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• Mansión de la Familia Macnair • (MM B: 86385)


Pik Macnair
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Kyle212

 

Macnair se pasaba la mayor parte del tiempo, practicando para ser el mejor buscador que diera la liga Holandesa de Quidditch. Aunque su posición natural dentro de un equipo era la del golpeador, destacándose por romper costillas y coleccionar dientes que salían volando, al recibir el impactó de la quaffle en el rostro. El viento pegaba con fuerza en su torso desnudo, al no tener nadie dentro de los jardines podía andar a sus anchas, usando solo unos jeans que dejaban poco a la imaginación. Debía agradecer a su padre poseer ese físico, arrebatador y bien esculpido por sus horas dentro del gimnasio.

— ¿Quién demonios llama de esa forma a la puerta?—inquirió exasperado, ya que le habían sacado de concentración. Ahora la snitch estaba fuera de su alcance, imposibilitado de hacerse con ella en esa ocasión— Lo dejaré para otro momento—dando un par de vueltas en su escoba antes de descender, diviso en la entrada a una joven muy bien parecida. Aflorando en el aquel gusto desenfadado por el sexo femenino, nunca se negaba el deleitarse con una hermosa faz o unas provocativas curvas. Así era el Senescal de Caronte, pillo seductor que no daba un paso sin antes analizar las posibilidades de éxito o fracaso .

— Vaya modales—sonrió susurrándole por la espalda a la joven— Se puede saber, ¿Cuál es la emergencia?—le preguntaba esperando que no le lanzará una cachetada al Nigromante. Podría echarle de ahí, si lo deseaba la ser hermano de la matriarca, le daba cierto poder sobre los terrenos que pertenecían a su familia— Macnair—se presentaba de forma escueta, no deseaba dar más detalles de los necesarios—¿Tú quién eres?—se mantenía detrás de ella. Posiblemente llevaba un encargo en contra de la Líder de la Marca Tenebrosa, no podía bajar la guardia aunque le pareciera entre comillas inofensiva la rubia. Porque hasta una vez el demonio fue un ángel y eso le ayudo a pasar como un ser inocente, cuando realmente era todo lo contrario. Peligroso y letal, pero  a Kyle le gustaban los riesgos y esa mujer parecía ser uno en potencia.

@ Kamra Ashryver D.

 

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Mucho antes de la visita de Mica

—¿Rada...mantys?

Mis ojos se abrieron tanto que por un instante fui capaz de ver más allá de Arcanus y el desastre que estaba dejando en mi casa. Un escalofríos me recorrió la espalda sintiendo el roce de su hombro, el Mortífago llevaba años perdidos y las malas lenguas incluso decían que —detrás de una bruja— había decidido seguir un camino muy diferente al de sus demás compañeros ¡Pero no! yo jamás les creí y luego de tanto tiempo aquí lo teníamos de regreso. Mucho habíamos cambiado, más tendríamos la oportunidad de conversar pronto, delante de nuestras narices se presentaba el problema urgente, uno que decidía con descaro ¿servirme una copa de mi propio licor y sentarse en mi sala? era evidente que aquel mago buscaba cualquier motivo para emitir un interrogatorio o un arresto.

—¿Métodos? ¿De qué está hablando? ¡Acaba de volar la puerta de entrada! ni en un millón de años el Ministerio se presentaría de esa manera, mucho menos ante una familia tan importante como esta. 

Sabía que mentía, los aurores eran así, pero no TAN así. El atrevimiento con que Arcanus brindaba a mi salud me provocó arcadas. Alcé una ceja e indiqué a mis elfos —que estuvieron a punto de atenderlo— que se dedicaran a arreglar el destrozo que había en la entrada. Habría ahorcado al primero que le rellenase la copa. Igual, me sorprendí a mi misma vaciando una de las copas por el estrés del momento y estrellando el cristal contra una pared trasera, los pobres domésticos ya no sabían qué limpiar primero pues me veían iracunda. 

Pensé, por un momento, quemar la tarjeta que me cedía, pero una vez en mi interior me obligó a guardarla y mantener la calma. 

—Caballeros, los invito a tener su conversación de reencuentro fuera de los terrenos familiares ya que el caballero aquí presente— señalé a Arcanus —No es bienvenido aquí.

Pero mis ojos le suplicaron al Mortífago que no volviese a desaparecer @ Radamantys  @ Arcanus

 

 

 

 

 

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Otro día cualquiera, esperando a James

 

El día pintaba muy bien para la chica, por la mañana había tenido que ir al ministerio Francés en donde trabajaba para poder hacer unos cuantos encargos que Ada le dejo dicho con James, acordarse de el hacia que su corazon sé acelerará un poco y una sonrisa se poso en su cara. Había Sido una buena idea el trabajar ahí con Ada y que mejor con su hermano que hacía todo lo posible por ser cordial y amable con todo el mundo, era difícil no decirle que no a nada de lo que le decía.

Pero recordando lo que había hecho aquella mañana, era otra historia después de salir del ministerio y aceptar la idea de James de verse aquí en la mansión, ella estaba con una sonrisa de oreja a oreja por lo que su enojo de costumbre por el mundo, en aquellos momentos se había esfumado. Hoy no quería luchar por el bien mayor y detestar a esa gente que normalmente le caía de la patada mezclándose con personas que no deberían practicar la magia, aunque mientras tenía esos pensamientos se dió cuenta que últimamente no sabía porque seguía con aquel bando, obvio amaba torturar gente y en veces dejar salir su lado malévolo, pero últimamente se había alejado tanto de aquel mundo que no tenía idea del porque seguía aún así. Claro que sí salía del bando le partiría el corazón a su madre y a su prima la cuál era líder en aquellos momentos. Su familia estaba en el poder y ella se sentía tan desconectada de ellos, debía tener una reunión urgente con alguno de sus familiares y volver a encontrar motivación por el bando y la sangre.

Sacudió su cabeza mientras sus pensamientos se dispersaban, toda esa alegría que le había traído James desde su mañana se había esfumado, al pensar en su familia y su futuro dentro del bando, eso termino un poco por detonar la poca felicidad que en aquel momento tenía.

Paseo un poco por los jardines de la mansión, vistiendo un conjunto algo hippie para ella, pantalones y una blusa muy holgada blancos, que hacían juego y claramente sin zapatos. Su cabello atado con una liga y su mente totalmente absorta en sus propios pensamientos, cualquiera pensaría que no era parte de aquella mansión, claro que ni siquiera estaba dentro, se encontraba afuera no queriendo entrar en los quilombos que a veces reinaban ahí dentro.

 

@ James Fleamont Potter

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ㅤㅤㅤㅤAparecí en medio de los Jardines acompañada nada más que de mi maleta de viaje y uno que otro vestigio de lo que fue mi paso por las tierras estadounidenses. Lo primero que observé fue la niebla blanquecina que se desplegaba desde los suelos hasta crear una pequeña fortaleza que rodeaba naturalmente a la Mansión de los Macnair, que aún en épocas invernales, conservaba una belleza particular y hasta me atrevería a decir, medio primaveral. Caminé sin apresurarme, teniendo cuidado de no embarrar mis botas y resbalar como antaño. Una vez frente a la puerta, no necesité tocar absolutamente nada, pues la misma se abrió al instante dejando ver unas orejas siempre alertas y curiosas desde varios centímetros más abajo que yo. 
 
───Tipsy y Dipsy. ───susurré con cierta dulzura y antes de que ellos hablaran, alcé el índice para luego cruzar el umbral y comenzar a desabrochar el pomposo abrigo color carmín que me acompañaba.─── ¿Hay alguien en casa?
 
Los elfos se acercaron, uno a cada lado, ayudándome con la vestimenta hasta que contestaban al unísono cosas completamente diferentes. Tal parece, sabían casi lo mismo que ellos posiblemente de mi, y no los culpaba. Así eramos los Macnair. Solté las hebras de mi cabello para dejarlas desplegarse por el largo de mi espalda, deslizando una de mis manos hacia mi cuello, presionando con mis dedos ante la tensión de tanto tiempo estar sentada en un tren. Podría haber optado por mis habilidades, pero necesitaba paz.

Caminé tranquilamente por los rincones de mi hogar, atreviéndome a deslizar las yemas de mis dedos por las enormes paredes que separaban los ambientes, cerrando los ojos para impregnarme con esa energía familiar y al mismo tiempo de todos esos recuerdos; no podía evitar pensar en mi hermana Arya, mi tía Castalia e incluso recordar a Joa, tampoco se me quitaba de la cabeza a mi padre o a mis pequeños sobrinos. No tan pequeños a esas alturas.
 
No supe cuando ni cómo, pero mis pasos me llevaron de una forma casi inconsciente hasta la biblioteca cuando la verdad quería pisar los suelos de mi habitación. Abrí las puertas, ingresé y rápidamente me dejé caer en el alfeizar de la ventana, abriendo la misma para poder escuchar con más fuerza las pequeñas gotas que comenzaban a caer. Muchas cosas habían cambiado a lo largo de todos estos años, la adolescente que se sentaba a pensar en el por qué de su naturaleza, no era ni una migaja de la mujer que ahora a penas mecía sus piernas. Pensar en todo eso, pensar en como vamos evolucionando, sólo traía una nostalgia del ayer y un alivio del ahora.

Entonces alguien empujó las puertas, y mucho antes de girar mi mentón para saber quién irrumpía con mi soledad, su característico perfume, el cual había grabado a la perfección aquel día en la montaña,  inundó cada uno de mis sentidos. Una sonrisa amplia atravesó mis facciones, teniendo que incorporarme de mi pequeña tranquilidad para ir a su encuentro con una calidez innata. Me acerqué lo suficiente como para quedar con el mentón ligeramente alzado ante la diferencia de estatura, y sólo cuando me aseguré de que nuestras miradas yacían conectadas, murmuré.

─── Hasta que al fin nos conocemos... mi 'querido hermanito', Kyle Macnair.

cita. @ Juv Macnair

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Kyle212

 

Sus primeros años dentro de Holanda fueron de los mejores, pero nunca pudieron arrancar del todo su nexo con Londres. ¿Qué le ataba a esa nación?, ¿Por qué sentía la necesidad de indagar sobre el pasado que le fue revelado tras la muerte de sus supuestos padres adoptivos?. Era un Macnair legitimo, corría por sus venas la misma determinación que mostrará su padre Pik dentro del campo de batalla, aquel tesón que le hacia mantenerse firme hasta en las situaciones más precarias que se presentarán en su existencia. 

— Ha pasado demasiado tiempo, pero nunca es tarde para intentar recuperar lo perdido. Nunca es tarde, siempre recuerda, nunca olvides—repetía aquel mantra que le obsequiará una buena amiga. Su mejor amiga dentro de la comunidad mágica, la mano derecha que le ayudaría a controlar a Holanda con la fuerza de un domo de hierro, aunque con diversas aleaciones que se irían adhiriendo con el paso del tiempo. Siempre se mantenía apartado del resto de su familia, poco o nada conocía de ellos y era mejor andarse con pies de plomo. 

Aunque el toparse con su hermana Juliette, dentro del K2 era lo que menos esperaba el Senescal de Caronte. Experimentar la cercanía que le da llevar la misma sangre corriéndoles por las venas, compaginado con ese porte elegante que les reconocía como dignos descendientes de la estirpe de los Macnair. El silencio reinaba dentro de la sala de estar, acompasado con el chisporroteo de las llamas que provenían de la chimenea. Pero algo le sacaba de su confortable descanso, aquel tirón que experimentará dentro de la montaña, volvía hacerse presente dentro de la mansión.

La única capaz de provocar ese efecto en el Nigromante era Arya, cuando la vio supo que era la hermana que siempre deseo tener y que no extraviaría por nada del mundo una vez más. Pero ahora eso que le insistía en saltar del sillón e ir directo a la biblioteca, reacio a responder el llamado terminaba su copa de bourbon. Sacudiendo el polvillo inexistente en su saco color azul, emprendió el camino mirando fijamente al frente, perdido en esa sensación que le provocará el ver saltar al vació a la Macnair. El dejarle morir era una posibilidad,, ya que tal y como lo refrendo desde siempre, no le temblaba el pulso a la hora de ponerle fin a la existencia de cualquier ser mágico o no mágico.

Abriendo las puertas de par en par, le observaba absorta en sus pensamientos, cálida pero al mismo tiempo distante y reservada. ¿Qué tanta cordialidad podría existir entre ese par de hermanos?. La mirada azul del castaño se perdió en los ojos de la fémina que tuvo que elevar un poco su barbilla, debido a que le superaba en altura. Aquello le causó un poco de gracia, pero repuso el gesto impasible que acompañaba todo el tiempo su atractiva faz.

— Por fin, Juliette. Mi querida hermanita, Juliette Macnair—respondía sin sacarle los ojos de encima. No se conocían de nada y al mismo tiempo de todo, charlar seria una buena idea para ponerse al corriente e intentar entablar una relación medianamente cordal. Pero con el nunca se sabía, porque la mayor parte del tiempo se mantenía frío como un tempano de hielo

@ Juliette Macnair

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ㅤㅤㅤㅤSoltó un pequeño bufido al escucharle con el mismo tonito burlón que el suyo, sin embargo, no fue en son de molestia, era algo más profundo e indescriptible. Jamás pensó en tener más hermanos, aunque sabía que la posibilidad de que eso sucediera estaba siempre latente dada las lagunas mentales que Pik presentó en sus años más joviales, o bueno, con eso justificó su ausencia en gran parte de la vida de sus hijas. Soltó un pequeño suspiro, como si los pensamientos le hubiesen desbordado, pero alcanzó a disimular la expresión cuando decidió movilizarse; pasó por el lado del Macnair, en busca del whisky de fuego que su viejo amigo de Durmstrang había obsequiado para ella en uno de sus últimos viaje a tierras escandinavas, y sólo cuando alcanzó la botella oculta en la parte más alta del librero, comenzó a servir tranquilamente en dos vasos de cristal.
      Hizo una pequeña floritura para acercarle el trago, y luego de dedicarle una pequeña sonrisita, volvió a su posición inicial. Sobre el alfeizar de la ventana.

─── No tuvimos oportunidad de entablar una conversación adecuada aquel día en la montaña, sin embargo, fue un agrado para mí conocerte en situaciones tan inhóspitas. 

Ladeó su rostro con suavidad, al tiempo que acercaba el borde del vaso para dar un pequeño sorbo a su trago y de esa manera, saborear el licor mientras recordaba la situación. Negó sutilmente, no le agradaba nada la idea de andar tentando a su destino, no por ahora al menos, no cuando el pacto con Artemius siguiera vigente y no tuviese las armas necesarias como para enfrentarle. Alzó la esmeraldina mirada hacia el hombre, verificando la manera en que él la miraba, ¿se habría dado cuenta de sus rápidos desvaríos? 

─── ¿Hace cuánto conoces a Pik? ¿Por qué nunca te vi antes aquí? ───se ceño se frunció un poco, ¿conocería a Arya? ¿Acaso su hermana la había desplazado para buscar cobijo en un completo extraño? ¿O acaso ella sabía todo? Su mandíbula se frunció ligeramente, más mantuvo la compostura, cruzando las piernas con elegancias mientras depositaba su espalda contra el ventanal.─── Desaparecí por mucho tiempo, así que, hay cosas que no sé sobre esta familia y quisiera ponerme al corriente, es importante para mi hacerlo.

Sus labios hicieron una pequeña presión.

Luego sólo dejó que el fuego inundara con su danza a la habitación, algo que tranquilizaba infinitamente a la bruja; el ruido de la madera quemándose, sumado a las gotitas golpetear con delicadeza detrás de su cabeza, generaba una sensación de paz muy difícil de obviar. A regañadientes había aprendido a adquirir maneras para mantener a su naturaleza tan sádica a raya, no sólo por el episodio fatídico de la última vez que perdió por completo su humanidad, sino, porque se prometió que al volver, haría lo posible por vivir su última vida como debía ser. 

cita. @ Juv Macnair

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KJ0

 

Macnair tenía conocimiento de quien era su padre, pero no le quedaba del todo clara la razón que le llevará lejos del seno familiar. Poco a nada recordaba de sus primeros dos años dentro de la mansión Macnair, solamente el cabello rojizo de Arya era la llama que se mantuvo encendida en sus memorias. Las palabras de Juliette no eran ningún remanso de paz para el Holandés, pero poco le importaba el dar santo y seña de su ausencia dentro del hogar de ambos

— Si, dicen que el destino suele ser caprichoso. Quien iba a decir que mi querida hermana, cayera en mis garras y yo pudiera matarle con mucho placer—sonreía dejando de lado la copa. No dudaba que sus ganas por hacerlo pagar por el tormento vivido en el K2, crecieran cada vez más al tenerle dentro de la biblioteca— Solo conozco a Arya y recuerdo vagamente las horas de entrenamiento con Pik. Luego de eso todo lo demás es una bruma espesa, señales erradas que me conducen a ninguna parte—recargándose en el escritorio se perdía por un breve instante en sus pensamientos.

— ¿Cómo puedo tener certeza de que eres mi hermana de sangre y no una impostora?—la duda era una enemiga peligrosa entre ese par de jóvenes. Ella era mucho mayor que el, notando ese cansancio acumulado en una mujer que vivió más de lo que hubiera deseado en un corto lapso de tiempo. El por otra parte con 22 años, recorrió el mundo de cabo a rabo, volviéndose experto en el tema de las artes oscuras, encantamientos y habilidades relacionadas con magia sumamente destructiva. Aunado a eso otras manías que aprendió de personas que vendieron a su propia madre con tal de hacerse más poderosos y letales para quienes les rodeaban.

— Me excusaría, pero siento que seria un poco hipócrita de mi parte. Te trate de ese modo, porque es mi naturaleza. No tengo apreció por nadie que no me haya acompañado en mis momentos más sombríos, pero Arya es la excepción a la regla—confesaba dejando la copa sobre la fina madera— Tuviste opción de lanzarme al vació y no lo hiciste, quisiera saber. ¿Qué te hizo contener esas ganas?. Se de lo que somos capaces los Macnair, no nos andamos por las ramas y menos perdonamos una afrenta en nuestra contra—la sinceridad era la carta que dejaría en todo momento a la vista. Quizás era hora de conocerse un poco mejor, aunque siempre se decía que andar con pies de plomo era lo indicado.

— Viví en Holanda casi 20 años de mi vida, dentro de una mansión que era todo lo opuesto a esta. Bajo el yugo de que la pensé erróneamente que era mi abuela materna, solamente era la mujer que le dio la vida a la que me separó de Londres y de los míos—remembrar todo aquello despertaba el desmesurado odio que le profesaba. Era un hombre de personalidad compleja, cambiante de ánimo y explosivo cuando menos se le pensaba— La charla será muy larga me temo, espero que no te incomode desvelarte y menos estar en mi compañía—chasqueando la lengua apareció una copa de bourbon. Esperando no molestar a su hermana, tras rechazar amablemente el trago que dispusiera para el Senescal de Caronte. 

— Aunque te pese en el alma, si es que posees una. Soy un Macnair puro, corre por mis venas la misma sangre que le transita a Arya, nuestro padre Pik y a ti misma. Se que es complicado tenerme como hermano, pero no hay nada que hacer contra eso—la sonrisa que aflorará en sus labios era un misterio— No pienso irme nunca más, porque encontré lo que había estado buscando desde hace tiempo—quedaba en silencio bebiéndose de un trago todo el alcohol contenido en la copa.

@ Juliette Macnair

Editado por Juv Macnair

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Al joven francés le seguía pareciendo fantástica la cantidad de magia que albergaba aquel pueblo británico. Le resultaba increíble que tantas familias mágicas, provenientes de lugares tan diferentes, hubiesen decidido construir un hogar en aquella población. Su familia, la Dumbledore, no era una excepción. Caminando por sus calles uno podía encontrarse con personas de todo tipo. Desde aquellos que tenían un linaje que creaba envidias, hasta los que pertenecían a estirpes que todavía no habían hecho grandes logros para la comunidad. Pero estaban a tiempo de hacerlo.

Era consciente de que había familias más dignas de respetar que otras, así como familias de todo tipo de ideologías. Aquello no le importaba demasiado, hacía tiempo que había decidido que la única guerra que le importaba era la personal. Luchaba por sus intereses, moviéndose hacia donde la corriente resultase más favorable. Tratando de obtener beneficio de todo lo que hacía y, si llegase el momento, pelear por aquello que le importaba. Y lo que le causaba preocupación no era la ideología que resultase vencedora, sino su propia vida y la de sus seres queridos.

Accedió a los terrenos de una familia: la Macnair. Iba de visita, iba a pasar tiempo con una... ¿amiga? Lo cierto es que no había pensado lo que eran, pero estaba claro que como mínimo deberían ser amigos porque habían sentido una conexión bastante fuerte. No podía negar que se lo pasaba muy bien con ella, hasta el punto de haberla invitado a su ciudad natal. Allí, durante la gala de Halloween se habían encontrado, pero perdieron el contacto después de que una señora desconocida le preguntase a la mujer si quería descubrir su futuro. Y ahí estaba el mago, con ganas de obtener respuestas.

Unos vaqueros azul oscuro, una camisa azul cielo, un abrigo negro sin cerrar, una bufanda gris alrededor del cuello por si el día enfriaba y unos zapatos marrones eran su vestuario aquel día. El invierno cada vez estaba más próximo y no quería arriesgarse a pasar frío, aunque a donde iba imaginaba que no lo pasaría. Estaba con su mirada buscando la puerta para llamar, pero fue entonces cuando una persona que caminaba por los jardines le llamó la atención. Un rápido vistazo le hizo darse cuenta de que esa era la que estaba buscando. Sonrió y con elegancia caminó hasta su posición.

Mi lady... —susurró cuando llegó a su posición por la espalda, tapándole los ojos delicadamente con sus manos. Al saludarla estaba haciendo una clara referencia al encuentro del negocio de sus hermanos. Parecía distraída cuando la vio a lo lejos, esperaba no haber llegado en mal momento. —Así que vives aquí, ¿eh? —cuestionó mirando a su alrededor. —No es tan bonito como el de mi familia, pero no está nada mal. —bromeó mientras seguía en la misma posición, sin retirar sus manos, esperando que su acento francés no se notara demasiado. Si algo le preocupaba, si algo le inquietaba y si algo le molestaba, se encargaría de hacérselo olvidar. Se mantuvo en silencio unos segundos. —Tenemos muchas cosas de las que hablar, pero... ¿sabes antes quién soy?

Si no acertaba... ¿se iría? ¡Pues claro que no! Se moría de ganas por conocer el futuro, si es que finalmente la desconocida le había adivinado algo...

 

@ Idylla Macnair T.

 

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ㅤㅤㅤㅤLa mujer era una combinación de dos castas importantes dentro del Mundo Mágico, y por ende, adquiría habilidades sociales según la situación, eso sumado a los años de vida que sí, le conferían una madurez que podía presumir fácilmente frente a él. Ya no era la misma jovencita inmadura, que se irritaba con facilidad ante cualquier provocación o que constantemente buscaba la aprobación de los suyos, como si luego de descubrir quién era su padre, hubiese tenido que a regañadientes demostrar que sangre Macnair corría por sus venas. Una sonrisa sutil emergió en sus facciones, como si el diálogo que se generaba en su mente pudiese traspasar el cerebro y proyectarse frente a ellos. 
    Soltó un suspiro.

─── Yo te podría hacer exactamente la misma pregunta, Kyle.

Murmuró con suavidad, cruzando sus piernas con elegancia mientras sostenía el vaso de licor con su mano izquierda, la cual se movió lo suficiente como para dejar el objeto sobre su rodilla derecha; miró fijamente al hombre, intentando leerle aunque eso fuese imposible entre ambos porque simplemente aún no se generaba una conexión tan profunda como la construida con la pelirroja. Sin embargo, había algo... una especie de manto hipnótico que inconscientemente le llevaba a desear escarbar en su pecho para saber cuál era su historia y qué es lo que sentía.
         Le oyó atenta.

─── Oh, yo sé perfectamente el efecto maternal que nuestra hermana causa, ella se preocupa mucho por los suyos y no dudo de que de haberte visto en esos momentos sombríos, habría sido la primera en acompañarte.

Asintió a la siguiente pregunta, alzando ligeramente el vaso como si le dijera: 'Tienes razón, eso somos los Macnair'. Dejó el mismo a un lado de su anatomía, y nuevamente volvió a depositar su peso contra el ventanal, quería responderle honestamente, era lo menos que podía hacer por él y por quizá, todas esas preguntas que aparecieron en su cabeza cuando se enteró de que una nueva integrante emergía desde las sombras para irrumpir con la poca paz que había en la familia. Sin embargo, su relato breve le desvió su atención, teniendo que acercarse con suavidad para poder escucharle como sólo Juliette podía, con esa mirada compasiva y de pura inocencia que su difunta madre le confirió antes de morir. 

─── También viví veinte años lejos de los Macnair... ───confesó en cuanto Kyle se sirvió del trago que él prefería, y sólo curvó sus labios en cuanto le oyó mencionar la suposición de su alma; no le sorprendía del todo, al final de cuentas, dentro del cuerpo de Pik descansaba un poderoso demonio, y por ende, ellos también corrían con la maldición de su sangre, pero no alcanzaba a intuir qué tanto sabía Kyle de ella. Soltó un pequeño suspiro, y luego de presionar sus labios, de un solo saltito se bajó del alfeizar para acercarse al fuego de la chimenea, inventándole con un gesto educado por parte de su mano derecha; esperaba soltura de su parte, y que cual niños, pudieran sentarse en la alfombra a disfrutar de los cuentos de terror: sus vidas tormentosas.─── Antes de preguntar qué es lo que encontraste, me parece justo que yo sea quién responda y confiese algo privado de mi.

Se dejó caer sobre la alfombra como solía hacer cuando se rendía con su existencia, y con suavidad, esperó a que él hiciese lo mismo. Le miró fijamente a los ojos, notando que ya no la miraba como en el K2, sí había cierto recelo, incluso intuía que un poco de desconfianza hacia su persona, no le culpaba, pero prefería creer que esta noche culminara con una nueva conexión entre los dos.

─── No supe quién era mi padre hasta que acabé con mi vida... ───alzó la mirada ligeramente al techo, esperando que la confesión no generara una nevazón sobre sus cabezas; cosa que solía suceder siempre que abría su corazón. Continuó.─── Mi madre era una Rosier, así que fue educada bajo sus doctrinas y el cariño de mi abuelo, quién, cabe destacar, jamás me quiso revelar el nombre de mi padre. También me alejó de Inglaterra... de Europa en general, puesto que no quería que mi vida se entrelazara con la Marca Tenebrosa, así que, estudié en Ilvermorny, y viví la mayor parte de mi vida en los Estados Unidos. 

Acomodó un mechón de cabello detrás de su oreja en cuanto lo sintió deslizarse sobre su rostro en cuanto ella bajó el mentón y comenzó a dibujar con la punta de su dedo, alguna runa sobre la alfombra. Era y se sentía extraño hablar de su madre, de su pasado... habían ocurrido tantas cosas que en ocasiones, la vida de Juliette se sentía ajena, pero intentaba que los recuerdos de las otras vidas o de su identidad en el Averno, no fragmentaran más su psique. 
      Volvió a mirar a Kyle con dulzura.

─── Me preguntaste por qué no te lancé al vacío cuando tuve oportunidad, y la respuesta es bastante simple. ───susurró con una vocecita mucho más delicada que la que usó cuando estaban en la Montaña, y luego de soltar un pequeño suspiro, continuó.─── Los Macnair somos capaces de muchas atrocidades, pero si algo nos distingue, es que la familia lo es todo para nosotros... o al menos, eso me enseñaron las mujeres de esta casa. 

Presionó sus labios,
y lo miró a los ojos nuevamente.

─── Tú mismo lo dijiste, tu sangre corre por mis venas... no importa cuán difícil sea tenerte como hermano, ahora eres mi familia. Mi deber es protegerte, y me aferraré siempre a esa promesa.

cita. @ Juv Macnair

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— Soy un Macnair legitimo. No estaría aquí frente a ti, sino estuviera seguro de ello, porque lo creas o no. Tuve el tiempo de dar con mi pasado, años y años de buscar las pistas que me condujeron hasta mi padre Pik y mi hermana Arya, no hablaré de la mujer que me dio la vida—se mordió el interior del labio. Evitando ahondar en ese tema que le generaba un profundo desconcierto y al mismo tiempo, desataba la furia más descomunal que se hubiera conocido antes dentro de la comunidad mágica. La sola mención de la líder mortifaga, arrancaba de sus labios una lóbrega sonrisa, jamás le habría aceptado de primera mano.

— Puede que tenga el don maternal, pero no creo que me hubiera tendido la mano. No si supiera quien es realmente su hermano—rellenando su copa volvía a beber de una sola aquel liquido ambarino. Extrañamente se sentía cómodo en compañía de Juliette, echando en falta esa aversión que naciera entre ambos dentro del K2. Ahí el era su profesor, pero dentro de las paredes de la mansión Macnair, solamente eran hermanos y no enemigos declarados a muerte. Escuchaba con atención todo lo relatado por su acompañante, evitando dar crédito a lo que se imagino desde que la maldición apareciera en su vida.

Si bien descender de un demonio, no era el mayor de sus tormentos. Si le costó de forma irremediable la vida a la mujer que le trajera al mundo, cerrando los ojos se perdía en los confines que eran sus pensamientos. Aquellos surcos que se abrían en la tierra como lo hace un campesino para comenzar con otro año de buenas cosechas, depositando semillas que prometen dar buenos frutos a raudales— Conozco parte de la maldición, decidí no ahondar demasiado en ese tema. Preferí quedarme con la raza que me heredará mi madre, desde que tengo memoria soy un vampiro—poco o nada estaba claro dentro de su cabeza. Jamás se imagino que ella creciera en otro continente, al menos al el le mantuvieron dentro de tierras Europeas.

— Yo no tuve tu buena fortuna, no conocí el amor de una familia o los momentos felices. Ya sabes cumpleaños y fechas especiales, crecí en medio de la dureza que me impusieron el par de ancianos que me hicieron creer que eran mis abuelos—se sentó sobre la alfombra mirando hacia las llamas que brotaban de la chimenea— Quería matar a todo el que me rodeaban, no pude confiar nada más que en dos personas que han sido mi piedra angular. Una de ellas es una mujer muy especial, podría decir que es ese ángel oscuro que me acompaña en mis peores pesadillas—recordaba sus paseos nocturnos con la escocesa

— La otra es mi mano derecha, aquella que es capaz de morir por mi y yo por ella. No creo que le conozcas, pero también es una Macnair. Para nuestra mala suerte, no lleva la misma sangre que nosotros, solamente tiene un nexo de adopción tras salir de la residencia que le vio nacer—bajando la mirada intentaba no sonar demasiado confiado al revelar parte de su vida— Si lo admito, deseaba matarte. No pediré perdón por ello, se que somos hermanos y nos corre la misma sangre por las venas. Solamente te pido que entiendas que así me formaron dentro de Holanda, no puedo cambiar lo que soy y no planeo hacerlo—indicaba mirándole por el rabillo del ojo.

El saber que ella le cuidaría como a nada, si que le removió un poco ese lado reacio a pertenecer o defender algo que apreciará realmente. A regañadientes acepto la confesión de su contraparte—Dudo mucho ser el hermano del año, pero te doy mi palabra. Mientras yo este cerca de ti, no permitiré que nadie te ponga una sola mano encima—sonaba a un héroe dispuesto a todo por procurar la integridad de una doncella— Eres mi hermanita, aunque te advierto. Si me provocas, no pienso contenerme otra vez—se burlaba un poco de la mueca que pudo aparecer en el rostro de la Macnair— Compartimos una maldición que nos ha sido impuesta, castigo que purgaremos queramos o no. Sin embargo, llámame loco, si lo deseas. Entre nosotros, percibo cierta conexión, algo que no puedo explicar con palabras—dejando la copa sobre la alfombra buscaba los ojos de su hermana.

@ Juliette Macnair

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