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Helene Eloise Bellerose

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Mensajes publicados por Helene Eloise Bellerose

  1. Hélène Eloïse Bellerose

     

     

    La situación aunque había sido estresante en un principio se había convertido rápidamente en una situación tan divertida que ambos reían con ganas. El respingo había sido tal que la embarcación se bamboleaba peligrosamente y mientras Yaxley intentaba estabilizarla, la heredera intentaba recomponerse sin poder parar de reír.

     

    —Anotado: la siguiente vez que te quiera salpicar me voy a asegurar un ciento por ciento que no existan peligrosas sirenas a la redonda que se desquiten por ti. —Entre risas, ella intentaba sentarse lo más erguida posible mientras el pelirrojo remaba de vuelta hacia la bahía, comentando que sería una buena idea visitar el lago en verano y bucear en busca de su civilización. La idea de verle de nuevo y vivir una nueva aventura a su lado le atraía muchísimo y no pudo evitar contestarle con sinceridad. —Me encantaría.

     

    —Usualmente no soy tan torpe. —Comentó ella con una sonrisa de disculpa, excusándose por la reacción tan exagerada que había tenido. —Aunque claro, usualmente no veo sirenas, tampoco. —Añadió, riendo nuevamente. Le resultaba agradablemente curioso el hecho de que había salido de casa luego de meses de haberlo evitado, sin ningún tipo de expectativas, para pasar un rato ameno fuera con un desconocido que no solamente había resultado ser un hombre muy apuesto, sino que además era el dueño de una personalidad magnética que a ella le tenía completamente encantada. Se hizo una nota mental para agradecerle a Madame de corazón por haber concertado aquella cita.

     

    La pequeña embarcación tocó tierra y el primero en salir fue el mago, quien caballerosamente le tendió una mano que ella aceptó agradecida. Volvió a estremecerse ante el cálido contacto y trató de concentrarse con toda su alma en bajar de allí lo más dignamente posible sin cometer ningún tipo de torpeza, pero....

     

    No supo ni cómo ni por qué, se encontró frente a frente con Yaxley, separada tan solo por unos centímetros. Esa inesperada cercanía despertó nuevamente aquella sensación de aleteo en el estómago que junto a los nervios que se acrecentaron disparados, crearon una especie de estupor en el que Héléne era completamente incapaz de pensar con coherencia. Creyó escucharle preguntar si se encontraba bien, pero no fue capaz de formular respuesta alguna. ¿Cómo explicarle que se encontraba más que bien? Intentó no olvidarse de cómo respirar y sin embargo...

     

    La francesa había besado antes, pero nunca había sentido nada parecido a lo que sintió en el momento en el que Leonid acortó finalmente esos centímetros que les separaban. Por una fracción de segundo no pudo reaccionar y luego su cuerpo tomó posesión de sus acciones. Correspondió dulcemente profundizando el beso, mientras la mano diestra se deslizaba delicadamente entre el rojo cabello del mago. No supo cuanto tiempo pasó hasta que se separaron, pero una suave sonrisa se le pintó en el rostro, mientras fijaba la mirada en aquellos intensos ojos azules.

     

    —Voy a tener que tropezarme más seguido... —Musitó con una risita. Sus dedos aún seguían peinando con suavidad los cabellos del ruso. Envalentonada por todo lo que estaba pasando, Bellerose entrelazó los dedos de la mano que tenía libre con los del mago y separándose suavemente, lo guio a través de la bahía.

     

    Si todo sale bien, espero poder ser pronto la embajadora de Francia en Reino Unido. —Comentó, respondiendo a la pregunta formulada por el ruso hace tiempo. —Mi sueño es viajar por el mundo representando a mi país. Así que espero que todo salga bien, crucemos los dedos.

     

    Un breve silencio los acompañó los siguientes pasos, pero no fue incómodo. La semiveela disfrutaba mucho de la compañía del mago y la calidez de su contacto. Se sentía ligera y contenta, bastante afortunada de vivir aquel momento en grata compañía.

     

    Creo que nos va a tocar caminar un poco, veo que nuestros amigos alados nos abandonaron. —Comentó luego de barrer el entorno con la mirada y comprobar que los equinos ya no se encontraban allí. No le importaba, en realidad le gustaba caminar y estaba segura que los caminos eran bastante seguros. Además, se sentía protegida junto al mago pelirrojo.

     

     

    @@Syrius McGonagall

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  2. Hélène Eloïse Bellerose

     

     

    La disposición que tenía Leonid para aceptar y proponer todos esos planes que iban surgiendo solo aumentaba la atracción que la bruja castaña sentía hacia él. Le parecía completamente sorprendente el hecho de que llevaban apenas un par de horas conociéndose, pero aún así se complementaban de una forma tan natural que no sintió nunca ninguna incomodidad o timidez. Fuera de los nervios naturales que fluían descontrolados cada vez que él le miraba, Hélène se sentía bastante cómoda al lado del mago.

     

    Al escuchar que él estaba dispuesto a navegar junto a ella en la pequeña embarcación, el rostro se le iluminó con emoción y no esperó dos veces para seguirle y empezar esa nueva aventura. Tomó la mano que le ofrecían sintiendo una calidez electrificante ante el contacto cálido del mago, e intentando que esa sensación no le hiciera perder el equilibrio, se concentró en estabilizarse lo mejor que pudo en la pequeña estructura de madera, hasta que estuvo sentada.

     

    No pudo evitar soltar una risita ante la obviedad de la situación. Acostumbrada por tanto tiempo a hacer ciertas cosas "a mano" había olvidado que en Inglaterra podía de hecho usar la comodidad de la magia sin temer levantar sospechas de nadie. Negó para si misma, reprendiéndose por su falta de perspicacia y se dejó guiar, observando medio fascinada al mago remar con total naturalidad. Dejó caer una pálida mano al agua y se estremeció por un momento con el esperado contacto gélido, que con el pasar de los segundos se volvió más tolerable. Sus dedos realizaban trazos inexactos sobre el agua, emitiendo un suave murmullo que se perdía con el remar de su compañero.

     

    La pregunta que realizó si bien era simple en apariencia, tocó una fibra sensible en el ruso que se tensionó levemente ante algún pensamiento que le vino a la cabeza. Bellerose se cuestionó qué recuerdo detonó en el mago, pero lo dejó pasar sin querer perturbarle. Aguardó con paciencia a la respuesta y no se decepcionó cuando la obtuvo.

     

    —También. —Coincidió, aunque sabía que no era todo. —Mi familia, mi carrera, la moda, los caballos... —La respuesta era muy general y muy inexacta también, pero es que profundizar sobre una cosa u otra iba a tomar demasiado tiempo. —Quiero comerme el mundo algún día. —Añadió con una sonrisa tímida, por primera vez en toda la noche. Abrirse no era difícil, sin embargo no podía dejar de sentirse un poquito vulnerable al compartir detalles tan íntimos aunque fueran genéricos. Aún así, la mirada clara de Yaxley le transmitió calma y la timidez empezó a desvanecerse de a poco. Él tenía razón, eran muy afortunados, el clima parecía celebrar con ellos aquella velada.

     

    El comentario del pelirrojo revivió la nostalgia intermitente que había experimentado desde que llegó de París. Su relato breve le transportó a Taiga y casi sintió el olor a fogata. Suspiró.

     

    Cuando éramos niñas papá nos llevaba todo el tiempo a Marseille. Recuerdo la playa y la salada brisa marina con demasiada claridad. Las quemaduras solares también las recuerdo bien. —Sonrió. —A medida que fuimos creciendo los destinos crecieron también, papá decía que esperaba que tuviésemos edad suficiente para recordar esas aventuras. —Comentó con cariño. —Lo veíamos muy poco por su trabajo, pero lo poco que le veíamos él lo hacía especial.

     

    Sintió que la nostalgia general de la pregunta había tocado también al ruso, por lo que intentó animarlos a ambos para no darle un giro tristón a la velada tan bonita que estaban disfrutando hasta el momento. De manera juguetona, salpicó unas gotas de agua hacia su compañero, intentando aligerar un poco la atmósfera y no pudo evitar reírse divertida al notar que le había tomado ciento por ciento desprevenido.

     

    Lo siento monsieur, pero se veía usted muy serio. —Acotó con inocencia, para luego arrugarle la nariz divertida.

     

    Un sonido débil empezó a escucharse y la castaña puso especial atención a su proveniencia. Parecía venir del agua, aunque era muy suave, casi imperceptible. Sin embargo empezó a sonar cada vez con más fuerza y casi de inmediato decenas de sirenas empezaron a nadar y saltar a través del lago, rodeando la pequeña embarcación sin prestarle mayor atención. Bellerose dio un respingo ante la inesperada escena y casi se cae del pequeño bote del susto que se llevó.

     

    ¡Mon dieu! —Exclamó, llevándose una mano al pecho, donde el corazón latía completamente desbocado. Luego se echó a reír, sintiéndose ridícula pero divertida al mismo tiempo. —No vayas a decir que es karma....

     

     

     

    @@Syrius McGonagall

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  3. ID: 113123

    Nick (con link a la ficha) Kassandra Weasley

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    Link al Premio obtenido (en caso de gala/concurso): ---

    Nivel Mágico: 16

    Fecha: 2021-02-28


    Llave utilizada : link a la certificación del Concilio

    Objeto: Aletiómetro

    Puntos: 160

    Precio: 8000



    Llave utilizada: link a la certificación del Concilio

    Objeto: Tabullae Defixionum

    Puntos: 160

    Precio: 8000



    Total de puntos: 320


    Total de Galeones: 16000

  4. ID: 113123

    Nick (con link a la ficha) Kassandra Weasley

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    Link al Premio obtenido (en caso de gala/concurso): ---

    Nivel Mágico: 15

    Fecha: 2021-02-28




    Llave utilizada (para criaturas baby y Nundu): link a la certificación del Concilio

    Criatura: Hipocampo

    Puntos: 40

    Precio: 2000




    Llave utilizada (para criaturas baby y Nundu): link a la certificación del Concilio

    Criatura: Hodag

    Puntos: 40

    Precio: 2000


    Total de puntos: 80


    Total de Galeones: 4000

  5. Hélène Eloïse Bellerose

     

    El descenso representó todo un reto para la castaña, quien no estaba familiarizada con la sensación de montar a una criatura alada. El ángulo que el Aethonan tomó al realizar la caída le puso los pelos de punta y le hizo cerrar los ojos esperando que el aterrizaje no fuese muy brusco. Sin embargo, el animal aterrizó con calma y gentileza, cabalgando unos metros hasta que se detuvo por completo. Feliz y agradecida, Bellerose desmontó con rapidez, deseando sentir la seguridad y firmeza del suelo bajo sus pies y con cuidado propició suaves caricias a su nuevo amigo, recompensándolo por haber sido tan bueno y dócil.

     

    Giró los orbes claros al cielo y distinguió a Yaxley descendiendo al fin. La diferencia en segundos fue mínima, pero la sonrisa igual se le pintó con amplitud en el rostro. Lo vio aterrizar y acortó un poco los pasos hacia él, sintiendo la grava del suelo crujir bajo su peso.

     

    No me hice más joven, eso sin duda. —Respondió divertida ante la pregunta formulada por el pelirrojo. ¿Aburrirse? Estaba tan encantada con la compañía del ruso, que genuinamente dudaba que eso fuera siquiera posible. Esperando que él desmontara de su aethonan, barrió el entorno con la mirada, maravillándose por el brillo de la luna en el firmamento y la claridad del agua a sus pies. Al fondo distinguió un muelle y junto a él pequeñas barcas que seguramente y en horas hábiles podían alquilarse para recorrer las aguas. Cerró los ojos tan solo unos segundos disfrutándolo todo, sintiendo el suave murmullo del agua al moverse tan mínimamente y apreciando el sonido de las ranas y grillos que ya empezaban a entonar sus canciones nocturnas. Todo era perfecto, sin duda.

     

    No podrías ser un huevo podrido. —Anunció con una sonrisa. —Eres muy apuesto para serlo. —Rió, sintiendo que los nervios empezaban a acrecentarse en el fondo de su estómago. Acto seguido y presa de un acto de impulsividad, la semiveela depositó un suave beso en la mejilla de su compañero. —Gracias por esto. No recuerdo haberme divertido tanto en mi vida.

     

    Podía sonar a exageración, pero era completamente cierto. La vida de la francesa era bastante monótona y carecía por completo de la emoción provocada por experiencias como aquella. Sintió que la sangre empezaba a agolparse en las pálidas mejillas y solo esperó que no fuera tan evidente.

     

    Ambos emprendieron un camino lento hacia el muelle. Parecía que en ese momento el tiempo no corría con la normalidad habitual y al menos, Hélène no tenía ningún tipo de apuro. —Y bueno... ¿Qué es lo que apasiona a Leonid Yaxley? —Preguntó, deseando conocerlo mejor.

     

    Se detuvieron en el muelle y la castaña se maravilló ante el espectáculo que veían sus ojos. Desde allí, el lago actuaba como un espejo gigante en el que se reflejaba el manto estrellado del cielo.

     

    ¿Quieres romper las reglas una vez más? —Invitó, deseosa de navegar esas aguas tranquilas en una de las pequeñas barcas que estaban atadas en el muelle. —Tendrás que enseñarme a remar. —Añadió, expectante.

     

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  6. Hélène Eloïse Bellerose

     

    La heredera tenía una personalidad generalmente tranquila, no era mucho de tomar riesgos y tampoco se le podía tachar de impulsiva. Acostumbrada a respetar las normas y seguirlas al pie de la letra, la muchacha que estaba tomando las riendas aquella noche era otra. Algo en Yaxley hacía que una personalidad más aventurera influyera de ella con una naturalidad tal, que aunque se sorprendió un poco de las decisiones que estaba empezando a tomar no dudó ni un solo momento en ejecutar ninguna de ellas. Estaba viviendo el momento y en realidad disfrutándolo mucho.

     

    Algo en él le inspiraba mucha seguridad. Sentía que podía salirse del guión e improvisar, y eso era algo que no podía decir de cualquiera. La sugerencia de montar los Aethonans la meditó solo unos segundos, pero al final, ¿qué era lo peor que podía pasarles? ¿que les vetaran para siempre de aquel lugar? Rió nuevamente con emoción y asintió con vehemencia ante la idea. Eso sí que era algo que podía hacer bien y no tenía miedo de pasar vergüenza, aunque él había sido muy gentil al ayudarle con la barda.

     

    No estaba vestida para montar, eso era un hecho. Tomó un impulso inicial para alcanzar al alto animal, resbalándose un poco en el sedoso pelaje, aunque eso no le hizo amilanarse. Volvió a tomar impulso y con algo de esfuerzo se puso finalmente en posición para cabalgar apropiadamente. Era curioso, pero jamás había montado sin el equipo apropiado, es más, se sentía un poquito nerviosa al no tener montura ni estribos para guiarse. Se intentó animar a si misma pensando que tan difícil no podría ser, sentía mucha confianza de poder manejarse en la situación, aunque ya se vería si lo seguía sintiendo estando en el aire...

     

     

    Sujetó la crin del zaino con gentileza, dándole varias vueltas en las manos para agarrarse mejor. Lo hizo primero con la zurda y luego con la diestra. Se sentía un poco incómoda ya que definitivamente no estaba acostumbrada a lidiar con alas y menos de ese tamaño, pero se sentó lo mejor que pudo y una vez segura de que más sujeta no podría estar, sonrió con amplitud una última vez al pelirrojo.

     

    Espoleó al animal con la suela de las botas que calzaba esa noche y luego de un meneo, la bestia empezó a moverse tal y como un caballo lo hubiese hecho. Galopó con paso lento en un principio y la castaña lo guió con cuidado entre los demás ejemplares que ni siquiera se habían inmutado con el movimiento. Lo asió nuevamente para que apretase el paso, consiguiendo un andar mucho más rápido. Ya estaban sobre la marcha, pero... ¿Cómo iba a hacerlo despegar? haló gentilmente la crin hacia sí, al mismo tiempo que espoleó una última vez. Eso fue todo, el equino agitó las alas un par de veces y con una patada de impulso emprendió el vuelo.

     

    Experimentando por completo la nueva sensación de libertad, Bellerose empezó a reír extasiada. Bestia y jineta se empezaron a alejar cada vez más de la seguridad del suelo y lo que en un momento había sido ansiedad se empezó a convertir en calma y diversión.

     

    —¡El que llega al último es un huevo podrido! —Gritó para hacerse escuchar en medio de la corriente de aire creada por la velocidad que ensordecía por completo y le calaba los huesos. A ella no le importaba. Estaba llena de adrenalina y divirtiéndose como una niña pequeña.

     

    Ya había lanzado el reto, ¿pero a dónde habían de llegar? Guió al caballo alado para ganar un poco más de altura y luego miró hacia abajo, intentando encontrar un destino en el inmenso parque. No pudo distinguir mayor cosa en la negrura de la noche, pero el brillo del agua llamó su atención y hacia allí se dirigió sin dejar de reír.

     

    @@Syrius McGonagall

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  7. Hélène Eloïse Bellerose

    Bellerose estaba realmente disfrutando de la velada y sobre todo de la grata compañía. Leonid no solo era un mago bien parecido, sino también era un gran conversador. Le explicó un poco mejor a qué se dedicaba y eso aumentó el estima que la bruja le tenía hasta el momento ya que pudo deducir de inmediato la fuerza, dedicación y disciplina que esa rama en especial conllevaba. Lo miró con admiración y no pudo evitar preguntarle algo al respecto. —Me imagino que has visto y experimentado vivencias muy fuertes en tu trabajo, ¿no? —Estaba segura de que debía tener muchísimas historias que contar, sin duda.

     

    —Sí, de Francia. —Afirmó. —París, para ser exactos. —Sonrió con comodidad, se sentía libre de compartirle más detalles. —Trabajo en la cancillería francesa y de momento como secretaria del embajador aquí en Reino Unido. —Desde muy pequeña se había interesado mucho en la política y al poco tiempo de graduarse había decidido que iba a hacer carrera diplomática. Esa era su primera misión fuera de su país y se sentía emocionada aunque bastante ansiosa. —No tengo familia aquí y tampoco sé cuando podré visitarlos... —Comentó con algo de nostalgia.

     

    Avanzaron unos metros más por el camino que se iba iluminando de a poco con farolitos. Eso fue en realidad lo que le hizo darse cuenta que ya había caído la noche. Elevó los orbes claros al cielo, maravillándose momentáneamente por la calma que le transmitía la negrura del firmamento. Luego regresó su total atención hacia los animales del prado. Ya se encontraban en la cerca que separaba la zona transitable del parque de la zona de las criaturas y aunque no se encontraban tan lejos de los ejemplares, aún no le parecía suficiente.

     

    Colocó ambas manos en la cerca con suavidad, sintiendo la rugosidad del tablón rozarle las palmas. Recibió con entusiasmo el comentario de Leonid y se emocionó especialmente al éste mencionar lo mucho que amaba a los equinos. —¿De verdad? ¡Yo también! — Esa afición que ambos compartían le animó a hacerle una invitación especial. —Yo tengo dos, una parejita. Athiara y Magnus están conmigo desde que eran un par de potrillos, ya tienen 5 años. Vinieron conmigo a Inglaterra, cuando gustes podrías venir a cabalgar...

     

    No pudo evitar soltar una risita de complicidad al ver al mago barrer el espacio con la mirada en busca de gente. La idea que él propuso le pareció completamente loca y aún así, se sorprendió de verse a ella misma asintiendo como una niña pequeña, completamente fascinada con la idea de cometer una travesura.

     

    La adrenalina le invadió casi de inmediato mientras intentaba buscar la mejor forma de cruzar al otro lado. Debían ser rápidos y discretos si no querían llamar la atención, aunque...con todo el cuidado del mundo, la muchacha se dispuso a saltar la barda, intentando no cargarse el pantalón en el intento. Notó que la agilidad de su compañero era mayor pues él lo hizo en un abrir y cerrar de ojos, pero había que adjudicarle la agilidad de alguien que está acostumbrado al ejercicio físico.

     

    —¿Oops? —Susurró confundida al tocar el suelo al fin y desestabilizarse por una breve fracción de segundo. Esperaba que aquella pequeña torpeza no le causara tan mala impresión al pelirrojo. Se recompuso como pudo y se ajustó con cuidado la vestimenta, sacudiendo con una movimiento sutil de la mano cualquier partícula de polvo que pudiera haberse adherido a la tela. Una vez recompuesta recuperó por completo el entusiasmo que le causaba la idea y observando a su acompañante con complicidad empezó a dirigirse directamente hacia el prado, donde los ejemplares continuaban pastando despreocupados.

     

    —Ah... ahí estás. —Susurró guardando una distancia prudencial aunque corta con el ejemplar más cercano. El tamaño del animal era mucho mayor comparado con los caballos que Bellerose estaba familiarizada a tratar. Se acercó con seguridad, el equino levantó la vista del suelo con lentitud y ella lo miró fijamente a los ojos. Se acercó un poco más sin romper el contacto visual y extendió una pálida mano que depositó con suma suavidad en la cabeza de éste, justo a la altura de los ojos.

     

    Invadida por una nueva oleada de emoción, giró hacia su compañero sin despegar las manos del aethonan, a quien ella empezaba a acariciar con movimientos lentos, pero rítmicos.

     

    —¡Tuviste la mejor idea del mundo! —Le reconoció, completamente agradecida por la experiencia que esa idea le estaba brindando. —¿No te animas? —Invitó con mirada cómplice.

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  8. ID: 113123
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    Nivel Mágico: 15
    Fecha: 2021-02-24

    Nombre del producto: Libro del Equilibrio
    Consumible o Libro de Hechizo: Libro de Hechizo
    Nivel (del libro): 10
    Precio: 10.000 G
    Precio total: 10.000 G

  9. Hélène Eloïse Bellerose

     

    Los paseos matutinos de la heredera se habían convertido en una costumbre necesaria. Alternaba entre Athiara o Magnus pues ambos equinos disfrutaban de la misma forma que la castaña el poder estirar las patas y galopar sin ningún tipo de presión para liberar la tensión mientras disfrutaban del aire puro que el bosque proporcionaba.

     

    Aquel día no fue la excepción, Bellerose se había alejado de la edificación principal y se encontraba ya bastante internada en el bosque que rodeaba el lago. Magnus caminaba con paso lento y la semiveela le daba gentiles palmadas en el lomo mientras barría el paisaje con la mirada sin enfocarse en ningún punto particular. Pensaba que ya pronto sería hora de regresar a casa, pero estaba disfrutando de un agradable momento que decidió prolongar por unos minutos más.

     

    De repente, un destello en el cielo le avisó que las protecciones mágicas del castillo habían sido violentadas. La ojiazul entrecerró los ojos intentando enfocar mejor la vista en aquello que caía con gran velocidad en los terrenos sin mayor éxito. Desconcertada y curiosa, arreó a Magnus para que avanzara con rapidez entre los árboles, dirigiéndole hacia donde creyó había caído el invasor.

     

    Tardó unos minutos en rodear la propiedad, pero al acercarse supo de inmediato que estaba en el lugar correcto. Algunos árboles habían sido arrancados de raíz y una criatura de enormes proporciones languidecía en el suelo, junto a un niño.

     

    Al darse cuenta de qué era la criatura, tanto bruja como caballo sufrieron un susto tal, que la castaña tuvo que agarrarse con todas sus fuerzas de la montura para no perder el equilibrio y caer a causa del coceo incesante del animal.

     

    Calme mon amour, calme-toi— Canturreó la semiveela intentando infundir en el animal la tranquilidad que ella misma no tenía. ¿Qué demonios hacía un dragón en el medio de su bosque?

     

    Dirigió los orbes celestes al niño, comprobando de inmediato su estado físico. En apariencia se veía bien, aunque también lucía un poco desconcertado.

     

    —¿Estás.... bien? —Preguntó con suavidad, no quería alterar más a ninguno de sus inesperados visitantes.

     

     

    @Riuu

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  10. ID: 113123

    Nick (con link a la ficha) Kassandra Weasley

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    Nivel Mágico: 15

    Fecha: 2021-02-24




    Llave utilizada (para criaturas baby y Nundu): link a la certificación del Concilio

    Criatura: escarbato

    Puntos: 40

    Precio: 2000




    Llave utilizada (para criaturas baby y Nundu): link a la certificación del Concilio

    Criatura: kneazle

    Puntos: 40

    Precio: 2000


    Total de puntos: 80


    Total de Galeones: 4000

  11. ID: 113123


    Link a la Bóveda Trastero: Bóveda Trastero

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    Link a Tópic de la clase o a la prueba: --

    Nivel Mágico: 15

    Fecha: 2021-02-24


    Nombre del producto: Libro del Equilibrio

    Consumible o Libro de Hechizo: Libro de Hechizo

    Nivel (del libro): 10

    Precio: 10.000 G


    Precio total: 20.000 G

  12. Hélène Eloïse Bellerose

     

    El camino que recorrían demostraba lo bien cuidado que estaba el recinto. A pesar del nombre tan oscuro, tal y como Leonid había mencionado, el lugar más bien se veía bonito y rodeado de vida. La francesa suspiró aliviada, por alguna razón pensó que Madame le estaba enviando a una casa del terror o algo así.

     

    El nerviosismo previo ahora se empezaba a transformar en curiosidad por conocer mejor al pelirrojo. Parecía a simple vista una persona muy interesante y de carácter agradable, lo que facilitaba el desarrollo de la charla. El comentario sobre la vida adulta le hizo reír y asentir para demostrar que estaba completamente de acuerdo. —¿Verdad que nadie te explica lo difícil que va a ser el ser un adulto? ¡Qué ingenuos fuimos de niños al desear crecer tan pronto! —Suspiró haciendo un leve puchero sin darse cuenta.

     

    —Desde hace unos tres meses, más o menos. Es mi primer intento de ser un adulto funcional y valerme por mí misma. —Comentó con solemnidad, aunque en realidad la sonrisa no se le había desvanecido del rostro. —Primer paso: aprender a calcular mis impuestos sola. —Bromeó. Pudo explayarse más y comentarle que le estaba costando bastante eso de ser un adulto independiente, aunque quizás eso lo dejaría para más adelante, cuando hubiera más confianza.

     

    ¡Moscú! —Exclamó, contenta de haberle dado en el clavo. —Dicen que es hermoso, aunque jamás he ido. Debe ser interesante eso de tener que viajar mucho, reconfortante al saber que puedes visitar a la familia de cuando en cuando ¿no? —Quizás asumió erróneamente que la familia del ojiazul se había quedado en Rusia, pero le pareció lo más lógico, quizás porque lo asoció con su caso personal. Esa idea le causó un poco de nostalgia, aunque pudo disimularla bastante bien. No tenía previsto volver a casa en mucho tiempo, tenía una misión y un objetivo que lograr para si misma.

     

    Sin darse cuenta el camino los llevó a la boletería y Yaxley se adelantó a invitar. Hélène le sonrió con agradecimiento, conmovida por un gesto que le pareció galante. —Merci, lo siguiente irá por cuenta mía. —Ofreció, esperando que en efecto pudiera darse la ocasión.

     

    No hubo fila para comprar y en realidad casi no hubo gente en espera para la función del circo. Sabía que estaban un par de horas anticipados, sin embargo, hasta ese momento apenas notó que casi no vio gente ni siquiera en el camino. Leonid volvió unos segundos después y le anunció que tenían dos horas para hacer alguna actividad. La castaña lo meditó unos segundos, aunque en el fondo sabía que lo más práctico era quedarse ahí mismo y disfrutar del parque.

     

    Podemos quedarnos aquí, sé que hay un montón de criaturas mágicas que podemos ver. Entiendo que hay hasta un restaurante donde podemos ir a comer algo más tarde —Se animó. —¿Te gustan los animales? —Creyó importante preguntar, no fuera a ser que ese plan incomodase a Yaxley.

     

    ¡Ay mira! ¡Hay un Aethonan por allá! —Señaló al horizonte, donde un prado lejano albergaba varias criaturas entre ellas al precioso equino alado. El pelirrojo no sabía todavía, pero estaba por enterarse de la afición de la heredera por aquellos animales. Lo miró intentando contener toda la emoción que le embargaba, sin éxito obviamente. —¿Podemos ir a verlo? —Y agregó para sus adentros: ¿pooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooorfis?

     

     

    @@Syrius McGonagall

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  13. Hélène Eloïse Bellerose

     

    Lo vio dirigirse hacia ella desde lo lejos, un hombre bastante alto y atlético empezó a acortar las distancias que les separaban. Dudó por una fracción de segundo sobre la identidad del mago, sintiéndose boba y ansiosa. ¿Y si no era? ¿Y si se acercaba a saludarle, pero se equivocaba? Aguardó unos segundos más jugueteando con el bolso en las manos, esperando una señal más concisa de que en efecto se traba de él. No tenía mayor pista, pero… la mirada fija del muchacho le confirmó que al igual que ella, él le había identificado y cuando estuvo segura de que se trataba de Yaxley, la semiveela le dedicó una sonrisa encantadora, aunque por dentro se moría de los nervios y el corazón le latía a cien por hora.

     

    Leonid se detuvo junto a ella y le tendió una mano amable, que Hélène tomó con suave gentileza. —Hélène Bellerose, enchantée. — La calidez de la sonrisa que le dedicaba aumentó, mientras un pensamiento curioso le cruzaba por la cabeza: ambos eran extranjeros y por lo que pudo percibir, ninguno de ellos estaba muy familiarizado con el entorno.

     

    Sintió la inseguridad del ojiazul a medida que trataba de expresarse en inglés. Le pareció adorable y hasta se identificó con los esfuerzos, a veces ella también sufría uno que otro faux pas. —Lo haces muy bien. —Le animó. No quería que él pensara que la situación le divertía en mal sentido. —El inglés n’est pas non plus mi lengua materna. —Rió suavemente, pensando que en algún momento algún error de comunicación habría, pero que sin duda sería una experiencia interesante.

     

    Jamais. No he venido nunca aquí, pero estoy gratamente sorprendida. —Respondió a la pregunta. —No llevo mucho tiempo aquí y para serte honesta no he salido a turistear. Madame se desespera porque piensa que soy un ermitaño o algo así… —Rió nuevamente, negando con la cabeza al recordar el discurso que la mujer le había dado para convencerle. —Pero bueno, podemos empezar por conocer este lugar. ¿Te gusta el circo?

     

    Mientras conversaban, Hélène emprendió el camino hacia el interior del recinto. Aún tenían algo de tiempo hasta que la función del circo empezara, si es que se animaban a ir. Si no, podían quedarse entretenidos paseando en el gran jardín, que seguro tenía mucho que ofrecer.

     

    ¿Hace cuánto llegaste a Inglaterra? —Preguntó, esperando que la pregunta no hubiese sido muy impertinente. Supuso por el acento que vendría de alguna región de Europa Oriental, pero eso era algo que ya averiguaría en su momento. Por ahora, se encontraba muy a gusto en la compañía de Yaxley.

     

    @@Syrius McGonagall

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    HISTORIA DE LA FAMILIA



    El ejército del Rey de Francia Felipe Augusto, perseguido por la coalición, llegó a Bouvines con el fin de atravesar el puente del río Marque. Los cristianos tenían prohibido combatir los domingos, pero Otón, uno de los líderes de la coalición, procuró sorprender al ejército del rey mientras atravesaba el puente.



    Al mismo tiempo que Felipe Augusto y Otón se enfrentaban cara a cara en el centro de la batalla, en el flanco derecho francés se encontraban los flamencos dirigidos por Fernando. Fue a éste último quien Raboz de Rune, un joven y afamado combatiente, desmontó del caballo y capturó como rehén. Luego de esa batalla, Raboz recibió el título de noble y un singular castillo próximo a Aumale.

     


    27 de julio de 1214 ~ Fragmento de la Batalla de Bouvines




    La historia de la familia de Rune puede remontarse a 1214, año en que por primera vez el apellido aparece mencionado en los libros de historia. Raboz fue el primer de Rune del que hubo registros por su participación activa en la Batalla de Bouvines. Desde el siglo XIII hasta el XVIII, el noble linaje fue extendiéndose dentro de Francia, ramificándose en diferentes localidades y atravesando las fronteras de países próximos.



    En 1798 surge un hecho que cambiaría para siempre el devenir de la rama principal de la familia, que continuaba residiendo en el castillo próximo a Aumale. Nace Jacques de Rune, el primer mago de todo el linaje. Jacques no tenía ningún antepasado mágico por su lado materno, lo que lo convertía en el primer no-muggle de ambas familias. Años después de sus estudios mágicos y de casarse con una bruja que conoció en Beauxbatons, Jacques regresó al castillo de Rune para vivir y criar a sus cinco hijos, todos magos y brujas como sus padres.



    El relacionamiento con la comunidad muggle continuó durante los siglos venideros, aunque de forma paulatina las defensas mágicas que fueron realizándose de forma inevitable y también el aire aristocrático de la familia hicieron que los vínculos fueran más reducidos. En la actualidad los últimos dos miembros que siguen con vida y portan el apellido, viviendo en las originarias tierras de la familia, son Amicia y Auxerre de Rune, hermanos tan inseparables como diferentes.



    Lo cierto es que desde Jacques de Rune varios magos y brujas de Francia, Reino Unido y Bélgica portan algún vínculo sanguíneo, por más lejano que sea, con Jacques y, varias generaciones después, con Amicia y Auxerre. Dos claros ejemplos son Hélène Éloïse Bellerose —cuyo abuelo materno era de Rune— y Martin Black de Rune —cuya madre era de Rune—, quienes en la actualidad, y tras convencer a los jóvenes Amicia y Auxerre, son los verdaderos patriarcas de la familia cuya residencia se ha trasladado, manteniendo el mismo castillo, a las afueras de Ottery St. Catchpole.




    DESCRIPCIÓN DEL CASTILLO

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    En las afueras de Ottery St. Catchpole, un pequeño pueblo situado en el condado de Devon en Inglaterra, se erguía imponente el castillo medieval de la familia de Rune. Fortificado con protecciones mágicas ancestrales, la residencia había sido traída allí desde su ubicación original en el condado francés de Normandía. Rodeada por un domo mágico que impedía su avistamiento y protegía su ubicación de los curiosos, la imponente estructura abarcaba una extensa área de construcción, resguardada por un espeso bosque. Edificado en el año 1185, el castillo había sido cimentado en medio de un lago natural que actuaba como foso, para evitar la aproximación indeseada de los enemigos. La estructura renacentista de estilo neogótico no podía pasar desapercibida, debido a lo inusual de su arquitectura. Al haber recuperado la propiedad de la ruina absoluta luego de un largo periodo de abandono, sus actuales dueños no solamente se encargaron de la refacción de la estructura señorial, sino que también la modificaron para que fuera más acorde con las necesidades del tiempo actual.


    El amplio terreno consistía en varias hectáreas de bosque y jardines externos, en los que se habían adaptado varios establos y pesebreras para dar hogar tanto a criaturas mágicas como no mágicas. Un cuidador se encargaba de dar mantenimiento a los establos y habitaba en una pequeña cabaña, bastante alejada de la residencia principal.

    El ingreso a la edificación se daba a través de un único camino, consistente en un puente que atravesaba el lago. Al cruzar el portón principal, los invitados eran recibidos por el antiguo patio de armas, el que daba acceso al ingreso residencial. Se había conservado la fachada original en piedra caliza y se distinguían al menos 4 torres que albergaban en su interior múltiples habitaciones y salones de usos varios.

    El interior del castillo se caracterizaba por sus salones y habitaciones revestidos de madera vista, lo que aportaba mucha calidez al ambiente. La iluminación natural que daban los amplios ventanales era complementada con lámparas de araña y finos candelabros, ubicados estratégicamente en pasillos y habitaciones, las mismas que también conservaban en su gran mayoría los tapices originales restaurados. Sus ocupantes habían puesto especial esmero en conservar lo mejor posible el mobiliario original.

    La estructura interior se dividía en cuatro alas: norte, sur, este y oeste.

    ALA NORTE: esta era la más visitada por los ocupantes, se ubicaba en la entrada inmediata del castillo. En ésta se encontraban las siguientes habitaciones:

    • Salón principal
    • Biblioteca
    • Salón de armas
    • Comedor principal

    ALA SUR: Se caracterizaba por tener su propia entrada. Se utilizaba principalmente para el almacenamiento de recursos y residencia del servicio.

    • Cocinas
    • Habitaciones de servicio
    • Sótano

    ALA ESTE: El espacio en el que residían realmente los habitantes del castillo, ubicada en la antigua torre del homenaje, la torre más alta de la estructura.

    • Habitaciones residenciales
    • Torre de observación
    • Salón de entrenamiento
    • Sala de arte
    • Ático

    ALA OESTE: Se había dedicado principalmente para el ocio y disfrute de los habitantes del castillo.

    • Torre de observación
    • Salón de juegos
    • Salón de té
    • Invernaderos
    • Palomar





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    Bóveda de Gringotts:


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  16. Hélène Eloïse Bellerose

    Hacía muy poco que había llegado a Inglaterra y la castaña aún no conocía bien su entorno, ni había tenido ocasión de hacer muchas amistades. Muy por el contrario, con una apatía impropia de su especie y de su entorno, se había dedicado ciento por ciento a la renovación del castillo familiar y no había invertido ni una décima del tiempo en hacer contactos o crear nuevas amistades. Hélène disfrutaba de su soledad, no solamente había aprovechado para reconectar un poco mejor con sus raíces familiares, sino que también había tenido oportunidad de tomarse unos días de tranquilidad y calma, lejos del correteo parisino del que tanto estaba acostumbrada.

     

    Recibía ocasionalmente visitas de amigos de la familia, quienes, en un favor especial hacia el padre de ella, acudían de cuando en cuando a la residencia con la excusa de charlar y tomarse un té. La heredera siempre supo que eran iniciativas paternas para de cierta forma protegerla y tranquilizarse porque no podía estar físicamente con ella en ese nuevo país que la muchacha tan obstinadamente había decidido hacer su hogar, y a ella no le molestaba, más bien agradecía las atenciones y la compañía brindada, y así había dejado transcurrir uno, dos, tres meses…

     

    Una de estas visitas recurrentes había sido la de su madrina, una mujer amable y ya de edad que siempre le hacía reír con sus ocurrencias y a quien le gustaba que le llamaran simplemente Madame. En una de las últimas visitas, madame había estado especialmente insistente con la idea de presentarle a un muchacho. Un joven, sobrino de un conocido con quien esperaba que la castaña pudiera salir y a socializar un poco. Hélène se había rehusado a la idea en principio, encontrándola un poco anticuada, sin embargo, la insistencia de la mujer finalmente le había convencido y hasta le había entusiasmado. No supo cuando ni cómo, pero había terminado accediendo a una cita, una cita a ciegas, la primera en su vida.

     

    Y es así como la mujer movió los hilos sin compartirle un mayor detalle de sus planes hasta que fue netamente necesario. No supo el nombre de su acompañante hasta ese mismo día y los detalles que conocía sobre él eran realmente mínimos. Un nombre y una dirección era todo lo que tenía hasta ese momento y aunque estaba bastante nerviosa ante la incertidumbre, puso especial esmero en los detalles hasta el último minuto.

     

    Madame había elegido para esa velada un circo, como adivinando lo mucho que emocionaría esta idea a la francesa. El lugar que había elegido era bastante peculiar, pues además de tener un circo que era la atracción especial, contaba con amplios terrenos rodeados de mucha naturaleza, donde se podía tomar paseos relajantes y ver varias criaturas mágicas.

     

    Bellerose llegó al recinto cuando la tarde empezaba a caer, justo a la hora del crepúsculo. Una suave pero gélida brisa le despeinó los cabellos y la hizo estremecerse levemente. Caminó unos pasos rodeando la propiedad, insegura sobre dónde debía esperar a su acompañante y decidió que lo mejor sería hacerlo en la peculiar puerta de metal que guardaba la entrada hacia la propiedad. Se detuvo allí con suavidad y se acomodó ligeramente el chaleco de piel para cubrirse un poco mejor.

     

    Alzó los ojos al cielo y se maravilló del espectáculo de luces que estaba teniendo lugar. Un magnífico atardecer tintado de magentas, naranjas y fucsias se desarrollaba ante sus ojos. Casi no había nubes, lo cual era un augurio de una noche despejada y sin riesgo de lluvias súbitas. Ese pensamiento hizo sonreír a la muchacha, pues definitivamente el atuendo que llevaba no le hubiese ayudado mucho de ser el caso.

     

    Revisando el reloj de muñeca comprobó que faltaban tan solo unos minutos para la hora, por lo que quizás en un acto de nerviosismo previo empezó a peinarse los cabellos y alisarse los vaqueros negros. Quería estar completamente presentable para dar una buena primera impresión.


    @@Syrius McGonagall

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  17. Hélène Eloïse Bellerose

     

    Hélène ingresó a la casa recibida por un hombre cabellos de fuego. Sonrió encantadoramente al hombre y trató de hacer una conexión en su cabeza, asociarlo con algún nombre. Se le había dicho que el pelirrojo era el líder de la Orden del Fénix, así que le dedicó una mirada solemne antes de pronunciar de manera gentil.

     

    —Enchantée, Hélène Bellerose.

     

    Con amabilidad depositó el paquete de macaroons en las manos del hombre y cruzó la estancia con paso decidido. Le habían dicho que se pusiera cómoda donde quisiera, así que se acercó a un saloncito donde ya habían varias personas. Eligió un sillón mullido y se sentó, sonriendo con amplitud a los presentes.

     

    ¿Kassandra ya habría informado a sus ex compañeros de bando sobre quien era ella y de dónde venía? sino lo sabían estaban a punto de averiguarlo. La bruja había cruzado el Atlántico desde Francia, sabiendo que tenía una misión más grande que ella misma. Y no había sido tarea sencilla. Esperaba que ahora, residiendo en Gran Bretaña pudiera tener un marco de acción más amplio.

     

    No supo ni quien le tendió un vasito de ponche, pero agradeció el gesto con un pequeño asentimiento de cabeza. Ahora al menos tendría las manos ocupadas mientras iba conociendo un poco más de este grupo al que algún día esperaba poder llamar familia.

     

    Un par de ingresos nuevos más tarde, ahora no solamente tenía un ponche sino también un pastelito que agradeció bastante. Esta gente si que sabía como hacerle sentir a uno contento.

     

    La charla empezó a tomar un rumbo realista y triste a medida que se iban recordando las muertes y finalmente se repasaba la causa por la que todos estaban luchando. Luna, como la identificaron sus compañeros le pareció una muchacha llena de esperanzas y fe, hubo manifestado más de una vez su temor porque uno a uno empezaran a morir, sentimiento que la semiveela encontró válido. No podían darse más el lujo de perder vidas.

     

    —En Francia las cosas están muy complicadas. —Intervino mientras jugueteaba con el vaso de ponche, girándolo entre sus dedos. —La persecución muggle ha dividido mucho a las familias allí. Ahora apoyarlos y defenderlos significa ponerse un target en la frente. La prensa no reporta lo que ocurre realmente, aunque bueno. ¿Cuándo lo hace?

     

    Rió amargamente ante la ironía de sus palabras, sabiendo que en realidad existían muy pocas fuentes fidedignas de las cuales informarse de los hechos del mundo.

     

    Este hecho a ocasionado que muchos de los pro muggles se retiren por miedo. Se escondan o simplemente se recluyan por temor a que los supremacistas o los muggles temerosos tomen represalias. Hay muchas familias que han optado por migrar y empezar de cero en otro lado, aunque hemos quedado unos pocos que hemos formado un pequeño frente para intentar defender la causa, aunque sobra decir que lo hemos tenido que hacer desde las sombras, con absoluta discreción.

     

    La sonrisa amarga que se dibujaba en su rostro, se acentuó aún más cuando se dispuso a decir lo siguiente. —De ese pequeño frente no quedamos más que tres personas. Hemos sufrido bajas importantes. Decidimos que lo mejor sería separarnos y que cada uno de los sobrevivientes intentara fortalecer el frente con otros grupos de resistencia y bueno, heme aquí.

     

    Reveló mucha información importante en un lapso muy corto de tiempo. El silencio que siguió a su intervención era palpable, por lo que decidió romper la tensión degustando el pastelito.

     

    @@Rory Despard @@Luna Gryffindor Delacour @@Mica Gryffindor @@Emily Karkarov @@Hannity Ollivander Evans @@Darla Potter Black

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  18. @@Niko Uzumaki Hola Niko! pues lo quito y ya está sin problemas.

     

    Nick: Kassandra Weasley (cuando me cambie el nick vendré a actualizarlo)

    Link a la Bóveda: Link
    Rol de Personaje: Embajadora de Francia en Gran Bretaña/ Empresaria
    Información Adicional: Proveniente de una familia de pureza mágica y defensores de los muggles, viene de un amplio linaje de políticos y empresarios. Desde muy joven incursionó en la carrera diplomática mágica en favor de la relación con los no mágicos. Una vez adulta también se hizo cargo de las empresas familiares en el mundo muggle.

  19. Nick: Kassandra Weasley (cuando me cambie el nick vendré a actualizarlo)

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    Rol de Personaje: Embajadora de Francia en Gran Bretaña/ Heredera/ Empresaria
    Información Adicional: Proveniente de una familia de pureza mágica y defensores de los muggles, viene de un amplio linaje de políticos y empresarios. Desde muy joven incursionó en la carrera diplomática mágica en favor de la relación con los no mágicos. Una vez adulta también se hizo cargo de las empresas familiares en el mundo muggle.

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  20. Seraphine se detuvo un momento confundida. Quizás por todo el amor y la bondad que emanaba Luna a través de sus palabras sinceras y reconfortantes. Weasley debió admitir que no se esperaba menos que un reproche, pero toda esa súbita comprensión y gentileza derribaron todas las barreras que tenía encima. De aquella familia solo quedaba Luna y Annick y a ellas dos les debía mucho tiempo perdido que quizás jamás podría recuperar.

     

    Seguidas de las palabras amorosas, Luna reveló una información que la castaña no esperaba escuchar. ¿Shelle seguia allí? ¿aquella mujer que había entregado al auror a las manos de sus verdugos? una mueca de disgusto se dibujó en sus facciones y trató de hacer lo posible por conservar la compostura. Judas. Judas ahora era jefa de familia. El nombre de Mael le sonó desconocido, pero era hijo de aquella mujer no era de sorprenderse que compartieran los mismos ideales. Suspiró con pesar al imaginar que Elvis tenía suerte de no haber vivido para ver a la familia que tanto amada poblada por adoradores de la oscuridad. De ningún modo él lo hubiese permitido.

     

    Luna se veía tan determinada a quedarse, lo sentía tanto como un deber y Kassandra no pudo menos que atolondrarse por el gesto de la muchacha. Ella definitivamente no hubiese podido asumir el rol de jefa de familia como Luna lo estaba haciendo, menos ahora que sabía que ya no quedaba nadie en quien confiar en esa familia. Se había podrido hasta el núcleo y aunque Luna y Annick quedasen, nada volvería a ser igual.

     

    Weasley deshizo con suavidad el abrazo fuerte que unía a ambas brujas aunque no cortó el contacto físico que las juntaba. Con cariño recorrió los dedos en el cabello pelirrojo de su hermana, organizando mechones desordenados y colocándoselos detrás de las orejas. No respondió de inmediato pues estaba meditando con sabiduría y prudencia sus palabras, no quería herir mucho más la susceptibilidad de la vampiro.

     

    —Yo siempre, y escúchame bien, siempre, voy a estar de tu lado. Jamás voy a volver a dejarte sola Luna, no vas a volver a sentirte vacía de nuevo. ¿Estás segura de que eso es lo que quieres pequeña? ¿Quedarte aquí, en medio de este... nido de serpientes?— Tenía la mandíbula tensa, quizás porque el autocontrol que estaba manifestando estaba costándole bastante. Tenía muchos calificativos poco gentiles para Shelle su prole. Excluía absolutamente a los demás Gryffindors que aunque no conocía lo suficiente, sabía que tanto como ellas dos sentían en lo más hondo de su ser la partida del patriarca y veían con incertidumbre el futuro de su legado.

     

    —¿En verdad se piensan quedar? —Casi susurró, todavía incrédula hacia Luna y Annick. No pudo dejar de sentir una punzada en el corazón al ver a Elros, era como una mini versión de Elvis. Tan pequeño y huérfano, ella podía entender perfectamente lo que eso a la larga iba a implicar para el pequeño, pues ella lo había vivido en carne propia.

     

    Estoy absolutamente segura que Elvis está muy orgulloso de ti. No habría forma de que no lo estuviera. Mírate, eres una gran mujer, dulce, buena y noble. Eres todo lo que él nos inculcó. —Esbozó una pequeña sonrisa que pretendía ser reconfortante. Quedarse sin embargo, era una tarea compleja.

     

    Bueno, Luni. No sé si me sea posible mudarme a Inglaterra de nuevo. Groter y yo nos fuimos de aquí para darles un mejor entorno a nuestros hijos y lo hemos conseguido. ¡Allá donde vivimos es tan bonito! hay tanta naturaleza, estamos rodeados de gente buena y noble. La manada de Groter se ha vuelto nuestra gran familia y él es su Alfa, no podría dejarlos y de hecho esa es una de las razones por las cuales él no está aquí ahora conmigo. Está con nuestros hijos y la manada en Irlanda... —No eran excusas, pero así se sentían. Hubiese deseado con toda su alma decirle que si podía dejarlo todo por volver y vivir juntas y reconstruir aquella familia, pero Weasley ahora tenía que poner a sus hijos por sobre todas las cosas y traerlos de vuelta a un mundo en guerra no era una opción.

     

    —Puedo ponerme en contacto con él y explicarle que mi regreso tomará algunos días, los que hagan falta. Puedo quedarme aquí mientras lo organizan todo, yo no las voy a dejar solas. —Aseguró, aun deseando que esa promesa pudiera ser más completa.

     

    @@Luna Gryffindor Delacour @@Annick McKinnon

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  21. Parecía que la ultima vez que había cruzado las puertas de ese castillo era otra persona completamente diferente. La primera vez que Kassandra consideró ese lugar su hogar se había sentido tan feliz, tan dichosa y protegida... Ahí había recibido el amor de una familia, el amor de un padre incondicional, ¡de hermanos! de una madre amorosa... se había enamorado, había formado una familia y ahora...

     

    No había estado segura hasta el último momento sobre si quería volver y enfrentar esa situación tan dolorosa. Seguía teniendo un sabor de boca tan amargo y el corazón aún se sentía muy pesado. Había dudado hasta el último minuto, no quería verlo ahí inerte en un cajón, no quería enfrentarse a la oscura realidad. El dolor de Annick, el dolor de Luna, eso solamente iba a hacer la situación tan real y tan indescriptiblemente difícil que había pensado que lo mejor era irse de vuelta a esa burbuja de felicidad que había construido con Groter tan lejos de allí y huir como una cobarde de sus sentimientos. Pero su padre no se merecía eso y el sentido del deber y gratitud que le invadían le habían obligado a presentarse allí y darle sus últimos respetos, muy a su pesar.

     

    Pasó inadvertida entre todos los dolientes, desconocía a la gran mayoría en realidad. No quería socializar, no quería responder preguntas sobre qué hacía allí o dónde había estado. Ya se sentía suficientemente mortificada por si misma al haberse ido todos esos años y no haber podido compartir con su familia unos días más. A pesar de todo, sabía que debía estar allí para Luna, para Annick.

     

    Observó desde lejos a todos y cada uno acercarse al cajón y despedirse. Vio caras nuevas, vio caras que creyó no volver a ver jamás. Esperó que todos y cada uno rindieran su tributo especial y al final, muy al final cuando ya creyó que todos tuvieron su momento, se animó finalmente a enfrentar la situación.

     

    Weasley se acercó despacio, agarrando con fuerza las dalias blancas que llevaba en las manos. Su tez pálida de por si se veía aun más fantasmal en medio de sus negros atavíos. Una tremenda tristeza le invadía el rostro. La pira funeraria ya se estaba preparando y Mica se dispuso a darle un último beso a su hermano. Kassandra la dejó hacer y le dio espacio y cuando hubo terminado se acercó simplemente a él, intentando evocar todos sus recuerdos felices, intentando invocar una imagen de él vivo.

     

    Con gentileza depositó las dalias en el cajón, intentando dejarle un pedazo de ella consigo. Quiso decirle tantas cosas, agradecerle, expresarle cuanta falta le iba a hacer y sin embargo ni una sola palabra salió de sus labios. Se detuvo en el cajón el tiempo suficiente para sentirle una última vez, haciendo lo posible porque esa no fuera la última imagen que guardase del gran auror.

     

    Se alejó y varias cosas empezaron a pasar. La ceremonia daba comienzo y Arabella pidió a todos que dejasen ir a Elvis. Era lo correcto a hacer, claro que sí, sin embargo era tan difícil... Weasley no supo cuando, pero las lágrimas ya empezaban a correr por sus mejillas. Luna honró a su padre con unas últimas canciones y eso fue el punto de quiebre para muchos de los presentes. El momento se sentía tan irreal y Kassandra se encontró por un momento sin saber si lo correcto era acercarse a alguien o esperar en su lugar a que todo terminara. Una muchacha se desmayó, Annick corrió en su auxilio, Luna se acercó a ayudarlas y Kassandra consideró que ese era pues el mejor momento de encarar a madre y hermana luego de tanto tiempo.

     

    Sin saber qué cara poner o cómo empezar, atinó a sacar la varita e invocar su patronus al cielo, deseando con toda su alma que con él pudiera volar también Elvis. Suspiró al ver que el firmamento empezaba a lucir uno a uno los patronus que subían y refulgían como estrellas. Esos patronus que estaban construidos de la esencia más pura y noble del alma de un mago.

     

    Su rostro se giró nuevamente ante su hermana y no atinó a hacer otra cosa que abrazarla. Sentía tanto su dolor, un dolor intenso de una hija devota quien hasta el último minuto intentó salvar a su progenitor.

     

    —Ay @@Luna Gryffindor Delacour... lamento no haber estado contigo, lamento no haber podido hacer más por ustedes. ¡Lamento tantas cosas! — Suspiró apesadumbrada sin saber qué más decir. Luego miró a @@Annick McKinnon quien tan amorosamente la había acogido como hija. No supo qué decirle, no supo qué hacer. Sin embargo, logró dirigirle unas palabras torpemente. —Yo lo siento tanto...

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