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Juliens
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Pudo notar como la oscuridad poco a poco iba ganando terreno, quería abarcarlo todo y lo estaba consiguiendo, pues la tormenta eléctrica parecía algo lejano y ese temblor de la tierra bajo sus pies parecía ser nada en comparación a lo que estaba sintiendo en ese momento. Acarició al thestral para calmarlo y solo entonces notó que el animal no estaba nervioso, estaba ansioso, cuando levantó la mirada vio con algo de asombro como una Sombra se levantaba frente a ellas, no podía distinguirle el rostro por más que lo intentó, era una figura encapuchada y al mismo tiempo un vació inescrutable, la obscuridad más profunda y aterradora que jamás hubiera visto. Sin embargo, Kaori no podía apartar la mirada, pero tampoco deseaba hacerlo pues sentía que una parte de ella era parte de esa Sombra, la sentía en su interior y aunque al inició sintió temor, pronto se dio cuenta de que no tenía por qué tenerlo, que tan solo debía aceptarlo y dejarse guiar.

Es en ese preciso momento que Sombra desaparece, como si hubiera estado esperando que el par de brujas aceptaran su presencia, abrazaran el poder que les estaba brindando. En Las manos de Madeleine esta un grimorio tan antiguo como el tiempo mismo, tiene un símbolo gravado que le resulta un poco familiar, levantó la mirada hacía su compañera, el siguiente paso era poner a buen recaudo tan preciado objeto, devolverlo a su lugar de origen. «La Fortaleza Errante» susurró emocionada, no conocía el lugar, pero en las investigaciones que había hecho escuchó en repetidas ocasiones ese nombre.

Cuando atravezaron el portal, el cambio de temperatura es notorio, el viento soplaba gélido y lamentó profundamente no llevar ropa más abrigada. Era una suerte que Madeleine supiera en donde estaban y en que dirección buscar la fortaleza. Al llegar a un bosque cerca de un lago, la bruja recomienda ir a pie y dado que es la que mejor conoce el terreno no la contradijo, movió su varita para hacer desaparecer el thertral para luego seguir el sendero que poco a poco las hace adentrarse más y más en el bosque.

La tarde empieza a caer y el frio aumenta con cada paso que dan queriendo congelarlas ahí en donde están, entonces en el firmamento una aurora boreal aparece iluminando todo lo que toca con tonos sacados del más irreal de los cuadros, la imagen es hermosa hubiera querido seguir disfrutando de ella, pero el temblor bajo sus pies la obliga a bajar la mirada. Un altar de piedra negra esta emergiendo del suelo, la energía que irradia es apabullante, en su mente sin saber exactamente de donde proviene, se repite una y otra y otra vez una palabra «Vredersbyrd» que más que una palabra, es la aceptación de que Sombra en realidad es una parte de ella misma.

—Vredersbyrd—dice sin dudar y al hacerlo pudo percibir aun con más claridad el poder que Sombra les estaba dando, pudo sentir como la oscuridad se iba esparciendo por todo su ser y en ese momento supo sin temor a equivocarse, que podría manejarla, que era algo que siempre había podido hacer pero que por alguna razón había olvidado.

Frente a ellas se levantaba imponente la Fortaleza Errante, no pudo evitar sentirse pequeña ante tan monstruosa edificación, en cuyo interior seguramente estaban guardados conocimientos inimaginables, en cuyo interior debía estar el lugar original del grimorio que Madeleine tenía en sus manos.

—Es… —No encontraba las palabras adecuadas para describir lo sobrecogedora que era esa sensación de estar frente a un lugar que pensaron se había perdido para siempre —¿El grimorio es la llave para poder entrar? —Preguntó sin apartar la mirada de la Fortaleza.

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No conoce las montañas que van dejando atrás conforme los thunderbirds avanzan en dirección del templo Paladín. Pasa mucho tiempo hasta que comienza a entender hacia dónde van. Nunca ha visto el castillo de Hogwarts pero a lo lejos es capaz de identificar la silueta del castillo. No es idéntico a Ilvermony sin embargo tienen cierto parecido, la misma estética e incluso el mismo tipo de magia que lo protege.

 

Y entonces, cuando están cerca, esa misma magia que busca dejar a todos fuera se desvanece por un par de segundos para dejarlos pasar. Se dirigen al bosque de los terrenos, se siguen moviendo envueltos por una tormenta que no pareciera que va a dar tregua. Y no lo hace, al contrario, se vuelve más intensa a cada segundo. Para ese momento, por su puesto, Hobb ya no tiene los ojos cubiertos.

 

Mjölnir también se detiene, flota en el aire siendo el ojo mismo de la tormenta. Hobb lo toma y vuelve a sentir todo el poder que contiene, todo el poder que es capaz de atraer y canalizar. Sostener el martillo hace que se sienta más fuerte, más capaz. Siente también que entiende mejor la magia, que logra comprender lo que los une a aquella antigua figura milenaria que la mitología conoce como Thor.

 

—Estoy de acuerdo. Tenemos que encontrar el lugar en dónde Mjölnir estará a salvo, debemos demostrar a esas presencias que somos dignos de que nos confíen su poder.

 

En el momento en que toca el suelo ante él se revela el Templo Paladín. Es un edificio que se parece a un castillo, está construido de roca y da la impresión que se construyó moldeando una montaña. Las puertas de roble están cerradas, como era de esperar, y pareciera que llevan así ya un largo tiempo.

 

Aunque en ese momento no pueden verlo, los vitrales iluminan todos los rincones del interior del templo. Hay varias espadas y escudos colgando de la pared, representan la gloria de aquello que en el pasado fueron paladines. Al fondo de la sala, subiendo unas escaleras, hay un altar en dónde descansa la estatua de Thor. Es de piedra al igual que el libro y el Mjölnir que sostiene.

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Cuando Kaori pronuncia la palabra, se abre más que un portal frente a ellas. Han abierto las puertas del más oscuro y extraordinario saber, de terribles secretos, poderes difíciles de domar... Han abierto las puertas que conducen a una de las armas más poderosas de la Orden del Fénix: la Orden Oscura. No está desaparecida, no está perdida. Sin embargo, no es que la Fortaleza Errante sea la Orden Oscura. Ellas lo son y ahora Madeleine y Kaori están indudablemente seguras de ello: no hay que seguir pensando en posibilidades, en suposiciones, en esperanzas. Sin embargo, eso no significa que el camino para ellas se haya vuelto más fácil. Su aventura, apenas comienza...

 

—No estoy segura de lo que ocurre —confiesa Madeleine, apretando con fuerza el grimorio contra su pecho—. Pero ¿acaso importa? De cualquier forma, debemos seguir hacia adelante. Ya no podemos arrepentirnos.

 

Da un paso hacia adelante... Y desaparece. En un parpadeo, ya ha atravesado el portal y está a la mitad del sendero que conduce a la entrada de la Fortaleza. Nuevamente, puede controlar las energías para moverse con agilidad sobrenatural. Nuevamente, tiene sus poderes. «Pero de alguna forma, se sienten diferentes. Nuevos. Renovados. Renacidos».

 

—No estoy segura de lo que ocurre —repone Madeleine, en voz alta—. Pero creo que no se trata de una continuación. En verdad, no creo que nada vuelva a ser igual. Es un renacimiento...

 

«Y pronto, será nuestro turno. Lo sé».

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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El apremio me hizo sentir un regusto acre en la boca. Sí, éramos buenos pero sólo éramos cuatro y ellos eran Legión. Sólo cuatro almas puras (bueno, la mía casi pura y tal vez alguna más no tan digna como marcaban las reglas del Clan pero... ¿quién puede elegir en tiempos revueltos cómo se adora a la Diosa?) que luchaban contra aquella ola malvada que pretendía apoderarse de nuestra espada. Nuestro deber, encontrar Avalon, a un paso de distancia. Nuestros enemigos, a pocos más...

 

El apremio sonaba a chirrido metálico sobre losa, gustaba a sangre seca, lucía a granate oscuro. Aquel apresuramiento dolía. Por eso extendí de nuevo la mano hacia nuestra hermana recién llegada para que no se quedara atrás. Dick ya llegaba, herido, a la puerta y, eso esperaba, la cruzaba. Xell también iba por delante pero yo me refrenaba para poder arrastrarla con nosotros a la Isla.

 

-- Vamos, Karoline, ¡corre! Mira, es Avalon.

 

¡Claro, ella no la conocía aún! Sonreí.

 

-- El Clan de Sacerdotes nos juntamos en la Isla, una hermosa arena blanca acariciada por blancas lenguas de agua. Después, cruzamos el umbral que nos lleva al bosque, donde el Guardián de Hojarasca te dejará pasar si eres digna. Cuando cruzas la muralla de árboles y matorrales, se abre la más maravillosa de las tierras paradisíacas que hayas podido encontrar en este mundo. El paisaje más maravilloso, donde las plantas, los animales, los humanos, se pasean libremente, absorbiendo el poder que demuestra la Diosa. Y a lo lejos, la pirámide... Nuestro templo... Oh, Karoline, corre. ¡Avalon nos espera!

 

Di un paso atrás y, sin darme cuenta que estaba tan cerca, crucé la línea del portal. El aire puro de la isla azotó mi pelo y el perfume de las flores silvestres azotaron mis sentidos.

 

-- Estamos en casa, Karoline. Lo hemos conseguido. Hemos traído la espada a Avalon.

 

¿Se lo decía a ella o me lo decía a mí misma?

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III: LAS AGUAS DE LA VIDA

 

Si bien observan de cerca, no intervienen. No lo tienen permitido... No de forma tan evidente, por lo menos. Lo único que pueden hacer es permitirles usar su magia y observar. Y evaluar. A veces los humanos genuinamente creen que son ellos los responsables de su éxito y por eso les agradecen, aunque ellos nunca lo han pedido. No les molesta, sin embargo. Los humanos pueden llegar a ser muy incrédulos, ignoran las grandes cosas que pueden lograr por sí mismos. Ignoran que pueden unir sus cabezas y corazones por un objetivo en común, que los une a pesar de sus diferencias; eso no significa que no lo hagan, simplemente que no se atribuyen el mérito a sí mismos sino a algo más, algo superior, algo que les parece extraordinario cuando son ellos quiénes encuentran extraordinarios a los humanos.

Observan de cerca y no intervienen. Los observan purificar a la Espada de Luz para devolverla a Avalon; los observan dominar el cielo con el Mjölnir; los observan dominar las Artes Oscuras de un grimorio ancestral. No todos lo logran, pero sí los suficientes como para considerar que merecen una última prueba. Sólo una más: la definitiva.

Nuevamente, Thor, la Diosa y la Sombra se muestran ante los paladines, sacerdotes y oscuros respectivamente.

—El objeto que les confié, tiene un lugar especial aquí —nuevamente hablan al unisono, aunque los magos sólo observan un rostro y oyen una voz a la vez, los cuales son los correspondientes a su clan—. No es un objeto mágico como cualquier otro. Cuando lo ubiquen donde debe estar, liberarán nuevamente la fuente de poder mágico de este lugar.

Y recitan:


«Soy Alfa y Omega, el principio y el fin. Al que esté sediento, le daré de beber libremente de la fuente del agua de vida».

—Una vez llenas, estas fuentes no se vaciarán mientras haya alguien que ansíe y merezca usarlas. Ustedes, todos los que formen parte de su Orden, serán los guardianes de este lugar, de la fuente y del objeto legendario: todos serán responsables por su clan. Es por esto que deberán cuidar a quiénes les confían unirse y conocer esta magia.

»Y nosotros, nuevamente, nos retiraremos.

Alzan un brazo, mostrándoles el camino. Pero hay algo que se guardan: que llegar el altar del objeto no será tan fácil, puesto que un obstáculo detendrá al clan. Los temores y debilidades de los presentes se manifestarán de forma física y se agruparán para enfrentarse a ellos. No se trata de una simple ilusión o de un boggart que pueden ridiculizar; deberán mantener una gran fuerza mental y, especialmente, usar la magia de su clan para superar el obstáculo.


✾ ✾

Objetivos de la tercera y última fase de la misión:

  • Superar el obstáculo que se le presente a cada clan, en equipo, usando los poderes de su especialización mágica.
  • Colocar el objeto legendario en el altar ubicado en algún lugar de la base del clan, para alimentar la fuente de poder de cada una.

Quiénes hayan llegado a la tercera fase y logren estos objetivos, serán envueltos por las aguas de las fuentes de poder de cada clan y así serán iniciados en el mismo. Obtendrán los saberes correspondiente al primer rango de su clan y quedarán vinculados con sus poderes mágicos mientras se mantengan en la Orden del Fénix.

Editado por Ellie Moody

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Si claro casi dejan atrás a la mitad del clan, uno moribundo y otra que no sabía dónde se había metido, por fortuna el hipogrifo favorito de Dick siempre estaba atento y dispuesto a ayudar a su amigo, cosa que permitió en el último instante meterse en el portal junto a su prima Xell, y segundos después este se había cerrado, si había más sacerdotes estos tendrían que esperar un poco más ah otro llamado de la diosa, por ahora solo había 4... Y con esos bastaban...

 

--Buen chico...--

 

Decía el mago mientras se despertaba y acariciaba el plumaje de su hipogrifo bucky, el estar ahí en ese sitio tan puro sencillamente le llenaba de energía, parecía que podía correr 5 maratones y apenas comenzar a sudar... La isla sencillamente era hermosa... La playa estaba completamente limpia, el agua cristalina, la vegetación era tan radiante, fuerte, se notaba que aquel sitio era la cuna de la vida misma, Pero solo era un parecía, ya que acercándose a su tía y a su ángel de fuego, que diga la señorita Karoline sencillamente se quedó boquiabierto al ver cómo nuevamente la diosa se hacía frente ante los 4...

 

--"Soy Alfa y Omega, el principio y el fin. Al que esté sediento, le daré de beber libremente de la fuente del agua de vida"--

 

Esas palabras retumbaron en su cerebro como si de una bomba atómica fuera... Seguido de las instrucciones finales... Tenían que encontrar aquella fuente... Pero la diosa les señalaba el camino... Lo que ocasionó en el mago cierta duda... La marca ya no le dolía... En el bosque experimentó un dolor sin igual al usar las fuerzas de luz... Pero en ese sitio que suponía era el más puro de la tierra, sencillamente no le dolía...

 

--Deberiamos ir con cuidado... No tengo buena espina--

 

Se decía mientras dejaba que Xell siguiera montando a Bucky y sin decir nada más tomo a la señorita Lockhart de la manera más respetuosa posible de la cintura, pero con cierto grado de familiaridad... el pasado lo traiciona... e inmediatamente la cargo a para que también montará el hipogrifo.. Era más fácil de esa manera... Por lo que disculpándose con su tía @@Sagitas Potter Blue porque Bucky no podía con más peso... En realidad si podía, pero pobrecito :( y sin decir mas el mago comenzo a caminar en la dirección que había indicado la diosa...

 

--Vamos tía?--

 

Le decía mientras amarraba la espada con unas cuerdas a su espalda... Lo mejor sería que nadie la tocará por ahora...

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Vera observa, perpleja, el enorme castillo construido en la roca. Es imponente y majestuoso, incluso en aquella cerrada oscuridad que precede al alba a punto de nacer. Con sus pupilas dilatadas, la joven bruja observa, en toda su nitidez, la construcción que tiene frente a ella, horadada al pie de una gran montaña.

 

—La roca está impregnada de magnetismo. Toda ella está recorrida por filamentos eléctricos, que recorren sinuosos las cavidades y curvas de las rocas, en dirección a las puertas de roble.

 

Vera no sabe si ve aquellos filamentos debido a la rareza de sus ojos o porque aún sostiene en su mano el Tambō, el arma que los tres paladines han dirigido al suelo al unísono para hacer aparecer el Templo Paladín. Seguramente es esto último, puesto que nunca antes ha sido capaz de ver nada parecido.

 

Mackenzie, a su lado, no dice nada. Parece no ver aquellos hilos eléctricos, pero ella ya ha guardado su Tambō.

 

Es entonces cuando oye de nuevo la voz que ha escuchado antes. La voz de Thor, esa presencia que les ha estado guiando hacia el Templo Paladín. Les habla del poder de Mjölnir, de la importancia de retornar el Martillo de Luz a su Lugar Sagrado. De los poderes de los Paladines y de su deber sagrado como guardianes del Templo Paladín.

 

Cuando la voz termina de hablar, Vera se siente revitalizada. Nota que la fuerza de la tormenta impregna cada rincón de aquel lugar y siente que toda esa fuerza penetra en ella, la nutre y vivifica. Todavía nota su piel de un tinte más claro del habitual y sabe que sigue bajo la influencia del poder del Fortress, ahora si cabe, más potente aún. Su piel se ha transformado en una fina pero potente armadura. Tan fina que es imperceptible a ojos humanos, salvo por el leve cambio de color. Y tan potente, que Vera está segura que podría resistir en aquellos momentos la fuerza de un ciclón.

 

Comienza a clarear el día y nota el peculiar dolor en los ojos. Sus pupilas se contraen al contacto con la creciente luminosidad, hasta convertirse en dos diminutas puntas de alfiler. Antes de quedarse ciega por completo, vuelve a colocarse la venda que le cubre los ojos y que le permite dilatar las pupilas sin que éstas sufran por el contacto directo de la luz. Es la única forma en la que puede ver durante el día.

 

Todavía con el Tambō en la mano, lo apunta hacia los delgados hilos de eletricidad que recorren la roca en dirección a las puertas cerradas de roble. Por instinto, comienza a mover el Tambō, haciéndolo girar, y los pequeños filamentos responden al movimiento del arma. Intenta alguna forma en que puedan penetrar en la cerradura para abrirla, pero es inútil. Casi está por abandonar su torpe intento, dejar que sean otros los que traten de abrir aquellas enormes puertas del Templo Paladín, cuando observa que varios filamentos se unen en torno a una cavidad en la roca. Parecen estar marcando algo...

 

Vera apunta el Tambō hacia allí y una enorme llave de metal es atraída hacia ella. ¿Será esa la llave para abrir las puertas del Templo Paladín?

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firma
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Come, my friends,
Tis not too late to seek a newer world.
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La cercanía con aquellas personas le gustaba, le hacía sentir un bienestar que no imaginó posible, como tampoco imagino ver a la diosa de Avalón en persona, aunque sólo fuera por un breve instante, ahora que se había marchado, la trilogía de voces con el elocuente mensaje retumbaba en su cabeza, y cada minuto que pasaba cobraba mayor sentido e incluso cumplimiento.

 

Xell con mucha dulzura contestaba sus preguntas mientras que una energía cual imán hacía que Karoline quisiera ir junto a la espada, Sagitas las instaba a tomarla, a tocarla, a sentirla, quizás fuese necesario para entender aún más su propia naturaleza. Dick por su parte permanecía distanciado aunque dudaba que estuviera ajeno a lo que hablaban o les rodeaba.

 

Karoline siguió a Xell, aceptando la invitación de la portadora de la espada y la tocó, de inmediato su cuerpo se calentó, la energía de que estaba hecha la hoja parecía circular por el propio cuerpo de la pelirroja, haciéndola temblar, vibrar y abriendo su mente, comprendiendo y aceptando lo oculto y desconocido, se sentía plena y por una breve fracción de segundos recordó a las chicas que le indicaron el camino, y también las otras dos energías mucho más adelante que debían pertenecer al dueño del patronus y una semejante, ellos los intuía diferentes, poderosos en otro sentido, con otros motores, si, si, como la oscuridad abrasante de aquella noche o como el ímpetu de la tormenta que cubría los terrenos, fue entonces que lo supo, eran miembros de los otros dos clanes, hijos de la Orden del Fénix, luchadores incansables del bien aunque con diferentes esencias, armas y dones, cada cual libraba su propia batalla, cada cual seguramente debía cumplir una misión para que juntos lograrán ese bien mayor.

 

La voz de alarma de la hermana Sagitas hizo que las orbes esmeralda buscarán entre los árboles algún rastro de enemigos, era lógico que otros seres codiciaran la espada y vinieran por ello, entonces comprendió que no era solo transportarla, había que defenderla como sacerdotes que eran hasta su morada ancestral.

 

Admirada sintió la vibración bajo sus pies, el despertar de la naturaleza misma, como si los árboles, raíces, tallos y cualquier forma arraigada a la tierra tuviera vida, y la tenían, era Sagitas quien lo provocaba, la escucho mencionar un hechizo que no sabía que ella misma conocía y su efecto inmediato. Xell por su parte parecía tan frágil, hasta que el aire se manifestó de forma intensa y una laza que no vio salir dio en el blanco de uno de los enemigos

 

¡Cuanto poder! pensó viendo ahora al Dick manifestarlo a través del agua pura y cristalina que pronto se reunió elevó y luego baño aunado a una purificación, ya había entendido lo que querían decir con poder de nacimiento y también con la mención de los cuatro elementos, el camino estaba trazado y la puerta aparentemente abierta, pero la madre naturaleza no aceptaba equívocos, o nada a medias, no aceptaba menos que un todo, por eso cuando corrieron hacia el árbol cuyo grueso tronco parecía abierto, varias escamas de corteza sellaron la abertura dejando apenas los bordes libres que emanaba la brillantez del medio bloqueado portal.

 

--¡Vamos!-- aceptó la Lockhart al tocar la mano de Sagitas, pero no sin antes dejar fluir la energía de aquel poder por todo su cuerpo, un fuego pareció consumirla, pero no la quemaba y cuando estiró sus manos hacia el suelo separadas de su cuerpo una barrera de fuego se alzó hasta tocar el viejo árbol, con lo cual el portal quedó totalmente libre, pero Ela también había invocado Beltane aquel fuego sanador que se esparció hasta alcanzar a uno de los animales del bosque que había sido pisoteado por los enemigos de Avalón, de la Orden del Fénix y del equilibrio mágico, el animalito recuperando la movilidad y la salud corrió a desaparecer entre los árboles.

 

Los sacerdotes estaban listos, unidos, conscientes de la naturaleza externa que ahora reconocían dentro de sí mismos, Avalón los esperaba como los esperaban sus maravillosas dádivas de conocimiento y poder.

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Aquel cúmulo de sensaciones me provocó una serie de reacciones antagónicas que no sabía cómo asimilar; tuve ganas de reír pero también de llorar, de clamar a la Diosa por su Gracia pero también de implorar su perdón por tanto tiempo perdido en la búsqueda de la Isla. Así, esperaba que nadie se hubiera fijado en mi cara durante esos segundos en los que no supe cómo reaccionar. Después, sonreí, la mejor de las muecas y la más acertada en aquellos momentos.

 

-- ¡Dick, Xell, es Avalon! ¡Karoline, bienvenida a Avalon!

 

Me llené los pulmones de aquel aire puro y ansiado, casi olvidado, cuando sentí la voz de Dick. Mi sonrisa amplió cuando vi a su hipogrifo. Asentí, sí, había conseguido que su criatura le siguiera y le ayudara y ahora retozaría en aquella paradisíaca isla. Alcé la mano para tocarlo yo también pero, en aquel instante, sentí la melodiosa voz de la Diosa, hablándonos: «Soy Alfa y Omega, el principio y el fin. Al que esté sediento, le daré de beber libremente de la fuente del agua de vida».

 

Tuve un pequeño brote de ansiedad. ¡La Diosa estaba allá, con nosotros! Decía que aquel objeto, por la Espada, tenía un lugar en Avalon donde debíamos depositarla. Por supuesto, yo sabía donde era, el altar dentro del Templo, allá podría descansar. Pero el Guardián de la Isla estaba allá, para probarnos dignos y yo lo había olvidado. Así, me atrapó su prueba y caí en ella, sin darme cuenta.

 

-- ¿A dónde te crees que vas, muchacho? Esa espada no es tuya, no tienen ningún derecho a llevarla encima.

 

¿Pero qué me sucedía? ¿Cuestionaba que Dick se llevara a Karoline en aquel animal y que nos dejara atrás? ¿Qué es lo que me pasaba? El lado impuro que aún trotaba dentro de mí se revolvía ante su actuar.

 

-- ¡Tú! ¡Devuélveme la espada! ¡Es...!

 

(¡No, no, Sagitas, no...!

 

-- ¡... Es mía!

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Conforme la noche parece llegar a su fin, hacen lo propio los Thunderbird que Hobbamock invocó al inicio de aquel viaje hacia Hogwarts. Todavía no sabe como reaccionar ante el imponente Templo Paladín. Está confuso y no es capaz, aún, de asimilar toda la magia que parece venir del interior del edificio. Le cuesta aún más, si es posible, comprender toda la energía que siente en El Martillo. No es un poder que le pertenece al mago y sin embargo una parte se une con su propia magia, volviéndolo más fuerte.

 

En ese momento no tiene la varita mágica, pues en la mano izquierda sostiene a Mjölnir y en la derecha una extraña arma llamada Tambō. Y aunque aquella especie de bastón no es tan fuerte como El Martillo, si que lo siente más personal, más parte de si mismo. Es como si, de alguna forma, aquella arma estuviera conectada con su propia esencia.

 

Vera es quien toma la iniciativa usando el poder del Tambõ para invocar la llave que los llevará, finalmente, al interior del templo de los Paladines. Pero... duda... ¿Es él realmente digno? ¿Es él, quién ha caminado por la oscuridad durante tanto tiempo, digno de ingresar a aquel lugar tan sagrado? La voz de aquel amor que perdió cuando era mucho más joven vuelve a hablarle luego de muchos años de silencio. Le convence de que es digno y de que ha dejado la oscuridad atrás. Al menos la suficiente.

 

La llave que Vera logra convocar no es suficiente pues en el momento en que ella la toma entre sus dedos la puerta de roble es cubierta por roca. Es un material que se parece mucho al templo, se convierte en una caja de roca de apariencia impenetrable. Le toca a él, lo siente. Es su turno de buscar en su cabeza, es su turno de encontrar una forma de habilitar la entrada.

 

Divine Force

 

—Creo que tengo una idea.

 

Aquellas palabras siguen retumbando en su cabeza. Camina en dirección a la roca, justo ahí en dónde antes estaba la puerta de roble. Cierra la mano haciendo puño y se detiene. Respira varias veces para lograr la mayor concentración. Suelta un solo golpe con el puño. Le duele, aunque no se hace daño. Un par de segundos después la roca cae al suelo dejando nuevamente visible la puerta de roble que se abrirá con la llave de Vera.

 

 

 

 

@@Mackenzie Malfoy

Editado por Hobbamock Graves

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