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Fiesta de navidad en Hogwarts


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La fecha del año para celebrar se acercaba, todos preparaban las celebraciones, el ministerio de Magia Británico y el Ministerio de asuntos mágicos de Francia se habían aliado para hacer una celebración especial.

La idea de los jóvenes que pasaban la navidad en Hogwarts lejos de sus familias era algo que a muchos importaba, así que basados en esto se habían aliado para hacer un baile en el gran salón comedor para que esa noche especial todos pudiesen compartir en la Noche buena. Ya que estaba implicado en ministerio de asuntos de magia Francés en cabeza de su Ministra de Magia, se había entusiasmado con la idea y había puesto manos a la obra para adornar todo de manera elegante y festiva. Su idea era una Navidad congelada, así que todo estaría ambientado en un bosque congelado para que todos se sumergieran en la maravillosa idea de estar allí en una fiesta navideña.


El piso del salón se adorno de manera brillante como si se tratara de un lago congelado bajo sus pies, claro que se habían encargado qué no estuviese resbaloso para evitar accidentes desagradables en el lugar. Las grandes columnas del gran salón habían sido adornada como árboles de navidad de hielo, de los cuales colgaban esferas de tonos azules y blancos brillantes y rodeados de cintas azules.


Las mesas rodeaban el salón de baile que quedo justo en la mitad rodeado de ellas, en donde desde el techo caían ramas de  muerdago, muy oportunas para todos aquellos romances de navidad.


Todos los invitados estarían cubierto su rostro por un antifaz de hielo, que se desvanecería justo a media noche cuando fuera el momento de abrir los regalos de navidad para los estudiantes, pues los ministerios habían tomado en cuenta esto justo para hacerles un presente a  los jóvenes en este día.


Las mesas de honor en donde estaba los lugares del director los ministros y profesores estaban en su lugar usual para ver desde allí todo el acontecimiento.

Las mesas con bebidas y postres estaban en la parte del ingreso de salón, donde habían pasteles de chocolate, ponche, chocolate caliente con malvaviscos y tablas de quesos y carnes frías.

Se serviría una cena principal a la media noche después del descubrimiento de los rostros de la antifaces.


Ya pues lista la celebración solo era momento de que llegarán los invitados.

Editado por Ada Camille Dumbledore

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Ministre de la Magie Français // 🌙 dulce asesina by Mael

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Leí el pergamino dos veces y lo dejé con tal fuerza sobre el escritorio que el frasquito de tinta azul celeste giró sobre sí mismo y volcó el contenido sobre ella. No me importó, a pesar del dineral que costaba aquel color, hecho expresamente para mí por unos duendes de Rumanía que cobraban algo más que galeones por su trabajo. Me daba igual eso en aquel momento. Lo que me molestara era la traición... Que me traicionara un compañero de bando en quien había depositado mi confianza, un miembro de la familia a quien yo protegería pasara lo que pasara, a quien adoraba... Y de quien me acababan de informar que estaba involucrada en el Alzamiento que se estaba trazando en mi contra.

Varios elfos pasaron como sombras, evitando la rabia con la que tiré el escritorio al suelo frío de aquella cámara en La Fortaleza. Sabía que llevaba más tiempo del acostumbrado en la cabeza del bando; sabía que las confrontaciones que inicialmente parecían calladas en el inicio de mi mandato, se habían envalentonado y cuchicheaban a mi paso. Reuniones clandestinas en lugares que no podía controlar. Conversaciones inacabadas que desaparecían de mis escuchas. Panfletos en contra de la "suavidad" de la presencia de La Marca en el fuego...

¡Todos en contra de mí! ¡Todos! ¡Hasta ella! ¡Hasta Ada estaba en mi contra!

Golpeé con rabia la hermosa silla tallada en la que me había sentado momentos antes y lancé un grito agudo. ¿Por eso había estado rondando mi casa los días anteriores? ¿Habría intentado poner a @ Matt Blackner  en mi contra? Confiaba en él, en mi hijo, así que no iba a hacerme dudar aquella primucha a la que le haría pagar por su desparpajo, por muy Primera Ministra francesa que fuera. Me las pagaría... Todos me las pagarían...

¿Querían celebrar la Navidad y hacer estallar una guerra interna? Sonreí. Sí, sonreí y creo que los elfos pensaron que estaba loca. ¿Lo estaba? Seguramente sí. Chasqueé los dedos y un elfo se personó con las orejas bien gachas, temiendo que descargara sobre él la ira con la que había roto la silla.

-- Avisa a todos. ¿Quieren navidad? Celebraremos una Navidad Sangrienta. Diles que invita... -- otra vez esa sonrisa en la cara -- ... el Ministerio de Magia Británico y el Ministerio de Francia. Me voy a mi mansión a vestirme para la ocasión. Que no falte nadie... Cuando sean las doce de esta Nochebuena, veremos quién es suave en el bando.

Desaparecí. Soy de las pocas que podían desaparecer del centro de aquel edificio de La Marca. Porque aún seguía siendo la líder. Tendrían que matar a todos aquellos que intentaban derrocarme.

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Últimamente las cosas estaban raras. Los habitantes de Ottery parecían haberse recluido en si mismos y apenas salían de sus hogares y entornos, incluidos nosotros mismos. Hacía algún tiempo que tenía la sensación de que necesitaba viajar, algo que nunca antes había creído posible. De niño odiaba pasar la vida de un lado a otro, y sin embargo ahora tenía la sensación de qeu debía volver a viajar. 

 

Elentari tiró de mi pantalón, llamando mi atención. Al mirarla, sonreí como un bobo, como siempre pasaba cuando interactuaba con la pequeña. La cogí en brazos, mientras ella me enseñaba lo que traía, un pergamino garabateado y lleno de colores. Pensé en aquella conversación qeu tuve con Helike cuando nos enteramos de su embarazo...la siguiente navidad que pasaríamos, seríamos tres. Y sin embargo...volvimos a ser dos.

 

- Vaya, qué bonito. Se lo has enseñado a los abuelos? - le pregunté. La niña asintió, enérgica.

- Al güero ti - dijo, sonriente - pero la güerita nosta.

 

Fruncí el ceño, ladeando ligeramente la cabeza. La dejé en el suelo, caminando en busca de Jack. Lo encontré en la biblioteca, leyendo un viejo libro.

- Y Sagitas? - pregunté, mientras Elentari volvía con los lobos. 

- Ya sabes - me dijo, levantando la vista, cerrando el libro con tranquilidad. - Si no está aquí y yo no estoy con ella...

"La Marca" pensé, con un leve gruñido. Los dos teníamos la silenciosa preocupación, no por el tiempo que pasaba allí, sino porque su mandato se había alargado más de la cuenta...y temíamos que tramasen algo en su contra.

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De pequeña tenía la imagen de que algún día sería una princesita que entraría de puntillas en su palacio de cristal, todo rosa, donde sería feliz. No sé si me veía como esposa y con hijos, pero sí con una familia, muy feliz, pero muy muy muy feliz. Supongo que ese sería el sueño de todo huérfano y nunca creí llegar a tenerlo. Porque, ahora que había aparecido en el jardín de la Potter Black, nada rosa pero sí de un gran esplendor blanco, me daba cuenta que la tenía al alcance de mi mano. Un marido que me amaba, un hijo que me había dado una nieta maravillosa, además de otros hijos dispersos por el mundo. Una gran familia de renombre, un poder económico alto y responsabilidades de adulta, muchas, tal vez demasiadas.

Al poner el pie en el escalón de la entrada, me retuve. ¿Y si lo dejaba pasar todo ¿Y si me quedaba allá, con la familia que tenía y me olvidaba del resto? Cerré un momento los ojos, pero sólo encontré oscuridad. Por un momento, deseé volver a sentir aquella claridad que sentía de pequeña y que me había mantenido viva hasta hacía poco tiempo. Pero estaba todo oscuro en mi interior, así que entré sin miramientos y sin dejar aflorar aquella debilidad de sentimiento que intentaba distraerme.

Sentí un grito enorme con un "agüerita" que se tiró sobre mí con los brazos extendidos. Volví a titubear al sentir el calor de mi nieta entrando en mi piel. La besuqueé por todas partes mientras ella simulaba taparse con las manos, arrancándole muchas risotadas. Después me acerqué a mi hijo y mi marido, mientras la llevaba sentada en mis brazos.

-- Hay una... fiesta de Navidad. -- Mi rostro se tornó férreo de nuevo y dejé a la niña en el suelo, animándola a caminar hacia su agüero. -- Voy a celebrarla, pero os aconsejo que os quedéis en casa. Nunca se sabe cómo... salen estas fiestas...

Tragué saliva y en mi interior añoré el abrazo de mi nieta. En ese momento deseé que alguien me parara y me obligara a quedarme en casa. Di un paso hacia atrás, como si con ello impidiera que aflorara ese deseo.

-- Voy a vestirme de gala.

Di media vuelta. No sé porqué se me escapaba una lágrima, como si hubiera perdido algo que no podría encontrar de nuevo.

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- Agüerita!! - exclamó Elentari, mientras salía disparada hacia la entrada de la Potter Black, un par de segundos antes de que Jack y yo entendiéramos que Sagitas estaba en la entrada. La niña si la sentía, por eso ya sabía que estaba allí. Sagitas podía esconderse de mi, pero no de ella.

 

No tardamos en verlas entrar a las dos, precedidas de las risas de la pequeña pelivioleta, a la que dejó en el suelo, animándola a correr con Jack, que la recibió con los brazos abiertos, alzándola antes de sentarla en su regazo y hacerle cosquillas. Nunca pensé que lo vería asi. Pero Sagitas anunció la fiestad e Navidad, y su tono cambió. Su cara cambió, y aunqeu Elentari se volvió hacia ella con extrañeza, no me hizo falta leer a la niña para notar que a mi madre le pasaba algo. Había aprendido a saber que le rondaba por la cabeza de otras formas.

 

Sagitas dio media vuelta, con lo cual no pudo ver la mirada entre Jack y yo...El otrora fantasma se levantó, pasándome a la niña, mientras los lobos se ponían en pie y nos aparecíamos en mi habitación, él se marchó hacia las escaleras, siguiéndola hasta la habitación qeu compartían cuando, como ahora, era corpóreo.

- Niña...no creerás que voy a dejar que acudas a una fiesta sola, verdad? Alguien debe espantarte a los moscones de alrededor.

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No subí las escaleras; las pateé con fuerza mientras me encaminaba hacia mi habitación. El ruido de mis pasos reverberaban en el cerrado espacio de mi cabeza como tambores de guerra. Ya hacía tiempo que parecía haber perdido la cordura, tal vez desde las visiones de destrucción de Ottery contra las que había luchado como había podido y ante las que había perdido. Sabía lo que iba a suceder en un futuro inmediato, una mezcla de guerra y destrucción en la que sólo iba a quedar un vacío, más profundo que el agujero en el suelo del pueblo, del que nadie iba a sobrevivir. Yo era causa y consecuencia a la vez de lo que iba a suceder, yo era un mar de antagonismos que me impedían evitar lo que iba a suceder en un futuro no muy lejano.

Sí, unos tambores que anunciaban con fuerza la terrible matanza que estaba por venir, la desaparición de todos los que yo había conocido. Cerré los ojos con tanta fuerza que minúsculos puntos de luz bailotearon delante de ellos, en venganza por no querer admitir aquella derrota. Entré en la habitación a punto de sentir como la ansiedad cabalgaba rápida a punto de salir de mí, a punto para provocarme un ataque de locura, de chillidos que yo intentaría ahogar en cojines. Jadeé un poco intentando controlarla cuando sentí su voz. Me envaré.

-- Jack...

Mi voz sonó débil, más débil de lo que pretendía, así que me mordí el labio superior, como siempre hacía en gesto nervioso cuando no sabía qué hacer, algo que últimamente me sucedía muy a menudo.

-- Creo que podré espantar a los moscones sin tu ayuda. -- Sonó demasiado violento, tal vez, y me maldije por herir así a las personas que aún me querían. -- Quiero decir que me encantará que vengas, aunque no estoy segura de si debieras. Hay mucho más peligros que los moscones que me ronden, cariño.

?u=https%3A%2F%2Fimages-na.ssl-images-amComo excusa para que no me acompañara, era mala; estaba segura que Jack notaría mi desasosiego. Deseé acercarme a él, besarle, envolverme en sus caricias y olvidarme de todos y de todo lo que no fuera mi propia felicidad y mis deseos, mi familia. Pero tenía un destino que cumplir, uno que no me gustaba, uno que no sabía si lo había provocado yo o era una víctima de él. Usé la varita varias veces para cambiar el color de mi ropaje y, al final, lo dejé en un tono más oscuro de lo que esperaba. Fruncí el ceño y me volví a mi marido, enseñándole el resultado.

-- ¿Crees que estará bien con esta máscara? Espero que no lleguemos tarde.

¿Había dicho "lleguemos"? ¿Tanto deseaba estar con él en aquellos últimos momentos?

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Observé su espalda, sabiendo qeu me rehuía, qeu mentía. No la sentía, como si hacía nuestra nieta...el chico no había heredado aquella habilidad de mi. Pero yo la conocía, estábamos unidos y sabía que algo le rondaba la cabeza, la preocupaba, e impedía que, a pesar de que querría quedarse con nosotros en casa, dejar que me aferrase a ella y la tranquilizara.

- No dudo de tu capacidad para espantar moscones, niña - contesté, con voz socarrona - pero soy muy bueno en mi trabajo. Y a mi también me gusta cazar moscones.

 

Al tiempo qeu ella cambiaba su vestimenta, yo hice lo propio, usando la varita para transformar el pantalón de pijama en un pantalón de vestir negro, unido a la camiseta, que pasó a ser una camisa violeta. Por último, una chaqueta, de color dorado envejecido con flores violetas bordadas.  La observé con una sonrisa, aproximándome hasta ella. La tomé por la cintura, besándola.

- Prefiero sin la máscara, pero tendremos que mantener un poco de misterio - dije, alzando la mano, sosteniendo mi máscara - ya tendré tiempo de arrancártela más tarde...igual que ese vestido - le guiñé el ojo, sonriendo antes de ofrecerle el brazo. - Lo bueno siempre se hace esperar. Vamos a espantar esos moscardones.

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La fiesta había iniciado a mi me había encantado poder organizar esta celebración para poder llenar de mimos a todos aquellos niños que se quedaban en Hogwarts lejos de sus familias en las fiestas de navidad, tal vez el estado en el que me encontraba me hacía ms sensible a todo, pero me había hecho muy feliz el poder dar felicidad a esos niños y por supuesto poder todo estar juntos en una fiesta de navidad una fecha tan linda para dar. Aunque sabía que mi familia estaba lejos, tenía siempre personas a las que tenía gran afecto cerca de mí.

 

 Estaba segura que la invitación abierta permitiría que muchas personas llegarán a la fiesta y más siendo que la mayoría de ellos eran egresados de la famosa escuela de Magia y Hechicería localizada en la bellísima Escocia, aunque el frío siempre era para mí un poco fuerte, pero dentro del gran salón sentía una calidez especial.

 

Para la ocasión había escogido un modelo blanco sencillo y holgado, de brazos libres y volantes en el cuello, la espalda libre. Mi abdomen había crecido bastante y ya con siete meses de gestación me sentía bastante feliz, aunque estuviera sola, no lo estaba del todo. El pequeño que crecía en mi vientre me hacía sentir afortunada y muy feliz y aunque aun no sabía si sería un niño o una niña. Solo conocer que ya vivía en mi era algo que me hacía sentir feliz. 

 

Estaba organizando los regalos en el gran árbol de navidad que estaba justo al lado de la mesa principal en donde se sentaría los ministros y otros invitados más.

Había olvidado que justamente había puesto en las invitaciones que se usaría un antifaz qué desparecería a la media noche, para darle un toque de misterio a la velada, deje una mesa con antifaces a las afueras de la entrada del gran comedor por si alguien había olvidado el suyo, yo había elegido uno blanco a juego con mi vestido.

Pues ya era hora de que fuera llegando los invitados, esperaba que mucha gente disfrutara de la noche.

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Ministre de la Magie Français // 🌙 dulce asesina by Mael

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Había una gran diferencia entre, las expectativas de todo un trabajo arduo y planeado lleno de detalles, con algo totalmente diferente a la realidad de los hechos como había ocurrido. De hecho, cualquier persona que me conociera un poco, habría esperado casi lo mismo o más: la búsqueda de poder, la resolución de problemas, el enfrentarse a lo que sea. Pero a veces las cosas no ocurrían como uno quería y la caída era realmente dolorosa.

Nadie se había enterado dónde había estado. De hecho eso era una de las cosas que me había retenido más de la cuenta. No me gustaba para nada tener que dar explicaciones ni mucho menos con las manos vacías. Más ahora, no tenía excusas para no aparecer, de alguna manera había que enfrentar ésa situación. ¿Qué había pasado? No le importaba en lo absoluto.

Aunque quisiera, la mitad de las cosas no me las podía acordar, al menos no conscientemente. Tras las frustración de no haber conseguido el maldito objeto que necesitaba para continuar con aquella maldición. Había hecho todo lo que estaba al alcance y me encontraba en un pasillo sin salida. Esperaba que aquella explosión de ira en Georgia, no hubiera levantado sospechas contra mí. La ventaja de no hablar el mismo idioma y la distracción de esos cuántos inferis mantendría la concentración donde esperaba.

Pero la frustración me había llevado a inundarme en varias copas de alcohol durante varios días seguidos y fue Tanis quien me había encontrado en uno de los bares del pueblo más alejado de Georgia, refugiado esperando el momento, un momento que jamás llegaría. Claramente que no era consciente de cómo me había despertado, pero ése Elfo se había encargado de deshacerse de las botellas, y de darme unos cuántos golpes en la cara para despertarme con sus manos de dedos largos. Para mí, el dolor era por la resaca.

El amo Mael… debe encargarse de la mansión… Si el amo Elvis estuviera aquí —nunca había visto a un ser mirándome con tanta desilusión y enojo al mismo tiempo. Levanté mi rostro pegado de aquella almohada (era como un cartón, mejor dicho) y apoyé mis codos sobre ésa cama dura, para mantener mi postura ante la criatura. Entrecerré los ojos.

¿Cómo diablos me encontraste? ¿Qué haces aquí? —tantas precauciones, tantos cuidados, tantas cosas pensadas para que un maldito elfo lograra encontrarme tan fácilmente. La magia que contenía la familia Gryffindor era mucho más poderosa que cualquier otra. ¿O era que había dejado pasar por algo algunas otras?— ¿Una invitación? ¿Has venido para molestar aquí por una estú-pid4 invitación? ¡Vete, quién te crees para decirme lo que tengo que hacer!

Pero el elfo se perdió entre una voluta de humo rojizo cuando desapareció. Me había tendido la carta, me había recomendado que no dejara sola la mansión nuevamente y se había atrevido a hacer lo que nunca había hecho. ¿Y el resto de los Gryffindor? Un sentido extraño de pertenencia me hizo quedarme parado sobre la cama, pensando con culpa que tal vez el elfo tenía razón. Aunque ser dueño de todo lo que estaba vacío no traía mucha tranquilidad que digamos.

Lo que me espera… —bufé buscando mi varita entre las sábanas y encontrándola en una de mis zapatos. Con una sacudida de ella, me vestí, todo en la habitación se acomodó como estaba y desaparecí rodeado por aquella niebla negra directamente a la mansión Gryffindor.
 

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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La noche que haría mi debut había llegado, era maravilloso el poder mostrar mis intenciones delante de mi rival, quien lo diría que justamente la persona que más detestaba era quien me abría la puerta para lograr hacer mi entrada triunfal después de planear en la oscuridad durante tanto tiempo. Este día me encargaría de hacer valer mi sangre pura y enseñarle como deberían actuar los que ostentaban el poder, que la tibieza era para perdedores y pusilánimes.

Volver a Hogwarts era un recordatorio de los momentos en que había aprendido como había notorias separaciones entre los magos y brujas, y que debían ser guiados por un grupo de personas con criterio y visión que los llevará a un feliz camino a la supremacía de los Magos. Pocos conocían de mi, la hija única y primogénita de una familia recatada de Bélgica, descendientes de Vinda Rosier por línea materna y fieles creyentes de los principios instaurados por Gellert Grindelwald: crear un orden jerárquico global benevolente dirigido por una comunidad sabía y poderosa que dominará a los muggles.

Esta noche lucia un vestido negro entallado con un escote en el pecho y un sombrero del mismo color, zapatos de tacón alto que hacían resaltar mi cintura y mejoraba mi postura, por lo que amaba usarlos.

Arribe a ella escuela Hogwarts de Magia y Hechicería puntual a la fiesta de la celebración de la natividad organizada por mi prima, apenas la soportaba, mas siendo adorada por mi hermano quien solía estar enamorado de ella siendo un adolescente cosa que me enervaba de la semiveela. Ya que la soportaría me pondría mi mejor máscara y eso era algo que haría literalmente.

Ingrese a Hogwarts y me quede en el patio mientras esperaba a mi acompañante, ojalá se diera prisa. @ Malum Luxure

 

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Ministre de la Magie Français // 🌙 dulce asesina by Mael

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