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Darla G Dumbledore

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Mensajes publicados por Darla G Dumbledore

  1. Kim-1.png Kimberly Black en House of Books

    Escuchar las palabras del muggle la sacaba un poco de quicio, en verdad aquel hombre no se daba cuenta de la presencia de un verdadero asesino ante él. Kimberly podía entender que el hombre se hubiera postulado para la policía ministerial, pero lo que había visto en sus ojos y sus primeras palabras habían expresado era más que claro, Kim sabía reconocer a un asesino y hasta se podría decir que su piel se erizaba como ante la presencia de una tormenta eléctrica. No por miedo o temor, sino por la fuerza de las ánimas que podía sentirse que rodeaban a quien las había tomado sin ningún reparo.

    Como fuere, allí estaban, un triángulo que pronto se iba a disolver, claro que ella no esperaba aquel movimiento, el portal apareció y desapareció tan rápido como la caída del muggle a través de él.

    —No me des órdenes, y no tenías derecho a decidir sobre él, estaba en la tienda a mi cargo, y por más que te debiera una reparación tú no eres nadie para decidir sobre un muggle —la mano de Kim sobre su varita estaba crispada y la rubia había tenido que apelar a toda su entereza para no lanzar un crucio sobre el tal Derhorm. —Largo de aquí… haré un informe sobre esto, aunque dudo que te importe, los muggles, por más imbéciles que sean, no eran nuestra decisión.

    Tampoco había sido necesario echarle en demasía, tras una serie de murmuraciones sin sentido él se había marchado del local y Kimberly colocó las protecciones. Cletus había podido entrar porque Darla había pensado aquel lugar como un santuario, pero al pobre tipo le había costado caro. Ahora era consciente de que más peligroso que nadie eran los que se sabían o creían intocables. Con gesto calmo movió su varita.

    —Expecto Patronus —la cierva tomó forma luego de que de la varita de acebo se formara en primer lugar una bruma brillante. Tras recibir su mensaje de lo que había ocurrido la cierva salió galopando rumbo a su destino.

    Darla-1-2022.png Darla Potter Black en las cercanías del Ministerio de Magia

    Moverse con cautela ya no tenía sentido, la pelirroja odiaba aquello y lo único que pudo hacer en ese momento tras escuchar las palabras del recién llegado era atacarle o defender a los presentes, optó por lo segundo.

    —Aqueora —repitió lanzando el escudo de agua sobre los cuerpos de más de uno de los presentes que se vieron rodeados de esferas protectoras que repelieron las flechas de fuego, para aquellos que no alcanzó a proteger chocos de agua llegaron a apagar las flamas tras que lanzara varios —aquamenti —sabía que habían sido convocados allí para proteger al Ministerio, pero si Ludwig esperaba que ella aceptara hacerlo poniendo en práctica la purga la conocía menos de lo que él se imaginaba.

    Su varita se volvió con furia y un nuevo hechizo salió de sus labios antes de desaparecer rumbo a la otra punta donde iba a apagar las llamas de una tienda departamental.

    —Anular Flechas de Fuego —el efecto sería instantáneo sobre la figura que había visto lanzando los filamentos y sonó un crack que indicó su desaparición que la llevó al local que se incendiaba. Para encontrarse allí con la sorpresa de un patronus con forma de cierva que la alcanzó. La tensión hizo presa de sus hombros al escuchar el relato.

    • Love 1
    • Me encuerva 1
  2. —No me lo tome a mal, no fue con mala intención, como ha dicho le he mal interpretado, además ¿qué es lo que le llama la atención de mí? Creo que nadie se acerca a mí porque a nadie le intereso, o tal vez doy miedo —sonrió y se permitió mostrarle sus colmillos, como intentando explicarle, después de todo, un vampiro puede tener como mil años y no a todos les interesan las mujeres mayores, cuando ni saben por cuántos años y menos cuando no tienen las riquezas que otras pudieran llegar a tener. Bajó la cabeza unos segundos y luego volvió a verle, esta vez con una sonrisa más cálida y con gesto avergonzado.

    —No me malinterprete, pero yo no me considero especial y bueno, por ello no entiendo por qué me ve algo que pudiera ser interesante para alguien más —él parecía disfrutar de su bebida y ella, en ese momento, deseó algo más, hizo un gesto con la mano, como pidiéndole que le tuviera paciencia unos segundos y se giró, llamando a uno de los elfos. Cuando este se acercó le dijo con expresión un poco cómplice.

    —Tráeme una botella de rakia y un vaso para beberla, la tomaré luego que acabe el té —el elfo la miró con expresión extrañada pero asintiendo se retiró y ella siguió escuchando la historia de la esposa del Peverell.

    —Esta vez me malinterpreta usted a mí, Nexo —se atrevió a llamarlo por su nombre —quería decir qué busca aquí en Ranas Lunares, sí recuerdo su búsqueda del elixir, y, le confieso, que aunque soy buena conocedora de pociones, no llevo esa que usted busca aquí conmigo —hizo  un suave gesto echando sus brazos hacia atrás, como si se ofreciera para un cateo para luego retomar la seriedad.

    —Lamento lo de su esposa, los Black mmm… siempre tuve debilidad por esa familia, aunque nunca tuve una verdadera oportunidad de conocerles a fondo como quisiera —reconoció viéndole a los ojos —¿la extraña? ¿no la ha buscado? Creo que yo podría ayudarle si usted me diera algunos datos para poder encontrarla —se detuvo y se quedó callada, pensando ahora en la pregunta que él le había hecho y sonrió con timidez.

    —¿Quién no anhela ser feliz? y tener a alguien con quien compartir esa felicidad, aunque más no sea por un momento fugaz o por una eternidad, según se den las estrellas en el cielo —sí, sabía que había sido feliz hacía años y sentía que había logrado casi serlo hacía poco, aunque no entendía por qué sentía eso último y menos entendía por qué se lo revelaba a él, que recién aparecía en su vida y en tan extrañas circunstancias y sin embargo… —fantasías… ufff… creo que he tenido muchas toda la vida y aún hoy las tengo, el poder cumplirlas ya es otra historia, a veces uno no se atreve a ir más allá de fantasear, aunque podrías ser… —sonrió y agradeció que en ese momento hubiera llegado el elfo con una charola en la que lucía un vaso tallado y una botella de rakia, Darla le agradeció y pagó los galeones que costaba, aunque aún intentaba entender por qué había pedido la única bebida capaz de emborracharla siendo vampiro.

    —¿Y usted? ¿Cuáles son sus fantasías? —se dio cuenta que acababa de terminarse su té, ahora le tocaba seguir bebiendo junto a su tan curiosa compañía que la estudiaba como si en ella pudiera leer el mapa que lo llevaba al elixir que buscaba —¿cuál quiere cumplir? —imaginó que sería una relacionada con su búsqueda o su esposa.

    Dejó a un lado la taza vacía y tomó la botella, sirviéndose un trago y extendió su vaso hacia el de él.

    —¿Brindamos por ello? Digo, —sonrió con expresión misteriosa —quise decir por las fantasías cumplidas o por cumplir.

    @ Nexo Peverell

  3. El suave susurro de Anthony en su oído aún retumbaba más en su corazón que en otra parte, un cálido sentimiento había recorrido tras el estremecimiento que sus palabras y su voz habían provocado en ella. Había que tenido que utilizar todas sus habilidades para disimular lo que sentía, lo que añoraba, lo que buscaba luego de tanto tiempo. Pero ¿cómo podía responder a sus siguientes palabras? Fue casi como si estrujara su corazón, cuando falte su persona especial. Darla mordió levemente su labio por dentro, había intentado quitarse la vida un par de veces al faltar esa persona, pero ¿había fallado? Sonrió y esta vez sí se permitió, gracias a la metamorfomagia, sonrojarse.

    —Te admiro por eso Anthony, yo sigo intentando estar viva, aunque mi resistencia... —se encogió suavemente de hombros negando con la cabeza —he utilizado nigromancia y he renunciado a cosas que ya ni recuerdo pero que sé que han dolido al irse para poder tener más tiempo, tú al menos tienes una esperanza abierta, yo solo puedo pretender abrazar en el futuro en una nueva vida, en una vida en el más allá —sus labios mostraban una sonrisa suave pero en sus ojos había melancolía.

    —Yo he decidido vivir, pero también soy egoísta, he querido ser feliz, primero emborrachando mi alma y luego... —hizo silencio y bebió un poco más del mojito —y luego te juro no lo recuerdo porque decidí perder algo con tal de volverle a ver, pero no ha sido como con la piedra de la resurrección, te lo juro aunque… —por primera vez en años Darla pensó en esa roca que sabía que alguno de los antiguos miembros del Wizengamont había tenido en su poder, dudo ¿quién la tendría ahora? Pero se obligó a volver junto al hombre que más quería en este mundo mágico y que en ese momento la tenía de la mano, con esa mirada profunda de hombre tierno y afectuoso y ante sus palabras ella también río y le abrazó afectuosamente susurrándole al oído.

    —Pues si hay que dar gracias, yo agradezco que estés en mi vida, bendito el día que llegaste a nuestro local y bendita la hora en que nos permitiste ser parte de tu vida, gracias por ser parte de la mía —la pelirroja acarició con ternura la mejilla del mago, sosteniendo su mirada y sintiendo como un amor tan puro podía existir en esta vida.

    Había olvidado al resto de los presentes y se sentía feliz, incluso con esa risa cómplice que habían compartido ella y Anthony, lamentaba que él no pudiera estar, de momento con su amada Cindy, pero confiaba en que se reunirían más pronto que tarde. Y una vez más se sonrojó. Así era la vida, dulce y extraña.

    —¿Qué más me cuentas cielo? —preguntó sintiendo que era feliz por estar allí, por primera vez en la noche, gracias a su compañía.

    @ Anthony R. Dracony M.

    • Love 3
  4. Darla Potter Black y Kimberly Black en House of Books antes del viaje a Hogwarts

    ¿Cuánto había pasado desde la cena en la mansión Malfoy buscando celebrar Acción de Gracias? Ella sentía que absolutamente nada. Ludwig la continuaba esquivando y ella no podía presentar su renuncia como deseaba. Es verdad que podía irse, simplemente dejar el puesto y adiós pero por respeto a la amistad que alguna vez se formó entre ella y el Malfoy no lo había hecho aún. A pesar de que era consciente de que más de uno tenía la botella de champagne en el freezer lista para festejar su desaparición.

    Kimberly la veía con una sonrisa burlona desde el sillón que tenía en su habitación, la rubia estaba vestida con sus típicos pantalones de cuero, una musculosa al cuerpo y sobre el apoyabrazos estaba su chaqueta de cuero. Las piernas cruzadas de la Black hacían lucir sus altas botas y, con sinceridad, Darla la envidiaba en ese momento.

    —No es justo —murmuró por nonagésima vez entre dientes y una carcajada de la rubia fue toda la respuesta, bueno, no toda.

    —Pues es el precio de ser Jefa mon amie, yo soy simplemente tu mano derecha y además alguien debe quedarse cuidando el fuerte, o mejor dicho el vuelto a reparar ministerio—Kimberly le guiñó el ojo y Darla bufó y se calzó unos estiletos estilo animal print.

    A decir verdad lo que más envidiaba de Kim era su relajación y que no tuviera que ir a Hogwarts, ella había elegido un pantalón de cuero negro ajustado similar al de la Black una camisa verde oscura con bordados del mismo color burdeos que su abrigo y llevaba una chalina y un sobre verde botellas completando su look más que distaba un poco de parecer el de una Directora de Seguridad, o eso creía ella.

    —Ludwig ha puesto a disposición su réplica del Expreso de Hogwarts para ir allá, desde que los mortífagos atacaron King Cross aún no terminan de reparar el original, la verdad preferiría ir en mi moto voladora —comentó la pelirroja mientras se dejaba caer en el sillón junto al de Kim.

    —En San Valentín también lo puso a disposición ¿verdad? —Darla solo se encogió de hombros en respuesta, no le apetecía recordar que había viajado aquella vez para no obtener nada bueno de los mundos visitados —se te hará tarde —agregó Kim, viéndola totalmente relajada y sin ganas de salir.

    —Llegaré en dos patadas, por ahora puedo aparecerme en el lugar desde donde parte el tren —dijo la pelirroja resignada y se levantó, tomando su monedero de piel de moke modificado, el cual guardó en el bolsillo del abrigo y acomodó su varita en el bolsillo derecho  del mismo para luego volverse y dedicarle una mueca a su amiga que la veía con gesto divertido mientras se desaparecía rumbo a la réplica del expreso de Hogwarts.

    Darla en el Expreso de Hogwarts

    El Expreso era grande y los concurrentes aunque numerosos no lo suficientes para llenarlo. El equipo de seguridad había estado allí a primera hora, cuidando que todo estuviera en orden en el andén y luego en el tren. Esta última tarea difícil, considerando que el Malfoy lo había puesto a disposición en el tamaño adecuado a última hora. Claro que por otro lado también era una ventaja, no iba a haber un microniano escondido en él.

    La pelirroja fue recorriendo vagones, observando la seguridad, la jefa auror leyendo, al igual que el Ministro, su cuñada Ada había dado orden a su seguridad que no la molestaran y ella había aceptado siempre y cuando le aseguraran que habían cuidado bien de que su compartimento privado tuviera la seguridad adecuada. Y así cada vagón y compartimento, ya fuera de un miembro ministerial o de la comitiva de extranjeros. Darla se preguntaba si el Malfoy se habría atrevido a intentar una vez más recomponer relaciones con el MACUSA, ella pensaba que quizás podría existir un nexo de paz, pero lo veía tan lejano y el nexo probable tan cercano a adherir a los americanos que no sabía qué pensar al respecto.

    Así, con tranquilidad y con cero ganas de descubrir que había pasado ahora por la mente del Malfoy al modificar Hogwarts, tal cual lo había hecho Sagitas en el pasado, fueron llegando a destino. Ya había en Hogwarts otra tanda de aurores pero sobre todo policías ministeriales, que se habían anticipado y cuidado el orden del lugar. Darla se sentía igualmente intranquila, pero ahora dudaba que fuera por la seguridad del Ministro o por su propia integridad mental. Y Ludwig tenía hambre… seguro no se había podido comer a nadie o nada en el viaje.

    • Love 3
  5. El mojito había llegado y lo había terminado más rápido de lo que deseaba, de hecho casi de un solo sorbo, por lo que había pedido un nuevo trago, no prestando atención a las voces que se iban multiplicando con la llegada de más personas al hogar de los Malfoy. La pelirroja recibió su nuevo mojito y comenzó a creer que lo mejor sería, para tomar coraje, beber luego un vaso de rakia, claro que quizás la familia no tuviera la bebida nacional búlgara, ¿para qué? Por otra parte tal vez era lo mejor, emborracharse no era del todo un plan ni lógico ni práctico, pero en verdad se sentía total y completamente fuera de lugar en la casa de Ludwig o siquiera en su cercanía.

    Perdida como estaba en sus pensamientos y en su creciente mal humor no había notado lo único positivo de la noche, la llegada de Anthony. Y no fue hasta que la voz del joven mago se dejó escuchar, saludándola cordialmente, que la pelirroja no cambió su expresión y con una sonrisa feliz giró hacia donde estaba el muchacho.

    —¡Anthony! Qué alegría verte —expresó con total sinceridad y felicidad, de hecho su seria expresión había cambiado hasta el punto de tener ahora una sonrisa de real felicidad  en su rostro, dejando el vaso sobre la barra se acercó al joven y le abrazó, depositando un cálido beso en su mejilla.

    —Claro que me  encanta la idea de  hablar contigo, será un gusto —extendió su brazo para tomar el vaso a medio llenar que había sobre la barra y observó lo guapo que lucía Anthony, el traje violeta y la camisa plateada hacen lucir aún más su bello rostro, su cabellera verde y esos ojos tan tiernos de color miel que ella adora —en serio que estás guapo @ Anthony R. Dracony M. , a veces olvido que eres todo un hombre —y no puede evitar darse cuenta el afecto tan grande que siente por él. Sonríe y siente culpa a la vez, le ha dejado solo tanto tiempo, aunque no es solo a él, ella ha huído de todo y si él supiera hasta qué punto deseó huir y casi lo logra hacia un par de años y un año antes, de seguro se lo reprocharía, en ese momento se alegra de no poder sonrojarse y cómo para escapar de sus propios reproches le pregunta —¿cómo has estado? ¿qué es de tu vida mi querido Anthony? En serio me alegra poder estar contigo esta noche, —para agregar en un tono más bajo e íntimo —te confieso que no entiendo nada de la celebración que hace el Ministro.

    • Love 3
  6. A veces hay que tener cuidado con lo que se desea porque se puede conseguir. Aunque lo que hasta ahora había obtenido es satisfacer, en parte su curiosidad. El hombre ahora sentado frente a ella sostenía su bebida, la cual había llegado en el momento exacto, para cuando ella lo invitaba a quedarse.

    Nexo Peverel había dicho no esperar a nadie y decidido compartir el momento con ella. Su pregunta, sin embargo, le parecía un poco peculiar, no por su inquisición por los gustos sexuales de ella sino porque le pareciera extraño que una mujer, con o sin pareja, no pudiese disfrutar a solas. Claro que si teníamos en cuenta que había sentido la necesidad de invitarlo a su mesa podíamos pensar que ella sola no se satisfacía, al menos en ese particular momento. Pero mejor dejemos hablar a la interesada.

    Me sorprende Señor Peverell que piense que de tener pareja no debería estar sola, a veces, aún teniéndola, es agradable disfrutar un momento de propia intimidad –sonrió dejando que la mirada de él la auscultaba como si quisiera radiografiarla mientras ella disfrutaba por unos segundos de su bebida, luego volvió a centrar la mirada en él, había quedado una parte sin aclarar.

    En cuánto a novio, tuve, pero falleció y respecto a novia… mmm… no voy a negar que alguna vez me he sentido atraída por una mujer, aunque no llegamos a concretar nada y menos me ha pedido ni he pedido a ninguna ser pareja mmm… aunque tengo predilección por los hombres no me niego a poder llegar a tener algún interés femenino pero de momento, estoy sola hace más de dos años mmm… –mucha información y nada a la vez –¿Y usted Señor Peverell? ¿Cuáles son sus intereses? ¿Quién lo espera? ¿O ha llevado a ese alguien en sus viajes? –apoyó los codos en la mesa, su rostro sobre sus manos e inclinó levemente su torso hacia él, luego de haber movido levemente la taza hacía el centro de la mesa, para apreciarlo mejor.

    @ Nexo Peverell

  7. Las bellas palabras que le dedicaba Ada la hubieran hecho sonrojar de ser otro ser, pero simplemente sonrió con un dejo de timidez ante las dulces palabras de su cuñada. Segundos después, minutos, no importa cuánto después en realidad, una risita nerviosa escapó de sus labios. Sí, Ludwig podía parecer bien, pero ella lo podía sentir, aunque él había logrado esquivar a tiempo su mirada ella podía sentir que algo no cerraba. Pero terminó aceptando el beso en la mejilla de su cuñada.

    Lo que la pelirroja no esperaba era ver de pronto aparecer al padre de Luna, claro que considerando su actuación en la supuesta mediación de la joven, debería haberlo imaginado. Le vio precisamente besarse con la contraparte de la joven Luna y luego saludar a Ludwig. Más cosas cerraban ahora en su mente, pensó mientras entrechocaba su copa con Ada y con voz suave ofreció su brindis.

    —Porque las cosas buenas permanezcan para siempre y triunfen —no tenía idea de por qué había dicho aquello en realidad, dejándose llevar por un impulso.

    No habían terminado de brindar cuando el Evil se acercó a donde ellas estaban y mientras saludaba él a Ada, Darla comenzó a marcharse, pero él, que acababa de besar en la mano a la Dumbledore, intentó besarla en la mejilla.

    —Señor Evil, no tenemos tanta confianza —comentó molesta mientras esquivaba su beso colocando el dorso de su mano entre su mejilla y los labios de él, cosa que no fue tan difícil porque el hombre parecía apurado para volver junto a la que era evidentemente su pareja.

    —Lo siento —se disculpó con Ada y miró su copa vacía luego del brindis —voy a ver si en la barra tienen mojitos —dijo la pelirroja alejándose hacia el bar.

    —Un mojito por favor —pidió al barman, acomodándose en la punta de la barra, alejada del otro ocupante del bar.  

    Habían sido días agotadores y había tenido que defender lo indefendible, su amigo Balmaceda insistía en que ella ocupase un lugar en la embajada y ella, solo porque aún sentía afecto hacia el Malfoy, no había dejado todo tirado para hacerlo todavía.

    @ Ada Camille Dumbledore

    • Me enluna 1
  8. El recién llegado reconoció su error y sin que ella se lo pidiera procedió a explicarle que había realizado tantos viajes por América que había perdido la conciencia de los husos horarios, dada la variedad de cada uno de ellos. Darla sabía algo del tema, conocía el efecto que causaba a veces en las personas, un poco de melotonina no le vendría mal, pensó mientras lo observaba de pies a cabeza, con más curiosidad y un poco de envidia por sus viajes.

    Le pareció gracioso lo del moco de gusarajo, pero obviamente no era eso lo que atraía hacia el aspecto de ermitaño del hombre frente a ella, aunque se notaba que tras su aspecto  había una chispa de magia escondida, sin duda.

    —Señorita, pero llámeme Darla por favor —susurró mientras él volvía a disculparse, y ella negaba suavemente con la cabeza  con una sonrisa cálida en sus labios, no estaba acostumbrada a que fueran excesivamente corteses con ella, era, a veces, algo incómodo para la Potter Black.

    —¿Elixires de la vida eterna? —preguntó Darla con curiosidad, el nombre de Nexo Peverell le recordó a Saya y por unos momentos una oleada entre angustiante y divertida del pasado envolvió a la pelirroja que no reaccionó enseguida ante la pregunta del mago —Perdón, Darla, Darla Potter Black, y no busco la inmortalidad, ella a veces llega a mí sin querer —agregó sin mucho sentido en realidad, de hecho, ella había buscado acabar con su vida un par de veces en los últimos dos años.

    —No Señor Peverell, no espero a nadie, me gusta venir a beber las cálidas bebida de la tienda de una antigua amiga desaparecida, y no le temo al venir sola, pero tampoco al disfrutar de una agradable compañía, por favor, insisto, acompáñeme esta tarde, si es de su gusto, claro, quizás es usted quien espera encontrarse con alguien más en este lugar, o tal vez solo esté de paso, buscando a la persona adecuada —Darla clavó sus castaños ojos en los del mago y buscó en el fondo de sus ojos una respuesta a lo que él realmente buscaba en aquel lugar.

     Por algún motivo deseaba tener su compañía ese día y no entendía el motivo que la llevaba a querer saber más de él, quizás por ser un Peverell, quizás porque recordaba ese nombre de un pasado tan pero tan lejano, que la habían obligado a borrar los recuerdos en su mente, una cesión que ella había concedido al existir un cambio de ideales en sus distintas etapas de la vida.

    @ Nexo Peverell

  9. La pelirroja se vio sorprendida en ese momento, sabía que estando en la casa del Malfoy era obvio que él en algún momento se cruzaría con ella y le dirigiría el saludo, lo que la dejó sorprendida y un poco fuera de lugar por unos breves segundos fue el gesto delicado del mago. Él había tomado y la había besado y la Potter Black sintió la calidez de su aliento sobre su piel, provocándole un estremecimiento a lo largo de toda la espalda. ¿Por qué?

    Sus oídos podían sentir el latir del corazón de Ludwig, parecía que se acelerase como si esperase una reacción de ella o como si su llegada lo sumiera en una situación incómoda. Darla se preguntó si habría hecho bien en venir en ese momento, claro que era difícil rechazar tan sencillamente una invitación de su aún superior.

    —Gracias por la bienvenida Ludwig y por la invitación —iba a agregar y por lo de sentirse cómoda pero si dudaba si él estaba cómodo con la presencia de ella allí, ¿cómo podría?

    Darla miró a Ada y la retuvo suavemente del brazo, acercando sus labios al oído de la rubia para susurrarle una pregunta —¿crees que él esté incomodo con mi presencia aquí? —preguntó a su cuñado justo un par de segundos antes de que ingresara una lechuza con una carta en su pico. Darla notó el gesto de Ludwig al recibirla, parecía aliviado, aunque fue un leve destello en sus ojos que se había desvanecido de inmediato.

    La bruja aprovecho que en ese momento pasaba una moza para colocar su copa vacía en la charola y tomar una nueva copa de bebida de color ambarino, el sabor dulce en sus labios la hicieron sonrojar. Era una bebida familiar y por unos segundos dudo, pero no creía que hubiera esas bebidas en la fiesta, seguramente se confundía, pensó mientras tomaba un pequeño sorbo más. El calor recorrió desde sus labios bajando por su garganta, en verdad aquello la hacía sentir un poco mejor.

    • Me enluna 2
  10. Darla-1-2022.pngDarla Potter Black, en algún lugar de Londres dirigiéndose al Ministerio

    La pelirroja estaba desde antes de las diecinueve horas en la calle, lucía ropa completamente negra, desde sus botas, pasando por los cargos y la polera que llevaba, no necesitaba demasiado. Había atado sus cabellos, asegurado en un bolsillo lateral con magia su bolso de piel de moke con hechizo extensible y su varita. Las noticias sobre personas y lugares marcados habían llegado a ella y se había ocupado de movilizar y generar corredores seguros donde diversos miembros de la comunidad, en desacuerdo con la purga, la habían ayudado a sacar a aquellas personas que más riesgo corría.

    Sabía que Adrián había cuestionado las consecuencias de la purga ante el mundo muggle, la respuesta de Ludwig había sido menos que diplomática. Su propia decisión de que las miembros del clan Akane llegaran a Londres y se ocuparan de sostener los caminos seguros había sido efectiva. Kimberly era la que se ocupaba de resguardar el hogar de la Potter Black, mientras ella, llevando su insignia ministerial, jugaba un doble papel, aprovechando su “inmunidad” pero poniendo la cabeza en juego, ya que era obvio que más de uno iba a querer hacerse con esa inmunidad para fingirse miembro ministerial y salvar su vida, el miedo y la locura hacen muchas veces actuar con los más bajos instintos a algunos, no solo el momentáneo poder de hacer lo que se quiera.

    Pero no todos se habían manejado como ella, muchos, en busca de un alto a la violencia parecían dispuestos a detenerla con violencia misma. O esos fueron los informes que comenzaron a llegar a la Potter Black por medio de patronus y lechuzas, además de un método que había comenzado a utilizar desde hacía un corto tiempo: mensajes al aparato muggle de comunicación llamado Smartphone.  Las fotografías que le enviaba una de sus espías eran preocupantes, una gran turba amenazaba el Ministerio y el mensaje aseguraba que el Ministro y otros miembros estaban allí. Maldijo por lo bajo mientras terminaba de abrir un portal para que pasara una familia cuyos vecinos pretendían robarle sus posesiones y vender en el mercado de tráfico de personas a sus hijas e hijos. Tras cerrar el portal que llevaba a la embajada Darla se desapareció para aparecer en un callejón a medio camino entre los ingresos ministeriales.

    @ Mael Blackfyre

    Kim-1.pngKimberly Black en House of Books con Derhorm y Cletus

    El gesto teatral del saludo de Derhorm la había mantenido atenta, miró de reojo la serpiente y consciente de que pronto acabaría el efecto del morphos decidió que lo mejor sería que se ocupara del muggle, pero el mago junto a ella parecía que no estaba dispuesto a ceder su presa, mucho menos luego de asegurar que no apostaba. Kimberly le vio moverse y le imitó, manteniendo una distancia prudencial pero no por ello quedando fuera del alcance de cualquier movimiento de defensa o ataque necesario.

    —No lo voy a matar, solo le haré conocer lo que se siente rozar la muerte —respondió la rubia, mientras pensaba en un curación tras notar que la varita del hechicero junto a ella había aplicado un primer episkey, claro que por la magia que poseía la rubia ese hechizo no resultaba suficiente.

    La pregunta del mago la hizo inclinar la cabeza y pensó por unos segundos en el órgano más extenso sensible y a la vez erótico del cuerpo humano. Se equivocó, no hablaba de la piel, sino de la mente, a decir verdad, ese órgano era aún más provocable, excitable y estimulable que la propia piel y en cierta forma creía que ante la vista de las herramientas que el mago mostraba, estaba segura que la mente de Cletus estaba siendo muy bien estimulada, sobre todo al tenerlo allí atado. Levantó una ceja, las ideas del mago eran muy interesantes.

    —Entiendo —susurró y elevó levemente la varita en su diestra, mientras Derhorm desgarraba la ropa del muggle y ella contenía la respiración, el chivatoscopio actuó como la campana en un round de boxeo, respiró una vez más y asintió a las palabras del mago, él pareció coincidir con ella por las palabras que le dirigió al muggle.

    —Sí, deberías adelantarte, yo termino de poner en orden el local y voy para allá, tengo órdenes —claro que no podía revelarle cuáles ni de quién, solo esperaba que él aceptara abandonar sin ella el local.

    @ Ludwig Malfoy  @ Sean -Ojo Loco- Linmer

    • Me enluna 1
    • Me encuerva 1
  11. Kim-1.pngKimberly en House of Books con Cletus y Derhorm

    Convengamos que el chico no era el más listo, el mago frente a ella no era el más bueno y ella no era una santa. Así que en el momento en que el tal Cletus, sí, alguien por ahí, en algún lugar o quizás en algún momento que hizo contacto con sus ojos y leyó su mente con legilimancia o simplemente porque tenía cara de Cletus ella sabía cómo se llamaba. Pero volvamos, el tal Cletus intentó escapar, esto produjo un par de hechos que terminarían desestabilizando muchas cosas e iniciando las acciones que quizás determinarían su destino.

    La serpiente se lanzó contra él en cuanto comenzó a moverse intentando dirigirse hacia el ingreso del local. El leve movimiento fue inmediatamente captado por Kimberly y su varita se movió veloz y sin piedad. Por un momento pensó en un simple impedimenta, hubiera bastado para dejarle quieto, la serpiente lo hubiera alcanzado pero no le hubiera atacado porque ya no escapaba. Podría haber optado por un incarcerus y el muggle estaría arrollado como un matambre para la cocción y la serpiente feliz y quietita a su lado. Pero no, lo que salió de los labios rojos y carnosos de Kimberly fue otra cosa:

    —Cinaede —el efecto fue inmediato, el veneno gaseoso de los pétalos de pensamiento surgió alrededor del muggle y penetró en el acto sus vías respiratorias, la sonrisa de la rubia era condescendiente mientras la serpiente se detenía erecta, dudando —el veneno va a pasar de cortar tus vías respiratorias a tu sangre y de allí a paralizar tu sistema nervioso  y el circulatorio… ya imaginarás que viene luego… —su mirada azul y fría se volvió hacia Derhorm —¿querías jugar? —y se volvió una vez más hacia Cletus mientras pensaba en un anapneopero no será tan rápido querido, aún necesitas dos episkeys —sabía que él no tendría ni idea de lo que hablaba por más que ahora pudiera sentir sus vías respiratorias destapadas —hay distintas formas de despellejar un conejo y muchas más formas de jugar al gato y al ratón —dijo Kimberly con una frialdad que ni ella misma reconocía, aquella noche era algo contagiosa y eso no le agradaba para nada. ¿O sería por el cuasi desafío de Derhorm que actuaba así?

    @ Ludwig Malfoy  @ Sean -Ojo Loco- Linmer

    • Me enluna 1
  12. Una sonrisa cálida se permitió dibujar en sus labios la Potter Black cuando vio venir hacia ella a su cuñada. Le correspondió en el afectuoso abrazo y con cada beso que le diera en las mejillas, el aroma resultaba embriagador en ese instante, algo delicado en medio de tanta locura ministerial, pensó la pelirroja.

    —Muchas gracias, aunque jamás podría opacar tu belleza, estás soberbia, como siempre —respondió Darla, apreciando el hermoso vestido negro y beige que la joven rubia lucía dejando entrever sus largas y bien contorneadas piernas a cada paso que daba —en verdad creo que yo he venido como la secretaria mojigata —bromeó haciendo referencia a su  muy formal conjunto de oficina, aunque no iría a la oficina con un chal como el que llevaba ni con un sobre brillante como el suyo.

    La verdad es que Darla para trabajar prefería ropas más cómodas y de “batalla” y en cuanto a la celebración del día de acción de gracias, bueno,  aunque en su vida hubiera tenido muchas cosas que agradecer, no era una costumbre propia y no podía negar que le venía a su mente una película muggle, una comedia de hecho, sobre una joven llamada Merlina y su representación del día de gracias en un campamento juvenil. Solo esperaba que no terminaran como los inmigrantes de la película.

    En medio de esos pensamientos locos dejó que Ada la tomara de la mano y la guiara hacia donde estaba el Ministro y su comitiva. Vaya que iba a ser algo difícil, pero no podía negarle algo a la joven rubia en ese momento. Puso su mejor sonrisa de Mona Lisa y dejó que su cuerpo se relajara. Quizás iba a necesitar un par de copas más fuertes que el champagne si iba a tener que enfrentar las super quejas que siempre emitía Mica, como si fuera lo único que supiera hacer cuando veía alguien que le podía mmm… no sabía cómo definir qué es lo que exactamente la sacaba de equilibrio, si el que le llevaran la contra, o al menos no estuvieran de acuerdo con ella o si veía a todos los demás como una competencia.

    @ Ada Camille Dumbledore

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  13. Ficha para indicar que se terminó una Mazmorra:


    Participantes:

    Nick 1: Darla Potter Black
    Link al perfil: http://www.harrylatino.org/user/34050-scarlet-akane/
    Nivel del Personaje: 65
    Link a la ficha: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=78108
    Link a la bóveda: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=78114

    Mazmorra:

    Título de la Mazmorra: La Torre del Dragón
    Link al Topic abierto para realizar la Mazmorra: https://www.harrylatino.org/forums/topic/118189-la-torre-del-dragón/
    Link al Topic abierto para realizar la Mazmorra foro alterno: https://rolhl.foroactivo.com/t148-la-torre-del-dragon#15284

     

  14. Qué podía decir, llegar al cuarto piso y descubrir una nueva puerta con su nueva tranca y su nueva talla en bajo relieve. Le molestaba que pareciera un dragón en un hueco, nunca le había tocado encontrar en ese último piso una hoja extra. El cumplir con intentar ver que había en él era agotador en verdad. Se tomó su tiempo, se sentó en la escalera, comió una barrita de cereal y se terminó la botella de agua fresca. Ahora había llegado el momento de descubrir cómo se abría aquel nivel.

    Buscó con la magia hasta que por fin pudo lograr que el escurridizo mecanismo le diera el sí, o mejor dicho cediera a sus esfuerzos y se sintiera como la cerradura se desbloqueaba. La puerta dio la primer señal de problemas segundos después, fue como si el agujero brillara como más fuerzas como si hubiera sido una explosión hacia abajo y el dragón comenzó a volar sobre la madera de la puerta.

    Darla dudo, lo pensó mucho y volvió a buscar en su mochila su Nimbus 3000 y luego ajustó la mochila en su espalda, asegurándola con los lazos que iban en la cintura. Con la varita en una mano y la escoba en otra pronunció el siguiente hechizo.

    —Alohomora —la puerta, ya desbloqueada, cedió y dio lugar a que pudiera apreciar una habitación que parecía agrandada con magia, dio un paso al frente y agradeció tener la escoba en la mano, el piso efectivamente parecía destruido, pero no veía los pisos inferiores, todo era magia, maldijo y se trepó en la escoba, dando un golpe con el pie en lo que era la última parte sana del piso y levantó vuelo.

    Justo a tiempo… ya que el Gran Draken apareció en ese momento, Darla reconoció la forma del dragón, parecía un Opaleye y estaba a punto de lanzarle una llamarada.

    —¡Incarcerus! —gritó mientras hacía una pirueta en el aire y lograba que las cuerdas se enredaran alrededor de la boca de la criatura.

    Obviamente aquello no dudaría mucho, Darla se vio obligada a hacer un nuevo looping y esta vez apuntó hacia los ojos del dragón —obscuro —pronunció invocando una cinta negra que salió disparada de su varita y cubrió los ojos del dragón mientras ella maniobraba en un intento de esquivarle —obliviate —por unos segundos la criatura olvidó que ella estaba allí. ¿Lo malo duró hasta que la criatura logró quitarse la venda de los ojos porque aunque ella intentaba escapar la vio justo en ese momento y más cerca de lo que ella deseaba —¡aquamenti! —gritó, llenando de un largo y fuerte chorro de agua la boca del dragón que quedó ahogado dándole tiempo de lanzarle un último hechizo —desmaius—pronunció justo en el momento en que ella salía de la habitación viendo como el dragón era impactado y comenzaba a caer pero no supo qué tanto porque ella sellaba la puerta tras de sí, descendiendo a toda velocidad y saliendo con un insulto de alto calibre en sus labios mientras abandonaba la Torre del Dragón.

    Sinceramente pasaría un buen tiempo antes de que volviera a aquella Torre tras rendir cuentas al MACUSA de lo que había obtenido en esta incursión.

  15. Octavo posteo (dados): Lanza los dados para abrir la puerta del cuarto piso.

    • Si el resultado del dado es 3 o 4, descubres el funcionamiento del mecanismo mágico, pero encuentras, que no hay suelo bajo tus pies y el Gran Drakan está volando. Deberás derrotarlo desde el aire y necesitarás una escoba voladora comprada en el Magic Mall (sirve cualquiera).
  16. Llegar al tercer piso costó, pero no porque la escalera caracol presentase alguna dificultad sino porque la Potter Black ya se sentía molesta y el mal espíritu sumado a la mala suerte que estaba teniendo, la ponía de muy mal humor. Al menos las quemaduras ya habían sanado y solo restaban dos pisos. Miró la puerta que tenía ahora frente a sí, correspondiente al tercer piso, y casi se larga a llorar al notar la imagen del pergamino rodeado de una nube. Ya intuía que las cosas no podían salir del todo bien.

    Descubrir la secuencia en que debía marcar los números que sellaban la puerta no fue tan fácil como en el nivel anterior ni mucho menos agradable descubrir que la secuencia numérica coincidía con las letras venom, pero quiso creer que todo era una simple casualidad. Aunque la puerta se había abierto, más bien destrabado y por un momento solo brilló el pergamino, pero en cuanto ella procedió a abrir la puerta ocurrieron dos cosas: la nube alrededor de la talla del pergamino volvió a brillar y sus pulmones se vieron invadidos por una nube tóxica que le dificultaron respirar.

    Anapneo, pensó Darla, logrando de esa manera destapar sus vías respiratorias evitando seguir ahogándose e inmediatamente por su mente pasó un nuevo hechizo, Casco Burbuja, la burbuja mágica cubrió su cabeza, permitiéndole respirar  y de esa manera atravesó la habitación del tercer piso hasta la mesa en la cual estaba el tercer pergamino del libro de Albus Dumbledore.

     —Bien —susurró dentro de la burbuja y se apresuró a salir del tercer cuarto y cerrar la puerta tras ella.

    Finite Incantatem, pensó una vez que estuvo segura de que no había más gases tóxicos tras haber cerrado la puerta del tercer piso y ahora sí, guardó el pergamino en su mochila y volvió a tomar aire y agua, sintiéndose realmente agotada, pero no le quedaba de otra que intentar finalizar su misión, miró hacia arriba y suspirando comenzó a ascender la escalera caracol hasta poder llegar al cuarto piso y, si tenía un poco de buena suerte, cosa que no venía ocurriendo, podía terminar  con una nueva hoja en su poder o siendo reanimada en alguna morgue de Nueva Guinea o siendo resucitada por algún chamán en la selva que rodeaba la torre del dragón.

  17. Sexto posteo (dados): Lanza los dados para abrir la puerta del tercer piso.

    • Si el resultado del dado es 3 o 4, descubres el funcionamiento del mecanismo mágico y entras en el tercer piso, pero una nube tóxica te impide respirar. Usa un hechizo que te abra las vías respiratorias y otro que te permita pasar sin respirar al piso para recoger la tercera página del libro de Albus Dumbledore.
  18. Ascender la escalera caracol desde el primer piso y el segundo piso fue algo sencillo, la cosa estaba ahora en descubrir el hechizo o truco técnico que había ahora en la puerta de aquel segundo piso para poder ingresar en la habitación que había en él. Una vez más brillaba en la puerta una imagen de un pergamino pero esta vez rodeado de llamas. Darla seguía pensando que, tras el encuentro con los doxys, no le parecía que aquella misión fuera a resultar simple ni fácil.

    La puerta se abrió tras el tercer intento, había logrado combinar correctamente las imágenes que conformaban una especie de “candado” con clave de seguridad. Una vez más la puerta se destrabó pero no se abrió y, lamentablemente para ella, o al menos así lo sentía, la figura de la puerta, del pergamino incendiándose, parecía haber empezado a brillar con más intensidad.

    Cuando abrió por fin la puerta descubrió que no se había equivocado —maldición, maldición, maldición —murmuró al descubrir el fuego eterno que había en el lugar —aquamenti! —el chorro de agua salió de su varita e impactó en las llamas pero al contrario de lo que esperaba y como se temía, las mismas no se inmutaron en lo más mínimo y la mesa al otro lado de la habitación estaba cada vez más rodeada del fuego y podía apreciar la presencia de la hoja del libro sobre él.

    Tras una nueva sarta de insultos, se quitó la mochila y la dejó fuera de la habitación y corrió dentro de ella, el —aqueora —que utilizó no hizo efecto alguno tampoco, pero al menos pudo llegar hasta el pergamino y guardarlo rápidamente en su escote, corriendo una vez más pero esta vez fuera del lugar, pudiendo sentir sobre su piel el dolor de las quemaduras que aquel fuego le producía.

    Con gesto molesto cerró tras ella la puerta del segundo piso y se acuclillo y abriendo la mochila guardó en él la segunda hoja del libro de Dumbledore y buscó en su interior un frasco con una pasta de color naranja, que utilizó para curar las quemaduras que le había provocado el fuego, se trataba del Remedio para Quemaduras que, previendo que algo podía fallar, había llevado entre otras muchas cosas en su mochila.

    Luego de curarse tomó un trago de una botella de agua que había llevado con ella. Suspiró resignada y comenzó el ascenso hacia el tercer piso, esperaba que tuviera más suerte en ese lugar o iba a tener que hacer una visita a San Mungo o a St Mary Jauncey cuando llevara las hojas al MACUSA.

  19. Darla había realizado varios hechizos y utilizado incluso su conocimiento de idiomas y runas antiguas para poder hacer que la puerta finalmente se destrabara. Esta no cedió fácilmente ni se abrió automáticamente como en otras oportunidades. Lo otro que no ocurría igual que antes era que  la imagen tallada en bajo relieve que había ahora en la puerta, representando a un doxy sobre una hoja de pergamino, no se había apagado, sino todo lo contrario, parecía brillar con más intensidad.

    —Esto no es buena señal —susurró para sí la Potter Black antes de proceder a abrir, con la mayor delicadeza posible, la puerta del primer piso de la torre. De inmediato de sus labios salieron un par de insultos no reproducibles en voz alta si no queremos que nos llamen rompedores del atp.

    La vampiresa descolgó una de las cintas de la mochila, dejándola sobre un solo hombro y abriéndola aplicó un hechizo a su interior.

    —Accio doxycida —segundos después tenía en sus manos el frasco con aquel líquido negro que era utilizado para exterminar a las doxys.

    Efectivamente, al ingresar al primer piso Darla había descubierto que la habitación estaba infectada de doxys y, aunque al otro lado de la misma, sobre una mesa antigua, podía apreciarse la presencia de una hoja de pergamino, que podía ser del libro de Albus, primero debía deshacerse de aquella plaga. Mientras echaba el líquido tras quitar el tapón de corcho, tuvo todo el cuidado de no aspirar el producto, no se sabía alérgida, pero no tenía ganas de descubrir que sí lo fuera o que le doliera el estómago.

    —Al fin —dijo cuando se deshizo de las doxys y pudo guardar en su mochila tanto lo que quedaba del doxycida como la primer hoja del libro de Albus Dumbledore.

    Bien, las cosas por ahora no estaban tan mal, se había deshecho de los doxys, evitando que éstas le mordieran o hicieran algún otro daño, manteniéndolos a rayas con hechizos y el doxycida y tras salir del primer piso, cerró la puerta y encaró la escalera caracol, subiendo hasta el segundo piso de la torre.

  20. Se detuvo unos segundos mirando frente a ella la construcción hartamente conocido. En una mano sostenía aún su escoba nimbus tras haber “aterrizado” en aquel misterioso lugar de Papúa, Nueva Guinea, a donde se enfrentaría una vez más al intento de obtener la mayor cantidad posible de hojas del libro de Albus Dumbledore. Con calma se quitó la mochila con hechizo extensible y guardó en ella la escoba, echándola una vez más a sus espaldas, sobre la camisa blanca que llevaba puesta sobre una musculosa del mismo color. El resto de su vestimenta estaba compuesta por un pantalón cargo color verde musgo y unas botas militares cortas, de color negro. Con delicadeza se recogió los rizos rojos en una coleta sobre la nuca y avanzó hacia la Torre.

    Una vez más el hall la recibió, con su pequeño tamaño que no parecía haber cambiado en nada desde la última vez. La escalera caracol se veía como si hubiera crecido, pero seguro que era efecto de su imaginación, observó hacia arriba y noto el descanso que salía cada tanto marcando el tramo de cada uno de los pisos que formaban la torre.

    Con cuidado apunto a la escalera con su varita pronunciando en voz suave —specialis revelio —no parecía haber maldición alguna en la escalera, lo cual era bueno después de todo, y confirmaba, en cierto modo, que era su imaginación la que le hacía sentir que había algo distinto en ella.

    Ascendió despacio, notando como cada uno de los símbolos brillaban sobre las puertas, el hechizo repetido sí había revelado que en cada puerta estaba una vez más la magia presente. Darla estaba segura que no era igual a ninguna de las veces anteriores. Eso era una de las pocas cosas constantes en la misión del MACUSA que la llegaba allí, la torre, el pequeño hall, la escalera de caracol y las puertas pero siempre, siempre, con un hechizo distinto para mantenerlas cerradas.

    Había llegado la hora de empezar a descubrir que había esta vez como impedimento para la apertura de la puerta del primer piso.

  21. La pelirroja se entretuvo viendo los veladores que habían sido dispuestos en el jardín, al escuchar el sonido de pasos utilizó un par de veces el hechizo de Salvaguarda Mágica para mantenerse oculta a la presencia de los que iban arribando. Darla tuvo que evitar hacer sonido alguno, lo que le ayudó al haber activado también por esos momentos el anillo de salvaguarda contra oídos indiscretos porque los ohh de asombro que escaparon de sus labios hubieran sido menos diplomáticos aún de lo que ella pudiera pensar. Por un momento tuvo la sensación de un deja vú y no supo por qué, se encogió de hombros y deshaciendo los hechizos se decidió al fin a ingresar a la Mansión Malfoy, dejando atrás bellas mesas exteriores.

    Muchos se preguntarían por qué se jugaba a asistir, bueno, había algo que iba más allá de la diplomacia. Durante la noche de la expiación había logrado salvaguardar más de una vida mágica y muggle en la embajada argentina. No le importaba reconocer ante Ludwig o cualquier otro ministerial que había aprovechado su inmunidad para sacar de las calles a quienes habían estado a punto de ser víctimas de un juego macabro. Era mejor mantenerse cerca de la locura que dar la espalda y no saber cuáles pasos darán. Claro que, seamos honestos, Ludwig y su gente, como Mica, su hija Noeline y los demás allegados al Ministro sí se movían en silencio y solo declaraban sus decisiones una vez tomadas. Maldijo la postura en que la habían puesto los anteriores miembros del ministerio mágico.

    Al ingresar a la mansión ya la pelirroja, cuyos cabellos lucían más oscuros de lo habitual además de más lacios, tenía una expresión neutral, gracias a la metamorfomagia y la combinación de la oclumancia. Con gesto indiferente tomó la copa que había en el ingreso y la indicación del lugar en que debía sentarse, levantó la ceja, esperaba que fuera menos incómoda la situación, miró a su alrededor y notó la presencia de su cuñada Ada junto al Malfoy y su hija y la ex pareja feliz ¿o no se habían divorciado? Se encogió de hombros y tomó un trago de champagne, dudando en quedarse en el lugar que estaba o acercarse a saludar, quizás fuera mejor esperar a que las cosas decantaran.

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