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Ellie Moody

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Mensajes publicados por Ellie Moody

  1. HITO 5: Horrocrux

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    Cuando baja la mirada a la herida en su mano, Madeleine se da cuenta de que es inútil intentar una curación. Puede ver que no se trata de una herida normal... y, definitivamente, se trata de una nueva cicatriz que añadir a su colección. El dolor se ha extendido por todo su brazo, un calambre atroz, pero sabe que no puede dejar que aquello la inmovilice. Respira una, dos, tres veces, intentando olvidar el dolor. Sin saber por qué, vienen a su mente recuerdos de tantas horas que pasó estudiando Artes Oscuras, para su cruzada contra los mortífagos. Recuerda haber estudiado los horrocruxes en algún momento. ¡Maldición! Ni siquiera es la primera vez que enfrenta uno. Recuerda aquel horrocrux que apareció misteriosamente en The Hunters, que ocasionó un gran incidente; recuerda el campo de fuerza, los rayos que salían de él. Y, aún así, no le había dado tantos problemas como aquel e incluso su hielo fue capaz de contenerlo. En su mente no es capaz de concebir la idea de que siendo hoy una bruja con más experiencia y más dominio de su magia, aquel maldito objeto cause tanto problema. ¿Qué hay de diferente con aquel horrocrux? Cuando es capaz de alzar la mirada, se da cuenta de que éste ya no está bajo su dominio.

    Al ver a la paladín Vera examinar el medallón se tranquiliza, pero la paz no dura más que un par de momentos; pronto, se da cuenta de que está luchando para mantenerlo en su control... y, entonces, la situación es difícil de seguir. Sus ojos observan la lanza, pero no las esquirlas conjuradas por Mel. Puede ver el jaleo, el caos, pero no es capaz de seguir el hilo de los sucesos. ¿Quién tira y quién empuja el horrocrux? Lo cierto es que se cansa de intentar seguirlo con la mirada. Y, además, su atención se desvía al escuchar la risa psicótica de Mel.

    Ya que de momento los demás parecen haber controlado al horrocrux, aunque Madeleine sigue sin entenderlo por completo, se acerca al lugar hacia donde su prima ha ido a parar luego de literalmente salir volando, a causa de una fuerza invisible e incomprensible para ella. Le preocupa que el golpe le haya terminado de afectar la cabeza, especialmente cuando comienza a gritar.

    —¡LAURA NIELSEN TU NO ERES NI SERÁS NUNCA MINISTRA!

    Es cierto que ella también se niega a aceptarla como Ministra de Magia, pero hay mucho más detrás de aquella declaración de lo que imaginas.

    —Melrose, tienes que mantener tu cabeza en orden —musita Madeleine, entornando los ojos—. ¿Estás bien? ¿El horrocrux te hizo daño a ti también?

    Sin poder evitarlo, observa de reojo el lugar hacia donde cree que ha ido a parar. Y, una vez más, se pregunta qué puede haber de diferente en aquella situación.

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  2. PP: 9

    PV: 50

    Madeleine, inconscientemente, lleva la mano a la herida que tiene el brazo, todavía a medio cerrar. Quizás... quizás es hora de que piense mejor lo que está haciendo, en lugar de improvisar. No le había dado mucha importancia al principio, pues pensó que sería más un juego que algo serio, pero Catherine se lo estaba tomando con bastante seriedad, como se lo indicaba su malestar corporal. Según sus cálculos mentales, el efecto del himno del eléboro se ha desvanecido ya. Cualquier ataque con fuego, incluso el Fuego Compacto, sería inútil; pero, por otro lado, sus sentidos están desprotegidos.

    Sabe que es poco original, pero levanta la varita mágica hacia ella y conjura un Mutis. Observa el haz de luz recorrer rápidamente la distancia que las separa, buscando su pecho; si impacta y le quita la posibilidad de hablar, entonces puede tener cierta ventaja, a pesar de todo.

    Aunque todavía tiene heridas que curar, decide que es hora de protegerse un poco más. Separa los labios, sabiendo que ha recuperado la voz, y agita la varita sobre sí misma.

    Himno de eléboro.

    Percibe muy, muy levemente aquella vibración musical y tranquilizadora que actúa inmediatamente sobre sus sentidos, agudizándolos y protegiéndolos.

  3. HITO 5: Horrocrux

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    No está segura de cuánto tiempo ha transcurrido, bien podrían haber sido unos segundos como un par de minutos, cuando se da cuenta de que el control corporal que está efectuando comienza a dar resultado. Poco a poco, Madeleine "regresa"; había estado concentrada canalizando el control de energía, que las voces de los demás se habían convertido en ecos lejanos, aunque de todas formas percibe que el ambiente está mucho más turbulento que hace unos momentos. De cualquier forma, cuando observa a la Inquisidora, ve que está atada con unas cuerdas mágicas; asiente levemente, satisfecha del apoyo que pudo haber brindado para aquello. Laura de inmediato comienza a resistirse, pero todavía está afectada físicamente, así que estos esfuerzos son en vano; y ahora, Madeleine sabe que deben aprovechar la oportunidad de intentarlo una vez más.

    Rápidamente, guarda la flecha que tiene en la mano y se vuelta el arco en el hombro, pues necesita tener ambas manos libres. Una vez más, canaliza su magia oscura con el fin de manipular la energía que la rodea, pero ésta vez en lugar de concentrarse en el cuerpo de alguien más, se enfoca en el suyo propio. Se concentra en manipular la energía que la rodea, para así activar su poder phantom. Entonces, cuando salta hacia adelante, lo hace con un movimiento rápido y fantasmagórico, para nada propio de un humano; se acerca a Laura y, aprovechando que está atada y es incapaz de usar su Vara de Cristal, y arranca la fina cadena que cuelga de su cuello. Madeleine siente el ardor en su mano, pero aprieta el colgante con fuerza en su puño y sigue corriendo; la cadena se rompe y sabe que quizás lastimó el cuello de Laura.

    Contiene las ganas de abrir la boca para decir "lo tengo" y, en cambio, frunce los labios mientras aprieta el puño con más fuerza, resistiendo el dolor. Debe destruir esa maldita cosa y teme que, abriendo mínimamente los dedos, pueda escaparse de ella. Así que enfoca la mirada en el colgante y concentra su energía psíquica, concentrándose en percibir las partículas que componen el objeto y en acelerarlas... Confía en su dominio de la fragoquinesis y en su entrenamiento de oscura, está segura de que puede destruirlo definitivamente de aquella forma. 

    Pero lo que sucede, es que Madeleine suelta un grito y se ve obligada a soltar el colgante, que cae en el suelo a un par de metros de ella y parece ser que queda cubierto por una especie de campo mágico. Se da cuenta de que tiene los ojos llenos de lágrimas y, cuando ve su mano, entiende por qué: la palma de su mano está en carne viva, sangrante, quemada. El dolor aparece sólo después de que observa la herida y se extiende por todo su brazo. Maldice por lo bajo, frustrada y todavía más enojada.

    Levanta la mirada para observar a los demás y observa que, mientras aquello sucedía, había una pareja besándose felizmente. Madeleine pone los ojos en blanco y sacude la cabeza con reprobación, preguntándose dónde se supone creen que están. Para ella, el campo de batalla es algo casi sagrado, donde no está permitida la más mínima distracción; ella misma se ha esforzado en mantener sus pensamientos alejados de las cosas banales, por más que éstos intenten manifestarse. Luego de emitir un suspiro, con una mezcla de enojo y dolor, vuelve a mirar el colgante inerte.

    Después de todo, destruir un horrocrux no es tan fácil como pensó que podría haber sido. En un intento de evitar que pueda "escaparse", levanta la mano sana y encierra el colgante en una masa de hielo. Pero, en su interior el horrocrux palpita sordamente...

    https://prnt.sc/1tmarzr

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  4. HITO 5: Basilisco 

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    Con desesperación y con una vena marcándosele en la frente, Madeleine observa el intercambio ocurrido entre Melrose, Graves y Vera. Para ella, la idea que tiene de los paladines son algo ajeno y lejano, alimentado más por los rumores que hay de aquellos caballeros sagrados que de auténtico conocimiento. Lo cierto es que, para Madeleine, los paladines son... algo irritante. Algo que le molesta. Si en la Orden del Fénix de verdad hay héroes, entonces ellos serían los paladines. Siguen un estricto código moral, que siempre anteponen ante sus acciones y nunca —o casi nunca— pueden quebrantar. En el fondo, sabe por qué odia tal convicción y tan compromiso; y es que, quizás hace falta más valentía para mantenerse auténticamente leal a idea, que la que tiene ella como oscuro para rechazar casi cualquier restricción. Frunce los labios, intentando controlar la expresión en su rostro, pero no los interrumpe porque se da cuenta de que cuando los ve, puede comenzar a sentir algo parecido a la esperanza.

    Observa que los labios de Melrose se mueven, pero oye lo que dicen, pues se dirige hacia Graves.

    —¿Qué es lo que...? —no le gusta hacer preguntas, prefiere que le expliquen, pero en tal situación está dispuesta a lastimar su propio orgullo. Sin embargo, su voz se ahoga cuando Graves alza la voz para dirigirse a Laura.

    «Horrocrux».

    Aquella es la palabra que Madeleine necesita para terminar de comprender la idea que había comenzado a formarse, vagamente, en su mente, pero que era incapaz de unir en una idea razonable. Entonces, encaja perfectamente. La confianza de Laura, sus palabras («no pueden matarme») y, especialmente, aquella energía que Graves había mencionado, que claramente Madeleine podía percibir por ser algo tan parecido a su propia esencia. Cuando levanta la mirada una vez más hacia la Inquisidora, está convencida de que puede verlo. Puede reconocer el halo de oscuridad que la rodea, su esencia mancillada y corrupta... la monstruosidad en la que se ha convertido. Pues aunque todavía parezca en su mayor parte una mujer hermosa y poderosa, cuando el alma se manipula de aquella forma, te conviertes en uno. 

    Madeleine advierte que Weasley ha hecho acto de presencia y aunque percibe la oleada de magia de la oscuridad, no puede adivinar qué es lo que ha hecho. Sin embargo, le parece que la prioridad de todos en aquel momento debe ser en primer lugar, poner a salvo a Sebastian, y en segundo lugar, separar a Laura de su horrocrux. Hace unos momentos un mago había intentado atacarla, pero Laura ni siquiera se había movido para evitar el hechizo. Madeleine rápidamente recuerda lo que ha estudiado de Artes Oscuras y recuerda que éstos pueden "defenderse" e incluso "atacar". Aunque supone que de alguna forma todos lo saben, ya que en lugar de buscar matarla y luego destruir su Horrocrux, en primer lugar están queriendo destruir el artefacto oscuro para luego acabar con ella; porque, además de resguardar una parte de su alma, sirve como una especie de barrera.

    Rápidamente, reflexiona, ¿habría alguna forma de debilitar al propio horrocrux, para poder tomarlo? ¿Hacer uso el Poder Destructivo serviría de algo? ¿O es mejor ir por un plan más seguro e intentar debilitar a Laura? Madeleine rápidamente decide que tomará la menor cantidad de riesgos posible. El hechizo del mago había recorrido un espacio físico y no había servido, así que debía intentar de otra forma.

    Clava la mirada en Laura Nielse, concentrándose a la par que sus ojos se entornan y un leve resplandor rojizo los ilumina. La Inquisidora puede sentirse superior a ellos, pero todavía tiene el cuerpo de un humano. Madeleine se concentra en lo que puede sentir, como si se tratase de una extensión de su propio cuerpo: siente sus dedos aferrados a la Vara de Cristal, el extrañamente tranquilo palpitar de su corazón, el roce de la túnica contra su piel... Pero va más allá. Intenta percibir cómo la sangre corre por sus venas, cómo sus órganos trabajan ajenos a lo que sucede a su alrededor, cómo sus pulmones se llenan de oxígeno. Y cuando es capaz de percibir hasta lo más mínimo, cuando tiene control de todo su cuerpo, se atreve a hacer el siguiente movimiento. Gradualmente, hace que la presión arterial baje y entonces siente lo que debe sentir la Inquisidora: la debilidad, la leve pérdida de sentido, la sensación de desfallecer, el dolor físico recordándole que no es un ser superior...

    Si es capaz de mantener aquel vínculo lo suficiente, quizás alguien podría tener la oportunidad de arrancarle el horrocrux.

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  5. Sus mejillas sonrosas y sus ojos brillantes, son una inequívoca señal de que el vino se le ha subido ya a la cabeza. Sonríe con cierta timidez cuando escucha a Hannity referirse a ella como "profesora Moody", pero asiente levemente al escuchar su afirmación, aunque ella la había convertido en un comentario más agudo de lo que había pensado. No piensa añadir una palabra más pues no quiere interferir en la dinámica familiar que parecen tener, pero Bel aprovecha de lanzar una puya hacia los Moody que le arranca una risa. Ciertamente, no puede negar que ellos también son un poco estrambóticos. Honestamente —y no está tan borracha como para decirlo en voz alta—, para ella es un alivio que Richard desaparezca. Acerca de Catherine, no puede decir mucho pues apenas conoce a la madre de Madeleine. Y tampoco estuvo presente para ver el pequeño drama que hubo entre las dos, quizás por eso no le da mucha importancia al tema.

    —Estoy segura de que todo está bien —comenta Ellie, luego de darle otro sorbo a su copa—. Por fortuna, los Moody más extraños se fueron y sólo quedamos los nor... —pero su voz se ahoga, cuando la música que comienza a sonar es una que le causa escalofríos, pues la ha escuchado a altas horas de la noche en casa. Al mirar hacia el lugar de dónde vienen las carcajadas, observa que Melrose está muy emocionada haciendo una rutina de baile. Ellie apartada la mirada rápidamente y se bebe el resto de su vino en silencio, esperando que sus palabras hayan pasado desapercibidas. A veces, es duro ser la persona más sensata de su casa.

    Para su sorpresa Bel vuelve a unirse a ellos, aunque no se había percatado de que se había separado temporalmente del grupo. Del paquete de comida envuelto en un pañuelo, percibe un aroma a queso, masa y mantequilla. Escuchó varias veces el nombre del platillo, pero para ella era algo desconocido que no podía imaginar, ni siquiera registrar el nombre mentalmente. Quizás, debería pasar por la mesa de comida y prestar un poco más de atención a lo que los Evans ofrecían a sus invitados.

    Los siguientes momentos son bastante confusos para ella, pues no entiende por qué suceden. La extrañeza de los Ollivander, sumado a su estado ligeramente alcoholizad, son una mezcla peligrosa para su mente. Por lo que alcanza a entender, Garry siente que no puede llevarse la comida que Bel le ha entregado y que debe ganársela... ¿haciendo karaoke? Pero no es él quién cantará, sino Hessenordwood, que es ¿una especie de acompañante de Garry? ¿Y en qué momento había aparecido? ¿Eran familiares o algo por el estilo? Ellie parpadea, confundida, sin entender de dónde ha salido ese mago macabro ni tampoco cuál es el curso de razonamiento de la mente de Garry, y está demasiado asustada como para intentar averiguarlo por su cuenta. Si tuviera que describir aquella situación, un término adecuado sería "sueño febril". Quizás, aquella es la señal del universo para frenarle un poco al vino y beber un gran vaso de agua.

    —N-no te preocupes, Grelliam —se apresura a decir Ellie, luego de decidir que aquello es demasiado extraño para ella. La necesidad que tiene Garry de "pagar" por aquel obsequio, la presencia de Hessenordwood, el baile de Melrose... definitivamente, necesitan un momento de paz—. Es un obsequio el que te acaban de dar, no es necesario hacer algún tipo de negocio —explica, sin darse cuenta de que tiene levantadas las manos mostrando las palmas, como si estuviese frente a un criminal que la está intentando asaltar con un arma de fuego—. Además, parece que los chicos se han emocionado con este bailecito que está de moda, no creo que quieran ceder el puesto —añade, con una risa nerviosa. 

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  6. HITO 5: Horrocrux 

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    —Mantente alerta —susurra Madeleine, en respuesta a Hannity Ollivander. Se da cuenta de que sus dedos, que siguen sosteniendo la flecha helada en su arco, tiemblan ligeramente. Cierra los ojos y toma una gran bocanada de aire, obligándose a sí misma a calmarse. No es miedo lo que la hace temblar, sino una ira salvaje y apenas controlable; es una ira que trasciende lo humano, que si no pudiera dominar, la convertiría en una bestia, como le sucedió en Ravenrock. Y no hay nada más que quisiera que liberarse de las ataduras y eliminar a la Inquisidora, a Laura Nielsen, pero no está allí sola. Junto a ella hay aliados de la Orden Fénix, hay familiares y hay amigos... y es por eso que tiene que controlar esos sentimientos y mantenerse enfocada. No se trata de que ella la derrote, se trata de mantenerse fuerte junto a los demás.

    De reojo, observa a Kaori y a Graves, que también parecen estar alertas ante lo que pueda ocurrir. Madeleine no prestó atención a sus rápidos movimientos para hacer desaparecer al basilisco, así que sería una sorpresa cuando, más adelante, descubra la nueva "mascota" de la Fortaleza Errante. Pero, ahora mismo, es un tema que no importa. Madeleine abre la boca pensando en dirigirse a Graves, con la esperanza de que un paladín pudiera percibir con más certeza de qué podía tratarse aquella fuente de magia oscura, pero entonces un pequeño alboroto llama su atención.

    Madeleine reconoce a Vera, una integrante de la Orden de la Mano de Plata que estuvo presente en muchas de las misiones donde participó. Ella estuvo en Ravenrock, también, y aunque es relativamente nueva en la Orden del Fénix, la reconoció inmediatamente como una guerrera. Por eso, le llama la atención no sólo su presencia que no había advertido hasta ese momento, sino el extraño intercambio que ocurre entre ella, Mackenzie Malfoy y un mago al que reconoce vagamente como Sebastian Crowld. Por supuesto que presta atención a lo que dicen, pues en aquel momento de confusión cualquier fuente de información es valiosa. 

    Aunque, a decir verdad, Madeleine se da cuenta pronto de que sus palabras no tienen mucho sentido. Él... está despotricando contra ellos. Contra todos ellos. Al principio sólo les pedía piedad, pero luego de la súplica pasó al dolor e incluso a la rabia. «¿Por qué tuvisteis que viajar en el tiempo? ¿Porqué?». La sangre bajó de su rostro y, por poco, sus armas no desaparecen del impacto que provocan aquellas palabras. Aquel viaje había sido una misión secreta de la Orden del Fénix... y que aparentemente no había tenido ningún resultado favorable. A Madeleine le había parecido un intento desesperado por lograr algo... pero no algo más que un intento en vano. No un fracaso, no una desgracia. Sólo, un intento fallido.

    Madeleine observa a Kaori y a Graves, y habla con un susurro ronco, pues sabe que no pueden alertar a Laura. Se había mantenido tensa observando cómo abrazaba a Sebastian, incapaz de hacer nada, pues sabía que cualquier intento podía dañarlo a él también.

    —No estoy segura de qué es lo que sucede —no puede entender qué vinculo habría entre la Inquisidora y aquel mago, cómo él podía estarla defendiendo como si no se tratase de una genocida que no tenía planes de detenerse. Internamente, reconoce que le gustaría hacerlo. Le gustaría saber por qué él la defiende y le gustaría que hubiera otra forma, pero... ¿qué se supone que deben hacer, a esas alturas? ¿Llevarla a Azkabán? ¿Eso sería suficiente? ¿Si quiera había esperanza de rehabilitación? ¿Quién lo intentaría y quién asumiría la responsabilidad? Ni siquiera se trata de justicia o de venganza. Se trata de asegurarse de que no sea un peligro, para nadie, jamás—, pero creo que atacarla de frente no servirá de nada.

    A esas alturas, Laura se dirige a todos ellos, desafiándolos a atacarla. De nuevo, Madeleine reflexiona que parece demasiado confiada, como si no le preocupada la desventaja numérica y estratégica, como si todavía tuviera un as debajo de la manga. Las palabras de Laura de hace un momento se repiten en su mente: «no pueden matarme».

    ¿Acaso...? ¿Acaso, era posible...?

    —Tiene que haber un punto débil. Hay que identificarlo y eliminarlo, y entonces... —una vez más, se encuentra pensando en por qué alguien defendería a la Inquisidora. Siente una punzada de culpa en el costado, pero sabe que no hay marcha atrás. «Lo lamento, pero es la única forma».

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  7. —Puedes quedarte dando vueltas si quieres, pero yo me voy de una maldita vez —se queja Madeleine, cuando está convencida de haber llegado a la misma intersección por séptima vez. Está malditamente segura de que la piedra mohosa, el árbol seco, y la forma en que la luz de la luna caía sobre el camino era la misma que ya había visto repetidas veces. Quizás Ellie todavía intentando convencerse de lo contrario, pero ella se niega a formar parte de esta falsa—. ¡Estamos perdidas! ¡No hay forma de que lleguemos al maldito castillo!

    —¡Es que no lo entiendes! —suspira Ellie con cansancio. Ella es por lo general una persona paciente, pero como cualquier otra, tiene un límite y Madeleine la estaba presionando cada vez más. La cabeza comenzaba a dolerle y estaba comenzando a considerar arrojarle a la cabeza el cesto de tablets que su madre había preparado y había enviado desde casa, como obsequio para la matriarca Ollivander— ¡Es un bosque encantado! ¡Si estamos perdidas es por tu culpa, porque no puedes dejar tu mente en blanco y seguirme! ¡Y si te vas sola, no vas a llegar a ningún lado mejor que éste!

    —Qué bosque encantado ni qué ocho cuartos —replica Madeleine, sacudiendo la cabeza. Ese maldito bosque, ella podría incendiarlo todo si le diera la gana—. Te juro que...

    Pero su voz se ahoga cuando la brisa trae el sonido de un gran crujido, como si el tronco de un árbol se hubiera roto en lo más profundo del bosque. La verdad es que tienen tanto tiempo vagando en el maldito bosque, que lo que sucede en su interior parece algo más cercano a un sueño que de la realidad. Quizás, por eso, repentinamente tienen la sensación de que es una pesadilla lo que hay en las sombras y salen corriendo.

    ───※ ·❆· ※───

    Cuando por fin la luz de la luna baña su rostro, Ellie tiene la sensación de que ha despertado. Siente que apenas han pasado minutos desde que dejaron la casa y se pusieron en marcha a la Heredad Ollivander, pero el cielo nocturno —que todavía tenía luz del sol, cuando llegaron a Ottery St. Catchpole— le indica que como mínimo perdieron un par de horas en el bosque. Quizás subestimó el hechizo con el cual el bosque estaba encantado; es consciente de que se alteró demasiado e incluso Madeleine, que ahora observa la luna con cierta nostalgia en su rostro, parece algo cohibida, como si se apenara igual que ella. De repente, recuerda algo que se comentó en aquella fiesta donde se encontró a los Ollivander, hace algunas semanas: que son bastante peculiares. Ellie sacude la cabeza, diciéndose que aquel incidente será lo más extraño de la noche, y le hace un gesto a Madeleine para que la siga. Después de todo, ella ya conoce el camino.

    En su carta, Hannity le explicó lo que debía hacer: hacer que Bel Evans acudiera esa noche a la Heredad. Su primera intención había sido pasearse por el Castillo Evans McGonagall y traerla, pero ¿no era eso muy evidente? ¿Y dónde estaba la sorpresa en eso? Mientras caminan, Ellie le cuenta a Madeleine aquella parte de la historia, que no alcanzó a contar pues habían comenzado a discutir por estar perdidas.

    —Le envié un regalo a Bel, y le puse una nota para que sólo ella abra la caja —le explica a Madeleine, mientras se dirigen al lago. A lo lejos, observa las luces de las lámparas—. Ella pensará que recibió un colgante con una gema preciosa, pero ¡en verdad es un traslador, que la traerá a la fiesta! Según mis cálculos, aproximadamente media hora, la caja debería estar llegando a su puerta.

    —Déjame ver si entendí —Madeleine se detiene y la observa con los ojos entrecerrados.

    —Enviaste un regalo anónimo dirigido a Bel Evans, que es conocida por ser una rebelde miembro de la Orden del Fénix...

    —Sí...

    —Y escribiste que es un paquete que únicamente ella puede abrir...

    —Sí...

    —Y adentro, hay un regalo que parece costoso y preciado...

    —Sí, porque, ¿no es eso lo que le gusta a la gente...?

    —¡Tenemos que avisarle a alguien, idi***! —exclama Madeleine, tomándola de los hombros y sacudiéndola, para ver si así despierta— ¡¿No te das cuenta?! ¡Esa es la clase de paquetes que te envían cuando alguien quiere echarte una maldición! ¡Van a quemar esa caja antes de que nadie pueda tocar el traslador y puede que incluso alerten a los Aurores! 

    @ Hessenordwood Crouch  @ Rory Despard  @ Hannity Ollivander Evans  @ Melrose Moody

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  8. Madeleine no sabe qué es ese aroma que inunda su nariz mientras Freya la conduce a la cocina, pero su estómago hace un sonido hambriento, a pesar de que hace una hora se comió un perro caliente en un puesto callejero. El lado bueno de ir a la casa de su familia, dejando de lado el ambiente tenso que puede llegar a haber, es que come bastante bien sin tener que pagar nada; y en los días que corren, cuando hay tan poco trabajo para una buena-para-nada que sigue sin tener un rumbo en la vida, mientras más se pueda ahorrar, mejor. El interior del castillo es más cálido que el exterior, de modo que ya deja de frotarse los brazos desnudos y simplemente guarda las manos en los bolsillos de sus vaqueros. 

    Cuando entra a la cocina, sus ojos pasan por Melrose, que está comiendo las pocas galletas —bueno, quizás más bien migajas a esas alturas— que quedan en un tarro, con una expresión poco complacida; ella, a su vez, parece observar con cierto resentimiento a la mujer alta que está revolviendo un caldero de donde parecen provenir aquellos olores. Freya vuelve a preguntarle si puede servirle algo, pero Madeleine sacude la cabeza. La verdad es que le gustaría perturbar la atmósfera lo menos posible... Y, para ser honesta consigo mismos, lo cierto es que tiene la esperanza de que le ofrezcan un cuenco de lo-que-sea que estén cocinando, y la forma apropiada de degustarlo sería teniendo el apetito suficiente.

    Han pasado algunos días desde que vio a Catherine, en el territorio de Gahíji en la Escuela de Magia Uagadou. Madeleine quería pensar que el duelo había ayudado a aligerar el ambiente tenso, pero tampoco podía engañarse demasiado; era consciente de que no habían hablado de nada, y simplemente había actuado como si no tuviera nada qué decir o para por lo cual disculparse. Últimamente, se había dado cuenta de que era una costumbre que había comenzado a adoptar, con la excusa de que sólo quería paz y tranquilidad, y de que todo el daño que cargaba consigo era el culpable de sus acciones... pero la verdad, es que era puro cinismo. Y, eventualmente, tendría que confrontar todo lo que había hecho bajo aquella premisa, que se remontaban a la fiesta clandestina de la familia.

    Aún así, tan tranquila, se sienta frente a Melrose y la saluda con un gesto de la cabeza. 

    —Bueno, como dicen por ahí, parece que llegué a buena hora —comenta Madeleine, estirando las piernas bajo la mesa y echando la cabeza hacia atrás, para apoyarla contra el respaldar de la silla.

    @ Melrose Moody

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  9. HITO 5: Basilisco 

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    Madeleine pasa la mirada de Rubí al basilisco, con el ceño fruncido. Ella no sabe mucho de criaturas mágicas y, en general, tiene poca paciencia para la conversación; sin embargo, es consciente de que Laura Nielsen ha dejado muchas víctimas atrás que ellos han tratado como enemigos. Cuando Violeta apareció súbitamente en Ravenrock, en un arrebato de magia incontrolable, ¿no era ella la víctima? Y todos los Redentis y las Abominaciones, cuya sangre se cuela entre las grietas del suelo del Ministerio de Magia, ¿no son víctimas también? Incluso el dragón y el basilisco, muy posiblemente lo son también. Pero por otro lado, Madeleine sabe que no pueden perder el tiempo y sus intentos parecen ser en vano. Ella está segura de que puede hablar con serpientes y, por lo tanto, está segura de que el problema de comunicación que están teniendo no es su culpa. Es que ese basilisco tiene algo particular... algo corrupto.

    Se sorprende al sí misma al descubrirse tan preocupada por la criatura, pero se obliga a no decir nada mientras observa los ataques replegarse. ¿Qué otra solución hay? Graves es un experto en criaturas mágicas e incluso él participa en el grupo que intenta neutralizar al basilisco. Rory, el sacerdote de Avalon, parece que tampoco puede hacer mucho. Y su pársel fue inútil. Simplemente, emite un suspiro y aguarda a que termine.

    Finalmente, el basilisco cae, entre múltiples cantos de gallo, ataques contra sus ojos, criaturas sombrías y una gran masa de hielo que terminó cubriendo a la criatura. El suelo se estremece bajo sus pies y, por un instante, el silencio se apodera de la estancia. Madeleine vuelve el rostro hacia los compañeros de su grupo, que permanecen en silencio. Advierte que Rory parece... No está segura de qué es, pero hay una expresión extraña en su rostro. Hace un rato, lo había escuchado abogar por el basilisco, pero en el calor de la batalla su petición no había sido atendida. 

    —Es extraño, que no nos haya atacado directamente todavía —murmura, en dirección a sus compañeros—. ¿Por qué tanta confianza? No tiene más defensas...

    Pero hay algo extraño en el aire, aunque no podría reconocer qué es. Es como si todavía hubiera una gran barrera entre ellos y la Inquisidora. Como si tuviera un truco debajo de la manga, pero ¿con qué más iba a sorprenderlos? Madeleine tensa una flecha helada en su arco, pero la mirada de Laura hacia ellos, más que iracunda o frustrada, se siente burlona.

    —Casi preferiría que nos estuviera atacando... ¿qué demonios espera? —se queja por lo bajo.

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  10. PP: 9

    PV: 70 - 50 + 30 = 50

    No puede decir más nada, pues Catherine la manda a callar. Lo cierto es que Madeleine vio el hechizo acercarse rápidamente hacia ella; probablemente pudo haberse defendido, pero no temía quedarse muda por unos momentos. Sus opciones no eran precisamente limitadas. En verdad, le pareció un poco cobarde aquella medida, ¿es que tenía miedo de herirla? O... ¿tenía alguna estrategia? Ella, ciertamente, no la tenía. La sangre corriendo por su brazo no es más que una improvisación, hecha con la esperanza de que eso hiciera tambalear a Cath, pero parecía que estaba concentrada en el duelo. Bien, quizás eso era algo bueno.

    Su siguiente ataque es más rudo. No es la primera vez que Madeleine se enfrenta a aquel ataque; mantener la calma es lo más importante, teniendo en cuenta que el veneno actúa rápidamente, limitando su entrada de oxígeno. Lo primero que hace es pensar en un Anapneo, que abre sus vías respiratorias. Da una gran bocanada de aire, recuperando el oxígeno perdido, y levanta la varita mágica. Le da un golpe al aire, conjurando mentalmente las flechas de fuego, y observa los filamentos ardientes volar hacia Cath.

    Finalmente, conjura una curación internamente, que cura parte de sus múltiples heridas. Todavía no está completamente recuperada, y admite que el ataque de Catherine fue bastante rudo, pero está fuera de peligro ahora.

  11. HITO 5: Basilisco 

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    Madeleine sonríe levemente cuando Kaori la saluda, y le responde con un leve asentimiento de la cabeza. Los miembros de la Orden Oscura normalmente son magos y brujas dispersos, que pueden pasar algunas temporadas merodeando en las sombras, pero cuando hay problemas siempre terminan encontrándose. Ella es la única integrante del clan que está allí; reconoce a Slithering, un poco más atrás. Y el otro mago que se acerca a la comitiva Evans-Ollivander es Graves, uno de los anteriores líderes de la Orden del Fénix. Está a punto de levantar la mano libre para hacerle un gesto de saluda, pero él se adelanta con algo que para Madeleine, más que un saludo, es un ataque. «¿BK? ¿Benjamin Karkarov? ¿El hermano de...?». Eso es definitivamente un problema, pero tendría que ser para más tarde. De cualquier manera, le dedica una mirada amenazadora a Graves mientras lo observa alejarse. Ningún paladín va a burlarse de ella.

    Cuando Melose habla, Madeleine asiente levemente, aunque ella misma no sería capaz de diferenciar un Vipertooth Peruano de un Ironbelly Ucraniano aunque los tuviera al frente. Sin embargo, recuerda haber leído alguna vez en Hogwarts, que los Vipertooth —como lo dice su nombre— tienen colmillos venenosos. Y escuchar la palabra "comehumanos" no la reconforta, tampoco. Pero Madeleine supone que eso no debería importarles, mientras no enfrenten al dragón. Se toma un segundo para levantar la mirada al techo negro y pensar en el hecho de que están en el subsuelo del Ministerio de Magia. Una batalla contra un dragón allá abajo, no resultaría nada favorable. Quizás podrían derrotarlo, pero ¿y los daños estructurales? No es que le preocupe el presupuesto público, sino el hecho de morir aplastada.

    Por lo menos, parece ser que Kaori y Graves podrían domar al dragón haciendo uso de los Amuletos Dragón. Y es una fortuna que Melrose también tenga su frasquito de polen de lirios de fuego, pues con ellos se encarga de cubrir a Rory y a ella misma. Madeleine también los usa, por si acaso, pero pronto parece que no será necesario.

    Luego de los primeros intentos de Kaori y Graves, un mago intentó aplacar a la criatura usando las semillas de hielo y otro también intentó amansar el dragón, aunque una llamarada era una señal de que no había funcionado por completo. Madeleine reflexiona que los esfuerzos individuales no funcionan por completo de forma aislada, pero cuando las fuerzas se unen y se concentran observan resultados. Luego de que los demás hayan cansado y debilitado al dragón, Kaori y Graves vuelven a intentar usar los amuletos en conjunto y ésta vez funciona. Madeleine se pone alerta y le hace una señal a Rory, Hannity, Melrose y Eift para que aprovechen la oportunidad de pasar por delante del dragón, que custodia la salida del laberinto donde habían ido a parar.

    —¡Debemos avanzar, no sabemos por cuánto tiempo podrán contener al dragón! —los apresura.

    Un vez más, Madeleine canaliza la magia de la oscuridad mediante el Maledīcō y en sus manos se materializa un arco cristalino, mientras que en su espalda aparece un carcaj de flechas heladas. Sabe que todos los demás también están poniéndose alerta, preparándose para lo que viene. De alguna manera, es como si en sus corazones supieran lo que los espera afuera del laberinto...

    Una mano toma una flecha y la tensa rápidamente en el arco, cuando observa una silueta con una túnica de un blanco totalmente puro, que parece iluminar la oscura estancia donde se encuentran. Pero hay algo extraño en su figura; cuando vuelve el rostro hacia ellos, es casi como si el escenario se distorsionada. ¿Es... magia... aquella extraña aura? Pero eso no está bien. Porque el Inquisidor no tiene magia. Madeleine se da cuenta de que sus dedos tiemblan ligeramente y no es por el frío de su flecha. Se obliga a mantener la calma. 

    —¿Tú...? ¿Tú eres...? —masculla Madeleine, con la voz áspera.

    Pero cuando la capucha cae, se trata de un rostro conocido. Cuando escuchó que el Inquisidor se había autoproclamado Ministro, el nombre por sí solo no había significado nada para ella. Además, no había tenido la oportunidad de hablar con nadie de camino allí, sólo había recibido un llamado de alerta; quizás para los demás ya era sabido, pero a ella le tomaba por sorpresa esa revelación. Pero ahora que lo ve por sí misma, los recuerdos se desatan. Es un rostro que vio múltiples veces, en los recuerdos de Valkyria, durante el tiempo que permaneció recluida en Genetics Corporation. Laura Nielsen, la Directora de Investigaciones Genéticas de Genetics Corporation, la misma compañía que descubrió el gen mágico y desarrolló la "cura a la magia". Madeleine recuerda que solía decirse que el Inquisidor le robó información a Genetics y, ahora, se da cuenta de que todo aquel tiempo les vieron la cara de est****os. El Inquisidor estuvo allí todo ese tiempo, frente a sus narices, bajo una piel de cordero.

    Si le atravesara la cabeza con una flecha, ¿todo se arreglaría? ¿Se acabaría la pesadilla? ¿El tiempo volvería atrás? Si le atravesara la cabeza con una flecha, ¿ese sería el fin? No lo sabe, pero no tiene miedo de averiguarlo.

    Pero el suelo se estremece, cuando una criatura se arrastra por este. Desvía la mirada rápidamente y su flecha vuela hacia otra dirección, creando una masa de hielo contra una pared. «Un maldito basilisco. Puede controlar un maldito basilisco». De su tiempo con Lawan Nguyen, Madeleine aprendió que no es suficiente con ser un hablante de pársel para controlar a un basilisco; hace falta establecer una relación estrecha con la criatura y, si Laura Nielsen está viva a esas alturas, es porque evidentemente la criatura está bajo su poder. Madeleine no está segura de si es obra de la magia o de una manipulación genética, pero tampoco le dedica mucho tiempo a aquella reflexión. Sólo espera que allí hayan más personas capaces de hablar en pársel y que, milagrosamente, sean capaces de dominar al basilisco.

    ¡Largo de aquí, no tenemos un problema contigo! —sisea Madeleine en pársel. Quizás sería más prudente intentar ser más "amable" con el basilisco, pero está tan enojada que su paciencia con los bichos de la Inquisidora se ha agotado.

    Se da cuenta, sin embargo, de que hay algo extraño con aquel basilisco. Del bolsillo de su chaqueta de pana, se desliza la pequeña serpiente que la acompaña desde que se vinculó a la habilidad, cuyo huevo fue un regalo de Lawan. Es cristalina y rojiza, con ojos de rubí, por lo que se llama así, Rubí.

    Hay algo extraño con esta serpiente, ¿también lo notaste? —le susurra Rubí al oído— Es como si no perteneciera a las demás. Y pareciera que sufre.

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  12. HITO 5 

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    Apoya una mano contra una de las paredes negras, cuando escucha el primer rugido. Es tan profundo que cala en sus huesos y parece hacer estremecer el suelo a sus pies. Aquel calor sofocante para haber salido de la nada, y no tarda en invadirlo todo. Se siente como una bestia le respirara su aliento ardiente en la cara, como si estuviera a punto de entrar a sus fauces... La comitiva se detiene al escuchar la advertencia en Hannity, que es la primera de su grupo en notificar verbalmente la situación, aunque probablemente la idea ya se había formado en la mente de todos para entonces.

    —Yo... yo no recuerdo que hubieran dragones acá abajo... —masculla Madeleine, cada vez más enojada por encontrar nuevas trampas en el Departamento de Misterios. Aquello no podía ser obra de los Inefables, ni siquiera de la Ministra de Magia. —Pero, ¿cómo el Inquisidor va a poder hacer estas cosas? —susurra, con un hilo de voz ronco. La trama se torcía. Cada vez, entendía meno en qué situación se había metido— Él tiene un ejército mágico, pero él no es... Él no puede... —sin embargo, de nada sirve intentar entenderlo a esas alturas. Ya no hay marcha atrás y no hay otra opción más que hacer lo imposible: hacerle frente al dragón.

    Lamenta todavía no tener control del libro de Hermes Trimegisto, pues haciendo uso de un Amuleto Dragón quizás podría hacerse cargo de la situación. Sin embargo, recuerda que no están ellos solos. ¿Quizás allí haga alguna bruja o algún mago que pueda usar aquel artefacto para controlar al dragón, mientras los demás se escabullen? Aquella idea le parece mucho más razonable que intentar atacar a un dragón y provocar un desastre allá abajo, por lo que les hace un gesto a sus compañeros para que le presten atención, aunque habla en voz más alta de la necesaria, con la esperanza de que alguien más la oiga.

    —¿No creen que la salida debe estar dónde está el dragón? Seguramente alguien acá tiene un Amuleto Dragón y distrae al dinosaurio ese —les explica, mientras extrae del bolsillo de sus pantalones un frasco con florecillas de un color muy vivo y candente, como la lava misma. ¿Cuál era la mejor manera de usar el polen de los lirios de fuego en aquella situación? ¿Rociándolos encima o inhalándolos? «Si se inhalan, el efecto dura menos tiempo, pero protege los órganos internos», recuerda las instrucciones del Guerrero Uzza—. No podemos perder tiempo luchando contra un dragón, sólo tenemos que escapar de él y salir de acá. Luego, podemos encerrarlo temporalmente y seguir a lo nuestro.

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  13. PP: 9

    PV: 100 - 30 = 70

    Mientras da lentos pasos para ocupar su lugar en el escenario del duelo, Madeleine reflexiona si Gahíji está consciente de lo que está haciendo. Está forzando una confrontación —de la forma más literal posible, cabe destacar— que ha estado cociéndose a fuego lento, desde la primera vez que ocurrió su desafortunado encuentro. No es la primera vez que se ve obligada a levantar la varita mágica contra Catherine, ya fuese que un estricto maestro las estuviese o no, pero sí es la primera vez que aquella idea no le trae ninguna satisfacción. Sin embargo, ¿no es cierto que se imaginaba que ese escenario sucedería? ¿No había confiado en que el Guerrero Uzza haría justamente aquello? Porque si alguien más la obligaba a hacer lo que se supone que debía hacer, entonces...

    Cuando levanta la mirada, se da cuenta de que perdió la oportunidad de atacar primero. Pero está bien, de cualquier forma no pensaba hacerlo en primer lugar. Madeleine levanta la varita sobre su cabeza y exclama:

    ¡Ignea Maxima! —la lluvia de polen de lirios de fuego la baña, como hace un rato atrás, y le confiere inmunidad contra los ataques de fuego.

    Por eso, apenas se inmuta cuando observa los filamentos de fuego atravesar el aire, recortando la distancia que las separa. Madeleine sacude la cabeza, mientras sonríe.

    —Oh... Quieres jugar rudo —dice Madeleine, mientras que en su mano libre se manifiesta la daga del sacrificio. La envuelve con sus dedos y, con un movimiento fugaz, hace un corte en la parte interna de su brazo, mientras susurra las palabras malditas—: Immolo oppugnare —de esa forma, la misma herida que la daña se proyecta en Catherine.

    @ Melrose Moody

  14. HITO 5 

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    A regañadientes murmura "gracias" hacia Despard, cuando esté le echa la bendición de Avalon. Al principio su cuerpo se resiste y siente algo muy similar al dolor, aunque no sabría ubicar dónde, pero eventualmente desaparece y sólo queda una sensación de ligereza, como si le hubieran quitado una pesada carga de la espalda. Madeleine baja la mirada a sus manos y se da cuenta de que el vago helado ha desaparecido, igual que su arco y sus flechas; flexiona los dedos, con marcas de quemaduras frías, pero no hay dolor. Luego de una rápida reflexión, decide que lo mejor es no canalizar su magia por los momentos. Después de todo, luego de haber eliminado a las Abominaciones que pudieron rastrear en el departamento las cosas parecían haberse calmado, y la tensión en el aire parecía ser un preámbulo de un desastre todavía peor.

    Avanza junto a la comitiva encabezada por un decidido Despard. Sus intentos de mantenerse orientada se habían ido al caño; con todo el ajetreo, no pudo concentrarse lo suficiente en los caminos que estaban tomando y ahora no tiene la menor idea de en qué lugar del Departamento de Misterios se encuentran. No está segura de que sus compañeros tengan una idea más clara, pero decide confiar en la convicción que irradian y seguir sus órdenes. Puede escuchar pasos lejanos y otros más cercanos, y de vez en cuando divisa a más magos y brujas; aquella es una misión mucho más grande de lo que puede imaginarse, algo que hace tiempo no ha visto. Sin embargo, no permite que la esperanza ablande su corazón; no puede permitirse confiar en nadie ajeno a su grupo. «Y ese es un maldito punto para el Inquisidor», se dice. 

    Luego de que Despard evitara que Melrose cayera en una trampa y además consiguiera una aparente pista de la ubicación del Inquisidor, se adentran todavía más en el laberinto de estancias peligrosas... y no tardan en darse cuenta de que no están llegando a ningún lado. 

    —Se supone que sólo los Inefables pueden ubicarse en el Departamento de Misterios, y para los visitantes es una trampa mortal —acota Madeleine, sacudiendo la cabeza—. Pero... tengo la corazonada de que hay algo más, detrás de esto...

    »De cualquier forma, creo que no tiene sentido que sigamos dando vueltas en vano.

    Madeleine decide apartarse, para tener un momento para concentrarse. Las luces azuladas de las antorchas que iluminan los pasillos del Departamento de Misterios, dibujan una sombra larga de la menuda bruja. No tiene un grimorio consigo, pero recuerda lo que debe hacer. Se concentra en los símbolos que ha estudiando, esforzándose en crear una imagen clara, y luego susurra el nombre, para sí misma: Seere. El nombre es la clave de su invocación demoniaca. De su sombra, comienza a aparecer otra y frente a ella aparece él, un hombre hermoso en un caballo alado. Podría parecer un ángel, pero por supuesto que Madeleine n podría invocar nada de aquella naturaleza. Aquel es un demonio que no le preocupa mucho invocar, pues su naturaleza es más indiferente que malvada y su voluntad siempre está para con su invocador.

    —Busca un camino que nos lleve a la salida de este laberinto, Seere —le ordena, esperando que él pueda sortear cuál sea la maldición que los tiene varados.

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  15. Hito 4 

    Rory Despard 

    Hessenordwood Crouch 

    Hannity Ollivander Evans

    Melrose Moody

    Ellie Moody

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    En un principio, Madeleine camina lentamente por el Hall del Ministerio de Magia, asegurándose de que todos los Redentis han sido masacrados. No percibe nada, además del sonido de su propia respiración. Sin embargo, no baja la guardia. En torno a sus manos se mantiene presente un vaho helado y a medida que se mueve, la sigue la estela de sus poderes oscuros; aunque sabe que aquello desgastará sus energías rápidamente, mantiene su Magia de la Oscuridad canalizada y al alcance de un movimiento para ser liberada. «¿Hasta cuándo el Inquisidor seguirá haciendo sus estragos? —piensa para sus adentros. Activa el phantom para manipular la energía a su alrededor y así poder hacer que sus pasos sean más rápidos, sin perder la discreción; corre sin hacer apenas ruido, mezclándose entre las sombras que los demás han dejado atrás— ¿Cuándo vamos a despertar de esta pesadilla?».

    Ella sabe por qué está ahí. El último año ha sido una pesadilla, una desgracia tras otra, una derrota tras otro. Y por más que lo intentaran, simplemente el Inquisidor se escabullía. Madeleine rememora las semanas que pasó en Alaska, intentando rastrearlo, intentando perseguirlo, pero de un momento a otro era como si el villano se hubiera esfumado en el aire y, con los problemas que causaba la Ministra de Magia, el foco de preocupación de las personas se había dispersado. Pero ¿será ese el día en que pueda anotar un punto la comunidad mágica? ¿Será ese el día en que pague por su pecados?

    Llegar al Departamento de Misterios le trae recuerdos, pero no se deja llevar por el sentimentalismo. Sabe que allí, no se puede bajar la guardia: aquel departamento es un laberinto de estancias peligrosas, que quizás un Inefable podría recorrer con tranquilidad, pero para alguien ajeno es una trampa mortal. De haber sabido que terminaría allí, quizás habría arrastrado a Ellie con ella... o quizás no, en realidad. Si vino allí sin decirle a nadie de su familia, es porque quiere ser ella quién los proteja. A esas alturas ella siente que tener una vida normal no es una posibilidad, pero no es así para el resto. Por eso, ¿qué más da un par más de cicatrices? ¿Qué más da mancillar más su alma con magia oscura y con violencia? Es un precio pequeño para pagar.

    Sin embargo, su corazón da un vuelco cuando reconoce a Melrose a la distancia. ¿Qué rayos está haciendo ella acá? ¿Acaso Richard la envió? Por lo menos, no está sola. Reconoce a Rory Evans, el líder de la Orden del Fénix, y a Hannity Evans, una integrante del bando; no le da tiempo de pensar en quién es la otra persona, porque comienza.

    Unas figuras aparecen prácticamente de la nada y todos desenvainan sus varitas mágica. Madeleine da un último brinco fantasmal para llegar hasta ellos y entonces, un resplandor azulado ilumina brevemente su rostro cuando invoca el arco helado en sus manos. De su espalda, toma una flecha del carcaj también aparecido y la coloca en su arco. Está hecha totalmente de hielo, pero apenas es consciente del frío gélido en sus dedos; a esas alturas, ya está acostumbrada. En un espacio tan reducido y teniendo tan cerca a otras personas no puede usar su magia con libertad, pero por lo menos puede hacer eso. Lanza una flecha hasta una de las Abominaciones que intenta lanzarse contra el grupo; le atraviesa la cabeza y, de inmediato, una masa de hielo lo cubre y cae al suelo como una roca. 

    Cuando levanta la mirada, se da cuenta de por qué actuó tan rápido y no tuvo dudas. No son personas. Le viene a la mente el recuerdo de la doctora Tenenbaum... 

    Pero la voz de Rory aparta las tinieblas.

    —Amén, Despard —musita Madeleine, con la voz enronquecida—. Amén...

    Abominaciones muertas :1

    Total abominaciones muertas: 4

    Captura tirada de dados = 197

  16. ah sh, here we go again

    Bueno, mi voto es para le fabulose @ Rory Despard . Sé que ella nos brindará grandes roles, momentos de diversión y muchos resúmenes para no perdernos demasiado en el CMI. Creo que es hora de que el papel de Ministro le pase a alguien más, que pueda desarrollar su personaje desde una nueva perspectiva y que la Orden tenga el Ministro ODF que merece(mos) ❤️

    • Gracias 1
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    Casi con desesperación, se quita el delantal lleno de polvo y los guantes embarrados de soluciones de limpieza. Desde muy temprano en la mañana, ha estado limpiando la pocilga en que El Trastero se había convertido. Había dejado su negocio a su suerte, cuando decidió que lo mejor para ella y para su familia era evitar Inglaterra en la mayor medida posible. Pero sus ahorros habían comenzado a escasear y, con su prometedora carrera en el Ministerio de Magia arruinada para siempre, no tenía más opción que intentar mantenerse a flote con su tienda de segunda mano. Ella sabe que tiene tesoros olvidados enterrados allí, entre tantos cachivaches que se ha negado a botar; debe encontrarlos, para comenzar a prosperar. «Pero debo deshacerme de toda la chatarra, para poder llegar a ellos», se recuerda. Ese día no fue muy fructífero en cuanto a encontrar tesoros, pero por lo menos se deshizo de muchos trastes sin arreglo o de valor insignificante. Están ahora apilados en la entrada del negocio, ya se deshará de ellos más tarde.

    Con un trapo limpio, se sacude el polvo que cayó en su túnica negra. Luego, por fin, se suelta el moño con el que tenía amarrado su cabello platinado, que ya comenzaba a hacérsele pesado. Piensa en relajarse con un poco del hidromiel que guarda en su taller, cuando escucha que tocan la puerta. Frunce el ceño, pues está segura de que el cartel dice cerrado, pero de todas formas va a atender el llamado.

    —Ah, hiya, Rory—saluda Ellie, al reconocer al mago. No es habitual que él la visite en su negocio, pero es cierto que cuando es así, no suelen ser motivos casuales—. ¿Puedo ayudarte en algo?

    Mientras se hace a un lado para permitirle pasar, un estruendo se escucha en la entrada del local. Ellie observa, con horror, cómo la pila de trastes cae al suelo, regándose por los pasillos y por sus pies. El culpable de la caída queda expuesto, casi inmediatamente; un falsoscopio que debe estar averiado, pues está dando vueltas sin parar.

    —Lo siento... me agarras justo cuando estoy sacando la basura... —explica Ellie, sacando la varita de su bolsillo, dispuesta a desaparecer los trastes de una buena vez— ¿Estabas diciendo algo?

    @ Rory Despard

    • Love 1
  18. Ellie observa el patronus de Goderic desaparecer y, luego, presta atención a su breve explicación acerca de la situación actual de los Estados Unidos de América. La verdad es que los temas sociales y, especialmente los políticos, son algo a lo que ella presta poca atención y en consecuencia termina siendo bastante ignorante de cómo son las cosas en otros lugares del mundo, pero con todas las cosas que han sucedido se ha dado cuenta de lo importante que es estar informada y escuchar las experiencias de los demás. La verdad es que no le agrada demasiado la idea que sugiere Goderic, pero ¿no es cierto que la convivencia suele fomentar la tolerancia? ¿La segregación no abriría todavía más las brechas entre ambos extremos? Asiente quedamente, cuando el Presidente añade que le gustaría esperar por Rory. Está a punto de añadir algo más, cuando la puerta se abre, pero no se trata de un humilde párroco de pueblo.

    Apenas reconoce a Nathan Weasley, un integrante de la Orden del Fénix. El año pasado, fue bastante popular por ser un importante candidato para asumir el cargo de Ministro de Magia, pero las elecciones tomaron un rumbo muy distinto a último momento. Ellie considera que, quizás, hoy las cosas serían muy diferentes si Weasley fuese el Ministro de Magia, pero no vale la pena pensar en escenarios imaginarios. Hay que enfocarse en la realidad y en lo que pueden hacer.

    Tenía pensado saludar al mago estrechando su mano, como es habitual en situaciones formales, así que se queda desconcertada cuando la abraza como si fuese un familiar y además le habla con tanta confianza. Frunce el ceño cuando se da cuenta de que aquella actitud es sólo para ella, ya que Hobb y Goderic tienen un trato más propio para la ocasión. ¿Acaso se estaba burlando de ella?

    —Bien, ya podemos volver a hablar de los asuntos importantes —declara Ellie con frialdad, volviendo el rostro hacia Goderic—. Creo que tengo una lista de nombres que podrían estar interesadas en participar en el proyecto... Todos nombres de nuestros conocidos en común, por supuesto —añade, refiriéndose obviamente a la Orden del Fénix—. Y espero que al Ministerio de Magia no le moleste que no les haya dejado en el Departamento de Misterios algunas de mis investigaciones —comenta por lo bajo—, pero al final me di cuenta que no valía la pena plantarlas allá, nunca iban a florecer.

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  19. Mi voto es para @ Rory Despard . Ya es hora de que haya un Ministro de la Orden del Fénix, por no mencionar lo interesante que sería leer a su pj. Además, creo que su visión para el rol global sería bastante refrescante, por no mencionar todas sus habilidades de jugadora que la hacen una gran master de rol, con una energía contagiosa y una gran capacidad de integración. Espero poder ver a ese pastor como Ministro ❤️

    • Gracias 1
  20. Madeleine Moody

    Uno... dos... tres... Y nada. 

    «Dicen que a veces, el shock te impide sentir el dolor», dice para sus adentros. Poco a poco, abre los ojos y se da cuenta de que no es el hecho. No hay nuevas quemaduras en su piel, y su cabello no se ha chamuscado ni tan sólo un poco. Puede ver el leve resplandor del polen de lirios de fuego sobre sí misma y, más allá, a Catherine con la varita mágica en la mano. No le toma mucho tiempo descifrar qué fue lo sucedió en aquel instante de confusión. Abre la boca, aunque no sabe que decir, pero ver a Cath buscando algo rápidamente, le hace recordar que antes de abandonarlas a su suerte, el Guerrero Uzza les había dado unas indicaciones. Madeleine extrae de su mochila el Amuleto Dragón, pero se da cuenta de que no tiene ni idea de a dónde se supone que deben ir. ¿El maestro sigue allí o siguió volando? 

    De cualquier forma, no deja de moverse. Se coloca el colgante de oro en torno al cuello y se acerca a uno de los dragones. El que está junto al galés verde, que ya fue tomado por Catherine, es un hébrido negro. Madeleine no es particularmente fanática de las criaturas mágicas, y sus conocimientos de Magizoología son limitados, pero incluso ella conoce la reputación de agresivos que tienen aquellos dragones. Sin embargo, no tiene otra opción. Nunca ha intentado domar un dragón y, en aquella situación de estrés, debe confiar en un collar que parece una baratija que venden en el Callejón Diagón.

    Se acerca lentamente, con cautela. Sabe que su temperamento choca totalmente con el del dragón y se espera lo peor... pero, aunque su distancia se acorta, el dragón no hace nada más que observarla. Con un profundo respiro, cierra los ojos e intenta concentrarse. «Sólo necesito subir, por favor...». Mientras no escucha un gruñido, mientras no siente el calor del fuego, sigue avanzando... Y, de alguna forma, cuando abre los ojos está a horcajas sobre el lomo del hébrido negro. Madeleine baja la mirada a su amuleto, confundida pero agradecida. Por lo menos no fue nada traumático. Se pregunta cómo se supone que se maneja un dragón, pero quizás por la conexión mental que existe entre ambos, siente cómo se eleva en el aire y sigue la marcha de Cath.

    Madeleine alza la mirada, sosteniéndose con fuerza, y alcanza a observar al Guerrero Uzza levantando su arma mágica de forma amenazadora hacia Catherine; ve un rayo salir hacia ella, pero los labios del hechicero no se mueven. Y una vez más, parece que se dispone a atacarla...

    Una vez más alza la varita mágica hacia Catherine y exclama: ¡Ignea maxima! La lluvia de polen de lirios de fuego la bañan y por un instante resplandecer con una leve luz dorada. Fue una simple corazonada, pero sabe que fue el movimiento adecuado cuando unos filamentos ardientes viajan hacia ella. Sin embargo, una vez más el maestro parece volver a atacarlas. ¿Qué rayos sucederá ahora?

  21. Madeleine Moody

    El rugido del dragón ahoga el grito de Madeleine, maldiciendo al Guerrero Uzza. ¿Por qué... cada... maldita.. vez... era.. exactamente... lo mismo? ¿Por qué siempre tanto los Arcanos como los Guerreros Uzzas intentaban activamente matarlos? Ella ha oído acerca de modelos estrictos de educación, pero aquello es simplemente ridículo. ¿No podía considerarse ilegal? «Pero, ¿quién alzaría la voz contra ellos, incluso si te hacen daño, si te odian, si quieren matarte? Todos anhelan ese poder». Y, es cierto, ella también. Por eso lo tolera. Por eso lucha. No alcanza a ver a Catherine ni tampoco oye su voz. ¿Ella si quiera está en capacidad de usar la magia del Hermes Trimegisto? ¿Alcanzó a sacar la varita, la tenía ya en la mano? Se maldice a sí misma por no recordar, por no haberle prestado atención, por no estar atenta a esos detalles como antes.

    Se pregunta si, reuniendo toda su energía mágica, podría convocar una lluvia de polen de lirios de fuego tan grande que las cubriera a las dos, pero el libro advertía que no era posible e intentarlo, una pérdida de tiempo. La lluvia sólo podía proteger a una persona a la vez; al mago que la invocara... o a alguien a su lado.

    «Unas llamas no me matarán —piensa, desesperadamente, a una velocidad tan rápida que el pensamiento es más una idea abstracta que palabras en su cabeza. En milisegundos, actúa por puro impulso—. Y unas cicatrices más ni siquiera se notarán». Sus dedos empuñan con fuerza la varita mágica, cuando levanta el brazo por encima de su cabeza, con los ojos cerrados pero apuntando certeramente a dónde sabe que Catherine está.

    ¡Ignea Máxima! —las gotas doradas caen encima de la bruja demacrada. El fuego del dragón no será más que una cosquilla.

    Madeleine sonríe ligeramente y no hace intento de volver a levantar la varita, porque sabe que no hay tiempo.

    @ Melrose Moody

  22. Cuando el presidente la saluda en respuesta, Ellie por fin cierra la puerta a sus espaldas y entra para tomar asiento frente al escritorio de Goderic. Mientras avanza, observa disimuladamente a su alrededor, apreciando el estado del lugar. Ella no estuvo presente cuando ocurrió, pero toda la comunidad mágica sabe que uno de los objetivos del Inquisidor fue el MACUSA y el ataque fue totalmente destructivo. ¿El Inquisidor pensaba que destruyendo un edificio, acabaría con el gobierno mágico? Quizás, en aquel entonces, Ellie llegó a pensar que sí; que estaban acabados, que no había esperanza... pero, con el tiempo, se recordó que no eran esas cosas lo que hacían a la comunidad. Ella misma fue una de las personas que se negó a dejar que el atentado del Inquisidor acabara con ellos y, bueno, había funcionado; después de todo, allí estaban, esforzándose una vez más para hacer un bien a la comunidad. Cuando alcanza la silla, se sienta y coloca su bolso de piel de moke sobre sus muslos, y levanta la mirada hacia Goderic para escuchar lo que tiene que decir.

    Ya tenía una vaga idea de por qué la había llamado, pero aún así a medida que el mago hablaba, comenzaba a emocionarse más. Los últimos años habían sido muy duro para su carrera profesional. Se había retirado de una prometedora carrera como Inefable en el Ministerio de Magia, luego de la elección de Aaron Yaxley como Ministro de Magia. A veces, piensa que si lo hubiera soportado, hoy sería directora del Departamento de Misterios... pero, para ser honesta, aquel panorama no le parece nada atractivo con las limitaciones. En cambio, la idea que Goderic dibuja en su cabeza la mantiene al borde de la silla, como si fuera una niña y alguien la estuviera tentando con el más colorido pastel. 

    Está a punto de intervenir con el tema del Departamento de Investigación Tecno-Mágica, pero Goderic menciona el proyecto de educación comunitaria que Rory propulsó en la Orden del Fénix, luego de uno de los edictos del gobierno inglés.

    —¡Oh! —honestamente, aquel tema la toma por sorpresa— Bien... Logramos implementar un modelo piloto en el poblado de Ravenrock, hace algunas semanas —comenta, bajando la mirada, sabiendo que la mención de aquel lugar no trae muchos recuerdos agradables para la Orden del Fénix. Quizás por eso, se esfuerzan tanto en hacer cosas para bien en aquel lugar—. Creo que es mejor que trates ese tema directamente con Rory Despard, porque él fue el principal propulsor y conoce todos los detalles. Sé que quiere expandir el proyecto aún más, sólo que la Orden cuenta con recursos limitados. Por supuesto, me encanta esa idea. 

    »¡Y me encantaría participar en la creación del proyecto! —suelta, conteniendo las ganas de ponerse de pie para hablar— Sé que es una idea utópica, pero siempre he soñado con un mundo donde todas las personas trabajen juntas por un objetivo en común, el progreso de la sociedad. Hay tantas cosas que podemos aprender de los muggles, que son tan increíbles como la misma magia. Y hay problemas que podemos solucionar juntos. ¿El calentamiento global? ¿La contaminación? ¿Los viajes al espacio? —poco a poco, su voz se había hecho más baja, y al final era casi un susurro muy íntimo— Ehm... Bueno, en conclusión, puedes contar conmigo.

    Cuando Hobbamck interviene, Ellie se da cuenta de que no tiene idea de cuál sea la situación de Ilvermorny; sin embargo, supone que con Goderic a cargo del gobierno, debería tener cierto control de la escuela... ¿O era autónoma? No está segura de cómo funciona la educación allí.

    —Pensé que aquí en EEUU, eran más tolerantes con los hijos de muggles —comenta Ellie, por lo bajo—. ¿O acaso hay gente que quiere que se apliquen las mismas regulaciones que en Inglaterra?

    @ Goderic Slithering  @ Hobbamock Graves

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  23. Una fría ventisca le sirve como recordatorio de que el otoño está cerca. ¿Tan rápido? Mientras camina por los jardines internos, cierra los ojos momentáneamente, intentando rememorar todo lo que ha sucedido ese año. ¿De verdad tanto pasó en tan sólo nueve meses? Sin ser apenas consciente de ello, se detiene, esperando ser golpeada por una oleada de ansiedad... Pero, tras unos momentos, no hay nada. Nada además del susurro de la brisa, el lejano canto de los pájaros, el frío que siente en la piel desnuda de los brazos. ¿Es eso tranquilidad? ¿O es vacío? Todavía no está segura de cómo reconocerlo, pero sabe que lo mejor es no darle muchas vueltas al asunto. De cualquier forma, lo importante es que el año está por terminar. No se atrevería a decirlo en voz alta, porque cree que parecería una idiotez, pero genuinamente espera que el siguiente sea mejor; que las cosas malas disminuyan, y, lo bueno...

    Claro, entiende que no sólo se trata de exigirle al universo que satisfaga sus deseos, sino que debe esforzarse. Pero hay cosas que se salen de su control, como siempre, y para variar le gustaría tener menos de eso el siguiente año. Si todos los desafíos del futuro son del tipo donde se puede luchar, lo hará.

    «Me estoy esforzando, de verdad lo estoy haciendo», piensa, mientras levanta el rostro para observar los fénix tallados en la puerta de entrada del castillo. No recuerda en qué momento retomó la marcha, pero de todas formas vuelve a detenerse. Una vez más, intenta pensar en una excusa para estar allí. Al salir de su apartamento, se dijo que pensaría algo en el camino; sin embargo, ya está allí y sigue sin saber qué decir. Últimamente, aquel es un sentimiento común. No entiende qué es lo que hace, qué es lo que sucede a su alrededor, las decisiones que toma, y constantemente se ve a sí misma en lugares y situaciones sin entender cómo llegó allí. En el fondo, puede sentir que hay cosas que sea hacer pero no es capaz de poner en palabras sus motivos... O, quizás, simplemente no quiere hacerlo.

    Sacude la cabeza y decide entrar de una buena vez, porque dejó la chaqueta en casa. A lo mejor no necesita una excusa para estar en la casa de su familia. 

    @ Melrose Moody

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  24. A nominar:

    @ Rory Despard , porque NECESITAMOS UN MINISTRO ODF. Ya estuvo bueno de ministros mortios, hay que cambiar de partido. Y bueno, dejando de lado eso y que me fascina la idea de imaginarme al párroco de ministro, en off Belosa es una persona que se desenvolvería perfectamente. Ella no sólo tiene unas ideas de rol muy geniales, sino también una gran iniciativa, capacidad de incluir a los demás en las actividades y una habilidad sobrenatural para hacer los mejores resúmenes de rol que siempre se agradecen en los roles del CMI. Es una master de rol excelente y una jugadora muy cool ❤️

    @ Hessenordwood Crouch , porque me dijo que haría a Ellie directora del Dpto. de Misterios (?). Bueno, ya en serio, creo que tiene un rol muy genial, también es muy buen integrando a los demás y creo que sería... interesante xD ver a su personaje de ministro, además es neutral y eso es mejor que poner a un mortífago en mi opinión (?). 

    Esos son mis gallitos, a ver si avanzan uwu

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  25. Hora de ejercer el derecho al voto 🤓

    Mis nominados serán:

    • @ Hobbamock Graves  because obviously. Yo creo que eres una de las personas más leales al bando, en todos los ámbitos, y sé lo mucho que te importa mantener a la Orden en lo alto. Siempre has buscado lo mejor para nosotros y sé que te seguirías esforzando. También, creo que tienes el plus de tu experiencia de tu anterior mandato y ya sabes cómo funciona el bando y todo el juego; sé que llegarías sabiendo exactamente qué hacer y cómo hacerlo. Y bueno, obviamente, cabe destacar la experiencia en temas off, de duelos, técnicos, administrativos, etc... esas cosas aburridas (?
    • @ Goderic Slithering  sólo te nomino para ver si, si llegas a ganar (?), haces el torneo que me prometiste desde que era LT u_u Y bueno,ya quei tengo que rellenar la nominación, aprovecho de mencionar que sé que tienes una gran capacidad organizativa, también creo que puedes detectar qué asuntos son de mayor importancia atender en el juego de bandos... y bueno, entiendes los duelos (?
    • Aquí iría mi nominación a Belosa, si tan solo no hubiese declinado ya v_v

    Y bueno, quiero agradecer a quiénes me han nominado, como siempre me conmueve y lo aprecio. El último año no estuve de lo más activa en el foro, pero mi corazoncito siempre ha estado y estará con esta Orden del Fénix. Me da ternura recordar que comenzamos tres gatos locos cuando se implementaron las últimas reformas, en un subforo compartido y comenzamos a abrir por iniciativa propia los "squads" (que ahora son equipos), sin nadie que nos estuviera mandando; y que cuando tuvimos al primer líder y primeros LTs, lo que se hizo fue a partir de lo que se había hecho en conjunto. En conjunto con Julio y Vale creamos la propuesta de conocimientos y habilidades de bandos que ya está implementada, volvimos a los clanes (o, bueno, obtuvimos unos nuevos clanes a partir de lo antiguo), surgió la familia de bando, el ranking, unas misiones de rol que todavía me gustan y muchos otros roles divertidos y memorables... Y tanto más que se quedó en el tintero, como siempre, pero de todas formas estoy orgullosa de lo que logramos. No sé, siempre que hay elecciones o cada vez que regreso, me pongo a pensar en esas cosas (y somos el bando con más elecciones! xD).

    Por supuesto, también agradecida con Belosa por su tiempo dedicado a la Orden, en el cual no la acompañé demasiado pero de todas formas fui testigo de su compromiso. Creo que nos entendemos con ese cariño que uno le tiene al bando, nunca se ha tratado de cuál nos conviene más o tiene los poderes más cool (aunque ese es la orden cofcof) sino dónde nos sentimos en casa. Y sé que muchos, la gran mayoría de los que han estado acá sienten lo mismo ❤️

    En fin, en verdad no pretendo llegar a un cierre cool, solo estaba divagando (? Ya veremos que pase y ojalá estas sean las únicas elecciones hasta dentro de 12 meses xD

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