Prueba Libro de la Fortaleza 8~

[Mery Gaunt Karkarov]

Esto es horrible pensó la pelirrosa al ver lo limitada que se sentía al no poder usar sus hechizos de Mago Oscuro. Estaba comenzando a notar que necesitaba el Fuego Maldito, las Necrohands Y nada, allí estaba ella usando hechizos que no utilizaba en su día a día, aunque los de su rango tampoco los usaba muy a menudo.

 

La cosa empeoraba con el momento cuando, su querida compañera Joa la había silenciado. Vaya, no tenía suficiente con limitarme a hablar hechizos neutrales, sino que ahora los tengo que pensar gruñó Mery para sus adentros.

 

Zancadilla pensó al instante. Los pies de su compañera se juntaron las momento y ésta cayó de bruces al suelo. Mery le sonrió enseñando sus dientes cuando el rayo enviado por su compañera de bando había pasado por su lado, a escasos centímetros de su brazo derecho.

 

Aún se encontraba intentando recordar para que servía el hechizo Langlock que su contrincante le había lanzado, pero por mas que intentara recordar la maldita lista de rayos, ése en concreto no llegaba hasta su mente. Se encogió de hombros, despreocupada, y miró a Joa con mala cara. Le sacó el dedo corazón de su mano izquierda y con la derecha apuntó hacia ella.

 

Embrujo punzante pensó la Gaunt, y un rayo salió de su varita, directo a Joa, quien si no lo evitaba tendría la cara desconfigurada durante todo un turno y, aunque un turno parece poco, Mery sabía por experiencia propia que pasarlo con dolor de cara y casi sin ver era una cosa bastante horrible.

 

Giró su cabeza y vista a la profesora, Athena, quien no decía ni hacía nada, estaba totalmente quieta. El ceño de Mery se frunció al instante. ¿Qué demonios le pasa? pensó, y es que aún no entendía el por qué estaban haciendo un duelo entre ellos cuando, al fin y al cabo, eran compañeros. Suspiró con pesadez y volvió a centrar toda su atención en su contrincante.

[Darla G Dumbledore]

Los ojos de la vampiresa notaron de repente como las pupilas de Orión se dilataban tras su queja por el maltrato animal. Casi le dieron ganas de reírese al escucharlo, pero definitivamente el mago no estaba del todo bien, levantó su varita lista para defenderse cuando le vió agacharse y comenzar a buscar en la arena los objetos que se le habían caído. Quizás tuvo suerte con alguno de ellos pero a su vez lo vió transformar su zapato y comerlo, algo lo había envenenado.

 

Entrecerró los ojos y con un movimiento rápido hizo una floritura al notar que su atención se volvía hacia ella, logrando intercalar rápidamente luego de su morphos su propio hechizo.

 

--Silencius --dijo con voz firme y segura, viendo como el efecto actuaba de inmediato en el cuerpo de Orión ya que de sus labios salió solo una sílaba des..., fuera cual fuera el el hechizo que iba a lanzar había quedado en la nada. Pensó en que podría haber utilizado el Orbis bestiarum haciendo que el anillo dorado que rodeara a su hipogrifo lo impulsara a interponerse entre el rayo y ella, pero no tenía ganas de aguantar quejas por el abuso animal. Así que más vale ocuparse de defender y atacar al mago sin animales.

 

--¡Expeliarmus! --gritó, algo cansada ya de permanecer al rayo del sol mientras él estaba cómodamente bajo las palmeras, el rayo rojo iba directo hacia su pecho y ella sabía que en cuanto le impactara la varita de Orión volarí a tres o cinco metros de él y entonces era cuestión de hacerse con ella y ya podrían irse a casa.

 

Cerca podía escuchar las voces de Joa y Mery que parecían enfrascadas en su propio duelo y por no apartar la vista de su rival de ocasión no buscó ver qué tal les iba y mucho menos se puso a ver a dónde estaba la profesora Athena.

 

--Vamos a acabar con ésto, mi novio me espera --dijo algo cansada del Sol y con deseos de volver a los brazos de su prometido.