Prueba del Libro de Merlín - Noviembre

[Asenath]

-  Al vincularse podrás percibir cosas de la otra persona, así como mejorar los sentidos y vitalidad… un protector es alguien que te defenderá o a quién defender, dependiendo de qué rol tengas en ese momento. ¿Protegerte? ¿De qué? Para vincularte o que quieran vincularse contigo debe haber cierta confianza… así que no deberías buscar una defensa -lo observó detenidamente, no podría pedirle que se vincule con nadie para aprobar aquel libro pero sí podría indagar -Quiero dos nombres, o al menos uno, de con quién crees que podrías llegar a atreverte a utilizar el vínculo. -no era una pregunta, exigía una respuesta.

Una vez que Mael respondiera, un portal se abriría frente a ambos, el mismo los conduciría al sitio en que llevarían adelante el duelo, la etapa final de aquella clase. Él no lo sabría, pero al cruzar lo harían hacia el primer sitio que se cruzara por su mente. Asenath estaba intrigada.

Condiciones

• No existen límites entre la respuesta del Uzza y el alumno.
• Duración del Duelo: 23 al 28 de noviembre
• Nos regiremos por las Reglas de Asaltos y Duelos
• Listas de Hechizos (enfocándonos principalmente e los del Libro de Merlin) 
• Quedan prohibidos los Off's y las ediciones. 
• Consultas, dudas o sugerencias, referirlas a este topic Consultas Libro de Merlin

[Mael Blackfyre]

Miré detenidamente a Asenath, al notar la pregunta (un poco autoritaria) de parte de la guerrera Uzza. Hasta el momento no me había puesto a pensar en qué personas me gustaría vincularme. En algunos encuentros contra los fenixianos, había defendido y salvado a algunos compañeros. Pero ninguno de ellos a nivel emocional, por así decirlo. Mordí despacio mi labio inferior, mientras mis opciones se reducían cada vez más. No me interesaban demasiado las personas que iba conociendo en aquella comunidad.

— Me vincularía a Mica Gryffindor. Algo me dice que nuestros destinos se cruzaron por alguna razón —expliqué, como un razonamiento en voz alta que se me acababa de cruzar.

No esperé demasiado para ver que Asenath ni se había esmerado en continuar aquella charla. Me indicó que cruzara el portal y eso fue lo que hice, para prepararme para el momento del duelo. Recordé que en el anterior libro, habíamos luchado rodeados de fuego y con dragones sobrevolando el cielo. Pero ésta vez seguramente sería diferente. Aquellos portales eran magníficos, y no solo podían trasladarte en espacio, sino en tiempo. Y pude corroborarlo cuando lo crucé y avancé lentamente, directamente para pisar el césped, demasiado verde y mullido.

A unos cuantos metros se encontraba un árbol que subía hacia el cielo con sus ramas, como si fueras dedos estirados para agarrar cualquier nube. Muchos de ellos se retorcían y doblaban para llegar casi al pasto. Sus ramas gruesas portaban muchas flores de colores carmesí. Y unas hojas violetas y brillantes, a la luz del sol. Las raíces parecían grandes boas constrictoras que se enroscaban entre si, y algunas se escondían por debajo de la tierra. Un camino serpenteaba desde allí hasta un frondoso bosque, de robles, fresnos y pinos. Y esparcidos por todos lados había rosedales y arbustos florales en cada centímetro. A unos pasos, había un claro, donde el cielo se veía perfectamente. Cuando llegamos allí, vimos que se trataba de un terreno despejado de unos 30 metros cuadrados. Y donde se podía ver una de las montañas más cercanas, que en su cima, se encontraba un enorme e imponente castillo. Cuando me decidí a empezar, me alejé unos ocho metros de Asenath y le dirigí una reverencia.

— Intentaré demostrarle que soy el mejor. Ya verá —exclamé, recordando lo que le había dicho al principio. Porque era lo que pensaba. Mi mano libre fue directamente entre la vestimenta para encontrar aquel amuleto (entre los restantes) y lo pasé por mi corazón dos veces—. Caudex —murmuré, viendo como la magia Uzza hacía el resto. Por encima de su cabeza se materializaba una cúpula de magia, inutilizando completamente a Asenath ya que su magia se evaporaba por algunos instantes. Si continuaba de ésa forma, atacarla, seria de lo mas fácil y  arrastraría con poder ganar el encuentro ése. Me aferré a mi varita.

[Asenath]

Algunos magos poseían la capacidad de vincularse a los poderes de los libros sin demasiado conflicto. Eso estaba ocurriendo con Mael, dando una demostración magistral del uso del Caudex. Asenath le miraba con aprobación dejando que las cosas fluyeran de forma natural, ya tendría tiempo para atacarlo sin tener que sentirse limitada tras verse afectada por aquel conjuro. Desviando su vista hacia el castillo imaginó que pertenecía a la descendencia del Blackfyre, años y años de ver pasar generaciones de magos novatos y otros tantos que ya contaban con un camino bastante andado. 

— Interesante nombre, espero que el grado de confianza que exista entre ambos. Le permita una vinculación fluida y que le genere alguna clase de beneficio—comentó sujetando con firmeza su varita. El sitio era demasiado apacible para su gusto, verse rodeada de árboles le recordaba los sitios que los dioses destinaban para las personas que debían descansar sin ninguna clase de opresión o tortura— Ha sido muy hábil, no se lo voy a poner el tela de juicio—la Uzza echaba una mirada más detallada al castillo— ¿Le pertenece a su familia o es simplemente un sitio sin dueño?—deseaba indagar sobre el paraje que les rodeaba.

No le gustaba sentirse del todo ajena a sus aprendices, justo por eso aunque de forma reacia buscaba entablar una charla amena—Ha aprendido lo necesario, espero que sea más que suficiente para que pueda salir de aquí con el poder que ha vendo a buscar—la voz de la mujer era como un susurro en medio de la noche. Cargado de misterio y dureza, porque aunque estuviera departiendo con Mael, no quitaba que de un momento a otro le cobrará la afrenta suscitada hace unos instantes.

— Siga concentrado, no deseamos que por un pequeño error todo se vaya al traste—asintió respirando con parsimonia. Las hojas de los árboles se mecían en el firmamento, siendo arrastradas por una brisa que le daba otro toque a esa escena que era protagonizada por el par de duelistas.

[Mael Blackfyre]

Levanté el mentón a modo de soberbia, porque eso es lo que era. Ver a la poderosa guerrera Uzza sin poder utilizar magia, era un momento que tenía que aprovechar para disfrutarlo. Aunque hubiera sido mejor hacerlo en otro momento, en cuanto más lo necesitara. Pero sabía que las pruebas tenía que demostrar todo absolutamente lo más rápido posible. Giré mi varita entre los dedos y respiré, era hora de empezar.

— ¡Vara de Cristal Expelliarmus! —mi varita se extendió unos dos metros, en una enorme vara tan oscura como la noche, llena de arabescos y jeroglíficos plateadas brillantes. En la punta llevaba la cabeza de un cuervo, con dos gemas como si fueran ojos. Lo sumé al encantamiento de desarme por excelencia, quería demostrarle que sí sabia usar los poderes Uzza. El hechizo se convirtió en rayo y se efectuó contra Asentah, automáticamente su varita salió volando unos metros.

Mientras tanto, pensaba en que no podía hacerle perder el tiempo (más) Aún apuntando con la varita, pensé en un Flechas de Fuego, para que Asenath no tuviera mucho margen de defenderse. Los filamentos de fuego salieron despedidos contra Asenath, uno tras otro para impactarla y quemarle en cuanto pudiera. ¿Cómo se defendería?

@ Asenath

[Asenath]

La sonrisa en los labios de Asenath era una fina línea que se apretaba, sintiendo orgullo al ver como Mael había conseguido vincularse con éxito al Libro de Merlín. Dando una cabezada en señal de aprobación, viendo como su varita salía volando no muy lejos de ella alargó su cuerpo para pillarla y hacerse de nuevo con aquella arma que seria su defensa final contra su alumno. Aquella prueba se había tornado más interesante de lo que esperaba, dando un profundo respiro dejaba ir toda esa tensión acumulada al ver como dentro de poco el capitulo que había iniciado junto al Blackfyre se cerraría de forma definitiva

— Es gratificante ver que sus esfuerzos, darán los frutos que tanto anhelaba conseguir—la voz de la Uzza de transformó en un susurro. Percatándose que varios filamentos venían contra ella, pero no le daría la oportunidad de quemarla viva y en el peor de los escenarios acabar con la vida de la guerrera—Arena de Hechicero—pensó justo a tiempo, evitando de ese modo que la buena puntería de su rival fuera certera. Al estar imposibilitado de apreciar con detalle, donde estaba su mentora, las flechas de fuego quedaron en una mera ilusión que no se concreto de manera exitosa. 

Gracias a los huesos cristalizados de un mago que pereció abrazado  por las llamas de fuego mágico. No tenía nada más que enseñarle, el tiempo había llegado a su limite y el hombre poseía el control sobre todos los conjuros que estaban escritos dentro del tomo. Obsequiándole una media sonrisa procedía a despedirse, emprendiendo el camino hacia su hogar— Fue un placer—dándole la espalda continuaba con su andar, perdiéndose en medio de una neblina que la absorbió como o hace un paño con un charco de agua.