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Arya Macnair

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Todo lo publicado por Arya Macnair

  1. Rol con Zack - Compra del Dragón Sonrió cuando el joven Mago tomó su formulario, lo revisó y afirmó que todo estaba en orden, sabía que aquella compra sería una gran sorpresa para la familia, aunque más que sorpresa una gran protección, al fin, el fantasma de Balerion tendría donde reencarnar, y cómo proteger a los Targaryen, incluso a la más importante de toda la estirpe, Ámbar, aquella pequeña niña que adoraba tanto el lado oscuro y necesitaban reivindicar antes de que discerniese sobre todo lo que eso implicaba. Clavó la vista en Zack y afiló la mirada tras la carga que conllevaban sus palabras, —En mi familia rodarían cabezas antes de que una criatura fuese lastimada— respondió con seriedad, para que comprendiese que no bromeaba, no importaba que compartieran sangre, en tierras Targaryen las criaturas, incluso los elfos, eran sagrados, por lo que ni mencionar lo que significaban los Dragones como el que acababan de adquirir, ella misma se encargaría de colocarlo, por el momento, en un sitio donde nadie lo viese, probablemente dentro del campo de fuerza que protegía el establo en donde dormían los animales mundanos. La siguiente oferta del empleo del Mall la dejó pensando por unos instantes en los que otro sujeto más se unía a la compra, Brenson, suponía, puesto que lo había nombrado e instantes después apareció como por arte de Magia, al igual que más compradores, al parecer, la noticia de la baja en las restricciones en compras había corrido rápido en toda la Comunidad Mágica, estaba contenta de haberse apresurado y no dormir toda una semana preparando el momento justo y las instalaciones para el pequeño dragón. Minutos después, esperó a que Zack acabase de hablar con las otras dos personas que habían llegado y carraspeó para aclarar su garganta, —Disculpe, uhm .. Tengo una duda— expresó algo avergonzada por la gravedad de su ignorancia, —¿Hablamos de un Dragón adulto o un pequeño bebé?— preguntó y sintió como sus mejillas se ruborizaban, esperaba que él no la creyese una tonta más del montón por su interrogante. —De ser la primera, creo que prefiero lo lleven ustedes hasta mi Hogar, no creo tener la fuerza suficiente para sostener las amarras— bromeó, no creía tampoco ser capaz de desaparecer con semejante bestia, ¿Sería eso posible?, pensó desconcertada, —Y bueno, si hablamos de un pequeño dragón, me gustaría que me acompañase de igual forma— replicó directamente mirando a Zack, ignorando al empleado junto a él. Off: @ perdona la tardanza, pero al menos volví recargada para ayudarte a rolear *-*
  2. Arya ~ La pelirroja ingresó a la trastienda del Magic Mall con varias bolsas en las manos, llevaba tiempo conversando con sus contra partes Familiares el hecho de realizar una inversión costosa y productiva para todos, Dragonstone necesitaba algo fundamental, algo que los protegiese, algo que le diera vida al fantasma de Balerion que solo se materializaba como la consciencia de Aziid y velaba por la pequeña niña y Vrael, no sería una mascota, o al menos no era su función principal; en todo eso pensaba Arya cuando llegó al mostrador dónde la caja registradora, el empleado y la pila de formularios de compras se encontraban para todos aquellos con una buena cantidad de Galeones en los bolsillos. —Buenas tardes— Saludó tomando pluma y papel, deteniéndose a leer atentamente cada cosa que debía llenar y luego de pasados unos minutos regresando el documento debidamente completado para recibir su compra, que ésta fuera certificada, y que la criatura pasase a ser de su posesión tanto como de los otros dos Patriarcas, —Espero todo esté en regla— replicó observando como el empleado tomaba su compra y la revisaba. Nick: Arya Luthién Bóveda: N° 103883 Fecha: 15 - 10- 2014 Nombre del producto: Ridgeback Noruego Objetos, Criatura o Poción: C Catalogación: XXXXX Puntos por unidad: 160 Cantidad de unidades: 1 Precio por unidad: 15000 Galeones Precio total: 15000 Galeones Total de Puntos: -- Si es una criatura para personaje, colocar el Rango Social del comprador: -- En caso de ser criatura, objeto o poción para familia o negocio: Familia Targaryen
  3. Arya ~ Su cuerpo descansaba en una arena suave, blanca y tibia, con los ojos cerrados podía ver los cálidos rayos de sol, tornando anaranjados sus párpados, aquellos que ocultaban sus claros ocelos, —Respira Arya, respira— murmuró entre dientes, sin moverse del lugar, su largo cabello rojizo estaba adornado con pequeñas estrellas de mar, caracolas, algas y, claro estaba, arena, mucha arena, algo pajoso por la salitre del mar, estaba completamente desnuda, quien quiera que pasase por ahí podría contemplar cada centímetro de su nívea piel, solo un pequeño detalle cubría lo necesario, dos enormes caracolas partidas en los pechos, y una desgreñada falda de algas azules cubría sus caderas, aunque no tapaba lo suficiente, desde lejos parecía toda una sirena. Abrió los ojos y la cegadora luz de la mañana le impidió ver más allá de su nariz por unos momentos, pero no fue suficiente como para que no notase aquellas chispas rojas que explotaban muy por encima de su cabeza, la estaban llamando, la mujer que le había citado es ese paradisíaco lugar, la misma que no había aparecido, ¿Pero dónde?, llevaba largo rato esperandola en la superficie, lo que Arya no se esperaba era que el duelo se llevase a cabo bajo el mar, de forma insólita. Hundió las manos en la arena suave que escapó entre sus finos y delicados dedos y de un salto se puso en pie, contuvo la respiración y sin pensarlo dos veces tomó carrera y se lanzó en dirección al agua; le fue difícil correr cuando las olas rompían a la altura de sus rodillas, pero cuando las mismas comenzaron a taparle simplemente respiró una vez más y se sumergió por completo, apresurándose a nadar de ,manera descendente, ella le temía al agua, cosa que le costaba admitir, pero irremediablemente, aquel era su elemento, el que mejor dominaba, por lo que en segundos llegó a la enorme burbuja donde Agatha la esperaba. Su cuerpo traspasó la fina capa que conformaba aquel extraño domo y cayó de bruces al suelo, sus rodillas se enterraron por el peso de su fisonomía en una húmeda arena, podía sentir el ardor de los diminutos granos incrustados en su delicada piel, las algas que conformaban su falda se había pegado a sus caderas y su cabello caía empapado delante de su rostro, —Vaya forma de llegar— dijo sonriendo, quitando unos rojizos mechones para poder apreciar a su contrincante y analizando el panorama. Sin levantarse del lugar, clavó sus azules ojos en un ancla algo oxidada pero lo suficientemente pesada como para serle de utilidad, posiblemente pesaba una tonelada, estaba medio enterrada en la arena blanca. —!Morphos!— siseó desde su ubicación, apuntando con Sombra, quién se había deslizado desde el porta varitas aferrado a su ante brazo, hasta su diestra, a dicho objeto, con prontitud, el ancla se transformó en un enorme tigre de bengala, enormes ojos azules, adulto, macho, franjas negras, pelaje albino, colmillos agresivos, patas enormes con garras filosas, una caricia del felino y acabarías rajado cual rebanada de queso, lanzó un rugido feroz y se posicionó tras la orden de su creadora a cinco metros de ella y de Agatha, en medio de ambas, que estaban separadas por exactamente 10 metros, el diámetro de su escenario de duelo. La única orden del animal por el momento era defenderla, no tenía intenciones de utilizarlo, aunque sospechaba que el siguiente movimiento de la bruja sería aquello, algo casi obvio.
  4. Arya ~ ¿Buscando? pensó la pelirroja mientras oía lo que Seba le decía, si uno no tenía exactas descripciones del sitio que buscaba en Diagón estaba en serios problemas, la sobre población de Negocios en el Callejón era inminente, muchos del mismo rubro, incluso con nombres y fachadas parecidas, quizás querías comprar café y acababas en una casa de joyas comprando un hermoso diamante para tu novia, ¿Pero y el café?, todo prestaba a confusión si no se ponía un poco de atención. Pero la respuesta del Granger la dejó sorprendida, —¿Buscabas Ink Master?— no pudo evitar dejar caer sus ojos azules sobre toda la anatomía del Mago y observarlo con detenimiento, no parecía del tipo al que le gustaban los tatuajes y demás, así que tal vez era un tema ajeno a la tinta mágica con la que trabajaban allí. —Claro que no me molesta, está cerrado al público, pero soy la dueña— Explicó mostrando la llave que colgaba de su cuello. Puso la carpeta de archivos bajo su brazo izquierdo y tomó la llave con la mano derecha, la puso en la cerradura y la hizo girar, luego de un leve crack la puerta se abrió dejando ver una oscuridad espectral en su interior, —Dame un segundo— pidió ingresando primero y buscando el interruptor de la luz, una vez lo encontró el local quedó por completo iluminado mostrando el morado gastado de sus paredes, los muebles rotos, las máquinas por suerte intactas, impactos de hechizos por aquí y por allá, una costosa alfombra quemada, más papeles tirados y así podía seguir el desastre por donde uno mirase. —Ya puedes pasar, espero sepas disculpar el desastre— dijo apesadumbrada y algo avergonzada, —Como verás tuvimos una no muy grata visita hace tiempo, y mi querido socio no tuvo la decencia se pasar por aquí para reparar los daños— agregó cerrando la puerta con su varita, la cual había aparecido en su mano libre y sonriendo. —Ven, vamos a mi oficina, te invito un café por tirarte al suelo— dijo mostrando el camino hacia el primer piso. Las luces se fueron apagando a medida que los magos ascendían hacia el primer piso, allí se encontraban los cuartos donde los trabajos más complicados y que requerían de más atención y cuidado se realizaban, al igual que la oficina de ambos dueños del Ink Master, o en este caso, solo de Arya puesto que Hank nunca se había acercado a reclamar su parte y la pelirroja le había dado un toque muy femenino. Al abrir la puerta, agradeció que el sitio estuviera intacto, al parecer, la batalla que se habría librado en todo el lugar no había llegado hasta su oficina, le dio paso a Seba y dejó los archivos sobre su escritorio, —¿Té o café?— preguntó.
  5. Arya ~ Se apresuró a tomar las hojas desperdigadas a su alrededor al tiempo que Seba le ayudaba de la misma manera, estaba algo aliviada, pero de todas maneras, estaban desacomodadas, aquellos archivos eran meses y meses de pagos atrasados, empleados, afiliados, re estructuraciones luego de ataques furtivos en lo que todo quedaba hecho pedazos, le había costado muchísimo acomodarlos, sentía ganas de llorar, pero de no ser por el Granger habría perdido la gran mayoría de la información. Contuvo las lágrimas y miró al Mago, —No es nada .. Ni siquiera lo siento— fingió cayendo en cuenta de los raspones en sus rodillas, —¿Tú estas bien?— preguntó tomando las hojas que Seba le tendía e intentando guardarlas en la carpeta, todo hecho un desastre, debería volver a acomodarlo desde cero. —¿Por cierto, qué hacías por aquí?— preguntó retomando una marcha lenta junto a él hasta llegar a las puertas del Ink Master y detenerse allí. Apresaba contra su pecho los archivos, suspiraba de vez en vez y contemplaba la fachada descuidada del negocio, el color morado de un principio casi ni se notaba, y la entrada estaba surcada por hechizos impactados, —Pero mira nada más éste desastre— murmuró, debería ponerse a eso ella también, pues de Hank, ni noticias.
  6. Arya ~ Caminaba con presura en dirección al Ink Master, su Negocio había estado tiempo inactivo, sin su presencia o la de su socio, eso era lo que había oído, la pelirroja tenía demasiados problemas en ese entonces como para ocuparse al cien por ciento del papelerio que conllevaba el mantenimiento de cosa semejante y había creído que Hank podría solo con todo, pero al parecer ni siquiera se había pasado. Sus zapatos de tacón negros resonaban por la acera al tiempo que sus rodillas se quejaban por la casi carrera que estaba realizando, su vestido ondeaba con la brisa otoñal bajo su fina capa de viaje color azul oscuro y su cabello delicadamente recogido en una alta cola de caballo aun llegaba a la mitad de su espalda, muchas personas se lo imaginaban suelto, pero pocas lo habían visto. —Pagos, registros, mantenimiento— Recitaba al tiempo que de lejos veía el cartel luminoso, —Maldito Hank cuando te vea juro que te mataré por ésto— farfulló entre dientes, algo más que cargarse al hombro cuando siquiera tenía cabeza para ella misma, eso si era seguro, le diría unas cuantas cosas al Mago sobre responsabilidad al momento de abrir las puertas de un Negocio así. Ensimismada en sus pensamientos no logró ver a tiempo la figura de un joven Mago que caminaba frente suyo, y al levantar la vista no fue lo suficientemente precavida y con toda la prisa que llevaba lo embistió y ambos cayeron al suelo bruscamente. —!Auch!— Soltó Arya desde el suelo con raspones en las rodillas y todos los papeles que llevaba en las manos desperdigados por la acera, —!Ay no. No no no, no puede ser!— replicó aterrorizada por ver todo su trabajo de semanas en el suelo y volteó a ver con quién había chocado para echarle la rabia que contenía dentro, también de semanas atrás, pero simplemente no pudo, sus ojos se chocaron con los de Seba, el amigo de su querida Abuela del corazón, Cye, sabía que era un buen muchacho, uno de los primeros en dirigirle la palabra de que había llegado a Ottery, y después de todo, ella había sido quién no había mirado por dónde iba. Se puso de pie y le tendió una mano, —Discúlpame Seba, no vi por dónde iba y .. !Ay no, mis hojas!— se interrumpió al ver que las hojas de la carpeta comenzaban a volarse e intentando capturarlas a todas.
  7. —Pues no, una cita no sería tan emocionante como robar un Panda— Expresó divertida. Jugaba con su varita en mano, a ocho metros y medio de su rival, entrecerrando los ojos para no perder de vista ningún movimiento, intentando no sonreír pero la situación le parecía tan excitante y divertida que generaba una descarga de adrenalina por lo mucho exagerada, llevaba tiempo sin ver a su querido Profesor y el hecho de que hubiese accedido a tan descabellada idea la traía algo nerviosa por lo que sería comprensible el fallar, pero no podía permitirse tal cosa a esa altura del partido, debía ganarle y no solo para así ponerle nombre al oso, si no también para superarse a si misma y por puro amor al arte. Sus mejillas se sonrojaron ante el comentario del Slytherin, en ocasiones pensaba si algún día él dejaría de infligir tales sentimientos en ella, la forma desbocada en la que latía su corazón haciendo que su pecho se moviese de forma irregular y el aire en sus pulmones se volviese denso, como si de una adolescente se tratase, —Si sabía que había una cena Romántica detrás de todo ésto, ni siquiera hubiera intentado robar el oso— comentó sonriendo con maldad, una maldad total y completamente infantil, preparándose para contra atacar cuando los labios de su contrincante se despegaron para articular palabra, simplemente le bastó oír las primeras sílabas de aquel hechizo para comprender y que su cerebro se antepusiese al actuar del Demonio. —!Silencius!— Exclamó con picardía, —Callado, mi amor, te ves mucho más hermoso— comentó buscando molestar a su adversario, aunque sabía que no lo lograría, había pensado una vez más ¿Pecho o Cuello?, pero el hechizo de Radamantys no logró salir por completo, de nueva cuenta se había ante puesto con rapidez y su "Silencius" había hecho efecto inmediatamente acallando las palabras del mago bien valiera la redundancia. Sin perder el tiempo su varita viajo de apuntar al frente, hacia un costado, —!Morphos!— murmuró clavando la mirada en un banco metálico de casi dos metros de largo donde cabrían tres personas cómodamente, en segundos éste se transformó en un enorme Lobo albino adulto, enormes ojos amarillentos cual oro fundido, filosos colmillos que dejaba ver con cada gruñido armando una amenazante y peligrosa mandíbula, gran porte, casi 90 kilogramos, demasiado grande para su raza, con las orejas paradas esperando órdenes. Arya, sorprendida, no podía creer que por fin luego de un extraño trance había logrado crear de nueva cuenta un bello espécimen como el que tenía en frente, llevaba tiempo bloqueada mentalmente y no lograba hacer lo que quería, miró a su Lobo y luego miró a Radamantys, —Ataca— ordenó sin más, con la voz fría y una dulce sonrisa en los labios, lejos, muy ,lejos estaba la adorable joven que velaba por todos a su alrededor, aquella era simplemente una sombra, una verdadera bruja.
  8. http://i.imgur.com/Q4I21CP.jpg —¿Que parte de "lo quiero" no se comprendió?— Indagó la pelirroja afilando su mirada en la atractiva silueta de su acompañante, el andar de él era tranquilo, y la sonrisa burlona en su rostro solo indicaba que se estaba divirtiendo demasiado con las incoherentes ocurrencias de la bruja, ambos paseaban por un zoológico cerrado por reformas, había andamios en determinadas estructuras, más que nada en la zona de comidas, las persianas de dichos pequeños comercios estaban cerradas, solo el susurro del viento otoñal y el sonido de los distintos animales encerrados injustamente en enormes hábitat artificiales tras gruesos e irrompibles barrotes de acero los rodeaba y acompañaba en su visita. A decir verdad, todo aquello tenía un fin, pero solo era comprensible en la mente de Arya. —No se dónde lo pondré, solo se que comerá Bambú— Prosiguió como si sus palabras tuvieran mucho sentido, —No me importa lo que opines, a como de lugar de aquí me llevaré a un Panda, y no podrás hacer nada al respecto más que ayudarme— agregó, al parecer la brusquedad de sus palabras hizo que Radamantys se detuviese en seco ante la jaula de las jirafas, altas, amarillas y con sus lenguas horribles, observaban al Mortífago con curiosidad; por otro lado, la fémina seguía caminando sin reparar en que había dejado atrás a su compañero, casi unos ocho metros y medio, sonrió y se detuvo delante de la fosa dónde los Pandas descansaban a la luz de un cálido sol. Volteó y sorprendida soltó una sonora carcajada al ver al Demonio tan lejos, llevaba puestos unos vaqueros gastados en las rodillas de un color claro y una camisa oscura lo suficientemente grande como para que quién la viera comprendiera que no era precisamente de ella, unas cómodas zapatillas para poder caminar largas horas y ocultando gran parte de su rojizo cabello un gorro blanco con dos orejas negras, largas orejeras que le llegaban casi pasando los hombros y que terminaban en dos tiernas huellas de oso con sus patas negra, cesó su risa y carraspeó: —¿Que te parece un duelo?— Preguntó y un brillo particular surcó sus ojos azules. Sombra apareció en su diestra, Nogal Negro, rígida, indomable desde el primer día, sabiendo a quién atacar y a quién no, canalizando las energías de Arya con suma precisión, —Si accediste a venir conmigo es porque serás parte del plan— argumentó, —Pero como el Panda necesita nombre, lo dejaremos al azar— finalizó. —Si yo gano ..— murmuró sonriendo de forma divertida, sabía que él se imaginaría el nombre que quería escoger para el monocromático animal, —Floreus— soltó sin previo aviso y la palabra acarició sus labios. La siguiente acción del Slytherin estaría reducida a un bonito ramo de jazmines aromáticos.
  9. —¿Tulipanes?— cuestionó observando que su hechizo no había surtido efecto y por el contrario, un ramo de esas flores horribles estaba ahora en su mano, suplantando las rosas blancas que habían caído al suelo como acto reflejo, —¿Me quieres muerta o algo así?— le preguntó con una media sonrisa en el rostro, —Sabes que odio estas flores— agregó, separando sus pies un poco para ganar estabilidad, al llegar a aquel sitio no sabía exactamente con qué se encontraría, su mejor amigo se había apartado de toda la acción por lo que creía tener cierta ventaja, pero al parecer rememorar sus días como estudiante, juntos, le había traído a la mente todo lo que él sabía. La pelirroja suspiró y sus ojos brillaron, estaba viendo al joven que admiraba, del que había aprendido que aunque la vida te golpeara hasta el cansancio jamás había que darle el gusto y quedarse en el suelo, siempre había una razón para volver a estar de pie, y en muchas ocasiones Groter había sido la suya. —Vamos, no estás frente a una niña— Soltó indignada al ver todas aquellas aves materializarse delante del Evans, extendió su brazo con fuerza y apuntó al rostro de su contrincante segundos después de que las aves comenzaran a aletear, no quería perder demasiado tiempo, —Strellatus— exclamó, era la primera vez que utilizaba aquel hechizo, Sombra se sintió extraña. como si una corriente eléctrica la azotara e hiciera hormiguear la mano con la que la aferraba en ese momento, toda la energía de su cuerpo se canalizó y salió del extremo opuesto de su varita en forma de luz cegadora, pues en primera instancia, aquel era su objetivo, cegar a su compañero. De inmediato su ataque hizo efecto en Groter, privándole del sentido de la vista por uno momento, pero sin mucho más. —Morphos— dijo cambiando de objetivo y apuntando a un auto familiar que se encontraba abandonado a cinco metros de dónde ella ase encontraba parada y a dos metros de Groter, con rapidez, el automóvil se transformó en un enorme oso pardo de casi tres metros de altura parado sobre sus patas traseras, filosos colmillos y garras, ojos pequeños y oscuros, amenazante, esperando a la orden de su creadora que al instante murmuró sin apartar la vista de Groter y volviendo su varita en su dirección: —Atácalo— ordenó.
  10. La bruja le tendió unos centímetros la niña a Brandon para que pudiese verla mejor, él, sin decir nada, sin preguntar, besó la frente de su hija con dulzura y aquel acto la enterneció completamente, tuvo que morder su labio inferior para no llorar, pero sentía que el cuerpo entero le flaqueaba; Ámbar abrió lentamente sus ojos, sin ver, porque aun era muy pequeña y extendió sus manitos en dirección al niño que se le acercaba, aquello era amor, del bueno y puro, del que ella no conocía aun y del que esperaba que su hija se cuidase, pero al verlos juntos fue capaz de sentir algo que aun no nacía, pero que tintineaba dentro de ambos infantes, algo que esperaba poder ver con el pasar del tiempo junto a su mejor amigo. Dejó a la niña sobre la alfombra junto a Brandon y se incorporó lentamente para acercarse a Groter, instintivamente él tomó su mano, aquello le recordó a su antiguo viaje a Irlanda, se sentía fuerte a su lado, creyendo que nada podría hacerle daño, que nada podría destruirlos, que siempre estarían juntos, eran solo ellos dos contra el mundo. Al soltar su mano se sintió vacía, el Evans se alejó de ella y en su lugar el pequeño Príncipe apareció junto a su madre; la pelirroja se arrodilló a su lado y lo abrazó, —Espero que sepas cuidar de ella— le susurró al oído, —Recuerda que es una niña especial, y tu padre y yo cuidaremos de ambos— agregó, besó sus mejillas y se volvió a incorporar. La situación era extraña, pero Arya no acababa de comprender qué era lo que sucedía con exactitud, —Lo se .. Tiene los ojos de su padre— confesó con pesar, — Seremos una gran familia— le dijo con una sonrisa y volviendo a tomar su mano, en el momento en que la propuesta de su mejor amigo la tomaba por sorpresa y abría enormemente los ojos, algo confundida, —Claro que iré— repuso sonriendo, —¿Que te parece si nos vamos a los jardines Gryffindor?— le preguntó, caminando hasta su hija y tomándola en brazos para luego tomar a Brandon de la mano.
  11. Hola, si que tal u_u Solicito al Señor PikencioponysalvajeMacnair (? Gracias.
  12. Arya la oyó, cada una de sus palabras, su voz era melodía para los oídos de Lúthien, sonreía sin notarlo, era la felicidad que sentía su alma cada vez que lograba tener un momento de completa armonía junto a Oniria, y la misma se reflejaba en sus finos labios color cereza, deslizó la mano que sostenía la capa de viaje por sobre la misma hasta llegar a su cuello y con un ávido movimiento de sus dedos quitó el prendedor de plata en forma de Lobo que la mantenía sobre sus hombros para dejarla caer a un costado de la cama, tomó su prendedor y lo escondió bajo la almohada, sin dejar de sonreír. Aunque no esperaba las palabras finales de la Haughton, igual le supieron a gloria. —Si estoy aquí, es para quedarme. Habrás notado que nadie logrará que me vaya— Murmuró, reclinó su cabeza, que hasta el momento había estado encastrada en el pecho de la Vampiro, dormitando con cada latido de su corazón, y sus ojos azules buscaron fundirse con aquel tono lila que le desbarataba el sistema nervioso, al encontrarlos, al ver la paz reflejada en las facciones de Oniria no pudo evitar sentirse culpable por las palabras que había dicho en su presencia en el Caldero, "No volverá a suceder" recordó, su propia voz hizo eco en cada rincón de su cabeza, y se clavó en su corazón cual daga envenenada, sus manos escaparon hacia las mejillas de la peliblanco y su cuerpo se deslizó solo unos centímetros más, no le gustaba mentir, y en aquel momento había dicho una mentira horrible. Ni siquiera se detuvo a oír la voz de la razón hacer acto de presencia, besó los fríos labios de Oniria sintiéndolos tan cálidos como la primera vez, cual si fuese moneda corriente, lo disfrutó como agua en el desierto, como si aquella noche fuese la última noche de su vida, sin importarle si el cielo se venía abajo.
  13. Los ojos de la pelirroja se abrieron como platos, pero al parecer la explicación de Groter había servido para poder tener unos momentos a solas, así que sonriendo y con las mejillas enrojecidas por contener una sonora carcajada asintió a Xell y enfiló sus pasos para tomar a Ámbar con un brazo y apoyarla contra su pecho, la niña se quejó pero al sentir los latidos del corazón de su madre, fue como una dulce melodía que la acunó con rapidez y volvió a cerrar sus ojos color miel, aunque aun estaban algo indefinidos por ser tan pequeña, Arya sabía que la niña tenía los ojos de su padre. Con su mano libre tomó a Brandon y siguió a su mejor amigo hacia la sala especial. —Muchísimas gracias por comprendernos Xell, en unas horas me gustaría hablar de esa Matrícula— finalizó. Al cerrar la puerta, buscó otra almohadilla donde sentarse en el suelo, junto a los dos niños, soltó de la mano a Brandon y sonrió, —Mi cielo .. Hay alguien que quiero presentarte— le dijo con dulzura, se sentó para quedar a la altura del niño y miró a Groter con sus ojos enormemente abiertos y brillantes, —Cariño ¿Nos acompañas?— preguntó fingiendo seriedad, aun le causaba gracia la mentira que había dicho, pero aquel momento era único, amaba a su mejor amigo y situaciones como esas tan aisladas eran las que le regocijaban el alma. Suspiró, y notando la curiosidad de Brandon prosiguió, —Ella es Ámbar, mi hija .. Espero que se lleven muy bien, de ahora en más debes cuidarla pequeño lobo, ella es una Princesa de fuego, una Princesa frágil— contó cual historia antigua.
  14. Giró sobre sus talones y momentos después se encontraba en uno de sus lugares favoritos, la calle donde una de las antiguas y famosas Bandas Muggles que tanto adoraba habían posado para la portada de uno de sus discos, The Beatles. La pelirroja sonrió y respiró el aire matinal, dulce y húmedo, al parecer pronto llovería y no estaba vestida para la ocasión; unos zapatos de tacón plateados calzaban sus pies y resonaban en la acera al tiempo que sus pasos se encaminaban sin prisa para acercarse a destino, dónde su mejor amigo la había citado para volver al ruedo, por fin tendrían un duelo como los de antes, como los que los presentaron y los enfrentaron cual rivales mortales que acabaron amándose inmensamente. Al llegar frente a Groter, detuvo su andar a unos 10 metros, asintió con su cabeza tras la reverencia y Sombra apareció en su diestra, un vestido blanco perlado se ceñía a su marcada y curvada silueta, y una fina capa de viaje azul cubría el resto de su cuerpo, —¿El mismo estilo?— preguntó borrando la sonrisa de su rostro y soltando una sonora carcajada que se oyó por cada desolado rincón de aquel sitio que parecía encantado solo para que dos almas gemelas se disputaran a muerte. Su varita emitió un ligero Crack y supo que el efecto de su contrincante había surtido efecto. —!Sectu..!— Exclamó haciendo un movimiento exagerado con su brazo derecho, como si flameara una bandera. A sabiendas de lo que pasaría, una ramo de rosas blanca afloró en la punta de Sombra, Arya las tomó, se las acercó al rostro, estaban ligeramente perfumadas y sus suaves pétalos acariciaron sus mejillas sonrojadas. Clavó sus ojo azules en el torso del Evans, entre el ramo de rosas y susurró levantando ligeramente su varita, —!Morphos!— la prenda superior de Groter se transformó con suma rapidez en una avispa marina que al mero contacto con la piel de su víctima impregnaría un mortífero veneno que acabaría con su vida poco a poco. —Pongámonos serios Evans ..— Murmuró, aun sin alejar el ramo de su rostro.
  15. Las palabras de la Haughton se deshicieron en sus oídos, anidaron en su pecho, allí en aquel hueco dónde se suponía debería de latir su corazón, y que solo lo hacía cuando estaba ella presente, en ese momento, su palpitar se mezclaba con cada frase, dejando confundidos los sentidos de la pelirroja, se sentía como suspendida en el aire, liviana, sin ningún problema que le aquejase más que el de encontrar la manera de estar lo suficientemente cerca de Oniria como para dejar de extrañarle, cosa que se le hacía imposible de momento. Su pecho se retraía y se contraía de manera rítmica, casi mecánica se podría decir, producto de la adrenalina que viajaba por sus venas provocando un aumento en su ritmo cardíaco, en el instante en que ella la llamó como la llamó. Cerró sus ojos conteniendo la respiración, agachando ligeramente la cabeza para sentir los labios de la Vampiro en su frente, soltando luego un largo suspiro que se encastró con el diplomático discurso a continuación, Arya puso los ojos en blanco y simplemente, luego de unos segundos, volvió a mirarla como aquella vez en su Graduación, con esos ojos azules suplicantes, rogando no tocase el tema de Bandos, aquello hería su alma aun más, se ensañaba en rasgar las cicatrices que encontraba en su interior, provocando un inminente sangrado, un ardor insoportable, un dolor que le recordaría el hecho de que jamás podrían ser completamente felices, la una con la otra, que ella misma no tendría paz mientras todos supieran quién era, y que su hija no tendría futuro. Quiso decir algo más, pero se preocupó por sortear los obstáculos hasta llegar al colchón dónde aun envueltas en silencio ambas se tumbaron, Arya escondió su rostro en el pecho de Oniria y cerró los ojos lentamente, no quería dormirse, pero la melodía que entonaba el corazón de la Vampiro era como un arrullo en ese momento, —¿Sabes que te amo, no?— preguntó, eliminando cualquier centímetro abismal entre ellas, con un brazo bajo su cuerpo, y otro aferrando su molesta capa de viaje gris que casi podía cubrirlas a las dos, dejándose envolver por los brazos cálidos y contenedores de la Haughton.
  16. Unos segundos pasaron hasta que por la ventana una sombra contorsionista hizo acto de presencia ante ella, una sonrisa afloró a sus labios, y sintió el peso de el escape en San Mungo, la emboscada del día anterior y los nervios por verla caer como un balde de agua helada sobre su cuerpo, robandole el aire a sus pulmones, —Estas aquí— su voz se asemejaba a un suspiro, haciendo acopio de todas sus fuerzas, aferrándose al cuerpo de la Vampiro con ahínco, temerosa a perderla, como si diez centímetros de distancia entre ellas fueran un abismo que jamás se atreviese a cruzar. Hundió su rostro entre el cuello y la clavícula de Oniria y allí inspiró su perfume, recuperando poco a poco el aliento. —¿Recuerdas que soy tu romeo?— Preguntó, sintiéndola tan cerca como le era posible. La tibia respiración de la Haughton sobre su piel le provocaba una extraña sensación, la piel se le erizó bajo la fina capa gris, Arya cerró los ojos para disfrutar de aquella sin intenciones de detenerse a buscarle lógica o sentido común, nunca lo tenía cuando ambas almas se encontraban, —El suicidio para mi no tiene sentido si no es por una buena causa, y tú vales repetir la acción un millón de veces— replicó sin dejar de sonreír, —Incluso sería capaz de echarme a correr por los pasillos anunciando que llegué esta tarde. Estoy segura de que muchos de tus ... Parientes ya saben quién soy— agregó, intentando no ser tan dura, después de todo no había acudido a ella para discutir, si no, para algo completamente diferente, con los planetas alineados a su favor, y un poco de suerte, quizás lograría cerrar una etapa de su vida. —Solo pasó media hora desde que desperté, pero no puedo dejar de pensar que tengo un pendiente— Murmuró, apartándose lentamente, fijando sus ojos azules en aquel tono lila que hacía estragos en su ser, deshaciéndose en ellos, ligeramente perturbada, cual flash, surgía en ella aquellos ojos negros, vigilando sus pisadas, le causaba escalofríos, pero no podía dejar que arruinara aquel momento como había arruinado su vida. Llevó su mano izquierda hasta la mejilla de Oniria y su mano encastró cual pieza de rompecabezas, —Ni siquiera puedo pasar más de media hora muerta que ya me traes a la vida .. Tú eres mi pendiente en este mundo— agregó, intentando borrar de su mente todas aquellas escenas que se habían hecho lugar allí el día anterior. Acarició su piel de porcelana, y sintió que las piernas le flaqueaban, —Vino expresamente a acabar conmigo, sabes ..— le dijo con cierto pesar, tiempo atrás, cuando todo parecía ir bien en su vida, la pelirroja le había contado a su amiga sobre el Slytherin, así que estaba segura de que no le costaría comprender de que hablaba. Unas cuantas lágrimas de enojo rodaron por sus mejillas, pero no se podía permitir empañar el momento, estaba allí por una razón, y para poder seguir respirando debía dejar salir todo aquello. —Y yo vine expresamente porque te amo— Finalizó, cambiando drásticamente de tema, sintiendo que sus mejillas se ruborizaban lentamente.
  17. —Confía en mí cariño .. Canaliza tu ira en mí— Desde el segundo en que despertó, las palabras de la Haughton la acompañaron, una persona normal y sensata no volvería al sitio dónde fue atacada, pero aun aquel deseo que le había llevado hasta los terrenos de aquel castillo, ardían en su interior, con una peligrosa mezcla entre la ira y la frustración, una muy mala combinación de sentimientos, pero allí estaba, desplazándose por las calles de Ottery, una vez más, con sus extremidades hormigueando y sus huesos quejándose por no dejarlos descansar, llevaba menos de media hora viva, su cabeza daba vueltas, todo era confusión, lo único que se veía claro en su mente eran aquellos ojos oscuros acechantes. Una fina capa gris cubría su cuerpo, sentía escozor allí donde la piel estaba ligeramente rosada y recompuesta por las hábiles manos de una sanadora, Sombra se hallaba reposando en su diestra, el tacto era algo complicado en ese momento, su varita se encontraba sedienta de venganza, electrizaba los finos y delicados dedos de Lúthien buscando despertar su sentido de la pertenencia, o aunque sea un resquicio de amor hacia ella misma, pero la pelirroja se limitó a sonreír, una fresca y cínica sonrisa en sus labios . —Todo a su debido tiempo— Murmuró, apretando con fuerza el mango de Nogal Negro. Su vestido ya no era de color cobre, era completamente blanco, lo había encontrado en su oficina en San Mungo, mucho más corto que el anterior, ni siquiera recordaba porqué estaba allí, solo sabía que estaba a unos diez centímetros de las rodillas, su cabello estaba recogido en una alta cola de caballo, y aun así llegaba hasta la mitad de su espalda, jamás se lo había cortado, aquello era una inmensa e interminable melena rojiza, un río de fuego, perfumado con jazmines, como siempre. Sus zapatos de tacón eran los mismos, al menos algo había sobrevivido al ataque del día anterior, ellos y su espíritu de lucha incansable. —Es a todo o nada— se dijo frente al enorme Castillo de la Familia Haughton, repetiría la acción la cantidad de veces que fuera necesario con tal de que el resultado fuera el esperado, no le importaba morir mil veces por ella, lo valía, valía su vida entera, incluso su último aliento. Respiró el aire otoñal cual acción repetida, la brisa de la tarde era ligeramente más cálida que la de la mañana, una vez sus pulmones estuvieron llenos, contuvo la respiración y echó a andar, colocándose la capucha para ocultar su rostro como lo había hecho con anterioridad, quizás esa vez tenía suerte y nadie la seguía, solo por si las dudas, había dado un último vistazo al horizonte que se teñía de anaranjado. Al llegar frente a la puerta de entrada, se quitó los zapatos con agilidad, los sostuvo en su mano izquierda bajo la capa de viaje gris y agitó su varita sin miramientos para que la cerradura cediera ante el poder de la magia, —No lo arruines— pensó, escabulléndose por la pequeña abertura de la puerta y cerrándola lentamente para no hacer ningún sonido, todo era silencio en el interior, eso le gustaba, y a la vez le incomodaba, ¿La estarían esperando?, esperaba que no, aunque de ser así, en esa ocasión no usaría hechizos defensivos, mataría a cualquiera que se le cruzase. Enfiló sus pasos hacia las escaleras, un escalofríos recorrió su cuerpo al contacto con la fría madera de los peldaños arrancándole un suspiro inesperado, sin perder tiempo subió nuevamente hasta la primera planta, buscando la habitación del día anterior, la cual no le fue muy difícil de ubicar, puesto que todo estaba destrozado. Sombra arregló lo que pudo, devolviendo cada cosa en su lugar, —Espero no haber hecho demasiado ruido— murmuró arrepentida de su actuar, pero no podía dejar las cosas así como así de todas maneras. Una vez dentro de la habitación, observó todo con la mirada como ya lo había hecho. El aroma a vela, tinta, pergaminos viejos y encierro embriagó sus sentidos, no sabía si estaba sola o si ella estaría allí, escondida entre las pilas de libros que se disponían en cada lugar, su cama al menos seguía estando dónde la recordaba, las sábanas eran un extraño enredo suave y claro, como el nido de alguna alimaña, el hueco en la almohada seguía intacto, como esperando por Arya, pero ésta se contuvo y apegó más su cuerpo a la fría puerta, tranquilizando los latidos de su corazón, —¿Oniria? — llamó, intentando no levantar la voz.
  18. Sonrió algo avergonzada, y sus mejillas se ruborizaron, —Gracias por comprender— dijo a Sagitas cuando ésta les permitió quedarse hasta la hora del almuerzo y se retiró, fulminó a Groter con la mirada picando sus costillas, —Estate quieto— susurró intentando contener la risa, él estaba cual niño aburrido jugando con su brazo, y ella completamente nerviosa por la hora de la presentación, pero algo no estaba saliendo bien. Volteó a ver a Xell y la alcanzó cuando ésta comenzó a caminar en dirección a la sala dónde los niños se encontraban, —Oh, señorita Xell, ¿Le importaría darnos un momento a los cuatro en la misma sala?— preguntó algo apenada, —Es que .. Es un día importante el de hoy— le confesó y sus ojos brillaron. Su mejor amigo y su hijo por fin conocerían a su hija, a la pequeña que ahora se encontraba recostada entre mantas en una decorativa sala de aquel lugar, y esperaba que fuera un gran día, no quería separarse de ellos al menos por un buen rato, ya que habían elegido aquella Guardería por recomendación y no se habían equivocado, tanto Xell como Sagitas a Arya le habían parecido dos encantadoras personas. —¿Podemos quedarnos entonces los cuatro .. o Cinco?— Preguntó, invitándola.
  19. Por enésima vez pensó -Episkey- aquel hechizo borraría todo rastro de quemaduras en su piel, ahora si tenía ganas de llorar pero seguía sin ánimos para darles el gusto a aquellas personas que le atacaban, y por el breve lapso de paz que le dieron, supuso que habían llegado los refuerzos, no veía la hora de chocar sus ojos con un rostro amigo, incluso si aquella blanca luz lo cubría, ella sabría quién era, los conocía a todos, no había un aura repetida en el mundo. Respiró profundo a sabiendas de lo que pasaría, segundos después estaba ya en el suelo de la habitación, sobó sus tobillos como si hubieran estado atados por alguna soga gruesa y fuerte y apretó su varita con más fuerza. -Episkey- pensó, rezando ya no tener que repetir ese hechizo nunca más o acabaría por volverse loca, seguía sin poder ver bien, necesitaba acabar con eso, estaba a la defensiva, aunque su sentido del oído se había agudizado.
  20. -Episkey- pensó una vez más, acabando así de sanar su pecho del Sectusempra que se le había enviado, pero su cuerpo aun requería de más sanación, podría morir en un instante y no estaba de humor como para darles el gusto, ella había llegado a ese sitio con un motivo, y ellos acababan de arruinarlo todo, la sorpresa, la paz, la felicidad, todo cuando podía llegar a suceder en ese momento y no se los perdonaría, en cuanto pudiera salir de allí con vida o no, volvería y los mataría, olvidaría lo que Mei le dijo, los mataría a todos, por el simple hecho de meterse entre ella y Oniria. Respiró profundo, sus compañeros ya estaban allí, al menos no moriría sola aquel día, podía oír los gritos de fondo de alguien más, por suerte no eran los suyos. -Episkey- pensó con más seguridad, curándose así del fuego que había chamuscado su piel momentos atrás.
  21. Intentó por todos los medios recuperar la compostura, pero le fue en vano, sintió que su cuerpo levitaba de una forma distinta a la de momentos atrás, como si estuviera en una nube, podría acostumbrarse a tal cosa, era como dormir una siesta en el jardín, sin sonidos, sin personas que te molestasen, entonces recordó una vez una vieja historia sobre unicornios y perros verdes, ¿los vería también?, si no lo hacía, al momento de despertar se quejaría sobre el mal estado del hechizo que le lanzaron para confundir sus neuronas, quizás estaba vencido, o la varita no servía, quizás incluso la bruja estaba ya más para en asilo que otra cosa. Unos minutos después, fue cayendo en cuenta de dónde estaba, recobrando la consciencia y alarmándose al saberse entre esos dos y sin que poder hacer. -Episkey- pensó, sintiendo el dolor en su pecho pero sin emitir sonido alguno para regocijo de sus atacantes, debería ocupar un hechizo más para poder cerrar sus heridas, y aun de cabeza, con su mano izquierda y la poca fuerza que le quedaba se quitó las medias lunas que estaban incrustadas en su cuerpo y la arrojó al suelo ligeramente aliviada. Aun le hacía falta que hacer.
  22. Quizá fue el cerrar la puerta sin importarle si hacía ruido o no, quizás fue simplemente la mala idea de pisar aquel lugar que tantos extraños recuerdos le traía, el hecho era que de un momento a otro un terrible estruendo nubló sus sentidos y la mareó por completo, no comprendía exactamente qué era lo que estaba sucediendo hasta que comprobó todo su alrededor dado vueltas, un molesto aroma a quemado y la puerta hecha añicos a un costado; Arya sonrió, al parecer le habían encontrado, era difícil comprobar quienes eran exactamente en la posición en la que se encontraban, pero con solo ver su rostro le bastó, no necesitaba nada más en ese momento. -Vaya- Soltó, cuando los ataques hicieron sus respectivos impactos. Primero un Sectusempra, "Bonito" quiso decir, pero las palabras simplemente no afloraron a su boca, -Episkey- pensó entonces, afianzando su varita, para sanar de primer aviso las heridas abiertas en su cuello, en el instante en que dos abrazadoras bolas de fuego impactaban con su cuerpo de cabeza cual costal de papas. El escozor era ciertamente insoportable, pero no les daría el gusto de oírla gritar, muchos menos llorar, aunque aquello era algo ligeramente difícil dado la situación. -Dichosos los ojos que te ven- Soltó en dirección al hombre que la atacaba, sin importarle quién le acompañara. -Episkey- pensó por segunda vez, para sanar como advertencia, las quemaduras en su piel, cuando una vez más, en su cuerpo se incrustaban seis medias lunas, cortantes e hirientes, pero que más daba. Sus ojos azules se clavaron en la cantidad de fuego a su alrededor, ¿cuantos episkey´s necesitaría?, acabaría por gastarlos. - ¿El poderío de la Marca recae en .... ustedes?- preguntó, chasqueando la lengua y negando con la cabeza, si algo había aprendido de una buena amiga suya, era a disfrutar de los últimos minutos que se les otorgaban antes de morir.
  23. —Confía en mi cariño— Las palabras de la Haughton resonaron en su cabeza. Respiró el dulce aroma matutino y suspiró, el otoño se hacía presente poco a poco, la fría brisa abrazaba su cuerpo mientras éste se desplazaba por las calles de Ottery con tranquilidad, llevaba un corto vestido color cobre, unos zapatos de tacón que hacían eco a cada paso sobre la acera de concreto, y sobre sus hombros una fina capa oscura que ocultaba todo aquello a la vista de cualquier fisgón, —Es una mala idea— pensó, su rojizo cabello caía llovido y lacio tras su espalda y danzaba al son de sus caderas, ya no había marcha atrás, estaba a unas calles de su objetivo, aquello era una idea completamente descabellada, pero el deseo le nacía desde lo más profundo de su ser, y necesitaba saciarlo. Luego de unos minutos llegó frente a la enorme edificación de un imponente Castillo, contuvo la respiración y puso un pie en los límites de los terrenos Haughton, —Es una mala idea— se repitió, soltando poco a poco el aire de sus pulmones, atravesando sin perder tiempo el jardín principal hasta la entrada, se frenó ante la puerta y tragó en seco, extendió su mano derecha hacia abajo y un cosquilleo le indicó que todo marchaba como lo había pensado, llevaba toda la noche anterior analizando cada movimiento, no podía fallar en nada, sabía dónde se estaba metiendo. Segundos después, afianzaba a Sombra entre sus dedos, bajo la fina capa de viaje, y con un pequeño y cerrado movimiento abrió la puerta, esa vez no tocaría. Su cuerpo se escabulló son facilidad dentro del Castillo Haughton, —Silenciosa Arya— se recordó apoyando la espalda contra la puerta, cerrándola lentamente para que no hiciese ruido, respiraba de forma mecánica, intentando acallar los latidos de su corazón, temía fue éstos fueran los únicos que la delataran allí, con una mano en el pecho y la capucha ocultando su rostro y rojizo cabello echó un vistazo a su alrededor para asegurarse de que no había nadie cerca. Unos estruendosos gritos le llegaron a los oídos y aquello despertó sus sentidos, erizó su piel y dilató sus pupilas, ¿Peligro? se preguntó, —Apresúrate Arya— se regañó, poniéndose en marcha, subiendo las escaleras a toda prisa. Al llegar a la primera planta se detuvo una vez más, había tropezado en el último escalón, casi cae todo el tramo nuevamente hacia abajo, pero pudo sostenerse con sus talones hasta recobrar el equilibrio; se quitó los zapatos para hacer menos ruido, un escalofríos le recorrió el cuerpo cuando sus pies hicieron contacto con el frío suelo, cerró sus ojos por un instante buscando percibir su esencia, no importa la hora, el lugar o el momento, Arya siempre encontraría a Oniria, incluso en el mismísimo infierno siendo abrazada por endemoniadas llamas, ella lo valía. No tardó demasiado en encontrar la habitación de su mejor amiga, y sin pensarlo dos veces, tomó el pomo de la puerta, tiró de él, ingresó cual ráfaga de viento y volvió a cerrar la puerta, ahora si, olvidándose de no hacer ruido, estaba hecho, estaba dentro, ahora solo restaba saber si la peliblanco estaba allí o debía esperar a que apareciera, quizás hubiera sido mejor avisar primero, pero la adrenalina que le despertó tal acto no hubiera sido la misma, y comenzaba a disfrutar de ese hormigueo en todo el cuerpo. Una sonrisa se dibujó en su rostro y respiró el perfume que envolvía sus sentidos, abrió los ojos, azules y expectantes, —¿Oniria?— llamó.
  24. No pasó mucho tiempo hasta que una buena mujer se acercó hasta ellos, Arya seguía sonriendo, el lugar le provocaba felicidad, era inevitable, la vitalidad que manaba de los niños y se calaba en su piel era como un buen remedio para todos sus males, —Oh, no señorita Xell .. No tenía idea de que necesitábamos permiso para estar aquí. Le pido disculpas— se aventuró a decir la pelirroja, asintiendo con la cabeza lentamente mientras un elfo acataba órdenes de la mujer, tendría una reunión con la Directora del lugar, seguramente una mujer igual de agradable que la que estaba frente a ella. La bruja se aferró al brazo de su mejor amigo como si fuera su esposo, y volteó a ver a sus hijos, su pequeña niña, luz de sus ojos, carne de su carne, y al niño de su alma, su hijo del corazón. Volvió la mirada en dirección a Xell y luego miró a Groter, —La pequeña que está envuelta en la manta verde se llama Ámbar, apenas tiene un mes .. Pero tiene un carácter especial— explicó algo avergonzada, no podría admitirle a aquella mujer que su hija incendiaba cosas a diestra y siniestra siendo aun tan pequeña, —Y aquel hombrecito, ese niño hermoso se llama Brandon, y es todo un caballero— repuso orgullosa, suspirando, estaba tan grande, le llenaba el alma saberlo bien. Momentos una mujer se les unió, su cabello violeta llamó terriblemente la atención de Lúthien, la cual sonrió y tendió su mano. —Es un placer conocerla Señorita Sagitas. Soy Arya, y él es mi mejor amigo, Groter .. Trajimos a nuestros hijos a este maravilloso sitio, la verdad es que no me arrepiento, aunque me preguntaba si podríamos quedarnos unas horas con ellos antes de marcharnos .. Mi hija aun es demasiado pequeña, y temo que no soporte mi ausencia— Explicó, aunque probablemente sería ella misma quién no soportara la lejanía de Ámbar. Off: @ Gracias *-*
  25. —Estamos listas— Susurró cerca del rostro de su hija cruzando la calle. La facha era simple y colorida, le habían recomendado aquel lugar para dejar a Ámbar por unas cuantas horas mientras ella iba al trabajo, pero había preferido hacer una pequeña reunión antes de partir, con anticipación envió una Lechuza a su mejor amigo Groter para que acudiese con Brandon, era momento de presentar a ambos infantes, por lo que, pediría permiso de alguna de las cuidadoras para quedarse por unas horas, y luego se marcharía con el Licántropo a tomar algo y conversar sobre los temas que aun tenían pendientes. Acercó a la niña más a su pecho, envuelta en una manta verde claro, abrigada por la brisa otoñal e ingresó a la guardería. Se encaminó hacia la sala correspondiente a niños de 0 a 1 año de edad, su hija tenía tan solo mes y medio de vida, por lo que le correspondía a la perfección, respiró el aire risueño de la habitación y se sentó en medio de la sala, sobre una pequeña alfombra de goma, dónde los niños normalmente jugaban sin correr riesgo de herirse con el duro suelo bajo sus cuerpos, —Espérame aquí— le dijo a su hija dejándola allí, aun envuelta en las mantas, y se incorporó para buscar a una de las cuidadoras y hablar con ella. Pero algo la abordó un segundo después, —!Mi niño hermoso!— soltó la pelirroja con una enorme sonrisa en el rostro, sus ojos azules centelleantes de alegría, tomando a Brandon en brazos y besando su rostro. —Que alegría que hayan podido venir tan pronto— Dijo después de recibir el beso de su mejor amigo. Bajó a Brandon, y tomó a su mejor amigo de la mano, —Acompáñame primero a hablar con una de las cuidadoras .. Quiero que nos quedemos un rato juntos aquí— explicó sin dejar de sonreír, buscando con la mirada a alguien que pudiera ayudarle, —Ella está esperando por ambos .. No te apresures— agregó emocionada. Off: @ ¿Nos permites quedarnos en la sala? *-*

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