⋆.:☀ Diagón Palace Hotel & SPA ☀:.⋆ (MM B: 101207)

[Leslie Ashryver PB]

Alessandra no pudo evitar sonreir ante el consejo de su abuela, tecnicamente ella tambien era vieja ya que venia reencarnado hace muchos años solo que se olvidaba quien era siempre que volvia a nacer. Su hijo Alec siempre se encargaba de recordarselo ante su abandono cuando era un bebe junto a su hermano y padre.

 

Miró con curiosidad a Ginny que se había levantado de su asiento para dar una vuelta a lo que la hizo soltar una risa medio ahogada, pensar en todo eso de la vejez habia hecho que sus ojos se llenarán de lágrimas que secó con rapidez para no derramar, esperaba que la Gryffindor no se hubiera dado cuenta porque no quería entristecerla y mucho menos que ambas se pusieran deprimidas.

 

Las palabras de su abuela la hicieron poner roja, ni ella sabía como hizo para que fueran cinco, nisiquiera se le había ocurrido o pasado por la mente.

 

-Bueno, Kam dice que tengo buena puntería- dijo colorada y con una sonrisa burlona en el rostro para despejar cualquier pensamiento deprimente.

 

Sus ojos se le llenaron de lágrimas a las sus palabras, nadie le había dicho aquello, sólo era que todo iba a ir bien pero las siguientes palabras de su abuela la conmovieron tanto que derramó un par de lágrimas a las que limpió con su manga.

 

- Gracias por tus palabras, creó que las necesitaba- le dijo.

 

La idea de su abuela le gusto pero despues de la charla en la Rambaldi su esposa habia vuelto al mundo muggle por asuntos que desconocia y no le habia explicado.

 

-Te diria que si pero Kam no esta, ella tiene asuntos en el mundo muggle- le explico dandole un par de bocados a su comida -creo que seremos nosotras dos- le explico von una sonrisa de disculpa.

 

-Esperó que no pasé nada- le dijo apenada esperando que no arruinara sus planes.

 

 

@@Ginny G Rambaldi

[Nicte Snape Evil]

- Debes regresar-

 

-No, no debo, que tú quieras que yo regrese no implica ningún deber mio para con nadie en ese lugar- Respondió la medio humana a la sombra que fielmente le seguía, el solo recuerdo de sus últimas acciones o mejor dicho la ausencia de ellos le hacía molestar sobremanera y solo lograba calmarse o aplacar la ira contenida bebiendo un trago de escocés que parecía disolver en el ambarino liquido lo poco de aquella visita fugaz al pueblo donde su madrastra tenía sus negocios.

 

- Esta vez no te arrepentirás y te llevaras más de una sorpresa, además así aclararas las cosas con Sol- replico la voz nuevamente, intentando hacer que la mujer cambiara de parecer.

 

- No me interesa, tengo todos los mortales que necesito aquí y si algo he podido comprobar es que las segundas partes con los magos no son buenas, así que ya cállate y déjame beber en paz- Dijo la peliblanca, mientras salía de la habitación con un portazo que se escucho en todo el club de su propiedad, poco le importaba lo que pensaran quienes allí se encontraban y la manera como la vieran después de aquellas escenas recurrentes de rabia y molestia injustificada a sus ojos, había mucho de cierto en la afirmación del espectro que la seguía, la mitad demonio de su ser la increpaba a regresar y acabar de una vez con aquella situación. Más de una vez en los últimos 6 meses se había despertado a mitad de la noche con sueños inquietantes referentes al mundo mágico, Nicte sabía que nada tenía que ver su lado mágico, pero se habían tornado cada vez más frecuentes y reales logrando alterar su esencia demoniaca. De un solo envión tomo el restante del contenido de su vaso y abriéndose paso entre la gente se dirigió a la barra en medio del bullicio de una noche de viernes que precedía la locura del fin de semana que se desataba dentro de las paredes de su negocio.

 

- Tomare unas pequeñas vacaciones, quedas a cargo- Dijo la peliblanca a la chica que parecía llevar las riendas de la barra de aquel lugar, dejándola sin palabras y con la boca entreabierta y sin mediar más palabras tomo una botella del aparador y salió por una puerta falsa ubicada en el piso de la barra.

 

- Ya deja de reírte - Pidió la semidemonio mientras era engullida por las sombras de una esquina del estrecho pasadizo.

[Sol Lestrange Black]

Hacia ya tiempo que no pasaba por al Hotel, me sentía rara, cada que traspasaba aquella puerta tenia aquella opresión en el pecho, como si dentro sintiera que el corazón se me estrujaba sin tener la menor idea del por qué. Era extraño como aquello me pasaba siempre en los mismos lugares, en el ministerio y en el hotel era donde frecuentemente me tenía aquella sensación como si dentro de aquellas paredes hubiera dejado algo muy preciado que ahora no podía recordar.

 

Suspiré intentando alejar aquella sensación que volvía a estrujarme el alma. <<Basta Sol te estas volviendo loca>> repitió aquella vocecita en mi cabeza que parecía siempre estar dispuesta a distraerme cuando aquel pensamiento difuso intentaba adueñarse de mí.

 

Como no visitaba tanto el lugar había tenido que contratar a una persona que se encargara de llevar todos los pendientes que por mi falta de interés había omitido. De lo poco que conocía al hombre sus referencias eran magnificas por ello, había tenido la confianza de prácticamente dejar en sus manos el negocio. Los impecables resultados de los últimos meses me habían dado aún más la razón, Neo Green era un perfecto administrador.

 

--Buenos días, bienvenida Madame Lestrange…--Me saludó de manera exagerada una joven bruja que estaba tras el mostrador, le devolví la sonrisa con el mismo entusiasmo antes de saludarle también leyendo su nombre en su identificación.

 

--Gracias Alice, buen día…-- saludé buscando con la mirada a Neo, generalmente estaba dispuesto tras el mostrador atento a las mínimas necesidades del servicio. –¿Neo esta por aquí? – pregunté al no verlo en primer lugar.

 

--El señor Green está en su recorrido habitual madame ¿Gusta que lo mande buscar?—la joven se esmeraba en quedar bien conmigo, lo cual me parecía bastante divertido al notar su nerviosismo.

 

--No te preocupes Alice, puedo esperar, no quiero interrumpir sus labores—afirme guiñándole un ojo a la joven. Di media vuelta y me dirigí a una de las salas de cómodos sillones dispuestas en la recepción dispuesta a esperar. Era momento de dejar de escapar de algo que no sabía que era y tomar en serio mi negocio.

[Nicte Snape Evil]

El cuerpo de la Snape se materializo emergiendo de las sombras de un árbol ubicado en uno de los tantos espacios verdes de la capital británica, La ciudad de Londres siempre tenia en ella ese efecto vivificante pese a su ambiente frio y lluvioso, contrario a lo que la generalidad de la gente opinaba acerca de aquel clima a la chica le resultaba muy estimulante, con botella en mano y con paso decidido comenzó a transitar la distancia hacia uno de los múltiples accesos del callejo Diagon. Fuera de su norma habitual, la peliblanca comenzaba a disfrutar aquella habilidad de desplazarse de un punto a otro del planeta en cuestión de segundos, podía ir de Buenos aires a Dublin sin siquiera haber terminado el trago que tenía en la boca, pero nunca perdia la oportunidad de caminar por aquella vieja ciudad.

 

La estrepitosa caída de su casa y la venida a menos de quienes ostentaban el apellido Snape la habían dejado sin propiedades en el mundo mágico y si bien ya no quería tener nada que ver con el mundo mágico de manera formal, deseaba cerrar círculos y recuperar espacios, aunque solo fuera por diversión. Solo un sitio podía ofrecerle a la chica lo que necesitaba; respuestas, techo, abrigo, amistad y una botella llena, ya que la que portaba se vaciaba rápidamente a medida que seguía caminando.

 

- Deberías dejar de tomar así - Dijo la voz que siempre la acompañaba y que al caer un poco de oscuridad ocupaba el espacio de la sombra de la semidemonio, en más de una ocasión le había salvado el pellejo debido a las múltiples imprudencias de la chica quien dejaba claro que su posición en el inframundo era superior, olvidando algunas veces que existían personajes de mucho mayor rango que ella.

 

- ¿Cuál es tu empeño ahora en cuidarme? Realmente te pones pesado con eso de ser mi sombra- Dijo Nicte mientras daba un largo trago a la botella y esta se iba llenando de vacío. Al doblar una esquina vio la entrada del local que dentro de poco se convertiría en su refugio y hogar y en la entrada una figura familiar al verla la peliblanca no pudo disimular una pequeña sonrisa.

[Sol Lestrange Black]

Seguía sumida en mi mundo, leyendo aquella revista de chismes que parecía tener como único fin terminar con la reputación de algunos magos y brujas de la ciudad, incluso de algunas otras partes del mundo. Algunos nombres conocidos me hicieron rodar los ojos, en realidad ninguna de aquellas "noticias" me tomaban por sorpresa, era por demás conocidas algunas de aquellas palabras que se mostraban como primicias.

 

 

No noté cuanto tiempo había pasado desde mi llegada, hasta que uno de los camareros apareció con una jarra de limonada fresca, sonreí agradecida, mientras con toda la amabilidad aquel joven de cabellos ensortijados oscuros servia el contenido de la jarra en uno de los vasos, tendiéndolo para mi. Seguramente aquel detalle era cortesía de la chica de la recepción.

 

 

--Muchas gracias...-- dije al joven regalandole mi mejor sonrisa que pareció descolocarlo un segundo, aquello alimento mi ego, era bastante común que provocara aquellas reacciones aunque en los últimos tiempos no había puesto mucha atención en ello. Removí mis cabellos de manera coqueta y me lleve el vaso a los labios sin que aquel hombre perdiera detalle hipnotizado por cada uno de mis movimientos suaves y delicados. Sacudió la cabeza aturdido antes de poder responderme.

 

--Estoy para servirle madame...-- y con las mejillas sonrojadas se retiro, provocandome una suave risa.

 

 

En ese momento levante la vista y como si de un imán se tratara una joven de cabellos blancos me miraba con una sutil sonrisa dibujada en sus labios. Tarde apenas unos segundos en reconocerle, era la misma de siempre, elegante y con aquel porte que decía a gritos que el mundo no le merecía. Deje el vaso en la mesa y como impulsada por un resorte me puse pie y corrí los pocos metros que nos separaban para atraparla en uno de aquellos característicos abrazos.

 

 

--¡¡Por Merlín eres tu!!-- dije tan fuerte que algunos de los presentes se sobresaltaron por mi casi grito siguiendo la escena.-- Nicte pero que sorpresa ingrata y mala hija...-- intenté reclamar con malos resultados, era bien sabido que la joven demonio no duraba demasiado tiempo en un solo lugar y no era fácil de seguirle la pista.--Que alegría verte cariño, bienvenida a casa...-- fue lo ultimo que dije antes de volver a abrazarle con todas las fuerzas que me daba el cuerpo.

[Nicte Snape Evil]

La efusividad de Sol siempre característica no se hizo esperar al tan solo ver a la peliblanca acceder a la edificación, Nicte seguía sonriendo al oír - Pero que sorpresa ingrata y mala hija...- para proseguir con un corto pero efusivo abrazo, si bien la chica no era afecta a las muestras de cariño sintió que aquel abrazo era lo que necesitaba para detener el pandemónium en el que se había convertido su vida mágica.

 

Un nuevo abrazo llego por parte de Sol, esta vez más fuerte y un poco más largo acompañado con las frase -… bienvenida a casa...- La semidemonio seguía sonriendo al soltarse de aquel abrazo, ya que era precisamente lo que buscaba en aquel lugar - No, esperaba menos de ti Sol - Replico la joven mientras la sonrisa se disolvía en su rostro y tomaba asiento. - Cuéntame Sol ¿Cómo va todo? Esta muy cambiado todo por estos lares, antes conocía a todos, pero realmente ahora no conozco algunos rostros, lugares, apellidos todo esta diferente- bien lo decía la semidemonio, el mundo mágico que ella conocía parecía haberse disuelto con un sueño del que solo se recuerdan fragmentos y al unirlos no parecen tener sentido alguno, como esa sensación que queda después de una noche de muchos tragos y excesos.

 

- ¿Hay alguna manera de conseguir otra de estas?- Solicito la Snape mientras mostraba la botella vacía que aun tenía en sus manos.

[Sol Lestrange Black]

Miré de arriba a abajo a Nicte mientras se quejaba de lo cambiado de la ciudad, a decir verdad la entendía, yo también tenia apenas unos cuantos meses de haber vuelto y era extraño acostumbrarse, especialmente como en mi caso en el tenia una laguna mental de un par de meses que prácticamente se habían perdido de mi memoria.

 

--Sabes que puedes y debes volver aquí cuando así lo quieras...-- le especifique convencida de mis palabras, para mi siempre seria mi hija, y ese sentimiento no cambiaría jamas en mi vida.-- Es verdad todo aquí esta muy cambiado, demasiada gente diría yo y no toda agradable cabe resaltar...-- admití rodando los ojos y frunciendo la nariz-- Pero ya habrá tiempo de ponernos al día...-- dije tomandola de la mano para dirigirla al bar de la piscina para que obtuviera lo que había pedido.

 

Caminamos por el pasillo y salimos por aquella puerta que comunicaba al espacio de la piscina y el bar a un costado, al ver aquella imagen un flashazo llego a mi mente, la misma imagen de siempre aquellos ojos oscuros que me perseguían y no podía recordar de quien eran. Sacudí la cabeza y suspiré sin terminar de entender por que me pasaba aquello, por lo que intente disipar aquel pensamiento y volver a Nicte.

 

--Tus hermanos están enormes, tal vez ni puedas reconocerles, este año se van a Hogwarts...-- comente intentando volver a la platica-- estarán felices de verte, no deben tardar en venir, adoran estar en la alberca y deben aprovechar sus últimos días por aquí...

 

Entramos al bar y nos sentamos en una de las pequeñas mesas, una camarera se acerco inmediatamente ofreciéndonos las cartas.

 

--Trae una botella de Whisky de fuego para la señorita y una de tequila para mi..-- indiqué a la camarera que se retiro sin decir mas nada- Vamos a brindar por tu regreso...-- dije guiñándole un ojo dispuesta a pasar la tarde bebiendo y hablando...

[Nicte Snape Evil]

Entre una cosa y otra las dos mujeres acabaron sus pasos en la piscina del hotel donde el cálido día mostraba sus encantos sin llegar a ser bochornoso o agobiante, la pelinegra pidió una botella de whisky de fuego para la semidemonio y una botella de tequila para sí, cabe destacar que Nicte no se esperaba celebración alguna de bienvenida tras el encuentro repentino de ambas, fue muy grato para la semidemonio saber que sus hermanos se encontraban con su madre y no bajo el cuidado de su padre y esperaba con ansias el ver lo grandes que estaban y lo felices que eran.

 

- Sol, que dicha saber que los chicos están bien contigo, de hecho vengo porque necesito preguntarte cosas respecto a la última vez que estuve aquí- Comenzó diciendo la Snape, tras darle un trago largo a su bebida y bajar la mirada en busca de la voz de su sombra quien siempre la reprendia tras cualquier intento de saber algo mas de ese espacio de tiempo perdido en su vida -Se que fui yo quien trajo a los niños pero de allí no sé nada mas hasta que me desperté en un hotel en Dublín cerca de uno de mis clubes, tengo estas lagunas mentales y pensé que podía aclararlas aquí contigo- el rostro de la chica reflejaba la preocupación que la había marcado desde hace un tiempo pues solo una vez paso algo parecido y no fue grato su desenlace al descubrir quién era su padre y la parte oscura de su pasado yahora nuevamente tenia espacios vacios y un nuevo ser que la acompañaba de dia y de noche.

 

Un par de chicos entraron en el rango de visión de la semidemonio y se abalanzaron hacia ella como si fueran jugadores de rugby, por muy poco no terminan los tres dentro de la piscina.

 

-Creo que los niños salieron a ti de efusivos-

[Sol Lestrange Black]

Sabia del poco afecto que Nicte sentía por su padre, jamás la culparía por algo así, la entendía perfectamente, conocía los alcances de aquel “hombre” y el como siempre encontraba la manera de echar todo a perder, en algún momento de nuestra historia había aprendido aquello y no de la mejor manera, e incluso hoy en día había aceptado que eso no era culpa de nadie, solo era su “naturaleza".

 

Reí suavemente por su comentario, gracias a ella había recuperado a mis pequeños y eso era algo que jamás podría terminar de agradecerle, le debía la vida de mis hijos y eso no había manera de pagárselo ni viviendo mil vidas. Tendría una deuda eterna con ella.

 

Definitivamente comprendía su sentir, no había mejor lugar para mis niños que a mi lado, sabia de las consecuencias que podría traer el estar con su padre y por ello hacia siempre todo lo posible por que estuvieran el menor tiempo posible a su lado, aunque confiaba plenamente en que ellos tenían bien marcados sus afectos y que aun con su naturaleza demoníaca, mantenían siempre cargada la balanza hacia su humanidad Lestrange y eso por cursi que pudiera parecer, estaba cimentado en el inmenso amor que siempre habían recibido en mis brazos.

 

El comentario de sus “lagunas mentales” me pareció curioso, y aunque no era mi hija de sangre, y la quería como tal por un momento pensé que era una herencia de familia, yo estaba pasando por justo eso, apenas recordaba que había sido de mi vida en entre el otoño y la primavera.

 

--Es extraño, parece que hay algo en el ambiente que hace que la gente pierda sus recuerdos…-- admití confundida mirando hacia la piscina, donde la imagen de un hombre se materializo de forma borrosa, no distinguía sus facciones, pero una ráfaga de viento me trajo aquel aroma que me parecía tan familiar.

 

Un par de huracanes entraron corriendo, sacándome de aquel intento de recuerdo, mis corazones hacían acto de presencia con aquella característica alegría que les precedía, su efusividad definitivamente también era un rasgo Lestrange que agradecía. Tras aquellos meses desde su vuelta, incluso Josué había adquirido más soltura y sus episodios de culpabilidad habían disminuido notablemente. Y qué decir de mi Nadime, ella siempre había sido una pequeña Sol, llena de vida y alegría.

 

--Tranquilos mis amores, dejen respirar a su hermana…-- dije divertida viendo como el par de angelitos la llenaban de besos y cariño.

 

--¡Que sorpresa hermanita!—soltó Nadime dando pequeños saltos apartándose apenas de su hermana con aquella sonrisa hermosa que le iluminaba sus ojos de cielo. –Nos tenías abandonados—reclamó con aquel aire tan mío que me hizo soltar una suave risa.

 

--Nicte, que bueno que viniste…-- Josué no era de muchas palabras, era reservado e incluso muchas veces indiferente, pero cuando algo le gustaba era como si se transformara.

 

La escena me parecía por demás hermosa, ver a mis hijos felices era mi propia felicidad, sus ojos chispeantes, sus cuerpos exaltados, eran la simple respuesta a la alegría que desbordaban en aquel momento, tenía apenas unos días para disfrutarles antes de que partieran al colegio, debía aprovecharlo.

 

--Pues aquí los tienes cariño—dije a Nicte cuando por fin los mellizos se apartaron para tomar sus lugares, Josué a mi lado, aún conservaba aquel apego para conmigo que lo caracterizaba, Nadime mas efusiva se posesionó de las piernas de su hermana sin que tuviera intensión de apartarse —Se han convertido en un par de hermosos jovencitos…--comenté en tono soñador de madre orgullosa.

 

--¡MAMA!—reclamaron apenados a coro con aquel característico don que tenían de hablar al mismo tiempo, que me parecía siempre tan adorable, haciéndonos reír divertidos.

[Nicte Snape Evil]

El tiempo transcurre de manera engañosa en el mundo mágico, las botellas de ambas mujeres se iban vaciando a medida que la conversación entre Nicte y Sol discurría de un tema a otro, dando saltos que incluían anécdotas personales, actualizaciones de conquistas y labores diarias, los niños jugaban en la piscina disfrutando de lo restante de sus vacaciones mientras la pelinegra y la hermana de los pequeños los miraban eventualmente salvaguardando su integridad de cualquier daño que los niños pudieran autoinflingirse mientras jugaban.

- Sol, esto ha sido mejor de lo que esperaba, me gustaría pedirte un favor antes de subir a mi habitación ¿Te gustaría ayudarme con un cambio de look? - Dijo la semidemonio haciéndole un guiño a su amiga y sonriendo.