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Bea Haughton G.

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Todo lo publicado por Bea Haughton G.

  1. Criaturas Mágicas Clasificación X: Nombre producto: Lechuza Puntos obtenidos: 10 Link a la certificación: enlace Nombre producto: Zorro Puntos obtenidos: 10 Link a la certificación: enlace Nombre producto: Gato Puntos obtenidos: 10 Link a la certificación: enlace Clasificación XX: Nombre producto: Puntos obtenidos: Link a la certificación: enlace Clasificación XXX: Nombre producto: Puntos obtenidos: Link a la certificación: enlace Clasificación XXXX: Nombre producto: Puntos obtenidos: Link a la certificación: enlace Clasificación XXXXX: Nombre producto: Puntos obtenidos: Link a la certificación: enlace Criaturas en la Reserva: Nombre producto: Puntos obtenidos: Link a la certificación: enlace Total de puntos en criaturas: 30
  2. Pociones Mágicas Clasificación A: Nombre producto: Puntos obtenidos: Link a la certificación: enlace Clasificación AA: Nombre producto: Puntos obtenidos: Link a la certificación: enlace Clasificación AAA: Nombre producto: Poción para Olvidar Puntos obtenidos: 40 Link a la certificación: enlace Clasificación AAAA: Nombre producto: Poción Incorpórea Puntos obtenidos: 80 Link a la certificación: enlace Clasificación AAAAA: Nombre producto: Amortentia Puntos obtenidos: 160 Link a la certificación: enlace Nombre producto: Poción Multijugos Puntos obtenidos: 160 Link a la certificación: enlace Total de puntos en pociones: 440
  3. Objetos Mágicos Clasificación A: Nombre producto: Ajedrez Mágico Puntos obtenidos: 10 Link a la certificación: enlace Clasificación AA: Nombre producto: Varita Mágica Puntos obtenidos: 20 Link a la certificación: enlace Nombre producto: Orejas extensibles Puntos obtenidos: 20 Link a la certificación: enlace Clasificación AAA: Nombre producto: Pensadero Puntos obtenidos: 40 Link a la certificación: enlace Nombre producto: Puertas mágicas Puntos obtenidos: 40 Link a la certificación: enlace Clasificación AAAA: Nombre producto: Gema de la desaparición Puntos obtenidos: 80 Link a la certificación: enlace Clasificación AAAAA: Nombre producto: Puntos obtenidos: Link a la certificación: enlace Total de puntos en objetos: 210
  4. Indice de Bienes Objetos Mágicos: Clasificación A: Ajedrez Mágico Clasificación AA: Varita Mágica Orejas Extensibles Clasificación AAA: Pensadero Puertas mágicas Clasificación AAAA: Gema de la desaparición Clasificación AAAAA: Pociones Mágicas: Clasificación A: Clasificación AA: Clasificación AAA: Poción para Olvidar Clasificación AAAA: Poción Incorpórea Clasificación AAAAA: Amortentia Poción Multijugos Criaturas Mágicas: Clasificación X: Lechuza Zorro Gato Clasificación XX: Clasificación XXX: Clasificación XXXX: Clasificación XXXXX: Criaturas en la Reserva: Libros de Hechizos: Libro del Aprendiz de Brujo Libro de la Fortaleza En situación transitoria y sin poder hacer uso del libro: Libro de la Sangre Poderes de Criaturas: Tipo de Poder: Consumibles en Batallas: Nombre:
  5. Gente. Caminan por la calle, por el callejón Diagon, por todo Londres, sin darse cuenta de lo que tienen bajo sus pies. Gringotts, un banco subterráneo, lleno de las riquezas de los magos. En lo más profundo del edificio, deseosas de ser abiertas, y crueles con los ladrones, están las bóvedas que contienen los objetos más valiosos de todos. Allí, en la oscuridad, oculta por el color, verde oscuro, hay una puerta, sin picaporte ni ninguna otra cosa que indique que se puede abrir. Si no sabes dónde está es difícil de encontrar, y aunque se vea, no se considera más que una piedra de la pared de distinto color. Pero Beatrice Haughton, la única capaz de abrir la puerta, sabe lo que hay detrás. Una sala heptagonal, con paredes de color tan brillante que casi dañan la vista por el contraste al abrirla. Y en cada una de las paredes hay una pequeña rendija, en la que se introduce una pequeña llave, la misma en las seis paredes. Cada una lleva a una de las dependencias donde se guardan los objetos personales de la dueña. La séptima pared es la que lleva de nuevo fuera de la bóveda, es la más estrecha de todas, para poder diferenciarla. Todas las habitaciones de la bóveda, menos la principal, parecen talladas en la cueva, con piedras y minerales incrustados en las paredes, y estantes que organizan sus pertenencias para que sea más fácil encontrarlas. Así que si alguien quiere descubrir lo que hay detrás de esa tabla verde, no tiene más que preguntarle a Beatrice o ser lo suficientemente insensato para intentar entrar por su cuenta... Y morir en el intento. Perfil de Comprador del MM: 228 Indice de Bienes Objetos Mágicos Pociones Mágicas Criaturas Mágicas Libros de Hechizos Poderes de Criaturas Consumibles en Batalla Fecha de Próxima Actualización:
  6. Beatrice Haughton Grindelwald Seguían luchando, y finalmente, aunando fuerzas entre las tres brujas, consiguieron desestabilizar al dragón y atarle el hocico. Sonrió con satisfacción, no era una solución permanente, pero no estaba nada mal para ellas tres. Los otros dragones estaban sanos y salvos, y ellas también. - No, esa cuerda no aguantará mucho rato, tenemos que terminar el trabajo en condiciones. Entonces el patriarca de los Gaunt se acercó a ellas. Y las tres le escucharon. - ¿Cómo puedes devolverlo a su lugar? - preguntó con curiosidad, pues no sabían siquiera de donde era, al menos ella. Tal vez el chico sabía algo que no había dicho. Entonces apareció un elfo y entre él y el Gaunt empezaron a hacer movimientos y a hablar sobre cosas que no entendía. Consideraba extremadamente molesto que cuando había gente hablasen unos pocos entre ellos, en un tema que excluyera a los demás, pero tal vez la situación lo requería. - No sé qué peinado debo llevar en este momento que se pueda estropear - murmuró ante el comentario del otro, en voz baja pero suficientemente audible. Después de la pelea con el dragón seguramente llevaría el pelo sucio y podía notar lo revuelto que estaba, varios mechones de su melena rubia le caían por los lados de la cara, y al tocarlo, noto que tenía ceniza en el pelo. Se lo sacudió un poco, con la esperanza de que no se viera demasiado gris y lo recogió para quitárselo fuera de la cara hasta que pudiera arreglárselo en condiciones. Entonces crearon un portal y todo pasó rápido. Entraron el elfo y el dragón y, después de unos segundos de tensión en los que parecía que la pequeña criatura quedaría atrapada, este volvió al jardín Gaunt. El portal desapareció y... Adiós a todo el problema. - Eso ha sido increíble - murmuró la Haughton con la boca abierta, observando el lugar en el que hacía un segundo estaba el portal. - ¿Cómo lo has hecho? OFFROL: Nada, yo sigo para dejar un rol como conclusión de mi personaje o así, si queréis podemos seguirlo y nos quedamos a... ¿Tomar té? (?) No sé, como sea jajaja Si alguien sigue con ello me pasaré y sino ha sido un placer el rol con vosotros, creo que ha quedado bien y bueno, un gusto ^^
  7. Bea Haughton Grindelwald - No te preocupes, Galery, estoy bien, no tardará en curarse. Y no mentía. La piel volvía a estar normal en su brazo, tal vez un poco enrojecida, pero lo que era una quemadura de tercer grado, había pasado a ser una mancha roja, como si hubiera puesto el brazo en algo muy caliente durante una milésima de segundo. Ventajas, sin duda. Galery metió algo de cordura en la conversación. Realmente, todo ese plan era demasiado lioso, llevaría mucho tiempo. Conforme se le pasaba el dolor, comprobó que era una tontería. Lo único que le molestaba era no haber sido ella la que lo dijera. Cogió la varita con la mano izquierda, tal vez no estaba en perfectas condiciones, pero podía moverla y doblar el codo, suficiente para poder apuntar mejor que con la derecha. - No, pero no queremos matarlo, eso es seguro- aseguró la Haughton rápidamente, aunque segundos antes había estado pensando justamente en eso. - Aunque dudo que una sola maldición pudiera con una criatura tan grande... Bueno, ese no es el caso. Probemos a aturdirlo. Y sin perder tiempo, detrás de los dos hechizos aturdidores que lanzó su tía, la rubia agitó la varita en dirección al dragón y un hechizo salió de la punta, yendo a parar en el dragón, que tras los dos hechizos de las dos brujas, pareció aturdido unos segundos, que la chica aprovechó para analizar la situación. Los pájaros invocados habían desaparecido ya, los pequeños dragones parecían ilesos, al menos desde la distancia, y el dragón estaba atontado. No estaba mal. Lanzó otros dos desmaius, al costado del animal, que retrocedió unos pasos y se tambaleó. - ¡Tenemos que tener cuidado! - gritó a los demás mientras se centraba en los pequeños dragones. - Si conseguimos abatirlo, tendremos que asegurarnos de que ninguno de nosotros, ni los dragones, este es su radio de caída y quede aplastado. Y ella misma retrocedió unos pasos antes de volver a lanzar otro ataque, que dio justo en el blanco: en el costado del dragón. Ya estaba bien. Sonrió para sí misma, a la espera de que los demás hicieran lo mismo y acabarían con el dragón en poco rato.
  8. No tenía ganas de volver a pasar por el Magic Mall, ya había estado desde su reapertura y había demasiada gente para el gusto de la chica, que evitaba esas multitudes. Pero por encima de eso, estaba su deseo. En los últimos días se le había antojado aquel que iba a comprar, y ninguna masa de personas iba a conseguir que desistiera de ello. Atravesó la planta baja, no iba a buscar nada de allí, aunque se alegró al comprobar que si bien, había gente suficiente allí para no dejar a ningún empleado en paro, no era como la otra vez. Parece que se habían calmado las cosas, como era normal. Llego a la primera planta y fue directa a comprobar el género disponible, pues le habían dicho que había quedado todo arrasado. Por suerte aún quedaban pensaderos. Mientras ojeaba los productos disponibles, vio otro que le llamó la atención. Ya decidida a lo que iba a comprar, se acercó al mostrador, donde la cola no era pequeña precisamente, y espero a su turno para rellenar el formulario de compra. Cuando lo terminó se lo tendió al empleado que la atendía. - Este es el pedido, espero que todo esté en orden. ID: (no es necesario el link al perfil): 118317 Nick: con link a la ficha: Bea Fearless Nivel Mágico: 2 Link a la Bóveda Trastero: (en caso de poseerla): -- Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: Bóveda 103198 Fecha: 2015- 09-29 Nombre del producto: Pensadero Objeto, Criatura, Poción, Consumible o Libro de Hechizo: Objeto Catalogación: (colocar cantidad de A, X o P respectivamente) AAA Puntos por unidad: 40P Precio: 2000G Nombre del producto: Orejas extensibles Objeto, Criatura, Poción, Consumible o Libro de Hechizo: Objeto Catalogación: AA Puntos por unidad: 20P Precio: 1000G Precio total: 3000 Total de Puntos: 60 En caso de comprar una criatura, colocar el Rango Social del Comprador: ----
  9. La Haughton e había acercado al dragón, estaba prácticamente bajo él, había aprovechado la distracción creada por los pájaros que ella misma había creado para colarse en su espacio y atacarlo donde más débil era, el costado. Por el rabillo de ojo no perdía de vista lo que hacían sus compañeros, y vio que la siguiente en unirse fue Samantha, que corrió hacia los dragones. Beatrice se quedó mirándola, era de la única que estaba allí de la cual no tenía referencias sobre como actuaba en esas situaciones y tenía curiosidad por comprobarlo. En esos momentos que se quedó parada, el dragón pareció detectarla, y le lanzó una llamarada de fuego, que no la abrasó entera por sus rápidos reflejos. Se apartó del dragón corriendo y cuando estaba a una distancia "prudencial" se permitió mirar su brazo. O lo que antes era un brazo, su brazo bueno, estaba totalmente quemado, la piel levantada, grisácea, tenía agujeros y, si no se equivocaba, eso blanco que veía era su hueso. Contuvo las ganas de vomitar, no tardaría en curarse gracias a su vampírismo, pero eso no evitaba el dolor que sentía en ese momento, un dolor como no lo había experimentado nunca. Y había algo más, furia. La furia que le había entrado por ello, al sentirse herida, ese deseo de acabar con el dragón, por muy difícil e insensato que fuera. Aguantó allí, con los ojos cerrados y maldiciéndose a sí misma por su tontería, mientras intentaba relajarse y olvidarse del dragón. Se acercó a Samantha, con el brazo pegado al cuerpo y la varita sujeta con el derecho. La mujer estaba hablando, sugiriendo de nuevo lo del dardo y tras unos segundos de asimilación de la idea, ya más tranquila y con menos dolor, la Haughton consiguió hablar para dar su opinión y proponer una forma de actuar. - Es buena idea, pero una poción tranquilizadora y la cantidad que necesitamos sobretodo, llevaría muchísimo tiempo, no podemos dejarlo libre mientras lo hacemos y dejamos que arrase con todo lo que encuentre a su paso - comentó con lógica. - Tenemos que distraer el dragón, lo suficiente para que no escape por Ottery mientras la preparamos... Hizo una pausa en su discurso, le costaba concentrarse con el dolor, aunque podía notar como poco a poco iba curándose la herida. Una náusea que le provocaba todo aquello. - ... podemos dividirnos, los que hacen la poción y encuentran los ingredientes y los que luchan al dragón. Los dardos podemos hacerlos con un hechizo, no creo que sea conveniente que vayas a buscarlos y nos quedemos uno menos - terminó como pudo. Si eres iba a ser el plan, no tenían tiempo que perder. Volvió a mirar una vez más hacia abajo. No estaba curada del todo, pero ya no era tan horrible, las partes negras habían desaparecido y podía jurar que ya no veía parte de su esqueleto. En pocos minutos más estaría lista para unirse al grupo de distracción si era necesario. Pero primero, debía esperar a que los demás dieran su opinión, aunque a ella no se le ocurría nada mejor.
  10. - ¿Hay alguien ahí? - sus últimas palabras resonaron en el silencio que reinaba. Estaba empezando a alterarse, más bien enfado que miedo o nervios, pero eso no era nuevo. Tomó varias bocanadas de aire para tranquilizarse antes de continuar. No quería perder los estribos. Llegó al final del pasillo y volvió la vista hacia atrás, pero nada. ¿Podía haber sido un patriarca? No estaba segura de que se pudieran desaparecer en cualquier lugar del castillo, pero si alguien podía, eran ellos. ¿Estaría siguiendo a algún familiar suyo sin darse cuenta? ¿Pero entonces, porque huían de ella? Estaba volviendo por donde había venido, frustrada por no encontrar nada. Igual se lo había inventado, por las ganas de hacer algo. Pero Root también había visto a alguien, no podían tener la misma alucinación. ¿O sí? No creía que el vínculo entre un elfo y su dueño llegara a tales extremos. Volvió a centrar la vista en el presente, en el pasillo en el que se encontraba, cuando vio una puerta medio abierta que hubiera jurado que antes no estaba. Si de algo servía la memoria fotográfica de la Haughton, era en ocasiones como esta. Volviendo a la teoría de que se trataba de alguien externo a la familia, porque sino, no habría tenido razones para empezar a correr, avanzó sigilosamente y apoyó la espalda en la pared, permitiéndose ver por la rendija. La habitación estaba a oscuras y no percibía movimiento. Sentía la pared caliente, contra su helada espalda y había dejado de respirar, para no delatarse a sí misma. Al fin y al cabo, tomar aire solo era un capricho para sentirse más normal. Contó hasta tres mentalmente, y cuando se sintió preparada, dio un paso adelante, después otro. Y abrió la puerta de golpe. Pero nada. Era una habitación en la que nunca había estado, con una mesa y una silla. A primera vista, veía que estaba abandonada, encendió la luz y tenía papeles cubriendo el suelo. Eran papeles de libros, arrancados y rotos. Sin embargo, ni rastro de ningún intruso que hubiera podido hacer eso. Salió de la habitación, para ver si había alguien en el pasillo, y para su sorpresa, si. Una chica, le sacaba unos centímetros, pelo gris y unos ojos de un verde precioso... Que parecía inofensiva. Se cruzó de brazos - Dime que no has tenido nada que ver con esto - alzó una ceja. Su tono era seco, como una profesora que estuviera amonestando a un alumno. No creía que hubiera sido ella, pero si se equivocaba... Iban a tener un problema. @@Zoey A. Quinn
  11. Bea Haughton Grindelwald - Tendría que ser un dardo muy grande para que surtiera efecto, los dragones son criaturas mágicas muy poderosas - contestó a Samantha, más como una acto reflejo que con una intención real de criticar la idea. De hecho, si tuvieran algo del tamaño suficiente, podría ser una opción bastante buena, desde su punto de vista. Tampoco era una experta en dragones, ni en criaturas mágicas, tendría que basarse en sus conocimientos comunes o en su instinto. Y, cuando parecía que ya tenían suficiente pensando, el dragón decidió regresar. No es que pensase que iban a pararle los pies al dragón hay reunidos, presentándose y pensando, pero no esperaba que el dragón volviera a ellos. Ladeó la cabeza, mirando con curiosidad la extraña figura que formaban los dos dragones pequeños danzando alrededor del otro, más grande y poderoso, sin duda. Ese era el que debían cazar, aturdir, o lo que fuera que tenían pensado hacer con él. Esperaba no tener que matarlo. Le gustaban los dragones, creaban en ella una clase de fascinación, sus brillantes escamas, y el fuego. El fuego, una de esas pocas cosas que podían herirla de gravedad. Tal vez la admiración se debía al respeto que sentía por ellos. Además, había otra cosa, aunque todos fueran magos cualificados, dudaba que pudieran matar a un dragón por si solos. Hacía falta mucho para conseguir simplemente aturdirlo. Galery, fue la primera en lanzarse al ataque, hacer lo que nadie hacía. No podían quedarse allí, mirando y esperando a que destrozara más el castillo y ella tomó la iniciativa. Se recogió la melena rubia, para apartarla de su cara, en una coleta alta, peinado que siempre usaba en misiones de bando, como un uniforme, y sacó su varita para seguirla. No le gustaba quedarse atrás, y al fin y al cabo, ella misma se había buscado la diversión, metiéndose en los terrenos. Ahora no iba a huir, o a quedarse charlando. Corrió, hasta quedar a unos cinco metros de los dragones, y su primera acción fue imitar a la Grindelwald, lanzó un par de hechizos al dragón grande, con cuidado de no herir a los más pequeños, que les estaban ayudando. Lanzó los hechizos lo más seguido que pudo, para atontarlo unos momentos, lo suficiente para que dejara de rugir y ella pudiera decir lo que quería. - ¡Tenemos que aunar fuerzas, sino no conseguiremos noquearlo! - gritó para que todos la oyeran. Y a la espera de que todos colaboraran, alzó su varita y murmuró "¡Engorgio!" apuntando a unos pájaros que sobrevolaban el castillo, que aumentaron al triple de tamaño, y los lanzó contra el dragón. La idea había surgido a la vista de los dragones pequeños, y parecía funcionar. El dragón dejo de fijarse en ellos o el castillo y empezó a girar la cabeza de un lado a otro, intentando chamuscar a todo lo que se movía a su alrededor. Terminarían siendo la merienda de la criatura mágica, pero mientras, conseguirían tiempo, que parecía ser la estrategia que estaban siguiendo.
  12. Beatrice Haughton Grindelwald Se despertó en su habitación del castillo Haughton, recordaba vagamente como había llegado allí. Era media tarde, según la luz que entraba Esbeth, su última adquisición, dormía apaciblemente sobre su tripa. La apartó de si, y la gatita, ronroneó chocando su cabeza contra el brazo de la chica, a modo de saludo, y saltó de la cama, para desaparecer debajo de unos armarios para seguir su interrumpida siesta. - Vaga - le soltó en tono divertido. Llevaba poco con ella, pero era la única compañía que tenía esos días. A este paso, pronto dejaría de saber hablar con las personas, y eso que nunca había sido uno de sus fuertes. Se levantó de la cama, la habitación hecha un asco, como de costumbre, llamó a Root para que solucionara el problema del orden. Como de costumbre, el elfo se mostró encantado de cumplir sus deseos. Se metió en la ducha, pensando en diferentes planes para hacer. No tenía hambre, había salido a alimentarse la noche anterior, recordaba el cuello oscuro de su víctima, como sus ojos habían dejado de brillar mientras ella lo sostenía y acababa con él. Solo era un muggle, ¿qué importaba? Volvió a su dormitorio, Root seguía canturreando mientras quitaba el polvo. ¿Nunca perdía la energía? Y la gata pensaba igual, sonrío pensándolo, mirando como el gato observaba los movimientos de la otra criatura con desconfianza. ¿En qué momento se había convertido su habitación en un circo? - ¿Qué va a hacer hoy la señora? - preguntó el elfo cuando la Haughton se agachaba para ponerse unas zapatillas para andar por la casa. - Tiene un invitado, ¿no? ¿O no es para usted? - Que esto esté limpio para cuando vuelva. Y se marchó de la habitación, ignorando la pregunta del elfo, aunque le había dado una buena idea. No tenía nada que hacer, pero podía espiar a los invitados de la familia. Pensó en tomarse la poción incorpórea, pero no estaba segura de que la hiciera invisible, así que podía simplemente interrumpir la reunión de quien fuera. Buscó en todos los salones principales donde podían estar y no encontró a nadie, parecía desierto todo. Su pelo, mojado por la ducha, había ido dejando pequeñas gotitas por toda la casa, a modo de miguitas, como para recordar el camino. Volvió sobre sus pasos, y estaba en el pasillo de la segunda planta, cuando vio una sombra cruzando el pasillo en dirección contraria. - ¡Ey! - llamó, con alegría interior de haberse encontrado a alguien. Pero el desconocido no estaba tan feliz de verla a ella, salió corriendo, y desapareció por la esquina más cercana. Sorprendida en un primer momento, tardó unos segundos en reaccionar y empezar a correr. Dobló hacia el pasillo por donde lo había visto marcharse, pero estaba vacío. Empezó a recorrerlo, despacio y con cuidado de no hacer ruido. No podía haber ido a ningún sitio. Sacó la varita de su manga, y la agarró, sintiéndose más fuerte con ese gesto. No podían herirla mientras tuviera eso. - ¿Hay alguien ahí? - volvió a preguntar, esperanzada de que quien fuera que estaba allí saldría a huyendo al ver que estaba cerca, pero nada, ni un movimiento, ni una señal de que hubiera nada allí. @@Zoey A. Quinn
  13. Todos estaban trabajando como podían, haciendo lo mejor de sí mismos para conseguir parar las plagas antes de que sucediera al revés y las plagas acabaran con ellos. El contenido de los calderos hervía y soltaban humos. Como bien señalo Seba, la piedra que había puesto tapando la entrada de la cueva, si bien los protegía de las bestias, impedía que respiraran durante demasiado tiempo, dato en el que ella, como vampiresa, no había recordado, además, cuando se acabara el oxígeno también lo haría el fuego. - Maldición - murmuró entre dientes cuando se dio cuenta de todo eso, del fallo de su plan. Tenía que arreglarlo, buscar una solución que permitiera la entrada del aire pero no la de las bestias. - ¿Bastará con dejar una rendija no muy grande para el aire? - preguntó al chico, como si fuera una especie de experto en oxígeno. Sin embargo, la piedra también tenía otros inconvenientes, les impedía saber que pasaba fuera, ¿habría ocurrido algo más? Las pociones contra la plaga iban avanzando, había incluido el agua dada por la profesora, el bezoar, que ella misma había llevado, pues era una de las pocas cosas sobre pociones que conocía antes de ir a la clase, y la sangre de unicornio, y creía haber seguido todas las instrucciones correctamente.
  14. Después de hacer sus compras en la trastienda, subió a la segunda planta, donde quería abastecerse de un par de pociones que, esperaba, le vendrían bien, o esa esperaba. Tenía ya en mente los usos que pensaba darles. Merecía la pena vaciar su cuenta de Gringotts por ello. Esta zona, al igual que la anterior en la que había estado, estaba llena de gente, aunque era más agradable, pues no tenían animales expuestos. Fue hasta el mostrador, haciéndose hueco y cogió los formularios, iguales a los que había rellenado hacía unos minutos. - Hola, buenas tardes, vengo a comprar estás cosas - saludó una vez terminado de rellenar el papel. - Espero que todo esté en orden. ID: 118317 Nick: Bea Fearless Nivel Mágico: 2 Link a la Bóveda Trastero: ---- Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: Bóveda 103198 Fecha: 2015-09-19 Nombre del producto: Poción para olvidar Objeto, Criatura, Poción, Consumible o Libro de Hechizo: Poción Catalogación: AAA Puntos por unidad: 40 P Precio: 2000 G Nombre del producto: Poción incopórea. Objeto, Criatura, Poción, Consumible o Libro de Hechizo: Poción Catalogación: AAAA Puntos por unidad: 80 P Precio: 4000 G Precio total: 6000 G Total de Puntos: 120 P
  15. Atravesaba las puertas del Magic Mall por primera vez desde que abriera de nuevo. Había viajado mucho en su vida, y había estado en cientas de tiendas y centros comerciales por todo el mundo, pero ninguna era ni la mitad de interesante. Como era de esperar, la tienda estaba repleta de gente haciendo sus compras y podía resultar molesto moverse entre la multitud, pero por suerte Bea ya conocía la trastienda, y solo tuvo que hacerse camino entre unas pocas personas hasta llegar a donde ella quería. Tenía en mente su compra de aquel día, no tenía que pensar como muchos otros hacían, así que simplemente se acercó al mostrador, cogió los formularios y los rellenó deprisa, casi sin detenerse a mirarlos. - Vengo a hacer estas compras, espero que todo esté bien - comentó mientras entregaba los formularios. ID: 118317 Nick: Bea Fearless Nivel Mágico: 2 Link a la Bóveda Trastero: -- Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: Bóveda 103198 Fecha: 2015/09/19 Nombre del producto: Cachorro de zorro gris Objeto, Criatura, Poción, Consumible o Libro de Hechizo: Criatura Catalogación: Animal muggle Puntos por unidad: 10 Precio: 500 Nombre del producto: Gato atigrado. Objeto, Criatura, Poción, Consumible o Libro de Hechizo: Criatura Catalogación: Animal muggle Puntos por unidad: 10 Precio: 500
  16. Beatrice Haughton Grindelwald Sin dar tiempo a que Galery aclarara sus dudas sobre el dragón, Bea vio como dos figuras se les acercaban. Una de ellas, a pesar de haberla visto en contadas ocasiones hace tiempo, la reconoció sin problemas, su abuela Anne. Entonces recordó que ella era matriarca de los Gaunt, así que, como había pensado al principio, debían estar en el castillo. La otra, también mujer, era rubia y le llamó la atención la ropa que vestía, se detuvo examinándola unos segundos, seguramente estaría mucho más cómoda que la suya, su plan del día no incluía ningún dragón. Su abuela fue la primera en hablar, seria y autoritaria, mucho más que como la había visto en los breves ratos que habían compartido, donde quizá había se había mostrado más cordial. Tampoco tenía grandes recuerdos sobre esos ratos. Samantha fue la primera en hablar, presentándose y asegurando que no sabía nada del dragón. - Yo simplemente pasaba por aquí y he visto al dragón huir, así que me he acercado a mirar - comentó con su característico tono indiferente, ocultando el interés que despertaba en ella todo el asunto. - Justo acababa de preguntar de dónde había salido el dragón. Un chico se unió al grupito que habían formado en el jardín, saliendo de una ventana, gesto que le habría hecho gracia si no fuera porque admitió que el dragón le pertenecía y debían capturarlo. - Estaré encantada de poder ayudar, quizá podamos capturarlo antes de que queme a todos nuestros vecinos - aunque intentaba no sonar seca, los chistes no eran su fuerte y le costaba trabajo, estando entre tantos desconocidos sobretodo, soltarse un poco. Otro mago más se juntó a ellos al poco. Reconoció su cara, estaba segura de haberlo visto en alguna ocasión y el mismo le recordó por qué, era el hermano de su abuela, y eso lo convertía en familiar suyo de alguna manera. Su nombre, sin embargo, había escapado de su memoria, bien atenta para los detalles y los hechos, y frágil para recordar nombres de personas. - Ha sido un dragón - intentó sonar agradable pero fue solo un susurro que dudaba que nadie a parte de ella lo hubiese oído. Mirando a su alrededor, podría haber sido poco más que una reunión familiar, pero teniendo en cuenta que apenas ni podía recordar los nombres, las relaciones sanguíneas no ayudaban para nada, menos si recordaba las constantes discusiones con su madre. - Ha sido el dragón, si - repitió de nuevo, volviendo al tono que mejor se le daba, fingiendo que nada importaba. Se sentía más segura así, resultaba más fácil hacerse oír. No dio más detalles, esperando que los dueños de la casa explicaran más detenidamente lo que iban a hacer.
  17. Beatrice Haughton Grindelwald Andando por la calle, con paso lento y sin una dirección fija la Haughton no estaba teniendo su mejor día. Otra vez le había pasado, siempre la misma historia. Estaba cansada de quedar como una idi***, no lo soportaba, aunque debería haberse acostumbrado ya, era demasiado orgullosa para hacerlo. ¿Nadie confiaba en ella? Bien, porque la rubia tampoco confiaba en nadie. No necesitaba a su familia. Perdida, todo lo posible que es perderse en un pueblo tan pequeño como aquel, ni siquiera se fijaba en los castillos que dejaba atrás. Estaba cansada, si, pero no iba a quedarse sentada, esperando a que todo saliera como ella quería, a que fueran a buscarla y le pidieran perdón, por experiencia sabía que las cosas no ocurrían así. El enfado provocaba que su parte vampírica se excitara, le impedía pensar con racionalidad, necesitaba calmarse necesitaba... un dragón. ¿Un dragón? Se paró en seco, empezaba a desvariar. Respiró hondo, la costumbre de cuando aún era humana que no la abandonaba, era su manera de calmarse. Y entonces lo vio, la razón de que sus pensamientos hubieran tomado ese rumbo. Un dragón, de carne y hueso que huía hacia el bosque. Tal vez una Bea más racional que la que estaba en ese momento se hubiera dado media vuelta, pero quería aventura, y si esta envolvía a un dragón, mejor que mejor. Entró en los jardines de un castillo, si no se equivocaba ese pertenecía a la familia Gaunt, pero no podría asegurarlo, nunca había estado allí. Se veía que el dragón se había divertido, los destrozos provocados en el edificio eran visibles a simple vista, cristales rotos y cenizas, cortesía de las llamaradas que soltaban aquellas criaturas. Fue hasta la puerta principal, que estaba abierta y entró, llamando primero y sin esperar a que fueran a recibirla. Se sentía extraña en aquel sitio, ajeno a ella y sola, sin invitación, pero por suerte, vio una figura que reconoció, paseando por el jardín. Se apresuró a seguirla antes de que desapareciera, salió por donde había entrado y allí estaba. Cuando llegó a ella, estaba más tranquila. No era ella por completo, pero si una aproximación cercana, tenía la seguridad que sus ojos, que unos minutos antes habrían estado de un color rojo brillante, habían vuelto a su marrón habitual y podía fingir una respiración tranquila. - Hola, Galery - saludó a su tía cuando estaba a pocos metros, con una media sonrisa dibujada en la cara. No quería parecer demasiado feliz, el tema del dragón suelto dando vueltas por la zona no debía agradarle en exceso, al menos, debía aparentar que no lo hacía. - ¿Qué haces aquí? ¿Has visto el dragón? @@Samantha Sokal @ @@Luci Rosier @ @ @OttoBlack @@Emmet Haughton Gaunt @ @ @@Darla Potter Black
  18. - La valeriana está aquí - le tendió a Darla lo que le había sobrado a ella después de echarla en su poción, la había sacado de los ingredientes proporcionados. - Me falta el agua y la sangre de unicornio y tendré la poción list... Pero, como no podía ser de otra manera en aquel día, no pudo terminar la frase. Un rugido proveniente de no muy lejos resonó por la cueva, ensordeciendo hasta el sonido de los rayos que no cesaban y dando la sensación de que todo temblaba. Un murmullo salió se escapó de su boca "Fieras". Lo más alarmante de todo es que los aullidos eran estaban cada vez más cerca. ¿Y qué podían hacer para pararlas? No se le ocurría gran cosa, pero siguiendo su primera idea, la que se le había pasado por la mente nada más oírlas, protegerse a ellos mismos. Se asomó al borde de la cueva, aún no se veía ningún bicho, pero con lo espesa que era la lluvia no quería decir mucho. Visualizó una piedra grande no muy lejos de donde estaba, la recordaba de cuando habían llegado. Volvió a sacar la varita y con un wingardium leviosa colocó la piedra tapando la entrada. - Eso puede detenerlas, pero necesitaremos alguna manera de salir... Sus palabras se vieron acompañados por unos arañazos a la piedra. Lo había conseguido por unos segundos, pero ahora estaban más atrapados de lo que ya lo estaban antes. Tenían que acabar son ello para salir... Si es que salían todos. Lo había dicho su compañera antes, ¿habría algún primogénito? Esa era una de las plagas, ¿se atrevería de verdad el causante de todo esto a llevarlo a fin hasta sus últimas consecuencias? - ¿Podríamos preparar un veneno fuerte para acabar con las bestias y mientras hacer el pulverizador para las langostas? - preguntó a la profesora, más preocupada por si tendrían material suficiente para todo ello, o tendrían que ir fuera a buscarlo.
  19. Apenas se habían acomodado todos en la cueva, un sonido extraño llegó hasta el agudo oído de la Haughton, que intentó reconocerlo, asociarlo a algo. Antes de hacerse una idea sobre que podía ser, la profesora gritó, y con velocidad, se tiró al suelo, lo mismo hizo ella. Murciélagos. Le gustaban aquella criaturas, tenían algo misterioso y conseguían asustar a la gente, pero parecía mala suerte haberse escondido en una cueva que contenía un nido de murciélagos. Primero la lluvia y luego eso, no parecía que fueran a tener una clase tan tranquila como parecía al principio. Cuando por fin salieron todos, se volvió a incorporar, apoyó la espalda en la pared de la cueva, notando las piedras que se clavaban levemente en su espalda y escuchó a la profesora con atención. Poción contra las malas hierbas, interesante. Nunca se había planteado como se retiraban las malas hierbas, pero había visto a los muggles hacerlo, así que no podía ser tan complicado. Pero Helike no pudo ni acabar su explicación. Una fantasma había entrado en la cueva haciendo que la profesora se interrumpiera. Anna, se llamaba, no sabía por qué, pero se quedó con su nombre. Los fantasmas le resultaban curiosos, por qué alguien, después de morir, ¿se quedaba en este mundo? ¿Y cómo se sentía la lluvia siendo fantasma? Pero no se atrevió a preguntarlo, y tampoco habría tenido tiempo, pues Anna ya estaba trayendo malas noticias. - ¿Una bandada de langostas? - parecía surrealista todo aquello y seguían sin poder salir de la cueva. A lo lejos ya se veían las langostas acercándose, y tenían que actuar. Lanzó varios hechizos aturdidores, intentando alcanzar a alguna langosta, aunque entre la lluvia y la poca luz, no era probable que estuviese siendo muy efectivo. Necesitaban un plan más elaborado, algo que sirviera de algo, no solo parar darle por casualidad a una langosta. Ellos eran muy pocos en comparación. Darla fue la primera en tenerlo, con un morphos, consiguió unos pájaros y avispas que aunque seguramente fueran insuficientes contra la plaga, podría entretenerlas mientras se les ocurría otra cosa. Alzó la varita para imitar el hechizo de su compañera... Y otra pausa más. Esta vez el elfo de Helike, al que habían visto antes, avisando de que el río ya no llevaba agua, sino sangre. Y cuando la profesora explicó la fábula, todo cobró más sentido. Tenían demasiados frentes abiertos, y no podían encargarse de todo, pero parecía decidido que empezarían por el agua envenenada, algo inteligente, pues podía haber animales fuera que bebieran de ese agua sino. Anotó todos los pasos que les iba explicando en la cabeza, y en cuanto terminó se puso manos a la obra. No podían darle tiempo a lanzar otra plaga contra ellos, a quien fuera que lo estuviera haciendo, sin haberse deshecho de alguna. Cogió el caldero y su varita. - ¡Aguamenti! - exclamó, llenando el recipiente de agua y lo pusó a hervir. Acto seguido, siguiendo las instrucciones, utilizó las hierbas, y dejando que se cocieran, se puso a cortar las ramitas de valeriana, poniendo toda su concentración en hacerlo bien, para que el antídoto funcionara. - Pero, ¿no deberíamos encontrar a quien está causando todo esto, antes de que complete las diez plagas? - preguntó mientras dejaba descansar la poción, mirando fuera de la cueva, a la espera de que algo terrible pudiera ocurrir. - Tal vez mientras terminamos con esto podamos encontrar alguna manera de parar la lluvia, puede ser una de las plagas, el granizo, y si su origen es mágico, deberíamos poder pararlo...Tiene que haber alguna forma de hacerlo .Además, alguien podría ir haciendo la poción para matar las langostas.
  20. No había llegado la última, definitivamente. Después de que la Haughton se presentara y recibiera una contestación llegaron otras dos mujeres que se unieron al grupo, cada vez más grande. Ambas se presentaron como Alyssa y Oniria, y creía haberlas conocido a las dos en alguna ocasión, aunque era incapaz de recordar donde. Debería prestarle más atención a la gente. No sabía qué hora era, había dejado el reloj en casa, si necesitaban ropa cómoda para lo que fueran a hacer, un reloj podía llegar a ser un estorbo. Había decidido que era lo mejor, pero no podía evitar sentirse desnuda, como si le faltase una parte de ella. Le gustaba tenerlo todo controlado, y saber qué hora era en cada momento daba la sensación de que se podía controlar el tiempo. Se pusieron en marcha cuando Heliké dejó una nota para que los rezagados se unieran a ellos cuando llegarán y se adentraron más en el parque. Mientras avanzaban la Haughton apuntó visitar el parque en algún momento, fuera de la clase, para poder detenerse y pasear relajadamente. Se pararon en un lugar muy agradable, había unos cojines en el suelo, que parecían colocados para ellos. - ¿Qué vamos a hacer hoy? - preguntó, y por si sus palabras podían ser bruscas, modulo la voz para quedar educada por lo menos. Pero no dio tiempo a que respondiera, en cuestión de un rato, el cielo sobre ellos se había tornado gris y estaban empezando a caerles gotas. La profesora les indicó que entraran en una cueva y la rubia se dio prisa en hacerlo antes de que se le mojara la ropa y empezara a pegar al cuerpo. No es que ella, en su condición de vampira, pudiera constiparse, pero la ropa empapada podía resultar de lo más incómodo. Encendió un fuego y ella se apartó de la hoguera, no era su elemento. - Bueno, ¿y ahora? - inquirió, sonriendo levemente ante el comentario de Seba. No, seguramente la lluvia no estaba en los planes de la clase, pero tendrían que ver que hacían con ella. Se sentó en uno de los cojines a la espera de poder ocupar sus manos, que en ese momento se habían puesto a tamborilear contra el suelo.
  21. FICHA DE BEATRICE HAUGHTON http://38.media.tumblr.com/24a95306a8bc4b27862b5172280822e5/tumblr_my2rwyYE0y1sp020zo1_500.png Datos Personales: Nombre del Personaje: Beatrice "Bea" Haughton Grindelwald Sexo: Femenino. Edad: Joven. Nacionalidad: Española/Británica. Familia(s): * Familia 1 : Haughton * Familia 2: Grindelwald Padre(s) Sanguíneo: Sophie Wright Ryddleturn Padre(s) Adoptivos: Ariadna Macnair Gryffindor Trabajo: - Poderes Mágicos: Rango Social: Unicornios de Bronce. Bando: Mortífagos Rango dentro del Bando: Base Puntos de poder en objetos: Los asignarán los moderadores Habilidades Mágicas: * Habilidad 1: -- * Habilidad 2: -- * Habilidad 3: -- Conocimientos Especiales: *Historia de la Magia *Leyes Mágicas Medallas: -- Perfil del Personaje: Raza: Vampira. Aspecto Físico: Es alta aunque menos que su hermana y muy delgaducha y esmirriada. Tiene el cabello largo y liso, y aunque su color natural es el rubio y es el que más suele llevar, también se la puede ver con el pelo castaño o pelirrojo, que usa cuando se cansa. Sus ojos son marrones tristes en general y grandes, que le dan un aspecto infantil y le hacen parecer asustada en todo momento, algo que antes le molestaba, pero ahora intenta potenciar. Dependiendo de su humor, el color puede variar entre un marrón natural a un color tan oscuro que se confunde con el negro. Suele llevar los labios de un color rojo fuerte para darle un poco de color a su cara pues es muy pálida. Tiene un aspecto que le da una edad menor a la que tiene en realidad lo cual aunque le molesta, le resulta de gran utilidad. Le gusta vestir elegante, vestidos largos y mejor con colores oscuros, negros, grises o morados, ya que cree que es lo que mejor le sienta. Uno de sus dientes está un poco roto por un accidente que tuvo de pequeña, una característica, que odiaba en parte, pero que le recordaba a uno de los pocos momentos que pasó con su padre, aunque era tan pequeña, que no puede recordarlo. Cualidades Psicológicas: Beatrice es poco sociable por naturaleza, persona de pocas palabras, es reservada y prefiere escuchar lo que los demás tienen que decir que hablar. No le gusta la compañía de nadie que no sea su hermana y su madre, por las cuales haría cualquier cosa. Es fría y no tiene muchos amigos. Cuando lo hace intenta sonar despectiva y sarcástica, nunca deja ver sus sentimientos y no deja que nadie la conozca, pues el conocimiento es poder, y no quiere darle poder sobre ella a nadie. Tiene una tendencia a mentir que desarrollo desde pequeña, debido a su miedo a que conozcan como es en realidad y le gusta manipular a la gente para que hagan lo que ella quiera, en muchas ocasiones, fingiendo torpeza o despistes, para crear simpatías hacia ella y hacer que la gente con la que está la considere inofensiva. Es egoista, piensa primero en ella y no confía en la gente que se sacrifica por los demás, considerándolo un acto totalmente antinatural. Es una persona inteligente, aprende con facilidad gracias a su memoria fotográfica y a la curiosidad que cualquier cosa nueva o desconocida despierta en ella. Ama la música y una de sus pasiones es el violín, el cual aprendió a tocar de niña, como parte de la educación que le dio su madre. Historia: La infancia de Beatrice fue bastante buena, sin sobresaltos de ninguna clase. Con su madre y su hermana, sus únicas amigas, ha pasado la vida viajando por diferentes países. Estudió en casa, aprendiendo de su madre a la cual admira muchísimo y mientras viajaban por diferentes países, les enseñaba la cultura y el idioma de los distintos lugares por los que pasaban, razón por la que tiene un gran conocimiento de cultura general muggle. Desde muy pequeña, empezó a hacer magia, no fue una gran sorpresa, pues ya sabía todo lo que había que saber de ese mundo, pero fue una alegría para ella, porque por primera vez, hizo algo antes que su hermana. Una de las cosas que más ha notado es la ausencia de una figura paterna que la guiara. Aunque nunca lo haya hablado con nadie se pregunta quién es su padre y estuvo investigando para encontrarlo, sin mucho éxito, pues no tenía mucha pista de él. Cuando ha hablado con su madre del tema, ella le ha contestado que su padre solo la vio una vez, en Toledo donde nacieron, cuando era casi un bebé. Él la intentó montar en una escoba, y ella cayó, rompiéndose un diente de arriba, una pequeña muesca, que se nota cuando sonríe. No sabe por qué, pero ese diente, no se le cayó cuando cambió de los dientes de leche, y ni siquiera su reciente transformación ha cambiado ese diente marcado que tiene, algo que agradece, pues es una conexión con su padre. Cuando su madre se marchó para volver con su familia, Beatrice se quedó destrozada, aunque intento disimularlo por Kelly, sin embargo, el tiempo en soledad le ayudó a aprender a valerse por sí misma, pues no quería depender de los demás para todo. Además, se volvió más desconfiada y fría, impidiendo a la gente acercarse a ella, para evitar que le hicieran daño y solo se permitió confiar en Kelly, ella era un soporte totalmente necesario para su vida. Siguieron viajando, juntas las dos solas, formándose y desarrollándose, tal vez, esa fue la etapa que más marcó la vida de la Haughton. Vivieron entre muggles la mayor parte del tiempo, pues dos brujas jóvenes y sin un total dominio de la magia no podían hacer gran cosa. Fue en este tiempo, cuando se desarrolló su desprecio hacia los muggles, y poco a poco, fue intento llevar a Kelly hacia lugares más apartados, donde no tuvieran que estar en contacto con esos seres que parecían iguales pero ella percibía inferiores. Durante una de sus estancias más largas conoció a Ariadna a la cual acudía en infinidad de ocasiones para evadirse de su día a día entre los muggles, encontrar a otra bruja que la ayudara y la comprendiera en ese tiempo fue vital para ella. Cansada de esa vida, con el recuerdo de su madre todavía presente y con ganas de un hogar, las gemelas se dispusieron a ir a buscarla a Ottery, donde ella estaría. No sabían mucho de su familia materna, pues ni su madre los había conocido, solo tenían un apellido, Haughton. Gracias a eso, no fue difícil encontrarla. Desde que llegó a Ottery su vida cambió radicalmente. Poco a poco ha ido madurando, el tema de su padre ya no le preocupa, aunque a veces sigue pensando en él y se ha alejado de su hermana, de manera inevitable volviéndose más independiente y segura de sí misma. Al poco de reencontrarse con su madre biológica conoció a Anna, que la ayudó a integrarse en el lugar y la adoptó como hija suya. Gracias a ella conoció a los Loveless, su familia adoptiva a la que quiere tanto como a su familia sanguínea. Ingresar en la Academia de Magia también la ayudo a conocer gente y poco a poco a estar más segura de sí misma y de sus ideales, que siempre tuvo bastante claros, gracias a la educación recibida y a sus vivencias posteriores. Finalmente ingresó en el Departamento de Cooperación mágica internacional, que le interesó desde el primer momento. Todo parecía haber mejorado en la vida de la Haughton cuando se torció. Había salido a pasear por la noche, algo que le gustaba hacer desde niña cuando oyó unos ruidos. La Haughton ni se paró a ver que era, pues los entendió como sonidos de animales. Cuando se despertó no recordaba nada de lo que había pasado, pero ya no se encontraba igual, no se sentía la misma. Cuando comprendió que ya no era humana, lo que le llevó varias semanas, decidió que lo mejor era largarse de allí, dejarlo todo. Se marchó sin avisar y viajó por toda Inglaterra durante un mes, hasta que comprendió que no podía seguir así. Ese mes, sin embargo, la volvió más fría y distante que nunca, dejo que su parte vampira, la menos humana se apoderara de ella. Podía estar sola, hacer lo que quisiera y salirse siempre con la suya, no necesitaba a nadie. Apenas habló con gente durante su viaje y cuando lo hacía solo era para alimentarse. Echaba de menos todo lo que había dejado en Ottery, todo lo que perdería si no volvía jamás, pero podía elegir. No era la chica desbalida que en otro tiempo se había creído a sí misma. Era más fuerte y poderosa que nunca, lo notaba. Con un conocimiento más profundo de sí misma, decidió emprender el camino de vuelta, aquel que una vez hizo con Kelly, para volver con su madre, con todo lo que ella quería. Cuando regresó, no fue sencillo. Se enteró de que la habían despedido del trabajo, no se sabía nada de su familia adoptiva y lo que era aún más importante, su hermana no estaba. Lo que antes le había gustado de Ottery había desaparecido, pero acostumbrada a que su vida no fuera tal como lo planeaba, la Haughton se quedó allí. Alejada de su familia sanguínea, a la que nunca había querido del todo por ser la causa por la que su madre se alejó de ella la primera vez y con pocas caras conocidas a su alrededor, se encontró una grata sorpresa: los Grindelwald se habían instalado allí. Con una buena noticia por fin, se acercó a ellos, a Ariadna, a la que siempre había considerado como una madre, que la adoptó como a una hija más y se trasladó al castillo de la familia a vivir con ellos la mayor parte del tiempo, pues se sentía más comprendida y querida que en la casa de los Haughton, donde aún estaba la siempre presente ausencia de su hermana. Pertenencias: Objeto Mágico Legendario: -- Objetos Magicos: Objeto 1: Varita Clasificación: AA Puntos de poder: 20 pts. Mascotas y Criaturas: Criatura 1: lechuza Clasificación: A Puntos de poder: 10 Poder en asaltos: Libros de Hechizos: -- Poderes de Criaturas: Tipo de poder: -- Consumibles en Batallas: Nombre: -- Descripción: -- Categoría: -- Elfos: * Elfo 1: -- * Elfo 2: -- Licencias, Tasas, Registros: Licencia de Aparición: Obtenida. Licencia de Vuelo de Escoba: Obtenida. Registro de Lechuza: Sunny. Personajes Secundarios: -- Otros Datos: Otros datos: - Es zurda. - Tiene memoria fotográfica. - Tiene una marca de nacimiento en la mano derecha. - Toca el violín, pero su verdadera pasión es componer. Cronología de cargos: 05/02/2014, ingreso al foro. 07/02/2014, entra en la Academia. 24/02/2014, entra en la Mini-Marca. 7/04/2014, entra a trabajar como aprendiz en Confederación Internacional de Magos, Sede Británica, Departamento de Cooperación Mágica Internacional. 20/08/2014, se gradúa en la Academia. 12/09/2014, entra en la Marca Tenebrosa. 7/10/2014, asciende a empleada en Confederación Internacional de Magos, Sede Británica, Departamento de Cooperación Mágica Internacional. 8/07/2015, es despedida del Departamento de Cooperación Mágica Internacional. Premios y reconocimientos: -- Links de Interés Referentes al Personaje: Link al Perfil de Comprador MM. Link a Bóveda Personal: Bóveda 103198 Link a Bóveda Trastera. Link a Bóveda de Negocio. Link a Bóveda Familiar 1: Bóveda 84511 Familia Haughton Link a Bóveda Familiar 2.
  22. Estaba nerviosa, no podía negarlo. Aunque mientras se arreglaba su cara permanecía impasible, su rostro serio y tranquilo le devolvía la mirada desde el espejo, por dentro podía notarlo. Cada vez que estaba quieta, empezaba a mover la pierna o los dedos como si de un tic se tratase y aunque había intentado leer para hacer tiempo, le había sido imposible mantener la concentración muy seguido y había abandonado el libro casi sin empezarlo. Era la primera vez que volvía a la Academia desde que se graduara y aunque el paso por la misma sido una experiencia enriquecedora, no había duda, había tenido momentos... complicados para ella. Volvió a su memoria ese momento en el que casi la queman en la hoguera. Salió temprano de casa, no quería llegar tarde. Para ella, la puntualidad era una de las virtudes que debía poseer cualquier mago. Estaba ansiosa por saber que les depararía la el día. Si había algo que apasionara a la vampira, sin duda, aprender era esa cosa, y ninguna mala experiencia la iba a atemorizar lo suficiente para dejar la clase a un lado. Al fin y al cabo, las llamas no eran tan desagradables. Había recibido la lechuza que indicaba el día y la hora de la clase además, adjuntaba una recomendación de ropa cómoda, a la que había hecho caso. Llevaba puesto unos vaqueros ajustados y una camiseta ancha para ir cómoda, a parte de sus viejas deportivas. Se sentía rara en aquella ropa, se había acostumbrado a los vestidos y los tacones y se sentía como cuando llegó a Ottery por primera vez, su rostro no había envejecido un ápice. Cuando llegó a la Universidad, que para ella siempre sería la Academia no había nadie en la clase, estuvo esperando y ya estaba empezando a pensar que se había equivocado de hora, cuando recordó que la clase no iba a tener lugar allí sino en el Callejón Diagon, ahí sería la clase, en uno de los locales. Maldiciéndose a si misma por olvidarlo, se apareció directamente en la calle llena de negocios y se dispuso a buscar el lugar, nunca había estado, pero le sonaba haberlo visto desde fuera. No tardó en encontrarlo, llamaba la atención por sus puertas. Era uno de los negocios más extraños en los que había estado, un bosque. Avanzó en silencio, intento hacer el menos ruido posible, era tan precioso que no quería arruinar la paz que reinaba allí. Ese lugar le daba esa sensación de sitio sagrado, en el que gritar o hacer ruido está totalmente descartado. No veía como se podía dar allí una clase, pero ella no era profesora, tendrían sus razones. Poco había andado cuando vio a una mujer de pie fumando que estaba con otras dos personas y supuso que serían de la clase. Los observó rápidamente, solo una de las mujeres le sonaba, pero no podría decir cuál era su nombre, y a los otros dos no los había visto nunca. - Buenos días, soy Bea Haughton, vengo por la clase de pociones - se presentó saliendo de su ensimismamiento y volviendo al mundo real - Creo que la clase es aquí. Dicho esto, se giró para ver si venía alguien más, no sabía si había llegado la última o habría más alumnos y tendrían que esperarlos, así que se movió para ver la puerta sin tener que adoptar una postura extraña y esperando a que la clase comenzara.
  23. ¡Hola! No sé si tengo que volver, porque hice ya la inscripción para el mes pasado, y como no salió clase dijeron que ya para este, pero como no estoy segura y además quiero cambiar de conocimiento, pues aquí estoy, a pedirlo de nuevo, bueno. Creo que llego para hacerlo en septiembre, así que aquí lo dejo. ¡Saludos!
  24. Bea Haughton Sonrío mientras el muchacho se describía así mismo como callado. Ella misma había sido así, callada, pero poco a poco, había aprendido a ser correcta. A veces, la timidez puede ser una carga de la que la Haughton se había librado hacía tiempo. - Bueno, pero aunque seas callado podremos mantener una conversación, ¿no? - lo miro con curiosidad, tenía demasiadas ganas de lanzarse a hacer preguntas, pero se contuvo. Debía ser prudente, no sabía nada de él. Cuando el elfo volvió le encargó que trajera el té que había pedido y ordenó un vino para si misma, no tenía ganas de pedir comida, hacía tiempo que no necesitaba comer, y no se encontraba de humor para fingir. - La gente aquí está ocupada, todos tenemos muchas cosas que hacer, supongo que por eso se nos olvidaría. Pero si viene alguien podemos preguntarlo. Aún así, dejemos de lado a la misteriosa persona, ¿te parece bien? - ladeó la cabeza, estaba usando un tono suave, casi dulce, pero hablaba con autoridad, para que no se atrevieran a contradecirla. El elfo volvió con lo que habían pedido, y cuando les dejó las cosas en la mesa Bea murmuró un "Gracias" dando a entender que quería que se largara. No soportaba tener a esas criaturas mucho rato cerca, aunque en Ottery todo el mundo tenía uno y empezaba a acostumbrarse. - Bien, empecemos por el principio, una pregunta sencilla, ¿cómo te llamas? - cogió la copa de vino y se la llevó a los labios, dando un pequeño trago y dejando la marca del pintalabios en el cristal. - ¿Eres de aquí? No me suena que nos hayamos encontrado antes... "No me suena saber nada de ti" hubiera sido, tal vez, la expresión correcta, pero no quería asustar el chico antes de sacarle la información. Meneó la cabeza para sí misma, aquello parecía un interrogatorio, pero no, había algo en él que le hacía no desconfiar. Aún así, debía hacer algunas preguntas, no podía evitarlo. Y algunas eran básicas. @@Sid Rosier
  25. Bea Haughton con @@Sid Rosier - ¿Así que alguien te invitó? - por fin a la sombra se quitó la capa de encima, era molesto llevarla en un día como aquello, pero no podía arriesgarse a que le diera el sol. El elfo de la familia corrió a su encuentro y cogió la capa de la muchacha, esperando por si el chico le daba algo para llevarse. La Haughton fue andando hasta el comedor, que estaba desierto, ni rastro de ninguna persona allí. La rubia nunca había visto el comedor lleno, ni siquiera conocía a gran parte de su familia, si permanecía allí, simplemente era por comodidad. Y por Kelly. Ese nom bre le venía a la cabeza en cualquier pensamiento, ¿podría solucionarlo alguna vez? - No sé quien pudo haberte invitado, la verdad, pero si quieres puedes pasar y tomamos algo - dijo mirando de nuevo al que había convertido en su invitado. - Puedo pedir que nos traigan algo, cualquier cosa, ¿qué te apetecería? Le indicó una silla enfrente de la que ocupó ella misma, e hizo llamar a los elfos. - ¿Y bien, no recuerdas nada de la misteriosa persona que pudo invitarte? Bea Haughton con @ y @Emilia Malraux La conversación que estaba teniendo con Emilia se vio interrumpida por un golpe en la puerta. El corazón de Bea dio un vuelco, ¿sería..? Tardó unos segundos en levantarse y cruzar el espacio que la separaba de la puerta. - Mamá... La Haughton se quedó petrificada, con una mirada de decepción en la cara. Era la primera vez que no se alegraba demasiado de ver a su madre, pero se recompuso enseguida y la abrazó. - ¡Cuanto tiempo, mamá! Empezaba a estar preocupada - se hizo a un lado para dejarla pasar y entonces se acordó de su invitada. - Ah, no sé si os conocéis, mamá, esta es mi amiga Emilia, Emilia, está es mi madre, Sophie - su voz había vuelto a recuperar su tono habitual, y miro a la una y a la otra alternativamente mientras volvía a sentarse. Era extraño, teniendo en cuenta que nunca recibía visitas, que se hubieran juntado dos personas allí con ella. - ¿Dónde has estado? - miró a su madre con curiosidad, hacía demasiado que no la veía, aunque se imaginaba que no podía darle muchos detalles, menos aún con invitados cerca - No sé por qué todas desaparecéis de repente y sin avisar - dijo en broma mirándolas a las dos. - No debéis darme estos sustos.

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