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Kutsy Stroud Lenteric

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Mensajes publicados por Kutsy Stroud Lenteric

  1. Hacía bastante tiempo que no acudía a un sitio así, pero ya que las pequeñas estarían bajo el cuidado del matrimonio Ollivander, esa idea me causaba gracia ya que Garry en definitiva parecía que cada vez que se cruzaba con Emma o Dalí no tenía ni idea de cómo actuar, aprovecharía al máximo mis horas libres. Poder tomar un día libre y relajarme en un spa, había sido una de las mejores ideas que tuviera en un largo tiempo. Aunque bueno de igual forma deseaba un poco de compañía, ciertamente no tenía a quien acudir para esos planes, ya que dejar al patriarca de la familia Ollivander solo no me agradaba tanto como a él cuidar de mis dos retoños más pequeños.

     

    Para tal incursión le pedía Dunkel que investigara que locales del callejón Diagon ofrecían el servicio de un spa, así que dediqué parte de la mañana a estudiar con detenimiento los diferentes folletos que el elfo consiguiera, para mí, mas hubo uno que en particular llamo mi atención. Quizá porque conocía a una de las propietarias, aún recordaba mi fugaz pasó por aquella familia que me acogiera con los brazos abiertos. Así que una vez terminé de hacer mi equipaje, besé a mis dos hijas y me despedí de ambas diciéndoles que volvería pronto.

     

    Al salir del castillo Evans, cerré los ojos y aparecí justo frente al hotel Douce Tentation, relaje los hombros, humedecí mis labios y me interne en el recinto. Me dirigí a la recepción donde preguntaría sobre los paquetes que estaban ofreciendo, me interesaba relajarme, olvidarme de todo un poco y quizá encontrarme con una cara conocida –buenas tardes –dije con una sonrisa cuando llegué a mi destino –mi nombre es Kutsy Stroud, no sé si necesitaba hacer algún tipo de reservación pero me gustaría poder contratar algún paquete que incluya el spa y quizá tal vez pasar la noche cerca de una playa –iba más que preparada, con equipaje de mano, sandalias, un short de mezclilla y una blusa de tirantes blanca.

     

    @@Mia Black Lestrange

     

  2. No podía negarlo, había cierta paz en mi interior, pero extrañaba un poco aquella dolencia… Esa nostalgia, –sólo un poco– medite por breves segundos mientras caminaba sin un destino especifico, siempre había sido así, jamás tenía un plan trazado. Alguien me había dicho, una vez, que era más parecida a un ave que a un árbol. La razón era sencilla ya que mis raíces no me ataban con demasiada determinación que terminaba vagando nuevamente, en soledad en muchas ocasiones y no es que no me molestará esa forma de ser mía, lo hacía a ciertos momentos, no obstante en ciertas ocasiones escuchar los pasos sobre los adoquines me parecía particularmente extraño y reconfortante sobre todo cuando ese sonido provenía de alguien querido por mí.

     

    Suspiré presa quizá de las mil divagaciones en las que mi mente se encontraba mientras dejaba que los recuerdos se escurrieran a complacencia, no había porque poner límite a ello. Ya no importaba en realidad, al menos el llanto no se haría presente, había llorado por demasiado tiempo que al final entendí que sólo desperdiciaba la oportunidad que se me otorgaba, además, parecía que algunas veces sólo tenemos una cuota establecida de lagrimas y yo definitivamente la había excedido, de eso estaba segura, una sonrisa apareció sobre mis labios carmesí ante ese infantil pensamiento.

     

    Detuve mis pasos una vez que por inercia y porque tenía hambre quede frente al Ladureé, cuantos buenos recuerdos tenía de ese lugar, si bien recordaba había sido en ese salón de té que le regalara a Isabella, un oso de felpa para su primer hijo. Tenía que admitir que aunque existían nuevos establecimientos en el callejón, siempre tendría mis predilectos. Aquellos donde guardaba los secretos más hermosos, sólo para mí. Así que tras deliberar un par de segundos me interné en el establecimiento y me acerqué a una de las hermosas mesas desocupadas, me senté, inspiré con los ojos cerrados y giré el anillo de mi dedo anular hacía la derecha mientras esperaba que algún empleado me atendiera.

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  3. Todo había transcurrido con calma en la celebración, estaba llena de instantes que atesoraría por siempre. Después de todo, al estar en aquel castillo me sentía segura y en casa, de eso no había duda alguna. Mas un suceso cambio el ambiente a nuestro alrededor. La aparición de un joven mago hizo que más de uno de los presentes nos intrigara su presencia, una parte de mí interior se removió inquieta al escuchar el nombre con que en un principio habían anunciado a nuestro inesperado visitante.

     

    Para cuando mis pupilas se toparon con el cuerpo de aquel mago, aquello que intentaba dar rienda suelta sencillamente se desvaneció. No tenía muy claro cómo actuar o que decir, me había quedado casi de piedra al escuchar el nombre de Andrómeda, tantos errores, tantas omisiones se hicieron presentes que en algún punto deseé que la velada concluyera. De alguna forma me sentía culpable porque en otros tiempos habría ayudado al viajero sin más, pero estaba ahí con el corazón latiendo a un ritmo desigual y con una encrucijada en mi sentir.

     

    Sólo acerté a suspirar y a replegarme al fondo de la pequeña comitiva que rodeara al mago, –¿acaso no tenía preguntas? –me cuestione internamente mientras con cierta aprensión unía mis manos y me debatía en abandonar los jardines. Por fortuna Bel, había hablado después de que el joven solicitará una reunión, consideré que era el momento oportuno para irme. Tal vez Ethan al final había tenido razón y terminaba huyendo de todo aquello sabía me hería, a consciencia o no.

     

    Mi sentir volvió mis reflejos y acciones más lentas que cuando les vi partir a ambos, por una fracción de segundos mis pupilas bicolores miraron el resplandor de la fogata que estaba casi por extinguirse antes de caminar tras ellos. No estaba segura del porque hacía aquello, sin embargo algo en el discurso de la matriarca había cambiado mi determinación para desaparecer de la escena. No sabía si no sería una intrusa en aquel pequeño encuentro pero como dicen por ahí: más vale pedir perdón que permiso.

     

    Los seguí a cierta distancia, procurando que mi presencia no fuera del todo descubierta. Así que una vez entraron a uno de los salones del castillo me quedé semi escondida en la puerta entra abierta mientras prestaba atención a cada una de las palabras del viajero, en un principio decidí retirarme a mis aposentos, no obstante, al detectar la desesperación y las lágrimas en su voz, mis pies por simple impulso me condujeron a quedar frente a lo que parecía un acto por demás impensable.

     

    Mi mano derecha cubrió el ahogado grito que no emitieron mis labios al tiempo que los símbolos que observaba me hacían recordar aquellos que alguna vez porté en las manos –lo…–trague saliva con dificultad, sabía que quizá estaba siendo una entrometida, –siento – fue todo lo que acerté a decirle al mago que yacía casi al borde de un colapso emocional.

     

    @ @Andromedario

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  4. Inspiré con suavidad el aroma a mi alrededor, adoraba esa agradable sensación de paz que percibía en mi interior. Si bien en tiempos pasados siempre estaba añorando sucesos antiguos, tras cada acontecimiento que me llevará a estar ahí sentada a la mitad de mi habitación, en el castillo Evans, quieta sin pensar en nada en específico, los agradecía infinitamente. Finalmente había comprendido que no era quien había sido y no era quien intentaba ser… Reí ante ese pensamiento y sin más me levanté, me calce las botas, color caqui, me coloqué la chaqueta roja y salí del que era mi hogar.

     

    Una vez fuera del castillo miré hacia la derecha y luego a la izquierda, después tomé un puñado de piedrecillas del piso y las lancé sobre mi cabeza, algunas golpearon con suavidad mi cabello más al mirar la mayoría había caído del lado izquierdo, de mi cuerpo, así que ese día dirigiría mis pasos al callejón Diagon. Giré la sortija de mi dedo anular hacía la derecha, cerré los ojos y pensé en ese sitio que tantas otras veces había visitado y en el que incontables ocasiones había hallado el aliento, las sonrisas y la magia necesaria para continuar en Londres. Así que estaba segura que una aventura estaba esperando por mí, tras unos segundos que se desdibujaron ante mis sentidos ya me encontraba admirando los diferentes escaparates. Casi quedo perdida en un millar de atuendos de gala, pero eso fue porque tenían la peculiaridad de encantar a los compradores con sus brillantes tonos en azul, rosa y amarillo.

     

    Las compras nunca habían sido mi fuerte, pero aquel día sencillamente no pude evitar comprar un par de calderos nuevos, una vuela pluma y por supuesto un par de panquecitos de menta con chocolate. Ese sabor siempre traería consigo un recuerdo que pretendía guardar sólo para mí. No tenía un destino establecido pero de la nada mis pupilas se deleitaron con un edificio que llamó mi atención de inmediato y más al leer en un pequeño anunció que daban talleres al estilo muggle. Mi gusto por la pintura y el canto, me incitaron en adentrarme en aquel majestuoso edificio, mas grata sorpresa fue ver en el recibidor, pidiendo informes, a un mago que conocía de sobra y al que estimaba mucho.

     

    Veo que no fui la única en caer en el encanto de la libélula –le dije al mago que yacía a un par de pasos de mí – ¿no es así señor Ollivander? – cuanto había recordado al dejar que todo se desbordara en mi interior, aún faltaban algunos pedazos de mis desordenadas memorias pero el rostro de Garry Ollivander brillaba con la misma intensidad que lo hacía el de Bel o el de Cillian, hasta Ania, Isabella y un sin número de personas que recordaba con suma nitidez – es un gusto encontrarle, aquí –añadí mientras caminaba para quedar a su lado derecho y hacía malabares con las bolsas de mis compras, lo cual causo que riera y negara con la cabeza suavemente –definitivamente soy mala con las compras.

     

    @

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  5. El hecho de comenzar a ser tan directa con ella me indicaba que la bebida que ingería comenzaba hacer mella en mí, lamí mis labios evocando el sabor de mi propia sangre –ya veo –declaré pausadamente mientras una risa inexplicable provocaba que tomará un puñado de tierra y lo colocará con el mejor cuidado en uno de los pliegues del vestido que llevaba puesto –quizá tengas razón, después de todo cuando se marchó me moleste mucho –confesé segura de que pensaría que no era más que una insufrible mujer londinense o en su definición europea.

     

    Al igual que tú, también me he enamorado más de una vez –había algo que no deseaba admitir y era que el amor lo había idealizado demasiado –estuve comprometida dos veces antes de casarme con mi actual esposo –a nadie le había contado eso, porque la mayoría estábamos felices de creer que a la primera vez todo es perfecto y sólo se existe para el ser amado –verlo a través de tus ojos resulta más atractivo, sin embargo, esta ruptura me ha transformado o quizá es esa endemoniada botella –añadí riendo sin poder detenerme pronto.

     

    Las costillas me dolían debido al esfuerzo que hacía para parar y las lagrimas hacían su aparición nuevamente –sí, Ethan es su nombre terrenal –declaré inspirando profundo para evadir esa risa insensata que hacía llorar mis ojos sin razón aparente –Astaroth, es como realmente se llama, aunque bueno antes de él estuvo Mikhael y Alec, dos vampiros que al final jamás concretaron nada –mis labios se sellaron al recordar la verdad de Emma… –Mi hija –eché la cabeza hacia atrás en un intento desesperado por recobrar la claridad de pensamiento.

     

    Toda historia tiene un comienzo y bueno ya que estaba con ella porque no aprovechar –nací en Alemania, hace unos años atrás. No recuerdo que edad tengo con exactitud, aunque el tiempo para mí no tiene una coherencia como para los mortales –quizá la primicia le parecería por demás inesperada sin embargo el alcohol comenzaba a fastidiar mi propio autodominio –Magnus era mi padre, un demonio que siempre deseo protegerme al costo más grande que me arrebato la vida antes que mi abuelo, supongo que por eso idealizo el amor.

     

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  6. Escuche con atención cada una de las palabras de la mujer a mi lado, de algún modo su sinceridad que rozaba en lo casi inaceptable, me reconfortaba y la razón era que no estaba ahí para escuchar las típicas palabras de consuelo, porque las conocía de sobra y estaba harta de ellas. Definitivamente aquel encuentro resultaría por demás provechoso, al menos para mí deliberé al meditar por un par de minutos la última frase que había dicho. Ya que de cierta manera había dado en el punto álgido.

     

    Mi mente… Y si en realidad, el hecho de poseer una mente plagada de sombras y de gran sabiduría fuera la causante de tantos males y no ese corazón que latía en pecho, como indició inequívoco de mi existencia “mortal”. Cerré los ojos y mordí mi labio inferior hasta que este derramo sobre mi lengua una delicada gota de sangre, la cual saboreé complacida por la descarga de imágenes que se liberaron por ese sencillo acto –comienzo a sospechar que no eres lo que aparentas –añadí volviendo a incorporarme –y quizá sea cursi, lo que he dicho pero es lo que soy. He de preguntar, si tú no te has ¿enamorado?

     

    Sabía que igual no respondería mi cuestión, pero tras escuchar cada una de sus respuestas fue como encontrar un clave a tierra algo que sencillamente me mostraba un camino que por propia voluntad siempre encontraba, ciertamente aún me dolía la ausencia de Ethan, pero el temor que me tenía cautiva no provenía de mi corazón o mi alma, si no de mi mente que insistía en replegarse en la forma más primitiva de los seres vivientes y la razón se hallaba en los recuerdos que huían de mi al igual que cucarachas de la luz.

     

    Acomodé un mecho de mi cabello tras mi oreja, recogí hojarasca del suelo así como tierra y un par de piedrecillas para después triturarles entre la palma de mi mano y las yemas de mis dedos, deje escapar con un leve soplido –he visto muchas cosas, sin duda –reí al remover mis propias vivencias –pareces una mujer que sabe lo que siente y piensa todo el tiempo –dije antes arrebatarle la botella y beber un sorbo tan largo como la vida misma –¡esto esta fuerte! –grité levantando el rostro al cielo al tiempo que reía y volvía a posar mi mirada en el rostro de ella una vez más –y quizá tengas razón con lo Ethan Lenteric, –hacía tanto que no decía su nombre a viva voz que un escalofrío me recorrió de arriba hacia abajo.

     

    –Eres la primera bruja que me dice cosas tan sinceras…

     

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  7. Una fuerte risa rompió la tensión que experimente al recordar esa vieja rencilla entre mi esposo y yo, por supuesto que no venía por consejos con Bel, –jamás le diría a viva voz lo mal que estaba –, muchas veces alejaba a los que quería con el fin de protegerlos de mi propio vacío. De aquel que sólo mi hermano entendería, pero él llevaba años desaparecido y ni siquiera sabía si aún vivía o tal vez finalmente la muerte había reclamado al vampiro. Miré distraídamente la postura de mi acompañante antes de responder.

     

    La otra mujer que estaba con ella había desaparecido, por un segundo pensé en preocuparme, en buscarle, pero recordé que aquella desconocida sin duda volvería a casa sana y segura. Después de todo Garry y Bel, jamás se habían caracterizado por causarle daño a propósito a nadie. De algún modo inaudito, aunque no recordaba muchas cosas sobre el patriarca de la familia mi corazón, le guardaba cariño. Procedente de épocas que era casi incapaz de revocar pero el amor ni siquiera la magia podría borrar, al menos eso me decía cuando de la nada un vago recuerdo aparecía.

     

    –¿Qué tiene de especial? –Respondí con una pregunta al tiempo que inspiraba lentamente y dejaba que el rostro de Ethan se filtrara en mis pensamientos – sólo que me he enamorado de él –¿eso era todo lo que tenía que decir? Me cuestione, sin embargo, ¿qué podía decir? Qué era el típico demonio engreído o revelar que había descubierto bajo toda esa “maldad” la propia fragilidad del heredero Lenteric. Sólo atiné a tomar nuevamente la botella y a verter un poco más de licor en mi boca.

     

    Ardía… La piel de los labios quemaba, pero quería alejar la sensación cálida de sus labios, el aroma de su piel que a instantes me volvía loca por la sencilla razón de que mi corazón era necio –es…– guarde silencio y suspiré –fue el amor de mi vida –dije bajando la voz al tiempo que me recostaba sobre la tierra –llevamos varios siglos encontrándonos y esta vida para nada fue la excepción, sin embargo, he de declarar que me han dado un corazón fuera de época –reí nuevamente mientras limpiaba una lagrima que resbaló caprichosa por mi mejilla

     

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  8. Su voz me regreso al presente a ese instante donde sus brazos me devolvían cierta calma y me orillaban a continuar, asentí con una sonrisa su comentario de las arrugas. Estaba contenta de tener nuevamente una conversación tan natural, mas debía declarar que Bel parecía tener casi la misma edad que yo, al menos físicamente hablando, lucía hermosa con ese peinado “tan al natural”. Por supuesto que al ser humana ella tenía más presente las inclemencias del tiempo ante su mortalidad y no la culpaba.

     

    Caminar a su lado tomada de su mano me reconfortaba sobre manera, aunque agradecía aun más que no preguntará por… esa tristeza que aún se filtraba en mi voz, mas en momentos como estos donde una parte de mí anhela verle. Un deseo que llevaría conmigo y en el que tendría que aprender a dejar de pensar. El recorrido fue agradable y por una extraña razón me sentí como cuando tenía cinco años y Sofía, mi nana, me llevaba todas las mañanas al comedor a tomar el desayuno.

     

    Esa era la unión que poseíamos aquella mujer y yo, una que traspasaba las barreras del tiempo y quizá de la muerte pensé justo antes de que quedáramos frente a los ya reunidos –buenas noches a todos, es lindo verlos en una situación más relajada –dije mirando a cada uno al tiempo que respiraba hondo y me decía internamente, –adelante, estás en casa –.

     

    @ @ @@Scavenger Weatherwax Weatherwas @@Albus Severus Black

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  9. Detuve mis pasos al percatarme de que estaba monopolizando la conversación, situación que en definitiva una buena amiga, inesperada o no, hacía así que me giré a mi derecha y luego a mi izquierda, al igual que lo hacen los niños pequeños cuando quieren contar un secreto, me acerqué hasta su costado derecho y le susurré al oído –le diré el nombre de mis hijas, si me cuenta algo más de usted –la miré con una sonrisa y el corazón en calma al tiempo que divisaba una de esas bancas en las que Alec me había tratado al igual que cenicienta.

     

    Seguramente él me había olvidado y no culpaba, en lo absoluto, le recordaba con nitidez porque no sólo había sido mi prometido si no el hijo de una mujer de la cual nunca más volví a saber, mucha gente que conociera se había marchado o desparecido misteriosamente así que tener a Dennis a un lado mío me daba esperanzas para crear nuevos lazos en Londres –¿le parece si tomamos asiento? –Le pregunté dirigiendo mis pasos a esa banca de madera, tal vez no era la misma, seguramente muchas remodelaciones existieron durante los últimos dos años.

     

    No pude evitar suspirar al darme cuenta que aunque intentará alejarme a miles de kilómetros de algún modo u otro los recuerdos siempre acudían a nosotros si los buscábamos con esmero –de igual forma antes de nada, he de comentar que sabe mucho de arte… he de suponer que ¿le gusta? –hasta ese instante no caí en cuenta que la Rambaldi tenía un buen domino de cada pintura que viéramos además de que parecía conocer el lugar.

     

    @@Dennis Delacour

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  10. Muy pocos sabían sobre esa fecha y sin embargo, como cada año recibí felicitaciones de todas partes, desde Alemania, mis dos pequeñas me habían enviado un mensaje de “feliz cumpleaños mami”. Las extrañaba, no había duda, pero aún no estaba completamente lista para afrontar el hecho de que tendría que criarlas sola. Mi decisión estaba tomada y aunque algunos conocidos a veces solían preguntar por él, sencillamente seguía diciendo que estaba de viaje, gran mentira que comenzaba a pasarme la factura. Ciertamente jamás dejaría de amarlo, después de todo sería siempre mi primer y verdadero amor.

     

    Un suspiro escapó de mis labios al tiempo que limpiaba la solitaria lagrima que caprichosa recorrió mi mejilla –aún extraño –dije como tantas otras veces en la soledad de la habitación, hacía tiempo que después de un par de incidentes decidiera regresar a radicar con más frecuencia en el castillo de mi madrina. De la familia en la que más había durado y a la que más me sentía unida. Aunque no era una Evans por sangre, podría decir que eso poco importaba, me sentía como uno de ellos y eso jamás cambiaría incluso el estar ahí me reconfortaba lo suficiente para mirar hacía mi futuro con esperanza.

     

    De pronto algo llamó mi atención al exterior del castillo y no fueron las estrellas o la luna, si no el hermoso resplandor que inundó por unos preciosos segundos los jardines. Una sonrisa de alegría se posó en mis labios al pensar que tal vez se debía a mí ese despliegue de eventos al igual que aquel mesón donde podía apreciar un sinfín de suculentos platillos, mas no me detuve a meditar en ello y salí de mis aposentos para acudir a Bel, la cual me había enviado un mensaje.

     

    Antes de tocar a su puerta un viejo recuerdo caldeo mi pecho, mordí mi labio inferior mientras miraba mis pantalones de mezclilla y la camisa a cuadros, rojos, preguntándome si eran la mejor elección para ver a quien consideraba más que sólo mi madrina. Despejé mi mente con un ligero movimiento de mi cabeza y di un par de golpes a la puerta, ella no tardó en contestar. –sí, soy yo –, así que me adentré en su habitación, la miré como hiciera mil años que no lo hacía, todo era distinto, –tan distinto–, me sentía como si los dos últimos años no hubieran acontecido.

     

    Me da mucho gusto verte –declaré rompiendo la distancia entre ambas mientras la abrazaba y pensaba en mi último cumpleaños, intentando obviar que en toda esa extraña escena hacía falta alguien que llevaba tiempo evitando decir su nombre en voz alta, suspiré y añadí limpiando mi rostro –la emoción de cumplir un año más –mi voz sonó quizá triste, pero estaba determinada a seguir adelante, a hacer las cosas diferentes y aceptar que él no volvería.

     

     

    @

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  11. Y justo lo que buscaba ahí estaba… Emociones, puras e irrevocables. Estaba cansada de tanta represión, de dejar a un lado lo que realmente anhelaba decir y de abandonar toda etiqueta social. Estaba agotada de ser siempre la calma en medio de la tormenta, la que sencillamente sonreía ante la desgracia, la que lloraba en silencio y se tragaba su dolor solo para no ver impreso ese mismo sufrimiento en un par de pupilas que me resultaran familiares. ¿Cuánto había amado? ¿Cuánto había otorgado a los demás? ¿Cuánto más tiempo podría hacerlo? ¿A caso no merecía por una sola vez, en la vida, dejar de ser la perfecta señorita con un sinfín de fisuras? Y ser una mujer de carne y hueso, que siente, que sufre, que llora si se le grita, que sangra si se le hiere con un cuchillo o una aguja.

     

    Alguien que a pesar de poseer un corazón demoniaco, sentía y de una manera casi demencial, a tal punto que las emociones de los demás alteraban mi propia paz, porque estaba hecha pedazos, porque mis barreras habían cedido ante tanta presión que… Sí, tenía que aceptar que yo misma había elegido, y eso sencillamente a instantes me hacía rabiar. Llorar, gritar en medio de una llovizna que estaba harta de vivir sola, de tener que andar como alma en pena en un enorme castillo donde vida no existía. Algunos dirían que me estaba rindiendo, pero como lo veía… para mi significaba “libertad”. La misma que mi padre me arrebato al quitarme mis memorias sólo con el objetivo de protegerme. Hoy en día sigo preguntándome ¿de qué?

     

    Miré a la mujer que se reía de mi descarado despliegue de coquetería y respondí –primero que nada brindemos por este hermoso lugar –tenía que reconocer que la naturaleza siempre hacía claudicar mis momentos más coléricos así que tenía que agradecerle por lo que destape la botella y agregué –les aseguro que es de la calidad más alta, a tal grado que incluso seres que no somos humanos podemos sentir sus efectos si no tenemos el debido cuidado –esa botella era sumamente especial, preparada por seres que no poseían un alma terrenal en su totalidad, para un simple mortal la experiencia podría resultar ligeramente más aterradora de lo usual –y penas tengo muchas –le dije a mis dos espectadoras.

     

    Realmente estaba dando un espectáculo pensé mirando ahora en dirección del cielo, sólo por el placer de recordar el color de este antes de quizá mirarlo verde o rosado, me encogí de hombros y sin temor di el primer trago largo de lo que quizá sería una velada con tintes bastante inesperados, el amargo sabor en la boca se convirtió vertiginosamente en una llamarada de calor que recorrió cada terminación que poseía, sonreí –supongo que debo comenzar con el motivo que realmente me ha traído aquí y han sido ese par de anillos que ahora tiene en su posesión –busqué el lugar más cómodo y sin más me senté –el demonio que me las dio lleva desaparecido mucho tiempo y estoy cansada de seguir esperándole –la verdad afloro como una colorida flor en medio de un cruel desierto.

     

    Estaba molesta con él, por haberse ido sin decir ni una palabra. Ciertamente la tormenta ya casi había concluido. La familia agonizaba y yo me sentía como si estuviera estancada, detenida por su memoria. De cierta forma le guardaba resentimiento por “su forma de amar” ese había sido su respuesta al confrontarle con respecto a esa fugaz aventura ¿realmente quería recordar eso? Me pregunté mientras exhalaba profundo y le extendía la botella a mis dos acompañantes –pero no me dejen beber sola, sé que igual piensan que estoy loca y realmente no están tan fuera de la verdad pero eso en realidad no es tema de conversación ¿cierto?

     

    @ @

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  12. Espere por la respuesta de la joven bruja y al escucharla no pude evitar humedecer mis labios mientras mi sonrisa denotaba aun más mi alegría por aquel encuentro, no concertado, realmente la señorita Delacour era muy lista de eso no había duda, y por supuesto jamás lo negaría, tal vez se debía a la claridad de sus pupilas que era capaz de mirar más allá de lo que mi propia oscuridad había consumido o era que en realidad mi corazón humanizado delataba mis verdaderos sentimientos. Intuía que de ahora en adelante sería como andar en un oscuro túnel, segura de que al final había luz, al menos eso sentí cuando fue ella quien marcaba los pasos a seguir.

     

    Tiene usted razón, a veces las alteraciones pueden tener un final feliz –comenté justo en el momento en que ingresábamos a una sala donde las luces bajaban de tono cada tanto y la temperatura del lugar era inusualmente más fría –supongo que es para una mejor conservación de las pinturas –dije con distracción recordando que a Ethan le gustaba el arte y que el castillo estaba plagado por un sinfín de pinturas, esculturas y alguno que otro artefacto que seguramente ese museo apreciaría mucho –pero he de comentarle que la oscuridad no es tan terrible –me detuve justo frente a una obra que me hacía pensar en que incluso en la oscuridad más insondable la luz existe –después de toda una no pude existir sin la otra.

     

    Sabe señorita Delacour, es agradable poder conversar con una persona de cada una de estas inquietudes –guardé silencio un momento –casi siempre son para mí conversaciones internas, hace unos meses que mi familia ha desaparecido casi por completo, sólo mis dos hijas pequeñas y yo quedamos en el castillo de la familia Lenteric –extrañamente no sentí dolor o pena por contar aquella verdad, no al menos al lado de esa dulce joven –y estoy segura de que no conoció a la bruja que mencioné hace un momento, ella se marchó mucho antes de que yo decidiera dejar la familia, aunque he de confesar que una vez Rambaldi jamás uno deja de serlo –por supuesto lo decía la mujer que había pasado por varias familias en Ottery sin encontrar una en la que realmente pudiera permanecer por más de un par de meses.

     

    @@Dennis Delacour

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  13. Y así como lo había deseado Dennis me siguió, por lo que sonreí para mis adentros al tiempo que miraba sin un verdadero interés las obras de arte que nos rodeaban –Rambaldi –pronuncié deteniendo mis pasos y volviendo mi vista a su cara –tengo tan buenos recuerdos de esa familia, Ashley, fue la primera bruja en darme la bienvenida a Londres, además de por supuesto ser mi madre adoptiva –. Era extraño encontrarme con tantas coincidencias aquel día, pero ¿quién era yo para decir que no? Después de todo hasta hacía un momento había anhelado desandar el camino ya recorrido.

     

    El primer apellido que poseía hablaba de que seguramente existían muchas personas que cuidaban de ella, sin darse cuenta, por lo que su aseveración de “cuidarse sola” sólo hizo que una risa, genuina de diversión rompiera en suaves notas mi propia nostalgia, –gracias –, agregue cuando pude detener aquel poco educado despliegue de actos –hace tiempo que no reía de esta forma –quizá movida por la propia necesidad de aceptación de esa nueva etapa, de mi vida, fue que extendí mi mano hacía la bruja de orbes azules –un gusto Dennis, hoy has ganado una buena amiga –guiñé mi ojo derecho y continué con mi incursión.

     

    Mordí mi labio inferior y reflexione sobre la pregunta que me hiciera –lo pondré así –señalé a lo lejos la estatua de una pequeña bailarina –parece que esa pequeña no puede ser dañada ¿cierto? –Inquirí dirigiendo mis pasos hacía esa obra –mas ciertamente, desde el instante que ha llamado mi atención nuestros caminos, “destinos” –dibuje un par de comillas en mi última palabra –o en lo que creas, nos da la oportunidad de trasgredir o crecer en armonía, eso ya es decisión de cada cual, no obstante, innegablemente –giré alrededor de la inamovible estatua –nuestro centro gravitacional nos obliga a andar un camino del que al terminar ambas, no seremos las mismas así que ya se ha producido una alteración –dije mirando a Dennis mientras acomodaba un mechón de mi cabello tras mi oreja.

     

    @@Dennis Delacour

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  14. Ahí estaba esa vaga sensación de familiaridad, esa emoción que provocaba que un par de suspiros escaparan de mis labios al reflexionar sobre mi “depresivo estado”. Esas habían sido las palabras de Dunkel, el amable elfo que cuidara de mi desde niña, al encontrarme sollozando en el cuarto del baño mientras contemplaba una de las innumerables fotos de la boda, de esa celebración que ahora no era más que un eco de lo que algún día logré alcanzar. La pintura que contemplaba, jugaba en mi contra y aún de ese modo me las arreglé para sonreír cuando la voz de una joven interrumpió el tropel de sensaciones que amenazaba con sepultar mi aparente buen humor.

     

    Una risa juguetona evocó mis labios al tiempo que giraba sobre mi propio eje para mirar a la joven, mis pupilas bicolores se deleitaron con la claridad en su mirada y con la calidez que su sola presencia le daba a la sala. Que por breves segundos me pregunté, si por vez primera estaba frente a un ángel. Anteriormente, yo misma había sido comparada con uno, y lo era pero uno oscuro, un demonio que yacía con las alas rotas y un corazón demasiado humano pensé antes de volver mi atención a mi inesperada acompañante –que acertadas palabras la suyas, podría decir que el mundo se divide en dos sencillas emociones de las cuales las demás se derivan por lo que deseo agregar que a usted…–guardé silencio por breves momentos y volví mi vista a la obra una vez más.

     

    La amo –dije sin más, olvidando que en ciertas ocasiones mi sinceridad y terquedad ante la idea de jamás callar lo que se siente me metía en problemas –al igual que a la pintura –reí, no si presa de mi propio nerviosismo o porque sencillamente estaba contenta de conocer a alguien nuevo. Además aquel encuentro ninguna de las dos podríamos olvidarlo, ¿cuántas veces un extraño dice amarte? Me pregunté comenzando a andar nuevamente, esperaba que ella me siguiera –mi nombre es Kutsy Stroud, soy una bruja baste inusual, pero le prometo que no le dañaré a propósito –añadí justo en el momento en que la obra de un artista británico capto mi atención.

     

    @@Dennis Delacour

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  15. Miré la entrada del museo por más tiempo del que planeé, los sentimientos estaban a flor de piel y la razón era porque después de tanta tormenta y silencio había decidido seguir con lo que era mi vida. Volver a desandar lo andado, era improbable, sin embargo estaba de humor para visitar un sitio que conociera en otro tiempo, y por supuesto en circunstancias muy diferentes. Al entrar un par de memorias juguetearon con mi autodominio y por breves segundos contemple las sombras de un pasado que resultaba entretenido analizar tras cada paso que me llevó a terminar nuevamente sola en un gran castillo.

     

    Una ligera sonrisa se posó sobre mis labios al tiempo que pasaba los dedos por entre mi cabello, negro, aún me costaba acostumbrarme al hecho de que hacía un par de días atrás lo había cortado. No echaba del todo tenerlo largo, pero a veces el reflejo que me devuelve el espejo me cuesta trabajo reconocer. Así era mi nueva vida, con el cabello hasta los hombros, los ojos pintados siempre con delineador, los labios de un intenso labial rojo y un par de jeans desgastados, los cuales en esta ocasión llevaban una rotura cerca de cada rodilla. Me adentré en el museo, con tranquilidad admirando las piezas y pinturas en exposición.

     

    Ciertamente estar en un lugar tan callado, donde sólo un pequeño grupo de jóvenes hacía bromas y una pareja de brujos de no más de sesenta años eran mis acompañantes, resultaba el sitio adecuado para conocer gente nueva. Al menos que le gustaran las pinturas o el arte, pensé mientras mi mirada pasaba de un cuadro con demasiados puntos a otro que provocó que casi recargara mi cabeza sobre mi hombro derecho -definitivamente el arte... -guardé silencio y mordí mi labio inferior al pensar en lo que la imagen me recordaba -juega con las emociones.

     

    @@Dennis Delacour

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  16. Y las sorpresas jamás acaban… Ese fue mi último pensamiento justo antes de que la otra joven apareciera, la cual llamo sobre manera mi atención, debido a su vestimenta. Ciertamente tenía siglos de conocimiento, en cuando a varias eras en las que el hombre había vivido, sin embargo mi cuerpo, mortal o no a instantes, tenía la edad de cualquier ser humano que me rodeara. Por supuesto esperaba que en realidad tuviera los años que aparentaba, ya que tener hijos a los dieciocho años para nada me parecía atractivo.

     

    Nuevamente me desviaba de lo importante y en esta ocasión tenía que prestar toda mi atención a mis dos acompañantes, ya que aunque corteses en sus palabras existía algo que sencillamente no cuadraba en toda aquella extraña escena. Me sentía desconfiada, cosa inusual en un demonio, quizá aquél bosque guardaba más secretos de los que yo misma podría ser capaz de desvelar. Así que me concentré en escuchar cada una de las palabras de ambas al tiempo que pensaba sobre la posibilidad de tal vez pasar la noche ahí.

     

    Posiblemente estaba de un humor bastante juguetón, los demonios a veces solemos ser demasiado incomprendidos cuando sólo queremos “divertirnos”, así que tras un par de asentimientos de mi parte a las declaraciones de cada una. Y ante la posible velada entre aquel apacible y misterioso lugar, suspiré y medité un par de minutos mi siguiente respuesta al tiempo que daba tres pasos a mi derecha y tocaba la corteza de uno de los árboles.

     

    Le dedique la sonrisa más seductora que poseía a la mujer más alta y dije en tono bajo –si he comprendido bien… –hice una pausa y me incliné para levantar la falda del largo vestido verde oscuro que llevaba puesto y deslizar mis pies de mis zapatos –sólo tengo una opción, y no podré cumplirla si usted no me ayuda –mis pies desnudos quedaron nuevamente bajo el resguardo de la tela –y mi deseo es más que claro, en cuanto a uno de los que ocupan el patriarcado de esta familia.

     

    Mi lazo con Bel era fuerte, sin embargo, con su esposo existían lagunas y sombras que llamaban con insistencia en mis momentos más inapropiados. Tenía claro que deseaba ver a mi madrina… Pero al mago que acompañaba sus pasos, a ese “hombre” no lo tenía claro, era él quien en realidad me tenía dando vueltas en aquel sitio. Saqué de entre los pliegues de mi vestimenta mi varita y apunte en dirección de la primera bruja que me encontrara –desconozco el parentesco que guarda con el señor Ollivander, sin embargo, no puedo negar que ella –señalé a la otra con un movimiento de mi cabeza al tiempo que haciendo una floritura conjuraba una botella –es otra historia, por lo que les invito un trago –el liquido dorado resplandeció por unos segundos –de tequila.

     

     

    @ @

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  17. Hola

     

    Desde hace un rato que había quedado en pasarme, pero por una u otra situación sencillamente no podía. Pero finalmente he podido aprovechar este rato de osciosidad desempleo xD para hacer valida mi palabra >_> Asi que acá me tienen... Leyendo las anteriores admisiones para averiguar si había ficha y que creen!! no la hay :sad: y eso de improvisar definitivamente me va mal(?

     

    Aquí vamos... Pues miren yo he venido para integrarme como amiga de la familia :love: ya que mis dos familias por el momento estan cubiertas, en caso de que algo raro ocurra (? seguro que me uniré con algún lazo más juerte que el de la amistad :perv: aunque mi amistad vale oro B) jojojo

     

    Saluditos queridos míos <3 :ninja: :ninja: :ninja:

    Con todo el amor del mundo Lamorosa de Kutsy

     

    @ @

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  18. Sabía que no estaría sola por mucho tiempo, le sonreí a la mujer cuando dijo mi nombre, quizá podría parecer extraviada, sin embargo, quienes me conocían entendían que esa era mi forma de actuar. Miré detenidamente los rasgos de mi acompañante encontrando en ellos cierta familiaridad, ladeé la cabeza ligeramente y antes de preguntar si nos conocíamos mi atención se concentró en el par de anillos que sostenía en realidad no son suyos ni míos respondí con tranquilidad al tiempo que recordaba a Ethan son de mi esposo, pero mientras vuelve puede quedarse con ellos

     

     

    Deje en el aire la inconclusa situación de que aquellos objetos pertenecían a la familia Lenteric y nadie más, incluso llevando meses separados la propia muerte nos unía y llegado el momento aquella mujer los devolvería y conozco al matrimonio declaré, con simplicidad al tiempo que hacía una ligera reverencia estoy de visita pero me temo que este bosque tiene algo especial porque no consigo encontrar el camino hacía ellos.

     

     

    Reflexione unos segundos sobre mis palabras y añadí pero estaba segura de que encontraría a alguien que pudiera auxiliarme la mujer que estaba conmigo sin lugar a duda conocía algún tipo de arte ancestral mas he de preguntar ¿cómo ha sabido mi nombre? era una de las tantas preguntas que tenía en mente y por supuesto el suyo, supongo que igual sabe que soy ahijada de la señora Ollivander seguía sin recordar a Garry, aunque ese detalle ya no me alteraba como antes, era divertido de cierta forma que cada vez que lo veía era como conocer a una nueva persona siempre.

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  19. Había escuchado de aquel sitio…

     

    Pero había retrasado mi visita, ante el absurdo anhelo de no tener aún aquellas genuinas grietas que delataban que algo en mí se había roto definitivamente, sin embargo actualmente disfrutaba más de la libertad de mis pasos y de mis propias decisiones que me parecían a momentos, sencillamente, caprichos dichos por un alma que hacía siglos permanecía en un claustrofóbico silencio.

     

    El ruido que producía mi andar me reconfortaba mientras los suspiros se hacían presentes e imaginaba secretamente la razón del porque me sentía tan desorientada en aquel majestuoso bosque –podría declarar que eso es bastante inteligente o quizás zagas –le conteste al viento que mecía las copas de los árboles a mi alrededor al tiempo que abría la palma de mi mano derecha y dejaba caer sobre la tierra fértil mi anillo de compromiso y el de boda.

     

    Había elegido justo ese sitio para dar por terminado esa historia que comenzara con una canción y terminara con la renuncia de mi propio juicio. Sonreí y sin mirar atrás continué mi marcha esperando que algún conocido, persona o criatura viniera a mi encuentro. Ya que en definitiva no tenía ni idea de cómo llegar al hogar de aquel emblemático matrimonio.

     

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  20. El viento parecían anunciar un terrible desenlace, las pequeñas manos del elfo se retorcieron, por enésima vez, una contra la otra mientras continuaba vagando de un lado a otro de la estancia del castillo… De algún modo agradecía que la morada luciera tan vacía, aunque estaba consiente de que los sirvientes se encontraban probablemente escondidos en sus aposentos o quizá en las cocinas, eso poco en realidad importaba, las dos pequeñas hijas de la matriarca yacían en Islandia, siendo cuidadas por un ser del que poco él conocía pero en el que Kutsy había confiado hasta el último momento en que sus ojos se cerraron hacía tres días atrás…

     

    La concurrida ida y venida de las personas que laboraban en el castillo llenaban de cotilleos hasta los lugares más recónditos. Ciertamente hacía varios meses que nadie, fuera de la familia pisaba los terrenos, mas los habitantes estaban habituados a eso. La matriarca comenzaba a resentir la quietud de tan enorme morada, por lo que la mayor parte del tiempo se la pasaba en diligencias, con sus dos pequeñas hijas, Emma y Dalí, las últimas descendientes de una familia que parecía agonizar pero que se resistía a morir sin más.

     

    Poco se hablaba del paradero del heredero o de su ausencia, nadie preguntaba y cuestionaba nada. Los días transcurrieron hasta la mañana del sábado, como cada tanto Dunkel, preparaba la habitación de la señora así como la de sus hijas, ya era una costumbre que justo a las doce del día las tres almorzarán justo en el lugar donde la boda se llevara acabó. El elfo jamás preguntó porque había elegido precisamente ese sitio para realizar ese “ritual matinal”, donde juntas reían y se veían contentas. Sin embargo, si alguien realmente prestaba atención a las pupilas de Leyla habrían notado que la oscuridad se expandía con demasiada premura.

     

    Mas Ethan, el demonio que pudiera contenerle sencillamente no daba señales de vida y aunque la heredera Stroud no lo dijera a viva voz, su corazón cada vez más débil había comenzado a transformarse peligrosamente. Dunkel se preguntaba: –¿Cuanto durara esta calma, Magnus? –después de despedirse las tres y dejarlas a solas para que disfrutaran de lo que aquel sábado habían ordenado.

     

    Y no había durado lo suficiente. Kutsy llevaba sumida en un aparente sueño tres días, en los cuales Emma y Dalí habían desaparecido en el mismo instante en que su protegida, su amada hija, se había desplomado en su habitación al mirar la luna como tantas otras veces. El había estado ahí atento a sus movimientos, torpes para un demonio de su categoría, todo pasó en un borrón de instantes indescifrables.

     

    El aullido de uno de los lobos de la pareja le alertó de la cercanía del visitante que había llamado. Tras un chasquido de sus dedos, su decrepito cuerpo apareció frente a la cabaña, una sonrisa enigmática esbozaron sus labios al escuchar las palabras del mago –lamento la premura con la que le he solicitado –dijo abriendo la puerta de madera, provocando que un rechinido cimbrará la quietud que les había envuelto –le prometo que su tiempo será más que sólo el necesario –añadió antes de invitarle a pasar. Jamás le había dado por mentir a seres que la matriarca apreciaba pero en su precaria situación olvidaría todo ello, por salvar su vida.

     

    Al entrar el visitante podría contemplar una docena de pinturas, que irían desde el bosque que les rodeaba así como también hermosos lagos al atardecer, hasta aquel donde se aprecia el silente recuerdo de la efímera existencia. Sí, Kutsy había dibujado el mismo purgatorio, el que recordase noche tras noche. Era irónico pensar que estaba tan cerca de descubrir cual era su verdadero yo… Y Magnus le condenara a la muerte sólo por protegerla de su padre, de aquel ser que deseaba con vehemencia, el encanto de sus alas caídas, de la dulzura de la sangre de su nieta para los moribundos que agonizantes acudían a su lado para acertar el golpe final a sus patéticas existencias.

     

    El elfo esperaba que la luz de una vela fuera más que suficiente para la mirada del señor Ollivander, ese ser que sin proponérselo se convirtiera en… detuvo su pensamiento, en el instante que un escalofrió recorrió su espina dorsal y le hizo lanzar un hechizo justo a las escaleras que se encontraban frente a ellos –¡detente! –Gritó cuando el impacto del rayo azul dejo iluminar la silueta de una mujer de pie en lo alto de la escalinata –he dicho que te detengas –sus manos temblaban, así como su corazón latía con fuerza, más no por miedo a lo desconocido si porque jamás podría hacerle daño…–no a ella –se dijo en un susurro al tiempo que bajaba la vista y apagaba la vela que llevaba consigo.

     

    Suspiró y miró al mago que se encontraba detrás de él. Sin más tomó su mano, mas cuando creyó que el peligro había pasado. Un agudo lamento laceró sus oídos que hizo soltará al licántropo y cayera de rodillas –de…–sus palabras quedaron atascados en sus labios mientras la negrura los tragaba por completo, ni siquiera la luz de la luna podría llegar a los confines de ese pequeño infierno personal.

     

    Huya…–exclamó el elfo que con su último esfuerzo conjuro un encantamiento que transportaría al hombre fuera de la cabaña, sin embargo no ocurriría así, debido a que Astartea había tomado completo control del lugar. Él hombre despertaría cerca de un lago, la brisa calida mecería sus cabellos y llevaría el aroma de las lilas hasta su nariz, la hierva bajo su cuerpo le indicaría que el verano se encuentra en total plenitud, además de que a la orilla de aquel cuerpo de agua alguien cantaba.

     

    La luna llena es mi amante –cantaba con monocorde voz una jovencita de catorce años – la luna se ha enamorado del León que ha de arrebatarle el corazón al lobo cazador…

     

    @

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  21. Si bien la sensación del agua cubriendo mi cuerpo no resultó tan desagradable, ni mucho menos sentir la ropa mojada contra la piel… Lo que realmente me había detenido por un momento el corazón fue la posibilidad de que aquella liana me arrastrara al fondo de la piscina, sin embargo, sabía que estaba en la Evans y eso jamás permitirían ocurriera. Si en algo se caracterizaba esa familia era su predisposición a ayudar tanto a los suyos como los que no lo eran.

     

    Así qué me relajé y disfruté de la vista que el agua me otorgaba, aunque esta fue corta ya que mi cuerpo fue arrastrado fuera del alcance del agua, para ser puesto sobre la hierba. Me tomó algo de tiempo reconocer el rostro del mago que había venido en mi auxilio. No podía creerlo, era Edward, aquel joven que cortejara a Andrómeda, –mi hija–, pensé antes de responder a sus preguntas –gracias –dije primeramente dejando que mis pulmones disfrutaran del aire puro que me rodeada.

     

    Y sí, estoy bien –miré su rostro, el cual me arrastro a recuerdos que ya no dolían y tampoco importaban –¿Quién…? –No pude terminar de formular mi pregunta por la calidez y la preocupación de una voz que sencillamente jamás olvidaría –estoy bien –reí, quizá presa del shock, no lo sabía, o tal vez porque su presencia confirmaba que mi regreso traería consigo cosas muy buenas –te prometo jamás volver a desaparecer –añadí cuando la pequeña elfina me ofrecía una toalla.

     

    Me alejé sólo un par de metros y después, tras meditarlo, me quedé quieta mirando a los presentes, antes de que la pequeña criatura me insistiera, una vez más, a continuar mi marcha hasta los aposentos de mi amiga, decliné su petición, –¿Brina, cierto? –Le cuestioné, al tiempo que me inclinaba a su lado y le susurraba –te importaría traer la ropa aquí –Brina me miró con desconcierto primero a mí y luego a Ania que hablaba con los demás familiares –por favor…–le pedí con una sonrisa.

     

    Volví nuevamente a la escena del crimen, ya que en realidad se discutía sobre que mi “bienvenida” no había sido del todo divertida si no más bien peligrosa –¿quizá deberíamos buscar una gallina gigante? –solté de pronto, cuando Brina aparecía, con ropa nueva y me la entregaba –espero que no les importe, pero si gustan cerrar los ojos me cambiaré justo aquí… –dejé que la toalla que me cubría callera al piso y me quité el vestido esperando que me dieran un poco de privacidad –no es por nada pero no deseo volver a encontrarme con un nuevo huevo dorado –dije como quien no quiere decir que tiene miedo.

     

    @@Ania Evans Weasley @@Syrius McGonagall @ @

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  22. Como era de esperar no tardo mucho en acercarse a mí, un hombre que se presento… Lo miré detenidamente puesto que algo en su mirada o en su forma de caminar había llamado mi atención, quizá porque me recordaba a ese andar presuntuoso que mi medio hermano ostentaba, suspiré, <<¡Cuánto les hecho de menos!>>, pensé en el instante que esbocé una sonrisa y respondí a Djvash.

     

    Un gusto mi nombre es Kutsy Stroud –le dije al mago al tiempo que le dedicaba una delicada reverencia –déjeme decirle que posee un lugar sumamente agradable y exquisito –declaré tomando de uno de los estantes una figurilla de porcelana que había llamado mi atención desde que posará mi mirada heterocromatica en toda la variedad de objetos que me recordaban a Drake.

     

    Suspiré presa de mis propias ensoñaciones –he de preguntar, si usted es italiano –reí negando el hilarante argumento que mi mente comentó al escucharme decir tan absurdas palabras, tal vez el hombre frente a mí diría que había perdido la razón y no lo culparía por lo que sólo añadí –perdonará, comparto poco con personas adultas –dije mirando su rostro –mi mundo son mis dos hijas pequeñas, y sabrá, si tiene hijos lo mucho que su mundo se disocia del nuestro.

     

    @@djvash Asturias

  23. Miré el reflejo de mis pupilas en el espejo del baño antes de sonreír, ciertamente seguía extrañando un poco tener el cabello largo pero un cambio nunca vendría mal me repetía a mi misma cuando me descubría suspirando por quien había sido meses atrás. Ciertamente ahora me veía y me sentía diferente, finalmente después de tantos altibajos era una digna representante de la familia Stroud, un león y un lobo a la vez.

     

    Seguí mi camino sobre el callejón, tenía un poco de tiempo antes de que las pequeñas salieran del colegio así que esa mañana había decidido consentirme con algún recuerdo de Italia, extrañaba a Drake, así como a mi sobrino y … a ella también. Pero sabía que por su seguridad jamás podría decir sus nombres una vez, así que por esa misma añoranza dirigí mis pasos hacía lo que me pareció ser un Bar y una tienda de recuerdos, o algo parecido.

     

    Era un lugar elegante, eso no lo podía negar, en lo alto podía leerse Pizzico de Milano. Entré con calma y grata fue mi sorpresa al descubrir que en la primera planta estaba el bar, donde ya un par de comensales se encontraban disfrutando de un grato desayuno, sin embargo, mi incursión continuó hasta la segunda planta donde se encontraba justo lo que buscaba. Pero supuse que era muy temprano para desear vagar en aquel pedazo de Italia porque parecía ser la única presente en aquel sitio tan lleno aromas, sensaciones y recuerdos.

     

    @@djvash Asturias

  24. –Que predicamento –no dejaba de repetir Dunkel mientras caminaba de un lado a otro de la habitación. ¿Qué debía hacer? ¿A quién debía llamar? ¿Quién? Se preguntaba la pequeña criatura, conforme los segundos morían y daban a luz un nuevo minuto, –¡no hay tiempo que perder! –se dijo a si mismo y chasqueando los dedos apareció pluma, tinta y un pergamino que llevaba el sello de la familia Stroud.

     

    El emblema de aquella familia antiquísima sólo lo conocían unos cuantos, por los elementos representativos de los dos fundadores… Un león al lado de un lobo que le aullaba a luna que cubría a ambas bestias que parecían tan opuestas pero tan similares en esencia. Protección y poder era lo que los descendientes de dicho linaje heredaban de sus antepasados, además de un sin número de secretos. Sin embargo, ¿qué familia no los tenía?

     

    Con premura el elfo comenzó a redactar sobre ese desgastado pergamino una misiva, de urgencia, para él único mago en Ottery que llegaría a entender lo precario del asunto. O al menos eso suponía él, hacía bastante tiempo de conocerle y siempre le había juzgado con buenos ojos, incluso cuando Kutsy perdió las memorias que compartiera con ese otro ser que al igual que ella llevaba la división en su mirada.

     

    Entendería que ahí se encontraba el secreto, se cuestiono por breves segundos mientras con otro chasquido aparecía justo frente a Amantadina, la cual ladeo su cabeza y extendió la pata para que la carta fuera atada. La lechuza de ojos ambarinos emprendió el vuelo mientras en lo alto de una de las torres del castillo, Dunkel, el amigo de toda la vida de la matriarca Lenteric, ponía sus esperanzas en aquel joven que una vez llegará al edificio Loveless completamente maltrecho y el cuál seguramente no tendría idea de quién era en realidad Kutsy Stroud.

     

    Sin embargo en las memorias del mago… La respuesta que la bruja de pupilas bicolores buscaba con insistencia se encontraba. El elfo, suspiro profundamente y por vez primera la verdadera edad que poseía se veía reflejado en su mirada, continuó su marcha esperando que él fuera la esperanza que tanto anhelaba para su amada “hija” sabía que no tenía derecho de llamarle así, pero era como la sentía, cómo siempre la vería y la había visto.

     

    Aun recordaba sus primeros pasos en la hacienda Stroud, esa primera infancia casi eliminada a causa del sello que yacía en su corazón. Volvió sus cansados pasos al improvisado aposento que se encontraba casi en penumbras, donde justo al lado de la única ventana yacía un lecho, tan sencillo a los ojos del espectador. Mas la persona que yacía ahí quieta, como suspendida en un apacible sueño era la misma bruja para la cual pedía un milagro, aunque en esas cosas él no creía.

     

    El ave voló tan rápido como sus alas se lo permitieron, de algún modo sabía que el mensaje escrito era de suma importancia que no dejaría que nada y nadie la detuviera. Sentir el viento sobre su plumaje la hacía sentir libre… Extrañaba esa libertad, esa adrenalina que llenaba cada terminación, sin embargo, su cometido estaba por llegar a su fin cuando divisó al mago que buscaba y sin miramientos, protocolos y de más preámbulos se posó sobre su hombro derecho.

     

     

     

     

     

    Querido señor @

     

    Perdonará la premura de mis palabras, así como lo escases de estas, pero no he tenido a quien más acudir. La persona que debería estar a su lado… en estos instantes se ha marchado y si no se hace algo pronto por la señora, me temo fallecerá y no de forma natural, porque en realidad los demonios jamás mueren.

     

    Así que le suplicó que acuda a mi llamado… Que al igual que el lobo salvaguarde la integridad del león.

     

    PD. Le estaré esperando justo en la cabaña que se encuentra en el Castillo Karlštejn hoy a media noche.

    Dunkel, elfo de Kutsy Stroud

     

     

     

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  25. Y… si, ¿daba la vuelta? Me cuestione mientras mis pasos siguieron andando sin poder responder a esa pequeña interrogante que llevaba semanas torturándome. ¿Por qué me resultaba tan difícil dar la vuelta y marcharme? ¿Por qué? Me repetí internamente conforme la cercanía al que fuera mi hogar en muchas ocasiones dejaba claro que está vez no huiría, incluso cuando una parte de mi lo deseaba, secretamente.

     

    Con un suave movimiento negué mi propio desazón ante las repuestas que había obtenido al estar fuera de todo ese mundo. Una vez más reí por lo graciosa que debería verme ante los que pasaban a mi lado, pero en realidad eso poco me importaba. Había llorado, me había perdido, destrozado, callado, negado, humillado… Y mil cosas más por seres que al final no deseaban ser salvados, pero jamás había visto mi rostro detenidamente en el espejo.

     

    Cuando finalmente estaba frente a la puerta de aquel imponente castillo, recorrí con la mirada la entrada y no pude evitar divisar a unos pasos de mí un huevo dorado, tan brillante y llamativo que recordé un viejo adagio: “La curiosidad mato al gato”. Mordí mi labio inferior por breves segundos antes de estirar la mano derecha y rozar con la yema de los dedos lo que seguramente terminaría siendo una mala idea.

     

    Y no me equivoque…

     

    Un grito agudo escapo de mis labios carmesí al tiempo que una gruesa liana, salida de quien sabe dónde, me había atado de piernas y manos. Llevándome a su antojo al interior del terreno de la familia Evans, sólo era capaz de gritar y forcejear por la tan inesperada bienvenida. –¡Ayuda! –Conseguí proferir justo cuando esa misma enredadera cubría mi boca y me dejaba a su merced.

     

    Y por más que intentos por zafarme de aquella extraña situación en la que estaba, no lo conseguí hasta que el piso bajo el vestido magenta, desapareció y fui a dar directamente al único cuerpo de agua presente en la propiedad, un ¡no! Ahogado murió en mi garganta… Mi cuerpo quedo cubierto por agua y sólo fui capaz de ver el cielo sobre mí.

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