Château de Rune (MM B: 115221)

[Helene Eloise Bellerose]

Hélène permaneció preocupada, esperando en vano que alguien llegara y le dijera que todo era un chiste macabro. No podía aceptar la realidad que se desplegaba ante sus ojos: un cadáver en su salón, un artefacto oscuro. Sus cejas se fruncieron con preocupación, y sus labios se apretaron en una fina línea, reflejando su nerviosismo interno. Miraba el cuerpo sin vida con una mezcla de temor y altivez, sin atreverse a moverlo ni un palmo. La idea de que bajo la capucha podría estar Martín Black, que aunque no conocía muy bien, (si si, eran familia y todo eso) sabía a ciencia cierta que había estado o estaba aún (eso no le constaba) envuelto en oscuridad, rondaba en su mente, aumentando su inquietud. Sus ojos azules, normalmente dominantes, reflejaban ahora una vulnerabilidad que rara vez mostraba.

La relación con el pelo blanco, Auxerre, era curiosa. Aunque no eran muy cercanos, lo apreciaba profundamente. Sentía que él sería la persona adecuada para tranquilizarla en esta situación. Recordó cómo solían compartir risas y conversaciones ligeras en el pasado, y anhelaba esa sensación de confort en este momento de incertidumbre.

Por suerte, no pasó mucho tiempo antes de que escuchara los pasos apresurados de Auxerre por el pasillo. ¿Cómo era posible que no se hubiera dado cuenta del caos en el salón? Su mirada confundida se encontró con la suya, expresando reconocimiento y horror al ver el cuerpo y el artefacto. Bellerose se mordió el labio inferior, tratando de contener un temblor en su mandíbula mientras luchaba por mantener la compostura.

La castaña se acercó a Auxerre con avidez, buscando consuelo en sus brazos como una niña asustada. Aunque tenía miedo, trataba con todas las fuerzas que no se le notara. Su cuerpo temblaba ligeramente, y sus manos se aferraban con fuerza a los pliegues de su vestido. Su corazón latía con fuerza, y podía sentir el pulso acelerado en su cuello. 

—Yo acabo de llegar —se explicó, inquieta, mientras sus manos hormigueaban nerviosas—. Me mandaron a llamar. ¿Cómo es posible que tú no te hayas enterado mientras esto ocurría? —le reprochó con dureza, separándose de él y sintiendo que los nervios la traicionaban. La idea de que el muerto pudiera ser Martín Black la atormentaba. Una oleada de adrenalina la recorrió, y su respiración se volvió más rápida y superficial.

—¿Y si es Black? ¿Y si finalmente lo mataron? —emitió un sonido extraño, como un chillido, mientras su postura se crispaba—. No he querido tocar nada. 

La atmósfera del castillo medieval en la noche, iluminado apenas por antorchas titilantes, añadía un aura de misterio y tensión a la escena. Las sombras danzaban en las paredes de piedra, creando figuras fantasmagóricas que parecían observar a Hélène con ojos malignos. El silencio del lugar solo era interrumpido por el crepitar de las llamas y los murmullos inquietantes del viento que se colaba por las ventanas. 

—Y sobre eso… — señaló la esfera con un gesto seco de cabeza. —No lo quiero en el salón. —Musitó, estremeciéndose. ¿ Acaso la temperatura había bajado tanto en los últimos minutos? ¿ O era la adrenalina haciendo de las suyas? Supuso que tremendo ya había sido ese reencuentro familiar, pero ya habría tiempo para ponerse al día, una vez que todos sus temores hubiesen sido disipados, claro estaba. 

Editado 1 Mayo por Helene Eloise Bellerose