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LIBRO DE HERMES TRIMEGISTO - Marzo 2022


Gahíji
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La batalla duró poco. No había tiempo que perder. Adelante, mucho más allá de lo evidente y de la ante cámara en la que nos encontramos había algo más oscuro y complicado. Frágil. Peligrosamente frágil.

-Interesante pero de ahora en más exijire mucho más esfuerzo y determinación de usted, los poderes de Hermes no son un juego, un movimiento en falso y puede destruir todo lo que le rodea y conoció - miré los ojos de la aprendiz con la cual acababa de tener aquel duelo y la cual a muy mala gana se había vinculado al libro de las Auras 

El ambiente cambió. Seguíamos en la ante cámara o más bien en aquel patio del templo. Los símbolos en los pilares comenzaron a brillar. Una luz como si fuera Fuego Griego iluminó el ambiente. Aphophys y los demás dragones lanzaron fuego al aire como advertencia para mí.

Un grupo de magos cubiertos con mascaras y luz en sus rostros se hicieron presentes.

-Creo que es hora de que utilice las 2;Auras que aún no a practicado -dije a la mujer- debo suponer que estará ansiosa por utilizar el Aura de Muerte y el Aura De La Llama del Fénix 

~ 0 ~ 0 ~ 0 ~ 0 ~

Mientras Kahlan y yo manteníamos el duelo de la prueba del Libro de las Auras, Knunu mi fiel sirviente y compañero.se dirigió hasta la choza donde se supone que debería esperar a los nuevos aprendices si es que estos tenían las agallas de adentrarse en el terreno del Libro de Hermes.

Era obvio que no aceptaría ni retrasos, ni excusas y mucho menos aquellos que no merecieran mi tiempo y esfuerzo, para aprendices tontos o que no merecieran estar allí ya estaban los demás guerreros.

Knunu dejo al lado de la fogata un par de Anj que le serviría a los nuevos aprendices para llegar a donde me encontraba.

@ Hessenordwood Crouch

@ Rory Despard

@ Kahlan Macnair
 

Editado por Kaori Moody
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Kahlandead1

 

Kahlan no pudo evitar que una mueca de disgustó se dibujará en sus bellas facciones, no le calzaba en lo más mínimo la idea de poner en práctica el Aura de la llama del Fénix. Porque poco le interesaba el tener contacto con los que se jactaban de ser defensores de la luz, aquellos que hace tiempo no daban de que hablar dentro o fuera del mundo mágico. Pero el Aura de la Muerte era otro cantar, si que le entusiasmaba poder someter con la misma a los que iban empleando magia blanca con tal de detener el dominio de las penumbras que se habían cernido sobre Londres.

— Todo sea por tener el control de ambas fuerzas, pero me fascina más la idea de maniatar a los Fenixianos—relamiendo sus labios muy de mala gana, invocaba aquella energía con la forma de un fénix envuelto en llamas. Sabiendo que con el uso de ese conjuro impediría a sus enemigos hacer uso de magia tenebrosa. Notando como del pico de la criatura brotaba una luminiscencia naranja que envolvió a todos sus enemigos, dándoles un golpe certero que los dejaba con la guardia baja. Diez turnos de tortura sin poder usar los hechizos que les daban una carta de presentación digna de cualquier mortifago que se honrará de serlo.

— Está Aura me acomoda mucho mejor—replicaba sintiendo como la magia tenebrosa recorría cada ibra de su anatomía. Era como la electricidad que es conducida por medio de cables hasta una fuente de poder que se abastece cada tanto para lanzar ataques letales y devastadores contra sus enemigos. Así era la Alemana una asesina nata que no experimentaba el menor remordimiento, elevando con elegancia su varita invocaba al Aura de la Muerte. Emanando de la punta de la madera rojiza una enorme luminiscencia verde que envolvió a todos sus enemigos, limitándolos a que no usarán magia que era empleada para el bien. Si hacían lo contrario se verían forzados a usar conjuros de rango inferior al que ostentaban. 

Experimentando una vinculación total con el libro de las Auras, el aleteó de sus cuatro dragones le arrancó de los labios una sonrisa que pocas veces se dejaba ver en ella. Tyraxes, Syrax, Vermithor y Rhaegal, acudieron hacia donde estaba Macnair. El vincularse con éxito al Libro de Hermes Trimegisto, le permitiría tener control sobre esas magnificas criaturas a través del amuleto dragón. Llevaba consigo todos los implementos que el mismo traía y en especial, aquel que le ayudaría a estrechar lazos con sus mejores amigos. 

Sus ojos verdeazulado estaban centrados en Tyraxes, su Colacuerno Húngaro. El obsequio que tomo de mala gana de las posesiones de su gemelo Kyle, apenas comenzaba a cobrarle todas las que le debía. El momento de volverlo a tener frente a frente, pero por ahora se dedicaría a aprender como usar todo lo que ofrecía aquel tomo, anhelando que la aventura fuera tan divertida como lo fue con el Libro de la Auras. Saludando al Uzza con una ligera reverencia, daba paso a un nuevo capitulo que sería escrito por ambos— Me haré con esos poderes, cueste lo que cueste. Puede ser tan exigente como lo deseé, no suelo flaquear ante ninguna clase de adversidad o obstácu.lo que ose ponerse en mi camino—le dedicaba esas palabras con respeto. Pero también retándolo a ponerle a prueba sin pensarlo dos veces.

@ Gahíji

Editado por Kahlan Macnair

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Benjamin Whisper


En aquel ambiente pequeño y estrecho, el brillo del Anj, a la luz de las llamas agonizantes de una fogata, es sobrecogedor, pero también le parece a Benjamin que desencaja por completo con todo lo que está a su alrededor.

Llegado a ese punto, tras el largo proceso de formación que supone vincularse a la magia uzza, podría decirse que está casi acostumbrado a los llamados peculiares que cada uno de esos guerreros tiene y los inusuales y remotos espacios donde tienen lugar sus clases, que pueden ser igual o más cuestionables todavía que sus métodos de enseñanza. Aun así, le es difícil entender qué de especial puede tener esa choza, como para haberlos convocado ahí, como paso previo al lugar que supone será el del entrenamiento oficial.

Hubiera sido más sencillo que nos dejara directamente el traslador para llegar hasta él- farfulla mientras sus ojos azules contemplan el curioso artefacto- Supongo que…es la mejor forma que encontró para decirnos que no estamos aquí por paseo o diversión ¿no? Con cada persona est****a que pulula en Ottery, no me sorprendería que ya se haya topado con alguien que lo crea así.

¿Podría ser que también él está buscando en cierta medida tomar distancia de tal gente? Por supuesto, no es este un pensamiento que esté dispuesto a compartir con otros, pero los eventos vividos en el fallido evento de San Valentín, le han traído tantos problemas al ministerio de magia británico, que paciencia y buen humor es lo que más ha escaseado en sus últimos días, no siendo malo del todo tener ahora en las prácticas y los duelos, la excusa perfecta para descargar todos esos deseos de lastimar y desquitarse con el cuerpo de alguien, en este caso quien vaya ser su rival de turno.

Con la precaución de haberse rociado polen de lirios de fuego, para evitar que el calor demencial que siempre hay en esas tierras haga estragos,  Ben se acomoda la mochila donde lleva su copia del libro de Hermes Trimegisto y también los variados amuletos uzza, y entonces finalmente coge el Anj. Sus últimos pensamientos, antes de sentir ese gancho a la altura del estómago tirando de él, están puestos en Quintel y la curiosa fragancia que su cuerpo exuda, un aroma que inundó el pasadizo desde el baño hasta su habitación esa misma mañana, y que ahora, se cuela entre sus pensamientos, desconcentrándolo de lo que es su objetivo ese día.

¿Sería que, a pesar de sus advertencias, otra vez el jovencito andaba experimentando con las preparaciones raras de la casa Ollivander?

Del otro lado, la vista es por demás curiosa, con la presencia de dragones, del uzza que con un gesto casi de desagrado les observa, junto a otro hombre de apariencia exótica que el rubio cree que puede ser su asistente, y finalmente, mucho más cerca de él, una última persona que, a todas luces, parece estar allí por las mismas razones que ellos, de hacerse con la magia del libro de Hermes Trimegisto.

Estuve esperando este momento durante meses- miente, sin mayor problema, mientras acomoda toda la superchería sobre sí y desenfunda la varita- así que cuanto más pronto comencemos con esto, mejor será para mí, señor. 

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Las palabras de la aprendiz Macnair sonaron como un reto más que como otra cosa  Hermes... Un libro o más bien, un conocimiento por los que muchos darían la vida. Aunque, era sabido que la existencia de los aprendices me importaba muy poco.

El cielo se llenó de Dragones. Desconocidos pero fácilmente controlables gracias al poder que ostentaba. Observe atentamente. La aprendiz los observaba con anhelo, podía sentir su sed por dominarlos. Que mucho o poco podría faltarle.

La llegada del nuevo aprendiz no me tomó por sorpresa. Era hora de que hubieran llegado ya. Todo debía suceder antes del amanecer. La aprendiz Macnair quizás sería la más agotada, había empezado su travesía en el ocaso, ahora, a media noche, después de batallas y duelos ella debía seguir adelante, en cambio aquellos que estaban apareciendo estaban descansados.

-Lo ha dicho bien, mientras antes comencemos podrán dejar su vida en ello -observe al recién llegado- posee algún dragón?, de ser así puede convocarlo, si no posee ninguno o lo prefiere puede utilizar alguno de los míos.

Aphophys mi Dragon apareció junto a otro par. Posandose en el centro de aquel sitio lo monte mientras esperaba.

-Espero que hayan al menos ojeado el libro e intentando entenderlo, es hora de su primera prueba -solo fue necesario un movimiento de los dedos. Los Dragones lanzaron bocanadas de fuego a los aprendices. Si tenían el suficiente cerebro ambos deberían saber o recordar que utilizar para evitar recibir el daño.

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Quintel Guillam

El recuerdo de haber tomado el Anj que los transporta hasta el lugar donde se supone que fortalecerán la magia guerrera, esta vez con los poderes de Hermes Trimegisto, se siente tan lejano en tiempo y distancia cuando finalmente están frente aquel par de criaturas que son invocados por el maestro guerrero Uzza. Aunque de alguna forma no tan particular Ehécatl siente una inusual afinidad con la cultura de los antiguos pueblos Uzza, también era una verdad que Quintel jamás encontró el modo o el gusto de tratar en persona con estos personajes. 

Es por eso que cuando llega no dice o hace mucho mas que un antiguo saludo de cortesía y deja que Benjamín sea el primero, Whisper siempre es mejor con las palabras, él en cambio sólo puede proferir un ruido bajo, como el de un ave lira al contemplar con sus claros ojos los dragones frente a ellos.

Como era de esperarse, Gahiji el guerrero encargado de guiarlos a través de este aprendizaje, no se anda con rodeos. La cuestión del maestro guerrero es clara, sin embargo, Quintel no cuenta con algún dragón que pueda utilizar para la prueba, y ciertamente desconoce si Benjamín dispone de alguno o si lo hace cerca de este lugar como para no ser llamado desde tan lejos, sin mencionar de que hace poco hubo un atraco en la reserva mágica que dejó en duda el bienestar de animales como los dragones. No se considera un experto con esas criaturas en particular, pero luego de todo eso se pregunta si sería recomendable usarlos durante una prueba como ésta.

Tras ese pensamiento, y la advertencia del guerrero, es que Guillam agradeció la insistencia de Benjamín por estudiar los hechizos anticipadamente y se felicitó mentalmente a sí mismo por la premeditación de haber desenfundado la varita instantes  antes de tocar el traslador. 

El polen de lirios de fuego que Benjamín se encargó de rociar sobre si, habría sido de gran ayuda para soportar las altas temperaturas que no hizo más que aumentar luego de la invocación del guerrero, solo es entonces que casi se lamenta de no haber imitado el truco de su mentor. La presencia tan cercana de los dragones fue abrumadora en más de un sentido, pero a sabiendas de su misión, y tras la gran inhalación que hacen las criaturas para, seguramente, bañarlos con el fuego de sus entrañas, hace otro sonido de ave para advertir a Whisper y florea sobre sí mismo su varita.


Ignea maxima-, conjura. La invocación es instantánea, apenas le da el tiempo antes de que el fuego los alcance, pero el rocío de polen de lirios de fuego se extiende lo suficiente alrededor de ellos para evitar el potente y largo alcance de las llamaradas expulsadas por el hocico de los dragones. —Parece una clase de inglés avanzado-, se burló con su terrible acento. —Cada vez menos explicaciones y más acción-, dedicó entonces otra mirada significativa a Benjamín, “estoy bien, ¿tú lo estás?”, se comunicaba a través de ella.

No tiene sin embargo, tiempo de esperar una respuesta por parte del mayor, pues apenas se está comenzando a mover por el terreno y el sonido gutural de los dragones, tan fuerte que hace vibrar los suelos y el viento a su alrededor, les advierte del siguiente ataque. La prueba no podía terminar solo así. Rápidamente sacó entonces desde el bolsillo de su pantalón el amuleto Dragón y se lo colocó encima, fijándolo con el broche de la espesa capa de viaje. Y con la vara de cristal equipada levantó la mano por lo alto, llamando la atención de una de esas criaturas que enfocó su siguiente movimiento sobre el muchacho.

Detenga su ataque-, demandó con firmeza, pero respetuosamente a su vez. Malhumorada, la criatura obedeció, pero se enfurruñó y comenzó a acechar al brujo, casi amenazándolo con la mirada. Quintel no ha hablado antes con un dragón en su vida, no es algo que se hubiera podido imaginar siquiera cuando Whisper le explicó mejor el funcionamiento de la reliquia mágica, pero sospecha de que sea quien sea este, aun con el amuleto Dragón en sus manos, no dejará que Quintel se suba para volarlo. Al menos no cree que lo logrará tan fácilmente. 

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Benjamin asintió a las palabras del uzza con una sonrisa, aunque en su mente protegida por la oclumancia, no tenía ni la más remota intención de dejar la vida en un lugar así. Desde la condescendencia con lo que los observa y los rimbombantes movimientos que realiza, le parece que Gahíji no es del tipo que es bueno contradecir, así que no lo hace y se limita a contemplarlo montado ahí en el dragón haciendo alarde de su poder para dominarlo, una imagen que es un tanto más impactante considerando lo longevo que ese mago es, entre todos los guerreros de su estirpe.

Desde la rebelión de los duendes, en los últimos tiempos del gobierno de Sagitas, no había vuelto a ver semejante despliegue de control. En el caso de los duendes, eran bellas monturas fabricadas con metales dotados de propiedades mágicas los que doblegaban la voluntad, aunque fuera solo para exacerbar su ira. En este caso, hasta donde ha alcanzado a indagar, el amuleto dragón no es tan restringido en su uso y por el contrario sus poderes son ilimitados.

Y es justo por eso que tanta gente lo codicia.

Dominar criaturas no es algo por lo que particularmente él se sienta atraído. Quizá sea por causa de su formación en Ilvermorny y el origen de cada casa profundamente ligado al de un ser mágico, que no tiene aquella fijación insana de otra gente en Ottery por ninguna, mucho menos los dragones, seres con poderes destructivos increíbles, pero también tan antiguos y ambiciosos, que simplemente le  resulta aberrante el tratarlos como una bestia más.

Tal trato, a sus ojos, merecen los humanos mediocres que no buscan hacer algo mejor con sus vidas, mucho más sin son  bendecidos con el don de la magia. 

El silbido de pájaro de Quintel es el que consigue arrancarlo de su ensimismamiento, para conjurar también un ignea máxima que le evite ser afectado por las llamas del dragón o incluso cualquier otro tipo de fuego. Y es que aunque no ha tenido mucho tiempo para leer exhaustivamente el libro, protegidas como suelen estar todas las copias hasta que el uzza permita su visionado, si ha examinado cada definición y la del fuego compacto  se le ha marcado por lo especialmente peligroso que resulta ese hechizo.

Tomar por tanto medidas para evitar sus devastadores efectos es elemental.

Quintel se aleja aunque Ben está seguro que el muchacho sabe que por el momento, no hay nada de lo que preocuparse, más que de los dragones de Gahíji. Uno ha centrado su vista en su muchacho, pero el otro está ahí frente a él lanzando otra llamarada, colérico de que ninguno de sus ataques esté resultando.

— No lo sigas intentando que no funcionará- responde con firmeza Ben alejándose solo un par de metros para evitar que un zarpazo de la criatura si de en el blanco y disfrutando de ver en los ojos del dragón un entendimiento a sus palabras- tampoco estoy de acuerdo en que criaturas tan nobles como usted sean tratadas de esta manera, pero sospecho que con o sin amuleto, has sido leal al guerrero todo este tiempo ¿Verdad? 

El dragón asiente y Whisper vuelve a sonreír. En este intercambio inusual con la ancestral criatura, que solo es posible gracias al amuleto dragón que porta, está encontrando una riqueza inesperada. Por un momento es casi como si el aprender toda esa magia destructiva que es la de los uzzas fuera menos interesante que conocer a través de esa criatura los secretos y desgracias que el control de esa magia les ha traído a ellos como pueblo, algo que ninguno de los maestros se ha atrevido a compartir. A Ben le intriga desde hace mucho el conocer, de qué manera es que los Malfoy lograron los tratos tanto con arcanos como con uzzas, pero posiblemente no sea la clase del viejo Gahíji la situación más oportuna para averiguarlo.

El dragón del guerrero había desistido de un nuevo ataque con fuego, pero en su lugar lanzó un potente rugido que de inmediato fue replicado por el resto de dragones en la estancia, provocando un ruido descomunal que reverberó en todo el lugar, dejándole un agudo pitido en los oídos y un dolor de cabeza descomunal.  Haciendo un esfuerzo por mantenerse en pie, Whisper alzó la varita nuevamente entonces, esta vez para probar otro de los hechizos que había visto en el libro, denominado Himno del eléboro,  y acercándose hacia Quintel, realizó la invocación que de inmediato restauró su sentido dañado, protegiendo también a Quintel con el mismo.

— Con tantas criaturas y personas astutas en este lugar, mejor ir un paso adelante- mencionó a Guillam, sin perder de vista a los dragones que parecían listos para emprender otro ataque conjunto. 

Editado por Rory Despard

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Kahlandead1

 

— Ignea Máxima—brotaba de sus labios como lo hacen las raíces del lazo del diablo bajo la tierra. Cubriendo su cuerpo con una lluvia de polen de libros de fuego librándose de las llamas que fueran lanzadas por los dragones. Detectando que la mirada de Vermithor, Tyraxes, Syrax y Rhaegal, estaban puestas en los dragones que pertenecían al Uzza, desatar una pelea entre esas criaturas no sonaba para nada racional. Sujetando con fuerza el Amuleto dragón que llevaba en el cuello, les ordenaba mantenerse tranquilos por el momento.

— Algunas provocaciones suelen ser innecesarias y más insensato es responder a las mismas con desmesurada violencia—miraba con una media sonrisa en sus labios a Vermithor. Era como ella pero en una versión mucho más desgarradora, porque el no contaba con el raciocinio para poder discernir con claridad, cuando atacar o detenerse a pensar en las consecuencias de sus actos. Macnair tampoco era muy dada a pensarse con calma el matar o perdonarle la vida a un mago o bruja, solamente se dejaba llevar por la sensación placentera que le causaba ver correr la sangre por las heridas tan profundas que solía provocar en sus enemigos.

— Lo más básico y elemental—saboreaba el metal que se desprendía del liquido vital— Sensaciones extrañas, pero muy catárticas—centrando su vista en el Uzza. Comenzaba a comprender en poco la manera de proceder del hombre al verse atado a impartir clases a seres que el consideraba menos que inferiores. Pero ella le demostró con creces que le interesaba volverse, no solo más poderosa sino mucho más sabia y al contar con cuatro bombas de tiempo a su favor. El concretar su tarea, si que le resultaría más que sencilla y divertida—Solo espero que los otros dos, puedan salir de una sola pieza—bromeó imaginándose a sus compañero de clase convertidos en brochetas. 

El sentirse acompañada por ese par, no le agradaba en lo más mínimo— Debí pedirme clases privadas, puede que lo consideré para la próxima clase—murmuró sintiendo la cercanía de su fiel dragón. Esperando el siguiente movimiento del guerrero, ansiosa por poder usar el fuego compacto y ver el daño que era capaz de causar el mismo al golpear un ser viviente. Algunos morían por descuido y otros simplemente por que la estupidez les sobrepasaba.

@ Gahíji

Editado por Kahlan Macnair

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Definitivamente era predecible lo que sucedió  A este punto era de esperarse algo así. Eran magos "listos" y si habían llegado hasta mi presencia, simplemente suponía que no eran unos tontos o inútiles por no decir alguna otra palabra.

Desde Aphophys estudie cada una de sus desiciones,

-Ahora escuchen bien y tomenlo como una muy agresiva advertencia, deben tener mucho cuido al usar el "Fuego Compacto", si bien es un hechizo de gran poder también causa severos daños y efectos secundarios según se utilice, si poseen el conocimiento de Artes Oscuras puede anular situaciones completas e incluso desintegrar ciudades enteras y a las personas que las habitan, si se combina con el conocimiento de defensa contra las artes oscuras, el fuego compacto es capaz de revertir los efectos de la desintegración. -lo siguiente lo dije de forma lo suficientemente clara para que los 3;aprendices pudieran entender- Si se usa con fines malvados, la consecuencia es que el mago o bruja que lo ha realizado acortará su vida y se deshumanizará, pues una parte de su alma se irá perdiendo cada vez que lo use, si se usa con fines reversores, también el mago acortará su vida y su mente perderá cordura, por lo que ustedes -Dije dirigiéndome a cada uno de ellos, observando sus ojos- deberían tener cuidado porque podría perder la cabeza -mire al cielo, se hacía tarde, el movimiento o el lugar que ocupaba cada estrella en el firmamento simplemente confirmaba tanto el paso de las horas, como el final - otra cosa que deben saber y entender del Fuego Compacto es que se produce un haz de fuego, tan compacto, que es como una barra de luz que desintegra todo lo que toca. Borra cualquier hecho del espacio y el tiempo. Anularía la acción inmediatamente anterior del oponente, como si nunca se hubiera producido, además también puede lanzarse directamente sobre un rival o sobre una criatura y, de impactar, resulta mortal.

Ninguno de los aprendices había logrado montar a un dragón aún. Decepcionado ordene a todos los dragones, tanto los que me pertenecían como los invocados por la aprendiz Macnair a alzar el vuelo y por uñun momento no acatar ninguna orden de los aprendices. Gracias a mis más de 190 años, a mi entrenamiento y conocimientos aquellos sería sencillo. Más aún, lograr bloquear los poderes del Amuleto Del Dragon era pan comido. Era hora de la segunda prueba, donde comprobaría si me habían entendido. Todo dependería ahora de cada una de sus decisiones o al menos por este momento, por lo que lancé una pequeña guadaña hasta uno de los símbolos iluminados en los pilares caídos, lo cual provocó un terremoto y que se abriera una gran grieta por diferentes zonas del terreno. Abajo, lava hirviendo, arriba, los alumnos a punto de caer. Además, un par de dragones volaron hacia ellos para desgarrar sus cuerpos, tanto con sus filosas garras, como con sus poderosas colas.

Qué desición tomaran ahora? Que arriesgaran o sacrificaran para salvarse, sus almas, sus corduras o algo más?

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Quintel Guillam

Las palabras del viejo guerrero resonaron por toda la explanada mientras sobrevuela por encima de ellos, Quintel tiene que esforzarse solo un poco más para no perderse de la explicación del mago Uzza mientras continúa alerta de cada movimiento de los dragones y todo su entorno en general, pues están en tierras desconocidas, a merced de un mago guerrero feroz como lo es Gaiji y tratando de comprender una magia muy poderosa, por lo que era mejor no solo estar en sintonía con la voz del guerrero, sino con todo lo que sucedía a su alrededor. No obstante, sus esfuerzos de concentración casi son reducidos a nada cuando finalmente escucha sobre las contradicciones que implica el invocar el fuego compacto en conjunto a otros conocimientos.

Tanto poder, tanta fuerza acumulada en un solo hechizo…-, cavila lentamente, a su ritmo entiende que un hechizo como el fuego compacto es, véase como sea, un conjuro tan ambicioso como para exigir de su invocador algo a cambio. La nueva cuestión que ronda por la mente del brujo ahora era “¿Qué es aquello tan importante como para ofrecer de ti tu propia existencia, tu cordura…tu alma? — Pero el poder desmesurado jamás dura tanto…-, recordó entonces la caída de los grandes imperios, ni los más grandes hechiceros, ni los más fuertes guerreros que conquistaron a su paso la tierra, se salvaron de la inundación colonial.

El suelo bajo sus pies rugió ferozmente cuando Gahiji consigue golpear una columna casi derrumbada que provocó que el piso comenzara a calentarse y despedazarse dejando ver ríos de lava en lo profundo. Quintel empuñó con todas sus fuerzas su arma mágica equipada con vara de cristal en una mano y se aferró al talismán Dragón que cuelga de su cuello con la otra, sin embargo, aunque le pide a uno de los dragones que vuelva a él y vuele por debajo para salir de ahí, la criatura no le obedece y en cambio redirecciona su ataque contra él.

Fuego compacto-, conjura cuando el viento del aleteo de la bestia lo alcanza. Pero el haz que emana desde su varita no lo apunta a la criatura para desaparecer, sino que, como un efecto inmediato, es capaz de borrar en espacio y tiempo la acción del maestro guerrero que evita que el amuleto dragón deje de funcionar, pues tratar de borrar el instante en el que Gahiji arroja la guadaña solo evitará el derrumbe, pero no detendría el vuelo de la bestia en su contra, visiblemente, con la intención de terminar con su vida. Entonces, explotando la magia del amuleto dragón, ordena al dragón para que no lo haga pedazos con sus garras y que, en cambio, lo saque de ahí antes de que el suelo bajo sus pies desaparezca por completo.

La orden que esta vez le da al dragón es mucho más firme, no titubea de ninguna forma, pero sabe que la criatura también es temperamental, no obstante, en el segundo instante en el que Quintel casi resbala por el borde de lo que queda del piso, las garras lo abrazan con una suavidad que no se habría imaginado antes que una criatura como esta pudiera ser capaz de conseguir, o al menos es lo que está pensando segundos antes de ser arrojado por los aires con fuerza por el animal. Quintel supone que más allá de que su hechizo no hubiera funcionado, este comportamiento se debe más bien a la naturaleza indomable de la bestia.

Así que mientras sigue dando vueltas por el aire el brujo activa los poderes del amuleto volador, también colgando de su cuello, que retienen la caída cuando la gravedad cobra venganza y lo arrastra de nuevo al suelo. Es ahí que sus pálidos ojos lo ven todo, la escena, la destrucción y el poder de un antiguo guerrero Uzza manifestándose a toda potencia, que lo llevan a pensar en la consistencia en la que está fabricada esta magia tan mordaz y las razones de su existencia. 

El rugido del dragón con el que ha hecho conexión lo saca de aquella breve meditación pero también lo ayuda a retomar la misión. Rápidamente el brujo se apresura a sacar de uno de los bolsillos de su capa esa pomada que tiene como ingrediente algo de polen de lirios de fuego y no tarda en untar sobre sus manos para que puedan adherirse a cualquier superficie, luego, conjura sobre si nuevamente un ignea para protegerlo de las altas temperaturas y cuando esta a al menos unos cincuenta pies de altura de la superficie de magma recurre de nuevo a la magia y poder del amuleto dragón para ordenar a la criatura volar por debajo de él.

Quintel aterriza con fuerza sobre el lomo de la bestia, tiene que ser rápido y da un par de maromas cuando alcanza finalmente la superficie escamosa, pero lo logra y con el mismo impulso de la caída y el vuelo alto que retoma la criatura se empuja a sí mismo para llegar hasta la cornamenta en la cual puede aferrarse, en contra del viento que lo golpea de lleno, gracias a la pomada de lirios de fuego. 

Una fuerza capaz de borrar cualquier acción del espacio y tiempo…si tan solo la hubiera conocido antes…-, masculla en una conversación que tiene solo voz para la criatura y él. 

Y el dragón volvió a rugir como respuesta.

Maestro…-, esta vez habla fuerte intentando capturar la atención del brujo guerrero, mientras continúa surcando los cielos sobre el dragón, y ve como el suelo bajo sus pies sigue derrumbándose. —Usted ha explicado que el fuego compacto es capaz de borrar cualquier hecho del espacio y el tiempo, pero dígame, ¿de esta forma puede perjudicar aún así sobre nuestro cuerpo y alma o eso solo ocurre cuando lo utilizamos combinado con otros conocimientos, con otras intenciones?-, cuestionó al guerrero, pues sinceramente no se siente consumido por la locura todavía.

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Kahlandead1

 

 

Desde siempre sintió una profunda admiración por lo devastador que era el Caos, aunque no siempre traía consigo cosas malas. Ella lo consideraba un mal necesario para sanar los errores cometidos en el pasado por sus ancestros, ligando los nombres de dos de los libros que ya estaban bajo su absoluto control— La locura suele ser como la gravedad, solo se necesita un empujón y ella hace el resto—sonrió al escuchar el daño que causaba l fuego compacto. Tan fino y letal como el hilo de la vida, frágil y al mismo tiempo resistente ante la adversidad— Algunas acciones nos condenan por el simple hecho de pensarlas y no perpetrarlas, ¿no es así, maestro?—soltaba Macnair con aire despreocupado. 

El morir no era algo que le sacará el sueño, dada su condición vampirica no necesitaba conciliarlo en lo más mínimo. Su única aspiración volverse más poderosa de lo que ya era, adaptando cada uno de los poderes que iba aprendiendo a las nuevas estrategias que maquinaba su cabecita desquiciada por decirlo de cierto modo— Puede perderse algo más que la cabeza, pero vamos que no es tan malo si el beneficio que se obtiene es sumamente gratificante—relamiendo sus labios soltaba con malicia, recordando que la tenía la protección del Ignea Máxima que había lanzando instantes antes. 

Se había salvado por los pelos de una rana calva de terminar asesinada y sin poder irse de ahí con el libro de Hermes entre sus manos—Fuego Compacto—parafraseó produciendo un haz de fuego tan compacto que era como una barra de luz al estilo de la guerra de las galaxias. Aunque el que ella estaba manipulando era mucho más letal y peligroso, porque con ello buscaba alterar el daño que uno de los dragones buscaba infringir en ella— Te veré en el infierno, porque en esta vida ya no tenes cabida—aquello le salió en verso y sin demasiado esfuerzo. Aquella criatura quedó en una mera ilusión, le causaba serio pesar acabar con una de ellas, pero debía salvarse a toda costa.

—Amuleto dragón—sintió como Vermithor quedaba bajo su control, acompañado por Tyraxes, Syrax y Rhaegal. Los cuatro harían lo que la Ángel Caído les demandará, decantándose por dándole la primera orden a Syrax. Defenderla de cualquier ataque que fuera lanzado contra ella, sabiendo que no resultaría demasiado herido y en caso de que eso sucediera, la muerte no podría alcanzarlo debido a los artilugios que la vampiro había empleado para impedir que salieran afectados sus preciados y fieles amigos. 

@ Gahíji

Editado por Kahlan Macnair

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