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Eobard Thawne

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Mensajes publicados por Eobard Thawne

  1. La aparición de Rosália no se hizo esperar. El Black Lestrange apenas había inclinado la cabeza a manera de saludo a su compañera, cuando la cabellera roja entró en su campo de visión. Sabía que reconocía ese aroma; era el mismo que había interrumpido la confrontación entre Juv y él, la primera vez que había invadido la morada de la Arcana. 

    Eso auguraba cierta posibilidad de que la historia se repitiera, o tal vez eran alucinaciones suyas.

    Tomó la invitación de la mujer a ingresar, no sin antes percatarse en el extremo detalle que había a su alrededor, no sólo en su vestimenta, sino también en el recinto al que los guiaba. Era como pasar de la tranquilidad que supone una edificación a la impredecible intemperie, cuidando cada elemento para establecer un orden. ¿Era aquello real, o estaría jugando con la percepción de la realidad de ambos?

    Adoptó la posición de loto mientras tomaba asiento en uno de los almohadones de la estancia. Mientras su compañera respondía las interrogantes de la Arcana, el Black Lestrange pensó en una infusión de jengibre con una pizca de limón, esperando que su taza le devolviera ese conocido sabor al ponerla sobre sus labios. 

    ⎯⎯Solían llamarme Eobard, pero esos son recuerdos de una vida pasada, supongo ⎯hizo una pausa para ingerir su bebida ⎯. Vine aquí no sólo para aspirar a conocer de primera mano la legilimancia, sino también para ordenar mis pensamientos.

    Tenía la sensación de que sus respuestas resultaban vagas, por decir poco, pero lo cierto era que sus interacciones con ramas tan avanzadas de la magia habían resultado limitadas, a pesar de que en su familia había varios legilimantes. Ada había dado en el clavo con su definición, por lo que era su turno de aportar.

    ⎯⎯En mi caso, sé que la legilimancia es parte de un todo; se complementa con la oclumancia, que sería la otra cara de la moneda. Nos permite apreciar más allá de nuestros ojos, e incluso podría ser una herramienta para acceder a memorias perdidas hace tiempo.

    El silencio tras su intervención sólo fue interrumpido por otro sorbo a la taza para poder hidratarse. Ya había tenido la experiencia de aprender de otros Arcanos, así que sería sincero al respecto. 

    ⎯⎯Lo que respecta a mis expectativas, creo que puedo esperar algo así como prueba y error. La teoría suele complementarse con la práctica, aunque lleguen a existir excepciones ⎯torció el gesto ante lo que estaba a punto de decir⎯. En cuanto a mí como legilimante, una mente menos fragmentada. Porque, vamos, para poder ver dentro de alguien más, primero deberíamos tener una mente medianamente organizada, ¿no? 

    • Me encuerva 1
  2. «¿Terminará lo que inició? Es muy viejo para ese tipo de entrenamiento. » 

    «No tiene mucho sentido que incursiones en las mentes de otros, si la tuya es un libro abierto.»

    Pensamientos como esos se arremolinaban alrededor del Black Lestrange mientras emprendía la marcha a la vivienda de la arcana de Legilimancia. Conocía el camino, para su moderado escepticismo, sus pies parecían recordar hasta la más mínima depresión del sendero, evitando que se tropezara. Regresaba, un segundo aire que quizá resultaría en una bocanada de aire fresco. 

    Llevaba años fuera del ojo público mágico; se había esforzado tanto por hacer que los reportes de su caída, registrada durante la pasada guerra en Europa, fueran creíbles. Conservaba gran parte de su físico, pero debía reconocer que había envejecido, lo cual quedó confirmado cuando a sus fosas nasales llegaron los aromas embelesadores que provenían del invernadero en el que Rosália Pereira encaraba a los aspirantes a la habilidad. 

    ⎯⎯Sip, definitivamente me he vuelto intolerante a lo dulce ⎯cerró ambos ojos con cierta premura, mientras extraía un pañuelo de la chaqueta para frotar su nariz. La alergia veraniega no perdonaba ni al más mundano de la familia de la que era cabeza. 

    En esta ocasión, llegaba a un acceso distinto del que había cruzado la ocasión anterior, lo cual era entendible, puesto que los invernaderos solían tener más de una forma de ingresar. ¿Llegaba tarde, o temprano? Con los Arcanos, elementos como el tiempo solían quedar en segundo plano. 

    Así, se tomó la libertad de cruzar con entera tranquilidad, quizá más de la que solía exhibir, el recinto, a la espera de algún acto de presencia. Seguro el resonar de sus pasos despertaría hasta al sueño de troll más pesado; si era justo, no se había encontrado con uno desde que trabajaba para la dependencia ministerial que vigilaba a las criaturas mágicas.

    ⎯⎯Que comience la partida.

    • Me encuerva 1
  3. ¡Hola! Vengo a hacer una consulta, derivada de una duda existencial.

    Hace ya un tiempo me anoté a Legilimancia, pero por azares de las clases en línea y tal, colgué y ya no le di continuidad. Lo de siempre. (??) 

    En fin, sólo vengo a preguntar si puedo retomar, porque ya va a ser un año de eso xD De hecho, el cobro por la habilidad fue el último que se me hizo -> Dineros

    Gracias a quien responda, salu2. 

  4. La ventaja que le suponía estar muerto, al menos en términos oficiales, era ahorrarse las interminables justificaciones de su viaje hacia lo desconocido. Como si eso hubiese importado entonces, o lo hiciera ahora. Wells se había encargado de notificar a sus allegados que el joven Black Lestrange sufrió heridas importantes al estar presente durante los ataques del infame Día de la Ira en Hogwarts, cuando aún trabajaba ahí. Aquello le permitió desplazarse hasta el otro lado del océano, con la apuesta de una vida más tranquila; pero, las pesadillas jamás se fueron.

    ⎯⎯ Acogedor, muy bonito ⎯ fue lo único que alcanzó a articular, cuando la sensación de bochorno causada por la creciente vegetación alcanzó su sistema respiratorio. 

    Con aquel calzado alto, le costaba un poco mantener el equilibrio; había pasado tanto tiempo desde que había usado su apariencia física original, por lo que no terminaba de acostumbrarse a sus pies más delgados. La puerta rodeada por rosas lo recibió como si se tratase de una versión tétrica de alguna atracción del día de San Valentín. Apoyó el puño sobre el acceso, como si fuera a llamar, pero finalmente se adentró en las entrañas de aquel recinto natural. 

    Parecía que el rastro acababa ahí, pero la brújula que lo guiaba en aquella ocasión era más ¿espiritual? Había forjado una cierta conexión con la Macnair, por lo que estaba seguro de la encontraría en ese sitio. Le tomó un tiempo dar con ella, pero finalmente se encontró en el herbolario, que tenía más pinta de un observatorio entre la flora; no anunció su llegada con un carraspeo, o el crujir de la madera bajo las botas de siete leguas. 

    ⎯⎯ La Herbología nunca fue precisamente mi fuerte en la escuela. Por favor, dime que hay un poco de Lazo del Diablo por aquí, dicen que se vende bien en ciertos mercados alternativos.

    Juliette parecía reposar, como víctima de algún esfuerzo sobrehumano. Quizá no había cambiado desde su último encuentro, aunque la oscuridad en sus manos llamó la atención del castaño, quien podía relacionarlo con algo más allá de la propia magia oscura o temas tan terrenales como lo era la magia humana. Sin esperar a la reacción ante su llegada, tomó asiento a su lado, en la posición de la flor de loto.

    Así parecía un reencuentro tan casual como serio, propio de las veces en que ambos habían coincidido. Era casi como volver en el tiempo. 

    ⎯⎯ Has estado ocupada, por lo que veo ⎯inclinó la barbilla en torno a sus extremidades superiores, mientras se retiraba las gafas ⎯. Tu elfo es bueno, me encontró en el escondrijo más recóndito de este planeta. Creo que ya era hora, ¿no crees? De ponernos al día. 

     

    @ Juliette Macnair

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  5. El Miaverse sucedió todo el tiempo en tu cabeza, así que tienes que contarnos que fue lo que viste (???)

    Mentira. Creo que la gran mayoría intenta lidiar con el trabajo y los gajes que supone ser un adulto medianamente responsable, porque los vicios no se pagarán solos. Igual espero que les esté yendo bien, yo extraño quejarme del relleno infinito en mis roles y las promesas casi igual de infinitas de rolear en la mansión, pero ya me pasaré. Eventualmente, y posiblemente sea para darle fin al Arañaverse.

    Feliz cumple (atrasado) a Dennis /o/

     

    Salu2. 

  6. Más que una simple mortal, en una demo poderosa y, por aquel entonces (creo), la directora del bonito Banco, así que mortal creo que sería subestimar esa versión. 🤔 JAJAJA, no pegues, que está dormido, no hagan ruido *le pone un gorrito para dormir al brazo* Sí, ya fue la segunda, pero como tengo pendientes que hacer/escribir, he tenido más actividad que esa vez x.x 

    Juv, pero el tío Arañito nunca dominó, fue Mía quien movía los hilos (?) #SíSeFueSeñorStark Mira que lo de Badru suplantándola estuvo bien, no esperaba que saliera tan bien en el contexto de una clase, pero el Uzza lo supo manejar, y pues ahí quedó xD Creo que por ahí sigue el topic, si es que no se perdió, luego veré si lo busco para recordar tiempos de tochos. 

  7. No puedo con el meme de los tres Spidey xDD Es buenísimo, y queda acorde con la temática del Míaverse. Cuando Kamra mencionó que estuvo cuando nació ese multiverso, sonó como No me hables de las sagradas escrituras, yo estuve ahí cuando fueron escritas *inserte a Aslan* (?)

    Jessie hizo la pregunta correcta: ¿Por qué no debería haber Míaverse? Que la escena post créditos de la primera película de la trilogía revele al villano, no significa que ahí debe quedar xDD En todo caso, yo pido la versión de Mía cuando Badru la suplantó, porque es malvada, pero no tanto como la original; y eso es lo que mantiene el balance del multiverso. 

    Me ha costado escribir las líneas, no porque se me esté adormeciendo el brazo, sino por estar fuera de práctica, así que solo dejaré salu2 y ya. *se va a regenerar las patas que le arrancó Juv*

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  8. ¡Mundos vivirán, mundos morirán! El multiverso, jamás será el mismo. 

    Ah, esperen, ésa es otra crisis (?) Nos hemos reunido aquí para discutir los términos del Míaverse, y también para que éste sea un bonito espacio de esparcimiento para los miembros de la familia (los que no fueron eliminados por la onda de antimateria). Principalmente lo segundo, porque aún no sabemos las consecuencias que puede traer el jugar con el multiverso. Cuentan por ahí que hay un tipo vestido en mallas de araña que intenta superar a otros sujetos vestidos como animales. 

    Y, creo que eso es todo, no olviden que el spam está prohibido, o al menos eso es lo que recuerdo xD Aprovecho para etiquetar a la creadora del Míaverse, @ Mia Black Lestrange , y que comiencen los posts infinitos. 👀

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  9. Revivir viejos recuerdos del pasado resultaba como un balde de agua fría para el castaño. Sus primeras experiencias con la metamorfomagia no habían sido precisamente agradables; cambiaba ante situaciones de estrés, y ciertamente los enfrentamientos en contra de su tía entraban en la categoría de dichos eventos. La relación entre Juv y él era más bien una ¿rivalidad? Durante el tiempo que fue mortífago, se habían aliado en más de una ocasión, pero sin perder de vista el bien mayor. 

    Reconocer la desventaja táctica también es parte de la estrategia. Muchas de esas veces en las que nos enfrentamos, era joven y brutalmente inepto. Ahora sólo soy un inepto integral.

    Encogió los hombros con ese dejó de ironía, mientras la rubia intentaba convencerlo de que enfrentarse dentro de los dominios de una Arcana era buena idea. No negaba que le emocionaba la perspectiva de una batalla, mas aún, la memoria de la última clase que compartieron antes de perder el contacto. 

    Jugadas y contrajugadas. Por un lado, si bien erradicar a un insignificante insecto como yo es una oferta tentadora, no imagino el papeleo que habrá de levantar esta escuela por el infortunio ―colocó su puño sobre la frente, simulando lamentar una tragedia. Acto seguido, se despegó de la mesa ante la vista de su tía empuñando la varita ―. Un movimiento astuto. 

    Pensaba ahora en el misterio que suponía Juv. Aunque si pensara en todos los familiares de los que no conocía más que el nombre, y eso por azares, la lista era larga. Le causa cierta intriga, y reto a la vez, pues no seria fácil indagar la información que él deseaba obtener. Ya no digamos, que la nigromante bebiera Veritaserum por equivocación. 

    Te podría ofrecer algo mejor a cambio, algo que hasta yo ansiaría, y que te ayudaría a entenderme mejor. Si estás dispuesta a cambiarlo por tu equilibrio mental, desde luego. 

    Tocó su sien con el índice derecho un par de veces, haciendo referencia a lo que le ofrecía a su compañera de clase. Pero no todo sería tan fácil; de la mano que no señalaba el premio mayor, dejó caer un par de cachivaches que a cualquiera le habrían parecido basura. Técnicamente, se podrían considerar como tal. 

    Y en cuanto el par de detonadores trampa alcanzó el suelo, se desvanecieron en una bocanada de humo de colores, que sumada a la reacción exotérmica causada por la detonación y el ambiente sofocante, dificultarían la visión. O enfurecerían a la demonio. 

    Seguramente lo segundo, pensó el Black Lestrange, modificando su posición ante la supuesta distracción. Hecha su jugada, quedaba ver el desenlace de tan audaz, o inútil, idea que creía ideal para avivar el conflicto. 

    Me disculpo por mis dedos de mantequilla, una mala costumbre. 

    @ Juv Macnair Hasani

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  10. Eso le quitaría la diversión, en mi muy reservada opinión. 

    Juv parecía tener una idea de quién se trataba, aún detrás del velo protector que le ofrecía la metamorfomagia al Black Lestrange. Existía un balance entre su juego mental y la realidad, o al menos, lo que se acercaba a la definición de real. Aquello le resultaba reconfortante, pues había logrado su cometido; comenzaría una pequeña partida de ajedrez en tanto Rosália Pereira no hiciera acto de presencia. Asintió con suavidad, entrecerrando los ojos de tonalidad avellana, propios de Allen.

    Lo cierto era, que la presencia de la rubia también podría tratarse de una pequeña prueba por parte de la Arcana; no podía confiar del todo en las plantas de ese lugar, confirmándolo con el comentario hecho por la neozelandesa instantes atrás. Si bien, conocía de antemano que la Legilimancia podía implantar imágenes o recuerdos falsos en la mente de uno, dudaba que fuera el caso. 

    Nunca me enfrenté a alguien dentro de un invernadero, sin duda sería una experiencia gratificante ―se regodeó ante la sutil idea de tener que confrontar a un ente que sobrepasaba por mucho sus capacidades. Negó con la cabeza, emitiendo un sonido de reprobación al contacto de la lengua con los labios ―Aunque, llegados a este punto, un combate a un nivel más...eh, ¿cómo decirlo? Espiritual, mental, tendría mayor efectividad. Hay heridas que no sanan nunca. 

    Reconocía que su mente estaba hecha un rompecabezas, poco interesante a la vista del curioso y más vulnerable, a diferencia de su compañera, a quien no subestimaría, pues seguro no permitiría que el castaño-rubio se colara a sus pensamientos como si regalase un libro a un pequeño. Aprovechó el descanso en el intercambio de palabras para apoyar la espalda sobre el borde de una mesa de estructura metálica, cuya superficie estaba casi tan plagada de flora como los alrededores. Juv por otro lado, parecía haber recibido de lleno una corriente de aire helado.

    Lindo tatuaje. Me recuerda a una época en la que la sociedad no se sumía en guerras sin final, tiempos aparentemente más civilizados ―puntualizó, acomodándose las gafas. 

     

    @ Juv Macnair Hasani

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  11. Se tomó un par de segundos para aspirar el aroma que emitía la flora que acompañaba su camino. Su contraparte animal, tan sensible a la mayoría de los aromas, lo había forzado a ser más perceptivo en cuanto al sentido del olfato. No obstante, aquel sentido no era aquel que le interesaba desarrollar; a menudo se encontraba cavilando sobre su porvenir, abstraído de sus alrededores. Como en ese momento, ¡maldita la hora en que se había puesto a pensar en aquello!

    En cada uno de nosotros, dos naturalezas están enfrentadas ― recitaba aquella voz, eco de un pasado que se desvanecía como la nieve en primavera―. La misma lucha frenó a Jekyll de trascender, lograr un verdadero equilibrio entre mente y cuerpo; ahí tienes el resultado de una mente desorganizada, vulnerable a incursiones... Como la tuya. 

    Frunció los labios en un intento de sonreír de forma irónica ante los recuerdos sobre la primera vez que habían traspasado las barreras físicas y espirituales de su mente. No podía decir que era diferente en ese momento, de hecho, una parte del joven se preguntaba cuáles serían sus probabilidades de sobrevivir a la clase de la Arcana, basándose en los encuentros previos con tan míticos seres.

    Tales pensamientos lo acompañaron en su trayecto, aunados al ocasional roce de alguna de las plantas. Un ejemplar de tentácula venenosa le propinó un latigazo a su pantorilla izquierda, a manera de advertencia. Pero ya era tarde para echarse para atrás, pues su calzado deportivo ya había alcanzado la estructura en la que, según sus referencias, habitaba la Arcana de Legilimancia. 

    Un invernadero, pero no como esos en los que se impartía Herbología, de vuelta en Hogwarts. Parecía más bien un santuario, una especie de intersección entre el reino vegetal y el animal. Percibía un ambiente dulzón, como si las plantas emanaran feromonas que evocaran una sensación de adormecimiento, como si su ser físico fuese más ligero.

    Y, sorpresa, no había sido el primero en llegar, para variar. 

    Ah, Juv ―habló con un tono jovial, más propio de la persona que era cuando conoció a la rubia, cuya delineada figura y cabellera específica la hacían inconfundible―. Ha pasado bastante tiempo, si la memoria no me falla. Bonito sitio para coincidir. 

    Ladeó la cabeza hacia ambos lados con delicadeza, a manera de suavizar su intento de romper el hielo. Confiaba en su buena memoria, aunque no la juzgaría si desconocía al adulto joven que le hablaba; la capacidad de modificar su apariencia física a placer, así como la cantidad de alias con los que se manejaba, como el de Barry Allen o Eobard Black Lestrange, resultaban desconcertantes.

    En ese punto, hasta él cuestionaba si realmente era quién decía ser. 

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  12. El dinero (?) 

    Me da nostalgia recordar aquellos partidos que se organizaban en el .com, me llamaban mucho la atención. Recuerdo una buena época, allá por 2008-2010, cuando era un pequeño inexperto. Ahora sólo soy inexperto.

    Igual, ando viendo si sí regreso al foro, o no xD Quizá el quidditch sea la opción que me convenza.  

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  13. Llegaron con artillería pesada, aunque no literalmente. La arena fue invadida en cuestión de segundos por cientos de personas, portando ropas de explorador similares a las que tenían los dos con los que se había topado al emerger del portal. Atacaban a diestra y siniestra con andanadas de flechas en llamas, causando un inmenso dolor en las personas reptil.

    Maldita sea, ahora sólo falta que un tsunami arrase la isla y haga que todos se vuelvan amigos. Sería poético dijo a sí mismo, recordando que Suluk escuchaba sus pensamientos y opiniones . He hecho lo posible, arcana. Pero, como usted dice, a veces la historia quiere suceder. Parece que no hay mucha esperanza.

    Le sacó ventaja a la momentánea confusión de masas, para alcanzar terreno alto; una especie de construcción en la que los habitantes se habían reunido para observar el enfrentamiento con el campeón reptil desde la comodidad del hogar. A dónde mirara, había humanos enfrentando a híbridos, por lo que tendría que ser cauteloso para sobrevivir al fuego cruzado.

    Un túnel. Debía recorrer un amplio pasillo que lo hacía soñar con la imagen de salir a campo abierto, dejando que la guerra tomara su curso. Al ser un espacio hueco, se alcanzaba a escuchar el rumor de las olas del otro lado. Allí finalizaba la selva y comenzaba la otra porción de costa de la isla.

    Deséeme suerte, la voy a necesitar para no vomitar después de esto.

    Adoptó la forma de camaleón de Parson nuevamente, evadiendo los cuerpos de ambos bandos que azotaban el suelo de adobe, víctimas de la intolerancia entre especies. Se volvía un blanco fácil al ser reptil, por lo que su piel se mimetizó con el entorno marrón de la roca. Tuvo que enroscarse, casi como una serpiente, doblando su cuerpo para parecer parte de una pila de escombros y así desviar la atencion de su forma animal.

    ¡Por allá! El dirigente de los reptiles estaba en el palco principal, no dejemos que escapen gritó uno de los murianos, blandiendo una lanza en torno al acceso por el que el castaño había entrado.

    Se marcharon como moscas sobre miel, enfocados a dar fin al grupo rival, sin fijarse en los pequeños detalles, como el ovillo que estaba hecho el pequeño reptil, quien al ver a través de las rendijas de sus párpados, que los atacantes se retiraban, osó moverse. Como era un trayecto largo, y no quería arriesgarse a exponerse más, decidió seguir oculto.

    Trepó sin mucho problema por la pared del material arcaico, gracias a la facilidad en sus extremidades para adherirse a ese tipo de sitios, predominantemente secos. Como la luz refulguraba en ese tramo, era más fácil identificar al camaleón, así que optó por subir al techo, realizando el trayecto desde ahí; como el reflejo de la luz en la parte superior era menor, pudo tomar una tonalidad azabache, confundiéndose con las sombras que le rodeaban.

    «Ya casi... ¿Está viendo esto? Creo que, al final, planeaban irse de aquí. Y no los culpo, todos están locos.»

    En su forma de reptil, hacia lo equivalente a hiperventilación, producto del continuo esfuerzo, así como la descarga de adrenalina. Salió del túnel hacia la luz, que le reveló una paradisca playa, aparentemente olvidada por el conflicto que se cernía a sus espaldas. La arena allí también era negra, como había visto en el otro extremo a su llegada, por lo que no hubo necesidad alguna de cambiar su color de piel. Es más, con las salientes óseas en su columna, podía confundirse con alguna roca erosionada por el agua.

    Tal como en la prueba que le había llevado, le esperaba una pequeña embarcación. Aunque está también era modesta, pertenecía a la época en la que se encontraba, por lo que constaba de un motor que, si bien no alcanzaría altas velocidades, lo pondría bastante lejos de Savage Land para cuando hubiesen llegado a la playa.

    Vamos a ver cuánto nos dura esto. No es como que se vean botes moviéndose solos, ¿verdad?, pensó el Black Lestrange, abordando el navío. Se ayudó con su propia lengua, enroscándola alrededor de la palanca, para accionar el motor, el cual emitió un pequeño estallido, pero finalmente previo de movimiento al botecito.

    Dejó caer la espalda sobre la madera de éste, adoptando a la par la coloración amarillenta que poseía el interior de la nave. Aquello lo protegería de potenciales depredadores en el cielo, así como de miradas curiosas. Tenía intenciones de volver a su forma humana en cuanto Savage Land fuera un simple recuerdo a la distancia.
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  14. Encontraba gracioso el hecho de poder comunicarse con la arcana de esa forma, como un enlace neuronal. O algo así había escuchado que se le denominada, al menos, por parte de los no mágicos. Cada consejo dicho por la ancianita lo almacenaba en su memoria, pues aún estando en mitad de la prueba, cualquier sugerencia era bien recibida.

    Justo en ese momento, las voces de Suluk se juntaron, creando una confusión temporal en el castaño. El lagarto-humano se percató de ello, por lo que repitió su decisión.

    ¡Ah, pero claro que te batirás en combate! Pero no para ganarte mi confianza, simplemente por el hecho de que tengo poder en este lugar. No confío en ustedes, pieles suaves, ¡me importa un comino de dónde hayas salido tú!

    Se aproximó a él en los lapsos entre los gritos, para sostener su cabeza con ambas manos como si quisiera aplastarle el cráneo. El castaño mantuvo los ojos abiertos, sin siquiera atreverse a parpadear. Tal como le dijo la arcana, debía mantener una mentalidad variable a la situación. No quedaba más que aceptar el reto.

    Te seguiré el juego, porque un Black Lestrange siempre paga sus deudas arrugó ligeramente la nariz, fingiendo repulsión . ¿Ya me sueltas? No tenemos todo el día.

    Llévenlo a la arena, entonces. ¡Deberás enfrentarte a Gargan, el poderoso! Él te mostrará lo que es ser un camaleón de verdad -fue lo último que escuchó del líder de los híbridos, antes de recibir un golpe en la nuca.

    Despertó gracias al creciente barullo que resonaba en sus oídos. Por un momento creyó que era Suluk, utilizando algún tipo de amplificador de voz para que le escuchara, pero era un mar de expresiones, que dudaba que la arcana utilizara para expresarse. Al fin, abrió los ojos, deseando no haberlo hecho, resultado de la cegadora luz del sol.

    Así que no sólo me tendré que enfrentar a su campeón, ¿lo tienen que ver todos? No sé por qué no me sorprende.

    Se puso en pie con cierta dificultad, debido a la desorientación. Cuando logró enfocar bien, reconoció el sitio de batalla como una variante de los famosos sitios del juego de pelota mesoamericano.

    Oye, hombrecito, ¿disfrutando el paisaje? una voz rasposa lo sacó del trance. A unos cinco metros, una figura que lo superaba en estatura, a pesar de estar encorvada, le hablaba para llamar su atención . Nuestro líder dice que te consideras uno de nosotros, veremos si vives para decir semejante tontería de nuevo.

    Alcanzaba a percibir algunos rasgos del supuesto campeón de los murianos. La transformación a reptil, igual que con sus hermanos, resultaba tosca, por lo que su piel a momentos exhibía una rugosidad propia de un animal, confiriéndole un aspecto espeluznante. La característica de este sujeto, era que todo su cuerpo parecía aún más alargado y provisto de garras en curva, como un lagarto; aquello se confirmaba con la cola que salía al final de la espalda.

    Te llamas Gargan, ¿no? intentó entablar conversación, con el objetivo de ganar tiempo para pensar en una estrategia . ¿Tu extremidad adicional es lo que te hace especial? Esperaba un poco más, quizá un verdadero reto.

    Aquello era una mera estrategia para encender el asunto, esperando que su contrincante se lanzara con todo. Y así lo hizo, saliendo a la carga como un toro persiguiendo al torero. El castaño se preparó para adoptar su forma de camaleón, pero ocurrió algo inesperado, pues perdió de vista momentáneamente al lagarto, para ser golpeado en el estómago unos segundos después, por lo que reconoció como la cola de éste. El sujeto reapareció ante él, jactándose de su posición.

    Eso es lo que me hace especial. No eres el único con la capacidad de confundirse con su entorno, será el último error que cometas.

    Lanzó ambas garras hacia el castaño, quien a tiempo controló las punzadas de dolor, convirtiéndose en el camaleón de Parson y confundiéndose con la arenisca que adornaba el sitio de combate. Se trepó a una de las dos paredes, buscando poner distancia entre Gargan y él, para encontrar alguna debilidad. El otro volvió a ocultarse a la vista, aunque desde esa perspectiva no resultaba tan difícil localizarlo.

    La rugosidad de su piel, y quizá la naturaleza misma de su condición, impedían que su piel se camuflara del todo por periodos prolongados, por lo que en pequeños fragmentos descubría su posición. Tal como el Black Lestrange al no cerrar sus párpados totalmente, encontraba una falla en su sistema de ocultamiento, por lo que le sacaría provecho. Trepó a uno de los aros en los que, supuso, en otros tiempos habían lanzado la pelota.

    ¡Hey, aquí arriba! Veo que posees el don del camuflaje, aunque sería útil si de verdad te ocultará del todo volvió temporalmente al tono verde pasto que lo diferenciaba de otras especies de camaleón . Peor aún, tu velocidad de ataque deja mucho que desear, seguramente dejas escapar a la mayoría de tus presas.

    Aquella mofa fue suficiente para enfurecer a su contrincante reptil, pues se lanzó de lleno a la zona en la que estaba el camaleón. Eobard logró confundirlo al camuflarse con la pared misma, combinando varias tonalidades de rojo, verde y un poco de acre, debido al mural que adornaba la pared a sus espaldas. El impulso del otro apenas llegó a medio muro, impactándose de lleno. Seguramente el traumatismo lo dejaría confundido.

    «¿Lo ves? Quizá podrías mejorar con tus tiempos de reacción»

    Dado que su intento de burla sirvió para que su oponente se dañara él mismo, repitió un patrón similar. Se lo dijo a la par que trepaba en la otra pared que completaba la arena; allí, su piel se había confundido entre el azul y el blanco de la espuma que representaba la pintura de un vasto río. Gargan realizó otra carga, como un toro desorientado, guiándose por los gruñidos de reptil del Black Lestrange.

    Aprovechando la altura a la que estaba, utilizó su lengua para colgarse de la otra meta de la pelota, enrollando la lengua a lo largo del anillo, y quedando suspendido bajo este, como el capullo de una mariposa. El híbrido reptil-humano volvió a topar con pared, y esta vez sí que se desplomó.

    ¡Por los dioses, esto es ridículo! protestó el castaño, volviendo al piso y regresando a su forma humana. Señaló hacia el palco más alto, donde seguramente Curtis estaría observando el enfrentamiento . Vine aquí a ayudarlos a limar las asperezas con los murianos, pero veo que eso no les ha importado mucho. Ahí está tu campeón, deberían atenderlo pronto.

    Agudizó el oído, pues el sonido de un cuerno se escuchaba en la periferia, casi podía asegurar que se trataba de un anuncio de guerra. Si eso era cierto, el otro grupo en conflicto se acercaba por dónde él había llegado, y no parecían dispuestos a ponerle fin a la disputa.
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  15. «Muy graciosa, Arcana. Debería probarlo alguna vez, es un manjar de dioses»

    El camaleón torció la boca a manera de sonrisa, divertido con la idea de la ancianita interactuando en un sitio no mágico para pedir comida. Pero no se distrajo en demasía con tal pensamiento, pues el hogar de los curtianos quedaba a un par de pasos.

    Fue recibido con una senda escalinata de mármol, tallado como en los más elegantes castillos. De ambos lados de los escalones, una serie de figuras que asemejaban un animal parecido a un dragón oriental, sin las alas y enseñando las filosas garras. Mientras escalaba gracias a la fortaleza de sus extremidades de reptil, dejó que su piel adoptara la coloración esmeralda que habituaba su especie.

    ¿Alguna vez visitó Chichén Itzá, Arcana? Porque me siento justamente en ese lugar la densa vegetación mermaba a partir del último peldaño. Hacia adelante, eran más bien pastizales y árboles propios del hemisferio norte, con una marcada separación.

    Se embelesó tanto con el paisaje, que casi es apresado por los dos centinelas apostados en el arco de entrada a los dominios de Curtis. La coloración de su piel los confundía como parte de la serie de estatuas.

    ¡Mira! Han enviado un señuelo de avanzada -señaló el primero, lanzándose de lleno contra el camaleón.

    ¡Fíjate dónde te lanzas, tonto! Vas a hacer que escape. Él quiere tratar con los invasores en persona.

    El otro fue más cauto, esperando a que Eobard se lanzara hacia delante, aprovechando la momentánea sorpresa. Giró sus ojos hacia la espalda, preparado para el movimiento del segundo. Volvió a utilizar su habilidad de camuflaje para confundirse con el césped, modificando su piel a un color menos vívido. Aquello confundió al sujeto, cuyas manos mostraban afiladas garras curvas, similares a las de los lagartos. Utilizó la lengua para atraer una roca del tamaño de una nuez, a unos centímetros de dónde estaba, y se la lanzó a la cabeza.

    ¡Soy amigo! Maldición, ¿por qué todo el mundo quiere matar, es que acaso la carne de camaleón es tan buena? se quejó el Black Lestrange en su forma animal, trepando por el arco de roca, confundiéndose entre la caliza Ah, cierto, no pueden entender lo que digo, ni me molesto.

    ¿Qué te pasa? No nos comemos a los nuestros. No desde hace años, al menos. ¿Exactamente, qué eres? inquirió el guardia cauteloso, retrayendo sus garras reptilianas.

    Lo entendían. Parecían ser miembros del séquito de Connors, por lo que eran mitad reptil, mitad humano. Claro que habían captado sus susurros y gruñidos, pues comprendían ambas lenguas. Ya que, aparentemente, las hostilidades habían cesado, decidió volver a nivel de piso.

    «Vine a ver a Connors, llévenme ante él».

    Pidió que fuera llevado ante el dirigente, empleando una manera firme pero educada. Así había evitado varios embrollos. De modo que, una vez en la cima de la pirámide que había visto metros atrás, por fin se reveló ante el dirigente del grupo, quien en ese momento le daba la espalda.

    «Curtis, le saludo como un amigo y similar animal. Sé de la naturaleza de su condición, permítame decirle que la entiendo. No tengo intenciones de confrontarlo, sino ayudarle a poner fin a esta absurda guerra reptil-humano».

    El aludido sonrío con ironía, bufando al darse la vuelta. Si se comparaba con las escamas de sus seguidores, bastante más dispersas, la piel del líder pasaba por una etapa más madura de la transformación, pues lucia más verde que la de sus similares. En sus ojos ámbar sólo podía verse una cosa: Odio.

    Y, ¿quién dice que queremos que pare? Su raza continuará contaminándonos, quemando nuestros bosques, acabándose nuestros recursos, ¡eres uno de ellos, no mientas!

    Le señaló con el dedo acusador, escupiéndole un par de gotas de saliva, que al castaño no le hicieron mucha gracia. Sólo tenía una opción para que confiara en él. Se puso a dos patas, cual serpiente erguida, y volvió a su forma humana.

    Me llamó Eobard. Cómo podrá ver, soy igual que usted. O...casi. Le daré una muestra de mi buena fe, enfrentándome a su campeón. Permítame que le demuestre que conozco lo que es ser un reptil. O, ¿por mi tamaño me juzga?

    Ya se había mentalizado a que seguramente tendría que demostrar su valía, ya fuera ante un grupo o el otro. Si bien, consideraba que los seguidores reptiles podrían ser más razonables, le preocupaba el hecho de que fueran traicioneros. Hasta él, siendo reptil, engañaba al ocultarse en cualquier entorno.
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  16. Impulsaba el cuerpo con una agilidad poco propia de un camaleón, quizá más acorde a una serpiente, que consistía en retroceder unos cuantos pasos y lanzarse de lleno, para facilitar el descenso a través del tronco. Logró dominar el cambio de coloración, sobre todo, por la aparición de algunas hojas y musgo en el árbol, cuyas tonalidades distaban de la madera y lo habrían hecho un blanco de no poder camuflarse.

    Estaré bien, Arcana. Supongo que mi mente siempre me juega malas pasadas, ¿sabe? Pude haber terminado en una ciudad futurista, devastada por una guerra mágica-muggle.

    Apenas tocó el suelo, se arrastró hacia los arbustos, aprovechando su campo de visión para buscar a los atacantes, quienes aparecieron poco después. Lucían sendos atuendos de explorador, de ese algodón fresco que reconocía en algunos miembros de la Asociación Internacional de Geomagia. Debían ser los murianos, descendientes del supuesto grupo de exploración de Savage Land, y quienes utilizaban armamento muggle para intentar repeler a los seguidores de Curt.

    ¿Lo viste? Parecía como un hombre lagarto. ¡Qué mala suerte que se nos haya escapado!

    Al jefe no le va a gustar respondió el otro, colocándose el arco sobre el hombro, a un lado del carcaj vacío. Escudriñó la zona con el ceño fruncido, esperando encontrar al reptil . No parecía uno de ellos, pero el hecho de que se haya esfumado sin más, me da muy mala espina. Venga, regresemos al campamento.

    Marchándose en dirección norte, hacia la playa, le permitieron al Black Lestrange desplazarse sin llamar tanto la atención. Aún empleaba su capacidad de cambio de color para ocultarse, no sólo de los exploradores, sino de otros depredadores en potencia. El ambiente semihúmedo de la selva lo retrasaba un poco, debido a que saturaba su piel. Pero lo peor llegó con la sensación de hambre, la cual veía como un peligro para mantener su transformación.

    Supongo que ya es tarde para pedir un poco de alimento, ¿no cree?, pensó en broma, consciente de que Suluk también experimentaría aquello.

    Regresó a las alturas, recorriendo troncos en espiral, hasta alcanzar una distancia razonable para observar mejor sus alrededores. Lo que parecía ser un recinto arqueológico se encontraba a un par de metros hacia el sur; quizá se trataba del reino de Curtis Connors. Y poco adelante de su posición, como un oasis en medio del desierto, el nido de una peculiar ave. No lograba identificarla con alguna especie reciente, debía ser muy antigua.

    El quid de la cuestión yacía en cómo obtener al menos uno de los huevos que resguardaba. La proteína sería suficiente para mantenerlo en pie por un par de horas. Sus ojos apuntaron hacia abajo, buscando algo entre la vegetación que le ayudara. Tentado a improvisar, se valió de su lengua para atraer hacia su persona una roca del tamaño de una pelota de tenis, suficientemente ligera para cargarla con dicho órgano.

    Por un momento, pensó en volver a su forma humana y lanzársela al ave, pero finalmente decidió escupirla, confiando en que aquello le daría mejores resultados. No era la intención darle al animal, sino ahuyentarlo, por lo que el proyectil pasó a un costado de éste, causando que graznara y se elevara varios metros, intentando encontrar al atacante.

    Aprovechando la distracción, empleó su lengua nuevamente, debido a que no era un tramo muy distante, para echarle el guante a uno de los huevos de tal ave. Apenas lo guardó en su boca, comenzó a digerirlo, pues le preocupaba volver a su forma humana mientras lo hacía. Con la energía restaurada, continuó su camino hacia las estructuras antiguas, a la expectativa de encontrarse con similares que compartieran rasgos de reptil.
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  17. Aún en los momentos cruciales por los que pasaba la prueba, con instructora y pupilo separándose, Suluk no dejó de alentarlo y darle consejos para una excelente ejecución. Esperaba no decepcionarle, pues bastante mal ya se sentiría consigo mismo.

    Le agradezco, arcana. Realmente espero no tener complicaciones. tomó el anillo que le ofrecía, haciéndolo deslizar a través de su anular izquierdo . Y si las tengo, bueno, usted será la primera en enterarse.

    Se despidió de la anciana Inuit con una cabezada, para encaminarse a la prueba de la habilidad de Animagia. Lo que había frente a él parecía incierto, pues no lograba distinguir con qué o quiénes se encontraría. Sus pensamientos divagaban hacia el pasado, cuando magos y muggles se habían enfrentado y los primeros habían tenido que ocultarse. Como en la actualidad, hasta hacía unos meses, con la revelación del Estatuto Internacional del Secreto.

    Una luz...¿La luz al final del túnel?

    Bromeó consigo mismo para romper un poco la tensión. La niebla poco a poco daba paso a una tenue iluminación, indicador de que se acercaba al terreno donde haría uso de su habilidad para sortear variadas dificultades. Pero la emoción duró poco, y al dar el siguiente paso, casi pierde el equilibrio y cae hacia su triste final.

    Se encontraba de pie en lo que parecía una rama formidable, lo suficientemente ancha para dar cabida a dos personas frente a frente, aunque tuvieran que pegar sus narices para no caerse. La sensación de bochorno inmediatamente le invadió, derivado del clima húmedo tropical que se presentaba en el lugar, a pesar de encontrarse a varios metros sobre el suelo.

    Ah, que bueno que no pensé en la Batalla de Hogwarts, un camaleón habría muerto aplastado entre las pisadas de los gigantes resopló con cierto alivio, sabiendo que quizá ese lugar sería igual de retador. Caminó hacia el tronco, cuidando de no perder el equilibrio . ¿Será cierto? Lo veo y no lo creo.

    Frente a sus ojos, la selva se extendía varios kilómetros, hasta desembocar en una pequeña playa de arena oscura, constantemente invadida por el fiero oleaje que rodeaba la isla. Lo había escuchado como un mito hacía años, cuando aún buscaba a su familia en Europa. Savage Land. O también llamada la isla de la perdición, que era un sitio prácticamente inaccesible, debido a la dificultad para sortear la tormenta previo a tocar tierra. Razón suficiente para que el supuesto descubrimiento, se diera en 1973, muy a pesar de las limitaciones tecnológicas y mágicas. Pero eso no era lo interesante, sino los rumores sobre sus habitantes.

    No eran magos, propiamente dicho, pero conocían de la magia. Al menos un asentamiento humano existía en la zona, y se encontraba en conflicto con otro que, a efectos prácticos, era lo mismo. La diferencia notable recaía en la apariencia de los últimos, los llamados curtianos, pues eran devotos a un líder de nombre Curt, cuyo afán de adoptar la forma de un reptil, le había costado a él y a los suyos el deterioro de su piel, dejándolos como híbridos de animal-humano, y ganándose la repulsión de los otros.

    Bueno, quizá no sea mala idea mantenerme en terreno alto. Lo mejor será buscar a alguno de los líderes, esperando que no me encuentren a mí primero.

    Su idea era intentar razonar con los fieros murianos, demostrar que el hecho de verse diferente, no implicaba que fuera una amenaza. Era casi algo similar que la experiencia vivida como camaleón, en la que otros reptiles lo intentaron atacar al notar que se salía de los estándares.

    Una flecha salió disparada a la distancia, casi a la misma altura a la que se encontraba. Lo tomó desprevenido, pero alcanzó a evitar una perforación en su muslo derecho. Ahogó lo más que pudo la exclamación de sorpresa, pues las hostilidades no tardaron en aparecer. No se iba a detener a buscar al atacante, por lo que rápidamente adoptó la forma de camaleón de Parson.

    Camuflarse con el tono pardo del árbol le daría una ventaja momentánea para poder escurrirse hacia el suelo. Una serie de flechas atacaron la posición que había ocupado su cuerpo humano momentos antes, pero al haber reducido su estatura en varios centímetros, se clavaron en la madera.

    Inició el descenso, con la esperanza de tocar tierra y confundir a su atacante.
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  18. Contuvo el impulso de pedirle a la arcana que chocaran puños o manos, ya que además de ser una práctica muggle, distaba mucho del contexto en el que ambos se encontraban, así que se limitó a ladear la cabeza con una ligera sonrisa. Estaba satisfecho con su progreso hasta ese momento, pero también consciente de que aquello apenas empezaba.

    Casi me pierde en el laberinto, arcana. opinó Eobard mientras encogía los hombros. Sujetó su varita de nogal negro, conjurando magia no verbal para reparar su ropa y modificarla un poco, combinándola en un sola pieza de seda . Pero la lengua del camaleón es bastante útil para esos casos, creo. Eso sí, nunca me acostumbraré al sabor de la libélula o los escarabajos, es un tanto amargo.

    Hizo una mueca al experimentar la sensación en su boca que dejaba el contacto con algunas clases de insectos, a pesar de no haberlos comido, a la par que la arcana le hablaba del lugar en el que estaban.

    Amara, en su momento, le prestó una serie de textos para que revisara en esa misma estancia, así que la situación no cambiaba mucho, pues Suluk simplemente hacía las advertencias protocolarias sobre la prueba que estaba a punto de realizar, así como las condiciones bajo las que la efectuaría.

    Es un bonito recinto. Lástima que no me pueda quedar demasiado tiempo. Al menos, hasta la siguiente ocasión que haga una habilidad, supongo.

    Le volvía a hacer la misma pregunta de hacía un par de minutos. ¡Por supuesto que quería realizar la prueba! Quedaban atrás las inseguridades derivadas de su forma animal, tan distinta a la que quizá se hubiese esperado de él. Más importante, estaba satisfecho con ésta.

    Sí, sí quiero realizar la prueba de Animagia, arcana. respondió al fin, sin rodeos . Recuerdo que la arcana de metamorfomagia nos entregaba una especie de anillo para comunicarnos, ¿será algo parecido?

    Ya estaba hecho; habiendo dicho esas palabras, lo único que podía hacer era avanzar. Mientras la inuit comenzaba los preparativos, se encorvó, asomándose hacia el fondo del bolso, como si buscara algo. Dejó caer su varita mágica, así como el anillo en forma de rayo que contenía gran parte de los poderes Uzza, y que estaba seguro Suluk había inutilizado. No llevaba más consigo, salvo sus gafas, pero éstas no tenían propiedad mágica alguna.
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  19. Dio una leve cabezada al escuchar la explicación de la Triviani respecto al contenido del folleto, pues era correcto. Entendía la dificultad que podía presentarse al momento de traducir de un idioma del que prácticamente no se conocía, por lo que para ser el primer intento resultó bastante acertado. De hecho, se podía decir que aprendiendo a interpretar el griego, prácticamente cualquier lengua se le facilitaría.

    -Existe un último encantamiento de traducción, sí, aunque es un poco más complicado -explicó, señalando con el índice y medio al guía de turistas, como si le indicara que lo estaba observando.

    La mímica había sido a propósito, pues justamente la eficacia del encantamiento de traducción verbal, dependía del contacto físico que se tenía con quién se quería interpretar, o con el objeto que emitía el sonido, pues su uso también se extendía a dispositivos tales como los teléfonos móviles o los televisores.

    -Resulta muy similar al que hiciste con el folleto, pero en este caso, el contacto visual es fundamental. Debes estar mirando lo que quieres traducir lo más directo que se pueda. De nueva cuenta, ayuda cuando hay similitud de palabras, pero poco a poco vas hilando la estructura. Algo así como una telaraña.

    Sabía que la analogía con la vivienda de una acromántula no era la mejor, así que decidió realizar el encantamiento él mismo, para que tanto Zoella como Kaori pudieran entender lo que les decía el individuo guía, quien seguramente se ganaría un premio a la paciencia, por tolerar que lo usaran de sujeto de pruebas.

    Mantenía la varita baja, pues era algo que estaba habituado a realizar, sobre todo cuando visitaba el extranjero. Miró al joven por encima de las gafas, concentrándose en el movimiento de sus globos oculares. Más que escuchar las palabras de su boca, seguía los movimientos de la misma, tratando de encontrar un patrón. La magia hizo lo suyo, por lo que pudieron escuchar un fragmento de la historia que rodeaba el recinto.

    «Parte del mobiliario que conforma este sitio arqueológico, fue derivado de la construcción del mítico Partenón de Atenas, demostrando así la eficiencia de los griegos al aprovechar sus recursos».

    Zoella lo escucharía en italiano, mientras que Kaori lo captaría en su lengua materna. Aquello finalizaba, a grosso modo, la aplicación de la magia en los idiomas, quedaba en su alumna explotar el máximo potencial, pues las traducciones apenas rasgaban la superficie.

    -Es cuestión de práctica, también a mí se me complicaba al inicio. Conforme vayas aprendiendo nuevas lenguas, de cierta forma se almacenarán en tu memoria, por lo que podrás usar esta magia para acceder a ese idioma, pudiendo así escucharlo y hablarlo -concluyó, haciendo unos ligeros ademanes que sugerían que algo salía de su cabeza -. Aunque, para ti parecerá que sigues hablando en italiano.
  20. La dificultad del laberinto no aminoró en los siguientes tramos. Se mantuvo en la forma de reptil, aprovechando la distancia de salto que efectuaba al ser un camaleón, para cubrir la distancia en el menor tiempo. Su estrategia funcionó, hasta que la vegetación del seto lo obligó a regresar al suelo, camuflándose para evitar a depredadores no deseados.

    En el camino, se encontró con una especie de libélula, cuyo aleteo veloz la hacían una presa valiosa. Lanzó su lengua para atraparla, pero no la engulló. Guardaría esa proteína por si se requería.

    Avanzó hacia un pequeño claro dentro del laberinto, con el bicho zumbando dentro de su boca, causándole una sensación de cosquillas. Estuvo tentado a dejarlo ir, pero se alegró de no hacerlo, pues lo que se topó adelante habría sido el final del camino.

    «En serio, ¿con las plantas también? No quiero ni imaginar cómo sería un híbrido entre la tentácula venenosa y esta»

    Una planta carnívora le cerraba el paso, pero no era un espécimen común como los que poseían los no mágicos. Medía al menos un metro con veinte centímetros de altura, y sus cepas latigueaban el sendero que le rodeaba con excesiva violencia. Apenas el camaleón dio otra pisada, una de estas le asestó un golpe.

    No podía quemarla; valoraba la fauna al igual que la flora, y supuso que Suluk no habría aprobado un daño innecesario a un ejemplar, sin importar su procedencia. Además, como humano, llamaría más la atención al ser de mayor estatura que en su forma animal.

    Entonces se le ocurrió: una distracción. Debía ser rápido y preciso, por lo que analizó los caminos posibles, aprovechando su amplio campo de visión. Si lograba lanzarle algo a la planta para que atrapara, aprovecharía el lapsus para colarse bajo lo que, suponía, era la boca de ésta. ¡Eso era! Le escupió a la libélula que pensaba utilizar como almuerzo, propulsándola hacia lo más alto del seto.

    Naturalmente, el sonido de expulsión, así como el que hacía aquel bicho, llamaron la atención de la planta. Con sus cepas, comenzó a dar golpes al aire, esperando atrapar a la libélula, pero fue infructuoso, pues ésta era más rápida. Aprovechando la confusión, el camaleón atravesó el peligro, adoptando la tonalidad oscura del sendero.

    La arcana me matará por la demora, si es que estas cosas no lo hacen primero.

    Un último tramo, que aparentemente parecía vacío, se reflejó en los ojos del reptil. Avanzó, pero con cautela, a la esperanza de algún otro bicho. Nada; hasta el viento proveniente del exterior soplaba ahí, como un preludio a lo que vendría. Continuó dando pasos, hasta que un crujido lo hizo girar uno de sus ojos hacia atrás. Había caído justo en una última trampa.

    El pasillo se cerraba desde atrás a medida que él avanzaba, haciéndolo a una velocidad impresionante. Aún dando largos saltos, el castaño no podría salir de ahí, y tampoco confiaba tanto en sus capacidades humanas, así que lanzó su lengua hacia la pared derecha del seto, adhiriéndola a la maleza, como si fuera una caña de pescar y su cuerpo un carrete.

    Su impulso fue suficiente para sacarlo avante, mientras la hiedra se cerraba a sus espaldas. Cayó a cuatro patas un metro más adelante, en aquel sendero que llevaba a la pirámide. Volvió a su forma humana, por fin, y miró por encima del hombro. El seto volvía a la tranquilidad que le caracterizaba previo al ingreso de un aspirante. La hiedra que casi lo comprime, volvió a su sitio, como si nada hubiese pasado.

    Bueno, supongo que eso es todo. Para la primera etapa, al menos. Ouch. se sostuvo el costado derecho. Una molestia derivada del esfuerzo continuo. Con todo, había mejorado notablemente, puesto que ya podía mantenerse más tiempo en su forma camaleónica.

    Frente a él, la estructura arcaica se veía igual de imponente que si se observaba a una distancia razonable. La esfera resplandecía como un tesoro a la entrada de la estructura, invitándole a acercarse. Contrario a su habitual desconfianza, el Black Lestrange se aproximó. En apariencia, similar a la que Suluk le había prestado para viajar con ella.

    Podría ser una trampa pero, ¿qué caso tiene haber corrido todos estos riesgos para echarse atrás?, pensó, sosteniendo la gema verde entre sus dedos. Ésta emitió otro brillo cegador, desapareciendo a los pocos minutos. El cambio que hizo en él, fue curar las heridas recibidas por el hipogrifo, así como la urticaria que adquirió en el laberinto.

    Con la balanza equilibrada, se adentró al recinto, esperando encontrarse con la arcana, si es que ésta no se había de decepcionado ante el tiempo transcurrido para llegar allí.

    ¡Ah, de, barco! anunció su llegada a la Sala de las Siete Puertas, agitando ambos brazos para indicar dónde estaba, cual explorador que se reencuentra con su grupo Contra todo pronóstico, he llegado, arcana Suluk.

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  21. Una ventisca aminoró el avance de la embarcación, que ya era de por sí mínimo. El castaño buscó con qué aferrarse a la madera, pues la tabla paró de golpe. Casi por instinto, volvió a su forma de camaleón de Parson, gracias a la cual pudo seguir en el medio de transporte, debido al tamaño de sus extremidades.

    Estaban en pleno verano, pero la temperatura parecía más acorde a mediados de invierno. Quizá era un recordatorio de lo que pasaría si tocaba el agua.

    «Claro, tiene sentido ahora. No toques el agua, pero te forzaré a que lo hagas, porque ya no hay otra forma de avanzar».

    Analizó la posibilidad de revertir la transformación y usar la varita para sortearlo, pero era demasiado simple. Mundano en exceso, así que seguro Suluk le habría puesto contramedidas mágicas. No, aquello debía resolverlo valiéndose de su forma animal. Aún con la herida causada por el hipogrifo, le era posible desplazarse, como había notado al escapar de éste al escalar un árbol.

    Recordó un poco de la biología de ciertos reptiles, producto de su conocimiento de las ciencias no mágicas. Los camaleones, así como algunas serpientes y lagartos, tenían la capacidad de realizar saltos de mediana distancia, al estar provistos de una razonable fuerza en sus extremidades. Echó una ojeada a la vegetación que de vez en cuando sobresalía del agua. Aquello formaba un camino irregular, pero bastante más seguro, para llegar del otro lado.

    «¡Paleta de reptil!», pensó al dar el primero salto hacia una serie de juncos que alcanzaban hasta un metro fuera del agua. Rápidamente, enroscó la cola, para evitar que ésta tocara el cuerpo de agua, y ascendió a la punta. De ahí, lo más cercano había, y que lo ayudaba en su trayecto, era un tronco. O lo que quedaba de éste, pues sólo parecía flotar la mitad de éste.

    Realizó otro salto de fe, como él comenzaba a llamar a tales hazañas. Clavó sus pequeñas garras en la madera, a manera de asegurar su ascenso. El esfuerzo lo estaba cansando, pero no podía rendirse. Teniendo su punto de apoyo, se lanzó de lleno al siguiente punto libre de agua, que resultó ser una pequeña porción de tierra, suficiente para alojar la extensión del camaleón.

    Se las arregló para realizar un par de veces más en el camino de juncos, pues estaban situados a mayor altura, por lo que le proporcionaron mayor distancia de salto. Una vez en la costa, volvió a su forma humana, apoyando sus manos sobre las rodillas para recuperar el aliento. La transformación le exigía un cierto esfuerzo físico, pero estaba dispuesto a dominarlo.

    Una más. Suluk, allá voy, no desesperes dijo entre respiraciones entrecortadas, incorporándose para adentrarse al laberinto que yacía frente a él. La última etapa a vencer.

    Nada más cruzar la primera avenida, se encontró con una vegetación complicada, compuesta por una especie de hiedra que penetraba hasta su piel y le causaba urticaria. Al inicio, intentó cruzarlo a la fuerza, resistiendo el impulso de ponerse a un solo pie y rascar su pierna.

    Finalmente, tuvo que convertirse de nueva cuenta en camaleón, adhiriéndose a la pared del seto para poder cruzar esa avenida sin sufrir más retrasos. Todavía le quedaba tramo, pero cada vez se acercaba más a la pirámide donde tendría lugar su prueba.
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