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Crónicas vampíricas parte 2


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La belleza de aquella fémina era ciertamente hipnótica, tan poco habitual y deslumbrante que la Gryffindor perdía la concentración. Solo la ira que le despertaba en simultáneo la hacía recuperar la cordura, la mantenía en su postura y la obligaba a repudiarla. El tono de la reina vampírica era de una superioridad que le resultaba hasta obscena, le generaba ganas de golpearla, dañarla… pero bien sabía que sería tan solo un movimiento inútil que podría perjudicar al hombre que se mantenía en el suelo.

Decidió no responder a sus provocaciones. Era evidente que los celos estaban conduciendo a la poderosa dama por caminos poco certeros. ¿Por qué pretendería ser elegida antes que ella? ¿Por qué indagaba como si se tratase de una competencia entre ambas? Claro que no pretendía nada de eso, ni ser mirada del mismo modo ni ser elegida por encima de ella.

“Al menos a mí vino por su propia voluntad” pensó, pero escogió no ponerlo en palabras.

Su atención fue, entonces, hacia el aleteo de los murciélagos que empezaron a revolotear descontrolados, como si la voz de la mujer los alentara a hacerlo. Fue entonces cuando Kaiser habló, por primera vez tras la agresión recibida.

La dama pareció enfurecerse, acercándose a ambos más aún. Pudo percibir el rojo en sus ojos, aquello solo indicaba peligro, era una señal de alerta. La voz se volvía amenazante, tras la forma maníaca de intentar recordarle a él que le pertenecía. Como sea, tenía que sacarlo de allí en ese momento. Solo se le ocurrió un sitio ¿funcionaría? Tal vez no, pero debían ganar tiempo hasta saber cómo vencerla.

Se arrojó sobre Kaiser, concentrada en desaparecer, con rumbo a la mansión Riddle. Confiaba que, al estar protegida mediante Fidelius, le sería invisible si nadie le revelaba la ubicación. Siendo Lugarteniente, la Gryffindor podía aparecer directamente dentro de la mansión, escogiendo la habitación en que a veces se resguardaba ella misma, para evitar dar mayores explicaciones.

Creyó que podía funcionar, al verse tan solo los dos dentro del recinto. Tendió su mano a Kaiser, invitándolo a ponerse en pie.

-¿Ella no cuenta con esta ubicación, verdad?- quiso saber, temiendo la respuesta.

Su corazón latía con tanta prisa que temía que se escapara de su pecho. La mezcla de sensaciones era realmente indescriptible ¿miedo? ¿ansiedad? ¿excitación? ¿ira? Una mezcla de todo eso y más recorría cada célula de su cuerpo, se apoderaba de sus pensamientos.

-¡Tanto embrollo por intentar acostarme con un desconocido! -se quejó, frustrada. Se había metido en todo aquel lío solo por ello, por intentar estar con ese sujeto que la intrigaba y atraía ¿valía la pena? ¿valdría la pena? En fin, quería ayudarlo, quería librarlo de esa mujer... ya le daba igual si cumplía su objetivo inicial o no ¿verdad?

@ Kaiser Lord Pilu

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Algunos, los ingenuos, tal vez por linfatismo, encuentran en los bosques encantos misteriosos, frescas brisas y tibios perfumes. Son dichosos. Los soñadores sienten ondas de misticismo, pero ahora las grandes espesuras ya negras, siniestramente
negras, con su silencio sepulcral como un sudario, convertían el hermoso follaje en un alucinante y a su vez fatídico escenario. Ciertos eventos habían sido desencadenados, Ciertas cadenas ahora estaban rotas, la tormenta seguía su curso y estaba al caer.

Los gemelos no dejaban de observar perplejos la conversación del nuevo y recién formado trío y a pesar de que habían sido convertidos hace más de 90 años y eran muy seguros de sus capacidades, ambos estaban conscientes de la falta de experiencia que manejaban en ciertos temas, uno de ellos resultaba ser la extraña relación que sostenían el maestro Nathan y la dama Ryella.

-¿Corta edad?.- Comentó en un tono burlón la vampira mientras la observaba de arriba abajo -Tú asquerosa abominación jamás podrías ser de los míos, no realmente, simplemente eres un espectro, Yo soy Ryella Adamas, maestra vampira, nacida de vampiros, de casta pura.- Aclaró la rubia mientras se acercaba. -Bastaría una suave bofetada y te aplastaría como la cucaracha que eres.-

Antes de poder llegar mas cerca de su presa la maestra vampira fue interceptada por el maestro Nathan, quien la tomó suavemente de la cintura quedando adjuntado a ella.

-Nada de esto es necesario preciosa, es simplemente una descarriada, por eso me retrasé, estuve indagando sus intenciones, pero no representa peligro alguno para nosotros o para la causa.- Esclareció relajadamente el espectro. -Terminemos rápidamente con esto, quiero regresar al castillo para poder informarle a la reina y luego... practicar lo que tanto te gusta.- Musitó cerca de su oído para luego transitar la lengua por su cuello.

-Bueno... si lo pones de ese modo Nathan, tal vez logre perdonarte, pero tendrás que esmerarte mucho esta noche.- Musitó de igual forma la vampira. -Uds. Tontos lleven a ese sujeto de inmediato al castillo.- le gritó a los gemelos.

-De inmediato mi señora.- Gritaron ambos al unísono y se dedicaron a cargar al muchacho.

Mientras la maestra vampira se dedicaba a observar como los gemelos desaparecían a gran velocidad, el espectro mayor clavo su mirada en la fémina invasora, volviendo a restaurar esa conexión mental que habían mantenido minutos atrás. Aprovechando esos preciados segundos envió a su mente una imagen con una clara ubicación.

-Nos veremos en dos días, tenemos que hablar-

 

@ Agatha Andrómeda Abbott  @ taison logan greyback

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Castillo de los Vladescu, Gorj - Rumania

Debía reconocer que no sentía culpa por haberse desentendido de aquella situación, después de todo era como un juego de truco, en parejas. Ella solo quería obtener un poco de paz, pero, no allí estaba. Su figura lucía como la de una bruja de película, o más bien una vampiro de película, de pie, con su larga gabardina oscura sobre una de las torres del castillo que había sido de los Vladescus.

Cuando había llegado a Gorj se había sorprendido de cuánto había cambiado todo. A su mente acudían uno y mil recuerdos de Scarlet, desde su niñez, su adolescencia, su noviazgo, hasta su embarazo de Corvus y su transformación en vampiro. Si te pones a pensar, tener todos esos recuerdos de cientos de años, no solo tuyos, sino de otro vampiro y de cada uno de los que por un momento entregaron su sangre transmitiendo aunque más no fuera unos segundos, minutos, una vida completa de recuerdos a quién le mordía. ¿No es mucho para una sola persona?

Darla sonrió, tenía en su mano izquierda el anillo de la hermandad y en la derecha los dos anillos que la identificaban a ella, como ser doblemente mágico. Porque, seamos sinceros, no es el ser vampiro ya bastante mágico como para además ser descendiente de una familia de brujos. La vampiresa se puso a pensar que si no hubieran existido esos genes mágicos en ambas familias ninguna de las dos, ni ella ni Scarlet, hubieran terminado con sus vidas entrelazadas.

Aidan Vladescu había elegido a Scarlet por el linaje mágico de su familia, la fuerza de la bruja la había permitido llevar adelante el mayor deseo del vampiro, tener una descendencia. Y Scarlet había elegido a Darla no solo porque su contextura física era similar a la de ella, sino porque su sangre mágica le permitiría sobrevivir a la transición. Y vaya que les había permitido a ambas sobrevivir a aquella transformación.

«Horrocrux» la voz susurró en el fondo de su mente, dando a entender a la Dumbledore que la Akane había despertado, quizás tanta mar de recuerdos o el propio ambiente rumano, no lo sabía bien, pero allí estaba. Darla lanzó una suave carcajada al “oir” la palabra.

—Sí, —susurró —horrocrux —y la vampira dejó que su cuerpo se transformara con el poder de la metamorfomagia y se dejó caer hacia las baldosas del patio interior del castillo.

 

Editado por Darla G Dumbledore
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¿Maestra vampira? ... - La doncella de largos cabellos verdes, le escuchó tranquilamente decir todo tipo de insultos, sandeces, excentrismos y demás extrañas expresiones. Pese a que la mujer parecía querer acercarse, ella no se movió de su sitio. Permaneció en silencio, contemplándola con el azul impoluto de sus ojos cristalinos bañados bajo el tenue brillo de la nieve flotante. -

¿Casta pura? ... Criatura ignorante. He visto clanes como el tuyo ser exterminados en una noche por ramas inferiores. Cuando el destino dicta, los hijos de la noche obedecen. Las estrellas mismas escriben el camino y declaran los edictos de los nacidos bajo la Luna Roja. Si tu sangre fuese pura tal cual dices, sabrías los secretos más escondidos de nuestra estirpe, no serías una simple esclava.

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El color azul de sus ojos demostró por un instante un aro rojo que se conjugó en el fondo de sus pupilas, las cuales por un segundo se alargaron como las de un gato hasta parecer dos agujeros profundos, sedientos. Pero el efecto duró poco. Sin embargo, a su alrededor, dos de los árboles que lloraban sus ramas al viento, semi cubiertos de las apenas verdes hojas, empezaron a marchitarse a una velocidad clara y pronto los troncos ennegrecidos cayeron a la nieve, consumidos hasta el centro de sus propias raíces. Varias de las aves que pululaban a pocos metros de allí, escaparon en desbandada como si algo les hubiese asustado. 

Los párpados descendieron suavemente ocultando este efecto. Al abrirse, nuevamente dos orbes azules contemplaron con tristeza el paisaje del frío invernal, posándose entonces en la pareja ahora formada y en el par de jóvenes que esperaban cargando a un sujeto. Su mirada se posó ahora en el chico presa de los dos jóvenes y suspiró levemente. Ver tal escena animaba algo de sed en ella. Y también llamaba su atención un aroma peculiar en el ambiente, un aroma muy dulce y a la vez peligroso. Pero, cubierto también por la naturaleza, captaba un tenue olor que le daba cierta nostalgia, había un aroma a sangre que le resultaba vagamente familiar. ¿Podría ser que, en aquella tierra, encontrase algo de lo que realmente buscaba? Dudaba. 

Pero su curiosidad fue interrumpida por una sensación eléctrica, un pensamiento que pareció arañar la superficie de su mente como si pidiera entrar. La mirada azulada se desvió hacia el joven Nathan, quien en ese momento también le estaba mirando. Ambos orbes de distinto color conectaron y permitió en su mente la entrada del mensaje, el cual fue claro y concreto. Hubo silencio, no fueron necesarias las palabras dichas para entenderlo, pero la respuesta mental fue instantánea, acompañada de un parpadeo por parte de la doncella hacia su interlocutor.  "Si eso es lo que quieres, responderé tus preguntas." La doncella volvió a contemplar la noche y luego a esos dos jóvenes de nuevo. Algo le decía que el sujeto que, al parecer la había seguido, porque estaba claro que ese bosque no se encontraba de forma casual, pensaba quizá cazarla o buscaba en ella una respuesta. El chico no se había movido del todo, pero su lenguaje era educado. Un ser nada simple a su parecer. 

Ambas manos se juntaron bajo la barbilla, parecía despedirse momentáneamente de este. Decidió dormir en las colinas lejos del castillo antes de partir. Su cuerpo se desdibujó al saltar de repente, creció, se estiró tomando la forma de una criatura de grandes proporciones, hasta aparecer de nueva cuenta aquella loba enorme de blanco pelaje y ojos azules, con un singular cambio. Quizá fuera la nieve, el efecto de la luz o cualquier otra cosa, no se sabía, pero por una brevedad, dio la apariencia de que su cuerpo en realidad seguía informe, voluto, inviable, casi como si estuviese hecho de niebla y curiosamente... Lleno de ojos. 

Apenas un gruñido, la loba miró a su interlocutor tranquilamente y luego desapareció corriendo a través del boscaje, rumbo al sitio acordado. 

@ Kaiser Lord Pilu  @ taison logan greyback
 




 

Editado por Agatha Andrómeda Abbott

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Al tocar el nuevo suelo, el joven Black simplemente volvió a desplomarse, cada vez que la reina de los condenados activaba aquella antigua maldición el dolor se tornaba indescriptible y a pesar de que él estaba extremadamente familiarizado con esa palabra, ahora el umbral había adquirido un nuevo sentido, un límite inédito. Ya la propia superficie y el mobiliario de la habitación revelaban exactamente la nueva locación, seguida de ese olor tan particular que habitaba la mansión Riddle, aquel lugar también estaba plagado de historias, de los viejos black, de antiguos rivales y camaradas, de pasión y dolor, pero ahora simplemente devenida a una casa de seguridad donde pasar la noche.

El pelinegro logró incorporarse gracias a la ayuda de su protectora, aquella mujer que sin pedirle absolutamente nada a cambio se había arriesgado a asistirlo y acompañarlo en una aventura totalmente desconocida para ella. La bruja había hecho mucho mas que tenderle la mano, pero ahora por su culpa la misma corría peligro, un peligro que ahora resultaba incesante.

-No podría afirmarlo con seguridad mi señora, por lo menos no por mi parte, su red de esbirros aumenta día a día y debemos tener en cuenta también que sus capacidades sensoriales son totalmente diferentes a las nuestras.- Comentó con la voz un poco entrecortada. -Algunos hechizos de protección simplemente no funcionan con ellos.- Mencionó mientras se acomodaba la ropa desaliñada

-Lamento haberla metido en semejante situación, pero como verá todo el mundo mágico corre peligro si permitimos que Cordelia continúe con sus planes.- Exclamó en un tono preocupado

-Y Deberíamos pasar la noche aquí, por precaución.. y por elección, ya que como Ud. Ha mencionado mi muy hermosa dama, no he tenido la posibilidad de complacerla... Y realmente lo deseo, con ansias- Dijo  mientras se acercaba a la bruja.

Al sentirla cerca sencillamente se dejó llevar por las ganas, tomándola por la cintura y plantándole un apasionado e interminable beso.

Los ropajes fueron siendo despojados de inmediato, algunos quitados con suavidad y otros arrancados con entusiasmo como si se tratasen de dos animales. Y así fue como juntos los dos, piel contra piel, despertaron la pasión. El tiempo en la habitación pareció detenerse, mientras el mundo afuera seguía acechante. El mago se dedicó a recorrer minuciosamente cada camino que formaban los pliegues del bello cuerpo de la bruja, algunos con sus manos, otros con su boca y el resto con su ávida lengua, siempre dispuesto a satisfacer cada pedido clamado por la fémina. En un despliegue de obscenos milagros, se adentraron en el mar de los instintos y ya no importó nada más en su universo, ambos se dejaron sucumbir ante el deleite mundano. De ahí en más cada uno ardió sobre y debajo del otro en diferentes posturas y formas,  no hubo cama, sillón o suelo que bastase para contener la lascivia que surgió  de su unión. Al final, entre gritos y gemidos se encontraron extasiados y acurrucados sobre el tapete del centro del cuarto, observando el fuego del hogar que ahora se encontraba prendido.

 

@ Mica Gryffindor

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No sabía cuanto tiempo había pasado, pero el oir como  aquellos seres de la noche discutían llamo poderosamente su atención, podía sentir que estaba en el lugar correcto y el momento correcto pero no sabía por qué, pero no tubo mucho más tiempo para pensar cuando escucho a Nathan ordenarles a aquellos seres que lo habían sacado de su escondite que volvieran a llevárselo algún lugar desconocido para el. 

-ey por qué tan... - avanzó enérgicamente hacia Nathan, pero una piedra detubo su camino desviandolo hacia el suelo, mientras caía estrepitosamente pudo sentir que unas manos rozaban su pelo, el frío y duro piso recibió  con firmeza la cara del niño  -Auch! - exclamó mientras trataba de levantarse , los gemelos lo alzaron levemente del suelo en su segundo intento. 

Cuando levanto su cabeza lo suficiente vio aquella loba que ahora le devolvía la mirada, cuando ella lo vio no pudo evitar que sus azulados ojos se volvieran verdes por un momento cuando vio que esta se desvanecía -naprimer pered kakoy lunnoy boginey ty predstayesh- susurro sin darse cuenta , mientras era transportado aún destino incierto. 

@ Kaiser Lord Pilu  @ Agatha Andrómeda Abbott

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La falta de certeza respecto a la seguridad del sitio le resultó frustrante, sin embargo ¿qué más podía hacer? Confiaba en la magia impuesta por su bando, confiaba en los muchos líderes que habían puesto sus mejores protecciones en el lugar, en los mejores magos de todas las familias mágicas… confianza… confianza que se transformó en comodidad al caer en brazos de aquel hombre que deseaba cumplir en ella sus deseos más mundanos.

La Gryffindor, simplemente, se entregó a esas manos que la tomaban por la cintura y al eterno beso que se apoderó de sus labios. Pronto, la ropa estuvo de más, y ambos amantes supieron hallar el ritmo para deshacerse prenda por prenda, perdidos por la ansiedad que entorpecía sus manos por momentos. Los besos y caricias fueron, entonces, el único abrigo, en un ida y vuelta del que ambos se hicieron protagonistas. Sus cuerpos se fusionaron en el placer más intenso, vulnerables a cada mínimo movimiento que el otro intentaba.

Finalmente, se acurrucó en sus brazos, aún temblando por los vestigios de infinito placer que la invadía. El fuego ardía en la chimenea, así como ellos habían ardido en cada recoveco de la recámara.

-Te haría mío sin descanso… - susurró acercando sus labios al oído del caballero, mordiendo con suavidad el lóbulo de su oreja, al tiempo que sus manos se aventuraban en nuevas caricias -¿Puedo secuestrarte en este cuarto? ¿Puedo ser yo quien te esclavice? -sus traviesas manos no podían detenerse, al tiempo que buscaba la mirada de su rehén, antes de capturar sus labios en un pasional beso.

Sin esperar respuesta, volvió a montarse sobre él, dispuesta a juguetear un poco con el roce de sus cuerpos, provocarlo...

@ Lord Pilu Black

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Huneadoara, Rumania, Castillo de Hunyad


El consejo privado de la flamante reina se había reunido en los aposentos de la misma con la esperanza de retransmitir la información obtenida y de indicar el status del presente plan, pero la misma no se encontraba en el recinto. Según Michael, su mano derecha y uno de los presentes, su paradero era desconocido.
El maestro Nathan, otro de los integrantes, acompañado por la dama Ryella, fue el primero en tomar la palabra.

-¿Debemos esperar o creen que sería prudente comenzar?.- Consultó tranquilamente el maestro. -Como Uds. sabrán mis estimados colegas, a la reina cordelia no le gusta que perdamos el tiempo.-

-Tal vez tú estés perdiendo el tiempo Nathan, después de todo tardaste siglos en montar una simple y pequeña operación en ese bosque.- Comentó la figura mas alejada del cuarto, un hombre de figura extraña y sonrisa prepotente. La joven amante del maestro Nathan conocida por su carácter iracundo estuvo a punto de responder, pero fue sujetada del brazo por el mismo, evitando el deshago de la fémina.

-No venimos a discutir Lynxz, sabes bien la razón de esta reunión.- Aclaró el maestro Michael.

-Simplemente estaba evidenciando su estrepitoso fracaso, al igual que podría hacerlo con el tuyo Michael.- Comentó el maestro lynxz en un tono risueño mientras se acomodaba su sombrero. -De hecho todos en este cuarto han fallado, todos excepto yo y eso mis queridos colegas no puede ser bueno para el negocio.-

Antes de que cualquiera de los presentes lograse responder, una ráfaga de viento invadió el recinto, revolviendo el cabello y el ropaje de todos. Su presencia se hizo sentir de inmediato y ahora la reina se encontraba sentada en su trono, en el centro del cuarto balanceando suavemente una copa de vino tinto.

-Entonces al parecer el fracaso es la palabra que nos define actualmente.- Comentó seriamente la recién llegada.

-Mi señora.- Alcanzó a decir la mayoría antes de realizar una ampulosa reverencia.

-Como verán el maestro Ryder no nos está acompañando esta noche, su fracaso fue definitivo y ahora su cuerpo se convirtió en cenizas.- Exclamó la reina, antes de tomar un sorbo de vino. -Ninguno de Uds. me resulta indispensable, así que si me fallan ese será su destino, que es probablemente el que muchos de uds desean, finalmente el descanso eterno, el fin de su maldición.-

El maestro Nathan fue el primero en romper por segunda vez aquel silencio sepulcral.

-Mi señora Cordelia, lamento profundamente la tardanza, el bosque se encuentra completamente asegurado, el retraso se debió a que nos topamos con algunas criaturas extrañas, de hecho una de ellas se encuentra en el calabozo en este momento, debería ir a darle un vistazo cuando pueda, tiene algo muy peculiar que no he logrado descifrar.-

La Reina de los condenados observó al maestro vampiro durante todo el relato y asintió complacida una vez terminado el mismo, luego sus ojos se posaron sobre el maestro Lynxz.

-Mi señora, los preparativos han finalizado, tenemos activos preparados en la mayoría de los lugares de importancia del mundo mágico a la espera de sus ordenes.- Se precipitó a comentar el espectro.

-Perfecto maestro Lynxz, pero de todas formas es hora de agitar las patas de la araña, de inmediato.-

El maestro vampiro realizó una pequeña reverencia y se retiró rápidamente del recinto.

-Cordelia.., ¿Estas completamente segura de activar a esa unidad especial?, sabes bien de lo que son capaces.- Dijo el maestro Michael visiblemente preocupado.

- Quería ver hasta donde llegaba la determinación de Kaiser, su resolución, él me ha demostrado que no vendrá por voluntad propia, por ende, ellos son la mejor opción.- Planteó algo enojada observando por la ventana hacia el horizonte. -Pueden retirarse, cada uno conoce sus ordenes.-

Aposentos del Maestro Nathan


Los resultados de la reunión del consejo habían dejado al maestro vampiro sumamente preocupado, la división especial y guardia de honor de la reina no podía ser tomada a la ligera, cada uno de sus miembros había sido seleccionado por una capacidad singular en particular, pero todos resultaban ser sádicos y sumamente amantes de la violencia.

-Me prometiste mucho mas que esto nathan.- Grito enojada la dama Ryella, que se encontraba montada sobre el cuerpo desnudo del espectro.

Ni bien habían ingresado al cuarto, la fémina sedienta de pasión y lujuria, había atacado ferozmente al maestro desgarrando sus ropajes y atándolo con cuerdas a la cama. Ahora el cuerpo del maestro se encontraba totalmente arañado y era periódicamente mordido cada vez que no cumplía con los caprichos de la vampira.

La dama Ryella era una bestia insaciable e incansable cuando de sexualidad se trataba y durante años logró generar una conexión muy especial con el maestro vampiro, pero ahora de ese vínculo ya no quedaba absolutamente nada mas que el acostumbramiento de su presencia.
Antes que prolongar la agonía el maestro Nathan decidió actuar en consecuencia y luego de liberarse de sus ataduras le enseño a la señorita Ryella sus aptitudes en el arte del sexo, volcando todos sus siglos de experiencia contra una de las paredes de la habitación. Al terminar la faena, buscó ropa nueva de uno de los cajones, se cambió y se dirigió a la salida sin emitir palabra alguna.

 

Templo de Hokokuji, Kanagawa, Japón

Los dados habían rodado y la decisión estaba tomada, no había vuelta atrás, habían ciertas cosas que el maestro Nathan podía tolerar y otras que no. Los siglos y  experiencias que había adquirido y asimilado no le habían regresado su humanidad, pero lo habían hecho entender de que ciertas cosas nunca cambiaban, no realmente.  Al final era consciente de que no todas las variaciones resultaban beneficiosas para el mundo. Esa decisión le causaba una pena indescriptible después de todo lo transcurrido y compartido, a pesar de que su condición no le permitiese sufrir de forma concreta. Mientras contemplaba la situación y las posibles consecuencias, se sentó en el centro del templo, esperando a la extraña criatura.

 

@ Agatha Andrómeda Abbott  @ taison logan greyback

 

 

 

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Templo de Hokokuji, Kanagawa, Japón. 

El antiguo Torii custodiaba con su cuerpo de piedra la entrada al templo sagrado, donde algunos de los monjes paseaban en silencio, recogidos en respeto a la presencia de posibles espíritus. A veces se podía ver alguno. En medio del ambiente tranquilo, rodeado del suave agitar del follaje arbóreo, tejados con una punta curvada, cuya madera pudiese contar uno y mil recuerdos, se alzaba un templo misterioso, respetable, pero sencillo, cuya edificación mostraba siglos de historia, donde las maderas podían revelar el paso del tiempo, así como los lustrosos pisos, con los bordes ligeramente carcomidos por el tiempo, pero aun estables para sostener. Un jardín zen al frente de rocas, daba un toque pintoresco al amor de los japoneses por la naturaleza, unido a una tímida cerca de cadera, que discurría alrededor sin hacer la menor interrupción al insondable devenir de la naturaleza. 

Entre estos, un farol funerario solitario y dos Nio, flanqueaban la entrada a la puerta principal del templo, los rezos matutinos se escuchaban como suaves cantos en los que las aves inclinaban las cabezas y los más devotos hacían sonar unas pequeñas campanillas como saludo a la deidad protectora. 

Solo una persona desentonaba allí, un sujeto de ropas oscuras y mirada lánguida, que parecía esperar algo o a alguien que parecía, nunca llegaba. 

Los cerezos carecían de sus habituales hojas por ser fuera de época, aun así, la caprichosa brisa las arrancaba a su antojo en su paso por entre las ramas. El lugar poseía una paz impresionante. La calma inundaba los espíritus de los devotos que a veces acudían a él para pedir protección o algún toque de suerte. Un remanso en medio de una ciudad tormentosa y en medio de aquella quietud, unos pasos acompasados sobre la grava rompieron tenuemente el silencio que allí permanecía. 

Era una mujer. Una doncella, una niña la que allí se encontraba. 

Una mujer poseedora de unos rasgos impresionantemente delicados, suaves, como moldeados por una niebla o una nube, cuya piel del tono de la misma nieve con un leve toque rosado, recordaba a las muñecas de porcelana de los viejos tiempos. De unos ojos como las hermosas curvas hojales de los abedules, con pupilas de un tono azul que recordaba al cielo o al agua límpida. Una nariz similar la pendiente hermosa de los jardines de Xian, unos pómulos como las colinas tímidas del Palacio del Emperador. Unas cejas en arco como puentes de amor; una frente oculta por un flequillo y una barbilla pequeña, remate de unos labios semi carnosos, brillantes, infantiles y suaves como los pétalos delicados de la flor de loto recién nacida bajo la lluvia. 

Conjunto rematado por un cabello largo, sedoso, rodeando una figura grácil esbelta pero apenas revelada bajo la sencilla tela de algodón bordada con patrones de pequeñas flores y mariposas. Un cabello sujeto en media coleta, cuyo color recordaba vívidamente a las dulces nevadas de invierno en tardes apacibles y mañanas alegres. Un blanco puro, brillante, inocente, como hebras de luz arrancadas a los trozos de hielo con el abrazo candoroso de la misma Luna. Los piececitos infantiles, apenas asomando bajo el kimono, calzados con sandalias protectoras. Las delicadas manos de niña, llevando con dulce gracia, un elegante abanico de seda.

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De pronto ella se detuvo y su mirada se encontró con la ajena, como si supiera que la esperaba. No hubo palabras, solo un intercambio silencioso de miradas. Ella asintió levemente, abriendo el abanico con un toquecito de su muñeca, dando la impresión de que las flores en sus manos florecían. 

Los árboles volvieron a agitarse acompasadamente, motivando que la doncella de un paso al frente. No se movió mucho, pero a su vez, alzó la mirada hacia la izquierda, mientras el abanico en su derecha se alzaba lentamente dibujando una curva perfecta. Se detuvo a cierta altura y ella se quedó quieta dos minutos, antes de que la mano izquierda tomase suavemente la manga derecha, creando otro arco precioso como si quisiera evitar que el abanico volase al cielo. Volvió a detenerse y ella miró ahora a su derecha, bajando lentamente la mano con el abanico hasta detenerlo frente a sus ojos, cubriendo su rostro, excepto la mirada, que contemplo con un misterioso enigma al expectador que tenía sentado en las gradas. 

El abanico volvió a bajar suavemente mientras giraba la muñeca. Ella lo siguió con la mirada, moviendo apenas su cuello. La mano izquierda a su vez subió poco a poco como el fluir de un río o de un manantial hacia arriba, deteniéndose un dedo arriba de sus ojos, ahora la mirada volviendo a la mano izquierda, como si suplicase al cielo algún deseo no entendido. El abanico se cerró y ambas manos bajaron despacio hasta su pecho, mientras ella giraba lentamente sobre su pie derecho, acompañada del suave ulular del canto de las aves, el toque de la brisa y el roce de su cabello, que parecía ahora un velo fino de seda que la cubría y rodeaba como el halo sagrado de un hada o una deidad. Allí se detuvo.

De nuevo la mirada posada en su anfitrión, adelantando suavemente su pie izquierdo, alzando sus manos delicadamente hacia la derecha, alzando sus ojos al cielo de nuevo. La brisa entendía sus movimientos, pues cuando el abanico se abrió, una voluta, un manantial de hojas aéreo la rodeó, subiendo por su brazo en un movimiento mágico de la naturaleza y explotando encima del borde abierto del abanico, cayendo en una hermosa cascada de hojas. 
 

Mientras danzaba, se escuchó una voz mental, un susurro en la brisa matutina, donde los rayos del sol, colándose entre las hojas, bañaban con hilos dorados su blanco cabello, un mensaje, una tierna sonrisa, una frescura en su corazón. Candor en contraste con la tristeza del espíritu. 

                                                                                     " Querido Nathan... Bienvenido... Te estaba esperando... "

 

@ Kaiser Lord Pilu  @ taison logan greyback

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Durante horas golpio, grito y rasgo las frías piedras de esa vil morada tan deplorable, sin obtener nada a cambio tratando se sentó en el suelo meditando, algo se había disparado en el al haber visto a tan magnífica criatura, imágenes erráticas surcaban su mente como un rayo cruzado el cielo nocturno, trato de serenar su mente controlando su respiración , lo que solo lo empeoró todo, ahora imágenes erráticas de hierro y varitas bailaban en frente de el  por lo que en un acto desesperado cerro los ojos logrando contener todas imágenes. 

Durante los minutos que parecían horas seguían pasando, la Luna eterna espía estelar había logrado introducir un poco de su luz en la mazmorra llenando de luz y oscuridad el lugar, cubriendo los al pelirrojo en sombras -despierta... - le susurro una extraña y a la vez conocida dulce voz de mujer, sus ojos verdes recorriendo el lugar comprobando que estaba solo en aquel lugar. 

-oigan mis magníficas criaturas que vigilan mi puerta... -elevó un poco su voz para que los gemelos lo oyeran - ya que han sido tan amables de escoltar me hasta mi habitación podrían traerme algo de comer? Es que me dio hambre con tanto viaje. 

casi podía ver cómo aquellas criaturas intentarían atravesar esa puerta  pero algo le dijo al pequeño que no lo harían, pero aún así por alguna razón no sentía miedo, desde que había cruzado su mirada con aquella criatura solo sentía felicidad, lentamente un pequeño pero sutil sonido de pasos parecía acercarse a su celda. 

 

@ Agatha Andrómeda Abbott  @ Kaiser Lord Pilu

 

Editado por taison logan greyback

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