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Syrius McGonagall

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Todo lo publicado por Syrius McGonagall

  1. Leonid La francesa no tardó en despejar la curiosidad del ruso confesandole como su vida desde el inicio la condujo aceptar aquel nuevo desafío. Leonid jamás interrumpió mientras la castaña relataba su historia, dejó que desahogara su pasado y le revele aquella nueva faceta que hasta el momento le era desconocida, tal y como ella había hecho en aquel desayuno en la helada Siberia unos días atrás. Pese que ambas historias se desarrollaban en dos universos completamente ajenos uno del otro, el mago no podía dejar de notar la similitudes que como hilos tenues, casi invisibles ligan en varios aspectos sus pasados. Ambos debidos a sus contextos familiares se vieron empujados a buscar un cambio, una mejora, una solución para los problemas contra los que luchaban diariamente. Y esa oportunidad, ese salvavidas en un mar tormentoso lo encontraron dentro de un grupo ajeno hasta el momento para ellos pero dentro del cual con el tiempo se sintieron tan parte del mismo como si de su familia se tratase. Salvando las distancias de que en el caso de Helene era una organización que buscaba el bien de todo el mundo mientras que los mercenarios que aceptaron al ojiazul solamente velaban por sus propios intereses. Pero aún así el vínculo que se forja bajo el fuego del riesgo y el martilleo constante del peligro era más fuerte que el acero, y esa fraternidad volvía profundamente dolorosa la pérdida de un compañero en combate. Apretó la mano que sostenía entre la suya en silencio para cuando la bruja llegó aquel punto del relato y notó como esa remembranza hacia mella en su voz, dándole a entender que la entendía perfectamente y que lo sentía. Y para el final del relato de su novia, aquellas historias tan disímiles pero a la vez similares se entrelazan en Inglaterra dando inicio a una nueva. El cosaco sonrió al escuchar aquello - Fue lo mejor que me paso hasta el momento - le correspondió aquella confidencia. Apartando su trago casi acabado a un lado para ganar un par de segundos más, Leonid procesó la invitación que la francesa dejó sobre la mesa. ¿La Orden del Fénix? ¿El?, no era una decisión sencilla pero algo de lo que había dicho la Bellerose hacía unos instantes le ayudó a escoger, la redención. Era el momento de dar vuelta la página y comenzar de nuevo. -Me encantaría - Respondió, feliz de haberla conocido. Minutos más tarde después de haber pagado por los tragos, el mago y la bruja aguardaron bajo la sombra de un Gandaria junto a la calle la llegada del transporte que los llevaría hasta el Valle de los Rubíes. Un viejo Volvo Titan pintado de celeste con zonas donde claramente la pintura se había descascarillado por el pasar del tiempo se acercó a una velocidad inesperada hasta ellos. Leonid se apresuró a hacerle señas antes de que siguiera de largo y con un fuerte chirrido el camión detuvo a cero su marcha frente al par de magos. El pelirrojo susurró una maldición en ruso mientras se acercaba junto a la castaña a la parte trasera del remolque del camión cubierta por un toldo blanco que hacía de techo para cubrir del sol y la lluvia a los pasajeros. Ingresó primero y le tendió una mano a la francesa para ayudarla a subir, dentro al remolque había sido modificado para transportar personas, dos largos bancos de madera cubrían las laterales y un tercero más corto ocupaba la parte delantera - Será mejor que nos sentemos rápido si no queremos salir volando cuando esto arranque - se obligó a sonreír mientras se sentaba cerca de la entrada y sacudía un poco el polvo del banco a su lado para que se sentara la francesa - Al menos llegaremos rapido - le sonrió mientras el resto de los pasajeros, una decena, observaba extrañado a los dos únicos extranjeros en aquel camión. @ Helene Eloise Bellerose
  2. Leonid Sonrió al ver como la francesa lidiaba con facilidad al insistente vendedor ambulante, mientras observaba cómo el hombre se alejaba tras otra pareja que disfrutaba su almuerzo bajo la sombra que ofrecía el alero del restaurante, replicó a la bruja con una sonrisa - Pues manejaste la situación con una diplomacia sorprendente, yo no hubiera sido tan educado - se sinceró antes de darle otro trago a la dulce bebida. -Claro amor, lo que sea - se apresuró a responder cuando la castaña decidió confesarle algo que al parecer llevaba un tiempo rondando en su cabeza. Inmediatamente la atmósfera de relajación que el pelirrojo experimentó momentáneamente tras el encuentro con el vendedor se transformó completamente. Instintivamente tensó todos los músculos de su cuerpo, se irguió derecho como una flecha en su asiento mientras sentía como un nudo de preocupación comenzaba atenazar su garganta al escuchar el relato de la Bellerose. No le gustaba el rumbo que aquello estaba tomando, Leonid podía casi sentir un paralelismo con la experiencia que él mismo le reveló recientemente a la bruja, quería detenerla, decirle que se alejara de aquellas personas pero algo lo detuvo, algo en su interior sabía que aquella situación poco tenía que ver con la que los había arrastrado hasta el otro extremo del continente. ¿La Orden del Fénix? La sorpresa de la revelación se debió dibujar en el rostro del ruso, jamás hubiera esperado recibir aquella noticia por parte de su novia. Una mezcla de asombro y orgullo se extendió por el interior del mago mientras calibraba aquella nueva información, conocía perfectamente la misión de aquel grupo británico. Fundando por el legendario Albus Dumbledore, la organización fue la resistencia que se opuso al avance del que no debe ser nombrado y su hueste de mortífagos y que en la actualidad pese a que las principales figuras ya no estaban, la Orden se mantenía activa defendiendo sus principios. -¿La Orden? - fue lo primero que el cosaco logró articular mientras salía del estupor que la noticia le generó - La conozco si…. pero… wow - por un momento el ojiazul se quedó sin vocabulario en el repertorio - Eso es grandioso amor - fue capaz de sincerarse mientras el habla comenzaba a regresar de a poco al ruso. -Wow, la mujer que amo es una heroína - sonrió mientras estiraba su diestra por sobre la mesa para tomar la de la bruja - Estoy muy orgulloso cariño, un poco preocupado también debo admitir - rió un poco Leonid mientras acariciaba con cariño la mano que le sostenía. -En fin, bueno supongo que no puedes hablar mucho más sobre lo que hacen y lo entiendo perfectamente, pero bien sabes que tienes mi apoyo total para lo que necesites, lo que sea ahí estaré - afirmó a la francesa. Ella ya había demostrado su compromiso con él, lo había acompañado hasta aquel infierno verde para que no estuviera solo y el pelirrojo estaría eternamente agradecido por ello, ahora era el momento de que el mago dejara en claro que estaba dispuesto hacer lo mismo por la mujer que amaba. -¿Siempre tuviste ese anhelo o interés de unirte a la causa de la Orden? ¿O fue algo espontáneo al llegar a Inglaterra? -Leonid decidió preguntarle a la bruja, ansioso por conocer un poco más de aquella nueva faceta de su novia que hasta el momento le era ajena. @ Helene Eloise Bellerose
  3. Leonid El viento sacudía con fiereza helada la ropa del mago, podía sentir sus garras atravesar las varias prendas que llevaba puestas mientras aguardaba junto al pequeño grupo a que la aventura diera inicio. El ruso fue uno de los últimos en llegar, fueron las dudas de verse involucrado en una historia de la que se había perdido los primeros capítulos, las que lo retuvieron. Era el nuevo, el novato, el recién llegado y todo aquello era un combo que normalmente impiden abrirse y sentirse cómodo desde un principio frente a la nueva dinámica, le faltaba aún ese sentido de pertenencia y familiaridad que compartían todos sus compañeros en aquella misión. Su vida se vio envuelta en cambios radicales en el último tiempo, básicamente todo le era algo novedoso y pese a que se consideraba un hombre práctico no podía negar que todas esas nuevas sensaciones resultaban un poco desgastantes tanto física como mentalmente. De todas formas aceptó la invitación que la Orden del Fénix dejó sobre la mesa, decidió que aquel momento era igual de propicio que cualquiera para dar sus primeros pasos y demostrar su compromiso con la causa que la organización defendía. Había encaminado su destino y estaba dispuesto a afirmarlo con hechos. Asintió en silencio reafirmando su decisión de formar parte de aquello cuando Benjamín ofreció la oportunidad de salirse si alguien no se sentía del todo preparado. Leonid escogió una intensa y desafiante bienvenida como su iniciación dentro del bando, de eso no había dudas, desatar el Ragnarok era una locura y el pelirrojo estaba dispuesto hacer su parte en el apocalipsis que estaba por dar inicio. Observó nuevamente a sus compañeros, sus rostros le resultaron desconocidos, no conocía sus nombres, desconocía sus orígenes, no podía descifrar lo que pudiera estar pasando por sus cabezas en aquel momento, pero una presencia le hacía sentirse no del todo fuera de lugar en aquel pelotón. Helene, la bruja que lo rescató del oscuro mundo por el cual deambulaba sin rumbo, se encontraba allí. Durante los últimos meses la relación que comenzaron a edificar entre ambos se fue curtiendo frente a los distintos embates y dificultades que tuvieron que arrostrar. Pero resultaron fortalecidos y para el cosaco no había persona más importante en su vida. La luz danzante y cambiante del Bifröst, el puente de luz con los siete colores del arcoiris relucía con intensidad frente a ellos, era el único camino que los llevaría al Ragnarok. En el otro extremo, antiguas y desafiantes se alzaban las Puertas de la Desolación, su primer desafío, la primera barrera que debería saltear. La adrenalina comenzó a correr con vigor por las arterias del mago, despertando sus ansias de combate, ocultando las tribulaciones bajo un manto de osadía. Aferró su varita con fuerza, estaba listo.
  4. Leonid El calor y la humedad de la capital Birmana era un gran contraste con el clima que dejaron atrás en Siberia pero no era algo que el pelirrojo no hubiera experimentado antes, no sería su primera vez en el monzónico Sudeste asiático. Al menos en aquella ocasión no parecía que fuera a llover en el futuro próximo, el sol calentaba con fuerza el pavimento de las calles levantando una cortina vaporosa de los charcos de agua de lluvia que seguramente se formaron durante la noche. La dulce humedad de Naipyidó era un acompañante constante, Leonid podía sentir su holgada camiseta de manga corta pegotearse sobre su cuerpo mientras el sudor le corría la espalda. La ciudad se encontraba en el medio de un valle, rodeada por altas montañas cubiertas de impenetrables junglas que impedían al viento descender y traer un poco de frescor a la bulliciosa capital. -¿Cómo está la bebida? - levantó la vista hacia la bruja que se encontraba sentada del otro lado de la pequeña mesa circular que compartían. Decidieron parar en un pequeño restaurante en una de las calles principales de Naipyidó para refrescarse un poco y ultimar los detalles de sus siguientes pasos en Myanmar. Leonid le dio otro trago al helado jugo de frutas tropicales que pidió para aliviar un poco el calor que sentía, seguía pareciendo una infusión demasiado dulce pero con cada trago que daba su paladar se acostumbraba al azucarado néctar. -Cariño ¿Podrías comunicarte con la Embajada Francesa? - Era necesario que contaran con algún lugar seguro a donde recurrir si las cosas se complicaban demasiado, el ruso no había querido llevar a la bruja en aquel viaje pero desde un principio supo que aquello sería imposible, la Bellerose se mostró firme en sus intenciones de acompañarlo y cuando la castaña estaba decidida en algo, no existía forma de impedírselo. -¿Podrían….. - se interrumpió al pasar una ruidosa motocicleta junto a ellos - ¿Ofrecernos una vía libre para salir del país? ¿Para nosotros y para la familia? - Una vez lograran contactar con Aung en el valle de los rubíes tendrían que apresurarse en abandonar aquel país agitado por un golpe de estado. Leonid le prometió al minero y su familia la oportunidad de comenzar una nueva vida lejos del caos y el desorden que reinaba en Myanmar, quizás hasta podrían darles un estatus de refugiados en Francia pero eso dependería de las habilidades diplomáticas de la francesa. -Van Kraiser y sus hombres llegaran mañana, tenemos que actuar rápido - @ Helene Eloise Bellerose
  5. Bueno tratare de contestar los debes este finde, anda a saber que sale 👽

  6. It's official;  Back home baby💥!!

  7. Leonid La intensidad de la reacción espontánea de la semiveela lo tomó por completa sorpresa, hasta el momento su novia se había mantenido en silencio y completamente imperturbable mientras digería el amargo relato que injustamente le compartió, pero algo la hizo despertar del estupor y ese fiero temperamento francés mezclado con su herencia mágica pronto inundó la pequeña cocina. Leonid dejó que se descargara, que desahogará el agrio plato que le sirvió en aquel desayuno, tenía todo el derecho de estar furiosa, lo que acaba de contarle no era algo fácil de procesar, ni él terminaba de hacerlo después de tanto tiempo. El pelirrojo se preparaba para fortificarse, se mentalizó en esperar el rechazo, sentir las tenues notas de la decepción entre la estridente furia, pero nada de eso sucedió. La Bellerose se encontraba dolida, lo podía leer en sus gestos, en su voz quebrada, pero no encontró el temido rechazo que esperaba. Al contrario, el nivel de comprensión y apoyo que la ojiazul demostró en sus sentidas palabras fueron superiores a la propia aceptación del oscuro pasado que cargaba sobre sus hombros. En tan solo unos minutos la francesa comprendió a la perfección lo que el mago era incapaz de ver, la redención. La culpa que lo acompañaba diariamente le impedía ver otra cosa, le negaba el propio reconocimiento de sus intentos de alejarse del camino que le avergonzaba, de percibir el nuevo hombre que era, que se formó a partir de aquel oscuro pozo en el que se vio sumido durante la adolescencia. El no era un mal hombre y tenía que empezar aceptarlo sin olvidarse tampoco de todo el trayecto que recorrió para alcanzarlo. La idea se le hacía algo novedosa, pero muy en fondo el ruso sabía que aquella verdad ya la conocía. Aún así fue la persona que tenía enfrente, la mujer que amaba, la responsable de rescatar ese reconocimiento de entre la confusión y el dolor que lo asolaban y no podía estar más agradecido de tenerla en su vida. Fue el dolor de sus últimas preguntas lo que lo hicieron levantarse y remover todas las falsas barreras autoimpuestas para mantenerse alejado y por lo tanto no dañarla. Rodeo la pequeña mesa y fue hasta la ojiazul, sujetó con suavidad sus muñecas mientras mantenía sus ojos clavados en los de la castaña, para que pudiera leerlo como solo ella podía. -Te amo - dijo con una seguridad hasta el momento ausente en aquella mañana - No sabes cuanto, jamás sentí algo semejante a lo que siento por tí y te necesito… eres lo más importante que tengo y no me quiero alejar de tí y de todo lo que hemos construido juntos, no podría… siento estar haciéndote pasar por esto en nuestras primeras vacaciones, tendría que hacertelo hecho saber antes, pero fui un cobarde, tenía miedo al rechazo, a que me miraras con desprecio o temor y por esto último también te pido disculpas, no pude estar más equivocado - terminó de confesar mientras sus manos se deslizaban lentamente hasta tomar las de la bruja entre las suyas. -Pero una familia en Myanmar necesita mi ayuda, si Van Kraiser y su gente los encuentran, los masacraran, debo ir, tengo que sacarlos del país a ellos y al rubí que tienen, no puedo fallarles - le explicó esperando que ella fuera capaz de comprender - Era mi plan para poder escapar al fin de esta mafia, el rubí, un sangre de paloma como jamás visto, suficiente dinero para poder sacar a mia familia de Rusia y ponerlos seguros al otro lado del mundo y ayudar también a esa familia de mineros a salir de un país inestable y corrupto, Van Kraiser y su organización tienen que caer, necesitamos exponerlos, amor, no me puedo quedar de brazos cruzados - el ruso no podía dejar escapar aquella ocasión, una luz de esperanza al final del túnel, la oportunidad para construir una base firme a partir de la cual poder edificar una nueva vida y la bruja que tenía delante era el motivo para alcanzar aquella meta, se lo debía, era la compañera que escogió para comenzar esa nueva etapa, no podía fallarle. @Helene Eloise Bellerose
  8. Bueno mis motivos por los que me uní al club no son tan llamativos xD, lo hice porque me llegó la invitación y de arriba hasta un rayo jajajajajajaja. La verdad ni idea de como se juega al Quidditch en versión foro, se que es muy popular entre muchos usuarios pero la verdad nunca se me dio por conocer más ni tampoco se dio la charla con algun otro usuario que si participe o participara a este juego, asi que voy completamente ciego e ignorante con esta faceta del foro, bueno siendo sincero con muchas otras también pero lo que importa aca al menos es el Quidditch jajajaja. Se, no es la entrada mas motivadora lo siento pero es lo que me pasó jajajajajajajaja. Saludazos!
  9. Inscripción a la Orden del Fénix Nick: Syrius McGonagall Número de ID: 119634 Link a la Ficha: http://www.harrylatino.org/topic/106835-ficha-de-syrius-mcgonagall/?p=4855919
  10. Leonid Fue la voz de Helene la que trajo de vuelta al mago, el pelirrojo alzó la vista del leño que acaba de partir y se topó con la bella imagen de su novia junto a la puerta trasera en medio de la nieve que se acumulo en los escalones durante la noche e inmediatamente el sentimiento de culpa se intensificó dentro de Leonid. ¿Qué le diría a Helene? La pregunta volvió a cruzarle la cabeza mientras le sonreía tibiamente a la bruja. Agitó su varita una vez y la leña recién cortada se apiló en orden tras su espalda comenzando a levitar un par de centímetros sobre el suelo para después seguirlo silenciosamente mientras se acercaba a la francesa. Entrelazo sus dedos con los de la mano que ella le ofrecía y notó lo fríos que estaban - Amor estás helada - se preocupó el pelirrojo antes de devolverle el beso. -¿Te desperté? - se aventuró a preguntar mientras seguía a la bruja que lo conducía al interior de la cabaña, no parecía que la Bellerose estuviera enterada de la desagradable visita que acababa de recibir pero poco importaba ya, no podía ocultarlo, en cualquier momento tendría que decírselo. Agitó las botas en la entrada para desprenderse de la nieve y el barro acumulado, aprovechando la oportunidad para lanzar una última mirada hacia el portón del jardín trasero que daba a la calle, temeroso de dar con la figura del mercenario aún allí, observándolos. Pero Vladimir había partido ya, aunque el ruso aún resentía la energía que trajo consigo durante su visita. Cerró la puerta detrás de sí mientras que con la varita conducía la madera para que se apilara en orden junto a la gran chimenea central de la cabaña. El olor a café y tostadas llenaba el aire de la primera planta pero Leonid no tenía hambre, sentía el estómago completamente cerrado y sabía que la charla que tendría más adelante con la francesa no ayudaría en abrirle el apetito. Mientras Helene se sentaba en la mesa con el desayuno que preparó para los dos, el cosaco se inclinó sobre la chimenea y alimentó el fuego moribundo con leña fresca - Huele delicioso amor - le comentó mientras acomodaba un leño con el atizador. Una vez el fuego comenzó a devorar la madera con avidez el pelirrojo se dirigió a la mesa sintiéndose totalmente desorientado y fuera de sintonía con aquel ambiente tan hogareño y agradable que lo rodeaba. El desayuno concurrió en un silencio incómodo, pocas veces interrumpido por algún cumplido a los dotes culinarios de la semiveela o comentarios vacíos sobre el gélido clima de aquella mañana, Leonid le rehuía a los bellos ojos de la francesa, se sentía incapaz de establecer contacto visual con ella debido a la culpa que lo embargaba, tendría que contárselo todo, no soportaba más aquella forzada fachada de tranquilidad que endeblemente había levantado en su entorno. Por suerte fue Helené la que le dio el pie necesitado para desahogarse, no podía ocultarle nada a la bruja, ella podía ver tranquilamente a través del mago si y leer el verdadero mensaje oculto entre líneas, era un libro abierto para la castaña. Leonid bajó el vaso de zumo de naranja que apenas probó y por una vez en aquella mañana realmente la miró a la ojos - Amor, me tengo que ir, lo siento - reveló dolorosamente mientras desenlazaba el nudo que atenazaba su garganta - No te conté todo sobre mi, fui un completo egoísta contigo - intentó estirar su mano para tomar la de la bruja al otro lado de la mesa pero se arrepintió a mitad de camino, era incapaz de tocarla siquiera, no quería lastimarla. -Durante mi adolescencia en esos viajes por el país, conocí también a personas equivocadas - decidió comenzar por el principio, deseando en su fuero interno que Helene pudiera comprenderlo - Era joven, quería aventuras y el dinero que le faltaba a mi familia, ellos me ofrecieron todo eso y más…al principio eran encomiendas simples, llevar un mensaje de una ciudad a otra, alquilar algun vehiculo, o un apartamento, montar guardia en reuniones pero después entré en el verdadero juego…. - -Contrabando por toda Asia, misiones para desestabilizar organizaciones y gobiernos, conflictos armados, me volví un mercenario….. hice cosas de las que me arrepentiré toda mi vida ¿Pero acaso no estaba teniendo la emoción y el dinero que buscaba? Ohh claro que sí, hasta que llegó un punto en el que me percaté de que todo no era simplemente el sabor de la adrenalina en la boca y el brillo del oro en los ojos, me estaba convirtiendo en algo que no quería, que me avergonzaba…. pero ya era demasiado tarde, una vez se entra en ese mundo uno no puede salir cuando lo desea- -Lo intente, claro que lo intente, me uní a las Fuerzas Especiales Rusas, donde todas las habilidades que aprendí podría usarlas para algo “bueno” pero este país es tan corrupto como las organizaciones que promete detener….. pero en este punto no solo yo tenía un trando de sangre con ese mundo oscuro sino que sin saber arrastré a mi familia, ellos estaban en riesgo, cualquier paso en falso que diera y ellos lo pagarían y no sabes cuanto me culpo por eso - -Y sabiendo todo eso….. te traje aquí conmigo, perdón, dejé que las emociones tomaran el control y eso esta mal, te amo pero eso no lo justifica, no me puedo permitir esos sentimientos, tu eres una bruja maravillosa, encantadora, inteligente, bella, con un futuro espléndido, no voy a permitir mancharte con la suciedad que cargo a mis espaldas, no lo mereces, no quiero que te lastimen, yo estoy atrapado pero tu no, lo siento - se disculpó sintiendo como el dolor y la culpa lo devoraban como un incendio en su interior.
  11. Leonid La tímida luz del sol que se colaba por un pequeño resquicio entre las cortinas fue suficiente para que el ruso abriera los ojos. En la penumbra de la habitación poco a poco las sombras comenzaron a tomar formas claras y reconocibles pero lo único que le importaba al pelirrojo en aquel momento era la mujer que tenía entre sus brazos. Dejó que la calidez que irradiaba su cuerpo lo envolviera mientras una automática pero completamente sincera sonrisa aflorara en su rostro, se sentía plenamente feliz y cómodo. Mientras las imágenes y sensaciones de la noche anterior regresaban nuevamente a su cabeza se inclinó sobre ella y dejó un suave beso en el níveo hombro desnudo de la francesa. Se podría quedar allí toda la mañana, abrazado junto a la mujer que amaba, era lo que realmente quería hacer pero sabía que no sería posible, aquel día prometía ser duro y helado. Leonid ya podía sentir el frío deslizando sus manos hacia el interior de la cabaña y la confortable atmósfera del interior que los rodeaba no tardaría en desmoronarse. Deshizo su abrazo con cuidado de no despertar a la castaña y salió de la cama, su piel desnuda se erizó frente el contrastante cambio de temperatura, deberían estar por debajo de los veinte negativo para aquel momento. Se vistió rápidamente y en silencio mientras deseaba que el hacha que esperaba encontrar en el cobertizo junto a la leña tuviera filo, necesitarían varias astillas y un buen par de trafogueros si querían mantener la cabaña caldeada durante todo el día. En el exterior el frío era infernal, podía sentir como sus pulmones resentían el cuchillo helado que era el aire matutino, la esperanza radicaba en que aquella mañana ni una sola nube cubría el cielo y el sol que se elevaba por el este prometía sensaciones más agradables con el pasar de la mañana. La nieve que cayó durante la noche cubría todo con un manto prístino y blanco mientras que de la piscina una cortina de vapor cálido se retorcía hacia el cielo, a la luz del alba el paisaje tenía un fiero encanto invernal que el nativo de la Siberia apreciaba. Estaba en casa. Leña seca y una hacha afilada lo esperaba dentro del pequeño cobertizo adosado a la cabaña, eligió los mejores rolos y astilla gruesa que encontró y fue hasta el gran tocón semicubierto por la nieve del jardín que utilizaría como base. Mientras la leña se apilaba a su espalda el pelirrojo despejó con su bota izquierda la fina capa de nieve, cuando sintió las pisadas. Instintivamente desenfundó su varita mientras que con la zurda sostenía firmemente el hacha, giró sobre sus talones mientras una desagradable sensación comenzaba a expandirse desde su estómago al resto del cuerpo. -¿Así recibes a un amigo? - la sonrisa socarrona que se perfiló en el duro perfil de Vladimir no se correspondió con su mirada. Leonid bajó el hacha y la varita con la que lo apuntaba mientras la desagradable sensación que crecía en su interior se intensificaba. ¿Qué hacía allí? Fue el primer pensamiento que cruzó su cabeza. -¿Qué quieren? - inquirió el ruso mientras le hacía un gesto con la cabeza al mercenario para que fueran tras el cobertizo, no quería que Helené viera aquel sujeto o mejor dicho que Vladimir viera a la bruja. Soltó el hacha sobre la nieve mientras volvía a dejar su varita en el bolsillo de su pantalón ¿Habrían encontrado a la familia? aquel fugaz pensamiento se manifestó precariamente mientras seguía al mago de cabello negro atras del viejo y desvancijado cobertizo. -Leonid, mi amigo ¿Hace cuanto tiempo no nos vemos? - tomó enseguida las riendas de la conversación el viejo mercenario mientras sacaba un cigarrillo de un bolsillo de su campera y este se encendía automáticamente al llevárselo a los labios. -¿Timor? - -¿Qué quieren? - zanjó directamente al grano el pelirrojo sin siquiera molestarse en corregirlo, no deseaba pasar ni un solo segundo más con aquel mago, quería que se fuera pero también sabía que no lo haría hasta que le comunicara lo que tenía para decirle por lo que no le daría vueltas al asunto con una charla trivial. Vladimir sonrió mientras le daba una pitada a su cigarrillo - ¿Es bonita? - sonrió tratando de ver hacia la cabaña. -Una última vez, ¿Que quieren? - Leonid cortó frío como al aire de aquella mañana la conversación mientras fulminaba con la mirada al mago. -No eres un conversador por las mañanas - rió el contrabandista - Bien, te necesitamos en Myanmar - no le dio tiempo a replicar - Dicen que encontraste algo que nos puede interesar… sangre de paloma, uno grande, en las montañas - Leonid notaba claramente como el viejo mercenario aguardaba atento como un sabueso a cada expresión o movimiento delatador que pudiera hacer, pero el pelirrojo sabía también jugar aquel juego. -Si lo hubiera encontrado ya no estaría en este continente - replicó el ruso - ¿Van hacia Myanmar? ¿Desestabilizar un país desde lejos ya no es suficiente?- -Una región es caos hace florecer los negocios que importan, tu bien los sabes, les damos armas a los rebeldes y ahora le ofrecemos nuestra ayuda al gobierno, lo de siempre - exhalo el humo corrupto del cigarrillo al aire matutino y prístino - Mañana en Naipyidó, quizás estar en el país te refresque la memoria, no faltes… sabemos donde estas - arrojó el resto del cigarro sobre la nieve y sin siquiera despedirse se encaminó hacia el pequeño portón de salida que daba a la calle de tierra ya completamente llena de barro por la nieve que comenzaba a derretirse. Rabia, preocupación y culpa eran las sensaciones que ahora ocupaban el lugar de la felicidad y confortabilidad con las que el pelirrojo amaneció aquella mañana tras la desagradable visita ¿Qué haría ahora? ¿Qué le diría a Helené? Las preguntas estallaban en la cabeza del mago mientras regresaba sobre sus pasos para recoger el hacha que ya tenía el mango humedecido por la nieve. Sabía muy bien que no podía escapar, estaba al tanto que una vez dentro nadie salía, tenía un contrato, estaba marcado y todo lo que tocaba también lo estaría ¿Como podía haber sido tan egoista y arrastrar a Helené hacia aquel agujero negro que era su vida? El primer golpe del hacha desgarró el frió aire con rabia.
  12. Leonid Yaxley Pudo sentir la manos de Héléne recorriendo su espalda al momento que la depositó con cuidado sobre la cama, aún sobre ella no separó sus labios de los de la bruja mientras escuchaba como ella susurraba algo con lo que estuvo de acuerdo, él era de ella de la misma forma que la francesa era de él, era una pareja tenían que velar el uno por el otro lado, no había nadie más importante para el ruso que la ojiazul, estaba dedicado completamente a ella. Aquella noche se entregó totalmente a la semiveela, expresando lo que con palabras no bastaba el significado tan especial y profundo que representaba para él. Dejó que los sentimientos y la pasión tomaran las riendas de la situación mientras se desprendían de las pocas prendas que llevaban, dejando atrás cualquier inhibición o barrera que les impidiera amarse por completo. Leonid besó, sintió y acarició cada centímetro del cuerpo de la Bellerose, de la cabeza a los pies deteniéndose particularmente en aquellas zonas donde la bruja parecía disfrutarlo más, aprovechó aquel momento para conocer aún más a la mujer de su vida, que le gustaba, como le gustaba, que la volvía loca, era una nueva experiencia compartida entre ellos y el ruso se empapaba de la misma. Sus respiraciones se aceleraban al igual que sus ritmos cardíacos mientras se fundían en la pasión del momento, uniéndose y complementandose tanto en el plano físico como en el emocional hasta que ambos se dejaron arrastrar por la vorágine del placer. Era muy agradable la sensación del peso de la castaña sobre su pecho, sus brazos aún rodeaban el cuerpo de la bruja en un abrazo íntimo y cercano mientras las suaves sábanas de lino blanca se enredaban entre sus piernas. Sus ojos se encontraron con lo de ella en la oscuridad de la habitación y sonrió - Te amo - le repitió embobado. Desenlazó una de sus manos del agarre y acarició con ternura el espeso y suave cabello de la francesa que tanto le gustaba -Mañana nos va a costar madrugar - rió entre dientes - Pero no voy a quejarme - no había nada que discutir se sentía en las nubes. @@Helene Eloise Bellerose
  13. Leonid Yaxley -Demasiado - respondió el pelirrojo al oír la pregunta juguetona de la la bruja que acompañó el cálido contacto de sus manos en el rostro del mago, cuando su visión quedó liberada el ruso se giró a su izquierda para observarla y quedó deslumbrado con lo que vio. La castaña lucía un bikini negro muy sensual que alardeaba del excelente estado físico que la bruja poseía, era una visión que lo dejaba sin aliento - Woow - fue lo primero que fue capaz de articular Leonid - Amor, estas preciosa y muy, muy sexy - sonrió el ojiazul juguetonamente antes de silbar - Woow… hay que cenar todas las noches en la piscina - se divirtió el cosaco mientras saltaba a la piscina para posicionarse erguido frente a la bruja y darle un beso. -¿Te parece si comenzamos con nuestra romántica cena? - le guiño el ojo. La pasta y los camarones con los que trabajaron buena parte de la tarde les habían quedado al punto y el pesto casero le daba un gusto excelente que junto a los tomates que aportaban un toque de frescura se combinaron para regalarles una cena exquisita. Pero lo que volvió aquella cena inolvidable para el ruso fue compartirla con la mujer que amaba. No había nada que disfrutara más que pasar tiempo junto a ella, el mundo se detenía cuando compartía aquellos momentos con la semiveela, se sentía el hombre más feliz del mundo, se sentía completo como hacía mucho tiempo no lo hacía. Agradecía haberla podido conocer y forjar aquella relación que los unía y no dejaba de fortalecerse con el pasar del tiempo. -Por más momentos especiales como estos - propuso un brindis íntimo entre ellos que selló con un profundo beso a la luz de las velas como testigos al finalizar la cena. El pelirrojo se llevó la copa del excelente vino escogido por la francesa a los labios en el preciso instante que una ligera nevada comenzaba a caer del cielo nocturno. -Nieve - susurró el mago dejando la copa a un lado volviéndose hacia la bella bruja, sabía que Héléne amaba aquella precipitación helada y mientras aquellos bonitos y únicos cristales de hielo cubrían como un halo brillante a la bruja resaltando lo hermosa que era el ruso fue incapaz de contenerse. La rodeó con sus brazos y la atrajo hacia sí, pegándola a su cuerpo. Pudo sentir su respiración levemente agitada, incluso el acompasado ritmo del latir de su corazón sincronizando con el suyo, en un gesto de infinita ternura levantó un poco el mentón de la bruja y se hundió en aquellos pozos azules que eran sus ojos - Te amo - le confesó por primera vez desde que se conocieron, fueron dos palabras, cortas pero sinceras y que conlleva en su significado todo lo que aquella mujer representaba para él. Confirmó sus palabras con un beso, largo e intenso mientras sus manos comenzaban a recorrer cada centímetro de piel en la espalda de la bruja, acariciando aquella tibia sensación que emanaba de ella y que contrastaba a la perfección con el frescor del aire nocturno. Separó sus labios de los de ella pero no demoró mucho tiempo en sentir nuevamente el contacto de la bruja, comenzó a recorrer su rostro partiendo de la comisura de sus labios hasta llegar a su cuello donde se tomó todo el tiempo del mundo en apreciar cada milímetro expuesto mientras sentía su respiración agitarse. Sin dejar de atender aquella zona deliciosa de la castaña utilizó su brazos con los que facilmente levantó a la bruja y dejó que sus piernas se enroscaran en torno a su cintura. Finalmente separó sus labios del cuello de la castaña y se volvió hacia su rostro mientras sonreía - Vamos arriba - la invitó en un suave susurro antes de volver a centrar su atención en los jugosos labios de la francesa y continuando cargándola comenzó a salir de la piscina. @@Helene Eloise Bellerose
  14. Bueno vengo a pedir mi baja del bando, no es por motivos de fuera sino porque simplemente al parecer no soy tan buen rolero como creía y se me hace muy antinatural rolear un pj con el perfil de un mortífago, por otro lado me encantó formar parte del bando los meses que estuve, me hicieron sentir muy cómodo y me recibieron muy bien, nunca me senti fuera del grupo y eso esta demás. Saludos y Muchas Gracias!
  15. Leonid Yaxley La calle en la cual Ada se bajó del vehículo durante la persecución no parecía ser el lugar donde un líder mágico mundial hubiera sido secuestrado hacía tan solo un par de horas, pese a que ya era entrada la noche la vida en la metrópolis de Berlín seguía su vertiginoso ritmo y los transeúntes que paseaban disfrutando de la cálida noche no parecían estar al tanto de que un intenso temblor político sacudía el mundo y aquella misma calle era su epicentro. -¿Con qué rusos dices? - el pelirrojo apartó la vista de una familia que paseaba inocentemente junto a ellos mientras cavilaba la información que su compañera le reveló, Anne Marie parecía estar muy segura sobre la nacionalidad de los atacantes y si estaba en lo cierto podría ser que al final el misterioso grupo que secuestró a la Ministra no lo fuera tanto. -Voy a consultar con mis amigos de la embajada, si hay un grupo de compatriotas cometiendo actos criminales en territorio extranjero ellos sabrán algo - expusó el mago mientras aparecía de la nada un fragmento de pergamino y un lápiz, no le tomó mucho tiempo redactar el mensaje, no precisaba de muchas palabras para conseguir lo que necesitaba, una vez listo lo teletransportó directo a la oficina del embajador. -Si saben algo nos responderán enseguida, de todas formas si no es así también lo harán, saben de lo apremiante de la situación y pondrán todos sus recursos disponibles en la identificación de los atacantes - para la Embajada como representantes de Rusia en aquel país sería casi un obligación brindar toda la ayuda posible para resolver aquel problema. -No crean que sigan por la vuelta pero posiblemente nos hayan dejado alguna pista que nos ayude a rastrearlos - se volvió nuevamente hacia la francesa - Ada está bien, es la Primer Ministro de Francia, cualquier grupo criminal por más radical que sea sabe que alguien con tan importante cargo les sirve más vivo que muerto - Leonid trató de reconfortar a la bruja, podía ver lo alterada y culpable que se sentía por lo que acaba de pasar y no era algo bueno. La necesitaba lógica, pensante, con la mente fría, en aquel momento debían actuar como detectives, que la sangre caliente y la furia contenida las liberara cuando llegara el momento de la confrontación. -Ahora te necesito concentrada y con la mente ágil, haz la culpa y la rabia a un lado, quiero que seas un soldado - si había alguien en aquel lugar que pudiera encontrar una pista que los condujera hasta la Dumbledore era Anne Marie. @@Ada Camille Dumbledore
  16. Leonid Yaxley Se retorció de forma inútil al sentir el contacto helado de la mano de su novia descendiendo por su espalda, sabía que no podía escapar por lo que centró sus esfuerzos en que no se le volcara el té entre su fútil intento de escape y las risas que le causaba el momento. Al final la francesa decidió que tenía su mano ya suficientemente tibia y detuvo la tortura del mago para centrar su atención en el té. -Al menos me dejaste el té intacto - pretendió estar ofuscado pero la sonrisa le traicionó, no podía sentirse de otra manera estando junto a ella, se encontraba feliz, estaba enamorado y poco le importaba el resto. -Es un té negro - le replicó a la castaña mientras volvía acomodarse junto a la bruja llevandose a su turno la taza a los labios para darle un gran sorbo a la caliente infusión, el té siempre estuvo presente en su casa, era la típica bebida que se tomaba a diaro sobretodo por las mañanas y las tardes, no había nada mejor para espantar el frío del invierno siberiano que una humeante taza de un intenso té ruso. Recibió el cumplido de la Bellerose con una sonrisa antes de acercarla aún más hacia él con ternura y responderle - Y tu eres hermosa, la mujer más hermosa que conozco - selló sus palabras con un beso que paulatinamente fue incrementando en intensidad hasta que la taza que llevaba cargando en su zurda se volvió una molestia. Se separó de la bruja negando con la cabeza mientras apoyaba su taza sobre la mesa baja que tenían en frente - Ay amor, si seguimos así no voy a querer salir a comprar las cosas para la cena - bromeó con una sombra de sonrisa en sus labios -Pero me lo haces muy dificil - volvió su atención a la bruja - Ya se que vamos a comer esta noche en la piscina, una pasta con pesto y camarones, caliente pero liviana, la podemos acompañar con un vino ¿Que te parece amor? - Por suerte lograron conseguir todo lo que necesitaban para la cena en la tienda del pueblo, Leonid se encargó de las transacciones ya que era el único que sabía ruso pero quedó muy conforme con los precios y lo fresco que estaban los camarones, la dueña de la tienda era una anciana regordeta de lo más simpática que se interesó mucho al enterarse de que Héléne era de Francia, no era muy común para los pobladores de aquel remoto lugar recibir la visita de extranjeros. Después de realizar las compras regresaron directo a su pequeña cabaña para comenzar a preparar la cena que degustarían aquella noche. No era un plato muy complejo ni tampoco llevaba mucho tiempo de preparación pero ambos participaron en la elaboración del mismo, divirtiéndose en la cocina. La noche llegó temprano acompañada de unas nubes que imposibilitaba ver la luna y las estrellas, la temperatura descendió acompañando al sol pero el calor que emanaba de la piscina de aguas termales era suficiente como para espantar el frío de la noche boreal El ruso aprovechó que Héléne se encontraba en el baño preparándose para ultimar los detalles de la velada. Subió rápidamente al dormitorio que compartían y se cambió con su traje de baño, un shorts azules con algun detalle simple en negro. Bajó rápidamente a la cocina deteniéndose frente a la mesada donde reposaba el par de platos con la pasta y los camarones, las copas y la botella sin abrir de vino que compraron aquella tarde. Agitó la varita una vez y la cena comenzó a levitar con suavidad bajo su atento control, con mucho cuidado el cosaco empujó con el hombro la puerta que comunicaba la cocina con su pequeño patio trasero mientras dirigía la flotante cena como si se tratara de un director de orquesta. Las luces del jardín se encendieron inmediatamente iluminandolo todo al sentir que el mago salía de la casa. Con parsimonia el pelirrojo llevó los platos, cubiertos, copas y la botella de vino hasta el borde de la piscina donde reposaron con suavidad. Una fina capa de vapor ascendía del agua termal despejando el frío de la noche, el ojiazul aceptó que estarían bien, aún así siguió preguntándose si el ambiente estaría perfecto para la Bellerose, no quería que la bruja sintiera frío. Trató de darle un toque más romántico al lugar apareciendo un par de velas junto a los platos, y mientras las pequeñas llamas se reflejaban en el cristal de las copas sirvió el vino portugues que la castaña escogió para acompañar el plato. El ruso se detuvo unos instantes para corroborar de que todo estuviera perfecto, sabía que siempre se podía mejorar algún aspecto pero en ese momento más detalles no se le venían a la mente por lo que optó por dejarlo todo como estaba, simplemente se sentó en el borde la piscina junto a la cena y aguardó que la bruja llegara. @@Helene Eloise Bellerose
  17. Aaron Yaxley Otro sacudón asoló la torre del castillo, esto le hizo perder el equilibrio llevándolo nuevamente a sentarse sobre la cama que tenía a sus espaldas. Una fina capa de polvo caía como cortinas desde las viejas vigas del alto techo mientras el tremor continuaba, pero la familia Evans no dejó que la sorpresa del ataque los atolondrara, rápidamente Bel tomó las riendas del asunto y empezó a dictar órdenes, sin dudas aquella pequeña mujer era la jefa del hogar. Pero pese a las buenas intenciones de la bruja no podía acatar lo que le pedía, no se quedaría de brazos cruzados dejando que el resto lo cuidará, podía pelear, asimismo era el único que conocía la identidad de los atacantes, necesitaba su varita. Saltó de la cama y fue directo hasta Mel - Necesito la varita, los que nos atacan no son mortífagos, son un grupo rebelde ucraniano y quieren esto - le mostró la bolsa con los Potenciadores que llevaba en su mano. -Puedo ayudar - casi le suplicó. Sus pasos resonaban por el amplio pasillo de piedra decorado con suntuosidad, podía sentir la voz de Bel y otros magos y brujas a un par de metro por delante, se estaban preparando para defender el castillo pero aún no sabían a que se enfrentaban. Corrió el último tramo que los separaba, saltando por encima de un grupo de libros que se amontonaban desordenados a los pies de una serie de estanterías de madera tallada se topó con el cuarteto que se preparaba para defender su hogar. Notó como Bel inmediatamente se percató de la varita que sostenía en su diestra por lo que se apresuró apaciguar las aguas - Vengo ayudar - soltó mirando a todos los presentes - No son mortífagos los que nos atacan, son un grupo rebelde del este ucraniano y vienen a por los Potenciadores - sacó la pequeña bolsa con las semillas de un brillante color granate. -Ellos fueron los que me atacaron, los perseguía por el cielo cuando me tomaron por sorpresa - relató recordando lo poco que las maldiciones no lograron borrar de su memoria - Son tres, solo quedan tres - finalizó antes de que otro estrépito de vidrio y piedra sacudiera el castillo. -Hay que salir, presentarle batalla fuera en los jardines, tenemos la ventaja de los números y ustedes conocen el terreno, cuenten conmigo para lo que quieran - se ofreció ansioso por colaborar con la familia que lo cuidó. @@Rory Despard @@Nicole Evans Crowley @@Richard Moody @@Helen Evans @@Hannity Ollivander Evans @@Albus Severus Black
  18. Leonid Yaxley El dormitorio era más de lo que esperaba, hasta parecía más amplio que la primera planta, quizás aquella ilusión era debida a que había menos mobiliario, pero el que estaba presente era lo necesario dándole un toque minimalista, rústico y acogedor. El pelirrojo avanzó hasta la amplia cama que ocupaba un espacio central en el dormitorio, dejando las maletas a un costado se sentó para probarla. El colchón de plumas se hundió con suavidad y las diversas mantas y cobertores resultaron mullidas al taco de su mano, estaba perfecto. El ruso quería que todo en aquel viaje resultara perfecto, fue el que lo organizó y se sentía responsable de que aquella primera experiencia juntos como pareja se diera sin ningún inconveniente y sobretodo que resultará inolvidable. Fue una repentina brisa de aire frío la que interrumpió sus cavilaciones, Leonid levantó la vista hacia la puerta abierta que daba al pequeño balcón y pudo observar como la figura de Héléne salía al exterior. Una sonrisa se dibujó en el rostro del mago mientras se levantaba de la cama e iba tras ella. El balcón era pequeño pero regalaba una vistas enormes y maravillosas de la prístina Siberia rusa que se extendía ante ellos hasta donde alcanzaba la vista. Los pinos, centinelas, abedules y robles de la imponente Taiga crecían recios y cubiertos de nieve a unos metros de ellos y coronando en el horizonte, los majestuosos picos helados de las montañas se alzaban como gigantes guardianes de piedra y hielo. Héléne se encontraba al borde del balcón dejando que el viento del norte meciera su cabello, se veía tan hermosa. Leonid se detuvo justo detrás de ella rodeando su cintura con los brazos, apoyó su mentón sobre el hombro izquierdo de ella y respiró el aroma de su perfume -¿Te gusta? - le preguntó con una sonrisa acompañándola en la apreciación de su tierra. -Vine con mi familia un par de veces, tres kilometros al norte hay un pequeño río de aguas cristalinas, el terreno es irregular y hay un salto de agua que termina en un pequeño lago, íbamos a nadar en verano y durante los inviernos pescabamos en hielo, quizás podríamos ir uno de estos días ¿Qué te parece? - le propuso justo antes de que el sonido de la caldera ascendiera desde la planta baja anunciando que el agua estaba hirviendo. -El té está listo - se despidió con un beso. El fuego crepitaba en la chimenea frente a ellos, Leonid se llevó la taza a la boca y dio un nuevo trago a la infusión caliente de hierbas, se sentía como el té que tomaba los fines de semana en la dacha familiar pero en aquella ocasión en vez de compartirlo con su familia lo hacía con la mujer que lo tenía en un sueño constante y lo hacía feliz como nadie. La rodeaba con su brazo derecho mientras se sentaban juntos en el sofá disfrutando del calor que emanaba la chimenea. -¿Algo en mente para la romántica cena en la piscina bajo la nieve? Además del sexy traje de baño que usarás - se atrevió a bromear con un carcajada mientras se preparaba para el empujón - O podemos ser más tradicionales y hacerlo al viejo estilo ruso….. sin ropa - se volvió a preparar. @@Helene Eloise Bellerose
  19. Leonid Yaxley -Un pequeño truco siberiano - contestó el ruso mientras rodeaba con sus brazos a la castaña estrechando aún más el contacto -Además - continuó el mago mientras poco a poco avanzaba hacia la cocina llevando consigo a la Bellerose - Es inevitable, estando tan cerca de una bruja sexy con un encantador acento francés - sonrió acompañando cada palabra con un corto pero dulce beso mientras sus manos descendían hasta detenerse en la espalda baja de la ojiazul. -Ahora iré por esos té, nada como una caliente infusión rusa para despejar el frío del norte - le prometió mientras se desprendía con cuidado de aquel cómodo abrazo y se dirigía a la cocina. La cocina era más pequeña que la sala, pero lo suficientemente amplia como para que Leonid pudiera moverse con soltura, no tuvo que rebuscar mucho entre los gabinetes para encontrar una caldera y unas hierbas para preparar el té lo que sí le preocupó es que no hubiera comida por ningún lado -Amor, vamos a tener que ir a comprar comida en la tienda que vimos de pasada - dio aviso a Heléne mientras llenaba la caldera de agua del grifo de bronce -Porque aquí no hay nada - pusó a hervir el agua junto con las hierbas. Lo que sí logró encontrar fue sal y azúcar además de las hierbas, por lo demás la cocina estaba completa, tenían abundantes platos, recipientes, cubiertos, tablas y demás utensilios para cocinar, además los electrodomésticos al parecer estaban en funcionamiento. Mientras el agua hervía sacó dos tazas y las dejó junto a la pequeña ventana que les regalaba vistas de la piscina de aguas termales y el sauna que tenía en el fondo, aquella noche los aprovecharían, el ruso estaba seguro que sería de sus lugares favoritos en aquella cabaña mientras durara su estancia. El pelirrojo salió de la cocina y fue hasta la sala para recoger el equipaje y llevarlo al dormitorio - Tenemos un sauna y una pequeña piscina de agua caliente- le anunció a la bruja con una sonrisa - Este pueblo es famoso por sus aguas termales, dicen que son sanadoras, esta noche cenaremos en el agua, quizás hasta nieve - le propuso a la francesa a sabiendas que ella amaba la nieve. Tomó los cuatro bolsos que traían consigo y se volvió hacia la castaña - ¿Vamos a conocer el dormitorio? - @@Helene Eloise Bellerose
  20. Leonid Yaxley La nieve blanca había sido despejada de los caminos pero en las laterales se apreciaba muy bien que la nevada fue intensa, tranquilamente si uno se desviaba la nieve pasaba por encima de los tobillos y en los bosques de pinos y centinelas siempre verdes la nieve acumulada llegaba por encima de las rodillas. Pero mientras se mantuvieran en el camino no habría problemas. -Nuestra cabaña es aquella - señaló a la bruja mientras una nube de vaho salía de su boca. La cabaña “N° 3” era una pequeña pero muy acogedora edificación de madera, perfecta para una pareja y con todas las comodidades que pudieran pedir, hasta tenían un sauna (algo típicamente ruso) y en el patio trasero una piscina al aire libre emanaba una cortina de vapor alimentada por aguas termales. El pelirrojo se sentía muy feliz, no solo por estar en aquel hermoso rincón en el norte de Rusia sino porque también aquellas serían sus primeras vacaciones juntos donde convivirán por unos días mientras iban en búsqueda de las majestuosas auroras boreales. Las maletas y los bolsos con sus pertenencias flotaban suavemente tras ellos, no había necesidad de ocultar la magia, aquel pequeño poblado de cabañas en el lejano norte siberiano era habitado solamente por magos y brujas, uno de los pocos que aún quedaban desperdigados por todo el país. -¿Cómo llevaba mi chica parisina estos menos diez grados? - preguntó jocosamente el ruso a la francesa mientras tomaban el pequeño sendero que conducía a la cabaña que les correspondía. La temperatura era baja pero sin dudas tuvieron suerte al haber elegido aquellas fechas para vacacionar, las temperaturas podrían descender de los menos treinta con normalidad en estas latitudes. Pero la semana pronosticaba cielos abiertos y sol abundante acompañando los días que tenían por delante, pese a que el cielo seguía encapotado y blanco para aquel pronto despejaría. Leonid se detuvo frente a la puerta donde un número 3 de acero resaltaba en el dintel y tras sacar la pequeña llave de su bolsillo abrió la puerta, al ingresar inmediatamente el fuego en la chimenea se encendió. Una sala - comedor fue la habitación que los recibió, se podía ver una mesa baja rodeada por unos mullidos sillones junto a la enorme chimenea de piedra, una mesa de madera con sillas junto a una de las ventanas, hasta había una pequeña biblioteca. En el fondo una barra de madera separaba la sala de la cocina y se podía ver en un rincón una puerta de madera que seguramente sería el baño. Una escalera que ascendía llevaba a la habitación en la segunda planta. Todo tenía un toque rústico pero muy acogedor, Leonid estaba encantado - ¿Y amor? ¿Qué te parece? - consultó el ruso mientras se quitaba las capas de abrigo que llevaba y colgaba las prendas en el perchero junto a la puerta. -¿Acogedor no? - preguntó mientras se quitaba los zapatos, era algo normal en Rusia estar descalzo dentro de las casas. -Puedo preparar un té para potenciar la experiencia rusa y ya estrenamos esa cocina - le sonrió a la hermosa bruja, ansioso para comenzar aquella experiencia juntos. @@Helene Eloise Bellerose
  21. Leonid Yaxely Escuchó con atención el dato curioso sobre el coro de ninfas que cantaba para los alumnos y profesores en la escuela francesa durante las comidas, sin dudas Beauxbatons era la institución más elegante y bella de todas, un palacio extraído de un cuento de hadas - Woow - manifestó el pelirrojo después de que la bruja terminara de hablar - Realmente me gustaría visitar tu colegio, si algún día podríamos ir me encantaría - se aventuró a anhelar. Las escuelas mágicas de todo el mundo eran lugares muy celosos con los visitantes y preferían mantenerse ocultas y en secreto del resto del mundo pero no era algo imposible. Al parecer Héléne estaba tan impresionado por su educación como él por la de ella por lo cual se apresuró a replicar su comentario con picardía - Por mi podemos ir a Rusia hoy mismo, lugar donde quedarnos tengo y hasta para elegir hay… un “gran y lujoso” apartamento en Moscú o la dacha familiar en Krasnoyarsk - bromeó el ruso. Si, su apartamento estaba en la capital pero no lo describiría como amplio y lujoso sino bastante lo opuesto. La comida no tardó en aparecer por arte de magia sobre la mesa entre ellos, el aroma de la sopa de mariscos ascendió en girones hasta la nariz del Yaxley haciéndole agua a la boca al igual que el pato con aceitunas que la Bellerose pidió - Esto se ve exquisito - observó el ruso a su compañera regalándole una sonrisa, después de todo fueron las recomendaciones de la castaña las que condujeron aquella cena. El camarero no tardó en regresar con la botella de vino blanco y mientras servía la bebida en ambas copas se aseguró de que todo estuviera en orden y que asegurarles que cualquier inconveniente o dudas estaría allí para ayudarles. -Muchas gracias - despidió el mago al servicial camarero una vez este se alejó para dejarles disfrutar la cena antes de dedicarle toda su atención a la bella bruja que tenía enfrente -Y por muchas más - finalizó el brindis con una añoranza que estaba seguro sería correspondida. La sopa de marisco estaba deliciosa, era muy liviana a lo que el ruso no estaba acostumbrada en un sopa pero los distintos ingredientes resaltan a la perfección y estaba muy bien sazonada. Sin duda en su mayoría eran sabores nuevos para el paladar del cosaco pero le agradaron mucho, casi podía imaginarse en una explanada que se abría el brillante Mar Mediterraneo en algún pequeño pueblo costero francés, disfrutando del sol y la brisa marina y sobretodo de la compañía de la bella mujer que tenía enfrente. Era algo extraño y nuevo para el ruso, normalmente era una persona fría a la que le costaba abrirse y sentirse cómodo con los recién conocidos, pero con Héléne era todo diferente. Realmente sentía que conocía a la francesa de toda la vida, se sentía a gusto y que podía ser sí mismo sin pretender nada con total libertad estando junto a ella. No deseaba otra cosa que seguir fortaleciendo y descubriendo esa nueva conexión que se estaba desarrollando entre ellos. La cena continuó con el mismo ritmo especial que los acompañó toda la noche, hablaron, rieron, siguieron descubriendo pequeñas partes de sus vidas y anhelos mientras disfrutaban de la deliciosa cena que se les fue servida, Leonid obviamente insistió para que Héléne probará la sopa de mariscos y diera su opinión de un plato natal de su tierra, se sentía muy curioso por conocer la respuesta. Al final cuando los platos estuvieron prácticamente vacíos y la cena indudablemente se estaba por terminar, Leonid decidió exteriorizar lo que aquella cita representó para él - Héléne - llamó con cariño la atención de la bruja - Realmente la pase genial esta noche, todo el tiempo que pase contigo me hizo olvidar del resto del mundo, la guerra, todo - se sinceró mientras estiraba su diestra para tomar con suavidad la mano de la bruja - Hacía tiempo que no la pasaba tan bien… y me sentía de esta forma - le dedicó una nueva sonrisa a la ojiazul - normalmente me cuesta sentirme cómodo con las personas que recién conozco pero contigo es distinto…. - reconoció. -Me gustas - sonrió al sentirse muy expuesto en aquel momento - Y quiero que esto vuelva a repetirse y ver cómo…- se detuvo por una fracción de segundo tratando se encontrar la palabra correcta para describir la reciente conexión que se formó entre ellos - esta relación va creciendo y evolucionando - terminó de decir mientras aguardaba por lo que tenía para decir aquella nueva mujer especial en su vida. @ .
  22. Leonid Yaxely -Las familias de pocos integrantes tienen sus ventajas, como no tener que hacer largas colas para ir al baño durante las mañanas - bromeó el pelirrojo pero teniendo muy presente que parte de realidad había en su chiste, detestaba esas aglomeraciones aunque no cambiaría a su familia por nada del mundo. Disfrutó mucho al ver como el rostro de la Bellerose se iluminaba al repasar los distintos platos que ofrecía el menú, quería verla feliz y complacida en aquella cita por lo que el entusiasmo de la bruja rápidamente contagió al ruso que prestó suma atención a lo que estaba decía mientras deslizaba su dedo por los distintos platos. -Pues me quedaré con la sopa de mariscos y te acompañaré con el vino blanco - se decidió al final confiando en los conocimiento culinarios de su bella acompañante, el mago llamó nuevamente al camarero y después que Héléne ordenara sus platos el hizo lo mismo secundando con el vino blanco y agregando un plato de Bouillabaisse al pedido. Aunque pronunciar el último plato le fue imposible, al menos contaba con Héléne que con su impecable francés sacó del apuro al mago que luchaba con el nombre y al camarero que intentaba por todos los medios entenderlo. Una vez el mozo se alejó con las cartas y los pedidos rumbo a la cocina el Yaxley soltó la carcajada que había contenido - Al parecer el que necesita clases privadas de idiomas soy yo - Después de reír un poco más sobre su pobre manejo del francés, la castaña bromeó sobre los caracoles que se ofrecían en el menú - He probado cada plato en mis viajes por Rusia que aprendí a no hacerle asco a nada - replicó Leonid con una sonrisa al comentario de la ojiazul. -Yo no me formé como mago en un escuela mágica, pese a que recibí invitación por parte de Koldovstoretz, que es el colegio para hechiceros de Rusia - comenzó a explicar parte de su adolescencia y esos viajes que mencionó - Junto con mi hermano Nicholai decidimos recorrer todo el país y aprender la cultura, tradiciones y obviamente la magia de los distintos pueblos de Rusia - rememoró con cariño aquella etapa de su vida. Al principio de su viaje la emoción y los nervios por la expectativa de conocer lugares y personas nuevas lo embargaba todo el tiempo, era un sueño hecho realidad. Aunque hubo también momentos duros donde se replanteo que estaba haciendo, las experiencias vividas, los conocimientos adquiridos, los amigos y maestros que se hizo durante el camino obnubilaban por completo aquellos momentos oscuros y era una experiencia que repetiría sin dudarlo. -El mago y sobretodo la persona que soy hoy en día se lo debo a esos viajes, fue una experiencia inolvidable - completó mientras observaba a la bruja que lo traía loco -¿Y tú? ¿Fuiste a Beauxbatons? Dicen que es un castillo precioso - conocía la reputación del colegio francés, era una de las mejores escuelas mágicas del mundo y la belleza de su arquitectura sólo rivalizaba con la de su entorno. @
  23. Leonid Yaxley El viaje en bote hasta la isla Diallo transcurrió sin ningún inconveniente y con poca conversación entre ambos hombres, el ruso se mantuvo sentado en la cubierta junto a la popa mientras observaba las aguas del Mediterraneo agitarse por el avance de la pequeña embarcación mientras dejaba que su mente divagara sobre lo que lo esperaría una vez pisara tierra firme. Pero fue una voz de alarma, que se activó por magia una vez comenzaron a distinguir el perfil de la isla destino el que interrumpió sus silenciosas cavilaciones. Una voz femenina, advirtió en un inglés con acento británico que los movimientos entre las Islas Eolias eran controlados por el Ministerio de Magia Británico. Aquella fue una noticia completamente inesperada para el pelirrojo, que no tuvo más que voltearse para ver el ceño fruncido de su guía para entender que tampoco el italiano estaba advertido de la situación. De todas formas nadie detuvo su avance, ninguna lancha con funcionarios ingleses los abordó ni alguna otra medida de control se interpuso en su camino, pudiendo anclar en la pequeña bahía que servía de puerto en aquella isla privada sin ningún inconveniente. Su guía lo condujo por una punta de la isla directo hasta la zona de la excavación al final revelando su identidad - Muchas gracias - agradeció sorprendido de descubrir que el mago era también un miembro de la familia dueña de la isla. Mientras el mago regresaba por donde vino el ruso se dispuso a encontrar al encargado de la excavación, lo cual no sería fácil. Para ser una investigación arqueológica sobre restos de una posible civilización ya estudiada muchas veces había demasiada gente, era un mar de flashes y vuelaplumas, un ejército de periodistas que pululaban por la zona. ¿Cuánto interés por la historia de aquel rincón del mundo tendrían los lectores? Aquel viaje no dejaba de sorprenderle con cada paso que daba pero al menos el último misterio sumado no tardó en desvelarse al escuchar un fragmento de una conversación que mantenían dos periodistas americanos. Negó con la cabeza. ¿Las mejores nalgas del mundo mágico? No podía creer que aquella vorágine periodística fuera por un par de nalgas, solo esperaba que Dante no fuera solo eso, un par de nalgas. No quería tratar sobre el fin del mundo con un mediático, pero al parecer no tenía de otra. De todas formas la cuestión en aquel momento era llegar hasta él, después lo evaluaría. Pero... ¿Cómo llegaría a hablar en privado con la persona que había despertado aquel monstruo de los medios en aquella remota isla al sur de Italia? O más apremiante en ese momento ¿Cómo llegaría hasta él? Observó la muchedumbre de periodistas y fotógrafos que se movían de un lado a otro, buscando una idea, algo que le permitiera llegar ante el afamado arqueólogo pero no encontró nada, quizás simplemente tendría que hacerlo de la forma directa y así hizo. Se abrió paso entre el enjambre de la prensa rosa hacia la carpa donde unos medios británicos entrevistaban a Dante en aquel momento. Al llegar a la entrada se encontró con otros periodistas que aguardaban su turno y un grupo de magos que por su vestimenta debían ser parte de la excavación y hasta ellos se dirigió. -Buenos días - los saludó en inglés, esperando que lo entendieran - Busco a Dante, Orfeo Dallio me envía - jugó la carta que le acaban de regalar. @@Richard Moody
  24. Leonid Yaxley Correspondió el abrazo de la bruja atrayéndola más hacia sí, mientras inclinaba su cabeza para posarla junto a la de ella disfrutando de aquel tierno contacto. Una sensación de calidez se extendió desde su pecho allí donde el rostro de la Bellerose reposaba hacia el resto de su cuerpo, podría quedarse de aquella forma por un largo tiempo, se sentía muy cómodo teniendo a la bella bruja entre sus brazos pero finalmente terminaron por separarse al tiempo que la semiveela lanzaba un ingenioso comentario. -Pues que la criatura se espere, este es nuestro momento - respondió mordaz el pelirrojo antes de no poder contenerse y regalarle otro beso fugaz a la francesa, pero pese a las bromas la pareja emprendió la marcha hacia el restaurante, cambiando el rumbo que hasta el momento habían mantenido. El restaurante era un inventivo barco que se mantenía anclado en la orilla oriental del lago y al igual que el resto del parque aquella noche se encontraba poco concurrido. Subieron por la plataforma de madera que servía de acceso a la segunda cubierta donde el restaurante estaba alojado sintiendo el sonido de las voces y cubiertos de los pocos comensales que disfrutaban de una buena cena. En la entrada un mozo los recibió y los condujo a una mesa para dos después de que el ojiazul se lo pidiera. La pequeña mesa se encontraba en una privilegiada posición, junto a un enorme ventanal que les regalaba espectaculares vistas del lago que hacía unos minutos recorrieron en el pequeño bote. A pesar de las bellas vistas que le ofrecía el lago negro con la brillante luna y estrellas reflejados en su superficie, la visión que lo tenía embelesado era la bella bruja que tenía enfrente. La luz de plata que entraba por los cristales de la ventana le daban un brillo especial a la semiveela realzando sus encantos, era una imagen preciosa y el mago volvía sonreir embobado. Fue Hélén la que inició la conversación mientras esperaban que algún camarero los atendiera - Tengo tres hermanos, somos cuatro - respondió Leonid - Soy el mayor por unos cinco minutos - sonrió al observar la reacción de la Bellerose - Tengo un mellizo, Nicholai, después viene Daniil que es dos años menor y la más pequeña es Anastasia de 16 años, así que una familia un poco grande - dijo antes de hacerle un gesto a un mozo que pasaba cerca. -¿Y tú? ¿Tienes hermanos? - preguntó a su vez el ruso. El mesero se acercó hasta la pareja y les dejó un par de cartas para que observaran que había en el menú -Bueno hay de todo un poco y mira - señaló entusiasmado a la bruja - Parece que el especial de esta semana es la comida mediterránea ¿Que recomiendas? - preguntó el pelirrojo, la verdad desconocía que eran la mitad de los platos que ofrecían pero sus nombres le resultaban muy curiosos además el sello de la culinaria de aquella zona de Europa era un certificado de calidad en sí mismo. @
  25. Leonid Yaxley Su beso fue correspondido por la francesa, los nervios se desvanecieron en aquel punto, solo disfrutaba del momento dejándose llevar por sus sentimientos. Sus manos se deslizaron por la espalda de la bruja hasta detenerse un poco por debajo de la cintura mientras una sensación de éxtasis crecía y se expandía por todo el cuerpo del ruso ¿Hacia cuanto no sentía algo parecido? No sabía de fechas exactas pero de lo que estaba seguro era que había pasado mucho tiempo. Al final terminaron separándose pero no se alejaron mucho, la diestra de la Bellerose seguía acariciando su cabello en un gesto muy placentero para el pelirrojo mientras una sonrisa se dibujaba en ambos rostros -No podía demorarlo mucho más - respondió a su turno el Yaxley después del comentario de Hélén - Como si pudiera, me lo estabas poniendo difícil - susurró mientras que en un gesto cariñoso apartaba del rostro de la bruja un mechón de cabello - Sos hermosa - le confesó antes de darle un corto beso. Finalmente la pareja de magos abandonó el lago, entrelazando sus manos regresaron nuevamente a la parte arbolada del parque en búsqueda de alguno de los tantos caminos que lo recorrían. Mientras pasaban junto a par de nudosos abedules la semiveela le terminó de explicar sus aspiraciones en el ámbito profesional, Leonid no tenía duda alguna de que lo pudiera conseguir, la castaña tenía la actitud y la presencia que requería la diplomacia - Lo lograrás, tienes todo para alcanzarlo - manifestó en voz alta lo que pensaba. - Además si alguna vez necesitas ayuda con el ruso, doy clases privadas, no son muy caras pero por ser tú puedo hacerle alguna rebaja - le guiñó un ojo al final de la broma mientras terminaban de subir por una pequeña colina que llevaba a un sinuoso camino de gravilla. Como señaló la francesa los Aethonans se fueron, ahora no les quedaba otra opción que caminar hasta llegar a la gran carpa del circo en la entrada del parque - La función comenzará en media hora, llegaremos bien - señaló el ruso mientras emprendían el camino de regreso, de todas formas se sentía tan cómodo junto a la bruja que poco ya le importaba la función, lo único que quería era pasar tiempo junto a ella. Aquella mañana al levantarse, Leonid jamás imaginó que pudiera terminar el día de aquella forma tan especial, pero así era. Aceptar la cita propuesta por los Evans fue una de las mejores decisiones que podría haber tomado, en aquel momento se sentía tan a gusto como hacía tiempo no lo hacía, Hélén era una mujer especial y el pelirrojo lo tenía en claro desde el momento que la vio por primera vez. -Sabes, al despertar esta mañana no imaginaba terminar el dia de esta forma - reconoció el ruso mientras pasaban junto a una serie de pinos que mecían sus agujas a la brisa nocturna - La mejor forma de terminarlo - le sonrió a la castaña antes de detenerse por unos segundos mientras entrelazaba su mano libre con la de la bruja y se posicionaba frente a ella - Ya ni me importa esa obra - rió, era la verdad, lo que realmente quería era continuar conociendo a la mujer que lo tenía tan cautivado. Acortó la distancia que los separaba mientras inclinaba su cabeza un poco hacia abajo para volver a besarla, fue un beso más corto que el primero pero más sentido mientras llevaba la diestra para acariciar suavemente el rostro de la ojiazul, cuando volvieron a separarse dijo - Hablaste de un restaurante en el parque, ¿Qué te parece si vamos? Comemos algo y podremos seguir conociéndonos, claro si tu gustas - la invitó. @

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