo, incluso el gorro de esta le cubría la mitad del rostro, pero lo curioso es como el hechicero se encontraba rodeado de artículos para visualizar el cielo, un telescopio fijado en el centro de un circulo donde se plasmaban algunas runas; el telescopio fijado hacía la luna.

 

- Espero que lleguen con rapidez - Comentaba el mago mientras se aseguraba que cada una de las runas estuviera bien dibujadas para que nada saliera erróneamente, no quería perder a alguna de las alumnas sin embargo ellas tenían que aprender con rapidez para que todo salga a la perfección.

 

El brujo recordaba todo lo que había planeado para las chicas, algunas veces la práctica era mejor que la teoría por lo que en esta ocasión pretendería enseñarles práctica en lo que iban aprendiendo teóricamente, sin embargo tenía un método para poder salir bien librado del sitio, aunque no estaba completamente seguro de que todo saliera como se planeo, todo dependería de las chicas.

 

 

[Bea Haughton G.]

La noche era sin duda la parte favorita del día para Bea Haughton. Se podía achacar a su naturaleza vampírica, pero lo cierto era que desde niña, la medianoche había sido la hora en la que más activa se encontraba. Observar la luna, las estrellas y como estas se observaban desde cada lado del planeta mientras viajaba con su madre, había sido uno de sus pasatiempos favoritos. Tal vez por eso se había sentido atraída por la Astronomía desde hacía un tiempo aunque no había sido hasta entonces que había decidido dar clases para convertirse en un poco más experta en ello.

 

El sitio al que debía acudir le había resultado extraño de primeras. Había oído hablar del lugar y a alguien como la vampira le resultaba atractivo el bosque con todo el misterio y las leyendas que le rodeaban. Se despidió de la mansión de su familia, que fue lo último que vio antes de cerrar los ojos y al volverlos a abrir se encontraba rodeada de arboles sin hojas, que dejaban pasar la brillante luz de la luna.

 

Tardó unos segundos en recuperarse del mareo que solía suponer la aparición para ella, y unos más en visualizar no muy lejos de ella a una figura, la cual imaginó que debía ser de su clase. No podía oír ningún ruido a su alrededor que indicara otro ser vivo cerca de ella, así que no era probable que hubiera alguien allí que no estuviera por el mismo motivo que ella.

 

Su sospecha quedo confirmada por los instrumentos que rodeaban a la figura, los cuales podía ver ahora que se encontraban a pocos metros de ella. Llego hasta el lugar, andando con agilidad y en silencio, ya que la tierra ahogaba el sonido de sus botas altas, y saludó cordialmente, acompañando el saludo con una leve inclinación de cabeza. - ¿Esperamos a alguien más? – preguntó tras unos segundos de silencio, dando por hecho que era el profesor el que tenía delante. Su rostro le resultaba familiar pero no podía verlo del todo ya que estaba cubierto por la capa.

 

Se dedicó a observar el entorno en el que se encontraba, una suave brisa movía el bajo de su túnica, pero era el único fenómeno que consiguió llamar su atención. Todo estaba muy tranquilo y eso no era buena señal para la Haughton. Estaban en una parte del bosque en la que apenas había árboles y se preguntó que harían con tanto espacio, si era necesario para el estudio que iban a hacer. - ¿Cómo vamos a seguir la clase? – inquirió, esperando no parecer impertinente con esa pregunta. Su voz resonaba en sus oídos demasiado fuerte en contraste con el silencio que reinaba a su alrededor.

[Reviguelle Fiorentini S.]

Después de un aterrizaje poco elegante cortesía del traslador, me encontraba caminando por aquel bosque singular con rumbo a mi clase programada de Runas Antiguas. La noche a pesar de haber envuelto el territorio con su manto, no me impedía ver el camino que me señalaba la luz de la luna sin tropezar y chocar. Al menos trataba de ser cautelosa pues mi túnica negra y larga ondeaba débilmente al viento sin llamar la atención debida, cubriendo mi cuerpo en su totalidad.

 

La imagen de aquel lugar me llenaba de melancolía y ensueño, si bien los arboles estaban secos y traspiraban un aire místico, el suelo gris y escarpado, sin rastro de vida a donde quiera que mirara. Camine algunos metros más para encontrarme en un claro del bosque donde pude visualizar a dos personas a lo lejos. Mi vista recorrió desde su presencia hasta los objetos alrededor de ellos.

 

Traía junto conmigo algunos libros, pergaminos con apuntes y otros vacíos listos para ser llenados. Sin embargo y conociendo los antecedentes de mis clases anteriores, decidí traer muchas más cosas y objetos que podrían ser beneficiosos y útiles. Era mejor que prevenga cualquier situación, y al volver mi vista una vez más hacia mi entorno tenía la extraña sensación de que sería tal cual lo presagiaba, pues el bosque me decía a gritos sus peligros y misterios.

 

Camine directo hacia las personas que había visto anteriormente para encontrarme con una encapuchada a la cual obviamente no pude reconocer y a otra mujer ya lista para la clase. Al llegar al centro de aquel espacio abierto me dirigí escuetamente hacia ellos – Buenas noches – no estaba en mi naturaleza ser seria, pero prefería mantener la cordialidad antes que nada. Espere en mi lugar a que la clase diera inicio pues, al ver que nadie más vendría supuse que solo seriamos los tres únicos participes de aquella velada particular.

[Ragnar Bjorn Lodbrok BL]

La noche seguía su curso por lo que la luna alumbraba, una luna llena que particularmente era fascinante pocas nubes en el cielo hacían que su pudiera observar en toda su majestuosidad al astro nocturno, era completamente maravillosa que el caballero no le presto atención a ninguna de las dos mujeres que estaban en el encuentro y comenzó a contemplarlo con el telescopio cubierto aún por la capucha como si se tratara de un hombre misterioso.

 

La pregunta de la primera dama que había llegado al sitio quedó respondida en el instante que la otra muchacha llegaba al sitio, por lo que el silencio en la oscuridad se había roto. - Guarden silencio - Solo comento el mago al ver como se desesperaba las chicas al no tener respuesta por parte del hombre en el centro del claro del bosque.

 

Seguía ensimismado con su telescopio en el momento que una neblina comenzó a bajar, la oscuridad se comenzaba a hacer aún más densa, sin embargo al vampiro poco lo preocupaba, estaba acostumbrado a una vida nocturna y podía detectar que una de las dos estaba feliz con el ambiente mientras la otra se localizaba preocupada por lo que llevaba consigo varios artículos.

 

- Bonito lugar no lo creen? - Finalmente el joven les dirigía la palabra, con una tranquilidad que muchos no creerían - El día de hoy, van a comenzar su viaje aquí - Aún no se explicaba qué es lo que tenía planeado para las mujeres frente a él sin embargo cada palabra que salía de su boca estaba bien pensada para que no llegara a revelar nada antes de tiempo.

 

- Oh pero mis modales, Soy su profesor Dave Black Lestrange - En ese momento levantó la capucha dejando ver hasta la altura de los ojos, muchas veces decían que los ojos eran la entrada a tu alma, por lo mismo en esta ocasión iba a ser lo más misterioso posible. - Seré el profesor de ambas, sin embargo cada una traerá diferente tarea por su parte señorita Haughton, solo va a poder utilizar la astronomía a su favor y usted señorita Reviguelle, espero que entre todos sus libros le ayuden a salir bien librada con las runas. No se preocupen que estaré al pendiente de su viaje de ambas pero esto lo tendrán que hacer por si mismas.

 

El joven volvió a permanecer en silencio y con un movimiento de su varita casi imperceptible a ojo humano, hizo aparecer un mapa en las manos de cada una de las jóvenes e inclusive un papel con instrucciones que indicaban lo que tendrían que realizar cada una de ellas.

 

- Como podrán ver, en lo que les acabo de entregar. Ustedes cuentan hasta el Alba para llegar a la vieja casona que está, sin embargo si no lo han notado ambas están en un lugar dividido por árboles, por lo que ninguna podrá seguir a la otra y cada una se las verá con sus propias manos. Aquella que no se reúna conmigo será suspendida de la clase, por supuesto si es que no pierden la cordura en este majestuoso Bosque, así que suerte chicas.

 

El bosque ahora más siniestro con la neblina y solo unos rayos de la luna, puesto que pareciera que todos los árboles hubieran decidido aparecer donde antes estaba el claro, este espacio comenzaba a llenarse de vegetación muerta para dificultarles más su prueba, además el silencio reinaba y una neblina comenzó a rodear el cuerpo del mago haciendo que este comenzara a desvanecerse como si nunca hubiera estado en el sitio inclusive todas sus pertenencias desaparecieron, dejando que las chicas comenzarán su travesía.

[Reviguelle Fiorentini S.]

Me quede parada a un lado de los artefactos que había en el lugar, esperando que el encapuchado, el cual deducía que era el profesor de la clase por su aura de misterio, se dispusiera a empezar la clase. Mientras eso pasaba observe con más detenimiento las runas inscritas en el terreno, era necesario tener a la mano un manual para poder descifrarlas porque la verdad era que mi memoria era muy mala para aprenderlas. Ese era el momento de hacer trabajar mi cerebro para la optimización de información retenida.

 

Me tomo por sorpresa la repentina voz del maestro encapuchado, la cual admiraba el paisaje de nuestro alrededor. El lugar no estaba mal a mi parecer, así que asentí suavemente ante aquella pregunta. Escuche atenta a cada una de sus instrucciones con el rostro serio para lucir más madure y quizás intimidante pero era obvio que fracasaría, pues mis gestos traviesos y de niña me delataban.

 

Al momento de tener los pergaminos de instrucciones en mis manos, comencé a leerlos a toda velocidad sin siquiera retener las palabras en mi mente, solo como costumbre. Resumiendo, tendría que llegar a una vieja casona antes del Alba utilizando las instrucciones escritas que por supuesto eran runas para mí, y creía que eran mapas astronómicos para la otra compañera.

 

Era el momento de empezar así que en vez de correr como loca por aquel bosque, como a veces lo había hecho, preferí sentarme en el suelo seco para sacar algunos libros y comenzar a traducir el contenido del texto rúnico. El diccionario de Runas y silabario se encontraban abiertos y apoyados sobre mi bolso para empezar, junto con una pluma y tinta. Sabía que no tendría tiempo para pasarme allí sentada toda la noche, así que lo mejor era conocer los símbolos más significativos.

 

Lo primero era deducir el tipo de runas, para lo cual no tuve que utilizar un libro guía para ello, me había aprendido un montón de símbolos rúnicos anteriormente pero no así su significado. El Futhark era el tipo más común de escrito rúnico por lo que de inmediato me fui a las páginas de los libros que las contenían para empezar.

[Bea Haughton G.]

La respuesta se contesto sola. Otra chica llego al bosque. La miro unos segundos sin reconocerla, y a modo de saludo solo hizo un leve gesto alzando las comisuras de los labios como un amago de sonrisa, sin articular palabra. El profesor fue el siguiente en hablar así que parecía que ya sí que no esperaban a nadie más.

 

Cuando se presento, entendió porque le había resultado familiar. Era un compañero de bando, y para el carácter de la Haughton, podía considerarlo uno con el que tenía bastante relación. Pero permaneció inmutable a la espera de las instrucciones que no tardaron en llegar por su parte.

 

Con un sobresalto, comprobó el pergamino que había llegado a sus manos. Era un mapa, y llego a la conclusión de que debía mostrar el bosque en el que se encontraban unos segundos antes de que Dave lo confirmaran. Parecía fácil, aunque estaba convencida de que se complicaría por el camino. No era la primera clase que cursaba y sabía que solo se aprendía bien algo poniéndolo en práctica.

 

Las cosas no tardaron en ponerse peor. Donde antes habían estado solo ellos tres empezaron a crecer árboles que dificultaban la visión del cielo, la única arma que poseía para superar la clase. – Suerte – le susurró a su compañera antes de salir corriendo en la dirección que creía recordar haber visto la casa, ahora oculta detrás de los arboles. Era mejor así. Prefería estar sola que acompañada y mucho menos de una persona a la que no conocía y en la que no podría confiar ni aunque compartieran el mismo objetivo.

 

En cuanto estuvo un poco alejada y muy, muy desorientada se paró a pensar con claridad. Abrió la bolsa que llevaba oculta bajo su capa de viaje y que contenía los instrumentos que había leído como imprescindibles para la lectura de los astros además de un libro que había encontrado en la biblioteca del Ateneo.

 

No se había dado cuenta de en qué momento saco la varita, pero la mantenía fuertemente apretada. Tenía que empezar por situarse a sí misma en el mapa. Para ello utilizó un encantamiento brújula que aparecía en una de las primeras hojas del libro. A continuación, intentó situar las estrellas en el cielo y cuando más o menos las tenía lo guardo todo, para continuar caminando. No podía entretenerse si quería llegar a tiempo y sin dejar de mirar el precio empezó a andar con rapidez esquivando los arboles muerte con gracia.

[Reviguelle Fiorentini S.]

Me encontraba sumamente concentrada en los pergaminos que sostenía que solo escuche lo que mi compañera de clase me deseaba suerte y se marchaba a seguir su propio rumbo, y yo hacía lo propio. Empezaba a desesperarme pues siempre decía que las cosas bien hechas se las hacía con calma, pero dado la situación no podía esperar a obtener respuestas pronto.

 

Solo había alcanzado a encontrar sentido a las primeras 5 líneas de texto rúnico del pergamino, pero con eso bastaba. Debía seguir las instrucciones señaladas hasta obtener las siguientes una vez concluidas las primeras así que sin más, me pare y guarde el desorden que había ocasionado entre pergaminos y textos.

 

La primera información obtenida hablaba de agua, hielo y viento básicamente la traducción que pude obtener era: llegar a las aguas heladas, siguiendo al viento. O por lo menos esa era la traducción que yo quería darle. No quería usar mi varita para intentar orientarme, porque creía que en esta ocasión, debía salir bien librada basándome en los escritos que sostenían mi mano.

 

Empecé a avanzar con rumbo hacia la velocidad del viento entre una mata de árboles desnudos cuyas ramas crujían y perturbaban el silencio. Lo mejor que podía hacer era apresurar la marcha para ganar tiempo, además de que no quería ser la presa de alguna criatura merodeadora. Siempre creí que la distracción era el mejor combatiente para afrontar lugares tenebrosos, así que empecé a tararear una melodía suave para darme ánimos de seguir adelante.

 

No sé cuánto tiempo más estuve con la misma cancioncilla en la cabeza hasta que una rama hizo que tropezara y diera de bruces finalmente a una pequeña laguna congelada. Tenía suerte de que nadie estuviera para ver mi poca elegante manera de llegar. Me enfrasque nuevamente en el contenido del papel que tenía en las manos para seguir con la traducción, sintiendo a mi alrededor una especie de aura extraña cuyo aliento no podía dejar de pasar por alto.

[Bea Haughton G.]

No tardo en volver a estar perdida, pero conseguía mantener la calma. Cada pocos pasos hacia una pausa para controlar por donde iba. La niebla, aunque no era intensa y estaba baja, impedía la visualización completa del cielo, por lo que tenía que trepar por algunos árboles, para esquivarla y poder ver el cielo.

 

La noche avanzaba y como era lógico, cada vez le quedaba menos tiempo para que llegara la hora en la que tenía que aparecer en la cabaña. No podía fallar, por lo que ni siquiera se lo planteó. El bosque era igual en todas las direcciones y se estaba volviendo loca con la sensación de estar pasando todo el rato por los mismos árboles, así que decidió volver a hacer una pausa. Con el plano entre las manos, volvió a utilizar el encantamiento brújula, y una vez que se situó, comprobó con satisfacción que no se había desviado apenas de la dirección tomada, pero si seguía a ese ritmo no llegaría a tiempo. Necesitaba una nueva estrategia que no supusiera estar haciendo revisiones constantes sobre su paradero.

 

Se sentó apoyando la espalda en el tronco de un árbol, con el libro apoyado en las piernas. Tenía una idea, que no sabía si funcionaría, pero no podía perder mucho. Con rapidez, trazó un dibujo, sobre el pergamino que el profesor les había entregado. En él, se entendía la posición que tenían que tener las estrellas en función de la posición en la que estuviera en cada momento. Igual no agilizaba la cosa, pero no tardaría en comprobarlo y podría ir pensando en otra cosa que sustituyera ese invento.

 

Recogió los libros de los cuales había sacado el mapa de las estrellas y todos los instrumentos con cuidado antes de volver a empezar. Si sus cálculos no eran equivocados, quedaban un par de horas para que saliera el sol. Empezó a correr, mirando al cielo cada poco rato, pero las paradas eran menos abundantes cada vez y gastaba menos tiempo en cada una.

 

Bastante rato pasó así, y cada vez estaba más nerviosa hasta que por fin volvió a ver la casa, la cual había perdido de vista en el momento en el que los árboles y la niebla habían separado a las dos chicas y al profesor, dejando a la Haughton sola. No se detuvo a disfrutar de las vistas más de unos segundos. Ya estaba amaneciendo y aún le quedaba una buena distancia por recorrer.

[Ragnar Bjorn Lodbrok BL]

La noche seguìa avanzando y el color típico de un amanecer estaba sucediendo, el tono naranja al momento de salir el sol hacìa que la luz dejará notar el verdadero bosque. Por lo que por ese motivo el profesor les habìa dado solo hasta ese momento para poder superar su prueba.

 

Desde la vieja mansiòn podrìa observar cada paso que dieran las chicas. Por lo que llegaba a visualizar como una de ellas comenzaba a llegar a orillas del bosque, los encantamientos brújulas pudieron haberla perdido, sin embargo al parecer la joven aun le quedaba un tramo màs por avanzar y esperaba que este no le causara muchas dificultades para llegar a su destino.

 

Por su parte la otra dama, se encontraba de bruces en un estanque helado a una distancìa aún considerable del punto de meta para que pudiera sobrevivir aprobar la materia, por lo que el profesor para no tener conflictos con la Universidad decidió darle un punto de apoyo.

 

En el aire el docente dibujó una runa, que si la joven lograba identificar iba a hacer de gran utilidad para ella y asì de esta manera no terminará volviéndose enloquecida dentro del bosque; una vez que la runa habìa sido invocada esta comenzó a plasmarse en el centro del estanque congelado donde yacìa la joven bruja de bruces.

 

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Por su parte la chica Haughton estaba en dificultades de igual manera, ya que al empezar el amanecer las estrellas que podrìan ser su mayor fuente de orientaciòn comenzaba a ocultarse, de igual manera el mapa estelar que le habìa sido proporcionado comenzaba a desvanecerse en sus manos como si ya hubiera cumplido con su cometido.

 

De la nada, un susurro recorrio por ambos oídos de las brujas, en algunas ocasiones el profesor podrìa llegar a ser tétrico, sin embargo pretendìa solo ayudar a sus alumnas.

 

- La suerte de ambas está por acabarse, tienen aproximadamente 45 minutos para llegar a su destino, de lo contrario no me haré responsable por la pérdida de su alma en ese bosque, tal vez de esa manera pueda volver a florecer - No les diò màs pistas ya que esperaba que la inteligencia de las chicas les hiciera salir completamente sanas y salvas.

 

Por lo que el mago salió al portal de la vieja mansiòn esperando por sus estudiantes, a su lado un reloj de arena que comenzaba a indicar que el tiempo se agotaba, si alguna llegaba cuando el reloj hubiera acabado su último grano de arena esta chica sería reprobada, si de lo contrario no llegaba tendria que ir a buscarla para llevarla a San Mungo.

[Bea Haughton G.]

El plano que había tardado tanto en dibujar se desvaneció de sus manos ante la mirada incrédula de la Haughton, que no se lo podía creer. ¿Qué había pasado? La rabia que llevaba semanas reprimiendo salió a flote en ese momento y le pegó una patada al árbol más cercano, un acto est****o, pero no pudo evitarlo.

 

Se sentó allí, sacando de nuevos sus libros buscando otra opción cuando la voz del profesor llegó a ella. 45 minutos, ese era el tiempo que le quedaba. El bosque empezaba a afectarla, podía notarlo, y no era el momento para romperse. Dedicó unos segundos para calmarse y enterrar los problemas de su vida que no tenían nada que ver con la clase.

 

Con el libro abierto empezó a caminar en la dirección que creía correcta, mientras pasaba las páginas con un toque de desesperación. Las estrellas no le servían porque mientras el sol salía, las estrellas se iban ocultando. Con las estrellas fuera, se sentía con menos fuera, aparte de todo. La noche le daba fuera y la cercanía del día le producía toda la fatiga que acumulaba durante la noche.

 

No supo cuando tiempo estuvo andando con la mirada fija en las palabras, pero la siguiente ve que levantó la vista estaba fuera del bosque. Se había desviado pero no había árboles ni obstáculos delante de ella. Con el mapa, se ubicó utilizando el sol. Al fin y al cabo, también era el cuelo. Si estaba amaneciendo, el sol tenía que salir por el este y la casona estaba situada al norte de donde ella había salido del bosque. Solo tenía que recorrer el linde por ahí y no tardaría en llegar.

 

Se dirigió corriendo, debían quedar pocos minutos cuando por fin la divisó de nuevo. Una figura aguardaba en la puerta con algo enorme al lado, que la rubia no lograba distinguir, aunque no parecía una persona. No había ni rastro de su compañera. Saludó al profesor con una inclinación de cabeza y ocultando la sonrisa de suficiencia por haber llegado. El reloj indicaba que el tiempo aún no había vencido, así que esperó a ver si llegaba la chica y el veredicto final.