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Transformaciones + Encantamientos


Matt Blackner
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Aquella mañana tenía pensado acudir solo a la academia. Tras haber compartido la última clase con Sagitas y sus Estudios Muggles, este mes tocaba una clase más o menos tranquila en el interior de la academia, regreso a mis gradas en el jardin, al rumor del agua y al sol mientras daba clase a mis alumnos.

 

Pero justo antes de que saliera, un memorándum llegó a casa, no para mi, sino para mi madre. Al parecer sustituiría a la profesora de encantamientos...y además la habían emparejado conmigo.

 

Nuevo mes, distinta asignatura...misma compañera.

 

- Se me está ocurriendo una idea... - dije, mientras aquella clase comenzaba a tomar forma en mi mente.

 

Tras explicar el plan a Sagitas y dejarlo todo listo, abandonamos juntos la Potter Black para aparecer en los alrededores de la academia, solo que no nos dirigimos hacia los jardines, donde yo tenía mi clase, sino al interior, hacia una puerta donde ya me había adentrado una vez.

 

- Te presento la Sala Cambiante. - presenté, como si de una persona se tratara, abriendo los brazos para señalar aquel lugar, con paredes y suelo de piedra, y puertas de madera alrededor, siete en total y todas iguales. En cuanto Sagitas pasó y la puerta se cerró, las paredes giraron.

 

Si uno entraba alli y no sabia la puerta por la cual había pasado...tenía muchas papeletas de pasar muchas horas alli encerrado, pues cada una de las tablas de madera daba paso a un lugar totalmente dstinto e inesperado.

- Estuve aquí con Edmund cuando impartimos juntos Maestría de Escobas y Transformaciones.

 

Antes de salir de casa había mandado una nota a cada una de mis alumnas, @ y @

 

- Sabrán donde está esto...verdad?

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Zumo de naranja recién exprimida, dos croissants recién hechos, chandal cómodo y zapatillas de cama... No hay nada como relajarte en la casa, con un desayuno en familia, sabiendo que no hay nada urgente que hacer. Me las hacía muy feliz cuando recibí un memorandum con el sello del Ateneo. Fruncí el ceño, sobre todo porque mi hijo parecía estar muy contento con las noticias: me tocaba sustituir a un profesor y hacer una asignatura diferente a las acostumbradas.

 

-- ¿Encantadora? ¿Cómo no voy a ser una profesora encantadora? -- vale, los juegos de palabras no es mi fuerte. Tomé el desayuno mientras Matt no paraba de hablar sobre la idea que se le había ocurrido para la clase. -- ¿Por qué tengo tan mala suerte que me toca otra vez contigo? -- murmuré mientras tragaba, lo que me produjo un ataque de tos al atragantarme.

 

Me tuvo que esperar un poco porque no podía ir al centro de enseñanza en chandal y en zapatillas, al menos si quería ser la Profesora Encantadora. No tardé mucho en bajar con un sencillo vestido de cuello redondo y sin mangas, en un tono marrón pastel, y con zapatos planos. El pelo recogido en una sencilla coleta se movía mientras bajaba los escalones dando saltitos.

 

-- ¿Estoy o no estoy encantadora? -- seguía bromeando con la clase que me había tocado.

 

Esperaba ir a la clase de Matt. No me fijé por dónde íbamos porque intentaba repasar mentalmente el guión de la clase que iba a sustituir; Encantamientos no era fácil, pero yo soy una "chica-pá-tó" y seguro que se me ocurría como hacer que mis alumnos no se aburrieran.

 

-- ¿Sala qué...? -- contesté de forma mecánica, dándome cuenta por primera vez que estábamos en una habitación rara. Y para que yo diga rara, es que lo era.

 

Entré con precaución y contemplé aquella Sala Cambiante. En cuanto sentí el click de la puerta, las paredes se pusieron a girar. Grité, que conste que no por miedo sino porque me pilló desprevenida.

 

-- ¿Qué demonios es ésto? -- pregunté, tras saltar a sus brazos. También quiero que conste que no fue por miedo sino porque me sentía mareada y, ejem... para esto están los hijos, ¿no?, para proteger a sus mamis. -- ¿Dónde demonios me has metido?

 

Y encima me preguntaban qué si sus alumnas sabrían donde estaba eso. ¡Si ni yo misma lo sabía!

 

-- ¿Pero qué pretendes con esta clase? ¿Qué perdamos a los alumnos y la Dirección nos despida? -- le espeté, soltándome de él y alisándome el vestido. En aquel momento aún no sabía que uno de ellos, la Directora Anne para ser más exacta, iba a probar aquella habitación singular. -- Yo ni siquiera sé quienes son mis alumnos. Pero no te permito que les haga nada. Ahora tengo Encantamientos y ... ¡me vas a pagar transformar mi bola de billar en un conejito!

 

Por supuesto, me refería a la clase anterior, que como había sido de Estudios Muggles no había podido desquitarme. Busqué la nota que me habían enviado y comprobé los nombres de los alumnos que tendría:

 

-- ¡Demonios! ¿@Kritzai? ¿De qué me suena ese nombre? Recuerda, Matt. Si es familia, ni se te ocurra hacerle nada, que se nos tiran encima...

 

Y como ni yo misma sabía bien dónde estaba, mandé un Patronus a buscar al chico. Mi rana era muy testaruda, seguro que no iba a parar hasta que le siguiera y se acercara a aquella habitación del Ateneo, fuera donde fuera que estuviera.

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Era algo muy extraño, el ambiente era diferente para todo lo que conocía. El aire se sentía pesado y escaso, el lugar era oscuro iluminado sólo por una luz en un costado muy arriba. Si miraba al cielo lo encontraría lleno de estrellas sólo para quedar hipnotizado por la imagen gigantesca de la tierra a un lado. Miraba mis pies mientras me daba cuenta en donde estaba. Era la luna, enorme de color amarillento grisáceo. En lugar donde estaba era un cráter oscuro iluminado pocamente por el sol en ciertas partes. Pero lo más extraño era la figura enfrente mío, negra y alta que parecía estar observando, observandome.

 

—¿Quien eres tú?— No respondió a mi pregunta, pero cuando parecía que no habría respuesta Miles de sombras aparecieron por todos lados, venían hacia mi. Trate de sacar mi varita pero no la sentía. No la tenía conmigo. Estaban más cerca y de pronto las tenía a centímetrios...

 

Desperté en mucho cama, había algo en mi cuerpo que me movia fuertemente, era algo blanco grisáceo, inconfundible un patronus.

 

La voz de una mujer surgió de lo que era una rana, me decía sobre mi clase de encantamientos y que tenía que presentarme, la rana me guiaria.

 

— Espera un segundo quieres, que debo cambiarme— Aunque sabía que los patronus eran proyecciónes era curioso hablarles. Tras cambiarme la playera y short de dormir por jeans negros zapatos y playera azules. Tome mi varita que descansaba en mi buró cerca de la cama.

 

— Bueno andando — Enseguida esa rana salto a mi pecho y se incrustó en mi cuerpo. Sabía que si me desaparecía con esa ranita llegaría a su destino.

 

Tras un viaje donde mi cuerpo desapareció como en un tubo llegue a las instalaciones de la universidad mágica, en los Ateneos.

 

— Bueno llegamos donde será la clase...— Y la rana salto de mi pecho para ir saltando hasta donde era la sala cambiante, la seguí mientras admiraba todo alrededor, el ambiente, los alumnos, las explosiones y magia en el lugar.

 

 

De pronto me encontré en la sala y la rana desapareció para quedar frente a mi a dos personas.

 

— Hola soy Kritzai y vengo a tomar la clase de encantamientos— Me acerque un poco más a ellos.

 

— Imagino que la rana vivaz era tuya ¿no?— Me dirigí a la mujer que trataba de recordar pero no podía.

 

— ¿Quien de ustedes será mi profesor de encantamientos?— Pregunte curioso con una ligera sonrisa mientras metía mi mano izquierda en mi bolsillo.

 

 

@

 

 

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- A lo mejor me toca de nuevo contigo porque has asustado al resto de profesores - contesté, burlándome un poco de ella, en voz bien alta para qeu me escuchase mientras se cambiaba.

 

Me siguió hasta la sala cambiante sin darse cuenta de donde la llevaba, seguramente dando vueltas a la clase qeu tenía qeu impartir....encantamientos y la profesora encantadora, si no me reía a carcajadas con la ocurrencia era porque me llevaría un coscorrón.

 

Aunque cuando la sala comenzó a girar se lanzó a mis brazos. La cacé al vuelo y esta vez si que reí, pues estaba totalmente desubicada.

- Nunca habías estado aqui? - pregunté, sorprendido de que yo supiera algo de la academia que ella no. - No pretendo hacerles nada malo! solo vamos a jugar a un pequeño jueguecito...ya verás como es entretenido. Seguro qeu te gusta.A

 

Al igual qeu yo había avisado a mis alumnas, @ y @ dejé que Sagitas enviara a su patronus a buscar a su alumno.

- Ya, ya. Los familiares son amigos, no comida - repetí alzando la mano derecha.

 

Permanecimos poco tiempo en solitario, ya que un joven ingresó en la Sala acompañado por la ranita de Sagitas. En cuanto la puerta por la que había accedido se cerró, las paredes de nuevo giraron, cambiando las puertas de sitio una vez más. Esperé a que el movimiento cesara para responder a su pregunta.

- Sagitas, aqui presente. - dije, señalándola con el dedo. - Va a ser tu profesora.

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-- ¡Chivato! -- le dije a Matt, cuando me descubrió ante el muchacho.

 

Mi rana le había encontrado y le había traído. Tras sacar la lengua y comerse una mosca imaginaria, mi patronus desapareció. Yo aún miré como la voluta se deshacía en el aire y después le contesté.

 

-- Sí, es mi rana -- dije, con gran orgullo. Mi rana siempre me acompañaba. -- Así que tú eres Kritzai. Bienvenido a la clase de Estudi... Digo, de Encantamientos. Tendrás que disculparme, la profesora titular no ha podido venir y me han pedido que la sustituya. Mi idea es seguir en lo que pueda su guión de clases por si ella pudiera retomar todo, aunque no prometo nada.

 

Miré a mi alrededor; la Habitación Cambiante... ¿podría considerarse como una Clase? Eso esperaba pero estaba segura que mi hijo Matt estaba a punto de sorprenderme de alguna manera, seguro que no de forma satisfactoria. Seguro que se iba a vengar conmigo por la clase anterior. Aún así, tendría que enseñar a Kritzai todo lo que pudiera antes de que el caos estallara en aquel lugar. Por un momento, aún estaría quieto mientras sus alumnos se presentaban.

 

-- En contra de lo que ha insinuado mi hijo, soy buena profesora. -- No estaba segura de si el muchacho había oído eso pero por si acaso, yo ya me defendía. -- Bien, en la clase de Encantamientos se debe de aprender a manejar bien la varita y el movimiento de muñeca y la pronunciación. Supongo que eso lo debes de tener más que sabido. Eso es muy importante para todos los cursos, conocimientos y Habilidades que obtengas en tus estudios. Así que, en realidad, nuestra primera clase va a ser un repaso muy rápido.

 

¿Qué hacía Matt? En cierta manera, aún esperaba alguna broma por su parte pero, mientras se decidía o no a usar sus conocimientos de Transformaciones, intenté hacer un resumen rápido de lo que debía enseñar a Kritzai.

 

-- Si no recuerdo mal, lo primero que pretendía enseñarte la profesora oficial era la diferencia entre hechizo, encantamiento y maldición. Es algo tan básico que hasta me da vergüenza preguntarte si lo sabes.

 

En realidad, yo nunca había tenido mano para la teoría y las definiciones, así que esperaba que no me preguntara demasiado sobre eso, porque seguro que me las vería para encontrar las palabras correctas. Pero eso no lo confesaría en voz alta.

 

-- Todo eso ya debiste aprenderlo en la Academia. ¿Leíste los libros de Miranda Goshaw para pasar los Timos? Eso imagino, es la base de toda la educación de nuestra escuela. Así que, de momento, mi resumen es éste: Encantamientos es primordial en la base mágica de todo mago. Todo acto, desde un sencillo Accio hasta una Maldición Imperdonable, como el Avada, requieren una confianza en ti mismo y el manejar tus manos en cooperación íntegra con tu mente para que salga. Si dudas, tus hechizos, encantamientos o maldiciones no serán nada. Así que, ante todo, coméntame si tienes problemas con algún hechizo de la lista aprobada por el Ministerio para la enseñanza e intentaré ayudarte.

 

Fruncí el ceño. Sabía que había algo que debía de decir ahora y... no... no me acordaba.

 

-- ¡Ah, sí! Debo informarte que está totalmente prohibido practicar las Maldiciones Imperdonables. Sólo te mencionaré lo que son, aunque seguro que las conoces. Pero no puedo ni pienso usar nada para enseñarlas. Aquí será pura teoría; el Imperio, el Crucio o el Avada son tres maldiciones prohibidas y su uso te llevarían directamente a Azkabán. Así que sólo conocerás lo que provocan, sin más. ¿Alguna pregunta o aportación por tu parte?

 

Me había puesto nerviosa. Mi mente me traicionaba y recordaba cuando había usado aquellas tres maldiciones escondidas bajo una máscara. Odiaba tener recuerdos... Así que cambié de conversación para ocultar mi sonrojo.

 

-- Matt... ¿Qué es esta habitación y qué le hace tan especial?

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Había desaprovechado el tiempo en la anterior ocasión y ahora quería compensarlo, pues se sentía mal al haber dejado colgado a Matt en la anterior clase. No porque ella tuviera normalmente cuidado de lo que hacía a los demás, que le preocupaba más bien poco, sino porque se sentía mal al haber fallado en la clase de Transformaciones anterior siendo co-directora de la Universidad. Suspiró mientras guardaba un libro en una de las estanterías del almacén del Elviris Pub, uno de sus negocios del callejón Diagon, el cual regentaba con su hija Mery. Probaría suerte nuevamente en aquella disciplina, sabía que Matt era un excelente profesor y ella quería aprender todo cuanto pudiese de él. Aún recordaba el inicio de la clase anterior, que había compartido con Sagitas, y justo entonces recordó que la Potter Blue volvería a estar con ellos en aquella ocasión.

 

Sonreía mientras desaparecía del negocio para reaparecer en la academia, lugar donde les había citado Matt con una nota. Recordaba que había algún inscrito más para la clase, aunque no le preocupaba demasiado. En esa ocasión estaba decidida a hacerse con el dominio de la materia... aunque no fuera total, claro.

 

Avanzó en dirección a la sala cambiante y se detuvo, con el ceño fruncido. ¿Por qué escoger aquel lugar? ¿Qué habrían preparado para la ocasión? Se recolocó el pelo para no causar demasiada mala impresión y luego se tironeó de la ropa para adecentarse. ¿Qué warlock del Ministerio, además co-director de la Universidad, iba por la vida con vaqueros gastados y camisetas anchas? «Yo», pensó la Gaunt, al borde de soltar una risita por su reflexión. Se encogió de hombros y dejó a un lado aquella cuestión, pues nunca se había preocupado precisamente por lo que pensaran de ella.

 

Entró en la sala cambiante y se topó con tres personas. Sorprendentemente, los conocía a todos.

 

— ¡Hola! ¿Llego muy tarde? Matt... digo, profesor Blackner, lamento lo de la clase anterior. Esta vez estaré más atenta, lo prometo —se excusó rápidamente, haciendo una ligera inclinación de cabeza hacia el aludido. Luego miró a Sagitas y a Kritzai—. Un placer saludaros a los dos. Igual me excuso contigo, Sagitas, pues aunque eras profesora de otra materia... también estabas allí. Hoy no me perderé, vengo dispuesta a aprender todo lo posible —añadió, de un humor que hasta a ella misma le sorprendió. Quizás le sentaba bien eso de mantenerse alejada de la sociedad tanto tiempo como le era posible.

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Mi mente y percepción no se habían dado cuenta del lugar al que había llegado. Tan sólo la ansiedad de saber quién era mi profesor o profesora de encantamientos no me había dejado concentrar. El lugar era extraño, lleno de puertas de madera posicionadas en círculo, que me dejaban la sensación de familiaridad, no sabía el porque pero recordaba puertas negras en circulo.

 

Mi profesora se presentó dando a entender que ella sustituiria a otra profesora, sería la que me daría esta misma clase hace tiempo atrás, clase a la cual no asistí. El otro joven que era su hijo (Matt) el también daría clase pero transformaciones también era interesante..

 

--Encantado profesora y profesor Matt, tal vez también tome transformaciónes en el futuro-- Dije mientras me explicaba sobre algunas cosas de hechizos, encantamientos y maldiciones.

 

En esa parte la última puse más énfasis, un cosquilleo llegaba a mi antebrazo, que recorría hasta muñeca y sentía la necesidad de mi varita. Término de explicar mi profesora Sagitas y lo que me dio curiosidad fue sus gestos ante la mención de cada maldicion imperdonable.

 

--Claro profesora se que esta prohibido usar esa magia oscura y bueno si leí los libros de Miranda goshawk y perdone si aún no podría diferenciar eso ya que la academia fue hace tiempo para mi. --Le mire más para poder concentrarme. --Si es confianza en sí mismo será sencillo para mi, hacer encantamientos requiere más tiempo en sí mismo ¿no?

--

 

 

--¿Pero díganme qué haremos en esta sala? -- Dije mientras sacaba mi varita, una vez en mi mano estaba listo para hacer encantamientos.

 

En ese momento entró Anne, la conocia por la familia anterior que había tenido, le sonreí mientras le miraba dando a entender con mi movimiento de cabeza que "Ni había problema". Era curioso que ella estuviera en esta clase porque no sabía si tomaria encantamientos conmigo o transformaciónes.

 

--Hola Anne un gusto.-- Le dije saludandole.

Editado por Kritzai

 

 

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Dejé que Sagitas comenzara a explicar su clase. Notaba que me lanzaba miradas de vez en cuando, esperando seguramente mis bromas, pero dado qeu no era su especialidad (no, no quería decir qeu no fuera diestra en las demás materias) le dejaría un poco de margen por el momento.

 

Su explicación era en cierto modo similar a la mía, ya qeu los encantamientos, como la transformación, era magia qeu muchos consideraban básica, dado qeu se utilizaba en el día a día desde que uno era consciente de la magia, con lo cual no todos se lo tomaban tan en serio.

 

Aunque noté cierto deje extraño en su voz al mencionar las maldiciones imperdonables, las cuales no permitiría utilizar,solo las mencionaría.

 

Iba a explicar el motivo de nuestra presencia alli cuando la puerta de entrada se abrió, dejando paso a Anne, una de mis dos alumnas. Sonreí al verla, animándola a acercarse.

 

- No te preocupes, llegas a tiempo. - dije riendo - Espero qeu lo estés, porque esta clase va a ser muy interesante.

 

La puerta se cerró, y con un chasquido, la habitación volvió a girar. Aun debía unirse @ pero comenzaría la clase para no retrasar también a Sagitas.

- Como habréis notado, cada vez que se cierra la puerta, las paredes giran. Se le llama la Sala Cambiante por este hecho, además de la curiosidad de qeu cada una de estas puertas conduce a un lugar totalmente distinto, y por supuesto el atravesarlas conllevaría un nuevo giro de estas paredes. - expliqué. - Para alguien que no conozca las salidas podría significar quedar atrapado mucho tiempo. Aunqeu tranquilos, qeu para eso estoy aquí.

 

Metí las manos en los bolsillos, mirando a los tres qeu me acompañaban.

- La idea de esta clase es recibir algunas nociones de teoría....y ponerlas en práctica ahí dentro

 

Miré a Anne.

- Recuerdas alguna de las leyes de Gamp, que establecían las normas básicas de transformación?

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Anne se relajó al ver que Matt no le daba importancia a su falta en la anterior clase, sino que le indicaba que la clase sería interesante y poco más. Cambió la dirección de su mirada para poder saludar a Kritzai, que parecía estar cursando el conocimiento que impartía Sagitas. El mismo que ella quería tomar en un mes posterior. Pero, por el momento, debía concentrarse en Transformaciones.

 

Volvió a mirar a su profesor cuando éste empezó a hablar sobre la sala en la que estaban. Ella la conocía, por supuesto, aunque tampoco a la perfección. Por eso se sintió ligeramente inquieta cuando Matt les indicó que si se conocían todas las salidas, uno podría quedarse allí atrapado durante mucho tiempo. Luego se metió las manos en los bolsillos, como con gesto despreocupado y, tras dirigirse en general a todos los presentes, miró a la Gaunt para dirigirse directamente a ella. Anne meditó unos instantes ante la pregunta.

 

Um... sí, creo que me acuerdo de lo que hablamos en clase, aunque no estoy segura de si lo recuerdo todo. Hablamos de las excepciones, ¿no? Lo de que no se puede crear comida de la nada, ni el amor, ni devolverle la vida a los muertos, ni... ni... el conocimiento. ¿Había alguna más? —se quedó pensativa un instante, intentando rememorar lo que habían dicho sus compañeros en la clase anterior. Pero su mente parecía haber hecho borrón y cuenta nueva con aquella información. Chasqueó la lengua y se encogió de hombros, en dirección a Matt, como excusándose.

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-- ¿Si llegas tarde? No, mujer, nada de eso, llegas a tiempo...

 

Cualquiera le dije a la Directora del Ateneo, quien te ha de ingresar los galeones en la bóveda, que ha hecho mal en llegar tarde y castigarla cara a la pared. Además, era la alumna de mi hijo, no mía. Yo no podía decirle nada por ello.

 

-- Sí, hoy enseño Encantamientos, una asignatura noble y delicada. No es que quiera decir que Estudios Muggles no lo sea pero... Tiene mala fama...

 

Sonreí un poco, no mucho, puesto que Kritzai saludaba también a la Directora como si la conociese de algo más que de haberla visto por el Centro Docente. Después, confesó que no sabía muy bien la diferencia entre hechizo, encantamiento.

 

-- Bueno, Kritzai, no te preocupes, es normal no recordar cosas que se aprendieron hace tiempo. Se tiende a usarlas, sin más. El encantamiento es el resultado de aunar el conjunto de ademanes manuales y/o posturales que se complementan con una pronunciación limpia y clara, sean verbales o no verbales. Es limpio en cuanto que no altera para nada el objeto que se use para ello. Si hacemos volar una pluma con el Winwardium Leviosa, estamos usando un encantamiento, puesto que la pluma sigue siendo pluma a pesar de que se mueva por el aire. Una mala pronunciación puede causar el efecto contrario, en su caso, que no vuele o que se pierda de vista en el infinito.

 

Sonreí al recordar una anécdota que era mejor que guardara en la cabezota, pues refería a un suceso de Babila con Amya y conmigo que no podía decir en voz alta sin preguntarles.

 

-- Sí, sí, Kritzai, lo tenemos tan asumido que no recordamos que hay que pensar de forma clara en el hechizo cuando es un No Verbal -- hice un ademán con mi dedo índice, dándome un par de golpecitos en la sien. -- Pensar bien el nombre y adecuarlo a un buen movimiento de muñeca, codo o brazo, según sea el caso, para que el resultado sea óptimo. Pero a estas alturas, esta información parece tan anodina que la hacemos sin pensar.

 

Me preocupaban los giros que estaban sucediendo en la Habitación en la que nos encontrábamos. No se me había escapado que Anne había puesto cara extraña al ver el lugar donde nos habíamos reunido. Ahora ella contestaba a su clase con normalidad así que... ¿por qué debía estar yo asustada? Hice un esfuerzo por seguir con mi propia clase.

 

-- Bien, Kritzai... Los encantamientos se dividen según la funcionalidad que tengan. Los hay levitatorios, convocadores, reparadores, repelentes, de defensa... ¿podrías ponerme ejemplos de cada una de las clases que te he mencionado?

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