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Maida Black Yaxley

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Todo lo publicado por Maida Black Yaxley

  1. Maida Ivashkov podía considerarse una bruja mucho más que afortunada, no sólo tenía cerca de sí misma personas que la apoyaban, y que estaban dispuestos a colaborar en cada paso que daba, sino que además muchos de ellos, incluso le habían dado algo que se llamaba hogar, una de esas personas, era sin duda alguna Alyssa Triviani, su madrina, y una amiga personal de su madre biológica. Con todo eso encima, claro que podía, y que, como en ese momento justo, usaba una habitación dentro del Castillo. Había pedido a su elfo doméstico que se asegurara de que estuviera localizada en una zona dónde no interfiriera con los asuntos familiares, silencioso, y de ser posible, incluso con vistas al jardín trasero, aunque, luego de su primera visita, había añadido además, mantenerse un poco alejada de Candela Triviani, no sse imaginaba despertandose todos los días con alguna sorpresa nueva que lograra causar algún paro cardíaco. Justamente, llevaba días en el Castillo Triviani, siendo una de las criaturas más silenciosas del lugar, ya que luego de los sucesos en la Gala de Navidad, pues, su voz se había escuchado sólo lo minimo para decirle a su elfo doméstico las cosas que realmente le hacían falta. Así que, en medio de semejante quietud, que un sonido la desconcentrara de su lectura, la hizo saltar de su asiento en una de las mesitas del jardín trasero. Un viejo libro muggle que ella disfrutaba muchísimo, Persuasión de Jane Austen, una antigua escritora inglesa, casi salió volando de la impresión. Se llevó una mano al pecho, justo cuando su elfo volvió a aparecer frente a ella. — Señorita, me temo que un joven con la descripción de su acompañante para la fiesta navideña, está en la entrada del castillo —dijo mirándola con divertida curiosidad mientras las orejas de la Ivashkov se tenían de rojo—, ¿Cómo debo proceder? ¿Qué se supone que haría ahora? Era precisamente de aquel momento que había estado huyendo desde hacía días, y claro, lo más fácil era decirle que lo mandara lejos, pero y ¿si volvía? ¿Y si otro familiar lo atendía? ¿Qué pasaba si alguien se enteraba de su indiscreción en la Gala? ¡Que bochorno! ¡Que vergüenza! Maida se dedicó a acariciarse los dedos compulsivamente mientras podía sentir como el rubor se esparcía en sus mejillas, y el elfo esperaba indicaciones. Frunció el ceño y decidió, con una valentía que le aparecía muy de cuando en cuando, tomar el toro por las astas. — Hazlo pasar — y medio más tranquila, añadió— pero primero asegurate que sea el señor Alcott. @@Marco Alcott
  2. Aquello se tornaba cada vez más extraño, y además un poco embarazoso para la joven Ivashkov, tuvo que soportar en silencio el pequeño regaño que se escondían en las palabras de Lyra, era cierto, realmente había sido muy descuidada para salir sin varita, cualquiera cosa pudo haberle pasado, pero claro, ella siempre quería confiar en su suerte, y así no se podía avanzar en nada. Lo que era aún más cómico, ella parecía haber salido del cuadro de aquella conversación, su madre hasta había advertido con un interrogatorio al muchacho, así que con la nueva varita en mano, se aclaró la garganta. — Me gustaría aclarar, que la Gala de Navidad es un evento muy lindo —confesó sin atreverse a mirar a Marco—, pero nadie de mis amigos o de la familia se había anotado mamá, así que ¿por qué no asistir con Marco? Y por otro lado, si, apenas llegue a casa te dejaré la varita en la habitación. Frunció unh poco el ceño. — ¿Puedo llamar a mi elfo doméstico desde cualquiera lado? Claro que si —sin darse cuenta, se dio un ligero golpe en la frente— Por Circe, he estado tan distraída que hasta olvidé eso. Debo ser la bruja más torpe de mi generación. @@Marco Alcott @@Lyra Katara Selwyn
  3. La verdad era que Maida no esperaba que Lyra o su hermano le tomaran tal detalle de importancia al sombrero, aunque claro, sin falsas modestias de por medio, había que admitir que la prenda de cabeza le había quedado de lujo para ser apenas una joven de dieciseis años. Sonreía agradecida con las palabras de su madre, y en cuanto le comentó acerca de los gorros tejidos, se le iluminó la mirada azul. — ¿Chullos? —era un nombre que había oído alguna vez en programas que su padre solía ver en Bulgaria, unos gorritos bastante peculiares que se usaban sobretodo en sudamérica y que su padre no consideraba que fuera lo suficientemente elegantes, pero que ella si sabe tejer de punto— ¡Claro que los hago, pero por favor, no le escribas a mi padre diciendo eso! Se río de buena gana al recordar el pequeño sermón recibido cuando intentó explicarle que aquello gorros de invierno estaban muy de moda entre los jóvenes. Claramente recordó que él había mencionado, "la elegancia y el buen gusto no tienen edad". — Puedo prometerte unos cuantos para mi siguiente visita, sin necesidad de galeones de por medio madre, creeme que los hago por puro placer —le dijo completamente sincera, no quería hacerla sentir incómoda con algo tan molesto como el negocio y el dinero—, aunque la verdad, creo que esta visita debe llegar ya a su fin. Tengo que traer a un amigo para que lo conozcas, y si sigo así, volveré a dejarlo plantado una vez más. @@Lyra Katara Selwyn
  4. — Un refugio Alexander —explicó como si fuera la cosa más obvia del mundo—, a veces, estos jardines, estas casas, e incluso las paredes de Diagon tienen ojos indiscretos, nada es como parecía ser en los días de Drumstang o Hogwarts, tan simple, una nota al final del curso y ya. No podía decirle que pronto se convertiría en mortífaga y que finalmente, quizá un día sus caminos se verían separados, la verdad era que Alexander se había convertido junto con Orión Black, una persona muy importante, salvo que, a diferencia del segundo, no podía compartirle el secreto que su elección de vida, y a juzgar por las reuniones celebradas con los demás aspirantes al bando oscuro, él no se encontraba entre ellos. Sólo podía rezar a alguna entidad superior, que no se encontrara entre los protectores de la luz, porque de solo pensar en alzar la varita contra él se le contraía el pecho. Se le escapa el aire de los pulmones. Atacar a Alex, era algo impensable. Sumida en sus pensamientos como estaba, casi no distinguió el resto de palabras , supo claro que se trataban de halagos a sus habilidades con el sombrero, cuando se lo colocaron en la cabeza y logró escuchar la promesa del violín. — ¿Tocas el violín? —preguntó interesada, aunque antes de obtener una respuesta, él ya extendía su mano hacia ella y le proponía dar un paseo por los recintos de los Ivashkov. Se puso de pie tomando su mano, notando con alegría que el temor que normalmente sentía, ya casi desaparecía si se trataba del Lockhart, tomó su brazo con una sonris cálida y le señaló una fila de árboles casi al final del lago. — Tiene que prometerme que en su siguiente visita, traerá el violín consigo, y si se siente muy tímido, podemos coordinar un día en que el castillo no este con tanta gente —le comentó mientras bordeaban el lago y poco a poco dejaban atrás la manta en el cesped— Porque claro, espero que haya una siguiente visita Alexander —le confesó aunque sin mirarlo directamente—, habrá notado ya lo mucho que disfruto su compañía y la confianza que ha logrado despertar en mí. No las doy por sentado. @@Alexander Fox
  5. Bueno, vengo a pedir asilo como el pequeño bulto hipotérmico que un día apareció en las puertas de la residencia Black *¿Por qué quieres ser un Black? Porque si , porque o sea, a ver *les reparte una cajita de kleenex a todos, por si acaso, menos a Orión, sea macho u_ú* cuando mi Mentor Beshoooo vio que me iba por el claro camino de la desidia (?) me dijo, hagamos algo, pero jamás pensé que un grupo de gente podía hacerme sentir tan bien y que pues no andaba sola por el valle de lágrimas, eso sin contar claro, las locuras de todos ustedes me brindan todos los días. Cada uno de los que conocí tienen sus cositas particulares *-* y además estoy segura que para mí cumpleaños me traerán al abuelo Fernando, ¿verdad? *-* Si no lo van a hacer, no me registro ¬¬' *¿Por quién te gustaría ser adoptado? Jaaaa, ¿al final se podía el trío de padres? Lu *¿Te comprometes a respetar las pautas/reglas/condiciones que has leído en este tópico? menos las de los roles esos que ya saben esos no! *¿A qué otra familia perteneces? Ivashkov y Triviani *Bóveda de Personaje: Esto no se puede, esto es puro amor al arte *-* *¿Será tu familia sanguínea o adoptiva? Adoptiva. Soy el bultito congelado recuerden Besines *-*
  6. La verdad erta que eso de tener castillos hacia todo muy monotono, y el castillo de los Ivashkov tenía tanta piedra como este, aunque con mejor gusto, Leah y Zack sabían mantener la sobriedad de años de historia. ¿O quizá era el país? Mientras Maida recorría los pasillos con cierto semblante travieso oculto por la máscara, se atrevió al girar el pomo de varias puertas ...que descuidados, eso de dejar las habitaciones tan a la ligera de los ladrones. — ¡Así que fácil! —dijo mientra se dedicó a desordenar la habitación, varita en mano de una pareja joven por loo visto porque las prendas que salían volando del closet eran para gente de su edad ...y para muggles. Hizo un gesto de asco que no pudo reprimir cuando un jean voló frente a sus ojos— Ay si Morgana viviera para ver esto —susurró con pena. Salió de esa habitación y continuó paseando hasta que dejó de oír a sus compañeros, de hecho, dejó de oír todo, estaba a la entrada de lo que parecía un viejo torreón, y entonces, Maida dudó. Estaba demasiado lejos, y aunque se estaba divirtiendo en lo que ahora mismo parecía un lugar abandonado...pues, tampoco había que arriesgarse mucho. Marcó la entrada a aquel lugar con pintura verde y colocó "Maluk was here" en uno de los escalones y regresó en busca de Arya, Nymeria y Dova. Lanzó un hechizo por el cual, estrellas de papel verde caerían del techo ininterrumpidamente por los pasillos, mientras se acercaba nuevamente a su grupo. — Perdón el vandalismo light, pero creo que hoy solo jugaba un poco —dijo con un tono infantil que casi la hace estallar en carcajadas. Con una mano botó algunos retratos de una comoda bastante tosca, y su risilla se perdió en cuanto los vidrios estallaron en el suelo. — Listo. Salió del castillo, y estuvo a tres segundos de ir por los jardines gritando la mítica canción de la antigua mortífaga Lestrange, sólo por bromear, por se contuvo, ya le guardaría semejante escena para cuando saliera con el Black que esos días ocupaba su mente. Aun con todo el tiempo que llevaba en la residencia, no se lo había topado. Y si, pensando en ese amigo llegó nuevamente al lugar del traslador para abandonar definitivamente el clima frío de República Checa y claro, la residencia de los Lenteric.
  7. Bueno, ahí no había posición a discutir nada, pronto estuvo enlazada del brazo de Arya, aquello claramente le quito mucha ansiedad por el momento, y sin pensarlo un segundo más la siguió en el recorrido por el territorio de los Lenteric. Sin hablar, pronto hubieron abarcado la cantidad de espacio necesario para dejar el Fuego Maldito de los viñedos a la espalda y pisar, por fin, el castillo escondido de la familia. ¿Serían realmente fenixianos? ¿Encontrarían a algún miembro de la familia? Eran apenas cuatro mortífagos eran extraña expedición, sin embargo la adrenalina le paseaba por el cuerpo como si estuviera en una reunión frente a la misma Tríada. Vio como Arya conjuraba hechizos que admitían una superioridad de conocimientos y habilidades. Y por un segundo se distrajo lo suficiente para recordar que apenas iba a comenzar un par de cursos en la universidad. Sacudió la cabeza y volvió a enderezar la varita, con la que apuntó hacia uno de los cuadros de los familiares. y haciendo una floritura tapó el rostro asombrado de una bruja con un óleo más fino y mejorado. http://i.imgur.com/L83Plnx.gif Siempre había que brindar al mundo con un toque de mejor gusto y decoración de acorde a lo que se podía permitir cada familia. Y el rostro falso de aquellas personas colgadas, no le hacían justicia. — ¿Habitaciones? ¿Tendrán biblioteca? —preguntó emocionada mientras se separaba un poco e inspeccionaba el ambiente— ¿leerán?
  8. Si, justo frente a ella reposaba una máscara de plata que en cuestión de segundos cubriría su rostro, una belleza entregada de las manos de la misma Lu, la persona que tan dulcemente la había cobijado en la residencia de los Black. La Marca Tenebrosa que tenía fija en el antebrazo le ardía por segunda vez desde que había sido ingresada al bando. Se preguntó quién y para qué la convocaba, pero ah♂, frente al espejo, se vio inmutable y con una seriedad propia de los nervios que sentía. ¿Sería entonces esa la noche de su segundo asesinato? Se puso de pie y hurgando en su reflejo, notó que el plata usado en la máscara se mezclaba con su rostro de una manera inclusio enfermiza. La túnica turquesa al menos le brindaba algo de vida a todo el conjunto, y su varita, en la mano derecha. Así desapareció mirando a sus propios ojos azules, y volvió a aparecer segundos después a cinco metros de la colina Ústí nad Labem, para encontrarse ahí con dos mortífagas, aún no sabía cual de ellas había hecho el llamado. Les sonrió aunque no pudiera verle el gesto e inclinó la cabeza ante ambas, a modo de saludo. Pronto, se les unió un tercero. Un hombre, claramente por la anchura de sus hombros y la vestimenta. — ¿Quemar todo? —preguntó, más para sí misma que para el grupo. Miró a su alrededor buscando el escudo familiar, pero cuando se topó con el mismo, le fue imposible identificarlo, aunque algo era cierto, solo se había dedicado a conocer familas de las que supiera, tenían ideales similares a los de la Ivashkov, Triviani y por supuesto, los Black.
  9. Sólo una adivina como la vieja Circe podría saber como, en pleno estado de shock por el contacto del dedo pulgar de Marco sobre su mejilla, ella logró seguir escuchando lo que él le proponía. Llevarla sana y salva a casa era una cosa, pero, invitarla a la Gala de Navidad, era otral, otra totalmente fuera de las posibilidades que Maida podía ofrecerle. Ella jamás había asistido a alguno de esos eventos extraños, ni siquiera cuando estaba con...no, jamás. Su mente evitó casi a propósito mencionar su nombre. Iba a contestarle, más por temor a parecerle aún más torpe que por convicción, cuando el rostro familiar de su madre se apareció ahí mismo. Maida apenas atinó a ruborizarse un poco para poder contestarle. — Buenas, Mamin... —pero se interrumpió, no fuera que Marco la viera aún más infantil si oía el apodo que le tenía a su madre—, si, gracias, me han ayudado por completo, la verdad, no entiendo como es que salí de casa sin mi varita. Exhaló, y su rostro perdió todo color cuando se dio cuenta que había comenzado a hablar y aún no los había presentado. ¡Estaba tan en la luna ese día! — Él es Marco Alcott...mi....mi —y su mente se quedó en blanco—...él es mi ...es mí pareja para la Gala de Navidad —en ese preciso instante, la Ivashkov habría preferido quedarse muda, había aceptado la invitación de la manera más inusual que podía existir— eh...no, claro que no interrumpes nada. Ella es mi madre —dijo dirigiendose a Marco, pero sin atreverse a buscar sus ojos—, Lyra Ivashkov. Se había puesto tan de los nervios, que había pasado por completo que su propia madre ya se había presentado. Sin darse cuenta, una vez más, buscó desesperada al empleado de Lyra para ver si la rescataba con un refrescante vaso de agua, o una chimenea con conexiones de Red Flú, lo que tuviera más a mano. @@Marco Alcott @@Lyra Katara Selwyn
  10. Maida apenas tuvo tiempo de saludarlo y sentarse, agradeció en sus fueros internos que el joven no sea de aquellos que saludaban en la mejilla, porque bueno, no quería sufrir impases incómodos tan pronto. El lugar tenía una decoración rusa que no parecía tan ajena a los restaruantes que ella había frecuentado en su amada Sofía, casi siempre, acompañada de Agares, a horarios fuera de lugar, porque el demonio así siempre lo solicitaba. Siempre separándola del mundo entero, tan egoísta. — Pediré las brochetas de camarón —requirió apenas el mozo pudo tomar la orden—, y un vaso de limonada a temperatura ambiente, por favor. Iba a decirle algo más a Nicholas, pero se vio gratamente interrumpida por su grave voz, así que se permitió escucharlo con atención mientras el pedido llegaba a la mesa. Él tenía razón, no la iba a aburrir con interminabhles preguntas que quizá no llegaban nunca a ningún buen puerto. Así que era un Dolohov, estaba fascinada por el ascendente genealógico de su futuro compañero, sin embargo, en su frente se ciñó la preocupación al escuchar la referencia a los mortífagos, estaban en terreno peligroso. Disimuladamente tomó entre sus dedos la varita y lanzó un hechizo que a partir de ese instante, dejó fuera a los oídos de todos, lo que ambos hablaban. Y no se había equivocado, Nicholas sentía particular orgullo de hablar de su cercanía con los magos tenebrosos, algo que ella no le molestaba, sin embargo, no tenía particular interes en responder preguntas del Ministerio de Magia sin necesidad, alguna. El orgullo Dolohov que parecía desplegar con tanta facilidad, se plasmaba en sus ojos, una mirada que era imposible de esquivar, bastante atrayente, había que admitirlo. Ella lo hizo, sonrojandose al darse cuenta, que se había quedado al menos uno o dos minutos estudiando su rostro. Para cuando llegó su orden, también era momento de tomar parte de la conversación y aún así, no tenía la menor idea de qué pod►1a resultar interesante de su propia historia. Aunque...estaba protegida por el hechizo silenciador sobre ellas. — Yo no escondo mucho, Nicholas —comenzó francamente—, soy una simple bruja egresada de Durmstang que vino a reencontrarse con mamá. Nací en Bulgaria, pero con la práctica, afortunadamente he perdido el acento, y ahora puedo mezclarme con mayor facilidad en Ottery, creo que eso podría ser una de mis mayores características, adoro pasar desapercibida. No me gusta ser el centro de atención de nada, ni de nadie. De hecho, en lo único que me esmero en sobresalir, son en las clases, ahora mismo acabo de inscribirme para llevar una maestría en Pociones, pero todavía tengo un poco de tiempo libre. Tomó un poco de la limonada que le había traído, y decidió, con una valentía que no era normal en ella, confrontarlo. — No deberías mencionar tan libremente que estás por unirte a la filas mortífagas, Nicholas —le aconsejó con una sonrisa—, admiro tu vehemencia y tu valentía, sin embargo, no tienes idea de lo inoportunos que pueden ser los interrogatorios del Ministerio de Magia, y detestaría vernos envueltos en semejantes líos, no creo ser la mejor compañera de celda para ti. Como debes haber observado ya, he realizado un pequeño encantamiento que dejará a todos fuera de nuestra conversación, por si se te vuelve a escapar, pero...preferría que fueras un poco más cauteloso. Acto seguido y como si nada, cogió el tenedor y cuchillo, y se dispuso a partir en pedazos pequeños, la suave carne de los camarones dorados. Deliciosos, tal cual se veían. @@Kaiser Lord Pilu
  11. — ¿No en muy biuenas circunstancias? —preguntó antes de beber un poco de la bebida que ya le había acercado el barman— ¿A que te refieres Sean? Su curiosidad era real, la verdad era que poco o nada sabía de su propia familia, no había vivido en casa hasta hacia apenas unos meses, y aun así, era la hora que todavía no conocía ni a sus patriarcas, ni a sus primos. ¿O era acaso que Sean pertenecía a la Orden del Fénix? ¿Por eso era que seguía sintiendo cierta desconfianza con el amgo? Trató de disipar sus pensamientos, bebiendo un sorbo más de la bebida y pensando, ¿Por qué no se aventuraba un día a volver a probar el licor? Parecía ser que a todo mundo le gusta sentirse llevado por los sentidos, sin medir las consecuencias. — Yo por mí parte, estaré fascinada de oír la historia completa, así que por favor, no te cortes. @
  12. Cuando el mago se presentó, Maida le respondió al gesto de brindarle su nombre con una sonrisa, pero al sentir que tomaba su mano y encima de todo, posaba sus labios sobre la piel, no pudo evitar dar un respingo con el cual, la mano salió del contacto casi dándole una bofetada suave, y haciendola sentir un poco fuera de lugar. Se llevó ambas manos a la boca, incapaz de disculparse por la torpeza que acababa de cometer. — Perdón Marco, yo no ...yo no quise —se atropelló con las palabras, mientras a él no parecía importarle aquello y es más le ofrecía acompañarla a su casa. Sus rostro se había encendido por completo, completamente avergonzada, retiró sus manos de la boca, dejandole ver el temblor en sus labios, y el brillo de sus ojos, anegados en lágrimas de culpabilidad—. Perdón nuevamente, ha sucedido mucho el día de hoy, no sé ni cómo me tengo en pie. La Ivashkov comenzó a girar sus manos, como si las estuviera lavando bajo un chorro de agua, tratando de pensar en una manera más eficaz de pedirle disculpas. — Si, claro, le agradecería mucho que pudiera llevarme a casa —añadió de pronto—, seguramente el empleado se encargará de decirle a mi madre que estuve aquí. @@Marco Alcott
  13. Era tanta y tal la algarabía que había causado Cillian con el tema extraño de ponerse aquel vestido rojo que Maida no resistió la tentación de mirarse en un espejo, y lo vio, la sorprendió a ella misma. Ese vestido la hacía lucir como una mujer, y aunque pareciera que eso era redundante, Maida seguía viendo normalmente en su rostro las huellas de la adolescencia que en realidad, estaba ya por abandonar. A lo mejor era que sentirse de quince o dieciseis la ayudaban a sobreponerse a los dolores del recuerdo de Agares. Pero no, lo que había en ese vestido rojo era una mujer, nada menos. Tan se vio así que pronto sus mejillas se volvieron a teñir de rojo, avergonzada de si misma y de las curvas que se empeñaba tanto en esconder en las túnicas holgadas que usaba. Carraspeó para regresar al lugar donde estaba Cillian. — No sé, pero la verdad, yo me encuentro bastante cómoda teniendo una vida sin líos —dijo temiendo que hubiera pasado tanto tiempo que él pudiera considerarla tonta o algo—, ¿un traje? Para cuando quiso darse cuenta, él ya tenía las narices metidas en uno de los baúles más cercanos, así que, agradecida por el gesto que había tenido con ella, se aproximó a otro lugar para ropa, y comenzó a hurgar entre las telas a ver si encontraba algo digno de que pudiera ser usado. — Una pregunta —añadió alzando la voz para que le escuchara a través de semejante desastre—, ¿y como para qué andamos vistiendonos así? @Cillian
  14. De pronto, Maida se puso de pie y caminó un poco por la pequeña salita, como si estuviera asimilando palabra a palabra toda la conversación con Lionel y con Lyra. La verdad es que para ella había sido un choque extraño eso de pasar de ser la única hija de Lyra a de pronto, tener que conocer a otros que ostentaban el título. Aún cuando se llevara tan bien con ellos como le pasaba con Lionel, era raro, era descubrir que había toda una historia compleja detrás de la bruja que les había dado vida. Tanto misterio, tantas cosas que los había llevado a todos a crecer separados. ¿Los estimaría de la misma forma de tener recuerdos compartidos entre ellos? Eliah era tan distante, Lionel tan pasivo, y Bridget, bueno, de ella sabía poco o nada, seguía sin poder topársela y charlar como dos buenas hermanas. — La verdad es que los muggles me interesan solo por un mero gusto informativo —soltó de pronto, pero sin girarse a verlos, todo lo contrario camino hacia donde estaban los retratos de los hijos de la bruja, y tomó el suyo entre sus dedos. Era consciente de que Lionel era el único que había convivido más de cinco años con Lyra, en la foto se la podía ver luciendo el uniforme marrón de Durmstang, feliz e inocente, a la tierna edad de quince años, ¿se vería muy distinta ahora? Tampoco había pasado tanto—, no puedo creer como es que he podido sobrevivir tanto tiempo sin saber lo esencial de ellos. Dejó el retrato en su posición original y giró en su eje para confrontar la mirada de su hermano y de su madre. — Mi padre fue bastante benevolente y se adaptó a las comodidades mágicas que tú —señalando a su madre—, pusiste en casa. Lo único muggle que hay en este cuerpo, es la habilidad para coser y bordar un buen sombrero. No creo que sea muy útil pero francamente no puedo jactarme de hacer mucho más. Sonrió ampliamente y con la floritura de su varita que casi mágicamente se había colado entre sus dedos apareció un sombrero de ala ancha azul, con unos lazos turquesas que colgaban de ambos lados. — Este, en particular, lo hice para mi cumpleaños número dieciseis, tenía un vestido del mismo color que los lazos, y la verdad es que me encapriché con llevarlo puesto, a pesar de no haber salido el sol aquel día —relató dejandose llevar un poco por los recuerdos—, Agares me había convencido de viajar por Venecia en invierno, y bueno, Italia es un país que puede conmigo. @@Lyra Katara Selwyn
  15. Como parte de sus nuevo propósitos ahora que la Marca Tenebrosa palpitaba sobre su antebrazos, se había obligado a ser más sociable, y no era que no le gustara el tema, era que aún le era difícil disimular ante todos los demás algunas cositas que le costaban. Por eso le agradaba tanto cuando las misiones estaban acompañadas de Galery o de Alyssa, porque incluso con todo lo amble que había sido con ella Orión Black, no lograba acostumbrarse a él, y saltaba dos pasos ccuando lo tenía muy cerca. En fin, resoplando, Maida encontró el lugar dónde había decidido encontrarse con uno de los nuevos aspirantes, Nicholas Dolohov, un chico que a diferencia de ella tenía toda la actitud de querer comerse al mundo con un poco de salsa picante encima, y al que sólo había visto, cuando lo presentaron en el Callejón Knocturn. Pronto, sería su compañero de bando, por lo que sería importante conocerlo y así saber en que podía serle útil. Maida, como siempre, no se había producido demasiado, de hecho, había acudido al lugar nada más salir del Ministerio de Magia, por lo que lo único resaltante en ella, podía ser su rostro un poco cansado. La túnica fucsia hacían contraste gracioso y chillón con los ojos azules que poseía, y con una bandana turquesa que sujetaba su cabellera. Caminaba apresurada pues estaba segura de haberse demorado mucho mjás de la cuenta. Al ingresar, ubicó con la mirada a un empleado. — Disculpe, ¿se encontrará por aquí el señor Dolohov? —preguntó lo más cortés que pudo— Se supone que me está esperando. Encogió los hombros, como si el empleado tuviera que saber exactamente de lo que hablaba y sin embargo, segundos más tarde, se vio caminando tras sus pasos, hacia un lugar apartado, no prestó mucha atención a los magos que por ahí andaban deambulando. Pronto, pudo distinguir a Nicholas, bebiendo alcohol, algo que claro, no fue sorpresivo para ella. Se paró detrás suyo, y con una mano enguantada en fina seda rosa, tocó su hombro para llamar la atención. — ¿Nicholas? —preguntó con voz cantarina para luego ponerse a vista de él— Lamento la demora, las calles de Diagon a veces se ponen insoportable. ¿Cómo estás? @@Kaiser Lord Pilu
  16. Maida se rió por el comentario, relajada al fin y al cabo. — Pensé que querías que me quede y ofrecías la bebida para lograr eso —dijo entre sus risas—, así que con el susto y todo, serían dos pepsis, gracias. La mirada de Sean era extraña, no pareciera que quisiera incomodarla más de lo debido y sin embargo, se sentía estudiada en cada uno de los movimientos y actitudes que hasta el momento había realizado, lo cierto era que aunque esta actitud no la incomodaba, la sorprendía. Ella podía describirse de mil maneras, una peor que la otra, pero eso de ser una especie de objeto de estudio jamás le había sucedido. Se aclaró la garganta un poco y lo confrontó. — ¿Has conocido el castillo Ivashkov? Es hermoso —comentó mirándole y dedicandole una sonrisa—, la verdad es que casi no he salido de ahí desde que me instalé en Londres. Al decir aquello, se formó un mohín extraño en sus labios, porque claro, el Castillo no estaba precisamente en Londres, pero esos eran detalles que no la hacían quedar como una mentirosa, ¿o si? @
  17. El cuerpo de Maida poco a poco se adecuaba a la temperatura del local, y con ayuda del chocolate caliente la situación mejoraba, intentaba prestar atención a las palabras del joven, sin embargo le era imposible, su cerebro no reaccionaba del todo. Se le había mezclado el miedo con el frío y la indecisión de no entender porque aún no sabía su nombre. Sacudió la cabeza y las gotas cayeron de sus cabellos salpicándolo un poco, se llevó las manos a la boca en un gesto de disculpa, y decidió aclarar sus pensamientos. Él claro, no se lo permitió, todo lo contrario, pronto vio frente a ella una rosa blanca. La tomó entre sus dedos por inercia, y por la misma sensación se la llevó a la nariz para dejarse envolver por su fragancia, por fin un poco de calma en ese día tan desastroso. Sin quererlo, una sonrisa se le coló en los labios y la hizo olvidarse del frío, había que recordar que no todos los chicos querían dañarla. Que de hecho, sólo uno lo había logrado, y había que olvidar. — No se preocupe, seguramente ahora que vuelva el empleado del bar, le podré pedir ayuda —dijo, sintiendo que finalmente sus pensamientos se disponían a ordenarse. Perdió sus ojos azules en la blancura de los pétalos que sus dedos acaricaban, calmándose, olvidando de la túnica que empapaba el asiento del local, escuchando las palabras del chico que tenía al frente y que parecía genuinamente preocupado por ella. — En realidad, me demoré haciendo unos trámites y cuando la lluvia se desató, quise buscar refugio aquí, este negocio le pertenece a mi madre —explicó, dándose cuenta que el temblor de la voz poco a poco disminuía, aunque claro, aún noera capaz de mirarlo tan directamente a los ojos —, gracias por la rosa, en general, me gustan mucho las flores. Quiso sonreírle pero el empleado del bar la distrajo y ella enseguida buscó el inicio de la solución a sus problemas. — Perdona, ¿crees que podrías prestarme alguna túnica de mamá que seguro ha guardado en el despacho o algo, soy Maida Ivashkov —le explicó al bartender—, soy hija de Lyra Selwyn Ivashkov. Los ojos del empleado se abrieron de par en par y en cuestión de dos minutos, traía entre sus manos un bulto de ropa seca para la bruja, que se excusó de Marco, por unos minutos mientras se cambiaba en los servicios del local. Una parte de ella, esperaba que el chico se aburriera de esperar y la dejara sola, sin embargo, quería ser capaz de realmente agradecerle el gesto de tuvo de ayudarla. Mientras se colocaba la túnica seca en el cuerpo, y exprimía su cabelllera para tenerla al menos sin tanta agua, sonrió frente a su imagen en el espejo. No importaba que tan mal estuviera el día, siempre podía contar con su suerte para poder darle vuelta a las cosas. Quince minutos habían pasado, hasta que al salir, aún lo vio sentado en el taburete del bar frente a la rosa blanca que le había obsequiado, bebiendo su propio chocolate, que ahora seguramente estaba tibio. Se acercó a él con paso lento, ya con una túnica negra seca, y gracias al cielo también comoda, su mamá y ella no siempre compartían los mismos gustos en ropa. Como en el color de hoy, un tono muy oscuro que generalmente ella no utilizaba, — Perdone la demora —dijo antes de acomodarse en su asiento una vez más—, la verdad es que tenía que acomodar más cosas que simplemente la ropa, afortunadamente el golpe no me ha hecho ningún moretón o cardenal, es sólo un poco de dolor muscular que seguramente mañana será inexistente. @@Marco Alcott
  18. — Gracias —contestó contenta a su felicitació con respecto a su trabajo en Ministerio. La verdad era que no lo sentía como un gran logro personal debido a que, aún no había hecho nada extraordinario y básicamente estaba tan perdida como al comienzo, pero, no había porque cortarle la vena amable al señor Lochart, no era su culpa que ella fuera tan despistada. Dejó la cajita de dulces en la tela que los separaba del cesped, y se colocó en una posición que le permitió abrazar sus rodillas. — Bueno, espero que logre el puesto que persigue en el Ministerio, nada como probar cosas distintas en cuanto pueda —comentó apoyando su mejilla en las rodillas—, yo he decidido comenzar por donde estoy y bueno, ya luego veremos si el destino me tiene preparado algo más, de momento, logré enviar una solicitud para la Universidad Mágica, y creo que en unas semanas más lograré la especialización en Pociones que persigo. Desde muy pequeña, la Ivashkov había buscado la perfección en sus clases de Pociones, en Durmstang, siempre había hecho las preguntas correctas, había practicado una y mil veces el movimiento de los calderos, usado mil balanzas distintas y bueno, en algún momento iba a tener que comenzar a estudiar Pociones y así, por fin, convertirse en la especialista que siempre había querido ser. Sus ojos azules se habían tornado en una mirada muy soñadora, quizá pensando en su futuro inmediato y en todo lo que tenía que hacer pronto. — ¿Sabes? He pensado seriamente en intentar buscar un refugio cercano a Hogwarts —le contó em estricta confidencialidad—, necesito tener muy a la mano un lugar que me permita desestresarme de las clases, pero la verdad, es que no encuentro un lugar que satisfaga completamente mis espectativas. Alzó su rostro y tomó entre sus manos el sombrero a terminar de hacer, lo giró entre sus dedos unos segundos y dejó ir a la mente a merodear por los recuerdos de infancia, cuando se pinchaba los dedos mientras aprendía a coser y bordar, sin utilizar magia. Aprendiendo de primera mano el arte de hacer sombreros para las más extravagantes mujeres europeas. Sin darse cuenta, una sonrisa genuina apareció en su rostro, el sombrero tenía un par de detalles especiales, lo había hecho para su madre, aunque ella no usara esas cosas. Seguramente porque en el fondo, le habría gustado que Lyra y su papá continuaran juntos por el resto de sus días, como cualquier hija. — Mi papá es un sombrerero en Bulgaria —le soltó de pronto, sin perder la sonrisa—, y creame, me habría regañado por mostrar un sombrero a medio hacer en ela mitad de la tarde —le comentó entregandole el sombrero—. Es una de las pocas habilidades no mágicas que poseo, y estoy bastante orgullosa de saber coser, por cierto. me costó muchos pinchzaos de aguja. @@Alexander Fox
  19. El bulto que ni se había inmutado ante el choque, resultó ser un chico, que lejos de ayudarla —o sea, en su caso, porque si se veía con otros ojos, si la estaba ayudando y mucho—, decidió ayudarla a ponerse de pie, y luego le puso una casaca de cuero encima. Pero claro, todo eso incluía una cercanía y un contacto que lograron congelarla más que la lluvia. Asustada, se dio cuenta que temblaba más de la cuenta cuando él la ayudó a ingresar al local y a voz en cuello solicitó dos tazas de chocolate caliente. Pero es que la había abrazado, si no hubiera estado toda entumecida por el frío, habría salido corriendo, pero claro, esa era otra historia. Una parte de su mente entendía la buena acción, pero el extremo de lo tonta que se había podido ver, mezclada con sus propias emociones disparejas, hacían que la pobre Ivashkov se sintiera vulnerable. Trato de hallar cierto confort en el asiento, y puso sus manos dentro de la chaqueta de cuero, situación incómoda o no, tenía frío. — Gracias —dijo entonces, quiso sonreírle, pero no pudo, perdió sus ojos azules en la barra del local y hasta sintió alivio cuando de pronto, un par de tazas humeantes invadieron su zona de visión. Y entonces, él se abrió la camisa, ella pensó que iba a ver algún tipo de tpiel, pero no, había una tela ahí debajo, y sin quererlo un suspiro de alivio se apoderó de su boca. Sin poderlo evitar, Maida se sonrojó. — No, no, gracias, si pudieras lanzar algún tipo de hechizo desecador sobre mi túnica, te lo agradecería —añadió con un tono de voz grave—, es que...de alguna manera, salí de casa sin la varita. Si todo lo anterior no la hacía ver como una bruja torpe, una casi squib, seguramente esto si lo haría, encogió los hombros. No podía ser más de lo que era, ya lo intentaba en sus reuniones dentro de la Marca, fracasando la mayoría de veces. Esta vez si logró lanzarle una sonrisa al muchacho que la había rescatado de cierta manera, y entre sus dedos, aún pálidos por la baja temperatura, tomó una de las tazas de chocolate y la acercó a sus labios para beber un sorbo. El líquido caliente bajó por su garganta como una poción mágica, tan suave, dulce y espumoso, que era imposible no sentir el reconforte. — Mil disculpas por todo el desbarate —anunció de pronto, dejando la taza nuevamente en la barra—, me llamo Maida Ivashkov, mucho gusto. @@Marco Alcott
  20. La verdad, no habían pasado ni dos segundos cuando sintió la mano de Sean tomarla por el brazo, sin darse cuenta, se safó del suave agarre y saltó aterrada casi tres pasos, sus ojos azules estaban desorbitados y lo miraban directo a los suyos con algo más allá del miedo, quizá pánico. Su respiración se agitó y sus mejillas se encendieron en un tono muy rojizo, sin que ella pudiera hacer nada para evitarlo, pero tampoco se movió, se quedó mirándolo unos segundos que se sintieron una eternidad y algo así como la claridad llegó a su mente. Él, en realidad no estaba haciendo nada malo, era el cúmulo de sus miedos lo que la hacía huir a una simple conversación imprevista, aunque claro ...ella detestaba las sorpresas, había que tenerlo todo milimetrado. — Pe-perdón Sean —comenzó mientras lentamente volvía en sus cinco sentidos y tomaba asiento donde había estado antes—, eh si, creo que me hace falta una bebida. No pudo preguntar mucho más, ahora mismo, su mente intentaba recuperarse del todo, comenzando por los gestos más básicos, estar pendientes de su propia respiración era mostrar algún tipo de debilidad, que ella no se iba a permitir. Sean di Spinneto IV
  21. Maida tenía que dejar la maldita mala costumbre de dejar la varita en la casa, era cierto que no dependía de ella, y que básicamente sobrevivía a punta de hechizos no verbales, pero no era el punto. Ahora mismo, el arma le habría venido bien, estaba completamente empapada. ¡Se había largado una lluvia de aquellas! Y claro, con la cabeza de la Ivashkov puesta en cualquiera cosa, sólo se había protegido los pies con un hechizo impermeable al salir de casa, porque quería andar descalza por el pueblo. Así que ahora, así estaba, descalza y con los pies limpios, secos y hasta tibios. Pero el resto del cuerpo, empapado. El cuerpo le tiritaba de frío y para cuando se dio cuenta que estaba cerca del Callejón Diagon, ya la túnica, normalmente holgada y ancha, ya estaba completamente pegada a su cuerpo haciendo bollos extraños de tela sobre ella, y jalandola al suelo de lo pesada que estaba. De aparecerse ni hablamos, estab tan nerviosa que seguramente se dejaba mitad de cuerpo atrás. Se dirigión sin demora hacia el negocio de su madre, Ranas Lunares, seguramente alguno de sus empleados o ella misma podría ayudarla, o desde ahí podría llamar a su elfo doméstico, lo que sucediera primero. Así que, hecha una sopa completa, entró como alma que lleva el diablo sin darse cuenta de la alta figura que estaba cerca a la puerta. Contra la que obviamente, chocó, cayendo estrepitosamente al suelo, y al parecer, sin inmutar a la persona con la que había colisionado. Algo así como un chillido se escapó de sus labios mientras intentaba verificar que su cuerpo estuviera con todos los huesos en su sitio, sin dejar de notar que de su empapada cabellera, continuaba goteando agua. ¡ese dia era un desastre!
  22. Nick: Maida Ivashkov ID: 108867 Conocimiento: Pociones Nivel de Magia: II Link a la Bóveda: http://www.harrylatino.org/topic/108870-boveda-de-maida-sc/ Link a la ficha: http://www.harrylatino.org/topic/108867-ficha-de-maida-ivashkov/ Ay xD perdón Anne, estuve toda la semana queriendo venir y recién me acordé hoy, así que antes de que se me vuelva a olvidar, me anoto para la clase en Febrero o.O xD Gracias!
  23. En su habitación, con la Maminina *O* ¿Ir al infierno? ¿A hacer qué exactamente y a conocer qué? Sentía curiosidad y aquello podía ser realmente fascinante, pero una vez ahí, ¿tendría el valor para preguntar porqué demonios su abuelo la había metido en medio de una venganza est****a y sin sentido? ¿Sentiría él algún tipo de remordimiento? Y lo que era aún peor, ¿se sentiría ella aliviada con sus explicaciones? No, eso del viaje estaba descartado, al menos de momento. Necesitaba deshacerse de sus debilidades personales primero, luego podría afrontar cualquier cosa o en este caso claro, cualquier persona. — No, no deseo hacer nada de eso —dijo luego de algunos minutos de silencio, de hecho, tuvo el coraje de confrontarla con la mirada—, lo cierto es que no sé realmente como hacer, a veces he tentado la posibilidad de volver a Venecia, sé que él me podría localizar ahí. Encogió los hombros resignada, de cierta manera incluso agradecida, su madre era para ella más que una figura de autoridad, una confidente, alguien a quién podía confiar sus verdaderas emociones. Y claro que no dudaba que ella entendiera lo que significaba estar enamorada, era simplemente la incomodidad de dejarse llevar por emociones que ya no tenían ningún objeto ni razón de ser, él se había ido. Volvió a preguntarse, como casi todos los días, qué habría hecho si él no se hubiera marchado, ¿lo habría dejado todo de lado por irse con él? — No necesito visitar el abuelo para conocer el infierno —contó tratando de dejar la amargura de lado al decir aquello—. No tengo la menor idea de que viste cuando me aparecí en casa luego de aquella despedida con él, pero esa mañana cuando desperté y lo fui a buscar a su habitación y vi que se había marchado, podría jurar...podría jurar que si todo se quedaba en silencio se podían oír mis venas quebrándose como si en lugar de carne fueran de cristal. Se llevó ambas manos a la cabeza como si sacudiendo la pelambrera castaña pudiera sacarse esos recuerdos, pasó sus manos por sus ojos controlando las lágrimas que furiosas amenazaban con brotarle de los ojos. Respiró hondo y buscó refugio en los nombres que ella había mencionado. — Deberías traer a Lionel y tener de una vez por todas la reunión con la familia, no creo que sea tan díficil, ¿o si? —dijo, tratando de recobrar la postura—, ¿Cómo van tus negocios en el Callejón? —inquirió al fin, resoplando y volteando mentalmente la página dónde Agares estaba metido hasta el centro. ----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- Con Alexander en los jardines posteriores n.n El elfo escuchó atento el cambio en la bebida y en cuestión de segundos, desapareció y volvió a aparecer con una jarra llena de limonada fresca, sirvió un poco en un gran vaso, e hizo lo mismo con el jugo de manzana para su ama. Les extendió las bebidas y finalmente, los dejó solos con un sonoro "crack". Sólo entonces, Maida decidió volver a hablar mientras sus ojos se posaban en el brillo del sol sobre la laguna, una visión particularmente hermosa que podía dejar atónita a cualquiera. — He visto un par de veces a Nox, pero no hemos tenido la oportunidad de charlar, lo mismo me sucede con Darius. Lastimosamente la residencia de Loli es un lugar al que no se me está permitido ir, pero si he logrado enviarme un par de mensajes vía lechuza con Talia —sonrió al recordar a su compañera de clases, una chica que además de agradable, respondía siempre con la razón guiándola, ojalá pudiera aprender un poco de ella—, está bien, quedó en responderme si postularía a algo en el Ministerio, yo he presentado postulación en el Departamento de Cooperación Mágica Internacional, y he ingresado como empleada. Giró a verlo unos segundos y luego tomó entre sus dedos la cajita de cristal que le había regalado, el sol no estaba muy fuerte, pero lograba darle unas tonalidades muy curiosas al cabello rojizo del joven Lockhart, pocas veces le había mirado tan detenidamente como esa vez, quizá porque ahora no estaban en ningún peligro inminente por las clases o las raras criaturas del otro videojuego. Sus ojos, ¿eran dorados o sólo lo parecían por la luz del sol? Eso sí, era una mirada traviesa sin duda alguna, igual que el portador. Pensar que al comienzo hasta él le causaba temor, nada para insólito ya que él le había demostrado que podía confiarle su seguridad, y claro, los modales eran otro detalle para sentirse cómoda en su presencia. Notó que su silencio podía parecer extraño y abrió el regalo para tomar uno de los dulces. — Usted ya tiene un puesto en el Ministerio, ¿no es así? @@Alexander Fox @@Lyra Katara Selwyn
  24. Título de la canción: La que más te ha querido Grupo: Pandora Género: Balada Dedicatoria: Pues, es para un chico al que quisiera convencer para que se inscriba al foro y comparta esto conmigo igual. No creo que lo vea, pero igual, hoy en la noche me hizo mucho bien, aunque claro, cuando estoy así escucho lo que podría ser el setlist más depresivo de la canción latina jajaja xD ...como sea, esta dedicatoria se parece mucho a un "Querido diario...jajaja", no importa, te has convertido en mi calma en medio de la tormenta, y en la tormenta de hoy incluso cuando quise dejarte afuera, perdona :/ no acostumbro compartir mi lado más feo. Gracias por todo, por todo. (A lo mejor igual me animo y te digo que te pases aunque sea a ver esto... (emoji de animalito, órgano vital azul, órgano vital verde, emoji de animalito), eso para que no te queden dudas de que es para ti ♥ Escucho tus pasos aunque vayas en otro camino, Te escribo canciones que no has escuchado jamás, Soy sensible a tu paz, predecible quizá, imposible dejarte de amar Y hoy que ya no estás solo me queda confesar… Que tú siempre serás ese amor, por quien al cielo pido Eres tu él que en las noches quisiera tener yo conmigo Que yo siempre seré de los dos la que más te ha querido Y aún creo que te amo, pero de qué sirve quererte en secreto… Y por eso, te lo digo. Escucho el espacio que dejas en este vacío... Por eso es tan fuerte el dolor y tan largo el olvido Soy sensible a tu paz, predecible quizá, imposible dejarte de amar Y hoy que ya no estás solo me queda confesar… Que tú siempre serás ese amor, por quien al cielo pido Eres tu él que en las noches quisiera tener yo conmigo Que yo siempre seré de los dos la que más te ha querido Y aún creo que te amo, pero de qué sirve quererte en secreto Y por eso, te lo digo.
  25. Si, ese precisamente era el nombre de su Jefa, así que él la conocía, vaya, vaya, no debía ser un mago cualquiera entonces. Hasta dónde sabía el status mágico de su superiora era bastante alto y sólo pocos magos la habían alcanzado, entre ellos, su madre. Asintió divertida y continuo escuchandolo mientras bebía de a pocos su pepsi, una bebida a la que le encontraba demasiada buena estima. Dulce, pegajosa y divertida, no sabía exactamente porqué pero siempre la había descrito igual. ¡Maida, vuelve a la tierra! — Exactamente, con Sagitas Potter Blue —corroboró con una sonrisa dirigiendole una mirada a los ojos cafés que bien portaba, ahora que se fijaba, seguramente Sean le sacaba varios años, después de todo ella apenas estaba por rozar los veinte, sacudió un poco la cabellera y regresó sus pensamientos a la conversación del bar. ¡Sorprendente! No recordaba que ya le había dicho su apellido y volvía a preguntar, sin quererlo soltó un ligero bufido, sus manos comenzaron a hurgar entre los pliegues de su túnica y pronto, se vio colocando sobre la mesa unos tres galeones, más que suficientes para cancelar sus dos bebidas. Aquella falta de memoria en un dato tan insignificante y a la vez en tan corto tiempo, disparaba las alarmas de cualquier chica para darse cuenta que se había topado con un chico de aquellos. Si, uno que tiene tantas, que decidió dejar de preocuparse por aprender sus nombre, lo último que necesitaba la Ivashkov justo en estos momentos. — Si, Ivashkov, pero no conozco ninguna Lisa —le dijo bajando de su asiento y moviendo la tela de la túnica una vez más, alzó el rostro para sonreírle y le estiró la mano enfundada en el guante—, ha sido un placer Sr. Linner, pero estoy segura que mi hermano no se va a aparecer. Si me disculpa, creo que lo mejor, será irme.

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