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Susan V. Goldstein

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Todo lo publicado por Susan V. Goldstein

  1. Amelie ignoró por completo lo que dije sobre nuestra riñas y a cambió dijo un chiste sobre un dragón, sonreí, por cortesía más que por cualquiera otra cosa. La situación no dejaba de ser incomoda. Amelie pertenecía al Ministerio de Magia, trabajaba con los animales. Al parecer ellos eran su vida.— Aún no he visto alguien con un dragón de mascota, sería increíble. Cian movió su cabeza hasta que su oreja tocó mi hombro, era un lobo celoso y gracias a eso me había sacado de mi apuros en varías ocaciones. Vi que Amelie se notaba interesada por el, asentí ante su petición y me hice un poco al lado. Cuando lo tocó Cian cerró los ojos y se quedó inerte hasta que se sentó para quedar a merced de Amelie. —Al perecer tienes mucho talento con los animales.—Miré con cierto asombro lo que pasaba— ¿Es por eso que has creado este hotel? Era el primer hotel para mascotas que conocía y que aún seguía funcionando, la idea de algo como esto era innovadora pero sin embargo poco había escuchado de el. @
  2. Todo iba bien con los celos de mi madre, todo, hasta que un muchacho pelinegro la llamó madre. Era la primera vez que lo veía, y al parecer también los presentes. Tenía que ser un chiste, uno bastante pesado, ya que por años les había rogado a sus padre que no le dieran un hermano. Pero el hombre que estaba en la entrada del comedor parecía de antes de mis años ¿Como diablos ignorar ese tamaño? Si ya con traerlos al mundo costaba.Miré a mi madre, hace un momento estaba hecha una parca, con las ganas de quitarle la vida a cualquiera, pero ahora sus ojos lloran por el tipo nuevo. Tenía la esperanza aún de que lo llamara loco y lo echara, no fue así, tomó de mi mano sin apartarle la vista y nos acercó. Primer error. Nos miró a ambos y sonrió para luego presentarnos, su voz dulce toco mi nombre seguido de unas palabras que no quería escuchar ¿Hermano? Fruncí el ceño como mueca, ella debió habérmelo dicho antes. El hombre me miró y una sensación amarga se plantó en mi consciencia. Mis padres ambos tenían ojos muy claros y cristalinos, pero ninguno como los míos, que parecían amatistas. Tenía el cabello negro como la noche, cosa que debía ser de otra descendencia pues ninguno de sus padre tenían ese color. La piel era suave, blanquecina y cremosa, de esas que provocaban con tal sólo mirarlas. Sus rasgos eran finos como los de su madre y tenía lo mismos lunares que su padre. Todo concordaba que yo era su hija, pero, este chico también tenía parecidos. Me acerqué a él, olvidándome de los demás. Noté que su cabellos tenía el mismo color que el mío y con un paso más cerca me di de cuenta que compartíamos la misma piel. Tenía rasgos de hombre, pero algunos pocos se parecían a los de mi madre. Me acerqué tanto a él que invadí su espacio, estando tan cerca podía oler su respiración y comparar lo único que sí parecía una prueba de su parentesco: Sus ojos. Tal vez sería una escena muy rara para los presentes, ya que se acaba de decir que este hombre era mi hermano, pero, con todo esto yo sólo buscaba algo en sus ojos que no concordaba con los Jessie. Pero no fue así. —Puede haber algo que te salve de lo que viene...—Le susurré—Podrías ser adoptado y quizás no me tomaría tan apecho la desconfianza que ahora le tendré a Jessie y Otto, pero...esos ojos, esos ojos son los de Jess. Me solté de la mano de mi madre y empujé al hombre con tanta fuerza que pegó de la pared del comedor, me importaba un bledo si la cena se arruinaría o si alguien salía vivo de allí, mi propia familia me había mentido. No quería ser la víctima, quería ser el asesino. Tomé de mi varita y apunté al hombre dispuesta a maldecirlo, pero mi madre se interpuso. La miré con una ira genuina, tratando de que sintiera culpa por no decirme todos estos años que tenía un hermano ¿Otto también me había mentido? Bufé, por supuesto que sí, los hijos no se hacen con magia. —Supongo que no esperaste que esto sucediera algún día ¿Debería ser comprensiva?—Mi voz era suave y dulce, tanto, que era alarmante. Me enderece.—Quizás debería tener paciencia y esperar a que sus ojos se cierren y ayudarlo a que jamás se abran. Negué con la cabeza. —Me mentiste Jess, tú y Otto lo hicieron.—La miré—Pude haberlo comprendido antes, no habría mucho que hacer entonces, pero mentirme y esperar a que nada pase, teniendo un hijo que deambula por el mundo ¡Por Voldemort! ¡Pudiste habérmelo dicho! @Romalo_LPZ @Jessie Black Lestrange
  3. Mansión Black Lestrange. Aquello se había hecho una manía, estar de pie en su balcón imaginando todo lo que puede pasar afuera sin atreverse a experimentarlo. Aburrido sí, pero los días han sido agitados y merecía algo de calma. Suspiré tranquila y llena de paz, algunas personas no merecían verla de esa manera, luciendo tan flexible y calma, por ese mismo hecho su habitación era su santuario intimo. Que, a diferencia de otros, yo sí lo mantenía lejos de perversidades. Sonreí al aire hasta que ese mismo me alertó de algo. Una maldita lechuza, la misma lechuza que me había entregado la carta de Hogwarts la última vez. Tenía sensibilidad por los animales, a de ser por eso que no le lanzó un maleficio antes de que se acercara más, pero eso no evito que pasara a mi habitación y cerrara la ventana. Hogwarts estaba en el pasado y de ella no quería saber nada. El pequeño pico del ave golpeo mi ventana tantas veces que provocó un gruñido y resignación de mi parte. Alcé la mano y las ventana se abrieron, ese plumífero regordete revoloteó hasta mi con una carta. Decía lo que temía, era una invitación a Hogwarts para una fiesta de reencuentro e inauguración. Tenía la letra de la Matriarca, lo que le daba un golpe bajo a mi responsabilidad. Le dí de comer al ave y me dispuse a alistarme, ya iba tarde. Los Dragones de Salazar. El vestido negro de raso acariciaba su piernas hasta un poco más arriba de sus rodillas, se ajustaba desde su cintura hasta las mangas cortas de sus hombros, mientras que su falda se daba vida al bailar con el viento. Recogió su cabello y atravesó su varita en el para que luciera como un simple adorno, esto se había vuelto costumbre. Los tacones de aguja sonaban a cada paso que daba por los pasillos del castillo. No podía evitar pensar que Hogwarts era algo indemne, a pesar de los años y las disputas en su interior seguía igual a como lo recordaba. Era un ramé que le costaba admitir que le gustaba. Caminó hasta el gran salón y las voces que llegaban no eran conocidas, a eso no le temía pero la incomodidad siempre estaba en estas situaciones. Pisé la alfombra pensado en que todo estaba muy bien decorado, aunque nunca le gustó esta zona del castillo. Miré a personas que creí haber olvidado, como Maida o la profesora Juv, pero las voces de la Matriarca y Eobard fueron las que me atrajeron. También estaba Saori, la hija de Amelie con que se había divertido el día de su llegada. Aunque la idea de acercarse a ellos era atractiva, sabía que no podía estar un minuto más allí son algo que beber, eso quizás le quitaría las enormes ganas que tenía de irse. No lamentaba ser así, le gustaba ser estoica y elegante pero esto no era lo que quería en un principio. Sus ojos brillaron cual amatistas cuando miró una copa de vino de saúco. Tomó de ella y caminó hasta una esquina de la mesa de Slytherin. Bebió de ella mirando a los presentes con sutileza, formaría parte de algo cuando las cosas su pusieran divertidas. @@Mia Black Lestrange
  4. Esperaba la respuesta de Marco cuando mi madre airada y peligrosa entra a al comedor apuntando a los presentes. Los ojos grises de mi madre estaban iban desde Eobard hasta Marco con rapidez, inclusive la mujer que estaba allí desde un principio recibió del odio de mi madre una pregunta. Estaba claro que ella no sabía quienes eran y daba por sentado que querían algo de mí, como si fuera la única en esta casa. Suspiré tomando un copa y levantándome de mi lugar me separé de ellos antes de que ocurriera una desgracia. Estoy segura que mi madre ganaría contra ambos. Caminé hacia ella con sutileza debiendo de mi copa, la miré y le sonreí como a nadie más le sonreía —Creí que no vendrías, me da gusto verte madre. —Bebí de mi copa— Déjame presentarte al tío Eobard Aldrich, según sé es hijo de Mía y tu hermano. Con eso bastaría para que ambos cayeran en posición, él se enteraría que lazo tenía conmigo y ella descartaría posibles insinuaciones. —Y él...—Señalé a mi hermano con la copa— Es Marco Alcott, es mi hermano adoptivo por parte de Alyssa, la familia que tuve en Grecia cuando desaparecí, sólo eso. De Marco sí dudaría, pero era mi hermano al fin y al cabo. Bebí una vez más de mí copa, ya había aclarado las dudas y si Jessie aún así decidía matarlos ya no tendría remordimiento alguno. Es mi madre, no me pueden importar más que ella. Miré a la mujer que antes para mí había pasado desapercibida, rubia y bien parecida, tal vez también era de la familia.—Supongo que tú también eres parte de la familia... @@Jessie Black Lestrange @@Eobard Thawne @@Beryl Serenity Hawthorne @@Marco Alcott
  5. Dentro de poco una elfina se acercó y nos dio la bienvenida, Cían se acostó en mis piernas en cuanto la vio. Era un lobo bastante paranoico cuando se trataba de su ama pero estaba segura de que se separaría de mí en cuanto comenzaran a mimarlo. La elfina se fue a busca a Amelie y Cían quedó inerte en su lugar. Una vez más rogaba porque ella no se desquitara con el, Cían a estas alturas de la vida sería como un hijo para mí y si algo malo le pasara sería capaz de armar una guerra por el. El olor de la vampiresa llegó a mis fosas nasales y en seguida me tensé, por supuesto que le sorprendía verme aquí, tal vez ni sabía que tenía mascota. Me levanté para saludarla, los modales eran lo primero. — Hola Amelie, lo sé, yo tampoco esperaba venir aquí pero creí que sería el mejor lugar para que cuidaran de mi lobo —Cían, que su cabeza llegaba hasta mi pecho se posó a mi lado cuando le hice una ceña.— Este es Cían, espero que tengas algo para su tamaño. El local era un edificio enorme, a cada minuto podía oír el cantar de un ave o las pisadas de algo que de seguro era ilegal. Se notaba muy por encima que era el mejor lugar para un animal. — Quisiera una habitación para ambos y lo que mejor tengas para el. —Mis orbes lilas miraron los fríos ojos de Amelie— Cualquiera cosa que tengas conmigo, bien, pero el no tiene la culpa. Vengo en paz. @
  6. Familias Mortífagas pero pertenecía a la Orden, bastante raro a decir verdad, pero los Mortífagos sabían como cuidar a sus hijos. O eso esperaba. Tanto la Orden como la Marca habían sufrido traiciones antes, no había paz entre ambos y por eso en varios castillos habían cementerios, bebí otro sorbo de la copa y vacía un poco más la botella en ella. Si mi familia me viera... —Si quieres consigue una fácil, te aseguro que las difíciles juegan mejor. — Alce un poco la comisura de mi labio para luego girar el asiento a su dirección.— No estaba confundida, son familias y personas conocidas, lo sorprende es la elección de bando. Pero está bien, las personas tienen libre albedrío. Noah era una de las pocas anomalías en este mundo, tenía rasgos jóvenes pero intimidantes, como cualquier otro muchacho que promete grandeza. Pocos en la Orden le agradaban, la familia Lockhart era buena, a pesar de las riñas entre los bandos habían abiertos sus puertas para mí una vez. —No me molesta en absoluto, hay personas en tu bando que aún no me han hecho nada.—Ladeé la cabeza— No tengo parentesco con los Macnair, mis familia son Black Lestrange y Triviani, la matriarca de la Triviani es esposa de un Macnair. —Río— A eso me refería. @@Kira Black
  7. ¿Hacía cuanto que no pisaba este césped o olía este aire? Miré el imponente castillo sentada en el opulento jardín, este lugar lleno de masacres y locura había sido mi primer hogar cundo decidí mudarme a Gran Bretaña, la matriarca había abierto sus brazos y me enseñó lo que pudo sobre un buen perfil para la mafia. Necesitaba venir, volver a ver mi raíces y tener recuerdos de todo lo que pasó cuando vivía aquí. No podía compartirlo con nadie, venir sola era una de las mejores opciones. Aunque de seguro abría nuevos integrantes en ella que me acusarían de invasora. El apellido Triviani le pertenecía a mi nombre desde que Alyssa Black Triviani decidió otorgármelo, aún estaba conmigo. Había encontrado a su familia, a la que compartía su sangre, pero aún así eso no evitó que me fuera. El largo tiempo que pasé en Grecia me hizo reflexionar sobre las responsabilidades que tenía encima, y una de ellas era estar para esta familia en todo momento. Creí que a final de cuentas me acusarían de traidora por haberme ido, y estaba claro que obtendría un castigo por eso. Pero mientras eso llegaba podía disfrutar del paisaje, desolado pero hermoso. Me levanté del césped y comencé a caminar en dirección al bosque del castillo, quizás una caminata por esos densos troncos me harían bien, con suerte encontraría a su madre pero, cómo estaban las cosas, era mejor no hacerse ilusiones. Con el apellido aún en mi nombre podría divagar en cada punto del terreno, desaparecer aquí y aparecerme allá, sin embargo después de tanto tiempo de no poner un pie en la fortaleza Triviani podría considerarlo como un instinto suicida el aparecer el cualquier lado.
  8. Pase mis dedos por el suave pelaje de Cían, los ojos celestes de mi lobo se posaron en los míos mientras caminábamos hasta Animarium, había sido un día agitado para ambos y estaba claro que Cían merecía una recompensa por todo lo que le hice pasar este día —Ya llegaremos, muchacho. Cían me perteneció desde que puse un píe en Grecia, tenía los ojos más azules que alguna vez vi en aquel tiempo y pertenecía sólo a la calle. Su pelaje enteramente blanco estaba sucio por los lugares en que había dormido y las cosas que comía a diario en las sobras. Un animal tan hermoso no podía pertenecer a una vida tan cruel, lo cuidé desde entonces, hasta convertirlo en el enorme lobo que es ahora. Cían miraba cada cosa luminosa del callejón Diagon hasta que se fijo en el gran letrero turquesa del hotel. Había tenido algunas riñas con la propietaria, pero en este sitio no había mejor lugar para las mascotas como ese hotel, podía entender si ella intentaba desquitarse por el último encuentro que tuvimos, pero debía ser conmigo, mi Cían no tenía nada que ver en esto. El lobo pasó primero al imponente edificio yendo directamente a la recepción que en ese instante estaba vacía. Miré los sillones de espera y me senté en uno de ellos hasta que por fin un encargado apareciera. —Cían, no rompas nada —Le hice señas al lobo para que se sentara a mi lado—La dueña es de la familia, ero no sé si ella lo tome así. Cían ladeo la cabeza como si comprendiera lo que decía, aunque se dice que los animales no poseen conciencia estoy segura que mi blanco amigo no es como los demás, el sí podría entenderme. @
  9. El dramatismo por parte de una de mis abuelas, aunque su humor era ácido estaba segura de que no lo sentía así. Mis abuelas, independientemente de la edad que tenga parecen mantenerse en sus jóvenes años y permanecer vitales cuanto les plazca. Mirando de reojo a mis padres comprendí que eran motivo de descendencia. En plena luz todos parecían irresistibles. Lo que dijo la Black tenía cierta razón, pero para mí ellas eran completamente nuevas y ver esa reacción de mamá no hizo más que unirme a ella. Miré a papá quien permanecía callado, mejor eso a provocar la furia de tantas mujeres. Este debía ser un tema del que debíamos de hablar. Podía comprender que se habían ocultado pero ¿Para qué? Más de un pecado tenemos todos encima y la marca en el brazo no nos da reputación de santos. Algo de razón tenían las brujas, era algo que se tuvo que haber mencionado antes. Algo de alivio tuvieron las palabras de Mahía, al menos ya no debían esconderse. Una media sonrisa se planto en mi rostro al descubrir que todo había sido un falso drama, comenzaba a creer que mis abuelas eran geniales. Enamoradas ambas partieron a sus aposentos, me giré a ver a mi madre. –Son increíbles.– De lo poco que había visto esas dos palabras eran las únicas que tenía para ellas.– Sin embargo, aunque quiero saber por qué tanto lío por su relación, ellas parecen haberlo tomado bien. Entendía que algunas relaciones eran difíciles, mi soltería era la prueba de ello. Pero mis padres siempre parecían tan armoniosos y enamorados que quien los viera por primera vez pensaría que nunca han tenido un problema. – Papá ¿Dirás algo por fin?
  10. Sonreí en el momento en que Eobard me confirmó lo de su nombre, era la primera vez que escuchaba algo así. Era cierto, podía pasearme por todo el panteón nombrándole a sus antepasados pero ciertamente no estaba para ello, le dejo divagar sobre lo que veía. Encontraría su apellido en cada una de la lapidas y se imaginaría la historia detrás de los distintos nombres, Eobard hasta ahora me había demostrado que no le importaría explorar sólo. Miré la copa de los arboles y noté que el cielo las oscurecía, faltaba poco para la cena pero ya no estaba segura de si ir. La mañana había sido efusiva y las energías se me habían agotado, pensé en todo lo que tenía por hacer y cuanto faltaba para que el día acabara. Con tanta negatividad y frustración, si pudiera envejecer, sería ya una anciana prematura. Suspiré en cuanto las palabras de Eobard me sacaron de mi ensimismamiento, había descuidado por completo el recorrido. —Lamento lo de ahora Eobard.— Me excuse — Sí, la cena ya debe de estar lista. El mago dio vuelta en sí y desapareció dejando una hilera de polvo. Completamente sola me di la libertad de adivinar que algo me pasaba, sentía desazón y se me hacía difícil mantener el perfil que tanta fama le ha dado a la familia. No entendía el por qué pero estaba segura que este estado no duraría lo suficiente, no podía permitírselo y las personas no podían darse cuenta de que algo me pasaba. Ir a la cena sería lo más normal que alguien con humor haría e inclusive quedarse al postre, pero yo no me quedaría hasta tanto, hoy quiero a mi cama temprano. Me alce de mi asiento cuando los grillos ya hacían orquestas y desaparecí en un santiamén para luego aparecer en mi habitación. Me despoje de mi ropa y limpie para ponerme algo más representable. Acomodé mi cabello en un moño y pase mi varita en medio para que se notara como algo decorativo, di una última mirada al espejo y salí rumbo al comedor familiar. No todos estaban presentes, faltaban los más constantes, en especial mi madre. Miré a quien estaba y busqué un puesto, coloqué una mano encima del hombro de Eobard como un saludo y me dirigí a mi hermano, quien parecía algo inquieto. — ¿Sucede algo Marco? — Indagué. @@Eobard Thawne @@Marco Alcott @@Jessie Black Lestrange.
  11. El joven había entendido que ya no quería hablar de mi día, había entrado a este local precisamente para olvidarlo a fuerza de música y vino. Volví a beber de mi copa cuando la mirada inapropiada del mago se posaba en mí. Algo en eso me había pensar que estaba hambriento, no de mí, quizás sea sólo de una presa. Estaba claro que el chico no era un simple mago, algo guardaba en todo ese aspecto de relajo. Si lo que buscaba era cazar estoy segura de que yo no sería su presa. Cuando saco sus colmillos y los ojos del mago se volvieron de un color carmesí supe que estaba en lo correcto. — Después de que se termine la botella deberíamos buscar alguna. —Me acomodé en mi asiento— Aunque a mí no me van las presas fáciles. Mi nombre salió de su boca con cierto asombro, conocía de mi familia así que me ahorraría la charla, bailé la copa en mis manos esperando por su nombre, con suerte también lo conocería. Bebí otro poco de vino cuando hablo de su nombre, un Macnair e hijo de Keaton ¿Familias mortífagas? Lo miré por un instante, pertenecía a la familia del esposo de mi madre adoptiva, por su puesto que debía ser mortífago. —Semper Fidelis Jorah.— Dijo haciendo referencia a uno de los lemas de la Marca Tenebrosa. Podía equivocarse y aquel mago no tendría que ver nada con la Marca, ya que era la primera vez que le miraba, pero por lo mínimo el conocimiento de ella debe de tener. — ¿Ah sí? Pues el esposo de mi madre adoptiva es Macnair, una buena familia. @@Kira Black
  12. —Sólo mi día de hoy ha sido cansino —Me cruzo de brazos sobre la barra— Te sorprendería los diferente que puedo ser jeans y polera. Y era cierto, no siempre podías encontrarla con esta vestimenta, aquél chico había sido una excepción de suerte, mala o buena, pero había sido suerte al fin y al cabo. Reí ante su comentario ¿Tan mal me veía? Era cierto que sólo era una fachada, pero no creía que fuera tan buena como para que ese mago lo creyera. Volví a reír cuando siguío mi chiste homicida, pensé que daría media vuelta y se iría a otra parte del local, pero no. — No pasa nada —Le aseguré— Podemos compartir el trabajo. Él al parecer no se conformaba sólo con mi nombre ¿Aacaso creía que mis apellidos influirán en algo? Mientras meditaba bebía un sorbo de mi copa, para algunas personas crería que eso es damasiada información pero estamos en un mundo pequeño y probablemente él se enteraría luego de a cuál familia pertenecía. Miré la copa por un segundo para luego fruncir los labios. Al diablo con eso. — Mi nombre es Susan Black Lestrange. Miraba el rostro del joven en busca de alguna señal de reconocimiento, tal vez no me preguntaría de mi familia orque ya la conocía y podría ahorrarme tanta explicación. Le sonreí luego de decirlo — No hice trampa, ahora te toca a ti cumplirme. Veía como a duras penas intentaba mantener algo de seriedad, tomarme el pelo no era su mejor opción y su inocencia no lo salvaría de uno de mis impulsos. Sin embargo, era la primera persona en el día que intentaba hacerme reír, de forma precaría, pero lo hacía. @@Kira Black
  13. Por arte de magia una mujer areció delante de nosotros, alguien importante tenía que ser ya que la tensión se sintió más que antes. Jessie iba a decir algo ahasta que apreció otra bruja a las espaldas de la primera, esta vez mi madre no pudo ocultar tal nerviosismo, fruncí el ceño y miré a papá en busca de respuesta pero el rostro de Otto no me significaba de gran ayuda. Con dificultad mi madre nos presentó y ahí entendí por qué tanto alboroto. Negué con la cabeza, aquello parecía algo retrogrado ¿Cuantos años tenían mamá y papá? ¿Por qué necesitaban permiso si ambos se amaban? La noticia les cayó terrible a las dos brujas, tanto, que me pareció adsurdo dada la posición de todos. Miraba aquella escena con vergüenza hasta que un abrazo me tomo desprevenida, estática apenas pensaba en qué hacer. Las palabras que me dijo cuando se separó también me tomaron por sopresa ¿De verdad era tan difícil de creer que una mujer hermosa como mi madre ya no era casta? Al parecer eso lastimó a mamá, tanto que le replicó a la que ahora es su madre. Mientras escuchaba sus gritos miré nuevamente a papá pensando que en realidad todo esto era por su falta de honestidad con su familia. Al escuchar las replicas de ambas brujas decidí decir algo en mi defensa, ya qaue yo era producto de su ''error''. – Señoras –Llamé su atención– No creo que sea algo de mucho pensar, primero estaba en él –Señalé a papá para luego señalar a mamá– Y luego en ella, y depués no pude estar en ningúno de los dos. Eso pasó por que se amaban. Pasó hace 20 años y estoy segura que yo no fui su primer intento. –Bufé– Soy su nieta y no hay mucho que puedan hacer contra la naturaleza, lo menos que quiero escuchar es sobre las cochinadas que hacen mis padres y abuelas. Me parecía increíble tener más abuelas con las que pueda hacer fechorías pero esto ya era demasiado, demasiado drama para tan pocas horas.
  14. Su humor se había aplacado, aquellos regalos pretendía abrirlos luego, quería darles el tiempo de admiración correcto. Llamó a un elfo y le entrego los regalos y especificó que los quería en su mesa de noche. El elfo no tardó en hacer lo pedido, miré a Marco y le di una sonrisa a mistosa mientras subía las escaleras, en eso, mi madre sumergida en su propio mundo golpeó el hombro de Marco y nos rebasó a paso lento. Su expresión era tan cruda y real como la inexistencia de su alma. Entendía que la mayoría de los presentes carecían de eso pero a veces en dolía ver a su madre sin derecho a una salvación. Por eso había tratado lo posible de dedicarle la mejor de mis fachadas desde mi regreso de Grecia, ya sea con mimos u obediencia trataba de hacerle saber que me importaba más que cualquiera en esa mansión y que la pequeña familia que somos con mi padre rebasa cualquier otra. Entendí que parte de su comportamiento era debido a los regalos y el acercamiento de Marco, tal vez no teniene idea alguna de lo que es Marco para mí, ya me encargaría de ponerla al tanto. — Yo siendo tú —Me dirigí a Marco— Le temo. Y es que él esta propenso a sufrir una muerte horrible si Jessie piensa que es una amenaza. — Disculpáme Marco. Quería alcanzarla así que apresuré el paso pero al final de las escaleras sólo conseguí la silueta de Eobard en el pasillo. Parecía realmente perdido y desorientado, me acerqué a él mientras que con esfuerzo trataba de tapar su pérdida. — Así es, por la forma en que subiste no pensé que terminarías perdido. Ciertamente estaba mientiéndo, casi deseaba que se perdiera y se topara con la habitación de alguien más, sería lo más gracioso de mi día. Como si lo atrajera, se acercó a una de las habitaciones que estaban habilitadas para lo huéspedes. Con suerte Eobard había dado en el clavo. Decidí recostarme de la puerta de la habitación que estaba enfrente de la de Eobard. Miré como la habitación había sido dispuesta para sus gusto, definitivamente Mía sabía que él vendría, y como siempre, se lo ha reservado. Pocos minutos salió y el nombre Aldrich apareció en ella. — ¿Ese es tu nombre? Nombre extraño, pero él era extraño. Pensó en un lugar para darle una buena primera impresión de nosotros pero en cambio sólo tuve ideas terribles. Hasta que una fue excelente. — ¿Quieres ponerte al día? Entonces tienes que conocer de donde vienes. Le sonreí, él jamás imaginaría a donde pienso llevarlo. Cogió de su brazo y dió un semi giro que en cuestion de segundos los transporto al cementerio de la casona. Lúgubre y gótico, lleno de estatuas de ángeles y lapidas pulidas de nuestros antepasados. Era un lugar sagrado para la familia y muy poco visitado pero era lo mejor para contgarle la historia de la familia. Me sente en uno de los bancos de mármol frente a una estatua de querubín para luego mirar a Aldrich. — Este es el cemenmterio de la casona, aquí se encuentran nuestros antepasados. —Palpé el banco a mi lado— Deberías sentarte un momento, aparecerse por primera vez suele dar náuseas.
  15. Algo amargo se arrastró por mi garganta en el momento en que probé el trago, se podía decir que era algo fuerte pero no lo suficiente, definitivamente había probado cosas peores que el licor de los magos. Las largas aventuras por Grecia y una que otra visita a su lugar de origen habían insensibilisado y sorprendido lo suficente para que no mucho me alterara. — No diré que he probado mejores, sólo diré que he probado más fuertes.— Le devolvi el vaso de su trago. Su humor negro, aunque insultante no dejaba de agradar. Quizás con el paso de las copa y tragos sería algo que me dejaría de importar, además, no había nadie al pendiente de nuestra conversación. Fue poco cuateloso decir que yo tenía tal rostro, él no tenía idea de quién era yo y por lo que estaba pasando, pero me percaté que ambos estabamos en la misma situación. — ¿Estás seguro de que tengo rostro de finado? Temo decirte que tu sinceridad sólo es ceguera — Sonreí un poco mientras negaba con la cabeza. Alcé una ceja cuando dijo que no parecía de por aquí, toda esta fachada de verdad daba otra imagen de mí. — Yo sólo vine por un trago, esuchar música y a secuestrar a alguien indefenso. Lo normal. — Encogí mis hombros tratando de guardar mi risa.— Y no, no estás disculpado pero aún así te lo diré, me llamo Susan. Todo auqello estba cogiendo mucha gracia, si terminaba estapantándolo con mis chistes sería una pena. — Creo merecer que me digas tu nombre ahora.— Cogí la copa que él había soltado y me serví algo de vino. @@Kira Black
  16. Lo había tomado tan desprevenido como él a mí. A pesar me mis conclusiones seguía siendo extraño verlo ahí y más aun con una mochila. Fruncí el ceño hacia su dirección cuando la unica respuesta que recibía era su mirada, como si la presencia extraña en esta mansión era la mía. No sé por qué aun me cuesta no sorprenderme de estos encuentros, siempre hay un nuevo rostro por aquí pero con el mismo apellido. —Así es.— Miré hacia los lados, a todo aquel alboroto para luego volverlo a mirar — Esta es mi familia. Tal vez él esperaba más, pero la última vez en que nos vimos deje en claro que mi familia no era estable. Comenzó a decir algo y a sacar un papel, temí lo peor cuando reconocí lo que era y así fue. No sólo ahora pertenecía a mi familia, si no que también era hijo de Mía y mi tío. Cuando me sonrío pensé en ponerlo al tanto pero creí que lo mejor sería ver su cara cuando se enterara en la cena. Reí para mis adentros en el momento en que lo despedía con una mano y le decía un ''Bienvenido a la familia.'', lo más probable es que se perdería en tantas dimensiones. Lo mirpe alejarse y me disuse a subir también cuando escucho a mi hermano llamarme. —Seguro ¿Qué tienes para mí?— Le sonreí cordial hasta que las palabras de Amelie llegaron a mí. Era cierto que mi hermano no parecía sentar cabeza, pero varias veces lo había visto enamorado y quizás por eso tenía esta personalidad. Algunos cambian a peor y otros sólo eligen otro camino. Extendió hacia mi una hermosa caja dorada con una rosa encima. Pocos lo sabían, pero los regalos más sencillos para mí eran los mejores y Marco lo había entendido con aquella rosa. Tome ambos regalos y acaricié los pétalos de la rosa, me dirigí a mi hermano y besé su mejilla en forma de agardecimiento ara luego seguir subiendo las escaleras a su lado. — Son hermosas Marco, luego abriré la caja — El Triviani le sonrió — Me da gusto que te quedes a cenar, hermano.
  17. Lo que pasaba por sus ojos lo hacía tan rápido que paenas tenía tiempo para reaccionar. Lo de Amelie y su hija, Aries desnudo, la llegada de Mía y dos nuevos integrantes a los que ella les daba la bienvenida. Miró a su madre y ladeo la cabeza ¿Más familia? Aquello sí que era una reunión familiar de las más polémicas ¿Cuantos más habrá allá fuera guardando en secreto el apellido? No lo sabía, pero estaba segura de que estás personas no serían las últimas. Le toque el hombro a mi hermano y le dije ''Es un placer tenerte en casa'' para luego acercarme a Rose. —Prima, debaríamos revisar los arbustos, quizás aún quede un familiar por encontrar.— Reí. Mientras bromeaba alcancé a ver a la matriarca que a pesar de su extravangante compostura ya parecía perder los estribos. Una cena familiar sería la peor idea en ese instante, sentarme en la misma mesa que Amelie y su hija sería una falta grave de respeto después de lo que le dije. Y aunque mi conciencia siga callada sé que debo de tener modales. Amelie tenía el apellido de la familia y aún así se atrevía a decir que sólo era ahijada de la matriarca, tal vez ese sería un tema que deberían tratar entre ambas. Le reste importancia en el momento que la matriarca partió con Cedric y me acerqué a mi madre. —Antes de que empieze la cena iré por una manzana, suerte con el tío Dave.— Deposite un suave beso en su mejilla para luego largarme al comedor. Le ordené a un elfo mi manzana que enseguida fue traída, por lo menos los gritos habían cesado y ya se había acabado el revuelo. Mordió la manzana dispuesta a ir a cambiarse para la cena, ero en el momento en que iba a subir la escalera escuché una voz que hace poco conocí, casi inaudible entre los que aún hablaban, pero fue lo suficientemenete clara como para que me girara en su dirección. Y ahí estaba. — ¿Eobard? ¿Qué hacia él aquí? ¿Era amigo de la familia y no lo sabía? Tal vez me había perdido de mucho encerrada en mi habitación y está cena ya había sido premeditada hace mucho.
  18. ¿Él se disculpaba por hablarme? ¿Cómo alguien se disculpaba por pretender ser sociable? Negué con la cabeza y volví a beber de mi copa, lo que hizo no estuvo mal, de hecho no me vendría mal algo de compañía y él promete dármela. Me invitó de su trago que parecía algo fuerte a comparación del vino que estaba bebiendo. Había comenzado con vino para no tentar a mi lado desequilibrado tan temprano. Después de todo, estaba sola en ese bar y aunque él me hiciera compañía seguía siendo un extraño y no podía confiar en él tan rápido. Lo vi llamar al elfo y este trajo otra bebida igual a la de él. — No te disculpes por eso, me haría bien algo de compañía — Miro el trago — Sin embargo, no planeaba beber algo tan fuerte en horas tan cortas. A mi mente llegó una idea que de seguro sería lo mejor para quedar igualados, de seguro este vino era demasiado poco para él pero debía darle una oportunidad. No parecía un mago que sediera y se embriagara tan fácil, así que el vino quizás sólo sea agua para su paladar. — Yo beberé el trago — Tomé el trago con una mano y lo acerque a mí — Pero al mismo instante tú debes de beber una copa de vino — Le acerqué mi copa. Y regalándole una media sonrisa pensé que eso lo igualaría y yo no tendría cargo de conciencia alguna, esperaba a que bebiera la copa pero en lugar de eso soltó un comentario que me tomo desprevenida. Esa no era la diversión de la que hablaba pero sin duda era gracioso, sus gestos y palabras contenía gracia. — ¿Quieres decir que tengo rostro de un muerto? — Reí — Jamás me habían halagado así. — Hablé con ironía. @@Kira Black
  19. Mientras bajamos Eobard coincide conmigo al respecto de no poder salvar a los de arriba, estaba más que claro que la seguridad del lugar debía encargarse. Lo que pasó allá arriba fue un accidente y nadie podra relacionarlo con nosotros. Había podido salir de ahí gracias a los poderes del velocista, lo cual es una gran alivio. A diferencia de mí algunas personas sí habrán traído su varita, pero lo más seguro es que algunas se hayan perdido en el pantano, si esa hubiese sido mi suerte probablemnete seguría en el fango. Le oigo disculparse por mi ropa y la verdad es que estoy hecha un asco. Pase la mano por mi camisa para quitar más residuos del pantano. Pero entonces Eobard comenzó a vibrar tal cual como sus brazos lo habían hecho, dejándolo casi tan igual que cuando lo vi por primera vez – ¿Lavar la ropa ya no es de este siglo? – Tenía que mantener la compostura ante aquello y olvidarme por completo de mis náuseas, y eso sólo lo podía hacer con gracia. Vi que su mano tocó mi hombro para luego sentir el repiqueteo de mis huesos y dientes, no era una sensación agradable pero duró tan poco que el disgusto no fue tanto. Luego de que retiró su mano aún podía sentir mis labios temblando y mi cabello erizándose. – Por Merlín, se sintió horrible – Reí – Muchas gracias. Esperaba que mi humor ácido no le afectara pues de verdad estaba agradecida y en mi ojos se podía notar cada vez que miraba a mi ropa y no veía casi nada de fango. Al llegar a la planta miró hacia todos lados en busca de el desecador pero Eobard lo encuentra primero encima de una pila de cajas, la situación en la que estaba la caja era precaria y no teniamos suficiente tiempo, pensé en un plan cuando la cabeza de un dugbog se asomó por encima del pantano. Las personas allí gritaron, enfundaron sus varitas e intentaron escapar, pero tener pánico sería lo peor. – La tienda de bromas es tan buena que te hace vivir la experiencia al máximo. – Comenté cuando vi la criatura. Miré la caja y pensé en lo poco que podía hacer sin su varita, hasta que Eobard dijo que ganaría tiempo enfrentando a los dugbogs, me dió su varita de nogal negro y partió hacia el fango. La varita en mi mano se sentía ajena y sin poder, es obvio que le responde al dueño y yo no le agrado. Me concentré y suspiré para luego apuntar al desecador. – Accio. Pero la caja no se inmutó, cerré los ojos y volví a suspirar, era la única oportunidad que teníamos y no podía lograr que la varita me obedeciera. Di un paso adelante, aún más cerca de la caja. – Accio desecador. Fallido. Me llevé un mechón de cabello hasta atrás de mi oreja y mordí mi labio, no había tiempo para esto. Acerqué la varita hacia mí, aún no comprendía como las varitas escogían al mago pero estaba segura de que está conocía mucho a su dueño. Quizás debía gritarlo, tener más seguridad y que el hechizo por fin funcione. Una vez más apunte a la caja – ¡Accio desecador! La pequeñña caja enseguida voló hacia mis manos, sin darme el lujo de celebrar llamé a Eobard. Este paro de inmediato y vi la oportunidad perfecta para lanzarle la caja. Estaba segura de que no la dejaría caer, no con tal poder. @@Eobard Thawne
  20. Mientras intento salir del fango escucho la voz de Eobard y me gire hacia su dirección, había quedado completamente cubierto de de esa asquerosa cosa verduzca. Las cosas no pintaban nada bien para ambos, sentía que aquel pantano me consumía como arenas movedizas y mis brazos ya no parecían tan fuertes. Miré a Eobard preguntándole qué hacer, de seguro el tenía un mejor plan. Y lo tenía pero mi varita era el problema, sé que un mago no puede salir sin su varita pero yo en esa mañana no lo había hecho, si no, hubieran podido usar un expulso para salir de aquello o haberse protegido. Maldije mi decisión. Eobard comenzó a mover lo brazos, tapé mi rostro por instinto y pronto el fango comenzó a chocar contra ellas. El fango comenzó a diluirse y pasó de ser una mezcla pastosa e imposible de dominar ha algo más líquido. Pero necesitaba más que mis piernas para salir de aquello. Disgustada intento de tapar mis ojos, nariz y boca con una sola mano y ayudarme con la otra. Era una taera difícil pero pronto llegamos a las escaleras. Me apoyé con mi manos para salir de aquel laborioso problema, todo mi cuerpo y ropa había sido marcado por el chiste. Gruñí al verme y comencé a escurrír con mis manos el fango de mi cuerpo. Esa habpia sido la primera demostración de los poderes de Eobard y pese a todo este daño, sin su habilidad no lo hubieramos logrado. – Sí, también deberán hacer algo con está cosa. No creo que a los clientes les guste comer adentro de un pantano – Negué con la cabeza y comencé a bajar junto con Eobard. Al cabo de unos sengundos recorde que pedir un pantano portátil había sido su idea, aun no tenía idea de para qué utilizaría uno de esos, podrían poblar una mansión y no desaparecería en semanas. Quizás él mismo planeaba vengarse de alguien. Mientras bajabamos las escaleras me permití reir sorbe esto. – ¿Sabes? Esto no hubiera pasado si no hubieras escogido un pantano portátil – Bromeé mientras escurría fango de mo brazo para luego tirárselo – De cierta forma, es tu culpa. – Reí. Las personas que se encontraban en la tienda se habían concentrado al pie de la escaleras, mientras que un grupo de ellos subía con sus varitas enfundadas para reparar el daño, el egoismo sólo nos hizo pensar en nosotros y no en aquellas personas que quizás ya se habían ahogado allí, pero ya era muy tarde para voltearse y hacerse el héroe, sólo tenía que importarnos el salir de esto antes de que vomitara. @@Eobard Thawne
  21. Yo a mis tantos años de edad y con todas las vidas que había vivido aun no se podía cansar de los mismos deleites, nadie pensaría que una joven galardonada de virtudes tendría tanto tiempo en esta tierra y aun no había perecido nada de su cuerpo. Era voluptuosa hasta el tuétano y todo se lo debía a su ascendencia y naturaleza, un demonio no siempre es tan asqueroso como lo pintan en esos libros de antaño. Bebió un sorbo largo de su copa hasta casi terminarla, cogió la botella y voció un poco más de ella para luego percatarse de que alguien se había aproximado a la barra. Era joven, a lo mejor de la misma edad que yo aparentaba. Vestía informal pero todo aquello le quedaba bien, pidió un trago al bartender y por un instante su mirada se cruzó con la mía. Sabía que era motivo de halagos y de ideas perversas pero ¿Por qué alguien que parece tan relajado se interesaría en alguien que tiene una apariencia muy fuera de lugar para un bar como este? Dejé de mirarlo y volví a beber de mí copa, aún podía sentir su mirada pero con el paso de los segundos ya no sería nada. Pero me equivoqué, él se acerco y con su tono de voz tan sereno me saludó y comentó sobre lo que veía. ¿Enojada? Por su puesto que no, estaba cansada. Miré al mago para luego colocar un dedo encima de la botella. — Esto no es por enojo — Decía con voz suave mientras bajaba el dedo de la botella — Es por despojo. No había otra respuesta a su comentario, su trago llegó, por supuesto que él no bebería vino. Él estaba a quí para beber algo más fuerte que eso, si no, ¿Cuál era el punto? — Supongo que...— Señalé su trago — Eso es por diversión. @@Kira Black
  22. – De hecho sí, pensé que las cosas se quedarían así. Y que bueno que no, el momento habría sido el doble de incómodo para mí. Aunque pienso que he corrido con suerte, Eobard podría mostrarse casi transparente hacia mí pero estaba claro que algo le costaba. Si no fuera así, habría comezado con el tema de una forma más abierta. Cuando hizo referencia a su naturaleza mi mente rapidámente comezó a sacar variantes, en este mundo todo era posibles, desde él fuera un discípulo de Savitrí hasta la reencarnación de esa deidad. Eso explicaría porque el color le habían sentado también, pero todo lo demás no concordaba. Él siguió explicando y ahora tenía aun más de mi atención, cuando dijo aquello de los velocistas recordé a los superhumanos que alguna vez habpia visto en el mundo muggle, algunos eran muy adorados mientras que otros ya no eran la gran cosa. Me explica que ellos en especial tienen la habilidad de ser veloces, de ahí el nombre, pensé. Pero Savitrí aun no estaba fuera del tema, y es que tiene aun más sentido cuando la deidad de sol es parte esencial de los velocistas. Asentí antes su explicación. – Entonces... ¿Eso significa que si te digo que vayas a Hungría y me traigas una piedra de Budapest lo harías en segundos? – Estaba maravillada, era una habilidad increíble que no habría pensado jamás que le preteneciera – Asombroso. Reí junto con él en el momento en que opinó de la caja, era un hecho que yo no estaría ahí para cuando esos caramelos fueran consumidos, más que graciosa sería una escena perturbadora ver a todos con tentáculos como lenguas, pero ellos se la pasarían mal y eso calmaba mi conciencia. Eobard estiró el brazo para llamar a uno de los meseros, pidió la caja y algo que realmente no esperaba: El pantano portátil. Miré a Eobard con ligero pánico por su pedido, era imposible no sentirlo por lo propensa que era la tienda en sufrir catastrofes. Pero hasta ahora él parecía lo bastante racional como para tener la situación con eso controlada. Los fuegos artificiales de incontables colores comenzaron a ser un problema para quien tenía la cabeza en alto, reía ante el comentario de Eobard – Creo que es lo más inofensivo de esta tienda. Poco después él fijo su mirada en el mesero que llegaba con su pedido, la caja del pantano era más grande de lo que esperaba mientras que la caja de los caramelos apenas resaltaba, por un segundo miré que su ojos reflejaban pánico y dos simples palabras me pusiero alerta – ¿Pasa algo Eobard? Unos segundos más sin optener respuesta y algo extraordinario pasó, uno de los coete había impactado con la caja del pantano, este se abrió y toda la planta, sillas, mesa y personas se sumergieron en el como una fangosa piscina. Había conseguido tapar mi cara con la manos y gracias que el fango fuera de consistencia viscosa y espesa casi no se filtraba por mis manos. El étido olor penetro mis fosas nasales y los quejidos y chapoteos de personas llenaron a mi casi tapados oídos. Sin quitar las manos de mi rostro intente elevarme con mis piernas y de ardua manera conseguí salir a la superficie. Destapé mis rostro para descubrír que solo mis palmas estaban limpias, lo que significa que mi rostro estaría igual, no habría manera de saberlo por ahora. Las arcadas se acercaban a mi mientras intentaba salir de aquello, con miedo de que esa putrefacción ensuciarla lo que me quedaba de piel limpia. De todas la personas ahí no podía escuchar Eobard pero decidí que lo mejro sería buscarlo en el momento en que saliera, ya que ni yo misma podía mover mi cuerpo con facilidad en aqella situación, debía encontrar una manera de salir rápido de allí. @@Eobard Thawne
  23. El vestido ceñido negro que daba hasta la mitad de sus piernas hacia que su caminar fuera lento y sutil. Había pasado todo el día en diversos protocolos y suatiaciones que le habían dado un golpe duro a mi alegría. Sus tacones de aguja alta y su cabello recogido daban la impresión de ser una de esas empresarias muggles que apenas tenían la cabeza fuera del trabajo. Sin embargo, era de noche y cargaba los suficientes galeones en el bolso de mano como para beber más de una roda de copas. Hace mucho que había escuchado de The Cawing Crow y de su sonora política. No estaba realmente vestida para un lugar así y quizás todos la mirarían de forma extraña, pero lo menos que necesitaba era prestarle atención a los demás. Sus ojos lilas viajaron por todo el lugar en el momento en el que entre al local, varios de los magos cantaban con sus tragos al aire y reían a carcajadas de sus propios chistes. Nadie parecía haberse dado cuenta de su presencia y eso era más que suficiente. Se sentó y cruzó de piernas en uno de los taburetes de la barra para luego hacerle señas al bartender de que se acercara. — Vino de sauco, por favor.— Le ordenó apenas estuvo lo suficientemente cerca. Había olvidado lo que era estar en un bar como este, y cualquiera que la mirara así diría que no los frecuento nunca. Pero mi desición está noche era más que clara: Necesitaba de despejarme, y que mejor que comenzar con una copa de vino de sauco, o quizás toda una botella. El bartender acercó la copa y vació un poco de la botella en ella, antes de que el bartender se la llevara la tomé por la parte baja dándole a entender que la dejara. Él me miró con extrañeza pero se limitó a no preguntar, quizás ya había escuchado muchas historias sin sentido en está noche. Bebí el primer trago de la noche tarareando la canción que resonaba por el local en la mente, habpia extrañado tal sensación. @@Kira Black
  24. Algunas deberían mantenerse así... A él no le paetecia hablar de aquello, como dije, el pasado nunca es un buen tempa para socializar. Pero quería saber de Eobard ¿Qué era lo que le daba esa actitud? Parecía alguien transparente cuando comenzabas a tratarlo, aunque a simple vista era otra impresión, Eobard aparentaba ser alguein despreocupado sin casi nada que esconder. Sabía por expreciencia propia de que no siempre es así. No sentía el minímo remordimiento por la pregunta que le habpia hecho, ni siquiera me retractaba, pero era necesario pedir disculpas si se mantendrían al margen de la confianza. Cuando estaba apunto de disculparme por mi arrebato él soltó una pregunta espotánea que me hizo fruncir el ceño. Había leído de a aprendido de la cultura hindú poco, apenas recordaba las historia de Laksmí y Visnú que había leído en la biblioteca. Para mi suerte Eobard dió una breve explicación a lo que se refería, tenía sentido que le deidad del sol viajara a la velocidad de la luz pero ¿Qué tenía que ver eso con él? – No estoy muy familiarizada con la cultura hindú pero es interesante saber de ella, es muy enriquecida – Sonreí – ¿Es parte de ti? No parecía discípulo del hinduismo, de hecho, nada en él parecía cercano a aquello ¿Qué tendría que ver esa deidad con su pasado? Quizás Eobard ocultaba más de lo que creía. El color verduzco de mi cabello se había disipado y vuelto al negro habitual, mi cabello había vuelta a la normalidad antes de lo que hubiera querido. La cabellera naranja del mago aún relucía sin necesidad de luz a pesar de que con lentitud su cabello también volvía a la normalidad. Cogí el mofin con mis manos y con msi dedos lo hice girar preguntándome si sería una buena idea volverlo a probar. No me importaría la incomoda sensación si me tintara el cabello de violeta. Reí con él cuando comentó lo del caramelo, le daba mucha importancia a un simple comentario. De hecho sus ideas habián sido buenas y no podia imaginarme al pobre iluso al que le tocaría aquel caramelo en la comida sin reirme de forma furtiva. Pero, como todo en mi casa, la risa no duraría mucho pues estamos tan condenados que cualquier aberración que se pasara por sus cabezas en ese pequeño instante sería materializada. – Entonces debería llevarme una caja.– Le sonreí @@Eobard Thawne
  25. Las palabras de mis padres no pudieron causarme mayor orgullo. Significaba que no tenía que compartirlos con nadie y que no tendrían el deber de dividir su tiempo con una hermana que no quiero. Tenía claro que estaba siendo exagerada, pero había perdido tanto tiempo con ellos desde que decidí irme a Grecia que me causaba paranoia perder un gramo de segundo sin ellos. Al abrazarlos sentí su cariño de vuelta, como si nunca me hubiera alejado de mi hogar. Al paso de unos sengudos lo brazos de papá casuaban asfixia, lo uqe hizo que nos soltara y que de la boca de mi madre saliera ese chiste. Reí por aquello antes de que los brazos de su madre volvieran a mis hombros, había visto es mirada antes en Jessie, esa mirada grisacea que te decía que ella planeaba poner al mundo de cabeza. Miró a papá y sentí algo de temor de pronto, si algo malo planeaban esos dos de seguro era contra mí. Quizás me vestirían de muñeca o me halarían las mejillas hastas que quedaran como las de una anciana muggle ¡Me pondrían a comer hasta engordar! Ciertamente no lo sabía ero esperaba algo como eso. Pero en el momento en que mamá nombra a esas personas con aquel titulo, ladeo mi cabeza sin comprender ¿Más abuelas? La única que había conocido aenas y la veia en la mansión pero ¿2 abuelas más por parte de mamá? – No tengo idea de quienes son, tampoco tenía idea de que eran mis parientes – Miro a papá con sorpresa – Han pasado tanto tiempo juntos, tienen una hija que pisa los 20 ¿Y aún no son formales? Eso es más sorprendente que mis nuevas abuelas, ustedes ya pasaron esa etapa de jovenes enamorados hace mucho. – Reí. Había sido un chiste, por supuesto que quería conocer a la familia de papá. Quería saber si eran ese tipo de abuelas con las que podías hacer fechorias y tener su concentimiento para todo, esa era el tipo de abuela que quería presumir y estaba casi segura que las tendría. También era sorprendente que la hija misma de Otto Black fuera un secreto, había tenido sus años de ausencia y su aversión por la sociedad, pero aquello era demasiado. Sin embargo no dejaba de ser increíble. – Vamos a conocerlas. – Sonreí a mamá los cogía del brazo a ambos – Padre, no me sentiré ofendida de que me hayas mantenido en secreto si me llevas por un libro. @@Jessie Black Lestrange @ @@Gabrielle Delacour @@Mahia Black

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