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Familia Granger (MM B: 86794)


Sophie Elizabeth Granger
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Un susurro proveniente del viento la sacó de sus pensamientos y a trajo de vuelta a la realidad. “¿Abandonadora?” Dijo la Granger para sus adentros, entrecerrando los ojos un tanto molesta, más cuando comenzaba a interpretar la voz más como un reclamo que otra cosa. Y antes que pudiera voltear a ver de dónde provenía aquella voz, que dentro de todo le resultaba extrañamente conocida, rápidamente se vio envuelta en los brazos del Granger en el que había estado pensando momentos atrás. Lejos de sentirse atacada, sabía que era un gesto de amabilidad o cariño por parte de alguien conocido, alguien a quien no había visto desde hacía tiempo.

 

- Joaquín Granger – Exclamó la ojivioleta, tratando de sonar indiferente, pero a la vez permitiendo que ese abrazo fuera suficiente para expresar lo mucho que echaba de menos tener una conversación con su hermano.

 

Las pálidas y heladas manos de Valeskya sujetaron con gentileza los brazos de su hermano por unos instantes más y poco después los bajó para separarse de él mientras lo veía. Así como ella, su hermano parecía tener el mismo aspecto habitual: altivo, un tanto caprichoso, siempre vistiendo bien y con ese porte que lo caracterizaba. Sin embargo, en su mirada parecía tener algo de dureza, como si hubiera perdido algo, aquella amabilidad que solo demostraba con la gente que quería parecía haberse ido, lo que hizo que ella se preguntara si había pasado algo de gravedad en ese tiempo que no se habían visto.

 

- ¿Cómo has estado, querido? – Preguntó, al mismo tiempo que su mirada violácea buscaba un lugar en el que pudieran charlar. - ¿Tienes el tiempo suficiente para dedicarle a tu querida hermana? Quizás podríamos ir a un lugar más cómodo… - Añadió, recordando que había un portal dentro de la mansión que los llevaba a una cabaña en donde algunos Granger podían descansar cómodamente. 

 

No pudo evitar suspirar al tener un pensamiento fugaz en donde todo volvía a ser como antes, pero sabía que era mucho pedir. Las cosas habían cambiado tanto con el paso de los años, que era casi normal que la nostalgia se pudiera apoderar de ella en ciertos momentos, en donde había sido feliz de muchas formas: con su familia, con sus amigos, con otras personas. Había aprendido a que el pasado era mejor que se quedara ahí donde estaba, con sus buenos y sus malos recuerdos y que por más que ella extrañara a esas personas que habían sido importantes en su vida, aunque volvieran, las cosas no serían igual.

 

- Hay tantas cosas que quisiera preguntarte, pero creo que la cantidad de preguntas te podría resultar agobiante, pero si de algo estoy segura, es que tu vida seguramente ha sido mucho más divertida que la mía durante este tiempo que no nos hemos visto. – Dijo de forma despreocupada. – Lo que si me intriga un poco, es el hecho de que se te haya ocurrido aparecer justamente hoy, es como si le hubieras avisado a mis cartas que justamente hoy tenía que venir acá… - Se cruzó de brazos y echó un vistazo a lo que quedaba de la mansión. - ¿Crees que alguna vez vuelva a la vida? -

 

Comenzó a avanzar hacia la parte del sótano, sorteando algunos escombros, el polvo y las telarañas. Trataba cuidadosamente de que su ropa se mantuviera pulcra, incluso le molestaba el estado de abandono en el que se encontraba eso. Aunque a la vez podía encontrar la ventaja de que nadie se atrevería a andar husmeando por ahí sin que ninguno de ellos se atreviera a cruzar más allá del jardín.  La luz proveniente del sótano les indicaba a los hermanos Granger que justo ahí se encontraba el portal que los llevaría a la verdadera guarida (? seguramente bien resguardada y cuidada por Sophie. Era la primera vez que ella se aventuraba a ese lugar, así que no sabía qué esperar de ahí. 

 

@ Joaquín Granger
 

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Que Valeskya no me hubiera dado un puñetazo en la nariz después de la broma y el abrazo, que duró un par de momentos más de lo que hubiera esperado, para mí significaba que mi presencia era grata. Aunque tampoco puedo negar que al finalizar el abrazo lo hice con el recaudo de no bajar la guardia; pero no, ni siquiera un grito, un insulto, fue diferente a lo que esperaba, pero no menos agradable.

 

La Granger era para mí, de las personas más impredecibles. Desde que su alter ego se había apoderado del cuerpo de la dulce Luna, había sido un cambio de trescientos sesenta grados en nuestra relación; y aunque consideraba que había aprendido a tratarla, entenderla y sin dudas respetarla, una parte muy profunda de mí estaba abierto a la idea de que Luna podría resurgir de donde quiera que estuviera; pero por otro lado, también sentía que conocía más a Valeskya que a mi propia hermana, y aquello es algo que no quería admitir.

 

-Siento que han pasado cien años, cuando han sido ¿qué? ¿dos años? – La banal pregunta sobre cómo estaba, no supo ser contestada. A mi parecer hacer alusión al paso del tiempo era una buena forma de escapar, al menos por el momento - ¿Tú cómo has estado, hermanita? No temas en explayarte, estoy completamente libre. Nuestros encuentros son dignos de exprimir y prolongar, dada la infrecuencia.

 

Asentí el hecho de seguirla, siempre mirando los detalles de cada habitación. A cada paso iba encendiendo las luces, solamente para descubrir el deplorable estado de la magnífica mansión. Por allí el derrumbe del piso superior por el bundimun, asqueroso suceso que no había tenido en cuenta hasta que levanté la cabeza; parecía estar reparado,pero sin dejar de dar la impresión de que aunque no fueraalgo estructural, allí hacía falta algo. Una familia, era la respuesta que se me ocurría. La mente te trae solamente recuerdos agradables cuando añoras algo del pasado, y se remueven los escalofriantes cuando lo traes a la realidad.

 

-Lo que yo quisiera saber es sobre lo seguro que será ir al sótano… -Dije un tono muy moderado, como si no quisiera alertar a nadie o a nada… - ¿Recuerdas no sé cuál conjuro, o lo que fuera, que estaban haciendo en el sótano y unos tentáculos, unas cadenas, y al final, vaya uno a saber qué cosa, nos quiso arrastrar a su guarida? Justamente salió del sótano… De cierta manera podríamos convenir en que cuando la Mansión vive, pasan las cosas más peligrosas; y los Granger parecen cansados de esas aventuras… Pero me gustaría que volviera a la vida

 

Por mucho que abrazara la esperanza de que la familia volviera a vivir en aquella mansión, no podía asegurarlo. Habíamos peligrado mucho; cierto era también que no estaba en ninguno de nosotros acobardarse ante los desafíos impuestos, y por eso mismo nosotros avanzábamos al epicentro de nuestra última aventura familiar. También es cierto que aquella parte de la casa era especial, por allí, un montón de huesos me hacía preguntarme: ¿Cuántos vírgenes habría sacrificado Sophieen sus mazmorras? ¿De cuantos se habría alimentado? ¿Ycuantos hubieran sido por otros motivos?       

El portal estaba allí, casi hipnótico, invitándonos a entrar, contradiciendo todo lo que había dicho. Allí estaba, sin certeza de nada, aunque la ojivioleta parecía muy confiada de la inocencia de aquellas ondas suspendidas en el aire, a punto de cruzar a un lugar al que ninguno de los dos había ido antes. Pero a la vez fue por el mismo pasado aventurero, me embargaba una tremenda curiosidad sobre aquel misterioso lugar donde charlaríamos sin interrupciones. La ironía era que uno se sintiera tan inseguro en su propia casa, pero a la vez tan cómodo con eso.

 

Al atravesar el portal, aparecimos ante una puerta de madera blanca que al abrirla, daba lugar a una espaciosa sala con cocina integrada. De amplios ventanales y una vista privilegiada a la bahía, donde se sentía en el inmenso silencio, los sonidos de los insectos y el murmullo del agua. Una antítesis con la sinuosa mansión; aquel lugar endonde predominaba el blanco, la madera clara, el metal y el vidrio te hacía sentir bienvenido nada más pisarlo, tenía una vida y una frescura inexplicable.

 

-Apuesto a que esto no te lo decían las cartas. –Sonreí, mientras me sentaba en el chaise longue blanco sobre el que reposaban almohadones con diseños tribales. –Ahora que ya no estoy abrumado con el estado de decadencia de nuestra mansión, abrúmame con preguntas, pero primero… –titubee un momento- ¿Las cartas no te mostraron una vuelta familiar? ¿Qué fue lo que viste? Me sentí impulsado a venir y vine. Parecía cosa de magia.      

    

@ Valeskya Granger

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Lejos de sentir que esa fuera una reunión de hermanos entrañable, parecía que ambos lucían cautelosos con ese reencuentro que acababa de ocurrir. No era tanto que se odiaran, o que se desconocieran, sino más bien había un extenso antecedente de sus conversaciones en el pasado, muchas de las cuales habían terminado en discusiones y donde ambos terminaban echándose en cara los errores del pasado. Al menos para ese momento, Valeskya solo se había limitado a asentir en respuesta a su hermano a una pregunta tan simple sobre cómo estaba.

 

Sabía que ese tipo de conversaciones ameritaba algo más que un jardín acompañado de una mansión abandonada. Tanto tiempo sin verse y ahora todo se resumía a estar ahí, rumbo al sótano, lugar en donde la familia había sufrido varios incidentes, el último era el que había ocasionado que aquella edificación permaneciera en ruinas durante los últimos años. La ojivioleta dirigió una triste mirada a su alrededor, mientras su hermano soltaba en voz alta justo lo que ella estaba pensando en ese momento.

 

Al final del camino, aparentemente sin ningún tipo de resguardo, estaba aquel portal luminoso, con esas ondas hipnóticas que invitaban a pasar. Contrario a lo que la Granger esperaba, su hermano quien al inicio parecía dudoso de descender hasta aquel lugar, tomaba el valor de entrar primero. Sin que él pudiera verla, ella no pudo evitar dibujar una sonrisa en su rostro: “así que has cambiado un poco”, dijo para sus adentros mientras ella lo seguía.

 

Lo primero que sintió la bruja, fue una desagradable molestia en los ojos: la luz del día que la deslumbraba en ese momento. A pesar de que creía estar preparada para cualquier momento, sin duda lo último que esperaba era aquella especie de bahía de fondo y esa ¿cabaña? Que a pesar de que estaba muchísimo menos espaciosa que la mansión, parecía tener una inusitada calidez.

 

- ¿Dónde estaremos? – Dijo Valeskya a modo de respuesta, mientras veía a su hermano acomodarse. – Si me preguntas de las cartas, debes saber que es mucho más divertido ver las tragedias y las predicciones oscuras o catastróficas, como quieras llamarlo.-  Su joven y pálido rostro se volvió serio. – Lo cierto eso último es lo que me hizo volver. Por un instante pensé que alguien de la familia está en peligro, pero todo luce extrañamente tranquilo.-

 

Estaba de espaldas a su hermano, mientras veía la bahía a través de la ventana. Sintió curiosidad de explorar a su alrededor, esperando encontrar a alguien más, pero algo en su interior decía que todo eso era una pérdida de tiempo. ¿Acaso había fallado a la hora de observar en la bola de cristal? Quizás estar de ermitaña durante tanto tiempo ya estaba ocasionando que la locura se hiciera presente.

 

- Principalmente tú, te ves extrañamente tranquilo y en paz.- Soltó a su hermano de repente, como si no hubiera hecho ninguna extraña pausa. - ¿Has usado alguna vez los hechizos desde que te fuiste de Londres? ¿O acaso ya te olvidaste de cómo utilizar tu varita? – Volteó a verlo y soltó una risa burlona, pero no cargada de malicia como otras veces. – Probablemente yo necesite una seria ayuda sobre cómo realizar hechizos de nuevo… una vuelta a los restos de la biblioteca y un poco de ayuda por parte de mi hermano no va a estar de más.- Finalizó.

 

@ Joaquín Granger

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-¿Tú  tampoco tienes idea de dónde estamos? Ya veo – Me limité a decir, casi en modo automático, eliminando todo rastro de diversión al haber escuchado las palabras «Catástrofe» «Tragedia» y «Oscuridad», cuando Valeskya hizo alusión a su temor de que las cartas que le hubieran revelado que el objeto de sus predicciones eran la familia.

 

Miré a mi alrededor como buscando una pista, cavilando las palabras que acababa de escuchar, queriendo y a la vez sin quererlo, encontrar un indicio de la premonición de la ojivioleta. En este tiempo fuera de mi familia, podrían haber pasado muchas cosas, haber cambiado ciertas actitudes, pero algo que estaba inmutable era mi necesidad de certeza antes las cosas, y de alguna forma, el comprobar que la familia se había dispersado porque estábamos en peligro sobre algo que las artes adivinatorias de mi hermana pudieran prever, me resultaba tranquilizante.

 

Fijé la vista en la Granger que miraba a la bahía dándome la espalda, como queriendo entrar en su mente y dominar todo lo que ella dominaba, acceder a un nuevo conocimiento. Las artes adivinatorias tan diversas como erráticas si no salían de un mago o bruja con un don, más allá del talento, requerían de una sensibilidad para tomar lo difuso y convertirlo en algo concreto. La videncia ha estado entre nosotros desde que el mundo es mundo, ha sido la causa o desencadenante de las guerras más crueles, las pasiones más intensas y la locura más desenfrenada. Y había sido la misma persona allí conmigo, quien me había convencido de que no era cosa de charlatanes y hay sabiduría en estar abierto.

 

Más de una vez este último tiempo, me vi tentado a recurrir a esos métodos para encontrar una respuesta a mi ansiedad, al mar de recuerdos, y a lo mal que llevaba la soledad últimamente, pero en todas las oportunidades me detuve. Por muy dispuesto que estuviera a creer, no estaba dispuesto a confiar en cualquiera. No me sentía capaz de creer ciegamente en la capacidad de los más misteriosos videntes, ni mucho menos caer en la trampa de tragarme una sola de las dulcificadas palabras de los más célebres, quienes por miedo o por codicia, te pintarían todo idílico y te dejarían ir ignorante; o te dirían toda la oscuridad para atarte con sortilegios y drenarte el oro. La única en quien confiaba, era mi hermana, y no se lo diría. Un comentario sobre saber usar las varitas me sacó de mi ensimismamiento.

 

-Me alegra saber que todavía puedo guardar las apariencias; me ves tranquilo porque ya no tengo motivos de estar chispeante y activo, de hecho hace tiempo estoy con un mal presentimiento, lo que creo que es ansiedad y un nudo en el estómago –entorné los ojos- y el hecho de que me preguntes por mi varita -«Y no la divertida» quise agregar, pero el tenor de la charla no lo permitía, aunque sí esbocé una media sonrisa pícara- no me tranquiliza. Nunca te vi muy estudiosa…

 

Salí de mi comodidad para pararme junto a Valeskya. Clavé mi vista al frente, perdiéndome en el soleado paisaje. Desde que había descubierto que podía hacer magia, gran parte de mi vida la había dedicado a estudiarla, pulirla e inventarla. Leer y practicarla siempre fue un placer y aunque sabía que en Ottery, estaba lleno de magos y brujas mucho más talentosos que yo, no negaba mi propio talento. Tenía una tienda de varitas, había aprendido mucho de ellas, pero también tenía otras habilidades que podían salvarme e situaciones comprometidas.

 

-Si lo que quieres es practicar, salgamos y practiquemos –dije al fin. –Pero con una condición: Tienes que contarme todo lo que viste, algo me dice que estuviste muy ocupada este tiempo. De hecho quiero que me digas que pasará, con todo. Saca tus cartas, tu bola de cristal, piedras, ramitas, huevos o lo que quieras y no te guardes nada. Como propina, puedes contarme que estuviste haciendo este tiempo que no nos vimos. –Aguardé un segundo, reconociendo que quizás era un costo muy alto y necesitaba una buena oferta para no perder. –¿Conoces la magia sin varita?

 

El mundo mágico estaba plagado de normas sin sentido, una de ellas fue el decreto que prohibía el uso de varitas a no-humanos, una estupidez, una injusticia, un desperdicio de talento, permitir que vidas tan cortas se quedaran con la posibilidad de explotar su poder a través del instrumento canalizador que a los 11 años elegían los jóvenes magos de Inglaterra. Ese decreto cayó hacía pocos años, y aunque desde hacía varios cientos de años había conseguido una varita, no descuidé el poder hacer hechizos sin varitas. Era difícil de dominar, con sus propias normas, muchos hechizos que requieren movimientos exactos con la varita no salían o salían de forma pobre. Valeskya era muy talentosa, y si había un peligro inminente, lo mejor era poderlos tomar por sorpresa. Era necesario que mi hermana lo aprendiera, incluso si accedía a mis términos.

 

@ Valeskya Granger

Editado por Joaquín Granger

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- ¿Magia sin varita? – Valeskya salió de su ensimismamiento y observó de reojo a su hermano, quien se había situado a un lado de ella. – ¿Quién eres tú y qué has hecho con mi hermano? – En su rostro se dibujó una sonrisa, sabía que había una prohibición y particularmente nunca había estado interesada en romper dicha regla, sin contar lo peligroso que podía salir si se hacía algo mal.


Escuchó un sonido originado por platos y vasos provenientes de la cocina. Supuso que se trataría de alguno de los elfos que se había percatado de su presencia y se preparaban para brindarles algo de té o algo más refrescante. La bahía sin duda tenía una vista bellísima, pero algo que pudo notar, es que el lugar parecía que no había sido visitado por más personas aparte de los Granger. ¿En qué parte del mundo estarían? Supuso que la única persona que sabría exactamente la ubicación sería su prima Sophie.


- A decir verdad, querido Joaco, mi vida ha sido muy aburrida y predecible. ¿No te lo imaginas? – Caminó y se acercó a la mesita que estaba más próxima a ellos. Tomó una revista y empezó a abanicarse. – Una vista preciosa si me preguntas, pero odio el calor y más cuando no estoy adecuadamente vestida para ello. –


La elfina de la Granger apareció inmediatamente con un par de bebidas que parecían tener mucho hielo y un color azul que parecía degradarse a medida que llegaba al fondo del vaso. 


- Gracias Breena.- Dijo a la vez que bebía un trago y se preguntaba en qué momento su elfina había adoptado esa habilidad para la coctelería. – Brindemos, porque este encuentro sea más agradable y duradero de lo que ya es.- Y chocó el vaso con el de su hermano de una manera muy delicada.


- He estado alejada de todo lo que es la magia y he estado deambulando entre los excesos del mundo muggle y quizás una que otra vez, dando rienda suelta a lo que somos…- No estaba dispuesta a dar detalles acerca del tema, pocas veces le gustaba conversar acerca de la condición que tenían ella, su hermano y su prima Sophie. Contrario a ellos, la ojivioleta no aceptaba del todo su condición, era algo de lo que siempre renegaba, sobretodo con el hecho dejar que el monstruo se apoderara de su mente y hacer al final algo de lo que se arrepintiera, sin embargo, era inevitable ocultar lo que era y de vez en cuando había usado a un par de personas para cacería, lo cual no podía negar que era muy divertido.


- Y… es todo.- Valeskya había sido demasiado precisa en su respuesta. – Ha sido demasiado aburrido todo, tanto que ni siquiera he tenido el ánimo de ver la bola de cristal o leer las cartas para saber el futuro… sería deprimente saber que las cosas continuarán igual. Pero al menos a ti te veo muy interesado en el tema. ¿Te desborda la ansiedad por saber qué es lo que el destino te depara hermanito? Estoy dispuesta a salir de la rutina si al menos me dices qué es lo que te tiene tan interesado por saber. ¿Cuál es ese mal presentimiento que dices? Claramente ese sentimiento aparece cuando piensas específicamente en alguna persona. ¿Acaso hay algún protagonista de tus pensamientos actualmente? – Preguntó la joven con sumo interés.
 

@ Joaquín Granger

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-Uno no vive una vida larga sin romper las reglas alguna vez. – Me limité a responder, mientras ocultaba una sonrisa.

 

¿Qué tan bien había desempañado mi papel en la familia, que me creían incapaz de romper las reglas? Lo irónico de la situación era que yo me consideraba todo un transgresor, un rebelde sin causa, al que no había ley que atara, y allí, para la ojivioleta, el pensar en que pudiera hacer algo malo, era motivo de cambio de identidad ¿Qué veían en mí? ¿Un tradicional padre de familia? ¿Un vejestorio altivo? ¿Un guapísimo hombre de torso marcado, ojos claros y sin más atributos que esos? ¿Una combinación de todas? Posiblemente nunca lo supiera. No podíamos ingresar en la mente de otros vampiros. La curiosidad se alojaría en mí por un tiempo, hasta que otra cosa requiriera toda mi concentración.

 

El sonido de proveniente de la cocina y el olor a elfo doméstico, me trajeron nuevamente a la realidad, donde Valeskya hablaba, sin soltar detalle de su vida. Aquello era casi una evocación a la nostalgia. Nuestras charlas eran así, enigmáticas, sin dar detalles, hasta que, con bebidas o inciensos, empezábamos, poco a poco, a dar más detalles de nosotros. Algo que llamó poderosamente mi atención fue que se estuviera abanicando y detestara el calor, no recordaba haberla visto tan… tan… humana… aunque su esencia no había cambiado, seguía siendo una vampiresa.

 

-¿Tu elfina es bartender?Comenté, mirando el extraño trago que me ofrecían- Es sin dudas, una curiosa habilidad. Pero el trago combina con este lugar; quizás tenga algún efecto que te refresque desde el interior, pero si no, siempre puedes explorar la cabaña en busca de un closet que asaltar. –Miré un momento por la ventana. –No decido si estamos en el hemisferio sur, o este lugar está encantado para que siempre haga calor y esté así de brillante ¿Tú qué opinas? –Honestamente, de Sophie podía esperar cualquier sorpresa. 

 

Escuché lo que me decía, luego del agradable brindis. No veía nada aburrido y predecible en lo que me decía; caer en excesos que poco y nada nos afectaban, y dar rienda suelta a lo que éramos, eran cosas que yo había hecho los años anteriores a pisar Inglaterra. Para mí las actividades que había disfrutado mi hermana, eran un paraíso ya muy lejano. Recordaba haber horrorizado hasta a los más bribones del pueblo, cuando daba muestras de los excesos, impresionar con opulentas fiestas capaz de destruir la conciencia y la voluntad de los humanos, y volverme el mito asesino que habitaba en los bosques, cuando me aburría de la vida en sociedad. Era una pena que Valeskya se sintiera tan incómoda con aquello, hubiera disfrutado salir con ella de cacería.

 

No había pensado en la posibilidad de que el futuro mostrara que todo estaría igual, eso era decepcionante. En mi imaginación, el futuro solamente podría mostrar una terrible catástrofe que evitar, o una inmensa e inminente buena suerte; no que todo estuviera estable. Si cuando uno piensa en el futuro, automáticamente piensa en cambios, aquellos cambios que no se pueden conseguir en el pasado, porque los giratiempos estaban bastante restringidos, y eran difíciles de controlar con exactitud. Un par de vueltas de más, y terminas en medio de la persecución de brujas de la Edad Media; pero un par de vueltas menos, y terminas compartiendo el desayuno contigo mismo, destruyendo el hilo temporal. Si había algo peor que enfrentarse a la incertidumbre del futuro, era la incertidumbre de los cambios del pasado.

 

¡Ah! Pero Valeskya era habilidosa, ya había dado el puntapié inicial a nuestro juego para sonsacarnos información. Di un sorbo a la bebida para evitar que se viera una sonrisa en mi rostro. Extrañaba aquello, que tan poco se daba en los últimos años, y todo lo que desencadenaba, desde reacciones violentas, desinhibición, hssts las más profundas compasiones. Era muy ingenua si creía que iba a soltarle las cosas así nomás, cuando ella no había dado un triste detalle de sus cacerías. ¡Ni siquiera pretendía que me dijera si se había divertido torturando a los muggles! Me bastaba con saber si habían sido jóvenes, para imaginar el divertido horror.

 

-Hermanita, soy un abnegado padre soltero –comenté con ternura, falsa ternura- solamente puedo pensar en mi familia, fue justamente el silencio de los Granger lo que me ha tenido preocupado, angustiado, pensando en que quizás hubiera podido pasar algo y no logré hacer nada. Si quieres un nombre, –miré el vaso, un segundo- el tuyo viene bien, estaba preocupado por ti. –Las mejores mentiras tenían algo de cierto, y nadie podía negar que era un padre soltero preocupado por su familia silenciosa, particularmente de su hermana-. Pero si no me crees, puedes sacar tus cartas y tu bola de cristal –Miré nuevamente hacia afuera, aquel caluroso exterior llamaba con fuerza.         

 

@ Valeskya Granger

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