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Syrius McGonagall

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Todo lo publicado por Syrius McGonagall

  1. Leonid Yaxley El calor y el tremor de las llamas esmeraldas lo rodearon en cuanto sus pies volvieron a pisar tierra firme, abrió los ojos pudiendo entrever entre las flamas la pequeña y sucia habitación del otro lado. Tan súbitamente como creció, el fuego se apagó dejando tras sí una pequeña capa de cenizas blanquecinas sobre los zapatos oscuros del mago. Una taberna olvidada y de mala muerte recibió al ruso mientras surgía de la chimenea de bronce basto y cubierta de polvo, saludó con un gesto de mano al tabernero, un viejo mago desdentado, con cabello ralo y grisáceo sobre la cabeza pero con una espesa barba de igual color que le cubría el rostro. Aparte del tabernero solo había otras dos personas, dos ancianos aún más viejos que bebían licor de vasos manchados en un rincón, ninguno de los dos dio más muestra de interés por su llegada que detener su conversación por un par de segundos antes de volver a sus asuntos. El pelirrojo no tenía ningún negocio en aquel lugar, simplemente era su punto de llegada, inteligentemente escogido para evitar preguntas y miradas inquisidoras. Abandonó la taberna sin alterar el tranquilo ambiente y salió a un callejón estrecho y descuidado en un bajo barrio del este de Berlín. El olor a basura flotaba en el aire, podía escuchar el sonido de los autos y de los transeúntes provenientes de la calle al final del callejón mientras el sol se ponía por sobre la capital alemana. No podía perder más el tiempo, recibió el mensaje de auxilio por parte de su amiga Anne aquella misma tarde, mientras descansaba aprovechando los días que su trabajo le dio libres para recuperarse tras su hospitalización. No pudo negarse, estaba libre y ya un poco harto de quedarse en su pequeño apartamento en Moscú haciendo nada, esperando volver a la acción. Aquella carta le llegó como anillo al dedo y además ayudaría a una amiga. El secuestro de la Primer Ministro francesa no era algo que pudiera pasarse por alto, el convulsionado mundo mágico ya era un caos como para seguir agregando más condimentos y estaba seguro que para cuando la noticia corriera se desataría un cataclismo internacional que afectaría a todos de alguna forma u otra. La política internacional no su área de acción, pero Anne no lo convocó por las implicancias que esto tendría en el juego de alianzas y equilibrio global sino porque era un secuestro y el mago tenía experiencia tratando con aquellos asuntos. El Hotel donde se encontraría con la mujer y la Emperatriz Austríaca no quedaba muy lejos, solo a un par de calles desde la vieja taberna pero el cambio de ambiente era notorio. Solo un par de calles delante el modesto barrio obrero daba paso a un sector del Berlín oriental muy turístico y lujoso. Hoteles, tiendas y restaurantes de alta categoría se sucedían a ambos lados de amplias e iluminadas avenidas llenas de espacios verdes y monumentos históricos. Leonid había mandando un mensaje a Anne desde el callejón anunciando que estaba por llegar y que la esperaría en el lobby del hotel, por lo que tras subir las escalinatas de mármol veteado y cruzar las puertas giratorias de cristal y acero esmaltado en dorado que servían de entrada al lujoso hotel, simplemente aguardó en silencio sentado en unos de los mullidos sillones que bajaran. @@Ada Camille Dumbledore @@Lady Luxure Grindelwald
  2. Leonid Yaxley La confesión sobre las pasiones y planes a futuro de la bruja le sorprendieron, ella sabía lo que quería y por la convicción de sus palabras el ruso no dudaba que pudiera lograrlo -No tengo dudas que lo lograras - se sinceró con la francesa -¿Planeas seguir tu carrera en la política internacional o te centraras más en el ámbito nacional? - preguntó curioso mientras observaba los bellos ojos de la Bellerose. -El mar - recordó nostálgico - Lo conocí cuando tenía once años, en un viaje familiar a Sochi sobre el Mar Negro, no será el Mediterraneo pero tiene lo suyo - bromeó con la bruja rememorando aquel viaje. Fue la primera vez que se bañó en agua salada, posteriormente mientras se formaba como mago y después por trabajo terminó conociendo el Báltico y el Océano Pacífico pero aquel primer encuentro tenía un lugar especial en sus recuerdos. Posterior a la charla se generó un momento de silencio donde ambos magos disfrutaron del gran ambiente que coronaba aquella noche, la luna y las estrellas en el firmamento y su reflejo sobre las apacibles aguas del lago, el cantar de los grillos y las ranas desde la orilla, el susurrar de la brisa mientras atravesaba los juncos y totoras que crecían en torno al lago y a su vez cada cierto tiempo el mago se giraba para ver a su compañera asegurándose de que estuviera cómoda y degustando el momento. Fue en una de esas ocasiones cuando recibió una inesperada salpicadura de agua del lago en el rostro, lo tomó por completa sorpresa pero mientras las frías gotas bajaban por su frente y mejillas una profunda carcajada emergió del interior del mago - No es cara de serio, soy ruso es mi expresión natural - siguió con la broma mientras se secaba el agua de la cara -Me vas a tener que enseñar la pasión mediterránea, soy un buen estudiante - le guiñó un ojo mientras reía. Las risas parecieron despertar algo en el lago, unos suaves sonidos emergieron desde las profundidades y fueron creciendo en intensidad. Leonid frunció el ceño ¿Qué era ese sonido? y más importante ¿que lo provocaba? No tuvo que esperar mucho más para obtener una respuesta, una docena de sirenas rompieron la superficie del lago saltando y cantando. Era un espectáculo magnífico - Esto es impresionante, jamás pensé… - no pudo terminar lo que estaba comenzado a decir pues el grito de Hélén lo hizo voltearse preocupado pero al ver que sucedía estalló en carcajadas - No creía que el karma actuará tan rápido - replicó mientras trataba de calmar el balanceo del bote - Casi terminamos los dos junto a las sirenas, sería una linda experiencia con unos diez grados más pero hoy paso - se divirtió el pelirrojo mientras conducía la embarcación hacia la orilla a la vez que disfrutaban de la función que les brindaban las juguetonas sirenas. -Nunca imaginé que este lago lo habitaran sirenas - confesó mientras arrimaba con cuidado al bote a la arena húmeda de la orilla - Tendríamos que volver en verano y bucear para descubrir su pueblo sumergido - propuso parte en broma parte en serio, no sería una mala aventura. El bote encalló con una ligera sacudida en la costa, ágil el pelirrojo saltó sobre la húmeda arena y le tendió una mano a la bruja para ayudarla a bajar. Su pie izquierdo se enterró en la arena, haciéndole trastabillar pero logró mantener el equilibrio y evitar que ambos cayeran,ambos quedaron unos segundos enfrentados, con poco espacio entre ellos - Perdón - se apresuró a disculparse mientras los nervios aumentaban por tener prácticamente a Hélén sobre él. - ¿Estás bien? - le preguntó mientras sacaba su pie hundido y ambos se estabilizaron. La miró directamente a los ojos,aquellos hermosos ojos azules que lo tenían cautivado desde que los vio por primera vez, la luz de la luna se reflejaba en su cabello y olía muy bien, a un perfume floral, sus perfectos labios estaban curvados en una discreta sonrisa , fue en un segundo, una reacción impulsiva, la besó. @
  3. Leonid Yaxley El cumplido fue solo superado por el beso. Aquel roce de los labios de la bruja sobre su mejilla lo tomó por completa sorpresa y desde aquel punto unas ondas de calor se extendieron por todo su cuerpo. Realmente le gustaba la Bellerose, era una mujer de una belleza extasiante y hasta aquel momento la personalidad de la francesa le resultó igual de cautivadora. Su interés por ella lo tenía claro pero la idea que la bruja se podría estar haciendo de él le era desconocida, hasta aquel momento. Aquel beso además de agradable le infundió confianza y seguridad que aplacó por completo los nervios que hasta el momento no hacían más que crecer en su interior. Una sonrisa afloró en su rostro mientras se volvía hacia la semiveela -No tienes porque agradecerme - replicó a su turno el ruso -Yo la estoy pasando igual de bien contigo, no me arrepiento para nada haber aceptado esta cita y lo mejor es que recién empieza - le sonrió. Caminaron juntos el par de metros que los separaba de un pequeño muelle de madera que se extendía solitario hacia el interior del lago desde la orilla arenosa, una docena de botes permanecían amarrados al mismo, eran botes pequeños para dos personas cada uno con su par de remos. Sin dudas sería una atracción muy popular durante el día pero en aquella noche cada uno de ellos aguardaba apaciblemente, meciéndose con los suaves vaivenes del lago. -Si se rompe una regla que más dan un par más - le sonrió a la bruja mientras abordaba un pequeño bote pintado de verde con tres franjas bronces que lo recorrían de proa a popa. Tendió una mano para ayudar a la castaña a abordar y una vez ambos estuvieron dentro se inclinó para desatarlo de su amarradero. Dentro había dos bancadas de madera que servían de asiento para sus ocupantes, ambos magos se sentaron enfrentados uno al otro - No es que sea un experto en botes, he remado un par de veces cuando niño y que recuerda no tenían mucha ciencia - tomó uno de los largos remos dobles de madera que habían en el fondo - De cualquier forma si los remos se nos revelan siempre podemos usar la magia - le guiño un ojo a la Bellerose. Al parecer no hizo falta la magia, los remos se mantuvieron domados y el bote avanzó tranquilo por las aguas negras del lago - No es tan complicado - le dijo a la bruja mientras acompasaban su ritmo de remo -Pero creo que es momento de parar un poco - avanzaron hasta la mitad de lago, podrían descansar un poco y charlar mientras se conocían un poco más. Fue Hélén la que tomó la iniciativa de la conversación con una pregunta muy profunda que le hizo meditar la contestación al pelirrojo ¿Que lo apasionaba? No es que no hubiera una clara respuesta, sino que era complejo y cambiante. Le gustaban muchas cosas, era un mago que amaba disfrutar la vida pero... ¿qué era lo que lo impulsaba en aquel momento de su vida? La guerra irremediablemente fue lo que se manifestó en su cabeza, desde la caída del Estatuto del Secreto y la aparición del Inquisidor su vida se centró en la supervivencia no solo de él y su familia, sino de toda la población mágica de su país. Vivía y luchaba por escapar del abismo todos los días, siempre atento y a la defensiva, esperando constantemente la lechuza del Kremlin anunciando el próximo frente de batalla. Se acostaba cada noche inseguro de que seguiría, amaneciendo cada día más molesto por las injusticias que no paraban de crecer como setas venenosas tras la lluvia y a las que debía enfrentarse. Pero no quería hablar de aquello, no quería arruinar una noche perfecta como aquella con unos pensamientos tan ominosos, por lo que sacudió su cabeza y observó el reflejo de la luna sobre el lago. -Viajar - susurró, no era una mentira, amaba viajar, toda su vida se pasó yendo de un lado para el otro, era un cosaco, su pueblo era nómada desde sus orígenes en las estepas, estaba en su naturaleza y era algo que lo llenaba por completo tanto física, mental como espiritualmente. Pero no era lo que impulsaba su vida en aquel momento. -¿Y a ti? ¿Qué es lo que te apasiona? - se volvió hacia la bruja obligándose a sonreír, dispuesto a no dejar que los pesares de la guerra arruinaran la cita, Hélén no se lo merecía y él tampoco. El cantar de los grillos y el croar de las ranas desde los juncos que crecían en la orilla llenaban el aire acompañando la conversación entre los magos, incluso la temperatura era agradable para ser una noche de finales del invierno - Casi parece una noche de verano - apreció Leonid -Tuvimos suerte - le sonrió a la bruja, la semana pasaba había caída una ligera nevada sobre Londres. -Tengo muy buenos recuerdos del verano con mi familia en la Taiga, los sonidos y aromas del bosque, las aguas frías y cristalinas de los ríos, el crepitar del fuego de la fogata durantes las noches - dejó que aquellos luminosos recuerdos llenarán su mente - Me imagino que tendrás los tuyos en París ¿Donde ibas a pasar el verano con tu familia? - le preguntó a la ojiazul mientras daba un pequeño empuje con el remo en lago para reacomodar el curso del bote. @
  4. Leonid Yaxley Lo positivo de haber arrancado último la carrera fue poder ver como la francesa lidió con el Aethonan, ahorrandole el trabajo de aprender a controlar el animal sobre la marcha al pelirrojo. Sujetó con firmeza a las crines del caballo alado pero con cuidado de no incomodarlo y le habló a la criatura- Vamos amigo - para ahondar más en la conexión entre montura y jinete antes de espolear con sus zapatillas y comenzar el galope. La carrera inicial fue lenta y elegante, el Aethonan galopaba con suavidad por sobre el prado iluminado por la luna casi como si flotara sobre el suelo pero con el pasar de los segundos la velocidad comenzó a incrementarse y el ritmo se volvió más frenético. Leonid se mentalizó para el despegue, se sujetó con fuerza e inclinó la cabeza por sobre el cuello del caballo preparado para cuando el animal desplegara sus enormes alas y se elevara hacia el cielo estrellado. El despegue fue imperceptible, la gracia del animal era envidiable por lo que la transición entre la tierra y el aire fue de una suavidad completamente inesperada para el mago. Cuando sintió los dedos de la brisa revolver su cabello se irguió nuevamente en la montura y pudo ver como El Parque de las Lamentaciones se extendía sus pies. Una mezcla de éxtasis y adrenalina estalló en el interior del ruso mientras la luna y las estrellas parecían estar tan próximas, volar siempre le generaba una sensación de libertad plena, el viento lo despojaba de las preocupaciones terrenales y el cielo extendiéndose en todas direcciones lo colmaba de un disfrute que sólo en las alturas podía conseguir. Las alas de Aethonan batían con suavidad a sus espaldas y él mismo respondía a la perfección a las direcciones que Leonid le indicaba con suaves toques de sus piernas, unos metros por delante y ya descendiendo hacia lo que parecía un pequeño lago pudo distinguir a Hélén, la bruja se maneja con soltura y gracia sobre su montura y al parecer no le temía para nada a la vertiginosa velocidad que alcanzaba. Sonrió, no podía alcanzarla, la ojiazul le había sacado ya una buena distancia, sin dudas tenía que aceptar ser el “huevo podrido” aquella noche. Resignandose a las burlas hizo descender a su Aethonan hacia la orilla del lago donde ya la Bellerose se encontraba desmontando, el animal aminoró su velocidad ayudándose con sus alas mientras el suelo se acercaba a recibirlos, tan elegante como el despegue lo fue el aterrizaje, el zaino solo tuvo que trotar un par de metros antes de detener por completo el empuje del vuelo. -Que conste que ganaste, porque saliste primero - se fue atajando el ojiazul mientras descendía del Aethonan bromeando sobre el resultado de la carrera. Hélén se encontraba frente a las orillas del apacible lago de aguas negras -Espero que no te hayas aburrido mientras esperabas que llegara - se acercó a la francesa - Me entretuve con unas nubes - acotó deteniéndose sobre la arena con guijarros que rodeaba el lago. -Es un hermoso lugar - tras la adrenalina de la carrera por los cielos, las apacibles aguas del lago donde la luna y las estrellas se reflejaban con claridad era un contraste más que agradable. Se volvió hacia la bruja que se encontraba de pie junto a él, nuevamente aquellos nervios iniciales dejados atrás por el ímpetu del vuelo volvieron aflorar, pero se esforzó en volver a controlarlos. -Y hasta el momento ¿Que te está pareciendo la noche? - ambos habían llegado a aquella cita por la acción de terceros, en su caso fue su familia adoptiva, los Evans los que le insistieron en que fuera y no se estaba arrepintiendo para nada pero esperaba que la bruja estuviera disfrutando de igual forma. @
  5. Leonid Yaxley Islas Eolias, Italia. Una voz rompió el silencio de su caminata sin rumbo, el pelirrojo levantó la vista y se encontró con que, desde la parte trasera de un viejo camión una cuadra por delante alguien llamaba su atención. No reconocía al hombre pero indudablemente le hablaba a él, atento acortó la distancia que los separaba mientras el otro hombre hacía lo mismo, se encontraron a mitad de camino y antes de que tuviera oportunidad de preguntarle qué quería, este último lanzó una extensa perorata que iba desde Sayiina y terminaba en la excavación que buscaba. El ojiazul tuvo que procesar toda la información dada en segundos, que entre lo imprevisto de aquel encuentro y el acento del hombre no fue algo sencillo. Pero a medida que entendía lo que el hombre le decía menos lo podía creer ¿Qué otros planes aquella vieja loca llevó a cabo y no le había contado? Al parecer no lo había enviado tan desnudo a la misión como pensó en primera instancia pero tampoco se molestó en contarle de los mismos. Resignado el ruso no tuvo más opción que aceptar la invitación del hombre, si quería llegar a la excavación tendría que seguirlo. Maldiciendo internamente a la vieja profeta y cavilando con qué otras sorpresas se encontraría en el camino emprendió la marcha tras el local que se dirigió hacia el puerto principal de la isla. No hubo mucho tiempo para entablar una conversación, la varias preguntas que comenzaban a formularse en la cabeza del mago tenían que esperar, el puerto no quedaba muy lejos y tampoco estaba tan seguro hasta qué punto aquel sujeto estuviera al tanto sobre su misión, la visión de Sayiina, o la excavación arqueológica, a su parecer el hombre no era más que un guía, alguien escogido por la anciana para conducirlo hacia el lugar donde debía de llegar. El puerto de Lipari era uno de mediano tamaño, el Mar Tirreno se extendía calmo y verde entre los varios atracaderos, pequeños muelles y depósitos de madera desgastada por la sal que se extendían como flechas desde tierra firme.Varios botes pesqueros y veleros lujosos entraba y salían de la bahía mientras otros descansaban amarrados en el puerto, la actividad a aquella hora de la mañana era intensa, tan intensa como el sol que caía como plomo sobre ellos. Leonid se pasó una mano por el rostro para secar las gotas de sudor que bajaban desde su cabello, no era una persona acostumbrada al calor pero con el tiempo aprendió a tolerarlo pero aún así, días como aquel a pleno mediodía las temperaturas resultaban insufribles. Tratando de apartar el calor de su mente el pelirrojo siguió al hombre hacia uno de los de los tantos atracaderos que se extendían hacia el mar, las tablas viejas crujían bajo el peso de sus pies pero se mantuvieron firmes mientras caminaban hacia una barcaza de pesca roja con algunas zonas despintadas que aguardaba meciéndose suavemente sobre el mar al final del mismo. -Gracias - nuevamente le dijo al hombre una vez saltó de la rampa de abordaje hacia el interior de la barcaza - Por cierto, me llamo Leonid - no se habían permitido tiempo para las presentaciones hasta el momento - ¿En cuánto tiempo llegaremos a la Isla Diallo? - no pudo contener una de las tantas preguntas que germinaron en su cabeza cuando se dio aquel inesperado encuentro. @@Richard Moody
  6. Leonid Yaxley El mago saltó por encima de la tranquera y cayó con sus pies sobre el pasto que ya comenzaba a humedecerse por el rocío, para después rápidamente girarse hacia Héléne por si necesitaba su ayuda para pasar por encima del cercado pero no fue necesario, la bruja saltó el obstáculo con facilidad y soltura para caer a su lado. -Para ser una relacionista internacional, saltas vallas como si no fuera la primera vez - bromeó el ruso mientras la tomaba de la mano para que se estabilizara - ¿A cuantos campos has entrado ilegalmente en Francia? - le sonrió con complicidad antes de emprender la marcha hacia el grupo de Aethonans que pastaban con tranquilidad bajo el baño de plato que derramaba la luna por sobre el prado. Retomando la invitación que quedó sin responder por la interrupción ilegal al campo se volvió hacia la bruja que caminaba a su lado - Me encantaría ir a cabalgar - hacía mucho tiempo ya de la última vez que montó con Hippolytos, últimamente la convulsiva situación que el mundo vivía demandaba que siempre se encontrará de una misión en otra, no se quejaba amaba su trabajo pero no podía negar que atesoraba momentos como el que estaba viviendo, apartado de las preocupaciones de un mundo caótico. Y por otro lado, no podía negar que deseaba seguir compartiendo su tiempo con Héléne, no tenía idea en que podía llegar a terminar todo aquello, pero de lo que estaba seguro era que él no iba a detener la evolución de aquel encuentro. El grupo de siete Aethonans apenas demostraron algo de interés por los dos intrusos, simplemente levantaron sus cabezas para observar al par de magos y pronto volvieron a sus asuntos, Leonid supuso que estaban acostumbrados a la presencia humana pero aún así eran animales poderosos y muy capaces de causar daños si se sentían amenazados, debían ser cuidadosos. La francesa se enfiló hacia uno de los Aethonans mientras el pelirrojo hizo lo propio con el animal que más cerca se encontraba. Era un semental magnífico que imponía presencia con su tamaño, aun con sus alas plegadas era un espécimen enorme. -Hey amigo - llamó su atención con un tono cariñoso mientras avanzaba a pasos lentos -¿Cómo te encuentras hoy? - se mantuvo comunicando con el animal esperando ver su reacción. El semental zaino levantó su cabeza del fresco pasto y clavó sus enormes ojos negros en el mago - Solo vengo a saludar - replicó el ruso -No te preocupes - años de contacto con caballos le habían enseñado a leer sus reacciones y todo lo que podía percibir del animal que tenía en frente era calma, la criatura no se sentía amenazada para nada. Ya más confiado estiró la mano para acariciar el hocico del caballo y el animal aceptó la muestra de afecto, una sonrisa inmediatamente afloró en el rostro del mago. Se volteó para observar los avances de su compañera pero la alegre exclamación de la bruja le confirmó la situación. Y allí la encontró, acariciando a su aethonan y muy contenta por la idea. La Bellerose era una bruja muy hermosa pero todo se potenciaba aún más cuando una sonrisa sincera le cruzaba el rostro, la luz de la luna se reflejaba en su cabello y en la oscuridad de la noche sus ojos azules resaltaban con fuerza, era una visión. La voz de ella fue la que rompió el hechizo sacándolo de ese trance en el que había entrado, avergonzado Leonid apartó la vista rápidamente. Acarició distraídamente al animal mientras procesaba la pregunta de la francesa -¿Qué te parece si montamos? - volvió a mirarla decidido a dejar la repentina vergüenza atrás -No creo que lo vayan a notar, será solo por un par de vueltas - le sonrió. Jamás había montado en un aethonan pero si lo había hecho en caballos y voló en escoba, posiblemente se tratara de un híbrido entre los dos, o eso esperaba. Subirse no fue difícil, el caballo apenas se agitó un poco bajo él, lo complicado fue acomodarse entre el enorme par de alas que se mantenían aún replegadas. -Será divertido - le prometió a la bruja volviéndose hacia ella - Comprobemos si tantos años de andar a caballo funcionan igual con los alados - bromeó el pelirrojo. @
  7. Leonid Yaxley El mago estiró su mano para darle su boleto a Hélén para que lo tuviera con ella, mientras él guardaba el suyo en uno de los bolsillos del cargo - Tengo familia repartida entre los dos países - comenzó a explicarle un poco de su situación actual - Pero mi trabajo está en Moscú, soy un miembro de las Fuerzas Especiales desde hace un par de años - Leonid se sentía orgulloso del trabajo que ejercía, era parte de un grupo de magos y brujas que tras un arduo entrenamiento físico, mental y espiritual velaban por la seguridad del país. -Tengo un pequeño apartamento en Moscú pero soy originario de Krasnoyarsk en Siberia, mi familia vive en el pueblo de Kansk al sur del Krai - le terminó de explicar a la pelinegra - ¿Y tú? ¿Eres de Francia? - suponía que así era no obstante también podría ser quebequés aunque se decantaba más por la primera opción. La ojiazul le propuso recorrer el parque mientras esperaban por el inicio de la función a lo que el ruso aceptó encantado, las amplias avenidas verdes que comenzaba a iluminarse con los faroles mientras el atardecer daba paso a la noche prometían ser un buen lugar que recorrer mientras conocía un poco más a la bella bruja. Por lo cual la pareja de magos enfiló sus pasos por uno de los tantos caminos arbolados que se extendían por todo el parque. La fresca brisa de Febrero recorría de vez en cuando el camino de gravilla haciendo susurrar las hojas de los diversos árboles a ambos lados mientras una luna de plata ya comenzaba a destacar sobre un cielo de terciopelo negro tachonado de estrellas, era una noche de invierno maravillosa. Mientras recorrían la avenida charlaban con una facilidad que sorprendió a Leonid, no es que fuera una persona introvertida pero normalmente le costaba un poco más soltarse con personas que recién conocía pero con Hélén era todo distinto, se sentía realmente a gusto en compañía de la bruja, no se arrepentía de haber aceptado aquella cita. Mientras salían de una charco de luz dorada que arrojaba uno de los tantos ornamentados faroles que iluminaban el camino la Bellerose le señaló un prado un par de metros más adelante donde se observaban un grupo de aethonans pastar - Claro, me encantan esos animales - le sonrió a la bruja. Nunca tuvo un Aethonan pero eran animales majestuosos, amaba los caballos desde pequeño montaba y su patronus de hecho tomaba la forma de un imponente caballo - Nunca tuve un Aethonan - manifestó en voz alta para su compañera lo que pensaba - Pero amo a los caballos, tengo uno en la dacha familiar, se llama Hippolytos - recordó con cariño a su fiel amigo, era una de los seres que más extrañaba cuando estaba lejos de casa. Se detuvieron junto a la cerca que separaba el verde prado del camino mientras los majestuosos animales seguían en sus asuntos sin apenas prestarles atención, el pelirrojo observó a Hélén y después se giró para comprobar si había alguien cerca, se le había ocurrido algo y para su suerte no se veía a nadie en aquel sector del parque. -¿Qué te parece si entramos al prado para verlos más de cerca? - le propuso con una sonrisa - No hay nadie cerca - el mago se acercó hasta la tranquera de madera -¿Qué dices? - la invitó en un tono juguetón. @
  8. Leonid Yaxley No había dicho nada sobre el ataque pero tampoco valía la pena intentar negarlo, el vestigio del mismo fue claramente leído por todos los presentes en aquella habitación, pero no daría más detalles pese a las frases indirectamente indagatorias que la bruja llamada Bel empleaba. Se dedicó a beber otro sorbo de la botella de vodka para no tener que replicar a la pelirroja mientras la mujer llamada Catherine tomaba la palabra. ¿Maldición errática? No pudo extraer más información del enunciado ¿Que le habían echado esos malditos ucranianos? Al parecer nadie en aquella habitación tenía la respuesta y se estaba comenzando a impacientar, era un huésped inesperado y recelado lo podía leer claramente en los rostros y gestos de los Evans y su permanencia con esa gente precisamente era por su condición, y también no podía negarlo, la sombra de amenazas de alertar al Ministerio Británico. Pero si nadie tenía respuestas no tenía motivos para seguir prolongando su estancia en el castillo, sus compañeros deberían estar buscándolo, al diablo con el Ministerio, buscaría la forma de irse. Pero sus cavilaciones sobre el escape se interrumpieron cuando Richard se acercó. La sonrisa cálida que le dedicó no se correspondía con la mirada, el ruso frunció el ceño mientras escuchaba lo que el hombre proponía, desconfiaba de un legeremante desconocido y había algo particular en aquel mago que le desagradaba, no quería que se adentrará en su mente ni tuviera a su disposición sus recuerdos, pensamientos, sueños y pesadillas, era algo muy íntimo que no estaba dispuesto a compartir con ninguno de los presentes. -No vas entrar en mi cabeza - fue su respuesta antes de darle un nuevo sorbo al destilado, el vodka le abrazó con dedos cálidos el pecho mientras descendía por su garganta dándole la sensación de recobrar la fuerza y confianza perdidas. -Gracias por las pociones, los consejos, la cama y el vodka, ya me siento mejor - mintió el ojiazul mientras dejaba la botella a medio terminar nuevamente sobre la mesa de luz junto a la cama -Disculpen la interrupción en medio de la noche, no es mi forma habitual de presentarme - se disculpó el pelirrojo mientras se incorporaba. -Les agradecería que me devuelvan la varita y no volveré a molestarlos - se esforzó en no sonar demandante mientras deslizaba la zurda en el bolsillo de su pantalones y para su sorpresa se encontró con una pequeña bolsa de plástico. Extrañado y olvidándose del resto por un instante extrajo la bolsa y observó la misma a la luz de las velas que iluminaban la habitación. Reconoció las semillas pequeñas de un intenso color rojo que llenaban su interior, eran cientos - Potenciadores - dejó escapar atónito, aquella droga fue el motivo de la redada, los insurgente ucranianos que perseguían fueron a Inglaterra por Potenciadores, una semilla con la capacidad de aumentar la adrenalina una diez veces el nivel habitual, volviendo al que lo consumía en prácticamente una bestia incansable, fuerza, reflejos, sentidos, magia, todo se incrementaba a escalas inhumanas pero obviamente tal poder tenía un coste importante en la salud. Era una droga prohibida dentro de la Federación Rusa. La primera explosión sacudió las paredes y el piso de la torre, la segunda y la tercera no se hicieron esperar y los vidrios de las ventanas estallaron en una lluvia de fragmentos que salieron disparados en todas las direcciones. Los ucranianos regresaron por lo que les pertenecía. @@Richard Moody @@Rory Despard @@Nicole Evans Crowley @@Helen Evans @@Hannity Ollivander Evans
  9. Leonid Yaxley Islas Eolias, Italia. La brisa marina del Mar Tirreno agitó el pelirrojo cabello del ruso mientras este observaba el mar de un brillante color turquesa que se batía contra la base del risco de roca volcánica. Sin dudas era un rincón del mundo paradisíaco, el mar, el sol mediterrano que calentaba con fuerza la tierra en cualquier estación del año, la brisa salada que recorría las islas, y el tranquilo ritmo de vida que allí se llevaban volvían aquel archipiélago volcánico al norte de Sicilia el destino perfecto para relajarse y apartarse de las locuras del mundo. Lamentablemente para el ojiazul su visita a las Islas Eolias no era para descansar, ni mucho menos. Tenía una misión, o eso creía, normalmente tendría un plan, pistas firmes que seguir, o al menos una idea clara de lo que estaba buscando pero no en aquella ocasión. Únicamente seguía palabras. El graznido de las gaviotas que revoloteaban por sobre su cabeza lo transportaron a una gran tienda de cuero y pieles que olía a excremento de cuervos, humo y humedad. Los graznidos de las gaviotas mutaron al canto de la docenas de cuervos negros que lo observaban desde sus grandes jaulas de hierro, una figura consumidad por el tiempo le hablaba en susurros junto a la hogera central que mantenía el mortal frío que reinaba fuera. Los ojos acuosos de la anciana le demostraban un terror que jamás vio antes y su voz debilitada por el pasar del tiempo le hablaban del fin del mundo. La anciana yakuta fue una de sus tutoras cuando decidió formarse como mago recorriendo su país, en aquella pequeña aldea a las orillas del Río Olyokma en una remota zona de la República de Sajá aprendió las costumbres del pueblo Yakuto, y allí conoció a Sayiina una legendaria bruja bendecida con el don de la visión. Sayiina era una mujer alegre y enérgica pese haber vivido más de un siglo pero en aquel momento, en aquella helada mañana donde el viento aullaba y la nieve se acumulaba cubriendo el paisaje, la bruja que tenía delante aparentaba el siglo vivido y el temor comandaba sus acciones <<El Fin del Mundo>>. Leonid soltó las manos del pasamano metálico pintado de blanco que seguía la escalera zigzagueante que descendía por el acantilado hasta el pequeño puerto de la base donde una serie de pequeños botes pesqueros permanecían amarrados. Tenía que ir a la excavación y ponerse en contacto con el encargado <<Bajo tierra>> fue una de las pocas pistas que la anciana le dio junto con el nombre de las islas donde estaba. Al llegar a Lipari se enteró de la excavación que se estaba llevando a cabo desde hacia unos días, no tenía mucho más desde donde avanzar y aquel evento le parecía tan bueno como cualquiera por donde comenzar <<El Fin del Mundo>> Se acomodó los lentes de sol que llevaba puestos, decidió vestirse como un turista muggle que visitaba las islas, llevaba una camisa de jean manga corta, unas bermudas color beige con muchos bolsillos, calzado deportivo y una mochila donde guardaba herramientas que podría necesitar más adelante. Pese a la urgencia de la promesa del fin de los tiempos no se sentía alarmado, las profecías podían malinterpretarse y sinceramente el planeta se encontraba al borde del abismo desde hacía meses, lo hacía por Sayiina, su tutora, le debía mucho a la sabia anciana y por ella trataría de averiguar qué estaba sucediendo. Se alejó de la gran vista que le regalaba el acantilado y emprendió el camino por las calles empedradas y las casas caladas de blanco del pequeño pueblo hacia la excavación donde esperaba hallar… lo que sea.
  10. Leonid Yaxley Aliviado descubrió que Héléne tampoco tenía por lengua materna el inglés, por lo que la francesa podía entender completamente los problemas de alguien que intentaba hablar en otro idioma -Pues tu lo manejas mejor que yo - le sonrió a la Bellerose. Después de las presentaciones ambos magos emprendieron el camino hacia El Parque de las Lamentaciones, mientras cruzaban por debajo del enorme cartel que anunciaba el funesto nombre el pelirrojo esperó una vez más que solo fuera aquello, un nombre. El camino de grava principal se curvaba y conducía directo hacia la gran tienda de circo que se alzaba en el centro del parque, la tela a blanca con franjas rojas contrastaba con el cielo del ocaso. Mientras caminaban la charla entre los dos recién conocidos se dio de forma natural lo cual colaboró con que los nervios del ruso se fueran disipando -Pese al nombre, parece ser un bonito lugar - comentó Leonid en tanto la bruja le explicaba que al igual que para él, era su primera vez en aquel rincón del Callejón Diagon. Mientras la francesa hablaba el mago sonreía, comprendía totalmente su situación. Los grandes cambios en la vida como mudarse a otro país demandaban mucho tiempo y energía, y dejaban de lado muchas veces el ocio y el tiempo compartido con otros, pero siempre era bueno permitirse salidas como aquellas, despejar la cabeza en momentos como los que ambos magos parecían estar viviendo era fundamental. -Si he ido a circos, sobretodo cuando era niño - le respondió a la bruja que caminaba a su izquierda - Pero a medida que uno crece las responsabilidades lo hacen contigo - sonrió - Hace años que no voy a uno - le explicó, era una buena noche para romper la racha. -Llegue apenas hace unos meses, reparto mi tiempo entre Moscú y Londres, así que mi vida por el momento es una locura, espero que con el tiempo me vaya acompasando a este nuevo ritmo - alegó Leonid antes de preguntarle a ella lo mismo -¿Y tú desde hace cuanto estás en Londres? - Se estaban acercando a la entrada principal de la enorme tienda del circo y el mago pensó que lo mejor sería comprar los boletos con tiempo pero no pudo evitar notar lo vacío que se encontraba el lugar, quizás la función comenzaría en un par de horas, más entrada la noche pero aún así, no ver otros visitantes se le hacía algo extraño. Se detuvieron frente a la pequeña y colorida casilla que rezaba en una chillona pintura roja “Boletería” - Voy a comprar los boletos, invito yo - se adelantó Leonid antes de dejar a Héléne por unos momentos mientras iba a por los boletos. -La función comenzará en dos horas, a las nueve - le comentó al regresar con el par de boletos - ¿Te gustaría recorrer el parque o quiere hacer otra cosa? - le propuso, tendrían que matar el tiempo y el ruso sentía mucho interés en seguir conociendo a la Bellerose. @
  11. Leonid Yaxley Sus pasos resonaban por sobre los viejos adoquines de piedra que cubrían el Callejón Diagon, mientras el sol comenzaba a ocultarse por el oeste desplegando un espectáculo de luces y colores que no solo se manifestaba en el cielo sino también en las fachadas y tejados del sin fin de negocios que se sucedían unos tras otros a ambos lados del Callejón y por los cuales aquel rincón de Londres era tan conocido entre la comunidad mágica. Pero el ruso no se encontraba en aquel lugar para comprar algo, no, sus motivos eran muy distintos y también nuevos. Jamás había tenido antes una cita a ciegas, no era su estilo pero de alguna forma había aceptado pese a una reticencia inicial. Aún se encontraba acompasando en su nueva vida, repartiendo su tiempo entre Rusia y Reino Unido, comprendiendo y siguiendo una nueva cultura, otros ambientes, otras formas de actuar. Si le preguntaban aún no se sentía con una base lo suficientemente fija como para empezar una relación, o siquiera conocer a alguien, pero pese a todo Leonid aceptó y esperaba dejar todos aquellas inseguridades atrás. Una suave y fría brisa recorrió el Callejón proveniente del norte, agitando las pocas hojas que aun colgaban de los nudosos árboles. El pelirrojo se subió un poco más el cuello de la chaqueta para protegerse del viento, por debajo llevaba una simple camisa blanca y un par de pantalones cargo color beige y calzado deportivo. La cita sería en un parque, eligió la comodidad y la prolijidad en esta ocasión más que la elegancia, esperaba no haberle errado. Después de recorrer un par de cuadras más llegó a El Parque de las Lamentaciones, lugar donde se encontraría con su cita. Pudo observar un circo alzándose en el medio del parque y varios corredores verdes y vegetados que ocupaban el resto del espacio, pese al nombre parecía un gran lugar. Y allí estaba ella, junto a la entrada. Inmediatamente sintió como el estómago se le contraía, los nervios comenzaron a crecer pese insistencia del ojiazul de mantenerlos a raya, era una situación nueva y no podía negar que se encontraba nervioso. Mientras caminaba hacia la bruja pudo notar lo realmente hermosa que era, había algo muy especial entorno a ella, un aura que parecía coronarla y aumentaba aún más el nerviosismo del ruso. -Buenas noches - comenzó diciendo mientras le sonreía - Soy Leonid Yaxley - trató de tragarse los nervios pero una duda asaltó su cabeza impidiendo aquello ¿La saludaría con una apretón de manos o con un beso en la mejilla? Automáticamente antes de que fuera tarde extendió su diestra para estrechar la mano de la bruja. -¿Has <<tenido>> antes aquí? - su inglés ya marcado por su fuerte acento ruso se entorpeció aún más por los nervios - Perdón, venido aquí antes, lo siento, aún lucho con el inglés - se corrigió rápidamente ¿Así comenzaría? No quería parecer un estupido en los primeros tres segundos. @
  12. Leonid Yaxley El ruso no pudo menos que sonreír, de alguna forma aquella mujer pudo ver entre sus mentiras revelando la verdad sobre aquel seudónimo - Es de mis favoritos - replicó mientras tomaba la botella con el vodka que la Evans rápidamente sacó de uno de los cajones. ¿Qué habilidades o entrenamientos tendría aquella mujer? No llegó a destapar el vodka cuando se vio prohibido de hacerlo, la medimaga, Hannity lo detuvo, antes tendría que tomar unas pócimas, no era algo que le gustara especialmente pero como aquella familia le había dejado en claro minutos atrás, estaba atado de pies y manos, tenía que hacer lo que le dijeran. Apoyó la botella de vodka sobre la mesa de luz junto a la cama y tomó las pócimas que la rubia le tendía, no emitió palabra alguna y de un solo trago vació el contenido de las ampollas, no le supieron a nada ¿Debería sentir algo? No estaba seguro. Mientras dejaba que las pócimas hicieran efecto escuchó con extremo cuidado las conclusiones que la sanadora exponía. La Ollivanders tenía muy en claro que había sido atacado ¿Con qué hechizos aturdidores? Sin duda eso explicaría la espesa niebla que se arremolinaba dentro de su cabeza dificultando su habilidad de pensar con claridad ¿Pero aquel descontrol sobre sus sentidos se debería a lo mismo? La respuesta llegó del único mago que llegó dentro del trío que cómodamente parecía haberse instalado en la habitación, sin duda su llegada era un evento entretenido en la calma de la madrugada. -¿Con que una maldición? - dijo mirando al mago -¿Que tipo de maldición? - Mientras esperaba una respuesta escuchó el comentario de Bel sobre la reciente incursión mortífaga en el castillo, con mucho cuidado trató de no desvelar mucho sobre el tema,sobretodo frente aquella mujer. Aún podía sentir arder la Marca Tenebrosa tatuada en su antebrazo, reciente señal de su aceptación dentro del bando tenebroso. -Conozco de su guerra, pero no es mi asunto - trató de darle punto final al tema mientras tomaba la botella de vodka, la destapaba y daba un largo trago del destilado. @@Rory Despard @@Hannity Ollivander Evans @@Richard Moody
  13. Leonid Yaxley HSCT Centre, Moscú, Rusia. Abrió los ojos. El aroma a químicos y productos de limpieza inundó sus fosas nasales, el pelirrojo sintió el cómodo colchón debajo de su cuerpo mientras trataba de incorporarse en la camilla. Observó la pulcra y blanca habitación que hacía juego con las sábanas de lino que se enredaban en sus piernas y la encontró completamente vacía. Una pequeña mesa de luz de madera se encontraba junto a su camilla y sobre la misma había una jarra de bronce, un juego de tazas y una pequeña botellita de vidrio con un líquido verde brillante en su interior, del otro lado de la habitación había una pequeña ventana con las cortinas corridas. No había reloj en la paredes y no podía ver el exterior para saber qué hora era… o qué día. ¿Cuánto tiempo llevaba allí? No se sentía enfermo, ni tenía ninguna herida en el cuerpo pero su mente se encontraba aún embotada ¿Que hacía en un hospital? Se obligó a recordar, pese al desconcierto de la situación se sentía completamente tranquilo, sabía que llegaría a una respuesta. Su mente estaba envuelta por densa niebla, por más que intentara no lograba recordar haber llegado a un hospital, el ojiazul intentó buscar el recuerdo más antiguo que no se encontrara ofuscado por las espesas pócimas y medicamentos que seguramente le habrían suministrado. La mágnifica Plaza Roja se alzó como un faro entre la niebla de su mente, los cánticos de cientos de magos y brujas resonaron en su memoria mientras la manifestación tomaba forma. Comenzaba a recordar. Vigilaba junto a Andrey las manifestaciones convocadas en apoyo al Edicto de la Primera Ministra Británica…cuando…un estremecedor rugido agitó el recuerdo, el fuego y el dolor lo llenó todo. ¡La explosión! Como si fuera alguna especie de señal el recuerdo del atentado despejó los vapores soporíferos que atolondraban su mente, despedazando la tranquila que sentía desde que despertó. Saltó de la cama, solo llevaba una bata verde puesta pero no le importaba, tenía que hablar con alguien, debía enterarse que sucedió en la Plaza Roja. Pensó en los manifestantes, en Andrey que estaba a su lado y en el Edificio de Gobierno, el miedo se atenazaba en su estómago con más fuerza a cada segundo. Quería respuestas. En dos largas zancadas llegó hasta la puerta metálica que esperaba conectara con algún pasillo cuando estaba se abrió sin siquiera tocarla. Del otro lado una sonriente medimaga de túnica amarilla se interpuso en su camino. -Veo que ya despertaste - comenzó diciendo animada - Justo a tiempo, una bruja francesa pregunta por ti - @@Ada Camille Dumbledore
  14. Leonid Yaxley Una bruja de piel pálida como la nieve y un llamativo cabello verde se adelantó a su pregunta, el ruso la observó pero no la reconoció de nada, tampoco es que importara, era uno de los nuevos a él era al que no conocían de nada. Pero aquello tampoco hacía mella, no necesitaban conocerse, todos formaban parte del mismo grupo y estaban dispuestos a colaborar con el rescate de compañeros que lo necesitaran. Escuchó con atención el análisis de la situación que la bruja desglosaba del holograma que Aaron desplegó momentos antes. Al parecer tenía muy en claro el contexto ¿Pero cómo podía estar tan segura? Eran puras conjeturas, con su buen fundamento pero conjeturas al final, aquella mujer jamás había estado en el edificio, antes de un ataque debían investigar más a fondo la situación. Luego de su explicación Agatha se volvió a él y le dio promesas, quería asegurarse que la ayudaría, no hacía falta. -No quiero ningún armamento, no quiero cobrarme ninguna venganza del pasado, lo que quiero ahora es rescatar a mis padres, son ellos los que están apresados por los muggles - le aseguró con firmeza. -Y cómo los quiero libres y sanos, no pienso cometer ninguna locura, no formare parte de ninguna carrera suicida sin planificación y verdadero conocimiento del área, te ayudare - le aseguro - Pero primero haremos un reconocimiento, no jugare con la vida de mis padres - el pelirrojo se volvió hacia Ada, conocía a la bruja y ella ya había estado de infiltrada en aquel hotel. -Ada quiero que vengas con nosotros ¿Estás libre? - le preguntó el ojiazul. @@Ada Camille Dumbledore @@Agatha Andrómeda Abbott
  15. Alexey Dolotov Embajada de Rusia en Alemania, Berlín. El mensaje de la Cancillería llegó directo a la oficina del embajador. Un hermoso búho real desplegó sus alas mientras entraba con agilidad y gracia por la ventana abierta, dio una vuelta por la oficina circular antes de detenerse sobre el perchero especialmente dejado para los búhos y lechuzas mensajeras. El embajador salió tras su escritorio dejando a un lado el periódico de aquella mañana que estaba leyendo y se acercó hasta el animal, acarició sus plumas con cariño y con rapidez sustrajo el pergamino que tenía sujeto entre sus filosas patas. El animal una vez cumplida la misión levantó vuelo con un susurro y salió a la fría mañana de Berlín. Alexey se percató del sello de la Cancillería Alemana, la orgullosa águila negra, era un mensaje importante. Con cuidado rompió el sello de cera y con elegancia sacó el pergamino escrito a puño y letra por el Canciller. Su ceño se frunció a medida que leía el mensaje ¿Una futura guerra? ¿Una alianza?, los ánimos estaban caldeados desde hacía mucho tiempo en el mundo mágico, incluso antes de la Caida del Estatuto, la sangre corrió pero al parecer no era suficiente. Tendría que enviar aquel mensaje de inmediato al Kremlin, era trabajo del Presidente y del Duma analizar aquella peligrosa carta, arrastrar a su nación a un posible conflicto no era juego de niños. Rusia se había mantenido al margen de los últimos conflictos, el presidente era un hombre conciliador pero no estaba seguro de que pudiera seguir manteniendo aquello, Europa era un polvorín, el pueblo pedía acción y muchos viejos aliados estaban cansados ya de su neutralidad, ni por mejor malabarista que fuera podía seguir manteniendo tantas pelotas en el aire. Alexey con la carta aun en la mano se acercó hasta su escritorio en busca de un sobre para enviarla a Moscú, cuando la puerta de su oficina se abrió violentamente. Alarmado el mago se giró sujetando con fuerza la carta del Canciller, parado en el umbral, con gotas de sudor corriendo por su rostro se encontraba el nuevo pasante, un jovencito recién salido del colegio, de mirada nerviosa pero siempre atento y resuelto. -Señor - comenzó diciendo tratando de recuperar el aliento -Hubo un atentado - al embajador se le heló la sangre, no quería que continuara, no quería saber - En la Plaza Roja, durante una manifestación a favor del Edicto, una bomba, muchos muertos - el joven trataba de esforzar su voz para que la misma no flaqueara - El edificio del gobierno esta bien, las defensas se activaron…… - el joven aprendiz observó confundido al embajador - ¿Que hacemos señor? - ¿Que harían? Era una buena pregunta, nadie podía seguir manteniendo tantas pelotas en el aire por mejor malabarista que fuera y las pelotas eran cada vez más - Hay que informar al Canciller Alemán del ataque, quería conocer nuestra situación pues que se entere - contestó resuelto el embajador. @@Kraven Von Alexandros
  16. Leonid Yaxley Plaza Roja, Moscú, Rusia. La intensidad de la nevada disminuyó en el correr de la mañana, en ese momento poco antes del mediodía no eran más que un par de copos que caían de un cielo completamente blanco pero el frío no cedía, se encontraban muy por debajo de los cero grados, era una jornada inusualmente fría en la capital. Pero la temperatura no parecía hacer mella en la manifestación, centenas de magos y brujas pululaban por la Plaza Roja, entonando cánticos y agitando carteles en apoyo a la decisiones tomadas por la Primer Ministro Británica frente a las narices del Kremlin. Por el momento la situación estaba controlada, algún que otro lanzamientos de chispas de colores al cielo pero nada más. -Al final tenías razón - comentó sin mirar a Alexy a su lado mientras se arreglaba un poco la larga gabardina de abrigo de color gris con el que se protegía del frío. -¿En que? - preguntó Alexy girándose para mirar a su compañero. -En que los muggles no han aparecido - replicó el Yaxley mientras observaba a los manifestantes a unas decenas de metros de su posición. -No son idi***s - sonrió su compañero. No, no lo eran y eso los volvía más peligrosos. Todo edificio en torno a la Plaza Roja había sido cerrado por la manifestación, ni magos ni muggles podrían entrar. El GUM detrás de ellos, el más famoso centro comercial de toda Rusia permanecía en silencio a sus espaldas, con todas sus negocios y entradas cerradas al público. La primera campanada señalando las doce resonó en la plaza desde la Torre Spasskaya y como si fuera una señal esperada el caos se desató. La explosión ahogó las campanadas, los gritos de los manifestantes, todos los sonidos de Moscú se acallaron antes su tremor. La onda expansiva fue inmediatamente después. Leonid salió despedido como si fuera de papel, no hubo tiempo de reacción. Los fragmentos de las vidrieras del GUM llovieron como dagas sobre él, el suelo temblaba con furia mientras escombros se desprendían de la edificación. El polvo lo envolvía todo, no veía nada, no entendía nada, el mundo estaba de cabeza. El fuego y el humo de la combustión se alzaron como una pared destructora por sobre la fachada del Edificio de Gobierno pero las defensas mágicas puestas por la seguridad actuaron como un campo de fuerza impenetrable que evitó la avalancha de fuego y energía que se cernía sobre el centro de gobierno mágico y muggle del país. Los gritos comenzaron a oírse por sobre los ecos de la explosión mientras la nieve y las cenizas se mezclaban en su caída sobre la Plaza Roja.
  17. Leonid Yaxley La noticia que arrojó Aaron en aquella primera reunión, lo dejó totalmente perplejo. ¿Orión y Gatiux presos por los muggles? ¿Sus padres? La incertidumbre dio paso con rapidez a la rabia y la preocupación, el temperamento cosaco comenzó a hervirle en la sangre y era muy difícil controlar aquel torrente. Sino fuera por el par de manos fantasmagóricas que lo tenían fuertemente sujeto ya se habría puesto de pie y comenzado a gritar maldiciones mientras se ofrecía para ir de inmediato donde retenían a sus padres, la familia era algo sagrado con lo que no estaba dispuesto a negociar. El Yaxley prestó atención a la imagen del edificio donde sus padres se encontraban mientras maquina mil y una forma de entrar, más le valía a los muggles no haberles puesto un solo dedo encima, porque los castigos que sufrían los prisioneros en Chernyy Zamok serían una caricia en comparación. -No hace falta amenzas de tortura y muerte para hacerme ponerme en pie, es a mis padres a quien tienen retenidos - lanzó con ferocidad contenida mientras miraba intensamente a la mujer enmascarada, por un momento se olvido de donde estaba y con quien hablaba, no importaba, sus padres lo necesitaban. Se volvió hacia Aaron, su líder y a Maida la bruja que los había recibido -¿Quieren mi máscara y un pseudónimo? - el pelirrojo alzó la diestra al techo y con la palma abierta y una máscara se materializó. -Mi abuelo adoptivo trabajó controlando los desastres que el incidente de Chernobyl causó en la comunidad mágica, los muggles no deberían jugar con lo que no entienden, lo que pasó en el reactor 4 no fue otra mancha en el largo historial de su incapacidad - comenzó diciendo mientras mantenía el contacto visual con el líder a través del cual se podía vislumbrar claramente la fiera disposición del ruso.. -Su padre luchó en el Frente Oriental durante la Primer Guerra Mundial, otro error iniciado por los muggles pero que afectó y arrastró a la comunidad mágica de igual forma, allí utilizaron nuevamente armas que no podían controlar, químicos, gases, no les importó, tuvieron que utilizar una máscara - -Por mi abuelo y tatarabuelo y su defensa de la comunidad mágica de las atrocidades de los muggles, esta será mi máscara - tomó con ambas manos una réplica muy similar a las máscaras de gas que utilizaron durante su labor - Y mi apodo será “El Cosaco”, es el nombre que me dieron mis compañeros en las Fuerzas Especiales rusas, por mi temperamento y locura - se obligó a sonreír al recordar aquello -Además de en honor a la cultura en la cual me crié - su familia adoptiva era una rama de los cosacos de la Siberia y bajo sus costumbres se había criado. -¿Quien va conmigo? - preguntó al resto de los presentes en aquella habitación. @@Juv Macnair Hasani @@Aaron Black Yaxley @@Agatha Andrómeda Abbott @@Sagitas Potter Blue @@Maida Black Yaxley @@David James Dumbledore
  18. Leonid Yaxley Plaza Roja, Moscú, Rusia. -Mira que salir con esta ventisca, hay que abrazar la causa - sonrió Leonid con aquel comentario sarcástico a su compañero. Se encontraban bajo la entrada del GUM resguardandose de la fiera nieve que caía copiosamente sobre la ciudad desde la noche mientras vigilaban la manifestación convocada para aquella mañana. -Quieren una respuesta del presidente - Andrey a su lado se acomodó la gruesa capa que llevaba cuando una fuerte rafaga de viento y nieve entró por la galeria. ¿Respuesta del Presidente? El Kremlin se tomaría todo el tiempo del mundo en dar una respuesta y la misma sería tan tibia y complaciente como lo venía siendo las relaciones diplomáticas en los últimos tiempos. -Ellos solo quieren una respuesta y se la estan haciendo saber - replicó el Yaxley mientras observaba a la decenas de magos y brujas que decidieron salir en aquella mañana fría para levantar sus voces en apoyo al edicto ordenado por la Primer Ministro Británica, Sagitas, bajó los ojos y oídos del Kremlin, centro de poder político del país. La oficina de las Fuerzas Oficiales recibió un memo en la madrugada que los alertaba de aquella manifestación y que por orden del Presidente debían montar guardia en caso de que la misma se tornara violenta. No sería la única, a lo largo del país en varias ciudades se convocaron movimientos similares y esta la de Moscú sería la más grande de todas. Era aún temprano, poco más de la seis de la mañana, la manifestación no haría más que crecer con el tiempo y ni una mañana particularmente fría del invierno ruso la amedentraría. Los ánimos entre la comunidad mágica estaban caldeados, la caída del Estatuto desató una tsunami caótico que agitó la nación, grupos radicales anti magia comenzaron actuar en el resguardo de la noche para cometer atentados y asesinatos contra centros de reunión y la población mágicos, la respuesta del gobierno, tibia. El pelirrojo entendía su hastío, él también lo estaba. Involuntariamente se tocó el antebrazo donde tenía grabada la Marca Tenebrosa, símbolo de ese descontento. -Los muggles no se acercaran, la policía está advertida - Andrey se cruzó de brazos mientras observaba a los manifestantes. ¿Lo harían? Leonid no estaba tan seguro.
  19. Leonid Yaxley Bajó suavemente la mano que mantenía extendida en un intento inútil para que le devolvieran la varita, al menos le confirmaron que ellos la tenían y se encontraba al parecer en buen estado. Escuchó lo que la mujer le decía, estaba enfermo de eso no cabían dudas, no podría enfrentarse a nadie ni aunque la vida se le fuera en ello, si quería recuperar la varita tendría que hacer caso de lo que dijeran. Podía sentir los latidos acelerados de su corazón por debajo de la fina camisa blanca pegada al cuerpo por el sudor de la fiebre ¿Que clase de maldición le habrían lanzando aquellos malditos ucranianos? Recordar cómo fue engañado, tal si fuera un simple novato le provocaba aún más rabia que la negación por parte de la bruja en devolverle su varita. -Tiene razón - se obligó aceptar mientras pretendía demostrar firmeza en su postura pese a que sentía como la habitación daba vueltas a su alrededor, se recostó contra uno de los postes que mantenían el dosel de la cama y cerró los ojos por un momento mientras trataba de recuperar el control, al volver abrirlos la rotación del cuarto se detuvo. -Si quieres preparar algo para que me sienta mejor, traeme algo fuerte - comentó a la elfina que llegó junto con la otra bruja - Escoces, Ron, vodka si tienen vodka mejor, pero nada de Ginebra, demasiado dulce - el ojiazul volvió a cerrar lo ojos y dejó escapar una maldición en ruso, estaba harto de aquella situación, no entendía cómo cayó en ella pero por el momento solo le bastaba con sortearla, pero con su varita. -Cooperare - se forzó a decir pese a la exasperación, la voz de la bruja le perforaba la cabeza obnubilando todo, no estaba seguro si era la agudeza, la intensidad, las variaciones en la tonalidad o que simplemente ahora eran sus oídos los que estaban fallando, pero tendría que soportarlo, si la mujer llamaba las autoridades toda la misión se estropearía y lo que menos necesitaba el Kremlin era una crisis diplomática. No estaba autorizado para operar en el Reino Unido, como tampoco sus compañeros. Tomó la mano de la bruja y se sentó en la cama nuevamente, junto a la mancha de humedad del agua que escupió, después de todo no era sangre. La mujer se presentó y no le quedó otra que hacerlo también. -Sacha Kuznetsov - se apresuró a mentir sobre su nombre, no era la primera vez que lo hacía y le salía con tanta naturalidad que inclusive en su estado le resultó sencillo. Las presentaciones finalizaron cuando la puerta de la habitación se abrió nuevamente y tres figuras ingresaron por ella. @@Richard Moody @@Rory Despard @@Hannity Ollivander Evans
  20. Leonid Yaxley La llegada del pelirrojo pasó bastante inadvertida para el numeroso grupo de magos y brujas reunidas en la cocina de la Yaxley, tampoco es que esperara bombos, platillos y fuegos artificiales pero no podía negar que en el aire se respiraba una cierta tensión que hasta para el ruso era más interesante que su interrupción en el hogar familiar, novios, italianos, traiciones, política, parecía ser una ensalada de lo más divertida. Saludó al resto de sus parientes, amigos de la familia con una sacudida de la mano mientras se alejaba de la puerta e iba hacia la mesada donde estaban sus padres - El viaje estuvo muy bien, de Moscú a Londres, aparición legal - sonrió mirando al ex Primer Ministro Mágico mientras remarcaba lo de aparición legal, era de las personas que no conocía en persona de los presentes que no necesitaba que se lo presentaran - Firmé unos papeles en el Ministerio, un poco de palabrería, lo de siempre y quedé libre para viajar hasta casa - se recostó sobre la mesada mientras cruzaba los brazos y piernas. -Al menos aquí no está nevando, necesitaba cambiar un poco el paisaje blanco por el marrón de los árboles pelados y el barro de la lluvia invernal inglesa… ah y los compañeros del trabajo se quedaron sin whiskey escoces y que mejor lugar de donde traerlo que de su propia tierra, seré ruso pero mi apellido es Yaxley se donde esta el buen whiskey - se giró hacia sus padres. -¿Hotcakes? Puedo ayudar - se ofreció, era lo mínimo que podía hacer después de haber llegado sin nada en las manos.
  21. Leonid Yaxley La cena se puso interesante, con la llegada de dos figuras enmascaradas el ambiente del salón dio un giro de ciento ochenta grados y una sonrisa suspicaz se dibujó en la faz del pelirrojo mientras seguía el andar del mago que tomó la batuta de la conversación. ¿Sería el tal Aaron al que Maida no dejó de nombrar desde que se reunieron con ella?. Cuando el mortífago advirtió sobre la comida los ojos del ruso se desviaron al sinfín de platos, copas, botellas y fuentes a rebosar de alimentos y comidas. ¿Jarabe de Elaboro y acónito? Tuvo que contener la carcajada ¿Con que Veritaserum? Aquellos británicos al menos tenían los modales de disfrazar la poción en un buen banquete, les tendría que agradecer por ello. Hasta el momento el pelirrojo no probó bocado o bebió trago alguno pero no creía que fuera necesario que utilizaran la poción de la verdad en él para obtener lo que quisieran saber, había llegado voluntario hasta aquel lugar y por decisión propia decidió formar parte de la Marca Tenebrosa, no había otras intenciones en el mago para con el bando. La interrupción de la otra bruja aumentó el interés de aquella velada, con cada instante que pasaba la reunión se volvía cada vez más interesante. ¿Obtener información de otras formas? La bruja que ocultaba sus facciones tras una máscara parecía dispuesta a divertirse a costa de ellos mientras cumplía el cometido ordenado por el mago. Por fin Leonid se decidió a contestar - Si van a torturarme para que afloje la lengua al menos déjenme beber un poco - replicó el ojiazul mientras estiraba una mano y tomaba un vaso de vidrio que inmediatamente se llenó casi hasta el borde de vodka - Los prisioneros de Chernyy Zamok dirán que esto es alguna especie de justicia divina - dejó escapar una carcajada mientras se llevaba el vaso a los labios. -Por mis futuros camaradas de la Marca Tenebrosa - alzó la mano con la bebida a manera de saludo y se llevó el mismo a la boca y bebió todo su contenido de un trago, el destilado le corrió como un río de lava por la garganta antes de expandirse por todo su pecho, no había nada como aquella sensación de despertar. La legeremancia era un arte sumamente compleja pero muy útil y la mujer que estaba delante de ellos la manejó a la perfección, sintió su presencia en su cabeza pero no hizo nada para detenerla, además no tenía como no era muy diestro en la oclumancia, dejó que la bruja rebuscara en los recónditos de su memoria en busca de la ponzoña de la traición, veneno que no encontraría en la cabeza de Leonid. Sonrió al pasar la prueba y escuchar las fieras pero ciertas palabras de la legeremante, asintió cada frase antes de llenar nuevamente su vaso y repetir el brindis - Por la Gloria -anunció mirando a sus compañeros, no le importaba que no le siguieran el interrogatorio le había provocado sed - ¡Tvoió zdorovie! - entonó antes de llevarse el vaso a la los labios y beberse todo su contenido de nuevo de un solo trago. @@Juv Macnair Hasani @@Sagitas Potter Blue @@Xell Vladimir Potter Black @@Aaron Black Yaxley @@Maida Black Yaxley @@David James Dumbledore
  22. Buenas aprovechando que no se me han realizado las actualizaciones que pedi y viendo que quiero modificar algunas cosas, dejó la nueva ficha Necesito actualización en el campo Nombre de Personaje: Dice así “Matthew Ironwood” Debe ser: “Leonid Yaxley” Necesito actualización en el campo Nacionalidad: Dice así “Estadounidense” Debe ser: “Ruso” Necesito actualización en el campo Familia : Dice así “Familia 1: Familia 2 Padre(s) Sanguíneos : -- Padre(s) adoptivos : --” Debe ser: “Familia 1: Evans McGonagall Familia 2: Yaxley Padre(s) Sanguíneos: -- Padre(s) adoptivos: Orión Yaxley y Gatiux” Necesito actualización en el campo Aspecto Físico: Dice así “Matthew es un joven muy alto, es de familia, mide exactamente 1.92m y al igual que el resto de los Ironwood posee el cabello castaño claro y los ojos de un brillante color azul. En Big Island sus habitantes tienen que estar en forma y Matthew no es la excepción, cuida su cuerpo como un buen Wampus. La sociedad mágica América es mucho más laxa a la europea en lo que se refiere a la forma de vestirme, siendo no raro que magos y brujas en los Estados Unidos vistan a las últimas tendencias del mundo nomajs, o muggles para nuestros queridos amigos británicos, misma situación se repite en Matthew que prácticamente solo viste ropas nomajs a no se que una ocasión lo requiera y tenga que vestir como un mago. Como dato a destacar de su físico, Matt lleva tatuada una manga en su brazo izquierdo al estilo Etua de la cultura polinesia.” Debe ser: “Leonid es un joven muy alto, es algo de familia, mide exactamente 1.92m y al igual que el algunos miembros de la familia Yaxley heredó un cabello castaño cobrizo y una barba rojiza brillante mientras que sus ojos son de un intenso color azul. Criado en el seno de una rama familiar cosaca siberiana donde el mayor proveedor es la inmensa naturaleza, un buen estado físico es fundamental para sobrevivir, además estar físicamente activo incluso en sus tiempos libres es de sus pasatiempos favoritos En su vida cotidiana utiliza ropas muy cómodas, tanto hechas por su familia al estilo cosaco como ropas muggles, obviamente tiene ropas más elegantes para cuando la ocasión lo amerita tanto para grandes eventos propios de su cultura como la etiqueta esperada en un mago en las reuniones en las grandes ciudades.Pero su estilo cotidiano es mucho más sencillo.” Necesito actualización en el campo Cualidades Psicológicas: Dice así “Matt es una persona que encara la vida con ganas y positivismo, de sonrisa fácil y muy extrovertido es una persona que suele causar un buena primera impresión. Criado en los extensos y salvajes terrenos de la familia Ironwood es más una persona de exteriores que interiores, realmente disfruta de estar al aire libre y es donde prefiere estar cuando puede darse una escapada de la rutina. Quizás sea por ser Wampus pero Matt puede llegar a ser alguien muy impulsivo, si no esta de acuerdo con algo o con alguien lo va a dejar muy en claro, eso lo ha llevado a tener ciertos problemas en el pasado, no puede contra esa naturaleza es más fuerte que él. Frente a un problema no se quedará jamás de brazos cruzados esperando que alguien lo solucione, tomará la iniciativa. Esa impulsividad, es espíritu guerrero que lo dota de iniciativa, coraje e intensidad también le juega malas pasadas, en esos momentos de sangre caliente puede no tomar la opción correcta como la solución al problema y empeorar aún más la situación. Los Ironwood son una de las familias sangre pura mas antigua y conocidas de los Estados Unidos pero siempre han estado abiertos a la comunidad nomágica, por lo que Matthew conoce a la perfección el mundo nomajs y no cree que los orígenes, la apariencia de alguien sean determinantes y clasificatorios del valor de una persona. ” Debe ser: “Duro e intenso como la Siberia. Así sea posiblemente la mejor forma de describir a Leonid en pocas palabras. El espíritu de los cosacos recorre sus venas y templa su espíritu, amante de los grandes espacios abiertos, de la frondosa y silenciosa taiga, del manto blanco durante el invierno, del ruidoso descensos de los caudalosos ríos durante los deshielos de primavera, del rojo, dorado y amarillo del otoño y del verdor y el canto de las aves durante el período estival, se siente fuera de lugar en las grandes ciudades aunque ha aprendido a adaptarse. Impetuoso, temerario, de sangre caliente y quizás un poco loco son las primeras impresiones que los extraños se llevaban al conocerlo y no están muy errados en sus percepciones, la calidez y la tranquilidad es algo que prefiere guardar para familia y amigos. Le gusta aprender, es observador y trabajador dos características que colaboran mucho en ese aspecto, siempre dispuesto a expandir un poco más sus horizontes y no quedarse encasillado en la conocido. Testarudo e intrépido son dos cualidades arraigadas en la cultura cosaca de las cuales marcan también su personalidad y con las que tienen que interceder constantemente.” Necesito actualización en el campo Historia: Dice así “En Construcción” Debe ser: “Nació en el hogar que por generaciones fue el lugar de unión de su familia, en las profundidades de la Taiga siberiana en el centro del Krai de Krasnoyarsk. Un hogar de madera amplio y extenso construido por sus tatarabuelos en medio de un terreno aún más amplio y extenso rodeado de la más prístina naturaleza. Pese a que su familia vivía en Kansk una pequeña ciudad al sur del Krai donde su padre trabajaba para el gobierno mágico y su madre era dueña del mejor boticario de la zona, el hogar ancestral de su familia donde las tradiciones y modo de vida cosaco persistían era donde Leonid se sentía realmente en casa. Pese a que su familia llevaba asentada en la Siberia desde hacía generaciones, la sangre Yaxley original provenía del Reino Unido, una de las familias más prestigiosas de sangre pura de toda Gran Bretaña. Sus padrinos y casi padres adoptivos Orión y Gaitux Yaxley del Reino Unido y actuales patriarcas invitaban normalmente a Leonid a pasar su vacaciones en Inglaterra junto a ellos y conocer la historia de la familia. Adoraba estar rodeado por la inmensidad salvaje de la Siberia y aprender el modo de vida tradicional de su familia. Ese amor y esa necesidad por aprender de primera mano y en contacto directo con sus orígenes lo llevó a rechazar la carta que lo invitaba a formarse como mago en la prestigiosa escuela de Koldovstoretz y aprender de las tradiciones cosacas no solo de la Siberia sino de toda Rusia, con doce años comenzó un largo viaje que lo llevó a conocer de punta a punta su enorme país para aprender las tradiciones y costumbres de los cosacos del Volga, del Cáucaso, del pueblo Tuvano en este y de los Nenets en el Norte. Al cumplir la mayoría de edad decidió unirse a las Fuerzas Especiales Mágicas Rusas, un grupo de élite encargado de proteger y defender el territorio e intereses del país y velar por la seguridad y orden público.” ¡Muchas Gracias!
  23. Leonid Sila Se quedó observando el ir de la Primer Ministro Francesa mientras se alejaba a por las bebidas, no debería haberle pedido nada, era la festejada aquella noche pero para su sorpresa con una simpleza que no hubiera esperado de un jerarca de tanto renombre fue ella misma a por las bebidas, no le pidió a ningún elfo u otra persona a que cumpliera con aquello. Al final perdió a la figura de la festejada entre la muchedumbre que no paraba de llegar a los jardines, el ruso se dispuso a matar el tiempo observando a los recién llegados. Los antifaces y el poco conocimiento de los allegados de los Dumbledore lo hacía un interesante desafío, pero estaba seguro dado el reconocimiento y jerarquía de los festejados en el plano global que más de una cara conocida se podía vislumbrar debajo del antifaz y tanta opulencia. El pelirrojo se mantuvo en silencio y algo apartado de la vorágine social, además de la charla casual no era su principal fuerte el hecho de estar rodeado por completos desconocidos pertenecientes a unas órbitas de las que no formaba parte lo complicaba todo cien veces más. No es que aquella fuera la primera ocasión en la que se veía rodeado de personas de tanta importancia, más de una vez se vio sujeto a tales eventos pero ocupando un puesto muy distinto. Hacer de seguridad para mandatarios rusos no le era ajeno, eran parte de su trabajo, ocupar su lugar en la periferia estando atento a todo, listo para actuar si presentía que algo o alguien podría atacar al funcionario era muy distinto a esperar unos tragos mientras conversaba animadamente con el resto de los invitados. Al final Ada regresó con las bebidas prometidas y acompañada por un mago al que presentó como su hermano y otros de los festejados aquella noche - Un placer señor Lestrange y un feliz cumpleaños - saludó al mago estrechandole la mano - Soy Leonid Sila - se presentó el ojiazul completando la presentación que la bruja comenzó. Tomó las botellas de Vodka y Medovukha que le tendió la rubia y las colocó en la mesa que tenía tras de sí, “Minskaya Kristall” leyó el nombre que aparecía grabado en al botella de vodka - Wow, un Minskaya Kristall - le sonrió a la bruja mientras destapa la botella - Los Dumbledore tienen buen gusto - reconoció el cosaco mientras con agilidad llenaba tres vasos, aquella marca era de las más reconocidas a lo largo de Rusia y otros países. Les tendió un vaso a Danny y Ada y el tomó el suyo -¿Han probado vodka antes? Puede resultarles algo fuerte, ¡A su salud! - enunció antes de llevarse el destilado a la boca y dejar que la bebida le abrazara la garganta despejando todas sus dudas iniciales. Sonrió a sus acompañantes mientras otro de los festejados era llamado por la Dumbledore. -Un placer señor Macnair, espero que pase un muy feliz cumpleaños - saludó al mago que se unió al pequeño grupo, aunque que por poco tiempo al final se fue rápidamente tras una bruja y dejó al los tres magos nuevamente solos. -Es una fiesta impresionante, los invitados no paran de llegar y el servicio es excelente - guiño un ojo ante lo último haciendo clara referencia a las bebidas recién llegadas - ¿Generalmente hacen este tipo de celebraciones? - @@Ada Camille Dumbledore @@Albus Renaldi Macnair @@Danny Lestrange
  24. Leonid Sila La llegada de otro mago no se hizo esperar pero la sorpresa del pelirrojo fue notoria cuando reconoció que el nuevo integrante de aquella reunión era el Primer Ministro Australiano, estaba al tanto de que la Marca Tenebrosa contaba en sus filas con personas muy influyentes en la sociedad mágica mundial pero ver una figura de estado compartir una reunión como aquella era algo más que llamativo. Aún así no dejo que nada de aquello transparentara su rostro, simplemente saludó al Primer Ministro con una cortés inclinación de cabeza mientras este ocupaba un lugar en la mesa al mismo tiempo que Maida la anfitriona aquella noche, el ruso no tardó en seguirlos y se sentó entorno a la larga mesa central. Pero a diferencia de sus acompañantes no se sirvió nada, por el momento el hambre no era algo que sintiera. La conversación rápidamente se encauzó hacia el significado del tatuaje que ambos iniciado recientemente se marcaron en el antebrazo, las implicancias de que pasaron a formar parte de algo más que una simple organización de magos y brujas, se acaban de enlistar en una causa mayor, la defensa y la preservación de la sangre mágica jamás se vieron tan comprometidas como en aquellos tiempos que corrían. Involuntariamente mientras razonaba todo aquello rozó con la diestra la tela de su kosovorotka, allí donde cubría el tatuaje tenebroso, una leve sensación de tibieza recorrió las yemas de los dedos. No podía fallar. -Espero poder honrar el lema - interrumpió Leonid, <<Semper Fidelis>> representaba todo lo que acaba de cruzar por su mente hacía unos momentos -Todos estamos al tanto del grave peligro que nuestra comunidad está viviendo, es momento de defender la magia - el cosaco alteraba la atención entre sus dos acompañantes mientras hablaba, pese a que el inglés no era su idioma nativo y su marcado acento sabía que podía hacerse entender muy bien. -Mis intenciones son alternar mi comprismo con los ideales tanto aquí, en suelo británico como en casa - explicó lo que llevaba planeando desde que decidió unirse a las filas mortífagas - Rusia es un país enorme y poderoso pero no exento de peligro - la extensión y complejidad de su tierra natal era conocida mundialmente, era su mejor arma pero también su debilidad - Los enemigos de la magia ya se encuentran operando en nuestro territorio, tanto muggles como magos que los apoyan, pero habemos magos que estamos dispuestos a defenderla - -La Marca tiene espacio para crecer en Rusia, magos y brujas de Kaliningrado a Vladivostok abrazarían sus ideales, no hay duda - finalizó Leonid mientras observaba a los otros mortífagos en la mesa.
  25. Leonid Sila La Yaxley Manor tenía un encanto especial que ningún otro edificio en el Reino Unido le generaba, lo hacía sentir en casa. La cabaña se alzaba en medio de un frondoso bosque, al igual que su hogar en la Siberia, la simpleza, lo rústico y lo acogedor se mezclaban a la perfección en aquel lugar y el mago apreciaba cada momento en que podía visitarlo. Pero por sobre la edificación lo que más le gustaba al pelirrojo de aquel lugar, era su gente, su familia que desde hacía un buen tiempo no visitaba. El ojiazul pasó junto a la fuente del venado rampante en el centro del jardín principal, aquel animal era el símbolo de los Yaxley, muy reconocido entre la comunidad mágica de Gran Bretaña. El sol de la mañana comenzaba a levantarse por sobre el horizonte iluminando el bosque y los terrenos de la familia y al parecer el inicio del nuevo día se estaba dando también dentro de la cabaña, mientras más se acercaba más clara le eran las voces que provenían de la misma. Al parecer era una mañana concurrida, varias voces se alzaban desde el interior ¿Sería un día festivo? ¿El cumpleaños de alguien? Esperaba que no lo fuera, llegar de improvisto y olvidando una fecha importante no era de las mejores entradas. Las voces se hicieron más claras al llegar a la puerta, junto con el aroma de un prometedor desayuno. Llegaba justo a tiempo. El mago golpeó con los nudillos la puerta de madera anunciando su arribo antes de que con cuidado abriera la misma - Espero no haber llegado tarde al desayuno -

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