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Kutsy Stroud Lenteric

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Todo lo publicado por Kutsy Stroud Lenteric

  1. Escuché con atención las palabras de Ethan, puse énfasis en sus inflexiones y en las pequeñas micro expresiones, de su rostro, las cuales a lo largo de nuestro matrimonio había logrado interpretar ligeramente. A veces pensaba que por ello habíamos terminado juntos, porque cada uno guardaba secretos a nuestra manera y nos complementábamos, mas todo eso había acabado como justo inicio. Aun me escocía la herida, pero el dolor era controlado por mi determinación a vivir el presente a plenitud. Mi pecho subió y bajo ante un suspiro que escapó de mis labios el cual dio a una amplia sonrisa –sé que probablemente mis palabras no parecen del todo veraces –le dije mientras Dalí jugaba con el pequeño peluche y sonreía –pero realmente estoy contenta, por ti y esa mujer especial –quise agregar el porqué de aquella frase pero decidí que sería algo que guardaría para mí –, es bueno verte cada día mejor –mas la mención de Demian hizo que un nuevo suspiro se hiciera presente. Bebí un poco más de té y agregué –Demian, se encuentra … –medité mis siguientes palabras, ya que era un tema delicado –en lo que cabe bien –era consciente del dolor de mi hijo mayor, tan real que a petición mía había pedido que no se molestara, podía ver el dolor grabado en sus pupilas, pero eso no se lo diría a Ethan, prefería librar aquella batalla a solas con él –dale tiempo, te prometo que él mismo te buscará cuando esté listo. Emma me miró profundamente y luego observó el techo, sabía de la conexión de ambos que ese tema me preocupaba sobre manera –Emma mi amor –la llamé por su nombre dulcemente y al ver las lagrimas en sus ojos lo supe, la protección se había roto –Ethan, puedes abrazarla y hacer que cierre los ojos –le pedí con calma al tiempo que caminaba hasta quedar frente a ellos, me incliné, soplé entre mis manos un viejo adagio y coloqué la palma de mi mano contra la frente de mi hija. Volví a levantarme y le susurré al oído de su padre –cántale esa vieja canción de cuna que tanto le encanta –Dalí miró en silencio todo y la abracé al volver a su lado –has sido muy valiente mi vida –le susurré cuando le revolví la cabellera. El cuerpo de Viktoria se relajo entre los brazos de su padre –y sí, las niñas son como dos pequeños ángeles –me pregunté si él lograría entender lo implícito en mis palabras. @@Ethan Lenteric
  2. Todo resultaba extraño pero aún más porque nunca me imaginé en aquella situación, ¿cómo negarle a Emma lo que solicitaba?, había oído la petición de mi pequeña y aunque internamente sabía lo que significaba por breves segundos quise responder un sí, pero mis labios se mantuvieron en silencio con forme varios sucesos ocurrieron. El salón se llenó con el suave aroma de la menta, yo también había pedido el mismo té. Dalí, se acurrucaba contra mi flanco derecho al tiempo que Needles se sentaba junto a ella y sujetaba su mano. La voz de Said me obligó a mantener la vista en Ethan y sonreír, recuerda Asthar no todo lo que percibes es real, a veces detestaba a esa potestad. Por esos breves segundos agradecí su presencia en mi vida, tragué saliva al tiempo que lamía mi labio inferior, acercaba la taza de té y daba un largo sorbo –sé que las niñas jamás dejaran de ser tu prioridad –añadí volviendo a poner la taza sobre la mesa –yo… –las palabras se atascaron en mi garganta –me alegro por ti. Evadí mis emociones con premeditación, no volvería a dejar que nadie más que mis hijas las viera a flor de piel, inspiré y acaricié el cabello de la más pequeña de mis hijas –y por la alegría en ambas puedo decir que se la pasaron muy bien, muchas gracias por contarme. @@Ethan Lenteric
  3. El calor de mis hijas entre mis brazos me hacía sentir viva, tan alegré… Aunque también tenía que admitir que estaba más sentimental de lo habitual. Emma beso mi rostro y Dalí me mostró el hermoso peluche, sonreí y busqué la mirada de su padre al percatarme que él nunca cambiaría con ellas, que si por él fuera la misma luna les daría. Me incorporé y limpié con disimulo mi rostro, sujete a las pequeñas de las manos y nos sentamos justo frente a su padre. –Bienvenido Ethan –le dije dedicándole una sonrisa –¿gustas beber algo? –le pregunté al ver que Dunkel hacía su aparición y se acercaba a ambas para abrazarlas. Definitivamente Ethan y yo habían desarrollado en ambas un fuerte cariño hacía los elfos –estoy bien, pasando un poco de frío –declaré recordando que hacía dos noche había estado en Irlanda arreglando un par de asuntos –y navidad …–guardé silencio por un momento –estuvo bien, pero nada como lo hubiera sido con estás dos pequeñas traviesas. Las niñas rieron ante mi comentario y Emma se fue hacía donde su padre para volver a insistirle con lo de año nuevo –. Pero dime, ¿qué tal tu navidad? @@Ethan Lenteric
  4. Navidad había pasado, afortunadamente, pensé en mí fuero interno mientras ese molesto ruido seguía ahí, ¡ahí!, pero estaba decidida a ignorarlo tanto como me lo permitiera mi propio autodominio para no gritar. No dejaría que ganara y aunque el premio era por demás ridículo, me había mantenido entretenida las últimas horas de cada día y realmente era algo que agradecía aunque no se lo dijera, mas mis sonoras risas, además de mis lágrimas, producto de una de sus tan insustanciales bromas le ponían al tanto de mi ánimo. –Sabes que estás siendo imprudente –Le dije a la potestad que me miraba con una sonrisa traviesa –¿verdad? –Sabía que no obtendría una respuesta pero ya era habitual nuestras silenciosas conversaciones. Suspiré, cerré los ojos mientras relajaba el cuerpo contra la cama, era extraño pensar que tras pasar varios días al lado de mis hijas estuviera a nada de un colapso, aunque igual exageraba pero Said había comentado que era más reacia a convivir con los demás. Me encogí de hombros para intentar alejar el lacerante ruido que estaba haciendo –, oye… –mi voz se apago cuando Dunkel entró a la habitación y sin cruzar palabra alguna, me informaba con la mirada que finalmente habían llegado. Me levanté con premura, me calce un par de botas rojas, además de un suéter rosa y salí hacía el encuentro de mis pequeñas. Tras un par de minutos que a momentos me parecían eternos finalmente llegaba al salón donde los tres estaban. –¡Mis amores! –Me arrodille para poder abrazarlas a las dos y llenarlas de besos –las he extrañado tanto. @@Ethan Lenteric
  5. Intentaba no pensar demasiado cuando él estaba cerca, la razón era que usaba la mayor parte de mi autocontrol para mantener la apariencia de que todo estaba en completo orden, no es que mintiera descaradamente, sin embargo, el dolor que sentía había sido remplazado por un ramalazo inapelable de orgullo. Pero tras toda esa mascará aun había instantes donde la realidad me daba en la cara y me preguntaba si de verdad ahora nuestras conversaciones se reducirían a hablar de animales inanimados y de fantasías infantiles. Mantuve serena mi expresión hasta que él hablo de usar magia para borrar el recuerdo de aquel peluche, mi rostro se crispó ante la idea que cruzó mi cabeza, una idea que no dejaría echará raíces así que negué con prontitud su sugerencia –preferiría que no fuera así –, declaré con soltura al tiempo que Dalí acariciaba mi mejilla al sentir mi incomodad –no deseo que mal interpreten el uso de la magia –era una madre temerosa a instantes que de cierta forma agradecía que él estuviera presente –ella sabrá sobreponerse –desee agregar como nosotros lo hacemos, pero no quería más mentiras esa mañana –el tiempo le ayudará. Si bien había percibido el instante de nostalgia al mirarme, sabía que sólo era algo efímero por lo que tras acabar con las bebidas, abracé a mis hijas deseándoles una feliz navidad, bese sus sonrosados rostros y con una sonrisa me despedí de los tres, devolví el abrazo a su padre y una vez sola Dunkel apareció, me miró por profundamente y agregó –sabes Kutsy, extraño la calidez de tu sonrisa –después volvió a desaparecer y yo volví mis pasos hacía el jardín mientras internamente guardaba en mis memorias aquellas palabras.
  6. Sólo la entonación de mi acompañante fue más que suficiente para percatarme que nuevamente lo había hecho, de nueva cuenta mis emociones me habían dominado, así que tras recuperar “mi sentido común” solté su mano –lo lamento, la música es más que mágica para mí –quizá mi excusa parecería burda ante esos ojos inexpresivos, esa par de pupilas que a instantes me parecían tan ajenos a cualquier tipo de emoción cálida o compasiva. Suspiré y medité por breves segundos lo que había dicho. –En lo personal prefiero algo con movimiento –dije mirando por última vez a los músicos que se habían detenido cuando se percataron de nuestra intromisión. –Sin embargo, creo que experimentar con una nueva actividad también podría ser placentero –declaré justo en el instante que la mujer de la recepción hacía su aparición y nos pedía amablemente que abandonáramos la sala, ya que la orquesta estaba en un ensayo privado, además de que nos hacía entrega de un horario de actividades y se despedía. Examiné el listado de talleres disponible y agregué –ha tenido suerte –, la actividad que él sugería empezaría alrededor de una hora más –escultura se encuentra disponible aunque –mordí mi labio inferior ante la imagen de mí intentando recrear algo en piedra o cualquier material disponible –quizá deba confesar que las siluetas son más sencillas de interpretar para mí de forma plana que con volumen –giré mi rostro hacía la derecha al escuchar la risa animada de un pequeño grupo de jóvenes que estaba por comenzar con pintura al oleo. Volví nuevamente la vista hacía el mago al tiempo que acomodaba un mechón de mi cabello tras mi oreja –¿qué hacemos mientras esperamos? @
  7. Acomodé mi cabello sobre mi hombro izquierdo mientras escuchaba al padre mis hijas y volvía a llamar a Dunkel, el cual apareció casi en el acto. –Podrías traer un poco de café americano para él, para mí una taza de té rojo y para las niñas chocolate caliente –le dije dedicándole una sonrisa –por favor, mi querido amigo –la pequeña criatura desapareció y volví nuevamente la vista al patriarca de la Lecteric –gracias, y ten por seguro que también le daré los presentes que me des. Recargué contra el respaldo del sofá mi espalda para relajar mi postura y estar mucho más cómoda –las niñas han estado bien –, respondí su pregunta con tranquilidad al tiempo que Emma besaba la mejilla de su padre y Dalí, se bajaba del lugar donde estaba sentada y me pedía que la colocará sobre mi regazo –Minerva ha estado algo intranquila por las noches –declaré mientras le daba un beso en la sien y la abrazaba contra mí –pero nada de qué preocuparse, perdió un peluche que no logro encontrar. Guarde silencio cuando el elfo llegó con lo que había solicitado y lo colocaba cerca de una mesita de centro, le sonreí a Dunkel al notar que había traído la galletas preferidas de las niñas –gracias –exclamé con una suave reverencia hacía él. Le ofrecí a Dalí, un poco de chocolate, además de una galleta en forma de estrella, –quizá tú puedas ayudarme con eso, es un pequeño ratón –hice un ademán con las manos para mostrarle el tamaño de este –no tengo idea de donde podría estar, pero igual podríamos remplazarlo por algún otro animal –mi hija recargó su cabeza contra mi pecho, lo que me hizo sonreír y acariciar su mejilla –¿qué dices? @@Ethan Lenteric
  8. Me preguntaba a momentos si estaba siendo orgullosa, después de todo siempre evitaba hablar de más sobre mi vida privada y de algún modo, absurdo o no, sentía esta separación como un fracaso, como si hubiera sido lo suficientemente inadecuada para sostener todo con lo que alguna vez había soñado, al ser simplemente una estudiante, mas no ganaba nada con recriminarme mis errores o mis aciertos. Sólo era cuestión de firmar ese pequeño pedazo de papel y todas las promesas quedarían reducidas a sólo tinta. Sabía que Mía tenía razón, de alguna manera comenzaba a creer que nuestro encuentro no había sido sólo casual. Podía notarlo en su mirada, en sus expresiones, fue ahí cuando me cuestione ¿cómo me verían los demás?, ¿sabrían que intentaba hacerme la fuerte? Que nada me importaba cuando en realidad deseaba llorar. Pero todo se estancaba al recordar el bosque de los terrenos de la familia Ollivander, –¿no era eso lo que anhelaba? –pensé suspirando hondamente. Las siguientes palabras que me dedicará quien fue mi maestra me hicieron relajarme casi en automático, había olivado mi objetivo principal. Reí después de dar un nuevo trago a mi bebida –sería sensacional –, declaré mirándola –después de todo hace tiempo que no tengo un tiempo para mí. Aunque sabes, nunca dejo de extrañar a mis dos pequeñas –añadí levantándome de donde estaba recostada para sentarme. @@Mia Black Lestrange
  9. No tarde demasiado en dar con mi hija, la vi desaparecer en la habitación que las tres ocupábamos en el castillo mas no comprendía porque su repentino cambio de actitud. Entré a la recamará para encontrar a Emma inclinada bajo su cama, guardé silencio mientras ella parecía sacar una caja de color plateado –mami –dijo al percatarse de mi presencia –el regalo de papi –claro, había olvidado el portarretratos. La pequeña me había pedido que le diera la foto del parque, donde los tres sonríen felices. Junto a su hermana, además de un poco de mi ayuda, habían decorado el marco dorado con los nombres de cada uno. Sonreí enternecida por su acción que sólo acerté a besar su frente y esconder mi rostro entre su rubia cabellera –sabes amor, eres preciosa y muy lista –le dije a mi hija para después acercarme al tocador de media luna, abrir uno de los cajones y extraer un par de cajas largas, cubiertas con terciopelo verde, Viktoria me miró curiosa y me pregunto qué era eso a lo que respondí –son el regalo de navidad para ti y tu hermana –mis hijas aún eran muy pequeñas para comprender de reliquias familiares pero lo que no sabían era que en aquel presente llevarían más cerca que nunca el legado Stroud. El dije con el que llegará una noche de lluvia a la residencia Rambaldi, se había ido fragmentando de apoco con los años y en está ocasión había mandado a cortar dos de los tres zafiros que me quedaban para decorar dos dijes en forma de libélula que regalaría a mis hijas. –¿Lista? –Le pregunté sujetando con la mano izquierda ambos presentes y con la izquierda la cálida mano de Emma, la cual parecía por demás impaciente por el encuentro con su padre –¿estás emocionada? –Le pregunté mientras bajábamos la escalinata a lo que ella respondió con una dulce sonrisa y un sí. Las dos nos quedamos quietas al llegar al recibidor y no ver a ni a Dalí o Ethan, fue hasta que la risa de la más pequeña me indicó que se encontraban en el salón. Cuando Emma vio a su padre corrió a su encuentro y le abrazo con fuerza, yo me quedé parada cerca de la entrada del salón mientras veía con una sonrisa la forma como nuestras hijas lo llenaban de besos y abrazos –¡papi, papi! –le dijo la pequeña rubia –feliz avidad –entregándole la caja plateada. –Buenos días Ethan –le saludé colocando mis manos frente a la falda guinda que llevaba puesta –¿quieres algo de tomar? –Le pregunté al tiempo que tomaba asiento en el sillón frente a él –puedo pedirte de favor que les entregues estos regalos a las niñas el veinticuatro –, añadí extendiendo el brazo para entregarle ambas cajas rectangulares –cada uno lleva grabado su nombre. @@Ethan Lenteric
  10. Estaba colocándole a Dalí la banda roja que Said le regalará, sobre el cabello, cuando escuché que alguien tocaba a la puerta –adelante –contesté justo en el momento en que Emma salió del baño y me miró con sus dos hermosos ojos azules, corrió a mi lado, me abrazo fuertemente y me dijo despacito –te amo mami –la estreche contra mi pecho, cerré los ojos y suspiré queriendo alejar las lagrimas que pugnaban por salir de mis heterocromaticos ojos. Había quedado con su padre que ellas pasarían navidad a su lado, pero no dejaba de darme cuenta lo mucho que mi vida había cambiado. La pequeña criatura se mantuvo en silencio por esos minutos y sin levantar la vista de la alfombra dijo –el señor Lenteric, espera en el recibidor –y salió tan rápido que no fue testigo de la sonrisa de ambas niñas al escuchar que su padre ya había llegado, –papi, papi –decía Dalí que lucía primorosa en su vestido color lavanda, su hermana llevaba puesto un abrigo rosa y un ligero vestido del mismo tono además de unos broches color plata. Miré a mis dos hijas, me incliné para estar a su altura y tras abrazarlas, llenar su rostro de besos les pregunté –¿listas hermosas? Ambas me contestaron un sí, rotundo y un coro de risueñas risas –muy bien, entonces salgamos –cada una tomó mi mano. Mi corazón parecía reacio a querer expresar lo que mis ojos revelaban, abrí la puerta de la habitación y las tres salimos, caminamos por el pasillo hasta llegar a las escaleras, cuando Emma se detuvo –¡mami! –exclamó soltando mi mano y sin decir nada más corrió en dirección contraria a la nuestra. Mientras Dalí insistía en seguir adelante –Dunkel –llamé a mi fiel amigo, el cual apareció de inmediato –puedes llevar a Mini con su papá, por favor –le entregué a la más pequeñas de mis hijas –dile que en un momento más estaremos con él –. Para después volver mis pasos en busca de Viktoria Dunkel Había sido una buena mañana, en la cocina del castillo todo estaba en orden. Desde que Kutsy volviera de Alemania no se había separado de sus hijas por lo que el elfo tenía demasiado tiempo libre que en ocasiones no sabía en que usar o qué hacer con ello. Por lo que cuando ella lo llamaba acudía casi de inmediato, no fue para nada sorpresa encontrarlas cerca de las escaleras ya que sabía que día era y quien esperaba por las menores, lo que si bien no comprendía porque Emma había salido corriendo pero no hizo pregunta alguna y sujetando con ternura la mano de la más pequeña de las Lenteric bajo uno a uno los escalones. Dalí, era sumamente hermosa, inteligente y por sobretodo muy alegré. Sabía por algunos otros elfos lo mucho que su madre había batallado por encontrar su pequeño peluche de un ratón que trajera de su visita a Sídney. La pequeña niña era muy apegada a esa extraña cosa, pensaba Dunkel mas también consideraba la idea de regalarle algo parecido, en un intento por apaciguar a la niña por las noches. Tras un par de minutos ambos arribaron al recibidor, Dalí soltó la mano del elfo y corrió al tan anhelado encontró de su progenitor –buenos días –exclamó haciendo una reverencia –en un momento más baja la señorita Emma y su madre –después de decir aquellas palabras desapareció, no sin antes dedicarle una sonrisa a Minerva. @@Ethan Lenteric
  11. En otros tiempo la forma como él me había observado me habría hecho sentir nerviosa, sin embargo en aquella ocasión, especial, no fue así. Sencillamente sonreí más abiertamente, porque encontraba divertido el observar la gama de emociones que dictaba su rostro marcado por cicatrices que en antaño me llenaron de curiosidad y de un indolente deseo de curar con el toque de mis helados dedos. Pero ya no era más aquella chiquilla que se dejaba avasallar por sus primeros impulsos e impresiones. Así que no aparté la mirada de la suya, pues de algún modo de entre todas las personas conocidas por mí encontraba cierto remanso de paz en aquellas disparejas pupilas, aquellas que sin expresarlo guardaban un vínculo que jamás nuestros cuerpos comprenderían. Ya no le ponía nombre o resistencia a lo que sentía, sencillamente lo guardaba para mí, lo disfrutaba y lo dosificaba a complacencia. La recepcionista parecía un tanto ajena a la escena de nuestro encuentro ya que, no estaba segura si estaba nerviosa porque él mago le parecía guapo o porque quizá a su forma de ver lucía aterrador. Atendí con prontitud el ademan del mago y deje mis bolsas en un sitio donde me dieron un pequeño pedazo de papel, dorado, con el número trece marcado en letras negras. Volví nuevamente al lado del licántropo y medité un poco mis respuestas –estoy de acuerdo, después de todo es una buena forma de dejar que nuestro interior se exprese plenamente –contesté poco antes de que la joven que nos atendiera pusiera frente al mago un par de papiros –creo que fue el enigmático significado que tiene en sí misma la libélula, señor Ollivander. Hasta hacia poco mi obsesión principal se canalizaba en las manzanas, la luna, la pintura y el canto. Mas a recientes fechas la atracción por aquel pequeño insecto se había estableció en mí tras escuchar una vieja historia –debe saber que las libélulas tienen un simbolismo muy bello –le comenté cuando a lo lejos escuché la suave música instrumental de lo que me parecía ser celta… –aunque supongo que también tiene que ver la visión del espectador –comenté mirándole con una cálida sonrisa –dichos bichitos se han tomado como un símbolo de equilibrio, de madurez y por supuesto de cambios. Me tenía intrigada la manera como aquella pequeña criatura era vista de forma tan espectacular que sin notarlo había dibujado la silueta de una libélula sobre la superficie del mostrador de la recepción –¡es sencillamente fantástico! –el sonido de la música me llenaba el corazón de gozo que sin pensarlo, en realidad, tomé de la mano al mago y lo llevé conmigo a averiguar de dónde venía aquella música –¿le gusta bailar? –acerté a decir mientras la recepcionista miraba desconcertada mi actuar. @
  12. Escuché con atención cada respuesta que Mía me diera, sabía dentro de mí que tenía razón pero no podía negarme, aunque no lo expresara a viva voz, que me dolía… Que me estaba doliendo esa separación. Por supuesto había sido un acuerdo entre ambos, pero los sentimientos, las promesas y los sueños no eran tan sencillos de concluir como decir: un estoy de acuerdo, porque de aquel modo mi matrimonio había acabado. Suspiré, cerré los ojos y evoqué su rostro, sólo por unos segundos. Quería llorar, sin embargo no lo haría, sencillamente pedí un trago más, sonreí nuevamente y miré a Mía –te agradezco las palabras, son más que bienvenidas –miré en dirección a los pequeños niños que jugaban al tiempo que bebía un poco más de mi trago –y claro que las conocerás alguna vez, al menos a las más pequeñas –señalé, estando consiente que no había tenido contacto con los mellizos desde la separación. Era extraño pensar que de entre todas las personas de Ottery, fuera precisamente a ella quien le contará sobre mi divorcio. Si alguien me hubiera dicho que años después estaría con mi maestra de la academia hablando de amor y familia, no les había creído absolutamente nada. –¿Qué te parece si brindamos por esté encuentro? –le pregunté a la preciosa mujer que yacía a unos metros de mi lado. @@Mia Black Lestrange
  13. -Nombre de la Bóveda: Bóveda de Kutsy Stroud Lenteric -Link a la Bóveda Personal: Bóveda de Kutsy -Trámite a Realizar: Cambio de la familia Lenteric a la Moody 3.-Link del tópico de registro de sus familias: Familia Nº 1: Familia Moody Familia Nº 2: Familia Evans McGonagall 4.- Link a las bóvedas de sus familias: Bóveda Familia Nº 1: Bóveda Nº 109061 -Moody Bóveda Familia Nº 2: Bóveda Nº 97458 -Evans McGonagall ¡Gracias!
  14. Hola buenas noches, vengo pedir un par de cambios para mi ficha. De antemano muchas gracias a la persona que realicé los cambios pertinentes Necesito la actualización del campo Nombre del personaje: Dice así: Debe decir así: Necesito la actualización del campo Familias: Dice así: Debe decir así: Necesito la actualización del campo de Otros datos: Dice así: Debe decir así: Necesito la actualización del campo de Bóvedas de familias: Dice así: Debe decir así: Leí en la actualización de fichas que debía dejar el link del registro de la familia, si bien entendí, así que aquí lo dejo : Link del registro de la familia Moody. Espero que todo esté en orden. Saludos
  15. Mi equipaje fue retirado de mi lado, casi con la misma prontitud con la que al igual que Mía solicitaba un wisky de fuego. Realmente beber algo más fuerte que un simple coctel no estaba dentro de mis planes, pero ya que estaba de “vacaciones”. Sólo me deje llevar por ese fuerte sabor que inundó mi boca y el aroma de la exquisita bebida que no me incomodó la pregunta que hiciera, sonreí al reconocer que era la primera en preguntarme directamente al respecto –no, ya no –declaré dando un nuevo trago para después agregar –estoy en espera de la notificación, para firmarla –no sabía cómo debía sentirme al respecto, por esa razón de alguna manera rehuía de esa inocente cuestión. Pero suponía que tendría que acostumbrarme –y descuida, seguro que tarde que temprano te enterarías después de todo ser la directora del banco seguro te brinda ciertos privilegios. A veces sentía que la vida privada no existía en lugares donde la magia es cosa de todos los días, aunque me convencía a mi misma de que todo era parte de mi atolondrada cabeza. Suspiré y miré la piscina donde un par de jóvenes disfrutaban de sus claras y templadas aguas, más allá una pequeña familia reía, pensé en mi hijas y respondí sin apartar la mirada de la orilla de la alberca –la más grande tiene tres años, se llama Emma – la pequeña de ojos azules y brillante cabello rubio adoraba comer cereal todas las mañanas –la más pequeña tiene dos y se llama Dalí –la más joven de mis hijos era un tanto callada pero sumamente cariñosa y claro al igual que yo adoraba las manzanas. Entendía a Mía con eso de no tener niños a su cargo –no te perdiste su bautizo –, volví la vista nuevamente a su rostro después de terminarme el wisky –su padre y yo decidimos que no las bautizaríamos –no sabía si aquello le parecía raro, pero nunca él y yo habíamos prestado demasiada atención a ese tema –y bueno, hasta hace tres años que me volví madre nuevamente, ya tengo dos hijos mayores, mellizos, Demian y Annelisse – hacía tiempo que no veía a ninguno de los dos que sin pensar dije –los niños crecen rápido, muy rápido. @@Mia Black Lestrange
  16. Nick: Kutsy Stroud Lenteric ID: 117591 Conocimiento: Idiomas Nivel de Magia: IV Link a la Bóveda: 101762 Link a la Ficha: 101760
  17. Bien, ya lo habíamos hablado por whats... Así que no es del todo una sorpresa xD pero aún así no puedo faltar a mi palabra (? Por lo que hoy estoy aquí para pedir asilo *inserte emoticon de gato con botas* a esta familia, ciertamente tengo que realizar los trámites pertinentes para que la familia aparezca en ficha, pero prometo hacerlo en la semana o/ Nombre del personaje: Leyla Kutsy Stroud Lazo que desea poseer con la familia (sanguíneo, político, adoptivo, amical...): Sanguíneo Miembro de la familia que lo acogerá: @ Relación que poseerá con él/la mism@: habíamos hablado y quedaríamos como primas Ficha de personaje: Ficha Bóveda de personaje: Bóveda
  18. ID: 117591 Nick: Kutsy Stroud Lenteric Link a la Bóveda Trastero: --- Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: 101762 Link al Premio obtenido (en caso de gala/concurso): --- Fecha: 2018-11-18 Poción: Poción para olvidar Puntos: 40 Precio: 2000 G Poción: Fluido explosivo Puntos: 80 Precio: 4000 G Total de puntos: 120 Total de Galeones: 6000 G
  19. La respuesta que recibí tras mi última pregunta me llenó el corazón de gozo, porque aunque ella no lo mencionara era tan palpable su emoción y entrega por ese departamento, por un momento recordé mi estancia en aquel lugar, tantas aventuras, sonrías, llantos y porque no sufrimiento. Por qué si, ver partir a Cillian, había sido duro. Aun guardaba la esperanza de volver a ver su rubia cabellera entre los pasillos o el Atrio, sin embargo, consciente era de que eso jamás ocurriría. Di el último trago a mi bebida sin apartar la mirada de mi acompañante y añadí –yo también laboré en dicho departamento – hacer mención de eso trajo consigo un sin número de emociones –amo las criaturas mágicas, de hecho fue en el departamento que más duré activa. Así era, cuando sentía que mis pasos ya no me llevaban a ningún sitio o sentía que nuevos descubrimientos me esperaban, sólo desaparecía sin decir nada más. Sonreí al escucharle decir que al igual que yo tampoco permanecía en un sitio fijamente –tal parece que somos algo parecidas –declaré pensativa –aunque a veces pienso que todos tenemos un poco de quienes nos rodean. Me encogí de hombros y me pregunte por una fracción de segundos si ese encuentro no había sido un juego más del destino. –De hecho confeccione unos brazales que cambiaban de color de tu agrado y llevaban tejidos un dragón. @
  20. Cada respuesta de la joven me tenía encantada, casi nunca hablaba con nadie y cuando lo hacía sencillamente terminaba revelando que había estado recluida en una institución siquiátrica durante un tiempo, ¿por qué lo hacía?, quizá porque era tan natural para mí hablar de mi futuro, presente y pasado como lo era respirar. Después de todo ser un demonio daba varias ventajas sobre los mortales. Continué comiendo cada uno de mis alimentos mientras contemplaba cada gesto suyo e intentaba interpretar su significado, en un momento de la conversación Mel lucía ¿incomoda? ¿Perspicaz? No sabía con certeza aunque igual le conocía tan poco que al final sólo asentí ante cada una de sus respuestas y bebía sorbos pequeños del café –tienes razón en algo, Mel –le dije antes de limpiar la comisura de mi boca con una servilleta. –Para mí, permanecer tres años en un sitio es un logró –relajé la espalda contra el respaldo de la silla e inspiré –siempre suelo irme de las familias cuando ha pasado un año o menos –no estaba del todo segura que pensaría, pero esa la verdad, –y no, no siempre he estado en Londres, viajo mucho a todas partes –muy pocos sabían que era Alemana –principalmente a Alemania, ahí nací –reí ante la pequeña disculpa implícita en sus palabras –por ahora no estoy laborando mis dos hijas pequeñas me han mantenido alejada de todo ese mundo –hice una pausa y baje el tono de la voz –he de confesar que extraño el ministerio grandemente. –Dime ¿tú en que departamento laboras? @
  21. Aprender a vivir con una hipersensibilidad había sido todo un reto, mas al final parecía que lo estaba haciendo de forma adecuada, al menos ya no lloraba tan a menudo como en tiempo de antaño y ahora me sentía más segura, además de fuerte por lo que ser quien era no resultaba ya molesto para mí. Así que una vez recibida una afirmación, de su parte, para sentarme, lo hice sin pensar, coloqué mis manos sobre mi regazo y miré atentamente a la joven. La pregunta que hiciera me hizo sonreír y sentirme feliz, porque aquella familia, que nos unía, había sido sin esperarlo mi ancla a tierra, –y no era una exageración –. Los Evans tenían algo que sencillamente te hacían sentir en casa desde el primer momento que cruzabas el umbral del castillo. Quizá esa era la verdadera razón del porque una vez que ingrese a la familia, nada pudo hacerme olvidar mis lazos, aunque para nada sanguíneos, eran tan fuertes como si se trataran de mi familia de sangre. Antes de contestar mi pedido llegaba a la mesa, bebí un poco del aromático café mientras mis memorias evocaban viejos momentos, desde mi graduación hasta el alumbramiento de Emma y Dalí, suspiré, miré a Mel un par de segundos y respondí –Bel, es maravillosa –dije colocando nuevamente la taza sobre la fina mesa –es grato encontrarte, aun más porque nadie suele preguntar algo así –reí suavemente y medité –desde hace ya más de tres años… –guarde silencio al no recordar con exactitud la fecha –si no me equivoco. Tenía tan gratos y felices momentos de ese lugar que era incapaz de dejar de sonreír tan abiertamente –supongo que, he de parecerte algo irreverente –declaré al recordar la primera vez que nuestras miradas se cruzaran –pero no puedo evitarlo, en la Evans McGonagall me siento sumamente segura, como si nada, ni nadie pudiera herirme –añadí poco antes de darle una mordida al croissant –pero dime ¿tú eres feliz en la familia? @
  22. Mis papilas gustativas se deleitaron con el dulce y cálido sabor de la bebida, hacía tiempo que no me relajaba de ese modo. De hecho no recordaba cuando había sido la última vez que me sintiera tan en paz, por lo que agradecí internamente mi buena decisión de olvidarme de todo cuanto me rodeaba y consentirme un poco. Escuche con atención cada palabra de Mía mientras caminaba a su lado y recordaba si su declaratoria era cierta, parecía que ella había olvidado que la última vez que nos viéramos fue cuando deje la familia Black, por supuesto al poco tiempo de haber contraído nupcias… Cuantas cosas han cambiado desde ese entonces, pensé justo en el momento en que llegábamos a la orilla de las albercas. Tomé asiento en el lugar a un lado de ella –por supuesto –respondí a su pregunta así que baje mi equipaje y lo deje a un lado de la silla mientras me quitaba la blusa de tirantes y el short, dejando a la vista un traje de baño de color negro de dos piezas –y estaba recién casada –le contesté relajándome sobre la suave tela de mi asiento, suspiré y cerré los ojos por unos segundos –han pasado grandes cosas –añadí dejando sobre el piso la copa que me dieran de cortesía. Tantas medité con calma al tiempo que me giraba un poco para ver la cara de mi acompañante –es una lástima que no puedas disfrutar todo el tiempo de todo esto –señalé con las manos una pequeña parte de las instalaciones –pero supongo que es parte natural de tener un cargo tan lleno de responsabilidades –no dejaba de pensar en que pronto igual deseaba que mi nombre volviera a figurar en la plantilla ministerial –yo he tenido que tomarme un par de años sabáticos, mis dos pequeñas han demandado más de mi atención de lo que espere –no sabía si a Mía aquella platica le aburriría, siempre me había parecido una joven bruja de mundo, alguien que por donde va caminando va dejando una estela de belleza, misticismo y quizá un poco de arrogancia. Mas ese era mi percepción. @@Mia Black Lestrange
  23. Antes de que una de las empleadas de recepción pudiera mostrarme los diferentes paquetes que había solicitado, la voz de una bruja llamó mi atención. Sonreí al girar un poco mi cuerpo hacía la derecha y contemplar a la bella mujer, que me daba la bienvenida, –gracias –le contesté al tiempo que miraba con más interés los paquetes que había mencionado Mía –y sí, en eso estaban cuando llegaste –declaré indicándole con la mano a la empleada que deseaba el paquete numero dos –de igual forma admito que de todas la personas en Londres, nunca pensé encontrarme con la directora del banco. La señorita que me atendía me hizo firmar un par de formularios antes de entregarme, un mapa, la tarjeta de acceso y por supuesto un pequeño presente, el cual consistía en un coctel caribeño que también ofrecieron a Mía. Una vez terminado el papeleo cogí mi pequeña maleta y sin más pregunte a joven bruja –¿estás de vacaciones? – sentía cierta curiosidad por su presencia ahí, después de todo era casi de dominio público que aquella mujer pasaba casi todo el día recluida en su trabajo. Agarré la copa que resplandecía entre tonos rosas y morados para darle un pequeño sorbo mientras esperaba que la inesperada cuestión no fuera inapropiada, después de todo hacía ya bastante tiempo que cruzáramos alguna palabra. @@Mia Black Lestrange
  24. Estaba un tanto perdida en mis pensamientos, recordando, como casi siempre, cuando escuche la voz de alguien familiar. Así que abrí los ojos para contemplar a Mel y sonreírle en automático, la miré por un par de minutos mientras me preguntaba ¿qué tan cercanas éramos? Pero la respuesta a esa pregunta y otras tantas, estaba segura, jamás las obtendría por lo que muchas veces sólo me concentraba en sentir y a partir de ahí comportarme, además había pronunciado mi apellido, muy pocos lo hacían. –Ah… ¿si? –Le contesté al escuchar en su tono de voz una duda, o tal vez incomodidad, no estaba del todo segura. A los pocos segundos llegaban con lo que la bruja había ordenado, se veía exquisito –hola –agregué levantándome de mi asiento no sin antes pedirle al mesero que me trajera lo mismo que ella –¿puedo sentarme? –Inquirí sonriéndole mientras acariciaba con la yema de mis manos el dorso de mi mano derecha. Era agradable encontrarse con una persona conocida en todo ese mar de gente, pero aún más cuando había compartido poco, ya que la conversación podría derivar en las más ocurrentes anécdotas o quizá en secretos que sólo a un desconocido revelarías, de algún modo agradecía que fuera Mel y no Bel la que se presentará en salón de té. @
  25. El tiempo continuó su curso, y los segundos se transforman en minutos. Miré en dirección al establecimiento contiguo y sin esperarlo, la dulce pelirroja que conociera años atrás, Emilia, estaba ahí saludándome. Regresé el abrazo con todo el cariño posible y respondí a su sonrisa con una igual –lo sé, ha pasado bastante tiempo desde que nos viéramos –declaré cogiendo su brazo para llevarla conmigo dentro de la floristería. Años atrás había acudido a ese mismo sitio con una compañía muy diferente, pero igual de especial, de alguna manera estar ahí era como verme a mí. Como esa pequeña bruja que no sabía ni donde estaba parada, ahora tiempo después me sorprendía de los grandes sucesos por los que había cruzado y seguía viva, abrazándola, disfrutando y meditando sobre lo que vendría más adelante. –Me enteré hace unos días que habías vuelto –añadí cuando frente a nosotras se desplegaban un sinfín de pasillos, donde esperaban por nosotras una variedad extensa de flores, arbustos y cactáceas –no sabía si podrías acompañarme o si podríamos vernos –continué diciendo mientras me adentraba a aquel pasillo donde el aroma de las gardenias me llamaba con insistencia –pero me alegra bastante que estés aquí, pero cuéntame ¿qué has hecho? ¿A dónde has ido? Y claro… –guarde silencio cuando tomé entre las manos un pequeño ramillete de gardenias azules y las olía –son mis flores preferidas. @@Emilia Malraux

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