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Arya Macnair

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Todo lo publicado por Arya Macnair

  1. http://i.imgur.com/EZV7hsg.png —Muchísimas gracias, Katara— La voz de la pelirroja resonó en la puerta de la oficina de la dueña de aquel maravilloso negocio que cumplía con todas sus expectativas. Semanas atrás había acudido a ella con la finalidad de alquilar "Ranas Lunares" para el bautismo de los mellizos de Kyttara, dado que Seinmontt era su pequeño y bello ahijado, no podía hacer menos. Hoy día, parada frente a la puerta de entrada, Arya contemplaba el enorme cartel que había hecho con sus propias manos y le había pedido a uno de los empleados que pagase para que los invitados no se perdieran o siguieran de largo al momento de encontrar el lugar, —Vaya, si que me he lucido, ¿Eh?— sonrió de lado y acunó al pequeño bulto dormido entre sus brazos; ya casi no tan pequeño. En el primer piso, todo se disponía tan pulcro como lo recordaba, más allí no se detendría, aunque un par de figuras femeninas le hicieron contradecirse. —Señoritas, muy buenos días— saludó a Katara y a su acompañante, Mía, una vieja amiga a la que normalmente echaba de menos. Tras la distracción, se dirigió hacia las escaleras que le llevarían al segundo piso, no sin antes echar un vistazo muy por encima, sobre la puerta de la cocina, esperaba que la comida no se fuese a demorar tras la ceremonia, puesto que el Negocio no contaba con servicio de meseros y sería ella misma la encargada de servir las mesas, quizás, con ayuda de su hermana Alessandra. Una vez en el segundo piso, sus labios se despegaron formando una enorme "O", absorta por lo que sus ojos azules veían. Lyra y sus empleados se habían esmerado sobre manera. Las mesas para los pocos invitados se disponían a los lados del salón, bordeando las paredes, donde unas pequeñas ranitas silenciosas saltaban de aquí para allá; todo estaba forrado por telas en color beige, blanco, pastel y dorado. Unos cuantos globos adornaban las esquinas, alternándose entre celestes y rosados, respectivamente. La vajilla era de brillante y pulida plata, las servilletas a los lados de la porcelana pintada con pequeños gatitos y ovillos de lana, estaban bordadas con las iniciales de los pequeños homenajeados: Seinmontt e Ivannaly Ámbar despertó al cabo de unos segundos y pidió a patadas, bajar de los brazos donde estaba recostada, —Ya ya, calma por favor— replicó su madre intentando que no la golpeara mientras acababa la rabieta y la dejaba en el suelo, —No toques nada ... ¡No!, mejor dicho, Ámbar, no incendies nada— sus últimas palabras fueron una orden demasiado seria para estar hablándole a una niña de tan solo un año, pero sabía que su hija era mucho más capaz que cualquier otro infante, y aun no controlaba del todo bien sus pequeños poderes. En el centro del lugar, la barra había sido momentáneamente oculta bajo un encantamiento que no la dañaría en lo absoluto, para dar paso al arco donde el Sacerdote o la Sacerdotisa, su querida ahijada no le había informado aun quién sería, entregaría al par de mellizos, a los Dioses. Una fuente de cerámica antigua, algo amarillenta, con agua bendita en medio, posiblemente proveniente de Avalón, tan cristalina como pura, el ingrediente que no podía faltar. Una vez cerciorado que todo estaba donde debía estar, sonrió ampliamente y tomó la mano de Ámbar, justo cuando la pequeña diablillo intentaba tomar una cuchara de la mesa, jalando del mantel. —Falta el toque especial— le dijo acariciando su rojiza melena, casi podía sentir que sus mechones le quemaban los dedos al enredarse, "Vaya, cuanto poder" pensó dejando de sonreír y encaminándose hacia la tercer planta, donde se encontraban los disfraces. Veinte minutos después, regresaba junto a una hermosa gatita en dos patas, quién maullaban y corría de aquí para allá, como si realmente fuese un felino; era tan grato ver a su hija feliz y saludable. @KyttaraBlackPerduts
  2. —Gracias, gracias Aquel no había sido más que un espectáculo para ambas mujeres, un juego de niños para pasar el rato. Los jardines Malfoy quedarían cargados de energía por un buen rato, aquel breve duelo que se había librado en sus terrenos había dejado como saldo, dos estatuas a medio destrozar tras una pelea cuerpo a cuerpo, algunas quemaduras en el verde césped, cosa que debería conversar con Romina más tarde, después de todo seguía siendo su madre, y así como Mei lo hizo con ella en su momento, debía guiarla. Miró hacia atrás, aquel sitio le traía tantos recuerdos, y la adrenalina que corría por sus venas no hacía más que volverlos vívidos y palpables. Romina y Ley se marchaban dejando una clara estela de presencia Fenixiana. La pelirroja rememoró su primera redada, el día en que se mantuvo ilesa bajo la sombra de Mey y Mei. No pudo evitar sentir una extraña punzada de dolor, como si algo dentro suyo se retorciera, ¿Era entonces que el juramento había funcionado?; podía pensar en la Delacour con orgullo, se sentía bien consigo misma por poder sostener la varita a su lado, en cambio, cuando pensaba en Mey no veía más que a un alto rango a quién respetaba. ¿A dónde se había ido toda esa admiración y aprecio?, el encantamiento había funcionado, ya no la recordaba. Aguardó un momento a que Mei se recompusiera del último hechizo que usó en ella y acudió a su encuentro con una media sonrisa en el rostro, —Gracias por todo— musitó, por un momento volvía a ser la joven feliz que un día fue, con aquel brillo tan particular en el rostro. Y así como un día, la esencia de Aimé quedó impregnada en aquel sitio plagado de sombras, tras un enorme fénix, Arya recuperó parte de quién había sido, gracias a ellas tres, sus pilares más sólidos. Juntas, como en los viejos tiempos, atravesaron la verja hecha pedazos, obra de la Líder, y caminaron tranquilamente hombro con hombro hasta perderse calle abajo, tenían cosas que discutir, nietos, sobrinos, hijos, desde aquel día, ambas brujas estaban unidas, hasta el resto de sus días. Fin (?)
  3. Negó lentamente con su cabeza, pobre su criatura, morir abrasado como si fuese carne en un asado un Domingo por la mañana, una completa pena. —Estás haciendo trampa— farfulló soltando una gutural carcajada, puesto que lejos de molestarse, aquella era la mejor batalla que había tenido en años, ¡Años!, y la estaba librando contra la Líder de La Orden del Fénix, todos los Mortífagos deberían de sentir vergüenza, dos mujeres valían por todos ellos, y sabían perder mejor el tiempo. —blablabla, Strellatus...— estaba claro que el hechizo no saldría, por la rapidez con que Mei había actuado, por lo que no le quedó más remedio que suspirar y observar los labios de la castaña, buscando indicios de un siguiente movimiento. —Confundus Lo pensó, casi como un acto reflejo, antes de que Mei pudiese siquiera invocar el kiorke como tercera acción, gracias al Ardius en primera instancia, por lo que podía seguir hablando como tanto le gustaba, y fue entonces que se percató de la llegada de Starling y poco más le da la crisis de quinceañera. —¿Y tú dónde te habías metido?— le soltó la bronca, pronto lo atacaría si seguía de lanzado. —Zancadillas Éste último fue para que su gran amor no se escapara de ella (?)
  4. Ofuscó su sonrisa para dar paso a otra expresión, una más altanera y desafiante. Alzó una ceja y chasqueó la lengua, los duros golpes que ambas estatuas se estaban dando amortiguaban cualquier sonido, pero la voz de Mei le llegó con la respuesta esperada, como música para sus oídos. —Será un honor para mi— respondió, imitando la reverencia, segundos antes de quedar completamente encerrada dentro de una peculiar esfera de fuego, ¿así que eso era lo que le esperaba más allá?, tenía rato cuestionándose que tanto poder se le otorgaría algún día, y la castaña se lo estaba dejando probar, lentamente. Segundos después, caía con las palmas abiertas, de forma suave, pero con quemaduras severas, al suelo. —Aqueora Musitó, agitando a Sombra y creando una esfera del mismo tamaño, pero completamente acuosa y transparente, la cual cubrió su anatomía y le brindó un Episkey para sanar las heridas que el Incendia Din le había creado. A si vez, envió a su Hipogrifo a que atacara a Mei por su flanco izquierdo, rasgando y picando sin detenerse hasta crearle una fuerte herida, aunque ella no quería ver para entonces. —Levicorpus Agregó, de inmediato, sin dejar de apuntar a Mei, para verla pender de sus tobillos, a dos metros sobre el cielo ... digo suelo. —Episkey Pensó finalmente, para acabar de sanar las heridas de quemaduras. —¿Apostamos?— inquirió, con voz fuerte y clara, aun mirando a la Líder.
  5. Miro a su alrededor, izquierda, derecha, aquel sitio parecía estar muerto. —Es que si yo me disfrazo, les daré más pelea que ellos, creanme— soltó algo ofendida, entre sus compañeras, pero supuso aquel momento, el más óptimo para saldar una deuda que cargaba consigo desde hacía un par de meses; y tener deudas con un Líder, eso no era recomendable. Caminando lentamente por el sendero que conducía a la entrada principal de la Mansión, deteniéndose a unos diez metros de Mei Black Delacour, sonrió de lado, con su rostro libre de toda atadura luminosa, por desgracia, ella era una de las pocas que habían dado la cara, años atrás, para limpiar el buen nombre del Bando, junto con Hank y Adryanie. —Ardius... Corpus Patronus Exclamó alzando su varita, sin quitar la vista de su objetivo, pero trazando un bello dibujo, como su portara un pincel y el aire fuera su lienzo. La rapidez que le confería aquel hechizo, le permitió crear ante los ojos de todos, un hermoso Hipogrifo adulto, predispuesto a recibir sus órdenes, por muy testarudo que fuese. "Debes defenderme, a como de lugar" musitó, haciendo una reverencia y acariciando la corpórea cabeza emplumada de la criatura, era tan magnífica, y le recordaba tanto a él, que la sensación ensanchaba más su natural sonrisa. —Piertotum Locomotor Continuó con las invocaciones, fingiendo un claro y pulcro puchero al regaño de su Líder, —Vale, vale— asintió como niña buena, al tiempo que su encantamiento daba vida a una enorme y pesada estatua, algún Dios griego que ella no conocía por ser mala en Historia, prefería las transformaciones. Y eso fue lo que hizo, de algún modo figurado, darle vida a aquella estatua, que se separaba de ella por unos cuatro metros, y unos tres de la que Mei había optado por tomar prestada. Hércules, su más aguerrido amigo, al parecer. —Irrompible Agregó para finalizar, aun apuntando a su estatua andante, sin dejar de sonreír. —Oiga, señora. ¿Me concede ésta pieza?— gritó en dirección a Mei, separando sus pies para ganar estabilidad, y ordenando a su propia estatua el abalanzare contra la de ella, por mera diversión, jamás podría hacerle daño.
  6. La habitación se vio iluminada de repente, —Entonces, tu abuela se enfrentó contra todos ellos, ¡Cinco en total! — , por un instante ignoró al Jobberknoll que venía en aviso por parte de Mei, una nueva misión estaba en puerta, según el ave, deberían encontrarse en la Mansión Malfoy; quería al menos, acabar con la historia antes de tener que dejar sola a su hija, una noche más. “Mami, mami … Mei” repitió Ámbar, era una niña demasiado astuta para la edad que tenía, había sabido diferenciar la especie del plumífero con tanta facilidad, que luego de las historias contadas por la pelirroja, podía relacionarlo con la Delacour. —Si cariño, Mei Su respuesta fue simple, era hora de marchar, así que besando la frente de su hija murmuró: —Y alzando su varita, acabó con todos ellos de una sola vez. Porque ella es una guerrera, igual que tu, mi Delacour— tomó una oscura capa de viaje, a cual ocultaba su vestido rojo carmesí, corto hasta las rodillas, muy provocador, con un prominente escote, y dejó resonar sus zapatos de tacón haciendo juego, para desaparecer de la hacienda Targaryen, girando sobre su tacones de aguja. Al aparecer directamente en la entrada, una oleada de recuerdos la abordó. Tambaleante dio un paso atrás, sus ojos azules se fijaron en todas sus compañeras, pero acabaron por clavarse en Mei, su Líder, la única persona en la que había depositado su enseñanza desde un principio. Recordó la primera vez que pisó los jardines Malfoy, junto a ella, casualmente, y junto a … Mey. Sonrió de lado y dejó que la melancolía la embargara, a veces era bueno prestarse a ella. Y como si supiera, dio un paso al costado y volvió la vista atrás, la castaña voló la molesta verja de entrada en mil pedazos, aquello casi le hace llorar de emoción, era como volver dos años atrás, cuando no era nadie y no sabía nada. Era momento de demostrarle cuanto había aprendido. Poco a poco, se adentró.
  7. —Aqueora Murmuró, aun de cabeza, mirando todo desde una nueva perspectiva. El encantamiento le brindó un episkey para acabar de sanar las heridas del absorveré de Leah, y la protegería desde donde estaba, por dos largos turnos. Aun sostenía la varita con la surda cuando Zack le atacó con su mortal Katana, por lo que simplemente tuvo que regresar a su diestra, ahora que podía maniobrar ligeramente a Sombra y quejarse por las fracturas en su pierna. Más ella, repito, estaba colgando, así que no cayó, solo sintió el crack y se acordó de la madre de Zack y de todos sus ancestros en fila india. Más no se detuvo, porque de hacerlo moriría. Apuntó a la herida de la katana y pensó: —Episkey La curación de emergencia estaba hecha. Solo le restaba una más y estaría casi como nueva, debería prepararse para cuando al fin estuviera de pie. Por ello, y por segunda vez pensó en otro —Episkey— para sanar los huesos rotos por el absorveré de Zack, el peroné, así luego podría caminar. aunque necesitara de más curaciones, estaba cubierta.
  8. —Silencius... Mi amor, calladito te ves más bonito Exclamó apuntando directamente a Zack, dado que éste pareció perder los estribos, sin saber si fue por verla allí, bellamente con un vestido verde musgo, zapatos de tacón y una capa de viaje plata al viento, enteramente dispuesta a molestarlo, o por la confusión de su hechizo impactado segundos atrás. Por dicha confusión estaba claro que el corte proyectado no saldría. ¿Pero y entonces?. Un hostigamiento muy conocido le llegó de una sola vez, como un arsenal de ataques en su contra; sonrió tras la luz y buscó la fisonomía de la persona que ahora le tenía colgada de los tobillos como un pez recién sacado de agua y aplaudió. —¡A buena hora! .. Episkey Pensó, al parecer, por cosas de la vida, el primer no había salido, pero éste le ayudaría a recomponer los huesos de una muñeca rota, puesto que seguía lanzando hechizos con la surda. ¡Y já! una vez más se la rompieron, a la muñeca, claro. Que aburridos se tornaban, con tantos otros huesos en su cuerpo. —Episkey Pensó una segunda vez para curarse del absorveré de Agatha, pues el de Leah fue el episkey anterior. Ésto se está tornando horrible. Seguía de cabeza, pero el panorama era bello.
  9. —Ardius strellatus No lo pensó dos veces, cuando Leah atacó. Intercalando su rápida acción al seccionatus de la Mortífago, no son antes pisar aquella horrenda araña que corría hacia su dirección, sin más, sin ordenes precisas de anteponerse a ningún movimiento de la bruja; cambiando de mano por la fractura de su muñeca. La cegadora luz dio en el momento exacto para que las media lunas de Leah fueran a parar a cualquier sitio menos a donde ésta les había enviado, hacia Helen. El hechizo le nubló la visión, y cubrió sus ojos esmeralda de una molesta infección que la dejaría ciega, valga la redundancia, de no curarse de inmediato, cosa que le dio una breve ventaja a la pelirroja, quién mordía sus labios presa de la rabia por su muñeca fuera de juego. —Episkey Pensó, sanando poco a poco los huesos rotos, le faltaba solo uno más. —Confundus Pensó cambiando de objetivo, apuntando ahora a Zack, que no estaba muy lejos de donde se encontraba Leah. A éste, simplemente le jugaría una mala pasada mental, quitándole el siguiente movimiento que hiciese a continuación, producto de una desvariación hermosa.
  10. —¡Expecto Patronum! La exclamación fue clara. Se hallaba en las afueras de un pequeño y silencioso pueblo, en el conocido Valle de Loire. A un lado de la vía que conducía directamente hasta ese bello y atrapante Lóndres. Se le había informado que un grupo de rezagados invadía propiedad privada; Mortífagos profanando las tierras Dumbledore, ¿Es que no se cansaban de molestar?. Arya, quién se hallaba corriendo en dirección a los jardines principales de la reconocida familia, sin temor, sin miramientos, sin ocultarse, esperaba a que sus compañeros recibieran el llamado y acudieran cuanto antes, era momento de jugar un rato, de sacar las malas hierbas y dejar aquel jardín bello y florecido. Al cruzar los límites, con la luz cubriendo sus bellas facciones, comprobó la presencia de cuatro de ellos. Alzó su varita separando sus pies para ganar estabilidad, estaba preparada para lo que fuese, no moriría sin dar pelea, ¡Ella era dura de roer!, se había ganado una reputación haciéndolo y debía mantenerla; además, solo esas eran las escasas oportunidades que tenía para frecuentar a aquel Mortífago que recordaba vagamente haber besado antes de morir, unas cuantas semanas atrás. ¿Se habría presentado?, se preguntó, mirando en todas direcciones.
  11. —Amo mi rango, amo mi rango, amo mi rango.. ¿Por qué lo pensó?, nadie sabría jamás, ella simplemente no quiso que se le olvidara. La sangre mañana de su abdomen de forma que no podía detenerla, la hemorragia era descomunal, aun cuando había realizado las curaciones de emergencia. Su piel estaba tersa por donde las media lunas habían cortado, ¡Pues el seccionatus solo requería de un episkey!. El problema principal era cortar aquel flujo de líquido vital que podría llevarla a una anemia mortal. Tragó en seco, miró desafiante al Aethonan que caería en cuestión de segundos sobre su cabeza, y lo aceptó soltando un desesperado alarido; su cuerpo magullado quería rendirse, pero era su valía la que aun la mantenía en pie. Afiló sus ojos soportando el escozor de su piel chamuscada y su ropa ardiendo para leer los labios de Leah en el momento justo, a media pronunciación, cosa que le dio tiempo para apuntar a sus pies y pensar —Zancadillas—. Cayó con brusquedad apoyando las palmas de ambas manos ya raspadas por las anteriores caídas. El rayo mortal que acabaría con su vida de una sola vez, aquella imperdonable, movimiento de cobarde como última instancia, pasó por encima de su cabeza peinando su rojiza melena completamente despeinada; lejos estaba aquella bruja pulcra que aguardaba al amor de su vida en una plaza para sellar un pacto de amor eterno. —Episkey Pensó para terminar de sanar las heridas de su abdomen, las del Sectusempra. Sus quemaduras ardían, y la ropa la tenía hecha jirones, pero aun así podría resistir unos cuantos round más. Miró el anillo en su mano, mordió su labio inferior, lo quitó y lo lanzó al verde césped a su izquierda, ya más le valía. "Solo un poco más" Se dijo para recuperar el habla. Necesitaba acabar con Leah antes de que ésta le ganase de mano.
  12. —Que idea más genial ¿Qué más iba a decir?. Al parecer Nicole y Diego eran los que se querían tatuar, por lo que no podría negarse de ese modo, más respiró aliviada cuando fue su hija quién se acercó buscando un poco de defensa. Antes que nada y de un solo manotazo, le quitó el cigarro al muchacho de los labios, recién encendido, con suma brusquedad y frunciendo el ceño; —En éste recinto no se está permitido fumar. Te recomiendo no lo repitas o el dueño se enojará mucho, y el señor Hank no es muy simpático con quién rompe las reglas— advirtió fulminándolo con la mirada. Aquella no era más que una vil mentira, no existía persona más bondadosa que él, pero ninguno de los tres habían llegado a conocer al Demon Hunter tan a fondo como ella lo había hecho. Mordió su labio inferior nerviosa, tan solo de pensar en su personalidad le echaba de menos, pero no podía estar fingiendo ser su sombra 24 hs, libre lo había conocido, y si así debía amarlo, lo haría. —Los tatuajes no duelen mucho, cielo. Pero tampoco puedo hacerlo si eres menor, a menos que tus padres lo aprueben— Dijo para serenar a su hija y se volvió mirando a Nicole, —Vale, pasa por aquí. ¿Quieres que cambie de color?— preguntó conduciéndola con una mano en la espalda, hacia una de las puertas de su derecha, donde se encontraba la maquinaría con la que solía trabajar, dado que el personal se había marchado, por cuenta propia. —Ah, y por cierto, ¿Diego?, los padres de Romina no le dan permiso— Finalizó nuevamente con su tono frío. @ @@Nicole Evans Crowley
  13. El intercambio de daños fue inminente. De un momento a otro caía brutalmente al suelo llevando por inercia ambas manos a su abdomen, —Endemoniada— pensó, hubiese querido gritarlo pero por un largo período estaría privada de aquel sentido. No podía cerrar los ojos, aun la veía y apretaba los dientes sin perder a su objetivo de vista; negó levemente con la cabeza y su melena rojiza acarició la parte trasera de su cuello causándole escalofríos, no le daría el gusto de verla reducida a eso, a miseria, lucharía aun cuando todo estuviera perdido. —Episkey Pensó, no había otra forma de sanar las heridas abiertas en la piel de su abdomen. Su ropaje oscuro estaba completamente manchado de sangre, pero por su color no lograba notarse absolutamente nada. Eran sus manos las que delataban la gravedad del asunto; sus ojos lagrimeaban como acto reflejo, siendo receptivos del terrible dolor que azotaba su cuerpo, más el hechizo sanador utilizado en el momento justo, le trajo una pizca de alivio, solo para recibir un segundo impacto. —Epikey Aquel segundo irrelevante movimiento de varita aplicaría la sanación precisa tras un ávido movimiento de su mano libre, la cual arrancó las media lunas de su frágil piel una vez incrustadas. Aun las heridas de su abdomen no estaban del todo cerradas, pero no eran tan graves como en un principio. Con ambas manos logró sostenerse sobre las rodillas y ponerse de pie en cuestión de segundos, tambaleando, sudorosa y temblorosa, pero ahí estaba, "Junco que se dobla, pero jamás se quiebra" y aunque muriese en incontables oportunidades, lo haría siempre con la frente en alto, pues las personas que le habían entrenado, así se lo habían enseñado.
  14. —Morphos Tan rápido como todas sus tácticas fallaron, aquella idea surcó su mente alumbrando todo, sus ojos azules brillaron en el momento preciso en que apuntando a una del tamaño de su puño cerrado, la transformó en un Bezoar, el cual tomó con firmeza y ante ojos curiosos lo escondió en el recatado escote de su enterizo negro. Lo que había hecho posiblemente fuese su última acción verbal durante tres largos y aburridos turnos en los que ni siquiera podría insultar a Leah, que llegado al caso, era lo que más le divertía de tales enfrentamientos; ver como la rubia se enfadaba, sentir como ardía de rabia, y a la vez, intentar esconder aquellos idénticos sentimientos que la carcomían por dentro. La odiaba, eso estaba claro. ¿Por qué lo había hecho?, básicamente comenzaba a conocer los movimientos de la rubia en el juego, además, no pretendía morir en ese momento, y mucho menos con el anillo que llevaba puesto en su dedo corazón. Debía salir ilesa de aquello, buscar al desgraciado y hacerle tragar la joya y todas sus palabras, aquella sería la última vez que confiaba en alguien. Incluso toparse con Leah allí le hizo pensar en Viktor, ¿Por qué lo dejó ir?, la persona por quién lo había perdido y sacrificado todo simplemente le había vuelto la espalda y eso dolía más que mil ataques en medio del pecho. Por ello lo había hecho. —Conjuntivitis Pensó apuntando directamente a los ojos esmeralda de la Mortífago, no tenía ánimos de estarse con rodeos, pensar en lo penosa que era su vida amorosa le ponía de mal humor. De ser efectivo aquel rayo amarillento que surcaba la distancia entre ambas brujas y dar con su objetivo, produciría una molesta infección en sus bellos ojos, lo cual le impediría tener precisión a la hora de apuntar, a menos claro, que le pusiera fin.
  15. @@Gio. Hola, primero que nada, Bienvenido al foro de HarryLatino, te daré una manito para que te orientes y puedas divertirte mucho en éste sitio. Si aun te quedan dudas, puedes enviarme un mensaje privado y responderé lo que haga falta, estamos para ayudar ^^ Recomendaciones: °Ante todo, te invito a leer las reglas de juego --> LINK ° Puedes pasar por aquí para inscribirte a las clases dentro de foro, allí te ayudarán a comprender el funcionamiento, además de darte pautas para rolear y podrás conocer más personas ---> LINK ° Por aquí se encuentran los registros de familias, puedes echar un vistazo y unirte, tienes un máximo de dos --> LINK ° Si te pasas por aquí, encontrarás las reglas para crear la ficha de tu personaje, algo esencial dentro del juego, porque así, los demás participantes conocen un poco de quién es, o quién fue, sus gustos, personalidad y demás --> LINK ° En éste sitio podrás abrir tu bóveda, es importante porque allí se depositan los premios, el "sueldo" cuando tengas empleo tras aprobar la Universidad Mágica y demás *-* ---> LINK ° Y éste es el Callejón Diagón, puedes escoger algún sitio de tu agrado y darte maña para escribir, así haces amigos en lo que todos esos trámites son aprobados ---> LINK * Mi recomendación personal, pasa por La Universidad primero, luego escoge alguna familia que te agrade, y deja fluir tu imaginación para crear la ficha, con lo demás tendrás ayuda ^^ Ya sabes, estoy para servir!
  16. —Morphos Musitó apretando los dientes hasta entumecer su mandíbula, ¿Qué había pasado?. Apuntó a la misma bota que, tras morir la avispa marina por falta de agua, volvió a recuperar su forma de calzado. Ésta se transformó en un bezoar, el cual llevó a su boca de un solo manotazo, tomándolo del suelo y tragándolo a contra reloj, cada segundo que pasaba era un segundo más cerca de la muerte, y ésta vez no moriría, no a menos de aquella odiosa mujer. Cuando el bezoar se disolvió dentro de su estómago, notó la mejoría, el veneno no había logrado grandes cosas dentro de su organismo, pero no podría dejarlo pasar, de un momento para otro ingresaría en su torrente sanguíneo y al llegar al corazón ¡Pum!, éste dejaría de latir. Se hubiera estado calmada si Leah no mencionaba a su hija, la sangre le hervía dentro de las venas provocando un escozor molesto, las pupilas se le contrajeron como quién ve un fantasma y sus mejillas se sonrojaron de una forma violenta. La expresión de Arya se había deformado a tal punto que parecía un monstruo, ni siquiera ella se reconocería reflejada en un espejo. —Kiorke Exclamó, extendiendo con brusquedad su brazo derecho hacia un lado, con su cara interna de frente a la Mortífago, dando un latigazo al aire para completar la invocación de aquel encantamiento que ahora se desenrollaba del extremo opuesto de Sombra, color neón, de unos ocho metros de longitud. La pelirroja hizo restallar el látigo contra el pedregoso suelo y con un segundo movimiento frontal, lo hizo serpentear en dirección a la mujer. De dar con ella se enroscaría en derredor a su cuello para asfixiarla lentamente. —No cometo el mismo error dos veces, Atkins. Jamás permitiré que una rata asquerosa toque a mi hija— Escupió.
  17. ¿Sería algo indebido lo que hacía?, llevaba tiempo sin pasar por aquel lugar y sospechaba que los gnomos se lo estaban comiendo todo a su paso, por no decir la mugre y las pulgas también, es decir, ¿Alguna vez Hank se había hecho cargo de aquel Negocio por el que tanto berreó?, la respuesta estaba a simple vista, observaba su oficina completamente revuelta, deshecha, ¿Qué habría estado buscando el Demon Hunter allí?, o mejor dijo ¿Por qué diablos no había limpiado luego de marcharse?, en ocasiones tenía ganas de darle un golpe en esa cabeza suya, luego recordaba lo que significaba para ella y se le pasaba. Oyó la campanilla de la puerta tintinear y asombrada dejó de recoger todas sus cosas, hizo a un lado la enorme caja donde las estaba guardando y se encaminó hacia la puerta para abrirla y agudizar el oído un poco mejor, ¿Clientes?, estaban locos si entraban así como así a aquel lugar de mala muerte, ni siquiera tenían empleados, todos se hubieron marchado luego de que su socio no les pagara el sueldo. Por lo que no pudo más que sorprenderse cuando, luego de bajar las escaleras, se encontró con Romina, Nicole y Diego. Bufó un poco al ver al muchacho, pero poco a poco comenzaba a resignarse, aunque nunca descartaría la posibilidad de llevarlo a pasear a la cueva de Balerion y que éste se lo desayunara por accidente. Muy por el contrario a lo que quizás ambas Evans pensaban que ella haría, sonrió y se acercó para dar un beso en la mejilla de cada uno, incluyendo al mocoso. —¡Que alegría verlos por aquí!— Exclamó limpiando sus manos, las cuales tenían un poco de polvo, —¿A qué debo el honor, se harán un tatuaje?— cuestionó casi de inmediato, arqueando una ceja, ¡14 años! rugió su voz interna, mordió su labio inferior y e mantuvo callada, no la dejaría en ridículo delante de sus amigos, pero tampoco le permitiría marcarse el cuerpo, por lo que pensando en ellos, debería ocultar sus propios tatuajes. @ @@Nicole Evans Crowley siento la demora, chicas.
  18. ¿Dónde estaría?, llevaba poco más de una hora aguardando en la plaza por él, aquel sería el momento decisivo, sería un Sí o un No, nada había que perder y todo a la misma vez, cosa que la ponía terriblemente nerviosa; —Vamos, vamos, vamos— repetía tamborileando sus altas botas negras pegadas a la fina tela que le cubría el resto del cuerpo contra el frío suelo de baldosa, sentada casi en medio del lugar, en un aburrido banco de concreto paseando su acuosa mirada de una punta a la otra casi que con desesperación notable, las manos le temblaban, jugueteaba con un anillo puesto en su dedo corazón y mordía sus labios, él no llegaría, estaba bastante claro. Resignada sintió ganas de destruir todo a su paso, pero al parecer alguien se le había adelantado. La gente a unos metros de su ubicación corría y gritaba desesperada, huían, más no sabía de qué; no hasta ver al oscuro aethonan correr directamente hasta su ubicación. —Proyección Mágica Pensó apuntando, en vano, con su varita hacia un banco similar al que estaba tras de si, a unos cuatro metros, completamente de concreto. Concentrando todas sus energías logró tumbar el banco de manera que fuese un escudo rocoso y con un segundo movimiento lo deslizó al tiempo que el Fuego Maldito surcaba los ocho metros que separaban a Leah de su persona, logrando interceptar al aethonan en medio de su trayecto. El banco se redujo a cenizas en cuestión de nada por la violencia del impacto, más ella seguía ilesa. Frunció el ceño cuando divisó a la mujer, pero no como cualquier Mortífago, ésta acababa de quitarse la máscara ante sus ojos, ahora sus sospechas estaban siendo confirmadas, —Siempre supe a quién me enfrentaba. No eres la gran cosa, Atkins— bufó rodando los ojos, le habían dejado plantada y eso había irritado su humor y activado su mal carácter, ¿Cómo le habría encontrado?, es decir, la única persona que sabía de aquel encuentro era una niña de menos de un año que ni siquiera sabía decir mamá. —Fuego Púrpura Pensó, con una media sonrisa en los labios, no sin antes correr como una loca para dejar atrás dos metros y posicionarse a unos seis de la rubia. Una llamarada color uva salió del extremo opuesto de Sombra, buscando sumir a Leah en la inconsciencia total y absoluta, de impactar, puesto que no quemaba.
  19. La lluvia no amainaba, pero no era motivo para huir, —Confundus— pensó despegando sus labios sin decir palabra alguna y varias gotas cristalinas resbalaron hacia el interior de su boca haciendo cosquillas en su lengua. Apuntando directamente a Leah, de ese modo volcaría su mente en una espesura de mentiras, engaños y sueños extraños, ¿Soñaría con ella?, vaya uno a saber, le era divertido comprobar cómo los ojos se les iban de lado cuando el hechizo hacía efecto. Aun no podía hablar, comenzaba a sentirse molesta por ello, y un ligero ápice de preocupación tiñó su clara mirada bajo la luz que portaba, estandarte de La Orden del Fénix, más no sentiría miedo, huir no era una opción, —Lealtad y Sacrificio— pensó apretando los puños y clavando sus uñas en las palmas de ambas manos, si no estaba atenta, aquello podría costarle la vida, y no quería morir, su pregunta en ese momento era, ¿Dónde estaba?, solía llegar cuando el agua le tapaba el cuello, y no había ni rastros de su presencia en esa ocasión. —Levicorpus— Pensó, apuntando a Leah una vez más y dejándola a dos metros a ras del suelo, con mala puntería, claro estaba. —Gladius— Pensó por última vez, y en su mano libre, la izquierda, apareció aquella legendaria espada. Sin perder tiempo la clavó en la mojada tierra del jardín Ivashkov, mirando directamente a Zack, buscando minar todo su poder mágico hasta consumirle una acción y al menos conseguir uno segundos más de vida. Segundos de vida que le fueron arrebatados por Leah y su venenoso animal. ¿Perdería sus últimos segundos de vida?. Se lo pensó dos veces, y apresurada corrió hasta donde se hallaba el Ángel Caído tomándolo por sorpresa, puesto que iba a tientas, medio embobada por el veneno, la guardia baja y la varita del mismo modo. Con ambos brazos extendidos para que no huyera de ella (?) y besó los metálicos labios de esa fea máscara, era casi como chupar una llave, para que se comprendiera mejor, cayó al suelo riendo a carcajadas, "Placeres de la vida que una no puede desaprovechar antes de morir" pensó, sin poder decirlo y aguardó paciente a que su corazón se detuviera.
  20. —Episkey— Pensó para sanar completamente las heridas de absorvere y poder portar a Sombra como mandaban los siete dioses que regían su sangre de Norteña. Más aun sentía el ardor que escocía toda su nívea piel, sudando y con lágrimas en los ojos debido al tortuoso dolor, apuntó hacia su cuerpo y pensó en otro —Episkey​— y así volvería a recuperar la belleza de su dermis de porcelana, es decir, del Fuego Maldito de Zack. Aun y temblando no emitiría sonido alguno, no les mostraría debilidad ni sumisión. Más en ese instante todo se puso de cabeza, ¿En qué momento había dejado de prestar atención?. La cuestión es que estaba siendo cruelmente atacada por todos los flancos posibles: Primero, una horrible araña queriendo trepar su alta bota, la cual llegaba hasta sus rodillas, ergo no había forma de que se colase hasta su piel, que estaba cubierta por un enterizo negro, así que por suerte no hizo más que sacudir su pierna para que huyera lejos de ella. Fue en ese momento, también, en que una maldición imperdonable se dirigía a toda costa hacia ella, pero por suerte, uno de sus compañeros, Lestat, realizó un avis a mitad de camino que lo detuvo y se salvó por poco. —Confundus— Pensó, desesperada al ver caer a Lisa en medio del jardín, sin poder decir una sola palabra, y apuntando directamente a Zack, se las pagaría, lo haría por su compañera. Así logró volcar la mente del Mortífago en un sin fin de tonterías, juegos de azar y mujerzuelas.
  21. —Ardius Silencius— Exclamó apuntando directamente hacia Leah cuando la mujer intentaba hacer vaya dios saber qué a su compañero Lestat, nadie se metía con la hombría de su compadre y vivía para contarlo, por lo que su rápido y efectivo hechizo acalló el séneca que intentaba enviar hacia su persona, quedando ilesa y sálvandose de él, resguardando su melodiosa voz. Fue en ese momento que notó como el calor abrazaba su cuerpo completamente. Apretando los dientes rugió como animal herido, y sin perder tiempo pensó un pronto —Episkey— de emergencia para el Fuego Maldito de Zack y se alejó dos metros más de la ubicación de todos. Cambiando de mano con los reflejos de un felino, comprendió que alguien estaba jugando con sus huesos, por ende y no le quedó otra más que pensar en un segundo hechizo para salir ilesa de aquello. —Episkey— recitó en su mente, aun sabiendo que no estaba a salvo.
  22. Los sintió, supo que estaban allí, y no porque aquel sitio fuese el hogar seguramente de algún Mortífago, sino por la presencia oscura y la sensación tan particular de falta de oxígeno en su pecho, eso solo le ocurría cuando la batalla estaba por comenzar. Miró a Lisa y asintió para avisarle, aunque estaba segura de que la Templario también les habría percibido, tenía un poder Sacerdotal muy fuerte, cosa que Arya admiraba sobremanera. —Ésta vez invitarás tu las cervezas al finalizar— le dijo a su compañera empujándola suavemente con el hombro y apresurándose a alejarse de ella unos ocho o diez metros, así tendría una mejor visión y perspectiva del asunto. Observó todo a su alrededor, algunas fuentes se desperdigaban por los enormes jardines Ivashkov a los que había accedido tras caminar cinco minutos por un sendero ascendente luego de ser transportada por aquella labrada verja en las calles de Ottery, las cuales resguardaban una casucha en mal estado, pero realmente eran un traslador bien oculto que la llevaría a Transilvania, Rumania, junto a sus compañeros de Bando para hacer una inesperada visita a los patriarcas del lugar, y a sus invitados también llegado al caso. —Burn them all— Pensó y sus ojos se iluminaron, la sangre Targaryen clamaba a gritos, pero ella tenía perfil.
  23. —Expecto Patronum— Exclamó fuerte y claro, ante sus ojos, un Huargo adulto se materializó translúcido y se perdió en la negrura de la noche en busca de los miembros de La Orden del Fénix. Una prominente tormenta se había desatado en todo Ottery, los árboles se doblegaban por la fuerza de los vientos, el ruido ensordecedor de la lluvia ocupaba todo en las afueras de un cálido hogar. Arya se hallaba empapada de pies a cabeza, oculta bajo una oscura capa color vino tinto y ocultando su nívea piel tras un enterizo completamente negro a juego con unas botas negras también, altas hasta la rodilla, serían las cuatro de la madrugada, era una sombra entre las sombras. Parada frente a una hermosa verja observaba sin importancia aquel sucucho que protegía unos cuantos metros más adentro, ese no era su objetivo principal, sino el sitio al que la verja, un bien oculto traslador, los llevaría. Saludó a los presentes, su fiel compañera estaba allí para acompañarle, su mano derecha, la Comandante de Almas, eran un buen dúo, no lo podía poner en tela de juicio. Un instante más tarde, habiendo tocado la labrada verja, se hallaban en la parte baja de una colina, en Transilvania, Rumania; un sendero ascendente los conduciría hasta el enorme castillo de la Familia Ivashkov, caminata que duraría unos cinco minutos. Diez minutos más tarde se encontraba observando la puerta de entrada, luz en el rostro, varita en mano, cabello suelto y una enorme sonrisa en sus labios.
  24. Todo estaba hecho, era hora de partir. Ya serían casi las seis o siete de la madrugada, el frío calaba los huesos de cualquiera que se atreviera a asomar la nariz a esas horas, solo ellos podían verse, su respiración casi palparse cuando salieron al verde jardín que todo lo rodeaba, aun faltaba para que el sol delatara la ubicación de cada uno, por lo que, haciendo señas a su mano derecha, supo que la operación había llegado a su fin, uno a uno, sus compañeros deberían desaparecer, y ella como buen AR debería comprobar que nadie se quedase atrás. Pensando en ellos buscó una vez más con la mirada a Meight, le sonrió y le indicó que se marchara cuanto antes, necesitarían un baño caliente para recuperar el calor corporal y un buen sueño reconciliador para sentirse como nuevos. En cambio, ella, sabía perfectamente lo que haría, arrastraría a Lisa consigo, una vez más, hasta el Cuartel, para analizar todo lo recolectado. —¿Que tal unas cervezas para pasar la noche?— Le preguntó a su compañera viendo como uno a uno sus hermanos desaparecían. —Vale, nos vemos en el cuartel, Rena— Se limitó a responder Lisa, negando lentamente con la cabeza, parecía algo decepcionada, en parte Arya la comprendía, susbuenos tiempos parecían acabar, los Mortífagos huían, se escondían o no aparecían, era triste, más para un par de guerreras que disfrutaban blandiendo sus armas para el bien. Sería una larga jornada junto a la Delacour, pero valdría la pena después de aquel Cateo; podría ser que estuviera perdiendo el toque, pero comenzaba a sentirse viva por primera vez. Cuando el silencio por fin se hizo con los terrenos Crowley, Arya se quitó la luz del rostro sin dilemas, ya nadie quedaba más que Lisa a sus espaldas, extendió su brazo, como queriendo tocar el cielo con la varita, y altiva exclamó: —¡Lealtad y Sacrificio!— su voz sonó fuerte, clara y segura. Acto seguido y apuntando a la negrura frente al castillo, hizo una elegante floritura al tiempo que del extremo opuesto de Sombra surgían cientos de hilos dorados, rojizos y anaranjados. Lenguas de fuego que fueron quemando el oxígeno en el aire, formando una nube flamante que poco a poco fue tomando forma hasta batir sus alas como un magistral e imponente ave fénix, aquel sería el mensaje que les dejaría a los dueños de casa, ellos siempre prevalecerían, La Marca Tenebrosa jamás triunfaría si ella aun estaba en pie y respirando. http://i.imgur.com/T255QVB.png Y sin más, tomó a la mujer por el brazo, tras caminar cuesta abajo por el sendero de piedra gris hasta volver a atravesar la verja de entrada y perderse por las calles de Ottery, estando lo suficientemente lejos como para desaparecer, juntas, como dos buenas compañeras.
  25. Cuando la voz de Lisa resonó en su cabeza, sonrió, era bueno saber que no habían perdido aquella conexión tan fuerte que tanto trabajo les había llevado obtener, —Linda, sígueme— dijo a Meight, no la dejaría sola por nada del mundo. Con su mano libre señaló la varita de la muchacha y le indicó que siempre la tuviera erguida, aunque la presencia de los Mortífagos fuera nula, debían estar alerta a un cien por cien. —Iremos arriba. Presta atención, nos marcharemos pronto— advirtió y enfiló sus pasos hacia las escaleras, subiría por ellas y llegaría hasta las habitaciones de la primer planta, ¿Quizás el cuarto de algún sexy Patriarca?, se lo pensó muy bien, conocía la historia de la familia y la de sus miembros, él le hubo ayudado cierta vez, en el callejón, y ella sitiaba su casa como si fuese un criminal. Peldaño por peldaño logró su cometido. No sentía la necesidad de realizar hechizos en vano, así que guardó energías. Se paseó por los pasillos hasta llegar frente a la puerta del Patriarca, llamó como burlándose de la nada misma e ingresó descarádamente. —Veamos— musitó abriendo los ojos de par en par, para dar de lleno con la figura de Lestat. —Vaya, veo que ambos tenemos el mismo blanco ésta vez— sonrió a su compadre y le guiñó un ojo. "Lo prometo mami, nada de incendiar" la voz de la pelirroja resonó dentro de la cabeza de Lisa una vez más, ¿Amigas?, quizás, aun se sentía demasiado cómoda con el título de compañera. —Solo dejaré ésto aquí y me iré— le dijo a su compañero, dejando una pequeña bolsa de terciopelo morado sobre la cama del Patriarca, giró sobre sus talones y volvió a las escaleras. Primero buscó a Meight para comprobar que aun estuviera en una sola pieza, y luego se situó junto a Lisa, hombro con hombro. —Mujer, estoy perdiendo el toque— le dijo casi seria, aunque bromeaba

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