• Mansión de la Familia Macnair • (MM B: 86385)

[Allen Joe Walker]

Como intentando descubrir el significado de algún refrán de una cultura desconocida, al Walker le tomó algunos parpadeos poder decodificar el significado de la expresión de su sobrina al reconocerlo. Un reflejo de preocupación que halló en su mirada se esfumó cuando, corrigiendo su postura para equilibrarse y no ser arrollado, recibió el impacto de la puberta sobre su pecho, quién casi voló desde la cima de la escalera hasta él. Le abrazó con fuerza, con el sentimiento que se cobija a la familia. Sonriente, acarició sus cabellos, enterrando su rostro en sus ondas cobrizas, percibiendo ese particular aroma a flores que poseen las Macnair: a gardenia, en el caso de Ámbar. Con suavidad, tomó su rostro entre sus manos marmóreas, ligeramente magulladas, acariciando una de sus vírgenes mejillas mientras se ponía de cuclillas frente a ella, para apreciar mejor su rostro. Embelesado, se dejó agredir por aquella mirada esmeralda que había heredado de su madre, adornada por las comisuras felinas revestidas de largas pestañas, igual que su padre.

-Cuánto has crecido, mi niña. Qué maravilloso es volver a verte, después de tanto tiempo, después de tanto añorarte.- Dijo, tomando ahora su mano. -¿Cómo estás? Intuiré que es tu primer año en ese loco castillo, Hogwarts.- Acotó, riendo.

Fascinado de su elocuencia, se convirtió en el publico de aquel discurso fantástico, abarrotado de la emoción que reflejaba con cada relato de sus hazañas. Rió un par de veces, como hace mucho no lo hacía. Por un instante, dentro de él, se esfumó la incertidumbre que sintió al llegar a la mansión y en la posibilidad de un asedio inoportuno en su contra, logrando sentirse como en casa, su antiguo hogar, gracias a la simple presencia de un ser tan amado para él. Como un reflejo de su tranquilidad, optó por esconder a Solem de nuevo en su gabardina, a fin de sentirse menos alarmado. Por un momento, la manera en la que movía sus manos al hablar, le recordaba a la manera en la que Arya discutía con él cuando trabajaban juntos para la Orden del Fénix... Cuan distintos eran los tiempos ahora.

-Me alegro mucho de que vivas una vida emocionante, cielo.- Musitó con una sonrisa en sus labios, contagiándose de toda su ilusión. -Según sé, hace poco menos de un año que has despertado de nuevo. ¿Cómo te va aquí, en casa? Espero que te estés llevando bien con tus primos. ¿Qué hay de tus hermanos? Sé que tu madre dio a luz hace poco...-

Y contrario a lo que esperaba, al final de la pregunta, el rostro de la pequeña pelirroja se tornó en un pequeño espasmo turbio y amargo, pero expectante, como el de un estudiante que prueba su primer whisky de fuego. Mencionó algo relacionado a su estancia y sus familiares, pero al final se mantuvo en silencio y el albino decidió no insistir en sus pesares emocionales. Después de todo, el ritmo de vida con los Macnair nunca ha sido algo color de rosa; como un plus, tener a Arya de madre tampoco es cosa fácil. Poniéndose de pie de nuevo y viendo que el mandarina en el cielo comenzaba a tornarse en oscuridad, sintió sus maori llamarlo de nuevo, volcándole el corazón a retomar el objetivo que había presupuesto al volver al hogar de su familia en este país.

-¿Está Arya en casa? Vamos, me da mucha curiosidad conocer a tus hermanos.- Tomando la mano de su sobrina se dispuso a ir escaleras arriba. -Aunque, como es natural, sé que no serán tan guapos como tú.- Apuntó, haciéndole un guiño de reojo.

Cada paso que daba a lo largo de los escalones, se tornaba más silencioso que el anterior, aún manteniendo la precaución. Intentó mantener sus órganos internos en su lugar en un afán de mantener todos sus sentimientos en orden. La presencia de Ámbar era un bálsamo refrescante a toda su visión del mundo, pero el compromiso que le urgía a su propia razón de permanecer en este mundo se hallaba sólo a unos pasos de él. Después de perderlo todo, a todos y a sí mismo, sólo le quedaban ellas...

...Sólo le quedaba ella y su sonrisa.

@@Arya Macnair

Editado 20 de Noviembre del 2020 por Allen Joe Walker

[Lisa Weasley Delacour]

El Van Halen se frotaba la frente mientras observaba el caminar inquieto de Lisa por la que era su habitación en Hunyad. Aquel tic nervioso de la fémina no era desconocido para nadie de su entorno. Era eso o ponerse a lanzar fuego a diestro y siniestro. La hiperactividad de la Hunter era, en parte, una maldición. La reunión había sido larga. Larga y tediosa a partes iguales. Todo ministro en activo había dado su opinión y ahora era el turno de la Weasley de decidir.. Sabia de antemano lo que su prima pensaba sobre aliarse con aquellos que había prometido destruir, no obstante, su tierra, su gente y sus súbditos, tanto muggles como magos, estaban en juego. Cuando paro su accionar y levanto la vista, el moreno entorno los ojos y ambos asistieron al unisono. Estaba decidido.

 

La corona ayudaría, como había hecho en un pasado, a la hermandad rosa negra y protegería tanto el secreto del vampirismo como el de la magia. Su tatarabuelo había hecho una promesa y hoy era el momento de hacer honor a ella. Aquella, llamemosla, colaboración, seria beneficiosa para ambas partes y eso tanto el dhampir como la Delacour lo tenían mas que claro. No por nada era la mejor estraga de toda Europa. Sacaría ventaja de aquella unión y la llevaría a su terreno, cuando fuese el momento indicado. Tener aliados, aunque estos fuesen unos locos extremistas de la sangre, tenia su aquel, solo era cuestión de verlo. Cuando todo estuviese bajo control y en su sitio, seria el momento exacto de tirar del hilo, recoge el sedal y empezar a destruir a los altos rangos de aquella asociación oscura.

 

El moreno se despidió de su reina con una sonrisa sincera. La confianza plena que se tenían ambos era suficiente para comprender que aquel gesto conllevaba mucho mas que una simple despedida. Tres segundos después y envuelto en una neblina grisácea, el jefe de seguridad de Rumanía, hizo acto de presencia como tal enfrente de la entrada principal de la residencia Macnair. Mientras y a través del intercomunicador, enviaba ordenes y movilizaba a sus tropas. Observo el cielo tras recibir la confirmación de que el escuadrón Némesis estaba ya listo para lo que fuese necesario. Era, en verdad, inspirador la capacidad de movilización que poseían. Se reajusto la capa azul que llevaba y se encamino hacia el portón. Tenia que ver a la matriarca y a pesar de las horas, tenia que verla inmediatamente.

 

El reloj marcaba ya las ocho y media de la tarde. Muy evidente para cualquiera con cerebro que aquella visita no era de cortesía. Avanzo con paso rápido y llamo dos veces a la puerta. Su vestimenta de aquel momento era llamativa, pues no era la casual que solía usar en días comunes. Traje y corbata nada menos. Lo que tenia pasarse el día entero entre burócratas. Ademas de eso portaba con orgullo el blasón de su tierra, haciendo mas formal el tratado. No tardo en recibir respuesta. Un pequeño elfo, de no mas de un metro de altura, lo saludo como correspondía y lo invito a entrar tras su petición de entrevistarse con la señora de la casa. La decoración del hall era tan esclarecedora que hasta el tatuaje de fénix de su espalda vibro por lo surrealista del próximo encuentro.

[Kahlan Blackthorn]

Había estado postergando demasiado su regreso al seno familiar, aferrándose a la idea de no volver a tener delante de ella a Arya. Extrañamente no recordaba con claridad el motivo de su distanciamiento, posiblemente alguna riña por un par de pantalones de vestir con piernas sexys dentro de ellos o un tesoro mucho más valioso. Acercándose poco a poco a la verja, sentía esa añoranza por perderse entre los jardines, jugueteando como cuando era una niña incapaz de matar a nadie por el simple capricho de ver correr la sangre de alguien bajo sus plantas.

— Apuesto que me saldrá con una de sus tantas peroratas—moviendo su surda abría y cerraba esta como si simulará ser una boca. Poco o nada le causaría de gracia a la Macnair, pero ese era el precio que debía pagar por tener a un miembro tan único dentro de su familia. La Oclumante era un libro cerrado la mayor parte del tiempo, no se conocía nada de ella dentro del mundo mágico, no al menos que ella deseará que se volviera de dominio público su aventurera existencia. La lista de acontecimientos era mucho más larga que la muralla china, aquella edificación debía ser replicada más de un centenar de veces para intentar retratarla.

— Justamente por eso la ignorancia suele ser una buena consejera, tal y como lo es la soledad—siseaba deslizando sus pasos dentro de los terrenos. La oscuridad abrazaba su anatomía envolviéndola con un manto que le serviría para no ser detectada por ojos curiosos que se metieran donde nos los llamaban.

—¡¡¡ Ama ha vuelto !!!—la voz de Keops resonaba en su cabeza. Obsequiándole una mirada gélida, no respondió ante la mención del sirviente.

Apartándolo de su camino esbozaba una lóbrega sonrisa en sus labios— Creo que estas delirando, no recuerdas que morí hace un par de años. Justo cuando cruce esa reja o al menos eso fue lo que me dijo la ama y señora de está casa—intentaba no estallar ante lo recordado por su memoria. Era verdad que le echaron a empellones de ese sitio, pero no sin antes jurarle a la querida Arya que volvería para vengarse de algún modo. Hysy estaba dormitando plácidamente y no era mala idea sacarla a pasear un rato y dejar que recordará como era desatar el caos con solo chasquear los dedos. 

— Ama no debe pensar de ese modo, recuerde lo que sucede cuando no controla su mal talante—el elfo enroscaba sus manos creando un nudo con estás. Le conocía desde que aprendiera a lanzar su primer hechizo y el mismo no había sido precisamente un aguamenti— Malos recuerdos quedan—cerraba la boca antes de ganarse una buena patada. Porque una cosa era sus pulcros modales y otra muy diferente que permitiera que esa criatura le hablará de ese modo.

— Avada Kedavra, ¿no?—soltó una carcajada— Ese fue el primer hechizo que aprendí y recuerdo a la perfección sobre quien lo lancé—remembranzas que siempre le daban un soplo de aire fresco. Renovando esa vena asesina que no se apaciguaría con nada y que cobraría más de una vida luego de que volviera asentarse como era debido dentro del mundo mágico. No se pondría del todo cómoda, no le gustaría entrar en una zona de confort, para luego tener que salir corriendo a atender algún asunto que tuviera como eje central desatar la destrucción en alguna parte del globo terráqueo.

@ Arya Macnair

[Arya Macnair]

Paseaba por los jardines cuando la vi, casi se me caen las manzanas que traía por la impresión, aunque ahora mismo jurásemos lealtad al mismo bando, mis recelos para con Juv se mantenían intactos. Una sorpresa para mi fue cuando el libro de las sombras arrojó su nombre una noche cualquier mientras Cissy y yo bebíamos bourbon en la librería de la familia, recuerdo haber pensado "un nuevo miembro ha surgido en Londres" como pasó conmigo hacía ya tantos años, pero jamás me habría imaginado que fuese ella. Le seguí el paso desde la verja hasta la puerta principal, con la mirada, no quería tener que cruzar palabra alguna todavía con ella pero debía de estar alerta pues mi familia residía a paso más. 

Los gemelos dormitaban en la habitación de Pik, Aidan asomó por entre las cortinas, miró a la Nigromante y luego a mi como buscando algún tipo de aprobación. Dejé la cesta en el suelo y negué con la cabeza girando sobre mis talones para desaparecer del exterior y, cuidadosamente, materializarme en la planta alta de la Mansión justo cuando la mujer colocaba su mano sobre el pomo de la puerta. El vestido azul que traía se arremolinó a la altura de mis rodillas y casi me hace caer, suerte que pude aferrarme al barandal de las escaleras y no formar papelón. 

Quería mantenerme callada el mayor tiempo posible pero la primer palabra que mis oídos captaron de su boca hizo que me quemara la nuca, allí donde sus ataques habían dejado cicatrices que no cerrarían siquiera con magia. 

—Dichosos los ojos que te ven.

Exclamé con voz clara, desde las alturas, como digna anfitriona del lugar, brazos extendidos, manos sobre la madera y una expresión desafiante que no muchos conocían, el semblante tieso como una rosa, Juv aun me aterraba muy muy en el fondo. 

@ Juv Macnair Hasani

[Albus Renaldi Macnair]

Mi aparición en la puerta principal de la mansión debía ser algo normal para mi pero había pasado tanto tiempo que sentía que estaba en algún lugar desconocido. ¿Debía tocar? Di unos cuántos pasos hasta la puerta y las hojas que quedaron detrás de mi rápidamente se convirtieron en una fina arena que se disipó en el aire. 

 

Llevaba a cuestas una pequeña bolsa de viaje de cuero, llevaba todo lo necesario para hacer la vida en otro lado, aunque esperaba no tener que volver a irme. Empujé una de las hojas de las puertas y cedió ante la fuerza, dejándome ver el amplio recibidor. 

 

Al parecer nadie se encontraba en casa. Cómo siempre, sólo y tranquilo. A rita le encantaba escuchar solamente mis pensamientos, así no se perdía de nada. 

 

Dejé caer mi maleta a mi lado y esperé alguna respuesta. -Hay alguien?.- Esperaba ver por lo menos a alguna de mis hermanas.

[Ada Camille Dumbledore]

Hacia ya tiempo que tenía pendiente la visita a mi amiga Idylla, teníamos mucho que hablar desde la última vez que habíamos estado en el puerto en un negocio importante y todo se había descolocado, después apenas nos habíamos visto en la cena de inauguración de la embajada Francesa y definitivamente tenía mil excusas para pasar un tarde con ella, llevaba en la mano una botella de mi vino preferido, la verdad es que cualquier excusa era buena para lograr probar un Chateau Petrus. También llevaba una selección de quesos y carnes curadas para degustar juntas en una tarde de risas y charla.

Arribe al edifico, deje a mi loba huargo en la entrada principal, así ella no estaría incomodando a los dueños de casa y aún así yo estaría protegida porque ella estaba cerca. Prácticamente la usaba de escolta después de la última experiencia con mis escoltas humanos.

Llegué hasta la puerta principal y tenía las manos ocupadas para tocarla, mi elfina Lynette me recibió la botella y la bolsa y toque la puerta, haber si era la misma Idylla quien me abría la puerta

@ Idylla Macnair T.

@ Albus Renaldi Macnair

 

[Idylla Macnair T.]

La Macnair no sabía que hacer, el día se tornaba por momentos un poco aburrido. Ella caminaba por la casa como un alma en pena sin saber que hacer, hacia mucho tiempo que nadie se paraba en la mansión por lo menos para dedicarle un hola. Esto parecía un cementerio por la cantidad de almas  fantasmas que ya ni se aparecían y su hermano quien sabe dónde se encontraba.

 

Mientras estaba dando una vuelta por el jardín trasero escucho a lo lejos como alguien tocaba la puerta de entrada, poniéndose una vez más los zapatos se dirigió hacia el lugar y con un ligero bostezo recibió a la persona.

 

Su cara se transformó con una grandiosa sonrisa, su amiga Ada estába en la puerta y traía con ella una botella de vino y bocadillos -Ada, pero que alegría. Me hubieras avisado que venías tan siquiera para ponerme acordé al momento- comento la chica y se hizo a un lado para dejarla pasar a ella, a su Delfina y a su perro guardian -el perro puede esperarte en el jardín trasero y puedes sentirte cómoda- la condujo hacia la sala de estar donde estarían más cómodas - ponte cómoda mientras voy a la cocina por unas copas y más bocadillos para platicar, Albus ahora no se encuentra pero lo podemos llamar para hacer esto más divertido-

 

Se dirigió hacia la cocina con una sonrisa, agarró la varita que llevaba en sus ropas y se vistió con algo más cómodo, unos jeans y una camisa holgada. Se adentro en la cocina y saco dos copas -Artemis- dijo de la nada y la elfina apareció con un ligero puff - necesito que prepares unos bocadillos y nos los lleves a la sala de estar a la señorita Dumbledore y a mi- comento la chica y la elfina solo asintió, volviendo sobre sus paso a la sala de estar, sonrió mientras veía a la chica.

-Bueno, que comience la fiesta entonces. Cuéntame Ada ¿Que a Sido de tu vida últimamente? La última vez que te Vi fue en la fiesta de tu mansión, en la que todos quedaron muy ebrios- comento la chica mientras servía las dos copas.

 

@ Ada Camille Dumbledore

 

 

[Sagitas E. Potter Blue]

Calor, muchísimo calor. Qué engorro tener tiempo libre para estar media hora en la sauna de aquel spa... El calor me agotaba pero abría los poros y decían que iba muy bien para el cutis..., como si a mí me hiciera falta... Pero la diplomática que estaba conmigo se había empeñado en que debíamos hacer "cositas de mujeres", así que , por el bien de las relaciones futuras entre Inglaterra y Noruega, accedí. ¡Maldita sea la hora! estaba sudando como un muñeco de nieve en verano, soltado chorros de agua por todas partes de mi cuerpo.

Cuando conseguí la aceptación para el control de trasladores entre ambos países, me disculpé con amabilidad. O salía de allá o no haría falta que nadie acabara conmigo porque lo iba a hacer aquel calor. Me puse mejor el turbante de toalla en la cabeza y me subí la toalla del cuerpo, que luchaba por resbalar con el sudor. Crucé la puerta tan deprisa que no sentí o no vi el peligro.

En cuanto crucé la salida, sentí un "clack" que me dio la idea de que algo no iba bien, el tirón de estómago me hizo darme cuenta que estaba siendo transportada de alguna manera y el golpe de costado contra un suelo elegante y muy limpio, que había llegado a mi destino. Todo en un segundo.

-- ¿Qué demonios? ¿Pero qué...?

Una elfina me miraba desde arriba, mientras yo estaba espatarrada en le suelo. Llevaba una bandeja enorme con bocadillos.

-- ¿Por qué me has secuestrado? ¿Puedo comerme uno? El SPA me dio hambre.

[Idylla Macnair T.]

La Macnair se encontraba sirviendo las dos copas de ellos y Ada, cuando un fuerte golpe y un grito la saco de ese momento, se paró inmediatamente pidiendo disculpas a @ Ada Camille Dumbledore . Se movió lo más rápido que pudo hacia la cocina y Miro a una ministra yaciendo en el piso de esta, no podía entender que hacia ahí. 

 

Segundos después se acordó que esa misma mañana había convocado a las chicas de la marca para que llegarán a hacer un ritual de iniciación para las nuevas y las retornadas en ella. Pero no sabía si Sagitas simplemente había aparecido ahí por accidente o su cometido era terminar en el piso de su cocina. Podría ser cualquier cosa en aquellos momentos, se adelantó rápido para ayudarla a ponerse de pie.

 

-Señora ministra, ¿Está Usted bien? Vino por la reunión, espero- comento la chica del cabello morado mientras la ayudaba a levantarse, vio como su elfina iba deprisa a dejar los bocadillos en la sala - Hasta el momento solo a llegado Ada, pero estamos esperando a las demás para comenzar. Hay vino en la sala si gusta seguirme y talvez descansar del repentino cambio de escenario- hizo una mueca, y la ayudo a llegar a la sala de estar donde se encontraba su amiga.

 

@ Sagitas Potter Blue  @ Malum Luxure  @ Juv Macnair Hasani  @ Kamra Ashryver D.  @ Alyssa Black Triviani  @ Candela Triviani  @ Dana Gryffindor  

 

 

[Annick McKinnon]

Meg Moreau

¡Maldita… maldita la hora en que hice ese trato con el imb.écil de Aedus! ¡Y maldita la hora en que Aedus vino a Inglaterra y se topó con Mael! Si no fuera por Mael, Aedus jamás se hubiese interesado en unirse a los mortífagos, y si no fuera por el maldito trato que hice con él, no estaría obligada a hacer todo lo que se le ocurre como si yo fuera un títere que puede mover a su antojo.

«Ve. Es necesario comenzar a conocer y relacionarse con los camaradas». ¡Bah! Hubiera venido él… aunque, según dijo, era una reunión de chicas…

De pronto me doy cuenta de que por ir maldiciendo a Aedus, caminé con demasiada rapidez y he llegado a la puerta. Antes de tocar con los nudillos, acomodo bien mi chamarra de cuero y paso las manos sobre mi oscuro cabello para acomodarlo un poco. Casi de inmediato una elfina doméstica abre y me mira fijamente.

―Ehm… hola… ―¿qué tenía que decir? Ni siquiera sé quién rayos me convocó. Solo sé que debía presentarme ahí―. Me convocaron para una reunión… ritual… algo…

¿Estaría bien llegar así o tendría que actuar de otra manera? ¿Debería haberme vestido diferente? ¿Qué tipo de ritual será? No sé en qué rayos me he metido. Sé algo sobre los mortífagos y no me desagrada lo que hacen y piensan, pero una cosa es que apoye sus opiniones y otra es que me meta en la boca del lobo, como decía mi abuela.

En fin. Ya no hay marcha atrás. La elfina doméstica me conduce hacia el interior de la elegante casa, y mis jeans deslavados comienzan a parecerme inapropiados hasta que entro en la sala y veo a tres personas… ¿una de ellas con un turbante de toalla y envuelta en otra como recién salida del baño?

―Ehm… soy Meg. Fui convocada… ehm… soy nueva ―miré a las tres damas, aunque no pude evitar volver a fijarme nuevamente en la mujer que estaba envuelta en una toalla. Su rostro me resultaba familiar, pero no sabía de dónde.