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Maida Black Yaxley

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Todo lo publicado por Maida Black Yaxley

  1. La mujer se acercaba, siendo rodeada a momentos, por su "mascota". Si alguien hubiera tenido algo para medir la temperatura, se habría sabido claramente que, ahora mismo, Maida estaba más helada que la nieve bajo sus pies. Se asustó tanto con el ladrido del perro ese, que ni tiempo le dio a retroceder nada. Y el rictus que se le había formado en los labios así de apretados era un tema completamente distintos. Su elfo la jaló nuevamente indicándole que la estaban saludando. Pero, ¿cómo concentrarse si el perro los estaba oliendo como decidiendo quién de los tres era más jugoso? A duras penas pudo coger el nombre de la mujer, y aunque le sonó familiar, no pudo recordar de dónde lo había oído o bajo que circunstancias. Las suyas, ahora mismo no incitaban a forzar la memoria. — Si, mascotas —respondió notando con alivio que aún conservaba la voz—, creo que me reservo el tocarlo para cuando ya esté más familiarizado conmigo, —mientras hablaba, asentía bobamente para darle una firmeza inexistente a sus palabras— soy Maida, hace poco fui adoptada por la familia como hija de... ¿mi mami? —aquello le hizo reír antes de continuar, le era díficil decir el nombre, como si fuera una amiga más—, Luisitha Black. La guapa bruja le recordó la sensación que tuvo cuando vio luego de tanto tiempo a Lyra y conoció a Bridget, ¿cuánto tiempo había que vivir en Inglaterra para lucir así de bien cuando se está ensopada por la nieve? Incluso su madre Black poseía una seguridad que, visiblemente, la ojiazul no contaba entre sus características. Mientras Gatiux, los invitaba a pasar, el elfo doméstico obedeció casi enseguida sabiendo que su actitud poco valiente no le iba a afectar a su dueña. Y fue el veloz movimiento de la criatura lo que hizo que Maida, regresara al presente. Ya con el pulso menos acelerado. — Si, pasar suena bien. Quizá incluso podría averiguar si se encuentra en casa Aaron —preguntó casi sin querer, no estaba segura de si Otto sabía que lo conocía o que aquello era un atrevimiento, cuando se adentró al vestíbulo de los Black, evitó todo contacto visual—. Será mejor que busques algún lugar en la cocina, mientras yo converso y descanso un poco. El elfo desapareció, sin decirle a Maida si conocía no la ubicación de la cocina. Las pupilas azules de la bruja pronto se llenaron de la decoración del Castillo, no era que estuviera sorprendida. Poco a poco se había adaptado a la tétrica opulencia de algunas familias que ya había conocido. de hecho, su última residencia tenía justamente, ese contraste extraño entre las paredes de piedra y las vestimentas coloridas (y no siempre combinables) de sus parientes. Notó que básicamente se había ya quedado muda el suficiente tiempo para que alguien sospechara de mutismo. — ¿Tú eres una de las hermanas de mi mamá? —inquirió curiosa de verdad, esperando que no hubiera notado su impertinente pregunta de hacía un rato—, ¿mi tía? @Gatiux
  2. Nombre de la Cancion: Si escuchas a un ángel Nombre del Cantante/Grupo: Pedro Suarez Vertiz Genero musical: Rock/Pop A quien la dedicas: A mí (? xD ...Pues nada, ese pedacito de mí que intento ocultarte casi siempre, se identifica mucho con esta canción Yo quise ser el aire para estar siempre contigo pero me decias que era imposible, no... Y quise regalarte todo el mar entre mis manos pero tu decias que no se podia, no... Quisiste dejar de amar a alguien, a mi, cai de rodillas, no me aniquiles, no... na, na, na, na, ra, ra, ra, ra, ra, ra, ra... Si escuchas a un angel hablando de mi nunca lo mires, es de mentira el ya no existe, es imposible, no... na, na, na, na, ra, ra, ra, ra, ra, ra, ra..
  3. Si su explicación acerca de los dueños del local, no hubiera estado acompañada de sus carcajadas, quizá Maida se habría sentido un poco mnos contrariada, es decir, ella no tenía porque conocer ni entender porque los dueños de un local tan exclusivo, se entretenían atendiendo detrás de la barra. Su madre no hacía tal cosa, ni siquiera cuando estaba aburrida. Se sintió un poco ofendida y estuvo a punto de irse del local en el segundo siguiente, sin embargo, Darian optó por explicar sus risotadas y el temperamento de la ojiazul, se vio templado una vez más. — Jummm —accedió con un mohín en el rostro mientras sus ojos se clavaban en lo que se podía leer como el "Reto de Nikolay", en la carta. Una simple copa de vodka puro le parecía un tormento para sus neuronas, no podía imaginarse que alguien saliera victorioso de semejante masacre neuronal. Sus ojos, como platos, parecían juzgar sin conocer, a todo aquel que accediera a semejante reto. ¡Eso no era de Morgana! Nadie en su sano juicio toleraría tal juego. Contrariada, alzó lo que quedaba de su copa hacia Darian y negó con la cabeza. — Creéme Darian, creo que con el jugo de naranja estoy más que bien —respondió con tono amable—, yo no podría ni siquiera pensar en el Reto de Nikolay. Bebió un poco y le sonrió mientrasd dejaba la copa en el borde de la barra. — ¿Tú has superado el reto? —alzó un dedo índice hacia él para enfatizar su cuestión— ¿Alguno de los dueños lo ha hecho? @@Darian Mcnair
  4. Maida trataba de entender lo que su profesor decía, sobretodo porque en sus palabras existían adjetivos que no se adecuaban a ella como persona, ¿jactándose ella? Era cierto que había contestado relativamente rápido a sus preguntas, pero era porque se había pasado meses encerrada en la biblioteca del colegio y entonces, claro, algún fruto tenía que haber. No se podía ir por la vida devorando libros y pretendiendo que no se sabe nada. Pero la confusión era tal, que la Ivashkov comenzaba a marearse, detestaba sobremanera dar la impresión equivocada a las personas y que sus descripciones la juzgaran de mala manera. Lo que si era raro, era que la ojiazul estuviera más preocupada por eso, y no por el veneno que según el profesor Haughton le estaba recorriendo las venas en ese preciso instante. Entonces el bezoar lo servía, y según lo que señalaba él, pronto los síntomas solo empeorarían. ¡Aún más! Porque de tanto aguantar el piso que se le removía por debajo de los pies, comenzaba a sudar demasiado, sus palmas eran dos pegostes que claramente, dejaban ver que el profesor no había mentido. — Pro-profesor —tartamudeó antes de verlo casi irse por la puerta, giró hacia donde estaban los ingredientes del lugar, recordó muy vagamente la 3era ley de Golpallot, pero casi inmediatamente la vista comenzaba a nublarsele y además de nada le servía recordar eso, si no tenía idea de lo que se andaba esparciendo por su torrente sanguíneo. Dispuesta a hacer lo que estuviera en sus manos para cambiar su destino, y con la esperanza que Hogwarts no autorizara aún a los profesores a matar a sus alumnos, Maida recurrió a él. — Necesito que me ayude —dijo con la molestia de una garganta seca y cero estabilidad, logró tomar al profesor por la túnica justo un segundo antes de desplomarse al suelo y con el rostro pálido—...no voy a poder yo sola —sentenció sintiéndose al borde de la inconsciencia.
  5. Lionel, aunque callado, parecía ligeramente afectado por la repentina noticia de la salida de Maida del local, así que la bruja se prometió no dejar que pasara demasiado tiempo para su siguiente visita, seguramente con las asignaciones del abuelo, era imposible pedirle una visita en el Castillo Ivashkov o cualquiera cosa. De todas manera, se acercó a él y depositó un beso en su mejilla. — Cuídate Lionel, te buscaré pronto para ver esas cosas del tema de los muggles y sus uniservidades —lo había pronunciado mal, aunque era imposible saber si lo había hecho por la mala traducción del búlgaro, o por el poco conocimiento del mundo No mágico—. Prometo que la próxima semana me doy una escapada. Su madre se puso de pie para acompañarla a la salida, y eso, en silencio, lo agradeció, caso contrario, seguramente se iba a perder en el camino, le harían falta unas tres visitas más para sentirse plena y confiada sobre sus instintos de orientación. — ¿Mascota? —le replicó sonriendo— Esta vez no, Maminina, estoy segura que a la pobre le hará falta mucha atención, ando un poco volada estos días —le dió un beso en la mejilla cuando supo que estaba por adentrarse nuevamente en las calles de Diagon—. Prometo que volveré en un par de días a lo sumo, estoy segura que a Lionel le gustará la compañía una vez yo me suelte un poco más los huesos. La familia siempre entibia el corazón. ¡te quiero Ma! —dijo despidiendose. @@Lyra Katara Selwyn
  6. Escuchar a su madre decirle cosas tan positivas, siempre era bueno para el alma de la ojiazul, empeñada cada segundo a disminuirse y pensarse poco menos que una squib, casi a eso se había reducido sus ganas de no saber porqué el demonio encargado de estar a su lado siempre, la había dejado. Penas de amor que quizá jamás la iban a dejar. Cuando se descubrió pensando nuevamente en eso, su rostro estaba nuevamente ruborizado. Decidió cortar por lo sano con tanta incomodidad. — No creo que mis genes distraídos vengan solo de tu lado, aún recuerdo muchos domingos buscando alfileteros para papá o cosas así —comentó con una sonrisa y se dispuso a empujar ligeramente a Marco para salir del lugar y aparecerse en otro lado menos "comprometedor", después de todo apenas lo había conocido y ya estaba conversando con su madre, eso iba a dar la reacción incorrecta de todas maneras—, y en este caso en particular, no ha sido exactamente valentía lo que me hizo salir sin varita de la casa, pero ya te comentaré eso luego. Ahora mismo es imperativo que pueda llegar al Castillo y redactar algunos pergaminos. Te quiero, Maminina. Abrazó a su huraña madre y se dirigió a Marco. — Podemos irnos , tendríamos que ultimar detalles para la Gala y esas cosas, ¿no? —delicadamente se adelantó para no tener que tomarlo del brazo y afrontar una situación que la aterraba un poco, pero con la sonrisa le indicó que apreciaba toda su ayuda durante el extraño incidente. Pronto mago y bruja salieron a las atribuladas calles del Callejón Diagon. @Marco Alcott @Lyra Katara Selwyn
  7. ¿Destino? No, justamente ahora Maida en lo único que creía era en la necesidad imperiosa que tenía de aguantar en estoico silencio las ganas de gritar en cuanto sintió su muñeca quebrarse. Si el hechizo había impactado en alguna luna Júpiter le importaba poco o nada. El dolorcillo era de aquellas cosas que le llenaban los ojos de lágrimas, pero estaba decidida a conservar un poco el orgullo. Pensó un Episkey, casi como una autosúplica y en cuestión de nada, pudo sentir su muñeca como nueva, sin rastros del dolor que casi la había puesto de rodillas al suelo. Quiso contestarle pero entre sus palpitaciones aún a mil y que un rayo verde amenazaba nuevamente su vida, el sentido de protección que finalmente aprecía habersele activado, alzó la varita y proyectó lo que su cuerpo pensaba. — ¡Protego! — sentenció con la esperanza de que el escudo absorviera el hechizo del mortífago que se había topado, aunque ella no pudiera saberlo. ¿Libros que podían haberle servido de utilidad? Sólo entonces logró echar un vistazo a dónde se había producido el contacto de su hechizo desviado. Un retorcijón le jaló el estomago, aunque tuviera ganas de hacer que la tierra se tragara a ese mago, no había cosa en el mundo que odiara más que la pérdida del conocimiento constante. ¿Qué hacían peleando y destruyendo todo en aquella Biblioteca? ¿Él sabría algo de lo que ella estaba buscando? Él había dejado en claro su participación activa en la construcción y funcionamiento del lugar. ¿Mortífago? Tenía que cerciorarse. — ¿Escribiste alguna vez sobre los Greengrass? —preguntó finalmente. @Orión Black
  8. Aunque respondió el gesto tomando su mano, el rostro de Maida Ivashkov no dudó en ruborizarse cuando oyó a su hermana corregirle la pronunciación de su nombre, era un dejo de su reciente inclusión a los nombres que reinaban en Ottery. Al deschacer el contacto, y una vez que ella hubo pisado el recinto de los Ivashkov, pues nada, decidió que era una gran idea dejarla que sola conociera un poco más la decoración del lugar. De todas maneras, ella misma no había prestado mucha atención a los detalles desde que había llegado, apenas conocía el rumbo a su habitación y que claro, frente a la suya, se encontraba la de Lyra, al lado, la de Eliah, quien por cierto, parecía decidida a desaparecer de Londres, una vez más. — Disculpa, Bridget —dijo preocupándose en demasía por dejarla un poco más contenta. Algo que siempre le gustó a la búlgara era estudias los rasgos y modismos de comportamiento de la gente, y ahora mismo, su hermana le proporcionaba un nuevo estilo de actuar. Uno que distaba mucho de ella, y sin embargo resultaba verdaderamente atrayente. A lo mejor era la que pelambrera rojiza le imponía más cáracter a su mirada, o eran simples percepciones de Maida. Todo podía ser. Pero era fascinante como Bridget parecía evaluar cada cosa con elegancia y una prestancia que ella quizá jamás tendría. — Eh, no, mamá no está en casa, de hecho —contestó sopesando un poco las posibilidades—, estoy muy segura que si deseas realmente hablar con ella, deberías buscarla en alguno de sus negocios. Ranas Lunares o Crookshanks, normalmente se queda en alguno de los dos sitios administrándolo junto a Lionel, nuestro hermano. Caminó hacia el lado derecho dónde se extendía un pasillo para que conociera los jardines posteriores, esos que ella misma siempre disfrutaba desde su ventana. — Si no te incomoda, creo que podría darte un ligero paseo por mis lados favoritos del Castillo, y ya luego, decidiremos dónde podrías instalarte porque ...espero que puedas quedarte algunos días al menos. @@Bridget Wenlock
  9. Elfo doméstico y bruja miraban hacia el castillo, aunque la segunda, de tanto en tanto jugaba con la nieve bajo sus pies, y es que, como era su costumbre, no llevaba zapatos, sino que los había protegido mediante un encantamiento para que no se le ensuciaran, esto claro, no le impedía sentir la textura de la blanca capa. Seguía pensando en cómo presentarse en el Castiilo Black, cuando unos ladridos la hiceron retroceder, llamando su atención. Vio una cosa inmensa con tres cabezas, y claro, ahora mismo, el rostro de Maida hacía juego con la nieve. << ¿Qué es eso y porqué no puedo correr en la dirección contraria?>>, pensó. Sin embargo, el elfo doméstico comenzó a tirar de su túnica, exigiéndole un poco de atención. La criatura señaló hacia una mujer que estaba notoriamente más lejos, y el cerebro de la ojiazul intentó evocar su recuerdo. Era mortífaga. De esas a las que jamás se había atrevido a hablarle, como en su momento lo fue Alyssa o Luisitha. ¿Es que tan rápido iba a meter la pata con su familia adoptiva? Se acomodó como pudo, un poco la melena, interiormente Maida quería safar un poco de los nervios disimulando que le importaba como luciera, aunque esas no fueran sus habituales costumbres. Estaba por encaminarse hacia ella y presentarse cuando escuchó la voz conocida de un compañero mortífago. Uno al que si le había hablado. — ¡Otto! —exclamó curvando sus labios en una sonrisa y dejando que sus pulmones se llenaran de aire, como si el encuentro le infundiera valor para presentarse con la mujer que aún estaba apartada de ellos— Si, claro, todo bien. Vine buscando a mi madre, pero me quedé meditando sobre el grosor de las puertas del castillo y no me había movido —dijo casi tratando de disimular su pánico escénico con una broma, luego, señaló con la mirada a la mujer—, ¿la conoces? ¿Debería presentarme? Miró de reojo a su elfo doméstico quién se había quedado a la zaga, junto al bolso con sus pertenencias, esperando órdenes específicas de qué hacer. — Tengo la impresión de que si le caigo mal, me enviará como el postre de su mascota —apuntó mientras enrumbaba a darle el encuentro. @@Gatiux @OttoBkack
  10. Había que recalcar que la Ivashkov se sentía bastante aliviada con eso de no tener que hacerse la social durante más tiempo con uno de los futuros compañeros de bando, y no era que Nicholas le cayera mal, el problema, como generalmente lo era, se acentuaba en ella. Aunque claro, poco a poco los pensamientos negativos se iban disipando y era algo que lograba calmarla. Relajada como se encontraba ahora, no logró distinguir los gestos que había provocado en el joven bartender con sus frases soltadas, para ella, eran cosas cotidianas, siempre se olvidaba que podían malinterpretarla y bueno, las soltaba sin más. Agradeció que le llenara la copa una vez más, asintiendo con la cabeza en lateral. Bebió gustosa casi hasta la mitad mientras sus oídos conocían el nombre de su interlocutor. ¿Mcnair? ¿Sería familia del esposo de su madrina? Si fuera así, lo tendría que haber visto en la boda y ese no había sido el caso para nada. ¿Sería muy rudo preguntarle? — Mucho gusto Darian —dijo mientras le veía servirse un trago para él, eso hizo que ella se sorprendiera aún más—, no quiero sonar mal educada, pero, ¿no te van a regañar por regalarme bebidas y servirte una tu mismo? Lo que menos quiero es meterte en aprietos. Respondió aquello y él le soltó unas cuantas frases que le hicieron regresar a Nicholas en la mente, no, aquello no era una cita. Ella no tenía citas, ¿sería por eso que actuaba tan raro el aspirante? Genial, ahora tenía una preocupación más en la cabeza, disculparse por desaparecer y aclararle que ella sólo intentaba ser amable. Suspiró un poco fuerte, como tratando de recordar quién había escogido el lugar para el encuentro, y bueno, había sido el Dolohov. — Nicholas fue quien lo escogió —se sinceró encongiendo los hombros—, aunque me encanta la decoración del lugar, no suelo frecuentar bares, me hacen sentir un poco fuera de lugar —le sonrió para que no sintiera que insultaba su lugar de trabajo, pero continuó para explicarse mejor—, sucede que soy de Bulgaria, y bueno, la decoración aunque no es de mi país exactamente, me hace recordar lo similares que son todos los países de Europa Oriental. Solo una vez en tercer año accedí a ir a una taberna cerca de Durmstrang —se rió al recordarlo como si en algún momento sus compañeros de clase fueran a aparecerse por la puerta—, y no fue de mis ideas más brillantes. Volvió a beber un sorbo para tratar de no evocar más recuerdos y quedar en completo ridículo, se dedicó nuevamente a ordenar la bandana turquesa que sujetaba su melena, como si fuera algún gesto que denotara su nerviosismo. — Trabajas en un lugar muy agradable, lo recomendaré a las personas que sepan apreciarlo —añadió dejando finalmente el cabello en paz. @@Darian Mcnair
  11. — Ningún muggle puede realizar nada que requiera magia, esto claro, incluye las Pociones —respondió. Si, así de rápida y cortante, aquel exabrupto corporal del Profesor Haughton la había alterando logrando que el rubor de sus mejillas —por su propio atrevimiento—, se expandiera hasta sus orejas. Siempre había espacio para un poco de educación de sobremesa, de hecho, su gesto la abrumó tanto, que dejó a medio comer una de las galletitas y simplemente ignoró la taza de té. Esperó que el rumbo que tomara la clase no tuviera nada que ver con ingestas de comida ni nada, o se vería en serios aprietos. Podía sentir la mirada del Haughton sobre ella, pero no se atrevió a alzar su mirada hacia él, aunque claro, esto no era personal, le sucedía con casi todos los que iba conociendo en Ottery, ya se había acostumbrado a ignorar un poco a género masculino si la situación lo ameritaba —casi siempre, según su mente, claro—. Respiró pesadamente dejando que el olor del dulce en el te le invadiera las fosas nasales y entretanto esto ocurría para relajarla, un pergamino se extendió frente a ella. Al principio pensó que quizá se trataba de un inglés rudimentario, y bueno, siendo ella búlgara, aún se le complicaban algunas palabras. Sin embargo, una espontánea dislexia ató las letras en el pergamino con lo que decía el profesor. "Rápido", eso escondía, claramente una advertencia para la ojiazul, así que trató de enfocar mejor la frase que ahora, bailaba a sus ojos tratando de ordenarse lentamente. "Si la alumna acepta comer, una poción necesitará para curarse" El rostro de la Ivashkov era habitualmente pálido, pero sin duda alguna, lo escrito ahí le quitó todo rastro de color a sus mejillas. ¡Él profesor había envenenado las galletas! Cuando dijo que escogiera entre alguno de los alimentos, seguramente era porqué cada cosa tenía una poción o mejor dicho, un veneno, dentro. ¿Es qué todos los profesores de Hogwarts llevaban algún curso especial de Pedagogía de la Tortura para poder enseñar? Buscó con la mirada en los estantes del lugar, en algún lado tenía que encontrar algo que la ayudara, una poción, algo, pero claro ...¿Cuánto tiempo le habrá dado el profesor al veneno? No había forma de saberlo. — Tiene un bezoar en alguno de estos estantes, ¿no? —preguntó con cierto dejo de ansiedad en su voz y finalmente enfrentando al Profesor Haughton con la mirada— No va a dejar que muera, ¿o si? @@Dovakhin Haughton
  12. Justo cuando sus labios habían probado un tercer trago de la bebida, el barman decidió hablar y explicar un poco de la mezcla que ahora la Ivashkov saboreaba. Si, era claro que todo era sencillo, pero la ojiazul lo prefería así, sin alcohol, suave y delicado al paladar, sonrío al dejar la copa sobre la barra y deslizar su dedo índice por el borde, ella claro, se dedicó a observar con detenimiento como el líquido formaba pequeñas olas graciosas. - Soy de las que piensa que a veces menos...Es más. Era raro, sus ganas de huir de una situación de la que no supiera como escapar, la habían derivado a otra, que si bien era más casual... Volvía a ser con un caballero. Por enésima vez, se preguntaba a sí misma cómo era que se metía en semejantes aprietos. Pero no tuvo mucho tiempo para, una vez más tratar de darse una resolución. El bartender le avisaba que Nicholas, había optado por irse ¿también se había aburrido o ella se había demorado demasiado? De la manera que fuera, no pudo evitar reírse mientras miraba a la distancia, la mesa vacía. - ¡Gracias, San Voldy, tú jamás me fallas! -exclamó con una emoción contenida y la sensación de tranquilidad le invadía el cuerpo. Tomó la copa y la vacío de un solo sorbo como si de un whisky de fuego se tratara, y ella tuviera una adicción. Si hubiera tenido el temperamento necesario, hasta habría golpeado la barra al dejar la copa. Y ahí le cayó la mirada del bartender y se obligó a aclarar su garganta con una tos ligera, para distraerse, aunque claro, sus mejillas de todas maneras ya se habían llenado de color. -Perdón -se disculpó colocando un mechón de su cabello detrás de la oreja-, no debí decir eso. Me llamo Maida Ivashkov, y si, creo que es mejor quedarme un rato, no vaya a ser que esté aún merodeando por Diagon. Esbozó una ligera sonrisa ladeada, sin atreverse ahora a enfrentar la mirada del chico que le había ofrecido la bebida. @@Darian Mcnair
  13. En el tejado, si, Maida casi va a parar al techo del bar cuando una voz grave la sacó de su ensimismamiento, incluso le pareció sentir el latido de su corazón en la mitad de la garganta. Con los ojos abiertos como platos, miró de donde provenía la voz, aunque él ya estaba con la cabeza gacha perdiéndose en la importancia del orden y la limpieza. Agradecía el gesto de no haberlo encontrado mirándola fijamente o seguramente el rubor se le habría acrecentado. Tomó la copa entre sus manos e intento olisquearlo un poco antes de beberlo, ...Nada. Si, era bastante mala para ese tipo de adivinanzas, pero seguía siendo divertido intentarlo. - Gra-gracias -dijo, aunque al darse cuenta de su tartamudeo, se aclaró un poco la garganta y se escondió unos segundos en el sorbo que le dió a la bebida-...Muy rico...Si. El sabor dulce mezclado con el cítrico de la naranja le suavizaban el ánimo, el temperamento y luego de un momento hasta se encontró a sí misma sonriéndole a las botellas del bar. - Si, la verdad es que no soy muy buena socializando con chicos...Y con chicas igual -dejo la copa nuevamente en la barra y se rió de lo que decía- creo que lo de conocer gente en general se me da pésimo, pésimo.
  14. Luego de todo el ajetreo que se había suscitado últimamente en el Castillo Triviani, gracias a sus impulsos en la última Navidad, Maida decidió que eran un buen momento para dejarse cobijar y esconderse, porqué no, en la residencia de Lusitiha, su madre adoptiva. Después de todo, luego de su accidentada aparición en el Castillo, en una de sus múltiples aventuras desafortunadas, estaba segura que la dejaría compartir una temporada con la familia. Se sentía un poco ansiosa, eso sí, de toparse cara a cada con un par de magos, que, estaba segura, moraban en el lugar, a uno de ellos en particular, hasta tenía ganas de verlo puesto que en la Ceremonia de Iniciación de la Marca Tenebrosa había brillado por su ausencia, porque si, sus ojos azules le habían buscado por todo el recinto, había querido mostrarle que si, que había logrado superar algunas pruebas y que hoy por hoy, se erguía orgullosa sobre sus piernas como un Mortífaga hecha y derecha, por decirlo de alguna manera. Su elfo doméstico llevaba la delantera, y un bolso de piel que cargaba lo justo y necesario, la ojiazul no era partidaria de la ostentación ni del bullicio. De hecho, ahora mismo se preguntaba silenciosamente si debía tocar la puerta, o continuar paseando en los jardines de la residencia Black.
  15. Muchos días después de ambos roles con Lyra y con Alexander — Señorita, abajo se encuentra la Señorita Bridget, a la puerta —anunció su elfo doméstico, llamando su atención y logrando que Maida Ivashkov, dejara su lectura a un lado. Conocía el nombre, era una hermana por parte de Lyra, una a la que le faltaba conocer. ¿Era ella la indicada para recibirla en el castillo? Sin demora alguna, decidió que eso lo iba a descubrir en el camino, y se desmaterializó de su habitación para aparecer en el recibidor y cerrar la distancia entre la puerta y ella con un par de pasos más. Abrió la puerta y ante ella se mostró una hermosa bruja, aunque para ser honestos, no encontró rasgos físicos que las unieran, quizá era la típica habilidad de Maida para compararse con Elphaba, una bruja verde y fea. — Birdget, ¿cierto? —saludó sin presentarse y haciendose a un lado para darle espacio a pasar—, soy Maida Ivashkov, hija de Lyra, es decir, tu hermana. Sin darse cuenta, hasta lo había dicho con un tono alegre, y es que la fascinaba por fin poder decir que conocta a brujas en Ottery, su círculo se había ampliado y eso la tenía mucho más que contenta. — Pasa, me parece que el Castillo está solo, pero la verdad, normalmente me encierro en mi habitación y no hago mucho caso a los que sucede a mi alrededor. @@Bridget Wenlock
  16. Aunque los camarones habían estado deliciosos, la verdad es que Maida necesitaba un respiro, su rostro se hallaba al borde de la fiebre de lo azorada que se encontraba por algunos comentarios de su acompañante, que aunque era muy agradable, resultaba un poco incisivo en algunos temas que simplemente no lograba surcar con facilidad. Se disculpó un poco, y se puso de pie, dispuesta a alejarse al menos durante cinco minutos, los suficientes para recuperar la valentía. Sus pies pronto la llevaron a la barra, dejando la solitaria terraza de lado, la decoración del lugar sin duda alguna la hacía evocar las decoraciones de los pueblos cercanos a Durmstrang, con lo que podía incluso recordar el pesado olor a madera que tanto le gustaba del norte de Europa. Ya sin duda alguna, comenzaba a sentirse un poco mejor, pero no iba a volver a la mesa con Nicholas, aún no. Miró hacia ambos lados, y decidió tomar asiento ahí un rato, perdiendo los ojos azules en las distintas botellas que se encontraban a la vista, siempre le había fascinado la diversidad de colores que lograban hacer que una persona perdiera el sentido. Entretenida en ello, sus dedos comenzaron a ajustar la bandana turquesa que sujetaba su melena. — Vamos Maida, sólo terminas de comer y le pides que te lleve a casa —susurró más para si misma, en una de sus famosas autoconversaciones para darse ánimos—, o mejor aún desaparecer una vez pones los pies en Diagon. Cerró los ojos tirando la cabeza hacia atrás y meneando al cuello, como para liberar un poco de la tensión acumulada en los músculos, respiró suavemente mientras dejaba que la tranquilidad decidiera unirse a su mente, en cualquier momento. Una vez de regreso a su posición normal, decidió quedarse en completa oscuridad un par de segundos más.
  17. Tomó entre sus manos el bolso blanco que había usado en la Gala de Navidad y le sonrió. Sonrisa que desapareció en cuanto vio que Marco le extendía la mano y la invitaba a dar un paseo en los jardines. ¿Había dicho su madre? Ella a pesar de no ser parte directa de la familia Triviani, aún ostentaba una habitación en el castillo, y el que el joven estuviera buscando a alguien tan importante, sólo podía significar una cosa: eran familiares. Se puso de pie sin tomar su mano pero dedicándole una sonrisa, mientras conjuraba un par de guantes que cubrierons sus brazos y pudo tomar el suyo, dejó que terminara su bebida para acompañarlo a caminar un poco mientras pensaba que si resultaban ser familiares, lo mejor sería pasar una temporada con los Ivashkov, como siempre, buscar refugio en la falda materna. — Gracias —le dijo mientras lo guiaba a los bordes del jardín y dejaba que si vista se paseara por los arbustos lejanos—. ¿Así que eres un Triviani? Yo soy ahijada de Alyssa, y te aseguro que si perteneces a su familia, encontrarás en ella todo el apoyo que necesitas en cada paso que des. Recordó con gracia el truco de usar guantes para evitar el contacto directo con los hombres, un miedo que parecía ir calmando poco a poco, quizá era porque el recuerdo de Agares poco a poco se iba desvaneciendo de su mente. De costado, miró al vampiro al que hace unas semanas había permitido que la besara, y bueno, para que negarlo, ell también había respondido unos segundos sin temor alguno. Antes eso no habría sucecido de ninguna manera, y se preguntó, si aquello tenía significado alguno. — Marco, ¿quisiera que te haga un ligero paseo por el Castillo? Las habitaciones son hermosas —le comentó cuando ya estaban por llegar a los arbustos laterales—, no te voy a mostrar la mía, pero puedo señalartela en caso que necesites buscarme o algo. @@Marco Alcott
  18. La voz del profesor se le hizo familiar, pero no pudo recordar de dónde o a quién pertenecía. Sacudió un poco la melena que el día de hoy llevaba suelto y que caía con gracia sobre los hombros, e intentó relajarse un poco, claramente el comentario mordaz del profesor tenía más que ver con la primera prueba de fuerza de voluntad que le extendía sobre la mesa. Tenía hambre, y todas las opciones eran apetitosas, sin embargo, sabía en su interior que comer un sandwich sería muy pesado, y la tarta usualmente tambien llevaba demasiada grasa, así que seguramente con la falta de comida, se le revolvería en el estómago. Extendió una de sus manos y cogió una galleta que, acto seguido, fue mordisqueada por una hambrienta Maida. Al menos, eso controlaría los gruñidos de su estómago. Cuando estaba por la segunda galleta, decidió tomar asiento frente al profesor, y este a su vez, decidió que ya era momento de develar su identidad, pertenecía a la familia Haughton y aunque los había escuchado nombrar alguna que otra vez en las filas tenebrosas, no lograba recordar a nadie con quien le atara alguna simpatía. El único que recordaba, era el impertinente mago que la había casi atacado en medio del Callejón Diagon, sólo por andar malhumorado y con un pésimo sentido de la orientación. De sólo recordar a Dovakhin, los ojos se le pusieron en blanco, casi exasperada, una emoción muy rara en la Ivashkov. — Mucho gusto, Profesor Haughton —saludó con cortesía unos segundos más tarde entretanto su mente evocaba los recuerdos en las clases preliminares en Durmstang—, pues verá, desde los primeros años le cogí un gusto particular a la mezcla de los distintos elementos, para crear sustancias que pudieran ayudarme sin necesidad de blandir una varita entre mis dedos, la investigación de estas mezclas, de sus futuros efectos, la duración y la intensidad de los mismos. Durante su adolescencia, ella había disfrutado mucho sus paseos en las tiendas de herbolarias y tratando de conseguir artículos un tanto más complicados para la educación escolar, todo para experimentar de la mano de Agares, quién era el que finalmente las conseguía, dada su posición en el mundo mágico, lograba favores que una desconocida Maida de catorce o quince años, jamás habría obtenido por cuenta propia. Vio al profesor de nariz ganchuda mientras él le formulaba la primera pregunta de lleno y de la clase. Le sonrió. Normalmente Maida Ivashkov no solía ser muy confiada, sin embargo, el tema le encantaba tanto, que la respuesta le picaba sobre la lengua incluso antes que el profesor Haughton completara la lista de ingredientes. — No sirven para nada, y habrían sido semanas perdidas en el aire, si a esa lista de ingredientes en el caldero no se le suma algo de la persona en la que se desea uno convertir, la mayoría usa cabellos o uñas, que es lo más sencillo de conseguir —explicó mientras el ceño se le arrugana un poco en su concentración—, la Poción Multijugos es una de las cosas más complicadas de hacer, por los tiempos que requieren. O bueno, es mi particular y humilde opinión. Antes de caer en cuenta, su rostro entero se había sonrojado y tuvo que esconderse en una tercera galleta para no tener que confrontar el rostro del profesor.
  19. O sea, y de mi pedido de seguir siendo la ahijada, nadie me leyó T_T ...o sea, lo que vine a decir es que iba a sacarlos de ficha y esas cosas, pero TU AHIJADA VOY A SER SIEMPRE .... o.ó , o sea, no quiero sonar mafiosa (?), pero eso no lo había puesto en discusión U_U ...solo que el Ministerio este, se pone moños muy raros y no deja que uno enlace viste? ¬¬ Además, tengo un rol pendiente ahí con tu nuevo Hijo ...así que a lo0 mejor termino siendo tu nuera (?) xD Nah, es broma, pero yo le puedo enseñar el castillo U_U
  20. El elfo doméstico le volvió a leer la carta y Maida le respondió con un suspiro cansado. — ¿Ves? No es que tu ama se haya vuelto anoréxica ni nada, el profesor pida que vaya en ayunas —le reprendió, quitándole el pergamino entre los dedos y repasando en la mente las instrucciones para llegar al aula, que en realidad, era una cabaña y que la tenía bastante confundida. No conocía los terrenos de la Universidad, apenas y había logrado conocer un poco de Hogwarts, algo de Diagon y Ottery, ¿Cómo era que podía seguir sintiéndose como una extranjera recién llegada cuando ya casi había pasado medio año en Inglaterra? Exhaló con fuerza mientras se ajustaba la capa de viaje, el clima era una cosa impredecible, además, nunca está demás ser un poco precavida. Asintió mirando a su elfo doméstico antes de desaparecer mirando su reflejo en la ventana de su habitación en el castillo Ivashkov. Segundos más tarde, apareció en la Universidad, volvió, ya casi por inercia a darle un vistazo al pergamino y enrumbó hacia el lado que indicaba, haciéndose cada vez más pesada en la boca de su estomago, la sensación de que algo malo iba a suceder, ¿o era el hambre? Cierto era que Maida Ivashkov no se metía muchos bocados diarios a la boca, pero como siempre lo prohibido resulta más atrayente, ahí estaba, deseando una cena con todas sus ganas. A eso había que sumarle lo ansiosa que estaba, habría querido cursar cinco o seis conocimientos a la vez, pero no le era permitido aquello, así que sus ganas de hacer orgullosa a su madre, quedaban ahí colgadas en el aire. Pensando en todo eso estaba mientras dejaba tras de sí el edificio principal de la Universidad y veía como los árboles se hacían cada vez más presentes en el paisaje. debía, tenía, era imperativo que no estuviera perdida. Hasta el momento y gracias al cielo, no se había topado con ningún otro estudiante, pero no se podía estar tan seguro. La ojiazul tenía entre sus dedos la varita, atenta a cualquier movimiento raro —cosa extraña en ella, eso de estar tan pendiente, pero bueno, aprendía a los golpes—, a cualquier sonido que no perteneciera al recinto universitario. Poco a poco, llegó al valle que describía el profesor, y vislumbró la cabaña y las escaleras que tenía que subir para llegar a ella. Si, claro, no, eso sí que no. Se dedicó casi tres minutos enteros en memorizar cada detalle del camino dífcil frente a sus narices y decidió probar su suerte. Cerró los ojos y en cuanto se hubo dado cuenta, ahí estaba, de pie —luego de un feo retorcijón en la boca del estómago—, en el penúltimo escalón, frente a la espesura de los árboles del monte. Sonrió satisfecha de si misma, y avanzó, ahora sí hacia la cabaña. ¡Eso se iba a caer seguro! Toco la puerta, para darse cuenta que esta estaba abierta, ingresó dejando que sus ojos se llenaran con los colores tan diversos entre los objetos que ocupaban la estancia, y luego con el profesor. Uno que recordaba a los viejos magos de los cromos de las ranas de chocolate, ¿sería pariente de alguno de ellos? ¿Algún descendiente lejano, quizá? — Buenos días, soy Maida Ivashkov Black —se presentó terminando de ingresar a la cabaña y dejando todo el verde de los árboles por fuera—, ¿esta es la clase de Pociones? Vaya pregunta boba, ¿cuantas más cabañas colgantes podían haber en la Universidad? Si, mejor era no preguntar. @@Dovakhin Haughton
  21. Holaaaa, vengo a agradecer los cambios que se han hecho ya n_n y a solicitar uno por mi cuenta. Y nada, eso sería todo, muchas gracias de antemano!
  22. Holiiiiii vengo a que me odien (?) No, mentira, venía a decirles que vengo a dar de baja a la familia Triviani como mi familia adoptiva T_T por un tema de coherencia de rol ...pero que no quisiera dejar de ser la ahijada *-* de Alyssa, y si puedo, pues, seguir roleando en el castillo T_T porrque me gusta mucho, o sea, no les pido galeones ni nada T_T ...solo dejenme ser T_T ¿se puede? :cry: O sea, los quiero igual, menos a Candela, que hace cosas raras y le cae encima a la gente , pero bueno, un día no asustará a Maida y todo OK! xD Porfi? Gracias.
  23. Efectivamente, Mushu, identificó al vampiro como Marcos Alcott y por ende, lo escoltó con rapidez hacia el jardín trasero, justamente en el lugar de las mesitas, dónde se encontraba una ya sonrosada Maida aún aferrada al libro de la muggle como si en el lomo de aquel objeto encontrara la calma que necesitaba para afrontar la conversación tan embarazosa luego del encuentro en la Gala de Navidad. ¡Debió haber tenido más amigas en el colegio! Aquello le habría servido mucho para este momento, pero no, ahí estaba ella, sola con sus nervios y las palabras agolpándose detrás de sus dientes. Intentó verlo un par de segundos, pero no, fue incapaz de sostenerle la mirada, y lo peor fue cuando su voz golpeó sus oídos disculpándose por el beso, y ya ella dejó de entender nada. Es decir, si había estado mal ponerse en esos planes, pero la culpa no había sido entera de Marco, ella misma se había dejado llevar, y es más, ella se había puesto solita en semejante situación, quizá si no hubiera aceptado su abrazo, o la invitación misma, no, claro que no...esos gestos podían darle a él la imagen equivocada y bueno, adelantar ese tipo de acciones entre ambos. En un último esfuerzo por calmarse, dejó el libro sobre la mesita y pasó su mano por su boca, como si aquello ordenara las palabras que ahí dentro desordenadas, pugnaban por salir. Respiró hondo, y le señaló la silla frente a ella. — Buenas tardes Marco —saludó con voz mucho más tranquila de la que esperaba, e incluso logró sonreírle sin que sus ojos se chocaran con los de él—, no hay nada que disculpar, realmente creo que ambos fuimos un poco imprudentes y bueno...quizá salir así te dio la impresión de que yo estuviera enojada contigo, cuando en realidad, estaba un poco aturdida aún por el hipogrifo y por el b...—se interrumpió a si misma dándose cuenta de no poder decirlo en voz alta aún sin sentirse avergonzada—, por el suceso. No quiero que pienses mal de mí, normalmente no me comporto así, ni permito esos comportamientos a mi alrededor. Resopló un poco más aliviada y decidió pasear su mirada azul por detrás del vampiro, allá dónde se veían las lindes del jardín y los arbustos parecían siempre un poco más alborotados de lo normal. Su elfo nuevamente hizo acto de presencia esta vez portando una bandeja con fresca limonada y unos pastelillos de chocolate, colocó todo en la mesa, se aseguró de que el ánimo de su ama no hubiera flaqueado y desapareció. — Sírvete lo que gustes, si deseas otra bebida, estaré encantada de poder brindartela —curiosa, descubrió en las manos de él, el bolso blanco que daba por perdido y una caja de chocolates que estaba segura, tenía algunos espacios vacíos, aquello le hizo mirarlo directo a los ojos, confrontar la mirada en la que se perdió semanas atrás, en Navidad—, creo que esos chocolates son míos. ¿Cómo has estado, Marco? @@Marco Alcott
  24. Título: ¿Qué quieres de mí? Cantante: Luis Fonsi Género: Pop Dedicatoria completa: En realidad a nadie, pasa que ahora la escuche, y fue tan abrumador que creí necesario ponerla aquí. Te he bajado la luna para q no vivas a oscuras. He vaciado de espuma el mar, pero no lo ves. He cambiado de corazón para acompañar tus latidos, he traído el río hasta tu puerta, mi mundo se dio vuelta y no lo ves. Tanto he dado que lastima, mi vida he dejado en manos de tu vida, ¿Que quieres de mi? ¿que esperas de mi? Si todo te di. ¿Cuanto cuesta tu alegría? Si al pie de la letra cumplo lo q pidas, yo vivo a tus pies y tu no lo ves y sigues vacía ¿que quieres de mi? ¿Que quieres de mi? He perdido la dignidad callando cada ruido para darte paz, me han herido cuando quise defenderte, por ti peleo a muerte y no lo ves. Tanto he dado que lastima, mi vida he dejado en manos de tu vida, ¿Que quieres de mi? ¿que esperas de mi? Si todo te di. ¿Cuanto cuesta tu alegría? Si al pie de la letra cumplo lo q pidas, yo vivo a tus pies y tu no lo ves y sigues vacía, ¿que quieres de mi? Este es mi modo de amar, no tengo mas para dar. Tanto he dado que lastima, mi vida he dejado en manos de tu vida, ¿Que quieres de mi? ¿que esperas de mi? Si todo te di. ¿Cuanto cuesta tu alegría? Si al pie de la letra cumplo lo que pidas, yo vivo a tus pies y tu no lo ves y sigues vacía, ¿que quieres de mi?
  25. — Evanesco —dijo Maida sin estar muy segura cuando aquellas medias lunas viajaban hacia ella, con tranquilidad las vio desaparecer—, perdona si no tomo este recibimiento como una ofrenda de paz. El relámpago de hacía unos momentos le había dejado ver el rostro del mago que tan libremente la atacaba, simple y gratuitamente por el hecho de querer buscar en la mimsa biblioteca que él. ¡Vaya pecado! Sin embargo, algo le tiraba desde el ombligo, la sensación de que si no paraba un poco con el tema violencia, la que saldría peor librada sería ella. No estaba clara ni en qué hechizos usar, ni qué tan poderoso era el personaje que se cruzaba justamente esta noche con ella, pero definitivamente, no se iba a librar de averiguarlo. ¿Es que a acaso podía haber tanta coincidencia para que dos magos se cruzaran en una noche de tormenta en la misma biblioteca abandonada? No, no era el momento para las cavilaciones. Volvió a empuñar la varita y trató de herirlo. — Lo que yo busco, no creo que sea de tu incumbencia —dijo en un tono muy seco y hasta maleducado— ¡Sectusempra! —lanzó mientras un rayo verde estaba dirigido hacia él, con la firme intención de generarle múltiples cortes profundos en el cuerpo. Al menos para hacerlo retroceder en sus intentos de acabar con ella— El lugar es bastante amplio y no creo que vayamos detrás de los mismos libros. @Orión Black

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