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Darla G Dumbledore

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Mensajes publicados por Darla G Dumbledore

  1. Título de la canción: Quemarás

    Nombre del cantante/grupo: Wos - Indio Solari

    Genero musical: balada

    A quién la dedicas:  a mí porque me gustó mucho como suena.

    Quemarás el dolor
    En el fuego más sagrado de hoy
    Y buscarás el amor
    En un rastro ciego de lo que ya no sos
    Y quemarás el rencor
    En el fuego de un infierno preco'
    Y buscarás esa voz
    Que te recuerde para siempre quién so'

    Y eso es así, ya lo verás
    Hay gente arraigada solo a su mezquindad
    Y en la desazón de no adueñarse del sol
    Perdieron las alas de la fraternidad
    Pájaro enfermo, sueña que vuela dormido
    Buscando en el cielo un sentido
    Las nube' le hacen de nido fractal
    Donde cantará

    Quemarás el dolor
    En el fuego más sagrado de hoy
    Y buscarás el amor
    En un rastro ciego de lo que ya no sos
    Y quemarás el rencor
    En el fuego de un infierno precoz
    Y buscarás esa voz
    Que te recuerde para siempre quién sos

    Podés resistirte a todo
    Menos a la tentación en tus modos
    El amor es un sentir y también una idea
    Menos sabemos, más sospechamos
    Y de allí en más todo es del silencio
    Camas hay cientas y en todas sueña lo mismo
    Le besa la boca al abismo
    Perdido en ese erotismo irreal
    Él cantará

    Quemarás el dolor
    En el fuego más sagrado de hoy
    Y buscarás el amor
    En un rastro ciego de lo que ya no sos
    Y quemarás el rencor
    En el fuego de un infierno precoz
    Y buscarás esa voz
    Que te recuerde para siempre quién sos

     

  2. Darla en algún lugar al que fue arrastrada, con tal vez algunas personas... o no... con una locura galopante, seguro.

    La verdad que se sentía tonta por haberse quedado “congelada”. Es verdad que ella estaba acostumbrada a los no muertos y fantasmas pero aquello había superado por un momento sus expectativas. Después de todo, su cielo estaba lleno de estrellas para recordar.

    ¿Y ahora qué? Se dijo mientras observaba a su alrededor tratando de entender qué pasaba. ¿Cuánto tiempo había permanecido en esa “nada”? Intentó desperezarse, si es que se podía decir así. ¿Qué ocurría realmente a su alrededor? Recordó las viejas épocas, por algún loco motivo, no se detuvo en su Seba, se fue a la época de Coyo, pero no pensó en él, sino en un reporte que lo mencionaba, pero hacía hincapié en la lechuza Pichichi de Heishiro y su relación con Saya. 

    Por Merlín, en serio ¿qué le estaba ocurriendo? Acababa de recordar que junto a Sagitas había presidido la boda de su sobrina Selene. Un estremecimiento recorrió su cuerpo al recordar al marido y al stripper. ¿Relación? Solo quien hubiera leído hacía 15 años y casi un mes aquel reporte tendría idea de lo que hablaba, perdón, pensaba. Sonrió como tonta. Sí, el recuerdo de sus reportes para la O.O le traían esa extraña sensación de borrachera que solo una ex fenixiana, ex mortífaga, ex dama de la noche, ex miembro del clan de la luna ¿ex? ¿por qué tantos ex? 

    Y cuando hablamos de ex, hablamos de ex en serio, ex novios, ex amantes, ex prometidos, ex, ex ex… sí, se había perdido, seguía aferrada a aquel respaldo, a aquella silla y no, no había abierto los ojos, solo había dejado que los sonidos del exterior… ¿había dejado? ok, no, nada tenía sentido.

    Darla, despierta… no quiero… algo está pasando y no es bueno… no me importa… Darla por favor… cállate Scarlet… ni siquiera estamos soñando… no me importa… pues abre los malditos ojos antes que nos maten…

    Bueno, aquel parecía un buen argumento… ¿o no? Quizás no, porque ella seguía con los ojos cerrados, pero ahora intentaba escuchar a su alrededor… eso le trajo otro recuerdo… pero no es atp, así que mejor volvamos al pasado, perdón, al presente, para que podamos tener un futuro… tal vez…

     

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  3. Chateau Dumbledore

     

    La pelirroja había notado la actitud despreciativa de Adrián, pero lo había ignorado, aún más luego de la llegada de su cuñada. Aunque no podía entender el brillo en los ojos de ella al verlos juntos. ¿Habría algo entre ella y Adrián? La verdad desconocía los gustos del mago, a excepción de su momentánea incomodidad que ella notó de inmediato por la sangre de la Dumbledore. Agradeciera que se contuvo porque la pelirroja no hubiera dudado en atacar al mago si se metía con su pequeña cuñada.

    Se había entretenido rememorando por unos segundos la situación anterior por lo cual apenas llegó a su mente las palabras de su cuñada y el sonido de unos nudillos en la puerta.

    —Gracias Ada —murmuró la vampiresa mientras su chaqueta llegaba a sus manos —claro, el abrigo —agregó mientras ella se ponía tan atenta como la rubia cuando esta escuchaba quién había llegado, pero la muchacha conocía al recién llegado y le preocupaba obviamente su persona.

    Darla se colocó la chaqueta sobre lo que llevaba puesto mientras observaba al joven mago con curiosidad y escuchó con curiosidad pero tratando de no invadir la privacidad de la pareja.

    —¿Flores negras? —la preocupación de Darla era cada vez mayor, no era solo tema con la familia, aunque el muchacho había llamado tía a Ada, ¿otro sobrino de Seba, su prometido? Suspiró al escuchar que también le había invitado a la plaza de San Mungo —yo mandé quemar las invitaciones y desaparecer las flores que recibimos —explicó la pelirroja, recordando la mirada molesta del elfo de Adrian y de él mismo, por su decisión sobreprotectora.

    —¿Están todos bien en tu hogar? —preguntó, aún dudando de si el mago no vivía también en la Dumbledore, eso de estar perdida tenía sus consecuencias.

    —Disculpa la interrupción, no me he presentado  —dijo con tono de disculpa —soy Darla, la cuñada de Ada y matriarca junto a ella de la Dumbledore —era un momento raro para la etiqueta, pero no era mala idea mostrar un poco de educación de su parte dada la intromisión en la conversación del joven con su tía.

    @ Ada Camille Dumbledore  @ Adrian Wild  @ heberth portillo

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  4. Firma-2.png De paseo por Nueva Orleans

    A pesar de que esperaba lo peor el brujo regresó de la trastienda sin ninguna treta aparente y tendió a la joven Bennett un estuche de madera con una oración de protección grabada en su tapa. “Oración” para un no maj, pero Sheila reconoció el hechizo protector que permitía al que abriese el estuche ponerse en contacto con su contenido sin sufrir daño alguno.

    Sacando su varita del bolsillo la morena la apoyó sobre la caja mientras recitaba el hechizo para luego pronunciar un claro alohomora. Una vez deshecho los hechizos que protegían el objeto abrió la tapa con tranquilidad y observó el mellizo del collar de huesos que había lucido el embajador McCarthy.

    —No esperábamos que el mago no supiera cómo utilizar el hechizo protector —mencionó el hombre y ella simplemente lo miró por sobre la tapa del estuche. Los huesos del collar mostraban runas, jeroglíficos, glifos y algunos morfemas.

    Sheila frunció el ceño, cualquiera los hubiera podido comparar con la Piedra Rosetta y seguramente hubiera tenido razón. La bruja cerró el estuche y lo guardó en su bolsillo.

    —Confiamos en su discreción Monsieur Baptiste —el hombre simplemente asintió mientras Sheila se retiraba del lugar.

    Cuando estuvo segura desapareció rumbo a las oficinas del F.B.I. pero antes de ingresar en ellas envió un mensaje a Tess informándole que en su bolso de piel de moke había guardado el collar de la abuela Michelle y que esperaba poder entregárselo a su tía en Inglaterra para que recibiera su parte de la herencia. Las dos mujeres habían establecido un sistema de comunicación que consideraban lo suficientemente eficaz. El problema es que Tess no podía llegar de la nada a Nueva Orleans junto a Sheila, para evitar la relacionaran dado lo ocurrido años antes cuando había explotado la ONU:

    Al llegar finalmente a la Sede Regional del FBI le informaron que los delegados franceses e ingleses estaban reunidos con el agente especial Ironwood. Sheila decidió esperar y pidió los archivos del depósito para poder terminar de analizar la información del lugar. Seguía sintiéndose molesta por el ataque que Ironwood había sufrido en el puerto de Nueva York, ella no había estado a tiempo y ahora todo parecía indicar que la empresa involucrada y aquella sociedad secreta que involucraba a brujas y magos de todo el mundo se hubieran involucrado en el sacrificio de McCarthy, si es que no era todo un blof para hacer creer que el mago había sido víctima de un sacrificio de resurrección de almas del pantano.

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  5. Sheila Bennet. Enredada en Nueva York

    ¿Qué es lo que le pasaba? Sheila sabía que había actuado bastante poco profesional. El acompañante de la bruja francesa le había explicado que debían entregarle un espejo comunicador, pero que el apuro por la situación del agente del FBI los había llevado a actuar apurados. Y ahora estaban allí, en el puerto, aquello no podía ser bueno. Suspiró, debía enviar un mensaje a Tess pero sin que la vieran.

    Así en silencio se dejó arrastrar a aquella especie de aventura, o más bien rescate.  El joven mago era muy caballero, pero ella no se sentía segura. Él tenía razón, debían buscar con cuidado al agente, pero ella no era una bruja de lucha, su fuerte era la herbología, el trabajo en transportes y magias más suaves y relacionadas con otras ramas como la adivinación o las runas.

    Gracias a la magia de Iolt que al mago lo habían encontrado a salvo. Aunque no podía dejar de sentirse frustrada, una trampa podría haberlo dejado muerto y a ella como culpable por enviarlo allí.  Por ello se sorprendió que él mantuviera su idea de que ella fuera a Nueva Orleans.

    Y los enredos continúan en Nueva Orleans

    No quería estar allí, algo en su sangre le gritaba que se alejara de aquel lugar, pero se había comprometido y allí estaba. Encima compartía habitación con la embajadora francesa. Había alcanzado a oír que era tía del joven mago que había conducido el vehículo muggle y algo sobre un embarazo. ¿Acaso había traído a un bebé al lugar? Qué tontería pensar así, Sheila se molestó con sí misma por tener esas ideas, pero había algo que le hacía sentir que no todo estaba en orden.

    Tess le había enviado una esquela de que la esperase, que estaba averiguando en los pantanos. Pero no aparecía. Así que esperó a que la bruja saliera de la habitación tras una ducha y ella misma se arregló para ir a donde podía estar su compañera. Salió despacio, llevando un par de anillos que le había dado Tess, de salvaguarda contra miradas indiscretas y  detección de enemigos. Aunque ya bastante eran sus nervios mientras sostenía en el bolsillo de su chaqueta la varita de sicomoro.

    Recorrer aquellas calles donde la desgracia había ocurrido en el pasado la hacían sentir nerviosa, podía sentir la presencia de las almas. No solo humanos, no maj o brujas caminaban por aquellas calles. Algunos estaban sedientos de sangre, otros de venganza, con suerte había algunos que solo querían paz, pero eran los menos.

    Sheila se detuvo frente a un edificio, parecía uno de esos antiguos lugares en donde se vendía a los no maj productos “mágicos”. Entró en él, a sabiendas que allí encontraría algunos elementos no tan falsos para poder lidiar en aquel momento.

    —Buen día jovencita, ¿en qué le puedo ser útil? —el hombre vestía un traje colorido, collares dorados que relucían sobre la blanca camisa que parecía fuera de lugar con un traje tan llamativo como el que tenía encima.

    —Busco una réplica de este talismán —dijo Sheila mientras le tendía una foto donde se veía el artilugio que el embajador inglés llevaba en su cuello al momento de ser hallado. El hombre disimuló una expresión de asombro y la miró con más atención.

    —Esos artilugios son de magia oscura niña, no cualquier puede manejar…

    —Ahórrese las advertencias, no se las hizo al usuario anterior, necesito uno de estos, las brujas de Salem le recuerdan que se los debe —la sonrisa en los labios de la Bennett ya no era tan dulce ni ingenua mientras el hombre murmuraba que ya se lo traía e iba al fondo de la tienda. Sheila preparó su varita, no iba a confiar tan fácilmente en él.

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  6. Título de la canción: Viva la vida

    Nombre del cantante/grupo: Coldplay

    Genero musical: balada pop (?)

    A quién la dedicas:  a mí, justo la escuché, en realidad era un cover de Shalom Margaret, lo dejo también, me hizo sentir algo que no sé explicar, era como un recuerdo que no terminaba de cuajar, una mezcla de nostalgia inexplicable.

    https://youtu.be/cdF4yjWo2ZA?si=oWQMRMcWl4h1mwQg

     

    https://youtu.be/BA-YR8ptlK0?si=Dfpqu-3mexaNRJTK

  7. Paso por acá porque me mencionó Noe, tendría que leer, lo siento, marzo se me complicó la vida pero quisiera intentarlo, creo que no tengo preferencia de equipos, cuándo empieza? Leí que está más light el tiempo de juego pero qué tanto?

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  8. Nueva York - MACUSA

    La iban a matar, el pasar toda la información a Tessa sin que nadie se enterase la había obligado a perder un tiempo divino. Encima, según le habían adelantado que todo se movía a alta velocidad y cada vez había más gente. Al menos es lo que le había avisado la recepcionista a la que le había pedido mantenerla al tanto mientras terminaba un “asunto personal”, que la bruja pensaba era un romance.

    Así que no tuvo más remedio que correr, conectar chimeneas de red flú y cruzar los dedos para llegar a su oficina nueva antes que los que la buscaban lo hicieran. Patinó casi hasta su escritorio para sentarse en él, buscando en los cajones el archivo que había obtenido del depósito. Y justo a tiempo.

    —¿Sí? —comenzó a decir Sheila cuando desde las manos de la bruja que acababa de hablarle una voz familia surgió, la morena se puso en pie y observó unos segundos el brillo de los ojos azules en el espejo que llevaba la mujer —espere… maldición —susurró comenzando a colocarse el tapado a lo bruto mientras corría tras la mujer —red flú —gritó ante la ignoración total de la mujer que corría hacia la calle junto a su acompañante.

    Ya estaban subiéndose a un automóvil y Sheila dudó, pero si ellos sabían dónde estaba el agente Ironwood no le quedaba otra opción que ir con ellos. Maldita sea, ¿por qué nadie utilizaba aparición conjunta o red flú? Pensó mientras abría bruscamente la puerta trasera.

    —Más le vale que tenga una buena explicación de por qué está en peligro el agente Ironwood —dijo la afroamericana mientras apuntaba con la varita a la pareja —¿dónde le ha dicho que está? Se suponía que iría al puerto, podríamos haber utilizado una forma más rápida de llegar que las calles de Nueva York —no podía evitar sentirse molesta, el averiguar las cosas antes que él no implicaba dejar que le hicieran daño.  Y parecía que eso era lo que estaba pasando, él estaba en peligro y no había hecho tiempo de avisarle a Tessa, aunque ella debía estar ya por salir hacia Nueva Orleans.

    @ Ada Camille Dumbledore  @ heberth portillo  @ Syrius McGonagall

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  9. Chateau Dumbledore - con @ Ada Camille Dumbledore  y @ Adrian Wild

    Frunció el ceño, tres ramos de tulipanes y pensamientos, trece encima. Y sí había afectado a la gente que lo habían recibido. Podía notar lo adolorida que se mostraba su cuñada, algo ocurría, lo podía sentir pero se negaba a que su nueva habilidad le llevara la información. Lo que tuviera que decir, que lo dijeran sus labios, no su mente.

    ¿Qué había dicho de su ropa? Darla bajó la mirada y se observó, zapatillas sin cordones, el pantalón cargo, la remera mangas largas. Estuvo a punto de decir “oye, ¿qué tiene mi ropa?” pero Ada se giró, Adrián se hundió en su café y ella solo dio un mordisco a su tostada. Además acababa de procesar que ella se refería al frío, no a su look.

    Y hablando de Adrián, lo observó, ella había cazado la noche anterior ¿él lo habría hecho? su atención se centró en lo que él parecía querer esconder y levantó una ceja, maldito, le iba a clavar un tenedor en una mano si se movía. Sí, había abusado de su habilidad y le sorprendió un poco que él pudiera sentir los aromas de su piel afectándolo tan negativamente, a ella la calmaban, qué gracioso. Quizás por eso no había actuado como Edward con Jasper. Pero ¿qué demonios estaba pensando?

    Adrián se puso rápidamente en pie y dijo que se cambiaría, que no lo esperaran, evitó poner los ojos en blanco, pero por otro lado, dado su actual estado de incomodidad quizás era lo mejor para ambas. Quizás él no era el más conveniente para luego utilizar magia oscura para retomar su vida. ¿Y por qué había pensado en ello ahora, justamente ahora? Miró a los ojos a Adrián y tuvo que reconocer que estaba siendo lo bastante fuerte para no morir estacado por ella. Se encogió de hombros y observó a su cuñada.

    —Si quieres vamos, solo mandaré a buscar una chaqueta para no parecer una loca ¿o tu hablabas de ropa adecuada para una gala? —se puso de pie mientras extendía su brazo susurrando un —accio chaqueta larga.

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  10. Si suben advertencia o no, es otra historia pero no tengo mucho para aportar en este momento, solo vine a dejar la ficha para que lo sepan, aunque aún no sé bien por qué 🤷🏻‍♀️ :

     

    En caso de recuperar la actividad:

    ¿Te gustaría pertenecer a un bando? ¿A cual?: Si, a la Orden del Fénix

    ¿Estás interesado en formar parte del equipo del foro? ¿Qué disponibilidad de tiempo tendrías?: no lo veo conveniente, va a haber más caciques que indios si todos se ofrecen a formar parte del equipo y no siempre las cooperativas pueden rescatar las empresas. A tu disposición Moni según lo charlado

     

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  11. Sí, aquella investigación llevada por su curiosidad innata parecía que iba a tomar un cariz más que inesperado. Solo magos y brujas había ahora en el Puente de Londres, eso era algo bastante notorio por lo visto. Las letras que la habían hecho llegar en un primer momento pasaban a un segundo plano al descubrir esa “reunión” de trasladores que alguien había dejado allí.

    Darla se preguntaba varias cosas, no era solo el motivo del “llamamiento” mediante una pareja colgada y eviscerada aparentemente, sino que la “limpieza” del escenario fuera realizada por hombres de negro ¿era un chiste?. Y ahora, esto, trasladores. Por un momento tuvo flashes de recuerdos borrosos del pasado. No es que ella tuviera mala memoria, pero sí sabía que dos veces en su pasado había tenido que renunciar a recuerdos, algunos, voluntariamente, como lo hacía en nigromancia, pero otros, por cuestiones de ¿cómo decirlo? ¿ideología? La cuestión acá es que alguno de esos recuerdos inexistentes hoy le traían una sensación antigua y remota de regreso a su cuerpo al ver el osito de peluche azul abrazado a un corazón rojo con letras negras y doradas de un “I love you”. Claro que seguro el mismo recuerdo se lo podría haber traído un candado con forma de corazón cuya cerradura estaba tan oxidada que de solo tocarlo parecía capaz de transmitir el tétano.

    ¿Llevarían todos al mismo lado? ¿Por qué la necesidad de tantos? Pensó en las veces en que habían viajado tocando un traslador más de una persona. Quizás algunos estaban pensados para los más retrasados o tímidos. O cada uno te lanzaba a un mundo que no sabías a dónde estaba. Solo había una manera de averiguarlo pensó suspirando e ignorando todas las señales de peligro que aquello podía implicar.

    Jala, pensó mientras el tirón desde el ombligo la llevaba en un vuelo cuya compostura intentaba mantener, los pies en el aire intentaban aferrarse a esa imaginaria teoría de que no caerías de bruces al aterrizar y podías llegar “flotando” con pasos de vampiro, bueno, ella lo era ¿no? El “aterrizaje” no estuvo mal aunque… “amerizaje”...  “acuatizaje”. No sabía con certeza si por el olor a humedad o al hecho de que la superficie bajo sus pies se balanceara como si flotara sobre algo.

    No era una balsa, ni por lo visto tampoco un crucero, parecía un navío fantasma, o así lo sintió ella al menos mientras guardaba el osito en uno de sus bolsillos ampliados con magia. El lugar daba la sensación de ser el camarote de un capitán. No necesitaba acostumbrar tanto sus ojos a la oscuridad, pero sí quería estar segura de con qué o quién estaba. Sin moverse empezó a analizar lo que sentía y veía a su alrededor, mientras el sonido de cuerpos llegando o chocando dentro de la habitación parecía hacer eco por momentos en el vacío de aquella noche de una apenas atravesando la mugre de los vidrios y la oscuridad del lugar.

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  12. Sheila Bennett en el Departamento de Transportes - MACUSA - con Annabette March* y @ Syrius McGonagall

    La copia de los archivos para el Agente Ironwood, desapareció segundos después que él la examinara e hiciera una nueva consulta, un hombre práctico sin dudas.

    —Por supuesto, ya le encargué a la gente de archivo que buscaran toda la información sobre la importadora, parece no tener mucha antigüedad en el rubro, se diría que se activó hace unos años, pero la papelería relacionada con ella está entre los anaqueles más antiguos, los relacionados con las operaciones preexistentes a la creación del MACUSA y mmm… pedí que revisaran dos veces, el nombre y origen del responsable de la empresa parece no estar del todo claro, la firma cambió de denominación hace un siglo o al menos de logo —dijo encogiéndose de hombros, sin saber si reconocer directamente que los archivos de esa empresa eran un poco “complicados” y además había encargado que hicieran copias de más, para hacerle llegar a Tess.

    Ante el pedido del nuevo favor fue Annabette quien respondió primero con un gesto de clara disculpas.

    —Me temo que yo no podré ir hasta mañana o pasado, no quedan responsables del Departamento por las vacaciones de invierno —miró a Sheila quien asintió.

    —No tengo ningún inconveniente en partir de inmediato si así lo necesita Señor Ironwood —dijo la joven Bennett abriéndole paso al caballero que había estado reunido con ellas y que ya parecía dispuesto a partir de regreso.

    Una vez que él se retiró de la oficina Annabette pareció relajarse.

    —Que suerte he tenido que te reincorporases justo ahora, quizás no para el muerto, pero sí para el Departamento, no sé quién de recursos humanos organizó las fechas de las vacaciones —dijo la bruja con un gesto resignado y sonrió a su compañera —gracias por ocuparte del trámite Sheila, el MACUSA cubrirá tus gastos de hospedaje allá si hace falta pasar más tiempo, lleva todos los recursos que necesites, esta investigación parece que va a ser bastante compleja. Haré enviar los archivos de la empresa importadora en cuanto los remitan —agregó mientras acompañaba a su empleada al ingreso para que preparase sus cosas para partir a Nueva Orleans.

    Sheila sonrió y aseguró que no tenía nada que agradecer, en verdad le agradaba su trabajo, al menos tenía más actividad que cuando había estado allí hacia algunos años. Obviamente no hizo referencia a que su llegada no había sido casualidad. Se sentía como en una de las novelas de misterio que solía leer en la sucursal de House of Books y eso en verdad le encantaba, pensó mientras acomodaba los pocos papeles que había llegado a tramitar en ese tiempo antes de ser asignada a la nueva misión.

    No pasó mucho tiempo para que estuviera pues lista para partir, los archivos iban llegando, pero por algún motivo no lograban recuperar los del origen de la empresa, solo un manchado archivo, parecía más bien trabajo de magia negra, donde se veía el antiguo logo de la importadora que parecía más un jeroglífico egipcio que otra cosa: una garza, una media luna, unas líneas paralelas y luego todo se volvía muy borroso, tendría que utilizar magia para recuperarlo, pero eso sería luego.

    Sheila envió un mensaje a Tess informándole de sus avances y de su viaje a Nueva Orleans, quizás no sería necesario de que ambas fueran allá. Todo dependería de cómo se iban dando las cosas en el depósito del muelle.

     

     

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  13. Chateau Dumbledore con @ Adrian Wild  y @ Ada Camille Dumbledore

    Supuso era su imaginación la que la hizo creer que Adrián la miraba con hambre y desilusión. Por algún motivo que no entendía, la loca de la casa, la imaginación, le jugó una nueva trastada: le trajo a la memoria una antigua película muggles de vampiros, donde el protagonista, un actor galán de aquellos años se sentía feliz porque encontraba una mujer que le mordiera a él, comedias de los no maj pensó mientras volvía a la realidad con la pregunta del mago.

    —Alguien decidió empapelar el Chateau, o más bien alfombrarlo con ramos de flores negras e invitaciones mmm… algo extrañas —sonrió como no dándole importancia al tema mientras se encogía de hombros y sostenía su mirada ¿cuánto hacía que no lo veía? Si no recordaba mal la última vez había sido en su local o…

    Debía agradecer dos cosas: ser vampiro, para no sonrojarse al recordar el tango que habían bailado en la fiesta organizada hacía más de un año y que el elfo de Adrián llegara en ese momento para cortar el ambiente que, por su parte, se estaba poniendo extraño, porque además del evitado sonrojo sintió una extraña sensación recorriendo todo su cuerpo que no sabía, o no quería, darle entidad, así que echó la culpa al reflejo de las llamas que el ventanal  a su espalda dejaba traslucir y parecía bailar como sombras extrañas contra la pared contraria.

    Iba a responder al saludo del elfo cuando la voz de Adrián casi la hace ahogar de la risa. No sabía si dos siglos pero…

    —Buenos días Wilmo —dijo sonriendo al sonrojado Elfo, —Adrián, no le molestes, él sabe que soy soltera, nadie me llama aún Doña y espero que no me llamen vieja gruñona —agregó con tono burlón, levantando una ceja hacia Adrián, pero con una fina advertencia en el fondo de la frase, que por suerte, o no, se perdió por el comentario del elfo, Darla maldijo, no había tenido en cuenta que el resto de los ramos pudiera venir con tarjetas personalizadas, sobre todo porque el de “ella” no era para ella, sino para Scarlet Akane, luego averiguaría si los elfos habían visto alguno a su propio nombre.

    La mirada del elfo, la hizo sentir una mínima culpa, apenas bajó un segundo la mirada y le sonrió, afirmando, como dándole a entender que no había problema en que dijera que era por orden de ella que todo aquello había pasado como lo relataba. Volvió a su taza de té pero por poco se ahoga al escuchar la broma de Adrián respecto  a la maldición, levantó la vista y, como lo temía, él la observaba y sí, era obvio que no iba a dejar pasar el tema a medida que iba hilvanando más información.

    —Me temo que sí, pensamientos, flor hermosa y casi inocente —suspiró y bebió un nuevo sorbo de té antes de continuar —¿sabías que evocan la felicidad del primer amor? Pero, si son negras, como en este caso, evocan tristeza y dolor del amor sin esperanza,  qué ironía para el mes del amor ¿no crees? —dejó la taza sobre la mesa antes de continuar —pero las otras, porque no eran las únicas, son otra historia, la aguileña negra… herboristería, herbología y pociones competirían por ella… hierba de bruja… los muggles de hoy la creen afrodisíaca… y tienen razón…  —se permitió sonreir con picardía al mago frente a ella —en parte… para los cristianos es la flor de luto de la Virgen —se encogió de hombros —triste y melancólica, para empezar…  —no tuvo tiempo de continuar una voz más que familiar los sorprendió.

    —Ada —la observó sorprendida, se veía ojerosa, pálida y más delgada de lo que recordaba, aún así tenía un cierto aura místico, su pregunta sin embargo atrajo su atención —no sé quién más hay en casa, pensé estaba sola pero —señaló la mesa que los elfos había preparado —¿recibir algo? —la miró preocupada, luego a Adrián y de nuevo a ella —¿tú también recibiste flores y la invitación? —la pregunta  era una respuesta en sí misma.

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  14. Era obvio que debía empezar por algún lado y ese lado parecía ser en ese momento el mismo Puente de Londres. Había solicitado a su amigo de la embajada sudamericana que le consiguiera la información que sus servicios de seguridad había conseguido. Después de todo, alguien había retirado los cuerpos del bendito puente y si no habían sido los aurores había pocos cuerpos de elite que pudieran realizar aquella tarea.

    Era una especialista en desmemorización, así que si alguien había sido afectado por la misma y había estado presente esa noche en el puente y visto lo suficiente ella lo sacaría de su mente y obtendría la información que necesitaba.  

    La pelirroja caminaba por la calles de Londres, aparentemente sin rumbo, con las manos caladas en los bolsillos de un tapado negro con el cinturón suelto, colgando a los lados. La polera blanca contrastaba con el resto de la ropa de tonos oscuros, desde las botas hasta el pantalón. Se detuvo de  pronto, frente a una patrulla que hacía guardia en una esquina, como aguardando la siguiente asignación, miró a los lados, tomó la varita entre sus dedos y la ocultó en su manga, cruzando la calle tras activar el anillo contra oídos indiscretos y se acercó a la ventanilla del conductor con una sonrisa más que inocente.

    Nadie supo lo que pasó en la patrulla durante los siguientes treinta minutos, pero para cuando Darla bajó, los dos policías tenían para explicar que se habían entretenido averiguando los antecedentes de un indigente que se había escabullido entre los callejones del centro londinense.

    La vampiresa se alejó de lugar, pasando un dedo por el borde de su labio para quitar una última gota, sí, había mordido y sanado las heridas de los policías, era más simple, más rápido y combinando sus habilidades con sus instintos obtenía mejores resultados. La escena de los dos cuerpos, amarradas las manos  con sus propias vísceras, sus corazones quebrados y atravesados por flechas la mitad de uno con la mitad de otro, le daba un nuevo significado al término de corazones rotos. Los pétalos, odiaba reconocer que eran rojos por la sangre porque la verdad que se trataba una vez más, de flores negras…

    Cerró los ojos y se desapareció rumbo al mismo puente en sí, quería ver el cartel si era sangre humana u era otra cosa. No podía dejar de sorprenderse, magos, brujas, muggles se mezclaban en aquel lugar, investigando, algunos viendo una realidad, otros notando una totalmente diferente. Darla gruñó y cambió el c olor de sus cabellos a un tono castaño nada llamativo, usar lentes oscuros no era una opción viable, levantó el cuello de su abrigo y fingió ser una caminante curiosa.

  15. Chateau Dumbledore

    Debía reconocer que la ducha fue rápida, uso magia para acomodar los rizos, no mucho, se secó mitad con el toallón, mitad con tergeo y tras darle sabor a menta a su boca y aroma a cítricos a su piel, se puso un pantalón de bengalina estilo cargo color camel, zapatos cómodos, parecían zapatillas pero sin cordones, todos cerrados en color negro, una remera mangas largas color negra con el dibujo de un cazador de sueños en tonos naranja en el pecho.

    Hacía tiempo se vestía más muggles que lo habitual, en su bolsillo lateral acomodaba su varita mientras pensaba en ello y se desaparecía para aparecerse en la planta baja, a pocos metros de donde surgía un aroma a café, pasteles recién horneados, tostadas y alguna otra pastelería, en el medio se mezclaba otro aroma que no era tan comestible… ponle…

    Al ingresar al comedor se detuvo unos segundos, sorprendida en realidad, pensaba que el chateau estaba ocupado solo por los elfos.

    —¿Adrián? —el mago estaba de espaldas a ella con su nariz a pocos palmos de sumergirse en una aromática taza de café.

    Miró la mesa, definitivamente los elfos de los Dumbledore eran exagerados, o quizás había más gente de la que ella pensaba en aquel lugar, levantó una ceja, observando que al lado de la cafetera había una tetera y alrededor varias variedades de té. Seba la había acostumbrado a cambiar el café por té. Mordió el labio mientras se acercaba a la mesa e intentaba recomponer su aspecto y su actitud.

    —Buenos días, no pensé había tanta gente en la casa cuando pedí el desayuno, me alegra verte ¿pediste flores también? —dijo en tono de broma, aunque debía reconocer que ni las flores ni la invitación le hacían nada de gracia, sospechaba que había allí algo oscuro que recordaba de sus visitas al mundo de los muertos y también de cuando jugaba con los límites de la magia de la Orden Oscura.

    —¿Puedo acompañarte a desayunar? —más para disimular su estado que por esperar una respuesta, claro que esperaba no dijera no, porque ya se estaba sirviendo un té con leche y le echaba el ojo a unos bizcochitos cuyo aroma la hacían olvidar que era vampira y prefería la sangre a las harinas.

    @ Adrian Wild

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  16. Sheila Bennett con Annabette March (*) y Matt Ironwood en el Departamento de Transportes - MACUSA.

    El color de las mejillas de la recepcionista fue pasando desde un rosado tímido aumentando  a un rojo tirando al bordeaux de la bandera norteamericana y para luego bajar un par de tonos hasta un sonrojado de niña pecada en falta. Esto último gracias a que el Agente Especial Ironwood había tomado muy bien el que lo llamara Ironman. La bruja apareció y desapareció en una fracción de segundos para avisar a Annabette March sobre la presencia del mago en el Departamento.

    La señorita March apretó delicadamente la mano que le tendía el mago y le escuchó atentamente, sintiéndose emocionada al poder colaborar con la investigación del caso.

    —Por supuesto, no es ninguna molestia Señor Ironwood, soy Annabette March, pero llámeme Anna por favor, venga por aquí, ella es Sheila Bennett, una de las antiguas especialistas del Departamento —guió al mago hacia su despacho, una oficina sencilla, eran más gente de actividades y permisos, es verdad, pero no necesitaban grandes despachos para su actividad, que muchas veces implicaba inspecciones de red flú, trasladores y permisos de aparición o exámenes de aparición en lugares habilitados y bajo supervisión.

    Las dos mujeres revisaron las carpetas que le entregara el investigador, la fotografía del cuerpo era algo más que macabro, pero las tomadas en el depósito eran algo desconcertantes.

    —Entiendo —dijo Annabette revisando con detenimiento la foto que indicaba el número del depósito —buscaremos registros a nombre del embajador y relacionados con el depósito a nombre de quien fuere mmm… interesante, podemos aplicar nuestros conocimientos para detectar si allí se utilizaron servicios legales o no de red flú, las apariciones son algo más difíciles de detectar, pero no imposible y si en algún momento se utilizó el hechizo expansor para guardar una carga mayor —se calló unos segundos y levantó la vista hacia el investigador —supongo que han hecho estudios para detectar el uso de magia oscura u hechizos de ocultamiento ¿verdad? Esos son más comunes y no necesariamente relacionados con nuestro Departamento mmm… —levantó la foto con los datos de depósito y se la tendió hacia Sheila, quien le mostró la tenía también en su carpeta —busca los registros y permisos para el depósito y aunque no guarden relación con él, fíjate si McCarthy pidió permisos especiales, él o algún miembro de su familia —revisó el archivo en sus manos, para ver si contaban con esos datos. La verdad que aunque pareciera superficial la bruja era muy diligente en lo suyo, y no podemos negar que se veía influenciada por su gusto de leer novelas policiales y de misterio al interesarse por aquella situación.

    Sheila asintió y salió disparada para buscar los registros, si existían, lamentaba tener que dejar la charla, pero estaba segura que lo que se perdiera luego llegaría a sus manos y además, no dudaba Annabette la llevaría con ella a investigar al depósito. En lo cual tenía absoluta razón, lo que hubiera verificado de escuchar a su compañera hablando con el investigador.

    —En cuanto Sheila confirme si existen registro estaremos encantadas en acompañarlo al Puerto de Nueva Orleans, ella tiene experiencia con la magia antigua, es de familia, desciende directo de las brujas de Salem y tiene sangre druida, no sé cómo explicarlo pero esa niña parece haber conseguido lo mejor de la sangre pura de ambos continentes.

    Minutos después Sheila regresó con una pequeña carpeta y expresión desilucionada.

    —Ni el Señor McCarthy ni su familia tienen permisos que no sean los comunes al mudarse de Gran Bretaña a Estados Unidos, pero tengan en cuenta que muchas de sus pertenencias, si es que no todas, están protegidas por el secreto diplomático, pero el depósito registra permisos para Importaciones Mágicas Hormder con domicilio en Escocia —la morena extendió una copia de los permisos de importación a su jefa y al investigador.

    @ Syrius McGonagall

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  17. Avy-1-b.png

    Nombre: Sheila Bennett

    Edad: nació el 5 de febrero de 1993

    Nacionalidad o procedencia: Virginia (EEUU)

    Raza: humana

    Personaje principal al que está asociado: Darla Potter Black/Scarlet Akane

    Relación con el personaje principal: empleada de Darla Potter Black en la sucursal de HoB en EEUU

    Aspecto Físico: Afroamericana de piel delicadamente morena. De baja estatura, 1,58, con ojos de color verde oliva, cara en forma de corazón y pelo negro. Cambia regularmente su cabello que a veces utiliza con las suaves ondas naturales aunque prefiere llevarlo lacio, con un largo por debajo de sus hombros. Tiene una figura delgada pero atlética ya que gusta de practicar deportes, gimnasia deportiva y ama jugar quidditch, que aprendió de su padre irlandés.

    Su estilo es descrito como gitano pero elegante con un poco de tendencia hippie, gusta de conjuntos informales como tops o blusas combinadas con pantalones vaqueros. Le agradan las chaquetas y cárdigans entallados, los collares y pendientes. Ama las túnicas de colores naturales con detalles de la naturaleza bordados en ellas.

    Ocasionalmente utiliza maquillaje, por lo general sólo para ocasiones especiales como fiestas, sin embargo a diario lleva poco o ningún maquillaje.

    Cualidades Psicológicas: Su personalidad: es moral, apasionada, libre de espíritu, decidida, defiende ferozmente su opinión y es incapaz de callar lo que ella piensa que es correcto. Ella es también extremadamente compasiva, amable, empática, cariñosa, amistosa, servicial, muy desinteresada y protectora con los que ama.  Es incapaz de callar lo que ella piensa que es correcto y excesivamente protectora con los que ama.

    Historia: Sheila Bennett nació el 5 de febrero de 1993 hija de Luke Hopkins** y April Bennett** en un pequeño pueblo de Virginia. Desde que su madre la abandonó siendo una niña de cinco años, su Abuela**, de la que heredó su nombre,  la  crio durante la mayor parte de su vida.

    Sheila es habitualmente consejera y confidente para todos sus amigos, es una bruja decidida, pero empática. Antes de que descubriera su verdadera herencia como bruja, se había descrito como una psíquica y era una estudiosa de lo sobrenatural.

    Sheila es descendiente de las brujas de Salem por parte de su madre y por parte de su padre lleva sangre druida. Por ser su padre muggle, aunque al igual que ella estudioso de lo sobre natural, hasta que no llegó su carta para Ilvermorny cuando tenía once años, su padre y su abuela no sabían si la joven sería squib o bruja recién entonces “su videncia” como ella bromeaba resultó ser realmente la magia que permanecía dormida en ella. Su abuela siempre había confiado en que ella heredaría la magia de su familia materna, porque decía que su nieta tenía el don.

    Otros datos:

    Pertenencias:  Un guardapelo con una runa grabada en él, dentro lleva las fotos de sus padres tras de las cuales hay grabadas dos runas más; una pulsera trenzada de cuero negro, rojo y beige con dijes que representan los símbolos de cada una de los elementos de la naturaleza; una antiguo anillo de plata con filigranas que representan dos hojas rodeando un ovalo con una piedra de lapislazuli en el centro.  Árbol de Familia.

    Casa de Ilvermorny: Horned Serpent.  Isolt Sayre había nombrado la casa, se suponía que era la casa de estudiantes estudiosos

    Varita: Madera de Sicomoro, 12.5 pulgadas, elástica, con fibras de corazón de Pukwudgie.

    Especialidad: herbología.

    Condiciones de utilización: Puede ser utilizado solo por el usuario del personaje principal. El resto de usuarios del foro no podrán manejar ni sus acciones ni sus pensamientos o sentimientos, si interactuar con ella.

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  18. Calles de Londres – noche del lunes

    Podría haber sido una noche tranquila, últimamente no se permitía demasiados de esas, pero estando en Londres, en el Callejón Diagon y en especial en su local, en el hogar de ambos, a Darla le había atacado una pequeña nostalgia. El local había sido decorado para San Valentín, con algunos corazones y rosas que daban vueltas y aparecían de sorpresa entre las estanterías al tomar un libro. Los románticos estaban esta vez en primer lugar en una bonita pirámide que iba girando y rotando para mostrar una que otra novela muggle y mágica. El nombre de Corín Tellado aparecía cada tanto.

    Sinceramente la pelirroja prefería los libros de aventura pero Seba la había hecho gustar de algunas historias románticas. Por eso el homenaje para con él en cierta forma, desde hacía una semana. Lo otro que era más un recuerdo de su vida juntos que un homenaje, fue recordar sus clases de  Conocimientos Muggles tomada con Matt. Se había vestido con jeans, una polera azul de cuello alto y una chaqueta de abrigo y botas. Tomó la mochila que usaba cuando iban a clases, puso un par de tentempiés, una botella con agua, otra cuyo contenido rojo no era visible desde el exterior y tomó varias monedas muggles y un pase para las líneas de metro.

    Varias horas estuvo paseando y recorriendo la ciudad, casi le da un pico diabético por tanta dulzura. Por eso no notó lo tarde que se había hecho, ahora tendría que regresar por medios mágicos, no había drama, podía aparecerse, pero hubo algo, uno de sus anillos vibró recordándole el peligro que podía haber en las calles muggles también. Las sirenas no tan lejanas la hicieron acelerar el paso en dirección hacia dónde ellos iban.

    Cuando se apareció en el puente alcanzó a presenciar la llegada de los desmemorizadores. Porque debían ser ellos, no se imaginaban a nadie más queriendo ocultar a aquel par de muertos ante la vista muggle. Las noticias sobre la broma macabra y de mal gusto al día siguiente parecerían apoyar sus suposiciones pero…

    House of Books, Callejón Diagon al día siguiente

    El Profeta del día siguiente también hablaba de aquello, ella había tenido poco a nulo tiempo para poder verificar si habían utilizado magia o no, pero el mensaje, el mensaje no dejaba dudas de por dónde venía la mano, o mejor dicho a dónde querían llegar, a quiénes. Pero no había forma de saber quién era el responsable, aún.

    —Pensé ya no te interesaban esos temas —Darla se giró y observó a la dueña de aquellas palabras con un leve tono de sorna en ellas.

    —No me interesan, pero anoche fui testigo de algo y aún no sé de qué es y sabes que suelo sentir curiosidad… y por siento, buen día…  siéntate a desayunar Kim —la rubia río y esquivó al elfo que ya le preparaba su lugar en la mesa.

    —Que casualidad ¿no crees? Justo fuiste testigo —dijo la rubia mientras tomaba el vaso lleno de un líquido rojizo, declinando el té que le ofrecía Lualú.

    —Más que casualidad, maldita coincidencia —gruñó Darla y Kim miró a Tommy quien solo asintió, sí, de nuevo su ama andaba recorriendo los lugares que habían recorrido con Seba.

    —Bueno, ¿haremos algo? —Darla levantó la vista de la tostada que estaba untando.

    —¿Hacer algo? ¿Acaso sigues trabajando como auror y no estoy enterada? Porque lo que es yo estoy retirada querida —Kimberly río y se encogió de hombros.

    —Como no —dijo antes de ocupar sus labios de nuevo con la energizante bebida, dejando a la pelirroja protestando no se sabía bien si porque se le acababa de quebrar la tostada con la presión del cuchillo o por las palabras de su rubia amiga.

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  19. Sheila Bennett - MACUSA

     

    Annabette y ella habían recuperado algunos trasladores pero se habían dado en tapera con los investigadores que habían puesto su empeño en Nueva Orleans. Las brujas estaban preparándose para archivar los trasladores desechados cuando el tiempo pareció correr hacia ellas. Bueno, no, lo que corrió fue una ratita de papel de un memorando que llegó rauda por las tuberías. Annabette tomó el memorando y dio un leve gritito mezcla de sorpresa y ansiedad.

    Guarda todo tú, que debo preparar el lugar, viene el encargado de la investigación a requerir nuestros servicios.

    Sheila sintió curiosidad pero se alegró de encargarse sola de los trasladores, eso le permitió hacerse con una botella de agua mineral que se usó para ir al lugar del hallazgo del cuerpo. Ahora solo debía encontrar la manera de hacérselo llegar a Tess.

    El tiempo tirano pasó y las puertas del ascensor se abrieron antes de que pudiera terminar de planificar. La recepcionista del Departamento se puso atenta, dejando su iPod mágico y observando la figura del hombre que venía hacia ella.

    Buenos días Señor Ironman, perdón Ironwood, ya llamo a la encargada, la directora está de licencia y la Jefa de Trasladores está al frente.

    Annabette salió ansiosa, y Sheila aprovechó a espiar de quién se trataba del FBI. La jefa de trasladores lucía ese día un trajecito de color oliva, zapatos de tacón ancho, cómodos y prácticos pero con su toque femenino y el cabello recogido en un rodete prolijo, salvo por un par de finos mechones que parecían escaparse adrede.

    Señor Ironwood, lo esperábamos, estamos lista para prestarle el servicio que necesite. Díganos ¿qué podemos hacer por usted?

    Sheila sabía que tenía que moverse rápido si quería ser incluída en la investigación que se estaba llevando a cabo. Se adelantó como si fuera a buscar algo en su escritorio y llevarle un archivo a la recepcionista.

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  20. Chateau Dumbledore

    Flores negras, flores negras… –alguien protestaba fuera de su habitación –y hojas, miles de hojas negras es el colmo –unos nudillos golpearon la puerta, no le quedaba más remedio que levantarse.

    Despejó las sábanas hacia un lado y se puso de pie, descalza se dirigió hacia la puerta mientras la suave tela del camisón acariciaba sus muslos. Le gustaba esa sensación al levantarse luego de que se desenredara de su desnuda cintura. 

    Abrió la puerta, con los cabellos rojos aún alborotados, muy alborotados por la expresión de sorpresa de los dos elfos. Desorientada miró primero a uno, con varios papeles en las manos y al otro con dos ramos de flores negras de distintas especies cada uno. Darla frunció el ceño y extendió su mano atrayendo a Edelweiss hacia ella.

    Evanesco –dijo apuntando a los ramos mientras por su mente pasaban a alta velocidad los recuerdos de sus clases de herbología –¿quién trajo esas flores? –preguntó observando a uno y otro elfo, aún sin prestarle atención a los elfos que la habían despertado, no conocía los nombres de todos los elfos de la Dumbledore. Ellos negaron.

    Nadie trajo, todos aparecieron solos…

    –En los jardines junto a las invitaciones –el elfo que había terminado la frase le extendió uno de los negros papeles con letras plateadas que cargaba. Darla los leyó en silencio y frunció el ceño.

    Quemen todo… no, evanesco a las flores e incendio para los papeles… eviten el polen –suspiró, seguro ya era tarde, pero dudaba les hiciera mal a ellos –avisenme de cualquier otra anormalidad, desayuno por favor ¿Ada?

    El movimiento de las cabezas era gracioso, acompañaban sus respuestas.

    Sí, no, sí –arriba y abajo, derecha a izquierda, de nuevo arriba a abajo, con las órdenes de los hechizos, las órdenes de noticias y desayuno llevó a nuevos si y movimientos verticales, que no se repitieron al mencionar a la otra matriarca, esta vez fue negación –nada señorita Darla.

    La pelirroja suspiró y pasó su mano por los cabellos, que espanto.

    Bueno, vayan, ya bajó –ambos asintieron y desaparecieron mientras ella cerraba la puerta.

    Se quitó el camisón y fue directo al baño, para higienizarse antes de vestirse y bajar. Tenía mucho que pensar sobre aquello, tiró el papel sobre el escritorio, luego lo quemaría.

     

  21. Sheila Bennett, de regreso al MACUSA 

    Sonrió con esa forma que solo ella podía hacerlo, llenando el aire de esa paz que era capaz de transmitir. Su interlocutor se contagió de esa expresión y sonrió también, teniéndole la mano en señal de saludo.

    Entonces, bienvenida de regreso al MACUSA señorita Bennett –Sheila tomó su mano y la estrelló viéndole a los ojos aún con su sonrisa franca y contagiosa.

    Muchas gracias Míster Conrad, es un placer volver a trabajar para el Ministerio de Magia –Sheila se puso de pie y se dirigió al área encargada de entregarle sus credenciales y el gafete con sus datos.

    Aquello le recordó su época de recién graduada de Ilvermorny. Cuando había trabajado para Transporte y Deportes había sentido un lejano vacío. Había esperado más acción de sus tareas pero había descubierto que eran pura se hace lo que yo digo y si no me interesa, te ignoro. Pero ahora, más allá de que fuera distinto, tenía otro objetivo.

    Con Tess habían decidido que la mejor forma de obtener información era desde dentro. Y allí estaba, de regreso al MACUSA.

    Sheila, querida, que bueno verte –la morena sonrió una vez más, está vez a una antigua conocida del lugar.

    Annabette, te ves más joven, que bueno verte por aquí, ¿qué cuentas de nuevo amiga? 

    La rubia sonrió a su vez, sintiéndose halagada y feliz de las palabras de su antigua compañera.

    Eres muy tierna, tú también te ves muy bien… llegas con lo justo querida –el tono de la bruja se volvió más íntimo y se acercó a Sheila para seguir susurrando –has llegado justo cuando esto se puso bueno, han traído investigadores de la isla, hay un muerto y –levantó las cejas con expresión interesada –es apuesto y muy famoso.

    –¿Han traído gente de Manhattan? ¿Un muerto?–preguntó con fingida sorpresa.

    No niña, de Hawaii y además han venido ingleses, dicen que hasta la mano derecha de la Ministra Inglesa, imagínate.

    Oohh Hawaii y el Ministerio Inglés¿pero ellos para qué? ¿Qué tienen que ver?

    –Ay Sheila, espabilate, vas a tener que ir por las oficinas a escuchar más¿no sabes que han matado al embajador inglés? Cómo un Cristo desnudo con collar de huesos o algo así, pero crucificado seguro.

    Sheila abrió los labios con asombro, sí que tenía información Annabette, iba a tener que mantenerla de buenas y seguramente hacerle caso con la recorrida.

    Tienes razón que es emocionante –vaya expresión pensó –¿Y son muy guapos? –hago con fingida frivolidad.

    Ven, vamos a verlos, seguro que podemos aprovechar a retirar los trasladores, no creo vuelvan al pantano.

    Sheila asintió y la siguió, ellos probablemente no, pero ella y Tess seguro que sí lo harían.

     

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  22. La italiana estaba sentada en una cálida cafetería del centro de Londres tomando una taza de buen café, milagrosamente, al abrigo del frío invernal que en el exterior hacía caminar a la gente apurada, con las manos en los bolsillos y los cuellos levantados para evitar la brisa helada. Sus ojos pasaron de la ventana a su lado de regreso al periódico que estaba leyendo, pasó un par de páginas sin demasiado interés hasta llegar a una nota que ocupaba una página entera.

     

    -Mmm… –la mirada ojimiel de Gia reflejaba la sorpresa y el interés sobre aquella noticia, mitad policial y mitad deportiva. Aunque no participaba en partidos de manera profesional desde hacía algunos años cada tanto leía con suma avidez las notas relacionadas con el Quidditch. 

     

    Nunca había explicado por qué se había alejado de las canchas, a medias, ya que en clubes infantiles de los arrabales de su patria sabían de la joven “profesora” que les ayudaba a mejorar en el juego. Pero lo que ahora atraía su atención era el robo a los KK. Había una gran foto del trofeo en manos de Olaf Ragnarsson, una especie de sonrisa y gesto triunfal en sus labios dándole humanidad a su salvaje rostro, algo similar se repetía en los rostros de sus compañeros. Luego seguían dos fotografías más, una de la puerta de ingreso de las instalaciones de los Cuervos y a su lado varios policías observando el lugar vacío donde había estado la copa y una pintada en la pared contigua dónde se veían brillantes e inamovibles una K y una S.

     

    Gia frunció el ceño y leyó la nota con cada vez más interés, ¿cómo era posible que con tanta seguridad hubiera alguien podido atravesarla y robar la copa? La ex cazadora escuchó el murmullo en su oído y sonrió, sí a ella también le interesaba descubrir más sobre aquel misterio. Valdría la pena hacer un corto viaje, bueno, corto, metafóricamente hablando...

    • Me enluna 1
  23. Departamento en Nueva York, sucursal de House of Books

     

    –¿Es broma? –la morena observó perpleja la nota que le había tendido su compañera belga, levantó la vista y esta negó con la cabeza –¿y cómo lo saben? Ni cuando trabajé para Transportes en el MACUSA me llegaba tan buena información.

     

    Tess río, la americana había sido un hallazgo en uno de sus últimos viajes pero su ingenuidad no dejaba de sorprender a la vampiresa.

     

    –Siempre hemos tenido buenos contactos de este lado, mucho menos que en Europa, obviamente –, sonrió al recordar al grupo de neófitas, su clan había hecho contacto con algunos nativos americanos, tanto del sur como del norte, los clanes allí eran menos numerosos y muchísimo más discretos.

     

    –Solo confía Bennett –Tess la llamaba así cuando las cosas eran serias y ella debía reconocerlo, cuando la trataba como a una niña, la bruja americana simplemente asintió como había hecho antes su compañera.

     

    –¿Y qué haremos? –preguntó luego de un breve silencio.

     

    –Por ahora esperar y estar atentas, cuando esto se vuelva oficial no solo Louisiana estará lleno de gente –Tess pensó para si que a ella no le interesaba tanto aquello como a la pelirroja cuyo mensaje le había llegado en respuesta. Claro que Kim se mostró más interesada, Darla solo dijo “espera”. Bien sabían las del clan que la líder del clan no quería saber absolutamente más nada con los miembros del Ministerio en Gran Bretaña.

     

    Sheila mientras tanto había guardado la nota y preparaba un té, el frío en el exterior del departamento del local tentaba a ello, aunque el ambiente del departamento y de la librería café bajo ellas, siempre invitaba a recostarse cómodamente junto a una estufa con una taza de té o café en el invierno o junto a una palmera mágica bebiendo una cerveza o un té helado en el verano. La magia de Nuevo York solían bromear las dos brujas a cargo de la sucu

    rsal de HoB.

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