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Familia Granger (MM B: 86794)


Sophie Elizabeth Granger
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Al parecer mis ojos habían acaparado el interés de Joacoo. Intenté desviar la mirada al instante, pero no pude.

Era él la segunda persona que me había visto derramar lágrimas de sangre, y de alguna manera se estaba ganando un poco de mi confianza. Pues si mamá confió en él ¿Qué motivos tendría yo para no hacerlo?

Era quizás la última vez que veía a aquel mago de ojos azules de mirada tan serena y cautivadora.

 

-Es bueno saber que este niño ya te está llenando de felicidad. Yo misma al verlo, me transmitió la necesidad de estar junto a él y no soltarlo jamás. Sentí la necesidad de protegerlo, de entregar mi vida por este pequeño demonio que mi madre a dado a luz- dije con una sonrisa, pero Joacoo parecía hacer caso omiso a mis palabras.

Lo veía concentrado en mi rostro el cual era adornado por un delicado mechón de cabello que había caído sobre mi mejilla.

 

¿Será que estaría viendo en mí algo que le hiciese recordar a mi madre? No, eramos dos personas muy diferentes por fuera, pero aún así teníamos ciertas cosas en la personalidad que nos asimilaban bastante.

Desvié la mirada hacia el suelo, pero en ese instante sentí la gélida mano de Joacoo sobre mi mejilla, era tan suave, tan fría. Pero entonces sus labios posaron sobre los míos y mis ojos se abrieron de par en par para contemplar los suyos, que cerrados, se dejaban sentir. Poco a poco cerré los ojos. Logró encandilarme, acaparar mis sentidos y mis deseos por un momento. Sus labios tan dulces, tan fríos, tan húmedos me envolvían...

Pero entonces la viva imagen de mi madre regresó a mi cabeza y no pude más que separarme muy despacio de él.

 

-No... no puedo... yo...- balbuceé poniéndome de pié -No, fuiste el novio de mi madre y yo... estoy condenada al igual que ella a marchar hacia una batalla en la cual sé que perderé, pero aún así lucharé para vengar su nombre. Y esto... no es correcto no...

 

Agarré mi cabeza con las manos y miré a Seshiro quien contemplaba con sus iluminados y azulados ojos la situación.

-No puedo hacerle esto a mi madre- dije caminando hacia la puerta -Y aunque pudiera, esta podría ser la última vez que nos veamos, después de todo, mañana para estas horas estaré luchando con mi ex lider quien domina la varita setecientas veces mejor que yo.

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La joven auror aparecio en los jardines con la capucha de la capa aun colocada sobre su cabeza y un bulto del tamaño de un ser humano flotando tras ella. Si bien para la bruja no representaba un peso dificil de transportar ponia usmo cuidado en no maltratar el contenido. Una vez que estuvo cerca de la casa le hizo señas a uno de los elfos para que se asegurara de que ningun miembro de la familia se cruzara en su camino y ademas vigilara que nadie entrase al sotano mientras colocaba ahi su preciosa carga.

 

Mientras el elfo se apostaba en la entrada de las escaleras obedientemente la vampira bajo las escaleras buscando un buen emplazamiento para esconder su carga. Por experencia propia sabia que mientras mas tiempo pasara mejor seria el sabor de la sangre de aquel ser. Pronto encontro un hueco lo suficientemente grande para mantener ahi su presa por algunos dias.

 

Dejo caer suavemente sobre el piso de las catacumbas que servian de sotano la presa que habia traido desde Londres y le quito la bolsa con lo que habia ocultado aquel pesado cuerpo. Un hombre cercano a los 30 años y de aspecto saludable se encontraba inconciente sobre aquel duro suelo mientras la rubia lo miraba con avidez. Habia intentando conquistarla en aquel baresucho donde se habia internado en busca de su siguiente victima y habia terminado en sus garras en vez de lograr una noche de pasion como habia pensado.

 

Mientras el humano seguia inconcente la bruja se dedico a atarlo con cadenas a una de las paredes y con un poco de magia coloco una reja para que este no escapara y lo dejo ahi para que despertase en aquel lugar desconocido para el. El miedo y la adrenalina harian mas apetitosa su sangre y la vampira estaba dispuesta a esperar el tiempo necesario para obtener lo mejor de aquel humano.

 

Cuando llego a las escaleras lanzo un hechizo de insonorizacion al lugar para que nadie en la casa oyese los gritos que seguro pronto saldrian de la boca de su prisionero al verse en tan precaria situacion y cerro con llave las puertas de acceso.

 

-Nadie debe saber lo que hay ahi abajo, entendiste...-ordeno al elfo que la miro sorprendido pues nunca habia visto un comportamiento asi en una de las Granger pero se cayo sus pensamientos y asintio mientras la rubia subia a ver a sus pequeños que estaban bajo el cuidado de Arianna

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La satisfacción que duró el beso, correspondido por la joven, duró poco, ya que se separó de mí, y se puso de pie balbuceando que no podía, al parecer porque yo fui novio de su madre. Sin embargo no me pareció una razón para dejar de hacerlo, a mi no me parecía incorrecto, pero sabía, que para ella si lo era, podía sentir al verla, la confusión que le causaba todo esto, y sabía también que ella creía haber traicionado a su madre por hacerlo, seguro pensaba lo mismo que yo: Si Sil hubiera estado viva, hubiera prohibido eso. Y seguro ya me abría amenazado de muerte, algo que me hizo sonreír por dentro.

 

Ahora yo tenía una gran duda ¿Qué hacer? por un lado yo podría rebatir sus argumentos o simplemente tomarla y besarle sin más, a ver si la convencía que si bien era incorrecto, era muy placentero, al menos si para mí lo era. Pero al mirarla en ese estado lo único que se me ocurría era mostrarme de su lado, y tal vez así lograr que no se sintiera tan culpable, por haber correspondido. Medité unos momentos las dos opciones, y al dar un vistazo muy disimulado a la cara de la joven, comprendí que debía mostrarme de acuerdo con ella.

 

-Tienes razón Mizuky- dije convincentemente arrepentido -Yo no sé en que estaba pensando, yo no debí...- La miré a los ojos -Yo lo siento mucho-. le dije con mi cara de arrepentimiento.

 

La joven seguía visiblemente confundida, con las manos en su cabeza y mirando a Seishiro, seguía intentando justificarse, a pesar de que ya le había dado mi aprobación, pero eso ya no parecía una justificación para mí, sino un intento para convencerse de que eso no está bien, de que más que lo deseara ella "no podía". Era fácil darse cuenta de eso cuando yo mismo había practicado el auto control millones de veces, por lo que lo entendía perfectamente.

 

Sin embargo cuando habló de su lucha contra el padre del niño, el terror me invadió por un momento, pensar que posiblemente fuera la última vez que la viera, justo después de este día en que comenzábamos a llevarnos bien, en comprender que ni ella ni yo éramos malas personas, pensar en su enfrentamiento con el culpable de la muerte de Sil, me hacía pensar en que todo habría sido en vano, nunca pensé lamentarme porque Mizuky corriera peligro, incluso me habría alegrado, pero no ahora no después de lo que acabamos de pasar, después de la pacífica charla que habíamos tenido.

 

-Mizuky, puede que sea un experto en la varita- Le dije, con voz suave y tranquilizadora, pero con una mirada severa, mientras me ponía de pie y caminando frente a ella, con Seishiro en brazos -Pero estoy seguro de que él no te matará, el verá lo que vi yo y recordará a tu madre, y se rendirá- Suspiré -Y aunque te encuentres en el peor estado posible, se que entrarás en San Mungo, y saldrás como nueva, te prometo llevar a Seishiro a visitarte si eso sucede- Le sonreí para inspirarle confianza, y estiré el brazo para una hacerle leve caricia en su mejilla.

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Se encontraba sentada en aquel pequeño parque que se encontraba detrás de la mansión Granger. Acompañada nada más por aquellas estatuas de piedra que yacían a su alrededor, contemplando a la bruja ojivioleta en silencio, como si estuvieran burlándose de ella; llevaba varias horas ahí, sin hacer absolutamente nada, salvo contemplar aquella fuente que lucía en medio de aquel improvisado lugar. El sonido del agua al caer continuamente, le resultaba algo tranquilizador; estaba molesta y sentía que toda su vida no era nada más que un absoluto fraude.

 

La noche había caído ya y la joven podía escuchar el cantar de los grillos; levantó su mirada violácea hacia el cielo y se dio cuenta que se encontraba totalmente despejado: miles de estrellas atravesaban el firmamento y había una espectacular luna llena. ”Magnífica”, pensó la Granger al mismo tiempo que cerraba los ojos y esbozaba una leve sonrisa, mientras sus pensamientos comenzaban a agitarse. Sacudió la cabeza con firmeza, para quitar a aquella persona de su mente: ”¿Qué hago pensando en él? ¿Acaso él se ha preocupado por decirme dónde rayos está?”

 

Claramente se refería a su esposo, el cual llevaba algún tiempo desaparecido; la bruja no sabía lo que estaba haciendo, pero sí sabía para quién estaba trabajando. Al principio no le molestaba en lo absoluto tal cosa, pero con el paso del tiempo, solo le había servido para darse cuenta que estar en ese bando solo lograba apartarlo de ella; ”bah”, resopló la ojivioleta, un tanto fastidiada por estar dándole vueltas a la situación. Después de tanto pensar, había decidido dejar a un lado todo eso: ”bye, bye pasado… bienvenida nueva vida”, sentenció la joven mientras que se ponía de pie y se disponía a entrar a la mansión.

 

Con un ademán, hizo su cabello hacia atrás, al mismo tiempo en que sus pasos la guiaban; estaba cerca de la entrada cuando vio algo que la hizo detenerse en seco: era la imagen de dos personas y una de ellas iba levitando detrás de la otra. ”¿Pero qué rayos?” Se preguntó la Granger, un tanto extrañada y se apresuró hacia el interior. Había sido una escena bastante inusual, incluso se llegó a imaginar que algún miembro de la familia había resultado herido o algo parecido. Se apresuró a entrar a la mansión y volteó inconscientemente hacia la sala. Se dio cuenta que no había nadie de la familia, algo que comenzaba a hacerse habitual.

 

Todo estaba en silencio, lo cual no era ninguna novedad, pues a esa hora de la noche era normal que los demás estuvieran durmiendo, salvo unas cuantas personas. Se disponía ir a su habitación cuando vio que su prima regresaba de la cocina. Tenía un aspecto un tanto extraño y parecía distraída ¿o preocupada? A la ojivioleta le dio la impresión de que algo escondía y al verla que iba hacia su habitación, decidió hablarle.

 

- Sophie ¿Qué haciendo en la cocina a esta hora? ¿Acaso decidiste prepararte un refrigerio?- Exclamó mordazmente la joven, al mismo tiempo que percibía algo extraño en la rubia. - Hueles… distinto ¿has estado divirtiéndote? No hace falta que sea más específica ¿verdad? – [XD] Replicó la joven, entre la burla y la diversión.

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Había visto en él una persona realmente hermosa. Quizás fue su mirada y las lejanas palabras de mi madre lo que me hacía verlo así. Su sonrisa cálida, el frío de su piel, si cabello tan suave.

Negué con la cabeza una y otra vez. No podía tener aquellos pensamientos, no sería capaz de soportar el dolor del amor nuevamente.

Intenté no mirarle a los ojos por lo que me dispuse a mirar a mi lindo hermanito cuyos ojos eran dos grandes esferas azules y con la mirada más inocente que jamás había visto.

 

Entonces las palabras de Joacoo me entristecieron, pues, aunque deseaba negarlo, me gustaría haber escuchado de sus labios palabras que acercaran nuestros labios. Aún así hizo que lo apreciara aún más por su respeto y su coraje.

 

Se puso de pié y el zumbido de sus pasos se aproximaron mientras recitaba palabras de aliento que me daban al menos un poco de fuerza. Sin embargo seguí sin mirarlo, mientras hablaba mantenía la mirada en Seshiro quien había empezado a jugar con mi pelo. Entonces sentí la heladéz de su mano sobre mi mejilla y cerré los ojos para sentirla, disfrutarla... y volví a abrirlos con indiferencia contemplando el suelo mientras lo escuchaba, haciendo ya caso omiso a sus palabras.

 

-S..si- dije intentando concentrarme en lo que decía -Seguro estaré bien, y de terminar en San Mugo, los estaré esperando. A ambos.

 

Los deseos de besarle nuevamente me absorbieron, si mis ojos se encontraban con los suyos a esa distancia no podría, definitivamente no podría y me lanzaría hacia sus labios. Sin embargo mis ojos continuaban en el suelo y mi corazón petrificado latía en mi memoria.

 

Mamá... ¿Será que tú desde el cielo estas causando esta locura?

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Por alguna razón la joven no me miraba se concentraba en Seishiro, lo que comprendía porque ese pequeño era todo un encanto y en donde estuviera cautivaba todas las miradas, sin embargo ni cuando le hablaba me miraba y eso me hacía pensar si la había ofendido, con mi beso, o ya había dejado de confiar en mí, tomándome por un Casanova, al intentar besarle cuando recién nos comenzábamos a llevar bien, no lo comprendía, pero sabía que mis intenciones no era un simple beso, algo en ella me atraía pero no sabía que era, aunque intuía que era su forma de ser.

 

Sin embargo todas mis sospechas se desvanecieron cuando acaricié su suave mejilla, observé la reacción de la joven y me sorprendí al ver que lo disfrutaba, me alivió pensar que no la había ofendido, y creía confirmar con eso que ella había descartado la posibilidad de que yo fuera un Casanova, de pronto sentí como si me hubieran quitado un gran peso de encima. Al fin pude sonreír nuevamente, tranquilo, y observaba como Seishiro jugaba con los cabellos de su hermana.

 

No creía que me estuviera prestando la atención necesaria, pero respondió con coherencia, por lo que me sacó una sonrisa, aunque no estaba seguro si debía alegrarme, cuando dijo que de quedar en San Mungo, aunque mejor evitaba eso, también esperaría una visita mía. Todo era tan extraño... hoy antes de despertar hubiera deseado verla en San Mungo sufriendo, de la peor manera posible, sin embargo ahora me horrorizaba siquiera pensar en eso.

 

-Puedes contar con que te visitaré yo también, pero confiemos en que no tengas que pisar San Mungo- Dije intentando encontrarle la mirada, pero no pude -No me gusta, hablar y no verte a los ojos-.

 

Y dicho esto llevé mi mano a su mentón y con delicadeza le levanté el rostro, para mirarle a los ojos, esos ojos azules, preciosos y profundos que ella tenía, y que al mirarlos me daban ganas de lanzarme a sus labios, esos ojos que me hacían perder mi autocontrol, y que no me dejaban pensar nada más en besarla, y sentir nuevamente el sabor de sus suaves labios. No resistía más, bajé a Seishiro que no protestó y se fue con sus juguetes, y acercándome un par de pasos, quité unos mechones adorables de su rostro, y por fin, besé sus labios.

 

Al inmediato contacto con sus labios, me sentí realizado, como si mi vida solo hubiera transcurrido sus 300 años para ese momento. Miré a Seishiro que iba arrastrándose sobre su pancita hacia su habitación, y sonriendo por dentro, cerré los ojos para disfrutar plenamente del momento que estaba viviendo, ya que por primera vez en mucho tiempo me sentía alegre, verdaderamente alegre, y feliz, ese había sido un gran día hasta el momento, y esperaba que continuara así.

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Estaba tan distraida por lo que habia hecho que no se dio cuenta que su prima se habia acercado a la cocina y la habia pescado en actitud sospechosa. Miro por un momento a su prima sin saber que decir y conciente de que se hacia mas sospechosa con su silencio aunque no sabia bien que decirle. Realmente habia olvidado ella todo sentimiento de bondad al abandonar la orden como lo habia hecho ella? Y si al darse cuenta de el hombre que tenia prisionero e intentaba liberarlo dejandola sin su pequeña diversion?

 

-Yo no se de que hablas prima, huelo a lo que huelo siempre que voy de caceria...-dijo aunque ella misma no se lo creia mucho y sentia que sus palabras habian salido inseguras-pero dime algo Valeskya, que pasaria si en efecto yo me hubiese estado divirtiendo de otra manera?

 

Le hizo señas para que se sentara con ella en la mesa de la cocina y llamo a un elfo para que le trajera un poco de chocolate caliente que enseguida estuvo en sus palidas manos mientras esperaba ver que efecto tenia en su prima aquella pregunta. Una leve señal de que podia confiar en ella para mostrarle lo que haria con aquel asqueroso muggle recluido en el sotano que seguramente para aquel momento estaria intentando escapar o estaria gritando aterrorizado.

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La pelirroja atravesaba los solitarios jardines de la Granger, donde lo único que podía escucharse era el incesante canto de los grillos. La velada en la mansión Gryffindor se había alargado más de lo previsto; o quizás era que simplemente el tiempo había pasado sin que la fenixiana lo notara. Iba un poco cabizbaja pensando en la reacción que había tenido su hermano al enterarse de su relación con Elvis y prestaba poca atención al camino.

 

«Cambiará de opinión cuando lo conozca», pensó distraídamente tratando de convencerse a sí misma y cuando levantó la mirada ya se encontraba a unos cuantos metros de la puerta. Se imaginaba que ya no habría nadie despierto sin embargo pronto saltó a la vista que había luz en el interior, señal de que alguien seguía deambulando a esas horas.

 

Entró tratando de no hacer demasiado ruido para que Kiara, la Golden Retriever que tenía por mascota, no acudiera a su encuentro o de lo contrario despertaría a quienes ya estuvieran dormidos. Cuando pasó frente a la sala notó que nadie se encontraba ahí, de hecho parecía que no había nadie más en los alrededores y se preguntó si serían los elfos los que aún permanecían despiertos.

 

Decidió asomarse en la cocina y aprovechar para hurgar en el refrigerador. Habían pasado varias horas desde que había ingerido los alimentos que habían preparado en la Gryffindor y ya tenía un poco de hambre. «Un vaso de leche no me vendría nada mal», pensó justo en el momento en que iba a entrar a aquella parte de la casa.

 

Al ingresar, la ojiverde alcanzó a escuchar algunas palabras que decía Sophie, y como si hubiera sido invitada a la conversación se entrometió sin ningún miramiento, como si llevara horas hablando con la rubia.

 

¿Valeskya? –repitió haciendo un gesto de desconcierto–, ¿de quién hablas primita? –en ese momento su olfato logró captar uno de sus aromas favoritos en el mundo– ¡¿eso es chocolate?!

 

Sacó su varita para aparecer una taza en la cual servirse un poco de aquella deliciosa bebida, pero se detuvo en seco al ver quién acompañaba a Sophie.

 

¡TÚ! –gritó a voz de cuello señalando a la ojivioleta con la varita– ¿No piensas saludarme?, ¿es así como recibes a tu hermana luego de tanto tiempo sin verla? -agregó con un fingido gesto de dolor- ¿dónde han quedado tus modales?

 

 

-----------------------

Off: xDDDD

Se supone que no sé que ahora la hermanosa se hace llamar Valeskya :unsure: Córranme si no quieren que me entere de las cochinaditas que hace Sophie >_> (?)

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"No lo hagas" decía mi cabeza.

"Bésalo" murmuraba mi corazón.

Pero mi madre ¿Qué diría?

¿Será que es ella quien, desde el cielo, guía nuestros labios a encontrarse y nuestros corazones a unirse?

De todos modos ella siempre quiso que tanto él como yo fuéramos felices.

¿Pero si la felicidad no estaba allí? Mi corazón continuaba herido por su viejo, eterno y condenado amor.

De todos modos sabía que aquél amor se había marchitado ¿Era necesario acaso avivar tan pronto a mi corazón?

Mi cabeza parecía que iba a estallar en cualquier instante.

Él estaba tan cerca y me distraía con su agradable y tan puro aroma. Un aroma fresco, dulce, mezclado con el perfume de su propia ponzoña.

 

Sentí su suave y helada mano acariciar mi mentón y elevarlo para contemplar mi mirada. Entonces lo miré y mi corazón parecía salirse de mi pecho. No, era solo producto de mi conciencia pues mi corazón, al igual que el suyo, se encontraba petrificado para toda nuestra condenada eternidad.

Su mirada azul me llamaba. Podría contemplarlo por décadas, así... a esa misma distancia. Sintiendo la frescura de su aliento, la delicia de su aroma y el canto de su voz.

Definitivamente no podría cansarme jamás de él.

Entonces sus labios hicieron contacto con los míos y me deshice ante aquel beso apasionado, entregándome a él sin miedo alguno. Borrando todo tipo de pensamiento que pudieran alejarme de él.

 

Envolví su cuello con mis brazos y me quedé allí, sintiendo el frío de su pecho pegado al mio, la helades y humedad de sus suaves y carnosos labios. Abrí un poco más su boca para deslizar mi lengua sobre su paladar y jugar así con la suya.

Joacoo ¿Quién era en verdad Joacoo? Años entregándole todo mi odio, para que en aquel momento le entregase a ciegas mi amor.

¿Mi amor? Preferí no pensar en ello en aquel momento.

Pero me sentí tan viva, tan feliz, por primera vez de ser inmortal, que olvidé incluso lo que vendría después de aquel beso.

Entonces los segundos transcurrieron fugases. No quería parar de besarle, después de todo nadie nos separaría en aquel momento y nada tenía que hacer más importante que estar a su lado.

Mi piel temblaba o al menos eso sentía pese a saber que mi piel era tan solo una piedra.

Acaricié su cabello alborotándolo, haciéndolo mio.

-Joacoo- murmuré separándome de sus labios para luego, como un imán, regresar a ellos.

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Como de costumbre bastaba conque una de las matriarcas apareciera para que las otras dos se hiciesen presente tambien. Annick con su acostumbrada delicadeza se acerco haciendo que la vampira diera un pequeño salto al sentirse sorprendida. Mientras la auror molestaba a la otra vampira por no saludarla como ella decia merecer la rubia hizo algunos movimientos y una taza se posiciono frente a una silla vacia donde suponia que su prima se sentaria.

 

Asi es, primita, esto es chocolate-confirmo mientras el elfo le servia un poco de aquel brebaje muggle. De las pocas cosas que conservaba de su etapa decente era el gusto por aquella infucion que era mas bien un tipo de adiccion.

 

Mientras Annick se sentaba con ellas la rubia se perdio en sus pensamientos preguntandose que reaccion tendria su prima si supiera lo que escondia en aquel oscuro sotano. Su fino oido le decia que el hombre ya habia empezado a gritar e incluso intentaba en vano romper las cadenas que lo sujetaban a la pared. No habia manera de que escapara y solo lograria lastimarse las muñecas. Una leve sonrisa de satisfaccion aparecio en la cara de la joven vampira sin que esta realmente se percatara de ello. Una mirada de sospecha de Valeskya le hizo darse cuenta de que estaba sonriendo y se volvioa undir en su chocolate tratando de disimular aquel descuido.

 

-Espera un segundo, porque llegas a estas horas Annick, acaso tu y Elvis estuvieron haciendo cositas y hasta ahorita te solto?-dijo metiendose con la chica mientras le daba un empujon cariñoso para que hablase.

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