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Eobard Thawne

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Mensajes publicados por Eobard Thawne

  1. ⎯⎯Puede que haya encontrado en mí el espécimen perfecto para realizar toda clase de pruebas ⎯ respondió el Black Lestrange con humor, pensando en su recientemente mala suerte desde que el Señor del Caos decidiera que estaba destinado a fallar ⎯. O tal vez es que la he tentado demasiadas veces seguidas. 

    Observó con cierta calma que Runihura se defendía de las flechas de fuego que ella misma había causado a él que lanzara a perpetuidad, al menos, hasta que Eobard conjuró el Aura de Poder, quedando aquello en un lejano recuerdo. Tocaba volver al ruedo, y sabía que la Uzza no se detendría ante nada para hacerlo caer nuevamente. Era algo que estaba, prácticamente, escrito desde el momento que lo recibió en el Libro del Caos. 

    Malos recuerdos vinieron a su mente cuando su mentora invocó la Vara de Cristal, pues sabía lo que se venía, y no tenía muchas alternativas para detenerlo. Su piel se abrió como lo hiciera en la prueba del anterior libro, causándole un dolor indescriptible. Mordiéndose el labio, pensó en un Episkey no verbal, para curar de emergencia los cortes que la Uzza le había infligido en el pecho y el abdomen. Al menos, de momento, el flujo de sangre se había detenido, pero quedaba recobrar su fortaleza al máximo.

    Estaba débil, pero vivo, por lo que de presentarse la oportunidad de curarse totalmente, no la desperdiciaría. 

    ⎯⎯¿Y no es más fuerte el diamante forjado a la fuerza, o la escultura tallada por erosión en aras de un propósito mayor? Aunque cabe mencionar que, en cada muerte que me ha dado, el escape no ha cruzado mi mente. 

    El Aura de Poder entraba en funcionamiento, por lo que ya no estaba obligado a lanzarle la andanada de filamentos en llamas a su instructora. Aprovechando esa Aura, que momentos antes había ocasionado una lluvia de estrellas, conjuró el maleficio Levicorpus de forma no verbal, un encantamiento que, de no ser por el Aura que tenía, habría sido imposible de realizar debido a que era de mayor rango del que ostentaba el castaño. Así, Runihura sería levantada de los tobillos, como si una mano invisible del Troll del Libro del Caos hubiese decidido ponerse en contra suya. 

    Aquello le daría un cierto tiempo de ventaja al castaño, mientras ella se liberaba a través del contramaleficio. Sabiendo lo que seguramente le esperaría, pensó en un Curación sin tener que mover los labios, restableciendo los remanentes de las heridas del Sectusempra, y curándose en su totalidad sin consumir una valiosa acción en ello. 

    ⎯⎯No hay precio que no esté dispuesto a pagar en mi búsqueda por el conocimiento. Si la muerte es uno de ellos, con gusto aceptaré el sacrificio, sólo así uno es capaz de trascender ⎯ respondió, una vez más reafirmando su idea de visitar a Báleyr una vez que todo eso terminara ⎯. Parece que estamos destinados a hacer esto, hasta que logre evadir al Desconocido. 

    Una clara referencia a aquella entidad con la que solía asociarse la muerte, en forma de una persona con capucha sin rostro aparente, y que solía cargar con una guadaña o algún arma filosa; también existía la posibilidad de que su propia versión de la muerte fuera la mismísima Runihura. 

     

    @ Runihura

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  2. En su experiencia, no existía tal cosa como la suerte. Todo era cuestión de decisiones, y ni siquiera estas podían clasificarse en buenas o malas; era meramente el desempeño y actuar de uno mismo lo que determinaba los resultados a futuro. Durante una fracción de segundo, el castaño creyó que Runihura le daría una oportunidad, pero tal como en las otras ocasiones, erró considerablemente, y tuvo que pagar el precio de ello. 

    ⎯⎯Tengo entendido que el Libro de Hermes Trimegisto es toda una travesía emocionante, cual montaña rusa, así que, por el bien del conocimiento, la estaré esperando ⎯ respondió, sumamente emocionado por la expectativa de compartir la clase con la guerrera Uzza. 

    Aunque, para ello, primero tenía que sobrevivir a la prueba final que en esos momentos tendría lugar a campo abierto, donde solo las luciérnagas y los espectros serían testigos. Previo al combate había recibido un duro golpe gracias a un Sectusempra, que había curado con un par de Episkeys, pero sin duda el dolor más grande era en su orgullo. Tres batallas seguidas debían significar que estaba progresando, pero en todas su destino había sido sellado por Runihura. Quedaba ver, si los viejos y nuevos dioses eran benevolentes con el primogénito de Hivolt Thawne.

    Ella jugó su mano, y le tocaba a él hacer lo mismo. La neblina le causó conflicto, no por ser ajeno a esta, pues su mentora le había mostrado el funcionamiento unos momentos atrás, sino por el efecto que esta le producía. Era una artimaña para obligarlo a gastar uno de sus valiosos movimientos en realizar un hechizo que seleccionara. Eobard temió lo peor, pero encontró un respiro al escuchar de cuál se trataba. 

    ⎯⎯Fortificum. 

    Su varita realizó la invocación de un muro de mármol de casi dos metros de altura, lo suficientemente alto, y ancho, de hecho, para cubrir a su persona, causando que los proyectiles no dieran en su objetivo. No tenía muchas ganas de ser incinerado, por lo que evitaría a toda costa cualquier ataque que se planteara en hacerlo perder valiosas acciones para curarse. Era su momento de poner en práctica lo enseñado por la docente, y tenía en mente la primera Aura que quería utilizar. 

    Quería seguir el juego de la Uzza, al menos una vez, por lo que se preparó para sacrificar una de sus acciones en pos del efecto que había causado el Aura de Confusión. 

    ⎯⎯¡Flechas de Fuego, vamos! Una elección curiosa, debo decir, me habría esperado la Arena del Hechicero. 

    Una andanada de filamentos en llamas salió disparada de su varita, con la intención de atacarla. De impactar, ocasionarían serias heridas sangrantes en la piel, por decir lo menos, además de la sensación de quemazón que producían. Un hechizo, que el castaño no solía usar a menudo por su idea de que era un sufrimiento demasiado rápido.

    ⎯⎯San Mungo tal vez me reciba una última vez, no podemos sacar conclusiones adelantadas, pero podría apostar a que así será ⎯ reflexionó el castaño, recordando lo que Runihura le había contado acerca de la muerte ⎯. Digo, tal vez me lleven al ala psiquiátrica por mi tendencia autodestructiva. Pero no puedo negar, que la muerte y su naturaleza son un campo que recientemente me ha atraído.

     

    ⎯⎯Aura de Poder ⎯ recitó con tranquilidad, ocasionando que apareciera otra lluvia de estrellas de blanco resplandor en el firmamento. Aquello le daría la capacidad de emplear hechizos de un rango superior al que ostentaba, aunque tendría que esperar para hacerlo, pues aquello tendría lugar hasta el siguiente turno.

    Estaba consciente de que aquello no consumía acción, por lo que su estrategia aún era vigente.

     

    @ Runihura

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  3. ⎯⎯¿Será acaso una profecía de que el resultado de los duelos anteriores volverá a repetirse? ⎯ inquirió el castaño, volviendo brevemente al recuerdo del Troll que lo aporreó al final del Libro del Caos; había aprendido a la mala a no subestimar a una Uzza tan astuta como lo era Runihura ⎯. Me hará considerar pagar por un seguro en San Mungo. Y sobre la dinastía Thawne, bueno, nunca hay que darlo por perdido. Lo que una vez fue, siempre será hasta el final de los tiempos, como la oscuridad que nos envuelve en estos momentos. 

    Aún presentaba efectos secundarios de haber usado el Aura de la Muerte; no era un Nigromante, ni mucho menos, pero sí sentía cierta cercanía con dicho poder. No obstante, aquella sería un travesía a la que se enfrentaría más adelante, de sobrevivir a lo que la más joven de los Guerreros tenía preparado para él. Le mostró otros dos hechizos, cuyas auras podía decirse que eran un potenciador y un escudo mismo. «A veces, el mejor ataque es la defensa», pensó, planteando la posibilidad de invocar a un ejército de caídos de alguna de sus familias. 

    ⎯⎯¿Esa excepción se extenderá entonces al duelo que sostendremos al final de esta clase? Digo, sería muy interesante enfrentar un escudo fantasmal con algún otro de esos poderes.

    Realizó sus apuntes mentales respecto a los otros dos poderes que le estaba mostrando Runihura; uno de ellos potenciaba la capacidad del usuario y su equipo para poder usar hechizos de mayor rango, mientras que el otro servía más como un escudo tétrico ante ataques. Con todo, el castaño comenzaba a entender mejor la complejidad de las Auras y como un mal uso de las mismas podía devenir en la derrota de alguno de los dos equipos que se enfrentaran y las estuvieran usando. 

    ⎯⎯Aura de Poder ⎯ pronunció, mientras la lluvia de estrellas se unía a la que la Uzza había conjurado antes, y se volvía parte del firmamento ⎯. Da una sensación de seguridad, sin duda es un arma de doble filo por la confidencia de ganar el combate. Una mala elección, aún con hechizos de alto rango, y terminaría en San Mungo peor de lo que estoy ya.

    Había tratado de ocultarlo, pero un ligero estremecimiento lo recorrió cuando los fantasmas hicieron su aparición. No les tenía miedo, ni mucho menos; Badru lo había llevado al reino de las sombras una vez, y había salido medio vivo de ahí, por lo que no tenía que temerles. Pero era precisamente la sensación de falta de vida la que le era aún ajena, a pesar de que en su familia sanguínea eran usuales las prácticas más peculiares de las artes oscuras. Mientras se mentalizaba para dejar atrás la sensación de superioridad y poder en su varita que el Aura de Poder le confería, pronunció el siguiente hechizo.

    ⎯⎯Aura del Escudo Fantasmal. 

    Como sacados de una película de terror, otro puñado de espectros hizo acto de presencia en el tranquilo vado, donde los que conjuró Runihura tenían una actitud defensiva, como las armaduras en Hogwarts. Eobard había pensado en los caídos de las dinastías Thawne y Black Lestrange para que aparecieran, por lo que un sinnúmero de las primeras generaciones de magos y brujas de dichas familias se sumaron a lo que parecía convertirse en un cerco fantasmal. 

    ⎯⎯Supongo que a esto se refieren cuando dicen que la familia nunca abandona. Un aura bastante útil, considerando que impide que entre cualquier hechizo y sin consumir acción, son muy pocos los poderes que son capaces de plantear tal estrategia.

     

    @ Runihura

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  4. ⎯⎯Black Lestrange, de hecho. Renuncié al linaje Thawne hace unos años, pero eso no quiere decir que esté en malos términos con ellos ⎯ respondió con una media sonrisa, acompañando a la Uzza mientras observaba el infinito nocturno ⎯. Y creo que más que un capricho, así lo han vaticinado los astros; Marte aún brillaba con fiereza hace un par de semana. 

    Aquello, desde luego, era un augurio que invitaba a la guerra; en el caso de Eobard, lo interpretaba como el presagio de que su próxima clase también se situaría en un contexto fuera de lo usual. Escuchó la explicación de Runihura respecto a las auras, relacionándolo con sus propias experiencias y el conocimiento que tenía de antemano. Su acercamiento a la Legilimancia, aunque complicado, le había enseñado a distinguir mejor a las personas; sí, era cierto que aún no era capaz de ver el color de sus auras, pero a la mala aprendió a leer mejor ciertas señales. 

    ⎯⎯Mi entendimiento de estas se resume en lo que ha comentado, aunque viene a mi recuerdo el hechizo Obsistens, del Libro del Druida, y la Vara de Cristal, que tantos problemas me dio en el Libro de los Ancestros ⎯ repuso, haciendo memoria breve de las veces que había utilizado dichos poderes ⎯. Podría decirse que son una especie de conducto de las auras, ya que su color en ambos casos varía según el mago o bruja. La mía podría estar entre un tono azul y verde, pero quizá sea más ad hoc la amarilla, como el guerrero, Thunder Zerker. 

    Conforme la joven de los Uzza iba mencionando las dos auras, en el ejemplar del Libro de las Auras que el castaño había llevado a la clase comenzaba a emanar la tinta de sus páginas, comenzando precisamente con aquella relacionada con los poderes del Fénix, acompañada de un dibujo de la criatura que le daba su nombre, y un bosquejo que se asemejaba a la descripción de Runihura, con una figura envuelta en dicha esencia. El aura de la muerte, por otro lado, sin duda la relacionó como su contraparte; estaba más que familiarizado con las artes oscuras y el uso de magia tenebrosa, por lo que no le sorprendía su existencia. Eran como el orden y el caos, así que sus anotaciones las acompañó de un modesto trazo de un cráneo humano.

    ⎯⎯Bien, comenzaré con la primera que me ha mencionado, porque es de la que más desconozco ⎯ sentenció, extrayendo el fragmento de nogal negro de uno de los pliegues de su vestimenta ⎯. Aura de la llama del Fénix. 

    A su alrededor, comenzó a envolverlo un espectro de que le imbuía una sensación de calidez, como si su cuerpo estuviera en llamas. Sobre sus hombros se formaban las alas, y unos metros arriba de su cabeza se podía distinguir la cabeza y pico del ave, cuyo destello hacía ver a las luciérnagas como adornos de Navidad desgastados. El resplandor era como estar dentro de una aurora boreal, y al escupir el "fuego", el entorno en el que estaban se sintió como si toda la energía oscura hubiese sido neutralizada temporalmente. 

    ⎯⎯Interesante experiencia, es como si uno formara parte del lado de la luz, ¿no es así? Al menos, de forma simbólica, y con el suficiente poder para hacer que otros no lancen conjuros tenebrosos, y que estos sean de menor rango, en caso de que decidan hacerlo. Un poder casi cósmico el del Fénix. Pero llega la hora de poner a prueba lo que viene, ¡Aura de muerte!

    Lo engulló la sensación de oscuridad, de silencio, elementos que comúnmente se asociaban con lo que le daba nombre a esa aura. Un fulgor fantasmal, acorde con una tonalidad verdosa, muy similar a la que se veía cuando utilizaba el Obsistens, fue emanando de su persona, hasta que el Black Lestrange extendió ambos brazos hacia los lados, y despidió el poder que confería esa aura, eliminando la potente iluminación que momentos antes se había hecho presente. Ahora, al contrario, se percibía más penumbra que cuando había arribado, por lo que los insectos hacían de su única fuente de luz, además del satélite natural terrestre. Se sentía casi como la niebla que aparecía previa a un ataque de dementor. 

    ⎯⎯Dos caras de la misma moneda. 

     

    @ Runihura

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  5. Con aquel final tan electrizante que Rosália Pereira les había regalado para su clase de Legilimancia, el castaño decidió retirarse unos días a Boston. En cierta manera, servía de preparación para la prueba en un entorno distinto de la mansión de los Black Lestrange, y también como excusa para visitar a su familia adoptiva, fruto del revivir algunos de sus recuerdos con ellos al desarrollar sus capacidades como legilimante. 

    Allí, pasó un buen tiempo con los Thawne en su casa de los suburbios muggle, como había hecho años antes después de huir de Europa por la creciente guerra. Y desde luego, probó su recién estudiada habilidad con algunos, para evitar oxidarse. Había elegido tomar un recuerdo de Jessica Thawne, hija biológica de Hivolt, con quien había compartido parte de la infancia hasta que se marchó a Oceanía. Recién regresaba a Estados Unidos, y parecía la candidata perfecta para la tarea que la Arcana les había dejado. 

    Durante una de sus charlas para ponerse al día, el castaño, aprovechando el contacto visual, hizo lo propio para adentrarse en su mente; para sus adentros, él lo hacía con una buena causa, y no encontró muchas complicaciones para acceder a sus recuerdos, más que mantener su mente en la de Jess, y además, continuar la conversación sin parecer que estaba ensimismado. 

    La lechuza rojiza anunciaba el comienzo del final para esa travesía. 

    ⎯⎯Buenas tardes ⎯ saludó el castaño, apareciendo tras haber abierto un portal con el Fulgura Nox desde el otro lado del océano. En la mano libre de la varita, sostenía el recuerdo, que había almacenado en su mente y posteriormente extraído ⎯. Hace una tarde espléndida en Boston, temo que me he maravillado de más con la hojarasca del inminente otoño. 

    Prestó oído a las indicaciones que la Arcana de Legilimancia les comunicó respecto a las cuatro pruebas que tendrían que superar para llegar a la Sala Circular, un lugar con el que estaba más que familiarizado. En esencia, las diligencias parecían simples, pero uno no podía confiarse por lo superficial; los ojos podían ser fácilmente engañados, era mejor confiar en la mente. 

    ⎯⎯ Qué comience el acto final. 

    Dedicó una cabezada a su compañera, a manera de desearle éxito para la prueba, una vez que su mentora los dejó, y se dispuso a tomar el camino menos idóneo, el de adoquín de piedra, para poder ir descartando lugares. Recordaba que al lago se llegaba por un camino de terracería, sencillo, pero quizá eso había cambiado en varios meses sin estar ahí. 

    ⎯⎯ ¡Ayude a un triste aspirante perdido! Este camino es demasiado elegante como para llevar al lago, ¿no cree? ⎯ preguntó a un transeúnte que caminaba en dirección opuesta a él.

    ⎯⎯¿Qué? Uh, esto... No sé a qué lago se refiere ⎯ respondió la otra, desconcertado. Miro hacia sus espaldas, como buscando algo invisible ⎯. Seguro que le dieron las direcciones equivocadas, por aquí se va hacia la felicidad. 

    Desde luego que eso no le decía mucho, por lo que vació su mente e intentó acceder a la de la mujer, a quien sus pensamientos la traicionaban. Fue nadando por el mar de memorias, hasta llegar a una que estuviera relacionada con ese sendero. Siguió una versión más joven de su sujeto de pruebas, para enterarse que ese camino eventualmente desembocaba en una plazuela en la que la vida cotidiana parecía suspenderse por unas horas, a manera de comida y entretenimiento callejero al más puro estilo medieval. Esbozó una media sonrisa al percibir la felicidad de la que hablaba; era una situación casi minimalista. 

    Así, pues, decidió abandonar el elegante camino, para tomar otra bifurcación, aquella en la que se confundía todo con la niebla, y lógicamente parecía más tenebrosa. 

    Pronto se encontró dando vueltas en círculos, pues ni la luz de su varita mágica podía disipar la neblina; era como si ese lugar deseara que se perdiera y no llegara al cuerpo de agua. Fue sólo cuestión de tiempo para que se tropezara con otro perdido, un muchacho en edad de Hogwarts, quien debía llevar más minutos que él en ese espacio de desesperación. 

    Aunque en ese ambiente era difícil mantener el contacto visual, hizo lo que pudo para encontrarle, adentrándose en sus emociones, que percibía intranquilas. En efecto, llevaba ya un par de horas ahí, queriendo escapar del cuerpo gaseoso. Entre sus memorias encontró un pequeño parque que había visitado antes de perderse, y lógicamente la sensación intranquila le decía que no iba por buen camino; si seguía ese trayecto, posiblemente terminaría del otro lado del recinto, bastante lejos del lago. 

    Dando traspiés, fue a parar a un tercer sendero, lodoso y coronado por árboles. Parecía más acorde a lo que buscaba, y la baja afluencia de personas también se lo sugería, pues no todos presentaban pruebas en la pirámide tan a menudo. Al primero que encontró fue un pequeño de unos diez años, que buscaba a su hermano, y cuya ropa goteaba, indicando que se había metido en algún sitio con suficiente agua como para mojarse. Leyó su mente al susurrar Legeremens, encontrándose con una sensación de frescura y lo que parecía ser un amplio lago. Confió ciegamente en lo que vio dentro de su mente, y se dispuso a seguir ese maltrecho camino. 

    ⎯⎯Pescado fresco y sabroso, ¡para la buena suerte! Debería llevarse uno, joven. 

    Se detuvo casi en seco, usando los talones de sus botas como freno, para procesar lo que había escuchado mientras se giraba hacia la voz que le hablaba. Un pescador agitaba aquellos animalejos, que parecían de agua dulce y no de aguas abiertas, como si fuese una señal. ¿Valía la pena adentrarse en su mente, o jugaba su tiempo a descubrir lo que había al final del sendero? 

    ⎯⎯Llevaría uno, pero antes me gustaría preguntarle algo ⎯ concertó, colocando el índice y anular sobre la sien derecha, mientras le dedicaba una mirada de análisis ⎯. ¿Le molesta si conozco sus más oscuros secretos?

    Con la pregunta retórica al aire, inició su incursión en la mente del anciano. Primeramente se encontró con una historia de familia, donde el arte de pescar había pasado de generación en generación, así como una lección empírica de cómo encontrar cuerpos de agua. El pequeño crecía y se convertía en un maestro de las aguas, que sentía emoción y felicidad al preparar las cañas y las redes para salir a la mar. Su versión más veterana, similar a la que tenía frente a sus ojos, ocupaba ahora su lugar, enseñando a su nieto sobre los secretos para atraer a los peces. Una imponente estructura antigua se podía vislumbrar a lo lejos, mientras el anciano y su nieto caminaban por el mismo sendero que el Black Lestrange. 

    Compró un par de pescados, como muestra de buena fe, y continuó con su travesía, confiando en que llegaría al sitio indicado. Sus sentidos no eran tan agudos, pero casi podía asegurar que el lago estaba cerca. Un par de pasos lo separaban de la siguiente etapa en la que tendría que utilizar el recuerdo que había tomado de su media hermana. ¿Lo lograría, o sería otro espejismo como el mundo alterno que habían visitado en la última etapa de clase?

     

    @ Rosália Pereira

    ~~~

    (*) Off: Buen día, Arcana. Estaría requiriendo otros dos posts para llegar a la pirámide, y dentro de la prueba considero que con tres bastaría, a reserva de algún comentario al respecto. Muchas gracias de antemano.

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