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Artemis Macnair Malfoy

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Todo lo publicado por Artemis Macnair Malfoy

  1. Entró y cerró la puerta, tal y como Cissy le dijo que hiciese. -¿De qué hablas? –miró sin entender a la otra Ventrue, alzando una ceja oscura. La otra pronto la acompañó, con sus ojos cobalto fijados en los esmeralda de Cissy-. No es ningún bastardo –contestó, entrecerrando los ojos con molestia. La griega pudo ver los recuerdos que inundaban en su mente. Flashback Estaba a punto de amanecer. Un joven Henry, de diecinueve años, cabalgaba en su caballo marrón oscuro. Tenía el cabello corto y barba incipiente. Sus vestimentas eran botas, pantalones y chaquetilla, todo de cuero negro, con una camisa blanca. El rocío se asentaba en su pelo, humedeciéndolo. Entonces vio una luz, muy pequeña, que se deslizaba por el aire. Con curiosidad la siguió, pero aquel punto luminoso cobró velocidad y la perdió de vista. Galopó en dirección en la que creía que se había perdido, hasta una cascada. Lo que vio allí lo fascinó. Una bellísima mujer de cabello como el fuego, tez pálida como la luna, facciones y movimientos delicados, ojos de un intenso color azul. No supo si quedarse o avanzar. Por un momento, un brevísimo instante, en su mente se asentó otra mujer. Morena, de ojos esmeralda y piel tan blanca como aquella. En algún momento la había visto, quizá de pequeño. Desde que en su cuerpo las hormonas estaban revolucionadas, había pasado noches a solas, tocándose febril. -Ven, acércate, no tengas miedo –susurró la bella pelirroja. Como hechizado, él desmontó y se aproximó. Días después, en el mismo lugar, Henry y un sacerdote esperaban. El hada llegó, con un vestido azul claro, casi pareciendo blanco a la luz de la luna. La boda fue rápida, pero romántica. La brisa nocturna acariciaba las hojas de los árboles, haciéndolas vibrar con un delicado sonido. Henry miraba embobado a la pelirroja. Cuando el sacerdote se fue, consumaron allí mismo el matrimonio. Al amanecer, el franconormando despertó desnudo, en el bosque, solo. Todo pareció un sueño, estaba confuso. Nunca más supo de ella hasta después de la tragedia del Titanic, después de que Ambrose mandase ejecutar a su otro hijo biológico por saltarse las normas. Había vuelto a caer en una depresión profunda. No podía seguir perdiendo a los que le importaban. No quería sentirse como quien destruye todo lo que toca. Entonces la bella pelirroja apareció de nuevo, como un ser etéreo, imperecedero. El vampiro captó su aroma, la deliciosa e irresistible sangre. Se sintió hambriento, cerca de perder el control. ¿Era otro sueño? No le importaba. Se perdió entre sus muslos, bebió de ella. El último momento de olvido, perder la cabeza antes de acabar con su existencia. Después, esta vez ella no desapareció. Le contó que hacía siglos, cuando habían yacido juntos, habían engendrado un hijo. El mundo de las hadas estaba en peligro y el híbrido estaría más seguro con él. Fin Flashback
  2. -Bien, estoy deseando que venga y tú aprendas en confiar en mí –contestó Artemis, aún cruzada de brazos. Fue el escueto mensaje del Fitzroy que la matriarca Macnair recibió en su móvil. Quince minutos después estaba entrando por la puerta de la Botica, vestido completamente de negro. Pantalones largos tipo tejanos, zapatos, camiseta de manga corta y cazadora de cuero. Tenía barba de dos días y el cabello echado completamente hacia atrás, con aire de chico malo irresistible. -¿Cissy? –inquirió con su voz grave y profunda. La puerta del laboratorio se abrió y dejó ver al franco-normando, quien miró a los tres sorprendido-. ¿Qué sucede? –preguntó, alzando una ceja. Lance se puso más incómodo y Artemis lo miró como si quisiese matar a los dos. -Sybiss, ¿se lo explicas tú? –dijo la irlandesa, controlándose mucho para no saltar sobre él y hacerlo cenizas.
  3. Una gruesa carcajada se escuchó de parte de Henry, al principio de la alfombra roja. El mensaje de su roler le divertía muchísimo y se lo enseñó a Drusilla, a quien llevaba del brazo. -Jujujuju si se va a cortar las venas yo quiero verlo –soltó la vampiresa con una sonrisa maquiavélica. Llevaba un vestido dorado con brillo, escote asimétrico, con una sola manga acampanada y alargada que cubría todo el brazo izquierdo y tenía unas lentejuelas grandes en el extremo. Una larga apertura en la falda larga dejaba ver su pierna izquierda, de nívea piel. Calzaba unas sandalias doradas de tiras y bastante tacón que estilizaban su figura. El cabello lucía suelto, con ondas marcadas que recordaban los años 40. -Si se corta las venas sólo quedará de nosotros el recuerdo y yo pienso seguir divirtiéndome un poco más –contestó Henry. Iba elegante, con un traje confeccionado a medida compuesto de chaqueta, pantalón y chaleco color azul grisáceo oscuro. Camisa blanca, corbata color cobalto que resaltaba sus ojos de la misma tonalidad y zapatos de cuero italiano negro. Llevaba una barba incipiente que le quedaba atractiva y el cabello negro un poco largo, ligeramente echado hacia atrás. -¡Henry! ¡Henry! –fans suyas gritaban entusiasmadas, portando pancartas con corazones. El Ventrue de la Hermandad de la Rosa y La Guerra por la Rosa saludó sonriente. Click, se escuchó el sonido de una cámara de fotos. -Jojojo tengo la primera foto –se escuchó decir a Joanna, divertida. Henry se aproximó a ella, sacando un boli y firmando en la captura que había salido un par de segundos nada más hacerla. -¿Alguien más quiere un autógrafo? –preguntó Henry con una atractiva sonrisa. Gritos de entusiasmo se escucharon detrás de las pancartas, solicitando varios. El vampiro se aproximó para hacer felices a sus admiradoras. -No lo entiendo, no estás nominado a nada –la voz aterciopelada y tranquila de Edeen, una de las nominadas, se escuchó detrás de Henry. Llevaba un vestido de corte clásico, con un par de tiras anchas unidas al cuello por detrás, dejando la espalda desnuda y un interesante escote en pico muy sugerente. La falda caía hasta el suelo, arrastrándose un poco por detrás. Un pañuelo alargado, blanco satén como el vestido, rodeaba su fina cintura por detrás y se asentaba en sus muñecas, elegantemente. -No me hace falta para saber que me adoran –contestó Henry, guiñándole un ojo con complicidad y dándole una foto suya con autógrafo incluido. Edeen rodó los ojos, tomando la foto y saludó a Shannon Stark, compañero suyo en Los Elegidos. Se puso a su lado, él sobre el caballo, preguntándole cómo estaba, mientras los flashes les hacían fotos. Un tigre de bengala y un border collie blanco y negro rápidamente los alcanzaron y se echaron mansamente por unos momentos. La roler levantó pancarta de "se necesita pareja yaoi para Henry", con una enorme sonrisa. Escuchó la música y alzó una ceja. ¿Ya comenzaba? Pero si aún no estaban todos… qué prisas. Al menos se necesitaba una media hora mínimo para estar en la alfombra roja. ¡Quería ver llegar al resto de sus personajes! Puso carita de frustración y tristeza que se le quitó cuando un elfo se acercó para darle una plaquita con un diamante, símbolo de pertenecer al jurado. Se la puso a un lado del vestido, cerca del corazón, con una enorme sonrisa, y ocupó su lugar donde el jurado debía de sentarse. Muchos se quedaron sin respiración de repente. La Reina Malvada había hecho acto de presencia. Un carruaje tan oscuro como la noche, tirados con caballos negros y un cochero con una vestimenta del mismo color con el rostro oculto bajo un tétrico casco que imponía, se detuvo al inicio de la alfombra roja. La puerta se abrió y una hermosa mujer bajó las pequeñas escaleras hasta pisar las flores. Llevaba un vestido púrpura, con mangas largas y acampanadas, cuello rígido y elegante, bordados con virutas de plata y oro blanco con diamantes incrustados. La parte delantera de la falda era de color burdeos. El cabello recogido, alto, con el flequillo hacia el lado derecho. Los pendientes tenían forma de gota, en azabache. Tenía un dije, hermoso, pareciendo un tridente invertido, con la misma piedra negra. Los labios en rojo oscuro y los ojos perfilados en negro. No se veían sus zapatos. Regia, hermosa, de imponente presencia. Detrás de ella, otro nominado como malvado de la gala bajó las escaleras del carruaje. Masculino, sensual, tremendamente atractivo. Hizo suspirar a más de una. Darth Venom vestía un traje de chaqueta y pantalón negros, camisa y pañuelo en el bolsillo superior izquierdo de la chaqueta blancos, pajarita y zapatos de cuero negros. Estaba afeitado y llevaba el cabello corto. Su intensa mirada verde oscura se detuvo en quienes se aglomeraban a sendos lados de la alfombra. -Nyaaaaaa, has venido. Ponte al lado de Henry, quiero veros juntos –dijo emocionada la roler, asomando e imaginándoselos a los dos en la cama. Una sola mirada del sith sirvió para que su roler cerrase la boca y volviese a sentarse, aunque continuó fantaseando con esos dos. (XD) Click, otra captura de imagen hecha por Joanna. Darth Venom alzó una ceja castaña y se disculpó con Regina, encaminándose hacia la vampiresa. Rodeó la cintura de la rubia con un brazo, la hizo hacia atrás y se inclinó sobre ella robándole un beso de película. -Vaya... -murmuró Joanna tras erguirse, perpleja y casi sin aliento, mirándolo-. ¿Por qué el beso? -No voy a ganar estatuilla, así que me robo un premio que me apetece -contestó el sith, irguiéndose de hombros y soltándola. -¡No se vale, yo quiero que beses a Henry, no a Joanna! -protestó la roler, husmeando hacia fuera de la carpa. -Qué pena por ti, hago lo que se me da la gana, tú sólo escribes lo que yo te dicto -respondió Darth Venom.
  4. No me había enterado que ya se podían pedir los premios ganados u.u me parecía extraño aún no saber nada pero yo esperaba pacientemente... no vi en topic u.u Por fortuna Niko avisó por mp. ¡Gracias, Niko! Paso a pedir la poción que gané. Dudé entre dos, pero finalmente me decidí XD *Deja botellas de Bailey's llenas y mazapanes adelantándose a la Navidad*
  5. -¿No venimos un poco pronto? –preguntó Artemis, con un traje níveo que constaba de una camisa con transparencia únicamente en las mangas largas, cuello alto y entallada. Un tejido esponjoso en las caderas le daba un aire angelical, como si fuesen diminutas plumas formando un aro que la rodeaba. La falda de tubo con brocados se ceñía perfectamente a sus curvas hasta justo por debajo de las rodillas. Para dar un toque de color, llevaba unos zapatos rojos con tacón fino y puntera resaltada. El cabello estaba suelto, formando ondas marcadas, con el flequillo recto hasta las cejas. -Se supone que es hoy… -murmuró la roler, que había optado por un vestido con escote palabra de honor con push-up incorporado. Era negro con bordados en oro. La falda caía hasta acariciar el suelo, arrastrándose por detrás en una pequeña cola. Había recogido algunos de sus cabellos y el resto caía por la espalda en una suave y ondulada cascada. Ambas pisaron la alfombra roja, dirigiéndose hacia la inmensa carpa donde se entregarían los premios. -Hey, ¿habéis hecho apuestas sobre los nominados? –la seductora voz de Joanna se dejó escuchar y las dos se giraron para mirar a la vampiresa, quien llevaba un vestido negro con transparencias estratégicas, insinuando sin mostrar. Del mismo color eran las sandalias de tiras cruzadas hasta los finos tobillos. El cabello rubio se lo había recogido. Se había perfilado los ojos en negro y llevaba unos pendientes de esmeraldas y un brazalete de plata con la misma piedra preciosa. -¿Qué demonios haces tú aquí? –preguntó Artemis de mal humor. -Por las nominaciones. Yo también salgo en un par de roles, ¿recuerdas? –contestó Joanna con una sonrisa abierta. -¡No quiero que tú estés! –exclamó la irlandesa. -Yo quiero la paz en el mundo y es totalmente imposible de conseguirla –replicó la De Clare, irguiéndose de hombros-. Oh, estoy deseando ver cómo van vestidos los chicos –comentó, sacando una cámara de fotos para hacerles instantáneas. -Será una noche larga… -murmuró la roler, mandándole un mensaje a Henry y otro a Darth Venom para instarlos a aparecer antes de pegarse un tiro por no soportarlas.
  6. -Obviamente no es un clon –replicó la irlandesa, frustrada porque su prima no la creyese. -No hace falta devolución del importe, usted no tiene culpa de la paranoia ajena –contestó el híbrido con tranquilidad y todo afable, en tono comprensivo. -Manipulador. A mí no me engañas –casi bufó Artemis, molesta. Lance la ignoró y la Macnair entrecerró los ojos al escuchar a Cissy-. Vale, llama a tu ex. Prometo no hacerlo cenizas nada más entre –resolvió, cruzándose de brazos. Sabía que Henry era tan bocazas como tramposo, no podía estar segura con que fuese la solución para apoyar sus palabras. Por otro lado, se fijó en que Lance parecía un poco incómodo y nervioso ante la sugerencia de la vampiresa. Quizá, si jugaba bien sus cartas, lograría que fuese evidente el parentesco entre aquel cliente y el Fitzroy. Se sentó en una silla del laboratorio, en una pose muy parecida a la de la niña en la mente de la Macnair cuando Cissy se metió dentro de ella en la mansión. Enfurruñada y a la defensiva, así se podía resumir aquella posición que había adoptado.
  7. -Bah, no lo sabían, sólo intentaron asegurarse. Era un cincuenta por ciento de probabilidad –soltó la irlandesa con molestia y tono despectivo-. Su figura. Obviamente hay algunas pequeñas diferencias, pero se parece a Henry. Sus ojos son sin duda los de Fitzroy. Y se apellida Wilson, algo que tu ex amante adora utilizar. Usa esa maldita luz. Oh, y no creo en las coincidencias –terminó de contestar a la pregunta de la vampiresa. -Sólo son conjeturas –Lance habló de nuevo, rodando los ojos-. Creo que fue mal idea venir a este lugar con la cantidad de boticas que hay por aquí. Gracias por los ingredientes y la receta, señorita Macnair –le dijo a Cissy, haciendo una inclinación de saludo y dispuesto a irse, dando media vuelta. -Ni hablar, tú no te vas así como así –la mirada de Artemis se volvió oscura y se movió rápida, poniendo su menudo cuerpo entre Lance y la puerta, como si eso bastase para impedirle el paso. Aunque un hombre tan alto como él podía apartarla con facilidad. Pero el chico no parecía tener intención ni de empujarla ni de tocarla.
  8. -No conozco a ese tal Henry –insistió, mirando esta vez a la vampiresa. Se quedó quieto cuando ella se acercó a olisquearlo, sintiendo aquella situación de lo más extraña. -Mentiroso –soltó Artemis, entrecerrando los ojos-. Yo te daré la explicación. ¿Te acuerdas cuando te di esquinazo en Nueva York? –preguntó a la vampiresa. Flashback Se vistió con unos pantalones largos color chocolate, la misma tonalidad del cinturón de cuero con dorada hebilla rectangular que se ceñía a su cintura. Botas de cuero negro, altas. Una camiseta de tirantes color gris topo y encima una camisa negra de manga hasta el codo y pequeños botones blancos, algunos desabotonados para crear un escote en pico. El cabello lo recogió en una cola de caballo alta, danzando a cada paso que daba. Después de un poco de descanso dijo que iba a Central Park a patinar sobre hielo. Lo hizo, sí. Sólo omitió lo que haría después. Se aseguró de que nadie la siguiese, confundiéndose entre la gente. Visualmente se hizo difícil de perseguir, casi pareciendo desaparecer entre la marea humana. Después se aseguró de que no pudiesen encontrarla por su aroma. Frotó su piel y parte de su ropa con un poco de barro y hierba, confiriéndole un aroma fresco a naturaleza. Recordó que una de sus reencarnaciones solía guardar armas cerca de su posición. Se dirigió hasta el lugar y sacó una caja de un hueco de un árbol, con un arma de hacía unas décadas, balas de madera de sauco blanco y correas de sujeción para el muslo. Se lo puso en el derecho y comprobó la limpieza del arma. Debía de tener un hechizo, porque no estaba sucia después de todo aquel tiempo. Cargó el arma con la munición y la enfundó, dejando la caja vacía en el hueco de nuevo. Se dirigió a uno de los oscuros puentes de Central Park que pasaban por encima de un camino. Allí había quedado con Henry. Sólo la tenue luz de la luna iluminaba el lugar. No tuvo que esperar mucho. Una figura alta, de espalda ancha, se dirigió hacia el puente. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, desenfundó el arma, quitando el seguro en una milésima de segundo y disparó. Una luz intensa se hizo presente, cegándola. Sintió cómo era empujada y lanzada contra una de las paredes del puente. Emitió un delicado quejido de dolor y sintió que su visión se nublaba. -Tenías razón, era una trampa –oyó decir a un hombre. -Es terca, sabía que no cesaría en su empeño –fue la contestación de otro. ¿Henry? Sí, esa parecía ser su voz-. Bien hecho, se nota que no sólo tienes Wilson de apellido –el tono de la voz del vampiro se volvió divertido antes de que todo fuese negro para la humana. Fin Flashback -Cuando desperté, estaba de nuevo en el hotel –terminó de decir Artemis en la botica, después de contar a la vampiresa lo que había pasado.
  9. Yo ya hice mis votaciones, antes de que no tenga tiempo o que me dé una pereza terrible pasarme o las dos cosas juntas XD En fin, qué más decir... fui consecuente con las nominaciones que presenté anteriormente y en el resto de categorías voté como mejor me pareció... y... y... uffff... dos líneas... o tres, las que sean, mejor comienzo a desvariar para completarlas XD Mucha suerte a los nominados y que la fuerza os acompañe Volveré de nuevo cuando se comience a decir: and the award goes to... *tachán, se abren los sobres y los ganadores tienen unos segundos para agradecer emocionados y algunos entre lágrimas* XDXDXDXDXD Ahora sí me voy, ya completé con mis bobadas
  10. Cuando se dio cuenta, ya no tenía el arma en las manos. La vampiresa se la había quitado, con toda seguridad para que no pudiera volver a disparar. -Es uno de los bastardos de TU querido Henry –contestó la humana, con desagrado en su voz y en la expresión de su rostro, levantando de un lado el labio superior. -¿Quién es Henry? –preguntó Lance aturdido. -No te hagas el idi*** –avisó de mal humor Artemis. -Nunca conocí a mi padre –el Wilson levantó las manos en gesto de inocencia. -Mentiroso. -Neurótica –contraatacó Lance. -¡Ja! Replicas del mismo modo que él –apuntó la Macnair-. De tal palo tal astilla –citó el famoso dicho-. ¿Y se puede saber de qué raza eres? Esa mi**** que hiciste antes con las manos... -Soy un híbrido de humano y hada. Te repito que no conocí a mi padre, no sé de qué hablas -insistió él.
  11. Ignoró premeditadamente a Cissy. Subió las escaleras con el chico hasta el laboratorio. Antes de que la vampiresa pudiese entrar, cerró la puerta y echó el pestillo y lanzó un hechizo para sellarla, apuntando con su varita a la puerta con la mano derecha. Con la izquierda, sacó una pistola de su propia espalda, le quitó el seguro y apuntó a Lance. -Wilson, ¿eh? ¿Dónde está? –preguntó la irlandesa, mirándolo con dureza sin bajar el arma. -No sé a qué te refieres –dijo con voz suave Lance, levantando las manos, intentando apaciguarla. -No qué… quién –marcó Artemis-. ¿Dónde está tu padre? –preguntó-. No me hagas perder la paciencia. -No sé de quién hablas –contestó él-. Escucha, no sé con quién estás tan enojada y por qué, pero no puedes ir apuntando a cada persona que creas que tiene una conexión con ese hombre –trató de tomar el control. Se escuchó un chasquido. Artemis había disparado sobre Lance, pero de las manos de él salió una intensa luz que lo rodeó y sirvió de escudo protector que la bala no logró atravesar, cayendo al suelo. -¿Qué… qué mi**** eres?-preguntó la Macnair, frustrada y sorprendida. -Baja el arma y hablaremos –respondió Lance-. No quiero hacerte daño –agregó. Artemis dudó pero lentamente fue bajando las pistola.
  12. Metió una mano en la cartera de cuero negro desgastado, sacando las monedas doradas, contándolas con la mirada de intenso azul oscuro. -Aquí tiene –dijo con una suave sonrisa, calmo, depositando el dinero exacto sobre el mostrador-. Oh… bueno… -se rascó la parte trasera de la cabeza, bajando un poco la mirada-. Quizá sea porque mi madre era un hada –sugirió por el aroma. -Mal, odio este horrible tiempo –contestó la Macnair, con la molestia de un gato que ve que llueve y que va a mojarse. Los ojos avellana se fijaron en el cliente y caminó hasta él, mirándolo pareciendo que quisiera hacerle un escáner para saber qué había dentro-. ¿Quién eres? –preguntó, entrecerrando los ojos. -Un cliente –contestó él de lo más pacífico. -Tu nombre, ya –exhortó la irlandesa. -Lance Wilson –respondió, adelantando una mano cordialmente a modo de saludo, la cual ella no tomó. Artemis alzó una ceja y fingió una sonrisa sumamente encantadora, marca celta. -Encantada, yo soy Artemis Macnair –se presentó-. ¿Vas a hacer una poción? Puedes elaborarla aquí, tenemos un laboratorio, ¿verdad, Sybiss? –dijo de lo más amistosa. -Yo… -Insisto. Ven, es por aquí –tomó su brazo, enroscando uno de los propios en él, para llevarlo hacia el laboratorio.
  13. En el rostro del atractivo hombre se asentó una expresión de alivio al escuchar la respuesta de la dueña de la botica. En ese caso, le diría al vampiro que hiciese la poción. Sobre la raza demoníaca no le importaba realmente, pero igual escuchó con la misma atención. -La palidez, tu sentido del olfato, tus ojos se pusieron rojos antes… Me asaltó la duda sobre tu raza pensando que tendrías hambre –contestó sincero, irguiéndose de hombros-. ¿Cuánto le debo por todo? –preguntó, sacando una cartera de cuero negro, desgastada. En ese momento entró Artemis. Botas altas color camel que ocultaban las perneras de los leggins negros, camiseta blanca, abrigo negro con botones plateados y un foulard gris marengo. El cabello lo lucía suelto y lacio, echándose de menos los tirabuzones naturales que tenía. -Buenos días –saludó en tono neutro.
  14. -Oh –murmuró de manera apenas audible, cuando le hizo comprender que reconocería su aroma. ¿Quiénes tenían un olfato fino? Los licántropos y los vampiros. La mujer era pálida, así que tiraba a ser de la segunda raza. Se rascó la parte alta de la cabeza, entre abrumado e incómodo, cuando ella alzó ambas cejas ante su propia respuesta sobre las mujeres. -Un vampiro –respondió-. ¿Por qué? ¿Hay diferencia? –preguntó con curiosidad-. ¿Le afectaría los vapores? –agregó, frunciendo el ceño con un dejo de preocupación. Una cosa era zafar él de una posible intoxicación y otra era que el otro ser se intoxicase en su lugar. Entonces cayó en la cuenta en algo. Si la dueña de la botica era una vampiresa y antes estaba con los ojos rojos, quizá tuviese hambre. -¿Usted es una vampiresa? –preguntó de una para confirmar.
  15. -Disculpe –dijo solamente, esperando no haberla distraído de las cuentas que decía que estaba haciendo-. ¿No necesita mi nombre para preguntar por mí en la recepción del hotel? –preguntó extrañado. Quizá aquella mujer pretendía controlar que todo fuese bien con los ingredientes que estaba vendiendo. Él no tenía ningún problema en ello, por eso le estaba poniendo facilidades-. Perfecto. Necesito una copia de la receta completa, al detalle, por favor –pidió, con una sonrisa que te hacía dudar si babear mirándola o si ponerte de rodillas diciendo "aquí tienes mi corazón". Levantó una mano para rascarse la parte alta de la cabeza ante la pregunta. -Eh… pues… a un par de mujeres en realidad –respondió con incomodidad. Aunque no estaba sonrojado, su rostro presentó una leve expresión de abrumación-. Si quien hace la poción está muerto, ¿también tiene que tener cuidado con los vapores? –preguntó, sopesando la posibilidad de lograr que otra persona que él conocía lo hiciese en su lugar.
  16. Ladeó la cabeza. Aquella mujer le parecía extraña. Oyó que murmuraba algo, pero no alcanzó a escuchar las palabras. -Perdone, ¿cómo decía? No llegué a escucharla –le pidió con suavidad repetirlo, si fuera posible un poco más alto. Observó cómo pesaba cada uno de los ingredientes y los ponía en pequeñas bolsas separadas, meticulosamente. Había acertado con aquella botica, había calidad en la atención al cliente. Se quedó sorprendido, mirándola. “¿El número de teléfono para qué?”, estuvo a punto de preguntar, no viendo la razón de pedírselo. -No tengo. Pero me alojo en un hotel en Londres, en el Stafford, si necesita encontrarme para algo o preguntarme cualquier cosa –le comunicó cordial-. ¿Cuánto le debo? –preguntó por el precio total de los ingredientes por la poción-. Se me olvidaba… ¿tiene la receta completa para la poción? –pidió.
  17. Una hermosa mujer de ojos rojos lo atendió. Se preguntó de qué raza sería. ¿Demonio? ¿Vampiresa? No estaba seguro. -¿Sucede algo? –preguntó, mirándola con un dejo de preocupación, por cómo se había quedado ella-. Contra la obsesión –marcó con suma suavidad él, no quería confundirse y hacerlo peor-. Es para dársela a alguien más –contestó, con un suspiro-. ¿Necesita más datos? –preguntó solícito. Se había acercado un poco más. Atractivo, con un aroma envolvente y picante. La sangre se notaba espesa, discurriendo por su sistema sanguíneo. Su corazón la bombeaba con fuerza de un varón sano. Parecía alguien sencillo, de alguna localidad pequeña donde trabajaban mucho. Sin embargo tenía unos andares seguros, con elegancia masculina. La mirada era intensa, capaz de sostener la de cualquiera. No ordenaba, sin embargo. Lo decía todo de una manera suave, cordial. Se aseguraba de que le entendiesen bien, de que no hubiera errores. Pero si los hubiera, en todo caso, no daba el perfil de alguien que fuese a enojarse por ello.
  18. Un hombre muy alto, vestido con unos pantalones vaqueros con algunas roturas, camiseta blanca y camisa a cuadros marrones y negros, entró en la botica. El cabello castaño lo llevaba un poco hacia atrás, desenfadado, marcando algunas ondas. Tenía barba de dos días, recortada. Sus ojos azules cobalto intenso tenían una mirada profunda y atrayente. Las botas negras de estilo militar hacían un sonido seco al tocar el suelo. -Buenos días. ¿Podría darme los siguientes ingredientes para una poción contra la obsesión, por favor? –preguntó, desdoblando un pequeño papel donde los tenía apuntados, dándoselo a Cissy. Era calmado, con una energía tranquila y atrayente. Su expresión era serena y los demás seres solían verlo amigable. Aparentaba veintipocos años, pero se lo notaba mayor en edad. Estaba vivo, su corazón latía. Pero había algo en él, en su sangre, que atraía irremediablemente a los cainitas.
  19. *Aparece por el registro y se le cae la mandíbula al suelo* T.T me quedé sin hijo. Espero que te vaya bien, Jank. Algún día es posible que roleemos por ahí^^ Ufff... suerte que Cissy te convenció, Deiwan. Para mí también vas a ser siempre Sylar :3 No te preocupes, hay temporadas que entre la vida fuera del foro y otros temas del foro, no hay tiempo para más. Ahora que la mansión volvió a reconstruirse, estaremos por ahí armando locuras pásate cuando desees^^ *abre botellas de Bailey's para todos*
  20. Artemis/Joanna Se quedó abrazada a Aidan, temblorosa, frágil. Aidan se negaba a encerrarla, pero ¿qué podía hacer? Si perdía de nuevo el control y él tomaba la decisión de irse para salvarse, probablemente ella lo rastrearía para darle caza, igual que a Henry. Quizá la próxima vez el cambio fuera para siempre, volvería a ser Artemis permanentemente. Cissy comenzó a hablar sobre encontrar el Sagrado Libro de los Macnair. Era una opción, posiblemente con la que todos estuviesen de acuerdo. Miró llorosa a la vampiresa y asintió, incorporándose rápidamente. -Vamos ya a la Macnair –aceptó asintiendo, tomando la mano de Aidan para inducirlo a seguirla fuera del local e ir a Ottery. Henry -Quizá sólo tengamos las opciones de matarla o encerrarla, vete pensando cuál de las dos prefieres –replicó a su amigo, serio-. Voy con ellos a la Macnair. Que al menos Jared te acompañe después –resolvió al escuchar a la matriarca Macnair, yendo hacia la puerta. No quería dejarla sola, pero si dejaba que Aidan fuese solo con la humana y su vida actual tomaba de nuevo el control, prefería estar en la retaguardia. Ni Cissy ni Joanna le perdonarían que el Howard dejase de existir.
  21. Henry -¿Qué? ¿Querías mentirle acaso? –preguntó a Aidan al ver su mirada de odio-. Venga, dime que no son ciertos los puntos que puse sobre la mesa –retó a Cissy-. Yo tengo dos opciones. Matarla y esperar que la siguiente reencarnación sea mejor. O encerrarla en una habitación con paredes acolchadas de máxima seguridad –sugirió. Artemis/Joanna Se aferró llorando más a Aidan cuando él comenzó a acunarla. Estaba aterrorizada y desgarrada por dentro por no haber podido tener el control, haber herido a Jared y haber estado a punto de matarlos a todos. -No –rehusó beber de él, con la voz estrangulada, negando con la cabeza-. Si bebo de ti y vuelvo a perder el control, seré más fuerte y rápida –lo abrazó más fuerte, sollozando y con su rostro húmedo por las lágrimas v ertidas-. Pero casi te mato a ti también –sollozó al escuchar a Jared, no estando para bromas, totalmente desconsolada. Sólo se apartó de Aidan lo suficiente para mirar a los demás, llorosa y sin dejar de rodear con sus brazos al irlandés-. Sí, por favor, encerradme. No quiero hacer cenizas de vosotros, no lo soportaría –pidió al escuchar a Henry, con desesperación en su voz.
  22. Artemis/Joanna Tardó un poco en reaccionar. Gimió muy delicadamente antes de abrir los ojos, despacio. Estaba desorientada y se tomó unos instantes para enfocar el rostro de Aidan. Se sintió atajada por él y se ruborizó. -¿Qué… qué ha pasado? –preguntó. Sentía que su muñeca le dolía y un escozor en el corte, el cual miró alarmada-. Por los dioses, ¿qué ha sucedido? –insistió. Había un par de armas en el suelo y se preocupó muchísimo. Sus ojos captaron a Jared en el suelo, bebiendo sangre-. ¿Jared? ¿Cómo te encuentras? ¿Qué te ocurrió? –inquirió con temor, queriendo ir hacia él pero no pudiendo porque se encontraba débil. Henry -Yo no la secuestré, en primer lugar. En segundo lugar, había una orden de busca y captura de La Hermandad por la cazadora que hizo cenizas a Sasha y a otro par de vampiros. Y ella es tu prima. Tercero, tampoco fue una tortura. Sólo algunas cadenas para que no se largase por ahí mientras íbamos a la reunión. No exageres. Y la enfermedad me temo que es de familia. Si la gatita no hubiera ido clavando estacas por ahí, no se hubiera metido en problemas –se lavó las manos ante los cargos que se le imputaban-. Oh, miren quién despierta. Tú atacaste a Jared. O mejor dicho, Artemis lo atacó. -¡NO! –gritó la humana, llorosa-. No puede ser cierto, no puedo haber ido a atacar a Jared –agregó, con las lágrimas surcando sus mejillas y palideciendo-. Tenéis que iros, no quiero haceros daño –suplicó en llanto-. Perdóname, Jared, perdóname, por favor -le pidió, temblándole el mentón y escondiendo su rostro en el pecho de Aidan, llorando.
  23. Artemis/Joanna Gimió de dolor cuando el vampiro le torció la muñeca, obligándola a soltar el arma. Quiso seguir luchando, apartarse y atacarlo de nuevo. Pero el grito de Cissy la detuvo. Miró hacia la puerta y se dio cuenta de que la bala había alcanzado a Jared. Él no era su objetivo, no tenía nada contra él. Quería acabar con Henry y con Aidan, no con el otro chiquillo de la Macnair. Entonces todo se bloqueó en ella. Todo se volvió negro. El menudo cuerpo se vino abajo, precipitándose hacia el suelo, inconsciente. Henry Ignoró a la humana irlandesa y rugió exasperado al ver a Jared en el suelo. -Maldita reencarnación. Yo dije que la matásemos hace mucho tiempo –gruñó molesto, acercándose a Cissy y a Jared. En sus manos pronto tuvo unas pinzas con las que hurgó en la entrada de la bala, la cual finalmente sacó sin dañar más el cuerpo del otro vampiro. Luego agarró un pequeño recipiente de cristal que había en el cuarto, se acercó a la humana inconsciente y le hizo un corte en un brazo. La deliciosa sangre manó y la vertió en el recipiente. Se aproximó de nuevo al otro Plantagenet y le separó los labios para darle de beber el rojizo elixir. Así se curaría rápidamente. Off: Ságitas siempre viene en lo mejor
  24. -Prueba de nuevo –le dijo con una mueca mitad sonrisa malévola y mitad desagrado, cuando la llamó Joanna. Cuando le agarró la mano, intentó alejarse, histérica. -¡¡NO ME TOQUES!! –gritó, tratando de desasirse. Sus pupilas estaban dilatadas por el pánico-. ¡ME ESTÁS LASTIMANDO! –continuó gritando, tirando de su propia mano, en desesperación. Entonces tanteó con la mano libre su propio cuerpo y sacó una Glock con balas de madera-. Suéltame o te dejo como un p*** colador –lo amenazó, apuntándole. ¡Crack! El pestillo de la puerta saltó por los aires y fue abierta, dejando ver el enorme cuerpo de Henry vestido con pantalones y chaleco de cuero, de época. Sostenía un arco plateado, pero no de aquel metal que dañaba a los vampiros. La cuerda ya estaba tensada y en ella había una flecha del mismo color que parecía brillar con luz propia. -¿Pelea de enamorados? –preguntó Henry burlón-. Suelta las armas, gatita, o te atravieso. Y no voy a fallar en dar en el blanco –dijo de lo más tranquilo, mirando serio a Artemis. Por toda respuesta, Artemis disparó contra Henry, dando la bala en la pared del pasillo, quedándose incrustada, porque él se movió rápido para evitarla.
  25. Chasqueó la lengua cuando lo notó distraído. Le asqueó sólo de pensar que andaba mirando su cuerpo. Pero tenía que seguir con el plan. Así que se decidió por la actuación. Se acercó a él, esbozando una sonrisa seductora, hasta quedar con su rostro a un par de centímetros del vampiro. -¿Qué le dijiste a Jared sobre mí? –susurró, levantando una mano y apoyándola en el pecho masculino, dejándola resbalar con suavidad-. Dijiste que si te encerraba conmigo en un cuarto, me lo dirías –agregó en un susurro que incrementaba su sensual acento irlandés. Le dio tiempo de sobra a contestar, un par de minutos. Entonces, con un movimiento rápido sacó un cuchillo de hoja dentada, con mango negro. Lo blandió e intentó atacarlo. -Te daré la muerte verdadera –dijo con cara de desprecio-. Intentaste forzarme antes de secuestrarme. Luego me dejaste encadenada, enferma. ¿Que intentabas darme miedo? ¡Ja! –gritó sacada, llena de ira, asco por él y por sí misma, odio-. Pero antes de que dejes de existir, vas a conocer el dolor, el mismo que a mí me infligiste, hijo de p*** –agregó, entrecerrando los ojos y volviendo a intentar clavarle la hoja de plata con ceniza de de sauce blanco.

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