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Sajag

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Todo lo publicado por Sajag

  1. Sajag

    Prueba de Videncia #6

    Sajag no podía ayudar a su pupila. Hubiera dado su vida para que la señorita Lockhart no supiera lo que iba a ver pero era innato en los Videntes el ver el pasado, el ver el futuro, el relacionarlos, el saber identificarlos y, si la energía derrochada lo merecía, cambiarlo para evitarlos. Pero... ¿Sabría hacer lo correcto? Es fácil perderse, para un Vidente, cuando los afectados son gente a la que apreciamos y nos aprecia. El Vidente cerró los ojos y se dio cuenta que lloraba. ¿Cuánto tiempo hacía que no derramaba lágrimas? No podía acompañar a su alumna dentro del Portal. Sólo los unía el anillo, sólo esa materia rosada les permitiría comunicarse. No podía influir en nada dentro de la dura prueba que había sufrido. Aquella vez, la visión había sido cruel y había jugado con sus sentimientos. Súbitamente, el Portal se abrió. Tras la luz inicial, el Arcano sintió un revoloteo y unas mariposas atravesaron el hueco. Estaba sorprendido. ¿Tan fuerte era su poder que había materializado su propia visión? ¡Eso le había costado años a él conseguirlo! Sintió una punzada de dolor en el dedo que sostenía su Anillo de Videncia y se acercó al Portal. - ¿Quién te ayudará, Cye? - ahora se atrevía a tutearla. Acababa de demostrar que era una gran y potente Vidente, no necesitaba más prueba. - Di su nombre, di el nombre de quien te ayudará a romper la maldición que os acecha. Dilo, Cye, dilo y podrás cruzar el Portal. La muchacha estaba allá, a un paso, tendida en el suelo, a punto para cruzar el Portal. Es una puerta que sólo se puede cruzar una vez en la vida. El Arcano no podía cruzarla para recogerla y traerla de vuelta. Tenía que ser ella, ella, la que cruzara. Extendió los brazos, casi rozando la apertura, para sujetarla con fuerza y sostenerla, para darle ánimos para superar lo que sabía, para darle esperanzas para lo que sucediera. - Di su nombre entero, es muy importante, Cye Lockhart. Es el paso necesario para que esa mujer VEA que tiene que ayudarte y que tu camino y su camino confluyan en un pasado común. Di su nombre y regresa. ¿Se despertaría? ¿Se levantaría? Sajag se dio cuenta que lloraba porque era el peor reto vivido por nadie y el futuro más incierto que presentaba ante su pupila, 24 años de sufrimiento.
  2. Sajag

    Videncia

    Hacía días que Sajag disfrutaba de unos días de asueto en los que, incluso, se había atrevido a salir de su habitación enclaustrada de libros para saborear el buen tiempo en el pueblo cercano. Sus paseos habían sido largos aunque algo decepcionantes. Su humor se había agriado un poco ante las cosas que había visto fuera. Tal vez por eso, decidió volver a encerrarse entre sus escasas pertenencias y desplegar sus libros usados por mil lecturas y retomar el placer de seleccionar un párrafo de alguno de ellos y dedicarse a la meditación sobre su significado. El mundo exterior había vuelto a desilusionarle y prefería estar aislado. Por ello, el aviso de que un nuevo pupilo llegaba a romper el silencio que tanto ansiaba y la ausencia de presencia humana a su alrededor, alteró su tradicional paciencia y tiró el libro al suelo, un libro de muchos lustros. Se apaciguó enseguida. Ser Arcano significa, muchas veces, no dejarse llevar por las emociones, que tienen como todo ser vivo. Ser Arcano implica canalizar el estado de ánimo y plasmarlo en positivo. De todas maneras, le gustaría conocer antes si aquella persona tendría futuro en la Videncia y sus enseñanzas serían absorbidas o caerían en un saco roto. Si era ésto último, mejor ni le dejaba entrar en su casa. Así, se sentó en el único hueco que había sin ocupar por sus preciados libros, entre el camastro diminuto (en el que parecía imposible que pudiera yacer con su oronda barriga) y la mesa de las cartas del tarot, a la derecha de la cocinilla donde hervía agua para el té y donde cocinaba hojas extrañas que impregnaban de un olor para él agradable (no todos tenían su olfato) que acompañaba a su meditación en las largas y apacibles tardes. Sajag se sentó sobre una silla baja. Quien le encontrara allá casi pensaría que se sentaba en el suelo. Flexionó las piernas de manera que quedó en una posición semejante a la del loto (sí, la silla era una mera trampa para camuflar que le costaba hacerla con su voluminoso vientre o tal vez con el dolor de sus rodillas; la vejez alcanza a todos, incluso a los arcanos, aunque no parezcan ser tan viejos físicamente). Cerró los ojos y aspiró con fuerza el olor a azafrán y menta que acababa de mezclar en uno de los cuencos de barro. Se dejó llevar y localizó enseguida a quien sería su pupilo: hombre, extranjero, de grandes habilidades adquiridas con sus compañeros, detectaba en él una firmeza y una determinación como pocas veces había visto. Sabio entre los sabios, con muchos conocimientos y un alto grado de magia en su interior. El Arcano de la Videncia se quedó sorprendido con la mirada penetrante con la que él observaba su humilde casa. Unos ojos azules y un rostro bien definido le buscaban. Unos ojos azules y un rostro bien definido, un salvaje pelo de plata que ondeaba al viento, le encontraban. Esos ojos azules y una cara desconfiada se transformaban en una riqueza de preguntas y anhelos, recuerdos que despertaban, la luz de una sacerdotisa que le indicaba el camino, una mancha oscura que le consumía y contra la que luchaba... Sajag respingó y su corazón, aletargado por la meditación, palpitó con fuerza al conocer quien fue, quien era y quien sería su nuevo pupilo. El Warlock se dirigía hacia él pero no lo encontraría hasta que el Arcano le abriera el camino. Nigromante, Sacerdote, defensor de la Luz porque conocía las sombras... Se preguntaba si estaba haciendo bien o si desenmascaría a un falso Arcano con falsas habilidades. El Arcano sonrió, olvidando por un momento todo el mal anímico que había sentido hacía un momento. Era un reto. Aquel joven era un reto para él. Levantó la mano y, con cierta parsimonia, movió el aire a su alrededor. Ese mismo aire salió por la vidriera de la única pared que tenía acceso al exterior y buscó al sr. Karkarov, llevando un mensaje. Si crees en mí, me encontrarás. Si dudas, te perderás. Si me encuentras, te encontrarás a ti mismo Si te conoces, me reconocerás. Si me reconoces... Es que habrás superado el Portal. Tu decides si quieres encontrar el camino de mi casa. Sólo sigue tu Ojo Interior que te mostrará las señales.
  3. Sajag

    Prueba de Videncia #6

    ¡Esa era la mujer que el Arcano había visto cruzando el Portal! Decidida, abierta a todas las posibilidades que se le presentarían en el camino, amable y de corazón bondadoso... Lo tenía todo para regresar victoriosa, enlazando su destino con el del Anillo vinculado al de Videncia. Desde que la había visto acercarse a su centro de estudios lo había sabido: Cye Lockhart sería una gran Vidente e iba a dar la talla en la prueba. El mismo portal no había dudado en abrirse ante su presencia. Era una mujer excepcional. Eso lo había sentido a lo largo de este tiempo en los que habían estado juntos, como maestro y pupila. Era, además, humilde en sus comentarios y, sobre todo, sabía reconocer lo que le habían dado y agradecer, tanto a él como a lo que le rodeaba, entendiendo a la naturaleza que parecía formar parte de su presente, pasado y futuro como una gran compañera, por la ayuda prestada. Lo tenía todo para conseguirlo. Es por eso que Sajag, asintiendo con una sonrisa leve asomando a sus labios, inclinó la cabeza en forma de saludo y le animó en el Viaje que comenzaba ahora mismo. - Que la Diosa de la Sabiduría le acompañe, señorita Lockhart. La veo capaz de superar todo lo que se le presente. Pero recuerde que, si necesita mi ayuda, o si quiere volver, salir de ahí, sólo tiene que frotar su Anillo provisonal y pedírmelo. Conseguiré que regrese sana y salva. Pero estoy seguro, lo sé, que saldrá por su propio pie. Después añadió. - Buena suerte.
  4. Sajag

    Prueba de Videncia #6

    Ya estaba allá, a su lado. Se dio la vuelta hacia el Portal para que no viera la felicidad que sentía de verla sana y salva. Sajag siempre sentía algo de miedo de que llegara un día que sus propias Visiones fallaran. Sabía que era algo imposible pero no podía evitarlo. Se quedó mirando el Portal y notó su vibración. La reconocía y la admitía en la prueba. Se abriría. Sin embargo, antes de que lo hiciera, el Arcano sabía que ella debería contestar a la pregunta. - Ahí tiene agua fresca, si quiere hidratarse... También puede hacerse una tisana, si quiere recuperar fuerzas - le informó, porque ya había visto en su propia visión que lo había hecho, que lo tenía que hacer. Espero que ella decidiera lo que quería hacer. Que él hubiera visto lo que había hecho-haría no significaba que le negara la posibilidad de elección . La Videncia es un arma de doble filo, es bueno saber pero muchas veces Saber no es tan bueno... Suspiró, meditando sobre sus propios pensamientos hasta que se dio cuenta que, por poco, se olvida de la gran pregunta: - El Portal se está abriendo.... Srta. Cye Lockhart. ¿Está dispuesta a cruzar el Portal para disputar su anillo de Videncia? Si es así, aproveche ahora para entrar o dé media vuelta; aparecerá en la otra orilla del lago sin ningún percance. ¿Habría visto el Anillo de Aprendiz de Vidente que se le había aparecido en el vaso de agua? Sin él, tal vez podría cruzar el Portal pero es seguro que no volvería nunca y se perdería en un limbo oscuro.
  5. Sajag

    Prueba de Videncia #6

    - Es hora de refrescar el agua. Sajag era un vidente parco en palabras. Tal vez por eso pocos comunes se paraban a mantener una conversación con él. Eso y porque solía interrumpir alguna verborrea pesada y ajena con cortas frases de futuros inciertos. A nadie le gusta que le sugieran una enfermedad familiar o un inafortunado desliz que aún no ha sucedido. El Arcano sabía de la soledad de su cargo como el más sabio de la Videncia. Por eso, sabía que esta mujer llegaría ante él y necesitaría del agua para despejar su mente de todo lo ponzoñoso que la Quimera le habría infundido en su mente. Después algo de fruta, algún té o algún dulce propio. Sabía, lo sabía, que la señorita Lockhart tenía forma de adquirir los carbohidratos y las proteínas, incluso las calorías necesarias para su recuperación. Pero necesitaría agua fresca, algo que ella no tenía. Le dejaría beber el agua, que se saciara, que hiciera alguna infusión revitalizante, si lo creía necesario... Y después le haría la gran pregunta. - Srta. Cye Lockhart. ¿Está dispuesta a cruzar el Portal para disputar su anillo de Videncia? - Le diría que sí, también lo sabía. Como sabía que el vaso en el que sostenía el agua pura y fresca que le había ofrecido, se transformaría en el anillo provisional que envolvería su dedo y le acompañaría todo el tiempo que estuviera tras el Portal. Y él se quedaría sólo, allá, en la Pirámide, observando un lugar vacío y rezando a Brahma, el Dios hindú de la Sabiduría, para que la acompañara durante aquel camino y la trajera de vuelta.
  6. Sajag

    Prueba de Videncia #5

    ¿Qué había sucedido? No lo entendía. Sabía que era una prueba con éxito. Lo había visualizado. Entonces... ¿Qué había fallado? Castalia había desaparecido de repente. Sajag estaba muy desconcertado; acababa de perder a una alumna. ¿Qué diría la Dirección del Centro? Era la primera vez que ocurría ésto; había fallado en una predicción. El Arcano de la Videncia no había visto llegar aquella deserción. - No es posible... Si la vi cruzando el Portal... Aquello merecía un análisis. Nunca había fallado en una Visión. Se sentó sobre su camastro y cerró los ojos, para analizar lo que había visto, que no era lo sucedido. La pupila estaba allá, diciéndole que sí, que quería pasar la prueba de Videncia, la veía avanzar con paso decidido hacia el Portal con el anillo rosa provisional de la Videncia, la veía perderse en el limbo que provoca entrar en él... ¿Entonces...? ¿Cómo es que la señorita Macnair había desaparecido? Fue cuando lo notó. Era algo casi imperceptible. En la imagen de la Visión, Cissy llevaba una capa oscura y el pelo ondeaba suelto, mientras que el día de la prueba, no llevaba capa y el pelo estaba recogido excepto un mechón díscolo que se movía al viento. Sajag emitió una sonrisa. No había fallado en su Visión, sólo se había adelantado en el tiempo. Cissy Macnair podría volver a hacer la prueba en otro momento, aunque tendría que pagar de nuevo la matrícula cuando quisiera volver a cursar la Habilidad. Tiempo al tiempo. Volvería...
  7. Sajag

    Prueba de Videncia #6

    El Arcano lanzó un suspiro de alivio. Era tal como había predicho, la mujer era una gran persona, pura y muy enraizada con la Naturaleza. Era una Sacerdotisa y eso la había salvado de las cartas. Y su memoria. La primera prueba había sido dura; la había cruzado y había aumentado su fuerza. Conocía la base de la Videncia y conseguía que la Madre Naturaleza le guiara en su camino. Pero, sobre todo, era amable y justa; había pedido ayuda y había sabido dar las gracias por ello. Además, había reconocido a los guardianes del saber y había usado las palabras justas: el "por favor" era una expresión de humildad que pocos recordaban, en estos tiempo agitados. Lo sabía. Sajag lo había sabido siempre: Cye Lockhart era una gran Vidente. Sólo tenía que creérselo ella misma. Estaba preparada, esperaba que el mal trago que aún le quedaba por sufrir no le quitara las ganas de vincularse con el Anillo rosa. De entre todas las pupilas que había tenido, el Arcano reconocía a la Vidente más pura y más segura en ella. Lástima que aún dudara de su poder. Si fuera capaz de verse como él la veía... Estaba gastando mucha energía. Estaba dando el pecho a un lindo bebé que le absorbía bastante de ella. El peligro no estaba sólo en las pruebas sino también en si sería capaz de recuperar las fuerzas que iba perdiendo por el camino. Tal vez el chocolate que había esparcido sería un reconfortante para conseguirlo. - ¡Animo, muchacha! Tienes el poder dentro de ti. Sólo has de dejar que fluya de forma natural, como tu habilidad de Sacerdotisa - le murmuró pues aunque estaba en la pirámide, el Arcano la acompañaba en todo momento para ayudarla si era preciso. Tal vez no le oyera o tal vez sí. Nunca había conocido a una Vidente tan poderosa como ella.
  8. Sajag

    Prueba de Videncia #6

    Todos sus compañeros atribuían al Arcano de Videncia una tranquilidad que no siempre sentía. Es cierto que Sajag era un arcano sencillo y amable pero no por ello se despreocupaba de la responsabilidad que conllevaba su cargo como ser el Más Alto Rango dentro de la Habilidad de la Videncia. En aquel momento, sin ir más lejos, le gustaría levantarse del suelo donde se había sentado, sobre una de sus sencillas alfombras de estilo hindú, en posición de loto, salir al exterior de la pirámide y ver con sus propios ojos si la señorita Lockhart se había presentado. Era un esfuerzo vano pues él ya la había visto aceptar el reto y superar las pruebas que le había impuesto. No podía, sin embargo, evitar la incertidumbre de que sus Visiones no estuvieran acertadas, sobre todo cuando se trataba de pupilas tan agradables como la rubia que empezaba ahora su prueba para el acceso al Portal. Intentó volver a su concentración, lo necesitaría puesto que quería ayudar, en la medida de lo posible, a la mujer. No soportaría que no pasara la prueba o, peor, que le ocurriera algo que le impidiera volver a casa, con su esposo y con su hijo recién nacido. Y no era para menos, puesto que tendría que pasar por cuatro pruebas muy difíciles antes de llegar a la Pirámide y volver a declamar su aceptación a pasar la Gran Prueba del Portal. La primera, como siempre, sería llegar a la isla, cruzando aquel lago enorme y profundo que intentaría detenerla con una batalla de cartas que tendría que combatir reconociéndolas al instante o la hundirían en el agua. Habría un mínimo de cuatro guardianes en forma de cartas que tratarían de impedirle el camino. Sajag confiaba en que ella recordara el poder de cada una para nombrarlas en voz alta, la forma en que las detendría. Si esta prueba era difícil y podría acabar con ella en el fondo del lago, la segunda era igual de peligrosa. Era una prueba en la que la mujer tendría que pasar por un bosque espeso de ramas y vegetación, ocultando el laberinto donde empezaría la tercera prueba. No iba a ser fácil cruzar este bosque puesto que en cruce de camino vería a dos miembros importantes de su familia en una situación mortal. Tendría que usar la videncia para adivinar qué sucedería si los salvase, si usase su poder de visión para ver el futuro y decidir si lo cambiaba o no. Su decisión sería la que le dejase la mente libre para enfrentarse al laberinto. Esta tercera prueba era relativamente sencilla, si se podía llamar así. Había tres criaturas peligrosas y mortales que no dudarían en acabar con su frágil vida. Sin embargo, ella debía de visualizar con su ojo interior el futuro sobre cuál era con la que conseguiría pasar y descartar las otras dos. Era una prueba fácil: ver en el futuro lo que ya había hecho en el pasado para hacerlo en el presente. Si era capaz de no perder la línea temporal, saldría ilesa. La cuarta prueba sería la más difícil y tensa, puesto que ya estaría muy cansada para ascender los innumerables escalones que llevaba a la entrada de la Pirámide. Y nunca mejor dicho que innumerables. Un canto enfermizo de una Quimera en lo alto del edificio la embrujaría para perderse en una subida interminable que le impediría llegar a la puerta. Su instinto le debería decir cuando dejar de escucharla y cual era el último escalón que pisar antes de entrar. Él estaría allá, esperándola, con una jarra de agua fresca. Sajag sonrió un poquito, muy poco, al recordar que había hecho un poquito de trampa y que había dejado un pedazo chiquito del chocolate que ella le había dejado. Si perdía la Visión, podría ayudarle el ver-oler-sentir el dulce que ella misma le había regalado. Los había embrujado de tal manera que, si ella se sentía muy perdida, un mordisco le ayudaría a relajarse y tener la cabeza clara para enfrentarse al problema que le aquejara en aquel momento. Esperaba que, con eso, la mujer entrara pronto en la pirámide para enfrentarse al portal.
  9. Sajag

    Videncia

    El Arcano cerró los ojos y, sin tener que hacer ningún esfuerzo adicional, conectó al instante con el aura de la muchacha. La señorita Lockhart se había concentrado en la lectura de la taza de té y se perdía en reflexiones antes de atreverse a soltar sus palabras. "Relájese", pensó él, de forma amable, sin inducirla en nada, sólo proporcionándole el empujón de confianza que necesitaba. Cuando pronunció aquel "Mi Señor", Sajag sonrió de forma bonachona, sintiéndose feliz. La Señorita Cye no lo sabía, o tal vez lo intuía: su forma de hablar tranquilizaba a quien le oía, inspiraba confianza. Era una particularidad que dignificaba a todo Vidente que se preciara. Asintió ante su primera observación: su futuro era complejo, y agitado añadía él a los presagios que la mujer estaba haciendo para él. - Me gustan las bellotas - la interrumpió no por el placer de romper su concentración sino porque, en el futuro, se encontraría con gente así, que hablaría en medio de sus pensamientos. Cye debiera acostumbrarse a eso. Después la dejó continuar y, aunque su faz no demostraba, se sentía acorazonado por la precisión con la que estaba describiendo su propia lectura. Dejó que hablara y que concluyera su análisis hasta que la dispersión de las hojas del té impidieron seguir con la lectura. Permaneció un instante en silencio, valorando aquella sencillez de palabras y el acierto total de sus designios. - Querida Señorita Lockhart... Sé que acaba de dar a luz y que su hijo es muy importante. ¿Se ve con fuerzas para acceder a la gran prueba del Portal? El anillo de la Videncia es muy preciado y requiere muchos sacrificios. ¿Usted cree que merece la pena cruzar los obstácul0s para conseguirlo. Se liberó, por fin, de la taza que aún sostenía y la depositó con cuidado encima de la mesa. - Como usted a visto, mi futuro es feliz porque sé que lo que ha de venir, vendrá, que no hay manera de escapar de lo que ha de llegar y, por ello, que las vicisitudes me harán más fuerte. ¿Puede usted decir lo mismo? No me responda ahora. Sólo acompañe esta noche a su hijo y a su... su marido... y, si piensa que merece la pena, esté a las doce en punto en la orilla del lago del centro del Ateneo. Allá la estaré esperando. Sajag pasó un dedo por el borde de la taza, rozando apenas la calidez que se iba escapando de la superficie lisa de la misma. - No pasa nada si decide quedarse a amamantar a su hijo y atender sus labores domésticas y laborales antes de pasar por la dificultad casi mortal de las pruebas que le esperan. Sólo le pido que sea sincera consigo misma y, sólo si se siente apta, camine hacia el Portal con paso firme. El Arcano se levantó y le dio la espalda; no quería que le viera con los ojos llorosos. La explicación sería muy dolorosa y no quería dársela. - Puede irse. Nos veremos mañana. O no nos veremos.
  10. Sajag

    Videncia

    El Arcano se sentía totalmente a gusto en aquel momento. Hacía mucho tiempo que no disfrutaba de una tisana bien hecha. No era su trabajo enseñar a sus pupilos el arte de hervir una buena infusión. Sin llegar al perfecto ritual de la ceremonia japonesa, era un placer saber hervir el agua y sacar la tetera del fuego en el momento justo, introducir las plantas aromáticas y beneficiosas el tiempo correcto para soltar sus valiosas propiedades... La señorita Lockhart estaba ensimismada elaborando un té con una experiencia y una facilidad que hicieron que Sajag permaneciera en silencio todo el tiempo que duró la fabricación de aquella bebida. Pronto, el aroma exquisito de la infusión se expandió por la habitación, despertando sensaciones agradables y positivas. Aquel era el mejor ambiente para leer los posos del té. Era una suerte que su pupila supiera hacerlo tan bien. Aunque no era necesario para la Habilidad de la Videncia, sí que era agradable y relajaba el espíritu, algo que favorecería la apertura del ojo interior de la muchacha. Se sentó junto a ella, tomó la taza y la imitó al abanicar y esparcir el aroma de aquellas plantas. Aspiró suavemente para que el olor entrara de forma paulatina en su interior. Después bebió un sorbo mientras la madre primeriza acababa su taza. Ante las palabras de ella, se apresuró a acabar la bebida casi al mismo tiempo que ella. Después asintió y le pasó su propia taza, en silencio. La contempló, sin decir nada, esperando... ¿Sería capaz de ver todo lo que sucedería en su futuro? Estaba seguro que sí. Después de aquello, definitivamente, la señorita Lockhart se merecía que le preguntara por su decisión de pasar la prueba. Sin lugar a dudas. Estaba preparada.
  11. Sajag

    Videncia

    Sajag era un Arcano educado en las más estrictas normas sociales inglesas desde temprana edad. Sin embargo, en aquel momento en que la muchacha había soltado aquella frase tan directa y emotiva, estalló en sonrisas y se arqueó sobre su estómago, en una demostración de risueño cariño hacia su pupila. Era un gesto poco elegante según las normas convencionales de educación entre las clases altas londinenses. No esperaba que la muchacha se sintiera cohibida; por lo contrario, estaba seguro que su muestra emotiva ante sus palabras le harían sentirse a gusto y se relajaría. Aún conservaba cierto nerviosismo y, estaba convencido, la creencia que no iba a ser capaz de conseguirlo. Necesitaba confiar en ella misma y, con aquella risa divertida, el Arcano esperaba que se relajara y consiguiera creer que lo conseguiría. - ¡Querida! Si yo tuviera unos pocos años menos de los que me pesan - se tocó la barriga oronda en un gesto claro a su obesidad cada vez más incipiente a medida que pasaban los años - me sentiría tentado a comprobar si es cierto que le gusto. Me siento honrado al ver que le caigo bien. Usted me parece una señorita excepcional y agradable. Creo que su marido tiene suerte de tenerla a su lado. Le hubiera gustado acercarle y tocarle los brazos en un gesto de ánimo pero no quería generarle dudas sobre una intención escondida, favorecida por la expresión sincera que le había soltado un momento antes. Así que prefirió hablarle manteniendo la distancia. - No necesita de mí para tener seguridad en sí misma. Lleva mucho peso innecesario sobre sus espaldas, demasiadas responsabilidades... Demasiados problemas... Le confesaré algo que he aprendido a lo largo de mi amplia vida. Sajag se acercó un poco y se sentó a su lado, tratándola en aquel momento como una igual. - Una vez me dijeron... Hace mucho tiempo de eso, tras destrozar mi vida con... digamos que con usos indebidos de fármacos ilegales para el consumo privado... Me dijeron que si el problema no tenía solución, no me preocupara; y que si la tenía, no me preocupara. El Arcano cerró los ojos un momento, recordando a aquel joven, un adefesio que malograba todo lo que tocaba, gastando la riqueza ajena de su familia en opiáceos y mala vida... Una sonrisa triste se asomó a sus labios para proseguir la narración. - No se preocupe. Usted, como yo en su momento, entenderá todo el poder que tiene en sus manos y será una Grande entre su prójimo. Ya verá, su vida cambiará cuando encuentre el entendimiento de esta Habilidad fluyendo entre sus dedos. Se dio una palmadita en un muslo y alejó toda tristeza de su rostro. - Bueno, ¿se atreve a ver mi futuro? Estoy seguro que no será tan emocionante como el que le depara a usted. ¿Qué té me ofrecerá para los posos? ¿Alguna infusión en particular? ¿Esa que menciona de su cuñada o alguna variante de su propia elección? Cuando acabe de prepararme este líquido calentito, le haré la gran pregunta que ansía y teme a la vez. Permaneció sonriente, esperando que la madre primeriza se decidiera, por fin, a someterse a la prueba por propia convicción de que estaría preparada.
  12. Sajag

    Videncia

    Sagaj aguardó con paciencia la tirada de la muchacha. Aquel era un rito que cada Adivino hacía con más o menos astucia, algunos para engatusar a sus clientes, otros para concentrarse mejor, otros sólo para parecer enigmáticos y dar tiempo a su Habilidad a dictarles un pronóstico que sea aceptable a quien le escucha. El Vidente permaneció en silencio, contemplando los movimientos de la señorita Lockhart, algo inseguros hasta que empezó a hablar. En aquel momento, la seguridad de la muchacha brilló como si lo hubiera hecho toda la vida. ¿Se daría cuenta de que estaba interpretando casi sin ayuda, de forma innata? Una sonrisa bonachona se amplió en el rostro del Arcano. Había aportado que sería una gran Vidente y no se había equivocado. - Opino, querida pupila, que llegará un día que superarás a tu maestro y puede que llegues a ocupar su puesto. La Videncia es algo tan natural en ti que fluye como si estuvieras leyendo una revista. Acudió en su ayuda en cuanto ella se levantó bruscamente y el esfuerzo la hizo palidecer. - ¡Pero no le tengas miedo a tu don, niña! Quién mejor que usted para saber cosas de sí misma. Ello le dará ventajas sobre los demás, puede saber cómo actuar cuando... Ya sabe... Cuando ocurra lo que ocurrirá. El Arcano no añadió más a sus ambiguas palabras pero ayudó a la madre primeriza a sentarse en una silla y un vaso de agua se presentó delante de ella, obedeciendo un mandato silencioso del hindú. Cye Lockhart sólo tendría que extender la mano para cogerlo y saciar su sed. - Has de mantener la calma, el dominio sobre tu mente, si quieres que la Videncia no te vuelva loca. Es algo que... por desgracia... ha sucedido a muchos de los que han intentando cruzar el Portal. El Arcano guardó silencio durante unos instantes mientras su mente recordaba los horribles casos de los que no había conseguido la Habilidad. Era un momento inapropiado para ello, por lo que atendió las palabras de la señorita Lockhart. Tal vez necesitara un descanso; al fin y al cabo, era una recién parturienta y debía descansar. Tomó una de las pastitas dulces y la comió a trocitos chiquitines, sólo por respeto al acompañar a la mujer. Su sabor dulzón le sorprendió. - Son deliciosas... ¿Las hace usted en su negocio? Tal vez debiera pasearme más por los negocios del pueblo. Tengo una vida bastante solitaria aquí, en el Ateneo. Sopesó la pregunta de la mujer y, finalmente, accedió al té. - Un Vidente ha de saber leer los posos del té, querida mía. Normalmente, cada uno sabe con qué mezcla de té consigue mejor resultado. Yo prefiero añadir siempre unas hojas de Té Oolong puesto que tiene un sabor fuerte a frutas y me recuerda mi hogar. Además, el poso está muy definido, es más fácil de leer. ¿Tiene usted alguna mezcla específica? Le ruego no use el té rojo. El Té Pú-Erh podría agriar la leche de su bebito y estoy seguro que protestaría. Tomó un par de tazas sencillas y una tetera que colocó encima del fuego, junto a la mesita donde habían leído las cartas. - Confío tanto en usted que, si me lee el futuro de mí mismo, que ya conozco por mis propias visiones, le dejaré pasar ya la prueba del Portal. Creo que está preparada. ¿Usted no?
  13. Sajag

    Prueba de Videncia #5

    Sintió su dolor aún antes de llegar a la pirámide, supo enseguida que aquella era la elección. Tanto sufrimiento, tanto tormento para pasar las pruebas, tanta congoja en aquel llanto... Castalia había llegado, por fin, a su destino. Había perdido mucho, padecido mucho, demasiado, como para dejar de lado todo sentimiento hacia él. Al fin y al cabo, el Arcano era el causante de toda la aflicción que le había llevado hasta el portal. Permanecía cerrado, no giraba, no daba señales de admitirla. Ella tampoco parecía saber cómo se activaría. No. Castalia no lo sabía pero Sybilla lo sabía. Ella no dudaría en hacerlo. Ella le odiaba por aquel pasado, le estaría odiando ahora por lo sucedido en el laberinto. Le odiaría para siempre mientras continuara viva en aquel cuerpo. - Ya sabes lo que tienes que hacer, ¿verdad? Déjame sólo un minuto para que le muestre a Castalia a lo que se enfrenta. El Arcano no se levantó de su posición, algo incómoda ahora que sabía que todo terminaba. Miró de forma triste a la muchacha y le sonrió, para darle fuerzas. - Puede ver lo que sucederá, ¿a qué sí? Vamos, no se atribule. Es una prueba más. No duele. ¿Podía estar seguro de eso? No, no lo podía decir con total convicción pero no iba a manipular a la joven, alegando un sufrimiento abismal de su cuerpo y alma, de todas las almas pasadas a las que se le había concedido el honor de vincularse al Anillo de Videncia, de todos los presentes en un radio dentro de la Universidad. La muerte de un Arcano no era algo que pudiera pasar desapercibido. Sajag había, por eso, escrito, de su puño y letra, un pergamino aclaratorio a los Directores del Ateneo donde eximía de toda responsabilidad por su muerte a aquella jovencita. - Recuerde que el Portal sólo se abrirá cuando le demuestre que usted lo desea fervientemente. Allá dentro, la hará sufrir una, dos y hasta tres veces todo tipo de presentes que pueden o no haber sido o serán, en este mundo o en cualquier otro. No se desanime. Mantenga siempre firme su valor y su ánimo. Será capaz de superar todo si no se recrimina nada. En este mundo, la valentía ha de llevarle siempre hacia adelante, por lo que no mire atrás. Siga y siga. Entre, venza y regrese. Sólo a su vuelta... piense en mí. No sé si aún estaré... presente cuando lo haga. Por primera vez desde que ella había entrado, Sajag movió su mano, para quitarse el anillo de Videncia. El grupo de las siete puertas se moió un poco, sin iniciar aún el movimiento requerido. El Arcano depositó el aro rosado encima de su sudario al lado de una pequeña daga persa de fino acero de Damasco, después de darle un breve beso de despedida con sus labios. Después alzó faz hacia la muchacha. - Dígame, señorita Castalia. Por última vez le pregunto... ¿Quiere usted pasar la Prueba del Portal?
  14. Sajag

    Videncia

    Sajag era paciente y respetaba los ritmos de cada uno de sus pupilos. Algunos corrían y aceleraban en las clases y otros preferían ir más despacio para poder absorber tanto conocimiento y practicar con soltura. El Arcano sabía que la señorita Lockhart tenía que atar cabos y darse cuenta que tenía un gran poder en su interior que se despertaba cada vez más. Por ello, permaneció en silencio mientras le fue posible, respetando el tiempo que ella estaba invirtiendo en pensar en todo lo que había dicho. Ella necesitaba hilar fino toda la información que le daban aquellas manchas sobre su presente y su futuro. Sonrió de forma agradable cuando ella supo, al fin, todo lo que le advertían las manchas. - La Videncia es un arte poco aprovechada, querida. Es considerada poco fiable por casi todos, muggles y magos, por su mal uso y malas interpretaciones. Por eso, espero que disculpe si no le dejo entrar en la gran prueba del Portal hasta que crea en sus certeras apreciaciones, señorita Lockhart. Espero que me demuestre que es capaz de superar la mala fama que tenemos. El Arcano asentía a todas sus afirmaciones, feliz de ver su emoción al intentar leer las cartas. - Conozco a Madame Peralta. Su fama ha llegado bien lejos. Es posible que alguna vez me acerque por el local a saludarla - comentó mientras ella iba barajando las cartas indias. A pesar de estar boca abajo, el Arcano contempló las tres cartas que habían salido y balbuceó con sorpresa. - ¡Ha sacado un...! Levantó la mirada hacia la madre rubia y la sonrisa tapó la incertidumbre que le había creado ver tales cartas. - Son buenas cartas y la definen muy bien. Le ruego gire la primera, la de su pasado. Veo que usted ha sido una persona excepcional. Intente ver usted por sí misma lo que me ha dicho. Después gire la del presente; también dice cosas muy importantes sobre lo que está sucediendo. Pero me interesa sobre todo la interpretación que haga de la carta del futuro: usted conoce su pasado y su presente, por tanto no fallará al interpretarlas. Pero su futuro... Quiero que sepa que no es una ciencia exacta. Todo futuro está sometido a continuos cambios que pueden producirse o no. Dígame, señorita Lockhart, ¿qué ve usted de su futuro y a quienes afecta?
  15. Sajag

    Prueba de Videncia #5

    El Arcano deseaba que Castalia no tardara en llegar a la pirámide y, a la vez, deseó que no llegara nunca. Era un pensamiento extraño para él, que hacía tiempo que había abandonado las emociones mundanas para refugiarse en el mundo de la Videncia. Sin embargo, hoy se sentía como un jovenzuelo extasiado antes que el personaje mayor que había vivido varios siglos en este mundo. Había visto que hoy sería un día que cambiaría su mundo tal como lo llevaba viviendo, al menos, 50 años, y aunque le llenaba de miedo el futuro incierto que se le había mostrado velado, quería que el día acabara y, a la vez, temía que llegara ese final que no conocía. No estaba acostumbrada a que el Futuro se le negara, algo que se debía a la imposibilidad de que una misma persona atravesara el Portal dos veces sin ser Arcano. De ahí que, si Castalia quería acabar su prueba y conseguir el anillo debería... Sajag extendió un lienzo de lino en el suelo. Aquel sencillo retal le recordó una escena bajo un árbol, una mujer que..., una fruta prohibida... Intentó olvidarse de aquello observando con su mente el avance de su pupila. Sufrió con ella la locura de saberse perseguida por el fantasma del pasado. La entendía. Al fin y al cabo, él estaba pasando por lo mismo desde que Sybilla había vuelto al campus del Ateneo, desde que había vuelto a entrar en su vida después de tanto tiempo... - Bien hecho, Cissy - murmuró el Arcano, al verla avanzar, a pesar de estar tan maltrecha psicológicamente. Debería recuperar fuerzas. ¿Le dejaba algo de comer para después de...? - Para después de matarme... Ahí estaba el quid de la cuestión. Necesitaría su sangre para cruzar el Umbral del Portal, puesto que sólo el Arcano podía atravesarla cuantas veces fuera preciso. Pero eso podía ocasionar su fallecimiento. Sybilla no dudaría en hacerlo, estaba seguro. Le conocía desde hacía mucho tiempo y no creía que hubiera cambiado. Sin embargo... Cissy... Castalia... ¿Desearía tanto vincularse al anillo de la Videncia como para cometer un asesinato? No era su decisión sino la de ella. Sajag se sentó en la posición del loto encima de la tela india, con hermosas fibras doradas en las esquinas. Casi parecía una alfombra voladora, aunque no tenía ese poder. Sólo era el sudario escogido por él si la cosa terminaba mal. No quería uno blanco de duelo. La vida era bella, de color, no quería ser enterrado con un lienzo blanco, insípido.
  16. Sajag

    Videncia

    El Arcano fue ampliando la sonrisa a medida que la muchacha interpretaba las manchas de aquel pergamino. No se había engañado. La Señorita Lockhart parecía despertar aquel Ojo Interior necesario para ver más allá de lo que emborronar una página suponía. Enseñarle iba a ser un placer porque, en el fondo, sería como notar el Nacer de un ser vivo latente que no se sabe que existe en el interior de uno mismo. Sajag amaba la estupefacción con la que sus pupilos solían recibir aquel despertar, aquel nacimiento de algo intrínseco dentro de cada uno. Y Cye no era ajena a ese sentimiento. - ¡Muy bien, señorita Lockhart, muy bien...! Ha demostrado usted una gran intuición al saber ver que hay tres personas implicadas en este todo. - No quiso decir más de momento pero después decidió ser lo más sincero posible. - ¿Ha adivinado quiénes son estas tres personas? Quien es tan fuerte y tiene que decidir entre los dos caminos necesita de Usted para tener fuerza y tomar la decisión correcta. Es difícil pero... apóyele, señorita Lockhart. Necesitará ahora más que nunca de su consuelo en esta vicisitud que, me temo, ya ha empezado. Por aquí no iba a añadir nada más; la vida privada de los matrimonios eran eso, privada, no iba a ejercer ninguna influencia en ella. Las decisiones duras solían, sin embargo, ser las que más unían. - Es una gran persona, señorita Lockhart. Su Fuerza interior mantendrá unida a la familia en este momento de incertidumbre. Pero dejemos eso de lado, ¿Quiere probar con las cartas del Tarot? Con un ligero chasquear de dedos, su antigua y gastada baraja de tarot con los bordes llenos de cenefas doradas apareció encima de la mesa. - Tome, aquí tiene otro libro que tendrá que ojear aunque sólo sea de guía. La Interpretación le vendrá como un suspiro, ya verá. Baraje bien y saque, una a una, tres cartas. La primera será la de su pasado, la segunda la de su presente y la última le indicará lo que le espera en el futuro. ¿Se ve con fuerzas o prefiere descansar un rato?
  17. Sajag

    Prueba de Videncia #5

    La desazón crecía, cada vez más. Sajag supo que las cartas del Tarot habían sido tan ineficaces para frenar a la muchacha como el designio que habían mostrado al ir ardiendo, una por una. Se podría decir que Sybilla, una vez más, había quemado el barco que le podría haber hecho regresar ilesa. Ahora había condenado un alma a la desdicha. Sólo que no podía decir qué alma iba a ser. Había dolor, sufrimiento, castigo en la forma en que aquellas cartas habían acabado, cenizas, en el fondo del lago. La Sacerdotisa, la carta de la Intuición, había ardido. Era una advertencia pero la muchacha había acabado con ella. ¿Habría entendido lo que quería decirle? El Carro le avisaba de las dificultades que iban a acaecer durante el camino, le ofrecía confianza en el éxito de su misión y, sin embargo, también había acabado quemada por la magia de su varita. El Emperador había intentado mostrarle que tendría una gran carga que superar, obligándola a tomar decisiones e intentando que pensar sin precipitaciones. También estaba ahora en el fondo de aquellas aguas oscuras. El Colgado, la Estrella, el Mundo... Todas habían sucumbido ante su varita. Sólo una había permanecido impasible y era la única que la había acompañado un trecho hasta que se hundió por sí misma: el Loco. ¿Por qué, de entre todas las cartas, había sido la elegida por ella? Castalia no lo sabía pero ella misma había decidido cuál sobreviviría. Allá estaba, el Loco, anunciando que le esperaba una decisión difícil de tomar y de gran riesgo. ¿Habría sido capaz de interpretarla? Sajag permaneció quieto en la pirámide, esperando el principio del fin, soportando estoicamente lo que viniera. Su fin estaba cerca. Pensándolo bien, sería hermoso que fuera a manos de ella.
  18. Sajag

    Prueba de Videncia #5

    Sajag estaba de pie, ante la Pirámide, con los ojos cerrados y pensativo. Nunca un lugar tan conocido le había producido tanto miedo. Aquella noche la había pasado despierto para evitar tener Visiones que le enseñaran lo que iba a suceder hoy. Quería que todo fuera una sorpresa, nuevo, desconocido. Sabía que, si Sybilla quería, le sacaría mucha información sólo con mirarle a los ojos y no podía permitírselo. Así, las ojeras oscuras bajo sus ojos indicaban 24 largas horas sin descanso en las que había estado recitando mantras para limpiar toda la negatividad que hubiera a su alrededor y para conseguir una paz anímica que le había abandonado. El Arcano subió las escaleras, poco a poco, sabiendo que, por primera vez, no iba a seguir la trayectoria de su pupila. La Señorita Macnair tendría que vérselas a solas con los obstácul0s sin que él la ayudara. Sabía que, en cierta manera, Sybilla no dejaría que fallara y que no accediera al Portal. Aquello era lo peligroso. Nunca antes un Vidente había vuelto a pasar la prueba. ¿Haría bien en dejar que Cissy-Castalia lo hiciera? - Tal vez no llegue hasta aquí - dijo el Arcano en voz alta. Era un iluso. Sabía que llegaría, no tenía ninguna duda sobre eso. Los Mantras le habían aliviado pero también le habían proporcionado la certeza de que aquella mujer..., en realidad aquellas dos mujeres, no fallarían ninguna, costara lo que costara. - ¡Oh, Portal! Que tu decisión sea más sincera que la mía. Sólo soy un Arcano con dudas continuas. Dejo en tus manos el destino de nuestra futura hermana Vidente. Sajag encendió un papiro manualmente preparado con esencias de ámbar y sándalo, con propiedades estabilizantes y anti-estress con el que preparar su mente para el encuentro con Sybylla. No se sentía con fuerzas de enfrentarse a ella y, sin embargo, sabía que la volvería a ver, a menos que Castalia consiguiera la energía suficiente para enfrentarse a su moradora. Había cuatro paradas obligadas que intentaría impedir el avance de la pupila. El lago sería algo tan sencillo que le resultaba irrisorio pensar que pudiera fracasar en la forma de cruzarlo, a pesar que una baraja de cartas del tarot le intentarían hacer caer al agua y arrastrarla al fondo para que se ahogara. Sería inútil. La solución que había encontrado Sybilla en su día haría que ni se preocupara ahora por esta prueba. La segunda era más complicada, pues tendría que revivir un pasado oscuro que le arrastraría a un pozo sin fondo. No había más camino que ese, el del bosque tenebroso que le llevaría a caer en él, sin poder evitarlo. Sin embargo, si era capaz de visionarse fuera de él, conseguiría salir, a pesar de las manos de los fantasmas muertos que le agarrarían y arrastrarían con sus historias penosas para que no se concentrara. El Arcano no dudaba que llegaría, de alguna manera, al laberinto cuya salida, si la encontraba, sería la entrada a la Pirámide. El problema estribaba en que en todos los caminos encontraría a un hombre que la perseguiría y la magia no serviría para librarse de él. No sabía la historia de ese tal Sebástian que estaría allá, para enredar a la muchacha... En realidad, para enredar a Sybilla. Si había alguna posibilidad de pararla sería en aquel instante. Si no... Esa sería la última y peor prueba. En la pirámide... Si Cissy Macnair quería que el Portal se abriera debería herir de gravedad al Arcano. Sólo su sangre mezclada abriría la Puerta de la Videncia para dejar pasar de nuevo a la antigua Vidente ya consagrada. ¿Sería capaz de atacarle para conseguir su objetivo? Sajag sabía que sólo tendría tiempo de preguntarle si estaba segura de ello, sabiendo que podría llevarle a la muerte. Luchar contra sí misma... Esperó, rezando a Lakshmi, la Diosa Hindú de la Esperanza, para conseguir liberar el alma de Sybilla del estado en que se encontraba. Y para que nadie resultara muerto. Los Arcanos no pueden ver su propia muerte, sería antinatural. Pero él sabía que estaba cerca, una vez había soñado con eso. ¿Sería hoy? ¿Sería por esas manos femeninas que una vez había acariciado?
  19. Sajag

    Videncia

    Sagaj, tan acostumbrado a que sus pupilos interpretaran a la primera todo lo que les pedía, se sorprendió que la madre novata no se atreviera a hacer un primer diagnóstico de las manchas. Tendría que tener paciencia. Una reciénpartera solía ser mucho más intuitiva que el resto de humanos, mejores videntes que el resto de compañeros pero, a la vez, necesitaban mucha más confianza en sí misma, algo que tendría que conseguir ella por sí misma. - Tranquila, señorita Cye... Iremos paso a paso. El Arcano se sentó a su lado y abrió el libro que había aparecido para la consulta. - La Verdad es única, téngalo presente. Sin embargo, la interpretación de la Verdad depende siempre de la persona que lo haga. He aquí la diferencia entre un buen Vidente y un pelagatos embacaudor de crédulos muggles. Mire bien el resultado de mi pergamino... - Ha de tener en cuenta que la mejor manera de que salga es que el propio interesado haga las manchas. ¿Se fijó en cómo las conseguí yo? Un Buen Vidente, sin embargo, le basta con pensar en él para conseguir vincularse y crear el dibujo, que es lo que yo hice. En este caso, fíjese y busque en el libro la palabra que primero le salga a la mente cuando ha visto la imagen. Por ejemplo, muchos pensarían en un hombre barbudo. Sin embargo, yo veo un grupo de bailarinas ensayando para un número de navidad. Tal vez el Cascanueces... ¿Qué ve usted? Sonreí a la muchacha. Era sensible y eso la hacía hermosa. Sería una gran madre y una buena esposa. Pero tenía muchos cambios en el presente que se lo harían difícil.
  20. Sajag

    Videncia

    El Arcano intentó proseguir la clase con la nueva alumna pero se había visto sorprendido por la actitud de la señorita Mcnair. No se lo esperaba. No quiere decir eso que Sajag fuera un mal Arcano o que se le podía considerar un tramposo como todos los adivinos de pacotilla que, por desgracia, abundaban en este mundo, gente que apenas tenían talento para interpretar la posición de la luna en el oscuro manto de la noche... Pero le sorprendió, sí, aunque sólo a medias. Era la reacción que se esperaba de Sybilla y, en el fondo, sabía que era ella la que estaba proporcionado aquella incertidumbre en la muchacha. La vio irse y se quedó allá, con la mano temblorosa apoyada en la madera manchada de tinta, observando su huida incontrolada. Lo malo... Lo peor... es que sabía que mañana ella habría superado este ataque de ansiedad, de conocimiento indebido, de recuerdos involuntarios que no le pertenecían y que volvería para pasar la Prueba. Sjag no podía negarse a hacerle la prueba, a pesar de saber lo que iba a sufrir ella, lo que iban a sufrir ambos. Pero su calidad como Arcano le impedía negarse a darle la oportunidad de pasarla. Hubiera seguido así, contemplando su esencia desvanecer en el espacio vacío de su salida, cuando sintió que su nueva alumna le comentaba algo sobre el arte de adivinar con las manchas. La señorita Lockhart intentaba convencerle de que estaba perfectamente y había sido bien cuidada por su marido y familia. Estas sencillas palabras le hicieron volver al presente y recolocaron sus ideas. Se sentó delante de ella y puso el pergamino en la mesa, mientras sacudía la pluma, dejaba caer unas cuantas gotas y después doblaba el pergamino por la mitad. - Ay, querida... No dudo que esté perfectamente bien. Lo decía por su retoño. Desdobló el pergamino y sopló, como si eso fuera suficiente para secar la mancha ocasionada. Se dio cuenta, entonces, que sus últimas palabras podían haber ocasionado un malestar en la madre primeriza. - No me lo tome a mal, fallo de Vidente que no cuida sus palabras. Su hijo está perfectamente. Es sólo que es... especial... Y lo descubrirá pronto. Estoy seguro. Sé que usted podrá verlo en estas manchas... Y le puso el pergamino de nuevo al alcance de su mano mientras con la otra hacia volar un libraco con las posibles interpretaciones de lo que significaban las manchas.
  21. Sajag

    Prueba de Videncia #4

    ¡Menos mal que todo había salido bien! El Arcano dejó de tocar en cuanto la alegría inundó aquel lado de la Pirámide. Taurogirl acababa de cruzar el Portal y era la primera vez que un pupilo lo hacía con tanta energía positiva. Dejó a un lado su instrumento musical y se levantó. Apenas sintió rigidez en sus miembros después de tantas horas tocando en esa postura. Parecían haber sido minutos pero la muchacha había pasado mucho tiempo allá dentro. Se acercó a ella y le agarró de las manos, apretándolas con fuerza. - Querida muchacha... He visto lo mismo que tú y me alegra muchísimo saber que el Amor perdurará eternamente. Eres una mujer con muchísima suerte. De las cuatro manos surgió un brillo rosado que las rodeó como si fuera una nube de azúcar. Creció y creció hasta que explotó en millones de puntitos del mismo color que cayó, como polvo brillante, sobre la mano de la muchacha y se mezcló con el anillo de su Habilidad recién adquirida, reconociéndola como una nueva Vidente. - Estoy muy satisfecho del gran logro que has conseguido, compañera Vidente. Pero no te creas que nuestra habilidad es todo rosa. A veces odiarás este momento por no poder cambiar lo que ves. Espero que ese día recuerdes que tú has sido feliz y que la Videncia te puede ayudar en todo lo que precise. Te mostrará la verdad, será tu amiga más fiel. Sólo la interpretación será lo que varíe. Practica cada día y llegarás a ser todo un personaje en este nuestro mundo de la Videncia. No era necesario añadir nada más. El Portal le había dejado salir y vincularse al anillo. Así que... ¿qué más podía decir que desearle un buen aprendizaje a la nueva Vidente? - Prométeme que me visitarás, algún día... Sabía que eso era más que improblable. Sus pupilos solían olvidarse de él en cuanto cruzaban los límites del Ateneo. - ¡Namasté, muchacha! Que tus Dioses te sean propicios.
  22. Sajag

    Prueba de Videncia #4

    Como ya sabía, Sajag oyó llegar a la muchacha y el Portal se abrió en todo su esplendor. La muchacha, como ya había previsto, entró a tiempo, en el justo, tal como había vaticinado. También dijo que sí y pasó al interior, sin más. El Arcano contempló como desaparecía la figura femenina y oyó su último comentario. - No, Taurogirl... Tarda todo lo que sea necesario pero vuelve... Vuelve... Allá esperó pensando que tarde o temprano, el Portal se abriría, pero aún no. Estaba allá, esperando la señal, la sensación que había acabado, que había superado la prueba, pero sólo veía una cuna y un bebé. ¿Qué sucedía? ¿Por qué no era capaz de ver más allá? Le estaba afectando todo demasiado. Sería mejor que se relajara. Tomó el instrumento de cuerda con el que solía calmar su ánimo y arrancó notas lúgubres del sitar, sentado en un banquete casi a ras de suelo, lo justo para sujetarlo entre sus piernas. Estuvo así mucho tiempo cuando su anillo brilló. Sintió la voz de la muchacha en su cabeza y perdió brevemente el hilo de su música. Pero siguió tocando, tocando. Tocando... - Regresa pues, bella Tauro. Intenta no perder el camino de regreso. El Portal se abrirá en cuanto estés frente a él. Sólo tienes que seguir el camino de la música y lo encontrarás. Volvió a concentrarse en la música para ayudar a su pupila a alcanzar el camino de regreso. Cada vez era más potente su conexión, lo que significaba que lo había conseguido. ¿Se abriría el Portal para poder vincular su anillo de aprendiz con el suyo de Arcano?
  23. Sajag

    Videncia

    La pupila que se encontraba en el interior de la habitación parecía algo molesta porque el Arcano no acababa sus frases. Sajag no sabía como explicarle que esa actitud lingüística no era habitual en él, normalmente tranquilo y pausado en sus frases. Pero ella le alteraba. Eso no podía decírselo. Ella era... Otra. El Arcano estaba intimidado por esa posesión. Por supuesto, a lo largo de su vida él había visto muchas, tanto en su época en la India como en la que emigró a Londres. Pero nunca había vivido una posesión que le afectaba. ¿Por qué la mujer había tenido que venir a cursar, precisamente, su Habilidad? ¿Qué probabilidades había que ambos se hubieran encontrado de nuevo? El Arcano estaba algo despistado, sólo debido a que la proximidad de la mujer le asustaba. ... Le... Asustaba... El Arcano saboreó aquella frase y sonrió a medias. No podía negarlo, la presencia de Sybilla era algo inexplicable y maravilloso que no había sido capaz de anticipar. Eso sólo significada dos cosas, que Sybilla era la mejor pupila que había tenido nunca y que había pasado el Portal y su poder persistía en Castalia, o que Castalia era una Vidente maravillosa con tanto poder como su anterior pupila. Suspiró levemente. Fuera lo que fuere, sabía que sufriría al pasar la prueba y... eso no le apetecía verlo. Prefería guardar sus visiones de este caso concreto y dejarlo al libre albedrío del portal para no interferir. No soportaría verla llorar y temblar del miedo a lo desconocido. Prefería entesarse al final si lo conseguiría. - ¿Incompletos? ¿Ambos incompletos? - El Arcano había contenido el aliento con la llegada de la mujer rubia. Era hermosa y... no estaba embarazada. En su cara lucía, sin embargo, los efectos de un parto recién, así que, en el fondo, su predicción había sido exacta con unos días después. Eso le hizo tanta gracia que sonrió a la recién llegada antes de volver a la mesa donde Cissy estaba haciendo su interpretación. Contempló sus manchas y asintió. Después miró con tristeza a la muchacha, sin añadir nada más excepto mirarla a los ojos y contemplar aquel vacío en el que se hundía. Aspiró y después, sin más, como una lección aprendida, le soltó con un tono ligeramente imperativo: - ¿En verdad quieres pasar la Prueba del Portal? Son muchos impedimentos para obtener un anillo de Videncia, habilidad que, en el fondo, ya sabes que dominas a la perfección. No quiso decirle que su interpretación era la correcta y que significaba dolor para alguien, que ella no querría saberlo. Era su decisión, no podía intervenir. La nueva pupila entró y saludó a la mujer. Parecía conocer a Castalia-Cissy y eso pareció alegrarle. Se la notaba algo inquieta. Explicó algo de su recién maternidad y de los cuidados que su marido daba al recién nacido para que ella pudiera incorporarse a la clase. Le indicó de nuevo la silla para que descansara; una recién partera ha de cuidar mucho su salud, sobre todo si está amamantando a su pequeñín. Volvió a mirar a Syb... Cissy. - Si quieres pasar el Portal, acude al lago de la universidad. Allá... Alguien te dará las instrucciones para llegar a la Pirámide - por supuesto, él no podía estar presente. No aguantaría verle cruzar, de nuevo, todos aquellos obstácul0s que le llevarían hasta allá. No podía verle sufrir. De nuevo. - Mañana. Al romper el alba. Le dio la espalda aunque no por orgullo sino por miedo. Hacía mucho tiempo que se comportaba como un viejo con grandes experiencias y sabiduría pero nunca, hasta hoy, había sentido que le pesaban demasiado en las espaldas. Así que, para no demostrar su sufrimiento interior, decidió proseguir la clase con la alumna nueva, lo único que ahora le haría mejorar su estado de ánimo. - Bien, Señorita Cye. Prometo no cansarla mucho ni darle pócimas que amargaran la leche de su infante. De momento, mientras usted no esté en forma y, por mucho que usted se sienta fuerte - levantó la mano para acallar cualquier objeción que ella se atreviera a insinuarle; no estaba de humor en ese momento, - tocaremos ramas de la videncia que sean más apaciguadas. Como la lectura de la tinta o las cartomancia. Puso un pergamino delante de ella y también un tintero con una pluma de ave blanca. - Y sí. Son gratuitas. No pienso cobrarle nada.
  24. Sajag

    Prueba de Videncia #4

    Era valiente, eso lo sabía desde que entró en su habitación-biblioteca-clase. Pero el Valor no era suficiente para superar las pruebas que el Portal le plantaría para que fallara. Ella era valiente, se ha de serlo para enfrentarse a una Esfinge y no dudar. Él había visto que superaría su prueba y elegiría la Estrella. Con ello volaría. Cambiaría... ¿Sabría la mujer que esa sencilla elección había provocado un cambio en sí misma, en su forma de ver las cosas? Ahora todo era distinto y la Señorita C... Taurogirl... se encontraría con la última gran prueba que le había impuesto. Además, estaría presionada por la vela consumida. ¿Le parecería que faltaba mucho? ¿Pensaría que tenía que darse prisa? El arcano se sentó en el suelo, sobre una pequeña alfombra india en posición de loto. Cerró los ojos y contempló el avance de la muchacha. - Ahora es otra, no lleva el mismo apellido. ¿Cómo podía saber eso? La capacidad de Adivinación del Arcano era mundialmente conocida. Ya no le podría llamar señorita Crouchs. Había cambiado mucho desde que se había presentado en la clase. Ahora era... Diferente. Y muy capaz de llegar hasta la Pirámide. ¿Por qué se tardaba tanto? Sajag intentó meditar de nuevo pero su mente la buscaba para comprobar su progreso. El Portal vibró y una débil luz empezó a asomarse por los bordes al empezar a abrirse. El Arcano abrió los ojos y contempló, sin verlo, como iba, milímetro a milímetro abriendo el paso a la Gran Prueba. - Date prisa, muchacha, o todos tus esfuerzos habrán sido en balde. Pero él había visto que llegaba y que le contestaba que sí a la pregunta, así que, cuando sintió pasos, sólo añadió: - Sé que dirás que sí a mi pregunta, así que si estás segura de que quieres hacer la prueba, ponte el anillo de tu vela y cruza el Umbral. Que la Suerte te acompañe y regreses sana y salva.
  25. Sajag

    Videncia

    ¿Se puede pillar a un Arcano de sorpresa? Y si ese Arcano es el de Videncia... ¿Se puede permitir el error de ser sorprendido por un alumno en la puerta a quien no esperaba? Así fue. Sajag tenía la mente puesta en aquella mujer e intentaba retrasar los recuerdos que le provocaba y, a pesar de que en algún momento había recibido una notificación de la Dirección del Centro, se había olvidado por completo de que pronto tendría otra aspirante a la Habilidad de Videncia. Su llamada insistente hizo que se sobresaltara. Su pulso tembló y una gota de tinta se escurrió de la pluma que tenía en las manos y cayó encima de la mesa, no en el pergamino como debiera haber sido lo correcto. Fue a limpiarla con un trapo y agua. La tinta seca es difícil de quitar de la madera; entonces detuvo su mano al contemplar la mancha... - Esto no me lo esperaba - comentó el Arcano en voz alta. Se dio cuenta que estaba ante Cissy pero la confianza que sentía delante de su pupila le hizo seguir mirando la mancha de tinta, que se había esparcido por la mesa. - Ven, Syb... Castalia. Te voy a mostrar lo que yo percibo. Esta mancha me indica que afuera hay un dos por uno, es una observación extraña pero veo una que es dos que será una más una. Es algo extraño de explicar pero estoy seguro que pronto descubriremos lo que significa. Además... Mira este reborde... Hay un cambio a corto término, como si... algo fuera a ocurrir dentro de unos días o semanas. Tu compañera es mujer, embarazada y pronto saldrá de cuentas, seguramente dentro de nuestro período de enseñanza. Sajag levantó la mirada hacia la puerta, aún cerrada, pensativo. - No sé si en su caso debiera pasar la Prueba pero algo me dice que su retoño ayudará en la labor de despertar su Ojo Interno. Es un... bebé... especial... Estas últimas palabras las dijo casi en un susurro, como si temiera que la persona que estaba detrás de la puerta pudiera oírla. - Bueno, comprobemos cuán bien se interpretar las manchas de tinta. Espero lo mismo de ti, jovencita. Aquel comentario inocente le arrancó una sonrisa. ¿Jovencita? Estaba seguro que tenía tantos o más años que él. Alzó la voz para dejar entrar a su pupila. - Adelante, señorita Lockhart - del nombre se acordaba, no es que lo hubiera adivinado. - Pase y tome asiento, sus tobillos se lo agradecerán.

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