~*Castillo de la Familia Peverell*~ (MM B: 111383)

[Hayame Snape Potter Black]

Después de lo que había sucedido en los últimos meses, había retornado al castillo de su hermana menor con un humor de los mil demonios pero con todas las ganas del mundo de tirarse a un sillón y tomar una larga siesta hasta las siguientes navidades; sabía que tenía que reportarse pronto en el Ministerio, hacía demasiado desde que se había tomado tiempo libre y seguramente el departamento de Accidentes ya debía de estar acumulando telarañas de acromántulas por todas las esquinas

Pero lo peor era saber que Lisette la seguía de cerca y que seguramente no había quitado el dedillo del renglón, en lo absoluto, a veces esa bruja era tan insistente como su propia hermanita así que mientras hundía el rostro entre un par de gruesos almohadones, finalmente en la sala de estar del castillo Peverell, emitió un gruñido de advertencia a la rubia campirana a sabiendas de que probablemente esta seguía esperándose una respuesta

-Pues no lo sé -dijo finalmente con un tono de voz ahogado y sin muchos deseos de voltear hacia la bruja -nos quieres estas navidades escondiéndonos en tu casa?... con el cambio de Ministro, no creo que deberíamos de sentir más temor ahora, las cosas deberían de estar lo suficientemente tranquilas al menos por un año -gruñó todavía muy apenas y de forma gruesa con las telas tapando una buena parte de su voz

[Xell Vladimir Potter Black]

El elfo entró con cuidado en aquel callejón. Tenía una experiencia muy negativa de la última vez que estuvo allá, con su ama y con el resto de sus familiares. No había sido una aventura agradable, así que ahora entraba con mucho cuidado en los territorios de aquella casa.

Lucía muy tranquila, es cierto, pero el elfo sabía que bajo cualquier piedra o tras una esquina, podría encontrarse algo inexplicable. Montmeló no entendía qué querría su ama Meritxell en aquella casa para mandarle con aquella petición.

A pesar de ello, el elfo acudió porque era su deber cumplir las órdenes de su ama y también porque sabía que no hay nada más importante que la famila. Y para Xell, todos aquellos extraños en su día, ahora eran familia: los Potter Black y Blue, los Vladimir, los Ryddleturn, los Snape, los Peverell... Por encima de todo, una familia unida.

[Lisette Ryddleturn]

-HEYA! ACHUT!

Una elfina había saltado desde una de las sombras para detenerse por delante de el elfo que se había asomado en aquel castillo que al menos desde su punto de vista todavía era de un rosado muy fresco.

Ni siquiera parecía que hubieran ocurrido batallas extrañas en el pasado aunque ya no recordaba si las batallas contra los demonios habían sido en aquel sitio o en otro similar pero de todas formas daba miedo.

Eso no significaba que no tuvieran miedo en aquellos momentos por cualquier persona o ser mágico que apareciese en las cercanías de los hogares que fueran parte de los refugios para la familia.

Y dado que estaban en tiempos tan peligrosos donde incluso un estornudo con poco cuidado podía convertirse en la causa de muerte de otras personas, incluso si estas eran mágicas los propios elfos estaban al resguardo de sus amos o de las familias de estos.

-Eres amigo o enemigo?

Cuestionó la elfina en esos momentos levantando una pesada olla de metal que se veía graciosa sobre los hombros de la femenina pero que esta como quiera sostenía con todas sus fuerzas en caso de que fuera un enemigo presentándose.

[Ashley Peverell]

La hermosa bruja que habitaba aquella casa no entendía lo que estaba pasando pero de algo de lo que si estaba segura era de que había percibido en los exteriores de su más que magnifica residencia los estruendos de lo que para su sistema auditivo era bajo todas las motivaciones correctas una reyerta y no cualquiera ante los deslumbrantes y radiantes ojos de aquel angel descendido de las glorias mágicas celestiales sino entre los benditos que daban de sus tiempos eternos y sus afables gestos un poco de su amabilidad para cuidar de quienes con sangre mágica les requerían.

 

-En este valeroso y sagrado hogar donde habitan los leones no se debe ni se permite agresión alguna contra los hermanos mágicos de su misma sangre, vergüenza debería de perseguirles tan solo por pensarlo ¡es prohibido en cualquier metraje de lo que en referente a mi hogar está y con valentía lo reafirmo!

 

Exclamaba la valiente y hermosa Gryffindor saliendo desde el interior de su fortaleza poderosa conforme su expresión de niña de encanto se ensombrecía con el gesto de la severidad más sublime que indicaba que no accedía a lo que consideraba como comportamientos bélicos innecesarios en lo que ella consideraba su paraíso pacífico llamado hogar.

[Lisette Ryddleturn]

La elfina de la Ryddleturn se había asustado verdaderamente terminando por dar un fuerte salto al mismo tiempo que el enorme jarrón sobre su cabeza se balanceaba por el peso que cargaba y que era superior a su tamaño.

No esperaba escuchar la voz de la dueña de aquel castillo y menos que comenzara a regañarles a ambos por lo que estaba pasando aunque si tenía que confesarlo, había sido su culpa.

-Lo siento mucho señora!

Chilló la elfina haciendo más fuerza para poder bajar aquel instrumento de adorno y colocarlo en el suelo de forma que el desbalance no provocase que al final terminara por romperlo contra el piso.

-Fué mi culpa, sentí que él se acercaba desde las sombras a su propiedad así que me tomé la libertad de tomar una pose de protección hacia usted y su propiedad y aplastarle con el jarrón!

Su vocecita cimbraba por lo aguda que era pero sus ojos decían que en verdad se sentía muy apenada hasta con el otro elfo por haberle amenazado de una manera tan agresiva y fea.

-No volverá a suceder y me disculpo por disturbarla!

[Sagitas E. Potter Blue]

La criatura se deslizó por aquel callejón, de forma furtiva, mirando de un lado al otro. Sólo era un gnomo adulterado por la basura diaria que tiraban los habitantes de Ottery, esa porquería que no tienes más remedio que tragar y comer y que te hace engordar y cambiar... Esa putrefacción que se genera por otros y que acaba afectando a uno mismo. Así, el gnomo adulterado, con dientes crecidos y atrofiados, mirada perdida y alocada, músculos flojos, con la tensión aflorando a sus ojos, se deslizaba por entre los baldosines, buscando un lugar donde refugiarse, o atacar, o comer, o vete a saber qué quería. Estaba demasiado ido en su cabeza con toda la miércoles que había ingerido y no sabía bien qué hacía ni porqué lo hacía. Tal era el estado en el que se encontraba, que vio una luz en un lugar cercano, una especie de Luz de pureza que emanaba de algún portal, un trozo de limpieza dentro de la inmundicia del lugar, y se sintió atraído.

Entendámosle. Si no hubiera sido adulterado por todo lo que le rodeaba, seguramente hubiera sido un gnomo normal y corriente que hubiera podido vivir en paz, alegre, triste o como le diera la gana de estar por sí mismo, sin más, sin molestar ni ser molestado. Pero estaba adulterado así que hasta allá se dirigió, sin más, sin saber si atacar o sólo acariciar algo puro que aún permanecía en el lugar. Sea como fuere, hasta allá se dirigió el gnomo adulterado en busca de algo.

De lo que fuera.

[Ashley Peverell]

La hermosa hechicera de oro brillante en su cabellera que refulgía como el mismo sol tomaba profundamente una respiración que ante cualquier otro momento sonaría como el aleteo de una delicada mariposa de esplendorosas alas veraniegas pero no era así al menos no por el momento, solo era la joven y angelical princesa cuya resignación a los eventos ocurridos con tan mágicos y gentiles seres solo servirían para promover una sensación de nerviosismo general que realmente no deseaba extender.

 

-Lo entiendo, sé de buena fe que sus corazones no están en la búsqueda de las guerras entre ustedes como nosotros, los estandartes de la humanidad en cuanto a la magia les hemos provocado a creer.

 

Declamó con la suavidad de una oración hacia los cielos de los que la preciosa Gryffindor sentía que había descendido pero ¡oh desdicha! he aquí la oscuridad parecía acercarse de la más incierta de las direcciones por lonque tomó con pronta bravura su rosada varita y creó un círculo de movimiento al querer ser capaz de observar con prontitud cualquiere de los peligros que acecharen en sus cercanías.

 

-¡Tomen valor mis valientes amigos, que la oscuridad de las penumbras parecendesear engullir nuestras almas para sus horridos banquetes!

[Hayame Snape Potter Black]

-Y porqué tantos gritos? -en medio de un haz de luz que se partió en el aire, la bruja salió de este para quedar cerca de su hermana con los ojos cerrados y el ceño fruncido, realmente bastante irritada -rediez, apenas voy saliendo de mi casa y no me dejan de llover lechuzas y pergaminos con problemas... fuí a buscar a mi amadísima noviecita de turno y ceros, no la encuentro aunque quizá no he buscado bien...

Entornó los ojos por unos segundos y se frotó sin pensar el viejo tatuaje que jamás se había retirado desde sus años del pasado... seguía siendo gracioso, haber puesto pies en polvorosa con la suficiente velocidad para evitar el borrado de todo; más aún, haber descabechado a unos cuántos que la habían seguido hasta Rumania para fastidiarle pero bueno, esos eran los tiempos del pasado y ahora ni siquiera tenía que esconder sus preferencias o su amor para con el señor tenebroso. Realmente, los tiempos cambiaban, a veces, demasiado rápido para su gusto...

-Y encima tenemos compañía -gruñó mientras percibía un tufillo en el aroma y sacaba despacio la varita, ya habiéndolo hecho su hermana pequeña antes -no seas boba, ponerte a gritar como si fuera una guerra no va a ayudarte -le advirtió con severidad y un tono de voz bajo mientras que hacía una seña para que retrocediesen despacio al interior del castillo -debemos de tratar de llevar a quien sea que se acerca a uno de los sótanos -sugirió con severidad

En serio, no podía regresar en paz al pueblo sin que inmediatamente cayesen ataques a diestra y siniestra??

[Ashley Peverell]

La sorpresa inundó los bellos y profundos ojos de la joven de la casa de Gryffindor, orgullosa morada de los valientes y nobles que no se inclinaban ante nadie y que luchaban hasta la última gota de sus almas y sangres por aquello en lo que creían correcto y en esos instantes en los que el tiempo parecía tomar un poco de sus propios momentos para detenerse y analizar todas las situaciones, esa en especial no le parecía de lo más correcta al respecto de lo que podía hacerse con el ser de la oscuridad que se acercaba inexorable y de manera amenazante hacia todas las mujeres y los elfos y las elfinas.

-En mi castillo de señorial presencia no accedo a la guerra aunque si tenemos que pelear, los valientes de mi casa lo haremos sin apenas parpadear porque lo llevamos en el corazón.

Orgullosa alzó la varita como si fuese una espada de brillante metal que reflejara el sol tanto como su dorado cabello que se ondeaba sin necesidad de aire, era algo casi que estaba apegado a su alma el poder dar una imagen valiente aparte de la angelical, le gustaba ello puesto que lo consideraba una especie de armadura sagrada que la protegía y la rodeaba para que pudiera enfrentarse a cualquiera de las amenazas que podían querer agredir a las cimientes de su añorable hogar y comenzó una caminata de valor con la expresión en alto para poder encontrar a la criatura y enfrentarla como debía de ser, era una hechicera orgullosa y demostraría el poder puro y de luz que llevaba en las venas por siempre.

[Lisette Ryddleturn]

-Creo que deberíamos guarecernos al menos los elfos a menos que las amas prefieran que seamos nosotros los que hagamos de batallón mientras ustedes planean lo que ha de hacerse

Dijo la elfina volviendo a agarrar aquello que tenía como arma mientras miraba a las dos brujas, esperando una respuesta de su parte aunque ya notaba que estas estaban más que dispuestas a la batalla.

Había algo que admiraba de aquellas familias y eso era que no se detenían si tenían que presentar batalla, se lanzaban completamente y sin titubear aunque en la familia de ella si eran un poco más precavidos.

-Por favor, permítanme ir primero para observar a la criatura, no quiero que ninguna de ustedes se arriesgue y sé que en caso necesario ustedes me prestarian la ayuda y el auxilio necesarios.

Las miró con algo de ansiedad y temor pero de todas maneras, se adelantó a las mujeres humanas y comenzó a buscar por uso de su larga nariz el aroma de la criatura, pensando en la mejor manera de enfrentarla sin ser devorada por esta.