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Kutsy Stroud Lenteric

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Todo lo publicado por Kutsy Stroud Lenteric

  1. Y… si, ¿daba la vuelta? Me cuestione mientras mis pasos siguieron andando sin poder responder a esa pequeña interrogante que llevaba semanas torturándome. ¿Por qué me resultaba tan difícil dar la vuelta y marcharme? ¿Por qué? Me repetí internamente conforme la cercanía al que fuera mi hogar en muchas ocasiones dejaba claro que está vez no huiría, incluso cuando una parte de mi lo deseaba, secretamente. Con un suave movimiento negué mi propio desazón ante las repuestas que había obtenido al estar fuera de todo ese mundo. Una vez más reí por lo graciosa que debería verme ante los que pasaban a mi lado, pero en realidad eso poco me importaba. Había llorado, me había perdido, destrozado, callado, negado, humillado… Y mil cosas más por seres que al final no deseaban ser salvados, pero jamás había visto mi rostro detenidamente en el espejo. Cuando finalmente estaba frente a la puerta de aquel imponente castillo, recorrí con la mirada la entrada y no pude evitar divisar a unos pasos de mí un huevo dorado, tan brillante y llamativo que recordé un viejo adagio: “La curiosidad mato al gato”. Mordí mi labio inferior por breves segundos antes de estirar la mano derecha y rozar con la yema de los dedos lo que seguramente terminaría siendo una mala idea. Y no me equivoque… Un grito agudo escapo de mis labios carmesí al tiempo que una gruesa liana, salida de quien sabe dónde, me había atado de piernas y manos. Llevándome a su antojo al interior del terreno de la familia Evans, sólo era capaz de gritar y forcejear por la tan inesperada bienvenida. –¡Ayuda! –Conseguí proferir justo cuando esa misma enredadera cubría mi boca y me dejaba a su merced. Y por más que intentos por zafarme de aquella extraña situación en la que estaba, no lo conseguí hasta que el piso bajo el vestido magenta, desapareció y fui a dar directamente al único cuerpo de agua presente en la propiedad, un ¡no! Ahogado murió en mi garganta… Mi cuerpo quedo cubierto por agua y sólo fui capaz de ver el cielo sobre mí.
  2. Un descanso... Un descanso... Un descanso... Nuevamente un pergamino terminaba hecho una pequeña pelota rodadora. Llevaba tres horas intentando escribir algo... averiguando cómo podía seguir escribiendo esas líneas que me resultaban tan difíciles de poner en tinta y sin embargo, no me detendría. Después de todo, había encontrado que la escritura había resultado una buena manera de sobrellevar el silencio del castillo, así como todos los sueños que encerraban las habitaciones vacías, suspiré y pase mis dedos por mi frente al tiempo que guardaba todo, tinta, plumas y pergaminos. Dos segundos después Dunkel entraba a la biblioteca para informarme que el experto en criaturas que había solicitado no tardaba en llegar por lo que me dirigí a la fuente, estaba un poco cansada de los protocolos y el aire fresco me vendría bien. Cuanto extrañaba a mis hijas, pero entendía que aquel pequeño viaje era lo más idóneo para ambas, incluso siendo tan pequeñas me había convencido que si no hacía eso sencillamente todo cuánto había estando conteniendo terminaría por pasarme la factura. Así que abrí las puertas del castillo, baje la escalinata ante la atenta mirada de la mujer que cuidara de Ethan, de pequeño, y fui a sentarme a la fuente dónde un intrincado diseño hacía parecer que florecían a mi alrededor un bello bagaje de preciosas flores silvestres. @@djvash Asturias
  3. Estaba tan entretenida adornando las galletas que sin esperarlo un poco de betún morado se adhirió a mi cabello, lo que provocó que riera ante la mirada atónita de algunos de los elfos que me acompañaban. Quizá para ellos era inusual que me encontrará en la cocina, siendo que poco había visitado ese sitio durante mis primeros meses de casada, sin embargo en la caballa que me regalará el padre de mis hijos casi siempre estaba en la cocina preparando cualquier chocheria. Asentí al pequeño mensajero cuando me anunció que Alexander había llegado, me quité con rapidez el delantal y por más que insistí me dejaran llevar la bandeja de plata, donde las diferentes galletas descansaban tuve que aceptar eso no sería posible. Por lo que sencillamente dirigí mis pasos hacía ese lugar en las que en varias ocasiones me soñé, tras mi inesperada partida. Llegué justo en el instante en que mi hijo intentaba que uno de los adornos no terminara hecho añicos, negué con suavidad su último comentario y me acerqué con sigilo a su lado –espero no haberte hecho esperar demasiado –dije mirando en la dirección que él lo hacía, suspiré y sonreí –fue un día maravilloso, pero nada comparable con el día en el que naciste –acoté justo cuando nos traían el té y las galletas. Me pregunté por un segundo si él quisiera hablar con respecto a esos pedazos de su pasado que igual no recordaba –antes de que tomemos asiento quisiera que me digieras ¿qué opinas sobre las inscripciones? @@Alexander Fox
  4. Las tormentas parecen eternas en el instante más álgido, sin embargo, en algún momento esta ha de ceder y eso había ocurrido. Ciertamente había huido ante la necesidad de volver a centrar mis ideas y de tener un espacio para vivir, aceptar y finalmente dejar ir todas las situaciones que habían detenido mis pasos en Londres. Llevándome a los confines de mi propio autoconocimiento. Sonreí al ver los terrenos de aquel castillo en el que, en tiempos de antaño, me sentí ajena y por demás desorientada, no obstante tras deslizar los dedos sobre uno de los muros, un suspiro escapo de mis labios, comprendí que no importaba aquella enorme edificación si no nuestra perspectiva. Me sentía bienvenida. Quizá debido a que toda duda había desaparecido o sencillamente veía mí entorno a través de una nueva mirada. Sabía que no tenía mucho tiempo antes de que Alexander, mi hijo, arribara así que me di una ducha rápida, me arreglé y bajé a la cocina a preparar algún pequeño aperitivo para ambos. Le había pedido a Dunkel que permaneciera junto a Emma mientras está dormía y a la misma anciana que me abriera le solicite que en cuanto llegará mi visita la hiciera pasar a la sala de los antepasados. En la sala Alexander encontraría una acogedora chimenea, sobre la cual existen diferentes portarretratos, desde plateados, dorados y color ónix. En los que podría apreciar a más de uno de los familiares y amigos de la familia, –su familia –, estaban los mellizos, por supuesto Darian, Andrómeda y su prometido, Junny, Bel, Reviguille, Emilia, hasta encontraría una de Kaiser, un mago al que había adoptado siendo sólo un pequeño niño. La foto de sus abuelos no faltaría y menos la de Emma, su padre y yo en la boda. Entre otras más. Pero lo que quizá le llamaría más la atención sería las innumerables inscripciones que observaría sobre el muro de su derecha. Había tantos siglos de historia en los grabados que me emocionaba pensar que finalmente él dejaría su marca, su insignia para la posteridad. No podía dejar de sonreír y los sirvientes a mi alrededor contagiados por mi buen ánimo comenzaron a cantar un viejo cantico de amor mientras continuaba cortando la masa en forma de corazones, estrellas y pequeños ositos. Recibiendo a Alexander La mujer que cuidaba no sólo del castillo, sino de la familia misma, no se movió de la entrada. Sabía lo importante que era la visita para la esposa del heredero Lenteric por lo que en cuanto escuchó los arrítmicos toquitos sobre la madera abrió la puerta y con su característico mirar adusto hizo una reverencia al mago y extendiendo su mano derecha le pidió le siguiera, sin cruzar palabra con éste. Claro que sabía quién era él, la calidez y compasión de su madre se veía reflejado en sus pupilas color dorado. No cabía duda de que era un digno vástago Lenteric. La mujer no dijo palabra alguna mientras recorrieron el corto pasillo hasta la sala donde tendría que esperar por su madre. Una bruja que parecía nuevamente llena de vida y lo denotaba su candorosa sonrisa. –La señora ha pedido que le esperé aquí, un momento –fue todo lo que dijo; tras una reverencia, dejo al joven frente a las imponentes puertas de roble y hierro. Las cuales estaban abiertas de par en par. @@Alexander Fox
  5. Recordaba con total nitidez la primera vez que camine por ese sendero que resultaba irreal que nuevamente me encontrara parada frente a esa imponente edificación, por supuesto la situación había sido tan distinta a la actual, sin embargo, los cambios habían sido más que bienvenidos por mí. Tras una larga ausencia volver a mi hogar me traía sentimientos de nostalgia principalmente pero por sobre todo de alegría y paz. Cerré los parpados por unos segundos, sonreí e inspiré la fragancia de los alrededores mientras abrazaba contra mi pecho el cuerpo dormido de Emma, mi hija, para la cual viajar de forma muggle había resultado una aventura abrumadora y maravillosa. Sabía que muy probablemente el castillo estaría solo, sin embargo eso no me detendría, –no esta vez –, pensé andando hasta la escalinata. La anciana que me recibiera aquella primera ocasión nuevamente estaba ahí y con su mirada lo dijo todo, le devolví una brillante sonrisa y agregué en su idioma un gracias, el cual no estoy tan segura que escuchó ya que desapareció entre los intrincados pasadizos de la morada, demasiado aprisa. Continué mi marcha hasta donde se encontraría la habitación de la pequeña. Había pedido a Dunkel que prepara todo para nuestro arribo que no fue casualidad encontrar que justo al lado del dormitorio de Emma, estuviera el mío. Recosté a mi hija sobre mi cama y suspiré al mirar su angelical rostro, sin voltear sabía que Dunkel estaba ahí –finalmente en casa mi querido amigo –le dije en el instante que me giré para dedicarle una sonrisa –te importaría llevar esto –saqué de la bolsa trasera de mi pantalón una nota que iba dirigida a Alexander, en la cual le pedía verle. El elfo desapareció y yo me acerqué a la ventana para mirar lo que era mi hogar. @@Alexander Fox
  6. Aquí les dejo la letra Cuando digo tu nombre... Mejor, me ausentaré por un tiempo Hasta que sienta que el viento Dejó de hablarme de ti Mejor no recordaré tu cara Porque el dolor nunca para Cuando me acuerdo de ti Mejor no pregunto a nadie con quien estás No creo poder soportar ni una heridas más Ni una herida más Mejor ya no digo tu nombre Para que nunca pueda alcanzarme el pasado Y me dejé encerrado en la oscuridad Mejor ya no digo tu nombre Porque guarda palabras, miradas, momentos, que viven Muy dentro de mi soledad Y no puedo aguantar Sin ponerme a temblar Cuando digo tu nombre Mejor, ya no recorro la casa Porque al final siempre pasa Que me dan ganas de huir Mejor, ya no me pruebo a mi mismo Que hago más grande el abismo De donde quiero salir Mejor no pregunto a nadie con quien estás No creo poder soportar ni una heridas más Ni una herida más Mejor ya no digo tu nombre Para que nunca pueda alcanzarme el pasado Y me deje encerrado en la oscuridad Mejor ya no digo tu nombre Porque guarda palabras, miradas, momentos, que viven Muy dentro de mi soledad Y no puedo aguantar Sin ponerme a temblar Cuando digo tu nombre Y no puedo aguantar Sin ponerme a temblar Cuando digo tu nombre.
  7. La pizza continuó desapareciendo conforme Albus y yo comentábamos algunos detalles de nuestras vidas y él aceptaba que en esos momentos yo no necesitaba más que un buen amigo. Alguien en quien confiar, sin miramientos. Aunque sólo el tiempo diría si entre los dos una amistad podría darse, porque al final del día comprendía una verdad que hasta ese instante había decidido hacer un lado deliberadamente. Quizá en un intento vano por no herir, por tapar el sol con un dedo. Pero dicen por ahí que el dinero y el amor no se pueden ocultar. Estaba consciente de la atracción que sentía por mí aquel mago, sin embargo, comprendía que me idealizaba de forma errónea. Y tenía la impresión de que mi físico, era lo que más pesaba frente a sus ojos, situación que me incomodaba grandemente ya que no me agradaba la idea de ser tratada como si fuera un trofeo para presumir o algo parecido, mas todas esas deliberaciones eran opiniones mías que se habían diluido conforme la velada avanzaba y Albus me hacía un enorme presente al comprender mis palabras. Yo había tomado una decisión movida por lo que así deseaba. Sabía que, y entendía por sobre todas las cosas, jamás le retendría contra su voluntad. Que tenía todo el derecho, así como yo, de elegir caminar o no a mi lado. Sin embargo, tras la tormenta sabía llegaría la calma y de cierta forma estaba calmada porque había elegido con toda conciencia aquel simbólico acto de amor. Tal vez no lo entendería del todo, pero esa era yo una mujer que sólo era capaz de amar de esa manera tan inusual. Miré hacía el exterior para descubrir que la tormenta había parado –me he divertido mucho –decía tomando la gabardina del respaldo de mi silla para colocármela –mas debo despedirme, mi pequeña hija seguramente ha de estar preguntando por mí –una sonrisa esbozaron mis labios al imaginar a Emma jugando con Dunkel –ojala algún día tengas tiempo y te la presente. Seguro que le caerás muy bien –me levanté de la silla, cogí el paraguas y me dirigí a la salida –la próxima vez yo invito Albus. @@Albus Severus Black
  8. Dunkel La pequeña criatura miró con interés al caballero que encomendará el cuidado de Emma a esa mujer que les recibiera. Se apresuró a dejar a su señora a solas sabiendo que estaba en muy buenas manos. Bel Evans siempre había demostrado ante sus ojos una gran cariño hacía aquella bruja que intentaba por todos los medios posibles mantener su interior en calma, mas él sabía que las emociones le sobrepasaban y producían un sufrimiento atroz que acallaba con sonrisas, abrazos y buenos deseos. Solo porque gustaba de transformar su oscuridad en luz. Kutsy jamás había sido apta para permanecer en un sitio donde existieran demasiadas personas a su alrededor, solía confundirse con prontitud y su propia mente divagaba cerca de los grandes cuerpos de agua o de ese bosque que todas las noches suele llamarle con insistencia. Sólo porque ahí el dolor desaparece, sólo porque ahí ya no hay mas llanto. Sí, andaba, hablaba y parecía una persona “normal” mas no lo era y sin embargo, a pesar de sus excentricidades había conseguido hacer florecer amistades tan largas como la que tenía con Ania Evans, una mujer a la que últimamente extrañaba en demasía. Tras una corta deliberación recordando la primera vez que viera a Leyla, en brazos de su madre, afirmó con un movimiento de cabeza su primera pregunta mientras le ofrecía a Emma su osito de felpa al percibir su inquietud por la separación de su progenitora –se equivoca joven, la señora no es una persona triste –sonrió cuando la pequeña abrazo el oso y siguió mirando a la mujer que la sostenía con curiosidad –es demasiado sensitiva, en realidad –se preguntó por un segundo si comprendería sus palabras o sencillamente llegaría al veredicto de que Kutsy Stroud no era más que una enferma mental. Kutsy Stroud. “Un destello en la oscuridad y una voz que susurra son piezas fundamentales en todo caos” pensaba mientras mi cuerpo temblaba con ligereza al dedicarle una sonrisa a mi hija y una más a Dunkel, aquella criatura que a pesar de las inclemencias permanecía a mi lado sin importar absolutamente nada, ni siquiera le afectaba el hecho que durante mi niñez le confundiera con mi amigo imaginario. Sí, ahora lo sabía. Aquel corbatín yo se lo había regalado al cumplir tres años, nadie lo podría adivinar pero desde entonces él tuvo la oportunidad de alejarse de mi lado, sin embargo, permanecía leal a mí y mis seres queridos. Intenté por breves minutos evocar aunque fuera algún indicio del otro personaje que llenaba la habitación de demasiadas emociones y pensamientos. Cerré los ojos, asentí a un par de preguntas formuladas por mi subconsciente y me senté en el lugar que mi madrina me había indicado. Sabía que sufría por mi estado actual, podía apreciarlo en sus ojos, no obstante, me encontraba tan “rota” que la tristeza se filtraba en cada una de las fisuras que aunque invisibles a los ojos humanos ahí estaban recordándome cada tanto que de un modo u otro nada volvería a ser lo mismo. Mas entre todo mi ensimismamiento pude detectar la calidez y protección con la que Bel hablaba de Garry, su nombre removió algo en mí. Un viejo recuerdo de mi niñez el cual se desvaneció con la misma rapidez como había aparecido, esbocé una sonrisa ante la disculpa que ella daba y asentí ante su pregunta –soy capaz de darme cuenta de que tus palabras guardan una verdad que aunque ahora me resulta ajena, así lo haré te lo prometo –declaré inspirando con suavidad, sintiéndome por vez primera vez en meses en un lugar seguro. Sus siguientes palabras me recordaron porque acudía a ella que cuando me abrazo, todo el afluente que había estado guardando para mí corrió libre, tan libre que de no ser porque sus brazos me sostenían estaba segura de que me caería en mil pedazos. Hasta ese instante nadie más se había detenido a abrazarme, a preguntarme que ocurría conmigo, a si quiera cuestionarme si mi aparente sonrisa realmente era real. Ella tenía razón poseía una familia, una que se había vuelto un borrón, un sitio donde la misma traición relucía entre sus paredes, sin embargo, ¿quién era yo para juzgar? Para condenar. Absolutamente nadie, me repetí mientras los sollozos se volvían un clamor desgarrado por esa verdad que me pegara directo al corazón y me dejará completamente devastada a mi vuelta a la Lenteric… Mi familia, mi lugar seguro se había transformado vertiginosamente en todo lo contrario y sin embargo, dentro de mi sabía y entendía que jamás me rendiría, que nunca desistiría por más difícil que fuera la situación. Ya que al final un Stroud lleva por lema mantenerse de pie a pesar de la borrasca más reacia. Y yo no sería la excepción que con determinación inspiré cuando las lagrimas fueron disminuyendo y mi corazón volvía a su latir habitual. –Gracias –exclamé en gratitud a su gesto –debo parecerte un fantasma mas que una persona normal –declaré sintiendo un poco de incomoda por mi deplorable estado –¿podría tomar un poco de agua? Por favor –si bien aun mis emociones estaban en un desorden indescifrable, sabía que mi regreso a Londres traería respuestas, para muchos, principalmente para mí. –Lamento no haberme puesto en contacto después de ese día que me vieras en navidad, pero no fui capaz de encontrar un camino para volver… –un susurro se volvió mi voz al recordar los meses consecuentes a esa tarde. Guarde silencio un instante y alise con cierta distracción mi cabello –nadie más que…–su nombre, hacía demasiado tiempo que lo pronunciara y sin embargo comprendía que no podía evadirlo –Ethan, sabe sobre el sello que yace en mí –a mi madrina jamás le había hablado de que mis poderes demoniacos estaban eclipsados por un antiguo sello que hacía mis memorias se fragmentaran con una rapidez alarmante los últimos meses –este pensé había sido colocado por mi padre para mantenerme oculta de mi abuelo –me removí un poco inquieta ante la sola idea de que las amenazas que pendían sobre mí y Emma se hicieran realidad. –Sin embargo, una tarde mientras pasaba tiempo en el invernadero una lechuza trajo esto –le decía mientras acercaba la única maleta que traía conmigo y sacaba de entre uno de los compartimientos lo que parecía ser un circulo de acero forjado dónde se podía leer la siguiente leyenda: “ Dragoste”, en la parte posterior y enfrente un emblema de una casa se encontraba tallado –por un tiempo estuve investigando al respecto pero no encontré nada que fuera realmente relevante, no hasta que descubrí que –ahora le entregaba una vieja hoja de periódico dónde justo en la parte central se hallaba una fotografía el mismo símbolo. Un león con las fauces abiertas junto a un lobo, aullándole a la luna, entrelazados en una media luna, suspiré, –desde entonces a mi hija y a mí nos han perseguido a todos lados. No se lo que esta pasando, de ahí que decidiera alejarme de mi familia, porque el sello se ha fragmentado un poco más y con ello mis frágiles memorias –miré con cierta desesperación a Bel mientras tomaba sus manos entre las mías –tengo mucho miedo de olvidar a mi familia… –mi voz se quebró y nuevamente las lagrimas se hicieron presentes. @ @
  9. El abrazo que me diera mi sobrino me hizo sentir como una niña que cerré los ojos por ese instante y un recuerdo muy lejano acudió a mí… Como cada tarde la brisa fresca de los alrededores no sólo traía consigo el sonido de los animales que vivían en la cercanía, si no también el reconfortante aroma de las flores silvestres que tanto me gustaba recolectar. Una delicada sonrisa esbozó mis labios cuando con osadía y un tanto desobediente me incorporé, sigilosamente, del lecho que compartía con aquel hombre de pupilas color ónix. Miré en su dirección para cerciórame de no haber perturbado su sueño, este se incrementaba al medio día y se aminoraba cerca del atardecer, sonreí triunfante al darme cuenta de que había logrado mi cometido. Deslicé sobre mi cuerpo su camisa de seda la cual cubría parte de mis torneadas piernas y anduve descalza hasta donde la noche anterior había conseguido vislumbrar una puerta trasera, en aquella gran casona repleta de historias, libros y reliquias. Presa de una gran necesidad de percibir el viento sobre la piel desnuda traspasé el umbral con premura y extendí los brazos en busca de ese grato abrazo que sólo la gente de tierra conoce, ese abrazo que llena no sólo el cuerpo físico si no también el alma, como suelen decir algunos. Inspiré tan profundo como lo deseé y llené mi interior de todas esas esencias que colmaban mi corazón de gozo al decirme en un lenguaje olvidado que estaba en mi hogar –mi hogar… –repetí justo en el instante que alguien me abrazaba por la espalda. Sólo hasta que Darian volvió a depositarme sobre el piso, regresé nuevamente a mi presente y deje que el recuerdo de mi primer prometido, un vampiro asesinado frente a mí fuera ocultado tras la bruma de mi subconsciente y presté atención a las palabras de mis dos acompañantes. Sus declaratorias me tomaron por sorpresa que negué con un ligero movimiento de mi cabeza –desconocía ese pequeño acontecimiento sobrino, seguro que Kaiser fue un buen alumno y tu un excelente maestro –añadí con soltura mientras buscaba con la mirada el lugar más idóneo para tomar asiento, después de una corta deliberación me senté en el momento en que tomé la taza de té que me ofrecían. Guardé silencio sólo lo suficiente para degustar la calidez de la bebida y acoté –en realidad no demasiado –comencé diciéndole al tomar una de las llamativas galletas en forma de estrella que yacían en un bold de cristal cortado –aunque tendría que decir que hasta hace poco yo también he regresado –por una extraña razón deje que una risa escapara de mis labios, quizá de nerviosismo o por la idea que había tenido de pronto –y Kaiser acaba de llegar hoy al castillo, hasta el momento no he visto a nadie más –medité un poco sobre esa aclaración –¿qué les parece si celebramos el ingreso de mi hijo y tu regreso estrenando una de las piscinas? Había recordado que hasta ese momento yo no había tenido oportunidad de visitar esas dos edificaciones que Ethan y Darian decidieran edificar con la promesa de que sería una buena manera de pasar tiempo familiar, así que siguiendo ese objetivo llamé a Dunkel y le pedí de favor que preparará todo para un buen rato de esparcimiento, giré mi rostro a la derecha para ver a mi hijo –si gustas puedo pedirle a Dunkel que consiga ropa adecuada a la ocasión –esperaba que aceptará mi repentina propuesta –entonces ¿qué dicen? ¿Realizamos una pequeña fiesta en la piscina? @@Darian Mcnair @@Kaiser Lord Pilu
  10. http://i.imgur.com/aYTv1JH.png Me encontraba, como ya era costumbre, mirando el firmamento desde lo alto de la copa de un árbol. La razón no tenía lógica alguna, sin embargo la única respuesta viable que algunos aceptarían era que resultaba demasiado extraña, hasta para mis congéneres que tenían magia lo cual realmente ya es demasiado decir pero a últimas fechas había optado por ser yo… esa mujer misteriosamente infantil, pensé justo en el instante que una ráfaga de viento me despeino –creo que podría pasar por un espectro –me conteste dejando que mi largo cabello se meciera con libertad. Bel, me había contactado semanas atrás para comentarme sobre una misión de vigilancia para la Orden a la cual me sume tras escuchar las palabras de mi madrina. Miré la luna por última vez y de a poco me baje del árbol, hojas y ramas se adhirieron a la chaqueta color negro que portaba, finalmente cuando toque tierra comencé a correr en dirección al hotel Transilvania, ahí se encontraban aquellas criaturas que solo delataban la presencia de alguna anomalía. Amaba la libertad que me otorgaba correr, decisión que tomara sabiendo que no estaba tan lejos de mi destino así que tras unos minutos ya estaba frente al imponente edificio. Me detuve, cerré los parpados e inspiré con calma todo los aromas de mi alrededor, mis labios se torcieron en una sonrisa, insolente diría Dunkel: señorita su sonrisa ha cambiado, mas en esa ocasión la evocación de ese gesto era la presencia de Junny. Una de las pocas brujas con las que me sentía bien y en calma. Nuevamente di rienda suelta a mis botas, dando pasos sigilosos me acerque hasta donde ella se encontraba –¡bu! –Exclamé intentando no reír mas me fue completamente imposible, quizá ella me miraría molesta, me recriminaría mi absurda broma por lo que acoté –no se duerma –dedicándole una palmada en el hombro –parece ser que seremos nosotras las primeras en dar un vistazo a lo que hay ahí adentro –miré a mi compañera y extendí mi brazo derecho en dirección a la verja que no se hallaba muy lejos de las dos. –Creo que no hemos tenido tiempo de conversar entre nosotras ¿cierto? –Le cuestionaba conforme las criaturas nos anunciaban la pronta llegada del amanecer en unas horas más, por los sonidos que producían y acompañaban nuestro andar mientras atravesábamos la verja –hace bastante tiempo que no converso con alguien que tendrá que disculparme si soy demasiado parlanchina –le decía en el instante que la entrada se presentaba frente a nosotras –bien veamos qué hay del otro lado… –esas fueron mis últimas palabras. Todo se desdibujó y la realidad se transfiguro drásticamente. @JunnyCo
  11. Todo los acontecimientos subsecuentes a mi recibimiento en el 221B del callejón Baker resultaron vagos y poco prioritarios, había pasado tanto tiempo en completo aislamiento que sólo el tacto de Emma y Dunkel eran los dos anclajes que me permitían deambular sobre una existencia que de apoco perdía un sentido coherente. Mas cuando mi vista se posó en los ojos del otro consultor me di de llenó contra un muro, fue como caer en un abismo de mutismo, donde no existía nada… absolutamente nada. –Un gusto mi nombre es Kutsy Stroud – Dunkel me miró, negó con la cabeza y me ayudo a tomar asiento. Su actitud me hizo estremecer y que los ojos nuevamente se me llenaran de llanto, lo había hecho de nuevo, –Bel ¿crees que alguien pudiera cuidar de Emma unas horas? Requiero que solo los tres nos quedemos –conocía la respuesta, a mi pregunta, pero necesitaba escucharla o de otra forma la presencia que dormía en mi no dejaría marchar a la pequeña sin más, giré el rostro hacía mi izquierda y limpié, con disimulo, el par de lagrimas que caían por mi nívea piel. Tras un par de minutos volví mi vista a mis interlocutores después de suspirar –por tus palabras debo suponer que conozco a esa persona –añadí intentado armar un rompecabezas que carecía de varias piezas mientras me concentraba en descifrar si aquel mago que yacía sentado tan calmado realmente era un conocido mío o sencillamente mi madrina se había equivocado al hacer tal aseveración, mas la actitud de mi elfo reforzaba el hecho de que aquel hombre había desaparecido de mis memorias. –Pero me temo que si así es, lo he olvidado… –pensé por una fracción de segundos que sentiría dolor, pena o aprensión al reconocer ese hecho, sin embargo la sensación que experimente distaba demasiado de algo cortés. –Esa también es una de las razones por las que escribí esa misiva –señalé el desgastado pergamino que se encontraba cerca de quien aun permaneciera callado –en realidad he olvidado muchos detalles de mi cometido, cuando escribí esas líneas, mas sólo estoy consciente de que requiero de su ayuda –era lo primero realmente coherente que decía en meses.
  12. En esta ocasión me quede en silencio escuchando las palabras de Albus, algunas me reconfortaban otras me hacían experimentar cierta desazón. Como lo fue el sentimiento de su madre, a la cual si bien no llegué a tratar en demasía la estimaba grandemente, de hecho la Evans Mcgonagall innegablemente siempre sería mi familia por excelencia ya que en ningún otro sitio me sentía como en casa y completamente segura, dentro de ese basto castillo, sin embargo en ciertas ocasiones requerimos de andar fuera de esos límites seguros y conocidos para descubrirnos a nosotros mismos y darnos cuenta que somos más fuertes de lo que en realidad lo consideramos. Bebí un poco más de la refrescante bebida que casi había relegado al lado derecho de mi plato y disfrutaba de las notas sensoriales que me ofrecía la combinación de todo ese estallido de aromas y sabores, finalmente cuando él terminó de exponer sus ideas y opiniones coloqué sobre la mesa mi mano izquierda donde portaba solamente un listón negro, de algodón, atado a mi muñeca. Al mirarlo recordé a mi madre y la verdadera razón de mi tristeza, aquella que sólo a mi me concernía ocuparme, sonreí y miré su rostro –ya no llorare más –dije sintiendo mi interior con mayor vigor después de esas confesiones. –Ese mismo viaje me ha otorgado una gran promesa de aprendizaje –dije en el instante que un nuevo trueno cimbro el calido ambiente que nos rodeaba a los visitantes de Wild Pizza –y pienso aprovecharlo, sé que mi hija si es su deseo comprenderá mi proceder en algún momento –consideré por unos instantes las posibilidades que tenía frente a mí –mas no gastaré mi energía en excusarme, he aprendido que lo más sensato es enfrentar las consecuencias de nuestros actos –no le había mentido al Evans, yo era muy cambiante y en ocasiones, hasta fría aunque en realidad era metódica y selectiva, a quien le confería mi cariño, actualmente. La pizza frente a nosotros comenzaba a disminuir lo que me recordaba que hacía tiempo que no tenía apetito de esa forma –y claro que te vi en el castillo –comenté dando una mordida a la nueva rebanada que eligiera –lo que nunca supe fue porque no te acercabas, después de todo creo que no soy tan terrible o ¿si? –me reí al reconocer que estaba haciendo bromas. –He de admitir que estuve por mucho tiempo olvidándome de mí –me encogí de hombros al responder internamente esa incógnita que mis labios no pronunciaron –pero bueno el pasado, es el pasado y ahora creo señor Black que podemos irnos conociendo un poco más y esperar a que la amistad llegué como las flores tras pasar el crudo invierno. Me sentía mas calmada que realmente agradecía internamente que Dunkel prácticamente me arrastrara fuera del castillo –y Albus en algo tienes razón, nunca nadie me ha dado… –guardé silencio y deslicé con delicadeza el listón negro que portaba –lo que necesito porque yo no he sabido hacerme cargo de mí, esa encomienda la he dejado por mucho tiempo en manos de otras personas –tenia que admitir que había llegado el momento de afrontar mis acciones, pensamientos y hasta omisiones de forma consciente. –Y no agradezcas, me la he pasado estupendamente, Dunkel, mi elfo, solía decirme que si seguía sin hablar con nadie más que no fuera él o mi pequeña Emma definitivamente perdería la voz –volví a reír haciendo que mi cabello se meciera suavemente –, pero es testarudo, así como Cillian, al cual adoro con todo el corazón – ese demonio que me llamará pequeña durante la academia era al único que le había jurado mi lealtad al poco tiempo de conocernos. Extendí sobre la mesa el pedazo de tela de algodón y suspiré –esto es lo único que me queda de mi madre, ella ha muerto definiti... –la voz casi se me quebró pero los Stroud éramos regios y no nos rendíamos de buenas a primeras –definitivamente, ella es el motivo de mi tristeza y de mi ausencia –le dije dando el último trago a mi bebida –eres de las primeras personas en Londres que saben de este acontecimiento, aún me duele. –Sin embargo, aprendí y descubrí muchas cosas de mí y aunque en instantes llegó a sentir como si el piso bajo mis pies desapareciera, sé que podré salir adelante si ese es mi anhelo, además de que no estoy sola –durante esas horas había decidido concluir mi periodo de luto y dejar atrás mi amarga dolencia –. Así que he decidido por mí bienestar emocional y físico emerger de todo este abismo –agradecía que mi acompañante no osara tocarme, ni una sola vez, porque ese acto me molestaría grandemente. @@Albus Severus Black
  13. De nueva cuenta Albus hacía mención de hacerle compañía a lo que sencillamente sonreí y negué con suavidad –por ahora me temo que no será pronto –dije mientras tomaba otra rebanada de pizza y miraba como a nuestro alrededor las pompas de jabón comenzaban a disminuir entre las risas y cuchicheos de los comensales –hay tantas cosas que debo arreglar primero antes de osar volver a viajar de nueva cuenta. Tenía tantas ideas en la cabeza que deje que estas discurrieran con tranquilidad conforme le daba una mordida a la rebanada de pizza –sabes, nunca imagine venir contigo a Wild Pizza… –Declaré colocando la comida sobre el plato –sé que le pertenece a una de las jóvenes de la Evans –suspiré al recordar que había decidido abandonar la familia –es una hermosa familia, una que jamás olvidaré –hablé casi atropellada mente –. He de confesarte que mi razón por dejar el castillo tuvo que ver con mi propia tristeza. Por vez primera en meses deseaba que alguien me escuchara, sin que juzgara mis actos que tras ver que él estaba cómodo con mi presencia decidí que podría decirle muchas de las cosas que me había callado –estoy algo cansada de sentirme el eslabón débil –tal vez lo que le decía no poseía sentido alguno, sin embargo requería de alguien que me oyera –mi propia familia se esta cayendo a pedazos –era la primera vez que ponía mi sentir en palabras – no sabes como ese hecho me pone triste, pero aún más saber que tal vez no tengo la fuerza necesaria para devolverle la grandeza que una vez ostento… Muy seguramente Albus no tendría la solución a lo que me aquejaba pero el dejar salir todo eso de mi interior me estaba ayudando grandemente –a decir verdad me odio, por alejarme sin más… –el llanto, irrevocable y caprichoso anego mis pupilas –no se que hacer, el castillo es tan grande que me siento sola en ese lugar. Mi hija… Andrómeda, tiene razones suficientes para estar más que sentida con mi proceder –saqué un pañuelo del mismo sitio donde había cogido la liga, para mi cabello, y limpié las lágrimas que se rehusaban a permanecer escondidas. Suspiré y levanté el rostro para encarar a mi acompañante –se que no somos amigos y ahora mucho menos familiares, pero te agradezco mucho que me invitaras a comer –limpié un poco mi nariz y continué con mis declaratorias –probablemente debería decirte que te alejaras de una mujer tan confusa como lo soy yo, pero de igual manera sé, tras años de experiencia, que haga lo que haga sencillamente si nuestros caminos se han cruzado será difícil separarlos. Sopesé un poco esa afirmación y acote –a menos que seas tú quien haga caso a mi advertencia –dije mientras acomodaba los pliegues de mi vestimenta –aunque ni siquiera Cillian, un joven mago que cursara conmigo la academia lo hizo. Tal vez tú y yo con el tiempo desarrollemos una fuerte amistad, a mí me encantaría que así pudiera ser –en cada palabra la verdad se asomaba y le decía a ese mago: será mejor que huyas de esta loca bruja que brilla y desaparece como la luna misma. @@Albus Severus Black
  14. Mientras caminaba tomada del brazo de Kaiser un sin fin de recuerdos acudieron a mí, desde momentos buenos hasta aquellos que deseamos ocultar en lo más recóndito de nuestro subconsciente, sin embargo permanecen ahí latiendo a su propio ritmo que cuando con curiosidad y determinación hondamos en esos instantes nos damos cuenta de lo mucho o poco que hemos cambiado a partir de esos acontecimientos. Y yo por supuesto no era la excepción a la regla –no tienes porque dar las gracias, ha sido una grata sorpresa que decidieras unirte a la familia, cariño. Escuché con atención cada palabra que mi hijo me dedicaba, una sonrisa suave permaneció en mi rostro mientras intentaba imaginar el automóvil que usara para venir a visitarnos –ojala un día me enseñes a manejar –le dije, pensando que sería divertido aprender algo nuevo –creo que sería entretenido poder viajar de esa forma por el país –ciertamente me había vuelto tan dependiente de la magia que había dejado de lado cada artilugio muggle que para mi ya resultaba atractivo un coche. –Ya casi llegamos –de pronto Dunkel apareció frente a nosotros, hizo una suave reverencia y añadió –el señor Darian esta en casa…–sus palabras me sumieron en un sueño en el que las voces parecían distantes –Darian –pronuncié, mas para mí que para alguien más, sin saber con exactitud como reaccionar , sin embargo, inspiré con calma, miré a mi hijo a los ojos –creo que la sala de los antepasados tendrá que esperar, ha regresado a casa uno de los patriarcas de la familia –y le conminaba a cambiar el rumbo de nuestros pasos. Ciertamente no tenía manera de explicarle a Kaiser mi repentino cambio de planes, sin embargo, a ultimas fechas la familia había pasado por más zozobra que alegría –te agradara, es un…–guardé silencio intentando rememorar días felices y no esos que estaban plagados por sombras –mago muy cordial y alegre – ¿mentía? Me pregunté internamente mientras ambos nos dirigíamos hacía donde el sobrino de Etthan se encontraba. Una vez llegamos a nuestro destino, mis pupilas bicolores contemplaron al Mcnair el cual lucía tan distinto, mas no sabía precisar que era lo diferente, rompí la distancia entre ambos y lo abracé como en tiempos de antaño, definitivamente me sentía algo vacía, –si que te habías perdido –acoté riendo con nerviosismo, ya no era la misma, ya nada era lo mismo y no obstante intentaba estar en calma –pero es muy bueno volver a verte, e incluso más porque quiero presentarte a Kaiser, mi hijo –caminé nuevamente hacía el apuesto joven que seguramente pensaría que su madre actuaba de forma inusual –él es el sobrino de Ethan, Darian Mcnair @@Kaiser Lord Pilu @@Darian Mcnair
  15. La pregunta que hiciera se la llevó consigo el viento helado que azotaba con cierta crudeza nuestros ropajes. La preocupación y la ansiedad asaltaron mi corazón cuando los recuerdos comenzaron a parecer en mi mente uno a uno haciendo que mi ritmo cardiaco aumentara y asiera con mayor presión el calido cuerpo de Emma, mi hija, contra mi pecho –mi amor…perdóname –exclamé justo en el instante que nuevamente revivía con cierta nitidez toda una serie de sucesos y decisiones que me llevaron a ese estado tan errático. Era un agradable mañana, los rayos del sol traspasaban ya con timidez la delicada tela de las cortinas que cubren el ventanal de la habitación, donde mi esposo y mi hija, la más pequeña, sueñan apaciblemente. No puede evitar suspirar con ternura al contemplar, desde la entrada al baño, la escena…Emma tenía posada su pequeña mano sobre el mentón de su padre, el cual dormía con tranquilidad mientras su brazo derecho envolvía a nuestra princesa en un protector abrazo, definitivamente soy una mujer sumamente afortunada pensé poco antes de dirigir mis pasos al baño para tomar una ducha rápida. Como todos los días preparé el baño para Ethan y Emma, los cuales solían pasar un buen rato jugando antes de que él tuviera que atender las labores que un jefe de oficina ostentaba, así que mi esposo besó la frente de nuestra hija y la mía, nos abrazo con cariño y lo vimos marchar como tantas otras veces. Ambas ya teníamos una rutina establecida, la pequeña de un año de edad, comía conmigo en la cocina un poco de fruta y cereal de su elección además de un tónico que le ayudaba con las molestias del sol, ya que su piel era demasiado sensible a este. Mientras tanto Dunkel preparaba uno de los invernaderos para la comodidad de la más pequeña de los Lenteric, desde alfombras con diseños diversos, hasta juguetes de todos los tamaños, colores y texturas. Cada tarde pasaba horas metida ahí sembrando, estudiando y clasificando las diferentes plantas que trajera de mis distintos viajes, a eso me había dedicado casi por completo cuando presenté mi renuncia en el ministerio, un lugar que ciertamente no extrañaba del todo. Aunque echaba de menos a mi equipo de trabajo deseaba que donde quiera que se encontraran estuvieran bien. Giré mi rostro ligeramente hacía mi derecha al escuchar como Viktoria reía y aplaudía, algo que no me pereció inusual ya que alguno de los elfos siempre solían jugar con ella o un familiar, sin embargo lo que mis pupilas heterocromaticas contemplaron hicieron que dejará caer la raíz de Hippomane mancinella sobre la mesa de trabajo, me inclinará para sujetar a la niña entre mis brazos y alejarla de esa voluta de luz que flotaba a unos cincuenta centímetros de nuestra posición. Emma comenzó a llorar de pronto, lo que me puso aun más nerviosa, un dolor fuerte de cabeza sobrevino cuando aquella extraña criatura se movió más cerca de nosotras haciendo que mi hija escondiera su rostro en mi cuello y sujetará con aprensión, con su mano derecha, la tela de mi vestido verde. Quería preguntar que ocurría mas para mi sorpresa mis labios no respondían a mi ferviente anhelo por decir palabra alguna, la desesperación comenzó a ser mella en mí y más aun porque no tenía a la mano mi varita, la cual seguramente se encontraría sobre el buró de nuestra habitación. Di un par de pasos hacía atrás con lentitud, para establecer una distancia segura ante esa luz que se hacía más intensa. A cada segundo el ramalazo que experimentaba en la sien se hacía más agudo, provocando que mis movimientos fueran más lentos y torpes… En mi intento por poner a salvo a mi hija, aunque absurdo mi actuar, lancé como pude todo lo que encontraba a mí alrededor en el instante en la que la voluta tomo una forma humanoide. El sonido de macetas rompiéndose y de frascos de cristal, haciéndose añicos, cuyo contenido se regó por el camino de piedrecillas de río sólo aumentaba mi desasosiego mientras no paraba de llamar a Ethan con el pensamiento, ese sencillo acto me agotaba portentosamente, mi frente se encontraba perlada por un sudor frío que recorría mi cuerpo desde mi nuca hasta el final de mi columna. Por lo que desistí de mi intento por establecer una conexión fuera de ese invernadero y concentré mi energía por completo a protegernos de lo que nos asechaba. Mi respiración se agito cuando al bajar la vista hacía mí hija descubrí con pavor que sobre la piel, de su brazo derecho, un centenar de diminutos hilillos de plata diseñaban símbolos que no alcanzaba a comprender, de los cuales un resplandeciente líquido escarlata emanaba. Con desesperación retiré con las manos desnudas aquellas desconocidas hebras que se adhirieron a mis palmas causándome una lacerante agonía, sentía como si hubiera puesto las palmas sobre una superficie que me calcinaba a carne viva. Estaba por desmayarme de un momento a otro lo sabía bien, era conciente que la vista se me nublaba con rapidez y que Emma requería ser atendida ya que el latir de su corazón no conseguía escucharlo ni sentirlo, a pesar de nuestra cercanía. De algún modo toda la escena me recordaba a un juicio, <<a uno que estaba perdiendo>> medite dejando que mis parpados cayeran cuando percibí como mis piernas cedían ante todo el cúmulo de estímulos del que había sido victima. La sensación de ahogo se apoderó de mí que sólo fui consciente de que Emma se removía inquieta cuando Dunkel, halo del abrigo que llevaba puesto, –señora –me llamó con un tono de consternación –la pequeña… –mis labios se abrieron, no recordaba en que momento había comenzado a aguantar la respiración, un presuroso vaho escapó de mi interior mientras aminoraba la fuerza con la que sostenía a la pequeña de ojos azules. Sólo mi elfo conocía que había ocurrido tras perder toda posibilidad de escapatoria. La única señal que llevábamos ambas, de ese encuentro, eran las cicatrices que lucían aún rojas sobre nuestra piel. De ahí que agradeciera que el clima me otorgara la excusa perfecta para ocultar los patrones con ayuda de unos gruesos guantes negros, suspiré, descubrí el rostro de Viktoria y le sonreí cuando nuestras miradas se encontraron –veremos a alguien muy especial hermosa –le comentaba despeinando un poco su cabello rubio, en ciertas ocasiones me ponía a pensar si alguien de nuestra familia era rubio como ella. Dunkel siguió mirándonos y estudiando mis reacciones, comprendía perfectamente su proceder, –gracias –le dije extendiendo mi mano para que la tomará y apretará entre su apergaminada piel mis dedos –no tiene porque darlas –repuso haciendo una solemne reverencia, volvió a levantar la única maleta que transportábamos y emprendimos de nueva cuenta la marcha hasta 221B del Callejón Baker. Volví a cubrir a Emma para protegerla del viento y antes de que llegáramos a nuestro destino me incliné para susurrarle a la pequeña criatura –pase lo que pase, desaparece con Emma por favor… –no dijo nada, mas al levantarme la determinación a la promesa, que me hiciera al llegar a Skallingen, se hizo tan palpable como si hubiera aceptado de forma verbal en sus pupilas oliváceas. Ahí estaba nuevamente en Londres, “visitando” a un ser tan querido por mí, a una bruja que removía fibras tan sensibles en mi interior que de pronto la tristeza me invadió y mis ojos se aguaron ante la posibilidad de un calido abrazo, un refugió, un remanso de paz en medio de toda esa borrasca –Bel –pronuncie, su nombre con cariño, cuando con timidez daba unos suaves golpes a la puerta, esperaba secretamente que fuera ella quien me atendiera mas el rostro con el que me tope distaba mucho de la matriarca Evans. Una mujer mayor nos dio la bienvenida a Dunkel, a mi hija y a mí. Lucia un tanto agitada que la calma que intentaba permaneciera de mi lado se tambaleo el tiempo que tarde en detectar en el ambiente, entre toda la gama de aromas que flotaban por aquel lugar tan misterioso, la esencia de quien fuera mi compañera de bando. Casi como un autómata coloque mi pesado abrigo en donde así me lo indico, le devolví el saludo sin quitarme los guantes que estarían helados por el inclemente tiempo fuera y respondía a su pregunta, –por favor anuncie a Kutsy Stroud y a su hija Emma Lenteric –olvide mi incomodidad ante el comentario de que había hecho lo correcto, ya que últimamente sentía como si no fuera así. @ @
  16. No sabía si era mi propio cansancio o sencillamente anhelaba un poco de calma después de una cruda tormenta que deje por unos minutos que mis muros cedieran con lentitud mientras mi paladar disfrutaba del exquisito sabor del queso fundido. Asentí a su primera pregunta, me gustaba esa sensación de calidez que experimentaba conforme lo salado de las aceitunas me otorgaba una nueva sensación; la cual fue difícil de dar un sentido correcto mas no me detuve en pensar porque había sido de esa forma. Volví a dejar el pedazo de pizza sobre la superficie del colorido plato, limpié la comisura de mi boca y miré a mi acompañante –sé que suena extraño, pero Drake y yo no éramos muy unidos. Creo que por eso siempre me negué a probar la pizza – dije acercando el vaso para dar un sorbo a la bebida –es…deliciosa –decía igual que una pequeña que ha descubierto que el mundo es un lugar maravilloso –y lo sé, han pasado un par de cosas en mi vida que me llevaron a tomar esta resolución –guardé silencio y bebí un poco más –pero tú, también come y… La lluvia seguía cayendo a cantaros a las fueras de Wild Pizza mas por una extraña razón parecía que alguien había jugado una mala broma porque a mi derecha comenzaron a caer gotitas –llueve –reí entre sorprendida y divertida al contemplar aquella escena caótica, donde los empleados se miraban los unos a los otros sin saber que ocurría o que hacer mientras algunos comensales se cubrían la cabeza e intentaban resguardarse –climas como estos me ponían triste cuando era una niña –le confesé sacando de entre los pliegues de mi vestimenta mi varita, acto seguido conjuré un divertido hechizo que hizo que las gotas de lluvia, dentro del establecimiento, se convirtiera en cientos de burbujas de colores y diferentes aromas. Sonreí justo en el instante en que una de esas brillantes burbujas llegaba a la punta de mi nariz, cerré los ojos por acto reflejo antes de que esa pequeña pelotita color morado estallara dejando a mi alrededor un aroma a tierra mojada –esto me recuerda un poco a mi estancia en Provinz Pommern –exclamé al abrir nuevamente los parpados. De algún modo Albus me hacía sentir cómoda porque para él no era la mujer que se había ausentado por un tiempo, de hecho me reconfortaba que mi vuelta le pusiera alegre –es la primera vez que hablo de mi infancia, y te agradezco la invitación quizá algún día así te lo pida y me muestres esos viñedos –añadí en el momento en que sacaba de la bolsa de la gabardina, una liga de color rosa, de la cual colgaba un delicado dije en forma de media luna, para atar mi cabello. @@Albus Severus Black
  17. Suspiré cansada quizá por mi tentativa de hacer estallar el lugar, situación que me tenía mal en todo sentido porque yo jamás había sido de esa forma y sin embargo ahí estaba siendo alguien que me costaba reconocer al espejo… A momentos rechazaba en quien me convertí que me costaba respirar sin sentir dolor por quien fui y era actualmente. Extrañaba de algún modo a la mujer cariñosa y quien creía con fervor que un abrazo todo lo podía mejorar. Pero para la pena que quemaba mi interior ni cien abrazos podrían aminorar a totalidad la dolencia que llevó en el corazón. Quedaría una cicatriz de la cual tendría que hacerme cargo, tenia claro que esta dolería en las temporadas de frío, en los silencios incómodos, en los segundos en los que los recuerdos se volvieran borrosos y nítidos, en los días de lluvia donde mis lagrimas se fundirán con las gotas mustias, en las tardes de verano cuando el aroma de los árboles frutales me recuerden que absolutamente nada es igual. Quería ser fuerte, no la típica mujer que se desquebraja ante el más sutil de los vientos, no obstante mentía a todo momento cuando trataba por todos los medios ser una persona coherente, un ser que a toda costa se mantiene de pie cuando en realidad solo quiere llorar y no dejar de hacerlo hasta que todo la agonía desaparezca. Sabía que si abría los labios y respondía con veracidad sus cuestionamientos toda mi mala actuación se vendría abajo y no quedaría más que una bruja totalmente destrozada y sin nada más que sus vagos intentos por no ceder a su necesidad de dejar de existir. Mordí mi labio inferior y me concentré en sus ojos, para conseguir anclarme a su calma y olvidar por un par de horas que ya no era Kutsy Stroud, la alegre mujer de pupilas bicolores. –Gracias –exclamé dedicándole por vez primera una sonrisa que si bien distaba de las que solía dar en otras épocas, podía estar seguro que era las nuevas que ostentaría hasta volverme a sentir cómoda conmigo misma –no quiero ser grosera, pero no deseo hablar del tema –le comentaba mientras me quitaba la gabardina y la colocaba en el respaldo de mi asiento. –Te parece si mejor te cuento que… –el silencio se hizo de pronto cuando de la nada un fuerte trueno provoco que la luz que existía en wild pizza se extinguiera por completo y me hiciera reír suavemente, suceso que me sorprendió y alegró secretamente, –creo que no sólo yo estoy de mal humor –declaré, tratando de ser graciosa, conforme los empleados se afanaban por prender con magia velas sobre nuestras cabezas –es la primera vez que como pizza, aun cuando mi hermano es italiano nunca antes había tenido la oportunidad de probarla –un paso a la vez, pensaba cuando extendí la mano para tomar un trozo y darle una mordida. @@Albus Severus Black
  18. Mis manos temblaban en mi regazo y mi respiración intentaba a volver a ser acompasada mientras prestaba atención a su disculpa, mas sencillamente el Evans había ido demasiado lejos y mi resistencia a entablar una conversación con tranquilidad con él no se daría aquel día, sin embargo jamás era descortés y tenía claro que en realidad él no tenía toda la culpa de mi estado tan iracundo. Suspiré, cerré los ojos un instante y le permití que llamara al mesero. Yo realmente no apetecía nada, sin embargo cuando preguntó me dije que podría beber algo y quizá si me sentía mejor una rebanada de pizza mas en esa ocasión sólo pedí una limonada y nada más –Albus yo… –nuevamente volvía a coartar mis palabras cuando mencionó a mi hija, lo que realmente me hizo sentir aun más triste que sencillamente acomodé mi cabello sobre mi hombro derecho e inspiré con lentitud. –Es una hermosa mujer sin duda –me dolía admitir que Andrómeda ya era eso: una mujer. De la que me había perdido su niñez y que mi ausencia le hacía una persona triste… sentía que a mis hijos les infligía el mismo daño que mis padres a mí pero no tenía idea de cómo cambiar esa situación, mi propia locura me volvía inadecuada para ellos y sin embargo el amor de mi compañero siempre me mantenía completa. Miré a mi acompañante y le sonreí –te recomiendo que no vuelvas a hacer eso con nadie Albus –, quizá no era lo que querría escuchar –la intimidad de las personas es muy valiosa, sé que entiendes eso ¿verdad? –Inquirí justo en el momento en el que nuestro pedido llegaba a la mesa. @@Albus Severus Black
  19. Tras finalmente recuperar la conciencia descubrí que la mujer que alegaba con aquel mago desconnocido, era Saguitas… Aun recordaba mi primer encuentro con ella en el ministerio, sin embargo el más significativo había sido cuando ingrese por segunda vez a la orden. Por lo que comprendí el pequeño silencio que acompaño el comentario que dejo inconcluso mas la calma duro demasiado poco porque aunque el estruendo que causó el que ella cerrara el local con magia le dio tiempo suficiente a él para que hechizara a la mujer, Tamarindo, que intentaba alcanzar. Aún estaba confusa y no tenía idea de donde se encontraba mi varita que cerré los ojos con fuerza poco antes de que su hechizo impactará de lleno contra mí, sólo alcancé a pronunciar un nombre que sobre todo pronostico vendría en mi auxilio aun eso significaba poner su propia vida en peligro –Dunkel… –mis labios se cerraron una vez más y todo se volvió oscuro dejando que todo a mi alrededor perdiera importancia. Tras un parpadeó un elfo apareció en medio de todo ese caos, los segundos parecían transcurrir con una lentitud casi desquiciante por lo que la pequeña criatura solo alcanzo a tomar de la ropa a aquel hombre que llevaba entre sus brazos el cuerpo laxo de la matriarca Lenteric y desaparecer con ambos magos fuera de lo que le pareció la mujer que apuntaba con una varita a Leandro era el verdadero peligro, así que traslado a Kutsy y Leandro fuera del local llevándoles a la cabaña de la mujer de cabellos negros.
  20. Jamás has de caer… jamás has de contestar… jamás has de recordar… con esas sencillas frases terminé de escribir la misiva que con cuidado, doble en dos y la guardé en el viejo libro de hechizo que adquiriera cuando recién llegué a la comunidad mágica. Poseía pocas cosas materiales, al menos a las que pudiera tener algún tipo de afecto, como lo era ese libro o una pluma de color ocre con la que me dedicara a escribir a las afueras del laberinto. La noche resultaba mi hora preferida del día porque tenía tiempo de pensar a solas, de aclarar mis ideas pero por sobre todo de tener un libre acceso a mi interior así que al inhalar un poco de aire fresco fui capaz de captar la esencia de un joven que hacía muy poco tiempo había conocido y por el cual desarrollara un gran afecto, después de todo Kaiser me había otorgado la oportunidad de que me viera como su madre aunque no tuviéramos lazo sanguíneo. Coloqué el libro bajo mi hombro y emprendí mi camino hacía el Hall principal, donde un jarrón de vivaces rosas adornaban y aromatizaban la estancia. Esperaba que mi hijo no pensará que nadie estaba en casa, ciertamente a esas horas algunos familiares se encontrarían vagando en la inmensa propiedad que poseía la familia o en sus habitaciones, era un detalle que realmente desconocía. Finalmente tras unos minutos pude verle, sonreí y me acerqué a él para poder abrazarle por unos segundos, cerrar los ojos y besar su mejilla –es un gusto verte aquí Kaiser –declaré dando un paso hacía mi derecha para admirar la vestimenta de mi hijo adoptivo. –Te ves muy elegante –agregué sabiendo que era un joven muy apuesto, yo solo llevaba puesto un vestido de color verde olivo –ven acompáñame hijo, tengo un lugar que mostrarte –le decía invitándole a caminar a mi lado –es un sitio muy especial, dime ¿te ha sido difícil llegar aquí? –Inquirí con tranquilidad. @@Kaiser Lord Pilu
  21. Sucesos extraños pueden acontecer si se tiene el debido cuidado, sin embargo estaba a favor de tener una variedad tan amplia como fuera posible de conocidos. La razón; aunque aparentemente salía de todo contexto lo cierto era que para esos momentos la adrenalina vendría bien a mis venas, las cuales a instantes reclamaban sólo un poco de aquello que como un demonio poseía. Sostendría que aquello era una aventura nueva y sumamente llamativa. Así que con mis vaqueros negros y unos botines del mis color continué mi andar hasta el callejón donde me habían dicho podría encontrar aquel establecimiento. Mis labios iban pintados de color rojo, ese detalle había cambiado en mí… la fractura, arraso con la debilidad de atender mi propio interior así que una sonrisa divertida se dibujo sobre mi boca y continué andando el largo pasillo. Admiré las fotografías que desfilaban ante mí con cierto interés, miré a mi derecha y luego a mi izquierda cuando llegué a la puerta de La Mazmorra, esta se abrió automáticamente y continué caminando hasta la barra donde curiosas cortinas de cuentas me recibieron que extendí el brazo derecho para intentar tomar entre mis dedos una de las cuentas plateadas y hacerla rodar ligeramente. Me concentré en esa tarea que olvidé realmente cual había sido el motivo por el que visitará ese sitio. @
  22. La oscuridad resultaba tan apacible que en realidad desistía de la idea de volver, de regresar a esa realidad que me dolía llevar. De algún modo sabía que estaba siendo cobarde de una forma vil, pero no quería sentir como el aire luchaba por entrar a mis pulmones, de cómo cada día que pasaba la tristeza aumentaba en vez de aminorar, de cómo las horas pasaban tan lentas y mis pensamientos evitaban a costa una sola palabra. Mas de entre todo mi desanimo pude contemplar el tierno rostro de Emma. De ese pequeño ser que me anclaba a ese sitio donde las emociones resultan por demás abrumadoras y donde persistían mis ganas de desaparecer, de correr tan lejos… Sin embargo, eso ya lo había hecho muchas veces y en esta ocasión no me permitiría tal osadía. Jamás se huye aun cuando todo parezca adverso, ese era el pensamiento con el que cada mañana despertaba, con llanto en los ojos y una pesada carga en el corazón. Era fuerte eso siempre lo había demostrado que aunque no lo anhelaba abrí mis pupilas justo en el momento que aquel mago que desconocía me tomaba en brazos y hablaba con una mujer que no conseguía ver. Sentía que todo me daba vueltas, tenía nauseas pero lo que alejo esos malestares fue la declaración del hombre que me cargaba –suéltame…–exclamé con voz pastosa que realmente me escuche patética –ahora – comencé a removerme hasta que conseguí precariamente sostenerme por mi misma –¡yo no soy tu mujer! –Exclamé ahora más compuesta, quizás para las dos mujeres que miraba la escena, entre él y yo, pensarían que se trataba de una pelea entre dos amantes que han tenido un mal momento. @@Leandro Malfoy
  23. Las olas iban y venían, nunca se detenían y aunque en la superficie pudiera contemplarse una aparente calma lo cierto es que el océano jamás se está quieto. Amaba la paz de esa playa pero contradictoriamente detestaba la sensación de ahogo que me acompañaba esa noche donde la luna era mi única compañera, Emma y Dunkel descansaban alejados de todo el bullicio de mis pensamientos en una cabaña rustica. Donde mi pequeña y yo nos ocultábamos de lo que nunca hubiera querido revelar. Mis pasos son acompasados y mis dedos pueden sentir a perfección los granos de arena que se adhieren a mi pálida piel, ante cada zancada, el vaporoso vestido de color azul se mece a merced del viento que llena las hebras de mi cabello de esa esencia que me mantiene viva… –cuerda –agregué al silencio que me rodeaba, mas allá de donde podía ver se encontraba el despeñadero. Ese sitio que me resultaba tan llamativo por los diminutos pájaros que lo hacían su hogar a pesar del peligro. No tenía idea de que hora era, sólo que la espuma del mar comenzaba a humedecer la arena bajo mis pies dejando tras de mí un camino de huellas hacía el único sitio al que me atrevo volver, sin sentir dolor, nostalgia, pena, rabia… o un sentimiento aún peor. Conozco bien cada recoveco de esa morada, porque ahí viví cuando escape de casa a los quince años, cuando supe que mi padre no era quien decía ser, cuando me enteré que no era humana, que probablemente yo había matado a mi madre… Tantas cosas para una chiquilla que siempre fue rechazada por quienes le rodeaban. Una historia triste cae sobre mi espalda por eso jamás hablaba sobre mi pasado, porque al final había sobrevivido y no tenía intención alguna, o al menos actualmente, de ser la doncella en peligro que por eso prefería afrontar mis batallas en soledad, quizá con el tiempo me había vuelto egoísta de algún modo pero las experiencias me habían curtido de aquella manera que cuando a lo lejos distinguí el brillante plumaje de un ave no pude más que detenerme, contemplar su grácil vuelo y esperar a que esta llegará a su destino. Tras verla planear un par de minutos descubrí con asombro que traía en el pico un pedazo de pergamino, maltratado, seguramente por el inclemente tiempo, el cual dejo sobre el alfeizar de la única ventana que poseía la cabaña, donde se podía ver el titilar de la vela que seguramente mi elfo había prendido para el descanso de mi pequeña. Volví mi marcha una vez más justo cuando la lechuza emprendió el vuelo y nuevamente sólo el sonido del oleaje fue mi único compañero. Dunkel no se atrevió a salir, porque había escuchado mi cercanía además de que siempre que salía le pedía que no se separará de ella jamás y hacía lo había hecho, a pesar de su aprensión de no saber si yo volvería cada vez que salía a caminar. Tomé el pedazo de pergamino y lo extendí con cierta curiosidad, porque nadie sabía donde me encontraba, nadie conocía ese lugar. Tras leer el remitente, una fugaz sonrisa se posó sobre mis labios mientras con delicadeza acariciaba las cortas líneas que Bel me había dedicado. Ciertamente había perdido la esperanza de recibir respuesta de aquella otra misiva que enviara semanas atrás, donde mi propia rendición eclipsaba de vez en cuando mi razón, no obstante ahí estaba ella nuevamente mas un detalle dentro de mi discernimiento me alertaba, sentía que algo inusual guardaba la frase: “por el bien de la pequeña” mas no conseguía saber porque esa sensación de incomodidad. Me interné en la cabaña, donde una mesa con dos sillas, un pequeño sofá, una habitación cerrada era todo mi mundo –Dunkel –era la primera vez en días que decía su nombre –debemos marcharnos –me miró sorprendido, pero algo en mi rostro pareció tranquilizarme que sencillamente asintió y chasqueo los dedos para desaparecer cualquier indició que indicará que habíamos estado habitando ahí los últimos meses. No había mucho tiempo que perder, ya que tendría que recorrer una distancia a la forma muggle. No deseaba que nadie detectara mi presencia y menos en Londres. Tenía que admitir que amaba Skallingen y que extrañaría mis caminatas diurnas, sin embargo, correr al encuentro de Bel… resultaba más tentador que otra cosa. Así que tras un par de horas, mi elfo, Emma, quien seguía dormida y yo nos dirigimos al pueblo más cercano para emprender nuestra vuelta a Londres. Hicimos varios transbordes algunos mágicos otros muggles pero al final cuando parecía que sencillamente no llegaría a la cita a tiempo… Espera, algo me detuvo, un recordatorio, un sentimiento, no sabía con exactitud hizo que frenara mi andar justo en la esquina del callejón Baker. –¿Por qué la formalidad? – Inquirí entrecerrando los ojos. @ @
  24. Los segundos siguieron la misma línea de pensamientos con los que esa mañana me levantara, sentía el viento frío sobre las mejillas mientras cerraba los ojos y rememoraba un par de imágenes para mi complacencia… Podía ver su rostro, su sonrisa pero por sobre todas esas cosas su cabellera rubia era lo que más recordaba. Tenía que admitir que estar conectada de esa forma con Drake, mi hermano, era devastador sin embargo había sido la única forma de salvarle de la propia locura. Suspiré y deslicé la palma de mi mano sobre la firme superficie de granito de la banca donde estaba sentada para saber que me encontraba en casa y no en ese sitio al que jamás habría querido acudir. De pronto la calidez de un cuerpo junto al mío rompió el hechizo en el que me hallaba sumergida y esboce una sonrisa alegre porque reconocía ese aroma que inundó mis fosas nasales y arrastro consigo los gritos que ocultaba tras una aparente calma. –Cillian –exclamé con ternura, hacía demasiado tiempo que estuviéramos juntos, mas recordaba vívidamente que la última vez que así había sido compartí con ese mago que estaba enamorada y que me casaría pronto, de eso demasiado tiempo pienso mientras mi mano viaja hasta su mejilla derecha, ahí me detuve y sin apartar mi mirada de la suya, incliné la cabeza un poco hacía mi derecha y agregue –que guapo te ves con esa sudadera. Quizá el tiempo seguiría su curso con brutalidad, no obstante en ciertas ocasiones tenía la sensación de que las personas que había conocido a lo largo de mi vida regresaban a cada tanto. Cogí la mano de mi acompañante y le hice caminar a mi lado –esa pregunta es complicada de contestar –le decía conforme pasábamos junto a una de las estatuas de los patriarcas la cual tenía alrededor rosas de color blanco –pero podría decir que estoy mucho mejor –y no mentía, había lagunas en mi mente, pero eso él ya lo sabía. –Ya sabes que nada es perfecto –declaré girando mi rostro a mi derecha para mirarle y sonreír –sabes, justo he recordado la Loveless… Ciertamente extraño caminar descalza en ese edificio –porque había dicho eso, no estaba segura pero sabía él entendería –espero que vengas con apetito –abrí la puerta de cristal del invernadero, para que ante nuestros ojos quedará expuesto la mesa de madera con dos sillas que yacía en medio de dos enredaderas de gardenias. –Dime ¿qué ha sido del chico que me llamará pequeña en la academia? –Me pregunté si sabría que hablaba de él. @Cillian
  25. El clima de ese día se asemejaba a mi interior... Un trueno acompaño las conversaciones de los comensales a nuestro al rededor mientras estaba inmersa en un sopor que se fracturó igual que un carámbano, de hielo, al estrellarse contra la dura superficie y el silencio vino antes de la tormenta. La ira... Se arremolino con violencia en mis entrañas, y como un animal amenazado me preparé para dar el primer golpe, mis nudillos se pusieron blancos al cerrar los puños con fuerza conforme él osaba traspasar mi intimidad, mi refugio. Bajé la mirada para concentrarme en no herirle, en no hacerle pagar por transgredir mi confianza, de esa forma, sin siquiera preguntar absolutamente nada. Mi cabeza palpitaba y mi corazón latía con una fuerza abrumadora que sus preguntas no tenían sentido alguno para mí, ni un sólo vocablo significaba algo coherente y poco me importaba que intentaba hacer. Me sentía herida y por demás expuesta, incluso cuando las imágenes que vio fueron ilusiones de mi ya fragmentada mente rechazaba su proceder en todo sentido. –Jamás... –mi voz tembló por la cólera, contenida, –jamás te atrevas a hacer cosas semejante –sisee bajamente –¡nunca escuchaste! –Levante el rostro para contemplar su expresión y que le quedará claro que aunque estuviera en aquel estado no requería de alguien tan entrometido. @@Albus Severus Black

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