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Helike R V PB

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Todo lo publicado por Helike R V PB

  1. *estoy media sobada escribiendo, así que, a ver lo que sale xDD* Fruncí el ceño. No quería discutir también con Matt, ya que, al fin al cabo era su madre y la conocía mucho mejor que yo. Aunque, en el tiempo que llevaba en Ottery ya iba sabiendo como tratarla. La consideraba una de las mejores en su terreno y le tenía mucha estima, pero tampoco le iba a permitir que me atacase cada oportunidad que tuviera... - No es cierto Matt -en mi interior decía que sí a veces por contrariarla, la fastidiaba un poco. Sólo un poco. Pero tampoco lo iba a admitir delante de él para darle la razón. Una también tiene su orgullo. Al final con la varita en alto llevando la caja y él con la suya en brazos llegamos hasta el lugar en dónde reposarían los libros recién llegados. La puse en el suelo y abriéndola con fuerza, tanto que rompí por la rabia las tapas... - Hum, sí claro - y le pasé unos cuatro tomos de adivinación- de verdad, es que a veces no sé. No sé qué tanto tiene que desconfiar. No me interesa nada de lo que tenga, ¡ni de sus galeones! -estallé furiosa, con lo cuál se me cayeron algunos libros al suelo. Los tomé de nuevo y se los fui poniendo en la mano.
  2. Ivanova Selenska Después de gritar y patalear, a la bruja Ivanova le sorprendió como esa chiquilla se alteraba por nada... Se fijó en que entró al interior y momentos después salió al los jardines con una mujer rubia, muy bonita, por cierto. Podía atacarla ahora, dejarla K.O y luego entrar a matar a todo cuánto crío se encontraba en su interior... Pero algo sabía que el interior estaba revuelto de alguna forma... Lo que no entendía era que, como no la habían detectado ya. Suspiró al ver que al joven pelirrojo le había dicho a la cuasi peli negra que eran imaginaciones suyas lo de detectar la maldad o en su caso auras extrañas. Sonrió, sí, aún esa chiquilla debía de aprender un poco más en ese arte. No muchos vampiros lo tenían y lo que lo tenían tardaban muchos años en dominarlo. Seguiría esperando, observando sin ser vista en lo alto del Hipogrifo Asustado.
  3. Anabelle Isabella Rambaldi Di Sforza (Hermana melliza de Heliké) Había escuchado la voz de la sacerdotisa sagitas en cuánto entró al interior del confesionario... Pero aún así le costó desperezarse un poco. Rayos, se había quedado dormida y aún sentía la muñeca dolorida...Se levantó del frío suelo y comprobó que no había cambiado de ropas. Sacó su varita de cerezo y susurrando algunas palabras cambió sus ropajes por un vestido de seda blanco, al estilo griego, con su cinturón de cuero para guardar la varita. - Lo mismo digo Hermana -saludó a su tía con una sonrisa de oreja a oreja... - Mi hermana no se encuentra aquí, y Matt no sé dónde estará. Yo me he quedado dormida. ¿No habrá algo aquí para un dolor de muñecas? Es que, bueno, da igual -comentó la bruja sin darle mucha importancia, pero es que la verdad tenía un dolor punzante y eso le molestaba. - Oooh desde luego hay días que un buen despertar ayuda viendo buenos paisajes -sonrió de oreja a oreja mirando a Xell. Esa chiquilla la inquietaba bastante. - Pues, no sé nada de Jessie -comentó encogiéndose de hombros -yo me quedé dormida en un asiento y no me enteré de nada más -y continuó frotándose la muñeca.
  4. Sentí pasos... O, no sabía si era eso mismo o el corazón acelerado de dos personas, últimamente mi poder de empatía me daba esos sobresaltos. Unas veces estaba fuera de órbita y otros era como un radar localizando enemigos (?). Aún estaba agachada por el dolor y con los ojos llenos de lágrimas. Me los limpié como pude mientras seguía escupiendo sangre. Ese malnacido se las había arreglado bastante bien para hacerme sufrir... - ¿Eso es lo único que sabes hacer? -Comenté, haciendo una mueca de burla. Sabía que es lo cabrearía más, pero en ese instante me importaba un bledo. Éste sonrió, y pude ver aunque, con dificultad, como sonreía y negaba con la cabeza al mismo tiempo. - Tienes mucha soberbia, jovencita -lo de "jovencita" me pareció un insulto.. ¡A mí, que era inmortal! - ¿Y tú te crees el Dios Anubis? -venga otra picada, sabía que no iba a tardar en lanzarme otro hechizo... Si es que, no aprendía. Ahora sí, sentí otro golpe de dolor en el costado. No iba a gritar, desde luego que no. El hombre sostenía en su mano algo parecido a un látigo rojo. Parecía que era pura llama. - No vas a poder conmigo -cerré los ojos del dolor y también fruncí el ceño. No iba a dejar que se fuera de rositas aunque me estuviese con cada hechizo, debilitando cada vez más. -maldición flagrante -apunté ahora a su cuello en dónde tenía al parecer, una cadena de oro. Un rayo partió de mi varita mágica. Él no era el único que sabía de dolor, yo también podía infringirlo. Aunque los hechizos aplicados fuesen fuera de mi rango de una mortífaga base, sabía y podía controlar el poder. Chilló de rabia y se sacó la cadena. Era una cruz egipcia pero al menos le había dejado una marca desagradable de quemazón en el cuello. Me daba lo mismo si me veían hacer hechizos oscuros, estaba salvando la vida y siendo profesora de Artes Oscuras debía de saber todo eso. Suerte que había aprendido bien la lección con el viejo profesor. Volvió a darme otra vez con ese látigo rojizo y ésta vez un chasquido de dolor lo sentí en mis costillas e hizo que yo cayese al suelo. No, no iba a gritar y no iba a hacerlo, aguantando el dolor como podía. - ¡A ver qué puedes hacer con ésto! -le volví a gritar. Reuní las fuerzas suficientes para: - ¡morisoseo ánima! -muchos cráneos fantasmales salieron por todas partes, a mi alrededor, lamentos de almas surgieron por todas partes. Eran destellos de auras (?) pero me daban lo mismo, estaban ahí para mí. Inmediatamente los lancé hacia a él. Seguro que no se lo esperaba... Al cabo de unos minutos, chillidos de terror y no pude evitar sonreír contenta. Ahora necesitaría de su poder para curarse rápidamente. No era más que un vulgar dios embutido en un cuerpo de un mortal. off: hechizos meramente decorativos.
  5. Podía decir que, con el crío dormido en la cama éste no me daría quebraderos de cabeza. Saqué del pantalón un cigarro y salí a la terraza cerrándolo con cuidado y observando todo lo que pasaba allá abajo. Alguien parecía que había llegado. Encendí el pitillo con la varita y dejé que pasase hasta mis pulmones. Al menos así, conseguía relajarme después de lo sucedido esa noche y yo que pensaba que iba a ser tranquila. Parecía que poco a poco las cosas volvían a su cauce. Terminé de fumarme el cigarrillo y volví al interior. Aunque a veces maldecía la suerte de ser vampira en ocasiones lo agradecía, básicamente porque podía vigilar el sueño de los demás, aunque fuese de esa forma. Me senté en el sillón y esperé a que llegase Matt.
  6. Me cansé de leer, al final me aburrí como una ostra y entonces decidí que era mejor tomarme algo en la parte superior. Esperaba que hubiese algo calentito, porque parecía que el tiempo acompañaba para eso... Chasqueé la lengua fastidiada. Dejé el libro en su estantería y antes de subir por las escaleras escuché la voz de una persona, era una mujer, me di cuenta enseguida que debía ser de la familia porque Xell la saludó muy contenta. Algo me decía o me daba la sensación que debía de ser del otro lado, me daba muy mala espina. Suspiré, no debía de dejarme llevar por meras suposiciones y casi saco la varita. Negué con la cabeza y me dije << mejor en otro momento>> porque no era muy buena idea lanzar hechizos en la librería y menos aún cuando acaba recién de limpiarse, aparte, que me ganaría una buena bronca, eso seguro. Después de que el perrito fuese sacado por alguien del negocio retomé la opción de subir al piso superior. Subí las escaleras con cuidado y escuché algunas voces, las reconocí como las de Matt y Sagitas. Fruncí el ceño. Esperaba que al menos hoy no hubiese broncas. - Bueeeenas -saludé con alegría. Me senté en un taburete esperando a que me sirvieran. - ¿ Y qué, alguna novedad? -Pregunté a nadie en especial, tan sólo para iniciar una conversación.
  7. La verdad sea dicha, Sean estaba demostrando el cómo manejar una varita y en caso de duelos más aún. Ciertamente, lo había subestimado. En próximas ocasiones no debía de bajar la guardia por ningún concepto. El tiempo parecía que pasaba lentamente para nosotros dos, pero a mí no me importaba, lo estaba disfrutando como hacía mucho tiempo no lo hacía. El tañido de las campanas sonaron de nuevo, indicándonos que ya estábamos muy cerca de la madrugada, más bien eran las dos de la mañana. No había nadie por allí y eso era bueno. No quería que fuésemos interrumpidos por personas molestas… - Ya lo creo que sí –comenté con una sonrisa siniestra. Pero la verdad sea dicha, el chico se estaba esforzando bastante bien. - matarme, puede, divertirte…lo dudo, es más, ¿de qué te serviria muerta? -chasqueé la lengua fastidiosa. No quería decir mucho más, ni soltar ningún juramento. Él tenía razón, su maldito hechizo había dado en mis manos y había conjurado ¿una serpiente? Sí, así era… ahora tenía que tener más cuidado… - oppugno –el efecto fue simple, tener la serpiente que había conjurado a mi merced y con una orden mental, le ordené que se escondiese. Así lo hizo, vi que reptó tranquilamente hasta esconderse en unos arbustos cercanos… Pero ahora tenía que arreglar lo del asunto de las uñas… ya apenas podía controlar la varita en mis manos así que, rápidamente, pensé apuntando como podía <<finite incantatem>> el efecto del hechizo tenía que acabara el encantamiento de las crece-uñas que me había lanzado Sean, pero por otra parte… Sentí un molesto dolor en la cara, me ardía, lancé un alarido en ésta ocasión de rabia… Me había lanzado un embrujo punzante. Desconfiguraba mi rostro como si tuviese una reacción alérgica… Ahora con ese otro encantamiento, me impedía - Te juro que por todos los demonios del infierno que te vas a enterar, por esto, y por lo de Matt –dije lanzando una clara amenaza. Que mi chico ni se atreviese a tomar la dirección dejada por ese malnacido, porque iba a saber de mi ira, de eso estaba segura.
  8. Pero ¿qué? No entendí lo que pasó en el parque en esos instantes, pero sí sabía lo que me ardía la marca tatuada e invisible en mi brazo izquierdo. Maldita sea, a veces odiaba ser mortífaga por eso mismo. Tenía que aparentar algo que no era pero hice lo que mi primo me pedía. Mientras él se había ido a mirar como había quedado todo, yo me quedé en la habitación vigilando el sueño de su hermano. Apliqué el encantamiento muffliato a la terraza mientras todo volvía de nuevo a la calma. Me dejé caer en el suelo, con un sonido sordo. El niño con su cara dulce seguía dormido. El día de piscina le había dejado agotado, como a todos. Tal y cómo habían venido se hubieron marchado. Durante la batalla había murmurado maldiciones a diestro y siniestro pero rabiando por no poder participar... Salí a la terraza en ésta ocasión y algunos desperfectos sí que había... habían destrozado algo, pero con un movimiento de mi varita susurré un reparo y enseguida volvió a su estado original. Volví de nuevo al interior y cerré las puertas para que no entras el fresco y que así Sagitas no nos gruñese porque Ithilion pillase un buen resfriado. No le iba a dar motivos, no más, al menos hasta que por lo menos confiase en mí. Esperaba.
  9. ¿Dónde estaba yo? Bueno, me había disraído cosa rara viendo nuevos tomos de Astronomía. Una de mis asignaturas favoritas en dónde podía trabajar al menos sin desfallecer... Una de las ventajas de ser vampiro. Después el asunto del cachorro de Jessie ni idea en dónde había acabado así que, estando un poco escondida del mal humor de tía Sagitas me había sentado en un sillón mullido que había cerca de las estanterías. Y sin darme cuenta habían entrado clientes, o eso parecía. Colocó la capa con cuidado y apoyó el tomo que había cogido y lo puso mejor entre sus piernas para leer mejor. Estaba de lo más interesante, le preguntaría a Xell cuanto costaba y si no fuese muy caro, me lo llevaría... Me fijé en que mis botas de piel de dragón estaban sucias de barro ¿cómo fue? Negué con la cabeza, saqué la varita e hice un fregotego, al instante ya estaban limpias después de esa breve distracción seguí leyendo lo que más me gustaba.
  10. Anabelle Isabella Rambaldi Di Sforza (Hermana melliza de Heliké) La bruja seguía mirando las constantes vitales de Jessie, por el momento no habían cambiado. Se sentó en el suelo frío, desesperada... - Estoy harta -murmuró- mi magia apenas puede hacer nada... Escuchó a la joven Xell que al parecer traía algo.. - Cariño -llamó a la rubia para que se acercase- anda ven - Pues sigue igual -negó con la cabeza - ¿poción relajante dices? -rascó la barbilla- bueno, no es mala idea. Al menos, roguemos porque no tenga nada malo en su interior. Un ente maligno -aclaró -de momento, esta a salvo aquí dentro... Otro día.. Se había quedado dormida en un banco de la entrada del confesionario intentando velar el sueño de Jessie.. Al parecer había sido todo cansancio y había acabado bien... Rumiaba en sueños, eso era porque al estar en baja guardia siempre le pasaba... Escuchó una voz masculina y del susto rodó cayéndose al suelo... - Hay, hay -se lamentó por lo bajo intentando no levantar la voz. Se frotó la muñeca, al menos no se la había roto.
  11. Enseguida llegamos al exterior y mi prima Xell me riñó por ir rápido. La verdad es que desconocía por completo la norma de no correr pero era más que lógico porque el lugar era una guardería y como chocase con un niño... Mejor ni pensarlo. Una simple pregunta un poco difícil de responder. ¿Cómo decirle que un crío se portó mal, cuando ni siquiera sabía controlar su propia magia? Carraspeé y giré la cabeza a ambos lados para que nadie nos esccuchara. - Pues verás. Hace un rato estaba con Matt cuidando de un pequeño, creo que era Argentus... Volví a dudar, parecía boba. - No creo que fuese nada malo es más reaccionó como lo hizo un niño, protegerse ante una amenaza por así decirlo -ladeé la cabeza, no quería hacer que el niño fuese el culpable, pero es que lo estaba arreglando de pena. - Creo que se llama Argentus. No conseguí que confiase en mí y acabó congelándome las manos. Me vi negra para deshacer esa magia. Pero es que, ¡me congeló las manos! -volví a decir, desesperada- tendremos serios problemas si no hacemos que controlen su poder ante los demás -y casi me echo a llorar, cualquiera que me viese me llamaría de todo, menos bonita, por comportarme de esa manera. Pero es que me había superado al verme de ese modo aunque Matt se encargase de la educación del crío en cuánto a sus poderes debía de decirle además que no era bueno usarlos sin aprender a controlarlos bien previamente.
  12. Siempre con nuestras broncas ¡pero es que me provocaba! A veces debía de lanzar unos cuántos suspiros y contar hasta diez, pero es que mi paciencia tenía un límite y la verdad el límite se acercaba muchas veces cuando mi tía Sagitas estaba de por medio. Le tenía cariño era cierto, había sido una de las primeras personas en acogerme en Ottery, pero al parecer antes del regreso de Hayame no tenía con quién pelear, por decirlo de algún modo y buscaba algún encontronazo para liberar tensiones... Y para más yo estaba con su hijo, algo de lo que no le hacía gracia. Pues iba fina si iba a renunciar a él tan fácilmente. En cierto modo podía mandarla al cuerno y ocuparme con los libros nuevos que habían llegado a la tienda pero mi naturaleza casi que podía decir, me lo impedía... - No me parece justo que por una insesatez como romper un castillo deje a los demás alumnos sin un lugar para estudiar. Los estudiantes tienen derecho a tener un lugar en el que aprender y practicar la magia sin que alguien como tú -enfaticé la última palabra -venga a destruirlo. Por mucho que luego se repare de nuevo... ¿Acaso te has olvidado lo que ha hecho Voldemort en él? -Pregunté ahora, mirándola fijamente- Costó mucho tiempo restaurarlo de nuevo. Por mucha magia que se haya empleado en él... Reparar algo tan grande lleva su tiempo. - Pues para lo que demuestras... Mucho hablas, mucho hablas pero no tienes ni idea de nada -ahora sabía que con eso la cabrearía más aún. Sonreí de lado. - Cuando quieras que te muestre magia oscura, tan sólo dímelo -asentí con la cabeza. Y ahora sí, fui con mi primo Matt, con un movimiento de mi varita hice que varias cajas un par de ellas fuesen movidas mágicamente. Odiaba el tener que cargar con ellas, ya que consideraba eso peor que un muggle... Teniendo varita, no sé porqué no la usaba. La pobre de Xell estaba pidiendo algún objeto pero no la escuché. - Tíaaaaaaaa ¿puedes atender a Xell por mí? Yo tengo que subir éstas cajas... Y subiendo las escaleras con mi chico al lado le respondí: - Cariño, yo no estoy siempre igual. Tu madre siempre busca la oportunidad para sacarme de mis casillas. A lo mejor debía de pasar olímpicamente de ella, pero es que no puedo, no puedo -negué con la cabeza. Ciertamente, como suegra, me iba a dar más de un dolor de cabeza.
  13. Jefa de Enfermeras Miré sorprendida a la recepcionista, pero ¿qué diablos decía? Ahora sí que deliraba. Quizá hubiese tenido un golpe en la cabeza y reaccionaba de ese modo. Quizá y lo más sencillo era pedir un tac craneal, por si había que operarla. O quizá y no tan drástico era que tuviese un shock post-traumático después de lo ocurrido con los zombies. Aunque más bien eso era ya asunto de psiquiatría y el tratamiento de psicólogos. Si es que algo en esa mente tenía arreglo. - ¡¡Deja de decir tonterías!! -le grité ahora. En cierto sentido, no entendía como no había perdido los nervios con esa bruja antes, en cuánto la había atendido. Es que me había parecido gracioso pero ahora ya era otra historia... ¿Y si la amenazaba un poquito? A lo mejor no era buena idea... Erre que erre así seguía reclamando "eso" en cuánto llegamos al box 1... Pero se había a negarse a moverse de la silla, ahora sí que me tenía frita ya era hora... Me agaché a su lado y le susurré al oído: - Si no quiere que la convierta en vampiro, será mejor que se calle -a pesar de hablar bajito se notaba que estaba bastante cabreada- créame que ésta existencia no siempre es fácil, ahí sí que desearía la muerte con todas sus fuerzas -ahora mis dientes rechinaban. Pareció que ante la sola idea de ser un ser de la noche no le había hecho mucha gracia. Enmudeció por un instante pero claro, sabía que no tardaría mucho en volver a lanzar improperios. Aproveché ese instante a agarrarla de los hombros y a ponerla en la camilla... - Llamaré a un sanador, por su bien, espero que la encuentre aquí cuando vuelva -debía de ser más amable con ella, era cierto, pero es que llamar a la muerte nunca era buena idea.
  14. - Una cosa Hayame -le dije antes de hacer la desaparición conjunta. Si quería. - En cuánto pongas un pie en la Clínica, estarás a mis órdenes -le dije con una leve sonrisa- con ésto quiero decir que, te dejarás hacer lo que yo crea conveniente, para saber como estás y también la pequeña -amenacé un poco con la mirada, pero luego relajé mis músculos. - Y me da la impresión de que necesitarás llevar una dieta, esa niña tiene que crecer fuerte y sana -comenté con ojos brillantes. Y enseguida me respondió a lo preguntado por Reena igualmente mordí el labio, porque sabía la mala leche que se gastaba. - E igualmente aunque fuese aceptada por ella, no sé, no creo que le haga mucha gracia que una vampira protega a su hija -bajé un poco la cabeza y rasqué la nuca, en una acto reflejo. - Pero le demostraré que está equivocada. Creo que en el tiempo que estuve en la Vladimir aunque no estuviese mucho con Akira por el momento aún está con nosotros -sonreí ahora viendo al niño. Sí, de momento crecía en una infancia tranquila y feliz. Reiteraba, de momento.
  15. - Estás de guasa si pretendes que te permita que le llames eso a mi futura ahijada -le gruñí, entrecerrando los ojos, ahora mosqueada. Pero claro, el pequeño imitaba los gestos de mi tía y eso nos hacía sonreír a todos. - Por encima de mi cadáver (¿seguro?, se supone que ya estaba muerta xD) - Pero al menos aprobaron la decisión de hacerse una eco... - y unos análisis Hayame, no estaría demás hacértelos. Para ver como tienes el hierro por la anemia. Y hay que cuidar también a esa pequeña -le sonreí ahora con más ganas. Por supuesto mi tía se negaba a que hubiese algo entre yo y Matt pero negué con la cabeza, no quería broncas. No, y menos aún cuando estábamos tan bien ahí en la casita de Snape sin peleas ni malas caras aunque de eso ya se encargaba Sagitas. - La naturaleza sabrá poner las cosas en su sitio y en el momento adecuado tía -sonreí ahora maliciosamente - es más, si hubiese algo entre Matt y yo, lo más seguro es que salga un metamorfomago. Sería lo más lógico -me encogí de hombros. Pero bueno yo de genética vampírica y licántropa no es que tuviese mucha idea. - ¿Entonces, vamos a la clínica a hacernos un chequeo Hayame? -me levanté de dónde estaba sentada (ni me acuerdo ya xD) y le tendí la mano para desaparecernos de allá. Y algo se me vino a la mente, me tembló el labio... - ¿Seguro que Reena aprobará que yo sea la madrina de tu niña? Es que, aunque tú seas su madre biológica, supongo que ella también querrá opinar sobre ese asunto -comenté algo confusa- lo que no quiero es que haya peleas por eso -confesé un poco miedosa - pero si hace falta, prometo proteger a esa criatura como si fuese mía incluso con la vida -asentí la cabeza con decisión. - Y no, no me la voy a comer -le dije ahora mirando a Sagitas, porque sabía que lanzaría alguna pulla de ese estilo. No era la primera vez.
  16. Reí ante el comentario que me había hecho mi subordinado... Que no sabía que transnochaba, bueno, si él realmente sabía que yo era un vampiro debería de tener en cuenta eso. No solamente la noche estaba para cazar o a hacer asaltos cuando iba con mis compañeros mortífagos a las casas de las gallinas emplumadas. Bueno, la verdad es que en esa ocasión había aprovechado el abrigo de la noche para dar un pequeño paseo. Sí, me gustaba hacerlo y sobre todo porque me producía mucha más calma que andar de un lado a otro e ir chocando con magos por los caminos. Aunque también había aprovechado para poner a tono la varita en el sentido de que quería práctica a muerte en los duelos y él era el que se había presentado, quizá sin querer. - jajjajajja -lancé la carcajada al aire- bueno es más, dudo que Matt sepa en dónde estoy a cada momento, ni el tiene que darme cuentas ni yo se las tengo que dar a él. Básicamente sabe que soy una cazadora y que necesito alimentarme. Aunque, si vas con chismes ten por seguro que te las verás conmigo -amenacé, rechinando los dientes. Mejor que no me cabrease. - Veo que se te da bien la varita y la verdad necesito un aliado. Ésta quizá es la manera más rápida de saberlo, lo que no me esperaba era encontrarte aquí a éstas horas de la noche -comenté sin más preocupación. Era para mí el típico tío que bien podía ayudarme en mis negocios turbios. Uno ajeno a la familia y que así al menos, no me mirase con mala cara por obtener beneficios haciendo cosas ilegales. Estaba segura de que él incluso lo aprobaría. Pero quizá si le dijera que le ofrecía la mitad del dinero si trabajaba para mí, a lo mejor podía reconsiderarlo. Por supuesto, fuera de la contabilidad de Gringots, si nos pillaban nos podía caer el pelo. Una por el Ministerio y otra por el banco mágico. Pero al menos había silenciado su perorata. Sonreí contenta. ¡¡Malditos rayos!! Como los odiaba, suspiré... - En fin -lancé al aire y a nadie en particular. Puse la varita recta y a pesar de la distancia de los cinco metros que me separaba de él pensé en esos instantes << zancadilla>> en esos instantes un nudo mágio se le ató a Sean en los pies, que cayó hacia atrás y salió el rayo desviado hacia arriba. Nuevamente en silencio con un giro de mi muñeca y pensé << evanesco>> el efecto deseado era que las tres cuerdas que iban directamente para impactarme, desaparecieron. - Cariño, tendrás que hacer algo más para derrotarme -sonreí al muchacho que estaba tendido en el suelo por el hechizo zancadilla.
  17. me meo con vuestros posteos jajajaja Annabelle Isabella Annabelle Isabella Rambaldi Di Sforza (Hermana melliza de Heliké) << Otra vez, no, por favor>> pensó la bruja desanimada al ver como la dependienta empezaba con su "locura". Al parecer la mujer decía algo de poltergeist y la sacerdotisa abrió los ojos, sorprendida... - Seño, yo no he sentido nada de un poltergeist -comentó. Era cierto, esos cosos "fantasmales" tenían su propia energía que modificaba el ambiente en el que estaban y se notaba fácilmente como la presencia de un fantasma, que a su alrededor se volvía todo frío. Parecía que ahora se le había dado por sacar un látigo, pero lo mejor de todo es que tenía los ojos cerrados. - ¡Pero quiere abrir los ojos mujer! - pidió Annabelle. Estaba segura, otra vez se iba sin lo que había ido allí a buscar- ¡Le va a sacar un ojo a alguien! -y agachó la cabeza rápidamente, al ver cómo peligrosamente el zuuuuum había pasado cerca de su cogote. Casi era mejor estar agachada detrás del mostrador hasta que pasara el peligro.
  18. Jefa de Enfermeras Suspiré, todo al final había acabado bien. Los que se habían quedado en la clínica para investigar lo de la poción curativa anti-zombie (?) al final habían descubierto el remedio. Pero había quedado hecha todo un desastre. Al menos con varios celadores nuevos, sanadores curados, enfermeras sanadas y todo lo demás, se había podido habilitar todo bien para que el lugar quedase como el que había sido antes de la catástrofe. Un lugar para mitigar el dolor, atender y cuidar a los enfermos graves que llegasen allá. Me había puesto el uniforme del hospital mágico privado ya en la mansión Rambaldi. Iba toda de verde claro. No me gustaba para nada, era horroroso pero era el atuendo requerido para poder ejercer allá. Me aparecí en la entrada de urgencias a tres metros de la entrada principal, tan sólo por si acaso. Llevaba la varita en la mano y la guardé en el bolsillo. Enseguida detecté aromas. Ahí estaba Xell recién llegada y atendiendo a la recepcionista que parecía que estaba en un ataque de nervios. Algo obvio, por todo lo que había pasado, menos mal que ya había algunos sanadores (eso parecía) atendiéndola: Con paso rápido me adentré más hasta su posición: - ¿Se encuentra bien? -pregunté con amabilidad - ¿necesita alguna cosa? -ahora parecía que pedía curas y también a un notario.. - No se va a morir mujer -le dije con una amable sonrisa - sólo necesita calmar esos nervios Ahora me fijé, sí, no había nadie, sólo Xell que la tenía agarrada de un brazo... - ¡Celadores! -Llamé uno de ellos vino corriendo - quiero una silla de ruedas, por favor -le pedí, enseguida vino con ella... - Venga, siéntese aquí mientras la llevamos a un box - esperaba que si fuese amable con ella (lo sería igualmente con cualquier enfermo que entrase a la clínica) olvidase lo grosera que había sido anteriormente, esperaba que no fuese rencorosa. - Prima, si quieres vente conmigo -le sugerí, básicamente para que no se quedara sola.
  19. - vaya, vaya, vaya. Interesante –murmuré en cuánto alguien se había acercado al menos en una posición de cinco metros. Sí, era él y su aroma me lo confirmaba. Era mi compañero de departamento más bien mi subalterno… ¿Se podía saber qué narices era lo que estaba haciendo por ahí? Bueno, él también podría preguntarse lo mismo, la verdad. No se podía decir que era una noche digamos calmada, los hechizos empezaron a volar a través de nuestras varitas, y le detecté cierto nerviosismo. No podía saber a lo que podía deberse pero parecía que estaba preocupado por algo, quizá fuesen impresiones mías, chasqueé la lengua. Eso sí no sabía si rebelarme, es decir mi nombre, pero bien podía hacerle pagar las que me había hecho. Tampoco es que me hiciera grandes faenas. No. Al menos podía decir que era un trabajador excelente con su trabajo, aunque más bien su fama de pervertido y hasta podía decir de malhechor dejaba mucho que desear y a veces sus acciones hacían que desconfiase. - No pretendo robarte –le aclaré. - ¿Reconoces mi voz? –volví a decir en ésta ocasión, esperando que al menos se diese cuenta de quién era yo sin tener que presentarme. No sabía cómo pero a mis orejas habían llegado un sonido particular, parecía que llevaba monedas en los bolsillos. Negué con la cabeza. Éste chico a saber en qué andaría, no me sorprendería que fuese en negocios turbios, quizá me sería bastante útil en otro negocio que quería abrir ya que, el Gran Reserva, pensando que sería un éxito, tenía meses en que no pasaba un triste cliente. Negué con la cabeza fastidiada, pero en ésta ocasión doce flechas que pude divisar bien gracias a mis ojos agudizados por la ponzoña, poco a poco estaban atravesando la bruma del lugar. Tendría que hacer algo, y rápido por supuesto si no quería que éstas me impactasen en mi cuerpo. No me gustaría tener que sacarlas para luego tener que curarme. Bueno sobre todo si no quería morir desangrada. Así que, sin pensármelo dos veces, agité mi varita y pensé: << evanesco>> las doce flechas que venían en mi dirección desaparecieron estando al menos a una distancia de dos metros. Cierto que había esperado bastante, pero es que la bruma por momentos, dificultaba bastante la visión. - ¡A ver qué es lo que diablos lanzas! -le grité, enfurecida. - ¡Mañana te pasarás revisando expedientes Sean! -amenacé, aunque claro yo era la que había lanzado el primer hechizo. - silencius -susurré apuntando directamente la varita hacia la boca de mi contrincante en un momento en que la niebla se disipó completamente y pude ver sin dificultad sus morros (xD) off: editado con permiso de Sean.
  20. Caminaba lentamente, despacio, sin prisa. El aroma de las flores muertas llegaba a mis fosas nasales. Estaba en un cementerio, era de noche apenas había la luz de la luna, la bruma campaba a sus anchas por las lápidas. El silencio característico de ese lugar “sagrado” sólo era interrumpido por el crujido de las ramas al romperse. Esa zona estaba bastante descuidada, los matorrales crecían por las lápidas que estaban abiertas por el tiempo. Seguí en línea recta, dejando atrás las viejas tumbas, para llegar hasta las que eran más recientes, pero seguí caminando. Me fijé en que poco a poco la zona descuidada desaparecía hasta llegar a un césped bien cortado y las flores tenían mejor aspecto. Había decidido dar ese pequeño paseo, tan sólo para distraerme hasta que llegué a un alto muro. Sonreí de oreja a oreja. Éste tenía una altura de unos seis metros, pero cogí carrerilla y de un gran salto conseguí situarme en su zona superior, tenía una anchura de dos metros. Di otro salto y aterricé suavemente en el suelo. El sonido de una campana lejana me sobresaltó un poco, farfullé palabras ininteligibles, al terminar de sonar me indicó que era medianoche. Sonreí de nuevo, sería una noche interesante. Seguí andando un poco más rápido hasta que alcancé una distancia aproximada de un kilómetro y medio hasta que llegué a una zona de juegos. Eso me sorprendió porque parecía que estaba relativamente cerca de un recinto en dónde se enterraban a los muertos. Algo macabro pensé para mí. El lugar estaba rodeado por una valla de medio metro. Me adentré en su interior… Había un par de columpios, cerca de ellos unas mesas pequeñas para niños con sus respectivas sillas, pero pegadas al suelo. Dos toboganes con diversas figuras y cada uno de ellos tenía una pequeña casita en la parte superior que se accedía por unas escaleras. En medio de todo eso, una fuente bastante alta de unos tres metros. El suelo del parque estaba acolchado, de un material en el que los niños al caer, no se hiciesen daño… Me senté en uno de los taburetes que estaban cerca de la valla (había cuatro y me senté en el segundo, colocados en línea recta, cerca del vallado de madera) observando el horizonte, una figura oscura se veía a lo lejos, estaba a una distancia de unos diez metros, saqué rápidamente la varita y susurré: -sectusempra –un rayo partió de mi varita mágica de color escarlata, de darle a la persona que se aproximaba, sufriría grandes cortes que emanaría mucha sangre, de no curarse pronto moriría desangrada. Saqué un cigarrillo del pantalón y lo encendí con la varita, no llevaba calzado, iba con los pies desnudos. En la parte superior una camiseta blanca de tiras, la capa la había dejado en casa. Mi pelo ondeaba algo por la brisa, pero no era lo suficientemente fuerte para disipar la niebla que se había instalado en ese parque infantil.
  21. - ¿Qué es lo que pretendes hacer? – Pregunté sonriente al chico, al ver que intentaba dominar el animal cómo lo había hecho yo antes. Su conjuro no había salido, como tampoco las medias lunas negras. Al menos, podría sentirme a salvo aunque fuese durante un rato. No sabía con qué podía salir pero esperaba poder reaccionar a tiempo como otras veces. Aún así, yo me mantenía alerta, tan sólo, por si acaso. Éramos dos vampiros que nos estábamos defendiendo o mejor dicho, estábamos defendiendo nuestro territorio de caza. Sí, bueno, yo solía cazar por la zona de las montañas pero esa noche me apetecía hacerlo cerca de casa, sobre todo por si me sorprendía la luz y tener que cambiarme apresuradamente. Suspiré, mantenía las distancias con el joven licántropo (en apariencia, claro) en los ocho metros mencionados anteriormente. - Oh, no señor Ravenclaw –asentí con la cabeza ante sus palabras- por suerte, mantengo todos los sentidos en eso. No se preocupe señor –sonrisa maligna. Minutos antes había ordenado a la araña que se escondiese, mientras tanto, hacía una floritura en el aire pero apuntando en su dirección. Más en concreto a sus bermudas. Sonreí ante lo divertido de la situación. No creía que al chico le hiciese gracia andar paseando en cueros por el bosque y si algún guardia muggle lo detenía podía verse en problemas: - morphos –susurré a esos pantalones. El efecto era sencillo, que mutaran en una avispa marina y que se agarrase fuertemente a las piernas y a sus… Bueno, eso que tenían los hombres entre las piernas (xD) y que le inyectase su letal veneno. Estaba segura que le dolería muchísimo, básicamente porque era una zona bastante sensible. Al menos vería cómo se las arreglaba el Ravenclaw para conseguir el antídoto. Vi que el chico intentaba hacer algo más encantar un ave para que estuviese a su merced: - No, lo siento, como que no te lo voy a permitir –otra sonrisa macabra. - silencius –otro efecto simple pero práctico. Ahora su hechizo oppugno se quedó en nada, sólo pudo mover los labios sin pronunciar sonido alguno. Sonreí satisfecha. Ahora en ésta ocasión en una orden mental le dije a la araña que se había escondido en una piedra cercana, no era muy alta, más bien pequeña, pero que la tapaba a la visión del vampiro << quiero que salgas, le piques en el talón de Aquiles y te vuelvas a esconder, pero sobre todo que no te vea>> y así lo hizo el bicho. Rápidamente como le daban sus ocho patas cruzó todo el terreno mientras Keaton estaba distraído. Pasó por detrás de un matorral y cuando estuvo preparada le hincó sus colmillos por detrás del tobillo. Luego de hacer su propósito, volvió a esconderse, pero en ésta ocasión, detrás del castaño grande como le había mandado hacer mentalmente, a la espera de otra oportunidad. off: lamento contestar tarde, aunque, creo que al menos no pasaron muchos días xDDD
  22. Anabelle Isabella Rambaldi di Sforza (Hermana melliza de Heliké) La chica parecía que se había quedado completamente muda con la insistencia de las dos brujas y no era para menos. Una reclamaba prisas la otra reclamaba que la acompañase. Dudó un momento, ¿sabría reconocer esas plantas? Esperaba que sí, porque claro una floristera (?) debía de conocerlas, era su trabajo y debía de saber vender esos especímenes a los clientes que las reclamasen. - Quizá no sepa qué plantas son -murmuró, esperando no ofender a la chica, recién llegada. - Yo puedo ayudarte con eso, serías una grata compañía para mí -pero claro, estaba descartada, era pareja de Reena, matriarca de la Vladimir y si tenía algún "escarceo" amoroso con ella, podía tener serios problemas y eso era lo último que querría. - Sería compañía profesional, entiéndase -aclaró. Lo que le faltaba ahora a la bruja es que hubiese malos entendidos y mientras, esperó pacientemente.
  23. Debía de haberlo previsto que alguien más saliese de caza esa noche. Parecía el día propicio, y más con la Luna llena. ¿Sería un licántropo? Para nada, era un humano normal y corriente… Espera, ¿seguro? Achiqué más los ojos y un aroma especial vino a mis fosas nasales negué con la cabeza, sonriente. Era otro vampiro como yo, que al parecer ese bosque de Ottery lo usaba también para la caza. Pero vamos, que no se iba a ir tan de rositas. Aunque la zona era bastante amplia como para ser compartido por otros seres de la noche no iba a permitir que me robasen la cena. No señor. El chico que se había aparecido ante mí era bastante atractivo, desde luego, a la luz del astro nocturno pude divisar que iba casi en cueros. Arqueé una ceja. Solamente llevaba un pantalón y por lo demás iba desnudo, mostrando su torso. Eso sí, se me hacía muy familiar, quizá lo había visto en el Ministerio o incluso por Ottery. Pero enseguida el anonimato del mago quedó al descubierto al decirme su nombre. - Los modales señor, hace tiempo que los he perdido y más cuando voy de caza –sonreí de lado, mientras el joven se presentaba… Ya estaba a una distancia aproximada de unos cinco metros… - Heliké Rambaldi –una inclinación de cabeza y respondí a su última pregunta- no, no estás para nada equivocado –asentí con la cabeza, contenta al ver que había comprendido la razón de aquél ataque. Vi que además enarbolaba su varita y lanzaba esas dichosas medias lunas… Estaba empezando a enfadarme, era el hechizo que menos me gustaba. Pero antes de que las medias lunas me diesen divisé a un metro de distancia, como una araña viuda negra se estaba acercando, y sin apurarme más susurré: -oppugno –el efecto fue instantáneo ahora ese animal; la araña estaría a mi merced durante el tiempo que estuviese “peleando” contra el chico, no sabía cómo había ido a parar allí a ese bosque, pero no dudaba de que algún inconsciente muggle la hubiese soltado cuando se hubo aburrido de ella: << evanesco>> pensé antes de que las medias lunas me impactasen de lleno, porque ya estaban a una distancia de un metro estaba demás decir que eran algo lentas. Éstas se desaparecieron completamente a pesar de la distancia contra el chico, no quería arriesgarme así que, me desplacé unos cuantos metros más hasta ponerme a una distancia de unos ocho. - Espero que ésta sea una noche fructífera, para ambos –asentí con la cabeza- y si no ya podremos compartir la comida, cuando toque –sonreí. Mientras esperaba la siguiente acción del joven.
  24. El silencio del bosque era interrumpido por los animales nocturnos que salían en busca de alimento, la suave brisa, hacía mover la hojarasca caída indicando que se estaba en la estación del otoño. Mis pisadas eran disimuladas por las mismas, hasta que había llegado a una abertura del bosque de Ottery. La luz de la Luna hacía que la hierba mojada, daba la sensación de ser diamantes en el suelo. El lugar era perfecto para un buen duelo apenas había pequeñas montañitas de tierra formadas por los topos y tampoco había grandes rocas que se pudiesen usar para transmutar, sólo guijarros salían por el desgaste del tiempo. A unos diez metros en línea recta había un gran árbol, un castaño, en dónde a su alrededor estaban caídos sus frutos. Pero a pesar de eso le hacían compañía muchos otros de diferentes especies. La hierba apenas asomaba diez centímetros así que, todo animal peligroso muggle o mágico se haría notar perfectamente. A lo lejos se escuchaba un riachuelo pero a mí me daba la sensación de que estaba a una distancia de pocos metros, gracias al oído agudizado por la ponzoña. En cuánto terminé de ver todo lo que tenía a mí alrededor, apagué el cigarrillo con una de mis botas de piel de dragón. Esa noche parecía que estaba vestida como alguien que buscaba presas: pantalón negro, camiseta negra y una chupa de cuero (cazadora) de la misma tonalidad que el resto de mi ropa. Mi cola de caballo se mecía al son de la brisa mientras que no dejaba de estar alerta, con mi varita en mi mano derecha intentando captar algún mago que se atreviese a cruzarse por mi camino. Tenía ganas de pelea, ¿ganaría, perdería? Ya se sabría en cuánto finalizase el encuentro. Sólo sabía que iba a ser una noche bastante interesante si se daba. Al cabo de veinte minutos de llegar, escuché unos pasos, no eran muy lejanos, sentía que iban en mi dirección a una distancia de unos ocho metros. A pesar de que la luna brillaba la persona que se enfrentase a mí estaba oculta por la frondosidad del bosque. Levanté mi arma mágica y apunté en la dirección de la que provenían los sonidos y susurré: -sectusempra – un rayo escarlata partió de Maat (mi varita) en cuánto pronuncié el hechizo, de darle a esa persona que se acercaba sin ver o notar el peligro, se desangraría por las heridas sufridas, ya que la maldición abría grandes fisuras en la piel en la que emanarían la sangre a borbotones, de no curarse pronto, moriría desangrada y quizá siendo mi alimento en esa noche de otoño.
  25. http://i.imgur.com/fhSNUQC.png ¤ Vianne Rocher, recepcionista ¤ Vianne no entendió nada de lo que estaba pasando, sólo sabía que esos magos estaban locos de atar. ¿Zombies? ¿Una mujer vestida de apicultora? Pero aún así hizo lo que le había mandado Heliké. Estaba más que claro que cada día en el callejón diagón pasaban cosas extrañas. A pesar de todo habiá cumplido con lo mandado, llevar las cosas que había dicho esa mujer de pelo rubio, que saboreaba con gusto el pastel ofrecido anteriormente. Pero por supuesto, gruñió por lo bajo el simple hecho de que el muchacho había saltado por la ventana y la había destrozado... ¡Maldita sea! Ese lugar era un lugar de calma y para relajarse a tomarse un té con los amigos, después de un día de oficina. Eso pensaba ella. Pero claro, sólo tocaba barrer para limpiar los cristales mientras alguien arreglaba la ventana mediante magia. ¡Menos mal! Suspiró la bruja. Al menos ahora podía colocarse en su sitio, detrás de la barra a esperar a atender a más clientes. Rogando de que no hubiese nada extraño ni paranormal en el resto del día. Es que eso, lo había dejado completamente agotada.

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